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Cabeza De Vaca o los Naufragios del Poder

Alfonso Lara
The University of Washington, Seattle

Naufragios emerge como un discurso insólito de la conquista que presenta al

conquistador como esclavo y ofrece una visión de los valores indígenas desde una

perspectiva interior. Las circunstancias habituales en las crónicas de los conquistadores

españoles, donde la posición de dominación y la supremacía del conquistador, no eran

objeto de discusión, se invierten y pasan a un primer plano.

El hecho de que Alvar Núnez se vea forzado a la esclavitud, dota de voz a los indígenas,

los cuales raramente tenian algún tipo de representación en el discurso colonial dada su

condición marginal. De este cambio discursivo nace una nueva argumentación donde se

mezcla la palabra hegemónica del conquistador con la oralidad marginal de la cultura

indígena creando una nueva manifestación que nace de la fusión de estos dos elementos.

Sin embargo, este nuevo discurso híbrido no deja de ser considerado colateral, ya que

representa el sentir de una minoría que, como Alvar Núñez, ha vivido dentro de la cultura

indígena temporalmente. Estudiar este texto como una narración fuera del canon de la

época permite la posibilidad de compararlo con otros discursos laterales al discurso

hegemónico que basan sus exposiciones en voces marginales. Este es el caso del discurso

feminista, donde la mujer busca su propia voz desde su posición de exclusión de la norma

literaria.

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Basándome en algunos de los postulados que Jean Franco expone en su obra Plotting

Women, demostraré que la ruptura temporal y forzosa de Alvar Núñez con la corona

española representa una lucha del poder cuyo resultado propicia un discurso híbrido entre

dos culturas. Sin embargo, a diferencia de la situación de la mujer, que encuentra su voz

en los márgenes del poder, Cabeza de Vaca fundamentará su disidencia en la pérdida del

mismo. El conquistador parte de una posición social privilegiada que se ve interrumpida

por el fracaso de la expedición y su posterior cautiverio. Esta pérdida de privilegios sitúa

a Cabeza de Vaca fuera del poder hegemónico y en consecuencia, al convertirse en un

esclavo, el poder discursivo de Alvar Núñez queda relegado temporalmente a los

márgenes.

Este ensayo toma este momento de pérdida de identidad y poder como punto de

partida, desde aquí las teorías de Jean Franco adquieren valor y se aproximan a la obra de

Cabeza de Vaca. El conquistador conquistado busca formas de escapar del anonimato que

conlleva la falta de representación. La subordinación al mundo indígena también implica

un estado de sumisión dentro de su cultura de origen, lo que permite la feminización de la

figura de Cabeza de Vaca. El conquistador, con su incorporación al mundo indígena,

abandona el discurso prepotente de hombre hidalgo español. Por lo tanto, en las secciones

siguientes, me propongo estudiar el surgimiento del discurso híbrido de Alvar Nuñez, con

un doble carácter disidente, por un lado, de la corona, y por otro, del mundo indígena y

de su feminización. El cautiverio de Cabeza de Vaca después del fracaso de la expedición

de Pánfilo de Narváez lleva al conquistador a una situación de aislamiento y necesidad

que tendrá como resultado el desdoblamiento de su identidad cultural como individuo y

posteriormente como escritor en Naufragios.

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Alvar Núñez no tuvo el “éxito” como conquistador de Hernán Cortés, en gran parte

porque no se encontró con un imperio unificado como el azteca al que someter. Su

naufragio le hizo deambular entre una multitud de grupos indígenas con culturas

diferentes, para Cabeza de Vaca este hecho significó, además de hambre, una adaptación

a la cultura indígena como única manera de supervivencia, situación totalmente opuesta a

la vivida por Cortés. Como indica Silvia Spitta: “Tiene que in-corporar, en gran medida,

la otredad americana que con tanta facilidad fue descartada y rechazada por los demás

conquistadores” (317).Cabeza de Vaca emerge, pues, como uno de los pocos

conquistadores que llegan a adquirir cierto grado de sensibilidad hacia las culturas

indígenas. Alvar Núñez, al ser sometido a la esclavitud por los indígenas, con la

consiguiente sumisión a su cultura, se desliga de sus orígenes. La asociación con el otro

provoca en él una ruptura con su propia cultura, que sin embargo no culminará con la

total asimilación de la cultura indígena. En palabras de José Rabasa: “El colapso de la

expedición de Narváez implica una paulatina pérdida total de la cultura material, hecho

que Alvar Núñez acentúa al yuxtaponerla a una creciente dependencia de los indígenas”

(181). Cabeza de Vaca se encuentra así huérfano de dos culturas cuyos valores pierden

sentido al fundirse en su persona. Alvar Núñez se nos presenta como un doble disidente

en busca de un discurso valido que consiga fundir los dos mundos en los que se encuentra

inmerso. La incorporación al mundo indígena y la consiguiente crisis de identidad

aparece reflejada en Naufragios en el uso de las formas referenciales personales. Así

pues, el conquistador se refiere a los otros españoles como los “cristianos”, mientras que

él y los indígenas con los que vivió pasan a ser el “nosotros”. Así lo declara el

conquistador: “vimos rastro claro de cristianos” (137).

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Él no se identifica con los conquistadores españoles pero tampoco se reconoce como

indígena. Como subraya Silvia Spitta: “La dicotomía entre ‘nosotros’ y ‘los cristianos’

apunta hacia una posición del ‘nosotros’ que se vuelve ambiguo y que ya no pertenece de

entero a ninguna cultura: ni a la india ni a la española”(328).

Por otro lado, la disidencia genera un discurso marginal en su cultura de origen

que provoca su discriminación por parte de los demás. José Rabasa lo expone de esta

manera: “ Naufragios elabora una alegoresis etnográfica”(179), es decir una serie de

generalizaciones sobre el comportamiento de las dos culturas imbuidas en una narración,

tanto porque escriben la otredad de un pueblo, como porque en el proceso de conocer y

representar lo ajeno se viene a cuestionar lo propio. En este contraste, Cabeza de Vaca se

convierte pues en un disidente híbrido con un discurso limitado a las fronteras de su

posición entre esas dos culturas a las que cuestiona indiscriminadamente. La

marginalización de Cabeza de Vaca se manifiesta claramente en la ineficacia de sus

valores occidentales dentro del mundo indígena. Como indica Alejando González Acosta:

“. . . agobiado y compelido por su circunstancia, adopta los más variados oficios, para

lograr su meta definitiva que es la supervivencia” (173). Se aleja así de su posición de

hidalgo libre de la carga laboral. Así mismo, de nada le sirve su concepción del mundo,

ni tampoco sus creencias religiosas a este hombre que es percibido como salvaje a través

de la mirada de los indígenas.

Al mismo tiempo Cabeza de Vaca se convierte en un disidente a ojos de los

españoles. Mientras los otros conquistadores, representantes de la civilización occidental,

traicionan su mundo transmutándose en antropófagos, Alvar Núñez se incorpora al

mundo indígena.

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Alejando González Acosta señala: “Es tal ya la indeterminación de los conceptos de

civilización y barbarie, que son los españoles quienes resultan tildados de bárbaros al

cometer canibalismo” (184). Alvar Núñez ve dividida su persona en un antes "cultural" y

un después "salvaje", la situación del conquistador aparece como una separación entre

estos dos mundos. La situación de Alvar Núñez se expresa así; por un lado el estar en

contacto con otra cultura le ha trasformado convirtiéndole en un conquistador

disconforme; por otro, él no es un indígena, es una mezcla entre dos culturas con las que

no se identifica en su totalidad.José Rabasa señala con relación a esta dualidad: “de la

misma manera que todo texto etnográfico, es un testimonio de un “estando allá”(being

there) su escritura siempre se efectúa “estando acá” (being here) en un mundo rodeado de

atriles, bibliotecas...” (178). Esto enfatiza la situación de oscilación entre las dos culturas

cuyo resultado es la no-pertenencia ni “allá” ni “acá”, lo que genera una disidencia

duplicada. Alvar Núñez mantiene pues una posición fluctuante entre las dos culturas. Su

capacidad de moverse entre estos dos mundos a la vez que le favorece, presenta una

incapacidad de asimilación con ninguno de ellos. Silvia Spitta lo expone así: “Él se

vuelve curandero indio de mucho éxito, a la hora de relatar sus experiencias sólo logra

hacerlo apelando a un discurso religioso occidental” (321). Sin embargo, su discurso no

toma partido. Alvar Núnez, durante su vivencia indígena, no plantea una primacía de un

discurso sobre otro, sino que los superpone y utiliza convenientemente. Alejando

González Acosta expone así esta dualidad en la figura del conquistador: “. . . su

adaptación es además itinerante, pasando de uno a otro estado de civilización a medida

que desarrolla su largo viaje, por lo que viene a ser un transculturado reiterado” (172).

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Cabeza de Vaca representa al disidente doble, aquel que surge de la condición de

marginado entre dos culturas. El discurso de Alvar Núnez en Naufragios no representa el

discurso hegemónico del momento, el conquistador al incorporar una cultura marginal a

su cultura de origen, se convierte en representante de un grupo de híbridos en busca de su

propia representación. Se diferencia así, no sólo de la posición del conquistador

tradicional, sino también de los que, como Gonzalo Guerrero, habían acabado por

establecerse dentro de una comunidad indígena.

Para Cabeza de Vaca la única posibilidad de escapar de su marginación bicultural es,

en palabras de Edgardo Rivera Martínez: “ la paulatina integración bajo los signos de la

comunidad de fe y el respeto recíproco” (313). Se produce así un relativismo cultural, con

el consiguiente alejamiento de una posición rígidamente eurocentrista, ya que incorpora

elementos “del otro”. La convivencia con la cultura indígena lleva a Cabeza de Vaca

necesariamente a una confrontación con su cultura de origen. El poder de representación

es inherente a Cabeza de Vaca por ser un hombre europeo blanco, pero la inclusión en un

mundo ajeno transforma sus valores culturales creando una crisis que le lleva a la

disconformidad. La disidencia individual del poder imperial de Cabeza de Vaca es el

resultado de un trasvase de mando. El conquistador se ve obligado a arrinconar su cultura

adueñándose del poder de representación de los indígenas. Sus valores no sirven y no

pueden ser representados en el mundo indígena donde carecen de significado. Ahora

Alvar Núñez tiene que salir de esa crisis de representación a través de la incorporación de

los valores indígenas. No sólo tiene que aprender diferentes idiomas, sino que también

tiene que saber distinguir entre las diferentes costumbres, valores y usos.

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Su misión ha cambiado sustancialmente, ya no se persigue un fin mercantilista sino

que se trata de una lucha por la supervivencia.Cabeza de Vaca, para poder reestablecer su

pode,r tiene que pasar de ser un esclavo blanco a ser un chamán, una posición

privilegiada dentro de la cultura indígena.Como el propio autor nos cuenta en el relato,

consigue su ascensión en la jerarquía indígena manipulando el discurso mágico indígena.

Es decir, crea un discurso híbrido con elementos indígenas que aprende de la figura de

Mala Cosa a la que integra elementos bíblicos. El conquistador utiliza este discurso para

dar una explicación al fenómeno de Mala Cosa y así investirse de un poder sobrenatural.

Así lo expresa él mismo en el relato: “... y estuvieron sin dormir y con mucho miedo [...]

y como nosotros todavía fingíamos estar enojados y porque su miedo no se quitase,

sucedió un cosa extraña, y fue que este mismo día adolecieron muchos de ellos y otro día

siguiente murieron ocho hombres” (124). En este fragmento vemos pues que el

conquistador fomenta la técnica de infundir y mantener el miedo tan constitutivo de la

“superioridad” conquistadora.

Resulta necesario añadir que Alvar Núñez llega a alcanzar esta posición excepcional

como modo de supervivencia. Así lo reconoce él mismo: “nos quisieron hacer físicos, sin

examinarnos ni pedirnos títulos [...] nosotros nos reíamos dello, diciendo que era burla y

que no sabíamos curar, y por esto nos quitaban la comida hasta que hiciésemos lo que nos

decían” (Naufragios 75). Se reestablece así su poder. Ahora el conquistador recupera su

mando reforzado por el conocimiento y dominio de dos culturas, ya que no logra

desprenderse de su educación cristiana. Como resultado de la hibridización del discurso

de Cabeza de Vaca, presenciamos un cambio en la identidad del autor.

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Alejandro González Acosta señala que en: “Los naufragios se produce una pérdida

inicial de la identidad y una posterior recuperación –enriquecida- de la misma” (168). El

conquistador experimenta un cambio genuino que le hace más poderoso y su narración

adquiere características insólitas en un discurso único para ese período. Pero como Silvia

Spitta ha comentado, es interpretado y narrado desde un punto de vista cristiano. Según

esta autora: “sus experiencias no encajan dentro de ningún discurso de la época, y no son

descifrables sino bajo el mando de la cristiandad, que es lo que más se les aproxima”

(321). Cabeza de Vaca lo expresa así cuando relata que la gente salía para que los

“tocásemos y santiguásemos” (112). Sin embargo, cuando más se acerca a México más se

enfatiza el cristianismo en detrimento de sus prácticas chamánicas. Mientras al comienzo

del relato, su remedio era una combinación de “soplar” y “santiguar”, al final sólo se

menciona los elementos cristianos. Sin embargo Alvar Núnez ha sufrido una

transformación tan evidente que, como señala Silvia Spitta: “su sentido de lo ‘él’ ha

cambiado tanto que ya no encaja con el ‘yo’ de los otros, y es percibido como “diferente”

de todos los demás” (319). La identidad de Cabeza de Vaca se fragmenta a la vez que se

multiplica entre sus discursos nativos españoles y los diferentes discursos indígenas que

va encontrando a lo largo de su periplo.

Como último ejemplo de la hibridación del discurso de Cabeza de Vaca voy a

considerar la transformación de un discurso colonial masculino a un discurso disidente

asexuado. Alvar Núñez no aparece en su relato como el conquistador viril y superior de

otros textos de conquistadores de la época. Su posición entre los indígenas presenta una

pérdida de atributos que feminiza su persona.

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Alejandro González Acosta, en su estudio psicoanalítico sobre la figura de Cabeza de

Vaca, expresa la feminización de Cabeza de Vaca de esta manera: “el aniquilamiento de

la virilidad se comprueba con múltiples señales; además de los caballos devorados, el

metal (símbolo además de una cultura avanzada y dominadora) se transforma: las espadas

[...] se convierten en utensilios domésticos” (181). Cabeza de Vaca, pues, ya no

representa el poder imperial español, ahora su presencia está vaciada de poder. Alejandro

González Acosta contrasta esta perdida de poder al comparar la figura de Cabeza de Vaca

con la de Cortés. Específicamente se hace mención al comportamiento sexual de ambos:“

. . . mientras Cortes puede poseer a su Malinche, Núñez se resigna al celibato implícito

que recorre todo su relato. El caballero convertido en dama de la torre, desprovisto de su

armadura, en una condición primigenia que se ve como deshonor” (183). De la condición

de vencido, donde su condición de hombre no representa poder alguno, es de donde nace

su marginación. El conquistador está atrapado en un mundo ajeno, que no le reconoce y

del que se tiene que defender. Alejandro González Acosta compara esta situación de

salvaguarda de los conquistadores con la situación de la mujer cuando concluye: “Los

españoles asumen una violencia defensiva que no es otra que la manifestación de una

resistencia a la violación que ha seguido su castración, que los feminiza y, como en

espera del ataque, queda establecida su condición mujeril” (181). Cabeza de Vaca,

desprovisto así del mayor atributo de su tiempo, su honor, y vencido su espíritu

conquistador, se ve obligado a abandonar su posición privilegiada convirtiéndose en una

figura marginal sin voz propia.

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Cabeza de Vaca aprendió seis idiomas indígenas y se familiarizó con varios modos de

vida diferentes al suyo. En este proceso, es tanto el cambio sufrido que, cuando se

reencuentra con los españoles, éstos no le reconocen. Así lo relata Cabeza de Vaca: “y

otro día alcancé cuatro cristianos de caballo que recibieron gran alteración de verme tan

extrañamente vestido y en compañía de indios” (137). Pero este cambio lo utiliza para su

reinserción y su promoción en su cultura de origen. Así, Alvar Núñez se reconoce como

el perfecto candidato para gobernar la Florida, basándose fundamentalmente en su

facultad bicultural la cual utilizó para recuperar el poder dentro de su cultura de origen.

Sin embargo su biculturalismo pronto perdió su sensibilidad por lo indígena.

Según destaca Juan Francisco Maura, el poder de Cabeza de Vaca después de su vuelta a

España no siempre se caracterizó por lo benévolo: “Al poco tiempo de ser proclamado

gobernador del Río de la Plata, Alvar Núñez mandó publicar un pregón para que los

oficiales reales hiciesen fabricar un hierro para marcar a los esclavos traídos de España”

(189). Parece que Alvar Núñez recupera así la ideología cruel del conquistador de la

época que parecía haber dejado de lado después de su experiencia con los pueblos

indígenas. La experiencia de Cabeza de Vaca nos ofrece la posibilidad de acercarnos al

mundo indígena desde la posición cultural inversa del conquistador conquistado,

situación provocada por su cautiverio. Alvar Núñez pasó de ser conquistador a esclavo lo

que significó la pérdida de su poder y la sumisión de su persona a una cultura

completamente diferente. La necesidad de supervivencia dentro de las culturas indígenas

impulsó la aparición de un discurso híbrido que incorporó elementos cristianos e

indígenas.

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Esta apropiación del discurso indígena se traduce en una insólita doble disidencia:

por un lado Cabeza de Vaca crea una narración de sus aventuras que incorpora de manera

clara la sensibilidad indígena, y por otro lado, recurre al discurso místico católico para

establecerse en una posición privilegiada en la cultura indígena. También observamos

que, cuando el discurso de Cabeza de Vaca incorpora elementos indígenas, se feminiza,

perdiendo los atributos masculinos del discurso colonial prevalente. Finalmente hemos

notado cómo el discurso bicultural de Cabeza de Vaca se convierte en su última etapa

histórica, de vuelta en su papel de conquistador y político colonial, en una herramienta de

poder para dominar de una forma más eficaz a las castas sometidas en el Rio de la Plata.

En conclusión, en este ensayo presentamos los aspectos más notables del discurso

híbrido, disidente y femenino de Alvar Núñez Cabeza de Vaca como resultado de su

adaptación a los múltiples papeles que tomó a lo largo de su experiencia conquistadora.

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