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Nombre: Jessica Molina

Grupo: CB Fecha: 17/10/2018

CONSCIENCIA: EL PODER DE LA MENTE

Resumen
La conciencia es un gran enigma, tanto para la filosofía como para la ciencia.
Podemos definirla como una experiencia de nuestro cuerpo, sentir lo que pasa
tanto en el interior como en el exterior, es decir un intercambio continuo de la
mente y el mundo que nos rodea. Sabemos que todos somos materia organizada
de forma compleja, pero la pregunta que frecuentemente nos inquieta es ¿De
dónde surge la conciencia?; pues bien podemos llegar a la conclusión que esta
proviene de miles y miles de conexiones que existen en nuestro entorno, cuerpo
y cerebro y que se han modificado a través de la evolución. En la actualidad hay
gran cantidad de experimentos que intentan estudiar a mayor profundidad la
conciencia, varios de ellos nos demuestran que nuestro cerebro es tan complejo
que interpreta o trata la información, de lo cual no somos conscientes, es decir
nosotros no percibimos el mundo tal cual, sino más bien una reconstrucción de
la realidad externa trabajada por varios sistemas especializados de nuestro
cerebro, que comparten información.
No se conoce cuando tiene lugar el primer momento de consciencia en la vida
de una persona, se cree que los movimientos coordinados del feto dentro del
útero, podría constituir tan solo reflejos. Sin embargo, se han llevado a cabo
algunos estudios en bebes, y se determinó que desde los 5 meses de edad el
ser humano es consciente de su percepción, además se observó que los
mecanismos de consciencia son iguales al del adulto, con la única diferencia en
el tiempo, ya que en un bebé dichos mecanismos tardan de 3 a 4 veces más. Se
demostró también que a los 2 años el niño ya es consciente de sí mismo, por
ejemplo, al ponerlo frente al espejo se reconoce y tienen la capacidad de tocarse
una mancha en el rostro, sin haberse percatado. Esto implica que poco a poco
nosotros comenzamos a reconocernos, representarnos y a tener una imagen
propia, aunque en cierto modo modificado por pensamientos, creencias y valores
tomados del exterior para poder adaptarnos al mundo.
Nuestra consciencia oscila de un estado a otro, sea que estemos dormidos o
despiertos, concentrados o no; sin embargo, existen los llamados estados de
consciencia alterados, estos pacientes no están dormidos ni despiertos, en ellos
se interrumpe el flujo continuo de pensamientos que normalmente tenemos, es
decir que es fluctuante. Podemos entender entonces, porqué en estos pacientes
es difícil saber si está o no consciente, en este caso necesitaría comunicarse con
algún tipo de lenguaje o código, pero lo cual no sería aplicable a aquellos
pacientes con parálisis, ante esta situación necesitaríamos ver su actividad
cerebral.
Otros experimentos en cambio se han basado en estudiar la consciencia en un
estado profundo del sueño, ante la teoría de que en este estado la consciencia
desaparece. Se observó que el cerebro nunca se apaga, no obstante, su
respuesta a estímulos externos es diferente, en la vigilia las señales reverberan
por algún tiempo, mientras que en el sueño profundo se agotan rápidamente.
Freud llamaba a los sueños “un camino real a la inconsciencia”, pero no implica
que la consciencia no tenga ningún lugar, ya que somos conscientes al poder
recordar algunos de los mismos. Además, durante la Fase REM, nuestro cerebro
está activo, por la misma razón simula la realidad en el sueño, aunque sean
extraños y sin sentido en muchas ocasiones.
Desde 1992 salieron a la luz estudios que demostraron que la psicoterapia y a
meditación modificaban la dinámica del cerebro, siendo igual a cualquier otro
órgano: entre más lo ejercitas, mejores funciones obtienes. En resumen, nuestro
cerebro puede modificar su funcionamiento tan solo con el pensamiento.
En cualquier caso, aún tenemos mucho por comprender acerca del salto que
supone pasar de la actividad neuronal del cerebro a la experiencia subjetiva de
la consciencia. Nuestro cerebro es un órgano sumamente complejo, pero lo que
sí podemos afirmar es que la consciencia y el pensamiento no están separados,
sino íntimamente unidos y que cada una de nuestras decisiones está registrada
en nuestro cerebro.

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