Jesús hacía pensar a sus oyentes, les llegaba al corazón y les señalaba
aplicaciones prácticas fáciles de comprender. ¿Puedes lograr lo mismo?
(Luc. 24:32.)
A fin de llevar a cabo la misión de hacer discípulos, debemos desear de
corazón ser mejores maestros (Mat. 28:20). El apóstol Pablo recalcó la importancia del arte de enseñar al decir: “Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza” (1 Tim. 4:16).
Miles de siervos de Jehová que han tenido el privilegio de dirigir estudios
bíblicos que han progresado conocen la alegría de enseñar. Si eres un buen maestro, tocarás el corazón de tus estudiantes, y los ayudarás paso a paso a comprender, amar y obrar de acuerdo con lo que aprendan.
En 1 Timoteo 4:16 se nos garantiza que nuestra enseñanza salva vidas, y
ello para la gloria de Jehová. ¿Puede haber una motivación mayor?