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La Constitución económica
Normas de contenido económico han existido desde los orígenes mismos del
Derecho, de ahí que en el fondo la aparición de la primera Constitución
respondiera a la necesidad de controlar el poder económico del Estado y,
más puntualmente su poder fiscal (es la facultad del Estado por virtud de la cual
puede imponer a los particulares la obligación de aportarle parte de su riqueza para el
cumplimiento de sus atribuciones es el poder de recaudar impuesto). En este
sentido, la Constitución fue y en gran medida sigue siendo, un estatuto de
poder económico, que luego se ampliará e incluirá derechos fundamentales
que justificadamente fueron adquiriendo a lo largo del tiempo.
Solo a partir del siglo XX, más precisamente luego de la Segunda Guerra
Mundial las Constituciones recogerán normas de contenido económico. El
fenómeno es producto de una mayor presencia de la empresa en el escenario
económico mundial.
Según Font Galán, entiende por constitución económica “el conjunto de normas
de contenido específicamente socioeconómico, mediante las cuales se
establecen los principios que rigen la actividad económica desarrollada por los
individuos y por el Estado, y se determinan las libertades, derechos, deberes y
responsabilidades de aquellos y este en ejercicio de dicha actividad”.
Ahora bien, afirmar que la iniciativa privada es libre, no quiere decir que su
ejercicio sea absoluto, pues siempre se hace necesaria la presencia de un
Estado capaza de ejercer funciones supervisoras, correctivas y reguladoras.
Esto lo señala nuestro TC, pues la iniciativa privada se ejercerá libremente
siempre que no colisione con los intereses generales de la comunidad.
Una economía totalmente libre sin límite alguno, creará más desigualdades. De
ahí que una economía social de mercado postule que en situaciones de
desigualdad el Estado deberá regular la libertad de mercado.
El problema reside en que para que este sistema funcione, debe combinarse
eficiencia con igualdad en el mercado. En resumen, mercado eficiente y
sociedad justa es lo que persigue una economía social de mercado. Pero este
equilibrio demanda la participación del Estado pero de manera restringida,
estableciendo las reglas de juego de acuerdo a las cuales operará el mercado y
los agentes económicos, reglas que no podrán exceder los límites impuestos
por la Constitución ni violar las libertades económicas.
En este sentido, la iniciativa privada y la libertad de mercado que la Carta
Fundamental regula no son ni pueden ser meramente formales, el Estado
deberá crear las condiciones para su pleno ejercicio.