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Como tratar con el Sufrimiento

Cristiano (2 Timoteo 2:1-10)


GERARDO A. ALFARO∙LUNES, 12 DE DICIEMBRE DE 2016

1. El experto en sufrimiento: El apóstol Pablo

La última carta del apóstol. Cerca de que lo maten. Está anciano. Enfermo.
Muchos lo han abandonado pero él se concibe como alguien que está
dispuesto a sufrir y aguantar todo por amor de Cristo, su Palabra, y sus
hermanos.

2. El hermano que sufre: Timoteo.

Joven ministro. Quizá en los primeros treintas. Se encuentra desanimado.


Ha llorado (Cap. 1). Pablo lo considera como un hijo amado a quién debe
aconsejarle que se anime y que avive el don que Dios le ha dado. Debe tomar
fuerzas y seguir el ejemplo del apóstol en cuanto al sufrimiento.

3. La fuerza para soportar el sufrimiento: La gracia del Señor Jesús. 2:1-2.

Tomar fuerzas, esforzarse, recargar las fuerzas. Se trata de zambullirse en la


gracia de Jesús y salir renovado y con muchas más fuerzas. Es recordar y
apropiar la “historia personal de gracia” que todos los creyentes en Cristo
tenemos. Todos tenemos experiencias en donde si no hubiera sido por la
gracia de Dios no estaríamos aquí.

Para animarse Timoteo tiene que sacar fuerzas de la gracia que Dios le ha
dado en Cristo. Esta gracia, según el capítulo 1 es la salvación provista y
revelada en la persona de Jesús. Esta gracias tiene que ver con el darnos a
conocer que la muerte no es lo último y que la vida eterna, la inmortalidad
espera a todos los creyentes en Jesús.

4. Los modelos para vivir en medio del sufrimiento: (2:3-7)


El soldado consagrado a complacer a su capitán.

El atleta disciplinado a correr legitimamente

El labrador que personalmente trabaja para mirar los frutos

5. La disposición final contra el sufrimiento: Acordarnos de Jesús. (2:8-10)

para aguantar todo por la palabra de Jesús

para soportar todo por amor de la gloria eterna de sus hijos.

6. Conclusión

El hijo de Dios aunque viva en medio de sufrimiento, y todo creyente


genuino tarde o temprano lo hará (3:12), debe confiar en la gran gracia de
Jesús al darnos la inmortalidad gloriosa, debe seguir el ejemplo de un
soldado, atleta y labrador quienes trabajan en medio de circunstancias
extenuantes, pero reciben su corona, su frutos, y su condecoración. Así se
vive en medio del sufrimiento. Finalmente, el creyente debe recordar con
especifica claridad a Jesús de Nazaret quien aunque sufrió fue resucitado.
Esto producirá en nosotros una disposición firme de aguantar todo y
soportar todo por amor de su obra, y con los ojos puestos en la gloría eterna.

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