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Universidad Nacional de La Plata Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Departamento de Letras Asignatura: Literatura Argentina I LA LITERATURA ARGENTINA DE


RICARDO ROJAS Historia, canon y fundación de una literatura periférica
____________________________________________________________________ Año
lectivo: 2018 Régimen de cursada: Cuatrimestral (primer cuatrimestre) Profesor a cargo: Sergio
Pastormerlo, Titular Equipo docente: Hernán Pas, Adjunto Federico Bibbó, Jefe de Trabajos
Prácticos Rubén Dellarciprete, Jefe de Trabajos Prácticos
_____________________________________________________________________ 1.
FUNDAMENTACIÓN Y OBJETIVOS La Historia de Rojas (1917-1922) se tituló inicialmente La
literatura argentina. “La literatura argentina de Ricardo Rojas”, el título de este programa, lleva
una cita de aquel título. A la vez quiere recordar que el autor de la Historia, al redactarla y
publicarla, terminó de agregar al mundo una nueva entidad, una nueva literatura nacional.
Rojas, uno de los actores principales de una generación de fundadores (Manuel Gálvez, Roberto
Giusti, Enrique García Velloso), fundó evidentemente sus instituciones universitarias: la cátedra,
la Historia, el Instituto, la colección “La Biblioteca Argentina”. En 1913, al asumir la recién creada
cátedra de Literatura Argentina, dijo que se le entregaba “una cátedra sin tradición y una
asignatura sin bibliografía”. Su Historia, en un primer momento, fue también esa bibliografía
que faltaba. La Historia provocó enseguida un chiste fácil, ya insinuado por Groussac en 1924 —
“aquella copiosa historia de lo que orgánicamente nunca existió”. La literatura argentina, se dijo,
era menos extensa que su demasiado extensa Historia. Su Historia “monumental”. En realidad,
Rojas se había adelantado sin saberlo a ese chiste al preguntarse en 1917, en la “Introducción”
misma, si la literatura argentina existía. Rojas no pudo disimular lo que su Historia tenía de
invención. Como iniciador local del género de las historias literarias, debió plantear de manera
bien explícita las primeras preguntas. Aceptada su existencia, ¿cuál era su extensión? ¿El período
colonial era argentino o español? ¿Qué hacer con Jacques, con Groussac, con Darío? ¿Y con los
2 Literatura Argentina I - 2018 U.N.L.P. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
argentinos que desertaban del idioma nativo y escribían en francés? ¿Qué periodización
convenía a una historia de la literatura argentina? ¿Qué relaciones había habido entre historia
literaria e historia política? ¿Una historia de la literatura argentina no era acaso solo una parte
de una futura historia de la literatura en lengua española? En la década de 1940 Wellek y Warren
se preguntaron si la historia literaria, en tanto estaba hecha de literatura e historia, era posible:
¿Es posible escribir historia literaria, es decir, una cosa que sea al propio tiempo literaria e
historia? Es forzoso admitir que la mayoría de las historias literarias son historias sociales o
historias del pensamiento tal como lo ilustra la literatura, o bien son un conjunto de impresiones
y juicios de determinadas obras en un orden más o menos cronológico. Casi en los mismos
términos presentaría Hayden White el número monográfico que New Literary History dedicó en
el otoño de 1970 a la historia literaria: La pregunta “¿qué es la historia literaria?” es ambigua.
Puede ser tomada como una oportunidad para reafirmar nuestra concepción de la literatura o
nuestra concepción de la historia, o ambas. Pero no pregunta (a la manera de Kant) ¿cómo es
posible la historia literaria? Porque bien sabemos que es posible y que no es una ciencia. Peter
Bürger publicó “On literary history” en 1985, mientras estaban surgiendo las “nuevas historias
sociales” de la literatura. Su artículo descubría, más que una ambigüedad, una contradicción:
Nuestras expectativas sobre la historia literaria son contradictorias. Esperamos que la historia
literaria se relacione con un conocimiento casi-objetivo de las funciones de la literatura en la
sociedad burguesa, pero también con una perspectiva hermenéutica que guíe nuestra forma de
relacionarnos con la literatura. En “Literatura e historia” (1991), Sarlo vio en la ambigüedad del
título una invitación para explorar a la vez los problemas de la historicidad de la literatura (“de
qué historia se trata o historia de qué es la historia de la literatura”) y los problemas del uso
histórico de la literatura (“los servicios que la literatura puede prestar a la historia”). Estas y otras
preguntas iniciales sobre los problemas epistemológicos de la historia literaria encuentran en la
Historia de Rojas no pocos ejemplos ilustrativos. Dijimos antes que Rojas no pudo ocultar lo que
su Historia, por su carácter inaugural, tenía de constructo. Habría que agregar que tampoco
quiso ocultarlo. Ninguna de las muchas historias de la literatura argentina que le siguieron
abundaron en tantas y tan francas consideraciones metodológicas. Rojas, que se refería a su
Historia como una “historia crítica de la literatura argentina” (la fórmula había sido usada
recientemente en la Historia crítica de 3 Literatura Argentina I - 2018 U.N.L.P. Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación la literatura uruguaya de Carlos Roxlo), rechazó
explícitamente algunos viejos modelos (Macaulay, Taine) y métodos (“el de las biografías”, “el
de la simple descripción bibliográfica”). También 4 Literatura Argentina I - 2018 U.N.L.P. Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación ideas”. Rojas repetía, casi palabra por palabra, la
autodefinición con que los jóvenes románticos habían planteado su ruptura generacional. Si la
tenebrosa edad media de la tiranía de Rosas había podido ser contemporánea, e incluso
generadora, de la brillante pléyade de los exiliados, eso quería decir que había dos historias, una
interna y otra externa: Las letras forman parte de la cultura y por consiguiente de la historia
interna de un pueblo; las guerras y los gobiernos, son apenas la faz visible y dramática de su
historia exterior. Los conceptos de “autonomía” y “autonomización”, presentes con otras
palabras en Rojas, resultan inevitables en un curso de literatura argentina del siglo XIX.
“Autonomización” tiene dos sentidos: un proceso histórico y una decisión de lectura. Siempre
es posible autonomizar una literatura que no lo haya sido, o al revés. *** Este programa no trata
sobre Rojas y su Historia. Toma la Historia de Rojas como un punto de referencia para proponer
un curso sobre la literatura argentina del XIX más explícitamente atento a sus variaciones
históricas. Los programas y las historias de la literatura tienen cierto parecido de familia: deben
seleccionar un canon y fundamentar la selección a través de un relato. En este caso, se trata de
leer algunos clásicos sin distracción de la historia de sus lecturas. Se han escrito muchas historias
de la literatura argentina. Entre las que llevaron “Historia de la literatura argentina” en su título,
recordemos: la dirigida por Rafael Alberto Arrieta (1958-1960); las dos historias de Centro Editor
(1967, 1980); la interrumpida Historia social de la literatura argentina, luego Literatura argentina
siglo XX, dirigida por David Viñas (1989-2010); la editada por el Colegio Nacional de Buenos Aires
y publicada en fascículos por el diario Página 12 desde mediados de 2005; la Breve historia de
Martín Prieto, de 2006; la Historia crítica de la literatura argentina dirigida por Noé Jitrik (1999-
2014). Hubo además libros que fueron, para decirlo con Rojas, menos orgánicas o más
fragmentarias historias de la literatura argentina. Viñas publicó Literatura argentina y realidad
política en 1964. Adolfo Prieto, sus Estudios de literatura argentina en 1969. Noé Jitrik, sus
Ensayos y estudios de literatura argentina en 1970. Contorno estableció en esos años su revisión.
Por 1980, Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, con Ensayos argentinos, volvieron a revisar la
historia. En 1988 se publicaron El discurso criollista de Prieto, El género gauchesco de Ludmer y
Una modernidad periférica de Sarlo. Dos años antes Piglia había publicado Crítica y ficción
(1986). En los 1990s aparecieron La Argentina en pedazos de Piglia (1993), Los viajeros ingleses
de Prieto (1996), Literatura argentina y política de Viñas (1996) y El cuerpo del delito de Ludmer
(1999). Borges, que tan bien la entendía y pudo escribir textos como “Kafka y sus precursores”,
siempre rechazó la historia literaria. Alguna vez denunció “esa resignación peculiar de los
historiadores de la literatura y de los filólogos, 5 Literatura Argentina I - 2018 U.N.L.P. Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación que admiten y clasifican todos los libros como la
astronomía clasifica todos los astros, y la paciente y generosa dermatología todos los males de
la piel”. Pensar en la historia literaria lo llevaba a pensar en el valor. Por cierto, las valoraciones
cambian con la historia. Rojas puso en el centro del canon, ya centrado o basado en la gauchesca,
el Martín Fierro, el poema que rápidamente había pasado del margen a la canonización. El
programa trata sobre tres lugares canónicos de la literatura argentina del XIX. En términos de
Rojas: los gauchescos, los proscriptos y los modernos. De los gauchescos elegimos sus inicios
con Bartolomé Hidalgo, la gauchesca facciosa de Hilario Ascasubi y el Martín Fierro. De los
proscriptos tomamos a los jóvenes románticos en su juventud, hasta la polémica entre Alberdi
y Sarmiento. De los modernos, las charlas de Mansilla y la novela, ese género urgente que la
“literatura nacional” no terminaba de aprender.

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