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Prânâyâma, la modulación de la

respiración
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La práctica de prânâyâma es mucho más que un simple ejercicio respiratorio que nos
beneficia de muchas maneras tanto a nivel físico, orgánico, emocional o psicológico. Para
poder entender qué es realmente el prânâyâma nos puede ayudar el conocer las diferentes
acepciones del significado de esta palabra sánscrita.

Etimológicamente la palabra sánscrita prânâyâma tiene dos raíces, “prana” y “ayama”. Prana
significa aliento, energía vital; yama significa disciplina, modulación, dominio. Por lo que
podemos decir que prânâyâma significa disciplina de la modulación de la respiración, o aliento
vital.
El sánscrito es una lengua particular y nos permite desglosar la etimología de prânâyâma de
otras formas. Por ejemplo, prana en su significado de “lo que está infinitamente en todas partes”.
Aquí prana es el elemento sutil que funciona como vehículo para el milagro de la vida y que
habita en todo aquello que tenga vida, hasta la última célula.
Etimológicamente podemos analizar la palabra prânâyâma de otra manera. La palabra prâna,
podemos dividirla en dos raíces, en primer lugar prâ, que significa “muy bien” y por otra
lado ana en su significado de “viajar”. Finalmente ayama en su significado de extender, alargar,
estirar.
De esta manera vemos que en el significado de prânâyâma está la idea de ese “algo que viaja,
que se extiende, muy bien por todas partes”. “Extender el Prâna”, en el sentido de llevarlo en
todas direcciones, por todas las partes de cuerpo, hacia el interior, para que esta valiosa
energía, fuerza vital, no se disperse, ni se desperdicie.
La palabra “ayama” se refiere también a la idea de alargar la respiración. Al alargar la
respiración hacemos que aumente nuestra capacidad para introducir en nuestro cuerpo el
prâna, o energía vital. Así mismo, aumenta la capacidad de expulsar “lo ya usado”, lo cual
crea más espacio para la renovación. Finalmente también mejora nuestra capacidad de
distribuir esa energía vital por todo nuestro organismo, para que ésta energía renovadora
llegue hasta la última célula.
En la práctica de Yoga el proceso respiratorio, que normalmente es automático e inconsciente,
se vuelve consciente, prânâyâma, para aprovechar al máximo esta fuente de energía y
consciencia. Según nuestra forma de respirar existen tres tipos diferentes de respiración: la
respiración abdominal, la respiración costal y la respiración clavicular.

La respiración abdominal. Es la de mayor capacidad. El diafragma desciende con la


inspiración y el abdomen se hincha. La base de los pulmones se llena de aire, el descenso
rítmico del diafragma produce un suave y constante masaje a todos los órganos abdominales
favoreciendo su buen funcionamiento.
La respiración costal. Con la inspiración se separan las costillas expandiendo la caja torácica
como un fuelle. Esta respiración llena los pulmones en su región media. Requiere más
esfuerzo que la abdominal y aporta un poco menos oxígeno, ya que es de menor capacidad.
La respiración clavicular. Con la inspiración se eleva la zona clavicular. Se llena la parte
superior de los pulmones. Es la que más esfuerzo requiere y la de menor aporte de oxígeno y
menos capacidad.
Al ser consciente de la respiración, el practicante de Yoga puede utilizar estos tres tipos de
respiración de modo voluntario para las prácticas de prânâyâma y también durante la práctica
de âsana. Al utilizar los tres tipos de respiración a la vez realizamos lo que llamamos una
respiración completa.

Respiración completa. La respiración completa combina los tres tipos de respiración,


abdominal, costal y clavicular, lo que nos permite utilizar al máximo nuestra capacidad
pulmonar. Aumentando la cantidad de aire inspirado, lo que aporta más oxígeno al organismo.
Y al expulsar, facilitando un vaciado completo de los pulmones, expulsando todo el aire
viciado. Lo que deja los pulmones preparados para una nueva inspiración, un nuevo llenado
completo de aire limpio.
La frecuencia respiratoria de un adulto es de alrededor de 15 veces por minuto, o sea 4
segundos por respiración (inspiración y expiración), con una absorción de aire de unos 0,5
litros en cada respiración. En un practicante de yoga “medio”, la frecuencia respiratoria
desciende fácilmente a unas 4 veces por minuto en la práctica de âsana, o sea 15 segundos
por respiración, y la absorción de aire aumenta considerablemente.

Durante la práctica de prânâyâma el practicante de yoga puede aumentar todavía más su


capacidad pulmonar. Un practicante relativamente avanzado puede llegar a respirar durante
su práctica de prânâyâma unas 2 veces por minuto, utilizando de esta manera una mayor
capacidad pulmonar. Llenando y vaciando sus pulmones por completo y utilizando su
capacidad pulmonar total, que es aproximadamente de unos 6 litros.

Esto es tremendamente beneficioso para el organismo a todos los niveles como ya hemos
mencionado el el artículo titulado ”La verdadera importancia de la respiración en la vida”.
Para la práctica de prânâyâma hay que tener en cuenta diferentes técnicas, como la postura,
la posición de las manos, la técnica respiratoria que se utiliza, los ritmos respiratorios, en que
momento realizar el prânâyâma, cual es el objetivo, etc. Las principales técnicas de
prânâyâma son:

 Ujjayi. La respiración frenada en la garganta.


 Anuloma Ujjayi. La respiración tranquilizadora.
 Viloma Ujjayi, La respiración estimulante.
 Pratiloma Ujjayi. La respiración equilibrante.
 Nadi Shodana. La respiración purificadora.
 Shitali y Shitkari. La respiración refrescante.
Todas estas técnicas, así como la postura y todo lo relacionado con la modulación de la
respiración lo podemos tratar en nuevos artículos, en los que iremos descubriendo en qué
consisten las diferentes técnicas y cuáles son sus beneficios.

Para concluir diremos que la práctica de prânâyâma no es únicamente una serie de técnicas
respiratorias sino que también es una forma de meditación o un soporte de meditación.

El mantra tiene un papel importante que jugar en este contexto.

La modulación de la respiración tiene como objetivo modular, dirigir y concentrar el prâna o


energía vital dentro de los confines del cuerpo. Siendo un poco más específicos, la intención
es dirigir el prâna hacia el canal central.

La modulación de la respiración sólo es posible en el caso de un organismo previamente


purificado, ya sea mediante el prânâyâma mismo, âsana o con ayuda de otras técnicas de
Yoga.

El entorno, el lugar, la estación, momento vital del practicante y la alimentación deben


cuidarse con esmero si se quiere beneficiarse plenamente de esta práctica.

Solamente una postura firme y estable, en la que la cabeza, la nuca y la espalda estén
correctamente alineadas puede llevar al éxito, sin ello la práctica será infructuosa.

La combinación de la modulación de la respiración con la concentración mental sobre una


zona específica del cuerpo puede producir un efecto terapéutico.

Con todo ello nos encontramos en posesión de cantidad de elementos de reflexión e


información. Todos ellos, sin embargo, no pueden suplir la enseñanza directa recibida de un
profesor experimentado.

Advertencia importante. La práctica de prânâyâma debe de ser realizada bajo la guía de un


profesor competente. Una práctica inadecuada puede causar trastornos a nivel físico,
psicológico y emocional. Estos efectos negativos no surgirán necesariamente a corto plazo,
por lo que incluso nos podemos sentir bien después de realizar una práctica. Sin embargo, a
medio o largo plazo, puede causarnos problemas, ansiedad, agitación mental, emocional
psicológica, etc. Por ello, siempre es aconsejable seguir la guía de un profesor con
experiencia que nos indique qué prânâyâma y qué ritmos respiratorios son los más adecuados
para nosotros.
Algunos beneficios de la práctica
de prânâyâma
 Influye positivamente en las estructuras del ser humano: cuerpo físico, orgánico,
fisiológico, metabólico, mental, psicológico, emocional, energético, etc.
 Mejora la captación de oxígeno y la eliminación del dióxido de carbono.
 Purifica las vías respiratorias y los pulmones e incrementa su circulación sanguínea.
 Asegura la apropiada circulación de los fluidos corporales en los riñones, estómago,
intestinos, hígado, etc.
 Estimula el proceso digestivo.
 Purifica la sangre.
 Tonifica el corazón, el sistema nervioso, la médula espinal y el cerebro.
 Durante la retención se estimula la respiración celular.
 Previene enfermedades y otorga una gran vitalidad.
 Purifica los nadis y disuelve los bloqueos energéticos.
 Incrementa el nivel de energía y regulariza el fluido pránico (energía vital) dentro del
cuerpo.
 Equilibra la actividad de ida y pingala.
 Ayuda a la armonización y unión de prana y apana
 Activa e incrementa el potencial de los chakras.
 Estimula el rendimiento intelectual.
 Mejora la memoria y proporciona claridad mental.
 Otorga calma y serenidad.
 Induce a un estado mental profundo que facilita la interiorización, concentración y
meditación.

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