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Estructura
El cerebro de los seres humanos presenta cuatro plexos coroideos diferentes. Cada uno
de ellos se ubica en uno de los cuatro ventrículos cerebrales.
Los plexos coroides están formados por una capa de células epiteliales cuboidales que
rodean el núcleo de los capilares y el tejido conjuntivo. La capa epitelial de los plexos
resulta continua con la capa de células ependimarias, la cual recubre los ventrículos
cerebrales.
No obstante, la capa de células ependimarias, a diferencia de los plexos coroideos,
presenta una serie de uniones muy estrechas entre las células. Este hecho impide que
la mayoría de las sustancias puedan atravesar la capa y alcanzar el líquido
cefalorraquídeo.
Por lo que respecta a su ubicación, los plexos coroideos se hallan en la región superior
del cuerno inferior de los ventrículos laterales.
Presentan una estructura larga que recorre toda la superficie del ventrículo. Así mismo,
los plexos coroideos pasan por el agujero interventricular y están presentes en la parte
superior del tercer ventrículo.
Además, estas estructuras también pueden observarse en el cuarto ventrículo cerebral.
En este caso, se ubican en la sección más cercana a la mitad inferior del cerebelo.
Así pues, el plexo coroideo constituye una estructura que está presente en todos los
componentes del sistema ventricular excepto el acueducto cerebral, el cuerno frontal del
ventrículo lateral y el cuerno occipital del ventrículo lateral.
Funcionamiento
Los plexos coroideos configuran la continuación de la piamadre a nivel de los
ventrículos, están formados por células ependimarias modificadas que poseen una
lámina basal.
Las células de estos plexos se encuentran conectadas entre sí a través de uniones
oclusivas, y se asientan sobre el tejido conectivo (no nervioso) del cerebro.
Función
La principal función que presentan los plexos coroideos consiste en producir y transmitir
el líquido cefalorraquídeo
El líquido cefalorraquídeo constituye una sustancia incolora que baña el encéfalo y la
médula espinal. Viaja a través del espacio subarcnoideo, los ventrículos cerebrales y el
canal ependimario, y presenta un volumen de unos 150 mililitros aproximadamente.
La principal función de esta sustancia consiste en proteger el cerebro. Concretamente
realiza las siguientes actividades:
1. Actúa como amortiguador y protege las regiones encefálicas de traumatismos.
2. Proporciona soporte hidroneumático al encéfalo para regular la presión local.
3. Ayuda en la regulación del contenido del cráneo.
4. Cumple funciones de nutrición del cerebro.
5. Elimina metabolitos del sistema nervioso central.
6. Sirve como vía para que las secreciones pineales lleguen a la glándula hipófisis.
La anencefalia se produce cuando la parte superior del tubo neural no se cierra por
completo. Esto a menudo resulta en el nacimiento de un bebé sin la parte frontal del
encéfalo (prosencéfalo) ni la parte encargada del pensamiento y la coordinación
(cerebro). Las otras partes del encéfalo a menudo no están cubiertas por hueso o piel.
Causas
La anencefalia es una de las anomalías del tubo neural más comunes. Estas anomalías
son defectos congénitos que afectan el tejido que crece en el cerebro y la médula
espinal.
Además de estos signos y síntomas, son frecuentes las anomalías en la cara y los
defectos cardíacos. Las alteraciones son más marcadas cuanto mayor sea la parte
ausente del encéfalo y del cráneo.
Existen otras alteraciones que se deben a un desarrollo anormal del tubo neural; en
conjunto son conocidas como “defectos del tubo neural”, y además de la anencefalia
incluyen la espina bífida, en que la columna vertebral se cierra de forma incompleta, y
las malformaciones de Chiari, que hacen que el tejido del cerebro se propague al canal
medular.
No se conoce el mecanismo hereditario concreto por el que esto sucede, si bien se cree
que existe una relación entre la anencefalia y el gen MTHFR, implicado en el
procesamiento de la vitamina B9, también conocida como ácido fólico o folato. Las
alteraciones en este gen parecen aumentar el riesgo de anencefalia, aunque no de forma
muy significativa.
Los factores de riesgo ambientales que afectan a la madre probablemente sean más
relevantes que los genéticos. Entre este tipo de factores, la investigación científica
destaca los siguientes:
Asimismo, parece que la anencefalia es más habitual en los bebés nacidos de madres
asiáticas, africanas e hispanas, si bien no se sabe a qué se debe este aumento del
riesgo.
Tratamiento y prevención
La anencefalia no se puede curar. Normalmente a los bebés que nacen con este
problema se les administra agua y comida y se procura que estén cómodos, pero se
considera que el uso de medicación, cirugía o respiración asistida es irrelevante; dado
que el pequeño nunca adquirirá consciencia, se suele dejar que mueran de forma
natural, sin resucitarlos artificialmente.
No obstante, la toma de vitamina B9 tiene que hacerse antes del embarazo, puesto que
estas alteraciones se producen normalmente durante la primera fase del desarrollo fetal,
antes de que la mujer detecte que está encinta. Así, los especialistas recomiendan
incrementar el consumo de esta vitamina al empezar a intentar tener un bebé.
El prosencéfalo es una parte del cerebro primitivo que se localiza en la porción anterior
del encéfalo. Resulta una estructura que se desarrolla durante la fase embrionaria y que
posteriormente pasa a dividirse en más estructuras.
Ciertos autores optan por nombrar esta región del encéfalo como cerebro anterior, pero
ambas nomenclaturas hacen referencia a la porción anterior del cerebro durante la fase
de desarrollo del embrión.
De forma más concreta, en un embrión el cerebro del feto puede dividirse en tres
estructuras básicas y principales: el prosencéfalo, el mesencéfalo y el rombencéfalo.
En este sentido, el prosencéfalo es una de las principales estructuras del cerebro de los
embriones y resulta una región principal a la hora de permitir el desarrollo del sistema
nervioso central.
Así pues, desde un punto de vista histológico, el prosencéfalo es la parte anterior del
cerebro que, posteriormente, pasará a dividirse en muchas otras regiones y estructuras.
De forma general, los principales cambios morfológicos que dan lugar al desarrollo
morfológico e histológico del sistema nervioso central son:
Prosencéfalo
El prosencéfalo es la división principal que experimenta el sistema nervioso central
durante su desarrollo embrionario.
No obstante, en el cerebro humano no se connota ninguna estructura denominada
prosencéfalo, ya que esta adquiere dos subdivisiones principales: el telencéfalo y el
diencéfalo.
Por otro lado, la región cerebral denominada prosencéfalo es la estructura que da lugar,
a través de su desarrollo, a la aparición del tercer ventrículo (referente al diencéfalo) y
los ventrículos laterales (referentes al telencéfalo).
Finalmente, cabe destacar que las estructuras principales que se derivan del
prosencéfalo en el cerebro humano son: la corteza cerebral, los ganglios basales, el
tálamo y el hipotálamo.
Mesencéfalo
El mesencéfalo es otra de las tres grandes regiones mediante las cuales se divide el
cerebro durante la fase de desarrollo embrionario. A diferencia el prosencéfalo, esta
estructura no experimenta ninguna subdivisión, por lo que en el cerebro adulto todavía
se connota la presencia del mesencéfalo.
Rombencéfalo
Finalmente, el rombencéfalo define la tercera gran estructura del sistema nervioso
central durante la fase de desarrollo del embrión.
Proceso de diferenciación
La diferenciación es el proceso mediante el cual las estructuras del embrión y el feto van
desarrollándose y adquiriendo cada vez propiedades más amplias y complejas.
Estas tres vesículas resultan vitales a la hora de iniciar el desarrollo del cerebro.
Concretamente, la vesícula anterior forma el cerebro anterior o prosencéfalo, la segunda
vesícula da lugar al cerebro medio o mesencéfalo y la tercera vesícula forma el cerebro
posterior o rombencéfalo.
Así mismo, el rombencéfalo se desarrolla de tal modo que establece conexión con el
resto del tubo neural primitivo y acaba por transformase en la médula espinal.
Así mismo, el prosencéfalo origina el desarrollo del diencéfalo, una región del encéfalo
que contiene estructuras importantes como el hipotálamo, el tálamo o el epitálamo.
Diencéfalo
El prosencéfalo se desarrolla hasta acabar subdividiéndose en diencéfalo y telencéfalo.
El diencéfalo es la parte del encéfalo que se sitúa entre el mesencéfalo (cerebro medio)
y el telencéfalo.
Las regiones anatómicas más importantes que presenta esta región del encéfalo son:
hipotálamo, subtálamo, tálamo, epitálamo y metatálamo.
c) Tálamo: resulta la región más importante del diencéfalo. Está formado por dos
masas voluminosas situadas bajo los hemisferios cerebrales y constituye la vía
de entrada para todos los estímulos sensoriales excepto el olfato.
d) Epitálamo: Resulta una estructura del diencéfalo que se sitúa sobre el tálamo y
comprende la hipófisis (glándula neuroendocrina), los núcleos habenulares y las
estrías medulares.
Telencéfalo
El telencéfalo es la región más superior del encéfalo, la cual se sitúa por encima del
diencéfalo. Esta región que se deriva del prosencéfalo contiene dos estructuras
principales: el cuerpo estriado y la amígdala.
Cuerpo estriado: es una estructura que contiene los núcleos basales (caudado y
putamen), los cuales se encargan de interconectar el diencéfalo con la corteza
cerebral. Así mismo, es una estructura relacionada con el movimiento corporal y
el refuerzo.
Amígdala: es una estructura que forma parte del sistema límbico junto al tálamo,
el hipotálamo, el hipocampo y el cuerpo calloso. Su principal función radica en el
procesamiento de emociones.
El ojo humano se forma por la fusión de varias estructuras que proceden de tejidos
embrionarios distintos. La retina es un derivado del prosencéfalo (cerebro anterior) y por
tanto forma parte del sistema nervioso central, mientras que la córnea y el cristalino
proceden del ectodermo superficial.
Los primeros signos del futuro ojo se observan de forma muy temprana en el embrión,
pues son visibles a finales de la tercera semana o principios de la cuarta,
aproximadamente en el día 22.1La retina se forma a partir de dos vesículas ópticas que
nacen directamente de la porción anterior del cerebro primitivo, llamada prosencéfalo,
al que están conectadas mediante los tallos ópticos. Estas dos vesículas se van
aproximando poco a poco a la superficie y sufren una invaginación en la parte anterior,
pasando de ser esféricas a tener forma de copa, dando origen al cáliz óptico que tiene
doble pared por el plegamiento sufrido. La pared interna (que recubre el interior del cáliz
óptico), dará lugar a la retina, mientras que la pared externa formará la lámina de células
epiteliales ricas en melanina.
El ectodermo superficial que entra en contacto con la parte anterior del cáliz óptico sufre
un espesamiento, formando la placa cristalina, que se invagina y da origen a la vesícula
cristalina, la cual es el germen del futuro cristalino. A partir de la quinta semana del
desarrollo, la vesícula cristalina pierde contacto con el ectodermo superficial y se
dispone cubriendo el orificio del cáliz óptico. Cuando la vesícula cristalina se separa,
esta misma zona del ectodermo se espesa de nuevo, para formar la córnea.2
La mesénquima que rodea las copas ópticas comienza a formar hendiduras que
contienen vasos sanguíneos a lo largo de la superficie inferior de cada copa y en el tallo
óptico. Estas hendiduras, llamadas fisuras coroides, permiten a la arteria hialoidea
alcanzar la cámara interna del ojo. Esta arteria y sus ramas irrigan la cámara interna de
la copa óptica, la vesícula cristalina y la mesénquima interna. La vena hialoidea hace el
retorno sanguíneo a partir de estas estructuras. Hacia el final de la semana 7, los
extremos de las fisuras coroides se fusionan y se forma una apertura redonda, la futura
pupila, sobre la vesícula cristalina.
La pared externa de la copa óptica forma una capa simple de células pigmentadas, y la
pigmentación comienza al final de la semana quinta. La pared interna sigue un proceso
de diferenciación complejo que da lugar a las nueve capas de la retina neural. Los
fotorreceptores (conos y bastones), así como las células bipolares, amarinas y
ganglionares, y las fibras nerviosas están presentes a partir del séptimo mes. La
depresión macular (la fóvea) empieza a formarse durante el octavo mes y no termina de
formarse hasta aproximadamente 6 meses después del nacimiento (razón por la cual la
visión al nacer es incompleta).2
A partir del tercer mes, el crecimiento del cáliz óptico origina el cuerpo ciliar y el futuro
iris, que forma una fila doble de epitelio frente al cristalino. El mesodermo situado
externamente forma el tejido conjuntivo del cuerpo ciliar y del iris. Los músculos dilatador
y esfínter de la pupila se desarrollan durante el sexto mes, como derivados del
neuroectodermo de la pared externa del cáliz óptico. El antiguo tallo óptico desaparece
y su lugar es ocupado por el nervio óptico que une el ojo al cerebro. La parte distal de
la arteria y vena hialoidea desaparecen también, aunque persiste su recuerdo en el
conducto hialoideo, Sin embargo, la parte proximal de los vasos hialoideos permanecen
como la arteria y la vena centrales de la retina.
El ojo, por tanto, es un órgano complejo, formado por estructuras que tienen orígenes
embriológicos diferentes que se unen para formar el globo ocular.
Referencias Bibliograficas:
1. Bear, M.F.; Connors, B.W. i Paradiso, M.A. (2016). Neuroscience. Exploring the
brain. (Fourth edition). Philadelphia: Wolters Kluwer.
2. Carlson, N.R. (2014). Fisiología de la Conducta (11 Edición). Madrid: Pearson
Educación.
3. Darbra i Marges, S. y Martín-García, E. (2017). Mecanismos de la herencia
humana: modelos de transmisión genética y anomalías cromosómicas. En D.
Redolar (Ed.), Fundamentos de Psicobiología. Madrid: Editorial Panamericana.
4. Del Abril, A; Caminero, AA.; Ambrosio, E.; García, C.; de Blas M.R.; de Pablo, J.
(2009) Fundamentos de Psicobiología. Madrid. Sanz y Torres.
5. Felten, D.L.; Shetten, A.N. (2010). Netter. Atlas de Neurociencia (2ª edición).
Barcelona: Saunders.