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FERROVIARIOS
Augusto Dorado
En 1888, en la línea del entonces ferrocarril Buenos Aires y Rosario (Ferrocarril Central Argentino-
Ferrocarril Mitre, después de la nacionalización) se produjo la detención arbitraria de un maquinista,
debido a un accidente en el que perdió la vida una persona en la localidad de San Martín. La policía
reprimió y detuvo al trabajador ferroviario tratándolo como a un delincuente, aduciendo que el
conductor de la locomotora debía ir “con cuidado de los distraídos que transitaban la vía como si fuera
una calle pública”, según relata el historiador ferroviario Juan Carlos Cena. Entre las reacciones de sus
compañeros estuvo la convocatoria a una asamblea general de asociados de La Fraternidad, que fue
realizada en el local de la Sociedad Científica Argentina. En la asamblea se resolvió declarar la huelga
del personal de esa línea ferroviaria. El conflicto duró tres días, alterando el flujo comercial entre
Buenos Aires y Rosario. El resultado: el maquinista detenido fue liberado y absuelto de culpa y cargo.
Esa huelga, que afectó a las dos principales ciudades argentinas, fue prefigurando el carácter de La
Fraternidad como un sindicato de extensión nacional, en una época en la que predominaban los
gremios por oficio y no por rama. Si bien agrupaba únicamente a uno de los oficios ferroviarios,
demostraba el rol estratégico que jugaban esos trabajadores en el esquema productivo del país, el
modelo agroexportador.
Juárez Celman fue el primero en entender que debía brindar un trato especial a los reclamos de los
maquinistas y foguistas: por eso en 1889 reconoció el Estatuto de La Fraternidad, dándole cierto
grado de legalidad.
Para 1890, con la colaboración de los ingenieros Otto Krause y Carlos Echagüe, se crea la Academia de
Instrucción de La Fraternidad. Esto le permite al gremio tener la posibilidad de control del ingreso al
oficio, y por ende a las empresas ferroviarias. El investigador Juan Suriano plantea que por este hecho
y por contar con un muy alto grado de sindicalización, de nivel de instrucción y calificación, los
maquinistas contaban con gran estabilidad laboral y adquirían cierto prestigio dentro de la escala de
las empresas que los presionaba a actuar corporativamente.
Por sus características específicas y por su rol estratégico para el transporte de mercancías y personas
(o mano de obra), fue estableciendo un vínculo con el Estado de tendencia permanente a la
negociación, lo que pese a algunos importantes episodios de lucha radicalizada en sus métodos,
enmarcó a La Fraternidad en una estrategia reformista y corporativa: el mayor ejemplo sucedió en la
Semana Trágica de 1919 cuando, incorporando junto a la Federación Obrera Ferroviaria (FOF,
antecedente de la Unión Ferroviaria) algunos reclamos sectoriales a la huelga general iniciada ante los
asesinatos de los obreros de los talleres Vassena, fueron uno de los primeros gremios en levantar la
huelga –a cambio concesiones otorgadas por Yrigoyen- debilitando fuertemente la huelga general.
Después de 130 años, sigue planteada una tarea de primer orden: recuperar una poderosa
organización sindical como es La Fraternidad de manos de sus direcciones burocráticas y
conciliadoras (actualmente el massista Omar Maturano) para ponerla al servicio de los intereses del
conjunto del pueblo trabajador.