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CAPITULO 1 - La Calma:

"De entre las hierbas surgía como esperanza muerta las manos de un hombre que
soñando huía de su propia confusión. Dejaba tras de sí un alma perdida, corría
zigzageando por los caminos de una tierra de increíble vivacidad. Aquellas ramas que le
rodeaban le golpeaban con ayuda del viento. Sus ojos parecían nublados, el hombre
paró y miró hacia atrás, allí se encontraba una enorme casa iluminada y en su porche un
grupo de personas mirándole con confusión y rabia. Continúo su carrera con la poca
velocidad que le permitían sus masacrados pies y su mentalidad fantasiosa. Es como si
estuviese bajo los efectos de alguna droga. Las nubes del cielo estaban escondiendo las
estrellas de la corta vista del loco corredor. Pronto comenzó a llover con fuerza
amenazando con inundarlo todo. Un relámpago ilumina el campo, el suelo se convierte
en barro y el corredor se pierde entre la confusión de aquella tormenta que había nacido
algunos días atrás."

Norton Rock, 1961.−

"Nunca se había visto una ciudad tan tranquila como Norton Rock. Estaba perdida cerca
del desierto y allí sus ciudadanos creían encontrarse tranquilos. La luna por las noches
se colaba por las puertas sin cerrojo de los vecinos. En las camas descansaban corazones
tranquilos, pero esta noche no iba a ser de descanso para todos. En un pequeño
despacho, con paredes de madera y cortinas pesadas que se arrugaban de manera
perpetua al no ser movida por el viento, se encontraban dos personas discutiendo. Una
de ellas se negaba a marchar y la otra daba explicaciones para aclarar que su horario ya
había terminado":

-No me eche, doctor, puede que la historia que le voy a relatar le parezca propia de
un loco pero yo le aseguro que he sido consiente de la realidad en todo momento, quizás
no tanto cuando mi honor se vio pisoteado pero le aseguro que se la diferencia entre la
realidad y la fantasía.- La conversación se deja llevar por un hombre de aspecto poco
saludable. Con ojeras y múltiples arrugas impropias de la edad que realmente tenía
irrumpió en el despacho de un científico de la conducta humana, el único de la ciudad.
Este observaba atónito al extraño que se negaba a abandonar su despacho. El doctor se
encontraba dispuesto a marchar hacia su casa para dejar el trabajo. Miraba la ventana y
solo se veía la oscuridad infinita de la noche, dentro de su despacho aquel extraño se
mostraba exaltado. La nariz perfilada del extraño apuntaba continuamente las esquinas
de la habitación moviéndose nerviosa mientras sus ojos se perdían también por los
recovecos de la estancia.
-¿Y cuales son esas diferencias señor Wunts?- el psicólogo llamado en el campo
profesional “Doctor Gair", observa como el hombre de baja estatura y piel seca como la
de un lagarto intenta abordarle con palabras ahora mas lógicas y coherentes que al
principio pero con argumentos solo válidos para una obra de teatro surrealista. El doctor
sabía que estaba dándole conversación a aquel extraño sin embargo tenía que buscar la
manera de que se marchase por cuenta propia. El doctor era algo obeso, con una edad
aproximada de cuarenta y tres años y una barba prominente y canosa. Todas las
mañanas se miraba al espejo y por ello era consciente de que no poseía de la fuerza
necesaria como para echar a aquel extraño. Si lo intentaba, el extraño notaría su
debilidad y podría comenzar una trifulca en la que él sería el seguro perdedor.-
-En la fantasía, el pánico puede dar miedo, pero nunca hacer daño, puede
atemorizar, pero nunca podrá tocar el mundo en el que vives comúnmente. La fantasía
es diferente doctor, siempre tienes la posibilidad de huir de ella.
-Siento no estar muy de acuerdo con usted, hay muchas personas perturbadas por las
fantasías las cuales han cambiado su vida. Quizás señor Wunts todo eso que cuenta que
ha pasado no haya ocurrido más allá de su cabeza. Quizás su realidad se confunda con
la fantasía. Si quiere que le atienda hoy debe demostrarme la raíz de su problema, tengo
algo de prisa... si no le importa.- El doctor se dio cuenta de un cambio en el tono en la
voz del extraño. Parecía ser una persona seria y probablemente desesperada. Por un
instante pensó que era su deber como persona el escuchar los problemas del extraño
aunque su horario había terminado y estaba bastante cansado e irritable.
No, doctor. Lo que pasa es que lo que he visto me ha levantado serias dudas sobre
donde termina la realidad y comienza la fantasía. Ya no sé dónde está el límite, puede
ser eso.
- Entonces, reconoces que todo pudo ser fantasía - apoya la cabeza entre sus
manos, intentando esconder su rostro cansado por el sueño.
No. Todo ocurrió en la realidad, escúcheme y entenderá lo que le cuento. La fantasía no
puede ser compartida por otros ¿verdad?
- Cierto- Mira atentamente al señor que le habla aún de pie junto a la puerta,
medio dentro, medio fuera del despacho privado.
Entonces debe darme la razón en que si esto ha pasado, no puede ser mentira. No puedo
tener una fantasía que sea vivida por otras personas también.
-Le escucho señor Wunts. Cuénteme lo que le ha pasado.- invita finalmente con
un gesto a que el desconocido entre en su despacho, este hecho sería una locura
irreversible que pagaría tarde o temprano. El miedo y su propia debilidad provocaron
este hecho. Se dispuso a escuchar al extraño que se aproximaba y se sentaba junto a él.
Los nervios le hicieron silenciar durante un instante pero finalmente Gair hizo un gesto
para que Tomas comenzara.
-Todo comenzó hará unos cuatro años, en 1957.
Mi familia era buena gente, trabajaba de sol a sol, veía irse el día y le daba la
bienvenida a la mañana siguiente. Yo no estaba mucho con ellos porque trabajaba en la
ciudad y tenía muchas obligaciones con Tom Frein, el cliente mayoritario, dueño de un
gran hotel al que abastecíamos de agua. Ya sabe como es la vida en tiempos de sequía,
siempre hay alguien que encuentra negocio.
En una ocasión el señor Tom Frein suprimió el día libre que me tomé para ir a la granja
"freeone" de mi familia solo para que le llevase agua.
- Su familia lo estaría pasando mal con la sequía siendo gente de campo- El
doctor intentaba hacerle ver al extraño el interés por su historia
Y eso me preocupaba doctor pero como le digo tenía muchas obligaciones en la ciudad.
- Fue una época difícil para usted... prosiga, por favor.- Bajó su mirada.

Lo fue, Mónica Swish, mi mejor amiga, me ayudó mucho por entonces. Nuestra
amistad era de esas que no se rompen fácilmente pero que se rompen... por desgracia.
Un día, meses después de que Tom Frein suprimiera mi día festivo, estaba en la
peluquería afeitándome cuando comenzó a llover. Fue apenas un sereno, pero lo
suficiente para que el peluquero me cortara ligeramente el cuello mientras gritaba
"Señores, ahí se están cayendo nuestros últimos problemas". En realidad lo único que
pensé fue que el negocio había terminado esta temporada, que tendría que buscar otro
trabajo pues ahora las lluvias inundarían la tierra y los pantanos. Pero no pensé en mi
familia que estaría gritando de alegría contemplando las gotas de lluvia como
resbalaban por sus cosechas... incluso mi padre, enfermo, se habría levantado de su
cama y habría reído mientras observaba abrazado al resto de la familia el milagro que
durante meses esperaron.
Estuve tan preocupado en encontrar trabajo que en semanas me olvidé de mi familia, me
despreocupé completamente tras la sequía... solo creí que ahora estarían bien . No me lo
perdonaré nunca.
- Es normal señor Wunts, eran tiempos difíciles y tenía que encontrar trabajo.-
El psicólogo intenta tranquilizar el exaltado estado del desconocido mientras toma notas
de lo que escucha. -
- Si doctor, pero nunca podré olvidar cuanto tiempo malgasté buscando trabajo
cuando mi padre estaba ya sin vida. Mi familia no me lo perdonará nunca.
- ¿Cómo supo de la muerte de su padre?- Gair temió una respuesta violenta y
volvió a apoyar la cabeza entre sus manos de forma nerviosa y defensiva mientras sus
ojos pesados se abrían descaradamente apartándose de aquel extraño para enfocar la
mesa que se encontraba al fondo del despacho, lugar donde llevaba a cabo sus estudios
y que tenía relacionado con un estado mental de tranquilidad.-
- Me lo contó Mónica. No pudimos evitar las lagrimas ya que ella también sabía
el dolor que sentía. Vino gritando entre lágrimas y me abrazó tan fuerte que no pude
evitar llorar.
- ¿ Como se tomó su familia la perdida ? Debió ser un momento...difícil- El
doctor había preguntado al tener como base que la muerte de su padre era la raíz del
problema.-
Cuando llegué a las puertas de la finca, parecía que esta descansaba en paz, no había
viento, no había nadie. La casa de mis padres sobresalía apenas en el horizonte, sobre
las fuertes y verdes matas de maíz.
Hay dos Kilómetros entre la entrada y la casa y me dispuse a caminar.
- Una gran finca.- Desilusionado comprueba que el desconocido da largas en su
historia como si quisiese narrar todos los pequeños detalles. El extraño quiere contarle
algo y el doctor no sabe como abordarlo.-
- La mayor que he visto jamás. Caminé lo más rápido que pude y a cada paso
surgían de mi cabeza escenas horribles como mi padre muriéndose, su mirada...
petrificada, también surgieron recuerdos felices de mi padre y yo jugando en la finca a
tirar cuchillos a una diana, pero esas imágenes se mezclaban con las de él
maldiciéndome y gritando de dolor, estremecido. Lloré pero seguí andando cada vez
más rápido. Ese ha sido el camino más largo que he recorrido nunca; el más doloroso.
Cuando llegué a la casa, parecía que no me quería allí, era una sensación extraña. Pero
real ya que mi madre salió de la casa dirigiéndose a mí. No me habló solo me golpeó en
la cara. Ella calló al suelo e intente ayudarla a levantar, pero me tiró al suelo de un
empujón bastante débil pero suficiente para hacerme perder el equilibrio. Al levantar la
mirada descubrí al resto de la familia observándonos desde el porche. Inmóviles. Mi
madre lloró en el suelo cuando intenté consolarla, me separaba a pequeños y flojos
golpes.
- No entiendo ese odio hacia usted. ¿Qué hizo el resto de la familia?- El interés
se iba haciendo manifiesto en el doctor . Relajó sus brazos y atendió a la conversación.
Me gritaron y agredieron, no entendí ni entiendo nada... ¿Por qué ese odio? ¿Por qué?
Yo nunca le hice daño... le quería y les quiero a todos. Renegaron de mí y huí corriendo
de la finca cuando Richard, mi abuelo, pidió a gritos su escopeta.
- Que odio más irracional ...me confunde usted...-El doctor acaricia su pequeña
barba manchada por las canas.
- Pues le juro que yo tampoco entiendo...
- ¿Podría ayudarme a entender tanto odio hacia usted?
- Ojalá pudiese pero solo conozco mi pena...
- De todos modos, no está aquí para discutir sus relaciones familiares... ¿no?-
Supuso el doctor intentado ahondar en la psique del ahora paciente. Había descubierto
la confusión de Tomas pero no entendía aquellas barbaridades con las que entró en su
despacho que hablaban sobre visiones y otras locuras.
- Es el comienzo de todo. El dolor más grande es la familia que te abandona. Esa
soledad que no sabes superar, ese sentimiento, doctor...
- De abandono...- a la cabeza del doctor llegó el recuerdo de sí mismo, sentado
sólo en la tierra del campo... esperando que un día su casa se llenase de gente, de
familia, nunca ocurrió.
- De abandono... -Tomas se mostró confuso al oír esas palabras en boca del
doctor.
- Quizás su familia estuviese rabiosa porque no les fue a ver excepto cuando
murió su padre. Esto habrá levantado en cierto modo el rencor de su madre y su familia
que sentirían pena porque su padre no pudo verle como seguramente desearía.- Creó
una respuesta rápida que en realidad no convenció siquiera a sí mismo. Sin duda el
doctor sabía de lo extraña que sonaba su respuesta. Ni siquiera usó las palabras
correctas.
- Tenía muchas obligaciones... pero no quería que esto sucediese.
- Perdone, señor Wunts que le interrumpa, pero sigo sin entender que me quiere
decir con esta historia sobre su familia. No parece la historia de un loco, parece ser la
cruel vida real que todos sufrimos... usted y yo...- No comprende las locuras
incoherentes con las que el extraño entró en su despacho.
- Este es el comienzo, este acontecimiento pareció marcar a toda mi familia y a
mí. Aquí comenzaron mis pesadillas... además de la pena sentí el miedo.
Una mañana me levanté y me miré en el espejo, parecía despejado y despierto, incluso
diría que tenía buena cara. Pero en cuanto me torné respecto al espejo fui descubriendo
unas grandes manchas en mi espalda, apurado y nervioso me agarré el hombro para
intentar ver mejor aquello pero sentí un gran dolor, me ardía la espalda. Me puse muy
nervioso y no supe que hacer. Agarré temblando otro espejo y jugando con ambos
descubrí lo que se encontraba tras de mí. Eran cinco arañazos que cruzaban mi espalda,
eran como cinco latigazos verticales, paralelos y profundos, estaban recubiertos de
sangre seca. Mi sangre.
- Cuénteme señor Wunts...¿Qué le produjo esas marcas?.- la violencia siempre a
atormentado al doctor desde el asesinato de su abuelo por la paliza propinada por unos
borrachos delante de sus inocentes ojos.-
No lo sé. Por eso me asusté... -Tomas baja su mirada, mostrándose avergonzado por su
ignorancia.
- Hay personas que se autolesionan durante la noche. No sabe usted la cantidad
de casos que he estudiado. He visto gente con dedos amputados por sí mismos sin ser
conscientes de ello... no es un suceso tan extraño.-
- Lo mío es diferente, doctor. No tiene nada que ver ...
-¿Qué le hace pensar eso? ¿Cómo puede estar tan seguro de que esas lesiones no
se las provocó usted mismo?- Sabía que posiblemente estaba echando madera al fuego
de la conversación pero no podía evitar sentir curiosidad por el desconocido.-
Cuando fui al médico para que me las curara, las heridas habían desaparecido. Solo
quedaban unas cicatrices muy finas, casi invisibles. Eran como cordones blanquecinos
que me ataban. Me trataron de loco.
- Ve algo que no existe... ¿Qué quería que le llamaran? habrán sido
imaginaciones suyas, como usted dice, propias de un loco.- Da mas credibilidad a los
médicos que al señor Wunts. El doctor está cansado, algo agobiado e irritable por el
improvisado cliente y la hora de la consulta. Además, aquello que escuchaba no lo creía
coherente.
- No puedo demostrar nada, ni yo ni usted... no haga comentarios sobre lo que no
ha visto ni sentido.
- Bueno, en el caso hipotético de que esas heridas hubiesen existido... ¿No se las
podría haber provocado usted mismo como castigo por no haber estado con su padre en
el momento de su muerte? O ¿No podría habérselas imaginado como fruto de ese odio
hacia sí mismo?- El doctor había vuelto a responder sin pensar, sin reflexionar.
- Doctor, usted sabe más que yo, pero yo también creí que eran locuras mías,
hasta que se relacionan con otros sucesos... entonces si que me cuestioné sobre las
heridas.
- Dice que esto sucedió a raíz de la muerte de su padre... no veo relación.-
- Me refiero a que desde ese momento, el del fallecimiento de mi padre, todo
pareció enloquecer... todo cambió.- Tomas Wunts, que es como se llama el extraño
parecía ahora más nervioso que el doctor Gair. Bajó su cabeza .
- Dígame el resto entonces...
- Aquellos arañazos me destrozaron de dolor. El médico, como le dije, me echó
de la consulta tratándome de ignorante y mentiroso. Caí en el sillón de mi casa
destrozado y volví a sentir aquel ardor en mi espalda. Corrí al espejo del baño y miré mi
espalda... sangraba más que antes, una sangre negra y espesa; asustado me quería dirigir
a la cocina a curármela yo mismo, pero la puerta del baño estaba cerrada, el pestillo no
estaba echado pero la puerta no se abría, me desesperé y me volví al espejo, este estaba
empañado y apenas veía una figura desforme en él, era yo gritando.
Di patadas y puñetazos a la puerta, pero no se abrió. El grifo comenzó a verter agua
ardiendo y todo quedó rodeado por la espesa neblina de vapor.
Cuando caí al suelo desesperado todo paró, todo menos la sangre de mi espalda que
impregnaba la puerta por la que resbalé hasta caer al suelo. ¿Cree que esto no es verdad,
doctor?
- No puedo opinar sobre lo que desconozco...-haciendo alusión a lo comentado
por Tomas- pero me parece que usted sufre ciertos delirios...Tal locura puede ser mas
una obra de su subconsciente.- No podía esconder su desconcierto pero sentía la
tentación de llevar la contraria al señor Wunts. Ahora el doctor estaba escuchando las
incoherencias que en un principio se negó a escuchar. Tomas había manipulado
correctamente al doctor o quizás la historia fuese realmente extraña.
- No me lo puedo creer doctor... usted tampoco me entiende.- Se inclinó hacia el
doctor apoyándose en los brazos de la silla en la que estaba sentado mientras hablaba.
- Señor Wunts, soy una persona muy ocupada. Tengo clientes por todos los
estados que conocen mi manía por el horario... esta no es hora de consulta.- El doctor
hizo un amago de levantarse para ir a su casa, pero la mano del desconocido le agarró
del brazo con firmeza.
No se vaya doctor, contarle mi historia me será de ayuda. Quiero deshacerme de este
peso que tengo en el pecho.
- No me iré si eso le ayuda... escucharé sus palabras si con eso se tranquiliza- Se
rinde, la fuerza del desconocido le mantiene sentado. Ahora se siente raptado en su
propio despacho.
Necesito decir lo que llevo dentro y que alguien lo comparta conmigo.
- ¿Le molesta que fume?- El doctor habla cansado y pretende encender un
cigarro para calmarse y no prestar atención a las palabras de Tomas. Pero lo cierto es
que el tono exaltado del extraño hacia esta labor imposible.
No doctor, fume. Lo que me importa es que sepa prestarme la misma atención que al
tabaco...- Contestó Tomas al saber de las intenciones del doctor. Durante unos segundos
se cruzaron las miradas y el doctor sintió rabia por el extraño.
- No se preocupe señor Wunts, creo que podré hacerlo. Además, me temo que su
historia durará más que este caduco cigarro condenado por mis suspiros.
- Cuando todo paró me apresuré a abrir la puerta. Corrí a la calle gritando y caí
al suelo estremecido por el dolor. La gente que por allí pasó se me quedó mirando sin
reaccionar, nadie me ayudó excepto una persona que se arrodilló junto a mí y pidió
ayuda, observé sus manos llenas de sangre y se que él las vio por sus ojos aterrorizados
al observarme la espalda. Creyó que me habían apuñalado y gritó el socorro con esa
excusa.
Me atendió el mismo médico que me había echado antes de la consulta, pero esta vez
quedó petrificado al observar mi espalda. -"Dios santo. ¿Qué se ha hecho usted?"-
apenas consiguió decir el médico, a lo que respondió aquella persona que me recogió
del suelo "No doctor, él no. Alguien le ha apuñalado"
- Bueno señor Wunts, espero que me pueda demostrar que , primero, esas
personas existen y luego, que vieron lo que dice que vieron.
- Solo tengo esta receta del médico Jorge Ris en la que me receta reposo para
evitar que las heridas se vuelvan a marcar, él creyó que las pequeñas cicatrices que me
vio la primera vez, eran las heridas semicicatrizadas y que debido a que me senté de
forma demasiado violenta, estas pudieron desgarrarse... Pero eso no explica la aparición
de arañazos tan profundos... además, no creo que las heridas cicatricen tan rápido.
- Conozco al doctor Ris...- Gair miró con insatisfacción a Tomas- ¿Puede
enseñarme se espalda?
- Claro doctor, mire las marcas .
- Son terribles, parecen latigazos como usted bien dice... ¿ usted se flagelaba ?
¿de que religión es?- el doctor vio en aquellas marcas una autolesión.
- ...Nunca me he flagelado, señor.. Por favor, tóquelas si quiere, a mí ya no me
duelen.
- Estas cicatrices son terribles... tan anchas y tan profundas. Me parece imposible
que no sintiera dolor. – El psicólogo se deja sorprender por las cicatrices y cae en la
oscura historia del señor Wunts.
Lo sentí, doctor... un desgarro estremecedor.
- Señor Wunts...
- Puede llamarme Tomas. No soporto esa formalidad suya...
- De acuerdo, Tomas, ¿hay algún momento de su vida por entonces que no
recuerde o vea borroso?
No. Todo está claro para mí.
- No se que decirle... solo puedo pedir que continúe.
- Las marcas, como verá, aún permanecen ahí, cerradas. Pero hasta el año pasado
no se habían cerrado... se habrían cada mes unas cuantas veces.
De todas maneras, le continuaré contando. Aquel suceso solo fue el principio de una
multiplicidad de fenómenos inexplicables. Las cosas de mi casa cambiaban de lugar de
un día a otro, los cuadros de mi padre aparecieron una mañana totalmente destrozados
por el suelo... pero sobre todo he tenido muchas pesadillas, en realidad siempre es la
misma.
- ¿Cómo era esa pesadilla? A menudo, nuestro subconsciente nos habla a través
del sueño dicen algunos de mis colegas de profesión- El interés del doctor ha cambiado
de forma radical, ahora siente un incomprensible interés por el caso.
- Si. Se repetía casi todas las noches. Soñaba con la cara de mi padre pero estaba
tan cerca de mi que prácticamente solo le veía los ojos.
Era subjetivo, aunque no sabría situarme, no sé en que lugar estoy en el sueño.
Sus ojos estaban aterrorizados, completamente abiertos y jadeaba. Creo que tenía
miedo. En algunos momentos parecía que le faltaba el aire y luchaba para cogerlo con
grandes bostezos acompañados de un ligero grito de angustia. El sueño terminaba de
golpe después de que le comenzarán a sangrar los ojos y gritaba desesperado... entonces
todo se tornaba negro y me parecía escuchar -"hijo de perra"- y otros improperios a un
muy bajo volumen, como unos susurros, en ocasiones lo oí incluso con los ojos
abiertos. Juraría que no dormí en todo un año pero lo cierto es que en ocasiones el sueño
me tumbaba y no pude despertarme, entonces la pesadilla se repetía constantemente
durante toda la noche. -Tomas bajó la mirada al suelo, se le veía apenado.
- Una pesadilla terrible, Tomas.
- ¿ Puede darme alguna explicación a estos sucesos?
- ...No hay nada que no pueda ser explicado. Lo que me cuenta que pasó en el
baño, yo lo atribuiría a una disfunción cerebral, quizás usted abrió el grifo con agua
hirviente y cerró la puerta al entrar, no olvidemos que los baños se suelen cerrar desde
el interior. Tras esto observaría las heridas de su espalda sangrando y de la impresión
perdería la noción del tiempo... Además, no tiene sentido que el cristal se haya
empañado sin el vapor del agua ¿no cree? Abrió el grifo y al impresionarse por las
heridas de su espalda se despistó llevándose la gran impresión que se llevó.
No me explica lo de la puerta, ya le dije que el pestillo no estaba echado.- Tomas estaba
molesto con la explicación del doctor.
- Tranquilo, Tomas, las disfunciones no son tan extrañas como usted cree. A
todos nos ha pasado alguna vez. Lo que queda fuera de mi ciencia es el origen de sus
marcas. No tendría por qué interesarme. Mi campo no es el físico.
- Bueno doctor, puede creer lo que quiera. Me gustaría oír la interpretación que
hace usted de mi sueño.
- Claro Tomas. Usted se culpa de la muerte de su padre. Así de simple. En el
sueño parece que es usted quién ahoga a su padre pero en realidad es una fantasía
inventada por su inconsciente utilizando sus sentimientos de culpa.
- Usted cree tener todas las respuestas...- El cabreo del señor Wunts era patente.
- Mire, Tomas, le entiendo. Ahora ve que todo lo que le ha pasado no era sino
una ilusión aunque con un fondo real...- intenta arreglar con educación todos los ataques
que realizó a la historia de Tomas en un principio. Sentía que Tomas podía ser agresivo
si no lo tranquilizaba-
- No diga eso, la historia no para ahí. Aún me quedan por contarle muchos
fenómenos que no me explico.
- Hay un dicho mongol que dice "las respuestas no se encuentran si las preguntas
no se formulan "
¿Qué quiere decir con eso?- Respondió Tomas tras un pequeño silencio.
- Si queremos encontrar la respuesta de sus pequeños problemas debemos
preocuparnos por aquello que los causa, no por cada uno individualmente. Descubrir la
pregunta, Tomas, y responderla.
- Aún así quiero que me escuche.
- De acuerdo, cuénteme pues...- El doctor observa un gran ansia en Tomas por
contar la historia...-
- Con todos estos problemas, Mónica parecía verme diferente, ya no me hablaba
con el mismo interés y énfasis que antes. Yo le preguntaba el por qué de su rechazo
hacia mi y ella siempre respondía sin mirarme, un día vino a mi para decirme "Hay
trabajo Tomas, lo que necesitas para olvidarte de todo"
Comencé a trabajar en el hotel de Tom Frein como botones pero los largos pasillos del
recinto no hacían mucho para alegrarme. "Al menos me pagan"- pensaba en todo
momento.
Mi rendimiento no era muy alto, estaba estresado por no dormir. Mi cara había
cambiado, ahora tenía unas grandes ojeras y pómulos marcados como nunca los había
tenido, mi piel se tornó gris y mi sonrisa desapareció. Fue tal el estrés que tenía, que en
más de una ocasión me pareció ver a mi padre en el fondo de los pasillos gritándome
con gran furia. Yo siempre corría hacia él pero nunca llegaba. Caía rendido a mitad del
camino. Al levantar la cabeza, ya no estaba allí.
- Por supuesto que no. ¿Acaso le vio con claridad?- El doctor estaba escuchando
de nuevo incoherencias. Cosas que deseaba evitar.-
- La verdad es que no y aunque le veía gritar no le oí nunca. Ya le digo que
fueron imaginaciones mías.
- Claro. Eres un caso interesante.- Sonrió falsamente intentando mostrar interés
por la historia.
Siento no alegrarme como usted. He sufrido mucho, sufro mucho aún.
- Lo siento Tomas
- Me gustaría que me respondiera una pregunta ¿qué es para usted una fantasía?-
Tomas preguntó con cierta ironía.
- Es una pregunta compleja. La fantasía no es un suceso sino un estado mental
en el que se confunde la realidad con la invención propia. No suele ser un estado de
consciencia continuo sino intermitente, ya sea producido por el consumo de alimentos
en mal estado, por el sueño o como mecanismo de defensa ante un suceso desgraciado,
como posiblemente es su caso. La fantasía no tiene una definición fija de factores en
nuestro tiempo... existen algunos estudios pero no se pueden estudiar las experiencias
sensibles de un modo completamente serio y riguroso. La considero como mala
interpretación de la realidad en ciertos casos y como inventiva protectora ante
sentimientos que pueden dañar profundamente a la persona.
- Los arañazos de mi espalda no son una fantasía.- El señor Wunts intentaba
poner las cosas en su sitio. Hacerse respetar y protegerse de las palabras del doctor.
- Dejemos una cosa clara, yo nunca he pretendido decir eso.- Ahora, el doctor se
daba cuenta de lo injusto que había sido con el señor Wunts.
- Eso es cierto doctor, pero estas marcas surgieron de un día a otro sin causa
alguna, son como una fantasía.
- Quizás tuvo una pelea en un bar, se emborrachó y no recuerda nada.
- No tengo costumbre de beber. Además, recuerdo perfectamente... llegué a mi
casa de buscar un nuevo trabajo, comí, me acosté y al día siguiente aparecieron las
marcas.
- Ya le he dicho que no me importa el origen de las marcas. Cuénteme su
historia, me interesa su caso. Quiero saber por lo que ha pasado para entender lo que le
pasa ahora y poder ayudarle.
- Estas circunstancias que le cuento crearon en torno a mí un ambiente extraño.
Mi carácter cambió, de mi sonrisa habitual nació una cara famélica y cansada. Las
ojeras se comieron mis ojos y mis extremidades eran cada vez más patéticas y delgadas.
Las relaciones con la sociedad se resquebrajaron, el mundo que me rodeaba carecía
ahora de sentido. Mónica dejó de hablarme, bueno, en realidad no fue así. Yo dejé de
hacerlo. Dejé de hablar con todo el mundo, solo caminaba de un lugar a otro sin ningún
sentido con la camiseta sangrante por las heridas que se negaban a cicatrizar.
Perdí mi empleo como botones ya que simplemente dejé de ir a trabajar.
Supongo que estaba profundamente deprimido. Solo pensaba en mi padre... en su cara
gritando y llorando... en sus gritos que aunque fantasiosos sonaban hirientes.
Una mañana me levanté y al abrir los ojos quedé reflexionando al filo de la cama
pensando algo así como "me levanto temprano y no tengo donde ir, ¿qué sentido tiene?"
Intenté suicidarme pero no tuve el valor para hacerlo bien, la ciudad se llegó a
acostumbrar a encontrarme moribundo por las calles. Nunca me preguntaron por la
sangre que empapaba mi camisa, debieron pensar que formaba parte de mis intentos de
suicidio.
Cuando llegaba a mi casa sin aliento y destrozado, esta me parecía tener vida por su
cuenta, las cosas aparecían donde no estaban cuando me fui, llegó un momento que me
negué a entrar en mi casa. Miedo, doctor. Miedo y pesadillas, la misma que le he
contado pero ahora con los ojos abiertos y conscientes. Parecían nublarme.
Algunos vecinos me golpearon un día aprovechando mi pésimo estado, me hirieron los
costados a patadas y botellazos. No sé quienes eran. Cuando recobré la consciencia fui
al doctor arrastrándome mientras la gente me miraba con desprecio. Cuando llegué, el
doctor Riss me observó pero apenas supo reconocerme. Avergonzado no le dije quién
era. Curó las heridas de mi costado pero mientras me ponía puntos descubrió mi
espalda. Comentó: "Señor Wunts ¿es usted?¿cómo le va la vida? Le noto cambiado"
Yo le mentí contestándole negativamente con la cabeza mientras le respondía "no sé de
quién me habla, mi nombre es August Ross".
Se disculpó por su confusión pero se quedó observándome la espalda, justo cuando iba
a preguntarme sobre ella yo la recubrí con mi camiseta y me levanté diciendo "Gracias
doctor, aquí tiene el dinero que llevo encima, no tengo más" Riss se quedó perplejo y
recibió el dinero sin pronunciar palabra. Cuando me fui sentí su mirada. Él sabía que yo
era Tomas Wunts.
Recuerdo apenas ver la luna mientras bebía una gran botella de alcohol, no se que clase
de alcohol pero eso no me importaba, la luna se iba transformando en una simple bola
luminosa sin detalle ni sentido. Seguí bebiendo y caí al suelo. Cuando desperté supe que
no podía llegar más bajo de lo que estaba. Observé la botella vacía y no entendí lo que
me había llevado a ello, me estiré como un niño recién levantado; recordé el porque al
verme las manos llenas de sangre por las heridas de mi espalda. Lloré, doctor y me
cuesta reconocerlo pero sentí miedo.
- La soledad...- El psicólogo recordó la soledad que sufrió cuando su padre no
estaba con él, siempre estaba trabajando...-
- Estaba tan borracho que apenas pude disfrutar de ella.
- Ahora le veo delgado pero no famélico como usted dice, ahora está mejor
supongo...
Quizás vea usted una persona "sana" exteriormente pero su tarea es mirarme el interior,
está tan confuso...
- Tranquilo Tomas.
- No tengo otros recuerdos.
- Hábleme de la relación con su padre en la infancia.- El doctor pretendía saber
con que sentimientos tenía relacionado Tomas con su padre. Si eran sentimientos
negativos era posible que el inconsciente de Tomas relacionara todo lo malo con ese
personaje... aunque así fuese, el caso era extraño.
- Fuimos tan felices. Me llamó siempre renacuajo desde que me caí en la presa.
Era el motor de la familia, levantaba a todos por la mañana y nos besaba a todos por la
noche. No tenía estudios pero era sabio, nos enseñó a mí y a mi hermanos la forma de
comportarse en la ciudad, la forma de arar el trigo y el nombre de las estrellas. Según él
una vez le pregunté qué era "esa bola blanca que hay arriba" a lo que contestó
agarrándome del hombro "cuando papá se marche estará allí cuidando de ti" y esbozó
una sonrisa, entonces no le entendí del todo. Pero ahora se de la benevolencia de sus
palabras. -Las palabras de Tomas denotaban un gran cariño por su padre.-
El trabajo en el campo le permitía tener tiempo libre para jugar y hablar con nosotros.
Hablar y jugar, él sabía que queríamos jugar y creaba campeonatos de lanzar cuchillos a
una diana. Nos divertía el énfasis y la vida que ponía . Ese juego no dejó de celebrarse
hasta que cayó enfermo.
Coincidió con mi marcha a la ciudad, justo cuando más me necesitaba yo lo abandoné.
- Parecen buenas relaciones. No entiendo el odio hacia usted actualmente.
- Bueno doctor, es una cosa más que no entiendo. Pero la que más me duele.
Desde que terminó la guerra, mi familia cambió, pero por supuesto esa no es la razón.
- ¿Guerra?
Bueno ya había pasado mucho tiempo desde 1945 pero aún así, recuerdo perfectamente
el ambiente que se respiraba y como nos cambió.
- La guerra nos cambió a todos. A mi me sorprendió cuando estaba en Londres
estudiando... A todos nos afectó, Tomas.
- Doctor, ¿por qué me siento culpable de todo? ¿acaso he hecho algo malo?
- Claro que no, hijo. A menudo nos ocurren cosas que no podemos controlar,
pero esas cosas precisamente son las que hay que intentar entender.
Miro a mi pasado y veo tiempos felices, no entiendo lo que ha hecho las cosas
cambiar... no lo entiendo.
Vea esta medalla que llevo al cuello, me la encontré en los campos de trigo cuando
jugaba con mis hermanos. Peleamos por ver quién se la quedaba... una de las pocas
veces que discutimos...Como siempre el orden lo impuso mi padre, en esa ocasión dijo
algo así como: "La medalla es del renacuajo, cada uno tiene derecho a disfrutar lo que
labra y lo que no es de nadie y se puede tener como propio"- La verdad, en muchas
ocasiones no le entendíamos pero siempre reíamos y hacíamos caso a sus ordenes.
Una noche vino a buscarle la policía, ni siquiera recuerdo el por qué, solo sé que la
noche que estuvo fuera comprendí lo mucho que le echaría de menos cuando faltase.
- Tomas supongo que realmente amaba a su padre, eso es obvio... pero ¿cómo
era su relación con el resto de la familia?- el doctor buscaba un personaje negativo que
pudiese influir sobre Tomas.
- Igual de buena o mejor, comíamos juntos cada domingo, fuimos una familia de
libro. La verdad es que no entiendo el porqué, no lo entiendo ¿por qué?- Algunas
lagrimas se escaparon de los ojos de Tomas y resbalaron lentamente hasta que las borró
de su cara con una caricia de su mano derecha.
- No llores Tomas, por favor. Encontraremos una solución a esto.- El doctor veía
en Tomas a un niño preocupado y sin el amor de la familia, el psicólogo se veía a sí
mismo.
- Si doctor, seguro que sí.
- La verdad que su historia me sorprende, esos arañazos, ese odio hacia usted,
ese dolor... como estudioso de la conducta puedo ayudarle con el odio y el dolor, pero
difícilmente con su familia, debe intentar entender la raíz de ese odio. -seguía buscando
el doctor algún punto negativo sobre el que apoyarse.. pero no parecía haber ninguno.
- Si doctor, pero sospecho que por mucho que busque no lo voy a encontrar.
- Un amigo mío, psiquiatra, suele decir :"si las respuestas no están en nuestro
interior no podríamos buscarlas en ningún sitio"
- Puede que su amigo necesite a otro compañero para que le haga terapia.-
Tomas sonríe ligeramente mientras hace este comentario jocoso.
- Muy bien Tomas, deja de llorar ...
- Es la confusión lo que me hace llorar ¿no puede echar un poco de luz a mi
problema?
- Intentare aclarar tu historia, Tomas. Desde hace muchos años, siempre que veo
a alguien nuevo entrando por esa puerta intento imaginarme de antemano porqué está
aquí, cómo es... contigo no es que tuviese mucho tiempo pero pensé en alguien triste...
en estas "predicciones" suelo equivocarme pero contigo parece que no. Las veces que
he acertado han sido casos interesantes aunque duros. Para poder echar algo sobre su
tema debo estudiar sobre usted, su medio ambiente, su pasado, sus expectativas de
futuro... debería estudiarme mas a fondo.
- Si eso le parecí en un principio no entiendo porqué me rechazó y me llegó a
tratar de loco.- Tras estas palabras se respiró un silencio solo molestado por el ligero
ruido del viento que corría fuera del despacho de Gair.
- De una persona es normal pensar que está loco cuando él mismo lo cree...
Tomas, estoy cansado... ¿por qué no seguimos hablando mañana?- con esto el doctor
pretendía alejar de su despacho a Tomas. Ya había anochecido y el doctor ya estaba
cansado, no tanto por trabajar en exceso sino por el mero hecho de estar harto de ese su
trabajo. No le importaba el mañana porque pensaba que sería como el hoy, su vida
tornaba respecto a su trabajo, respecto a lo poco que le gusta, a lo poco que disfruta... se
había decidido a estudiar la mente humana por su padre. Para seguir una tradición
familiar que su padre quería que siguiese continuándose. Gair recuerda en este momento
una conversación con su progenitor, en ella Gair dijo: "Padre, hay veces que te veo...te
siento feliz con tu vida y te envidio... veo bien que quieras una vida así para mí pero
¿acaso te has parado a pensar en mi vida realmente? ¿en lo que yo querría ser? Yo... yo
quiero hacerte feliz... pero en serio padre... a veces me destrozas porque pareces no
entender que cada persona llega a la felicidad... de una manera diferente"
Tomas había sabido despertar en el doctor una curiosidad difícil de apagar. Todas las
incoherencias que escuchó el doctor le había despertado el niño que lleva dentro, un
niño curioso y que no atiende al riesgo. Ese niño que no pudo ser nunca, ni aún cuando
tuvo la edad para ello.. Esa era la razón por la que se negaba a escuchar. No quería
seguir con aquel loco pero ahora sentía la necesidad de saber todo sobre él.
Yo si estoy cansado.. y no sabe de que manera- Tomas comprende que es mejor
continuar en otro momento, al menos ahora tiene los oídos del doctor para contar su
problema y buscar solución.
- Ya es tarde... y yo no soy precisamente un chiquillo. Necesito descanso.
- Entiendo, doctor.. vendré en otro momento y le contaré mis problemas...
necesito su ayuda.
- Veremos lo que podemos hacer, seguro que todo es mas simple de lo que
parece- Gair se levantó de su silla, invitando a Tomas a seguirle.
Hay partes muy extrañas en mi historia... esto no puede ser simple.
-¿Cuáles son esas partes extrañas a las que te refieres?
- Ya le dije que le parecería propia de un loco. Aún no lo he contado todo.
- ... Su historia ya parece sorprendente para mi punto de vista.- Intentaba hacerle
ver a Tomas que ya no podía escuchar más aunque volvió a sentarse.
- ¿Para su punto de vista? ¿Acaso ha atendido lo suficiente como para tener de
eso?- La mirada de Tomas fue por un momento amenazadora pero finalmente sonrió.
Lo hizo de manera forzada lo cual despertó la inquietud en Gair.
- Veo que le ha vuelto el buen humor...- El doctor intentó hacer como si hubiese
visto en la sonrisa de Tomas un acto inocente. Pero se sentía inquieto-Bueno, señor
Wunts, termine su historia. Le veo nervioso.
- Un día, recibí una llamada telefónica, era de madrugada aunque estaba
despierto, descolgué preocupado y pregunté como es normal -"¿quien es?" La línea
telefónica no parecía funcionar, solo se oía un ruido repetitivo como de respiraciones
muy lentas y golpes de alguna clase, además de una lejana interferencia. Cuando
intentaba colgar, ese golpe aumentaba de intensidad, extrañado grité "¿quién es?" en un
intento de que alguien me escuchara al otro lado del teléfono... una voz lejana parecía
que me respondía, no entendía lo que decía, hasta que aquellos golpes pararon, entonces
entendí lo que se me decía, me estaba llamando asesino, una voz masculina y rabiosa...
- ¿No creerá que fue su padre, verdad?
- Lo creo. Esa voz estaba tan rabiosa y tan débil que me pareció recordar la
forma de hablar de mi padre desde que dejó de trabajar en la finca por su enfermedad.
- Sabe que su padre está muerto, sabe que no puede llamarle por teléfono ¿no es
más lógico pensar que alguien de su familia, rabioso, intentaba asustarle? Ya que hay
tan mal ambiente entre ustedes...
Claro doctor, pero esa voz no me dejó lugar a dudas...
- Quizás debamos ir a hablar con su familia, eso ayudaría mucho ¿no cree?
- Yo no iré a hablar con mi familia, me odian y yo ya no se si les odio también.
- Nos ayudaría conocer su versión para terminar el puzzle. Si usted no quiere ir
no vaya, pero yo hablaré con ellos mañana
Viven en Norton Rock, en la finca "freeone", tendrá que andar mucho para llegar a la
casa pero no tiene perdida. Puede que los encuentre todavía cabreados, no le diga que va
de mi parte.
- Tranquilo Tomas, han pasado cuatro años, ya estarán relajados con el tema.
- Ya... doctor ¿ha tenido alguna vez la sensación de que has hecho daño a
alguien aunque en realidad no has hecho nada?
- Comprendo su situación si se refiere a eso...- recordó que de pequeño se sentía
culpable de que su padre no le quisiera lo suficiente, se sentía desplazado.
A veces creo que el culpable de la muerte de mi padre fui yo.
- Eso son imaginaciones suyas, ni siquiera le habías visto días antes de morir
¿Qué le parece si seguimos hablando de su caso en otro momento? Ya le dije antes que
estoy muy cansado, ahora no podría atenderle como me gustaría. Y tranquilo, no me
olvidaré de su caso, tengo muchas ganas de hablar con su familia, debo conocer el caso
en profundidad.
- De acuerdo doctor, vendré a verle pasado mañana. Así podrá hablar con ellos
mañana, que ahora es muy tarde.
- Bueno señor Tomas, tranquilo que llegaremos a entender lo que le pasa, al
menos la razón de por qué, que ya es algo.
- Si, doctor. Me gustaría saber si estoy loco o no...
- No está loco, si estuviese loco yo tendría que ser un psiquiatra, ¿no? -el
psicólogo ríe.
- Nos vemos doctor, gracias por atenderme finalmente.- Tomas se despide con
sonrisa en la cara.
- Perdone si en principio le traté muy mal.. Espero verle pronto-El psicólogo
mostraba falsa gratitud para que aquel extraño se alejase por hoy. No sabía lo interesado
que estaba en realidad, su deber era curar pero veía un caso interesante, quizás
entretenido. Su mentalidad no era profesional, pero pensaba equivocadamente que la
conversación tampoco.

Cuando Tomas llegó a su casa comenzó a hacer lo que realizaba todas las noches casi
de manera ritual... comenzó a escribir:" La amistad es una pequeña luz que ilumina el
inmenso silencio de la soledad"

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