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Introducción al

uso de la cámara
fotográfica

Fotografía

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La luz y la fotografía
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define a la fotografía
como el “procedimiento o técnica que permite obtener imágenes fijas de la
realidad mediante la acción de la luz sobre una superficie sensible o sobre
un sensor” (2014, https://goo.gl/Y7ma2q). Podría decirse que esta
definición –que cuenta con un grado de generalidad demasiado grande
para los objetivos de esta lectura– es algo a lo que cualquiera de nosotros
puede acceder fácilmente en Internet y, por lo tanto, la incluimos como
una forma de dar introducción a esta lectura.

Sin embargo, en toda su sencillez, contiene las referencias a los elementos


básicos que todo aquel que quiera dedicarse a la fotografía de manera
profesional debe conocer. Y nos gustaría comenzar por el más importante,
el elemento sin el cual no podríamos siquiera hablar de fotografía ni –
yendo un poco más lejos– del fenómeno de la visión: la luz.

Es sabido que, a grandes rasgos, la percepción visual es posibilitada por la


recepción de la luz, reflejada por los objetos, en la retina y luego
interpretada por el cerebro humano. En la fotografía, el proceso es
esencialmente el mismo: la luz que incide sobre el sensor de la cámara
forma las imágenes luego de su posterior procesamiento.

Al retomar aquella definición veíamos que la fotografía es la técnica que


posibilita “obtener imágenes fijas de la realidad mediante la acción de la
luz” (RAE, 2014, https://goo.gl/Y7ma2q). Así, vemos que la luz y, más
específicamente, el control de la acción que esta ejerce sobre el material
fotosensible o sensor marcan la diferencia entre una fotografía que puede
tomar cualquier persona y la de un fotógrafo profesional.

Basta con remontarse a cualquier momento en el que hayamos intentado


sacar una fotografía sin las condiciones de luz necesarias para recordar los,
seguramente, pésimos resultados.

Este control al que hacemos referencia se da en todas las cámaras


fotográficas a través del proceso de una correcta exposición.

La exposición
La exposición de una fotografía “es la cantidad de luz que debe recibir el
sensor para que se fije la información de la imagen que llega a través del
objetivo” (Calleja López, Durante Molina y Trabadela, 2015a, p. 48).

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Entonces podríamos decir que la tarea básica de un fotógrafo es controlar,
a través de las posibilidades técnicas que nos permita nuestra cámara
fotográfica, dicha cantidad para obtener una correcta exposición.

Estas posibilidades son básicamente tres: la apertura del diafragma, la


velocidad de obturación y el grado de sensibilidad del sensor a la luz o ISO.
Este último término ha sido heredado de la fotografía analógica, en la que
“valor ISO de la película” hacía referencia a un estándar acerca de la
sensibilidad de la misma, definido por la International Organization for
Standarization.
Estas tres variables forman el llamado triángulo de la exposición, son
comunes a todas las cámaras fotográficas y en cada imagen que
obtengamos estará presente una combinación de las tres.

Sin embargo, solo algunos tipos de cámaras permiten manejar de forma


manual estos ajustes, con el abanico infinito de posibilidades expresivas
que esto conlleva para la fotografía profesional.

Por este motivo, en lo que sigue de esta lectura intentaremos explicar


cómo manipular de forma manual cada uno de estos parámetros para
conseguir una correcta exposición en nuestras fotografías. Sin embargo,
esto no será un impedimento para que aquellos que no puedan utilizar una
cámara con ajustes manuales entiendan cómo funciona el proceso con
todo el avance que esto significa.

Apertura de diafragma

El diafragma “es el dispositivo que permite la mayor o menor entrada de


luz que llega al sensor” (Calleja López et al., 2015b, p. 38) es decir, que su
manipulación nos permite controlar la cantidad de luz que impactará en el
sensor de nuestra cámara.

Su grado de apertura se mide en números f: mientras más pequeño sea el


número f (por ejemplo, 1,8), mayor será la apertura del diafragma y, por lo
tanto, entrará más cantidad de luz. A la inversa, un número f mayor (por
ejemplo, 22) significará una apertura más pequeña del orificio por el que la
luz ingresará al sensor a través del objetivo.

Como veremos más adelante, el diafragma se encuentra en el objetivo de


nuestra cámara. Es muy importante tener en cuenta esto a la hora de
seleccionar entre los distintos objetivos de los que nos valdremos para
realizar nuestras fotografías.

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Un número f pequeño significa una apertura de diafragma grande, por la que
la cámara recibirá mayor cantidad de luz. En cambio, un número f grande
significa una apertura pequeña del diafragma, por lo que la cantidad de luz con
la que contaremos será menor.

Velocidad de obturación

El obturador es el “elemento encargado de regular el tiempo durante el


cual va a estar entrando luz” (Calleja López et al., 2015a, p. 49) al sensor de
nuestra cámara. Por este motivo, este parámetro hace referencia a la
velocidad de obturación, es decir, la cantidad de tiempo que la fotografía
estará expuesta gracias al movimiento del obturador. Dicha velocidad se
mide en fracciones de segundos (1/500, 1/30; etc.), para las velocidades
más rápidas, y en segundos (1 s, 30 s), para más lentas.

Figura 1: Distintas aperturas de diafragma con sus respectivos números f

Fuente: [Imagen sin título sobre objetivos que muestran distintas aperturas]. (s. f.). Recuperado de
https://goo.gl/z53xGV

A simple vista, podemos deducir que mientras más tiempo esté abierto el
obturador, más luz llegará al sensor, por lo que estaremos hablando de una
velocidad lenta. A la inversa, si utilizamos velocidades más rápidas de
exposición, el sensor estará menos tiempo expuesto, por lo que la luz que
reciba será menor.

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En este punto, es importante hacer la salvedad de que, para valores de
exposición más lentos que 1/30, es recomendable utilizar un trípode, ya
que si no podría presentarse cierta trepidación en las fotos y originar un
efecto indeseado de foto movida.

Figura 2: Distintas velocidades de obturación

Fuente: De Blois, 2015, https://goo.gl/WBv39L

Sensibilidad del sensor o ISO

Hasta este punto, hemos nombrado en varias oportunidades al sensor de


nuestra cámara que es, a grandes rasgos, aquel que recibirá la luz a través
del objetivo para formar la imagen.

Sin embargo, resulta de gran interés entender un poco más en profundidad


cómo funciona para poder comprender cómo la sensibilidad que elijamos
para nuestras fotografías influirá en el resultado final.

El sensor es “un dispositivo plano, una retícula, generalmente rectangular,


formada por numerosas celdillas, (fotositos) cada una de las cuales es
sensible a la luz y cada una de las cuales dará lugar a un píxel en la imagen
final” (Calleja López et al., 2015b, p. 22). Es decir, recibe la luz y la
transforma en señales eléctricas, que luego serán interpretadas para
formar la imagen con la información brindada por cada una de las celdillas
que componen el sensor.

Así, dependiendo de las condiciones de luz con las que queramos realizar
una fotografía, podremos escoger una mayor o menor sensibilidad para
nuestro sensor. Sin embargo, al aumentarla, corremos el riesgo de añadir
ruido digital a nuestra imagen, que es ese pequeño granulado que se ve,
principalmente, en las zonas más oscuras de la fotografía.

Para explicarlo de una manera simple, cuando se aumenta la sensibilidad


del sensor, se hace a través de software (Calleja López et al., 2015b), por lo
que la cámara “inventará” aleatoriamente los valores que debe asignar a

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cada uno de los píxeles de la fotografía para los que no cuente con
demasiada información debido a la deficiente cantidad de luz.

Por este motivo, si bien las cámaras digitales ofrecen un alto rango de
movilidad entre valores ISO, siempre es recomendable utilizar la
sensibilidad nominal del sensor, que suele ser la más baja que se nos
permita (por ejemplo, ISO 100) y variar la exposición utilizando las dos
variables que antes mencionábamos (apertura de diafragma y velocidad de
obturación).

Sin embargo, no siempre tendremos el lujo de poder disparar utilizando


una velocidad de ISO pequeña (por diversos factores externos relacionados
con la cantidad de luz con la que contemos en la escena), por lo que
deberemos aumentarla (a mayor número de ISO, mayor sensibilidad). Por
eso, es muy importante conocer la propia cámara para saber entre qué
rango de ISO podremos movernos, para no generar una cantidad insalvable
de ruido digital en nuestra imagen.

Figura 3: Ruido digital en fotografía de acuerdo al valor ISO

Fuente: [Imagen sin título sobre ruido digital]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/QCAA9q

¿Cómo lograr una correcta exposición? El exposímetro


Ya sabemos que son tres los factores con los que contamos para poder
controlar la exposición de nuestra fotografía. Sin embargo, ¿cuál es la
combinación que nos asegura el éxito a la hora de exponer? La respuesta,
que puede causar decepción (aparente, claro, ya que esta respuesta nos
abre un sinfín de oportunidades creativas), es que no existe una fórmula
unívoca que nos permita obtener una fotografía perfecta.

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Esto es así porque “lo perfecto” dependerá de lo que queramos comunicar
con nuestras obras y adquirirá esa cualidad en tanto podamos utilizar las
herramientas que tengamos a la mano para lograr exactamente lo que
queríamos.

Sin embargo, un buen comienzo sería asegurarnos de medir que la


cantidad de luz que llega a nuestro sensor sea la correcta para obtener una
fotografía que no esté subexpuesta o sobreexpuesta. Por suerte, existe una
herramienta con la que cuentan las cámaras y que sirve para medir
exactamente eso. Se llama exposímetro.

El exposímetro es un dispositivo que mide la cantidad de luz que –reflejada


por los objetos– incide sobre el sensor de nuestras cámaras y lo plasma de
alguna forma en el visor para que podamos acceder a esa información.

En una línea que muestra los valores -2, 1, 0, 1 y +2, el exposímetro ubica
una marca de acuerdo con la cantidad de luz reflejada que mide en nuestra
fotografía. Los valores que se ubiquen a la izquierda del 0, representarán
fotografías subexpuestas. A la inversa, los que se encuentran a la derecha
del 0 en la línea representada indican que nuestra fotografía está
sobreexpuesta. De esto se deduce que, para que la fotografía cuente con
una correcta exposición, la marca debe ubicarse justo sobre el 0.

Figura 4: El exposímetro en el visor de una cámara digital

Fuente: elaboración propia.

Objetivos de la cámara fotográfica

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Anteriormente habíamos nombrado al objetivo, al hablar de la apertura de
diafragma, como uno de los factores que nos permite controlar la
exposición de nuestras fotografías. Por eso, es importante que ahora nos
detengamos en esta parte de la cámara fotográfica.

Este elemento “es la lente o conjunto de lentes de forma cilíndrica que se


acopla al cuerpo [de la cámara] y que nos permite encuadrar y enfocar la
escena con gran precisión, además de variar la distancia focal” (Calleja
López et al., 2015b, p. 19).

En primer lugar, su importancia radica en que es el elemento por el que


van a entrar los rayos de luz para dirigirse hacia el cuerpo de la cámara,
para la formación de las imágenes.

Figura 5: Distintos objetivos de una cámara fotográfica

Fuente: [Imagen sin título sobre distintos objetivos de una cámara fotográfica]. (s. f.). Recuperado
de https://goo.gl/Au47Hn

El diafragma se encuentra dentro del objetivo, por lo que, a la hora de


elegirlos, será muy significativo observar cuál es la apertura máxima de
diafragma que nos brinda cada uno de los objetivos, ya que esto se
traducirá en mayor o menor cantidad de luz en nuestras fotografías, con el
consecuente aumento o disminución de la calidad de estas.

Por otro lado, en la pequeña definición que brindábamos anteriormente,


se establecía que el objetivo es aquel que permite variar la distancia focal.
Esta es la distancia que existe entre el centro óptico (que se encuentra
dentro del objetivo) y el sensor, es decir, en la “superficie del interior de la
cámara donde se concentran los rayos de luz para lograr una imagen
enfocada” (Bustos Toldos, s. f., p. 87), y se mide en milímetros. Un lente

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con mayor distancia focal nos permitirá realizar más zoom y, a la inversa,
uno con menor distancia focal, un zoom menor.

Por otra parte, con la distancia focal también cambia el ángulo de visión
que obtendremos para nuestras fotografías: mientras menor sea la
distancia focal del objetivo, mayor será el ángulo de visión. De esta forma,
podemos decir que existen tres tipos de objetivos clasificándolos según su
distancia focal. Estos son:
 Objetivo normal: posee una distancia focal de 50 mm y un ángulo de
visión muy similar al del ojo humano (Bustos Toldos, s. f.). También
podríamos ubicar en esta categoría a los objetivos que tienen una
distancia focal de entre 28 y 80 mm (Calleja López et al., 2015b).
 Objetivo gran angular: son aquellos con una distancia focal inferior a 28
mm y se caracterizan por brindar un ángulo de visión muy grande, que
se vuelve ideal para la fotografía de paisajes o de escenarios muy
extensos.
 Teleobjetivo: poseen una distancia focal superior a 85 mm y se
caracterizan por brindar grandes posibilidades para realizar zoom
óptico. Sin embargo, el ángulo de visión que brindan es más cerrado en
comparación con los dos anteriores. Es muy utilizado en la fotografía de
deportes, animales y cualquier objeto que no nos permita acercarnos
demasiado.

La distancia focal de un objetivo incide en la cantidad de zoom óptico que


podemos realizar y, además, modifica el ángulo de visión con el que obtenemos
nuestras fotografías.

Figura 6: Distintos tipos de objetivos con su distancia focal y su ángulo de


visión

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Fuente: Atamian, 2014, https://goo.gl/G9VsDx

La profundidad de campo
La profundidad de campo es el último elemento que nos resta conocer
para poder avanzar un poco más y responder a la pregunta que nos
habíamos planteado acerca de la combinación perfecta de los distintos
parámetros para lograr una exposición correcta.

Podemos definirla como la zona de la fotografía que aparece nítidamente


enfocada o, de una manera más técnica, como “la distancia existente entre
el punto más próximo en el que la reproducción de la imagen es nítida y el
punto más lejano antes de entrar en la zona de desenfoque” (Bustos
Toldos, s. f., p. 88).

A partir de esta definición, podemos decir que en toda fotografía existirán


zonas enfocadas (casi siempre querremos que sean aquellas en las que se
ubique nuestro centro de interés) y otras que no se verán de manera
nítida.

Resulta, entonces, de vital importancia poder controlar la profundidad de


campo a través de la combinación de tres variables con las que contamos a
la hora de hacer una fotografía. Estas son:

 Distancia focal del objetivo: a menor distancia focal, mayor será la


profundidad de campo. Aquí podemos volver a mencionar la
conveniencia de este tipo de objetivos a la hora de la fotografía de
paisajes, ya que nos permitirá contar con una porción bastante amplia
de elementos enfocados. Por otro lado, con una distancia focal larga
obtendremos fotografías con poca profundidad de campo. Un ejemplo
de esto pueden ser las fotografías que se toman a los jugadores de
fútbol.
 Apertura de diafragma: mientras mayor sea la apertura (como habíamos
visto con números f menores), menor será la profundidad de campo. De
allí, por ejemplo, que los objetivos con apertura f 1,8 sean utilizados en
la fotografía de retratos, porque permiten obtener una figura principal
enfocada y un fondo desenfocado.
 Distancia con respecto al objeto a fotografiar y de este respecto al
fondo: como regla general, podemos decir que, mientras más cerca nos
encontremos con la cámara respecto del objeto, menor profundidad de
campo obtendremos. En este punto, debemos hacer la salvedad de que,
para conseguir un efecto de fondo desenfocado (poca profundidad),
también debemos ubicar al objeto lo más lejos posible del fondo.

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Figura 7: Fotografía con poca profundidad de campo, con número f/3,5 y
sacada muy cerca del objeto

Fuente: Álvarez, 2015. Archivo propio, inédito.

La combinación perfecta: pasos y consecuencias de


cada variable
Imaginamos, luego de todo este recorrido, que estarás preguntándote
cómo puede traducirse esto en una buena fotografía. La respuesta, como
en muchos aspectos de la vida, es la práctica. Poco a poco irás amigándote
con todos estos valores hasta manejarlos de manera casi automática de
acuerdo con una situación u otra.

Sin embargo, resulta importante repasar rápidamente un último concepto


que es el de pasos y hace referencia –sencillamente– a aumentar o
disminuir la luz. De tal forma que aumentar un paso significa doblar la luz,
mientras que disminuir un paso hace referencia a dividir la luz por la mitad.

Esto se aplica en la apertura, la velocidad y el ISO. Si bien, como ya hemos


visto, las tres variables manejan valores de medición diferentes, aumentar
o disminuir un paso en cada una de ellas funcionará de la misma manera
(duplicando o dividiendo la luz).

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La ventaja de esto radica en que, si queremos aumentar la cantidad de luz,
podremos hacerlo a partir de estas tres variables y cada una de ellas se
compensará con las demás.

Por ejemplo, si queremos realizar una fotografía con poca profundidad de


campo, que –como habíamos visto– se logra con un número f bajo,
deberemos compensar esta sobreexposición con velocidades de
obturación altas que permitan que el sensor sea alcanzado por esa gran
cantidad de luz solo por unas milésimas de segundos.

Así, se pueden establecer, de manera muy general, ciertas situaciones que


te permitirán elegir la correcta combinación entre estas variables, dándole
prioridad a alguna de ellas por encima de las demás, de acuerdo con la
necesidad creativa de cada una de nuestras fotografías.

 Apertura y manejo de la profundidad de campo: como ya habíamos


observado, la profundidad de campo varía de acuerdo con el número f
que utilicemos. Por lo tanto, si quisiéramos una fotografía con poca
profundidad de campo, lo mejor sería utilizar números f pequeños y
compensar la gran cantidad de luz que llega al sensor exponiéndolo muy
poco tiempo con velocidades rápidas de obturación.
Por otro lado, si deseamos obtener una profundidad de campo mayor,
lo ideal sería utilizar números f altos que dejarían pasar muy poca luz
por el diafragma. En este caso, deberemos utilizar velocidades lentas de
exposición, que permitan que el sensor esté expuesto a esa pequeña
cantidad de luz un tiempo mayor, para lograr, así, una correcta
exposición.

 Congelar o plasmar el movimiento con la velocidad de obturación: a la


hora de fotografiar objetos que se mueven muy rápidamente, con el
objetivo de “congelar” la imagen, deberemos utilizar velocidades de
exposición rápidas. Esto ocasionará que la luz llegue por muy poco
tiempo al sensor y se genere una fotografía subexpuesta. Podemos
compensar esta situación con un número f bajo, que permite la mayor
cantidad de entrada de luz en ese pequeño tiempo. Por otro lado, una
posibilidad expresiva muy grande de la velocidad de obturación es la de
“plasmar” los movimientos de los objetos (como podría ser la estela que
dejan los faros de los automóviles en la ruta, o el flujo de agua de una
cascada). En este caso, se impone utilizar velocidades muy lentas de
obturación, que dan como resultado fotografías sobreexpuestas. Aquí
entra en juego nuevamente la combinación de variables, al utilizar, por
ejemplo, un número f alto, que posibilite la menor cantidad de entrada
de luz y compense, así, la exposición de la fotografía.

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 Sensibilidad ISO: lo ideal es mantener esta variable en un valor bajo –
siempre que las circunstancias lo posibiliten–, ya que valores más altos
pueden ocasionar el tan temido ruido digital. Sin embargo, en las
ocasiones en las que no podamos utilizar ni la apertura de diafragma ni
la velocidad de obturación para aumentar la exposición, podemos echar
mano a valores ISO hasta 400 u 800 (dependiendo de la cámara), lo que
nos dará una cantidad de ruido digital bastante aceptable.
En resumen, lo más importante a la hora de buscar una correcta
exposición es pensar cuál es el objetivo de nuestra fotografía para, de
esta forma, elegir la combinación de variables más adecuada.

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Referencias
Álvarez, M. (2015). Fotografía con poca profundidad de campo. Archivo propio,
inédito.

Atamian, I. (14 de abril de 2014). Todo lo que necesitas saber sobre la distancia
focal de tu objetivo [Entrada de blog]. Recuperado de
https://www.blogdelfotografo.com/distancia-focal/

Bustos Toldos, A. (s. f.). La cámara digital. En Autor, Curso de fotografía digital
(pp. 82-93). Recuperado de
http://www.xelu.net/pdf/materials/3/manual_curs_fotografia_digital.pdf

Calleja López, J. A., Durante Molina J. L. y Trabadela, J. (2015a). Exposición.


Ajustes de la cámara. En Autores, Fotografía digital (pp. 48-80). Madrid, ES:
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Calleja López, J. A., Durante Molina J. L. y Trabadela, J. (2015b). La cámara


digital. En Autores, Fotografía digital (pp. 11-47). Madrid, ES: Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte.

De Blois, A. (15 de septiembre de 2015). Los “pasos” en fotografía: explicados al


detalle [Entrada de blog]. Recuperado de
https://www.blogdelfotografo.com/pasos/

De Blois, A. (14 de febrero de 2017). Fotómetro o exposímetro (qué es y para qué


se utiliza) [Entrada de blog]. Recuperado de
https://www.blogdelfotografo.com/fotometro-exposimetro/

[Imagen sin título sobre distintos objetivos de una cámara fotográfica]. (s. f.).
Recuperado de https://www.apogeephoto.com/wp-
content/uploads/2016/11/lenses-678x381.jpg

[Imagen sin título sobre objetivos que muestran distintas aperturas]. (s. f.).
Recuperado de http://www.packandclick.com/conceptos-basicos-de-fotografia/

[Imagen sin título sobre ruido digital]. (s. f.). Recuperado de


http://fotografiaparaprincipianntes.blogspot.com/2017/12/como-evitar-el-ruido-
digital.html

Real Academia Española. (2014). Fotografía. En Autor, Diccionario de la Real


Academia Española. Recuperado de http://dle.rae.es/?id=IK5nbBo

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