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Situación actual de los biocombustibles

El consumo de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) contabiliza la


mayor proporción de los requerimientos mundiales de energía al sumar 475 EJ en
el año 2008. Las energías renovables contribuyen con el 13% del consumo
mundial de energía primaria, donde la biomasa y los residuos representan poco
más del 10%, la hidroelectricidad el 2.3% y las otras energías renovables
contribuyen con el 0.5%. La energía nuclear satisface el 6% del consumo
energético global.

Aproximadamente un 77% de toda la energía renovable en el mundo proviene de


la biomasa. Alrededor del 77% del consumo total de biomasa se da en los usos
tradicionales para cocción de alimentos y calefacción en los países en desarrollo
(leña y carbón vegetal), en tanto que los usos modernos de la bioenergía como los
biocombustibles líquidos para el sector transporte, la generación eléctrica y la
generación de calor en los procesos industriales, consumen poco más del 23%
(11.3 EJ) (Chum et al., 2011).

Situación en México

México al ser un país productor y exportador de petróleo, durante décadas México


no pareció prestar mucha atención al desarrollo de otras fuentes energéticas. El
interés público se dio a conocer a partir de un informe coordinado por la
Secretaría de Energía (SENER) y el Banco Interamericano de Desarrollo en el
año 2006, en el cual se proponía el desarrollo de energías alternativas como el
bioetanol a partir de caña de azúcar, sorgo dulce (Sorghum spp.) o yuca (Manihot
esculenta Crantz), así como el biodiesel a partir de canola, soya y Jatropha
(Macera et al., 2006).

Según la Secretaría de Energía (SENER), el consumo de energía primaria en


México llegó a 8,478 PJ en 2008 (SENER, 2009). La fuente principal de energía
fue el petróleo, seguido del gas natural. Las energías renovables en México tienen
una participación del 10%, en donde la hidroelectricidad representa el 4.5% y la
biomasa (leña y bagazo de caña) alcanza el 5%, mientras que la energía eólica y
la geotérmica participaron con el resto.

En el año 2007 se asignaron los primeros apoyos para inversionistas y


productores de biocombustibles otorgados por la SENER y la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA)
(Conafor, 2007). En este inicio, el uso del etanol no se promovió, dado que
proviene de la caña de azúcar y este cultivo entra en la categoría de alimento, por
lo que su utilización va en contra de la Ley de los Bioenergéticos. A cambio se
otorgó promoción principalmente al cultivo de Jatropha (Veracruzanos, 2010), que
no era conocida por sus usos alimenticios. Desafortunadamente no se previeron
otros aspectos igualmente importantes, como la falta de experiencia agronómica
en el cultivo de esta especie, la baja productividad de los materiales sembrados y
la ausencia de una infraestructura local para la conversión energética; por lo que
los costos de producción de estos primeros biocombustibles se elevaron
considerablemente, aunado al hecho de que no existían mercados nacionales
para estos nuevos productos, puesto que la paraestatal Petróleos Mexicanos
(PEMEX) nunca utilizó los biocombustibles como aditivos en sus productos, tal
como se había planteado en un inicio, lo que generó una falta de mercado y
terminó decepcionando tanto a inversionistas privados como a los gobiernos
estatales que decidieron apostar por ellos (Valdés-Rodríguez et al., 2014).

En cuestiones ambientales, aunque las siembras no fueron en gran escala, los


incentivos económicos otorgados al cultivo de biocombustibles provocaron que
algunas tierras asignadas a cultivos prioritarios como el maíz fueran empleadas
para la siembra de Jatropha, y en otros casos, terrenos con vegetación primaria
fueron deforestados, resultando que no se cumplieran los propósitos de
sustentabilidad alimentaria y ambiental esperados (Skutsch et al., 2011).
En la actualidad, la mayoría de las tecnologías utilizadas para el aprovechamiento
energético de la biomasa en el país son ineficientes, lo que implica un desperdicio
de recursos y de energía, además de generar impactos negativos en el ambiente
(Islas et al., 2007).

Potencias

En México existe un gran potencial de recursos biomásicos para producir


biocombustibles líquidos, biocombustibles sólidos y biogás. En un estudio
detallado sobre la disminución de emisiones de carbono en México financiado por
el Banco Mundial, donde participaron miembros de la REMBIO, se evaluó el
potencial energético de las principales fuentes de bioenergía disponibles en el país
(Johnson et al., 2009). Se estimó que el potencial técnico de la bioenergía
equivale a 3,569 PJ/a, o el 42% del consumo de energía primaria en 2008.

La madera representa el 54% del potencial total con 1,923 PJ/a, de los cuales
1,515 PJ/a provienen del manejo de los bosques nativos, mientras que 345 PJ/a
podrían obtenerse si se establecen 2.9 Mha de plantaciones forestales
(eucaliptos). Para cultivos dedicados destinados a biocombustibles líquidos de
primera generación el total del potencial técnico es de 718 PJ/a, de los cuales 540
PJ/a son de etanol y 178 de biodiesel. El total del potencial de los residuos
actualmente disponibles es de 341 PJ/a. Existe además un potencial de 35 PJ/a
de estiércol de ganado y 35 PJ/a de residuos municipales aptos para producir
biogás. Aunque es un potencial menor, su desarrollo es muy importante porque
está inmediatamente disponible y su aprovechamiento ayuda a reducir la
contaminación de las aguas y la atmósfera.

Para estimar el potencial de madera de manejo sostenible, sólo se contabilizó el


incremento medio anual (IMA) de los bosques y selvas nativos, fuera de áreas de
conservación, con pendientes menores al 30% y a distancias de hasta 3 km de
caminos existentes. Para esta opción existe potencial en todo el país, pero está
más concentrado en las tierras altas de la Sierra Madre Oriental, la Sierra Madre
Occidental y las tierras bajas de la península de Yucatán. Las productividades
estimadas varían entre 1 y 4 tMS/ha/a, y para usos energéticos se consideran
solamente las especies y partes de árboles no utilizables para madera de aserrío,
postes y celulosa.

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