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CAPÍTULO 5

2. COMO TRATAR CON LAS DIVERSAS EDADES (5/01-


02).

1 Con un anciano no seas duro, sino dirígite a él


como a un padre; a los jóvenes, como a
hermanos; 2 a las ancianas, como a madres; a las
jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.

Con una breve indicación muestra Pablo a su


representante cuál es la actitud que debe guiar su trato
con cada uno de los grupos y edades de los miembros
de la comunidad. Ciertamente, él es el responsable de
la comunidad y tiene la autoridad correspondiente.
Pablo se coloca tras él con sus escritos para robustecer
su posición. Pero la comunidad cristiana no es ni puede
ser un campo sobre el que ejerza un dominio
despótico. Es una gran familia y debe estar llena de
espíritu de amor auténtico. El mismo Jesús había
llamado a sus discípulos y discípulas hermanos,
hermanas y madre60; había enseñado a los suyos a
considerarse como una gran familia6l. El espíritu
fraterno de la comunidad primitiva de Jerusalén
aparece claramente en las narraciones de los Hechos
de los apostoles62; «uno solo era el corazón y una sola
el alma» de los creyentes. También Timoteo debe
considerar y tratar como a su familia la comunidad a él
confiada, como a hombres a los que está unido por el
mismo amor y respeto que le une a sus padres y
hermanos. A pesar de su juventud no tratará con
dureza a un hombre anciano, aunque deba reprenderlo
y corregirlo, sino que, con todo respeto, le tratará
como a un padre, y a una mujer anciana la tratará
como a una madre. A los jóvenes de ambos sexos los
tratará como a hermanos y hermanas, y en el trato con
las mujeres jóvenes guardará una discreta reserva y un
respetuoso recato.
...............
60.Mc 3,31-35.
61.Mc 10,295.
62.Act 2,42-47; 4,32.
...............

3. LAS VIUDAS (5/03-16).

Ya en el Antiguo Testamento, las viudas, a causa de la


dura pérdida que habían sufrido63, estaban
encomendadas por la ley a la protección del pueblo64.
También en las primeras comunidades cristianas se
preocupaban por ellas con solicitud amorosa65, ya que,
no existiendo el seguro social de vida ni una asistencia
pública organizada, las mujeres que, habiendo perdido
a sus maridos, no tenían parientes y no querían
casarse por segunda vez, estaban, en su mayoría, en
una situación económica muy difícil y en grandes
apuros. Pablo, en sus indicaciones a Timoteo sobre la
forma de desempeñar su cargo, se ocupa ahora de este
grupo de cristianos. Es un rasgo muy importante y
significativo el que se le recomiende especialmente a
Timoteo la solicitud por los más pobres, por las viudas
y por los esclavos (6,1s). Por las explicaciones que da
vemos que usa el nombre de «viuda» en varios
sentidos. Unas veces «viudas» son aquellas mujeres
que han perdido a sus maridos, pero que tienen aún
hijos y nietos, es decir, parientes obligados a
preocuparse por ellas (5,4.8). De éstas hay que
distinguir aquellas «viudas» que viven, sin ningún
pariente, totalmente solas y sin medios, dentro de la
comunidad (5,3.5). Un tercer grupo de viudas lo
constituyen aquellas mujeres que se dedican al servicio
caritativo de la comunidad, para cuya aptitud, como
para la del «obispo» y la del diácono (3,1-13), pone
Pablo ciertos requisitos (5,9-16).
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63.Is 1,17-23; 10,2; Jer 7,6; 22,3; Bar 6,37.
64.Ex 22,21s; Dt 10,18; 24,17; Sal 68(67)6; 2Mac 8,28-30.
65.Act 6,1; 9,39; Sant 1,27.
...............

a) Solicitud por las viudas (5,3-8).

3 Honra a las viudas, si son viudas de verdad.


Aludiendo conscientemente al sentido literal del cuarto
mandamiento66, exige Pablo honrar a las viudas. Esto
no significa que Timoteo deba limitarse a recibir con
respeto a las viudas, a mostrarles respeto externo
como a una madre (5,2), sino que incluye una ayuda
material a estas pobres mujeres. Requisito para esto
es, naturalmente, que se trate de viudas de verdad, es
decir, de mujeres que hayan renunciado a casarse por
segunda vez y que vivan solas en la comunidad, en
situación apurada, porque no tengan parientes
obligados a preocuparse por ellas. El amor cristiano al
prójimo debe manifestarse en obras hacia estas
mujeres, para aligerar así su pérdida.

Si existe verdadero amor en la comunidad, debe


demostrarse ante todo con las viudas, con esas pobres
mujeres solas y sin medios que viven en la comunidad.
...............
66.Ex 20,12; Dt 5,16.
...............

4 Pero si una viuda tiene hijos o nietos, que


aprendan primero éstos a cumplir sus deberes
filiales en la propia familia y a corresponder por
lo que deben a sus progenitores, pues esto es
agradable a Dios.

Pablo determina aún más claramente el concepto de


«viuda» señalando que a aquellas viudas que tienen
descendencia, es decir, hijos y nietos, no debe
sostenerlas la comunidad cristiana. La obligación de
preocuparse por ellas recae en este caso en sus hijos y
nietos, que están unidos a las viudas por los vínculos
de la sangre, de la familia y de la piedad, y que de esa
forma pueden demostrar el agradecimiento a sus
mayores. Se añade a esto que la voluntad de Dios
enuncia expresamente esta obligación en el cuarto
mandamiento. Si los hijos y los nietos tienen que
cumplir con sus mayores las obligaciones prescritas por
Dios, no hay ninguna razón para que cuando aquéllos
son viudas la solicitud caritativa de la comunidad se
vuelque sobre ellas.
5 Pero la viuda de verdad y que ha quedado sola
tiene su esperanza puesta en Dios y persevera
día y noche en súplicas y oraciones.

Frente a la viuda que tiene parientes obligados a


preocuparse de ella coloca el Apóstol a la «viuda de
verdad». Sus distintivos son soledad, desamparo y una
vida totalmente dedicada a Dios. La viuda sola,
probada en el dolor, ha entregado toda su vida a Dios
con quien, como la piadosa viuda Ana (Lc 2,36s), está
íntimamente unida en oración continua. Por esta mujer
debe preocuparse la comunidad.

6 Por el contrario, la que vive entregada a los


placeres está ya muerta, aunque viva todavía.

Pero si una viuda intenta adormecer su dolor


disfrutando plenamente de las alegrías del mundo con
una vida pecadora, de crápula, está muerta para la
comunidad cristiana, porque ya no vive en unión con
Cristo y ha perdido la verdadera vida. Tiene nombre de
viva, pero está muerta (Apoc 3,1). Obrando así, ha
perdido el derecho a que la comunidad se preocupe
amorosamente de ella. Pablo, como pastor de almas
con experiencia, sabe que también dentro de las
comunidades cristianas hay cristianos que sólo de
nombre están vivos, porque en realidad están muertos,
ya que han perdido la unión con Jesucristo, que es la
vida (Jn 11,25).

7 Insiste en esto: que sean irreprochables. 8 El


que no mira por los suyos y en particular por los
de su familia ha renunciado a la fe y es peor que
un no creyente.

Timoteo, por encargo de Pablo, debe predicar en la


comunidad estos principios fundamentales; ellos son
los que deben determinar la actuación de la comunidad
y su solicitud por las viudas. Pablo vuelve otra vez a las
ideas que expuso antes (5,4), movido tal vez por
alguna experiencia desagradable. Con palabras severas
explica que la obligación de procurar por las viudas
recae primariamente en los parientes y que la
obligación de los parientes para con las viudas es
anterior a la obligación de la comunidad. Si los
parientes desatienden esta obligación, niegan su fe con
las obras. Al obrar así, apostatan prácticamente de la
fe, aunque lleven el nombre de cristianos; caen incluso
más bajo que los paganos, que aunque no conocen a
Cristo e ignoran, por tanto, el deber del amor, se
comportan, al menos con sus mayores, con respeto y
amor filial, tal como nos lo muestra tan a menudo la
antigüedad. Tratar sin amor a los de casa, negarse a
sostener y a ayudar caritativamente a los parientes
necesitados, es una apostasía práctica del cristianismo.
Con toda claridad enuncia aquí el Apóstol una doctrina
que nos recuerda un deber que tantos cristianos ya no
quieren admitir.

b) El cargo de viuda (5,9-16).

Pablo, sin insistir más, pasa ahora a un tercer grupo de


viudas que, como aparece claramente del conjunto, se
dedican al servicio caritativo de la comunidad y que,
por eso, están incluidas en un grupo especial. Al igual
que el «obispo» (3,2-7) y el diácono (3,8-13), estas
viudas tienen un cargo en la comunidad y por eso son
necesarios ciertos requisitos para la elección de estas
mujeres y su inclusión en el grupo67.
...............
67. En este pasaje nos encontramos con el primer testimonio del
cargo primitivo cristiano de viuda. tal como lo conocemos en
tiempos posteriores por IGNACIO DE ANTIOQUÍA (Carta a
Policarpo 4,1) y POLICARPO DE ESMIRNA (Carta a los Filipenses
4,3). Probablemente este cargo era idéntico al de diaconisa (Rom
16,1).
...............

9 Inscríbase como viuda la que no tenga menos


de sesenta años, se haya casado una sola vez, 10
y de cuyas buenas obras haya testimonio: que
haya educado a los hijos, haya practicado la
hospitalidad, haya lavado los pies a los santos,
haya asistido a los atribulados y se haya
ejercitado en toda clase de buenas obras.
Tres requisitos menciona expresamente el Apóstol para
estas viudas que trabajan en el servicio de la
comunidad: el primero es la edad, y de él se dan
amplias razones en los versículos siguientes. La viuda
debe tener más de sesenta años. Así están
garantizadas la experiencia y la fidelidad, sobre todo
porque, con viudas más jóvenes, se habían dado malas
experiencias (5,11-15). Se exige además que sólo haya
estado casada una vez, es decir, que haya renunciado
a contraer segundas nupcias y se haya mantenido fiel a
su marido aun después de la muerte68. Como tercer
requisito menciona Pablo la perseverancia y la fidelidad
en la vida cristiana, que se manifiesta en el ejercicio de
auténticas obras de amor. La razón es que el cargo que
han de desempeñar en la comunidad, que está en
relación sobre todo con las obras de caridad, sólo
puede ser confiado a una mujer que haya sido probada
en su vida anterior por sus buenas obras y que haya
adquirido buena fama en la comunidad69.

Como ejemplos de tales obras de caridad nombra el


Apóstol la educación de los hijos, propios o ajenos, es
decir, los huérfanos, y la hospitalidad, que tenía gran
importancia en los primeros tiempos cristianos por el
gran número de misioneros cristianos itinerantes y de
cristianos perseguidos. Se menciona, además, «lavar
los pies a los santos», que no es sólo una fórmula de
acogida hospitalaria, sino que significa prontitud para
servir70 humildemente y sin egoísmo a todos los
«santos», esto es, los cristianos, y, después, haber
«asistido a los atribulados» y haberse «ejercitado en
toda clase de buenas obras». Un cuarto requisito,
aunque no se menciona expresamente, se deduce con
certeza de las explicaciones que da a continuación: la
viuda debe renunciar a todo matrimonio, pues la
inclusión en el grupo de las viudas se consideraba
como unos esponsales con Cristo (5,11s).

Ya en la comunidad primitiva desempeña la mujer un


papel importante en el servicio de la comunidad71. Lo
que Pablo exige aquí a las viudas que trabajan en el
servicio caritativo de la comunidad es una personalidad
madura, probada en la vida cristiana, de cuya fe
cristiana brote amor servicial, y que consagre toda su
vida a este servicio.
...............
68. Cf. 3,2.12
69. Un ejemplo hermoso del amor servicial de una mujer de Jope
es el de Tabita, del que nos informa Act 9. 36-39.
70. Cf. Jn 13,1-17; Mc 1,7.
71. Cf. Rom 16,1s.3.6.12s.15; 1Cor16,19; Flp 4,2; 2Tim 4,19.21.
...............

11 A viudas más jóvenes no las admitas, porque,


cuando sus impulsos pasionales las apartan de
Cristo, quieren casarse, 12 y caen así en juicio
condenatorio, por haber roto su primer
compromiso. 13 Y además, como no tienen nada
que hacer, aprenden a ir de casa en casa; y peor
todavía que la ociosidad son su charlatanería y
sus ingerencias, llegando a hablar de cosas
inconvenientes.

Pablo expone ahora la razón por la que Timoteo debe


excluir a las viudas jóvenes de este cargo. En ellas
puede brotar de nuevo el amor sensible, que las
apartaría de Cristo, porque intentarían casarse de
nuevo. A] obrar así traicionarían a Cristo, a quien se
habían consagrado al recibir su cargo, probablemente
con una promesa o incluso con un voto. Traicionarían
su primer compromiso y se atraerían así el castigo
divino. Las tareas del cargo de viuda pueden además
representar un gran peligro para las viudas jóvenes por
otra razón. El deber de visitar las casas puede llevarlas
a una ociosidad aparentemente atareada, puede ser
ocasión de chismorreo indebido, de impertinencias y de
toda clase de pecados de la lengua. Para evitar todos
estos peligros, el Apóstol, como pastor de almas con
experiencia y buen conocedor de los hombres, ordena
a su discípulo que mantenga alejadas de este cargo a
las viudas jóvenes. Pablo está con ambos pies en el
suelo y conoce los peligros del cristiano en este mundo.
De ahí sus sabias precauciones al elegir a las viudas
que han de trabajar en el servicio de la comunidad.
14 Quiero, pues, que las jóvenes se casen, tengan
hijos, lleven su casa, y no den al enemigo ningún
pretexto para malas habladurías; 15 pues
algunas ya se han vuelto atrás en pos de Satán.

Las viudas jóvenes es mejor que se casen de nuevo,


que cumplan con sus deberes de madre y se encarguen
de las faenas de su casa. Si se siguen estas
instrucciones del Apóstol, no hay tampoco peligro de
que las comunidades cristianas sean difamadas por el
«enemigo», el judío o pagano enemigo de los
cristianos. Se quita toda ocasión de que hablen mal.
Probablemente esta orden del Apóstol se debe a
algunas experiencias tenidas en las comunidades.
Desde un punto de vista totalmente diverso había
aconsejado a las viudas: «Es cosa buena quedarse
como yo» (lCor 7,8), es decir, que no se casaran de
nuevo. Pablo pone la vida célibe, virginal, por encima
del matrimonio72, pero sabe que su consejo no es
válido para todos ni en todas las circunstancias.

Tristes experiencias de viudas jóvenes que se han


apartado del camino recto y han seguido a Satán han
movido al Apóstol a intimar este precepto. Algunas
viudas jóvenes, extraviadas por los falsos maestros,
han perdido la moralidad y la fe, y se han convertido
en presa de Satán.
...............
72.Cf. 1Cor 7,25-35.
...............

16 Si alguna creyente tiene viudas en la familia,


que se encargue de ellas, para no cargar a la
Iglesia, de suerte que ésta pueda hacerse cargo
de las auténticas viudas.

Al final de sus explicaciones sobre el cargo de viuda


añade el Apóstol una observación sobre el sustento de
las viudas, cuyo sentido, por desgracia, nos es
imposible entender claramente. Probablemente no se
trata, como en el caso antes mencionado (5,4), de la
obligación de una mujer de sostener a las viudas que
sean parientes suyas. Quizás Pablo tiene ante sus ojos
un caso concreto: el de varias viudas que trabajan en
el servicio caritativo de la comunidad y conviven en la
casa de una cristiana pudiente. Si esta mujer posee los
medios necesarios, debe sostener a las viudas que
trabajan en el servicio de la comunidad y viven con
ella, para no cargar a la comunidad, que ya tiene
bastante con preocuparse de las viudas pobres y
desamparadas (5,3.5). ¡Qué preocupado está Pablo por
las viudas pobres y desamparadas de las comunidades!
Lo que se nos dice de la comunidad primitiva de
Jerusalén (Act 4,32s), que «uno solo era el corazón y
una sola el alma de la multitud de los creyentes, y
nadie consideraba propio nada de lo que poseía, sino
que todo lo tenían en común», debía valer también
para la comunidad de Éfeso y demostrarse en la
solicitud por las viudas. Debían formar una verdadera
hermandad de amor.

4. Los PRESBÍTEROS (5/17-25).

Pablo da ahora instrucciones relativas a otro grupo de


la comunidad de Éfeso: los presbíteros, los «ancianos».
Son ministros que, como colegio, están al frente de la
comunidad de Éfeso y de otras comunidades de la
Iglesia del Asia Menor73. Timoteo, como representante
de Pablo está encargado de la alta dirección de todas
estas comunidades y recibe instrucciones sobre qué
reglas debe seguir para pagar a estos presbíteros y
para proceder en cuestiones de disciplina eclesiástica
relacionadas con ellos. El Apóstol los ha mencionado ya
(4,14) al recordar a Timoteo el día en que él y el
colegio de los presbíteros les habían impuesto las
manos. Su cargo es muy semejante al cargo de
«obispo» (3,1-7). En sus declaraciones muestra Pablo
cuánto aprecia él a los presbíteros, cómo protege su
honor, somete sus faltas a un juicio imparcial y hace de
la elección de un presbítero ocasión de reflexión seria y
madura.
...............
73.En 5,1 hemos traducido esta misma palabra por «anciano»,
porque allí se refiere a la edad.
...............
17 Los presbíteros, que desempeñan bien su
cargo, sean honrados con doble honor, sobre
todo los que trabajan en la predicación y en la
enseñanza. 18 Pues dice la Escritura «Al buey
que trilla no le pongas el bozal», y: «el obrero
merece su salario.»

Pablo pide que los presbíteros que desempeñen


fielmente su cargo de responsables de la comunidad
sean «honrados con doble honor», sobre todo si se
dedican a proclamar la palabra predicando y
enseñando. Doble honor significa alta estimación y
respeto, pero significa también una compensación
correspondiente para su sostenimiento. Estos hombres,
de acuerdo con su trabajo y con su responsabilidad,
deben recibir una paga mayor. El Apóstol fundamenta
con dos razones la obligación de la comunidad de
atender al sostenimiento de sus responsables,
predicadores y maestros. Hace una aplicación de un
pasaje de la Escritura (Dt 25,4), para explicar la
obligación de la comunidad de mantenerlos74. Al buey
que tira del trillo y que, mientras trabaja, coge al paso
espigas con su boca, no se le debe poner bozal para
impedírselo, porque está haciendo un trabajo pesado.
Igualmente, el que preside la comunidad, el que
trabaja con todas sus fuerzas al servicio de la
comunidad, tiene derecho a ser mantenido por la
comunidad. Cita además unas palabras de Jesús que
las comunidades cristianas conocían por la predicación
y que los evangelistas Lucas y Mateo recogieron en sus
Evangelios (Lc 10,7; Mt 10,10). La autoridad de la
Sagrada Escritura del Antiguo Testamento y la palabra
de Jesús constituyen el fundamento del derecho a ser
sostenidos que tienen los ministros de la Iglesia. Pablo
se preocupa también por su bienestar corporal dentro
de las comunidades. En otro lugar dice que «el Señor
dio instrucciones a los heraldos del Evangelio para vivir
del Evangelio» (ICor 9,14).
...............
74. Ya en ICor 9,9s ha fundamentado Pablo, con la misma cita de la
Escritura, esta obligación de la comunidad.
...............
19 Contra un presbítero no admitas querella que
no esté avalada por dos o tres testigos. 20 A los
que cometen pecados corrígelos públicamente,
para que los demás experimenten con ello el
debido temor. 21 En la presencia de Dios y Cristo
Jesús y de sus ángeles escogidos te encargo
solemnemente que observes estas normas sin
prejuicio, no haciendo nada con parcialidad.

El Apóstol da aquí indicaciones importantes sobre la


forma de tratar las cuestiones de disciplina eclesiástica
entre los presbíteros, que son responsables de las
comunidades. Con la norma de que una acusación
contra un presbítero debe ir avalada por dos o tres
testigos, de acuerdo con el tenor de la ley del Antiguo
Testarnento75 y con la práctica primitiva cristiana 76,
se tiende a impedir toda acusación y sospecha a la
ligera. Pero si un presbítero ha faltado realmente, y
dos o tres testigos irreprensibles corroboran su culpa
(5,9), hay que pedirle cuentas públicamente (¿ante
todos los presbíteros o ante toda la asamblea de la
Iglesia?) sin miramientos, y amonestarle. Tal disciplina
tendrá un efecto educador: hará que los demás
presbíteros se espanten del pecado.

Tan importante es para el Apóstol lo que prescribe, que


conjura solemnemente a su representante a que se
atenga a sus instrucciones. Con palabras serias y
solemnes, con la vista vuelta hacia el futuro
advenimiento de Cristo y el juicio final ante la corte del
cielo compuesta por Dios, Jesucristo y los ángeles
escogidos, se exhorta a Timoteo a cumplir estas
obligaciones con entera imparcialidad, sin favoritismo
ni aversión. Pablo sabe que el mantenimiento de la
disciplina eclesiástica es doblemente difícil cuando
Timoteo, joven como es (4,12), debe proceder contra
un anciano y un responsable de la comunidad. Pero
cuando se trata de faltas y pecados, ninguna
precaución humana ni ningún temor deben impedir
juzgar con justicia y castigar, porque, en caso
contrario, se quiebra la disciplina de la comunidad.
...............
75.Dt 17,6; 19,15. 16.Mt18,16; 2Cor13,1.
...............

22 No te precipites en imponer las manos a


nadie, haciéndote así responsable de los pecados
ajenos; consérvate puro.

Movido por esta preocupación de que sólo presbíteros


dignos dirijan las comunidades cristianas, insta el
Apóstol a su representante a que no se precipite en
imponer las manos a nadie, dándole un cargo en la
Iglesia. Una elección apresurada, no suficientemente
probada, y la consiguiente colocación en el cargo de un
hombre indigno, harían a Timoteo responsable de
todos los pecados que aquél cometiera. La
responsabilidad que pesa sobre Timoteo es grande y
grave. Toda ligereza en la elección de un presbítero
puede hacerle responsable de pecados ajenos. Pero
para poder juzgar así a los hombres debe ser puro él.
Con su vida irreprochable, limpia, sin mancha, él debe
ser ejemplo para todos. Sólo entonces podrá juzgar a
otros con justicia.

23 Deja el régimen de agua sola: toma un poco


de vino, por el estómago y por tus frecuentes
achaques.

Inmediatamente, y sin que venga a cuento, Pablo da a


su discípulo un consejo sobre su salud. Dada la
debilidad de su salud, no debe mantener su régimen de
agua sola; debe beber también algo de vino. La razón
de que, hasta entonces, Timoteo bebiera sólo agua, no
se dice. No es probable que esta postura ascética
estuviera en relación con las concepciones condenadas,
tal como se defendían en el círculo de los falsos
maestros77. Tanto se preocupa Pablo por su
«verdadero hijo en la fe» y por su bienestar, que le da
este consejo. ¡Con qué vigor aparece en esta
observación la figura del hombre Pablo, de corazón
bondadoso, lleno de amor, preocupado!
...............
77.Cf. a propósito de 4,3.
...............
24 Hay algunos, cuyos pecados están al
descubierto aun antes de ser sometidos a juicio;
otros, en cambio, lo son después. 25 Lo mismo
pasa con las obras: las buenas están al
descubierto; las otras no tardan en descubrirse.

Estas exhortaciones constituyen probablemente la


razón de la atención que hay que tener al elegir un
ministro de la Iglesia. El deseo del Apóstol es que para
dirigir a la comunidad se destinen sólo hombres de vida
firmemente enraizada en el suelo de la fe y
moralmente pura, que resista un detenido análisis. Por
eso señala que, tratándose de hombres cuyas obras
son manifiestamente buenas o malas, no es necesaria
ninguna investigación sobre su dignidad o indignidad.
Pero hay también pecados ocultos, escondidos, que
sólo aparecen después de un examen serio y
concienzudo, exactamente igual que hay buenas
acciones totalmente ocultas. En tales casos, un examen
concienzudo y detenido es necesario y seriamente
obligatorio. Este examen nos dará luz sobre la
capacidad o incapacidad, sobre la dignidad o indignidad
de tal hombre.

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