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A 75 años de la victoria soviética en la batalla de Stalingrado:

¡Todo para el frente, todo para la victoria!


¡Nuestra causa es justa, el enemigo será derrotado, la victoria será nuestra!

Alfredo Valles

Tales fueron las consignas pronunciadas por Stalin para orientar los esfuerzos de
todos los ciudadanos soviéticos en hacer frente a la agresión a la URSS por parte
de los fascistas alemanes y los ejércitos aliados de Hungría, Finlandia, Rumania e
Italia, y la cual por sorpresa dio inició el 22 de junio de 1941. Los fascistas
pretendían triunfar rápidamente mediante la guerra relámpago.
No obstante la ventaja inicial de los invasores, los trabajadores y las
diversas nacionalidades soviéticas dieron ejemplo de feroz resistencia y heroísmo
contra el ejército de los perros rabiosos del capitalismo. Primero en las zonas
fronterizas, luego en la defensa de la fortaleza de Brest o las ciudades de Liepaja,
Tallin, Shiauliai o Peremyshl.
La defensa también fue tenaz en Leningrado, Smolensk, Kíev o Moscú.
En 1942 el Ejército Rojo, que siempre fue respaldado por ciudadanos
trabajadores, mujeres, campesinas/os de Sovjoses o Koljoses de toda la Unión en
un esfuerzo que ponía por delante el sacrificio de la vida misma para alcanzar la
victoria y la liberación, inició una ofensiva general que no pudo sostenerse hasta
derivar en acciones defensivas por un largo período de tiempo.
A pesar de la defensa de Sebastopol durante ocho meses aún sin
municiones alimentos y agua potable suficiente el ejército soviético tuvo que
montar retirada y logró unirse a destacamentos guerrilleros en las montañas. Los
nazis, seriamente diezmados por la lucha soviética, no podían iniciar una ofensiva
en todo el frente y concentraron sus fuerzas en el sur.
Es en esta situación de la cual brota la batalla de Stalingrado.
Vasily Ivánovich Chuikov, Héroe y Mariscal de la Unión Soviética, relata en
su libro La gran guerra patria de la Unión Soviética 1941-1945 que la batalla duró
al menos seis meses y medio, en la cual puede distinguirse un período defensivo y
otro ofensivo por parte de las fuerzas soviéticas, la cual enfrentó a millones de
hombres y circuló gran cantidad de material de guerra por ambos bandos.
Hoy en día los capitalistas nos educan a su conveniencia por todos los
medios posibles. Por ejemplo, en una serie norteamericana puede de repente
surgir una opinión desfavorable a la Unión Soviética pronunciada por uno de los
personajes que generan más simpatía por parte de los espectadores. Por lo
general se minimiza la importancia de la batalla de Stalingrado.
YouTube mediante videos aparentemente inofensivos nos ha entrenado
para tener una impresión superficial y distinta de Hitler y los fascistas al grado de
convertirlo en un personaje cuya neurosis consigue nuestra empatía. Eso ha
echado al olvido la brutalidad de ese representante de los monopolios, su
motivación compartida de esclavitud y exterminio.
Inicialmente la superioridad del bando fascista era enorme en cantidad de
efectivos militares como en el número de armas. Día tras día en la ofensiva nazi
para tomar Stalingrado se sumaban elementos rumanos o italianos. Pese a las
medidas tomadas para hacer frente a la situación por parte del Gobierno Soviético
y el Alto Mando Supremo los fascistas avanzaron hasta el Río Volga.
Historiadores burgueses de distintos puntos del mundo hablan que los
fascistas estaban en todos lados, pero nunca pudieron superar la defensa heroica
que miles y millones de ciudadanos soviéticos le opusieron desde el lado oeste del
Volga. Y ese mínimo pero formidable punto de defensa contribuyó en gran manera
a revertir la situación a la larga.
Los héroes populares de la batalla son en parte los pobladores de
Kletskaia, los antitanquistas de la 33va. División de la Guardia que destruyeron
cerca de 30 tanques alemanes, los soldados de la 40va. División que rechazó a la
infantería alemana en un típico combate calle por calle y casa por casa; varios de
estos soldados se inmolaron con granadas para frenar a los fascistas.
En los alrededores de Stalingrado se llevaron a cabo combates sangrientos,
donde se destacó la moral y el sacrificio de la población soviética. Soldados
artilleros que eliminaron aviones, tanques y camiones de infantería alemana.
Existieron además combatientes internacionalistas. Miles de marinos, soldados de
infantería y guerrilleros defendieron Stalingrado.
Y no obstante todo lo grandioso que pueda resultar un ojo a detalle en los
esfuerzos soviéticos durante la batalla de Stalingrado, hay otro aspecto
fundamental: la colaboración de toda la población soviética bajo la dirección del
Partido Comunista de la Unión Soviética y del Comité Estatal de Defensa en el
propósito de concentrar y enfocar toda la economía a ganar la guerra.
Un ejemplo: pese a la gran desproporción e inferioridad de fuerzas y
pertrechos militares, sólo a un año del inicio de la agresión (1942) los ciudadanos
soviéticos, en su gran mayoría mujeres, lograron que la industria produjera en
promedio 24 mil tanques y artillería autopropulsada; 27 mil aviones de combate,
cerca de 25 mil cañones de 75 mm y arriba de 85 mil morteros.
¿Al mismo tiempo cuánto producía Alemania basada en el trabajo forzado
de población esclava trasladada desde los países ocupados y de los obreros
alemanes fanatizados? Un número estimado de 13 500 tanques y cañones de
asalto; arriba de 11 mil cañones y 17 mil morteros. Esto es muestra de lo que se
afirma como la superioridad de la economía socialista por encima de la capitalista.
Los soviéticos luchaban por su libertad y la de otros pueblos.
El bando fascista combatía para poseer, esclavizar y dominar el mundo.
El bando capitalista ‘aliado’ no intervenía, para favorecer a los fascistas.
En noviembre el gran pueblo soviético pasó de la defensiva a la ofensiva.
Antes y después la cabeza y el corazón de la resistencia militar, guerrillera y
popular fue el Partido Comunista. Los comunistas hacían trabajo sigiloso y
conspirativo aún en las condiciones más negras y humillantes. Aconsejaban,
animaban, orientaban, esclarecían las cosas frente a la población Soviética.
Jóvenes y adultos comunistas tomaban las tareas más arriesgadas.
En determinadas acciones militares las fuerzas soviéticas encapsularon a
300 mil efectivos fascistas. Los diezmaron día y noche hasta lograr su rendición en
febrero de 1943. Hoy en día la burguesía exige con sutileza leer sobre Stalingrado
en las plumas de Antony Beevor o Vasily Grossman, pero esto es para calumniar a
la URSS y ganar las cabezas de jóvenes y mujeres para los capitalistas. Para
hacernos creer que no tenemos opción ni alternativa más allá del capitalismo.

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