Sei sulla pagina 1di 2

102.

- No he venido a ser servido sino a servir

Ambientación

La Cuaresma es tiempo de puesta a punto, de mirarnos por dentro y descubrirnos


como somos, con sinceridad. La palabra de Dios nos ofrece cada día un punto de
referencia para confrontar nuestra propia vida, nuestra manera de pensar y actuar,
con los valores que nos propone Jesús en el Evangelio. Ser cristiano significa estar
dispuesto a hacer constantemente esta confrontación y estar dispuesto a reproducir
en nuestras vidas la propuesta del Evangelio. Nuestra debilidad nos obliga a ir
despacio, pero hay que ser capaces de ponerse constantemente en camino.

Palabra de Dios (Mt. 20, 20-28)

Entonces se acercó á Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró
para hacerle una petición. Él le preguntó: ¿Qué deseas? Ella contestó: Ordena que
estos dos hijos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Pero
Jesús le replicó: No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he
de beber? Contestaron: Lo somos. Él les dijo: Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a
mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para
quienes lo ha reservado mi Padre. El que quiera ser grande entre vosotros, que sea
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros sea vuestro servidor.
Igual que el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida
en rescate por todos.

Parábola: La grandeza de ser pañuelo

Tan sólo era eso: un pañuelo. Pero qué gozo sentía siendo un pañuelo. Él
permanecía olvidado la mayor parte del tiempo en el bolsillo de un pantalón. Pero no
le importaba. Sabía que era un pañuelo y que tarde o temprano acudirían a él. Por
eso, a pesar de su silencio, siempre estaba preparado. Y así fue. A él acudió el
trabajador para limpiarse el sudor de su frente cansada. Y la mamá de un niño para
quitar la mancha de una camisa recién estrenada. Qué tristeza sintió el pañuelo
cuando partió el tren y fue agitado por la mano de un amigo o de una mujer
enamorada. Cómo se empapó con las lágrimas de una persona solitaria y
abandonada. Él era sólo un pañuelo. Y con eso bastaba. Le bastaba con ser
retorcido y arrugado entre unas manos nerviosas y preocupadas. O con ayudar a un
ojo a sacarse la mota y dejar más limpia la mirada. Al pañuelo le bastaba con
escuchar las miserias y problemas en actitud paciente y callada. Y con curar una
herida, aunque su tela quedara pintada de rojo. Le bastaba con sentir el calor del sol
al proteger una cabeza en la solana. O con notar el frescor del agua cuando se
secaba una cara totalmente mojada. Él era un pañuelo. Un común y simple pañuelo:
en eso consistía su grandeza.
(Ricardo Ibáñez Cubillo: Directo al Corazón)

Silencio y reflexión personal: Piensa en el contraste que existe entre la actitud de


aquella madre que se acerca a pedir recompensa y puestos de honor para sus dos
hijos y las palabras de Jesús: “El que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro
servidor”. La parábola nos habla también de la grandeza de lo pequeño, del valor
del servicio callado... El camino del cristiano va por aquí, Decidirse a seguir a Jesús
supone asumir este compromiso de ser servidor de todos.

Padre nuestro...

Potrebbero piacerti anche