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Capítulo VIII

Sublevación de los Países Bajos

En 1556 estalló la sublevación de los Países Bajos, cuyas incidencias se prolongarían


hasta la Tregua de los doce años en 1609.

1.- Los países bajos antes de la sublevación:

Países Bajos: Diecisiete Provincias Unidas en Bélgica, Luxemburgo y Holanda. Debían


aportar subsidios para las operaciones militares comunes a todos ellos. Carlos V era el
señor natural de todas las provincias, representado en Bruselas por un gobernador.

Bajo su presencia sesionaban tres concejos:

El Consejo de Estado (Papel Político)


El Consejo Privado (Justicia)
El Consejo de Hacienda.

Los Estados Generales reunían delegaciones de los Estados Provinciales. Además, cada
Provincia poseía sus instituciones específicas.

Después de la abdicación de Carlos V, Felipe II fue reconocido como el Señor Natural


de los Países Bajos. Si bien había pocos puntos de afinidad con su pueblo, lo gobernó
sin dificultad. Reunió tres veces a los Estados Generales.

Por otro lado, el calvinismo ganaba adeptos en las ciudades valonas fronterizas con
Francia y en Amberes, a lo que aplicó los edictos de Carlos V para combatir la herejía,
además de crear catorce nuevos episcopados.

Antes de su partida a España, nombró gobernadora a Margarita de Parma. Ésta no tuvo


la capacidad política de sus antecesores, por lo que le nombró como consejero a
Antonio Perrenot, obispo de Arrás, que al convertirse en arzobispo de Malinás, fue
nombrado como cardenal Granvela. Representaba la tendencia absolutista, y fue
auxiliado por los presidentes del Consejo Privado, Viglio, y del Consejo de Hacienda,
Carlos de Belayrmont.

Este triunvirato contaba con la oposición del conde de Lamoral d’Egmont y de


Guillermo de Nassau, Principe de Orange, el noble más poderoso de los Países Bajos,
que por su poder había sido enviado a la Corte Bruselense y abjurar del Luteranismo
por Carlos V, lo cual influencó en su capacidad de Tolerancia. Egmont y Orange eran
personajes demasiado relevantes para aceptar papeles secundarios, por lo que se
opusieron a Granvela, por el financiamiento de los nuevos obispados y porque se temía
la Introducción de la Inquisición Española.

El Conde de Montigny fue enviado a España para solicitar al rey la destitución de


Granvela pero esto no sucedó, por lo que le mandaron a Felipe II una verdadera
requisitoria contra el cardenal y que no asistirían al consejo si no eran escuchados. Al
final cedió en la renuncia de Grandela en 1564, camuflada en una ausencia temporal.

Margarita de Parma entregó el poder al clan de los señores, los cuales por su
inexperiencia, sembraron el caos administrativo y financiero, pero el desacuerdo con el
monarca ante todo fue por la cuestión de la libertad religiosa. La salida de calvinistas
empobrecía al país, por lo que tuvieron que moderarse los placards. Este fue el
momento en que los calvinistas, pequeña minoría bien organizada, juzgaron oportuno
para generar aliados y redactaron un manifiesto, llegando sus adherentes a formar una
liga a la que denominaron “El Compromiso”.

Por sugerencia del Conde de Orange, se envió una petición de anulación de los
placards. Ese día, el 5 de abril de 1566, hicieron aparición los partidarios disfrazados de
mendigos, enganchando a los descontentos. El éxito de la medida llevó a que los
calvinistas celebraran su culto públicamente y se alzaran en armas. La alianza entre el
“Compromiso” y los calvinistas precedió a la gran explosión iconoclasta, que señaló el
comienzo de la revuelta. Sería el antecedente directo de la era de las Guerras de
Religión.

2.- Primer levantamiento y Represión (1566 – 1572)

Fue una guerra en la que los actores políticos y religiosos estaban ligados y la masa
católica no se oponía en bloque al protestantismo. 1579 marca la fecha entre dos
períodos: La formación de la Unión Protestante de Utrecht como oposición a la Unión
Católica de Arrás precedería a la formación de dos estados distintos.

Si bien los calvinistas peleaban por la libertad de culto, la masa de católicos mostraba
su repudio a los gobernadores españoles enviados por Felipe II, lo cual llevó a una
alianza de mayor amplitud que la francesa. No se cuestionaba la unidad de los Países
Bajos. Este período puede dividirse en dos etapas: La Gran Explosión Iconoclasta de
1566 que llevó a la represión por parte del Duque del Alba y el Movimiento
Insurreccional de 1572 que arrancó Holanda y Zelanda de la dominación española.

Tras la primera prueba de fuerza calvinista, la regente hubo de aceptar que las prédicas
protestantes no se vieran perturbadas, ante lo cual Felipe II reacciona indignado, por lo
que llama a la represión militar del movimiento, a lo que el Duque de Orange y Luis de
Nassau buscan responder con la resistencia armada, pero sólo los calvinistas se
sublevaron, lo que llevó a una fácil derrota en 1567. Guillermo tuvo que refugiarse en
Alemania.

Mientras tanto, el Duque de Alba, llamado a restablecer el orden, llega a Bruselas el


28 de Agosto y presentó al Consejo de Estado los extensos poderes civiles y militares
que le había conferido el rey. Fue el que llevó al a práctica la política de represión de
Felipe II. Humillada, Margarita de Parma presenta su renuncia, la cual fue aceptada.
Poco después, el Duque crea el Tribunal de los Tumultos para dictar condenas.
Entre tanto, Guillermo de Orange preparaba la invasión de Países Bajos por tres
frentes. En el terreno militar, la situación de España era excelente, pero faltaba dinero
para las tropas, por lo que se establecieron nuevos impuestos sobre las transacciones
comerciales, los cuales provocaron descontento entre la población.

Considerando como mucho el castigo, Felipe II concedió un “perdón” el 16 de julio de


1570. El reestablecimiento del poder monárquico fue completado mediante la
reorganización eclesiástica, por lo que se creyó que la misión del Duque había
alcanzado sus metas…por el momento.

3.- Reanudación y Extensión de la Sublevación (1572-1578)

Por segunda vez estalló súbitamente la sublevación. Los “Mendigos” formaron una
flota con la que atacaban los navíos españoles y se fueron apoderando de puertos, en
las cuales era abolido el culto católico. Se produjeron dos tentativas de invasión
terrestre en Gueldes y Bravante, internándose a Flandes. Pese a su sólida apariencia, la
dominación española estaba seriamente quebrantada, debido también a la influencia
francesa de Carlos IX.

La jornada de San Bartolomé salvó al Duque del Alba, el cual emprendió la conquista
de las provincias del norte. Desde el instante en que el Duque fracasó en su misión de
someter a los insurrectos, el rey, aterrado por las enormes sumas que absorbían las
operaciones militares, empezó a pensar en un cambio de método. Luego, fue relevado
el 29 de noviembre de 1573 por don Luis de Requesens, gran comendador de Castillas
y gobernador del Milanesado.

En marzo de 1574 concedería una amnistía general, suprimiría el Tribunal y los


impuestos y autorizaría a negociar con los rebeldes, pero Orange exigía condiciones
inaceptables para Felipe II, por lo que la guerra se volvió a reanudar, con suerte
diversa. En 1575, la suspensión de pagos declarada en Castilla imposibilitó la
transferencia de fondos y el 15 de mayo de 1575, moría Luis de Requesens.

Los tres años comprendidos entre su muerte y la reconciliación de las provincias valone
fueron el período más confuso de la sublevación de los Países Bajos. La interinidad
correspondía a la debilitada autoridad del Consejo de Estado, siendo nombrado
sucesor don Juan de Austria, quien no se apresuró en ocupar el cargo.

Holanda y Zelanda constituyeron una federación, quien confió el estatuderato a


Guillermo de Orange (25 de abril). En Brabante se convocó Estados Generales que
exigieron la retirada de las tropas españolas y organizaban su propio ejército.
Amenazados por estas tropas, los soldados españoles perpetraron el Saqueo de
Amberes, en donde fueron asesinadas 7000 personas, lo cual reforzó el vínculo entre
calvinistas y aliados, desembocando en la Pacificación de Gante (8 de noviembre de
1576), cuyo acuerdo principal fue expulsar a los tercios españoles.
Los Estados le advirtieron a Juan de Austria que lo aceptarían sólo si aceptaba la
Pacificación de Gante, accediendo a retirar a las tropas españolas por el Edicto
Perpetuo del 12 de febrero de 1577, lo cual fue un golpe de fuerza por parte de
Guillermo de Orange, pues nunca habían sido tan favorables las circunstancias para
atacar a España. El poder pasó a poder de un comité revolucionario y Guillermo hizo su
entrada triunfal a Bruselas el 23 de Septiembre.

En 1578, la confusión alcanza su máximo pues en enero Felipe II decidió volver a llevar
tropas a los Países Bajos, con las cuales Juan de Austria derrota a los Estados
Generales el 31 del mismo mes. Los excesos de los calvinistas exaltados estorbaban
tanto la política de unión como el regreso de las tropas españolas. Al ver que ni su
propia gente respetaba la Pacificación de Gante, Guillermo de Orange presentó en los
Estados Generales un proyecto de Paz de Religión (10 de julio), cuya base era la
tolerancia religiosa para cada credo en donde se solicitara, con el fin de frenara los
calvinistas, pero no podría satisfacer a los católicos.

Mientras tanto, Guillermo es reconocido como “defensor de la libertad de los Países


Bajos contra la tiranía de los españoles y sus partidarios”, neutralizando al Duque de
Anjou, hermano del rey francés Enrique III, quien conspiraba con el conde de Lalaing.
Orange veía que se encaminaba por buen rumbo, hasta que el 1 de octubre de 1578
muere Juan de Austria.

4.- División de los Países Bajos (1579 – 1598)

En las provincias valonas, la opinión evolucionaba desfavorablemente a los orangistas.


Habían migrado la mayoría de los calvinistas, además, la influencia del clero y de la
nobleza seguía siendo fuerte en ellos y se sentían intranquilos con el desarrollo de las
agitaciones revolucionarias, constituyéndose el grupo de los “Descontentos”,
comandados por el Duque de Montigny.

Estos fueron los que constituyeron la Unión Católica de Arrás (06 de enero de 1579),
que buscaba respetar la Pacificación de Gante y proyectaba una reconciliación con el
rey de España. La respuesta calvinista se hizo explícita más tarde con la creación de la
Unión Protestante de Utrecht (23 de enero), invocando la Pacificación de Gante pero
en un sentido diferente.

Tal división favorecía la causa española. Pronto la Unión de Arras entró en connivencia
con Alejandro Farnesio, quien ostentaba el mando supremo militar una vez muerto
don Juan y que se reveló como habilísimo diplomático. La Paz de Arraz (27 de mayo)
proclamaba el reconocimiento a la Pacificación de Gante, ratificaba los acuerdos de los
Estados Generales, además de exigir la salida de las tropas extranjeras. Esto logró un
acuerdo entre españoles y valones para mantener la religión católica y prohibir el
culto reformado.

Empezaba a esfumarse el sueño de unidad acariciado por Guillermo de Orange,


arrojado de bruces por los calvinistas intransigentes. En su Apología, escrita como
respuesta a Granvela, niega la legitimidad del poder de Felipe II pero no aspira a
ejercerlo personalmente, por lo que pide la intervención del Duque de Anjou. Es
reconocido como Duque de Bravante y Conde de Flandes, pero su decisión de
apoderarse por la fuerza de Amberes (17 de enero de 1583), le enajenó la simpatía
de todos estos territorios. El 10 de julio de 1584, Guillermo de Orange muere
asesinado.

Mientras tanto, Farnesio había conseguido brillantes triunfos militares, con lo que fue
apoderándose de toda la Bélgica actual y de la zona oriental de Holanda. Nombrado
Gobernador de los Países Bajos, consiguió obtener de los Estados de Artois y Henao su
beneplácito para emplear tropas españolas, las cuales le dieron un ritmo más rápido a
la reconquista. La toma de Amberes (17 de Agosto de 1585) y la rendición de Grave,
Venloo y la Exclusa en 1586 coronarían estas victorias.

Tras los triunfos de Farnecio y la muerte de Guillermo, las Provincias del Norte
atravesaban una situación gravemente peligrosa, por lo que pidieron la intervención
de Inglaterra, reconociéndose el 4 de febrero de 1585 al conde de Leicester como
gobernador de los Estados, pero cometió el error de tomar partido por los calvinistas
exaltados, acabando por abandonar el territorio a principios de 1588, renunciando las
provincias a recurrir a personalidades extranjeras. Se constituyó un gobierno de
hecho, constituido por los Estados Generales y los de Holanda, mientras que Mauricio
de Nassau, hijo de Guillermo, reunía las funciones de estatúder de varias provincias.

Sólo las expediciones de Felipe II contra Inglaterra y Francia lograron frenar las
conquistas de Farnecio, quien debió asumir tareas supletorias en ambas incursiones. En
1591, Mauricio de Nassau cambia la suerte de las provincias al apoderarse de
Zutphen, Deventer y Nimega,. El último año de Farnecio se vería así ensombrecido y
moriría el 3 de diciembre de 1592. La rápida sucesión de muchos gobernadores
interinos o titulares, además de la guerra española con Francia, permitió mantener la
superioridad militar de los sublevados, los cuales pudieron establecer en 1596 una
alianza con Inglaterra, y Francia que les permitió, en igualdad de condiciones, terminar
la conquista d las provincias del Nordeste.

Si España aspiraba a mantener el dominio de las provincias meridionales, era preciso


que firmara la paz con Francia, lo cual hizo en el Tratado de Verdins. Días después, cede
los Países Bajos al archiduque Alberto y a la Infanta Isabel Clara Eugenia, pero
conservaban las principales plazas fuertes. El nuevo régimen se inicio con una reunión
de los Estados Generales en Bruselas (julio de 1598) en que los bancos del norte
estaban vacíos. Se consagraba la ruptura entre el norte y el sur del territorio, La paz
no llegaría hasta 1609.

Capítulo IX
Los Grandes Conflictos Navales
Además de las guerras terrestres, hubo dos grandes conflictos navales. El primero, en
el Mediterráneo, enfrentaba a España y sus aliados contra los turcos. El segundo, en el
Atlántico, sería el conflicto en el que se anexa Portugal y le hace frente a Inglaterra.

1.- Españoles y turcos en el Mediterráneo

Si bien Carlos V apenas pudo destinar tiempo y recursos, Felipe II concentró los
esfuerzos de su primer reinado en este conflicto, debido a la aprobación de las Tasas
de Cruzada por parte de Pio IV, que le aseguraron recursos financieros.

Los años de 1559 a 1565 fueron los últimos de la supremacía turca. Su última victoria
en el Mediterráneo fue en 1560 con la ocupación de Djerba. Luego de la victoria, la
marina turca estuvo inactiva durante cerca de cuatro años, lo que permitió el rearme
español. La prueba de fuerza sería en Malta, en donde los turcos conquistaron toda la
isla excepto el burgo y algunos fuertes debido a la resistencia de los caballeros. García
de Toledo llegaría tarde pero haría que los turcos huyeran precipitadamente.

Tras eso, se abrió un paréntesis de cuatro años. Turquía no tomó la iniciativa hasta
1570, mientras que España atendió la sublevación de los Países Bajos y los moriscos
granadinos.

Ésta última surge como reacción a las conversiones masivas de Cisneros a los moros
luego de la Reconquista, dando origen a poblaciones cristianas de nombre pero en
secreto musulmanes fieles o moriscos, los cuales organizaron una revuelta, por lo que
los reyes les dieron a elegir entre la conversión o el destierro (1502). Carlos V acabó por
imponerles la conversión, provocando otra revuelta en Espadán (1525), dejando de
existir legalmente los musulmanes, aunque seguían existiendo moriscos.

Con Felipe II, surge la sublevación de los moriscos granadinos, a los cuales les buscó
imponer la cultura cristiana a través de la prohibición de la lengua árabe, del traje
tradicional y los baños públicos (1566). Los moriscos crearon una organización
clandestina liderada por Aben Humeya, fracasando en asaltar Granada en la navidad de
1568, refugiándose en las Alpujarras, desde donde desencadenaron un levantamiento
general, ensañándose contra los sacerdotes e iglesia además de establecer relaciones
con los bereberes

Esta rebelión pilló de sorpresa al gobierno, obteniendo el marqués de Modéjar algunos


triunfos parciales. Felipe confía sus fuerzas a don Juan de Austria, el cual lideró
incursiones más implacables con derecho a pillaje, logrando la rendición de algunos
jefes moriscos (1569). Finalmente, se aplicó el traslado masivo de poblaciones a otras
regiones castellanas (1570), mientras que el líder sucesor, Aben Aboo, sería asesinado
por sus propios partidarios.

La guerra de Granada sería una sería advertencia para España, pues mientras ocurría,
Turquía se vio desembarazada para poder atacar a Venecia, poniendo sus miras a
Chipre y dirigiendo un ultimátum al Senado en marzo de 1570, el cual fue rechazado,
por lo que se apoderaron de su capital, Nicosia.

Pio V creyó que era la oportunidad para revivir el viejo ideal de Cruzada, por lo que
incitó a venecianos y españoles a unirse con la Santa Sede. Felipe II no se mostraba
muy entusiasmado al inicio pues los asuntos flamencos requerían su atención. Las
negociaciones llegaron a acuerdo en mayo de 1571, estableciéndose una alianza
militar de tres años. El mando supremo se le reservaba a don Juan de Austria.

La escuadra se reunió en Mesina para dirigirse a las islas Jónicas, pero al enterarse que
la armada turca se encontraba en el golfo de Lepanto, don Juan se mostró partidario
de un ataque inmediato el 7 de octubre de 1571. Si bien las bajas fueron considerables
para ambos bandos, para Marc Bloch fue la destrucción del halo del poderío turco.

Lo avanzado de la estación impidió a los coaligados explotar el triunfo. Pio V relajó los
lazos que los unían. Felipe II estaba preocupado de los asuntos franceses y de los Países
Bajos y, a pesar de todo, aceptó un plan de operaciones infructuoso pues no pudieron
desalojar a la armada turca de Modon. Por otro lado, los venecianos, cansados de la
guerra, negociaron por separado con el sultán cuyo resultado fue una dura paz en
marzo de 1573.

Tras el tratado, España permanecía sola en la lucha, pese a ello, don Juan se apoderó
de Túnez el 9 de octubre de 1573. Luego, los turcos conquistarían Euldj Ali La Goleta.
Desde ahí se apaciguó el conflicto entre ambos imperios, llegándose a sucesivos
acuerdos de treguas en Constantinopla. La tregua de 1580 fue renovada en 1581, 1584
y 1587. En adelante, el Mediterráneo permaneció “fuera de la gran historia” y los
beligerantes fueron atraídos hacia otras direcciones: los turcos hacia Persia y España
hacia los Países Bajos y Portugal. A la par, florecería el corso argelino y el cristiano.

Por otro lado, el problema morisco no se resolvió con la deportación, pues


diseminados por Castilla constituían una población flotante, inadmisible y difícil de
vigilar contra la cual aumentará la ola de la hostilidad popular. Recién luego de la paz
con Inglaterra y las Provincias Unidas, Felipe III podría expulsarlos de la península
(1609-1614).

2.- El Atlántico: las relaciones hispanoinglesas, de 1558 a 1585

El conflicto hispano-inglés revistió la forma de una guerra abierta en 1585, luego de


irse agriando las relaciones. Se pueden distinguir tres fases:

1) La primera se extiende desde 1558 a 1568, en que las relaciones fueron


cordiales, debido a que para España, rival de Francia, la alianza inglesa era una
tradición, reforzada por el matrimonio entre Felipe II y María Tudor, pero los
marinos ingleses inquietaban al monarca ibérico debido a que buscaban
romper el monopolio comercial con América, pretensión reconocida tanto por
Francia como por Inglaterra, los cuales varias veces fueron infringiendo las
prohibiciones. Una de las preocupaciones principales preocupaciones de los
diplomáticos españoles sería hacer respetar dicho acuerdo.

2) Sólo desde 1568 empezará a empeorar la situación tanto en América como en


Europa. En septiembre, Hawkins fue atacado por una flota española, junto con
el desencadenamiento de la piratería en La Mancha y el Golfo de Gazcuña,
como los “Mendigos del Mar”, que dieron un duro golpe al tráfico entre la
Península Ibérica, Francia y los Países Bajos. A fines de 1568 vino el incidente
de mayor trascendencia al ser embargados en Inglaterra navíos de la flota
española que llevaban dinero para el Duque del Alba, secuestrando éste los
bienes ingleses en Países Bajos y la reina Isabel embargando los bienes de los
mercaderes españoles y flamencos en Inglaterra, rompiéndose las relaciones
comerciales. En América, las secuelas se vieron en la captura de convoyes de
oro por Francis Drake. Lord Burghley logró imponer el reestablecimiento de
normales relaciones con España con el Tratado de Bristol (1574)

3) Tras esas momentáneas mejoría, las relaciones hispanoinglesas entraron en


una tercera fase (1575-1585), señalada por una serie de hechos que
conducirían a la ruptura, como los saqueos de Drake en América durante su
vuelta al mundo y la ayuda prestada por Felipe II a los irlandeses. Felipe II
estaba preocupado de la sucesión de Portugal, a la cual era candidato junto con
don Antonio, candidato nacional. Finalmente es elegido sin alterar las
instituciones y don Antonio se refugia en Inglaterra, proponiendo a Isabel una
expedición contra las Azores, siendo derrotada ésta por don Álvaro de Bazán, lo
que consolidó la posición española en el Atlántico. La participación del
embajador don Bernardino de Mendoza en un complot para destronar a la
reina y el asesinato de Guillermo de Orange llevaron hacia la completa ruptura.
La iniciativa correspondió a Felipe II cuando, en mayo de 1585, embargó los
navíos inglese y holandeses apostados en puertos peninsulares.

3.- Guerra Hispano-inglesa (1585 – 1604)

Las hostilidades se iniciaron sin declaración previa de guerra cuando Drake atacó Vigo y
luego Cabo Verde, Santo Domingo y Cartagena de Indias. Por su parte, España
preparaba una gran empresa: la invasión de Inglaterra. El plan original era un ataque
directo desde la península, pero fue modificado según lo planteado por Alejandro
Farnesio, en el cual debían coordinarse elementos desde Lisboa y Flandes, lo cual hacía
su ejecución se presentara difícil, además de no contarse con ningún puerto de gran
calado para recibir la flota. El objetivo era solucionar de una vez para siempre el
problema de los Países Bajos y el de la seguridad del comercio indiano.

Los grandes preparativos no pasaban desapercibidos a la vigilancia inglesa,


mandándose a Drake hacia Cádiz, donde fueron hundidos algunos navíos. La muerte de
María Estuardo cambió el planteamiento político de la empresa, pues se buscaría
poner en el trono a la Infanta Isabel Clara Eugenia.
La escuadra, denominada la Armada Invencible, estuvo lista para zarpar en la
primavera de 1588, partiendo el 12 de julio desde La Coruña, llegando rápidamente a
la altura del cabo Lizard, en donde era esperada por la flota inglesa, mandada por Lord
Howard, que tenía a Drake como segundo. Hasta Calais su travesía no había planteado
grandes problemas, pero los brulotes ingleses los desviaron hacia el Mar del Norte, a
la altura de Gravelinas, donde se trabó el último combate el 7 y 8 de agosto.

Ahí fueron duramente castigados por la artillería inglesa y se estuvo apunto de sufrir
un completo desastre cuando el viento impulsó a sus navíos hacia los bancos
flamencos. Decidieron retroceder hacia La Mancha, pero el viento hizo que ambas
flotas se impulsaran hacia el norte, llegando hacia la orilla de Escocia. El grueso de la
escuadra, 66 barcos, logró rodear las Islas Británicas y acogerse en puertos españoles
a mediados de septiembre, pero 25 habían naufragado en las costas de Irlanda.

Si bien el desastre de la Armada salvó a Inglaterra de una invasión, no arruinó la


potencialidad naval española, pero sí provocó la disminución del tonelaje medio de los
navíos empleados en la Carrera de Indias. Los ingleses también llegaron a sufrir
notables fracasos, como la captura del Revenge en las Azores. Incapaces de alcanzar
directamente América, los ingleses intentaron llevar a cabo un gran golpe en Europa,
por lo que intentaron, por ejemplo, atacar Cádiz. La paz entre España e Inglaterra no
se restableció hasta 1604, tras las muertes de Felipe II e Isabel, no pudiendo ninguno
alzarse con la victoria.

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