Sei sulla pagina 1di 192

John R.

Searfe, la principal autoridad en

temas de la mente, ofrece una cautillante

introducción aesta, una de las lonas mm

enigmdticas de la filosofía, atrallés de una

discusión franca ydirecta, que recorre los

conocimientos aceptados al mismo tiempo

que propone sorprendentes nuellas ideas

sobre la natumleza de la conciencia yla ~


.k"l\
tO'\\)
mente.

John R. Searfe es profesor titular de la

cdtedm Milis del Departamento de Filosofía

de la Unillersidad de California en Berkeley.

Es autor de numerosos libros, entre los

que cabe destacar lhe Rediscollerv of the

Mind, lhe Mvsterv of Cansciousness, Mind,

laRlJuage and Society, Philosophy in the

. lIfallllorfAl, CoIJsciDamm IIIId lIm¡¡uo¡¡e. ~


.~
John R. Searle

LA MENTE
"
UNA BREVE INTRODUCCION

Traducción de Horacio Pons

~~ !~0 /~ .11-1~;' t/

~J \ ,
~~ il
~
] o hn R. Searle

LA MENTE
UNA BREVE INTRODUCCIÓN

Traducción de Horacio Pons

GRUPO EDITORIAL NORMA

www.norma.com
Bogotá Barcelona Buenos Aires Caracas
Guatmwla Lima México Panamá Quito
San José San Juan San Salvador
Santiago de Chile Santo Domingo
Searle, John R. CONTENIDO
La mente: una breve introducción I John R. Searle ; traducción Horacio
Pons. -- Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2006.
382 p. ; 23 cm. -- (Colección Vitral)
Título originaL Mind : A Brief lntroduclÍon.
ISBN 958-04-9244-1
l. Ciencia cognoscitiva 2. Filosofía de la mente 3. Mente y cuerpo
Agradecimientos 11
4. Voluntad (Psicologia) 1. Pans, Horado., tr. n. Tít. 111. Serie.
128.2 cd 19 ed. Introducción. Por qué escribí este libro 13
AI076983 1. Una docena de problemas de la filosofía
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Angel Aranga de la mente ... 21
2. El giro hacia el materialismo ................ 59

3. Argumentos contra el materialismo 109


4. La conciencia, primera parte.
La conciencia y el problema mente-cuerpo ..... 139
5. La conciencia, segunda parte.
La estructura de la conciencia y
la neurobiología .................. 171
6. La intencionalidad .......... .. 203

7. La causación mental 243


8. El libre albedrío. 269
© John R. Searle, 2004
9. El inconsciente y la explicación del
© Oxford Uníversity Press, 2004

comportamiento .............................................. 293


© De la traducción española, Editorial Norma, 2006

Apartado Aéreo 53550, Bogotá Colombia


10. La percepción .................................................. 319

Primera edición, abril de 2006


11. El yo ................................................................ 341

Impreso por Nomos S.A.

Epílogo. La filosofía y la cosmovisión


Impreso en Colombia - Printed in Colombia

científica .......................................................... 365


Diseño de cubierta: Camilo Umaña
Sugerencias para más lecturas ......................... 369
Ilustración de cubierta: Oiga Lucía Garcfa

Armada: Blanca Villalba Palacios

CC 22332

ISBN 958-04-9244-1

Este libro se compuso en caracteres Berkeley

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, por

cualquier medio, sin permiso escrito de la Editorial

AGRADECIMIENTOS

He presentado la mayor parte del material de este libro en


conferencias pronunciadas en Berkeley. Estoy en deuda
con mis alumnos por su actitud entusiasta y escéptica a
la vez. Dos de ellos, Hua (Linda) Ding y Nadia Taylor, le­
yeron todo el manuscrito e hicieron útiles comentarios.
Por su ayuda en la preparación del texto electrónico, tam­
bién estoy agradecido con Maria Francisca Reines,Jessica
Samuels y Jing Fong Williams Ying. Recibí valiosos con­
sejos filosóficos de Janet Broughton, Josef Moural, Axel
Seeman y Marga Vega. Los dos lectores de Oxford Univer­
sity Press, David Chalmers y otro cuya identidad ignoro,
plantearon numerosas observaciones de utilidad. Agra­
dezco a mi asistente de investigación,Jennifer Hudin, por
su colaboración en todas las etapas del libro, desde la for­
mulación inicial de las ideas hasta la finalización del
bro. Y, sobre todo, debo agradecer a mi esposa Dagmar
Searle por su consejo y apoyo constantes; el libro está
dedicado a ella.
INTRODUCCIÓN

Por qué escribí este libro


En los últimos tiempos se han publicado muchos li­
bros introductorios sobre la filosofía de la mente. Varios
de ellos hacen una revisión más o menos amplia de las
principales posiciones y argumentos actualmente vigen­
tes en ese campo. Algunos, en verdad, están escritos con
gran claridad, rigor, inteligencia y erudición. ¿Cuál es,
entonces, mi excusa para añadir un libro más a ese reper­
torio? Bien, es improbable, desde luego, que un filósofo
que haya trabajado con ahínco sobre un tema se sienta
completamente satisfecho con los escritos de otro acerca
de ese mismo tema; supongo que en ese aspecto soy un
filósofo típico. Pero además del deseo habitual de exponer
mis desacuerdos, la ambición de escribir una introducción
general a la filosofía de la mente se explica por una razón
preponderante. Casi todas las obras que he leído aceptan
la herencia histórica del mismo grupo de categorías para
describir los fenómenos mentales, en especial la concien­
cia, y con ellas, también un conjunto específico de supues­
tos sobre las relaciones de la conciencia y otros fenómenos
mentales entre sí y con el resto del mundo. Lo que carece
de todo cuestionamiento y mantiene la vigencia de la dis­
cusión es ese conjunto de categorías, y los supuestos que
ellas acarrean como un pesado equipaje. Las diferentes
posiciones, por lo tanto, se plantean en el marco de una
serie de supuestos erróneos. Como resultado, la filosofía
de la mente ocupa un lugar único entre las cuestiones fi­
losóficas contemporáneas, por cuanto la totalidad de las
teorías más célebres e influyentes son falsas. Cuando ha­
blo de teorías me refiero sencillamente a todo lo que se
]OHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[14]

designa con un "ismo". Y pienso en el dualismo -tanto de supondremos que su intención causa el movimiento que
las propiedades como de las sustancias-, el materialismo, lleva a su mano derecha a pellizcar su brazo izquierdo.
el fisicalismo, el computacionalismo, el funcionalismo, el hacerlo, usted sentirá un dolor leve. Ese dolor tiene las
conductismo, el epifenomenalismo, el cognitivismo, el siguientes características, más o menos evidentes. Sólo
eliminativismo, el panpsiquismo, la teoría del doble as­ existe en cuanto se lo experimenta de manera consciente
pecto y el emergentismo, tal como suele concebírselo. y, en consecuencia, es en un sentido de la palabra comple­
Para hacer del tema algo aún más vital, varias de esas teo­ tamente "subjetivo" y no "objetivo". Por otra parte, hay
rías, sobre todo el dualismo y el materialismo, tratan de cierta sensación cualitativa. Así, el dolor consciente tiene
decir algo cierto. Uno de mis muchos objetivos es intentar al menos estas dos características: subjetividad y cualita­
rescatar la verdad del abrumador influjo de la falsedad. He tividad.
procurado llevar a cabo parte de esta tarea en otras obras, Pretendo que todo esto suene bastante inocente e
especialmente en The Rediscovery 01 the Mini, pero el pre­ incluso aburrido. Hasta aquí, el lector ha tenido ges tipos
sente es mi único intento de escribir una introducción de experiencia consciente: pensar en algo, hacer algo de
general que abarque el tópico de la filosofía de la mente manera intencional y tener una sensación. ¿Cuál es el
en su conjunto. problema? Bien, ahora mire los objetos a su alrededor, las
Ahora bien, ¿cuáles son exactamente esos supuestos sillas y las mesas, las casas y los árboles. Estos objetos no
ypor qué son falsos? Todavía no puedo decirlo. No admi­ son "subjetivos" en ningún sentido. Existen con completa
ten una rápida síntesis sin un trabajo preliminar. La pri­ independencia de que se los experimente o no. Además,
mera mitad de este libro se dedica en gran parte a sabemos por otro lado que están hechos en su totalidad
exponerlos y superarlos. Es difícil resumirlos porque care­ de las partículas descritas por la física atómica y que la
cemos de un vocabulario neutral para describir los fenó­ sensación producida por una partícula física o, pongamos
menos mentales. Tengo que comenzar, por ende, apelando por caso, una mesa no tiene carácter cualitativo. Son par­
a las experiencias de mi lector. Supongamos que usted está tes del mundo que existen al margen de las experiencias.
sentado a la mesa y piensa en la situación política contem­ Ahora bien, este sencillo contraste entre nuestras expe­
poránea y lo que sucede en Washington, Londres y París. riencias y el mundo existente con independencia de ellas
Ahora pone la atención en este libro y lee hasta aquí. En invita a hacer una caracterización; en nuestro vocabula­
este punto sugiero que, para tener una idea de los supues­ rio tradicional, la caracterización más natural es decir que
tos, trate de pellizcarse el brazo izquierdo con la mano de­ hay una distinción entre lo mental, por un lado, y lo físi­
recha. Y suponga que lo hace intencionalmente. Esto es, co o material, por otro. Lo mental como tal no es físico.
y lo físico como tal no es mental. Esta simple imagen con­
duce a muchos de los problemas, tres de los cuales, qui­
1 J. R. Searle, The Rediscovery of the Mind, Cambridge (Mass.), MIT zá los peores, son ilustrados por nuestros tres ejemplos de
Press, 1992 [traducción espafiola: El redescubrimiento de la mente, Bar­ apariencia inofensiva. ¿Cómo puede una experiencia
celona, Critica, 1996]. consciente como el dolor existir en un mundo que está
]OHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[16] [17]

íntegramente compuesto de partículas físicas, y cómo irreductibilidad de lo mental tienden a verse a sí mismas
pueden algunas de estas, cuya presunta localización es como dualistas. Pero para otros, el hecho de aceptar un
nuestro cerebro, causar las experiencias mentales? (Este componente mental irreductible en la realidad se aseme­
es el denominado "problema mente-cuerpo"). Pero aun ja a renunciar a la cosmovisión científica, por lo cual nie­
si llegáramos a una solución de este problema, no esta­ gan la existencia de esa realidad mentaL Creen que esta
ríamos todavía libres de preocupaciones, pues la siguiente puede reducirse a lo material o eliminarse por completo.
pregunta obvia es: ¿cómo pueden los estados mentales de y suelen autocalificarse de materialistas. Me parece que
conciencia subjetivos, insustanciales y no físicos causar unos y otros cometen el mismo error.
algo en el mundo físico? ¿Cómo puede nuestra intención, Voy a tratar de superar ese vocabulario y sus supues­
que no forma parte del mundo físico, causar el movimien­ tos, y al hacerlo intentaré resolver o disolver los proble­
to de nuestro brazo? (Este es el llamado "problema de la mas tradicionales. Pero una vez hecho esto, el tema, la
causación mental"). Por último, los pensamientos del lec­ filosofía de la mente, no se acabará: será más interesante.
tor en torno de cuestiones políticas plantean un tercer y esa es la segunda razón por la cual quiero escribir este
problema inabordable. ¿Cómo pueden esos pensamientos, libro. La mayoría de las introducciones generales al tema
presuntamente situados en la cabeza, referirse o vincular­ se refieren sólo a las Grandes Preguntas. Se concentran
se a objetos y situaciones distantes, sucesos políticos que sobre todo en el problema mente-cuerpo y también dedi­
ocurren, por ejemplo, en Washington, Londres o París? can cierta atención al problema de la causación mental y
(Este es el llamado "problema de la intencionalidad", un poco menos al de la intencionalidad. A mi juicio, estas
donde "intencionalidad" alude a la facultad direccional o no son las únicas cuestiones interesantes de la filosofía de
referencial [aboutness] de la mente) *. la mente. Hechas a un lado las grandes preguntas, pode­
Nuestras inocentes experiencias invitaban a una mos responder un conjunto de cuestiones más interesante
descripción; y el vocabulario tradicional de lo "mental" e ignorado: ¿cómo trabaja la mente en detalle?
y lo "físico" es difícil de resistir. Ese vocabulario supone De manera específica, me parece necesario investi­
la exclusión mutua de lo uno y lo otro, y el supuesto gene­ gar las cuestiones sobre la estructura detallada de la con­
ra problemas insolubles que suscitaron la aparición de un ciencia y la significación de las recientes investigaciones
millar de libros. Las personas que aceptan la realidad e neurobiológicas sobre el tema. Dedico todo un capítulo
a estos asuntos. Respondido el enigma filosófico acerca de
la posibilidad de la intencionalidad, podremos seguir ade­
* Aboutness no tiene en una traducción que califi­ lante y examinar la estructura concreta de la intenciona­
carse de canónica. Se han propuesto, entre otros, términos como
humana. Por otra parte, hay una serie de cuestiones
~referencialidad", "tendencialídad", "acerqueidad" e incluso "intencio­
absolutamente fundamentales que debemos aclarar antes
nalidad", que no corresponde utilizar aquí porque el autor emplea de
manera específica la palabra íntentíonality. Sea como fuere, debe en­ de comenzar siquiera a suponer que entendemos el fun­
tenderse que aboutness alude a la cualidad de la mente de "referirse a" cionamiento de la mente. Esas cuestiones abarcan más de
algo. (N. del T.) lo que puedo abordar en un solo libro, no obstante lo cual
..

JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[18] [19]

consagro un capítulo a cada uno de los siguientes temas: y yo lo consideramos como tal. El dinero es dependiente
el problema de la libertad de la voluntad, el modo real de del observador. Pero el hecho mismo de que lo conside­
operar de la causación mental, la naturaleza y el funcio­ remos dinero no depende del observador. Que otros y yo
namiento del inconsciente, el análisis de la percepción y le demos ese carácter es un hecho acerca de nosotros e
el concepto del yo. En un libro introductorio no puedo independiente del observador.
abundar en detalles, pero sí proporcionar al menos una En lo concerniente a la mente también debemos
idea de la riqueza del tópico, una riqueza que se pierde distinguir entre intencionalidad original o intrínseca, por
en los tratamientos habituales del tema en los textos intro­ una parte, e intencionalidad derivada, por otra. Por ejem­
ductorios. plo, en la cabeza tengo infomación sobre la manera de
Es preciso trazar con claridad dos distinciones desde llegar a San José. Tengo un conjunto de creencias verda­
el inicio, porque son esenciales para el argumento y por­ deras acerca del camino a esa localidad. Esa información
que los malentendidos generados al respecto han provo­ y esas creencias presentes en mí son ejemplos de intencio­
cado una masiva confusión filosófica. La primera es la nalidad original o intrínseca. El mapa frente a mí también
distinción entre los rasgos de un mundo que son indepen­ contiene información sobre el modo de llegar a San José,
dientes del observador y los que dependen de este o son así como ciertos símbolos y expresiones que se refieren a,
relativos a él. Considérense las cosas que existirían con versan sobre o representan ciudades, autopistas y cosas por
independencia de lo que los seres humanos pensaran o hi­ el estilo. Pero si el mapa contiene intencionalidad en forma
cieran. Algunas de esas cosas son la fuerza, la masa, la de información, referencialidad y representaciones,
atracción gravitatoria, el sistema planetario, la fotosíntesis hace en un sentido derivado de la intencionalidad origi­
y los átomos de hidrógeno. Todas ellas son independien­ nal de cartógrafos y usuarios. Intrínsecamente, el mapa es
tes del observador en el sentido de que su existencia no sólo una lámina de fibra de celulosa con manchas de tin­
depende de actitudes humanas. Pero hay muchas cosas ta. Cualquiera sea su intencionalidad, le es impuesta por
cuya existencia depende de nosotros y de nuestras acti­ la intencionalidad original de los seres humanos.
tudes. El dinero, las propiedades, el gobierno, los parti­ Es preciso, entonces, tener presentes dos distincio­
dos de fútbol y los cocteles son lo que son, en gran parte, nes: en primer lugar, entre los fenómenos dependientes
porque eso es lo que pensamos que son. Todas ellas son e independientes del observador, y, en segundo lugar,
relativas al observador o dependientes de él. En general, entre la intencionalidad original y la intencionalídad de­
las ciencias naturales se ocupan de los fenómenos inde­ rivada. Su relación es sistemática: la intencionalidad deri­
pendientes del observador y las ciencias sociales abordan vada siempre es dependiente del observador.
los que dependen de este. Los hechos dependientes del
observador son creados por agentes conscientes, pero los
estados mentales de quienes los crean son, en sí mismos,
hechos independientes del observador. Así, el pedazo de
papel que tengo en las manos sólo es dinero porque otros
[23]

UNA DOCENA DE PROBLEMAS DE LA

FILOSOFÍA DE LA MENTE

La meta de este libro es introducir al lector en la filo­


sofía de la mente. Mis objetivos son tres. En primer
lugar, el lector debe poder comprender las cuestiones
y discusiones contemporáneas más importantes en este
campo, y también alcanzar cierta comprensión de sus
antecedentes históricos. Segundo, quiero dejar estable­
cido con claridad el camino correcto, a mi juicio, para
abordar estos problemas, e incluso espero dar respues­
tas a muchos de los interrogantes que planteo. En tercer
lugar, lo más importante: me gustaría que el lector pu­
diera pensar por sí mismo estas cuestiones luego de leer
el libro. Puedo enunciar de una vez las tres metas si digo
que trato de escribir el libro que querría haber leído
cuando comencé a reflexionar sobre estos asuntos. Es­
cribo con la convicción de que la filosofía de la mente
es el terna más importante de la filosofía contemporá­
nea, y que las visiones corrientes -dualismo, materialis­
mo, conductismo, funcionalismo, computacionalismo,
eliminativismo, epifenomenalismo- son falsas.
Una de las cosas agradables de escribir sobre la
mente es que no hace falta explicar por qué el terna es
importante. Es preciso algún tiempo para comprender
la importancia filosófica de los actos ilocutivos y la lógi­
ca modal cuantificada, pero todo el mundo advierte de
inmediato que la mente tiene un papel central en nues­
tra vida. Su funcionamiento -consciente e inconsciente;
libre y no libre; en la percepción, la acción y el pensa­
miento; en los sentimientos, la emoción, la reflexión y
la memoria y en todos sus otros rasgos- no es tanto un
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[24] [25]

aspecto de nuestra vida como, en cierto sentido, nues­ sustantiva, en vez de ocuparnos uno por uno de pro­
tra vida misma. blemas tradicionales específicos. El lugar ideal para
Al escribir un libro de este tipo se corren algunos comenzar esa filosofía constructiva es el examen de la
riesgos: una de las peores cosas que podemos hacer es naturaleza de la mente humana. Una tercera razón de
suscitar en los lectores la impresión de que entienden la centralidad de la mente es que para muchos -yo in­
algo que en realidad no entienden, de que algo ha sido cluido- la cuestión esencial de la filosofía a principios
explicado cuando no es así y de que se ha resuelto un del siglo XXI es cómo hacer una descripción de nosotros
problema cuando no se ha encontrado su solución. mismos como agentes aparentemente conscientes,
Tengo aguda conciencia de esos riesgos, y en las páginas atentos, libres, racionales, parlantes, sociales y políticos
que siguen haré hincapié tanto en zonas de la ignoran­ en un mundo consistente en su totalidad, según nos
cia humana -la mía y la de otros- como en zonas del dice la ciencia, de partículas físicas sin sentido ni signi­
entendimiento humano. Creo que la filosofía de la ficado. ¿Quiénes somos, y cómo encajamos en el resto
mente es tan importante que vale la pena correr esos del mundo? ¿Cómo se relaciona la realidad humana
riesgos. Por una serie de importantes razones históri­ con el resto de la realidad? Una forma especial de esta
cas, ese campo se ha convertido en el tópico central de pregunta es: ¿qué significa ser humano? Para responder
la filosofía contemporánea. Durante la mayor parte del a estas preguntas es preciso comenzar con una discu­
siglo xx la filosofía del lenguaje fue la "filosofía prime­ sión sobre la mente, porque los fenómenos mentales
ra". Otras ramas de la filosofía se consideraban deriva­ constituyen el puente a través del cual nos conectamos
das de aquella y dependían de los resultados obtenidos con el resto del mundo. Una cuárta razón de la prepon­
por esta para alcanzar su solución. Hoy, el foco de la derancia de la filosofía de la mente ha sido la invención
atención se ha desplazado del lenguaje a la mente. ¿Por de la "ciencia cognitiva", una nueva disciplina que in­
qué? Bien, creo en primer término que muchos de quie­ tenta profundizar en la naturaleza mental más de lo que
nes trabajamos en la filosofía del lenguaje vemos nume­ solía hacerse en la psicología empírica tradicionaL La
rosas cuestiones lingüísticas como casos especiales de ciencia cognitiva necesita fundarse en la filosofía de la
cuestiones referidas a la mente. Nuestro uso del lengua­ :nente. Por último, y de manera más polémica, creo que
je es una expresión de nuestras capacidades mentales la filosofía del lenguaje ha alcanzado un período de re­
más fundamentales en términos biológicos, y no en­ lativo estancamiento debido a ciertos errores comunes
tenderemos del todo su funcionamiento mientras no que rodean la doctrina del llamado externalismo, la
comprendamos que se basa en nuestras habilidades idea de que el significado de las palabras, y por exten­
mentales. Una segunda razón es que el desarrollo de los sión los contenidos de nuestra mente, no están dentro
conocimientos nos ha permitido dejar atrás la idea de de la cabeza y tienen que ver, en cambio, con relaciones
que la teoría del conocimiento, la epistemología, es causales entre lo que hay en ella y el mundo externo.
central en nuestra disciplina, y ahora estamos prepara­ No es este el lugar para exponer esas cuestiones en de­
dos para hacer una filosofía constructiva más teórica y talle, pero el hecho de no haber podido presentar una
[;;
La mente. Una breve introduccirín
JOHN SEARLE

[27]

descripción del lenguaje sobre la base de una premisa 1. Descartes y otros desastres
externalista ha generado un período de inactividad en En la filosofía no hay escape de la historia. A veces
la filosofía correspondiente, y la filosofía de la mente creo que lo ideal sería contar a mis alumnos la verdad
ocupó el lugar vacío. Diré más sobre el externalismo en sobre una cuestión y despacharlos a su casa. Pero ese
el capítulo 6. enfoque totalmente ahistórico tiende a producir super­
La filosofía de la mente tiene una característica ficialidad filosófica. Debemos saber cómo llegamos
especial que la distingue de otras ramas de la filosofía. históricamente a plantearnos las cuestiones que nos
En la mayoría de los temas filosóficos no hay una mar­ ocupan y qué tipo de respuestas les dieron nuestros
cada división entre las convicciones de los profesionales antecésores. En la era moderna, la filosofía de la mente
y las opiniones del público instruido. Pero en las cues­ comienza en efecto con la obra de René Descartes
tiones discutidas en este libro existe una enorme dife­ (1596-1650). Descartes no fue el primero en sostener
rencia entre lo que cree la mayor parte de la gente y puntos de vista como los que sostuvo, pero su concep­
que afirman los profesionales expertos. Supongo que en ción de la mente fue la más influyente entre las pro­
el mundo occidental la mayoría acepta en nuestros días puestas por los llamados filósofos modernos, los
alguna forma de dualismo. Creen que tienen una men­ filósofos del siglo XVII y siguientes. Muchas de sus ideas
te, o un alma, y un cuerpo. Incluso he escuchado a al­ se exponen de manera rutinaria, y gente que ni siquie­
gunas personas decirme que tienen tres partes: un ra puede pronunciar el apellido del filósofo las acepta
cuerpo, una mente y un alma. Pero sin lugar a dudas acríticamente. La doctrina más famosa de Descartes es
no es eso lo que opinan los profesionales de la filosofía, el dualismo, la idea de que el mundo se divide en dos
la psicología, la ciencia cognitiva, la neurobiología o la clases diferentes de sustancias o entidades de existen­
inteligencia artificial. Casi sin excepción, los expertos cia autónoma. Se trata de las sustancias mentales y las
pertenecientes a esos campos aceptan alguna versión sustancias físicas. A veces, el dualismo cartesiano recibe
del materialismo. En este libro se dedicará un gran es­ el nombre de "dualismo sustancia!',l.
fuerzo a tratar de explicar esas cuestiones y a resolver Descartes creía que una sustancia debía tener una
los problemas concomitantes. esencia o un rasgo esencial que la hacía ser lo que era
Supongamos entonces que la mente es hoy el tó­ (por cierto, toda esta jerga sobre la sustancia y la esen­
pico central de la filosofía y que otras cuestiones, como cia proviene de Aristóteles). La esencia de la mente es
la naturaleza del lenguaje y el significado, la naturaleza la conciencia o el "pensamiento", como él la denomi­
de la sociedad y la naturaleza del conocimiento, son de nó; y la esencia del cuerpo es el hecho de extenderse
una manera u otra casos especiales de las características en tres dimensiones del espacio físico: la "extensión"
más generales de la mente humana. ¿Cómo debemos
proceder a examinar la mente? 1 No pretendo sugerir que la mía es la única interpretación razo­
nable de Descartes. Afirmo, antes bien, que la interpretación aquí pre­
i,
sentada ha sido la de mayor influencia en la historia del terna.

l
JOHN SEARLE ÚI mente. Una breve introducción

[28] [29]

en el vocabulario cartesiano. Al decir que la esencia de Según nuestro filósofo, cada esencia tiene diferen­
la mente es la conciencia, Descartes afirma que somos tes modos o modificaciones en los cuales puede mani­
la clase de seres que somos por ser conscientes; siempre festarse. Los cuerpos son infinitamente divisibles. Es
nos encontramos en algún estado consciente y dejaría­ decir, pueden en principio dividirse de manera indefi­
mos de existir si no fuera así. Por ejemplo, en este mis­ nida en partes más pequeñas, yen ese sentido es posible
mo momento mi mente se concentra conscientemente destruir un cuerpo, pero no la materia en general. La
en la escritura del primer capítulo del presente libro, cantidad de materia existente en el universo es constan­
pero, cualesquiera sean los cambios que yo atraviese te. Las mentes, por su parte, son indivisibles, esto es,
cuando deje de escribir y, tomemos por caso, empiece no se las puede dividir en partes más pequeñas, por lo
a cenar, permaneceré en un estado consciente. Al decir cual es imposible destruirlas como los cuerpos. Cada
que la esencia del cuerpo es la extensión, Descartes sos­ mente es un alma inmortal. Los cuerpos, en cuanto en­
tiene que los cuerpos tienen dimensiones espaciales: el tidades físicas, están determinados por las leyes de la
escritorio frente a mí, el planeta Tierra y el auto en el física; las mentes, en cambio, tienen libre albedrío.
estacionamiento se extienden o difunden en el espacio. Cada uno de nosotros, en cuanto yo, es idéntico a su
En la terminología latina de Descartes la distinción es mente. En cuanto seres humanos vivos somos entida­
entre res cogitans y res extensa. (El apellido del filósofo, des compuestas con una mente y un cuerpo, pero para
dicho sea de paso, es una contracción de "Des Cartes"; cada uno de nosotros el yo [self] , el objeto al que hace­
en latín: "Cartesius", que significa "de las cartas", y el mos referencia con la palabra "yo" [''1''], es una mente
adjetivo correspondiente en español es "Cartesiano".) atada de algún modo a nuestro cuerpo. Gilbert Ryle, un
El dualismo cartesiano fue importante en el siglo filósofo de la mente del siglo XX, se mofaba de este as­
XVII por varias razones, sobre todo porque parecía di­ pecto de la concepción de Descartes y lo llamaba la
vidir el territorio entre ciencia y religión. Los nuevos doctrina del "fantasma en la máquina". Cada uno de
descubrimientos científicos hechos durante esa centu­ nosotros es un fantasma (nuestra mente) que habita
ria parecían plantear una amenaza a la religión tradicio­ una máquina (nuestro cuerpo)2. Conocemos la existen­
nal y había terribles disputas sobre el conflicto aparente cia y los contenidos de nuestra mente en virtud de una
entre fe y razón. Aunque no por completo, Descartes especie de conocimiento inmediato, que Descartes com­
desactivó este conflicto al asignar, de hecho, el mundo pendia en la sentencia más célebre de su filosofía, "cogíto
material a los científicos y el mundo mental a los teó­ ergo sum": pienso, luego existo. La máxima se parece a
logos. La mente se concebía como un alma inmortal y un argumento formal en el cual "pienso" es la premisa
no era un tópico apropiado para las indagaciones cien­ y "existo" la conclusión, pero creo que Descartes pre­
tíficas, mientras que los cuerpos podían ser investiga­
dos por ciencias como la biología, la física y la 2 G. Ryle, The Concept ofMind, Londres, Hutchinson, 1949 [tra­
astronomía. La filosofía, por cierto, podía a juicio de ducción española: El concepto de lo mental, Buenos Aires, Paidós,
Descartes estudiar tanto la mente como el cuerpo. 1967].
]OHN SEARLE La mente. Una breve introducción

(JI]

tendía que también indicara una suerte de inspección legó más problemas que soluciones. Por breve que sea,
interna de la existencia y los contenidos de la mente. la descripción que acabo de presentar, la de la realidad
No puedo equivocarme en lo concerniente a la existen­ dividida entre lo mental y lo físico, nos plantea un
cia de mi propia conciencia, por ende no puedo equi­ quintal de problemas. Ocho de ellos fueron los que más
vocarme acerca de mi existencia, porque mi esencia preocuparon al propio Descartes y a sus sucesores in­
consiste en ser consciente (es decir, pensante), en ser mediatos, y quiero examinarlos a continuación.
una mente. Tampoco puedo errar con respecto a los
contenidos de mi mente. Si me parece, por ejemplo, que
tengo un dolor, sin duda lo tengo. 1. El problema mente-cuerpo
Los cuerpos, por su parte, no pueden conocerse ¿Cuáles son exactamente las relaciones entre lo
directamente sino de manera indirecta, deduciendo su mental y lo físico? En particular, ¿cómo puede haber
existencia y características a partir de los contenidos de relaciones causales entre ellos? Parece imposible que
la mente. No percibo directamente la mesa frente a mí; pueda haberlas entre dos reinos metafísicos completa­
estrictamente hablando, sólo percibo mi experiencia mente diferentes, el reino físico de los objetos materia­
consciente de la mesa, mi "idea" de ella, e infiero su les extensos y el reino mental o espiritual de las mentes
existencia de la presencia de esta última. Mi idea pre­ o almas. ¿Cómo es que algo perteneciente al cuerpo
sente de la mesa no es causada por mí, razón por la cual puede causar algo en la mente? ¿Cómo algo pertene­
debo suponer que su causa es la propia mesa. ciente a la mente causa algo en el cuerpo? No obstante,
La descripción cartesiana de la relación entre al parecer sabemos que hay relaciones causales. Sé que
mente y cuerpo puede resumirse en el siguiente cua­ si alguien me pisa el pie, siento un dolor aun cuando
dro. Además de tener una esencia, cada sustancia tie­ el pisotón sólo sea un suceso físico del mundo físico,
ne una serie de modificaciones o propiedades, y estas mientras que mi sensación de dolor es un suceso men­
son las formas particulares adoptadas por la esencia. tal ocurrido en mi alma. ¿Cómo pueden suceder esas
cosas? Peor: al parecer también hay relaciones causales
Sustancias
Mente Cuerpo
en el otro sentido. Decido levantar el brazo, un hecho
Esencia Pensamiento Extensión (posee que ocurre dentro de mi alma consciente, y hete aquí
(conciencia) dimensiones espaciales) que el brazo se eleva. ¿Cómo debemos concebir que
Conocida directamente Conocido indirectamente
esas cosas puedan siquiera pasar? ¿Cómo puede una
libre Determinado
Indivisible Infinitamente divisible
decisión de mi alma causar un movimiento en un ob­
Indestructible Destructible jeto físico del mundo como es mi cuerpo? Este es el más
famoso problema legado por Descartes, y suele llamár­
selo "problema mente-cuerpo". ¿Cómo puede haber
Las concepciones cartesianas han suscitado deba­
relaciones causales entre una y otro? Gran parte de la
tes interminables, y es justo decir que Descartes nos
filosofía de la mente posterior a Descartes se ocupa de

l
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[J2] [33]

t'

este problema, que es, a pesar de todos los progresos compartía esa creencia. Consideraba que el cuerpo y el

realizados a través de los siglos, una de las principales cerebro no podían ser más conscientes que las mesas,

cuestiones de la filosofía contemporánea. A mi enten­ las sillas, las casas o un montón cualquiera de chata­

der, tiene una solución filosófica general bastante obvia, rra. El alma consciente está separada del cuerpo huma­

que explicaré más adelante; pero debo anticipar que no, aunque de alguna manera permanece unida a éL

muchos de mis colegas -acaso la mayoría- manifiestan Pero ningún objeto material, vivo o muerto, es cons­

un enérgico desacuerdo con mi afirmación de que pode­ ciente.

mos dar una rápida solución al problema de Descartes.


En realidad, hay dos conjuntos de problemas. 2. El problema de la existencia de otras mentes
Cómo puede algo físico producir un efecto en mi alma, Dije que, de acuerdo con Descartes, cada uno de

que no es física, y cómo pueden los sucesos de mi alma nosotros es una mente y conoce los contenidos de esta

afectar el mundo físico. En los últimos ciento cincuenta en forma directa; ¿cómo sé, empero, que otras perso­

años la primera de esas preguntas se reformuló de una nas tiene mente? ¿Qué me hace estar seguro, por ejem­

manera que Descartes no habría aceptado. En su ver­ plo al encontrarme contigo, de que tienes una mente?

sión moderna, reza así: ¿cómo pueden los procesos A fin de cuentas, todo lo que puedo percibir es tu cuer­

cerebrales producir fenómenos mentales? ¿Cómo pue­ po, incluyendo su movimiento físico y los sonidos que

de el cerebro ser la causa de la mente? Descartes no salen de su boca, que interpreto como palabras. Pero

creía que eso fuera posible, porque de acuerdo con su ¿cómo sé que hay algo detrás de todos esos fenómenos

descripción las mentes tienen una existencia comple­ físicos? ¿Cómo sé que tienes una mente, cuando la

tamente independiente del cerebro. Para él, el proble­ única de la cual tengo un conocimiento directo es la

ma no era la cuestión general de cómo puede surgir una mía?


sustancia de la neurobiología, porque a su juicio eso no Cabría estimar que puedo inferir la existencia de
podía suceder. Antes bien, se preguntaba cómo, a raíz estados mentales en ti por analogía conmigo mismo.
de una herida en mi cuerpo, pueden surgir contenidos Así como en mi caso observo una correlación entre
mentales específicos como una sensación de dolor. Su­ estímulo entrante, estado mental interno, y comporta­
ponemos que la existencia misma de una mente se ex­ miento de salida, en el tuyo, al advertir el estímulo
plica por las operaciones del cerebro. Descartes no creía entrante y el comportamiento de salida, infiero por
que eso fuera posible. La cuestión, a su entender, sólo analogía que debes tener un estado mental interno co­
era cómo pueden pensamientos y sentimientos especí­ rrespondiente al mío. Así, si me golpeo el pulgar con
ficos, como una sensación de dolor, ser causados por un martillo, el estímulo entrante me hace sentir dolor,
hechos ocurridos al cuerpo. lo cual me lleva a su vez a gritar. En tu caso -así dice
Es importante destacar este punto: tendemos a la historia-, observo el estímulo entrante y el grito, y
creer, y lo hacen aun quienes son dualistas, que nues­ simplemente completo el proceso haciendo una analo­
tro cuerpo, con su cerebro, es consciente. Descartes no gía entre tú y yo.
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

(34J [35J

Este es un famoso argumento, llamado "argumen­ solipsismo epistémico: tal vez otras personas tengan
to de la analogía". Pero no funciona. En general, una estados mentales, pero nunca puedo saberlo con cer­
':1
I! de las exigencias hechas al conocimiento inferencial es teza. muy posible que los tengan, pero no tengo ma­
que, para ser válido, debe haber en principio alguna nera de comprobarlo, porque todo lo que puedo
manera independiente o no inferencial de verificar la observar es su comportamiento externo. Y tres; otras
inferencia. Así, si creo que hay alguien en la habitación personas tienen estados mentales, pero jamás puedo
de alIado porque los sonidos que oigo me hacen infe­ estar seguro de que son como los míos. Por lo poco que
rir su presencia, siempre cabe la posibilidad de ir a ve­ sé, si tú pudieras tener la misma experiencia que yo
rificar la inferencia y constatar que, en efecto, hay en llamo "ver rojo", quizá la llamarías "ver verde", y si yo
ese cuarto alguien que los causa. Pero si sobre la base tuviera la experiencia que denominas "ver rojo", la lla­
de tu estímulo y tu comportamiento hago una inferen­ maría "ver verde". Ambos pasamos las mismas pruebas
cia sobre tu estado mental, ¿de qué manera puedo ve­ de daltonismo porque ambos hacemos las mismas dis­
'~
rificarla? ¿Cómo puedo acaso comprobar que infiero criminaciones en nuestro comportamiento. Si se nos
correctamente y no que sólo formulo una conjetura pide que tomemos el lápiz verde de una caja de lápices
infundada? Si supongo que el hecho de que tengas o no rojos, los dos tomamos el mismo. Pero ¿cómo sé que
estados mentales correspondientes a tus estímulos tus experiencias internas, que te permiten discriminar,
observables y tus patrones de respuesta -así como yo son similares a las que me permiten hacer otro tanto?
tengo los míos, correspondientes a mis estímulos y pa­ El solipsismo es infrecuente en la historia de la
trones- es una hipótesis científica que debemos verifi­ filosofía, por cuanto no hay solipsistas célebres. Prácti­
car mediante métodos científicos, el argumento prueba, camente no hubo posición filosófica imaginable, por
al parecer, que soy la única persona en el mundo que loca que fuera, que no haya sido sostenida por uno u
tiene algún estado mental. Asi, por ejemplo, si pido a otro filósofo célebre, pero, por lo que sé, ningún
todos los presentes en la habitación que pongan los sofo de fama histórica ha sido jamás solipsista. Desde
pulgares sobre un escritorio y voy golpeándolos con un luego, si alguien lo fuera, difícilmente perdería tiempo
martillo para ver si a alguien le duele, resulta ser que, en decimos que lo es, porque de acuerdo con su pro­
hasta donde puedo constatar, sólo hay uno que duele: pia teoría no existimos 3 .
el pulgar que llamo mío, pues cuando golpeo los demás
no hay sensación alguna.
La concepción de que soy la única persona que 3 Bertrand Russell escribe: "Contra el solipsismo debe decirse, en
tiene estados mentales se denomina "solipsismo". El primer lugar, que es psicológicamente imposible de creer, y de hecho
es rechazado aun por quienes pretenden aceptarlo. Una vez recibí una
solipsismo tiene al menos tres grados. Uno, la forma más
carta de una eminente especialista en lógica, la señora Christine Ladd
extrema: soy la única persona en el mundo que tiene Franklin, en la que me decía que era solipsista y estaba sorprendida
estados mentales; y en algunas versiones, nada existe de que no hubiera otTOS». Véase B. Russell, Human Knawledge: Its Scope
en el mundo salvo mis estados mentales. Dos, el and Limits, Londres, Allen and Unwin, 1948, p. 180 [traducción es­
'1 JOHN SEARLE Lo mente. Una breve introducción
I
1
I I
J,
!! i
[3 6] f37]
1,
ji' Esta doctrina también implica una peculiar asime­ tra mente. Así pues, si sostengo la mano frente a la cara,
tría, en cuanto tu solipsismo no es una amenaza para 10 que percibo en forma directa, lo que percibo estric­
mí, y el mío, si sintiera la tentación de ser solipsista, no ta y literalmente, según Descartes, es cierta experien­
podrías refutarlo. Así, por ejemplo, si alguien viene y cia visual. Descartes da el nombre de "ideas" a esas
me dice: "Soy solipsista. Tú no existes" , no me sentiré experiencias. No percibo la mano en sí, sino una repre­
tentado a pensar" i Dios! Tal vez tenga razón, quizá no sentación visual determinada de la mano, una especie
existo". Pero, a la inversa, si el solipsismo es mi afición, de imagen mental de ella. Pero entonces surge el si­
es inútil que vaya y le diga: "¿Existes? ¿Tienes realmen­ guiente interrogante: ¿cómo sé que frente a mí hay efec­
te estados mentales?" , porque todo lo que él diga segui­ tivamente una mano que me lleva a tener esa imagen
rá siendo congruente con la hipótesis solipsista. mental? Como no percibo la mano en sí misma sino
una representación mental de la mano, debo pregun­
tarme: ¿cómo sé que la representación representa real­
3. El problema del escepticismo con respecto al mente, o con exactitud? El punto de vista de Descartes
mundo externo, y 4. El análisis de la era corriente en el siglo XVII. Se lo llamaba "teoría re­
percepción presentativa de la percepción"; más adelante diré algo
El escepticismo acerca de la existencia de otras más sobre ella, pero en este punto quiero señalar que
mentes que se sigue del dualismo cartesiano es sólo un para Descartes uno de los problemas es: ¿cómo pode­
caso especial de una clase de escepticismo mucho más mos estar realmente seguros, cómo podemos tener un
general: el que cuestiona la existencia del mundo ex­ conocimiento cierto y seguro de la existencia de un
terno. Según el punto de vista de Descartes sólo pue­ objeto que genera en mí esa experiencia visual, y de que
do tener un conocimiento cierto de los contenidos de esta es en todo respecto una representación precisa de
mi mente, mis pensamientos, sentimientos y percepcio­ las características reales del objeto?
nes concretas, etc. Pero ¿qué pasa con las sillas, las Descartes hace muy poco en términos argumeta­
mesas, las montañas, los ríos, los bosques y los árbo­ tivos para demostrar que no podemos percibir directa­
les que veo a mi alrededor? ¿Tengo un conocimiento mente mesas, sillas, montañas, etc., y que sólo percibimos
cierto de que existen en la realidad y los percibo tal y nuestras ideas de esas cosas. La transición de la percep­
como efectivamente son? Es importante tener en cuen­ ción de objetos reales a la percepción exclusiva de los
ta que, de acuerdo con la concepción cartesiana, no contenidos de nuestra mente se da en él de manera muy
percibimos directamente los objetos y situaciones del casual. Aunque no era en modo alguno el primer filó­
mundo. Lo que percibimos directamente, es decir, sin sofo en sostener ese punto de vista, el paso de la con­
ningún proceso inferencial, son los contenidos de nues­ cepción de que percibimos efectivamente objetos reales
a la concepción de que sólo percibimos nuestras ideas
pañola: El conocimiento humano: su alcance y sus límites, Madrid, de los objetos es un movimiento de decisiva importan­

i~::
Tauros, 1977J. cia en la historia de la filosofía. En rigor, yo diría que
l.:,.¡I
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[3 8 ) [39)

es el mayor desastre en la historia de la filosofía a lo trata de una extensión del problema mente-cuerpo, no
largo de los últimos cuatro siglos. En la jerga contem­ es una cuestión igual a este. Aun cuando tuviéramos
poránea esta perspectiva se expresa así: no percibimos una solución para dicho problema, aun cuando yo pu­
objetos materiales, sólo percibimos "datos de los sen­ diese mostrar que mis pensamientos y sentimientos son
tidos" [sense data]. Diré mucho más sobre esta cuestión capaces de mover mi cuerpo, persistiría la cuestión:
en el capítulo 10. ¿cuál es la congruencia de esto con la concepción de
En realidad, hay dos problemas íntimamente rela­ la física en la época de Descartes, la visión del mundo
cionados. El primero es: ¿cómo presentamos un análi­ físico como un sistema completamente cerrado y deter­
sis de nuestras interacciones perceptivas con el mundo? minista en términos causales? Cualquier suceso del
¿Cuál es la relación precisa entre nuestras experiencias mundo físico está determinado por sucesos físicos an­
perceptivas internas, por un lado, y los objetos mate­ teriores. Entonces, aunque pudiéramos demostrar de
riales y otros rasgos del mundo externo, por otro? El alguna manera que tenemos libre albedrío mental, esto
segundo es: ¿cómo podemos estar seguros de que te­ sería indiferente para el comportamiento de mi cuerpo,
nemos conocimiento de un mundo externo que está del porque ese comportamiento es causado por los estados
otro lado de nuestras experiencias perceptivas? Ambos previos de mi cuerpo y del resto del universo físico. El
problemas están estrechamente relacionados entre sí problema del libre albedrío parece arduo para cualquie­
porque nos gustaría que nuestro análisis de la percep­ ra, pero plantea dificultades excepcionales para quien
L
ción del mundo externo nos proporcionara herramien­ acepta el dualismo.
tas para refutar el escepticismo acerca de la posibilidad Este problema todavía nos persigue en una forma
de tener conocimiento de dicho mundo. tan apremiante como en los tiempos de Descartes. Hoy
creemos que la física cuántica ha mostrado una inde­
terminación en el comportamiento de las partículas en
5. El problema del libre albedrío el nivel subatómico. No todo está, pues, determinado
He pasado por la experiencia de elegir una entre de la manera supuesta por la física clásica. Pero eso no
varias opciones, de decidir entre alternativas genuinas parece servir de ayuda con el problema del libre albe­
y hacer una cosa cuando podría con toda facilidad ha­ drío, porque la forma de la indeterminación cuántica
ber hecho otra. Se trata de manifestaciones de lo que es el azar, y azar no es lo mismo que libertad. El hecho
considero la libertad de mi voluntad. Pero es natural de que las partículas del micronivel no estén totalmente
que surja entonces una pregunta: ¿tengo un auténtico determinadas y, por lo tanto, sólo se pueda predecir su
libre albedrío o este sólo es una ilusión? El interrogante comportamiento de manera estadística y no con com­
se plantea de forma especialmente apremiante para pleta certeza, parece no dar respaldo alguno a la idea
IJi· Descartes, porque si el libre albedrío es un rasgo de mi de que nuestros actos en apariencia libres lo son en
¡II mente, ¿cómo puede tener algún efecto sobre el mundo efecto. Aun cuando nuestro proceso de toma de deci­
H
1;
físico, que está íntegramente determinado,'? Aunque se sionesheredara de algún modo la indeterminación de

~
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[4°] [4 1 ]

los sucesos de nivel cuántico en el cerebro, no tendría­ La respuesta de los dualistas a estos interrogantes
mos con ello libre albedrío, sino un elemento aleato­ es rápida. Mi cuerpo no tiene nada que ver con mi iden­
rio impredecible en nuestras decisiones y conductas. tidad. Esta consiste por entero en la continuación de la
Diré más al respecto en el capítulo 8. misma sustancia mental, la misma alma o res cogitans.
Los objetos materiales van y vienen y lo mismo puede
pasar con las experiencias, pero mi identidad está ga­
6. El yo y la identidad personal rantizada por la mismidad de mi sustancia mental, pues
Hay otro problema para el cual los seguidores de yo soy idéntico a esta.
Descartes creyeron que su descripción brindaba una Para Descartes hay otros dos problemas cuya na­
respuesta concluyente, aun cuando él mismo no lo turaleza se asemeja más a la de un enigma que debe
abordó en forma directa: el problema de la existencia resolver, pero sus soluciones son muy interesantes.
del yo y su identidad a través del tiempo y el cambio. Hablo del problema de los animales no humanos y del
Para ver en qué consiste, consideremos el siguiente problema del sueño.
ejemplo: en este mismo momento me ocupo de una
serie de cuestiones mientras contemplo un lago en
Suecia. Un mes atrás trabajaba en problemas relaciona­ 7. ¿Tienen mente los animales?
dos mientras miraba el océano en las costas de Califor­ Si toda mente es una sustancia espiritual o mental
nia. Las experiencias son muy diferentes, pero creo que y las mentes son indestructibles, debe deducirse que si
ambas me pertenecen. ¿Por qué? ¿Con qué justifi­ los animales la tienen, todo animal posee un alma in­
cación? En verdad hay aquí toda una serie de cues­ mortal. Pero si cualquier perro, gato, ratón, pulga o
tiones, una maraña de filosofía. ¿Qué cosa en esas saltamontes tiene un alma inmortal, el paraíso, por no
experiencias las hace experiencias de la misma perso­ decir algo peor, va a estar superpoblado. La solución de
na, y qué cosa en mí hace que yo sea la misma persona Descartes para el problema de la mente animal fue rá­
que era en California? Es tentador decir que una y otra pida y brutal. Dijo que los animales no tienen mente.
personas son la misma porque ambas tienen el mismo Con todo, no se mostraba dogmático al respecto; aca­
cuerpo. Pero ¿es ese cuerpo realmente esencial para mi so la tuvieran, pero le parecía científicamente impro­
identidad? Parece al menos posible imaginar que, como bable que así fuera. A su juicio, la distinción crucial
Gregor Samsa en el relato de Kafka, yo podría desper­ entre nosotros y ellos, la distinción que nos permite
tarme en un cuerpo absolutamente distinto. Pero si lo decir con toda seguridad que los seres humanos tienen
que me hace ser yo no es el mismo cuerpo, ¿qué es? mente y los animales no, es que los primeros poseen un
¿Cuál es la relación entre mi identidad personal y mi lenguaje en el cual expresan sus pensamientos y senti­
identidad corporal? Además de esta o aquella experien­ mientos, mientras que los segundos no lo tienen. Esa
cia en particular, ¿tengo también la experiencia de mí falta de lenguaje era para él una prueba abrumadora de
mismo como un yo? que carecen de pensamientos y sentimientos. Descar­
JOHN SEARLE Lo mente. Una breve introducción

[4 2 ] [43J

tes concedía que este es en cierto modo un resultado más profundo. Mientras sigamos existiendo seguiremos

contrario a la intuición. Si vemos a un perro golpeado siendo necesariamente conscientes.

por un carro y oímos sus aullidos de aparente dolor,


debemos suponer que tiene sentimientos como noso­
tros. Pero Descartes dice que todo esto es una ilusión. 11. Cuatro problemas más
! 1

No deberíamos sentir más lástima por el perro de la que De los problemas del ajuste entre la mente y el res­
sentimos por el carro cuando interviene en el choque. to del universo se desprenden otros cuatro problemas
:f El ruido tal vez nos haga creer que el carro sufre dolor, que, sin embargo, no fueron abordados por el propio
1I
~~ pero no es así; lo mismo sucede con los perros y los Descartes, o que en la época contemporánea se transfor­
il
I
restantes animales. Parece una locura negar que los maron de tal manera que presentan una forma muy
perros y otros animales sean conscientes, pero esta es diferente de la que tenían cuando él y sus sucesores in­
la idea que, a mi entender, Descartes tenía de la materia. mediatos se ocuparon de ellos.
'I1:' En el caso humano, el cuerpo no es consciente. Sólo lo
',:
es el alma inmortal, que está unida al cuerpo. En cuanto
al perro, empero, parece muy improbable que haya un 9. El problema de la intencionalidad
alma inmortal; sólo hay un cuerpo, y los cuerpos no La intencionalidad es un problema planteado no
pueden ser conscientes. Por lo tanto, el perro no es sólo al dualismo sino a la filosofía de la mente en gene­
consciente. Y lo mismo vale para todos los demás ani­ raL Descartes nunca lo enfrentó de manera explícita,
males. pero en los filósofos ulteriores llegó a ocupar el primer
plano y en los últimos cien años se convirtió, a decir
verdad, en uno de los problemas centrales de la filoso­
8. El problema del sueño fía de la mente.
El octavo problema de Descartes es el sueño. Si "lntencionalidad" es un término técnico utilizado
toda mente es esencialmente consciente, esto es, si la por los filósofos para referirse a la capacidad de la men­
conciencia es su esencia, de modo tal que no podría­ te en virtud de la cual los estados mentales se refieren
mos tener mente sin ser conscientes, la inconsciencia a, versan sobre o corresponden a objetos y situaciones
implicará, al parecer, la no existencia. Y en verdad, esto del mundo al margen de sí mismos. Así, por ejemplo,
es lo que da a entender la teoría de Descartes: si dejo si tengo una creencia, debe ser la creencia de que algo
de ser consciente, dejo de existir. Pero ¿cómo explica­ es el caso. Si tengo un deseo, debe ser un deseo de ha­
mos entonces el hecho de que la gente, a pesar de es­ cer algo o de que algo pase. Si tengo una percepción,
tar viva, a menudo esté inconsciente, por ejemplo al debo suponer al menos que percibo algo, un objeto o
dormir? La respuesta de Descartes sería que nunca es­ un estado de cosas en el mundo. De todo ello se dice
tamos un ciento por ciento inconscientes. Siempre hay que es intencional, por cuanto en cada caso el estado
un nivel mínimo de actividad onírica aun en el sueño hace una referencia más allá de sí mismo. La intención
JOHN SEARLE Úl mente. Una breve íntroducción

[44] [45]

[intending], tal cual es de uso corriente cuando digo que digo "mi auto está sediento de gasolina", la oración
tengo la intención de ir al cine esta noche, es sólo un hace una atribución metafórica o de "como si" de la sed
tipo de intencionalídad entre otros, junto con la creen­ al automóvil. Pero en un plano literal el auto no tiene
cia, la esperanza, el temor, el deseo y la percepción. (El ninguna intencionalidad, ni original ni derivada. Es casi
término técnico inglés no procede del intention de esa imposible decir cuánta confusión ha generado la inad­
misma lengua, sino del alemán lntentionalítéit, deriva­ vertencia de estas distinciones elementales.
do a su vez del latín). Se trata de un término técnico En su forma moderna la intencionalidad plantea,
especial que no debe confundirse con la intención en en realidad, dos problemas. El primero: ¿cómo es posi­
sentido corriente. ble que los hechos ocurridos en nuestro cerebro remi­
El problema filosófico especial de la intenciona­ -tan más allá de sí mismos? ¿Cómo es siquiera posible
lidad es el siguiente: supongamos que ahora creo que la referencialidad o direccionalidad? El segundo está re­
George W Bush está en Washington. Surge entonces la lacionado con el primero: ¿cómo es que nuestro cerebro
pregunta: ¿cómo pueden mis pensamientos, íntegra­ o nuestra mente tienen los contenidos intencionales es­
mente localizados en mi mente, llegar hasta Washing­ pecíficos que tienen? Así, por ejemplo, si ahora pienso
ton D.e.? Si estimo que el Sol está a ciento cincuenta en George W Bush, ¿qué hecho de mí mismo hace que
millones de kilómetros de la Tierra, ¿cómo puede ser, el contenido de mi creencia se refiera a George W Bush
otra vez, que mis pensamientos se extiendan hasta él y no, digamos, a su hermano Jeb o a su padre George
y remitan a una cosa fuera de sí mismos? El interrogan­ Bush, o a otra persona llamada George W Bush o a mi
te sobre cómo puede un estado mental referirse a o perro Gilbert? En resumen, los dos problemas se pue­
versar sobre algo más allá de sí mismo es el problema den plantear así: ¿cómo es posible la intencionalidad?
de la intencionalidad. y dado que es posible, ¿por qué los estados intencio­
Es absolutamente esencial aclarar la distinción nales tienen los contenidos específicos que tienen? De­
entre la intencionalidad intrínseca u original que tengo dico el capítulo 6 a los problemas de la intencionalidad.
en la cabeza cuando pienso en algo y la intencionalidad
derivada que tienen las marcas en el papel cuando pon­
go mis pensamientos por escríto. Las palabras en el 10. Causalidad mental y epifenomenalismo
papel realmente significan y refieren, por lo cual tienen Dije que el problema mente-cuerpo tenía dos par­
intencionalidad, pero esta deriva de la mía al escribirlas tes, una de entrada y otra de salida. ¿Cómo causan los
de manera intencional. También es preciso distinguir estímulos entrantes los fenómenos mentales, y cómo
estas dos intencionalidades, la original y la derivada, de causan los fenómenos mentales el comportamiento de
las atribuciones metafóricas o los casos de "como si" de salida? Cada uno de estos aspectos merece un examen
la intencionalidad. Si tengo sed, estamos ante un caso por separado, de modo que voy a transformar la cues­
de intencionalidad intrínseca u original. Si escribo "ten­ tión del funcionamiento causal de los estados menta­
go sed", la frase tiene una intencionalidad derivada. Si les en un tópico independiente.
JOHN SEARLE Lo mente. Una breve introducción

[46J [47]

Algunos filósofos creen posible explicar cómo la conciencia inconsciente. Sin embargo, desde hace más
conciencia es una causa de los procesos cerebrales, pero o menos un siglo hemos llegado a acomodamos bastan­
no están dispuestos a admitir que tenga poderes cau­ te bien a la idea de que muchos de nuestros estados
sales propios. Se reconoce que, de un modo u otro, la mentales son inconscientes. ¿Qué puede significar
conciencia y los fenómenos mentales en general depen­ esto? ¿Qué es un estado mental inconsciente? ¿Cómo
den de procesos cerebrales, pero es difícil comprender se ajusta al resto de nuestra vida mental y al mundo en
)1 cómo podrían causar movimientos corporales o cual­ general?
"
Ir'1'1 i quier otra cosa en el mundo físico. La concepción de El problema del inconsciente no lo es sólo para la
que los estados mentales existen pero son causalmente psicopatología. Decimos, en efecto, que la gente actúa
inertes se denomina "epifenomenalismo". Según esta por motivos de los cuales son inconscientes y cuya pre­
¡,l
¡! perspectiva la conciencia existe, admitido, pero es como sencia negarían con toda sinceridad. Decimos que Sam
i
la espuma de la ola o el resplandor de la luz solar refle­ insultaba a su hermano Bob porque tenía una hostili­
lit jada en la superficie del agua. Está allí pero realmente dad inconsciente contra él. Este es el tipo de cosas de
no cuenta. Es un epifenómeno. Esto, sin embargo, tam­ las que intenta ocuparse la psicología freudiana. Pero
bién parece contrario a la intuición. Cada vez que deci­ hay otro uso más difundido de la noción de inconscien­
do alzar el brazo, este se levanta. Y no se trata de un te, según el cual existen numerosos procesos mentales
fenómeno aleatorio o estadístico. No digo: "Bueno, así que se desarrollan en el cerebro pero carecen de mani­
son las cosas con mi viejo brazo. Algunos días se levan­ festaciones conscientes. De acuerdo con las teorías con­
ta y otros no". El problema consiste en mostrar que algo vencionales de la percepción, suponemos que los
que no forma parte del mundo físico puede tener tales individuos perciben las formas de los objetos infirien­
,1
1, efectos sobre este, y en la jerga contemporánea se plan­ do de manera inconsciente las características reales de
l'
'1
1: tea de la siguiente forma. Con frecuencia se dice: "El estos a partir de los rasgos limitados del estímulo físi­
mundo físico es causalmente cerrado". Lo cual significa co que se les presenta. El problema para estas dos con­
que nada exterior al mundo físico puede entrar a él y cepciones de lo inconsciente es el siguiente: ¿qué
actuar de manera causal. ¿Cómo podrían entonces los significa exactamente este en términos reales? ¿De qué
estados mentales, que no son físicos y por lo tanto no modo podrían los sucesos cerebrales ser a la vez men­
forman parte del mundo físico, actuar causalmente en tales e inconscientes?
este?

12. Explicación psicológica y social


11. El inconsciente Las explicaciones de los fenómenos psicológicos
Para Descartes, toda actividad mental es conscien­ y sociales humanos parecen tener una estructura dife­
te por definición. La idea de un estado mental incons­ rente de las explicaciones en la química y la física.
ciente le parece una contradicción en los términos, una Cuando explicamos por qué votamos de talo cual
La mente. Una breve introducción
JOHN SEARLE

[48] [49]

modo en las últimas elecciones o por qué estalló la Pri­ las respuestas del filósofo a estas ocho cuestiones. Creo
mera Guerra Mundial, utilizamos al parecer un tipo de que esas respuestas fueron inadecuadas sin excepción;
explicación diferente del empleado para explicar por para ser justos con él, hay que decir que a menudo fue
qué crecen las plantas. ¿ Cuáles son las formas apropia­ muy consciente de que lo eran. En mi opinión, el lector
das de explicación para los fenómenos psicológicos y entenderá mejor la filosofía contemporánea si ve, al me­
sociales humanos y qué implicaciones tiene ello para
nos en un bosquejo, cómo abordó Descartes estos pro­
las perspectivas dda~ ciencias sociales?
blemas.

Una de las facetas más decepcionantes de la his­

toria intelectual de los últimos cien años fue la impo­

1. El problema mente-cuerpo
sibilidad de las ciencias sociales de alcanzar el rico
poder explicativo característico de las ciencias físicas En esta cuestión, Descartes nunca alcanzó una
y biológicas. sociología, y hasta en economía, care­ respuesta que lo dejara satisfecho. Reconocía que la
cemos del tipo de estructuras de conocimiento estable­ mente causaba sucesos en el cuerpo y que sucesos de
cidas con que contamos en física y química. ¿Por qué? este causaban sucesos en el terreno mental. Pero ¿cuál
¿Por qué los métodos de las ciencias naturales no tu­ era exactamente su funcionamiento? Jamás creyó haber
vieron en el estudio del comportamiento y las relacio­ resuelto este interrogante. Estudió anatomía y por lo
nes sociales humanas la clase de rédito que han tenido menos una vez observó la disección de un cadáver para
en las ciencias físicas? tratar de averiguar dónde estaba el punto de conexión
entre la mente y el cuerpo. Al final dio con la hipótesis
de que debía encontrarse en la glándula pineal, un pe­
In. Las soluciones de Descartes a los queño órgano en forma de pera situado en la base del
problemas cráneo. Descartes suponía que esa glándula era ellu­
Una gran parte de este libro se dedicará a los doce gar donde las fuerzas mentales y las fuerzas físicas se
problemas que acabo de esbozar. Si el lector considera ponían en contacto. La idea no es tan alocada como
interesantes los problemas, es probable que también parece: el argumento cartesiano para justificarla era
juzgue interesante el libro. Si no puede imaginarse aun­ razonable. El filósofo advirtió que todos los elementos
que lo maten por qué alguien habría de interesarse en cerebrales situados en un lado tenían su réplica en el
ellos, con seguridad ha elegido el libro equivocado. Este otro. Debido a la existencia de los dos hemisferios, la
no es un libro histórico, y no diré demasiado acerca del anatomía parece mostrarse en duplicado. Pero como
desarrollo de estos problemas desde el punto de vista todos nuestros sucesos mentales ocurren en forma
de su historia. Sin embargo, puesto que he recurrido a unitaria, debe haber en el cerebro algún punto unifica­
Descartes como fuente para introducir ocho de ellos,
do donde confluyen las dos corrientes. El único órgano
quiero contarles, aunque sea brevemente, cuáles fueron
no duplicado que Descartes pudo encontrar dentro del

1.
It..,.,.
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[so] [s 1]

cerebro fue la glándula pineal, por lo cual supuso que 2. El problema de la existencia de otras mentes
esta debía ser el punto de contacto de lo mental y lo Con frecuencia se atribuye a Descartes alguna
físico. versión del argumento de la analogía, pero yo nunca
(El impulso de encontrar el punto de contacto pude encontrarla explícitamente enunciada en sus es­
entre el alma y el cuerpo aún persiste. Una vez debatí critos. Según dicho argumento, infiero la existencia de
con un neurobiólogo laureado con el Premio Nobel, sir estados mentales en otras personas por analogía con­
John Eccles, en la televisión británica. Eccles sostenía migo mismo. Así como observo una correlación de mi
que el alma se une al cerebro en el área motriz suple­ comportamiento con mis estados mentales, puedo in­
mentaria. Este es su argumento: si se pide a un sujeto ferir la presencia de estados mentales correspondien­
que lleve a cabo una tarea motriz simple como tocarse tes en otros al observar su comportamiento. Ya he
cada uno de los dedos de la mano derecha con el pul­ indicado las limitaciones de esta forma de argumento.
gar del mismo lado, la corteza motriz muestra un ele­ El inconveniente del conocimiento inferencial es, en
vado nivel de actividad. Si ahora se le pide que piense general, que debe haber alguna verificación indepen­
la tarea pero no la ejecute, esa misma corteza deja de diente de la inferencia para que se la considere válida.
funcionar, pero el área motriz suplementaria permanece Así, por ejemplo, yo podría inferir que un recipiente
activa. Eccles era de la idea de que cuando sólo el alma esta vacío si lo golpeara y dedujera por el sonido a hue­
está activa, estimula el área motriz suplementaria.) co que no hay nada en él, pero esta forma inferencial
En un famoso pasaje Descartes dijo que no debía­ de conocimiento sólo tiene sentido si se supone que
mos imaginar que la mente está alojada en el cuerpo puedo abrir el recipiente y mirar en su interior, para
como un piloto en su nave; era preciso pensar que, de constatar de manera no inferencial que, en efecto, está
algún modo, impregnaba todo el cuerpo. Si tropiezo de vacío. Sin embargo, en el caso de otras mentes no hay
frente con algo no observo el choque de mi cuerpo verificación no inferencial de mi inferencia de los es­
contra otro objeto a la manera como el piloto de un tados mentales a partir del comportamiento observado;
barco podría observar el choque de este contra el mue­ no hay manera de mirar dentro del recipiente para ver
lle; siento, antes bien, dolor en la parte del cuerpo que si contiene algo.
ha entrado en contacto con el objeto. A juicio de Des­
cartes, debíamos pensar que nuestra mente está en cier­
ta forma difundida a través de todo el cuerpo, pero de 3. El escepticismo sobre el mundo externo, y
acuerdo con su propia doctrina esta afirmación es in­ 4. El análisis correcto de la percepción
correcta, porque la sustancia mental no puede tener Por medio de un elaborado argumento, Descartes
extensión espacial. No puede difundirse a lo largo del sostiene que podemos tener un conocimiento cierto de
cuerpo porque no puede difundirse en absoluto. los objetos y situaciones del mundo externo, aun cuan­
do sólo percibimos directamente los contenidos de
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[52] [53]

nuestra mente. El primer paso de ese argumento exige 5. El problema del libre albedrío
probar la existencia de Dios, lo cual dista de ser pan Me parece que, más allá de una mera aserción,
comido. No obstante, suponiendo que Dios exista, Descartes no tiene respuestas para esta cuestión. Dice
Descartes aduce que no puede ser engañador. Debido que soy libre mientras siento que lo soy. Pero el proble­
a su perfección, sería incongruente suponer que pudie­ ma, como veremos más adelante, es que no resulta evi­
ra serlo, pues el engaño es una imperfección. Pero si dente en absoluto que el hecho de percibirme libre
Dios no es engañador, debe existir un mundo externo indique que lo soy realmente.
y yo debo tener algún tipo de conocimiento correcto
cuando lo observo. ¿Por qué? Porque Dios me da to­
das las razones para creer, por ejemplo, que hay un 6. El yo y la identidad personal
escritorio frente a mí y una silla en la cual estoy senta­ Descartes nunca abordó de manera explícita esta
do, y ninguna razón para suponer lo contrario. Por lo cuestión, pero los cartesianos estimaron en general que
tanto, si yo estoy equivocado, Dios me está engañan­ su dualismo nos da una solución automática al proble­
do, lo cual es imposible. ma. El yo es simplemente idéntico a una sustancia
Surge entonces un problema para Descartes: mental y la identidad de esta está garantizada por el
¿cómo es posible el error? Y su respuesta es que lo es mero hecho de ser la misma sustancia mental. Cuesta
porque mi voluntad excede mi entendimiento. Poten­ entender, empero, que la solución propuesta sea otra
cialmente, mi voluntad es infinita; mi entendimiento es cosa que una solución por decreto. ¿Cómo llega a ad­
finito. Y a menudo quiero creer cosas cuya verdad no quirir la sustancia mental todos esos misteriosos pode­
percibo de manera clara y distinta; por consiguiente, res y propiedades? ¿Y qué razón tenemos para suponer
puedo estar equivocado. que existe esa sustancia mental además de nuestro cuer­
Es importante subrayar que Descartes no creía po físico y nuestras experienciaS conscientes? Como
que nuestras percepciones fueran en general represen­ veremos, David Hume hizo críticas devastadoras de la
taciones exactas del mundo. En realidad, los objetos no postura cartesiana sobre el yo y la identidad personaL
tienen colores, sabores u olores y tampoco emiten so­ Según Hume no hay experiencia del yo, y la identidad
nidos, pese a que colores, sabores, olores y sonidos nos que nos atribuimos a través de los cambios en nuestra
parecen desde un punto de vista perceptivo partes del Vida es una identidad completamente ficticia: una suer­
mundo. El quid es que podemos estar seguros de que te de ilusión sistemática. Muchos otros filósofos lo si­
hay un mundo externo causante de nuestras percepcio­ guen en la idea de que no hay nada semejante a un yo
nes y gracias a estas podemos obtener algún tipo de por añadidura a la secuencia de nuestras experiencias
información precisa sobre él, aun cuando gran parte de específicas. Lichtenberg creía que el "yo" ["1"] de ora­
nuestra experiencia perceptiva es ilusoria. ciones como "yo pienso" nos da la ilusión de que hay
un "yo" ["1"] encargado de pensar; y sostenía, en cam­
'1 '
i,
]OHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[54] [55]

I bio, que deberíamos decir "eso piensa" ["it thinks"], sino en la comprobación de que los fundamentos cau­
i
!
donde el "eso" es tan impersonal como en la frase "llue­ sales de este son relativamente similares a los míos. Mi
ve" ["its raining"]: en ninguno de estos casos nos refe­ perro tiene un cerebro, un aparato perceptivo y una es­
rimos concretamente a una entidad. tructura corporal que son notablemente parecidos a los
No hay un solo problema del yo sino varios. No míos: aquí están los ojos, aquí las orejas, aquí la piel,
creo que la descripción cartesiana de la res cogitans sea aquí la boca. Si concluyo que es consciente, no lo hago
en modo alguno una solución a estos problemas, que sólo sobre la base de su conducta, sino más bien de la
abordaré en su totalidad en el capítulo 11. estructura causal qúe media la relación entre el estímu­
lo entrante y el comportamiento de salida. En el caso
de los seres humanos, el estímulo entrante genera expe­
7. Los animales, y 8. El sueño
riencias, que a su vez causan un comportamiento de
Ya he criticado las soluciones de Descartes a es­ salida. La estructura física subyacente que permite al
\. tos problemas, de modo que seré muy breve: me pare­ estímulo entrante causar experiencias es notablemen­
ce sencillamente descabellado afirmar que los animales te similar en los humanos y los animales superiores. Por
no tienen ningún estado consciente. Cuando vuelvo a esa razón tenemos completa seguridad de que los pe­
casa después de trabajar y mi perro viene corriendo a rros y los chimpancés tienen estados conscientes~ seme­
saludarme, moviendo la cola y saltando de un lado a jantes en muchos aspectos a los nuestros. Cuando se
otro, ¿por qué motivo preciso estoy tan seguro de que trata de caracoles y termitas, debemos dejar en manos
es consciente y, a decir verdad, que su conciencia tiene de los expertos la tarea de decirnos si tienen una capa­
un contenido específico, a saber, la alegría de verme? cidad neurobiológica lo bastante rica para disfrutar de
La respuesta habitual a esta pregunta es que, como su vida consciente.
comportamiento se asemeja tanto al de una persona Además, así como me parece descabellado supo­
feliz, puedo inferir que se trata de un perro contento. ner que los animales no son conscientes, me parece
Me parece, sin embargo, que este es un argumento erró­ absurdo suponer que dejamos de existir si tenemos
neo. Para empezar, las personas felices no suelen mo­ completa inconsciencia durante el sueño o bajo el efec­
,ver la cola ni tratan de lamerme la mano. Por otra parte to de la anestesia. Sin embargo, si bien Descartes se
!¡, -y esto es más importante-, alguien podría construir equivoca al suponer que la continuación de la concien­
con toda facilidad un perro robot que moviera la cola cia es esencial para la continuidad de nuestra existen­
,I
,i y brincara de un lado a otro sin tener absolutamente cia misma, debemos plantear este interrogante: ¿cuáles
ningún sentimiento interno. ¿Qué hay de especial en Son exactamente los criterios para determinar que esa
el perro de verdad? A mi entender, la respuesta estriba existencia tiene continuidad? Nos topamos aquí con el
en que la certeza de que mi perro es consciente y tiene famoso problema de la identidad personal, que anali­
un contenido específico en la conciencia no se funda zaré con más detenimiento en el capítulo 11.
simplemente en lo apropiado de su comportamiento,
JOHN SEARLE
La mente. U1lIl breve introducción

[57]

Los doce problemas que he esbozado constituyen rán acreedores a un breve examen en el libro, porque
el marco para mis discusiones sobre la filosofía de la van mucho más allá de la filosofía de la mente; me re­
mente. Pero no quiero dar a entender que el tema se fiero en especial al escepticismo y la explicación en las
limita a ellos. Estos problemas se ramifican en muchos ciencias sociales. Se trata de dos grandes cuestiones y
otros que deberemos examinar. Una de las cosas que sólo las presentaré en un bosquejo, porque para propo­
descubriremos es que con frecuencia hay dos conjun­ ner un análisis adecuado haría falta otro libro.
tos de problemas relacionados con cada una de esas
cuestiones. Está el problema filosófico inexorable, el
"gran problema", por así decirlo, y luego tenemos un
problema o grupo de problemas de detalle sobre el fun­
cionamiento de los fenómenos en la vida real. De tal
modo, en el caso de la conciencia, por ejemplo, está el
gran problema: ¿cómo es siquiera posible una cosa se­
mejante? ¿Cómo podría el cerebro causar la concien­
cia? En los debates actuales se lo suele llamar el
"problema duro", y la falta de explicación del papel
causal del cerebro recibe el nombre de "laguna expli­
cativa". Pero también hay, me parece, un problema
igualmente interesante: ¿cómo funciona la conciencia
en organismos concretos como nosotros mismos? Otro
tanto puede plantearse con respecto a la intencionali­
dad. Hay un problema enorme: ¿cómo es posible que
la intencionalidad exista? Pero a mi juicio, al menos,
la pregunta más interesante es: ¿cómo actúa en detalle?
Lo que he intentado hacer en este capítulo es
presentar el marco para los análisis ulteriores. Los pro­
blemas no se abordarán como si fueran de igual tras­
cendencia. Ni pensarlo. Los próximos tres capítulos se
dedicarán sobre todo al problema mente-cuerpo. Ya he
dicho lo que tenía que decir sobre los animales y el
sueño. Varios problemas tienen un capítulo propio: la
intencionalidad, la causación mental, el libre albedrío,
el inconsciente, la percepción y el yo. Algunos de los
restantes, aunque son de gran importancia, sólo se ha-
[61]

EL GIRO HACIA EL MATERIALISMO

1. Dificultades con el dualismo


Damos ahora un salto en el tiempo para trasladar­
nos a los siglos xx y XXI. Debido a los fracasos del dua­
lismo de estilo cartesiano, en especial su imposibilidad
de presentar una descripción adecuada o al menos co­
herente de la relación entre la mente y el cuerpo, se es­
tima de manera generalizada que el dualismo sustancial
ha quedado descartado en cualquiera de sus formas.
Esto no significa decir que ningún profesional serio sea
partidario de esta doctrina. Según mi experiencia, sin
embargo, la mayoría de los dualistas sustanciales que
conozco son personas que sostienen esa concepción
por motivos religiosos o como parte de una fe religio­
sa. Una de las consecuencias del dualismo sustancial es
que la destrucción de nuestro cuerpo no impide la su­
pervivencia de nuestra alma, por lo cual esta visión es
atractiva para los fieles de las religiones que creen en
la vida después de la muerte. Pero la mayor parte de los
profesionales pertenecientes a este campo no conside­
ran esa doctrina como una posibilidad seria. Una des­
tacada excepción es la defensa del dualismo propuesta
por Karl Popper y John C. Eccles 1. Estos autores afir­
man la existencia de dos mundos muy distintos, el
mundo 1, de los objetos y estados físicos. y el mundo
2, de los estados de conciencia. Se trata de dos mun­
dos separados y distintos que interactúan. En realidad,

1 K. Popper y]. C. Eccles, The Self and Its Bmín, Berlín, Springer­
Verlag, 1977 [traducción española: El yo y su cerebro, Barcelona, la­
bor,I9931.
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[62] [63]

1: I Popper y Eccles mejoran a Descartes y además postu­ presinápticas,,3. En estas maniobras hay algo ad hoc, en
lan un mundo 3, el de "la cultura en todas sus mani­ el sentido de que los autores están convencidos de an­
r . ,,2
lestacIOnes . temano de la verdad del dualismo y tratan de encon­
Todas las formas del dualismo sustancial heredan trar alguna manera, cualquiera, de hacerlo compatible
el problema cartesiano de cómo hacer una exposición con la física.
coherente de las relaciones causales entre el alma y el Es importante entender cuán extrema es la doc­
cuerpo, pero versiones recientes presentan un proble­ trina del dualismo sustancial. Según su perspectiva,
ma adicional. Parece imposible mostrar congruencia nuestro cerebro y nuestro cuerpo no son realmente
alguna entre este dualismo y la física moderna. La físi­ conscientes. El cuerpo es una mera máquina incons­
ca dice que la cantidad de materia/energía en el univer­ ciente, como un automóvil o un televisor. Está vivo
so es constante; aquella doctrina, por su parte, parece como lo están las plantas, pero en él no hay concien­
dar a entender que hay otro tipo de energía, una ener­ cia. Antes bien, nuestra alma consciente está en cierto
gía mental o espiritual, no determinada por la física. modo atada a nuestro cuerpo y seguirá así hasta la
Así, si el dualismo sustancial es verdadero, debe dedu­ muerte de este, en cuyo momento se desprenderá de él.
cirse, al parecer, que una de las leyes más fundamen­ Soy idéntico a mi alma y sólo de manera incidental y
tales de la física, la ley de la conservación, es falsa. temporaria habito este cuerpo.
Algunos adeptos de esta corriente han intentado en­ El inconveniente de esta concepción es que, vis­
frentar el problema afirmando que por cada infusión de to lo que sabemos sobre el funcionamiento del mun­
energía espiritual hay una disminución de energía físi­ do, cuesta tomarla en serio como hipótesis científica.
ca, y de ese modo se preserva una cantidad constante Sabemos que en los seres humanos la conciencia no
de energía en el universo. Otros han señalado que la puede existir en manera alguna sin ciertos procesos fí­
mente reordena la distribución de energía universal sin sicos que se desenvuelven en el cerebro. Podríamos, en
adiciones ni sustracciones. Eccles dice que la mente principio, producir conciencia en alguna otra sustan­
puede afectar el cuerpo al modificar la probabilidad de cia física, pero por ahora no sabemos cómo hacerlo. Y
sucesos neuronales sin ningún aporte de energía, y la idea de que pueda producirse al margen de todo
agrega que la física cuántica nos permite ver cómo es sustrato físico, aunque concebible, parece completa­
posible: "La hipótesis de la interacción mente-cerebro mente descartable como hipótesis científica.
es que los sucesos mentales actúan a través de un cam­ No es fácil hacer que la idea de la mente como una
po de probabilidad cuántica para alterar la probabilidad Sustancia separada sea congruente con el resto de nues­
de emisión de vesículas de las rejillas vesiculares tros conocimientos sobre el mundo. A continuación
presento tres intentos de hacerlo, cada uno de ellos
acorde con una concepción diferente de la mente.
2]. C. Eccles, How the Self Controls Its Braín, Berlín, Springer­
I! Verlag, 1994, p. 5. 3 Ibíd., p. 69.

l.
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[65]

Primero, la intervención divina. La ciencia física do. La idea es la siguiente: en el mundo no hay dos tipos
es incompleta. Nuestra alma es algo que se suma al res­ de sustancias, sino dos tipos de propiedades. La mayo­
to del mundo. Es creada por intervención divina y no ría de estas, como el hecho de tener una carga eléctrica
forma parte del mundo físico tal como la ciencia lo des­ o una masa determinada, son propiedades físicas; pero
cribe. algunas, como el hecho de sentir un dolor o pensar en
Segundo, la mecánica cuántica. El problema men­ Kansas City, son propiedades mentales. Aunque no es­
te-cuerpo tradicional sólo se plantea debido a una con­ tán compuestos de dos clases diferentes de sustancias,
cepción newtoniana obsoleta de lo físico. Según una los seres humanos exhiben la característica de que su
interpretación de la medición cuántica, la conciencia es cuerpo físico, yen particular su cerebro, tienen no sólo
necesaria para completar el colapso de la función de propiedades físicas sino también propiedades mentales.
onda y crear así partículas y sucesos cuánticos. De tal El dualismo de las propiedades evita postular una
modo, hay cierta forma de conciencia que no es crea­ sustancia mental independiente, pero hereda algunas
da por el resto de la naturaleza y resulta, en cambio, de las dificultades del dualismo sustancial. ¿Cuáles son
esencial para la creación de esta última. Es una parte las relaciones entre lo mental y lo físico supuestas en
primitiva de la naturaleza requerida para explicar los esta doctrina? ¿Cómo pueden los sucesos físicos llegar
procesos cerebrales y todo lo demás4 . a causar propiedades mentales? Por lo demás, hay un
Tercero, el idealismo. El universo es enteramen­ problema en particular que acosa a estos dualistas:
te mental. Lo que concebimos como mundo físico es cómo pueden las propiedades mentales, admitiendo
sólo una de las formas adoptadas por la realidad men­ que existan, actuar de manera causal para producir
tal subyacentes. algo. ¿Cómo pueden mis estados conscientes, que se­
Menciono estas tres perspectivas para completar gún esta concepción ni siquiera son partes de una sus­
el panorama, pero no concuerdo con ninguna de ellas tancia distinta, sino meros rasgos no físicos de mi
y me parece que no entiendo la segunda; pero como no cerebro, actuar y causar sucesos físicos en el mundo?
son puntos de vista influyentes en la filosofía de la En el capítulo 1 describí esta dificultad, cómo pueden
mente, y mis intentos de explicación apuntan a esta, no los estados mentales actuar causalmente y producir
volveré a examinarlas en el libro. efectos físicos, como el problema del "epifenomenalis­
Hay una versión más débil del dualismo denomi­ mo". De acuerdo con este, los estados mentales existen
nada "dualismo de las propiedades" , bastante difundi­ pero son epifenómenos. Se trata de simples compañe­
ros de ruta; no tienen en realidad ningún efecto causal.
4 H. Stapp, The Mindful Universe, de próxima aparición.
Son como la espuma en la ola que llega a la orilla o los
S La exposición clásica del idealismo se encontrará en G. Berkeley, resplandores de luz que centellean en un lago: están
A Treatise Concerning the PrincipIes of Human Knowledge, edición es­ ahí, pero no cumplen ningún papel causal significati­
tablecida por J. Dancy, Oxford, Oxford University Press, 1998 [traduc­
ción española: Tratado sobre los principios del conocimiento humano, vo en el mundo físico. En rigor, son peores que la espu­
Madrid, Alianza, 1984]. ma y el resplandor, porque no podrían cumplir ningún
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[66] [67]

papel causal. El reto está en comprender cómo podrían Muchos filósofos, probablemente la mayoría, han
",,]
cumplirlo en la determinación de los sucesos físicos, abandonado el dualismo, pero la situación es curiosa
cuando ellos mismos no son físicos. Si suponemos, porque numerosos dualistas consideran que los argu­
como al parecer debemos hacer, que el universo físico mentos recién expuestos no parecen en modo alguno
es causalmente cerrado, en el sentido de que nada ex­ decisivos contra todas las formas de dualismo. Creo que
terior a él puede tener efecto en su interior; y si supo­ un típico dualista de las propiedades diría: "De acuerdo,
nemos además, como al parecer debemos hacer, que la la mente no es una sustancia independiente, pero de
conciencia no forma parte del universo físico, habría todas maneras uno de los datos en bruto de la natura­
que deducir que aquella no puede tener efecto alguno leza es que las criaturas como nosotros tienen dolores,
sobre este. cosquillas y comezones, así como pensamientos y emo­
El dualismo de las propiedades no nos obliga a ciones, y estos no son físicos en un sentido corriente.
postular la existencia de una cosa que esté unida al Tampoco se los puede reducir a nada físico". Y en ver­
cuerpo pero no sea realmente parte de él. Pero sí nos dad, algunos dualistas hacen de tripas corazón y acep­
obliga a suponer que hay propiedades del cuerpo -pre­ tan el epifenomenalismo.
suntamente del cerebro- que no son propiedades físicas Mi conjetura es que el dualismo, a pesar de estar
corrientes como el resto de nuestra constitución bioló­ pasado de moda, no desaparecerá. A decir verdad, esta
gica. Y el inconveniente de esto es que no vemos de qué doctrina -al menos en su versión de las propiedades­
manera incorporar una descripción de esas propiedades ha hecho en años recientes algo así como una reapari­
a nuestra concepción global del universo y su modo de ción, debida en parte al resurgimiento del interés en la
funcionamiento. En realidad no salimos de la postula­ conciencia. La intuición que lo impulsa es poderosa.
ción de entidades mentales por el hecho de llamarlas Aquí la tenemos, en su presentación más simple: todos
propiedades. Con ello seguimos postulando cosas men­ tenemos experiencias conscientes reales y sabemos que
tales no materiales. No importa que digamos que mi no son iguales a los objetos físicos que nos rodean. Po­
dolor consciente es una propiedad mental de mi cere­ demos dar una forma más elaborada a esa intuición
bro o que es un suceso dentro de este. De una u otra primigenia: el mundo esta hecho casi íntegramente de
manera seguimos atrapados en las dificultades tradicio­ partículas físicas, y todo lo demás es en algún sentido
nales del dualismo. Un filósofo antidualista caracterizó Una ilusión (como los colores y los sabores) o un ras­
esos fenómenos mentales sobrantes como "rezagos no­ go superficial (como la solidez y la liquidez) que pue­
mológicos" ("nomológico" significa "con forma de ley"). de reducirse al comportamiento de aquellas partículas.
El cerebro los produce a la manera de una ley, pero lue­ En el nivel de la estructura molecular la mesa no es real­
go no hacen nada. Sencillamente se quedan ahí6. mente sólida. Es, como dijo el físico Eddington, una

6 H. "The 'Mental' and the 'Physical''', en H. Feigl, M, Scriven Minneápolis, University of Minnesota Press, 1958, col. "Minnesota
y G. Maxwell (comps.), Concepts, Theories and the Mind-Body Problem, Studies in the Philosophy of Science", vol. 2.
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción
[68]
[69]

nube de moléculas. Sólo parece sólida desde nuestro una sola clase. Esta perspectiva lleva el nombre poco
punto de vista. Pero en el fondo el mundo físico está sorprendente de "monismo" y se divide en dos: mo­
compuesto en su totalidad de micro entidades, las par­ nismo mentalista y monismo materialista, llamados
tículas físicas. Hay una excepción, sin embargo. La con­ respectivamente "idealismo" y "materialismo". El idea­
,, ciencia no es sólo partículas. De hecho, no lo es en modo lismo dice que la totalidad del universo es mental o
·.1

alguno. Sea lo que fuere, es algo que está "por encima" espiritual; sólo existen las "ideas" en el sentido técnico
de las partículas. Creo que esta es la idea que le da fuer­ de la palabra, atribuido a todos los fenómenos menta­
za al dualismo de las propiedades contemporáneo. les. Para algunas concepciones -la de Berkeley, por
David Chalmers plantea este punto argumentan­ ejemplo-, además de las ideas están las mentes que las
do la imposibilidad lógica de que la trayectoria del uni­ contienen. El idealismo tuvo durante varios siglos, sin
verso físico sea diferente si la trayectoria de los hechos exagerar, una prodigiosa influencia en la filosofía, pero
micro físicos es la misma7 . Una vez que tenemos la que yo sepa ha estado muerto y enterrado desde hace
micro física todo lo demás puede deducirse. Pero esto muchas décadas para casi todos los filósofos cuyas opi­
no es válido para la conciencia. Podríamos imaginar niones respeto, por lo cual no me extenderé demasiado
que toda la trayectoria física del universo es exactamen­ sobre él. Entre los más célebres idealistas cabe mencio­
te la misma, menos la conciencia. Desde el punto de nar a Berkeley, Hegel, Bradley y Royce.
vista de la lógica es posible que esa trayectoria sea exac­ La familia más influyente de concepciones en la
tamente como es, pero sin conciencia. filosofía de la mente a lo largo del siglo xx y en estos
Esas aparentes diferencias básicas entre lo mental comienzos del siglo XXI es alguna versión del materia­
y lo físico son el motor que impulsa el dualismo. Creo lismo. El materialismo es la noción de que la única rea­
que este puede ser respondido y refutado, pero todavía lidad existente es la realidad material o física y, por
no tenemos las herramientas para hacerlo. Me dedica­ consiguiente, si los estados mentales tienen existencia
ré a ello en el capítulo 4. real, deben ser en cierto sentido reducibles a estados
físicos de algún tipo, deben ser estados físicos. En cier­
tos aspectos el materialismo es la religión de nuestro
n. El giro hacia el materialismo tiempo, al menos entre la mayor parte de los profesio­
Los dualistas decían que hay dos clases de cosas nales expertos en el campo de la filosofía, la psicología,
o propiedades en el universo; con el fracaso del dualis­ la ciencia cognitiva y otras disciplinas que estudian la
mo, es natural suponer que tal vez todo pertenezca a mente. Como otras religiones más tradicionales, se lo
acepta sin discusión y proporciona el marco dentro del
7 D. Chalmers, The Conscious Mind: In Search vf a Fundamental cual es posible plantear, abordar y responder otras cues­
Thevry, Oxford, Oxford University Press, 1996 [traducción española: tiones. La historia del materialismo es fascinante, por­
La mente consciente: en busca de una teoría fundamental, Barcelona, que si bien los materialistas están convencidos, con una
Gedisa, 19991. fe casi religiosa, de que su concepción debe ser correcta,
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[7 1 ]

no parecen ser capaces de fonnular una versión que los comportamiento del cuerpo. Por encima de ese com­

satisfaga por completo y pueda ser aceptada en general portamiento no hay nada que sea constitutivo de lo

por otros filósofos, aunque se trate de materialistas mental. El conductismo se divide en dos tipos: "meto­

como ellos. A mi juicio, esto se debe a que tropiezan de dológico" y "lógico". Los examinaré en ese orden.

manera constante contra el hecho de que diferentes ver­


siones del materialismo parecen excluir algún rasgo
mental esencial del universo, cuya existencia conoce­ Conductísmo metodológico
mos, cualesquiera sean nuestros compromisos filosófi­ El conductismo metodológico fue un movimiento
cos. Los rasgos habitualmente excluidos son la conciencia del ámbito de la psicología que intentó dar a esta disci­
y la intencionalidad. El problema consiste en dar una plina un fundamento científico respetable y ponerla a
descripción materialista totalmente satisfactoria de la la altura de las otras ciencias naturales. Con ese fin,
mente que no termine por negar el hecho evidente de insistía en que aquella sólo debía estudiar el compor­
que todos tenemos en forma intrínseca estados cons­ tamiento objetivamente observable. Las "leyes" que esa
cientes y estados intencionales. En las próximas páginas disciplina debía descubrir correlacionarían el estímulo
voy a esbozar brevemente la historia del materialismo de entrada al organismo [input] con la respuesta com­
en el siglo xx, hasta el momento en que alcanzó por fin portamental de salida [output 1; por esa razón, la psico­
su formulación más sofisticada en la teoría compu­ logía conductista se denominó a veces psicología "del
tacional de la mente, según la cual el cerebro es una estímulo-respuesta". Los conductistas conquistaron
computadora y la mente es un programa informático. tanta influencia que durante un tiempo lograron inclu­
Por fuerza, el esbozo estará simplificado en exceso. so modificar la definición de la psicología. Esta ya no
Razones de espacio me obligan a destacar sólo los pun­ era la "ciencia de la mente" sino la "ciencia del compor­
tos culminantes, pero quiero que el lector los conozca tamiento humano". Esta corriente recibió el nombre de
y sepa cómo se relacionan entre sí. Hay una progresión "conductismo metodológico" porque presentaba un
natural que lleva desde el conductismo hasta la teoría método en psicología en vez de una proposición sus­
computacional de la mente, y deseo exponerla. tantiva acerca de la existencia o inexistencia de la men­
te. La verdadera objeción al dualismo, sostenían los
conductistas metodológicos, no radica en su postula­
III. La saga del materialismo: del conductismo ción de entidades no existentes, sino en su irrelevancia
a la inteligencia artificial fuerte desde el punto de vista científico. Las proposiciones
científicas deben ser verificables de manera objetiva, y
Conductismo
las únicas proposiciones sobre la mente humana que
La primera forma influyente de materialismo en cumplen esa condición son las referidas al comporta­
el siglo xx se denominó "conductismo". En su versión miento del hombre.
más cruda, esta doctrina dice que la mente es sólo el
]OHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[73]

Los grandes nombres del conductismo metodoló­ estado mental de una persona, decir por ejemplo que
gico son John B. Watson (1878-1958) y B. F. Skinner esta cree que va a llover o que siente un dolor en el
i ,i
(1904-1990). A mi parecer, ninguno de ellos creía de codo, significa lo mismo que -o puede traducirse a- un
hecho en la existencia de fenómenos mentales cualitati­ conjunto de enunciados sobre su comportamiento real
vos internos, pero a efectos de constituir una psicología y posible. No es preciso que sea traducible en enuncia­
científica les era preciso insistir en el conductismo como dos acerca de un comportamiento actualmente existen­
un método y no como una doctrina ontológica especí­ te, pues la persona podría tener un dolor o una creencia
fica. Acaso sea injusto caracterizar a Skinner como un sin manifestarlos de inmediato en una conducta; pero
conductista metodológico, porque en realidad plantea­ sí debe serlo en un conjunto de proposiciones hipotéti­
ba objeciones a lo que denominaba "conductismo me­ cas sobre el comportamiento, lo que el agente haria o
todológico" y se consideraba un "conductista radical". diría en tales o cuales circunstancias.
No obstante, su influencia se ejerció sobre todo en el De conformidad con un análisis conductista típi­
plano de la metodología; por eso, voy a seguir la expo­ co, decir que Jones cree que va a llover es equivalente
sición habitual de los libros de texto y lo caracterizaré a plantear un número indefinido de proposiciones
como un conductista metodológico. Los únicos fenó­ como las siguientes: si las ventanas de la casa de Jones
menos psicológicos observables son los del comporta­ están abiertas, este las cerrará; si las herramientas de
miento humano, de modo que el método apropiado jardinería quedaron a la intemperie, las guardará; si
para la psicología debe ser el estudio de ese comporta­ Jones sale a caminar, llevará un paraguas o se pondrá
miento y no de misteriosas entidades mentales internas un impermeable, o ambas cosas, y así sucesivamente.
y espirituales. El conductismo metodológico fue, así, un La idea era que tener un estado mental sólo significaba
proyecto de investigación en psicología y, sorpresiva­ estar dispuesto a exhibir ciertos tipos de comporta­
mente, gozó de influencia durante varias décadas. miento; el concepto de disposición, por su parte, debía
analizarse en términos de proposiciones hipotéticas de
la forma "si p, entonces q". Aplicadas al problema de
Conductismo lógico los estados mentales, esas proposiciones asumirían la
El conductismo lógico fue sobre todo un movi­ siguiente forma: "Si existen tales y cuales condiciones,
miento filosófico e hizo un planteo mucho más vigo­ resultará tal y cual comportamiento".
roso que el conductismo metodológico. Los conductistas
metodológicos decían que el dualismo cartesiano era
irrelevante en términos científicos, mientras los con­
duelistas lógicos sostenían que Descartes estaba equi­
G. Ryle, del cual puede consultarse The Concept ofMind, op. dt., Y C.
vocado por razones lógicas8 . Un enunciado sobre el Hempel; de este, véase "The Logical Analysis of Psychology", en N.
Block (comp.), Readings ínPhilosophy ofPsychology, vol. 1, Cambridge
8 Entre los conductistas lógicos de mayor celebridad se cuentan (Mass.), Harvard University Press, 1980.
JOHN SEARLE
La mente. Una bre7.1e introducción

[74] [75]

Fisicalismo y teoría de la identidad va a llover sólo es plausible si presumimos que no quie­


Hacia mediados del siglo xx, las dificultades del re mojarse. Pero si analizamos entonces la creencia en
conductismo habían provocado su debilitamiento gene­ términos de deseo, parece haber una suerte de circula­
ralizado y a la larga motivaron su rechazo. La doctrina ridad en la reducción. En realidad no hemos reducido
no llevaba a ninguna parte como proyecto metodoló­ la creencia al comportamiento; la redujimos al compor­
gico en psicología y a decir verdad era objeto de eficaces tamiento más el deseo, con lo cual seguimos frente a
ataques, particularmente lanzados por el lingüista Noam un estado mental que es preciso analizar. Podrían ha­
Chomsky. Este afirmaba que la idea de que cuando es­ cerse observaciones análogas con respecto a la reduc­
tudiamos psicología estudiamos el comportamiento es ción del deseo. El argumento de que el deseo de Jones
tan poco inteligente como la idea de que cuando estu­ de estar seco consiste en cosas como su disposición a
diamos física estudiamos lecturas de mediciones. Desde llevar un paraguas sólo parecerá remotamente plausible
luego, utilizamos el comportamiento como prueba en si suponemos que él prevé la proximidad de la lluvia.
psicología, así como usamos las lecturas de mediciones Una segunda familia de dificultades se vinculaba
como prueba en física, pero es un error confundir la con las relaciones causales entre estados mentales y
evidencia que tenemos ácerca de un tema con el tema comportamiento. Los conductistas lógicos habían argu­
mismo. El tema de la psicología es la mente humana, mentado que los estados mentales no consistían en otra
y el comportamiento humano es la prueba de la exis­ cosa que comportamientos y disposiciones comporta­
tencia y los rasgos de esa mente, pero no es ella misma. mentales, pero esta idea se opone a la intuición de senti­
Las dificultades afrontadas por los conductistas do común de que hay relaciones causales entre nuestros
lógicos eran aún más agudas. Nadie había propuesto estados mentales y nuestro comportamiento exterior.
una explicación siquiera remotamente plausible de El dolor me lleva a gritar y tomar una aspirina; la creen­
cómo se podían traducir las proposiciones sobre la cia en que va a llover y el deseo de estar seco hacen que
mente en proposiciones sobre el comportamiento. Ha­ tome un paraguas, etc., y al parecer esta verdad evidente
bía varias dificultades técnicas en lo concerniente a la es negada por los conductistas, que no pueden explicar
manera de especificar los antecedentes de las hipótesis, las relaciones causales entre la experiencia interna y el
y en especial cómo hacerlo sin caer en la circularidad. comportamiento externo porque niegan, en sustancia,
Dije antes que los conductistas descompondrían la existencia de toda experiencia interna por añadidu­
creencia de Jones sobre la inminencia de la lluvia en ra al comportamiento externo.
conjuntos de proposiciones sobre su comportamiento La verdadera dificultad del conductismo, empero,
para protegerse de esta. Pero el inconveniente radica en es que su mero carácter poco plausible se convirtió en
que sólo podemos comenzar a hacer esa reducción si un estorbo cada vez más grande. Tenemos sin duda
suponemos que Jones desea mantenerse seco. Por lo pensamientos, sentimientos, dolores, cosquillas y co­
tanto, el supuesto de que llevará un paraguas si cree que mezones, pero no parece razonable suponer que son
idénticos a nuestro comportamiento, y ni siquiera a
I
1 JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[7 6]

nuestras disposiciones a adoptarlo. La sensación de do­ nombre de "tesis de la identidad", porque se afirmaba
lor es una cosa, el comportamiento inducido por este, una identidad entre estados mentales y estados cerebra­
otra. Desde un punto de vista intuitivo el conductismo les. Los teóricos de la identidad procuraban insistir con
es tan poco convincente que a menudo los comentaris­ afán en el contraste entre su concepción y el conductis­
tas poco afectos a él lo hacían objeto de sus burlas. Ya mo, visto corno una tesis lógica sobre la definición de
en la década de los veinte L A. Richards señaló que para conceptos mentales. La tesis de la identidad, por su
un conductista uno debe "fingir anestesia,,9. Y los ca­ parte, era presuntamente una afirmación fáctica, no
tedráticos universitarios tienen un repertorio habitual sobre el análisis de conceptos mentales, sino sobre el
de malos chistes sobre esta doctrina. Un chiste típico: modo de existencia de los estados mentales. Los con­
una pareja conductista acaba de hacer el amor y el hom­ duclistas utilizaban el modelo de las identidades defi­
bre dice: "Fue fantástico para ti. ¿Cómo fue para mí?" nicionales. Los dolores son disposiciones al comporta­
Hacia la década de los sesenta la completa inad­ miento del mismo modo que los triángulos son figuras
misibilidad del conductismo se había transformado en planas de tres lados. En cada caso es una cuestión de
un impedimento, por lo cual los filósofos de inclinacio­ definición. Los teóricos de la identidad dijeron: no, el
nes materialistas lo reemplazaron poco a poco por una modelo no son las definiciones sino, antes bien, los
doctrina denominada "fisicalismo" y a veces "teoría de descubrimientos empíricos de identidades en la ciencia.
la identidad". Los fisicalistas decían que Descartes no Hemos descubierto, de hecho, que un rayo es idéntico
estaba equivocado en el plano de la lógica -corno ha­ a una descarga eléctrica; hemos descubierto, de hecho,
bían sostenido los conductistas lógicos-, sino en el pla­ que el agua es idéntica a H20, y ahora descubrimos -un
no de los hechos. Podría haber sucedido que además de descubrimiento hecho día a día- que los estados menta­
un cuerpo tuviéramos un alma, pero tal corno resulta­ les son en realidad idénticos a los estados cerebrales 10.
ron las cosas en la naturaleza, lo que concebirnos corno
mente es sólo un cerebro, y lo que imaginarnos corno es­
Objeciones a la teoría de la identidad
tados mentales, por ejemplo la sensación de dolor o la
impresión de tener cosquillas o una comezón, no son La teoría de la identidad recibió una serie de obje­
sino estados cerebrales, y tal vez del resto del sistema ciones. Me parece útil distinguir entre las objeciones
nervioso central. Esta postura recibió en ocasiones el técnicas y las basadas en el sentido común. La primera

9 No puedo encontrar la fuente exacta de esta cita. Creo que es una 10 Se encontrarán tres exposiciones clásicas de la leoría de la iden­
adaptación de la caracterización de Ogden y Richards cuando señalan tidad en U. 1. Place, "Is Consciousness a Brain Process?", British
que Watson "simula una anestesia general". Véase C. K. Ogden e 1. A. }ournal ofPsychology, 47(1),1956, pp. 44-50;).). C. Sman, "Sensations
Richards, The Meaning ofMeaning (1926), Londres, Harcourt Brace and and Brain Processes", en D. Rosenthal (comp.), The Nature ofMind,
Company, 1949, p. 23 [traducción española: El significado del signifi­ Nueva York, Oxford University Press, 1991, pp. 169-176, Y H. Feigl,
cado, Barcelona, Paidós, 1984). "The 'Mental' and the 'Physical''', op. cito
,
I
L
]OHN SEARLE
La mente. Una breve introducción

[7 8]
[79]

objeción técnica fue que la teoría parecía violar un prin­ nuestro interés no estaba en el objeto putativo, el dolor,

cipio lógico llamado "ley de Leibniz"ll. Esta dice que sino en la experiencia global de sentirlo. Y esa experien­

si dos cosas cualesquiera son idénticas, deben tener cia global abarca desde la estimulación de las termina­

todas sus propiedades en común. Por lo tanto, si pudié­ ciones nerviosas periféricas del dedo hasta el propio

ramos mostrar que los estados mentales tienen propie­ cerebro. A mi parecer, los teóricos de la identidad logra­

dades imposibles de atribuirse a los estados cerebrales, ron responder a esta objeción, pero había otras que eran

y viceversa, al parecer refutaríamos la teoría de la iden­ más serias.


tidad. Por lo demás, no parecía difícil proporcionar Una objeción de sentido común a la teoría de la
ejemplos al respecto. Así, puedo decir, pongamos por identidad aducía que si esta era en efecto una identidad
caso, que el estado cerebral correspondiente a mi pen­ empírica, algo que podía descubrirse como un hecho,
samiento de que está lloviendo se encuentra tres centí­ según la analogía del agua y el H 20 o el rayo y la descar­
metros dentro de mi oído izquierdo; pero, de acuerdo ga eléctrica, deberian existir dos tipos de propiedades
con los objetores, no tiene ningún sentido decir que mi para poder establecer con solidez ambos lados de la
pensamiento de que está lloviendo está tres centímetros proposición de identidad12. De tal modo, así como el
dentro de mi oido izquierdo. Por otra parte, aun en el enunciado "el rayo es idéntico a una descarga eléctrica"
caso de los estados conscientes que tienen una locali­ debe identificar una y la misma cosa en términos de sus
zación, como el dolor, este puede situarse en un dedo propiedades de rayo y de sus propiedades de descarga
del pie, pero el estado cerebral correspondiente no está eléctrica, y el enunciado "el agua es idéntica a las mo­
en el dedo sino en el cerebro. Las propiedades del es­ léculas de H20" debe identificar una y la misma cosa en
tado cerebral, entonces, no son iguales a las propieda­ términos de sus propiedades de agua y de sus propie­
des del estado mentaL En consecuencia, el fisicalismo dades de H20, la afirmación, por ejemplo, de que "el do­
es falso. lor es idéntico a cierto tipo de estado cerebral" tiene que
Los teóricos de la identidad creían tener una res­ identificar una y la misma cosa en términos de sus pro­
puesta simple a esas objeciones. Estas, decían, se apo­ piedades de dolor y de sus propiedades de estado ce­
yan en la ignorancia. Cuando sepamos más sobre el rebral. Pero si en la proposición de identidad hay dos
cerebro, llegaremos a juzgar perfectamente adecuada la conjuntos independientes de propiedades, es de presu­
atribución de localizaciones espaciales a los estados mir que nos quedan dos tipos diferentes de estas: las
mentales y de las llamadas propiedades mentales a los mentales y las físicas. En suma, parece como si, a fin
estados cerebrales. Y con respecto a la localización del de permitir la validez de la tesis de la identidad, tuvié­
dolor en el dedo del pie, aquellos teóricos sostenían que

12 Entre otros, esta objeción fue planteada por]. T. Stevenson,


"Sensations and Brain Processes: A Reply to J.]. C. Smart", en C. V.
II Esta objeción y las siguientes se anali;zan en J. J. C. Smart, Borst (comp.), The Mind-Brain Identity Theory, Nueva York, St. Martin's
"Sensations and brain processes", op. cit. Press, 1970, pp. 87-92.
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[80] [81]

ramos que recaer en el dualismo de las propiedades. Si La respuesta característica dada por estos a esa
todos los estados mentales son estados cerebrales, hay objeción fue menos convincente que su respuesta a las
dos clases de estos últimos, los que son mentales y los objeciones relacionadas con la ley de Leibniz 14. Dijeron
que no lo son. ¿Cuál es la diferencia? Los estados men­ que los fenómenos en cuestión podían especificarse sin
tales tienen propiedades mentales. Los otros sólo tie­ utilizar ningún predicado mental. Era posible hacerlo
nen propiedades físicas. y esa concepción se asemeja con un vocabulario coloquial neutral. En vez de decir:
mucho al dualismo de las propiedades. "Hay en mí una imagen residual entre amarilla y ana­
Este fue un problema decisivo para los teóricos de ranjada", prefieren decir: "En mí sucede algo semejante
la identidad. Todo el sentido de la teoría radicaba en a lo que ocurre cuando veo una naranja". Supuesta­
reivindicar el materialismo, mostrar que los estados mente, esa reformulación de la identificación de los
mentales eran realmente idénticos a los estados mate­ estados mentales en un vocabulario "coloquial neutral"
riales del cerebro: no eran otra cosa que estados ma­ respondía a la objeción, porque nos permitía especifi­
teriales del cerebro y se los podía reducir a ellos. Pero car el elemento mental en un léxico neutro y no men­
si resulta que los estados mentales en cuestión tienen tal: en mí sucede una cosa que puede especificarse de
propiedades mentales irreductibles, el proyecto fracasa. una manera neutral entre el dualismo y el materialismo,
Nos deja un elemento mental imposible de reducir. En pero resulta justamente que la cosa es un proceso ce­
mis investigaciones para este libro encontré como míni­ rebral. Así, podemos dar especificidad al rasgo mental,
mo un filósofo que, aunque se consideraba un teórico pero de un modo compatible con el materialismo.
de la identidad, parecía dispuesto a aceptar ese resul­ Creo que esta respuesta es fallida. El argumento
tado, al menos como posibilidad 13 . Grover Maxwell da de que podemos hablar de los fenómenos mentales sin
a su concepción el nombre de teoría de la identidad, utilizar un vocabulario mental no modifica el hecho de
pero dice: "el camino está totalmente abierto para espe­ que esos fenómenos siguen teniendo propiedades men­
cular que algunos sucesos mentales son simplemente tales. Mi imagen residual entre amarilla y anaranjada
nuestras alegrías, aflicciones, dolores, pensamientos, sigue siendo cualitativa y subjetiva al margen de que de­
etc., en toda su riqueza cualitativa y mentalista" cidamos mencionar u omitir esas características. Si uno
(p. 235). Esto es muy similar a la concepción que con­ quisiera negarse a hablar de aviones, le bastaría con
sidero correcta, que explicaré en el capítulo 4. Pero no decir: "algún bien perteneciente a United Airlines".
era una perspectiva típica entre los teóricos de la iden­ Pero eso no suprime la existencia de los aviones. Para
tidad. expresarlo de manera sucinta, la referencia a un fenó­

14 Esta objeción se discutió en el artículo original de Smart, y tam­


13 G. Maxwell, "Unity of Consciousness and Mind-Brain 1dentity", bién en].]. C. Smart, "Further Remarks on Sensations and Brain
en]. C. Eccles (comp.), Mind and Brain: The Many Faceted Problems, Processes", en V. Borst (comp.), The Mind-Brain Identity Theory, op. cit.,
Washington, Paragon House, 1974, pp. 233-237. pp. 93-94.
JOHN SEARLE
La mente. Una breve introducción
[82]
[83]

meno que es intrínsecamente cualitativo y subjetivo en distinción entre tipos, que son entidades generales abs­

un vocabulario que no revela esos rasgos no elimina tractas, y casos, que son objetos y sucesos particulares

estos últimos. En resumidas cuentas, los teóricos de la y concretos. El caso de un tipo es una ejemplificación

identidad pretendían negar la existencia de tales rasgos, particular concreta de ese tipo general abstracto.

. 15
pero eso eXige otro argumento . A través de esa distinción podemos ver por qué

Una objeción levemente más técnica que en reali­ los teóricos de la identidad sintieron la necesidad de

dad preocupó a los teóricos de la identidad y a la larga pasar de una teoría tipo-tipo a una teoría caso-caso. La

los obligó a modificar sus concepciones fue la acusa­ teoría de la identidad tipo-tipo dice: "Todo tipo de es­

ción de "chovinismo neuronal,,16. Si la tesis de esos tado mental es idéntico a algún tipo de estado físico".

teóricos era que todo dolor es idéntico a cierto tipo de Esta afirmación es a todas luces un poco chapucera,

estimulación neuronal, y toda creencia es idéntica a porque la identidad en cuestión es la existente entre

cierto tipo de estado cerebral, parece deducirse que un casos reales concretos y no entre tipos universales abs­

ser sin neuronas o al menos sin la clase apropiada de tractos. Lo que esos teóricos quieren decir es: para cada

ellas no podría tener dolores y creencias. Pero ¿por qué tipo de estado mental hay algún tipo de estado cerebral

los animales con estructuras cerebrales diferentes de la tal que cada caso del tipo mental es un caso del tipo ce­

nuestra no pueden tener estados mentales? Yen rigor, rebral. Los teóricos de la identidad de casos decían sim­
¿por qué no podríamos construir una máquina que no plemente: para cada caso de un tipo determinado de
tuviera absolutamente ninguna neurona, pero sí esta­ estado mental hay algún caso de algún tipo de estado
dos mentales? Esta objeción provocó un cambio impor­ físico idéntico a ese caso de estado mentaL En síntesis,
tante en la teoría de la identidad; se pasó de lo que llegó no exigían, digamos, que todos los casos de dolores tu­
a llamarse "teoría de la identidad tipo-tipo" a la "teoría vieran que ejemplificar exactamente el mismo tipo de
de la identidad caso-caso". Para explicar esta distinción estado cerebral. Podía tratarse de casos de diferentes
es preciso decir algunas palabras sobre la diferencia tipos de estados cerebrales, aun cuando todos fueran
entre tipo [typel y caso [token]. Si escribo la palabra casos del mismo tipo mental, el dolor. Por esa razón se
"perro" tres veces: "perro perro perro", ¿he escrito una les dio el nombre de teóricos de la identidad "caso­
palabra o tres? Bueno, he escrito tres ejemplos o casos caso", en contraste con los teóricos de la identidad
de un tipo de palabra. De modo que necesitamos una "tipo-tipo". La identidad entre casos parece mucho más
plausible que la identidad entre tipos. Supongamos que
tanto usted como yo creemos que Denver es la capital
15 J. R. Searle, The Rediscovery oi the Mind, op. cit.
] 6 N. Block, "Troubles with Functionalism"en C. Wade Savage de Colorado. Parece innecesario suponer que, para
(comp.), Perception and Cognition: IS$ues in the Foundations oi tener la misma creencia, usted y yo debemos encontrar­
Psychology, vol. 9, Minneápolis, University ofMinnesota Press, 1978,
col. "Minnesota Studies in the Philosophy of Science", pp. 261-325,
nos exactamente en el mismo tipo de estado neurobio­
reeditado en N. Block (comp.), Readings in Philosophy oi Psychology, lógico. El estado neurobiológico por el cual creo que
op. cit., pp. 268-305. Denver es la capital de Colorado podría localizarse en
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[85]

un punto determinado de mi cerebro, y el suyo podría tipo? Adviértase que las dos respuestas que tradicional­
situarse en otro punto, sin que se tratara de creencias mente se darían a esta pregunta, la dualista y la de la
diferentes. identidad tipo-tipo, son inaceptables para el fisicalista
Desafortunadamente, los teóricos de la identidad de casos. Este no puede decir que su factor en común
propusieron a menudo ejemplos bastante pobres. Uno son las mismas propiedades irreductiblemente menta­
de los favoritos consistía en decir que los dolores son les, porque todo su propósito era eliminarlas o desha­
idénticos a las estimulaciones de las fibras C. La idea cerse de ellas. Tampoco puede aducir que se trata del
era que, de acuerdo con los teóricos de la identidad de mismo tipo de estado cerebral, porque la razón para
tipos, todo dolor es idéntico a alguna estimulación de pasar de la teoría de la identidad de tipos a la teoría de
las fibras según los teóricos de la identidad de casos, la identidad de casos fue no tener que decir que cada
tal dolor en particular podía ser idéntico a tal estimula­ caso de un tipo de estado mental determinado es idénti­
ción en particular de las fibras C, pero otro dolor podía co a un caso de un tipo de estado cerebral determinado.
ser idéntico a algún otro estado del cerebro o de una
máquina. Es una lástima que todo esto sea neurofisiolo­
gía bastante mala. Una fibra C es un tipo de axón, y es Fundonalismo
cierto que algunos tipos de señales de dolor, no todos, En este punto los materialistas dieron un paso que
son transmitidos por esas fibras al cerebro. Pero desde fue crucial para el ulterior filosofar sobre la mente.
un punto de vista neurofisiológico sería ridículo creer Dijeron: si los casos de estados cerebrales son estados
que los dolores no consisten en nada más que la estimu­ mentales es porque tienen cierto tipo de función en el
lación de nuestras fibras C. Estas sólo son parte de un comportamiento general del organismo. No es una sor­
complejo mecanismo del dolor en el cerebro y el siste­ presa que esta doctrina se denominara "funcionalismo",
ma nervioso. Sea como fuere, esa fue la clase de ejem­ y al desplegarse derivó en concepciones como la si­
plos presentada por los teóricos de la identidad, y buena 17
guiente : decir que Jones cree que está lloviendo es
parte del debate se centró en determinar si obtendría­ decir que en él se desenvuelve cierto suceso, estado o
mos esas identidades de tipos o sólo cabía esperar iden­ proceso causado por determinada clase de estímulos
tidades de casos. A la postre, los teóricos de la identidad
de casos han ejercido mayor influencia que los teóricos 17 Entre los primeros partidarios del funcionalismo se cuentan H.
de la identidad de tipos. Putnam, D. Lewis y D. Armstrong. Véanse H. Putnam, "The Nature
Pero ahora nos enfrentamos a una cuestión inte­ of Mental States", en N. Block (comp.), Readings in Philosophy
resante. ¿Qué tienen en común todos esos casos para Psychulogy, op. cit., pp. 223-231 [traducción española: La naturaleza
ser casos del mismo tipo de estado mental? Si usted y de los estados mentales, México, Instituto de Investigaciones Filosófi­
cas de la UNAM, 19811; D. Lewis, "Psychophysical and Theoretical Iden­
yo creemos que Denver es la capital de Colorado, ¿qué
tifications" y "Mad Pain and Martian Paín", en ¡bid., pp. 207-215 Y
es exactamente lo que compartimos, si no hay otra cosa 216-222 respectivamente, y D. Armstrong, A Materialíst Theory 01
que nuestros estados cerebrales y estos son de diferente Mind, Londres, Routledge, 1993.
JOHN SEARLE
La mente. Una breve introducción

[86] [87]

externos, por ejemplo, la percepción de la lluvia; y este causales son el único contenido del hecho de tener una
fenómeno, en conjunción con algunos otros factores creencia.
como su deseo de mantenerse seco, generarán en nues­ ¿y qué pasa con la referencia restante a los deseos
tro hombre un comportamiento determinado, el de y las percepciones? También ellos se analizarán desde
tomar un paraguas. En síntesis, los estados mentales se un punto de vista funcionaL Así como hay un x que es
definen como estados con ciertas funciones, y el con­ la creencia, definida por sus relaciones causales, hay un
cepto de función se explica en término·s de relaciones y que es el deseo y un Z que es una percepción, y uno
causales con estímulos externos, otros estados menta­ y otra también se definen por sus relaciones causales.
les y el comportamiento externo. Podríamos formular La descripción funcionalista hizo frente entonces
así este desarrollo: la percepción de la lluvia causa en a varias de las objeciones al conductismo. Una de ellas
Jones la creencia de que llueve. Esa creencia y el deseo era su aparente circularidad en el uso de los deseos para
de no mojarse causan el comportamiento consistente explicar las creencias y de estas para explicar aquellos.
en tomar el paraguas. ¿Qué es, entonces, una creencia? El funcionalista da una rápida respuesta a esta objeción,
Todo lo que se inscribe en esa clase de relaciones si se analizan las creencias y los deseos de manera si­
causales. En este punto los teóricos de la identidad in­ multánea, en términos de sus relaciones causales. Tam­
trodujeron un hermoso dispositivo técnico para captu­ bién respondemos de inmediato la objeción de que el
rar precisamente ese rasgo de su teoría. El dispositivo conductismo excluyó las relaciones causales entre es­
recibió el nombre de "cláusula de Ramsey" por su in­ tados mentales y comportamiento externo, porque he­
ventor, el filósofo británico Frank Ramsey. En la con­ mos definido en parte los primeros desde la perspectiva
junción anterior de oraciones simplemente eliminamos de su capacidad de causar un comportamiento exter­
"enJones la creencia de que llueve" y la reemplazamos no. Por lo demás, un atractivo adicional de la explica­
por x. Luego anteponemos a toda la frase un cuantifi­ ción funcionalista de los estados mentales es que
cador existencia que dice "hay un x tal que". De modo parecía asimilar el reino mental a un reino muy cono­
que ahora reza así: "hay un x tal que la percepción de cido de entidades funcionales humanas. Así, si pregun­
la lluvia causa x, y x junto con el deseo de no mojarse tamos: ¿qué es un carburador, un termostato, un reloj?,
causan el comportamiento consistente en tomar un todas estas preguntas se responden causalmente descri­
paraguas". Por eso, ¿qué es realmente una creencia? Es biendo las funciones causales de carburadores, termos­
cualquier cosa, cualquier x que se encuentra en esas tatos y relojes. Ninguna de estas cosas se define por su
relaciones causales (y muchas otras semejantes). Los estructura física. Un reloj, por ejemplo, puede estar
estados mentales como las creencias no se definen por compuesto de engranajes y ruedas, de dos ampollas de
ninguna característica intrínseca sino por sus relacio­ vidrio unidas por el cuello y con arena en su interior,
nes causales, y estas constituyen su función. Las creen­ de osciladores de cuarzo o de muchos otros materiales
cias, por ejemplo, son causadas por percepciones, y físicos, pero su rasgo definitorio es que se trata de un
junto con los deseos causan acciones. Las relaciones mecanismo físico que nos permite saber la hora. Po­
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

l88] [891

dría n hacerse observaciones análogas sobre carburado­ Funcionalismo computacional (= inteligencia

res y tennostatos. Los estados mentales son semejan­ artificial fuerte)

tes a los carburadores, los termostatos y los relojes. No En este punto se produjo uno de los más fascinan­
se definen por su estructura física ni por una esencia tes desarrollos de toda la historia de la filosofía de la
mental cartesiana; antes bien, las relaciones causales mente en el siglo xx. Para muchos de quienes partici­
son su elemento definitorio. Una creencia es cualquier paron en él (aunque no para mí), ese desarrollo fue no
entidad que, situada en ciertas relaciones con los estí­ sólo fascinante sino una solución, por fin, a problemas
mulos entrantes y otros estados mentales, es la causa que habían asediado a los filósofos durante más de dos
de un comportamiento externo. mil años. La idea se basaba en una convergencia de tra­
El impulso subyacente del funcionalismo era res­ bajos en filosofía, psicología cognitiva, lingüística, in­
ponder la siguiente pregunta: ¿por qué atribuimos es­ fonnática e inteligencia artificial. Al parecer, teníamos
tados mentales a las personas? Y la respuesta era: la respuesta a la cuestión que enfrentábamos, cómo
decimos que tienen cosas tales como creencias y deseos funciona el sistema: el cerebro es una computadora
porque queremos explicar su comportamiento. El fun­ digital y lo que llamamos "mente" es un programa o
cionalismo parece haber aprehendido todas esas intui­ conjunto de programas informáticos digitales. Había­
ciones. mos hecho el más grande avance en la historia de la
Como es comprensible, los funcionalistas querían filosofía de la mente: los estados mentales son estados
saber cuál era la naturaleza de los estados cerebrales y computacionales del cerebro. Este es una computadora
mentales internos que les pennitía causar un compor­ y la mente es un programa o conjunto de programas.
tamiento. ¿Cuál era la diferencia entre los estados men­ Una enorme cantidad de libros de texto se fundaron en
tales y otros tipos de estados cerebrales? Una respuesta este principio: la mente es al cerebro lo que el programa
consistía en decir que esa pregunta no es adecuada en es al hardware 18 .
modo alguno para la filosofía; habría que plantearla a
psicólogos y neurobiólogos. Podemos tratar el cerebro Mente Programa

como una mera "caja negra" que produce comporta­ Cerebro Hardware

mientos en respuesta a estímulos, y no es necesario que,


como filósofos, nos preocupemos por el mecanismo
existente en su interior. En ocasiones, esta concepción
recibía el nombre de "funcionalismo de la caja negra".
18 P. ]ohnson-Laird, The Computer and the Mind, Cambridge
Pero el funcionalismo de la caja negra es intelec­
(Mass.). Harvard University Press, 1988 [traducción española: El or­
tualmente insatisfactorio porque no da respuestas a denador y la mente, Barcelona, Paídós, 19901, y Mental Models: Towards
nuestra natural curiosidad intelectual. Queremos saber, a Cognitive Science ofLanguage, Inference and Consciousness, Cambridge
en realidad, cómo funciona el sistema . (Mass.), Harvard University Press, 1983.

....

]OHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[9°] [9 1 ]

Esta perspectiva se denomina a veces "funciona­ sino, a decir verdad, para la vida intelectual en general.
lismo computacional", aunque yo también la bauticé Las nociones que espero explicar con brevedad son las
"inteligencia artificial fuerte" para distinguirla de la de algoritmo, máquina de Turing, tesis de Church, teo­
inteligencia artificial débil, que, en contraste con el pro­ rema de Turing, prueba de Turing, niveles de descripción,
pósito de crear una mente, aspira a estudiarla mediante realizabilidad múltiple y descomposición recursiva.
simulaciones por computadora. Según el punto de vista Estos conceptos son el núcleo de lo que hasta hace poco
de la inteligencia artificial fuerte, con la programación fue, y en algunos ámbitos todavía es, la visión más in­
adecuada la computadora digital no simula tener una fluyente de la naturaleza de la mente en la ciencia cog­
mente: la tiene literalmente. nitiva y disciplinas conexas. Por otra parte, varias de
Con la aparición del modelo computacional de la estas ideas son tan importantes que es esencial para la
mente creímos haber encontrado por fin la solución a educación general del lector, al margen de la filosofía,
los problemas que habían inquietado a Descartes e in­ familiarizarse plenamente con esos conceptos.
cluso a los primeros filósofos griegos, dos mil quinien­
tos años atrás. En especial, teníamos en apariencia una Algoritmos. Un algoritmo es un método para re­
solución perfecta para el tradicional problema mente­ solver un problema a través de una serie precisa de pa­
cuerpo. La relación entre una y otro parecía misteriosa; sos. Los pasos deben ser finitos en número y su correcta
en cambio, la existente entre el programa y el hardware realización garantiza la solución del problema. Por ese
informático, la relación del software con su implemen­ motivo, los algoritmos también reciben el nombre de
tación física, no lo es en lo más mínimo. Se la entiende "procedimientos eficaces". Buenos ejemplos son los
en todos los departamentos de informática del mundo, métodos utilizados para resolver problemas en aritmé­
y ese conocimiento se utiliza de manera rutinaria y coti­ tica, como la suma y la resta. Si seguimos los pasos con
diana para programar computadoras. exactitud, llegaremos a la solución correcta.

Máquinas de Turing. Una máquina de Turing es un


IV. La computación y los procesos mentales dispositivo que realiza cálculos empleando sólo dos
Hasta aquí he criticado las concepciones materia­ tipos de símbolos. En general se supone que estos son
listas según su orden de aparición. Pero ahora voy a ex­ ceros y unos, pero cualquier símbolo podría servir. La
poner la teoría computacional de la mente y reservaré concepción de esta máquina se debe a Alan Turing, el
las criticas dirigidas a ella y otras versiones del funcio­ gran lógico y matemático británico. La característica
nalismo hasta el próximo capítulo. Antes de explicar en más llamativa del dispositivo es su simplicidad: tiene
detalle las supuestas soluciones aportadas por esa teoría una cinta sin fin en la cual se escriben los símbolos y
computacional a nuestros problemas, quiero introducir una cabeza que los lee. Esta cabeza se mueve hacia la
varias nociones cruciales. Estas son importantes por su izquierda o hacia la derecha y puede borrar un cero e
pertinencia no sólo para la filosoffa contemporánea imprimir un uno o borrar un uno e imprimir un cero.
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[9 2 ] [93]

Hace todas estas cosas de conformidad con un progra­ sólo utilice símbolos binarios, ceros y unos, es suficiente

ma, que consiste en un conjunto de reglas. Las reglas para realizar absolutamente cualquier algoritmo. Esta

siempre tienen la misma forma; en la condición C, eje­ tesis es muy importante, porque dice en términos mate­

cute el acto A: C - A. Una regla podría tener, por ejem­ máticos que cualquier problema computable puede

plo, la siguiente forma: si está examinando un cero, computarse en una de esas máquinas. Cualquier función

reemplácelo por un uno y muévase un espacio a la iz­ computable es computable el la Turing.

quierda. Las máquinas de Turing pueden presentarse en


La máquina de Turing no es una máquina en el muchos tipos, estados y variedades diferentes. En mi
sentido habitual. No es posible comprarla en una tien­ automóvil hay computadoras especializadas para de­
da. Es un concepto matemático abstracto. Por ejemplo, tectar el promedio de consumo de combustible, por
tiene una cinta sin fin y, por ende, una capacidad infi­ ejemplo. Pero además de la idea de estas computadoras
nita de almacenamiento. Ninguna máquina real tiene con finalidades especiales, o máquinas de Turing, está
esa característica. Las máquinas de verdad se descom­ la idea de una computadora multipropósito, un dispo­
ponen, se oxidan o se les cae cerveza encima. Las má­ sitivo capaz de ejecutar cualquier programa. y Alan Tu­
quinas de Turing no tienen ninguno de esos defectos ring, en un importante resultado matemático conocido
porque son puramente abstractas. Sin embargo, aunque como teorema de Turing, demostró que hay una máqui­
su concepto es el concepto de algo formal y abstracto, na universal de Turing que puede simular el compor­
a los efectos prácticos el tipo de computadora que com­ tamiento de cualquier otra de tales máquinas. Más
pramos en una tienda es una máquina de Turing. Las precisamente, demostró que hay una máquina univer­
computadoras comerciales corrientes implementan sal de Turing, UTM [Universal Turing Machine J, tal que,
algoritmos mediante la manipulación de dos clases de dada cualquier máquina de Turing que ejecute un pro­
símbolos. La electrónica contemporánea es tan sofisti­ grama específico, TP, la UTM puede ejecutarlo.
cada que la computadora de nuestros días puede llevar La fascinación despertada por esas ideas se explica
a cabo esas operaciones simbólicas a una velocidad de por la siguiente conjetura: ¿qué pasa si suponemos que
millones por segundo. el cerebro humano es una máquina universal de Tu­
ring? No puedo describir la excitación generada por
Tesis de Church. Debida en su origen a Alonzo esta idea, que nos daba por fin no sólo una solución a
Church (aunque Turing llegó de manera independiente los problemas filosóficos que nos atormentaban, sino
a ella, por lo cual a veces se la llama tesis de Church­ también un programa de investigación. Podemos estu­
Turing), esta tesis sostiene que cualquier problema que diar la mente, averiguar cómo funciona realmente, si
tenga una solución algorítmica puede resolverse por descubrimos qué programas se implementan en el cere­
medio de una máquina de Turing. O, según otra manera bro. Una característica de enorme atractivo de ese pro­
de decirlo: cualquier algoritmo puede llevarse a cabo grama de investigación es que en realidad no tenemos
en una máquina de Turing. La idea de una máquina que que saber cómo funciona el cerebro en cuanto sistema
jOHN SEARLE La mente. Una breve introduccián

[941 [95]

físico para hacer una ciencia cabal y estricta de la men­ de una especie de conductismo. Dice que la prueba
te. Las especificidades del cerebro son en verdad irre­ comporta mental es concluyente acerca de la presencia
levantes para la mente, porque cualquier otro sistema de estados mentales.
físico serviría, con tal de que fuera suficientemente esta­
ble y rico para contener los programas. De acuerdo con este Niveles de descripción. Cualquier sistema complejo
punto de vista, los pormenores neurobiológicos del puede describirse de diferentes maneras. Así, por ejem­
funcionamiento cerebral no tienen importancia para la plo, el motor de un automóvil puede caracterizarse en
mente. Por una especie de accidente evolutivo, la casua­ términos de su estructura molecular, de su forma física
lidad quiso simplemente que tuviéramos neuronas, general, de sus partes componentes, etc. tentador
pero cualquier sistema de hardware lo bastante comple­ presentar esta variabilidad de posibilidades descriptivas
jo serviría tan bien como lo que tenemos dentro del crá­ según la metáfora de los "niveles", terminología que ha
neo. Para llegar a una descripción científica realmente ganado una aceptación generalizada. Concebimos el
adecuada de la mente, no hace falta más que descubrir micronivel de las moléculas como un nivel de descrip­
los programas de la máquina de Turing que todos utili­ ción más bajo que el de la estructura física general o los
zamos en nuestros procesos de cognición. componentes materiales, que son niveles descriptivos
más elevados. Casi todo el interés de esta distinción es­
El test de Turing. Sin embargo, necesitamos una triba en su contundente validez para las computadoras.
prueba. Necesitamos una prueba que nos diga cuándo En un nivel inferior de descripción, tu computadora y
una máquina se comporta de manera auténticamente la mía pueden ser muy diferentes. La tuya quizá tenga
inteligente y cuándo no lo hace. Su invención también un tipo de procesador distinto del mío, por ejemplo.
correspondió a Alan Turing, y por eso se la denomina Pero en un nivel superior de descripción acaso im­
test de Turing. Hay distintas versiones, pero la idea bá­ plementen exactamente el mismo algoritmo y ejecuten
sica es la siguiente: para eludir los grandes debates acer­ el mismo programa.
ca del problema de la existencia de otras mentes y del
pensamiento y la inteligencia presuntos de la máquina, Realizabilidad múltiple. La noción de diferentes
basta con preguntarse si esta puede desenvolverse de niveles de descripción ya contiene de manera implícita
tal manera que un experto sea incapaz de distinguir su otra idea decisiva para la teoría computacional de la
desempeño de un desempeño humano. Si la máquina mente, la de la realizabilidad múltiple. El argumento es
contesta preguntas formuladas en chino con tanta ap­ que una característica de nivel más elevado, como el
titud como un hablante nativo de esa lengua, de modo hecho de ser el programa Word o un carburador, puede
tal que otros hablantes nativos sean incapaces de ver la realizarse materialmente en diferentes sistemas; de tal
diferencia entre aquella y uno cualquiera de ellos, de­ modo, es posible decir que una y la misma caracterís­
beremos decir que la máquina entiende el chino. Como tica de superior nivel puede ser realizable de variadas
el lector habrá advertido, el test de Turing es expresión maneras en distintos soportes de menor nivel. La
JOHN SEARLE La mmte. Una breve introducd6n

[96 ] [97]

realizabilidad múltiple parece ser una característica máquina de Turing es que, en el fondo, esos problemas
natural de las teorías de la identidad de casos. Los dis­ se descomponen hasta ser sencillas maniobras con ce­
tintos casos de distintos tipos del nivel inferior pueden ros y unos. Imprimimos un uno, borramos un cero, nos
ser diferentes formas de realización de algún rasgo movemos un espacio a la izquierda o a la derecha. Eso
mental común de nivel superior. Así como el mismo es todo lo que la máquina necesita saber hacer a fin de
programa informático puede ejecutarse en diferentes realizar no sólo aritmética sino los algoritmos más in­
clases de hardware y por eso es realizable de manera creíblemente complejos para otros tipos de tareas. Las
múltiple, el mismo estado mental, por ejemplo la creen­ tareas complejas pueden analizarse (descomponerse)
cia de que va a llover, podría implementarse en diversas en tareas simples mediante la aplicación repetida
clases de soporte y, con ello, ser también realizable de (recursiva) de los mismos procedimientos, hasta que
múltiples formas. sólo quedan sencillas operaciones binarias con dos sím­
El siguiente diagrama ilustra la distinción entre bolos, los ceros y los unos. En los primeros y embriaga­
niveles de descripción y la realizabilidad múltiple del dores días, algunas personas llegaron incluso a decir
nivel superior en niveles inferiores: que el hecho de que las neuronas hicieran una de dos
cosas, activarse o no activarse, era una indicación de
A que el cerebro era un sistema binario, como cualquier
otra computadora digital. La idea de la descomposición
recursiva también parecía darnos, entonces, una pista
importante para entender la inteligencia humana. Las
tareas humanas inteligentes y complejas pueden des­
C D E F G componerse recursivamente en tareas simples, y por
eso somos tan inteligentes.
Un único sistema, representado por la línea AB, El conjunto de ideas que acabo de exponer con­
puede realizarse en diferentes sistemas de nivel inferior, tiene las herramientas necesarias para enunciar la teo­
representados por las líneas BC, BD, BE, BF YBG. ría de la mente más influyente y pujante de las últimas
décadas del siglo xx. El cerebro es una computadora
Descomposición recursiva. Otra idea importante, ya digital; con toda probabilidad, una máquina universal
implícita en lo que he dicho, es que los grandes proble­ de Turing. Como tal, lleva a cabo algoritmos mediante
mas complejos pueden descomponerse en pequeños la implementación de programas, y lo que llamamos
problemas simples, susceptibles a su vez de descompo­ mente es uno de esos programas o conjunto de progra­
nerse en problemas aún más simples, hasta alcanzar el mas. Para comprender las capacidades cognitivas hu­
nivel de simplicidad máxima. La multiplicación con manas sólo es necesario descubrir los programas que
varios dígitos, por ejemplo 28 x 71, puede parecernos los seres humanos ejecutan efectivamente cuando ac­
una operación compleja, pero la belleza de la idea de la tivan capacidades cognitivas como la percepción, la
JOHN SEARLE Lo mente. Una breve introducción

[9 8J

memoria, etc. Como el nivel mental de descripción es nuestra computadora. Por ejemplo, en un famoso ex­
un nivel de programa, no nos es preciso entender los perimento relacionado con la recordación de números,
detalles del funcionamiento cerebral para entender la los tiempos de reacción de los sujetos parecían variar
cognición humana. En rigor, al ser el nivel de descrip­ de la misma manera que el tiempo de procesamiento de
ción más elevado que el de las estructuras neuronales, una computadora. Muchos especialistas en ciencia
no estamos obligados a adoptar ninguna teoría de la cognitiva consideraron este resultado como una prueba
identidad tipo-tipo de la mente. Antes bien, los estados de que los seres humanos utilizaban los procedimien­
mentales son realizables de manera múltiple en diferen­ tos algorítmicos de los ordenadores.
tes clases de estructuras físicas, y si bien un azar los Tal fue el atractivo de la teoría computacional de
llevó a ejecutarse en el cerebro, podrían haberlo hecho la mente en los primeros días de la ciencia cognitiva.
con igual eficacia en una gama indefinida de soportes Si no he logrado que el lector la vea de ese modo, signi­
computacionales. La ejecución en cualquier soporte fica que mi exposición no ha sido buena; en su época,
servirá para la mente humana, con la única condición para muchos resultó enormemente interesante. La teo­
de que sea lo bastante estable y rica para contener los ría generó millares de proyectos de investigación y acu­
programas. Como somos máquinas de Turing, seremos muló un número parecido de subsidios para llevarlos
capaces de entender la cognición si reducimos las ope­ a cabo. Pero, ay, es una teoría errónea más allá de toda
raciones complejas a las operaciones más simples de esperanza. Así lo creí en esos momentos, y desde enton­
todas, la manipulación de ceros y unos. Por lo demás, ces nada me motivó a cambiar de opinión. En el próxi­
contamos con una prueba que nos permitirá constatar mo capítulo explicaré por qué está equivocada. Por
la reproducción efectiva de la cognición humana, el test ahora, quiero que el lector sepa apreciar su atractivo.
de Turing. Este nos da una demostración concluyente Con ciertas vacilaciones (porque es una simplifi­
de la presencia de capacidades cognitivas. Para averi­ cación excesiva), presento un cuadro que muestra las
guar si hemos inventado concretamente una máquina relaciones entre las teorías expuestas hasta aquí.
inteligente, sólo necesitamos aplicar el test de Turing.
y ahora tenemos un proyecto de investigación; se tra­
ta, en efecto, del proyecto de investigación de la cien­ Dualismo

/~
cia cognitiva.
Tratamos de descubrir los programas que se ejecu­

tan en el cerebro a través del diseño de programas para Dualismo Dualismo


nuestras máquinas comerciales que pasen la prueba de de las de las
Turing, y luego pedimos a los psicólogos que lleven a propiedades sustancias
cabo experimentos con seres humanos a fin de ver si
siguen el mismo programa que hemos incorporado a
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[100] [101]

Monismo cias, deseos y otras clases de estados mentales? Lo deci­

~ealismo
mos porque queremos explicar su comportamiento. Por
Materiali¿ lo tanto, nuestra postulación de creencias, deseos, etc.,

~calismo

es la postulación de un tipo de entidad teórica, así como


conducL en física lo son los postulados sobre los electrones o la

~iCO
fuerza electromagnética. Lo característico de esas pos­
MetodolO¿ Te",fa de 1.1ntid.d tulaciones es que basta con demostrar la falsedad de la

/~

IdentidadIdentidad
teoría para establecer la inexistencia de la entidad. La
hoy obsoleta teoría del flogisto, según la cual la com­
de tipos de casos bustión de un objeto consistía en la liberación de una
sustancia llamada "flogisto", ha sido refutada, y en vir­
Funciona¿o tud de su refutación ya no creemos en la existencia de

· negra
Caja ~F .
unClOna l·lsmo computaclOna
\ ·1
dicha sustancia. ¿Cuál es, entonces, la teoría que pos­
tula creencias, deseos, etc.? Bueno, es la psicología del
sentido común o de las abuelas, que en la literatura
suele denominarse "psicología popular". Ahora bien,
continúa el relato, es casi seguro que la psicología po­
V. Otras versiones del materialismo pular debe demostrar ser una teoría inadecuada y, en
Una de las características interesantes del mate­ rigor, falsa. ¿Por qué? Por un lado, porque el progreso
rialismo es que sus distintos representantes han adop­ científico siempre ha refutado las teorías populares.
tado virtualmente todas las posiciones materialistas Además, la psicología popular no conduce a ninguna
concebibles. Para completar el relato del materialismo parte como programa de investigación. Nuestras teorías
moderno, quiero mencionar otras dos versiones: el populares de la racionalidad, por ejemplo, no mejoran
materialismo eliminativo, la idea de que los estados demasiado la teoría de Aristóteles. Pero si la teoría que
mentales no existen en absoluto, yel monismo anóma­ postula creencias, deseos, etc., es falsa, debe deducir­
lo, una idea de Donald Davidson que es una versión de se que esas entidades no existen. De modo que el mate­
la teoría de la identidad de casos. rialismo eliminativo se limita a ser una versión del
El materialismo eliminativo sostiene lo siguien­
te . ¿P or que'd·
19 eClmos que 1as personas tIenen
. creen­ Privacy and Categories", en D. Rosenthal (comp.), Matenalism, and the

Mind-Body Problem, Englewood Cliffs (NJ), Prentice Hall, 1971, pp.

174-199, YP. M. Churchland, "Eliminative Materialism and the Propo­

19 En su origen, el eliminativismo fue propuesto por R. Rorty y P. sitional Attitudes", en D. Rosenthal (comp.), The Nature 01 Mind, op.

Feyerabend. Uno de sus partidarios recientes es Paul Churchland. cit., pp. 601-612 [traducción española: "El materialismo eliminativo

Véanse P. Feyerabend, "Mental Events and the Brain", Joumal 01 y las actitudes proposicionales", en Eduardo Rabossi (comp.), FilosoIta

Philosophy, 60, 1963, pp. 295-296; R. Rorty, "Mind-Body 1dentity, de/a mente y conciencia cognitiva, Barcelona, Paidós, 1995, pp. 43-68].

L
JOHN SEARLE
La mente. Una breve introducción
[102]
[1°3]

materialismo que suprime por completo los estados por lo tanto,


mentales. Se demuestra que estos son ilusiones: tienen Paso 4: Conclusión. Todos los presuntos sucesos men­
el mismo carácter ilusorio que la puesta del sol y el tales son sucesos físicos.
flogisto.
Un argumento conexo contra las entidades de la Deben serlo para ejemplificar leyes físicas, y cuan­
psicología popular aludió a la falta de reducciones tipo­ do los describimos como mentales, no hacemos sino
tipo de las nociones de esa psicología a fenómenos neu­ elegir una categoría de sucesos físicos concordes con
robiológicos. Es muy improbable que una neurociencia cierto vocabulario mental. Son sucesos mentales de
madura haga mucho uso de nociones como la creencia acuerdo con una descripción, pero según otra también
y el deseo, porque no son compatibles con las cate­ son físicos. El resultado, entonces, es una suerte de ma­
gorías de la neurobiología. Ante la ausencia de una re­ terialismo, un materialismo a cuyo entender el objeto
ducción tipo-tipo de las creencias y los deseos, parece de las ciencias psicológicas nunca podrá describirse
razonable suponer que esas entidades no existen. mediante leyes universales como las vigentes en física,
El monismo anómalo es una concepción expuesta no porque se trate de un tipo misterioso de entidad es­
2o
por Donald Davidson , en cuya defensa este propone piritualo mental, sino porque las descripciones que uti­
el siguiente argumento: lizamos para caracterizarlo, las descripciones mentales,
no se relacionan a la manera de una ley con los fenóme­
Paso 1: Hay relaciones causales entre los fenómenos nos físicos englobados en las descripciones físicas. El
mentales y los fenómenos físicos. único argumento presentado por Davidson a favor de
Paso 2: Cada vez que hay sucesos con una relación de esta tesis es que los fenómenos mentales, por ejemplo
causa y efecto, esos Sucesos deben estar some­ las creencias y los deseos, están sujetos a restricciones
tidos a leyes causales estrictas y deterministas. de racionalidad, y esta "no tiene eco en física".
Paso 3: Pero no existen leyes causales estrictas y deter­ He intentado ser lo más justo posible en la expo­
ministas que relacionen lo mental y lo físico. sición de las versiones clásicas del materialismo a lo
En términos de Davidson, no hay leyes psi­ largo del siglo pasado. Si no las hice ver atractivas en
cofísicas. lo más mínimo, he fracasado en mi tarea de exponer las
concepciones de otras personas. Debo confesar, sin em­
bargo, que a mi entender todas esas teorías son deses­
20 D. Davidson, "Mental Events", en L. Foster y J. W Swanson
peradamente inadecuadas. En ulteriores capítulos voy
(comps.), Experience and Theory, Amherst (Mass.), University of
a analizar sus deficiencias. A los fines de la discusión
Massachusetts Press, 1970, reeditado en D. Davidson, Essays on Actions
and Events, Oxford, Oxford University Press, 1980, pp. 207-227 [tra­ inmediata, supondré que el conductismo no es una
ducción española: "Sucesos mentales", en Ensayos sobre acciones y forma convincente de materialismo y que es preciso
sucesos, Barcelona y México, Crítica/lnstituto de Investigaciones Filo­ examinar las diferentes formas de fisicalismo, sobre
sóficas de la UNAM, 1995]. todo el funcionalismo.
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción

[1°4] [ 10 5]

En el próximo capítulo, la mayor parte del análisis desde el principio! El absurdo radica en confundir
se referirá a la tradición histórica del funcionalismo que nuestro compromiso lógico con la verdad de una pro­
culmina en la inteligencia artificial fuerte. No diré nada posición con la creencia real en esta antes de conocer
sobre el monismo anómalo, porque puede incluirse ese compromiso. Las pruebas lógicas y matemáticas
bajo el encabezado general de las teorías de la identidad complejas muestran lo que nuestra creencia en las
de casos. Ahora me ocuparé en forma breve, aunque es­ premisas nos compromete a creer en la conclusión. No
pero que no injusta, del materialismo eliminativo. He muestran que creíamos realmente esta última desde el
mencionado tres argumentos en su apoyo. El primero comienzo.
dice que las entidades de la psicología popular se Y, en rigor, los materialistas eliminativos vacilan
postulan como parte de una estructura teórica. Pero en en extremo a la hora de enunciar las proposiciones de
general, eso no es cierto. Experimento directamente la psicología popular. Creo que hay una razón para ello.
todos los procesos reales de pensamiento consciente Muchas de las proposiciones de la llamada psicología
relacionados con la decisión de intentar conseguir algo popular no son de hecho proposiciones empíricas. En
en función de mi deseo. cierto sentido son principios constitutivos, principios
El segundo argumento es que, con toda proba­ analíticos de nuestros contenidos mentales. Así, por
bilidad, las proposiciones de la psicología popular se ejemplo, aquí tenemos una proposición de la psicolo­
demostrarán falsas. Sin embargo, si se estudia a los gía popular: típicamente, las creencias pueden ser ver­
autores que sostienen esta opinión, se advertirá un in­ daderas o falsas. Ahora bien, el inconveniente de tratar
conveniente: son muy poco convincentes en su es­ esa proposición como si fuera una hipótesis suscepti­
pecificación de dichas proposiciones. A veces nos ble de resultar falsa es que forma parte de la definición
atribuyen creencias que sin lugar a dudas no sostene­ de la creencia: es un principio constitutivo. Es como
mos. Por ejemplo, un autor nos adjudica creer que si decir que en el fútbol americano el touehdown vale seis
creemos p y que si p entonces q, creeremos q21. La afir­ puntos. La dificultad con que tropiezan los materialis­
mación es increíble. Implicaría, por ejemplo, que quien tas eliminativos radica en tratar las proposiciones de la
cree cada miembro de un conjunto complejo de propo­ denominada psicología popular como si fueran hipó­
siciones, a, b, e, etc., contenidas en las premisas de una tesis empíricas, cosa que en muchos casos no son. Si
prueba, donde las otras premisas aparecen en condicio­ leemos en el diario que investigadores del MlT han des­
nales de la forma "si a entonces d", "si b entonces e", cubierto, mediante el uso de una tecnología informá­
"si e entonces f', etc., cree automáticamente todas las tica de última generación, que el touehdown del fútbol
consecuencias lógicas. i Si así fuera, esas pruebas lógi­ americano no vale en realidad seis puntos sino 5,99999,
cas y matemáticas tan complejas nunca podrían sor­ sabemos que han cometido un error estúpido. La pro­
prendernos, porque habríamos creído la conclusión posición de que el touehdown vale seis puntos forma
parte de su definición misma, tal como aparece actual­
21 P. M. Churchland, "Eliminalive materialism ... ", op. cit., p. 603. mente en las reglas del fútbol americano. No se puede
JOHN SEARLE La mente. Una breve introducción
[I06]
[I0 7]

descubrir que es falsa del mismo modo que se descu­ desnivel o raqueta de tenis. Pero ¿cree alguien en su

bre la falsedad en las proposiciones empíricas comunes. sano juicio que de ello se deduce que esas entidades no

Algunos de los ejemplos de Churchland son así. El existen? Como argumento formal general, el hecho de

autor dice que, según una de las proposiciones de la que no logremos hacer reducciones tipo-tipo de una

psicología popular, quien teme p no quiere que p suce­ entidad a ciencias más básicas no demuestra que la

da. Pero si agregamos la cláusula "si todo lo demás si­ entidad irreductible no exista. Todo lo contrario.

gue igual", la proposición forma parte de la definición Hay una interesante ironía en todo este análisis.
del temor. Si temo algo y todo lo demás sigue igual, no Los reduccionistas y los eliminativistas tienden a supo­
quiero que la cosa temida suceda. En consecuencia, no ner que sus posiciones son muy diferentes. Los prime­
se puede demostrar que las entidades psicológicas po­ ros creen que las entidades mentales existen pero se las
pulares no existen mostrando en primer lugar que puede reducir a sucesos físicos. Los segundos creen que
nuestras creencias sobre ellas son falsas, porque mu­ dichas entidades no existen en absoluto. Pero una y
chas de las proposiciones básicas de la psicología po­ otra posición equivalen prácticamente a la misma con­
pular son de manera análoga principios definicionales, clusión. Los reduccionistas dicen que no hay allí otra
analíticos o constitutivos de las entidades de esa mis­ cosa que procesos cerebrales descritos de manera ma­
ma psicología. Por eso los esfuerzos de los enemigos de terialista. Los eliminativistas dicen que no hay allí otra
esta para refutarla son tan inapropiados. Esto no prue­ cosa que procesos cerebrales descritos de manera ma­
ba que las entidades de la psicología popular existan, terialista. La aparente diferencia es una diferencia de
sino que un argumento planteado para demostrar su vocabulario. Los primeros materialistas querían mos­
inexistencia no logra cobrar altura. trar que los estados mentales no existían como tales
El último argumento contra la psicología popular mostrando que podían sufrir una reducción tipo-tipo
es aún peor. La idea es que, como no podemos hacer a las entidades de la neurobiología. Los ulteriores ma­
una fluida reducción tipo-tipo de las creencias, los de­ terialistas eliminativos querían mostrar que las entida­
seos, etc., a la neurobiología, de una manera u otra esas des de la psicología del sentido común no existen en
entidades, por lo tanto, no existen. Compárese, sin absoluto mostrando la imposibilidad de someterlas a
embargo, una proposición similar: no podemos hacer una reducción tipo-tipo a las entidades de la neurobio­
una fluida reducción tipo-tipo de los vehículos utilita­ logía. Ninguno de los dos argumentos sirve, pero am­
rios deportivos, las raquetas de tenis o las casas de cam­ bos sugieren que estas personas están resueltas a
po con pisos en desnivel a las entidades de la física intentar demostrar que nuestras nociones corrientes de
atómica. Y no podemos hacerlo por razones implícitas sentido común de lo mental no designan nada en el
en este capítulo: las raquetas de tenis, etc., son realiza­ mundo real, y están dispuestas a proponer cualquier
bles de múltiples maneras en física. A decir verdad, la argumento que puedan imaginar en apoyo de esa con­
física atómica realmente no necesita la noción de vehí­ clusión.
culo utilitario deportivo, casa de campo con pisos en
[IJ 1]

ARGUMENTOS CONTRA EL

MATERIALISM O

En el capítulo anterior expuse parte de la historia del


materialismo reciente y examiné los argumentos contra
algunas de sus versiones, en especial el conductismo,
la teoría de la identidad de tipos y el materialismo
eliminativo. En este capítulo presentaré los argumen­
tos más comunes contra el materialismo, concentrán­
dome en el funcionalismo, porque es en la actualidad la
versión más influyente de esa doctrina. En general, los
ataques tienen la misma estructura lógica: la descrip­
ción materialista excluye algún rasgo esencial de la
mente, como la conciencia o la intencionalidad. En la
jerga de los filósofos, el análisis materialista omite
proporcionar condiciones suficientes de los fenómenos
mentales, porque es posible satisfacerlo sin contar con
los fenómenos mentales apropiados. Estrictamente
hablando, el funcionalismo no exige la adopción de una
postura materialista. El funcionalista define los estados
mentales en términos de relaciones causales y estas, en
principio, podrían encontrarse en cualquier cosa. Tal
como resultó el mundo, simplemente sucede que están
en cerebros físicos, computadoras materiales y otros
sistemas físicos. El análisis funcionalista presume de ser
una verdad conceptual que analiza los conceptos men­
tales en términos causales. El hecho de que esas rela­
ciones causales se realicen en el cerebro humano es un
descubrimiento empírico, no una verdad conceptual.
Pero la fuerza impulsora del funcionalismo fue un re­
chazo materialista del dualismo. Los funcionalistas
quieren analizar los fenómenos mentales ~e una mane­
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
[1 I2]
[113]

ra que evite toda referencia a algo intrínsecamente sub­ pensamiento vivido por mucha gente en la historia del
jetivo y no físico. tema, y también por muchas personas ajenas a la filo­
sofía.
Supongamos que ni usted ni yo somos daltónicos.
1. Ocho argumentos (y medio) contra el
Ambos hacemos exactamente las mismas discrimina­
materialismo
ciones de colores. Si se nos pide que separemos los lá­
1. Qualia ausentes pices rojos de los verdes, los dos elegiremos los rojos.
Cuando el semáforo pasa de rojo a verde, ambos avan­
Las experiencias conscientes tienen un aspecto zamos sin demora. Pero supongamos también que, en
cualitativo. En el hecho de tomar cerveza hay una sen­ realidad, nuestras experiencias internas son muy dife­
sación cualitativa muy distinta de la producida al escu­ rentes. Si yo pudiera tener la experiencia que usted
char la novena sinfonía de Beethoven. Varios filósofos llama "ver verde", la llamaría "ver rojo". Y de manera
estimaron útil introducir un término técnico para des­ similar, si usted pudiera tener la experiencia que yo
cribir ese aspecto cualitativo de la conciencia. El térmi­ llamo "ver verde", la llamaría "ver rojo". Tenemos, en
no es qualia, cuyo singular en inglés es quale*. Cada síntesis, una inversión entre rojo y verde. Esta pasa to­
estado consciente es un qualia, porque en él existe cier­ talmente inadvertida para cualquier prueba compor­
ta sensación cualitativa. Ahora bien, dice el antifun­ tamental, porque las pruebas identifican facultades de
cionalista, el inconveniente del funcionalismo es que hacer discriminaciones entre objetos del mundo y no
excluye los qualia. Desestima el aspecto cualitativo de la capacidad de rotular experiencias internas. Estas úl­
nuestras experiencias conscientes, y por ello los qualia timas podrían ser diferentes aun cuando el comporta­
están ausentes de la descripción funcionalista. Los miento externo fuera exactamente el mismo. Pero si eso
qualia tienen existencia real, de modo que cualquier es posible, el funcionalismo no nos proporciona una
teoría que la niegue, como lo hace el funcionalismo, es descripción de la experiencia interna, porque esta que­
explícita o implícitamente falsa. da al margen de toda explicación funcionalista. El fun­
cionalista daría exactamente la misma descripción de
2. Inversión del espectro mi experiencia y la suya, ambas caracterizadas por el
enunciado "veo algo verde", pero como las experien­
Una serie de filósofos propusieron un plantea­ cias son diferentes, el funcionalismo es falso.
miento conexo, apoyado en un viejo experimento de

3. Thomas Nagel: ¿cómo es ser un murciélago?


* En español suele utilizarse "qualia" de manera indistinta para el
singular y el plural. De seguirse estrictamente el origen latino del tér­ Uno de los primeros argumentos conocidos con­
, mino, el singular debería ser qualis. (N. del T.) tra los tipos funcionalistas de materialismo fue pro­

l
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[II4] [US]

puesto en un artículo de Thomas Nagel titulado "What 4. Frank ]ackson: lo que Mary no sabía
Is It Like to Be a Bat?"l Según Nagel, el aspecto verda­
El filósofo australiano Frank]ackson propuso un
deramente difícil del problema mente-cuerpo es la
argumento similar2 . Este autor imagina a una neurobió­
cuestión de la conciencia. Supongamos que tenemos
loga, Mary, que sabe todo lo que puede saberse sobre
una descripción funcionalista, materialista y neurobio­
la percepción del color. Tiene un conocimiento com­
lógica plenamente satisfactoria de diversos estados
pleto y acabado de la neurofisiología de nuestro aparato
mentales: creencias, deseos, esperanzas, temores, etc.
perceptivo del color, así como de la física de la luz y el
De todos modos, esa descripción no explicará la con­
espectro de los colores. Pero, dice]ackson, imaginemos
ciencia. Nagello ilustra con el ejemplo de un murcié­
que fue criada en un ambiente absolutamente blanco
lago. El estilo de vida de este animal es diferente del
y negro. Mary nunca ha visto nada de color: sólo blan­
nuestro. Los murciélagos duermen todo el día colgados
co, negro y matices de gris. Ahora bien, dice nuestro
cabeza abajo de vigas y vuelan de un lado a otro durante
autor, parece evidente que algo ha quedado fuera de su
la noche; se orientan mediante un sonar cuyas emisio­
conocimiento. Lo que queda afuera es, por ejemplo, la
nes producen ecos al rebotar en objetos sólidos. Ahora
apariencia real del color rojo. Pero de ser así, una des­
bien, dice Nagel, alguien podría tener un conocimien­
cripción funcionalista o materialista de la mente
to consumado de la neurofisiología del murciélago y de
excluiría algo, porque una persona puede tener un co­
todos los mecanismos funcionales que le permiten vi­
nocimiento completo de todo lo que es posible saber
vir y orientarse; de todas maneras, algo quedaría exclui­
de acuerdo con una descripción de esas características,
do del conocimiento de esta persona: ¿cómo es ser un
sin saber cómo son los colores. y el problema de los co­
murciélago? ¿Cuál es la sensación de serlo? Y esa es la
lores es sólo un caso especial del problema de las ex­
esencia de la conciencia. En todo ser consciente hay un
periencias cualitativas en general. Toda descripción de
aspecto "cómo es ser" de su existencia. Y ese aspecto
la mente que deje al margen esas experiencias cualita­
queda al margen de cualquier descripción objetiva de
tivas es inadecuada.
la conciencia porque una descripción objetiva no pue­
de explicar el carácter subjetivo de esta.

2 F.Jackson, "What Mary Didn't Know",]oumal ofPhilosophy, 83,


1982, pp. 291-295, reeditado en T. O'Connor y D. Robb (comps.),
1 T. Nagel, "Whal 1s lL Like 10 Be a Bat?", Philosophical Review, 83, Philosophy ofMind, Nueva York, Routledge, 2003 [traducción española:
1974, pp. 435-450, reeditado en D. Chalmers (comp.), The Philosophy "Lo que María no sabía", en O. Hansberg y M. Ezcurdia (compsJ, La
of Mind: Classical and Contemporary Readings, Nueva York, Oxford naturaleza de la experiencia, 1, op. cit.), Y "Epiphenomenal Qualia",
Universily Press, 2002 [traducción espafiola: "¿ Cómo es ser un murcié­ ~hilosophical Quarterly, 32, 1986, pp. 127-136, reeditado en D.
lago?", en Obeth Hansberg y Maile Ezcurdia (comps.), La naturaleza Chalmers, The Philosophy of Mind ... , op. dt. [traducción española:
de la experiencia, 1, Sensaciones, México, Instituto de Investigaciones "Qualia epifenoménicos", en O. Hansberg y M. Ezcurdia (comps.), La
Filosóficas de la UNAM, 2003). naturaleza de la experiencia, 1, op. cit.)
JOHN R. SEARI,E La mente. Una breve introducción
[1
[II7]

5. Ned Block: la nación china "Benjamin FrankIín", pero en este caso hay un uso y
Ned Block propuso un quinto argumento en res­ un significado diferentes de la expresión. Según el sig­
paldo de la misma concepción general antifunciona­ nificado convencional, "Benjamin Franklin" es un
lista 3 . Block dice que podríamos imaginar una gran designador rígido. En cambio, la expresión "el inven­
población que cumpliera los pasos de un programa tor de la hora de verano", aunque también se refiere a
funcionalista del tipo presuntamente ejecutado por el Benjamín Franklin, no es un designador rígido, porque
cerebro. Así, por ejemplo, imaginemos que hay mil resulta fácil imaginar un mundo en el cual Franklin no
millones de neuronas en el cerebro y mil millones de fuera el inventor del aprovechamiento de la luz solar
habitantes en China. (La cifra de mil millones de en verano. Tiene sentido decir que otra persona y no
neuronas es, desde luego, absurdamente pequeña para el verdadero inventor podría haber inventado la hora
el cerebro, pero no tiene importancia para este argu­ de verano, pero no lo tiene decir que otro individuo al
mento.) Ahora podríamos suponer que así como el margen de Benjamin Franklin podría haber sido Be­
cerebro cumple ciertos pasos funcionalistas, podemos njamin Franklin. Por esas razones, "Benjamin Fran­
lograr que la población de China haga exactamente lo klin" es un designador rígido, mientras que "el inventor
mismo. No por ello, sin embargo, los chinos tendrán de la hora de verano" es un designador no rígido.
como conjunto algún estado mental, a diferencia del Previsto de la noción de designadores rígidos,
cerebro que sí los tiene. Kripke procede a examinar las proposiciones de iden­
tidad. Su tesis es que estas, en las cuales un término es
rígido y el otro no lo es, no son en general necesaria­
6. Saul Kripke: designadores rígidos mente verdaderas; podrían resultar falsas. Así, la frase
Saul Kripke presentó un argumento puramente "Benjamin Franklin es idéntico al inventor de la hora
lógico contra todas las versiones de la teoría de la iden­ de verano" es verdadera, pero sólo de manera contin­
4
tidad . Ese argumento apela al concepto de "designador gente. Podemos imaginar un mundo en el cual sea
rígido", definido como una expresión que siempre se sao Sin embargo, dice Kripke, cuando ambas partes de
refiere al mismo objeto en cualquier situación posible. la proposición son rígidas, esta última, si es verdadera,
Así, la expresión "Benjamin Franklin" es un designador debe serlo por necesidad. Por lo tanto, la proposición
rígido porque en el uso que ahora invoco siempre se "Samuel Clements es idéntico a Mark Twain" es nece­
refiere a la misma persona. Esto no significa decir, por sariamente verdadera, porque no puede haber un mun­
supuesto, que yo no pueda bautizar a mi perro como do en el cual existan uno y otro pero sean dos personas
diferentes. Ocurre otro tanto con las palabras que nom­
UTroubles with Functionalism", op. cít. bran tipos de cosas. El agua es lo mismo que y
and Necessity, Cambridge (MassJ, Harvard
Universi ty Press, 1980. partes importantes del cual se reeditaron en D.
como ambas identidades son rígidas, la identidad debe
Chalmers, The Philosophy ofMind. '" op, cit., pp, 329-332 [traducción ser necesaria. Y aquí está la relevancia para el problema
española: El nombrar y la necesidad, México, UNAM, 1996), mente-cuerpo: si en el lado izquierdo de nuestra pro­
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve intraduccWn

[118) [119)

posición de identidad tenemos una expresión referida en apelar a nuestras experiencias de primera persona
en forma rígida a un tipo de estado mental, y en el lado para someter a prueba cualquier teoría de la mente. Si
derecho una expresión también rígidamente referida a la inteligencia artificial fuerte fuera verdadera, todo el
un tipo de estado cerebral, la proposición, si fuera ver­ mundo debería poder adquirir cualquier capacidad
dadera, debería serlo por necesidad. Entonces, si el cognitiva a través de la mera ejecución del programa
dolor fuera realmente idéntico a las estimulaciones de informático que la simula. Probemos esta idea con el
las fibras e, la proposición "dolor = estimulaciones de chino. De hecho, no entiendo en absoluto ninguna de
las fibras e" , de ser verdadera, tendría que serlo de ma­ sus variantes. Ni siquiera puedo diferenciar la escritura
nera necesaria. Pero resulta evidente que no es necesa­ china de la escritura japonesa. Imaginemos, empero,
riamente verdadera. En efecto, aunque hubiera una que estoy encerrado en una habitación con cajas llenas
correlación estricta entre dolores y estimulaciones de de símbolos chinos y tengo un libro de instrucciones;
las fibras e, de todos modos sería fácil imaginar la exis­ en sustancia, un programa informático que me permi­
tencia de un dolor sin que hubiera ninguna estimlación te responder preguntas dirigidas a mí en chino. Me pre­
de ese tipo, así como la existencia de una estimulación sentan símbolos que, desconocidos para mí, son
de las fibras e sin su correspondiente dolor. Pero en ese preguntas; consulto el libro para saber qué debo hacer;
caso la proposición de identidad no es necesariamente selecciono símbolos de las cajas, los manipulo de acuer­
verdadera, y si no lo es no puede ser verdadera en ab­ do con las instrucciones del programa y dispongo los
soluto. Por lo tanto, es falsa. Y lo que vale para la iden­ requeridos, que se interpretan como respuestas. Pode­
tificación de los dolores con sucesos neurobiológicos mos suponer que paso la prueba de Turing sobre la
vale para cualquier identificación entre estados menta­ comprensión del chino, pero, de todas maneras, no en­
les conscientes y sucesos físicos. tiendo una palabra de ese idioma. Y si no entiendo
chino a partir de la ejecución del programa informático
apropiado, tampoco lo hará ninguna otra computadora
7. John Searle: la habitación china sobre la mera base de implementar el programa, por­
Un argumento explícitamente dirigido contra la que ninguna computadora tiene algo que yo no tenga.
inteligencia artificial fuerte fue presentado por el autor Podrá verse la diferencia entre computación y
de este libroS. La estrategia del planteamiento consiste comprensión real si se imagina cómo es también para
mí contestar preguntas en inglés. Supongamos que en
el mismo cuarto me dan preguntas en esa lengua y debo
S J. R. Searle, "Minds, Brains and Programs", Behavioral and Brain responderlas. Desde afuera, mis respuestas a las pre­
Sdences, 3,1980, pp. 417-424, reeditado en muchas publicaciones,
guntas en inglés y en chino son igualmente buenas.
entre ellas T. O'Connor y D. Robb (comps.), Philosophy ofMind, op.
Ptaso la prueba de Turing para ambos idiomas. Pero
cit., pp. 332-352 ¡traducción española: "Mentes, cerebros y progra­
mas", en Margaret A. Boden (comp.), Filosofía de la inteligencia artifi­ desde adentro hay una enorme diferencia. ¿Cuál es,
cial, México, Fondo de Cultura Económica, 1994). exactamente? En inglés entiendo el significado de las
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducci6n

[120] [12 1]

palabras; en chino no entiendo nada. En chino sólo soy humana tiene algo más que símbolos no interpretados:
una computadora. asocia significados a ellos.
El argumento de la habitación china fue un golpe Hay un desarrollo adicional del planteamiento
directo al corazón del proyecto de la inteligencia arti­ que me parece más convincente, aunque se le prestó
ficial fuerte. Con anterioridad a su publicación, los ata­ mucha menor atención que al argumento original de la
ques a la inteligencia artificial solían decir que la mente habitación china. En este último, yo suponía que la atri­
humana dispone de ciertas habilidades que la compu­ bución de sintaxis y capacidad de cómputo al sistema
tadora no tiene y jamás podría tener 6 . Esta estrategia no era problemática. Pero si lo pensamos mejor vere­
siempre es peligrosa, porque tan pronto como alguien mos que el cómputo y la sintaxis son relativos al obser­
dice que hay determinada clase de tareas que las com­ vador. Salvo en los casos en que una persona hace
putadoras son incapaces de hacer, surge la muy fuerte cálculos concretos en la mente, en la naturaleza no hay
tentación de diseñar un programa que lleve a cabo pre­ cómputos intrínsecos ni originales. Cuando sumo dos
cisamente eso. y esto ha sucedido con frecuencia. más dos para llegar a cuatro, ese cálculo no es relativo
Cuando ocurre, los críticos de la inteligencia artificial al observador. Lo hago con prescindencia de lo que
suelen decir que la tarea, de todos modos, no era tan cualquiera piense. Pero cuando tecleo "2 + 2" en mi cal­
importante y los éxitos informáticos en verdad no cuen­ culadora de bolsillo y esta muestra un "4", la máquina
tan. Los defensores de la inteligencia artificial sienten, no sabe nada de computación, aritmética o símbolos,
con alguna justificación, que les mueven constante­ porque no sabe nada de nada. Intrínsecamente se trata
mente la línea de llegada. El argumento de la habitación de un circuito electrónico complejo que usamos para
china adoptó una estrategia enteramente diferente. calcular. Las transiciones de estados eléctricos son in­
Supone un completo éxito de la inteligencia artificial herentes a la máquina, pero el cálculo está en los ojos
en la simulación de la cognición humana. Supone que del espectador. Lo que vale para la calculadora vale para
los investigadores de la disciplina pueden diseñar un cualquier computadora comercial. El cómputo está en
programa que pase la prueba de Turing para la com­ la máquina como la información está en el libro. Está
prensión del chino o cualquier otra cosa. De todos mo­ en ella, de acuerdo, pero es relativo al observador y no
dos, en lo concerniente a la cognición humana, esos intrínseco. Por esa razón, no podríamos descubrir que
logros son sencillamente irrelevantes. Y lo son por una el cerebro es una computadora digital, porque la com­
razón profunda: la computadora opera a través de la putación no se descubre en la naturaleza, se le asigna
manipulación de símbolos. Sus procesos se definen de a esta. De modo que la pregunta: ¿es el cerebro una
manera puramente sintáctica, mientras que la mente computadora digital?, está mal formulada. Si trata de
averiguar si el cerebro es intrínsecamente una compu­
ta90ra digital, la respuesta es que nada lo es intrínse­
6 H. Dreyfus, What Computers Can't Do, edición revisada, Nueva camente, excepto para agentes conscientes que piensan
York, Harper &: Row, 1979. por medio de cómputos. Si la pregunta es: ¿podríamos
1
11
¡j
r; JOHN R. SEARLE La mente. U'IUl breve introducción

[122] [ 12 3]

asignar una interpretación computacional al cerebro?, Puedo concebir que mi cuerpo haga precisa­

la respuesta es que podemos atribuirla a cualquier cosa. mente lo que hace ahora, adentro y afuera, con una to­

No desarrollo el argumento aquí, pero quiero que tal causación física de su comportamiento (incluyendo

el lector conozca al menos su esqueleto. En el capítu­ el comportamiento típicamente autoconsciente), pero

lo 9 de The Redíscovery of the Mind se encontrará una sin ninguno de los estados mentales que experimento

exposición más completa7 . en estos momentos y, para el caso, sin ningún otro. Si

esto es realmente concebible, los estados mentales de­

ben ser distintos del estado físico del cuerpo.

8. La concebíbilidad de los zombis


Uno de los más antiguos argumentos, y en cierto Este planteamiento es una especie de imagen es­
modo el argumento subyacente a varios otros, es el si­ pecular del argumento de Descartes. El filósofo soste­
guiente: es concebible que pueda haber un ser que en nía la posibilidad de concebir la existencia de mi mente
el aspecto físico sea exactamente igual a mí en todo, sin mi cuerpo, por lo cual la primera no podía ser idén­
pero carezca por completo de vida mental. Una de las tica al segundo. Y el argumento de Nagel dice que es
versiones del argumento plantea la posibilidad lógica concebible que mi cuerpo exista y sea exactamente tal
de que exista un zombi igual a mí molécula por molé­ como es, pero sin la mente; por lo tanto, esta no es idén­
cula, pero sin vida mental alguna. En filosofía, un tica a él ni a ninguna de sus partes u operaciones.
zombi es un sistema que se comporta como los seres
...
humanos pero no tiene vida mental, conciencia o in­
tencionalidad real; y este argumento afirma que los 9. La forma aspectual de la intencionalidad
zombis son posibles desde el punto de vista de la lógi­ Sólo puedo presentar el argumento final en una
ca. y si lo son, es decir, si es lógicamente posible que forma abreviada (por lo cual lo califico de medio argu­
un sistema tenga el comportamiento y los mecanismos mento), porque aún no he explicado la intencionalidad
funcionales apropiados, e incluso la estructura física en detalle suficiente como para exponerlo en su totali­
pertinente, y pese a ello carezca de vida mental, los dad. Me parece, no obstante, que puedo dar una idea
análisis conductistas y funcionalistas están equivoca­ bastante clara de su planteamiento. Los estados inten­
dos. No enuncian las condiciones lógicamente suficien­ cionales, como las creencias y los deseos, representan
tes para tener una mente. el mundo según algunos aspectos y dejando de lado
Este argumento se presenta en varias formas. Uno otros. Por ejemplo, el deseo de agua no es igual al deseo
de sus primeros enunciados contemporáneos es el de de Hp, porque una persona podría querer agua sin sa­
Thomas Nagel 8 . Este autor sostiene: ber que es Hp e incluso creyendo que no lo es. Como
todos los estados intencionales representan según dis­
7 J. R Searle, The Rediscovery uf the Mind, up. cit.
tintos aspectos, podríamos decir que tienen una forma

l
8 T. Nagel, "Armstrong on the Mínd", en N. Block (comp.),
Readings in Philosophy of Psychology. op. dI.. p. 205. aspectual. Pero una descripción causal de la intencio­
]QHN R. SEARLE La mente. U1lIl breve introducción
[ 12 4]
[ 12 5]

nalidad como la proporcionada por los funcionalistas No he visto ninguna formulación anterior de este
no puede captar diferencias en la forma aspectual por­ argumento, que sólo se me ocurrió al escribir el presen­
que la causalidad carece de esta. Todo lo que el agua te libro. Para resumirlo en la jerga que explicaré en el
causa, el H20 lo causa; y la causa del agua, cualquiera capítulo 6, la intencionalidad implica en esencia una
sea, es la causa del H20. El análisis funciona lista de mi forma aspectuaL Toda representación mental se mues­
creencia de que esta sustancia es agua y de mi deseo de tra en aspectos representacionales. La causación tam­
agua presentados en términos causales no puede dis­ bién tiene aspectos, pero no son representacionales. Los
tinguir una y otro de mi creencia de que la sustancia conceptos mentales no se pueden analizar en términos
es H20 y mi deseo de H2 0. Pero son claramente distin­ causales porque la forma aspectual representacional de
tos, y por lo tanto el funcionalismo fracasa. lo intencional se pierde en la traducción. Por eso los
y no es posible responder a este argumento di­ enunciados acerca de la intencionalidad son intensio­
ciendo que podemos preguntar a la persona: "¿Cree nales con s, pero los enunciados sobre la causación, de
usted que esta sustancia es agua? ¿Cree que esta sus­ la forma A causó B, son extensionales. (No se preocupe
tancia es Hp?", porque el problema que teníamos con si no entiende este párrafo. Ya llegaremos a esto en el
respecto a la creencia y el deseo surge ahora en relación capítulo 6).
con el significado. ¿Cómo sabemos que la persona en
cuestión se refiere con "HP" y con "agua" a lo mismo
que nosotros llamamos "H 20" y "agua"? Si nuestras n. Respuestas materialistas a los

únicas guías son el comportamiento y las relaciones argumentos precedentes

causales, no tenemos elementos suficientes para distin­ No es de sorprender que los defensores del fu n­
guir distintos significados en la cabeza del agente. En cionalismo, la teoría de la identidad y la inteligencia
suma, las traducciones alternativas e incongruentes artificial fuerte se sientan en general capaces de dar una
serán congruentes con todos los datos causales y com­ respuesta a los argumentos antes mencionados (con
portamentales9 . excepción del último, que se publica aquí por primera
vez). Hay una abundante literatura sobre el tema, y no
9 La insuficiencia del comportamiento para discriminar entre sig­ intentaré revisarla en este libro. (Conozco más de cien
nificados discriminables fue demostrada por W V. O. Quine, Word and ataques publicados contra el argumento de la habita­
Object, Cambridge (Mass.) , Harvard University Press, 1962 [traduc­ ción china sólo en inglés, y supongo que debe haber
ción española: Palabra y objeto, Barcelona, Herder, 2001 J. Quine no decenas más que ignoro, tanto en ese idioma como en
consideraba que el argumento fuera una reductio ad absurdum de las
otros.) Pero algunos de los argumentos en defensa del
descripciones conductistas del significado. En J. R. Searle, "Indetermi­
materialismo son muy comunes y han conquistado vas­
nacy, Empiricism, and the First Person" ,Journal 01 Philosophy, 84(3),
marzo de 1987, pp. 123-147, reeditado en]. R. Searle, Conscíousness ta a..ceptación, por lo cual vale la pena discutirlos aquí.
and Language, Cambridge, Cambridge University Press, 2002, se en­
contrará una crítica de las concepciones de Quine.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[12 7]

Respuestas a Nagel y Jackson puesta conclusión es que esa experiencia del color no
Una respuesta clásica dada por los materialistas puede ser idéntica a los procesos x437B. Este argumento
contra Nagel y]ackson fue la siguiente: ambos argu­ es tan falaz como el que consideramos antes con refe­
mentos se apoyan en lo conocido, sea lo que alguien rencia al agua y el H20. Y si Nagel y]ackson pretendie­
podría conocer sobre la fisiología del murciélago o ran que sus argumentos se interpretaran de esa manera,
que Mary conoce acerca de la fisiología de la percep­ podría acusárselos de ser igualmente falaces.
ción. Así, uno y otro afirman que aun un conocimiento ¿Refutamos así el punto de vista de ambos auto­
perfecto de los fenómenos funcionales o fisiológicos de res? Creo que no. Es posible enunciarlo como un argu­
tercera persona dejaría algo al margen. Excluiría los mento sobre el conocimiento, y Nagel y]ackson suelen
fenómenos experienciales subjetivos y cualitativos de plantearlo de esa forma (en efecto, la tesis del segun­
primera persona. La respuesta a esa objeción es que do se denomina con frecuencia "argumento del cono­
cualquier argumento basado en lo que se conoce de cimiento"), pero en su significado no está sujeto a la
acuerdo con una descripción y no se conoce de acuer­ acusación de cometer la falacia de suponer que, si se
do con otra, es insuficiente para establecer la inexisten­ conoce algo de una entidad de acuerdo con una des­
cia de una identidad entre las cosas descritas por ambas. cripción y se desconoce sobre otra entidad según otra
De tal modo, para considerar un ejemplo obvio, supon­ descripción, la primera entidad no puede ser idéntica
gamos que Sam sabe que el agua es húmeda, pero no a la segunda. El quid del argumento no radica en ape­
sabe que el Hp lo es. Supongamos, para continuar, que lar a la ignorancia del especialista en murciélagos o de
alguien sostiene que el agua no puede ser idéntica al Mary. Consiste en decir que existen fenómenos reales
H 0 porque en este último hay algo que Sam no sabe, que quedan necesariamente al margen del alcance de
2
pero sí sabe acerca de la primera. A mi juicio, todos su conocimiento, mientras este sólo se refiera a hechos
pueden darse cuenta de que el argumento es malo. El físicos objetivos y de tercera persona. Los fenómenos
hecho de que uno pueda saber algo sobre una sustancia reales son las sensaciones de los murciélagos y las ex­
de acuerdo con una descripción, por ejemplo como periencias del color, respectivamente, y se trata de fe­
agua, y no saber eso mismo acerca de ella según otra nómenos subjetivos conscientes y de primera persona.
descripción, por ejemplo como H 20, no implica que el En el caso de Mary; el problema no es sólo que carece
agua no sea H 20. de información acerca de algunos otros fenómenos, sino
¿Será válido este argumento contra Nagel y]ack­ que hay un tipo determinado de experiencia que ella
son? Para plantear un caso paralelo, habría que argu­ aún no ha vivido. Y esa experiencia, un fenómeno sub­
mentar del siguiente modo. Mary sabe, por ejemplo, jetivo de primera persona, no puede ser idéntica a los
que el proceso neuronal x437B es causado por los ob­ correlatos neuronales y funcionales objetivos y de
jetos rojos, pero ignora que este tipo de experiencia t~rcera persona. La cuestión epistemológica, la informa­

rojo es causada por esos mismos objetos. Lo ignora por­ ción, no es sino una manera de llegar a la diferencia
que nunca tuvo la experiencia del color rojo. y la su- ontológica subyacente. Observaciones similares son

L
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introduccirin

[128] [12 9]

válidas para el ejemplo del murciélago de Nagel. El persona, todo modo de existencia que sea independien­
problema no es que el investigador carezca de informa­ te de un agente experienciador. El hincapié en la dife­
ción; a decir verdad, puede tener una información per­ rencia entre la ontología de primera persona y la de
fecta de tercera persona. Lo que le falta es la experiencia tercera persona es el verdadero sentido de todos esos
vivida por el murciélago, el tipo de fenómeno produ­ argumentos contra este tipo de reduccionismo.
cido en la conciencia de este. Por lo tanto, aunque
ambos argumentos se enuncian como si fueran episté­ Respuestas a Kripke con respecto a los designadores
micos, en realidad creo que, apropiadamente interpre­ rigidos
tados, son ontológicos y, entonces, no están sujetos a Una respuesta habitual al argumento de Kripke
la objeción que considerábamos. concerniente a los designado res rígidos es que no re­
lO
La forma lógica de los argumentos es esta: me si­ futa las proposiciones de la identidad de casos . La
túo en una relación con ciertas entidades, mis experien­ idea es que el argumento podría ser válido contra las
cias de los colores. y el murciélago se sitúa en una identidades de tipos, pero no contra las identidades de
relación con ciertas entidades, sus experiencias de lo casos. Así pues, aun cuando sea posible imaginar, en
que es ser un murciélago. Una descripción completa de general, la activación de una fibra e sin un dolor y un
tercera persona del mundo deja al margen esas entida­ dolor sin la activación de una fibra e, en esta instancia
des y por lo tanto es incompleta. Los ejemplos de Mary específica, en este caso particular, yo no podría sobre­
y el especialista en murciélagos son un modo de ilus­ llevar la activación de esa misma fibra sin sentir dolor
trar la incompletitud. ni sentir ese mismo dolor sin sufrir dicha activación.
El verdadero problema de todas las formas de re­ ¿Responde esto al argumento de Kripke? No veo de qué
duccionismo, como veremos, es que se enfrentan a la modo. Si se me concede que la experiencia tiene efec­
siguiente cuestión: ¿hay dos fenómenos o sólo uno? En tivamente dos rasgos, la sensación de dolor y la activa­
el caso del agua hay realmente un solo fenómeno. El ción de las fibras e, el argumento de Kripke parece ser
agua consiste en su totalidad de moléculas de Hp; hay valedero. Yo podría haber tenido la misma sensación sin
una sola cosa, agua, exclusivamente compuesta de esas que hubiese ninguna activación correlacionada de fi­
moléculas. Pero cuando se trata de identificar rasgos de bras e, y esa misma activación sin el correlato de nin­
la mente, como la conciencia y la intencionalidad, con guna sensación. Ahora bien, siempre es posible, desde
rasgos del cerebro, como los estados computacionales luego, emparchar las cosas y limitarse a establecer un
o los estados neurobiológicos, parece que debería haber criterio para la identidad de la sensación y la activación
dos características, porque los fenómenos mentales tie­ de las fibras, la coocurrencia de ambas. Así, si el dolor
nen una ontología de primera persona, en cuanto sólo
existen si son experimentados por algún sujeto huma­ lO. C. McGinn, "Anomalous Monism and Kripke's Cartesian
no o animal, algún "yo" ["1"] que vive la experiencia. Intuitions", en N. Block (comp.), Readings in Philosophy ofPsychology,
y esto los hace irreducibles a toda ontología de tercera op. cit., pp. 156-158.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[1 [1 JI]

es en parte 10 que es porque coocurre con la activación res. No obstante, a los efectos de este libro, vale la pena
de las fibras e, y esta última es en parte 10 que es por­ señalar las deficiencias de las objeciones habituales
que coocurre con ese dolor, negamos a una necesaria planteadas contra dicho argumento. Para mi sorpresa,
identidad entre uno y otra. Sin embargo, todavía no el argumento convencional contra la habitación china
hemos alcanzado la meta de la identidad de casos, por­ es lo que denomino "réplica de los sistemas". La idea
que ahora tenemos una versión del dualismo de las de esta réplica es que aunque no entienda chino, el
propiedades. Lo que decimos es que una y la misma hombre encerrado en la habitación es sólo una parte de
entidad tiene a la vez propiedades objetivas de activa­ un sistema más amplio formado por el cuarto, los libros
ción de las fibras e y propiedades subjetivas dolorosas. de instrucciones, las ventanas, las cajas, el programa,
Volveré a este punto en el capítulo 4. etc. El que entiende esa lengua no es el hombre, sino
En realidad, no está verdaderamente muy claro en todo el sistema. Como me dijo alguien, la habitación
qué medida utilizamos correlaciones, e incluso corre­ entera entiende chino. Es importante decir exactamente
laciones causales, como condiciones de identidad de las por qué esta réplica es inadecuada. Si preguntamos:
sensaciones. Supongamos que siento un dolor; supon­ ¿por qué no entiendo chino en la habitación?, la res­
gamos, además, que ese dolor tiene una causa especí­ puesta es: porque no tengo manera de conocer el sig­
fica. Imaginemos, sin embargo, que mientras siento ese nificado de ninguno de los símbolos chinos. Tengo la
mismo dolor, la experiencia continúa pero la causa ini­ sintaxis pero no la semántica. Pero entonces, si no ten­
cial desaparece para dejar su lugar a otra. ¿Diremos que go posibilidad de pasar de la sintaxis a la semántica,
he tenido dos dolores diferentes porque, si bien había tampoco la habitación entera la tiene. No posee los re­
una sensación continua, las causas eran dos? ¿O dire­ cursos de que yo carezco para asociar significados a
mos que tuve un solo dolor continuo, pero con una símbolos. Ilustré la situación con una ampliación del
causa en su primera parte y otra en la segunda? No creo experimento de pensamiento. Imaginemos que me li­
que el lenguaje común y corriente nos resuelva esta bero de la habitación y trabajo al aire libre. Hago todos
cuestión. Debemos tomar una decisión. Lo importan­ los cálculos mentalmente y memorizo el programa y la
te, empero, es ver que, en el caso de los dolores, es pre­ base de datos. Podemos incluso imaginar que trabajo
ciso distinguir entre la experiencia real por un lado y en campo abierto. De todas maneras, sigue siendo im­
el sustrato neurobiológico por otro. No puedo decirles posible que entienda chino y tampoco hay en mí subsis­
cuánta resistencia oponen los filósofos materialistas a temas o rasgos capaces de entenderlo, porque no hay
esta observación evidente. nada en mí, ni en ninguno de mis subsistemas, ni en
ninguno de los sistemas más amplios de los cuales for­
Respuestas al argumento de la habitación china de mo parte, que permita al sistema asociar significados a
SearIe lo~ símbolos. Manipular los símbolos es una cosa, co­
Retomo de mala gana la discusión sobre la habita­ nocer sus significados es otra. Las computadoras se
ción china porque ya la he discutido en muchos luga- definen en términos de manipulación simbólica, y esta,
JOHN R. SEARLE Lo mente. Una breve introducción

[132] [lB]

por sí misma, no es ni constitutiva del significado ni punto de vista intuitivo es muy fácil, en apariencia,
suficiente para conocerlo. imaginar una máquina que sea exactamente como yo,
La distinción entre sintaxis y semántica es tan pero sin conciencia. Daniel Dennett 1l apoya la estrate­
importante para el resto del argumento de este libro que gia con la siguiente analogía. Supongamos que alguien
quiero decir algo más sobre ella aquí. Para que pueda ha señalado la existencia de barras de hierro que en
haber comunicación lingüística humana, debe haber un todos los aspectos se comportan exactamente igual que
lenguaje. Un lenguaje consiste de símbolos, por lo co­ los imanes Imagnets l, pero no son imanes sino zagnetos
mún palabras, combinadas en oraciones. Estos elemen­ Izagnets l. Eso es inconcebible porque, dice Dennett, los
tos: símbolos, palabras, oraciones, son sintácticos. Pero zagnetos serían simplemente imanes. De manera análo­
el lenguaje sólo funciona si son significativos: si tienen ga, una máquina que se comporta en todos los sentidos
significado. ¿Qué es, empero, el significado? La litera­ como un agente consciente es un agente consciente.
tura filosófica, lingüística y psicológica da muchas de­ Los zagnetos son imanes y los zombis son agentes cons­
finiciones diferentes. Tengo opiniones bien claras sobre cientes.
cuáles son acertadas y cuáles incorrectas, pero a los Esta analogía no funciona. Una descripción apro­
efectos de este argumento esas discrepancias no impor­ piada de un zagneto implicará que es un imán, pero
tan. Cualquier definición juiciosa del significado debe ninguna descripción de tercera persona de un sistema
reconocer la distinción entre los símbolos, conceptua­ físico implicará que este tiene estados conscientes por­
lizados como entidades sintácticas puramente abstrac­ que hay dos fenómenos diferentes, las estructuras
tas, y los significados asociados a ellos. Los símbolos neurobiológicas comportamentales y funcionales de
deben distinguirse de sus significados. Por ejemplo, si tercera persona y la experiencia consciente de primera
escribo una frase en alemán: "Es regnet", el lector verá persona.
palabras en la página y, por lo tanto, verá los objetos A veces se da otra respuesta al argumento de los
sintácticos, pero si no sabe alemán sólo advertirá la sin­ zombis: si fuera correcto, la conciencia se convertiría
taxis y no la semántica. Se encontrará en la situación en un epifenómeno. Si pudiéramos exhibir el mismo
en que me encuentro cuando estoy en la habitación comportamiento sin conciencia, significaría que esta no
china, donde conozco la sintaxis del sistema computa­ hace trabajo alguno. Esa respuesta descansa sobre un
cional, pero no sé qué significa nada de eso. malentendido. El quid del argumento de los zombis es
mostrar que la conciencia, por un lado, yel comporta­
Respuestas a la concebibilidad de los zombis miento y las relaciones causales, por otro, son fenóme­
Hay muchos análisis del argumento de los zom­ nos diferentes, para lo cual se demuestra la posibilidad
bis. Una respuesta consiste en negar lisa y llanamente lógica de tener uno sin otro. Pero esa posibilidad lógi­
la posibilidad de concebir zombis que se comporten
como nosotros pero carezcan de vida mentaL La estra­ 11 D. Dennett, "Back from the Drawing Board~, en D. Dahlbom,
tegia no parece muy prometedora, porque desde un Dennett and His enties, Cambridge (Mass.), Blackwell, 1993, p. 211.
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[134] [135]

ca no implica que la conciencia no cumpla ningún pa­ niente a otras partes de nuestra vida biológica. Nadie
pel en el mundo real. De manera análoga: la combus­ siente la necesidad de reducir otros fenómenos bioló­
tión de la gasolina no es lo mismo que el movimiento gicos a alguna otra cosa. Nadie cree, por ejemplo, que
del automóvil, porque es concebible tener una cosa sin la existencia de los pulgares plantee algún problema y
la otra. Pero la existencia de la posibilidad lógica de que sea preciso someterlos a un análisis funcionalista para
los autos se muevan sin gasolina, e incluso sin combus­ mostrar que pueden definirse por entero desde el punto
tible alguno, no muestra que la gasolina y otros com­ de vista de nuestra conducta prensil. Sí los filósofos se
bustibles sean epifenómenos. preocupan por los dolores y no por los pulgares, es por­
que los primeros, según la visión del sentido común,
tienen una especie de componente cualitativo irreducti­
III. Conclusión blemente privado y subjetivo, y la meta es siempre li­
¿Qué deberíamos decir de estos argumentos? En berarse de ese tipo de cosas.
filosofía siempre es importante dar un paso atrás yob­ En la historia que hemos examinado se hizo una
servar las cuestiones desde una perspectiva intelectual distinción entre conciencia e intencionalidad. Muchos
e histórica más amplia. ¿Por qué tantos filósofos se filósofos habrían estado dispuestos a coincidir en que
sienten en la obligación de negar ciertas afirmacion~i no había ninguna descripción funcionalista de la con­
de sentido común, por ejemplo que tenemos efectiva­ ciencia, pero pretendían sostener que la intencionalidad
mente pensamientos y sentimientos conscientes; que estaba sometida a una reducción funcionalista y que la
tenemos verdaderos estados intencionales tales como descripción computacional de la mente nos mostraba
creencias, esperanzas, temores y deseos; que esos esta­ una reducción hermosa y científicamente impecable.
dos intencionales son causados por procesos locali­ Olvídense de la conciencia, que de todas maneras no
zados en el cerebro y funcionan a su vez de manera tiene relevancia científica. Lo importante de la mente
causal, y que son partes intrínsecas reales del mundo real es su capacidad para el procesamiento de información,
y participan de nuestra vida biológica del mismo modo y la computadora moderna nos da por fin el modelo
que la digestión, el crecimiento o la secreción de bilis? adecuado para comprender las capacidades de la men­
La respuesta debe buscarse en la historia. En conjunto, te en esa materia. Esta concepción del materialismo
los fracasos del dualismo y el éxito de las ciencias físicas moderno, según la cual la conciencia puede hacerse a
nos inducen a pensar que, de una u otra manera, debe­ un lado mientras nos concentramos en la intenciona­
mos ser capaces de presentar una descripción de todo lidad, explica por qué la habitación china sufrió tantos
lo susceptible de decirse del mundo real en términos ataques más que otros argumentos. Ese argumento, en
completamente materialistas. La existencia de algunos efecto, amenazaba la ciudadela misma de la descripción
fenómenos mentales irreducibles no encaja y parece funcionalista computacional, que es la idea de que si
repulsiva en el plano intelectual. Es indigerible. Adviér­ tuviéramos las relaciones adecuadas de entrada y salida
tase que la gente no tiene estos problemas en lo concer- y contáramos con el programa pertinente que media
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducd6n

[13 6] [137]

entre ellas, tendríamos todo el contenido de la intencio­ tegorías tradicionales, no es fácil ver cómo podrían lle­
nalidad. El argumento de la habitación china muestra gar a serlo; pues el materialismo, así enunciado, parece
que en el ser humano suceden dos cosas: la primera, los dar a entender que no puede haber ningún fenómeno
símbolos concretos de los cuales el hombre es conscien­ no físico irreducible; y el dualismo, expuesto según esas
te cuado piensa; la segunda, el significado, interpreta­ categorías, parece sugerir que, por añadidura a los fe­
ción o sentido que se asocia a ellos. nómenos materiales, debe haber fenómenos mentales
Ahora bien, siempre está el problema de la reduc­ no físicos irreducibles. Exploraremos estas cuestiones
ción. ¿Hay dos fenómenos o sólo uno? Si los fenómenos con más detalle en el próximo capítulo y veremos que,
reales son dos, no hay modo de negar la existencia de a fin de hacer congruentes ambas concepciones, es pre­
uno sin incurrir en una falsedad; no hay manera de ciso abandonar los supuestos subyacentes al vocabula­
hacer una reducción ontológica de uno a otro. rio tradicional.
Entonces, ¿en qué situación quedamos? ¿Estamos
obligados a volver al dualismo? Si el materialismo no
ha logrado enunciar una alternativa convincente al
dualismo tradicional en cuyo reemplazo se postulaba,
¿por qué no regresar a este último? Y, a decir verdad,
¿no admitimos tácitamente el dualismo cuando deci­
mos que la conciencia y la intencionalidad son irreduci­
bles?
Creo que nuestros verdaderos problemas tienen
que ver con una maraña de confusiones conceptuales
que trataré de dilucidar en el próximo capítulo.
Terminamos este capítulo en un estado intelectual
depresivo: ni el dualismo ni el materialismo son acepta­
bles, no obstante lo cual se nos presentan como las
únicas posibilidades. Por otra parte, sabemos de manera
independiente que lo que tratan de decir uno y otro es
verdad. El materialismo intenta decir que el mundo
consiste por entero de partículas físicas en campos de
fuerza. El dualismo intenta decir que el mundo tiene
rasgos mentales irreducibles e inerradicables, sobre
todo la conciencia y la intencionalidad. Pero si ambas
cosmovisiones son verdaderas, debe haber una manera
de enunciarlas que las haga compatibles. Dadas las ca-
~-
LA CONCIENCIA, PRIMERA PARTE
LA CONCIENCIA Y EL

PROBLEMA MENTE-CUERPO

Terminamos el capítulo anterior con una aparente con­


tradicción, de la clase que es típica en filosofía. Por un
lado aceptamos una concepción que parece abrumado­
ramente convincente -el universo es material-, pero al
parecer incompatible con otra perspectiva a la que no
podemos renunciar: la mente existe. patrón se rei­
tera una y otra vez en la filosofía. En el capítulo 7 ve­
remos que el problema del libre albedrío muestra el
mismo tipo de conflicto o contradicción: creemos que
todos los sucesos deben tener una determinación cau­
sal, pero experimentamos la libertad. En otras ramas de
la filosofía surgen inconsistencias similares. En ética
sentimos que debe haber una verdad moral objetiva,
pero al mismo tiempo nos parece que ese tipo de obje­
tividad no tiene cabida en la moraL Algunas personas
consideran exasperantes las contradicciones en filoso­
fía. Otras, como yo, las juzgan divertidas e intrigantes.
En este capítulo voy a tratar de resolver la contra­
dicción entre mente y materia.

1. Cuatro supuestos erróneos


Hasta ahora, en este libro, me he ocupado sobre
todo de las opiniones de otras personas. He intentado
describir la configuración del terreno, y sólo agregué mi
opinión cuando parecía parte de ella. Y utilicé incluso
la terminología aceptada, aunque la considero inade­
cuada. En este capítulo el lector conocerá lo que real­
JOHN R. SEARLE La mente. U1Ul breve introducción

[14 2 ] [143]

mente pienso del "problema mente-cuerpo". Como pri­ Supuesto 2. La noción de reducción
mer paso, quiero sugerir la necesidad de no aceptar la En general se supone que la noción de reducción,
terminología tradicional y los supuestos que la acompa­ por la cual un tipo de fenómeno se reduce a otro tipo,
ñan. Expresiones como "mente" y "cuerpo", "mental" es clara, inequívoca y no problemática. Cuando redu­
y "material" o "físico", así como "reducción", "causa­ cimos A a B, mostramos que A no es otra cosa que B. Los
ción" e "identidad", tal cual se emplean en las discu­ objetos materiales, por ejemplo, pueden reducirse a
siones sobre el problema mente-cuerpo, son el origen moléculas porque no son otra cosa que agrupaciones
de nuestras dificultades y no herramientas para su reso­ de estas. De manera análoga, si la conciencia puede
lución. Como mi solución al problema mente-cuerpo reducirse a los procesos cerebrales, significará que no
se contrapone a esos supuestos, quiero exponerlos de es más que un proceso cerebral.
manera explícita (con comentarios preliminares entre (El modelo de la reducción procede de las cien­
paréntesis). Cuatro son los supuestos que es preciso cias naturales. Así como la ciencia ha mostrado que los
cuestionar. objetos materiales sólo son agrupaciones de moléculas,
también podría demostrar que la conciencia no es sino
Supuesto 1. La distinción entre lo mental y lo físico otra cosa: las activaciones de neuronas y los programas
Se supone que "mental" y "físico" se refieren a informáticos son los candidatos preferidos. Más adelan­
categorías ontológicas mutuamente excluyentes. Si algo te veremos que esta noción es ambigua en múltiples
es mental, no puede ser físico en ese mismo aspecto. Y aspectos. Será preciso trazar una distinción entre las
si es físico, no puede ser mental. Lo mental como tal reducciones que eliminan el fenómeno reducido al
excluye lo físico como tal. mostrar que es una ilusión -las puestas de sol, por
(Este es el supuesto básico, y el que mantiene en ejemplo, se eliminan al demostrar que son una ilusión
marcha todo el debate. Si consideramos que el mundo, generada por la rotación de la Tierra-, y las que mues­
en el fondo, es físico, ¿cómo debemos concebir el en­ tran cómo se realiza en el mundo un fenómeno real: los
caje de lo mental en él? Una actitud habitual de la gente objetos materiales, por ejemplo, se reducen a molé­
que cree negar este supuesto consiste en decir, que po­ culas, pero eso no significa que no existan. También
demos reducir lo mental a lo físico. Lo mental no es más deberemos distinguir entre reducciones causales y re­
que lo físico. Estas personas creen superar de un modo ducciones ontológicas.)
u otro la dicotomía dualista, pero en realidad aceptan
su peor rasgo. Cuando dicen que lo mental es físico, no Supuesto 3. Causalidad y sucesos
dicen que lo mental como tal es físico como tal. Dicen Se supone de manera casi universal que la causa­
que lo mental como tal no existe: sólo lo físico existe. ción es siempre una relación entre sucesos discretos
Este es un punto crucial, al cual volveré más adelante.) ordenados en el tiempo, en los que la causa precede al
efecto. Un suceso, la causa, aparece antes que otro, el
t"
"
!. La mente. Una breve introducción
JOHN R. SEARLE
I
;
[I4S]
[I44]

efecto. Los casos específicos de relaciones de causa y n. la solución al problema mente-cuerpo


efecto deben ejemplificar una ley causal universal. Mi método en filosofía consiste en tratar de olvi­
(Como consecuencia inmediata de los supuestos dar la historia de un problema y los modos tradiciona­
1 y 3, si los sucesos cerebrales causan sucesos menta­ les de pensarlo, para enunciar sencillamente los hechos
les, se sigue que hay dualismo. El suceso cerebral es una t hasta donde los conocemos. Probemos el método con
cosa [físical. El suceso mental es otra cosa [mental].) un caso bastante simple. Nos concentraremos en la
conciencia y abordaremos la intencionalidad en un pró­
Supuesto 4. La transparencia de la identidad ximo capítulo. Aquí vamos: en este momento tengo
Se supone que la identidad, como la reducción, no sed. No una sed desesperada, apenas un deseo cons­
plantea problema alguno. Todo es idéntico a sí mismo ciente y moderado de tomar un poco de agua. Esa sen­
y distinto de todo lo demás. Los paradigmas de la iden­ sación, como todos los estados conscientes, sólo existe
tidad son las identidades de objetos y las identidades en cuanto es experimentada por un sujeto humano o
de composición. Un ejemplo de la primera: el objeto animal, y en ese sentido tiene una ontología subjetiva
"lucero vespertino" es idéntico al objeto "lucero matu-. o de primera persona. Para existir, las sensaciones como
tino". Un ejemplo de identidad de composición: el agua mi sed deben ser vividas por un sujeto, un "yo" ["I"]
es idéntica a las moléculas de H 20 porque cualquier ex­ que está sediento. Pero ¿cómo se ajustan esas sensacio­
tensión de agua está compuesta de H 20. nes subjetivas de sed al resto del mundo? Ante todo, es
(El motivo de la introducción del. concepto de preciso insistir en que mi sed es un fenómeno real, una
identidad en esta discusión radica en que podríamos parte del mundo real, y que actúa causalmente en mi
descubrir que un estado mental es idéntico a un esta­ comportamiento. Si ahora bebo, es porque tengo sed.
do neurofisiológico del cerebro, del mismo modo como A continuación debemos advertir que mi sensación es
hemos descubierto que el lucero vespertino es idénti­ íntegramente causada por procesos neurobiológicos
co al lucero matutino o que el agua es Hp.) con sede en el cerebro. Si no tengo agua suficiente en
Creo que estos supuestos contienen tremendas mi sistema, esa escasez desencadena una compleja serie
confusiones. Mi método no consistirá en atacarlos de de fenómenos neurobiológicos, y todos ellos causan mi
frente; al menos, no lo haré así por el momento. En sensación de sed. (De paso, hay una extraña renuencia
primer lugar quiero abordar la relación de la concien­ a admitir que nuestros estados conscientes son causa­
cia con los procesos cerebrales de una manera ingenua, dos por procesos cerebrales. Algunos autores inventan
l
como si no tuviéramos a nuestras espaldas muchos si­ y dicen que el cerebro "da origen" a la conciencia ;
glos de confusión motivada. Luego, después de expli­
car las relaciones de la mente y el cuerpo, volveré atrás
y explicaré por qué esos supuestos, tal cual son, nos 1 D. Chalmers, The Conscious Mind: In $earch of a Theory of
han impedido hacernos una idea más clara de los he­
Conscíous Experience, Nueva York, Oxford University Press, 1996, pp.
chos y necesitan una seria rectificación y revisión.
115-121.
La mente. Una breve introducción
)OHN R. SEARLE
[1471
[1461

peregrino. Pero así se explica cómo encaja la existencia


otros dicen que el cerebro es su "sede,,2. Uno de los que
de una sensación consciente de sed en nuestra cosmo­
admite que la conciencia depende del cerebro dice que
visión general. Todas las formas de conciencia son cau­
la relación se "concibe poco felizmente corno causar,3.)
sadas por el comportamiento neuronal y se realizan en
Pero ¿qué es exactamente esa sensación de sed? ¿Dón­
el sistema cerebral, compuesto a su vez de neuronas. Lo
de y cómo existe? Es un proceso consciente produci­
que vale para la sed vale para todas las formas de nues­
do en el cerebro, y en ese sentido es un rasgo de este,
tra vida consciente, desde la necesidad de vomitar hasta
aunque en un nivel superior al de las neuronas y
el hecho de preguntarse cómo traducir los poemas de
sinapsis. La sensación consciente de sed es un proces()
Stéphane Mallarmé a un inglés coloquiaL Todos los
.~-~

en desarrollo dentro de mi sistema cerebral.


estados consci~Iltes tienen corno causa procesos neuro-~ .

Para que no parezca que hablo vagamente de


-nales de nivel inferior localizados en el cerebro. Tenernos

cómo podrían ser las cosas en contraste con su modo


pensamientos y sentimientos conscientes, causados por

d.e ser en los hechos, permítanme anclar toda la cues­


procesos neurobiológicos en el cerebro; yesos pensa­
tión en la realidad, para lo cual resumiré parte de lo que
mientos y sentimientos existen corno características
sabernos acerca del papel de los procesos cerebrales
corno causa de la sensación de sed. Supongamos que biológicas del sistema cerebral.

En mi opinión, esta sucinta descripción represen­


un animal tiene escasez de agua en su sistema. Esa es­
ta un inicio de solución del "problema mente-cuerpo":

casez motivará "desequilibrios salinos" en el sistema,


sospBcho de los "ismos", pero a veces es útil contar con

porque la proporción entre la sal y el agua es excesiva


un nombre, aunque sólo sea para distinguir con clari­

en beneficio de la primera. La situación desencadena


dad entre una concepción y otra. Doy a mi perspectiva

ciertas actividades en los riñones. Estos secretan renina,


el nombre de "naturalismo biológico" porque aporta

y la renina sintetiza una sustancia denominada angio­


una solución naturalista al tradicional "problema men­

tensina 2. Esta sustancia penetra en el hipotálamo y


te-cuerpo" , una solución que hace hincapié en el carác­

afecta la velocidad de las activaciones neuronales. Por


ter biológico de los estados mentales y evita tanto el

lo que sabemos, las velocidades diferenciales de esas


activaciones hacen que el animal sienta sed. Ahora materialismo corno el dualismo.
Expondré el naturalismo biológico con respecto
bien, no conocernos todos los detalles, desde luego, y
a la conciencia como un conjunto de cuatro tesis:
como es de imaginar, cuando lleguemos a saber más
este breve esbozo que acabo de dar parecerá bastante
1. Los estados conscientes, con su ontología subje­
tiva de primera persona, son fenómenos reales
del mundo real. No podernos hacer una reduc­
2 1. Huxley, "On the Hypothesis that Animals Are Automata and
Its History", en D. M. Armstrong (comp.), The Mind-Body Problem: An ción eliminativa de la conciencia y mostrar que
Opinionated Introduction, Boulder, Westview Press, 1999, p. 148. es una mera ilusión. Tampoco podernos reducir­
3 J -Kim, Mind in a Physical World: An Essay on the Mind-Body Pro­ la a sus fundamentos neurobiológicos, porque esa
blem and Menta! Causation, Cambridge (Mass.), MIT Press, 1998, p. 44.
JOHN R. SEARLE
La mente. Uno breve introducci6n

[148] [149]

reducción de tercera persona excluiría su onto­ ontológica a fenómenos de tercera persona, porque
logía de primera persona. tienen una ontología de primera persona. ¿Por qué, en­
2. Los estados conscientes son causados en su to­ tonces, esta solución aparentemente obvia tropieza con
talidad por procesos neurobiológicos de nivel tantas resistencias? Muchos filósofos no comprenden
inferior con sede en el cerebro. Por ello, son cau­ cómo pueden existir estas entidades mentales presun­
salmente reducibles a procesos neurobiológicos. tamente misteriosas, y si existen, cómo pueden ser cau­
No tienen absolutamente ninguna vida propia, sadas por procesos físicos en bruto localizados en el
independiente de la neurobiología. Hablando en cerebro, y si existen y son causadas por procesos físicos,
términos causales, no están "por encima" de los cómo pueden existir en el sistema físico cerebraL Ad­
procesos neurobiológicos. viértase, empero, que esta forma de plantear las dificul­
3. Los estados conscientes se realizan en el cerebro tades y los interrogantes ya acepta el dualismo de lo

como rasgos del sistema cerebral y existen, por mental y lo físico. Si formulamos la tesis sin recurrir al

10 tanto, en un nivel superior al de las neuronas vocabulario cartesiano tradicional, el misterio se desva­

y sinapsis. Por sí misma, una neurona no es cons­ necerá por completo. Mi sensación consciente de sed

ciente, pero las partes del sistema cerebral com­ existe efectivamente y funciona de manera causal en mi

puestas por ellas sí lo son. comportamiento (¿duda alguien que haya sentido sed

4. Como los estados conscientes son características alguna vez de su existencia y poder causa!?). Sabemos

reales del mundo real, funcionan en forma cau­ a ciencia cierta que es causada por procesos neurona­

saL Mi sed consciente, por ejemplo, me lleva a les, y la sensación misma es un proceso que ocurre

tomar agua. En el capítulo 7, "La causación men­ dentro del cerebro.

tal", explicaré en detalle el funcionamiento de


este proceso.
111. La superación de los supuestos

¿Puede ser realmente tan simple la solución al erróneos

famoso "problema mente-cuerpo"? Si somos capaces de Para ver por qué es tan difícil aceptar estos argu­

salir de las categorías tradicionales, creo, en efecto, que mentos, volvamos un momento atrás y examinemos los

es muy simple. Sabemos sin duda alguna que todos cuatro supuestos que, según dije, imposibilitan alcan­

nuestros procesos mentales son causados por procesos zar una solución al llamado problema mente-cuerpo.

neurobiológicos, y también sabemos que se producen


en el cerebro y quizás en el resto del sistema nervioso Supuesto l. La distinción entre lo mental y lo físico
centraL Sabemos que funcionan causalmente, aunque El peor error consiste en suponer que la distinción

no tienen facultades causales al margen de las corres­ de sentido común entre estados mentales y estados físi­

pondientes a la neurobiología subyacente, y sabemos cos, unos y otros interpretados de manera ingenua, es

asimismo que no pueden ser objeto de una reducción la expresión de una profunda distinción metafísica. De

]OHN R. SEARLE
La mente. Una breve introduccián

[150] [15 1]

acuerdo con la concepción que expongo, no lo es. La sí y revisémosla hasta donde sea necesario para ajustar­
conciencia es una característica biológica sistémica, la a los hechos.
como lo son la digestión, el crecimiento o la secreción Según la concepción tradicional, si algo es men­
de bilis. En ese carácter, es un rasgo del cerebro y,~ con tal tiene las características listadas en la izquierda; si es
ello, una parte del mundo físico. La tradición contra la físico, las de la derecha4.
cual milito dice que, por ser intrínsecamente mentales,
los estados mentales no pueden ser físicos desde ese Mental Físico
mismo punto de vista. Por mi parte, digo en sustancia Subjetivo Objetivo
que, como son intrínsecamente mentales, constituyen Cualitativo Cuantitativo
un tipo determinado de estado biológico y a fortiori, por Intencional No intencional
lo tanto, son físicos. Sin embargo, toda la terminología No situado espacialmente y Espacialmente situado y
de lo mental y lo físico tiende por naturaleza a plantear No extendido en el Extendido en el
una oposición absoluta entre uno y otro término, por espacio espacio
lo cual acaso sea mejor no utilizarla y limitarse a decir No explicable a través Causalmente explicable
que la conciencia es un rasgo biológico del cerebro al de procesos físicos mediante el recurso a la
igual que la digestión es un rasgo biológico del tracto micro física
digestivo. En ambos casos hablamos de procesos natu­ Incapaz de actuar Actúa de manera causal
rales. No hay abismo metafísico. causalmente sobre lo y como sistema está
El inconveniente que enfrentamos con la termino­ físico causal mente cerrado
logía es que, por tradición, los términos se han definido
como recíprocamente excluyentes. "Mental" se define Los rasgos de lo mental que es preciso explicar en
como cualitativo, subjetivo, de primera persona y por una teoría unificada de la totalidad son la conciencia y
ende inmaterial. "Físico" se define como cuantitativo, la intencionalidad. Las características relevantes de la
objetivo, de tercera persona y por consiguiente mate­ conciencia son su cualitatividad y su subjetividad (jun­
rial. Sugiero que estas definiciones son inadecuadas tas, ambas implican la' "primera persona", por lo cual
para aprehender el hecho de que el mundo funciona de no es necesario mencionar esta última como un rasgo
tal manera que algunos procesos biológicos son cualita­ especial). El interrogante es: ¿cómo encajan en el mun­
tivos, subjetivos y de primera persona. Si pretendemos do físico los fenómenos cualitativos, subjetivos e inten­
mantener la terminología, necesitaremos una noción cionales? ¿Cuáles son los rasgos del mundo físico a los
ampliada de lo físico que permita dar cabida a su com­ ,
que deben ajustarse? El ,concepto contemporáneo de lo
ponente mental intrínseco y subjetivo. Hagámoslo,
pues. Elaboremos una lista de los rasgos tradicionales 4 Se encontrará una versión anterior de esta lista en H. Feígl, "The
de lo mental y lo físico que se estiman excluyentes entre 'Mental' and the 'Physical"', op. dI.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción
[152J (153J

físico es mucho más complejo de lo admitido por la microprocesos, y actúa causalmente desde allí. Bien, ¿y
tradición cartesiana. Por ejemplo, si los electrones son qué pasa entonces con los primeros tres de la lista físi­
puntos de masa y energía, no son físicos según la defini­ ca? No son condiciones necesarias para formar parte
ción de Descartes, porque carecen de extensión. Pero del universo físico. No hay razón por la cual un sistema
cualquier concepción razonable de lo físico exige al fíSico como un organismo humano o animal no deba tener
menos estas características formales: en primer lugar, estados cualitativos, subjetivos e intencionales. De hecho,
los fenómenos físicos reales están situados en el espa­ en la vida real, los estudios de los sistemas perceptivo
cio-tiempo. (Así, los electrones son físicos y los núme­ y cognitivo son justamente casos de tratamiento de la
ros no lo son.) Segundo, sus rasgos y comportamientos cualitatividad, la subjetividad y la intencionalidad origi­
pueden explicarse causalmente mediante el recurso a nal como parte del dominio de las ciencias naturales y,
la microfísica. (La solidez y la liquidez satisfacen este por ende, del mundo físico. Digamos de paso que la dis­
criterio. Los fantasmas, si existieran, no lo harían.) tinción entre cantidad y calidad es probablemente es­
Tercero, cuando son reales, los fenómenos físicos fun'" puria. No hay razones metafísicas que impidan hacer
cionan de manera causaL (Así, la solidez es un fenóme­ mediciones de las magnitudes del dolor o la percepción
no físico reaL El arco iris, de acuerdo con la definición consciente, por ejemplo.
"arco iris", no es un arco físico real en el cielo. No causa Este es uno de los mensajes más importantes del
nada.) Y el universo físico está causal mente cerrado en presente libro. Una vez que revisamos las categorías
el sentido trivial de que todo lo que funciona de manera tradicionales en procura de ajustarlas a los hechos, no
causal en él debe ser parte de éL hay inconveniente en reconocer que lo mental en cuan­
Ahora examinemos las listas. Los primeros tres to mental es físico en cuanto físico. Es preciso revisar
rasgos de la columna mental son perfectamente compa­ las definiciones cartesianas tradicionales de lo "mental"
tibles con los últimos cuatro de la columna física. Vale y lo "físico", pero ninguna de las dos, de todos modos,
decir, la cualitatividad, la subjetividad y la intenciona­ se ajustaba a los hechos.
lidad son físicas de acuerdo con los últimos cuatro
criterios. Están localizadas en el espacio del cerebro en Supuesto 2. Reducd6n
determinados períodos, son causalmente explicables Las nociones de reducción y "reducibilidad"
por medio de procesos de nivel inferior y pueden actuar [reducibílity] se cuentan entre las más confusas de la fi­
de manera causaL ¿Qué pasa con los otros rasgos? Los losofía, porque están plagadas de ambigüedades. En
últimos cuatro de la lista mental son sencillamente primer lugar debemos distinguir entre reducciones cau­
erróneos. Un fenómeno mental no tiene como condi­ sales y reducciones ontológicas. Podemos decir que los
ción ser no espacial, no explicable por micro procesos fenómenos de tipo A son causalmente reducibles a los fe­
y causalmente inerte. Los primeros tres rasgos tampoco .nómenos de tipo B si Y sólo si el comportamiento de A
implican estos cuatro. Al contrario, toda mi vida mental es totalmente explicable en términos causales por el
ocurre en el espacio del cerebro, donde es causada por comportamiento de B, y A no tiene facultades causales
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[154] [155]

al margen de las de B. Así, por ejemplo, la solidez es cau­ ronal? Bien, sí, podríamos, y con una finalidad médica
salmente reducible al comportamiento molecular. Las o algún otro propósito científico sería posible redefinir­
características de los objetos sólidos -impenetrabilidad. la en términos de microsustratos, como hemos hecho
capacidad de soportar otros objetos sólidos, etc.- se ex­ con la solidez y la liquidez. De ese modo podríamos
plican de manera causal a través del comportamiento decir, por ejemplo: "Este tipo tiene efectivamente un
molecular, y la solidez no tiene poderes causales adicio­ dolor, pero todavía no puede sentirlo. Nuestro cerebros­
nales a las facultades correspondientes de las molécu­ copio muestra la presencia de dolor en el sistema tala­
las. los fenómenos de tipo A son ontológicamente mocortical". En forma análoga, ahora podemos decir:
reducibles a los fenómenos de tipo B si y sólo si A no es "El vidrio es realmente líquido, aunque a la vista y al
otra cosa que B. Así, por ejemplo, los objetos materiales tacto parezca sólido". Pero el principal sentido del con­
no son otra cosa que agrupamientos de moléculas, y las cepto de conciencia es la posibilidad de aprehender los
puestas de sol no son otra cosa que apariencias ge- . . rasgos subjetivos y de primera persona del fenómeno,
neradas por la rotación de la Tierra sobre su eje en re­ y ese sentido se pierde si redefinimos aquella en térmi­
lación con el Sol. nos objetivos y de tercera persona. De hacerlo, segui­
En la historia de la ciencia hacemos a menudo remos necesitando un nombre para la ontología de
-casi siempre, a decir verdad- una reducción ontológica primera persona. la conciencia, entonces, difiere de
sobre la base de una reducción causal. Decimos: la soli­ otros fenómenos como la liquidez y la solidez que tie­
dez no es otra cosa que una clase determinada de com­ nen características superficiales, en cuanto somos rea­
portamiento molecular. Desechamos sus características cios a desechar estas últimas y redefinir la noción desde
superficiales, como el hecho de que los objetos sólidos el punto de vista de las causas que las motivan, porque
tienen cierto tacto, resisten la presión y son impenetra­ el sentido del concepto es identificarlas. Hay muchos
bles por otros objetos, y redefinimos el concepto en conceptos en los que las características superficiales de
función de las causas subyacentes. Ahora, la solidez no los fenómenos son más interesantes que la microestruc­
f

se define en términos de las características superficiales tura. Consideremos el lodo o la novena sinfonía de
sino desde la perspectiva del comportamiento molecu­ Beethoven. El comportamiento del lodo es comporta­
lar. Y aquí está el quid para nuestro presente análisis: miento molecular, pero lo interesante no es eso, de
en el caso de la conciencia podemos hacer una reducción modo que pocas personas se afanan en decir: "El lodo
causal, pero no podemos hacer una reducción ontológica puede reducirse al comportamiento molecular", aun­
sin perder de vista el sentido del concepto. la conciencia que podrían hacerlo si realmente quisieran. Otro tanto
recibe una completa explicación causal a través del ocurre con Beethoven. las interpretaciones de la nove­
comportamiento neuronal, pero con ello no se demues­ na sinfonía pueden reducirse a movimientos de ondas
tra que no sea otra cosa que ese comportamiento. ¿No en el aire, pero no eso lo que nos interesa en la ejecu­
podríamos, acaso, hacer una reducción ontológica y ción. El crítico musical que escribiera: "Sólo pude oír
decir que la conciencia no es sino comportamiento neu- movimientos de ondas", habría pasado por alto el sen­
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción
[156] [157]

tido de la interpretación. Podríamos hacer, de manera lado y redefinimos los conceptos en función de sus
análoga, una reducción de la conciencia y la intencio­ causas, como hicimos con el color?
nalidad, pero de todos modos necesitaríamos un voca­ Bueno, podríamos hacerlo, y' si supiéramos mu­
bulario para hablar de las características superficiales. cho más acerca de las causas, en ciertos aspectos quizá
La singularidad de la conciencia y la intencionalidad lo harfamos. Pero hay una asimetría entre les colores,
sólo reside en el hecho de tener una ontología de prime­ por un lado, y los dolores y la conciencia, por otro,
ra persona. porque perderfamos de vista el sentido de los conceptos
En una versión anterior de este argumento (The de la conciencia si desecháramos la ontología de prime­
Rediscovery of the Mínd) dije que la irreductibilidad de ra persona y redefiniéramos las palabras en términos de
la conciencia era una consecuencia trivial de nuestras tercera persona. En ese aspecto, la irreductibilidad de
prácticas definicionales. Como la observación fue obje­ la conciencia no revela una profunda asimetría metafí­
to de un malentendido generalizado, permítanme acla­ sica entre, por ejemplo, la relación de las experiencias
rarla aquí. Debe concedérseme que el mundo "físico" del color con sus causas y la relación de las experiencias
real contiene entidades con una ontología de tercera dolorosas con las suyas; la asimetría está, por el contra­
persona (árboles y hongos, por ejemplo) y entidades con rio, en nuestras prácticas definicionales. Pues para defi­
una ontología de primera persona (dolores y experien­ nir el "dolor" las sensaciones generadas por él nos
cias del color, por ejemplo). Todas estas entidades de preocupan más que las producidas por el "color" cuan­
primera persona son causalmente reducibles a sus fun­ do, a su turno, debemos definirlo.
damentos causales de tercera persona. Pero hay una Algunos de mis críticos vieron en mi postura la
asimetría. Cuando se trata del color estamos dispuestos intención de afirmar que la existencia misma de la con­
(o al menos algunos 10 estamos) a desechar las expe­ ciencia era una consecuencia trivial de nuestras prác­
riencias conscientes, las experiencias del color con su ticas definicionales. Sin embargo, no digo nada de eso.
ontología de primera persona, a hacerlas a un lado para Espero que esto aclare el malentendido.
redefinir luego las palabras relacionadas con los colo­ Pero ¿acaso las reducciones no se libran del fenó­
res en términos de tercera persona. Según una concep­ meno reducido al mostrar que es realmente otra cosa?
ción, los colores no se definen en esencia desde el No, y esto conduce a la segunda confusión en el con­
punto de vista de las experiencias suscitadas por ellos, cepto de reducción. Es menester distinguir entre las re­
sino en términos de la reflexión de la luz causante de ducciones que son eliminativas y las que no lo son. Las
dicha experiencia. Sin embargo, no estamos dispuestos primeras muestran que el fenómeno reducido en rea­
a hacer lo mismo en el caso de la conciencia y de con­ lidad no existía. Así, la reducción de las puestas de sol
ceptos correspondientes a ella como el dolor. ¿Por qué a la rotación de la Tierra es eliminativa porque demues­
no? ¿Por qué no extraemos las experiencias de primera tra que aquellas son una simple apariencia. Pero la re­
persona de la conciencia y el dolor, las hacemos a un ducción de la solidez no es eliminativa de ese modo,
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[15 8] [159]

porque no muestra, por ejemplo, que los objetos no opo­ billar que golpea otra y se detiene, mientras la segunda
nen una resistencia real a otros objetos. No se puede se aleja. Pero la causación no siempre es así. En muchos
hacer una reducción eliminativa de algo que tiene exis­ casos la causa es simultánea con el efecto. Si el lector
tencia real. observa los objetos que lo rodean, notará que ejercen
¿Por qué no podríamos mostrar, empero, que la presión sobre el suelo de la habitación donde se en­
conciencia es una ilusión como las puestas de sol y cuentran. ¿Cuál es la explicación causal de esa presión?
hacer así una reducción eliminativa? Las reducciones La fuerza de gravedad. Pero esta no es un suceso separa­
de este tipo se apoyan en la distinción entre apariencia do. Es una fuerza continua que actúa en la naturaleza.
y realidad. Pero no podemos mostrar que la existencia Por otra parte, muchos casos de causación simultánea
misma de la conciencia es una ilusión como las puestas se dan, por así decirlo, de abajo arriba, en el sentido de
de sol, porque en lo que a ella respecta la apariencia 'es que microfenómenos de un nivel inferior causan ma­
la realidad. El Sol parece ponerse sobre el monte Tamal­ crorrasgos de un nivel superior. Vuelva el lector a mirar
país, aunque en realidad no es así. Pero si consciente­ los objetos a su alrededor. La mesa sostiene libros. El
mente me parece que soy consciente, entonces lo soy. hecho de que los sostenga se explica causalmente por
Puedo cometer toda clase de errores acerca de los conte.:: el comportamiento de las moléculas. Pata el caso de la
nidos de mis estados conscientes, pero no con respecto solidez, como ya he mencionado, hacemos una reduc­
a su existencia misma. ción ontológica sobre la base de la reducción causal.
Resumamos esta breve discusión sobre la reduc­ Pero la terminología podría haber seguido uno u otro
ción: no se puede hacer una reducción eliminativa de camino. Podríamos haber dicho que la solidez tiene que
la conciencia porque esta existe realmente; y su existen­ ver con la resistencia de las cosas a la presión, su impe­
cia real no está sujeta a las dudas epistémicas usuales, netrabilidad y su capacidad de servir de apoyo a otros
basadas en una distinción entre apariencia y realidad objetos. Y esto se explica en términos causales por el
que es imposible hacer en el caso de la existencia de comportamiento de las moléculas. No elegimos ese
nuestros propios estados conscientes. Podemos hacer camino porque a nuestro juicio la microestructura nos
una reducción causal de la conciencia a su sustrato neu­ brinda una explicación más profunda. Decimos que la
- ronal, pero no llegamos así a una reducción ontológica, solidez es simplemente el movimiento vibratorio de las
porque la conciencia tiene una ontología de primera moléculas en estructuras reticuladas, yeso explica el
persona y el sentido del concepto se desvanece- si lo hecho de que un objeto sostenga otro. El quid, sin em­
redefinimos en términos de tercera persona. bargo, es que examinamos el orden causal de la natu­
raleza, y ese orden no suele ser cuestión de sucesos
Supuesto 3. Causalidad y sucesos discretos y secuenciales en el tiempo, sino de microfe­
Muchas relaciones causales se dan entre sucesos nómenos que explican causalmente macrorrasgos de
discretos ordenados en el tiempo. Un caso paradigmá­ sistemas.
tico, muy apreciado por los filósofos, es el de la bola de
JOHN R. SEARLE
La mente. U"" 6rew: ~
[160]
[1611

Supuesto 4. Identidad suficiente para que cada proceso doloroso espeCífico sea
Los criterios de identidad para objetos materiales un proceso neurobiológico específico en el cerebro,
como los planetas y tipos de compuestos como el agua· pero de ello no se deduce que la sensación de dolor de
son razonablemente claros. Pero cuando se trata de su­ primera persona sea igual al proceso neurobiológico de
cesos, como la Gran Depresión o mi fiesta de cumplea­ tercera persona. El concepto de identidad no nos sirve
ños, los criterios no son tan claros. Al considerar los de mucho en el problema mente-cuerpo, porque pode­
sucesos mentales, como el hecho de que yo tenga cierta mos hacer que nuestros sucesos sean lo bastante gran­
experiencia, debemos decidir la magnitud que quere­ des para incluir tanto el aspecto fenomenológico como
mos asignarles. ¿La conciencia es idéntica a un proceso el aspecto neurobiológico. Lo atinado, como siempre,
cerebral o no? Bueno, desde un punto de vista obvi~ y . es olvidar esas grandes categorías y tratar de describir
trivial, como he dicho, la conciencia es sólo un proceso los hechos, para luego volver y ver cómo se deben ajus­
cerebraL un proceso cualitativo, subjetivo y de pri­ tar los preconceptos que uno tenga de las otras catego­
mera persona que ocurre en el sistema nervioso. Sí, rías a fin de dar cabida a esos hechos.
pero no es eso lo que querían los teóricos de la identi­ Pero si de la definición de nuestro suceso se des­
dad. Su ambición era identificar un estado consciente prende que este tiene rasgos fenomenológicos y neu­
con un proceso neurobiológico, descrito en términos robiológicos, ¿no estará la identidad resultante sujeta
neurobiológicos. Me parece que aquí buscamos una a la objeción de Kripke sobre las identidades necesa­
decisión y no un descubrimiento. Creo que podemos rias? No. En el caso de la identidad necesaria entre el
considerar que un mismo suceso tiene rasgos neurobio­ agua y el H 2 0, la necesidad se alcanza a través de la
lógicos y rasgos fenomenológicos. Un mismo suceso es redefinición. Una vez que descubrimos que la sustancia
una secuencia de activaciones neuronales y a la vez que hemos llamado agua está compuesta de moléculas
provoca dolor. Pero este tipo de identidad no aporta a de Hp, incluimos "H20" en la definición de "agua". Que
los materialistas lo que estos quieren. La cuestión se el agua es H 20 se convierte entonces en una verdad ne­
asemeja un poco al ejemplo de las identidades de casos cesaria. De manera similar, podemos reajustar nuestras
pFOpuesto por Jaegwon Kim5 . Cada objeto coloreado definiciones a fin de que parte de lo que hace de este
específico es idéntico a un objeto específico con forma. dolor el dolor que es sea el hecho de ser causado por
Eso es indudablemente cierto, pero no muestra que el este tipo de proceso neurobiológico y se realice en éL
hecho de tener color y el hecho de tener forma sean lo Parte de lo que hace de ese proceso neurobiológico el
mismo. De manera semejante, podemos contar con una proceso que es, es el hecho 'de causar y realizar aquel
noción de los procesos neurobiológicos de magnitud mismo dolor. Dicho sea de paso, la definición de las
sensaciones en términos de sus causas es muy común.
5 J Kim, The Phílosophy 01 Mind, Boulder, Westview Press, 1998, Considérese "ciática", definida como un tipo de dolor
p.59. causado por la estimulación del nervio ciático.
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
[162]
[16 3]

rv. Ni materialismo ni dualismo subjetivo, de primera persona, etéreo y delicado en rea­


Vale la pena destacar que la concepción que ex­ lidad no existe. Sólo existen los fenómenos objetivos de
pongo difiere tanto del materialismo como del dualis­ tercera persona. Por mí parte, yo quiero decir que la
mo. Como creo que uno y otro tratan de decir algo conciencia, sin duda como fenómeno irreductiblemen­
cierto, es importante separar en ambos las partes verda­ te cualitativo, subjetivo, de primera persona, etéreo y
deras de las partes falsas. Para hacerlo necesito enunciar delicado, es un proceso que se desenvuelve en el cere­
con exactitud las diferencias entre mi punto de vista y bro. El dualista dice: "La conciencia es irreducible a los
esas doctrinas tradicionales. El materialismo intenta procesos neurobiológicos de tercera persona". Yo digo:
decir con veracidad que el universo está íntegramente "La conciencia es irreducible a los procesos neurobio­
constituido de partículas físicas existentes en campos lógicos de tercera persona". Pero el dualista cree dar a
de fuerza y a menudo organizadas en sistem~s.Pero ter­ entender con ello que la conciencia no es parte del
mina por incurrir en una falsedad al decir que no hay mundo físico común y corriente, sino algo existente por
fenómenos mentales ontológicamente irreducibles. El . encima de él. Yo quiero decir que la conciencia es redu­
dualismo trata de decir con veracidad que hay fenóme­ cible en términos causales, pero no ontológicos. Forma
\

nos mentales irreducibles. Pero también termina por parte del mundo físico común y corriente y no está por
caer en una falsedad cuando dice que esos fenómenos encima de él.
están al margen del mundo físico corriente en el que Centremos ahora la puntería justamente en esa
todos vivimos, que son algo situado por encima de su característica del dualismo. De acuerdo con la concep­
sustrato físico. El desafío consiste en enunciar la parte ción de los dualistas, la conciencia es decididamente
verdadera de cada concepción y negar la parte falsa. Si algo situado por encima de su sustrato material. En ri­
nos aferramos al vocabulario tradicional parece imposi­ gor, los dualistas suponen que su carácter irreducible
ble hacerlo, porque terminamos por decir que lo mental ya implica que la conciencia está por encima de su base
irreducible (subjetivo, cualitativo) es sólo una parte neurobiológica. Yo rechazo esa implicación. Este punto
habitual del mundo físico, lo cual parece autocontra­ es tan crucial para todo el argumento del presente libro
dictorio. De modo que, en definitiva, me decido por que voy a exponerlo con cierto detalle. El hecho de que
cuestionar el vocabulario tradicional. los poderes causales de la conciencia y los poderes cau­
Adviértase que si trato de enunciar mi posición en sales de su base neuronal sean exactamente los mismos
dicho vocabulario, las palabras significan a la larga algo muestra que no 'hablamos de dos cosas independientes,
completamente diferente de su definición según la tra­ la conciencia y los procesos neuronales. Si dos cosas
dición. El materialista dice:. "La conciencia es sólo un pertenecientes al mundo¡ empírico real tienen existencia
proceso cerebral". Yo digo: "La conciencia es sólo un pro­ independiente, deben tener diferentes poderes causales.
ceso cerebral". Pero el materialista quiere decir: la con­ Pero los poderes causales de la conciencia son exacta­
ciencia como fenómeno irreductiblemente cualitativo, mente los mismos del sustrato neuronal. Sucede abso­
lutamente lo mismo con los poderes causales de los
]QHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[164] (165]

objetos sólidos y los poderes causales de sus constitu­ ción del argumento de los zombis que presenté contra
yentes moleculares. No hablamos de dos entidades dife­ el materialismo en el capítulo 3.
rentes sino del mismo sistema en distintos niveles. La El argumento acierta al señalar que una descrip­
conciencia difiere de la solidez, la liquidez, etc., en ción de los hechos de tercera persona no entraña la
cuanto la reducción causal no conduce a una reducción existencia de los hechos de primera persona, y ello por
ontológica. Y, como hemos visto, sucede así por una la trivial razón de que la ontología de primera persona
razón obvia y hasta trivial. La conciencia tiene una no puede reducirse a la ontología de tercera persona.
ontología de primera persona; los proceso~ neuronal~ Pero el dualista pretende concluir entonces que la con­
tienen una ontología de tercera persona. Por ese moti­ ciencia está en otro reino ontológico y es algo situado
vO,no se puede reducir ontológicamente la primera a por encima del cerebro. La conclusión, sin embargo, no
los segundos. De tal modo, la conciencia es un aspecto se deduce de sus premisas. El dualista deja al margen
del cerebro, el aspecto consistente en experiencias on­ de este experimento de pensamiento las leyes de la na­
tológicamente subjetivas. Pero no hay en nuestro crá'" turaleza. Cuando imaginábamos la trayectoria de las
neo dos reinos metafísicos diferentes, uno "físico" y micropartículas, sosteníamos la constancia de todas las
otro "mental". Antes bien, sólo hay procesos que se leyes naturales. Pero si tratamos de imaginar que esa
desarrollan en el cerebro, y algunos de ellos son expe­ trayectoria es la misma menos la conciencia, hacemos
riencias conscientes. trampa en el experimento, porque suponemos que las
Dije en el capítulo 3 que los dualistas creen estar micropartículas no se comportan precisamente de la
en posesión de una intuición profunda que justifica su manera como se habrían comportado de actuar de con­
dualismo. Es hora de dar una respuesta a esa preten­ formidad con aquellas leyes, esto es, en forma tal de
sión. La intuición es la siguiente: debe haber una distin­ causar y realizar estados conscientes (subjetivos y de
ción entre lo mental y lo físico, porque una vez fijadas primera persona). Una vez incluidas las leyes de la na­
la existencia y las trayectorias de todas las micropartf. turaleza en la descripción del universo físico -y es pre­
culas del universo, la historia física de este queda de­ ciso incluirlas, porque son parte constitutiva de este-,
terminada en su totalidad por el comportamiento de se sigue la existencia de la conciencia, com,o consecuen­
dichas micropartículas. Sin embargo, cabe concebir aún cia lógica de esas leyes.
que no haya estados conscientes en absoluto. Vale de­ Que un estado de-cosas sea o no lógicamente po­
cir: desde una perspectiva lógica sería posible que el sible depende del modo de describirlo. ¿Es lógicamente
universo físico fuera exactamente como es, átomo por posible que haya partículas físicas sin ninguna concien­
. átomo, pero sin conciencia. Pero, de hecho, no es ló­ cia en el universo? La respuesta es sí. Sin embargo, ¿es
gicamente posible que sea tal como es, átomo por áto­ posible que las trayectorias de las partículas físicas exis­
mo, sin que sus características físicas sean exactamente tan tal como existieron de hecho junto con las leyes de
como son. Nótese que este argumento es una amplia- la naturaleza -que, entre muchas otras cosas, determi­
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducci6n
[166]
[167]

nan que esas trayectorias causen y realicen la concien­ no funciona causalmente, nos topamos con el epifeno­
cia-, pero sin conciencia alguna? En ese caso la respuesta menalismo. Ningún problema semejante se presenta
es no. Descrita de una manera, la ausencia de concien­ para el naturalismo biológico, porque el funcionamien­
cia es lógicamente posible; descrita de otra manera no. to causal de la conciencia es una forma más del funcio­
lo es. Los dualistas se fOljan una imagen en la cual las namiento cerebral descrito en un nivel más elevado que
partículas micro físicas son como diminutos granos de el de las neuronas y sinapsis. Piénseselo de esta manera:
arena afectados por fuerzas independientes, y pueden en términos generales, la conciencia es a las neuronas
imaginar el movimiento de la arena sin ninguna con­ lo que la solidez del pistón es a las moléculas metáli­
ciencia. La imagen, empero, es falsa. En el nivel más cas. Tanto la conciencia como la solidez funcionan en
fundamental, los puntos de masa y energía están cons­ forma causal. Pero ni una ni otra están "por encima"
tituidos por las fuerzas descritas por las leyes de la na­ de los sistemas a los que pertenecen.
turaleza. La existencia de la conciencia se deduce de
esas leyes como una consecuencia lógica, así como lo
hace la existencia de cualquier otro fenómeno bioló­ V. Resumen de la refutación del

gico, por ejemplo el crecimiento, la digestión o la repro­ materialismo y el dualismo

ducción. En el capítulo 3 prometí una refutación del dua­


Una vez más, me parece que la ilusión del dualis­ lismo. En interés de la imparcialidad, agreguemos un
mo es el producto de la mala comprensión de una dis­ enunciado esencial de la refutación del materialismo.
tinción muy real. Existe, en efecto, una distinción entre Definamos el materialismo como la concepción
los rasgos irreducibles del mundo que tienen una onto­ de que en el universo no hay otra cosa que fenómenos
logía subjetiva o de primera persona y los que no la materiales, según se los concibe tradicionalmente. No
tienen. Pero es un profundo error suponer que esa dis­ hay estados de conciencia intrínsecos y subjetivos
tinción real equivale a la antigua diferencia entre lo irreducibles, ni ninguna otra cosa que sea inherente­
mental y lo físico, entre Tes cogitans y Tes extensa, o que mente mental. Todo caso aparente puede ser eliminado
los fenómenos subjetivos están por encima de los sis­ o reducido a algo físico.
temas en los cuales se realizan. Esta concepción es bastante fácil de refutar,
El dualista cree que la "irreductibilidad" ya impli­ porque niega que eX,istan cosás cuya existencia todos
ca que el fenómeno irreducible es algo situadd por enci­ conocemos. Asevera que no háy fenómenos ontológi­
ma de su fundamento físico. Esto plantea un problema camente subjetivos, y sabemos que esto es falso porque
imposible al dualista de las propiedades: o bien la con­ los experimentamos todo el tiempo. Como filósofos
ciencia actúa causalmente o bien no lo hace. Si lo hace, consideramos insatisfactorio este tipo de refutación por
tenemos al parecer una sobredeterminación causal: si su excesiva simpleza, de modo que inventamos argu­
levanto adrede el brazo, el gesto aparenta tener dos mentes más complejos para plantear la misma cuestión,
causas, una física y otra mental. Pero si la conciencia sobre murciélagos, colores, espectros invertidos, qualia,

'"~
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[168] [169]

habitaciones chinas, etc. Pero, cada uno a su manera, imposibilidad (a decir verdad, ojalá fuese cierta), sino
todos esos argumentos subrayan el mismo punto. que es incompatible con prácticamente todo lo demás
La refutación del dualismo es más ardua. Defina­ que sabemos del funcionamiento del universo, y por lo
mos esta doctrina como la concepción de que en el uni­ tanto es irracional creer en ella.
verso hay dos reinos metafísicos ontológica mente
distintos, uno mental y otro físico. Definición más difí­
cil de refutar, pues mientras el materialismo postulaba
la inexistencia de algo cuya existencia todos conoce­
mos, el dualismo postula la existencia de algo, y para
refutarlo formalmente habría que probar una negativa
universal. En vez de proponer una "refutación" formal,
presentaré los argumentos que a mi juicio son conclu­
yentes contra el dualismo.

l. Nadie ha logrado proporcionar jamás una des­


cripción inteligible de las relaciones entre esos
dos reinos.
2. La postulación es innecesaria. Es posible explicar
todos los hechos de primera persona y todos los
hechos de tercera persona sin postular reinos se­
parados.
3. La postulación genera dificultades intolerables.
De acuerdo con esta concepción, se hace imposi­
ble explicar de qué manera los estados y sucesos
mentales pueden causar estados y sucesos físicos.
En síntesis, es imposible evitar el epifenomena­
lismo.

Nót€se que estos argumentos no excluyen la posi­


bilidad lógica del dualismo. Es una posibilidad lógica,
aunque me parece extremadamente improbable, que,
tras la destrucción de nuestros cuerpos, nuestras almas
sigan marchando. No he intentado mostrar que es una
[173J

LA CONCIENCIA, SEGUNDA PARTE

LA ESTRUCTURA DE LA CONCIENCIA

Y LA NEUROBIOLOGÍA

En el capítulo anterior describí cierta ontología básica.


Es preciso tenerla presente, con toda su simplicidad y
hasta su crudeza, mientras exploramos ahora la nota­
ble complejidad y singularidad de la conciencia. Aun­
que la ontología básica es simple, los fenómenos
resultantes son complicados, y los pormenores de sus
relaciones neurobiológicas con el cerebro son difíciles
de entender y hasta el momento desconocidos en gran
parte. Una vez resuelto el problema filosófico, relativa­
mente sencillo, nos quedan por delante problemas neu­
robiológicos muy arduos.
En este capítulo describiré en primer término la
estructura de la conciencia, luego presentaré explica­
ciones que discrepan de la mía y concluiré con la discu­
'" sión de algunos de los problemas neurobiológicos de
la conciencia.

l. Caracterís ticas de la conciencia


¿Cuáles son las características de la conciencia
que cualquier teoría filosófico-científica debe aspirar a
explicar? Creo que la mejor manera de proceder consis­
te en limitarme a enumerar varios de los rasgos centra­
les de la conciencia humana y presuntamente animal.
Aquí van.

1,
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[175]

1. Cualitatividad o animalIa experimenta, y en ese sentido sólo existe

desde un punto de vista de primera persona. Cuando

Como señalé en capítulos anteriores, todo estado


sé de tu conciencia, tengo un conocimiento que es muy

consciente tiene un cariz cualitativo. En ese sentido, los


diferente del que tengo de la mía propia.

estados conscientes siempre son cualitativos. Dije que


El hecho de que los estados conscientes sean on­
algunos filósofos utilizan la palabra "qualia" para des­
tológicamenfe subjetivos, en el sentido de que sólo
cribir este rasgo, pero a mi entender el término es enga­
existen cuando un sujeto humano o animal los expe­
ñoso en el mejor de los casos, porque su uso sugiere que
rimenta, no implica que no se los pueda someter a un
ciertos estados conscientes no son cualitativos. Al pare- .
estudio científico objetivo. Los términos "objetivo" y
cer, la idea es que algunos de dichos estados, como el
"subjetivo" oscilan de manera sistemática entre un sen­
sentir un dolor o el saborear un helado, son cualitati­
tido ontológico y un sentido epistémico. En este último
vos, pero otros, como la reflexión sobre problemas arit­
se traza una distinción entre las proposiciones cuya ver­
méticos, no tienen un cariz cualitativo especial. Creo
dad o falsedad puede afirmarse con prescindencia de los
que esto es un error. Si el lector supone que no hay cariz
sentimientos y actitudes de los hablantes u oyentes, y
cualitativo alguno en pensar que dos más dos es cuatro,
aquellas en las cuales la verdad o falsedad depende de
trate de pensarlo en francés o en alemán. Para mí es
esos mismos sentimientos y actitudes. Así, el enunciado
completamente diferente pensar "zwei und zwei sind
"Jones mide un metro ochenta centímetros" es episté­
vier", aunque el contenido intencional sea el mismo en
mica mente objetivo porque su verdad o falsedad no
alemán y en inglés. Como la noción de conciencia y la
tiene nada que ver con los sentimientos y actitudes del
noción de qualia son totalmente coextensivas, no uti­
hablante u oyente. El enunciado "Jones es más agrada­
lizaré la segunda como algo distinto de la primera y me
ble que Smith", en cambio, es epistémicamente subje­
limitaré a suponer que cuando digo "conciencia", el lec­
tivo porque su verdad o falsedad no puede establecerse
tor sabe que examino problemas que tienen ese carác­
con independencia de los sentimientos y actitt,ldes de
ter cualitativo.
los participantes en la conversación. Además de este
sentido epistémico, hay una distinción entre dos modos
2. Subjetividad de existencia. Los estados conscientes tienen un modo
subjetivo de existencia, en cuanto sólo existen cuando
Debido al carácter cualitativo de la conciencia, los
son experimentados por un sujeto humano o animal.
estados conscientes sólo existen cuando un sujeto hu­
En este aspecto, difieren de casi todo el resto del univer­
mano o animal los experimenta. Tienen un tipo de sub­
so, por ejemplo las montañas, las moléculas y las placas
jetividad que yo llamo subjetividad ontológica. Para
tectónicas, que tienen un modo objetivo de existencia.
expresar de otra manera la misma observación, pode­
modo de existencia de los estados conscientes es, en
mos decir que la conciencia tiene una ontología de pri­
efecto, ontológicamente subjetivo, pero la subjetividad
mera persona. Sólo existe en cuanto un sujeto humano
ontológica del tema no impide hacer de él una ciencia
La mente. Una breve introducción
JOHN R. SEARLE
[177]
[17 6]

como características distintas de la conciencia. Hoy me


epistémicamente objetiva. En rigor, toda la ciencia de la'
parece que eso es un error; son aspectos del mismo fe­
neurología exige buscar una descripción científica epis­
nómeno. En su esencia misma, la conciencia es cuali­
témicamente objetiva de dolores, angustias y otras aflic­
tativa, subjetiva y unificada. Es imposible que un estado
ciones sufridas por los pacientes, a fin de poder tratarlas
sea cualitativo, en el sentido al que he hecho referencia,
con técnicas médicas. Cada vez que escucho a filóso­
sin ser también subjetivo en el sentido ya explicado.
fos y neurobiólogos decir que la ciencia no puede ocu­
Pero tampoco puede ser cualitativo y subjetivo sin tener
parse de las experiencias subjetivas, procuro mostrarles
el tipo de unidad que acabo de describir. Podremos ver
libros de texto de neurología en los cuales los científi­
este últim~ punto si tratamos de imaginar nuestro esta­
cos y médicos que los escriben, así como quienes los
do actual de conciencia descompuesto en 17 fragmen­
utilizan, no tienen otra alternativa que tratar de propo­
tos independientes. Si eso ocurriera, no tendríamos un
ner una descripción científica de los sentimientos sub­
estado consciente con 17 partes; habría, antes bien, 17
jetivos de la gente, porque su ambición es ayudar a
conciencias independientes, 17 sitios diferentes de la
pacientes reales a aliviar su sufrimiento l .
conciencia. Es absolutamente esencial entender que la
conciencia no es divisible como suelen serlo los objetos
3. Unidad físicos; siempre se presenta en unidades discretas de
En este momento, no sólo experimento sensacio­ campos conscientes unificados.

nes en la punta de los dedos, la presión de la camisa Los llamados experimentos de desconexión callo­
contra el cuello y la vista de las hojas otoñales mientras sa o cerebro dividido ,proporcionan una buena ilus­

caen afuera, sino que vivo todo ello como parte de un tración de este rasgo de la unidad, por lo cual haré una

solo campo consciente unificado. La conciencia normal breve digresión para describirlos. Una de las maneras

y no patológica se nos presenta con una estructura de estudiar la conciencia consiste en estudiar sus for­

unificada. Kant denominaba "unidad trascendental de mas patológicas o degeneradas, método que utilizaré en

la apercepción" esa unidad del campo consciente, y le diversas oportunidades a lo largo del libro. Los pacien­

asignaba mucha importancia. Tenía razón. Como vere­ tes afectados por el síndrome de desconexión callosa

mos, es inmensamente importante. sufrían terribles formas de epilepsia que no podían tra­

En una época yo creía que estos tres rasgos: cua­ tarse mediante los procedimientos normales. Desespe­

litatividad, subjetividad y unidad, podían describirse rados, los médicos cortaron el cuerpo calloso, la masa

de tejido que conecta los dos hemisferios cerebrales. La

operación curó de hecho a muchos pacientes epilépti­

1 Véase, por ejemplo, el capítulo 5, sobre el dolor y la temperatu­ cos, pero tuvo otros efectos interesantes. La consecuen­

ra, de C. R. Noback y R.]. Demarest, The Nervous System: Introduction cia más sorprendente fue que llevó a algunos de ellos

and Review, Nueva York, McGraw-Hill, 1977 [traducción española: El


a comportarse en ciertas circunstancias como si tuvie­

sistema nervioso: introducción y repaso, México, Interamericana/


ran dos centros de conciencia independientes. En un

McGraw-Hill,1993].
ffl
r/I':!:I ]OHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
¡lli
i'~' ¡ [179)
[178)

experimento típico ocurre lo siguiente: se muestra no me pareciera ver sillas y mesas en mi proximidad
paciente una cuchara).pero se la coloca en una parte inmediata. Este rasgo, según el cual muchas de mis
.-~( ~ "".

su campo visual i2ql:lierdo, de modo que el estímulo experiencias parecen referirse a cosas más allá de sí
visual sólo vaya al hemisferio Ij~~e~h~'de su cerebro. El mismas, es el aspecto que los filósofos han llegado a
lenguaje se localiza en el hemisferio izquierdo. Se pre­ denominar "intencionalidad". No toda la conciencia es
gunta entonces al paciente: "¿Qué ve?" Como no tienen intencional Yno toda la intencionalidad es consciente,
percepción visual de la cuchara en el lado izquierdo del pero hay muy serias e importantes superposiciones
cerebro, donde reside el lenguaje, y además, a causa de entre una y otra; más adelante veremos que, en realidad,
la escisión del cuerpo calloso, sólo hay una COmU111""­ hay conexiones lógicas entre las dos: los estados men­
ción muy imperfecta entre ambos hemisferios, el pa­ tales que son de hecho inconscientes deben ser el tipo
ciente responde: "No veo nada". Sin embargo, luego de cosa que, en principio, podría convertirse en cons­
extiende la mano izquierda, controlada por su hemis­ ciente. Por una serie de razones que van desde el daño
ferio derecho, donde se produce la experiencia visual cerebral hasta la represión psicológica, pueden ser inac­
de la cuchara, y logra tomar el utensilio. Roger Sperry . cesibles a la conciencia, pero es preciso que sean la clase
y Michael Gazzaniga realizaron muchos experimentos de cosa que podría formar parte de un estado mental
de este tip02. ¿Tiene el paciente uno o dos centros de consciente. Un ejemplo de estado consciente que no es
conciencia? Por el momento no lo sabemos con total intencional es la sensación de angustia que a veces nos
certeza. Pero debemos contemplar al menos la posibili­ afecta sin un motivo específico; sólo nos sentimos an­
dad de que haya, en efecto, dos campos conscientes gustiados. Los ejemplos de estados intencionales que
dentro de un cerebro, cada uno de ellos correspondien­ no son conscientes son demasiado abundantes para
te a un hemisferio, y que en el caso normal ambos se mencionarlos, pero entre los casos evidentes se cuen­
reúnan en un solo campo consciente unificado. ta el del sueño profundo. Cuando estoy dormido, sigue
siendo valedero decir que creo que Bush es presidente
y que dos más dos es igual a cuatro, y lo mismo con una
4. Intencíonalídad gran cantidad de otras creencias que en ese preciso
He hablado de la intencionalidad y la conciencia momento no están presentes en mi conciencia.
como si fueran fenómenos independientes, Rero, des­
de luego, muchos estados conscientes son intrínseca­
mente intencionales. Mi presente percepción visual, por 5. Humor
ejemplo, no podría ser la experiencia visual que es si Todos mis estados conscientes se me presentan
con un humor u otro. Siempre tengo algún tipo de
humor, aunque este carezca de un nombre específico.
2 M, Ga7:zaniga, The Social Brain: Discovering the Networks of the
Mind, Nueva York, Basic Books, 1985 [traducción española: El cere­
No hace falta que esté especialmente entusiasmado ni
bro social, Madrid, Alianu, 1993]. deprimido, y nt siquiera sin ganas de nada; de todas
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción

[180] [181]

maneras, hay lo que podríamos llamar cierto sabor en voluntad. Puedo centrarla en el vaso de agua frente a
la conciencia, cierto tono en las experiencias conscien­ mí o en los árboles que veo por la ventana sin modificar
tes. Un modo de advertirlo es observar los cambios siquiera la postura ni mover los ojos. En cierto sentido,
dramáticos. Si recibimos de improviso alguna noticia el campo consciente sigue siendo el mismo, pero enfo­
muy mala, comprobaremos que nuestro humor cambia. CO algunos de sus rasgos y no otros. Esta aptitud de reo­

Si la noticia es buena, el cambio se dará en la dirección rientar la atención y la distinción entre los rasgos del
opuesta. El humor no es lo mismo que la emoción por- , campo consciente que tenemos y no tenemos en cuenta
que, en primer lugar, las emociones siempre son inten­ ya es un tema de investigación importante en neurobio­
cionales. Siempre tienen algún contenido emocional, logía.
mientras que no es imprescindible que el humor lo ten­ Por añadidura a nuestra capacidad de desplazar
ga. Pero los humores nos predisponen a las emociones. la atención a voluntad, el cerebro suele hacer pequeños
Si estamos de humor irritable, es más probable, por trucos para compensar ciertas deficiencias. No vemos
ejemplo, que experimentemos la emoción de la ira. nuestro punto ciego, aunque lo tenemos, y vemos el
Los humores parecen más susceptibles al control color en la periferia de nuestro campo visual aun cuan­
farmacológico artificial que la mayoría de los otros as­ do en ella no hay receptividad a los colores.
pectos de la conciencia. Como los dolores, que pode­
mos controlar mediante anestésicos y analgésicos,
estamos en condiciones de afectar humores como la de­
7. Placer/displacer
presión por medio de medicamentos como el Prozac y En conexión con el humor, pero no idéntico a él,

el litio. No es improbable que los avances farmacoló­ debemos señalar el fenómeno por el cual cada estado

gicos nos permitan alcanzar un control terapéutico aún consciente despierta cierto grado de placer o displacer.

más grande de los humores discapacitantes, tal como O bien cabría decir, mejor, que se sitúa en alguna po­

hicimos con los dolores. sición dentro de una escala que incluye las nociones

corrientes de placer y displacer. Así, con respecto a

cualquiera de nuestras experiencias conscientes, es legí­

6. La distinción entre el centro y la periferia timo preguntar: ¿la disfruté? ¿Fue divertida? ¿La pasé

Dentro del campo consciente, uno siempre pone bien, mal, me aburrí, me entretuve? ¿Fue repugnante,

más atención a unas cosas que a otras. En este mismo deliciosa o deprimente? Cuando se trata de la concien­

instante me concentro en poner por escrito ciertas ideas cia, la dimensión del placer y el displacer es ubicua.

sobre la filosofía de la mente, y no en los sonidos pro­


cedentes del exterior o la luz que entra en abundancia
por la ventana. Algunas cosas están en el centro de mi 8.Situacionalidad
campo consciente, y otras en la periferia. Un buen in­ Todas nuestras experiencias conscientes están

dicio de ello es la capacidad de reorientar la atención a acompañadas por u~a sensación de lo que podríamos

~II JOHN R. SEARLE

i
!
La mente. Una breve introducción
[182J
[183]

llamar la situación con textual en la que experimen_.


descubrió que mediante la estimulación de la corteza
tamos el campo de la conciencia. Esa sensación de la
motriz de sus pacientes podía suscitar el movimiento
situación no debe ser por fuerza parte del campo cons­
de sus miémbros. Indefectiblemente, el paciente decía:
ciente, y en general no lo es. Pero por lo común sé, en
"Yo no lo hice, fue usted,,3. En este caso, el paciente
algún sentido, en qué lugar de la superficie de la tierra
percibe el movimiento del brazo pero no hace la expe­
me encuentro, qué hora es, en qué época del año esta­
riencia de la acción voluntaria. La distinción básica es
mos, si he almorzado o no, de qué país soy ciudadano,
la siguiente: en el caso de la percepción (ver el vaso
etc., dentro de una gama de características que doy por
frente a mí, sentir la camisa contra el cuello) tengo la
sentadas como la situación correspondiente a mi cam­
sensación, percibo esto, y en ese sentido esto me pasa
po consciente. Uno cobra conciencia de la sensación de
a mí. En el caso de la acción (levantar el brazo, caminar
situacionalidad cuando se pierde o se desorganiza. Una
alrededor de la habitación) tengo la sensación, hago
experiencia característica del envejecimiento es la sen­
esto, y en ese sentido hago que esto suceda.
sación de vértigo que a veces nos embarga cuando nos
La convicción de la existencia de nuestro libre
preguntamos de improviso en qué mes estamos. ¿Es el
albedrío proviene, más que de cualquier otra cosa, de
semestre de primavera o el semestre de otoño? Un caso
la experiencia de la acción voluntaria, que toda descrip­
más espectacular se da con la sensación de desconcierto
ción de la mente debe tener en cuenta. Me explayaré
que nos asalta al caminar en medio de la noche por un
más sobre el libre albedrío en el capítulo 8.
lugar desconocido. ¿Dónde diablos estoy?

10. La estructura gestáltica


9. Conciencia activa y pasiva
Nuestras experiencias conscientes no se nos pre­
Quienquiera que reflexione sobre sus experien­ sentan como un cúmulo desorganizado; antes bien,
cias conscientes advertirá una distinción obvia entre la
suelen hacerlo con estructuras bien definidas y a veces
experiencia de la actividad intencional voluntaria, por
hasta precisas. En la visión normal, por ejemplo, no
un lado, y la experiencia de la percepción pasiva, por
vemos manchas y fragmentos indiferenciados: vemos
otro. No se trata, a mi juicio, de una distinción marcada,
mesas, sillas, personas, autos, etc., aun cuando sólo
porque en la percepción hay un elemento voluntarista
fragmentos de esos objetos reflejen fotones en la retina
y la acción VOluntaria tiene componentes pasivos. Pero
y la imagen retinal esté distorsionada en diferentes as­
sí existe una clara diferencia entre, por ejemplo, levan­
pectos. Los psicólogos gestálticos investigaron esas es­
tar los brazos voluntariamente como parte de un acto
consciente y tenerlos alzados debido a que alguien ha
estimulado nuestras conexiones nerviosas. La distin­ 3 W. Penfield, The Mystery of the Mind: A Critical Study of Cons­
ción está nítidamente ilustrada en las investigaciones ciousness and the Human Brain, Princeton, Prínceton University Press,
1975, p. 76 [traducción española: El misterio de la mente: estudio critico
del neurocirujano canadiense Wilder Penfield. Penfield
de la conciencia y del cfrebro humano, Madrid, Pirámide, 1977J.
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
[184]
[18 5]

libro, el libro contra el fondo del escritorio, el escritorio


contra el fondo del piso y el piso contra el fondo del
resto de la habitación, hasta llegar al horizonte de todo
/
'"
mi campo perceptivo.
La estructura gestáltica de la conciencia, entonces,
tiene al menos dos aspectos. En primer lugar, la capa­
cidad del cerebro de organizar la percepción en to­
talidades coherentes, y segundo, su aptitud para
diferenciar las figuras y el fondo.

11. El sentido del yo


tmcturas y descubrieron algunos hechos interesantes. Hay otra característica de las experiencias norma­
Uno de ellos es que el cerebro tiene la capacidad de to­ les de la conciencia que no puedo dejar de mencionar.
mar estímulos degradados y organizarlos en totalidades En ellas es típico que yo tenga cierta idea de quién soy
coherentes. Por lo demás, es capaz de recibir un estímu­ y una sensación de mí mismo como un yo. Pero ¿qué
lo constante y tratarlo en diferentes momentos como podrá significar esto? No experimento mi "yo" de la
si fueran distintas percepciones. Así, en el famoso ejem­ misma manera que los zapatos en los pies o la cerveza
plo del "pato-conejo" hay un aporte perceptivo cons­ que bebo. Soy incluso reacio a plantear esta cuestión,
tante, pero yo lo percibo unas veces como un pato y en primer lugar porque el debate sobre el yo tiene una
otras como un conejo.
sórdida historia en la filosofía, y segundo, peor aún,
En estos dibujos, aunque la figura de la izquierda porque el problema del yo suscita interrogantes tan
no se parezca físicamente a una cara humana, la percibi­ arduos que me cuesta abordarlos en este libro. Sin
remos como tal porque nuestro cerebro organiza el esÚ­ embargo, a la larga deberé enfrentarlos, de modo que
mulo degradado en un todo coherente. La figura de la reservo todo un capítulo, el 11, para una exposición
derecha es el célebre pato-conejo, que puede ser visto sobre el yo.
ora como el primero, ora como el segundo. Podríamos seguir enumerando rasgos, pero con
Por otra parte, la estructura gestáltica no sólo tie­ los listados hasta aquí espero haber logrado transmitir
ne que ver con la organización de nuestras percepcio­ la complejidad de nuestras experiencias conscientes. A
nes en totalidades coherentes; dentro de todo el campo continuación encontraremos motivos para destacar el
consciente, también hacemos una distinción entre lás rasgo esencial de la conciencia, a saber, la subjetividad
figuras que percibimos y el fondo sobre el cual se perci­ cualitativa unificada, y nos será preciso explorar su
ben. Así, por ejemplo, veo la pluma contra el fondo del relación con la intencionalidad.
]OHN R. SEARLE
Lo mente. Una breve introducción
[186]
[18 7]

n. Algunos otros enfoques filosóficos del sidera posible que alguna vez comprendamos cómo
problema de la conciencia hace el cerebro para generar la conciencia, pero para
A lo largo del libro ya he analizado una serie ello será menester una revolución total en nuestro
tratamientos de la filosofía de la mente, desde el modo de pensar la realidad y nuestra concepción de la
rialismo eliminativo hasta el dualismo de las sustancias. explicación científica, porque con el aparato actual no
De manera explícita o implícita, todos ellos son teorías. estarnos en condiciones de entender cómo pueden los
de la conciencia. Por ejemplo, la teoría computaciona­ fenómenos neuronales de tercera persona dar origen a
lista de la mente se limita a decir que la conciencia es experiencias internas subjetivas y cualitativas. Colin
un proceso computacional en el cerebro. Es importante McGinn 6 , un mistérico radical, juzga imposible por
señalar que esa teoría, junto con otras formas de reduc­ principio que los seres humanos puedan comprender
cionismo, no dice, por ejemplo, que si contáramos con alguna vez el surgimiento de la conciencia a partir de
el programa informático apropiado, la máquina, la acción del cerebro.
añadidura, sería consciente. Dice, antes bien, que eso Me parece que los mistéricos son demasiado pesi­
es todo lo que hay de conciencia. No hay otra cosa que mistas. Quizás acierten, por supuesto, al decir que nunca
el programa informático apropiado con sus entradas y encontraremos una descripción científica de la concien­
productos pertinentes4 . Sin embargo, a pesar de que he cia. Pero la renuncia anticipada sería una muestra de
abarcado aql¡lí muchas filosofías, aún quedan por men­ derrotismo. Supongamos que encontramos efectiva­
cionar una serie de concepciones influyentes de la con­ mente los diversos correlatos neuronales del campo
ciencia. Por lo tanto, en interés de la exhaustividad, voy. consciente unificado. Y que, corno segundo paso, pode­
a examinar algunos puntos de vista que hasta ahora no rnos demostrar que esos elementos correlacionados son
he considerado. de hecho causas. Suponemos entonces, por así decirlo,
que podernos encender la conciencia encendiendo esos
procesos neurobiológicos, y apagarla si los apagarnos.
1. Mistéricos Como tercer paso debernos suponer que desarrollamos
Los mistéricos estiman que la conciencia es un una teoría sobre el funcionamiento de todo el sistema.
misterio imposible de resolver con nuestros métodos Esto es, presumimos nuestra capacidad de incorporar
científicos actuales; algunos creen, además, que nun­ los enunciados de correlaciones causales a los enuncia­
ca podremos entender la explicación de la conciencia dos de leyes o principios generales. Me parece que ese
a través de los procesos cerebrales. Thomas Nagel5 con­ es precisamente el tipo de estructura teórica que hemos
aceptado en otros ámbitos de la ciencia. La teoría de los
4 D. Dennett, Consciousness Explained, Bostan, Utde, BJ:QWl1, 1991.
Press, 1986 [traducción española: Una visión de ningún lugar, Madrid,
Específicamente, el autor dice que la conciencia es una máquina vir­ Fondo de Cultura Económica, 1996].
tual de Von Neumann implementada en una arquitectura conexionista. 6 C. McGinn, "Can We Solve the Mind-Body Problem?", Mind, 98,
5 T. Nagel, The View from Nowhere, Oxford, Oxford University 1989, pp. 349-356.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[188] [189]

gérmenes de la enfermedad es un buen ejemplo: en de billar golpea otra, que la segunda se mueva es sólo
primer lugar, encontrar una correlación; segundo, com­ un dato de la naturaleza. Pero también lo seria que
probar que se trata en efecto de una correlación causal, ambas retrocedieran o que la primera tragara la segun­
y tercero, formular una teoría. Nagel objeta todo pro­ da. Ocurrió, simplemente, que la naturaleza resultó de
yecto de esas características con el argumento de que una manera y no de otra. La naturaleza está llena de
aun cuando obtuviéramos esa correlación y pudiéramos sorpresas. Nunca debemos olvidar, por ejemplo, que el
proponer enunciados generales sobre ella, no alcanza­ helio líquido 3 puesto en un recipiente trepa por las
ríamos el tipo de necesidad que cabe esperar de las ex­ paredes de este. Por eso, la objeción de Nagel no me
plicaciones causales. Cuando explicamos, por ejemplo, parece concluyente en absoluto con respecto a la posi­
por qué la mesa es sólida, podemos entender que, dado bilidad de una explicación neurobiológica de la con­
ese comportamiento molecular, la mesa debe resistir la ciencia.
presión de otros objetos y debe ser impenetrable por
ellos. Ese "debe", cree Nagel, es típico de las explicacio­
2. Superveniencia
nes científicas.
En mi opinión, ese sentido de la necesidad es en Decir que un fenómeno A superviene sobre un fe­
gran medida una ilusión generada por las analogías que nómeno B significa decir que A depende por completo
trazamos entre el comportamiento molecular y los ob­ de B de tal manera que cualquier cambio en la pro­
jetos conocidos que nos rodean. Creemos que la mesa piedad A debe correlacionarse con un cambio en la
debe sostener los objetos porque consideramos que los propiedad B. Por lo común se dice que la conciencia
movimientos moleculares forman una especie de rejilla superviene sobre los procesos cerebrales. La idea básica
del tipo con el cual estamos familiarizados. Pero las ex­ es que no puede haber cambios en los estados mentales
plicaciones de la ciencia no tienen como rasgo general sin cambios correspondientes en los estados cerebrales.
la transmisión de cierta idea intuitiva de que las cosas Por ejemplo, si paso de un estado en el que tengo sed
deben ocurrir necesariamente así. Al contrario, la natu­ a otro en que no la 'tengo, debe haber algún cambio co­
raleza es radicalmente contingente. Muchos de los prin­ rrespondiente en mi cerebro. Y esto es verdad en gene­
cipios explicativos más importantes de las ciencias ral, de modo que los estados conscientes son totalmente
distan de ser intuitivos u obvios. Piénsese en la ecua­ dependientes de los estados cerebrales o supervienen
ción de Schrodinger o la constante de Planck o, ya que sobre ellos. Vari~s filósofos han expuesto esta concep­
estamos, la famosa fórmula de Einstein, e = me2 . En ción;Jaegwon Kim fue tal vez quien lo hizo de manera
cada caso, así resultó ser la naturaleza. No tenía por qué más destacada7 . La concepción lleva a una perspectiva
ser así, pero en los hechos resultó de ese modo. Coin­
cido con Hume en pensar que la convicción de que la
naturaleza debe ser necesariamente como es no es más 7 J. Kim, "Epiphenomenal and Superveníent Causation", en P. A.
que una ilusión. Así, por ejemplo, aun cuando una bola French, T. E. Uehling, JI. y H. K. Wettstein (comp.), Causation and
]OHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción

[19 0 ] [19 1]

a veces denominada "materialismo no reductivo". La al contrario, las activaciones neuronales en el nivel in­
idea de la superveniencia es proporcionar una descrip­ ferior son la causa del rasgo sistémico o de nivel supe­
rior de la conciencia. Sin embargo, si esto es correcto,
ción completamente materialista sin tratar de eliminar
en ningún aspecto la conciencia. Esta doctrina se limita
y todos nuestros conocimientos acerca del cerebro su­
gieren que lo es, el concepto de superveniencia no agre­
a decir que la conciencia superviene enteramente so­
ga nada a los conceptos ya existentes: la causación
bre los procesos cerebrales. Algunos han estimado que
-incluida la causación de abajo arriba-, los niveles su­
la superveniencia resuelve el problema mente-cuerpo
perior e inferior de descripción y los rasgos de orden
o al menos muestra los primeros pasos en el camino a
su solución. superior que se realizan en el sistema compuesto de
elementos del nivel inferior. La conciencia superviene
sin duda cierto que la conciencia superviene
sobre los procesos cerebrales, sí, pero ahora sigue sien­
sobre el cerebro. Pero este principio tiene una utilidad
bastante limitada para la comprensión de las relaciones do preciso decir cómo funciona.
entre la metlte y el cuerpo. Ello se debe a que hay dos
tipos diferentes de superveniencia: la constitutiva y la 3. PanpsiquÍsmo
causal. En filosofía, el concepto de superveniencia se
La doctrina del panpsiquismo sostiene que la con­
utilizó tradicionalmente para describir las propiedades
ciencia está en todas partes. Esta concepción no suele
éticas y otras propiedades evaluativas. Se decía que dos
enunciarse de manera explícita, pero está implícita en
actos no podían diferir exclusivamente en su bondad.
varios autores, sobre todo entre los mistéricos, quienes
No podía suceder que uno fuera bueno y el otro fuera
creen que si pretendemos explicar la conciencia en tér­
malo y no existiera entre ellos otra diferencia. La bon­
minos de microprocesos, alguna forma de ella ya debe
dad y la maldad debían supervenir sobre algunos otros
estar presente de un modo u otro en estos. En un mo­
rasgos del acto. Esto es lo que llamo "superveniencia
mento Thomas Nagel se dejó tentar por este punto de
constitutiva". Los rasgos que hacen a la bondad de un
vista, y David Chalmers8 lo explora y respalda, aunque
acto no son la causa de que este sea bueno; antes bien,
no manifieste una adhesión explícita a éL Para esta
constituyen su bondad. Pero esta analogía no se traslada
perspectiva todo es consciente en alguna medida. Al dar
a la mente de la manera como los filósofos partidarios
un ejemplo de la ubicuidad de la conciencia, Chalmers
de la superveniencia creyeron que lo haría. La superve­
describe con elocuencia en qué podría consistir ser un
niencia de la conciencia en los procesos cerebrales es
termostato consciente.
de carácter causal. Esos procesos son causal mente res­
Al margen de su improbabilidad intrínseca, el
ponsables del rasgo que superviene. En el nivel de las
panpsiquismo tiene el demérito adicional de ser inco­
activaciones neuronales, no constituyen la conciencia;

8 D. Chalmers, The Conscious Mind: In Search of a Fundamental


Causal Theories, Minneápolis, University of Minnesota Press, 1984, col.
Theory, op. dt.
"Midwest Studies in Philosophy", vol. 9, pp. 257-270.
JOHN R. SEARI.E La mente. Una breve introducción

[19 2 ]

herente. No veo de qué modo puede abordar el proble­ problema científico: debe dejarse en manos de teólogos
ma de la unidad de la conciencia. Esta no está disemi­ y filósofos, pero en verdad no se lo conceptualiza como
nada como mermelada sobre un pedazo de pan, sino una cuestión científica. Un tercer grupo considera que
que aparece en unidades discretas. Si el tennostato es no podemos plantear una descripción biológica de la
consciente, ¿qué pasa con sus partes? ¿Hay una con­ conciencia, y que la ciencia nunca podrá explicar por
ciencia independiente para cada tornillo? ¿Para cada qué la calidez se siente cálida o el rojo parece rojo. Ad­
molécula? Si es así, ¿cómo se relaciona su conciencia viértase la conexión entre este tipo de escepticismo y
con la conciencia de todo el tennostato? Y si no es así, la concepción de los mistéricos que mencioné antes.
¿qué principio hace que la unidad de la conciencia esté No obstante, nuestra época es notable por el gran
en el termostato y no en sus partes o en la totalidad del . número de neurobiólogos muy capacitados que inten­
sistema de calefacción del cual aquel forma parte, o en tan imaginar exactamente de qué modo los procesos
el edificio donde está instalado ese sistema? cerebrales causan los estados conscientes. En un plano
ideal, un proyecto de investigación con ese objetivo está
compuesto por las tres etapas de las que hablé antes.
4. Neurobiología
Primero, encontrar el correlato neuronal de la concien­
Un cuarto conjunto de enfoques del tema que no cia, llamado CNC; segundo, verificar si la correlación es
he examinado hasta ahora está constituido por los in,. causal, y tercero, fonnular una teoría.
ten tos neurobiológicos de resolver el problema cientí­ Para los fines de nuestro análisis, me parece que
fico de la conciencia. A esta altura, no será un secreto podemos dividir esa investigación en dos campos dife­
para el lector que a mi juicio este enfoque es precisa­ rentes que denominó respectivamente "enfoque de los
mente el apropiado. La investigación es tan importan­ elementos constituyentes" y "enfoque del campo uni­
te que dedicaré a ella la siguiente sección. ficado" . El primero considera que todo el campo cons­
ciente está compuesto de unidades conscientes más o
menos independientes que yo denomino "elementos
IIl. Enfoques neurobiológicos actuales de la
constituyentes". La experiencia del rojo, el sabor de la
conciencia
cerveza y el sonido del do mayor serían ejemplos del
Durante mucho tiempo, la mayoría de los neuro­ tipo de elementos constituyentes que tengo en mente.
biólogos se mostraron renuentes a abordar el problema La idea de este enfoque es la siguiente: si pudiéramos
de la conciencia; en rigor, muchos aún son reacios a representarnos con exactitud el modo como el cerebro
hacerlo. Las razones varían. Algunos sienten que "no causa aunque sólo sea un elemento constituyente, diga­
están preparados" para estudiar la conciencia y que mos la percepción del rojo, podríamos usar ese conoci­
antes es necesario saber más sobre las funciones cere­ miento para resolver todo el problema de la conciencia.
brales en los fenómenos no conscientes. Otros creen Presuntamente, si podemos imaginar de qué manera el
que el problema de la conciencia no es realmente un cerebro nos hace salvar la distancia entre el estímulo
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[195]

entrante de la rosa roja y la experiencia visual LUl1!)LU:n-: segmento del campo visual donde la ceguera los afecta.
te y real de la rojez, estaremos en condiciones de apli... (De allí el uso de un aparente oxímoron: "vista ciega".)
car esas lecciones a otros colores, así como a sonidos, Así, por ejemplo, el paciente puede informar que hay
sabores, olores y a la conciencia en general. El enfoquei una X o una O en la pantalla, aunque también diga que
de los elementos constituyentes parece idealmente en realidad no la ve. Según dice, sólo "lo supone". Pero
apropiado para el proyecto de investigación de tres eta. esas conjeturas tienden a ser acertadas una abrumadora
pas que acabo de describir, y gran parte de las más in.. mayoría de las veces, por lo cual no son una cuestión
teresantes investigaciones recientes representan un de azar. En cuyo caso podríamos, al parecer, encontrar
esfuerzo por encontrar el eNe de experiencias conscien~ el punto del cerebro en el cual la experiencia consciente
tes específicas. de X difiere de la experiencia de la vista ciega: podría­
A mi entender, es justo decir que la mayoría de los mos descubrir el eNe de esa experiencia visual.
neurobiólogos dedicados al problema de la conciencia Una segunda línea de investigación tiene que ver
adhiere hoya alguna versión del enfoque de los elemen­ con la llamada rivalidad binocular y conmutación
tos constituyentes. Y sin duda es muy tentador supo­ gestáltíca. Si se presenta a uno de los ojos una serie de
ner que deberíamos adoptar una perspectiva atomista líneas horizontales y al otro una serie de líneas verti­
sobre la conciencia, descomponer el problema en toda cales, el sujeto no suele tener la experiencia visual de
una serie de problemas mucho más pequeños y tratar una cuadrícula, sino que ve alternativamente unas y
de resolverlos uno a uno. No intentemos preguntarnos otras. Ahora bien, como el estímulo perceptivo es cons­
en general de qué manera el cerebro produce la con­ tante y la experiencia difiere, al parecer deberíamos
ciencia; preguntémonos, en cambio, cómo produce la estar en condiciones de encontrar el punto del cerebro
experiencia específica de la rojez de la rosa. Este enfo­ en el cual el mismo estímulo constante pasa de produ­
que atomista ha funcionado tan bien en el resto de la cir la experiencia de las líneas horizontales a producir
ciencia que parece natural suponer que sucederá lo la experiencia de las líneas verticales. En apariencia,
mismo en el caso de la conciencia. esto nos daría el eNe de esas formas de conciencia.
En la concepción de los elementos constituyentes Observaciones similares pueden hacerse con res­
suelen desplegarse tres líneas de investigación. En pri­ pecto a los fenómenos gestálticos. En el caso del pato­
mer lugar, la investigación de la llamada vista ciega conejo, el estímulg constante en el papel produce ora
parece darnos una cuña ideal de entrada al problema la experiencia de un conejo, ora la experiencia de un
de la conciencia. Los pacientes con vista ciega tienen pato. Si pudiéramos encontrar el punto del cerebro
daños en el área visual 1, situada en la parte posterior donde la experiencia pasa del pato al conejo y a la in­
del cerebro. Pueden ver con normalidad en la mayor versa, cabe conjeturar que tendríamos el eNe de estas
parte del campo visual, pero son ciegos en un segmento experiencias.
determinado. Sin embargo, a menudo son capaces de Por último, una línea muy importante de investi­
responder preguntas sobre sucesos que ocurren en ese gación consiste simplemente en seguir las entradas de
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
[196]
[197]

estímulos perceptivos al cerebro y procurar localizar el ha producido un campo consciente completo, y lo que

punto en el cual causan experiencias visuales cons­ debemos entender es cómo lo ha hecho y de qué mane­

cientes. Hay en la actualidad una enorme cantidad de ra el campo existe en él. Imaginemos a continuación

investigaciones en curso sobre la visión, y muchos in­ que nos levantamos en esa habitación oscura, encende­

vestigadores consideran estar frente a un cam~po pro­ mos la· luz y nos movemos de uno a otro lado. ¿Estamos

metedor para descubrir de qué manera el cerebro causa creando conciencia? En cierto sentido sí, porque ahora

la conciencia9 . tenemos estados conscientes que antes no teníamos.

El segundo abordaje del problema de la concien­ Sin embargo, me gusta pensar la situación de esta ma­

cia, el enfoque del campo unificado, comienza por con­ nera: no estamos creando una nueva conciencia, sino

siderar con detenimiento el rasgo de la unidad subjetiva modificando el campo consciente preexistente. De

cualitativa que antes mencioné. Para este enfoque, el acuerdo con el modelo del campo unificado, debe­

paradigma de la conciencia, el blanco inicial de la inves­ ríamos considerar que los datos perceptivos no crean

tigación, no es la experiencia del color rojo, sino todo elementos constituyentes de la conciencia sino protu­

el campo consciente de la subjetividad cualitativa unifi­ berancias y valles en el campo consciente, que debe

cada. El interrogante fundamental no es cómo produce existir con anterioridad a nuestras percepciones.

el cerebro talo cual elemento constituyente específico A mi juicio, el enfoque del campo unificado tiene
en el campo consciente, sino cómo produce, en primer más probabilidades de resolver el problema de la con­
lugar, todo ese campo consciente. ¿Cuál es la diferencia ciencia que el enfoque de los elementos constituyen­
entre el cerebro consciente y el cerebro inconsciente, tes. ¿Por qué? Este último enfoque podría hacerlo, yes
y de qué manera esa diferencia explica causalmente la sin duda el punto de vista preferido por la mayoría de
conciencia? los investigadores que trabajan en ese ámbito. Sin em­
Pensémoslo de esta manera: imaginemos que nos bargo, tiene algunas características inquietantes que me
despertamos en una habitación oscura. Tal vez estemos llevan a estimar improbable su éxito. En el caso de un
completamente despiertos y alertas aunque tengamos sujeto totalmente inconsciente en otros aspectos, este
datos sensoriales mínimos. Imaginemos qlle no hay enfoque pronosticaría que, si pudiéramos encontrar
estímulos visuales ni sonidos. No vemos ni oímos nada. siquiera el CNC de un solo elemento constituyente, por
El único dato perceptivo es el peso del cuerpo contra ejemplo el de la experiencia del rojo, el sujeto tendría
la cama y el de las cobijas contra el cuerpo. Pero, y esto de improviso una experiencia consciente de ese color
es lo importante, podemos llegar a estar totalmente y nada más. Tendría un relámpago consciente de rojez
conscientes y alertas en una situación de datos percep­ y lúego volvería a caer de inmediato en la inconscien­
tivos mínimos. Ahora, en este punto, nuestro cerebro cia. Esto es lógicamente posible, por supuesto, pero no
parece nada probable si tenemos en cuenta lo que sabe­
9 C. Koch, The Quest for Conscíousness: A Neurobiological Approach, mos del cerebro. Para expresarlo con mayor crudeza,
Englewood CColo.), Roberts and Cn., 2004. una experiencia consciente del rojo sólo puede ocurrir

... ...
_ ~ ......_­
JOHN R. SEARLE Lo mente. Una breve introducción

[198) [199)

en un cerebro que ya es consciente. Debemos considerar bre un terreno helado en la pista KT 22 de Squaw Valley,
que la percepción no crea la conciencia, sino que modifica California. Desde mi punto de vista interno y subjetivo,
un campo consciente preexistente. Reparemos ahora en recuerdo haber pensado que la luz era pobre y costaba
los sueños. Como mucha gente, yo sueño en colores. ver las salientes. Lo siguiente que recuerdo es que esta­
Cuando veo el color rojo en un sueño, no tengo un dato ba sentado en el elevador y me preguntaba qué día era.
perceptivo que crea un elemento constituyente del rojo. ¿Ya había pasado la Navidad? ¿Y el Año Nuevo? Miré
Antes bien, los mecanismos del cerebro que crean todo a la mujer sentada frente a mí, que tenía un abono de
el campo unificado de la conciencia onírica generan mi tres días para el elevador, con vigencia desde el4 hasta
experiencia del rojo como parte de ese campo. el6 de enero. Supe que era el4 de enero. (¿Por qué el
Como dije antes, la mayoría de los investigadores 4 y no el5 o el6? Lo supe, y nada máS.)
adoptan el enfoque de los elementos constituyentes, y Las personas que vieron mi caída dicen que los
a mi entender lo hacen, al menos en parte, porque les esquíes se clavaron, pero yo salí lanzado y aterricé de
permite formular un proyecto de investigación más cabeza. Me las arreglé para levantarme, encontrar las
sencillo. Parece muy difícil estudiar cantidades masivas gafas protectoras y los anteojos en la nieve, volver a
de activaciones neuronales sincronizadas que puedan ponerme los esquíes y bajar con mucha cautela el resto
'producir conciencia' en grandes sectores del cerebro de la montaña. Pero no respondía a las preguntas ni los
como el sistema talamocortical. Resulta mucho más' intentos de entablar una conversación. Llegué al pie de
fácil estudiar formas particulares de conciencia, por la montaña y subí una vez más al elevador antes de
ejemplo las experiencias de los colores. "volver en mí".
Por ahora, la cuestión es muy incierta. En los pró­ Hay un lapso de 15 minutos de mi vida del cual
ximos años veremos más investigaciones sobre la con­ no tengo absolutamente ningún recuerdo. Durante ese
ciencia. Apuesto al enfoque del campo unificado, pero período me comporté como si tuviera plena conciencia,
estoy preparado para que me demuestren mi error. aunque no de manera completamente normal. El inte­
rés del caso deriva de la siguiente cuestión: ¿fui cons­
ciente durante ese cuarto de hora? El ejemplo se
IV. La conciencia, la memoria y el yo asemeja mucho a los casos de Penfield en que los pa­
Dije que en el estudio de la conciencia es útil cientes, durante una convulsión epiléptica correspon­
observar los casos clínicos o patológicos, porque nos diente al petit mal, siguieron realizando las actividades
recuerdan características de los casos comunes y co­ que los ocupaban, como manejar el auto de regreso a la
rrientes que quizá pasáramos por alto si no los contras­ casa o tocar el piano, aun cuando estaban inconscien­
táramos con los ejemplos patológicos. Dos ejemplos tes. Antes confiaba en la descripción de Penfield; ahora,
que ya he mencionado son la desconexión callosa y la después de haber hecho mi propia experiencia, no estoy
vista ciega. A continuación, un caso cerca de casa. El4 tan seguro. En mi caso estoy convencido de que estuve
de enero de 1999 yo estaba esquiando con rapidez so- consciente durante ese lapso, con la salvedad de que era
]OHN R. SEARt.E La mente. Una breve introducción

[200] [201]

incapaz de registrar en la memoria mis experiencias frase, podríamos decir: "la esencia de la mente es la
conscientes. No téngo absolutamente ningún recuerdo, conciencia". Si trato de describir las variedades de su
pero creo que me comporté como no me habría compo~ conciencia, usted comprobará que describo las varieda­
tado de no haber estado consciente, si bien no me des de su vida. Uno de los extraños rasgos de la vida
encontraba ciento por ciento normal. En este caso te­ intelectual reciente ha sido la idea de que la conciencia
nemos un nivel inferior de conciencia no registrado en -en el sentido literal de estados y procesos subjetivos
la memoria. (De paso, los exámenes médicos revelaron cualitativos- no era importante; de alguna manera, no
que tenía una concusión y un hematoma subdural, de contaba. Si esa idea parece tan descabellada es, entre
los que me recuperé por completo. Ahora esquío con otros motivos, porque la conciencia es la condición
casco.) misma de la importancia de cualquier cosa. Sólo un ser
consciente puede forjarse un concepto como el de la
importancia.
V. Conclusión
De todos los temas discutidos en el presente libro,
este es el que me produce la mayor sensación de inco­
modidad. La conciencia es un fenómeno tan pasmoso
y misterioso que uno siempre siente que el esfuerzo
mismo de describirla con las palabras corrientes no sólo
está en cierto modo destinado al fracaso, sino que el
propio intento revela una falla del discernimiento. El
carácter general de la relación de la conciencia con el
cerebro, y por lo tanto la solución general al problema
mente-cuerpo, no es difícil de enunciar: la conciencia
es causada por procesos de micronivel con sede en el
cerebro, y se realiza en este como un rasgo sistémico o
de nivel superior. Pero esta caracterización omite abor­
dar la complejidad de la estructura y la naturaleza pre­
cisa de los procesos cerebrales en cuestión. Sentimos la
tentación de trivializar la conciencia considerándola un
mero aspecto de nuestra vida; y desde luego, biológi­
camente hablando es sólo un aspecto, pero en lo que
respecta a nuestras experiencias vitales concretas es la
esencia misma de nuestra existencia significativa. Si
Descartes no hubiera destruido ya el significado de la
[ 20 51

LA INTENCIONAUDAD

En la filosofía de la mente, el problema de la intencio­


nalidad sólo es superado por el problema de la concien­
cia en materia de presunta y tal vez de imposible
dificultad. A decir verdad, la cuestión de la intencionali­
I
~
dad se asemeja a una imagen especular del problema de
1. la conciencia. Así como se supone que es extremada­
¡ mente difícil desentrañar cuántos fragmentos de mate­
I ria pueden ser conscientes dentro del cráneo o podrían
crear conciencia a través de sus interacciones, también
lo es imaginar cómo pueden "referirse" o remitir á algo
del mundo más allá de sí mismos o generar esa referen­
cia por medio de sus interacciones. Consideremos un
ejemplo: en este momento pienso que el Sol está a cien­
to cincuenta millones de kilómetros de la Tierra. Mis
pensamientos se refieren o remiten definitivamente al
SoL No aluden a la Luna, mi auto en el garaje, mi perro
Gilbert o el vecino de alIado. Ahora bien, ¿qué elemen­
tos del pensamiento le permiten llegar a un lugar tan
lejano como el Sol? ¿Envío rayos mentales hacia él, así
como él emite rayos de luz que llegan a la Tierra? A
menos que haya algún tipo de conexión entre el Sol y
yo, cuesta imaginar cómo podrían mis pensamientos
extenderse hasta el astro. Y lo que vale para el Sol vale
para cualquier objeto que yo pueda representar en mis
creencias, deseos y otros estados intencionales. Así, por
ejemplo, si pienso que César cruzó el Rubicón, mi pen­
samiento se refiere a César, y su contenido es que este
cruzó el Rubicón. Pero entonces, ¿qué elementos de la
sustancia existente dentro de mi cráneo la llevan a re­
La mente. Una breve introduccim
]OHN R. SEARLE

[207]
[206J

montarse en la historia a un individuo y un río o describir objetos y situaciones de dos mil años atrás
minados y atribuir al primero la acción específica o ubicados a 15 mil kilómetros de distancia? La inten­
cruzar el segundo? cionalidad del lenguaje debe explicarse en términos de
Además del problema de la posibilidad de una la intencionalidad de la mente y no a la inversa. Pues
cosa semejante, hay un problema conexo: cómo los sonidos y las marcas sólo se refieren a los objetos y
estar tan seguro de que sucede precisamente así. sucesos que he mencionado en virtud de que la mente
do me refiero a Julio César, ¿cómo puedo estar tan re­ les ha impuesto una intencionalidad. El significado del
lamidamente seguro de que mis pensamientos apun lenguaje es intencionalidad derivada y debe deducirse
a César y no, por ejemplo, a Marco Antonio, AugUcnv de la intencionalidad original de la mente.
o mi perro Gilbert? Si arrojo una piedra en la oscuridad, Con respecto a la intencionalidad, es preciso abor­

tal vez no tenga la menor idea de dónde golpea, pero dar tres problemas. Primero, cómo es ella posible; se­

cuando lanzo mi referencia a lo invisible, a menudo gundo, dado que los estados intencionales son posibles,

tengo completa certeza del lugar al que apunta. cómo se determina su contenido, y tercero, cómo fun­

Para empeorar las c-osas, al parecer puedo en oca­ ciona todo el sistema de la intencionalidad. La mayor

siones pensar en objetos que ni siquiera existen. Cuando parte de la literatura filosófica se refiere a las dos prime­

era niño creía que Papá Noelllegaba en Nochebuena. ras cuestiones, pero a mi juicio la más interesante es la

¿Mi creencia se refería a él? Así parece ser, en efecto; tercera. En este capítulo vaya tratar en primer lugar el

sin embargo, ¿cómo puede ser eso posible, si Papá Noel problema de la posibilidad de la intencionalidad, para

ni siquiera existe? lo cual utilizaré mi método habitual consistente en

Adviértase que sólo un filósofo se haría estas pre­ desmitificar el fenómeno a fin de bajarlo de las nubes.

guntas. La filosofía comienza con una sensación de Luego me ocuparé del tercer tópico y describiré la es­

misterio y se pregunta por cosas que cualquier persona tructura de la iñtencionalidad, e incluiré una sección

en su sano juicio consideraría demasiado obvias para sobre las diferencias entre intencionalidad, con c, e

preocuparse por ellas. intensionalidad, con s. Por último, concluiré con la se­

Adviértase, también, que no podemos explicar la gunda cuestión, cómo se determinan los contenidos de

intencionalidad de la mente diciendo que es como la los estados intencionales. Los lectores familiarizados

intencionalidad del lenguaje. En el caso de este último, con la ciencia cognitiva reconocerán que cuando habla­

el enunciado "César cruzó el Rubicón" se refiere a Cé­ mos de la intencionalidad aludimos a lo que en esa dis­

sar y dice que cruzó ese río. No puedo decir que una ciplina se conoce como "información". Yo prefiero

representación mental deduce su capacidad intencio­ hablar de "intencionalidad", porque "información"

nal del lenguaje, porque el mismo problema, desde lue­ padece de una ambigüedad sistemática entre un sentido

go, se presenta en el caso de este. ¿Cómo es posible que mental genuinamente independiente del observador

una mera frase, sonidos que salen de mi boca o marcas (por ejemplo, al mirar ahora por la ventana obtengo in­

que escribo en un papel, pueda referirse a, versar sobre formación sobre el tiempo) y un sentido no mental rela­
¡1::
~i,
---'
J:;
1
¡'
1,
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve íntraduccitín

[208] [2°9]

1,
tivo a él (por ejemplo, los anillos en el tocón de un funcionalismo computacional o inteligencia artificial
bol contienen información sobre la edad de este). fuerte.
ambigüedad también puede afectar a "intencionalídad"¡ Para terminar, hay una visión eliminativista de la
pero es más fácil de evitar y la confusión resulta menos intencionalidad: en realidad, los estados intencionales
probable. no existen. La creencia en cosas semejantes es el mero
residuo de una psicología popular primitiva, que una
ciencia madura del ce'rebro nos permitirá superar. Una
1, 1. ¿Cómo es posible la intencionalidad? variante de la perspectiva eliminativista es lo que po­
Al parecer, este problema es tan arduo como el dríamos llamar "interpretativismo". En este caso se
la conciencia, de modo que sus presuntas soluciones se supone que las atribuciones de intencionalidad siempre
asemejan mucho a las propuestas para este último pro­ son formas de interpretación planteadas por algún ob­
blema. servador exterior. Una versión extrema de esta concep­
La solución dualista consiste en decir que, como ción es la idea de Daniel Dennett de que a veces
hay dos reinos diferentes, el mental y el físico, el pri­ adoptamos la "postura intencional": no deberíamos
mero tiene su propia clase de facultades de las que el suponer que la gente tiene literalmente creencias y
segundo carece. El reino físico es incapaz de referir; el deseos; sólo se trata de que nos resulta útil verlo de ese
reino mental, por su parte, es esencialmente capaz de modo con el fin de predecir su comportamiento l.
pensar, y el pensamiento implica referencia. Espero que No dedicaré mucho tiempo a criticar estas distin­
sea evidente que la solución dualista no soluciona nada. tas descripciones de la intencionalidad porque ya he
Para explicar el misterio de la intencionalidad apela al criticado las ideas centrales generales de estos argumen­
misterio de la mente en generaL tos en capítulos anteriores. Lo que quiero hacer, como
A mi entender, la solución filosófica contemporá­ hice con el problema de la conciencia, es tratar toda la
nea más común al problema de la intencionalídad se cuestión con los pies sobre la tierra. Si se pregunta
encuentra en alguna forma de funcionalismo. La idea es cómo es posible que algo tan etéreo y abstracto como
que la intencionalidad debe analizarse íntegramente en un proceso de pensamiento pueda llegar al Sol, la Luna,
términos de relaciones causales. Esas relaciones causa­ César y el Rubicón, el planteamiento parece conducir
les se dan entre el ambiente y el agente y entre diversos a un problema muy difíciL Pero si lo formulamos de
sucesos ocurridos dentro de este último. De acuerdo con una manera mucho más simple: ¿cómo puede un ani­
esta concepción, la intencionalidad no tiene nada de mal tener hambre o sed?, ¿cómo puede un animal ver
misterioso. una mera forma de causación. El único o temer algo?, parece mucho más fácil de desentrañar.
rasgo especial es que existen relaciones intencionales
entre las entrañas cerebrales del agente y el mundo 1 D. Dennett, "The Intentional Stance", en Braínstonns: Philosophi­
externo. A esta altura, no necesito decir al lector que cal on Mínd and Psycho!ogy, Montgomery (Vt.) , Bradford Books,
la versión más influyente del funcionalismo es el 1978.

IL ..--'
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducdón
[210]
[211]

Hablamos, como lo hicimos con respecto a la concien­ dos por procesos cerebrales y se realizan en el sistema
cia, de una serie determinada de capacidades biológicas cerebral.
de la mente. y lo mejor es comenzar con las capacida­ Cuando la mera existencia de las relaciones inten­
des biológicas primitivas, por ejemplo el hambre, la sed, cionales nos parece misteriosa y nos planteamos pre­
la pulsión sexual, la percepción y la acción intencional. guntas como la siguiente: ¿cómo es posible que mis
En el capítulo anterior expuse algunos de los detalles pensamientos lleguen a puntos tan lejanos como el Sol
neurobiológicos a través de los cuales los procesos cere­ o se remonten en la historia hasta épocas tan remotas
brales causan la sensación consciente de sed. Pero al como la de Julio César? , lo hacemos porque atribuimos
explicar de qué manera esos procesos cerebrales causan un modelo erróneo de relaciones a las frases que descri­
la sensación de sed, ya explicamos cómo pueden cau­ ben nuestros contenidos intencionales. De manera si­
sar formas de intencionalidad, porque la sed es un fenó­ milar, cuando nos desconcierta que podamos tener
meno intencional. Tener sed es tener deseos de beber. pensamientos sobre cosas que no existen en absoluto,
Cuando la angiotensina 2 se introduce en el hipotálamo como Papá Noel, nuestra perplejidad se debe a que con­
y desencadena la actividad neuronal que a la postre re­ cebimos la intencionalidad como si fuera una relación
sulta en la sensación de sed, lo que se está producien­ análoga al hecho de estar junto a usted, alcanzarlo o
do es, eo ipso, una sensación intencional. Las formas sentarme encima. Uno no puede alcanzar algo que no
básicas de la conciencia y la intencionalidad son causa­ existe ni sentarse encima de un objeto que está a ciento
das por el comportamiento de las neuronas y se realizan cincuenta millones de kilómetros de distancia. Pero el
en el sistema cerebral, compuesto justamente de estas. hecho de referirse a algo o pensarlo no tiene nada que
Lo que vale para la sed vale para el hambre, el miedo, ver con sentarse sobre él o alcanzarlo. Se trata, antes
la percepción, el deseo y todo lo demás. bien, de una forma de representación, y el concepto de
Una vez que desmitificamos el problema de la in­ esta no exige que la cosa representada exista efectiva­
tencionalidad al sacarlo del nivel espiritual abstracto y mente o se encuentre en alguna proximidad inmediata
llevarlo al plano concreto de la biología animal real, me a su representación. Deberíamos escuchar la pregunta:
parece que no queda ningún misterio irresoluble acerca ¿cómo es posible pensar en Papá Noel si este ni siquiera
de la posibilidad de que los animales tengan estados existe?, como si nos preguntáramos: ¿cómo es posible
intencionales. Si comenzamos con casos tan simples y inventar una historia sobre Papá Noel, si este ni siquiera
obvios como el hambre y la sed, la intencionalidad no existe? En este último caso el problema es más senci­
es difícil de explicar en absoluto. Desde luego, las llo, pues advertimos que desde un punto de vista me­
creencias, los deseos y las formas sofisticadas de pro­ tafísico la invención de historias ficticias no es algo
cesos de pensamiento son más complejos y están más difícil. Cuando digo esto no resuelvo el problema, por
alejados de la estimulación inmediata del cerebro de­ supuesto, porque, estrictamente hablando, la intencio­
bida al impacto del ambiente que las percepciones o la nalidad de la historia deriva de la intencionalidad del
sensación de hambre y sed. Pero aun ellos son causa- contenido mental. Trato de disipar una sensación de

II!.
I
La mente. Una breve intrl:!ducci6n
]OHN R. SEARLE

[ 21 3)
[21 2)

misterio mostrando que lo aparentemente misterioso es la habitación, puedo predecir que saldrás de ella y pre­
corno lo obviamente nada misterioso. Nuestra aptitud guntar si vas a salir. Tenernos el mismo contenido en
de tener contenidos intencionales acerca de lo inexis­ todos los casos: que vas a salir de la habitación, pero
tente parece enigmática, pero la capacidad de construir presentado en tipos diferentes de actos de habla. Una
relatos ficticios lo parece mucho menos. buena manera de pensarlo es considerar que el estado
Sin embargo, hay muchos otros problemas. Por consiste en un modo psicológico, corno la creencia o
ejemplo, ¿cuál es la relación entre la intencionalidad el deseo, con un contenido proposicional, corno la pro­
consciente e inconsciente, y cómo obtienen su conte­ posición de que está lloviendo. Podernos representarlo
nido los estados intencionales? Tendré que abrirme ca­ corno E(p), donde E simboliza el modo o tipo de estado
mino hasta el punto en que pueda responder estas y p el contenido proposicional. A menudo, esos estados
preguntas. Por ahora, me parece que lo mejor es des­ se denominan "actitudes proposicionales" .
cribir la estructura formal de los estados intencionales, No todos los estados intencionales tienen corno

porque no captaremos el funcionamiento de la inten­ contenido una proposición entera. Uno podría simple­

cionalidad mientras no estudiemos los rasgos estructu­ mente admirar a Eisenhower o amar a Marilyn, y en

rales de esos estados, corno las creencias y los deseos, esos casos el estado intencional sólo se refiere a un

las esperanzas y los temores, las percepciones, los re­ objeto. Tales estados pueden representarse como E(n),

cuerdos y las intenciones. donde n nombra un objeto o se refiere a él.

Adviértase que las representaciones intencionales

siempre se muestran con ciertos aspectos Y no otros.

II. La estructura de la intencionalidad Por ejemplo, yo podría representar intencionalmente

un objeto corno el lucero del alba y no corno el lucero

1. Contenido proposicional y modo psicológico de la tarde, aunque un único objeto sea ambas cosas.

Corno los estados intencionales son capaces de El aspecto "cuerpo celeste que brilla cerca del horizonte

referirse a objetos y estados de cosas en el mundo más en el atardecer" no es el mismo que "cuerpo celeste que

allá de sí mismos, deben tener alguna clase de conteni­ brilla cerca del horizonte a la mañana". Los estados

do que determine esa referencia; en efecto, es preciso intencionales siempre tienen formas aspectuales, por lo

distinguir el contenido del estado del tipo de estado de tanto toda representación aparece con determinados as­

que se trata. Así, puedo creer que lloverá o esperar, te­ pectos. Este es'Un detalle importante, pues toda teoría

mer o desear que llueva. El contenido es el mismo en de la intencionalidad debe explicar la forma aspectual

los cuatro casos: que va a llover, pero se relaciona con y algunas teorías materialistas son incapaces de hacer­

el mundo de modos psicológicos diferentes: creencia, lo. En el capítulo 3 señalé que el funcionalismo no

temor, esperanza, deseo, etc. Esta distinción, dicho sea podía distinguir entre el deseo de agua y el deseo de

de paso, es un paralelo exacto de la misma distinción H 0, debido a que las relaciones funcionales en las cua­

2
en el lenguaje. Así corno puedo ordenarte que salgas de les se apoya esa doctrina para analizar la intencionali­

~
]OHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducciÚTl
[ 21 4J [ 21 5]

dad no tienen las formas aspectuales de la auténtica in­ perceptivas, tienen esta dirección de ajuste de la mente
tencionalidad. En el capítulo 9 veremos que cualquier al mundo. Las expresiones más comunes para evaluar
teoría de lo inconsciente debe explicar la presencia de el logro de esa dirección de ajuste son "verdadera" y
la forma aspectual cuando un estado intencional es in­ "falsa". De las creencias y convicciones puede decirse
consciente. que son verdaderas o falsas. Los deseos y las intencio­
nes no lo son del mismo modo que las creencias, por­
que su meta no es concordar con una realidad de
2. Dirección del ajuste
existencia independiente, sino conseguir que esta co­
Los estados intencionales -como los actos de ha­ incida con el contenido del estado intencional. Por esa
bla, otra vez- se relacionan con el mundo de diferentes razón diré que tienen una dirección de ajuste o son res­
maneras. La meta de una creencia es ser verdadera, y ponsables del ajuste "del mundo a la mente".
si lo es logra su cometido. Si es falsa, fracasa. Los de­ Algunos estados intencionales, aunque tienen un
seos, por su parte, no presumen representar el mundo contenido proposicional, carecen de una dirección de
tal como es, sino como nos gustaría que fuera. Así, si ajuste porque su meta no es concordar con la realidad
creo que llueve, mi creencia será verdadera si y sólo si (la dirección de la mente al mundo) ni hacer que esta
está lloviendo. Pero si deseo que llueva, satisfaré o cum­ coincida con ellos (la dirección del mundo a la men­
pliré mi deseo si y sólo si llueve. Aunque ambas situa­ te). Antes bien, dan por sentado que el ajuste ya exis­
ciones parezcan similares, hay una distinción crucial. te. Así, si lamento haberte pisado el pie o me alegra que
En el caso de la creencia, se supone que el estado in­ brille el sol, doy por sentado que te pisé el pie y que el
tencional representa el modo como las cosas son en el sol brilla. En lo concerniente a esos casos, digo que los
mundo. La creencia, por decirlo así, es responsable de estados intencionales tienen una "dirección nula de
ajustarse al mundo. En el caso del deseo, en cambio, su ajuste". "Presuponen" una relación de ajuste en vez de
meta no es representar las cosas como son sino como afirmarla o tratar de provocarla. Me parece conveniente
querríamos que fueran. Aquí, por decirlo de alguna representar la dirección de ajuste de la mente al mun­
manera, e! mundo es responsable de ajustarse al contenido do con una flecha hacia abajo, de este modo: !; el ajuste
de! deseo. Voy a introducir algo de jerga para describir del mundo a la mente con una flecha hacia arriba, i, y
esta distinción. Cuando el estado mental es responsable el ajuste nulo con el signo correspondiente: 0.
de ajustarse a una realidad con existencia independien­
te, podemos decir que la dirección de su ajuste es "de
la mente al mundo" o, de manera alternativa, que tiene 3. Condiciones de satisfacción
una responsabilidad de ajuste "de la mente al mundo", El Cada vez que tenemos un estado intencional con
estado mental se ajusta o no al modo como las cosas una dirección de ajuste no nula, el ajuste se alcanzará
son realmente en el mundo. Las creencias, las convic­ o no: la creencia será verdadera, el deseo se cumplirá,
ciones, las hipótesis, etc., así como las experiencias la intención se llevará a cabo o no, según corresponda.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[2 [ 21 7]

En tales casos, podemos decir que la creencia, el deseo condiciones de satisfacción de la intención requieren
o la intención han sido satisfechos. En ese aspecto, la que la ejecución de la acción representada en el conte­
verdad de la creencia, el cumplimiento del deseo y la nido de aquella exija que esa misma intención cause
ejecución de la intención se corresponden. Propongo dicha ejecución. Y así sucesivamente en otros casos.
describir este fenómeno diciendo que todo estado En este aspecto, las intenciones, los recuerdos y
tencional con una dirección no nula de ajuste tiene las experiencias perceptivas difieren de las creencias y
condiciones de satisfacción. Podemos concebir los esta­ los deseos. Podemos presentar la diferencia de la siguien­
dos mentales como representaciones de sus condicio­ te manera. Si creo que ayer fui a un día de campo, la
nes de satisfacción. En rigor, más adelante sostendré estructura formal de mi estado intencional es esta:
que estas son la clave para entender la intencionalidad,
pero a fin de decirlo necesitamos algunos elementos Creer (que ayer a un día de campo).
más en nuestro aparato.
Pero si recuerdo que ayer fui a un día de campo,
la estructura formal de mi estado intencional es la
4. Autorreferencialidad causal siguiente:
Los fenómenos intencionales más básicos desde
el punto de vista biológico, incluyendo las experiencias Recordar (que ayer fui a un día de campo, y el he­
perceptivas, las intenciones de hacer algo y los recuer­ cho de ir a un día de campo causó ese recuerdo).
dos, tienen un rasgo lógico peculiar en sus condiciones
de satisfacción. Como parte de las condiciones de satis­ En los estados con una dirección de ajuste de la
facción de mi recuerdo de que ayer fui a un día de cam­ mente al mundo es preciso distinguir los que son cau­
po, por ejemplo, se cuenta el hecho de que, si realmente salmente autorreferenciales, como las percepciones y
me acuerdo del suceso, este mismo debe causar mi re­ los recuerdos, de los que no lo son, como las creencias.
cuerdo de él. Si detallamos las condiciones de satisfac­ En un paralelo exacto con ello, en los estados cuya di­
ción del recuerdo, estas no sólo son que el suceso haya rección de ajuste es del mundo a la mente debemos
ocurrido, sino también que su ocurrencia cause el re­ diferenciar los que son autorreferenciales en términos
cuerdo mismo que incluye esa ocurrencia en el resto de causales, como la intención que tengo antes de hacer
sus condiciones de satisfacción. Podemos describir esta algo (lo que llamo "intención previa") y mi intención
situación diciendo que los recuerdos, las intenciones y mientras lo hago efectivamente (lo que llamo "inten­
experiencias perceptivas son causalmente autorre­ ción en la acción"), de los que no lo son, como los de­
ferenciales. Lo cual significa que el contenido mismo seos. Además, todo estado causalmente autorreferencial
estado se refiere a este al hacer un requerimiento con una dirección de ajuste también tiene una dirección
causal. Las condiciones de satisfacción del recuerdo de causación. En la percepción visual, por ejemplo, si
exigen que la causa de este sea el suceso recordado. Las veo que el gato está sobre el felpudo, sólo veo las cosas

L. J! n
"Ii'
\)

jOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción

[218] [21 9]

como realmente son (y de ese modo logro una direc~ de agua, que estas caen del cielo, que por lo común
ción de ajuste de la mente al mundo) si el hecho de que bajan y no suben, que mojan el suelo, que provienen
el gato esté sobre el felpudo me lleva a ver la situación de nubes formadas en el cielo y así sucesivamente, de
de esa manera (dirección de causación del mundo a la " manera más o menos indefinida. Desde luego, alguien
mente). En la acción intencional la flecha apunta hacia podría creer que está lloviendo y carecer de algunas de
el otro lado. Logro alcanzar intencionalmente el libro. esas otras creencias, pero en general parece que la
que está en el anaquel más alto (y obtengo así una di­ creencia de que llueve sólo es lo que es debido a su po­
rección de ajuste del mundo a la mente) sólo si mi in..: sición en una "red" de creencias y otros estados inten­
tento, mi intención en la acción, es la causa de mi éxito cionales. Y podemos concebir que la totalidad de
(dirección de causación de la mente al mundo). nuestros estados intencionales forma una elaborada red
Las relaciones formales resultantes son tan her­ interactuante. Podemos decir incluso que un estado
mosas que no puedo resistir la tentación de presentarlas intencional sólo funciona -esto es, sólo determina sus
en un cuadro, donde utilizo la anticuada terminología condiciones de satisfacción- en relación con las redes
de la cognición y la volición para denominar las dos de las cuales forma parte. Si creo ser dueño de un auto­
familias: móvil, también debo creer que los autos son medios de
transporte, que se los utiliza en calles y carreteras, que
van de un lado a otro, que las personas pueden subir y
Percepción I Memoria I Creencia bajar de ellos, que los automóviles son un tipo de bien
la acción previa
susceptible de comprarse y venderse, etcétera.
Auto-
sí sí no sí sí no Si seguimos los hilos de la red, al final llegaremos
causal a una serie de aptitudes, maneras de afrontar el mundo,
Dirección disposiciones y capacidades en general que llamo colec­
de ajuste tivamente el "transfondo" [Background]. Por ejemplo,
Dirección si abrigo la intención de ir a esquiar, sólo puedo hacerlo
de Ninguna si doy por sentado que tengo la aptitud de esquiar, pero
causalidad
esta no es en sí misma una intención, creencia o deseo
adicionaL Sostengo la tesis polémica de que, para fun­
5. La red de intencionaUdad y el contexto de las cionar, los estados intencionales en general exigen un
capacidades preíntencionales trasfondo de capacidades no intencionales.
He presentado un esbozo muy breve de la estruc­
En general, los estados intencionales no se presen­ tura formal de la intencionalidad. Podemos resumirla
tan en unidades aisladas. Si creo, por ejemplo, que está de la siguiente manera. En lo concerniente a cualquier
lloviendo, no puedo tener esa mera creencia aislada. estado intencional hay una distinción entre su tipo y su
Debo creer, por ejemplo, que la lluvia consiste en gotas contenido. Cuando el contenido es toda una proposi­
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[220] [22 1]

ción, representará situaciones del mundo y lo hará con cuando decidimos embarcarnos en algún curso de ac­
una de las tres direcciones de ajuste: de la mente al ción, cuando percibimos el cielo en una noche estrella­
mundo, del mundo a la mente o nula. Así, los estados da, cuando recordamos de improviso episodios de
intencionales que no tienen una dirección nula de ajuste nuestra infancia mientras comemos una magdalena,
son representaciones de sus condiciones de satisfac.. estamos frente a manifestaciones de la estructura for­
ción. Y dada la red de intencionalidad, aun los que tienen mal que he descrito. A fin de entender nuestra vida,
una dirección nula y los que carecen de un contenido debemos entender la estructura de la intencionalidad.
proposicional completo están, con todo, constituidos Es importante destacar que esta discusión no tiene
en gran medida por estados que tienen efectivamente pretensión alguna de hacer fenomenología. Hablamos
una dirección no nula de ajuste. De tal modo, si me de la estructura lógica de la intencionalidad. La feno­
disculpo por haberte pisado el pie, debo creer que lo menología, en su mayor parte, es incapaz de acceder a
hice y desear no haberlo hecho. Si admiro a Jimmy esa estructura.
Carter debo tener un conjunto de creencias y deseos
relacionados con él. En general, la intencionalídad es
111. La intencionalidad, con e, y la

representación de condiciones de satisfacción. Los estados


intensionalidad, con s

intencionales más básicos en términos biológicos,


que establecen una relación directa de los animales con~ El lector sólo entenderá la literatura filosófica ac­
su medio ambiente, tienen un componente causalmen­ tual sobre la intencionalidad si capta la diferencia entre
te autorreferencial en sus condiciones de satisfacción. la intencionalidad con c y la intensionalidad con s.
Un estado intencional sólo puede funcionar, esto es, Aun los filósofos profesionales suelen confundir­
puede determinar condiciones de satisfacción, en vir­ las. La intencionalidad con c, como hemos visto, es la
tud de su posición en una red de estados intencionales propiedad de la mente por la cual esta se dirige, se refie­
y dado el trasfondo de capacidades preintencionales. re o alude a objetos y situaciones del mundo indepen­
Más adelante, al hablar del inconsciente en el ca­ dientes de sí misma. La intensionalidad con s es lo
pítulo 9, veremos que la red de intencionalidad, cuando contrario de la extensionalidad. Se trata de una propie­
es inconsciente, es en realidad un caso especial de apti­ dad de ciertas frases, enunciados y otras entidades lin­
tudes contextuales, la aptitud de producir fenómenos güísticas por la cual estas incumplen ciertas pruebas de
intencionales conscientes. extensionalidad. La conexión entre ambas radica en
La estructura formal de la intencionalidad que he que muchas frases sobre estados intencionales, con e,
descrito no es un asunto trivial. Se trata, de hecho, de son frases intensionales, con s. Hay varias pruebas de
la estructura de nuestra vida consciente. En rigor, es la la extensionalidad, pero las dos más célebres son la de
estructura de nuestra vida mental, tanto consciente sustitución (a veces llamada ley de Leibniz) y la de in­
como inconsciente. Cuando llegamos a entender una ferencia existencial. Consideremos una y otra en orden.
situación social en la cual nos encontramos inmersos, La prueba de sustitución dice que cada vez que dos ex­
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[222] [223]

presiones se refieren a lo mismo, podemos sustituir una 8. John vive en Kansas City,
por otra sin cambiar el valor de verdad del enunciado podemos inferir válidamente
en el cual hacemos la sustitución. Formalmente pode­ 9. Hay algún x tal que John vive en x.
mos expresarlo de la siguiente manera: Pero hay frases de esta forma en las que no pode­
mos dar por válida la inferencia. Así, de
1. [(a = b) {Sr Fal - Fb. 10. John busca la ciudad pérdida de la Atlántida,
Si a es idéntica a b y tiene una propiedad F, en­ no se sigue que
tonces b tiene la propiedad F. ll. Hay algún x tal que John busca x.
Así, de Porque la ciudad que busca tal vez ni siquiera
2. César cruzó el Rubicón, exista.
y
3. César es idéntico al mejor amigo de Marco Las frases del tipo de la número 10 se caracterizan
Antonio, podemos inferir como intensionales, porque no pasan la prueba de la
4. El mejor amigo de Marco Antonio cruzó el inferencia existencial.
Rubicón. N ótese que las dos frases intensionales se refieren
Por este motivo, se dice que la presencia de "Cé­ a estados intencionales con c. Esto ha llevado a algunos
sar" en 2 es extensional con respecto a la sustitui­ filósofos a suponer erróneamente que la intencionali­
bilidad. Pero hay frases en las cuales no podemos dad tiene por esencia algo intensional. Pero están equi­
hacer la sustitución. Así, de vocados. La razón por la cual las frases sobre estados
5. Bruto cree que César cruzó el Rubicón, intencionales con c son a menudo intensionales con s
y la proposición de identidad 3, no podemos in­ es la siguiente: los estados mismos son representaciones
ferir válidamente de sus condiciones de satisfacción. Pero las frases acerca
6. Bruto cree que el mejor amigo de Marco Antonio de dichos estados no son representaciones de esas con­
cruzó el Rubicón, diciones, sino representaciones de sus representaciones.
porque Bruto quizá no crea que César es el mejor De allí que su verdad o falsedad no dependa de cómo
amigo de aquel. Se dice que esta frase es intensio­ son las cosas en el mundo real según las representan los
nal con respecto a la presencia de César. N o pasa estados intencionales originales, sino de cómo son en
la prueba de sustituibilidad. el mundo de las representaciones tal como este existe
El principio de existencia inferencial dice que en la mente de los agentes cuyos estados intencionales
siempre que a tiene la propiedad F, puede inferirse se representan. Así, cuando digo que César cruzó el
válidamente la existencia de algún objeto con esa Rubicón, hablo sin duda de César y el Rubicón. Pero
misma propiedad F. cuando digo que Bruto cree que César cruzó el Rubi­
7. Fa - (3)(Fx)
cón, hablo de Bruto y de lo que le sucede en la cabeza.
Así, de
La verdad de mi dicho no depende del mundo real de

tb"
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[224J [225]

César y el Rubicón sino de lo que en la cabeza de nar al lector herramientas suficientes para seguir los
representa a uno y a otro. No puedo hacer entonces la argumentos sobre la intensionalidad con s y la inten­
IL sustitución a menos que tenga una premisa adicional cionalidad con c sin cometer los errores que son co­
1 con el propósito de que Bruto la acepte. rrientes en la filosofía contemporánea.
r
I
:/
análogas son válidas para la prueba de la
¡
existencial. Si hablo del lugar dondejohn vive efecti

¡;F mente, hablo de una persona y un lugar reales, pero IV. La determinación del contenido

hablo de lo quejohn busca, me refiero a un estado in­ intencional: dos argumentos en apoyo del

f; externalismo

"1 tencional, el intento de encontrar algo, cuyas condicio-.


1.1 La mayoría de los filósofos dedicados a estos te­
nes de satisfacción él trata de hacer realidad. Pero John
podría tener ese estado intencional y buscar algo, aun mas parecen creer que hay una pregunta muy general,
cuando ese algo que busca no existiera. Una vez más, con una respuesta igualmente general, de la forma:
el hecho de que la frase intensional con s sea una repre­ ¿cómo se determina el contenido de nuestros estados
sentación de una representación explica su intensiona­ intencionales? Se supone que la pregunta no debe inter­
lidad. pretarse como: ¿cuál es la explicación de que lleguemos
En lo concerniente a la distinción entre intencio­ a tener estos contenidos intencionales y no otros?, sino
nalidad con c e intensionalidad con s, lo importante es de la siguiente manera: ¿cómo se constituyen los conte­
recordar que la intencionalidad no tiene nada intrínse.. nidos intencionales? ¿Qué elemento del estado inten­
ca mente intensionaL Un enunciado en el sentido de cional tal como este existe aquí y ahora hace que sea
que Bruto cree que César cruzó el Rubicón es en verdad un deseo de agua y no de otra cosa? Por curioso que
un enunciado intensional con s. Pero no por ello lo es parezca, aunque se trata de preguntas muy diferentes,
la creencia misma, la creencia real de Bruto. Esa creen"!' la concepción más influyente en la actualidad considera
cia es tan extensional como puede serlo. Sólo será ver­ que una respuesta a la primera -¿cuál es la explicación
dad si tanto César como el Rubicón existen (inferencia causal de que tengamos estos estados intencionales?­
existencial) y algo idéntico al primero cruzó algo idén­ proporciona una respuesta a la segunda: ¿qué hecho de
tico al segundo (sustituibilidad). estos estados intencionales los constituye con el con­
No pretendo dar la idea de que sobre la base de tenido que tienen? Esta concepción, denominada
los párrafos anteriores el lector entenderá todo lo que "externalismo", dice que el contenido intencional está
puede entenderse acerca de la intensionalidad con s. constituido en gran medida por las relaciones causales
Hay mucho más para decir. En mi libro Intentionality:
An Essay in the Phílosophy of Mind se encontrarán más
2
detalles . Todo lo que quiero hacer ahora es proporcio­ Cambridge, Cambridge University Press, 1983 [traducción española:
Intencionalidad: un ensayo en filosofía de la mente, Madrid, Tecnos,

~.

2 J. R. Searle, lntcntionality: An Essay in the Philosophy of the Mind, 1992].


JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción
[226] [227]

(externas) del agente con el mundo externo, y no por De modo que si yo digo "tengo hambre" y usted dice
los rasgos (internos) de la mente o el cerebro. "tengo hambre", enunciamos la misma frase con el
El punto de vista que he adoptado tácitamente a mismo significado, pero los enunciados tienen diferen­
lo largo de este libro es una forma de internalismo. De tes condiciones de satisfacción debido a la aparición del
acuerdo con el internalismo así concebido, nuestros indexical "yo". El "yo" enunciado por mí se refiere a mí.
contenidos intencionales están íntegramente vincula­ El "yo" enunciado por usted se refiere a usted. En el
dos a lo que tenemos dentro de la cabeza. Se refieren, lenguaje hay muchas formas de indexicalidad: "yo",
por supuesto, a objetos y situaciones del mundo. Para "tú", "aquí", "ahora", "esto", "aquello", "ayer", "maña­
eso está la intencionalidad: para relacionarnos con el na" y "por allí" , así como los tiempos de los verbos, son
mundo mediante la representación de sus diversos ras­ ejemplos de indexicales.
gos. El contenido que permite a un estado intencional
referirse a un objeto y no a otro se encuentra en su tota­ El primer argumento en apoyo del extemalismo: Hi­
lidad entre uno y otro oídos del sujeto referente. Así lary Putnam y la Tierra Gemela 3
concebido, el internalismo ha sido cuestionado en dé­ Tal vez cabría considerar que el "agua" puede de­
cadas recientes por una serie de argumentos favorables finirse como un líquido transparente, incoloro e insípi­
a la idea de que los contenidos mentales no están en la do presente en lagos y ríos y procedente del cielo en
cabeza, o al menos no lo están del todo, sino que resi-. forma de lluvia. Sin embargo, dice Hilary Putnam, eso
den en gran medida en las relaciones entre lo que suce­ no nos da el significado de "agua". Para verlo, imagi­
de en ella y el resto del mundo. Es importante advertir nemos una galaxia como la nuestra, con un planeta
que esta teoría externalista no se limita a afirmar que idéntico al nuestro, que llamaremos Tierra Gemela. En
nuestros contenidos mentales internos suelen ser cau­ la Tierra Gemela todo es exactamente igual que en la
sados por sucesos externos (ambas partes coinciden en Tierra, molécula por molécula, con una sola excepción.
ello); sostiene, antes bien, que esos mismos contenidos Lo que en la Tierra llamamos "agua" está compuesto de
no son verdaderamente internos sino, a lo sumo, una Hp; lo que los habitantes de la Tierra Gemela llaman
mezcla de interioridad y exterioridad. Si el lector en­ "agua" no es Hp sino una fórmula química muy larga
cuentra vaga esta postura, me temo que acierta, porque que podemos abreviar como "xyz". Ahora bien, en
el externalismo es una tesis planteada con bastante
vaguedad. A continuación esbozaré los dos principales
argumentos sostenidos en defensa del externalismo, lo 3 n. Putnam, "The Meaning of 'Meaning''', en K. Gunderson
cual nos ayudará a disipar un poco sus oscuridades. (comp.), L,anguage, Mind, and Knowledge, Minneápolis, University of
Minnesota Press, 1975, pp. 131-193, fragmento reeditado en D. Chal­
Para explicar esos argumentos debo introducir la no­
mers (comp.), The Philosophy of Mind, op. cit. (traducción española:
ción de indexicalidad. Una frase o expresión indexical "El significado del 'significado''', en Luis Valdés Villanueva <Comp.),
se refiere a algún objeto indicando las relaciones que La búsqueda del significado: lecturas de filosofía del lenguaje, Madrid,
este mantiene con el enunciado mismo de la expresión. Tecnos, 1995].

l.
1"
I1
'1

JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducci6n

[228] [229]

1750, antes de que nadie supiera nada sobre la compo­ El segundo argumento en apoyo del externalismo:
sición química, lo que habia en la cabeza de los habi- . Tyler Burge y la artritis5
tantes de la Tierra Gemela cuando utilizaban la palabra Tyler Burge ha presentado un argumento conexo
"agua" era exactamente igual a lo que había en la ca­ para mostrar que, al menos en parte, los contenidos de
beza de los terrícolas cuando usaban la misma palabra. la mente son sociales. Así reza su planteamiento. Ima­
De todas maneras, si bien los contenidos de las cabe­ ginemos queJoe va a ver a su médico en Santa Mónica,
zas eran iguales, los significados eran diferentes. Los y dice: "Doctor, me duele el muslo. Creo que es artri­
significados no pueden estar en la cabeza, porque en tis". Podemos suponer que el médico responde: "Si el
sus cabezas hay las mismas cosas que en las nuestras, dolor es en el muslo, no puede ser artritis. La artritis
pero los significados difieren. En la Tierra, "agua" se es una inflamación de las articulaciones". Imaginemos
refiere a un tipo de sustancia; "agua", en la Tierra Ge­ ahora que el estado de Joe es exactamente el mismo,
mela, se refiere a otro tipo de sustancia. Tanto en uno pero la comunidad es diferente. En la cabeza de nuestro
como en otro planeta, dice Putnam, el significado es de­ hombre hay exactamente lo mismo, porque se trata de
terminado por relaciones causales que los hablantes la misma persona en el mismo momento. Digamos,
mantienen con sustancias presentadas de manera inde­ empero, que no está en Santa Mónica sino en Santa
xical. En la Tierra, "agua" significa todo lo que tenga Mónica Gemela. E imaginemos que en esta comunidad
la misma estructura que esta sustancia indexicalmente la palabra "artritis" se utiliza de otra manera: designa
presentada. Otro tanto para la Tierra Gemela. Pero como los dolores musculares y las inflamaciones articulares.
las sustancias son diferentes, H 20 en un caso, XYZ en Ahora bien, en este segundo caso el contenido del ce­
otro, los significados también lo son. Los significados, rebro de J oe es exactamente el mismo que en el prime­
concluye Pumam, "sencillamente no están en la ca­ ro, pero su creencia, al parecer, es diferente. En Santa
beza,,4. Mónica cree erróneamente tener artritis. En Santa
Lo que vale para el significado vale para el conte­ Mónica Gemela su creencia es verdadera. No podemos
nido mental en general. Las creencias que utilizan la pa­ presentar esta creencia diciendo queJoe cree tener ar­
labra "agua" no son iguales para la gente de la Tierra tritis, porque arthritis ["artritis" 1 es una palabra del
Gemela y los habitantes de la Tierra. Pero de ser así, de­ inglés normal. En Santa Mónica no hablan este idioma,
bemos deducir que las creencias no pueden estar ínte­ al menos en lo concerniente a esa palabra. Por lo tan­
gramente en la cabeza. En esta hay exactamente lo to, debemos inventar otra. Podemos decir que en San­
mismo en ambos casos, pero las creencias son dife­
rentes.
5 T. Burge, "lndividualism and the Mental", en P. A. French, T. E.
Uehling,Jr. y H. K. Wettstein (comps.), Studies in Metaphysícs, Minneá­
polis, University of Minnesota Press, 1979, col. "Midwest Studies in
4 H. Putnam, "The Meaning of'Meaning"', en D. Chalmers (comp.), Philosophy", vol. 4; extracto reeditado en D. Chalmers (comp.), The
The Philosophy ofMínd, op. cit., p. 587. Philosophy of Mind, op. cit.

l
JOHN R. SEARLE La mente. Untl breve introducd6n

[23 0 ] [23 1 ]

ta Mónica nuestro hombre sostiene una creencia ver­ tructura idéntica a lo que vemos ahora". Según nues­
dadera, la de que tiene tartritis. Ahora bien, y este es tra descripción de la autorreferencialidad causal de la
el sentido del experimento mental, aunque en los dos intencionalidad perceptiva, eso equivale a decir que el
casos el contenido de su cabeza es exactamente el mis­ agua es cualquier cosa de estructura idéntica a la sus­
mo (y debe serlo porque]oe es exactamente la misma tancia que causa esa misma experiencia visual. Pero esa
persona en el mismo momento), hay no obstante dos definición establece una condición que está enteramen­
creencias diferentes. Deben ser dos creencias diferen­ te representada en los contenidos de la mente. Los
tes porque una es verdadera y la otra falsa, y una mis­ terrícolas ven una sustancia que llaman "agua" y fijan
ma creencia no puede ser ambas cosas a la vez. una condición que será cumplida por cualquier cosa
La conclusión es similar a la de Putnam. Así como que tenga una similitud importante con el elemento que
este mostraba que los significados están constituidos en han bautizado con aquel nombre. En cuanto a los habi­
parte por relaciones causales con el mundo, el argu­ tantes de la Tierra Gemela, podemos contar exactamen­
mento de Burge demuestra que los contenidos mentales te la misma historia. Ven una sustancia que denominan
están parcialmente constituidos por relaciones sociale~ "agua" y establecen una condición que será satisfecha
con la propia comunidad. En ambos casos hemos de­ por cualquier cosa con una similitud relevante. La con­
mostrado, al parecer, que los contenidos intencionales dición es completamente interna a los contenidos de la
no son internos a la cabeza. mente. El hecho de que una sustancia la satisfaga o no
¿Qué debemos hacer con estos argumentos? Ad­ depende del mundo y no de la mente, exactamente del
miro la perspicacia filosófica de sus autores, pero me mismo modo que cualquier otra condición fijada en el
parece que los dos planteamientos son falaces. La idea plano interno, como ser el lucero del alba, cuyo cum­
básica del internalismo es que la mente por "men­ plimiento o incumplimiento por parte de un objeto
te" aludimos aquí a lo que está dentro de la cabeza- fija también dependerá del mundo y no de la mente. El
condiciones que un objeto debe cumplir a fin de que internalismo es una teoría que nos dice de qué manera
una expresión u otra forma de contenido mental pue­ la mente fija condiciones. La referencia a los objetos
da hacer referencia a él. En un ejemplo clásico, la ex­ corresponde cuando estos las satisfacen. Las condicio­
presión "el lucero del alba" fija una condición tal que, nes que se establezcan dependen de la mente; que un
si un objeto la satisface, la expresión puede utilizarse objeto las satisfaga depende del mundo. No he visto
literalmente para referirse al objeto. En la exposición nada en las críticas externalistas que ponga en tela de
de Putnam no hay ningún elemento que cuestione esta juicio esta idea básica.
concepción. Este filósofo sustituye la idea tradicional En el caso del ejemplo de Burge, la única diferen­
de que una lista de rasgos se asocia a cada palabra -por cia de los estados mentales de]oe en una y otra circuns­
ejemplo, a la palabra "agua" se asocian características tancia es de carácter indexical. En ambas comunidades
como transparente, incolora, líquida, etc.- por una él cree lo siguiente:
definición indexical: "El agua es cualquier cosa de es-
I ]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[23 2] [233]

1. Tengo este dolor en el muslo. Creo que es artritis. hombre nunca pensó de manera explícita que su uso
Pero también tiene un supuesto previo contextual se ajusta a la comunidad. Pero el supuesto previo sobre
que podemos expresar así: el carácter comunitario del uso lingüístico es un su­
2. Doy por sentado que mi uso de las palabras coin­ puesto contextual general, algo anterior a las creencias
cide con el de la comunidad, y cuando haya una y pensamientos explícitos. Se presume que nuestro uso
diferencia modificaré mi uso para coincidir con del lenguaje se adecua a los demás miembros de nues­
ella. tra comunidad; si no fuera así, no podríamos tener la
Sin embargo, una aplicación de 2 al presente caso pretensión de comunicarnos con ellos a través de un
resulta en: lenguaje compartido.
3. Doy por sentado que en mi comunidad "artritis"
se refiere a dolores como este; si no es así, modi­
ficaré mi uso para adecuarme a la comunidad. V. El contenido mental interno y su manera

de relacionar a los agentes con el mundo

De tal modo, en cualquier uso de un lenguaje pú­ A fin de explicar con mayor profundidad los erro­
blico interviene un componente indexical. La diferencia res de estas objeciones al internalismo, debo hablar un
entre Joe en el primer caso y Joe en el segundo es que poco de la naturaleza del contenido mental y su modo
la comunidad es diferente. En el primer caso, nuestro de relacionar a los agentes con el mundo. Ya hemos
hombre se equivoca con respecto a 3. Ese tipo de dolo­ visto que un estado intencional fija condiciones de sa­
res no se denominan "artritis". En mi opinión, este tisfacción. Así, por ejemplo, si creo que Sócrates toma
ejemplo no plantea problema alguno, ni siquiera para agua, mi creencia será cierta, y por lo tanto quedará sa­
las versiones más ingenuas del internalismo. En res­ tisfecha, si y sólo si Sócrates bebe agua. Las preguntas
puesta a esta objeción, Burge me ha dicho (en una con­ que nos hacemos ahora son: ¿qué rasgos constituyen
versación) que pretende sencillamente estipular queJoe los componentes del pensamiento de que Sócrates bebe
no tiene creencias metalingüísticas sobre el modo de agua"y cómo relacionan esos elementos componentes
utilizar las palabras. De acuerdo. No hace falta suponer al agente con el pensamiento total y el mundo externo?
que Joe ha pensado la cuestión en absoluto. Pero uno En este caso, centremos la atención en "Sócrates" y
de los supuestos contextuales de nuestro uso de las pa­ "agua". (Dejaré al margen la discusión del "bebe", por­
labras es que compartimos significados con otros miem­ que la predicación plantea problemas especiales que
bros de nuestra comunidad. Cuando Joe descubre que ese van más allá de las cuestiones del externalismo y el
supuesto contextual es erróneo, no modifica de ningu­ internalismo.) Todo el mundo coincide en que cada uno
na manera su concepción de los hechos no lingüísticos de los componentes, "Sócrates" y "agua", hace un apor­
-aún tiene el mismo dolor en el mismo lugar-, pero sí te a la condición total de verdad del pensamiento. "Só­
su uso lingüístico. Burge tiene razón, me parece, al crates" alude a Sócrates y "agua" se refiere al agua. Así
considerar posible y razonable suponer que nuestro como la condición de verdad de que Sócrates toma agua
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[234J [235J

está asociada a toda la frase, cada uno de estos dos com­ de la cabeza son insuficientes para hacer una referencia
ponentes tiene una condición asociada, la de que uno cabal. A eso aludía Putnam cuando decía: "los significa­
y otro contribuyan a la condición de verdad de la frase dos sencillamente no están en la cabeza". El argumento
en su totalidad. Hay entonces dos conjuntos de cues­ propuesto por los externalistas es el mismo en todos los
tiones sobre los componentes del pensamiento. En pri­ casos: dos hablantes podrían tener en la cabeza conteni­
mer lugar, cómo se relaciona cada elemento con la dos idénticos en su tipo, pero significar algo diferente.
condición que él determina, y segundo, cómo se rela­ En cambio, la respuesta dada a esta idea por los inter­
ciona el agente con la determinación de esas condicio­ nalistas es: siempre que sucede así, se debe a que en la
nes. Si admitimos que "Sócrates" se refiere a Sócrates cabeza hay algún componente indexical que fija una
y "agua" se refiere al agua, ¿cómo debe el agente rela­ condición diferente de satisfacción en uno y otro caso,
cionarse con estas palabras a fin de poder usarlas para porque la establece con referencia a la cabeza del ha­
determinar las condiciones de satisfacción de todo el blante en cuestión. Por ejemplo, si suponemos que dos
pensamiento? La respuesta tradicional, y la proporcio­ gemelos idénticos que lo son, según suele decirse, "mo­
nada por el sentido común, es que cada palabra fija las lécula por molécula", piensan "tengo hambre", cabe
condiciones que fija debido a su significado, y el agen­ estimar que los contenidos mentales son idénticos en
te puede usarlas como las usa porque conoce el signifi­ su tipo, pero de todos modos quieren decir algo dife­
cado de cada una de ellas. Y el conocimiento del rente porque el gemelo A se refiere a sí mismo y el ge­
significado le permite utilizar la palabra de tal manera melo B se refiere a sí mismo. La indexicalidad permitirá
que puede incluir la condición correspondiente en las que pensamientos de tipo idéntico en la cabeza deter­
condiciones de verdad de toda la frase. minen diferentes condiciones de satisfacción, porque
Podemos enunciar ahora la disputa entre los in­ estas, al determinarse indexicalmente, se fijan en rela­
ternalistas y los externalistas con un poco más de pre­ ción con la cabeza en cuestión. Así, en el caso de la Tie­
cisión: ambas partes coinciden en que las palabras rra Gemela los habitantes de esta y de la Tierra fijan
hacen un aporte a las condiciones de verdad de toda la condiciones de satisfacción relativas a sí mismos: lo que
frase y en que hay cierta condición que el propio hablan­ llamamos "agua" es algo cuya estructura es de tipo
te debe satisfacer a fin de poder utilizar esas palabras idéntico a la sustancia que nosotros vemos. Pero como
para fijar las condiciones de verdad en cuestión. La dis­ en ambos casos el "nosotros" es diferente y las personas
puta se refiere por entero a la naturaleza de la condición de la Tierra Gemela ven algo diferente de los terrá­
cumplida por el hablante. El interrogante es el siguien­ queos, tendrán diferentes condiciones de satisfacción
te: ¿la condición asociada a la palabra es algo que se aun cuando los contenidos de la cabeza sean idénticos
representa en la mente o el cerebro del hablante o algo en su tipo. En este ejemplo nada muestra que los sig­
parcialmente independiente de estos? Según el interna­ nificados no están en la cabeza.
lista, la condición debe estar representada en la cabeza Observaciones análogas pueden plantearse con
del hablante. A criterio del externalista, los contenidos respecto al ejemplo de Burge. Joe tiene exactamente el
]QHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[236] [237]

mismo pensamiento en las dos comunidades. pen­ Sin embargo, si no hablamos de la historia de
samiento es: "Tengo este dolor. Creo que es artritis". Y nuestros estados intencionales sino de su constitución,
el supuesto previo con textual es que los dolores como por ejemplo, qué hechos en mí me llevan a la creencia
este se llaman "artritis" en mi comunidad. Pero como de que César cruzó el Rubicón, deberemos apelar a la
la comunidad es diferente en uno y otro caso, el mis­ noción de condiciones de satisfacción.
mo pensamiento determinará diferentes condiciones de Antes de abordar directamente la cuestión, recapi­
satisfacción en relación con las dos comunidades. En tulemos para ver dónde estamos. Comenzamos el capí­
un caso Joe tiene una creencia verdadera; en otro, tiene tulo con tres preguntas:
una creencia falsa.
Volvamos a la cuestión original. Si rechazamos la l. ¿Cómo es posible la intencionalidad?
tesis externalista de que el contenido intencional es 2. ¿Cómo se determinan los contenidos intenciona­
determinado por cadenas causales externas, ¿qué es les?
entonces lo que 10 determina? Si hablamos en términos 3. ¿Cuál es el funcionamiento en detalle de los es­
causales, no creo que haya ninguna respuesta general tados intencionales?
a esta cuestión, salvo decir que nuestros contenidos
intencionales están determinados por una combinación No hicimos tanto contestar la primera pregunta
de nuestras experiencias vitales y nuestras capacidades como suprimir la necesidad de plantearla en ese tono
biológicas congénitas. Ya he esbozado una explicación de voz filosófico especial que hace imposible cualquier
de la determinación de la sensación de sed del animal respuesta. La bajamos de los cielos transformándola en
por procesos neurobiológicos. Si cambiáramos ligera­ interrogantes como este: ¿cómo es posible para un ani­
mente el ejemplo, de manera que yo no tuviese sed en mal tener sed, hambre o miedo? Una vez contestados
general sino de un vaso de cerveza de malta irlandesa estos interrogantes queda respondida la primera pre­
de barril o de una copa de Chateau Lafitte de 1953, la gunta, en cuanto es una pregunta con significado. De­
historia sería mucho más complicada. Tendría que ex­ jamos a un lado la segunda pregunta hasta responder
plicar por qué mis experiencias vitales me llevaron a la tercera. De pasada, rechacé la respuesta externalista
hacer cierta clase de experiencias relacionadas con el a esa segunda pregunta. Ahora quiero utilizar los resul­
sabor, que fui capaz de evocar en la memoria, así como tados obtenidos al contestar la tercera para realizar en
pude forjar el deseo de repetirlas en el futuro. Pero si la segunda el mismo tipo de maniobra hecha en la pri­
la historia tiene que ser más complicada para explícar mera. La pregunta: ¿cómo me es posible tener una
un deseo específico, llegaría a serlo de manera increí­ creencia cuyo contenido es que César cruzó el Rubi­
ble si yo tratara de describir cómo podría haberme for­ cón?, no es en principio más difícil de responder que
mado una intención cuyo contenido fuese escribir la esta otra: ¿cómo me fue posible tener sed de agua, esto
gran novela norteamericana, casarme con una republi­ es, tener un deseo cuyo contenido es que beba agua?
cana o exponer la intencionalidad en un solo capítulo. En ambos casos la respuesta radica en ver la conexión

,.-I,oU ti
JOHN R. SEARLE La mente. U1Ul breve introducción

[23 8] [239]

esencial entre intencionalidad y condiciones de satis­ tar conscientemente al tanto de las condiciones de sa­
facción. Lo que hace de mi deseo un deseo de tomar tisfacción. Tener inconscientemente el mismo estado
agua es que lo satisfaré si y sólo si tomo agua. Este no intencional es tener algo que al menos en principio es
es un pronóstico psicológico sobre lo que me hará sen­ susceptible de volverse consciente. En el capítulo 9
tir bien, sino la definición del contenido intencional analizaré de manera pormenorizada la relación entre lo
relevante. Exactamente de la misma manera, lo que consciente y lo inconsciente. Por ahora, me basta con
hace que mi creencia tenga el contenido "César cruzó decir lo siguiente. Rechazamos la tercera pregunta for­
el Rubicón" es el hecho de que se satisfará si y sólo si mulada en el sentido que no admite ninguna respuesta
César cruzó el Rubicón. El contenido del estado inten­ y la reemplazamos por una explicación del funciona­
cional es precisamente lo que lleva a este a tener las miento real del contenido intencional. Este funciona
condiciones de satisfacción que tiene. Esas condiciones efectivamente porque los agentes intencionales tienen
de satisfacción siempre se representan bajo ciertos as­ pensamientos conscientes cuya identidad misma es tal
pectos. Yo represento a un hombre determinado como que puede determinar la vigencia de determinadas
César, por ejemplo, y no como el mejor amigo de Mar­ condiciones de satisfacción y no de otras. Esas condi­
co Antonio, aun cuando César sea idéntico al mejor ciones de satisfacción se representan según ciertos
amigo de Marco Antonio. aspectos y no otros. Si preguntamos: ¿cómo puede un
Sin embargo, ¿no es circular esta respuesta a la estado de mi cerebro tener el contenido "César cruzó
segunda pregunta? ¿Qué hace que un estado intencio­ el Rubicón"?, la cuestión parece imposible de resolver.
nal tenga el contenido que tiene? Respuesta: el hecho En cambio, si preguntamos: ¿cómo puede mi pensa­
de tener las condiciones de satisfacción que tiene. ¿Y miento consciente "César cruzó el Rubicón" tener el
cuáles son esas condiciones de satisfacción? Las deter­ contenido de que César cruzó el Rubicón?, ya no pa­
minadas por el contenido del estado intencional. Esto rece imposible responderla. Conozco los significados
parece circular, sin duda. Pero se trata precisamente de de las palabras, sé cómo se relacionan con objetos y
la clase de circularidad que busco. No aceptamos la situaciones del mundo y al formarme todo el pensa­
cuestión tal como está planteada; antes bien, la recha­ miento soy consciente de que tiene precisamente esta
zamos para sustituirla por una descripción del funcio­ condición de satisfacción: César cruzó el Rubicón. Una
namiento real de la intencionalídad. Esta funciona en vez que rechazamos el sentido metafísico de la tercera
virtud de la existencia de conexiones muy rigurosas pregunta, la asimilamos a una descripción general del
entre contenido intencional, forma aspectual y condi­ modo real de funcionamiento de la intencionalidad y
ciones de satisfacción. El paso siguiente para anclar de esa manera la desmitificamos. Yeso es todo lo que
toda esta descripción en el mundo real consiste en se­ hace falta decir acerca de la constitución del conteni­
ñalar el papel central de la conciencia. Tener conscien­ do intencional en general. Más allá de eso, desde lue­
temente un estado intencional, por ejemplo pensar de go, es preciso decir mucho -yen gran parte ya lo he
manera consciente que César cruzó el Rubicón, es es~ dicho- sobre la red y el trasfondo, la dirección del ajuste
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introduccián

[240 ] [24 1 ]

y la autorreferencialidad causal, el modo psicológico y tades existentes en las descripciones externalistas hoy
todo lo demás. ortodoxas del contenido intencional, y es necesario
Expondré las relaciones entre conciencia e inten­ comenzar a captar la conexión entre intencionalidad y
cionalidad en el capítulo 9. Por el momento, sólo esto: conciencia, que explicaré en detalle en el capítulo 9. Y
una enorme ventaja evolutiva de la conciencia huma­ sobre todo, el lector debe empezar a hacerse una idea
na radica en nuestra capacidad de coordinar una gran del funcionamiento de la intencionalidad como un ras­
cantidad de intencionalidad ("información") de manera go real del mundo real, comprensión que le permitirá,
simultánea en un sólo campo consciente unificado. espero, evitar sentirse intimidado y pensar que en la
Piénsese en la cantidad de intencionalidad coordinada intencionalidad intrínseca u original hay algún profun­
("procesamiento de información") existente cuando, do misterio inaccesible a toda explicación naturaL
por ejemplo, manejamos el auto a la mañana para ir al
trabajo. No se tome en cuenta exclusivamente la coor­
dinación de la percepción y la acción. (Por ejemplo,
paso al automóvil de mi derecha. Adelante hay una luz
roja.) Considérese también el acceso constante de in­
tencionalidad inconsciente, por ejemplo: llegaré tarde
a mi cita de las nueve de la mañana; ¿dónde voy a al­
morzar?; me pregunto cómo saldrán las reuniones. Se
trata de representaciones intencionalistas del mundo,
y por su conducto afrontamos este último.

VI. Conclusión
Dije al comienzo de este libro que lo peor que po­
demos hacer es dar al lector la impresión de que entien­
de algo que en realidad no entiende. No quiero que con
la lectura de este capítulo crea haber comprendido la
intencionalidad. Apenas he raspado la superficie de un
tema muy amplio. Sí deseo, en cambio, que el lector
tenga cierta concepción global de la intencionalidad
como representación y pueda evitar errores que son
comunes en la filosofía contemporánea. Específicamen­
te, es preciso ver la distinción entre intencionalidad con
c e intensionalidad con s. Deben advertirse las dificul-

...! "t1* "t


I
[245]

LA CAUSALIDAD MENTAL

Uno de los problemas residuales heredados del dualis­


mo es el de la causación mental. Nuestro primer pro­
blema mente-cuerpo era: ¿cómo pueden los procesos
físicos causar de algún modo procesos mentales? Pero
para muchos filósofos la otra mitad de la cuestión es
aún más acucian te: ¿cómo puede algo tan etéreo e in­
sustancial como los procesos mentales causar de alguna
manera efectos físicos en el mundo real? Con segu­
ridad, el mundo físico real está "causalmente cerrado",
en el sentido de que nada exterior a él puede tener efec­
tos causales en su interior.
A esta altura, el lector sabrá que, a mi entender,
no se trata de interrogantes de imposible resolución; lo
que los hace parecer arduos es nuestra aceptación de
las categorías cartesianas. Sin embargo, en el estudio de
la causación mental surgen muchos problemas fasci­
nantes. Aun cuando el lector acepte mi descripción ge­
neral de las relaciones entre la mente y el cuerpo, creo
que en el análisis presentado en este capítulo encontra­
rá algunas cuestiones interesantes sobre esa causación.

1. Hume y su explicación de la causación


Debemos comenzar con Hume. Así como cuando
hablamos de la mente en general no hay manera de
escapar a Descartes, cuando hablamos de la causación
no podemos eludir a Hume. Su explicación de la causa­
ción es, con mucho, su aporte filosófico más original,
vigoroso y profundo, y creo que la mayoría de los filó­
)
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[246] [247]

sofos coincidirían conmigo en que se trata de uno de contigüidad, la causa y el efecto deben estar co­
los textos de filosofía más impresionantes jamás escri­ nectados por necesidad, de tal manera que la pri­
tos en lengua inglesa. Cualesquiera sean las demás en­ mera produzca realmente el segundo, lo haga
señanzas que el lector extraiga de este libro, me gustaría suceder, lo necesite o, como resume Hume, que
que aprendiera algo sobre la escéptica exposición de la haya una conexión necesaria entre causa y efecto.
causación presentada por Hume. (Lo que sigue no pre­
tende ser, desde luego, un sustituto de la lectura del Sin embargo, dice Hume, cuando empezamos a
original, la tercera parte del primer libro del Tratado de estudiar casos reales, comprobamos que no podemos
Hume; no obstante, lo que diré a continuación puede encontrar ninguna conexión necesaria. Observamos,
servir como guía para explorar ese territorio l.) Allá por ejemplo, que cuando toco el interruptor la luz se
vamos: enciende, y cuando vuelvo a tocarlo, se apaga. Creo que
Hume comienza por preguntarse cuáles son los hay una conexión causal entre el toque del interruptor
componentes de nuestro razonamiento al considerar la A y la luz que se apaga en E, pero en realidad lo único

causa y el efecto. En el siglo XXI expresaríamos la cues· que puedo observar es A seguido de E. Hume presenta
tión de esta forma: ¿cuál es la definición de "causa"? la ausencia de conexión necesaria como si se tratara de
Nuestro concepto de causación, dice Hume, tiene tres una especie de lamentable falta que podríamos supe­
componentes: rar si hiciéramos una inspección más detenida. Pero
sabe perfectamente bien que, del modo como ha descri­
1 Prioridad, esto es, la necesidad de que la causa to el caso, esa conexión nunca podría existir. Suponga­
ocurra con anterioridad; las causas no puede}:\ mos, en efecto, que yo dijera que la conexión necesaria
venir después de sus efectos. entre el toque del interruptor y el encendido de la luz
2. Contigüidad en el espacio y el tiempo, con lo cual es el pasaje de electricidad a través del cable c, y des­
se refiere a que la causa y el efecto deben ser adya­ cubriera algún método de observarlo, digamos a través
centes. Si me rasco la cabeza en Berkeley y un edi~ de un dispositivo de medición. Pero eso no serviría.
ficio se derrumba en París, el hecho de haberme Pues ahora tendría el toque del interruptor, el pasaje de
rascado no puede ser la causa del derrumbe, a la electricidad y el encendido de la luz, la secuencia ACB,
menos que haya una serie de eslabones en una pero ninguna conexión necesaria entre esos tres suce­
"cadena causal" entre mi cabeza y el edificio pa· sos. Y si encontrara alguna, si descubriera aparentes
risino. conexiones necesarias entre el interruptor A, la electri­
3. Conexión necesaria: además de la prioridad y la cidad C y la luz E, con la forma, por ejemplo, del cierre
del circuito D o la activación de las moléculas en el fila­
mento de tungsteno E, no se trataría, de todos modos,
1 D. Hume, A Treatise on Human Nature, edición establecida por L.
A. Selby-Bígge, Oxford, Clarendon Press, 1951 [traducción española:
de conexiones necesarias. Tendría entonces una se­
%ratado de la naturaleza humana, Barcelona, Orbis, 1981]. cuencia de cinco sucesos, ADCEB, que exigirían conexio­
)OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[248] [249]

nes necesarias entre sÍ. La primera conclusión escéptica Puede advertirse que el argumento es válido por­
de Hume es que no existe conexión necesaria entre la que la conclusión ya está contenida de manera implícita
llamada causa y el llamado efecto. en las premisas. En aquella no hay nada que no esté en
En este punto, nuestro filósofo realmente empren­ estas. Podríamos representarlo mediante un diagrama
de el vuelo. Dice que debemos examinar los principios y decir que vamos de la premisa a la conclusión, P -+
subyacentes de la causa y el efecto, y descubre dos: el e, donde P <l!: C. La premisa siempre contiene más infor­
principio de causación y el principio de causalidad. El mación que la conclusión (o en un caso restrictivo en
primero afirma que todo suceso tiene una causa. El se­ el cual deducimos una proposición de sí misma, la con­
gundo dice que a iguales causas, iguales efectos. Hume clusión es igual a la premisa). La validez está garanti­
ve atinadamente que no se trata de principios equiva­ zada porque en la conclusión no hay nada que ya no
lentes. Pues podría ocurrir que todo suceso tuviera una esté en las premisas. Pero cuando consideramos los
causa y no hubiera coherencia en el tipo de efectos de argumentos científicos o inductivos, como el elabora­
una causa específica ni en el tipo de causas de un efecto do para probar nuestra premisa de que todos los hom­
determinado. Podría ser, asimismo, que cuando hubiera bres son mortales, no tenemos al parecer este tipo de
causas y efectos, iguales causas tuvieran iguales efectos, validez. Pues en el caso de estos argumentos vamos de
aunque no todos los sucesos tuviesen una causa. Pero, la evidencia E a la hipótesis H. Decimos, por ejemplo,
dice Hume, si examinamos estos dos principios, el prin­ que la evidencia sobre la mortalidad de determinados
cipio de causación y el principio de causalidad, encon­ hombres proporciona evidencia para, o respalda, o es­
tramos un rasgo singular. No parecen ser demostrables. tablece la hipótesis general de que todos los hombres
son verdaderos por definición. Es decir, no son ver­ son mortales. Pasamos de la evidencia a la hipótesis, E
dades analíticas. Deben ser, entonces, verdades empí­ -+ H, pero (y aquí está la diferencia con respecto a la

ricas sintéticas. Pero en ese caso, y esto es lo decisivo deducción) en el caso de la inducción siempre hay más
del argumento de Hume, no hay manera de estable­ en la segunda que en la primera. La hipótesis siempre
cerlos mediante métodos empíricos, porque cualquier es algo más que un mero resumen de la evidencia. Es
intento de establecer algo a través de esos métodos pre­ decir, E < H, E es menos que H. En tal caso, podría pare­
supone justamente esos dos principios. cer vergonzoso utilizar siquiera una vez los argumentos
Esta es la conclusión más célebre de Hume. Recibe inductivos, pero estos son, desde luego, absolutamen­
el nombre de problema de la inducción y a continua­ te esenciales; ¿de qué otro modo, en efecto, establece­
ción veremos cómo se formula. Pensemos en argumen­ ríamos las proposiciones generales que forman las
tos deductivos, como el siguiente: premisas de nuestros argumentos deductivos? ¿Cómo
podríamos acaso establecer que todos los hombres son
Sócrates es hombre. mortales si no pudiéramos generalizar a partir de ins­
Todos los hombres son mortales. tancias específicas de hombres mortales, o de otros tÍ­
Por lo tanto, Sócrates es mortal.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[25°] [25 1 ]

pos de evidencia sobre casos particulares, para llegar a intento de basar la creencia en dicha uniformidad sería
la conclusión general de la mortalidad de todos? circular.
Cuando pasamos de la evidencia a la hipótesis, Hasta aquí, las conclusiones de Hume son casi
cuando decimos que la primera respalda la segunda, la totalmente escépticas. En la naturaleza no hay conexio­
establece o la confirma, no lo hacemos de una manera nes necesarias, y tampoco existe una base racional para
arbitraria o injustificada. Al contrario, tenemos algunos la inducción. En una actitud característica de su méto­
principios o reglas Ren virtud de las cuales pasamos de do, luego de llegar a conclusiones escépticas Hume nos
una a otra, y podríamos considerarlas como las reglas da razones por las cuales no podemos aceptarlas y de­
del método científico. Entonces, no establecemos arbi­ bemos proceder como si el escepticismo no se hubiese
trariamente E -+ H, sino que pasamos de E a H sobre la establecido. Estamos condenados a continuar con nues­
base de R: ER -+ H. Ahora bien, y aquí tenemos el plan­ tras viejas supersticiones, y Hume está ávido de expli­
teo crucial de Hume, ¿cuál es el fundamento de R? carnos exactamente de qué manera.
Supondremos que E, la evidencia, proviene de observa­ Cuando buscamos conexiones necesarias no en­
ciones reales, y H es una generalización de estas. Pero contramos ninguna que se sumara a la prioridad y la
en tal caso, si debemos justificar el paso de E a H sobre contigüidad, pero sí dimos con otra relación: la conjun­
la base de R, ¿cuál es la justificación de R? Hume res­ ción constante de instancias semejantes. Descubrimos
ponde: cualquier intento de justificar R presupone R. que la cosa que llamamos causa siempre es seguida por
¿Qué es R exactamente? (En este punto aparece la co­ la cosa que llamamos efecto. Como un mero dato de
nexión con la causación y la causalidad.) R puede for­ nuestra existencia en el mundo, descubrimos que las
mularse de diversas maneras. La más obvia es decir cosas que denominamos causas siempre son seguidas
simplemente que todo suceso tiene una causa y causas por las cosas que denominamos efectos. Esta repetición
iguales tienen iguales efectos. También puede decirse constante en nuestra experiencia, esa conjunción per­
que los casos no observados se asemejarán a los casos manente de instancias semejantes, da origen a cierta
observados, que la naturaleza es uniforme o que el fu­ expectativa en nuestra mente, en virtud de la cual cuan­
turo se parecerá al pasado. Hume estima todas esas aser­ do percibimos la cosa que llamamos causa, automática­
ciones como más o menos equivalentes para estos fines. mente esperamos percibir la cosa que llamamos efecto.
Si no presuponemos algún tipo de uniformidad de la Esta "determinación sentida de la mente" de pasar de
naturaleza, la uniformidad garantizada por la causali­ la percepción de las causas a las expectativas vívidas del
dad y la causación, no tenemos fundamentos para plan­ efecto, y de la idea de la causa a la idea del efecto, sus­
tear argumentos inductivos. Pero, y esto es lo crucial, cita en nosotros la ilusión de que en la naturaleza hay
la creencia en la uniformidad de la naturaleza no tiene algo más que prioridad, contigüidad y conjunción
fundamento, porque cualquier creencia semejante de­ constante. Esa determinación sentida de la mente nos
bería fundarse en la inducción, que a su turno tendría da la convicción de que en la naturaleza hay conexiones
que fundarse en la uniformidad de la naturaleza; así, el necesarias. Dicha convicción, sin embargo, no es más
JOHN R. SEARLE La mente. Uno breve introducción

[25 2] [253]

que una ilusión. La única realidad es la realidad de la una secuencia de sucesos que ejemplifican las leyes
prioridad, la contigüidad y la conjunción constante. universales. Estos dos aspectos han ejercido su influen­
Según la explicación de Hume, la causación sólo es, li­ cia sobre el debate de la causación hasta nuestros días.
teralmente, una condenada cosa tras otra. Con la única La mayor parte de los filósofos cree que en la naturaleza
salvedad de que hay una regularidad en el modo como no hay conexiones causales y que cualquier conexión
una cosa sigue a otra, y esa regularidad nos da la ilusión causal específica debe ser el ejemplo de una ley univer­
de que existe algo más. Pero la conexión necesaria que sal. La mayoría se empeña en señalar que los términos
a nuestro juicio hay en la naturaleza es una completa utilizados para formular la ley no deben ser necesaria­
ilusión de la mente. La única realidad es la regularidad. mente iguales a los términos por los cuales se describen
La existencia de la regularidad en casos previa­ los incidentes de la relación causal original. Así, si digo:
mente observados no es razón alguna, empero, para "Lo queJohn hizo causó el fenómeno visto por Sally",
suponer que el caso siguiente se parecerá a los prece­ y supongo queJohn puso la olla con agua en la cocina
dentes. No representa de ninguna manera una solución y encendió el fuego, y Sally vio agua hirviendo en la
al problema de la inducción. Nos da la ilusión de poder olla, sería cierto que el acto deJohn causó el fenómeno
resolver ese problema, porque creemos que con la de­ visto por Sally, pero no habría ninguna ley que mencio­
terminación sentida de la mente hemos descubierto una nara aJohn y Sally y ni siquiera los actos de poner y ver.
conexión necesaria. Pero esa conexión está íntegramen­ Las leyes científicas se referirán a cosas como la presión
te en nuestra cabeza y no en la naturaleza misma. En del agua cuando esta se calienta en la atmósfera te­
sustancia, entonces, Hume afronta el problema de la rrestre.
inducción mostrando que la causalidad es anterior a la El escepticismo de Hume con respecto a la induc­
causación. La existencia de regularidades (causalidad) ción ha tenido menos influencia en la filosofía contem­
genera en nosotros la ilusión de la conexión necesaria, poránea que su teoría de la regularidad de la causación.
y esta ilusión nos da la convicción de que todo suceso A mi juicio, la mayor parte de los filósofos de nuestros
tiene una causa (causación). días creen poder responderle; la respuesta convencional
Por lo tanto, el legado de Hume sobre la causación dada por los manuales es que Hume se equivocó al su­
implica al menos dos principios fundamentales. Prime­ poner que los argumentos inductivos debían satisfacer
ro, en la naturaleza no hay ninguna conexión necesaria. criterios deductivos. Nuestro filósofo estima que algo
y segundo, en ella encontramos regularidades univer­ falta en un argumento que procede mediante métodos
sales en vez de conexiones causales. El escepticismo de inductivos sobre la base de evidencias para respaldar
Hume con respecto a la conexión necesaria no lo con­ una conclusión, porque las premisas no entrañan esta
duce a negar la existencia de toda verdad en la causa­ última a la manera del argumento deductivo. Según el
ción. Antes bien, hay una verdad, pero no la esperada. punto de vista de los filósofos contemporáneos, es
Esperábamos que hubiera un vínculo causal entre la como si alguien dijera: "Mi motocicleta no es buena
causa y el efecto, pero lo que encontramos es, de hecho, porque no obtiene buenas calificaciones en una expo­
La mente. Una breve introductián
JOHN R. SEARLE

[255]
[254]

sición canina". Las motocicletas no son lo mismo que


n. ¿Nunca experimentamos la causación?
los perros ni se las debe juzgar de acuerdo con los crite­ Dije antes que siento una gran admiración por los
rios aplicados a estos. Se comete exactamente la misma logros de Hume en su análisis de la conexión necesaria
clase de error cuando se supone que los argumentos y su teoría de la regularidad de las relaciones causales.
inductivos deben juzgarse mediante criterios deducti­ Pero también debo decir que la teoría me parece desas­
vos. A través de estos se obtienen argumentos deduc­ trosamente errónea y que tuvo un muy mal efecto sobre
tivos válidos, y mediante los criterios inductivos hay la filosofía ulterior. En este libro no vaya emprender
argumentos inductivos válidos. Es un error confundir una crítica general de la explicación de la causación y
unos con otros. la inducción propuesta por Hume; sólo me concentraré
En rigor, según una visión convencional contem­ en los rasgos esenciales para la filosofía de la mente. El
poránea, aun esto implica conceder demasiado a Hume. principal resultado negativo de Hume en cuanto a la
La idea misma de que hay dos estilos de argumentos, conexión necesaria puede enunciarse en una frase: no
inducción y deducción, ya es una fuente de confusión. hay impresión de una conexión necesaria; es decir, no
Sólo hay argumentos deductivos, y una manera de pro­ hay experiencia de la fuerza, la eficacia, el poder o la
ceder en las ciencias recibe el nombre de método hipo­ relación causal. ¿Es eso correcto? ¿Al lector le parece
tético deductivo. Uno formula una hipótesis, deduce plausible? Debo confesar que a mí no me parece plau­
una predicción y luego somete a prueba la primera sible en absoluto. Creo que a lo largo de nuestra vida
viendo si la segunda resulta cierta. Cuando la predic­ despierta tenemos una percepción bastante grande de
ción demuestra ser verdadera, decimos que la hipótesis las conexiones necesarias, y quiero explicar cómo.
original se confirma u obtiene respaldo. Cuando la pre­ Cuando tenemos experiencias perceptivas o nos
dicción no se verifica, decimos que la hipótesis no se dedicamos a actos voluntarios, como vimos en nuestra
confirma o es refutada. No hay una oposición tajante discusión de la intencionalidad, hay una condición
entre inducción y deducción. Antes bien, la llamada causalmente autorreferencial en las condiciones de sa­
inducción tiene que ver con la puesta a prueba de hi­ tisfacción de los fenómenos intencionales. La intención
pótesis mediante experimentos y otros tipos de eviden­ en la acción sólo se cumple si causa el movimiento
cias. Y una manera típica de someter a prueba una corporal, y la experiencia perceptiva sólo se lleva a cabo
hipótesis consiste en deducir sus consecuencias y lue­ si es causada por el objeto percibido. Pero en ambos
go ver si estas pueden pasar determinadas pruebas ex­ casos es muy común -aunque no, desde luego, de vali­
perimentales. Por ejemplo, la ley de la gravedad predice dez universal- que experimentemos efectivamente la
que un cuerpo caerá cierta distancia al cabo de cierto conexión causal entre la experiencia, por un lado, y los
tiempo. Tras hacer esta deducción, sometemos a prue­ objetos y situaciones del mundo, por otro. Si el lector
ba la hipótesis viendo si los objetos caen efectivamen­ tiene alguna duda acerca de esto, que levante el brazo.
te esa distancia en el lapso previsto. Es evidente que hay una distinción entre la experien­
JOHN R. SF.ARLE Lo mente. Una breve introducción

[256] [257]

cia de levantar el brazo y la de que sea otro quien nos o que algo hace suceder alguna otra cosa en nosotros
lo levante. Como mencioné en el capítulo 5, el neuroci­ (esto es, una percepción). En uno y otro caso es muy
rujano Wilder Penfield comprobó que podía mover el corriente experimentar la conexión causal.
brazo de su paciente si estimulaba con microelectrodos Elizabeth Anscombe dio (en conferencias) un buen
las neuronas de la corteza motriz. Los pacientes decían ejemplo de lo que decimos. Supongamos que estoy sen­
invariablemente algo así como "yo no lo hice, fue us­ tado tras mi escritorio y la detonación del escape de un
ted,,2. Ahora bien, como es obvio, esta experiencia es automóvil afuera me hace dar un salto. En este caso
diferente de la de levantar real y voluntariamente el siento en concreto que mi movimiento involuntario ha
brazo. En el caso normal, cuando uno levanta el brazo sido causado por el ruido fuerte que acabo de oír. No
adrede, experimenta concretamente la eficacia causal debo esperar la conjunción de instancias semejantes.
de la intención consciente en la acción que produce el Ahora experimento realmente el nexo causal como
movimiento corporaL Por otra parte, si alguien tropieza parte de mi secuencia de experiencias conscientes.
con nosotros, tenemos cierta percepción, pero no la Hasta aquí, esas experiencias sólo nos darían una
experimentamos como si nosotros fuéramos su causa. relación causal entre nuestras propias experiencias y el
Sentimos que ha sido efectivamente causada por el mundo real, pero me gustaría poder descubrir la misma
cuerpo de la persona que nos atropella. Así pues, en relación en este último, al margen de aquellas. No me
ambos casos, tanto en la acción como en la percepción, parece difícil en absoluto extender la concepción de la
me parece muy común y hasta normal que percibamos causación que sacamos de nuestras experiencias a los
una conexión causal entre objetos y situaciones del objetos y situaciones del mundo que existen e interac­
mundo y nuestras experiencias conscientes. En el caso túan unos con otros, y hacerlo de una manera totalmen­
de la acción sentimos que nuestras intenciones cons­ te independiente de dichas experiencias. El efecto que
cientes en la acción causan movimientos corporales. En yo mismo creo cuando causo el movimiento del auto­
el caso de la percepción sentimos que los objetos y móvil al empujarlo es un efecto que puedo notar cuan­
maciones del mundo causan experiencias perceptivas do te observo mientras lo empujas. Pero la relación
en nosotros. causal es la misma, con prescindencia de que yo lo
A mi entender, Hume buscaba en el lugar equivo­ empuje o te vea hacerlo. Por otra parte, puedo ampliar
cado. Lo hacía de una manera imparcial en objetos y esta anotación al caso en que no participa ningún agen­
sucesos fuera de sí mismo, y descubrió de ese modo que te. Si veo un auto que empuja otro, veo la fuerza física
no había una conexión necesaria entre ellos. Pero si del primero como causante del movimiento del segun­
consideramos la índole de nuestras experiencias reales, do. Parece entonces que, además de nuestras expe­
es muy común sentir, me parece, que nosotros mismoS riencias reales de causación, podemos extender con
hacemos suceder algo (esto es, una acción intencional) facilidad esta noción a secuencias de sucesos del mun­
do que no contienen dichas experiencias ni, para el
2 W. Penfield, The Mystery 01 the Mind, op. cit., p. 76. caso, las de ninguna otra persona. Después de todo, las

.....,"'*'I
La mente. Una breve introducción
JOHN R. SEARLE

(259]
[25 8]

relaciones causales con parúcipación de seres humanos neuronas motrices, la estimulación de los canales ióni­
son sólo una parte ínfima de las relaciones causales del cos y el ataque al citoplasma de la fibra muscular, has­
universo. El quid para la presente discusión es que la ta que finalmente el brazo se alza. Así pues, si debe
existencia de la misma relación que experimentamos contarse una historia sobre el efecto de la conciencia en
cuando hacemos suceder algo o cuando algo hace suce­ el nivel de la mente, ¿cómo casa con el relato que es
der alguna otra cosa en nosotros puede percibirse aun­ preciso contar acerca de la química y la fisiología en el
que la relación causal no implique ninguna experiencia. nivel del cuerpo? Peor aún, si suponemos que podemos
Nuestra experiencia de la causación no es por sí asignar un papel a la causación mental y que la mente
misma garantía de nada. Podríamos estar equivocados desempeña un papel causal en la producción de nuestro
en cualquier caso específico. Pero esta posibilidad de comportamiento corporal, será como salir de Guatema­
error e ilusión está incluida en toda experiencia percep­ la para entrar a Guatepeor, porque ahora tenemos de­
tiva. Lo importante en este análisis es destacar que la masiadas causas. Al parecer, estamos ante lo que los
experiencia de la causación no es peor que cualquier filósofos llaman "sobredeterminación causal". Habría
otra experiencia perceptiva. dos series independientes de causas que motivan el le­
vantamiento de mi brazo, una relacionada con las
neuronas y otra vinculada con la intencionalidad cons­
IlI. La causación mental y el cierre causal ciente.
de lo físico Ahora podemos resumir con cierta precisión el
Supongamos que hasta aquí tengo razón: que, en problema filosófico de la causación mental: si los esta­
efecto, tenemos la experiencia de la causación como dos mentales son estados no físicos reales, cuesta enten­
parte de nuestra conciencia despierta normal, y que la der cómo pueden tener algún efecto sobre el mundo
causación es una relación real en el mundo real. De físico. Pero si lo tienen, nos topamos con una sobrede­
todas maneras, la causación mental parece presentar un terminación causal. De una u otra manera, al parecer
problema especial, a saber: si la conciencia no es físi­ no podemos dar un sentido a la idea de causación men­
ca, ¿cómo puede llegar a tener un efecto físico, como tal. Hay cuatro proposiciones que, en conjunto, son
el de mover mi cuerpo? No obstante, nuestra expe­ inconsistentes.
riencia nos dice, al parecer, que la conciencia lo mue­
ve. Tomo la decisión consciente de levantar el brazo y l. La distinción entre la mente y el cuerpo: lo mental
el brazo se levanta. Al mismo tiempo, sin embargo, sa­ y lo físico constituyen reinos diferentes.
bemos que puede contarse otra historia sobre el brazo 2. El cierre causal de lo físico: el reino físico está
que se levanta, una historia vinculada con las activacio­ causalmente cerrado, en cuanto ningún elemento
nes neuronales en la corteza motriz, la secreción de ace­ no físico puede entrar a él y actuar como causa.
tilcolina en las placas terminales de los axones de mis 3. El principio de exclusión causal: cuando las cau­
La mente. Una breve introducción
JOHN R. SEARLE

[261]
[260]

sas físicas son suficientes para explicar un suceso, ciencia no implica que se trate de un tipo independiente
no puede haber ningún otro tipo de causas de de entidad o propiedad situada "por encima" del siste­
ma cerebral, en el cual se realiza físicamente. En el ce­
este.
4. La eficacia causal de lo mental: los estados men­ rebro, la conciencia no es una entidad o propiedad
3 independiente: es sólo el estado en que se encuentra el
tales funcionan realmente de manera causa1 .
cerebro.
Juntas, estas cuatro proposiciones son incompa­ Nuestro vocabulario tradicional hace casi impo­
tibles. Una salida es renunciar a la cuarta, pero esto sible formular este punto. Si decimos que lo mental es
equivale a caer en el epifenomenalismo. Como escribe irreductible a lo físico, parecemos aceptar el dualismo.
Jaegwon Kim: "Si esto es epifenomenalismo, saquémos­ Pero si decimos que lo mental es simplemente lo físico
le el máximo provecho,,4. en un nivel más elevado de descripción, admitimos en
En general, como hemos visto una y otra vez, apariencia el materialismo. La salida, para insistir en un
cuando creemos estar frente a uno de estos problemas_ aspecto que planteé una y otra vez, consiste en abando­
filosóficos imposibles, la realidad es que hemos plantea­ nar el vocabulario tradicional de lo mental y 10 físico y
do un supuesto falso. Me parece que así sucede en el tratar de limitarse a enunciar los hechos. La relación de
presente ejemplo. El error se expresa en la primera pro­ la conciencia con los procesos cerebrales es como la
posición, la tradicional distinción entre la mente y el relación de la solidez del pistón con el comportamien­
cuerpo. Dije en el capitulo 4 que ese error obedece a to molecular de las aleaciones metálicas, de la liquidez
suponer que si hay un nivel de descripción de los pro­ de una extensión de agua con el comportamiento de las
cesos cerebrales en el cual estos contienen secuencias moléculas de HP, o de la explosión en los cilindros de
reales e irreductibles de estados conscientes, y hay otro un automóvil con la oxidación de las moléculas com­
nivel de descripción de esos mismos procesos en el cual bustibles individuales. En todos los casos, las causas de
estos son fenómenos puramente biológicos Y los esta­ nivel superior, en el plano sistémico global, no son algo
dos de conciencia no se pueden reducir en términos adicional a las causas en el micro nivel de los compo­
ontológicos a los fenómenos neurobiológicos, los dos nentes del sistema. Antes bien, las causas de nivel
niveles deben tener existencias separadas. En el capí­ sistémico son íntegramente explicadas por la causación
tulo 4 vimos que esto es erróneo. La salida de este dile­ de los micro elementos y desde un punto de vista causal
ma pasa por recordar una conclusión a la que llegamos pueden reducirse por completo a ella. Esto es cierto
en ese capítulo: la realidad e irreductibilidad de la con­ tanto de los procesos cerebrales como de los motores
de auto o del agua que circula en una lavadora. Cuando
digo que mi decisión consciente de levantar el brazo
3 J. Kim, Mind in a Physical World.. . , op. cito hizo que este se levantara, no estoy diciendo que se
4 J. Kim, «Causality, Identity and Supervenience in the Mind-Body presentó alguna causa sumada al comportamiento exhi­
Problem", en P. A. French, T. E. Uehling,Jr. yH. K. Wettstein (comps.),

l Studies in Metaphysics, op. cit., p. 47.


bido por las neuronas al activarse y producir toda clase

, ,e...
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción

[26 21 [26 3]

de consecuencias neurobiológicas; no hago sino descri­ todo, les dieron origen. El supuesto básico era que la
bir simplemente la totalidad del sistema neurobiológico irreductibilidad de lo mental implicaba su posición por
en su nivel de conjunto y no en el plano de microele­ encima de lo físico y no como una parte del mundo físi­
mentos específicos. La situación es el análogo exacto co. Una vez que desechamos este supuesto, la respuesta
de la explosión en los cilindros del automóvil. Puedo a los dos enigmas es, en primer lugar, que lo mental es
decir que esa explosión causó el movimiento del pistón simplemente una característica (en el nivel del sistema)
o bien que la oxidación de las moléculas combustibles de la estructura física d~l cerebro, yen segundo lugar,
liberó energía calórica y esta ejerció presión sobre la que en términos causales no hay dos fenómenos inde­
estructura molecular de las aleaciones. No se trata de pendientes, el esfuerzo consciente y las activaciones
dos descripciones independjentes de dos conjuntos de neuronales inconscientes. Sólo está el sistema cerebral,
causas independientes, sino de descripciones de un que tiene un nivel de descripción en el cual ocurren las
único sistema en dos niveles diferentes. Desde luego, activaciones neuronales y otro nivel de descripción, el
como todas las analogías, esta funciona hasta cierto del sistema, en el cual este es consciente e intenta cons­
punto y nada más. La diferencia entre el cerebro y el cientemente levantar el brazo. Cuando abandonamos
motor de un automóvil radica en el hecho de que la las categorías cartesianas tradicionales de lo mental y
conciencia no es ontológicamente reducible, como sí lo lo físico y renunciamos a la idea de la existencia de dos
es la explosión en el cilindro a la oxidación de las molé­ reinos desconectados, la causación mental no plantea,
culas individuales. Sin embargo, he sostenido antes y en realidad, ningún problema especial. Hay, desde lue­
repetiré aquí lo siguiente: la irreductibilidad ontológica go, problemas muy arduos con respecto a su funciona­
de la conciencia no proviene del hecho de que deba de­ miento concreto en la neurobiología, cuyas soluciones
sempeñar un papel causal independiente; antes bien, se aún no conocemos en su mayor parte.
debe a que tiene una ontología de primera persona y, Una manera de representar la relación es presen­
por ello, no es posible reducirla a algo con una ontolo­ tarla en un diagrama como el siguiente, donde el nivel
gía de tercera persona, aun cuando no hay una eficacia superior muestra la intención en acción causando un
causal de la conciencia que no sea reducible a la efica­ movimiento corporal, mientras que el nivel inferior
cia causal de su base neuronal. muestra su funcionamiento en el aparato neuronal y
Podemos sintetizar de la siguiente manera el aná­ fisiológico. En cada paso, el nivel inferior causa y rea­
lisis desplegado en esta sección. Se supone que la causa­ liza el nivel superior:
ción mental plantea dos problemas: primero, ¿cómo Causa
puede lo mental, que es ingrávido y etéreo, afectar de
algún modo el mundo físico? y segundo, si lo mental Causan y
realizan
l
Intención en acción ) Movimiento corporal
i Causan y

I realizan

funcionara causalmente, ¿no produciría una sobrede­


Activaciones neuronales ) Cambios fisiológicos

terminación causal? La forma de responder a estas pre­


Causa

guntas consiste en dejar de lado los supuestos que, ante


t!t
JOHN R. SEARLE La mente. UTUI breve introducción .

[264] [:uss1

Aunque pedagógicamente útiles, estos diagramas solutamente esencial para entendernos como seres
pueden ser engañosos si sugieren que el nivel mental humanos, pues cuando encaramos acciones voluntarias
está arriba, como la cobertura de una torta. Tal vez sea solemos hacerlo sobre la base de razones, y estas actúan
mejor proponer otra representación gráfica en la cual de manera causal para explicar nuestro comportamien­
la intención consciente se muestre como existente en to; sin embargo, la forma lógica de la explicación del
todo el sistema y no sólo en la parte de arriba. En el comportamiento humano en términos de razones es
diagrama siguiente, los círculos representan las neuro­ radicalmente diferente de las formas convencionales de
nas y el sombreado representa el estado consciente tal causación. Quiero explicar ahora algunas de las diferen­
como se difunde por todo el sistema neuronal: cias.
En un caso típico de la causación no mental co­
Intención Inicio del movimiento corporal rriente decimos cosas como esta: "El derrumbe de la
autopista fue causado por el terremoto". Pero si con­
trastamos esta afirmación con una explicación que sole­
mos dar de nuestros propios actos (y siempre es una
Neuronas buena idea considerar nuestro caso, para ver cómo fun­
ciona la causación intencional en nuestra vida), veremos
que la estructura lógica de esta última es radicalmente
lV. La causación mental y la explicación del diferente. Supongamos que digo: "En las últimas elec­
comportamiento humano ciones voté por Bush porque quería una mejor políti­
A 10 largo de este libro hemos visto que hay dos ca educacional".
tipos un tanto diferentes de problemas filosóficos en Si se observa la primera explicación, sobre el de­
tomo de los tópicos de la filosofía de la mente. Por un rrumbe de la autopista, se verá que tiene varios rasgos
lado tenemos los problemas tradicionales de la forma: lógicos interesantes. Primero, la causa enuncia una con­
¿cómo es posible tal cosa? Por ejemplo, cómo es posible dición suficiente para la ocurrencia del efecto en ese
que los estados cerebrales causen la conciencia. Pero contexto. Esto es: en ese contexto específico, dadas la
también hay interrogantes de la siguiente forma: ¿cómo estructura de la autopista y las fuerzas generadas por
funciona en la vida real? ¿Cuáles son la estructura y el terremoto, una vez que este ocurrió la autopista de­
función concretas de la conciencia humana? En este bía derrumbarse. Segundo, no hay finalidades nÍ me­
capítulo hemos examinado precisamente esa distinción tas en cuestión: el terremoto y el derrumbe son meros
entre la pregunta" ¿cómo es posible que haya causación sucesos que ocurren. Tercero, aunque la explicación,
mental?" y la pregunta "¿cómo funciona en la vida como cualquier acto de habla, tiene un contenido in­
real?" Quiero terminar diciendo al menos algo sobre el tencional, este mismo no funciona de manera causal:
funcionamiento de la causación mental en la vida real. el contenido intencional "terremoto" o "hubo un terre­
La comprensión de la respuesta a esta pregunta es ab- moto" no hace sino describir un fenómeno y no es cau­

v.. ·'_Md h
,,¡
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[266] [26 7]

sante de nada. Ahora bien, estas tres condiciones están racionalidad como principio organizador estructural y
ausentes en la explicación de mi comportamiento elec­ constitutivo de la totalidad del sistema. No puedo
toral. En mi caso, la explicación no ha enunciado con­ exagerar la importancia de este fenómeno para la com­
diciones suficientes. Sí, yo quería una mejora en la prensión de las diferencias entre las explicaciones na­
educación; sí, creí que Bush haría más que Gore por la turalistas que nos dan las ciencias naturales y las
educación, pero de todos modos, nada me obligaba a explicaciones intencionalistas propuestas por las cien­
votar como lo hice. Podría haber votado por el otro can­ cias sociales. En la estructura superficial de las frases
didato, en igualdad de las restantes condiciones. Segun­ las siguientes explicaciones se parecen mucho:
do, no entenderemos la explicación a menos que veamos
que se la enuncia en términos de las metas del agente. 1. Hice una marca en la boleta electoral porque que­
Las nociones de metas, objetivos, finalidades, teleolo­ ría votar por Bush.
gía, etc., tienen una intervención esencial en este tipo 2. Me dio dolor de estómago porque quería votar por
de explicación. En rigor, mi explicación concreta es in­ Bush.
completa. Sólo entenderemos la afirmación de que un
agente hizo A porque quería conseguir B si suponemos Aunque la estructura superficial es similar, la for­
que el agente también creía que al hacer A produciría ma lógica real es muy diferente. La segunda frase sólo
B, o al menos haría más probable su ocurrencia. Y ter­ enuncia que un suceso, mi dolor de estómago, fue cau­
cero, en lo concerniente a estas explicaciones en térmi­ sado por un estado intencional, mi deseo. La primera,
nos de causación intencional es absolutamente esencial en cambio, no enuncia una condición causalmente sufi­
entender que el contenido intencional presente en ellas, ciente y sólo tiene sentido dentro del contexto de una
por ejemplo que yo quería una mejor política educacio­ teleología supuesta por anticipado.
nal, aparece realmente en la causa misma cuya especi­ Estas explicaciones plantean una multitud de pro­
ficación dilucida el comportamiento que tratamos de blemas filosóficos. El más importante es el problema del
explicar. libre albedrío, del que me ocuparé en el próximo capí­
Estas tres características -el supuesto previo de la tulo.
libertad, la exigencia de que una explicación de la ac­
ción especifique una meta u otro motivador y el funcio­
namiento de la causación intencional como parte del
mecanismo explicativo- son muy diferentes de los
componentes de las explicaciones de fenómenos natu­
rales como los terremotos y los incendios forestales. Las
tres forman parte de un fenómeno mucho más amplio,
la racionalidad. Es esencial ver que el funcionamiento
de la intencionalidad humana exige la presencia de la
[27 1 ]

EL LIBRE ALBEDRÍO

Los problemas filosóficos tienden a agruparse. Para


resolver e incluso abordar uno de ellos, por lo común
es preciso ocuparse de varios otros. El problema del
libre albedrío es un ejemplo particularmente llamativo
de este fenómeno general. Para abordarlo, tenemos que
explorar la naturaleza de la conciencia, la causación, la
explicación científica y la racionalidad. Peor aún, lue­
go de examinar todas esas cuestiones y su relación con
el problema del libre albedrío, habremos aclarado este
pero todavía careceremos de una solución; por lo me­
nos, yo no soy capaz de divisar un camino para llegar
a ella. Mi única expectativa real en este capítulo es ex­
plicar cuáles son las cuestiones y cuáles serían las po­
sibles soluciones. La conclusión general a la que llego
es que necesitaremos saber mucho más sobre las ope­
raciones del cerebro antes de alcanzar una solución al
problema del libre albedrío de cuya pertinencia poda­
mos estar seguros.

1. ¿Por la libertad de la voluntad es un

problema?

En lo concerniente al libre albedrío hay una situa­


ción especial, porque tenemos dos convicciones abso­
lutamente inconciliables, pero ambas parecen del todo
acertadas y hasta ineludibles. La primera es que todo
hecho ocurrido en el mundo tiene causas suficientes
antecedentes. Las causas suficientes de un hecho son
aquellas que, en un contexto específico, bastan para
_/
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducciún

[27 2] [2.73]

determinar su ocurrencia. Cuando decimos que las distancia entre las causas de nuestras decisiones y ac­
ca,usas fueron suficientes queremos decir que, visto que ciones en forma de razones y la toma efectiva de las
se produjeron en ese contexto histórico, el suceso mis­ primeras y la ejecución de las segundas. La decisión y
mo tenía que ocurrir. Cuando pedimos una explicación' la acción voluntarias contrastan con la percepción en
de un suceso, no nos satisfacen las razones que se lirni"'l cuanto hay en ellas un intervalo entre las causas del
tan a presentarlo como parte de una secuencia de acon.., fenómeno, con forma de razones para la decisión o la
tecimientos. Queremos saber qué hizo que el hecho. acción, y la aparición real de una u otra, mientras que
sucediera. Queremos saber por qué ocurrió ese hecho en la percepción ese intervalo no existe. Por eso existe
y no otros que podrían haber acontecido. La imagen el problema de "la libertad de la voluntad", pero no el
que tenemos es que todos los sucesos del mundo problema de "la libertad de la percepción". Si me miro
tan determinados como, por ejemplo, la caída de esta, la mano puesta a la altura de la cara, las causas, esto es,
pluma en caso de soltarla. Si suelto la pluma que tengo' que tengo la mano directamente frente a los ojos abier­
en la mano, en este contexto caerá sobre la mesa. Dada tos, la luz es adecuada y mis ojos están sanos, son su­
la estructura del universo, si la suelto tiene que caer ficientes para producir la experiencia visual. No hay
encima de la mesa porque las fuerzas que actúan sobre., intervalo. En las acciones voluntarias, en cambio, hay
ella son causalmente suficientes para determinar esa al menos tres intervalos o, para decirlo con mayor pre­
caída. Nuestra convicción determinista equivale a la cisión, al menos tres fases de un intervalo continuo.
idea de que lo valedero para la caída de la pluma es vale­ Hay un intervalo entre el conocimiento de las razones
dero para cualquier hecho que haya sucedido o vaya a para la acción y la decisión de llevarla a cabo. Por ejem­
suceder. plo, en un caso típico en el que se nos pide que elijamos
Nuestra segunda convicción, a saber, que en reali­ entre Smith y Jones, dos candidatos en una elección, el
dad tenemos libre albedrío, se basa en ciertas experien­ conjunto de razones que tenemos para votar por uno
cias de libertad humana. Vivimos la experiencia de u otro no suele forzar por sí mismo nuestra decisión.
decidirnos a hacer algo y luego hacerlo. Como parte de Segundo, hay un intervalo entre la decisión y la inicia­
nuestras experiencias conscientes, sentimos que las ción efectiva de la acción. Por ejemplo, una vez que
causas de nuestras decisiones y acciones, en forma de hemos resuelto votar por Jones, la decisión no fuerza
razones para unas y otras, no son suficientes para forzar la acción. Al entrar al cuarto oscuro aún nos resta actuar
las decisiones y acciones concretas. Piénsese en lo que en consonancia con ella. Tercero, para cualquier serie
implica decidir por qué candidato votar en unos extensa de acciones, por ejemplo mi intento de apren­
comicios, e incluso la elección de un plato en el menú der ruso o de escribir un libro sobre filosofía de la men­
de un restaurante, y se advertirá que la toma de deci­ te, hay un intervalo entre el comienzo de la acción y su
siones entraña una experiencia característica, parte de continuación hasta completarse. Uno no puede, por
cuyo contenido es el hecho de tener una idea de las decirlo así, darse un empujón y d~jar que su movimien­
.../alternativas a nuestra disposición. En síntesis, hay una to prosiga como un tren que se desplaza sobre las vías.
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
[274]
[275]

No, debe hacer un esfuerzo constante para seguir repentino en el estómago. Una de las curiosidades de
lante con la acción hasta su término. la experiencia del libre albedrío es que no podemos des­
Ahora bien, dicho todo esto, tengo que hacer hacemos de la convicción de que somos libres, aun
inmediato algunas salvedades. A veces hay un intervalo' cuando estemos filosóficamente persuadidos de que esa
en la percepción, como ocurre por ejemplo cuando pa"" convicción es errónea. Cada vez que decidimos o actua­
samos de ver una figura esbozada como un pato a verla mos de manera voluntaria, cosa que hacemos a lo largo
como un conejo. Pero en realidad esto no contradice del día, debemos decidir o actuar sobre la base del su­
el argumento general, porque en estos casos hay un puesto previo de nuestra libertad. De lo contrario, nues­
elemento voluntario en la percepción. Depende de no­ tras decisiones y acciones nos resultan ininteligibles.
sotros ver la figura como un pato o como un conejo. y. No podemos apartar nuestro libre albedrío del pensa­
no todas las acciones humanas, por supuesto, contienen miento.
una experiencia del intervalo. A menudo nos sentimos Al parecer, entonces, debemos tener, por una par­
en las garras de un impulso o una emoción avasallantes, te, la profunda convicción de que todo hecho que ocu­
en cuyo caso estamos impedidos de ver posibilidades rre debe explicarse a través de condiciones causalmente
alternativas. Pero ése es precisamente el contraste entre suficientes, y por otra, las experiencias que nos dan la
las acciones voluntarias libres, por un lado, y las accio­ convicción de la libertad humana, una convicción que
nes compulsivas, adictivas u obsesivas, por otro. en la práctica no podemos abandonar, por mucho que
Nuestra experiencia del intervalo es la base de la reneguemos de ella en la teoría.
convicción de que tenemos libre albedrío. Pero ¿por
qué debemos apreciar tanto esas experiencias? Después
de todo, tenemos muchas experiencias que sabemos n. ¿Es el compatibilismo una solución al

ilusorias. ¿Porqué no aceptar simplemente quelellibre problema del libre albedrío?

albedrío es una ilu?ión como lo es, por ejemplo, el color Creo que la mayoría de los filósofos aceptan hoy
a juicio de algunos filósofos? Nd se trata, empero, de de uno u otro modo la idea de que, si entendemos estas
una experiencia que podamos desestimar con ligereza nociones como corresponde, podremos ver que la tesis
adjudicándole ese carácter de mera ilusión. Cada vez del libre albedrío es en realidad compatible con la te­
que tomamos una decisión, debemos presuponer la li­ sis del determinismo. Tanto el determinismo como el
bertad. Por ejemplo, si estoy en un restaurante con un libre albedrío son verdaderos. Poco sorprenderá al lec­
menú en la mano y el camarero me pregunta qué voy tor saber que esta concepción se denomina "compati­
a pedir, no puedo decirle: "soy determinista, sencilla­ bilismo"; en su origen fue bautizada por Williamjames
mente esperaré hasta ver qué pasa", porque aun ese como "determinismo blando", para contrastarla con el
enunciado sólo es inteligible para mí como un ejercicio "determinismo duro", la tesis de que el libre albedrío
de mi libre albedrío. No puedo concebirlo como algo y el determinismo son incompatibles, porque este es
,Jlue simplemente me ocurrió, a la manera de un dolor verdadero y aquel, falso. De acuerdo con los compati­
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[27 6] [277]

bilistas, decir que una acción es libre no significa decir ¿Nos da el compatibilismo una verdadera solu­
que carece de condiciones antecedentes causalmente ción al problema del libre albedrío? Dije que, a mi en­
suficientes, sino que tiene algún tipo de condiciones tender, la mayoría de los filósofos estiman que sí. Y el
causales. Así, por ejemplo, si ahora decido levantar el compatibilismo tiene, por cierto, una larga y distingui­
brazo derecho y lo hago, en esas condiciones lo levanto da historia. En diferentes versiones adhirieron a él
en virtud de mi libre albedrío; yen términos más gran­ Thomas Hobbes, David Hume,John Stuart Mill y; en el
dilocuentes, si decido escribir la gran novela norteame­ siglo xx, A. J. Ayer y Charles Stevenson. La convicción
ricana o votar por el candidato republicano, se trata de que esta doctrina brinda una solución al problema
también de decisiones que torno y llevo a la práctica en del libre albedrío dependerá de nuestra visión de este.
función de mi libre albedrío. Ahora bien, los compati­ Si el problema se refiere al uso corriente de expresio­
bilistas sostienen, desde luego, que tienen causas corno nes corno "por mi libre voluntad)), parece claro que hay
todo lo demás, que están íntegramente determinadas una utilización en la que el hecho de decir que actué
desde el punto de vista causaL El quid, empero, es que por mi libre voluntad deja abierta la cuestión de si las
la determinación procede de mis convicciones, proce­ causas antecedentes fueron causalmente suficientes.
sos racionales y reflexiones internas. De modo que las Hay un uso de las palabras, en efecto, que es consistente
acciones libres no son acciones indeterminadas; están con el compatibilismo, pero no se trata del problema
tan determinadas corno cualquier otro hecho que ocu­ original del libre albedrío que nos preocupaba. Cuan­
rre en el mundo. Pero su libertad consiste en estar de­ do la gente marcha por las calles llevando carteles que
terminadas por cierto tipo de causas y no por otras. exigen "Libertad ya)), por lo común no piensa en la
Pongamos por caso: si decido levantar el brazo a fin de naturaleza de la causación; sólo quiere que el gobierno
dar un ejemplo filosófico, se trata de una acciónvolun­ la deje en paz o algo parecido. Y ése es, sin duda, un
taria libre. Pero si un hombre me pone un revólver en uso importante del concepto de libertad, pero no es el
la cabeza y me dice: "i Levante el brazo derecho! ", cuan­ concepto central para el problema del libre albedrío; no
do lo hago no actúo libremente. Actúo bajo amenaza, lo es, al menos, según mi interpretación de este. El pro­
fuerza o compulsión. "Libre", en resumen, no se con­ blema es el siguiente: ¿son todas nuestras decisiones y
trapone a "causado" sino a "forzado", "obligado", "bajo acciones precedidas por condiciones causalmente su­
coacción", etcétera. ficientes, condiciones que bastan para determinar la
parecer, según la visión compatibilista pode­ ocurrencia de dichas decisiones y acciones? ¿La secuen­
rnos repicar y estar en la procesión. Podernos decir: sí, cia del comportamiento racional humano y animal está
todas las acciones están determinadas, pero algunas son determinada corno lo está en su movimiento la caída
libres porque la determinación proviene de cierto tipo de la pluma sobre la mesa, por la fuerza de gravedad y
de procesos psicológicos internos, formas de raciona­ otras fuerzas que actúan sobre ella? El compatibilismo
lidad, deliberación, etcétera. no da respuesta a estas preguntas.

l
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducciÓTI

[278] [279]

El compatibilismo hace un planteamiento lógico que su comportamiento estaba determinado. En ese


sobre los conceptos de "libre" y "determinado" y señala, sentido, quieren afirmar que la responsabilidad moral
con acierto, que hay un uso de estos según el cual decir es compatible con el determinismo; y como al menos
que una acción es libre no significa, hasta aquí, formu­ en un sentido de "libre" parece haber una conexión
lar interrogante alguno acerca de si está determinada o entre esa responsabilidad y la libertad, habría que dedu­
no, en el sentido de la existencia de condiciones causa­ cir que debe haber un sentido de esa misma palabra
les previamente suficientes. Pero una vez aceptado ese compatible con el determinismo. Aunque interesantes,
planteamiento lógico, todavía queda abierta una cues­ estos temas no corresponden a mis inquietudes en el
tión empírica fáctica. ¿Es verdad que toda acción huma­ presente libro. Mi problema puede enunciarse con
na ocurrida en el pasado, que ocurre ahora o que ocurrirá independencia de todas esas disputas acerca del deter­
alguna vez fue, es y será causada por condiciones previa­ minismo y la responsabilidad moraL La cuestión, repi­
mente suficientes? ¿Son las causas de todas nuestras támoslo, es si para toda acción humana (incluido el
acciones condiciones causales suficientes? Admitiendo acto de decidir) que se haya realizado o se realizare al­
que nuestras acciones tienen causas y que algunas de guna vez, podría haber causas antecedentes suficientes
ellas, como las de características compulsivas, son cau­ para determinar esa acción y ninguna otra.
sadas por condiciones previamente suficientes, ¿las Así, queda una cuestión fáctica: ¿qué es verdad,
causas de cualquier acción bastan para determinar qu~ el determinismo o su negación (llamémosla "libertaria­
debe ocurrir esa acción y ninguna otra? El compatibilis­ nismo")? La cuestión tiene dos aspectos, uno psicoló­
mo no responde y ni siquiera aborda este problema del gico y otro neurobiológico. Considerémoslos en orden.
libre albedrío. La teoría supone simplemente que esta­
mos determinados. Pero la cuestión sigue abierta des­
111. ¿Es verdadero el determinismo

pués de aceptar,el planteamiento compatibilista sobre


psicológico?

ciertos usos lingúísticos. Adviértase que la cuestión del


libre albedrío, tal como la he enunciado, no se vale de El interrogante con respecto al determinismo psi­
manera esencial de nociones como "libertad", "por mi cológico es si nuestros estados psicológicos son causal­
propia libre voluntad", "voluntario", etc. Sólo se refie­ mente suficientes para determinar todas nuestras
re a condiciones causalmente suficientes. acciones voluntarias. ¿Son nuestros estados psicológi­
Creo que otro motivo por el cual muchos filósofos cos, en forma de creencias y deseos, esperanzas y temo­
aceptan el compatibilismo es que en realidad no están res, así como el conocimiento de nuestras obligaciones
muy interesados en el problema del libre albedrío tal y compromisos, etc., causalmente suficientes para deter­
como yo lo he definido. Se interesan en el problema de minar todas nuestras decisiones y acciones? Nótese que
la "responsabilidad moral". Se afanan en insistir en que la planteo como una cuestión empírica directamente
una persona como Hitler no escapa a la responsabilidad fáctica. Lo primero que debe advertirse es que nuestra
moral por sus acciones aun cuando podamos mostrar comprensión de esos conceptos se basa en el conoci­
}OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[280] [281]

miento de un contraste entre los casos en los cuales ciones tienen esas características? Bien, esta es una afir­
estamos auténticamente sometidos a compulsiones mación fáctica, que la reflexión filosófica no puede re­
psicológicas y los casos en que no sucede así. El droga­ solver. Sin embargo, parece muy improbable que todas
dicto, el alcohólico y otros compulsivos no tienen liber­ nuestras acciones se realicen según el modelo del dro­
tad psicológica. Dada la situación psicológica en que se gadicto o la persona que sale de un trance hipnótico.
encuentran, no son capaces de ayudarse a sí mismos. En este momento no estoy bajo hipnosis y, a decir ver­
La pregunta, entonces, es: ¿todas las causas psicológicas dad, nunca 10 estuve. Si ahora decido qué voy a comer
son así? ¿Mi decisión de votar por el candidato repu­ en el almuerzo o dónde pasaré la tarde, las causas psico­
blicano es exactamente igual a la conducta del droga­ lógicas actuantes en mí son muy diferentes de las cau­
dicto que toma heroína de manera compulsiva como sas psicológicas que intervienen en el adicto o el sujeto
resultado de su adicción? luego de la hipnosis. He expuesto esos dos casos, el hip­
Bien, argumentemos con el mayor rigor posible a notismo y la adicción, como si fueran iguales, pero en
favor de la tesis determinista. Hay muchos experimen­ realidad creo que exhiben importantes diferencias. El
tos para mostrar que a menudo nos encontramos en hombre hipnotizado actúa en el intervalo, pero no co­
una situación en la cual creemos comportarnos con noce todas sus motivaciones. Tiene una motivación
bertad desde un punto de vista psicológico, pero en rea­ preponderante que ignora por completo. De hecho, psi­
lidad nuestro comportamiento está determinado. Los cológicamente hablando lleva a cabo una acción libre,
más impresionantes tal vez sean los experimentos de pero su motivación preeminente es inconsciente. La
hipnosis. En un ejemplo característico (un caso rea)), libertad plena exige tener conocimiento de las propias
se pidió al sujeto que, una vez salido del trance hipnó­ motivaciones, cosa que no sucede con este agente. Hay
tico, al escuchar la palabra "Alemania" fuera hacia la aquí una diferencia con el adicto, que puede muy bien
ventana y la abriera. Tan pronto como escuchó esa pala~ saberse preso de una adicción, no obstante lo cual se
bra, el sujeto inventó un motivo de apariencia perfecta­ comporta de manera adictiva.
mente racional para abrir la ventana. Para justificar su Hay una multitud de experimentos, similares a los
acción, dijo algo así: "El ambiente está terriblemente de la hipnosis, en los cuales la gente vive una experien­
sofocante, necesitamos aire fresco. ¿No les molesta que cia del intervalo, pero tenemos motivos independientes
abra la ventana?" Para él, la acción era completamente para creer que no son libres. Muchos científicos esti­
libre. Pero tenemos buenas razones para suponer que man que esos experimentos dan crédito a la hipótesis
estaba determinada por causas desconocidas para el de que todas nuestras acciones están psicológicamente
sujeto. En este caso, entonces, el intervalo es una i1u~ determinadas l , Pero en mi opinión tienden a respaldar
sión. El sujeto creía de manera ilusoria llevar a cabo una la hipótesis contraria. Entendemos todos estos casos,
acción libre, pero en realidad su comportamiento estaba
totalmente determinado. Ahora, nuestra pregunta es la 1 D. N. Wegner, The Illusion oJ Conscious WiII, Cambridge, Mass.,
siguiente: ¿parece razonable suponer que todas las ac~ MIT Press, 2003.
~
1 }OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[282] (283]

de hipnosis, engaño, confabulación, etc., si los contras­ Ahora sostenemos que los estados conscientes no sue­
tamos con el caso convencional en el cual realizamos len bastar para determinar las decisiones y acciones.
una acción voluntaria libre. Los casos en que el inter­ Pero la cuestión sigue en pie: ¿es la neurobiología sufi­
valo es una ilusión son justamente casos que difieren ciente para determinarlas? Ocupémonos de este aspec­
en algunos aspectos importantes de los ejemplos clási­ to, que es a mi juicio el más serio del problema del libre
cos de acciones voluntarias. Creo entonces que no con­ albedrío.
firman por sí mismos el determinismo psicológico. Sin Nos acercamos ahora al meollo del asunto, y por
embargo, insistamos, el interrogante de si todas nues­ consiguiente es una buena idea recapítular para ver
tras acciones están o no psicológicamente determinadas hasta dónde hemos llegado. En este capítulo y los ante­
es una cuestión empírica fáctica, que la argumentación riores establecí, o al menos propuse argumentos para
filosófica no puede zanjar por sí sola. Lo que sostengo establecer las siguientes conclusiones:
en este momento es que las pruebas disponibles respal­
dan la idea de que tenemos libertad psicológica. Aun 1. El libertarianismo psicológico, tal como lo he
los casos en que esta falta se entienden en contraste con definido, es probablemente verdadero. La tesis
los casos en que está presente. dice que nuestros estados psicológicos, creencias,
deseos, esperanzas, temores, etc., no son en todos
los casos causalmente suficientes para determinar
IV. ¿Es verdadero el determinismo la acción ulterior. En lo que respecta al nivel psi­
neurobiológico? cológico, las acciones libres sin duda existen, aun­
A los efectos de seguir adelante con este capítulo, que no todas las acciones, desde luego, son libres
voy a aceptar la conclusión de que la libertad psicoló­ en ese plano. A veces, por ejemplo en los casos de
gica es reaL Las causas puramente psicológicas de nues­ compulsión, furia, deseo avasallante, etc., el agen­
tras acciones no suelen ser suficientes en términos te cae en las garras de condiciones psicológica­
causales para determinar estas últimas. Sin embargo, mente suficientes. Pero la presente discusión
esta constatación no resuelve un profundo interrogante: sostiene, entre otras cosas, que no todos los casos
¿qué pasa con la neurobiología subyacente? Podríamos son así. Lo cual es sólo otra manera de decir que

[ tener libre albedrío en el nivel psicológico, esto es: la


psicología no sería como tal suficiente para fijar nues­ 2.
el intervalo es psicológicamente real y no ilusorio.
En capítulos anteriores afirmé que todos nuestros
tras acciones. Pero la neurobiología subyacente, que estados psicológicos sin excepción están, en cual­
también determina esa psicología, podría ser causal­ quier instante dado, íntegramente determinados
mente suficiente para determinarlas. A lo largo de este por el estado del cerebro en ese momento. Así, por
libro hemos supuesto que en cualquier momento dado ejemplo, en este preciso momento todos mis esta­
el estado de conciencia de una persona es causalmente dos psicológicos, conscientes e inconscientes,
determinado en su totalidad por su neurobiología. están determinados por las actividades que se

._~,., ............ ,-,"--,~

JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introduccirm

[ 28 5J
[284]

desarrollan en el cerebro. Cualquier cambio en el determinismo fuera cierto? ¿Cómo contrastaría con un
estado psicológico exigiría un cambio en la acti­ mundo donde el libertarianismo fuera verdadero?
vidad cerebral. Este punto nos permitió resolver Construyamos un ejemplo que ilustre la diferencia.
el problema del epifenomenalismo. Nuestros esta­ Tomaremos un caso célebre, aunque mitológico. Zeus
dos conscientes son rasgos sistémicos o de nivel pidió a Paris, hijo del rey de Troya, que obsequiara una
superior del cerebro y, por consiguiente, no cons­ manzana de oro con la inscripción "a la más bella" a
tituyen dos conjuntos independientes de causas, una de estas tres diosas: Afrodita, Palas Atenea y Hera.
las psicológicas y las neurobiológicas. Lo psicoló­ En contra de un malentendido corriente representado
gico no es más que lo neurobiológico descrito en en muchas pinturas famosas, Paris no elegiría a la diosa
un nivel más elevado. de mejor apariencia sino a la que le ofreciera el soborno
más suculento. Palas Atenea le propuso hacerlo gober­
Pero si la libertad psicológica, la existencia del in­ nante de Europa y Asia. Hera se ofreció a permitirle
tervalo, marca una diferencia para el mundo, debe ma­ conducir a los troyanos a la victoria militar sobre los
nifestarse de una manera u otra en la neurobiología. griegos, y Afrodita se comprometió a entregarle la mu­
¿Cómo puede hacerlo? Ya hemos visto que la neurobio­ jer más hermosa del mundo. Todos sabemos que Paris
logía es en cualquier momento dado suficiente para eligió a Afrodita, con consecuencias que no puede sino
" fijar el estado total de la psicología en ese mismo ins­ calificarse de desastrosas.
tante, en virtud de una causación de abajo arriba. Así, Armemos ahora el caso. Supondremos que en el
la ausencia de condiciones causalmente suficientes en momento tI Paris se enfrenta a la elección. Supondre­
el nivel psicológico, la ausencia de condiciones sufi­ mos también que el estado total de su cerebro en el mo­
cientes en la causación psicológica que, por así decirlo, mento tI incluye un completo conocimiento de la
va de izquierda a derecha a través del tiempo, sólo signi­ elección, así como sus razones para tomar la decisión
ficará una diferencia real si se refleja de alguna manera que fuere. En el momento t2 , digamos diez segundos
en el nivel neurobiológico. Si la libertad es real, el inter­ después, el joven decide dar la manzana a Afrodita y su
valo debe descender hasta el nivel de la neurobiología. brazo se mueve con ese fin. Supongamos que en los
Pero ¿cómo podría hacerlo? En el cerebro no hay in­ diez segundos transcurridos entre tI y t 2 no entra en el
tervalos. cerebro de Paris absolutamente ningún estímulo exte­
rior. Podemos imaginar que cierra los ojos, no oye nada
y ningún estímulo externo vinculado a la decisión le
V. Construcción de un caso de prueba llega al cerebro. La cuestión del libre albedrío puede
, A fin de examinar esta cuestión, tendremos que enunciarse ahora con cierta precisión: si el estado to­
i tal de su cerebro en tI es causalmente suficiente para
construir un ejemplo en el que haya una clara diferen­

~LI.

cia fáctica entre una acción libre y una acción deter­ determinar el estado total de su cerebro en t 2, en tI su
minada. ¿Cómo sería exactamente el mundo si el decisión está completamente determinada. ¿Por qué?
La mente. Una breve introduccilin
]OHN R. SEARLE

[28 7]
[286]

Porque en t 2 Paris toma su decisión, y cuando libre albedrío si diseñáramos un programa con algunos
acetilcolina llega a las placas terminales axónicas de sus elementos aleatorios o impredecibles, pero aun así el
neuronas motrices, el brazo comienza a tenderse hacia conjunto del sistema seguiría siendo determinista.
Afrodita por una necesidad causal. Sí el estado total del
cerebro en tI es suficiente para fijar su estado total en Hipótesis 2: el indeterminismo y el cerebro cuántico
t 2 , en este caso y en todos aquellos que exhiban una La primera hipótesis es tranquilizante en este as­
similitud importante, ni Paris ni ninguno de nosotros pecto: el cerebro resulta ser una máquina como cual­
tiene libre albedrío. Si funciona de ese modo en el apa­ quier otra. Pero según la segunda hipótesis no está claro
rato, por decirlo así, el libre albedrío es una masiva ilu­ en modo alguno qué tipo de mecanismo deberá ser el
sión. Por el contrario, si el estado del cerebro en tI no cerebro a fin de que el sistema sea no determinista de
es causalmente suficiente para fijar su estado en t 2 , en­ la manera adecuada. Sin embargo, ¿cuál es exactamente
tonces, dados ciertos supuestos cruciales sobre el papel de la manera adecuada? Debemos suponer que la concien­
la conciencia, el libre albedrío es una realidad. cia desempeña un papel causal en la determinación de
Exploremos en orden cada una de las posibili­ nuestras decisiones y nuestras acciones libres, pero
dades. también que dicho papel causal no es determinista. Vale
decir, no es una cuestión de condiciones suficientes.
Hipótesis 1: el determinismo y el cerebro mecánico Ahora bien, la creación de la conciencia en cualquier
De acuerdo con la primera hipótesis debemos instancia dada tiene que ver con las condiciones sufi­
suponer que el cerebro es una máquina en el sentido cientes, por lo cual suponemos que los movimientos de
tradicional y anticuado de los motores de automóvil, izquierda a derecha de los procesos neurobiológicos a
los motores de vapor y los generadores eléctricos. Se lo largo del tiempo no son en sí mismos causalmente
trata de un sistema completamente determinista y cual­ suficientes. Esto es, ninguna etapa del proceso neuro­
quier apariencia de indeterminismo es una ilusión ba­ biológico basta por sí misma para determinar la etapa
sada en nuestra ignorancia, de modo que esta hipótesis siguiente a útulo de condiciones causalmente suficien­
se ajusta bien a lo que tendemos a creer de la naturaleza tes. Supongamos que la explicación de cada etapa por
y la biología en general. El cerebro es un órgano como las precedentes depende de que todo el sistema sea
cualquier otro y no tiene más libre albedrío que el co­ consciente y tenga el tipo peculiar de conciencia que
razón, el hígado o el pulgar izquierdo. Esto también se manifiesta un intervalo, es decir la conciencia volunta­
adecua a una concepción vigente en la ciencia cogni­ ria. ¿Cómo seria, empero, un sistema de esas caracte­
tiva, según la cual debemos imaginar el cerebro como rísticas? Suponemos que en el nivel más básico el
el hardware que implementa un programa informático cerebro es no determinista, a saber, que el intervalo que
digital y considerar que la mente no manifiesta más li­ es real en el nivel máximo desciende, por así decirlo,
bre albedrío que ese programa ejecutado en el hardware. hasta el nivel de las neuronas y los procesos subneuro­
Podríamos generar en la mente la ilusión de que tiene nales. ¿Hay algo en la naturaleza que sugiera siquiera
La mente. Una breve intToducciún
JOHN R. SEARLE

[288J [28 9J

la posibilidad de un sistema no determinista de ese fenómenos conscientes en el macro nivel no implica que
tipO? La única parte de la naturaleza de la que en nues­ estos sean aleatorios. Suponer lo contrario es incurrir
tros días, mientras escribo estas líneas, podemos afirmar en la falacia de la composición.
con certeza que tiene un componente no determinista No obstante, decir que el libre albedrío es al me­
es la mecánica cuántica. Sin embargo, es un poco enga­ nos posible si hay una explicación de la conciencia en
ñoso considerarla una parte, porque se trata del nivel términos de la mecánica cuántica no significa afirmar
más fundamental de la física, el nivel más básico de las que ése es su funcionamiento real y ni siquiera su fun­
partículas físicas. En el nivel cuántico, el estado del sis­ cionamiento probable. Implica exclusivamente que,
tema en tI sólo es causalmente responsable de ese hasta donde sabemos, el único elemento no determi­
mismo estado en t 2 de una manera estadística y no de­ nista establecido en la naturaleza es el nivel cuántico,
terminista. Las predicciones hechas en el nivel cuántico y si debemos suponer que la conciencia es no determi­
son estadísticas porque hay un elemento aleatorio. nista y el intervalo no sólo tiene realidad psicológica
En el pasado siempre me pareció que la introduc­ sino también neurobiológica, entonces, dada la situa­
l' ción de la mecánica cuántica en la discusión sobre el ción actual de la física y la neurobiología, es preciso
libre albedrío era totalmente irrelevante, por la siguien­ suponer que en la explicación de la conciencia hay un
II te razón: el libre albedrío no es equivalente al azar. La componente de la mecánica cuántica. No veo manera
mecánica cuántica nos da azar, pero no libertad. Ese ar­ alguna de evitar esta conclusión.
gumento me parecía convincente, pero ahora creo que Claro está, la hipótesis 2, según la cual la indeter­
cae en la falacia de la composición. (La falacia consis­ minación aleatoria en el nivel cuántico conduce a una
tente en tomar propiedades de las partes de un sistema indeterminación de tipo no aleatorio en el nivel inten­
para atribuirlas a la totalidad de este.) Si suponemos cional consciente, parece muy improbable y muy poco
que la creación de la conciencia por el cerebro es un convincente. Si se nos da a elegir entre la primera y la
resultado de procesos que, en algún nivel, son fenóme­ segunda hipótesis, pero también si se tiene en cuenta
nos cuánticos, y suponemos además que el proceso de todo lo que sabemos de la naturaleza, la primera pare­
deliberación consciente hereda la ausencia de suficien­ ce mucho más plausible.
cia causal del nivel cuántico, no se sigue de ello, empe­ Ocupémonos ahora, entonces, de examinar las
ro, que hereda el azar. Acaso sea posible que la función ventajas y desventajas de ambas. La primera parece
evolutiva de la conciencia consista al menos en parte mucho más convincente y, en rigor, se ajusta a las des­
en organizar el cerebro de tal manera que la toma de cripciones del cerebro presentadas en los manuales clá­
decisiones conscientes pueda producirse en ausencia de sicos de neurobiología. El cerebro es un órgano como
condiciones causalmente suficientes, aun cuando el cualquier otro. Está compuesto de células, y los proce­
efecto de la racionalidad consciente radica justamente sos mediante los cuales estas se relacionan entre sí son
en evitar las decisiones aleatorias. En pocas palabras, tan deterministas como cualquier otro proceso celular,
I
aun cuando, por supuesto, el cerebro tiene un tipo pe­

'
la aleatoriedad de los micro procesos que causan los
....
"

!
¡íl
I

i
"

JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
{290 ] [29 1 ]

culiar de célula, la neurona, y en su interior hay rela­ en la evolución? Este me parece el único argumento
ciones peculiares entre ellas. Las neuronas se comuni­ sólido que puedo presentar contra la primera hipótesis.
can a través de un notable proceso denominado Esta se contrapone a lo que sabemos de la evolución.
potencial de acción, producido en las sinapsis. ¿Puede Es bastante fácil presentar argumentos contra la
decirse algo contra la primera hipótesis? El único ar­ segunda. De hecho, esta hipótesis parece tan extraña a
gumento que se me ocurre en su desmedro no es que primera vista que resulta de inmediato poco convincen­
se contrapone a nuestras experiencias de libertad (des­ te. Niega que el cerebro sea un órgano como cualquier
pués de todo, tenemos toda clase de experiencias ilu­ otro y atribuye un papel especial a la toma de decisiones
sorias), sino que muestra la experiencia del intervalo libres y conscientes. Ahora bien, hemos visto que no
como si se tratara de una casualidad evolutiva, una es­ hay dualismo alguno en el hecho de que la conciencia
pecie de fenotipo evolutivo sin significado. La existen­ pueda desempeñar un papel causal en la determinación
cia del intervalo no es un rasgo fenotípico menor, como de nuestro comportamiento. No estamos obligados a
la existencia del apéndice. Que tengamos esas masivas adoptar ni el dualismo ni el epifenomenalismo, pero de
experiencias de libertad y que estas carezcan de un todas maneras, aun cuando evitemos ambos errores,
valor biológico concreto parece un resultado absurdo seguimos frente a una descripción muy extraña de la
desde el punto de vista de la evolución. El intervalo conciencia. En la introducción de este libro dije que
implica una gran inversión biológica de organismos haría tanto hincapié en las zonas de la ignorancia hu­
como los seres humanos y los animales superiores. Una mana como en las zonas de entendimiento. Este caso
gran parte de la economía biológica del organismo está me parece un sólido ejemplo de ignorancia. En reali­
dedicada a la toma de decisiones racionales y conscien­ dad no sabemos cómo existe el libre albedrío en el ce­
tes. En el caso de los humanos esto tiene un aspecto rebro, si es que existe. No sabemos por qué o cómo la
tanto diacrónico como sincrónico de enorme magnitud. evolución nos ha dado la inconmovible convicción del
A lo largo de los años empleamos una vasta cantidad libre albedrío. Y no sabemos, en síntesis, cómo puede
de tiempo, esfuerzo, dinero, etc., en prepararnos para llegar a funcionar. Pero sí sabemos que la convicción
tomar las mejores decisiones, y capacitamos a ~uestros de nuestra libertad es inexorable. Si no la supusiéramos
hijos con ese mismo fin. Pero si todos los detalles de seríamos incapaces de actuar.
nuestras presuntas decisiones libres ya están escritos en
el libro de la historia en el momento del big bang, si
todo lo que hacemos está enteramente determinado por VI. Conclusión
fuerzas causales que actúan sobre nosotros, si la expe­ El problema del libre albedrío nos va acompañar
riencia de la toma de decisiones libres y racionales es durante mucho tiempo. Los diversos esfuerzos para
en todos los aspectos una ilusión, ¿por qué es una parte eludirlo, como el compatíbilismo, no hacen sino permi­
tan ubicua de nuestra historia vital biológica? ¿Y por tirle reaparecer en otra forma. Aun después de haber
qué es tan diferente de todo lo demás que conocemos resuelto las cuestiones más fundamentales abordadas

l
JOHN R. SEARLE

[292]

en este libro, interrogantes como cuál es la naturaleza

de la mente, cómo se relaciona esta con el resto del

mundo, cómo puede existir la causación mental y cómo

puede nuestra mente tener intencionalidad, todavía

sigue en pie la cuestión de si efectivamente tenemos

libertad o no.

CAPÍTULO
9

,
[295]

EL INCONSCIENTE Y LA EXPLICACIÓN

DEL COMPORTAMIENTO

Uno de mis principales objetivos en este libro es expli­


car cómo encajan los fenómenos mentales -conciencia,
intencionalidad, causalidad y todos los otros rasgos de
nuestra vida mental- en el resto del universo. Por ejem­
plo, ¿cómo existe la conciencia en un universo entera­
mente consistente de partículas físicas en campos de
fuerza? ¿Cómo pueden los estados mentales funcionar
de manera causal en ese universo? Hasta aquí, la mayor
parte de nuestra investigación se ocupó de los fenóme­
nos mentales conscientes. En este capítulo comenzare­
mos un serio examen de la naturaleza y el modo de
existencia de los estados mentales inconscientes.

1. Cuatro tipos de inconsciente


Comencemos haciendo una pregunta ingenua:
¿los estados mentales inconscientes tienen existencia
real? ¿Cómo puede haber un estado que es literalmente
mental y al mismo tiempo inconsciente por completo?
Los estados de esas características carecerían de cualita­
tividad y subjetividad y no formarían parte del campo
unificado de la conciencia. Entonces, ¿en qué sentido,
si lo hay, serían estados mentales? Y si cosas semejantes
tienen existencia efectiva, ¿cómo pueden funcionar en
términos causales como estados mentales y ser a la vez
inconscientes? Nos hemos acostumbrado tanto a hablar
del inconsciente, estamos tan cómodos con la idea de
que además de los estados mentales conscientes hay
estados mentales inconscientes, que hemos olvidado el
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[296] [297]

carácter enigmático que, en realidad, tiene la noción de podemos prescindir de la noción de inconsciente, por
inconsciente. Para Descartes, la pregunta: ¿existen los cual mejor será tratar de explicarla.
estados mentales inconscientes?, tiene una respuesta . Mi estrategia en este capítulo, como en los ante­
obvia. La idea de un estado mental inconsciente es una riores, consistirá en comenzar con casos simples y no
contradicción en sí misma. Descartes define la ment~ problemáticos para apoyar luego sobre ellos los casos
como res cogitans (cosa pensante) y "pensamiento" sólo más difíciles y desconcertantes. Empecemos con algu­
es para él otro nombre de la conciencia. La idea de un nos casos no problemáticos de atribución de estados
estado mental inconsciente sería, por lo tanto, la idea mentales a personas, en los que esa atribución no es en
de una conciencia inconsciente, una lisa y llana contra­ el acto un estado consciente. Para tomar un ejemplo
dicción en los términos. Durante mucho tiempo, la idea obvio, de mí puede decirse sin lugar a dudas, aunque
cartesiana de la conexión necesaria entre lo mental y esté profundamente dormido, que creo que George
la conciencia gozó de suma influencia. El concepto y Washington fue el primer presidente de Estados Uni­
la importancia de los estados mentales inconscientes dos. Ahora bien, ¿qué hecho corresponde a esta aser­
recién comenzaron a ser de aceptación general en el ción? ¿Qué hecho tocante a mí permite decir verazmente
siglo pasado. Suele darse a Freud la mayor parte del que tengo esa creencia hasta cuando no estoy conscien­
crédito por esa aceptación, pero sus ideas tienen indu­ te? Adviértase, por otra parte, que podemos atribuir la
dables precursores en Nietzsche y algunas figuras lite­ creencia de que George Washington fue el primer pre­
rarias, entre las cuales Dostoievski es quizá la de mayor sidente de Estados Unidos incluso a una persona que
trascendencia. está despierta por completo y piensa en algo totalmente
Entonces, ¿qué es exactamente un estado mental distinto. Insistamos, entonces: ¿qué hecho corresponde
inconsciente? ¿Qué son, por ejemplo, una creencia o a esas afirmaciones? Nótese que ninguna de ellas es una
un deseo inconscientes? Creo que mucha gente, inclu­ atribución enigmática y controvertida de inconsciencia.
yendo a algunos autores sumamente sofisticados como El propio Descartes habría aceptado la verdad de am­
el propio Freud, se forjó la siguiente imagen, bastante bas. En los dos casos el hecho correspondiente a las afir­
simplista. Un estado mental inconsciente es exactamen­ maciones es que en el hombre hay una estructura capaz
te igual a un estado mental consciente menos la con­ de producir el estado en una forma consciente. Si cuan­
ciencia. El inconveniente de esta imagen es que cuesta do está despierto le preguntamos, por ejemplo, quién
mucho atribuirle algún sentido. Para verlo, el lector fue el primer presidente de Estados Unidos, es capaz de
puede hacer esta prueba: piense de manera consciente dar la respuesta correcta porque está en condiciones de
"George Washington fue el primer presidente de Esta­ producir el pensamiento consciente en cuestión. Debe
dos Unidos". Ahora, haga exactamente lo mismo, pero advertirse que en este caso hemos identificado una es­
de manera inconsciente. Reste la conciencia. No tengo tructura no en virtud de sus rasgos estructurales intrín­
idea de cómo sería hacerlo o cuál es el presunto signi­ secos sino de lo que ella es capaz de causar. Este tipo
ficado de la instrucción. No obstante, parece que no de atribución es muy común en toda clase de casos no
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[298J [299]

problemáticos de la vida real. De una sustancia conte­ blemáticos y gran parte de la obra clínica de Freud es
nida en una botella decimos que es un limpiador, a mi juicio científicamente inadecuada. Tomemos, no
o veneno sin examinar con mayor profundidad su obstante, algunos casos en los que existen en realidad
tructura química. Simplemente la identificamos por lo pocas dudas acerca de la exactitud científica de la des­
que hace, no por la estructura que le permite hacerlo; cripción. En el capítulo anterior consideramos un ejem­
y ahora sugiero que cuando decimos que el hombre plo de hipnosis en el cual el agente actuaba claramente
tiene la creencia inconsciente de que George impulsado por un motivo desconocido para él y que
ton fue el primer presidente de Estados Unidos, presuntamente habría negado de pedírsele una explica­
tificamos una estructura en él, no en virtud de sus ción. En ese caso el hombre tenía el deseo de obedecer
rasgos neurobiológicos intrínsecos, sino a través de la siguiente orden: "Abra la ventana cuando escuche la
que ella hace, a través del estado consciente que es palabra 'Alemania''', aun cuando desconocía que se le
paz de causar. hubiese impartido dicha orden e ignoraba también todo
En estos casos hemos identificado un tipo de deseo de cumplirla. De conformidad con Freud, desig­
tado mental inconsciente, un tipo no problemático que naremos los ejemplos de este segundo tipo como casos
Freud describió como "preconsciente". de estados mentales inconscientes reprimidos.
Un segundo tipo de estado mental inconsciente es Un tercer tipo de estado mental también es objeto
más problemático. A menudo sucede que un agente tie" " de un análisis muy frecuente en la literatura dedicada
ne estados mentales que actúan de manera causal en a la ciencia cognitiva. Se trata de casos en los cuales el
comportamiento, pero él ignora por completo su fun­ agente no sólo no puede llevar el estado mental a la
cionamiento e incluso puede negarlo sinceramenté~ conciencia en los hechos, sino que ni siquiera podría
Algunos de estos casos pertenecen al tipo que Freud'· hacerlo en principio, porque no es la clase de cosa sus­
describió como represión. En términos más generales, ceptible de constituir el contenido de un estado in­
sin embargo, podemos caracterizarlos, también por me" tencional consciente. Así, por ejemplo, en la ciencia
dio del vocabulario freudiano, como inconsciente diná.. cognitiva suele decirse que un niño aprende un lengua­
mico. Se trata de casos en los que el estado mental' je a través de la aplicación "inconsciente" de muchas
inconsciente, a pesar de serlo, funciona causalmente. reglas de cómputo de una gramática universal, o es
Un ejemplo de estilo freudiano es el caso de Dora, que capaz de percepción visual gracias a que lleva a cabo
contrae una tos debido a su deseo sexual inconsciente operaciones de cálculo "inconscientes" relacionadas
por Herr K1. Los ejemplos freudianos suelen ser pro­ con el estímulo entrante a sus retinas. En ambos casos,
tanto en la adquisición del lenguaje como en la forma­
ción de percepciones, las reglas de cómputo distan de
1 S. Freud, Fragment ofan Analysis of a Case ofHysteria, en Collected
Papers, voL 3, Nueva York, Basic Books, 1959, pp. 13-146, sobre todo caso de histeria, en Obras completas, vol. 7, Buenos Aires, Amorrortu
p. 49 Y siguientes [traducción espafiola: Fragmento de análisis de un editores, 1978J.
f,
La mente. Una breve introducción
JOHN R. SEARLE

[3 00] [3°1]

ser el tipo de cosas susceptibles de pensarse conscien­ no mental, como lo hace el estómago cuando digiero
temente. En última instancia, se reducen en su totalidad comida.
a secuencias masivas de ceros y unos, y cualesquiera Para resumir, entonces, hemos identificado cuatro
sean las cosas que el niño puede hacer cuando piensa, tipos de fenómenos inconscientes: el preconsciente, el
es incapaz de pensar con ceros y unos; en rigor, estos inconsciente reprimido, el inconsciente profundo y el
sólo son una manera de hablar. Los ceros y unos existen no consciente. A mi entender, el primero y el cuarto no
en la mente del observador y constituyen un modo de plantean problemas. ¿Qué pasa con el segundo y el ter­
descripción de lo que sucede de forma inconsciente en cero? En las siguientes secciones argumentaré que los
la mente del niño. Demos a estos casos, en los que el casos de represión deben entenderse según el modelo
agente opera con reglas que no sólo son inconscientes del primero, el preconsciente; por su parte, los casos
de hecho, sino que jamás podrían ser conscientes, el inconscientes profundos, del segundo tipo, se entien­
nombre de "inconsciente profundo". den de acuerdo con el modelo del cuarto, los casos no
AdemáS de estos tres tipos, hay una cuarta forma conscientes.
de fenómeno neurobiológico que no es consciente. En
el cerebro suceden toda clase de tosas, muchas de las
cuales tienen un papel crucial en el control de nuestra
n. El principio de conexión
vida mental pero no son en modo alguno casos de fenó­ Me ocupo ahora de los casos de represión. Nues­
menos mentales. Así, por ejemplo, la secreción de tra pregunta es esta: ¿cómo puede un estado mental
serotonina en la hendidura sináptica no es, sin lugar a reprimido existir y actuar como estado mental cuando
dudas, un fenómeno mental. La serotonina tiene una es completamente inconsciente? Bien, ya vimos la res­
participación importante en varios tipos de fenómenos puesta en el caso del preconsciente. Adjudicar un es­
mentales, y algunas drogas de renombre, como el Pro­ tado mental a una persona en un momento en que el
zac, se utilizan específicamente para inducir su secre­ estado es inconsciente es atribuirle una estructura
ción, pero su comportamiento no tiene como tal una -cuyos detalles pueden ser totalmente desconocidos­
realidad mental. Caractericemos como "no conscien­ que es capaz de producir ese estado en forma conscien­
tes" este tipo de casos. Hay otros ejemplos de fenóme­ te. No es difícil, en realidad, decir que tal o cual persona
nos no conscientes que son más problemáticos. dormida cree que George Washington fue el primer
Cuando estoy totalmente inconsciente, la médula sigue presidente, y tampoco lo es atribuir toda clase de creen­
controlando mi respiración. Por eso no me muero en cias a un individuo consciente, aun cuando este no
esa situación o cuando estoy profundamente dormido. piense en ellas en el momento de la atribución. Ahora
Pero no hay realidad mental de los sucesos de la médula bien, me parece que este método funciona tambien para
que me permiten respirar incluso cuando estoy incons­ la segunda clase de casos, los de represión. Si digo que
ciente. No sigo inconscientemente la regla "siga respi­ Sam actúa motivado por una hostilidad reprimida ha­
rando"; antes bien, la médula funciona de una manera cia su hermano o que Wolfgang actúa impulsado por
I

L
J
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[3°2) [3°31

el deseo inconsciente de cumplir la orden que se le ha ruaba causalmente en mí con el fin de impedir todo

dado durante la hipnosis, en ambos casos les atribuyo estímulo doloroso? Me parece que los hechos son los

una estructura neurobiológica capaz de causar un es­ mismos en uno y otro caso. Por lo común no hablamos

tado mental en forma consciente. de dolores inconscientes, pero podríamos referimos sin

Pero con ello nos vemos ante lo que parece ser el dificultades a ellos y casos como el descrito nos darían

problema más arduo. ¿Cómo pueden esos estados in­ un motivo para hacerlo. Nótese que en este caso la neu­

conscientes, cuando lo son, causar un comportamiento robiología es capaz de causar el dolor en forma cons­

humano concreto? ¿Cómo explicamos el "inconscien­ ciente, si bien durante un sueño profundo no siento

te dinámico"? A mi entender, cuando atribuimos esos conscientemente ningún dolor. Sin embargo, y aquí lle­

estados mentales inconscientes a un agente, le atribui­ gamos al punto crucial para esta parte del análisis, la

mos rasgos neurobiológicos capaces de causar concien­ neurobiología que es capaz de causar el dolor en forma

cia. No sólo son capaces de causar estados conscientes consciente también es capaz de causar el comporta­

sino un comportamiento consciente e incluso incons­ miento apropiado para evitarlo, incluso cuando no lo

ciente. La cuestión, empero, es cómo puede el estado siento. Ahora bien, esto es justamente lo que necesito

funcionar causalmente como estado mental en un mo­ para describir los casos del inconsciente dinámico re­

mento en que sólo hay una estructura neurobiológica primido. Cuando este está en actividad, el agente no es

inconsciente. Como hemos hecho antes con otras cues­ consciente de ninguna motivación. No obstante, hay

tiones difíciles, la manera de responder a esta consiste una estructura neurobiológica capaz a la vez de causar

en ocuparse ante todo de los casos simples y más evi­ la aparición de la motivación como parte de los pensa­

dentes. mientos conscientes del agente y de causar el compor­

Una vez me fracturé la muñeca. Durante el día la tamiento adecuado a ella. La única diferencia entre este

lesión me causaba bastante dolor, y este aumentaba si caso y el ejemplo del dolor es que el agente quizá ten­

yo no tenía cuidado al mover el brazo. En el sueño noté ga razones adicionales para no querer reconocer la mo­
algo interesante. Solía dormir completa y profunda­ tivación. Pero -y esta es la respuesta que propongo a
mente, de manera que no sentía dolor alguno; no obs­ la cuestión- el modo de existencia, la ontología de la
tante lo cual los movimientos de mi cuerpo durante la motivación inconsciente, cuando es inconsciente, es la
noche procuraban proteger la lesión. ¿Cómo describi­ de una estructura neurobiológica capaz de causarla en
ríamos ese caso? ¿Debemos decir que al dormir yo tenía forma consciente, así como de causar el comportamien­
un dolor inconsciente y este me llevaba a comportarme to apropiado para ella. Por eso, de paso, los freudianos
de manera tal de no agravarlo? ¿O será preciso decir, ponían tanto afán en llevar lo inconsciente a la concien­
al contrario, que mientras estaba profundamente dor­ cia. Mientras lo inconsciente persista en ese estado, no
i

~
:t.i
mido no tenía ningún dolor y el aparato neurobiológico está bajo nuestro control. No podemos reflexionar so­
., subyacente capaz de causarlo en forma consciente ac­ bre él, ni juzgarlo, ni evaluarlo, ni someterlo a la racio­
...
j'
La mente. Una breve introducciÚfl
JOHN R. SEARLE

[3°51
[3°41

nalidad, como sí podemos hacer de ordinario con las Mi tesis es que sólo entendemos un estado mental in­
motivaciones existentes como parte de nuestros proce­ consciente como un estado que, aunque no consciente
sos de pensamiento racional consciente en el intervalo. de inmediato, es capaz de llegar a serlo; y cuando lo
Hasta aquí, entonces, he señalado en este capítulo atribuimos a un agente, describimos un mecanismo
que hay casos absolutamente no problemáticos del in­ cerebral, no en términos de sus propiedades biológicas
consciente, los casos que denominamos preconscien­ neurales, sino de su capacidad de causar estados y con­
tes. Aun alguien como Descartes podría aceptarlos. ductas conscientes. Doy a esta concepción el nombre
Pero también he sostenido, de manera más polémica, de "principio de conexión", porque afirma que nuestra
que dichos casos proporcionan el modelo adecuado noción del inconsciente está lógicamente conectada
para considerar los ejemplos de represión, cuando el con el concepto de conciencia. Un estado mental in­
"inconsciente dinámico" está en funcionamiento. Su­ consciente debe ser el tipo de cosa que eventualmente
2
giero que el mismo tipo de procesos neurobiológicos' podría ser un estado mental consciente .
pueden causar también el comportamiento pertinente ¿Cuál es el argumento en apoyo de esta conclu­
para ese estado consciente. De modo que hemos asimi..: sión de apariencia pasmosa? En nuestra explicación de
lado los primeros dos tipos de casos de inconsciencia la intencionalidad (capítulo 6) vimos que todos los fe­
a lo que ya sabemos sobre el cerebro y su funcionamien­ nómenos intencionales tienen formas aspectuales. Pero
to, así como a lo que conocemos de nuestra vida mental en el caso del inconsciente profundo no hay nada de
consciente. En lo relacionado con la noción de incons­ eso. No existe forma alguna de los estados intencionales
ciente se disipan todos los misterios metafísicos, al que determine un contenido intencional en detrimento
menos para esta clase de casos. de otro. El argumento que planteo aquí es que debemos
Pero dediquémonos ahora a nuestro tercer tipo de asimilar el tercer tipo de inconsciente, el inconsciente
casos, los correspondientes al inconsciente profundo. profundo, al cuarto, el no consciente, porque los casos
La tesis respectiva puede enunciarse con toda sencillez: de inconsciente profundo no tienen la característica
esos casos no existen. No hay nada que pueda caracteri­ esencial de los fenómenos intencionales, la forma

zarse como un estado mental inconsciente profundo. aspectual del estado intencional que le permite actuar

Hay procesos neurobiológicos no conscientes que po­ en la causalidad mental y por lo tanto justificar las for­

demos describir como si fueran intencionales, y hay mas mentalistas de explicación causal. No hay estados

procesos neurobiológicos susceptibles de producir esta­ mentales inconscientes profundos. Antes bien, hay ras­

dos en forma consciente; pero cuando el estado mental . gos neurobiológicos que se comportan como si tuvie­

no es siquiera el tipo de cosa que podría llegar a conver­ ran intencionalidad.

tirse en contenido de un estado consciente, no se trata ¿Qué hay de malo en limitarse a decir que los pro­

de un auténtico estado mental. Hemos analizado estoS cesos desplegados en el cerebro son estados intencio­
casos como si la neurobiología fuese intencional, como
si fuera mental, como si siguiera reglas, pero no es así. 2 J. R. Searle, The Rediscovery of the Mind, op. cit.
JOHN R. SEARLE La mente. Untl breve introduccirm

[3 06] [3°7]

nales inconscientes que aparecen en el acto como tales? por ejemplo, como diferencias de estructura neuronaL
¿Por qué tenemos que pasar por un elaborado análisis Por lo tanto, podemos asignar un sentido legítimo a la
disposicional consistente en señalar que la atribución noción de inconsciente, con la condición de describir­
de intencionalidad inconsciente es como la descripción lo en términos de las capacidades causales del cerebro
de algo en cuanto veneno o lejía? La respuesta es que. de generar conciencia.
como tal, la neurobiología no tiene una forma aspec­ Pero esto tiene una interesante consecuencia. Sig­
tuaL Podremos entenderlo si consideramos algunos nifica que no tenemos noción del inconsciente salvo en
ejemplos. Imaginemos a un hombre que quiere tomar . términos de lo consciente. Algo que no es siquiera el
agua. Ahora bien, quizá sienta deseos de agua pero no tipo de cosa que podría llevarse a la conciencia no pue­
de H 20 , simplemente porque no sabe que aquella es H 20. de ser un estado intencional, porque no puede tener
No obstante, el comportamiento externo será exacta­ forma aspectuaL Por esa razón, no hay estados mentales
mente el mismo en ambos casos: el del deseo de agua inconscientes profundos. Hay estructuras neurobioló­
y el del deseo de H 20. En uno y otro nuestro individuo gicas capaces de causar estados conscientes y compor­
procurará beber la misma clase de sustancia. Los de­ tamientos apropiados a esos estados mentales -y estos
seos, empero, son diferentes. ¿Cómo debe aprehen­ abarcan tanto los estados inconscientes reprimidos
derse la diferencia en el nivel de la neurofisiología? como los estados preconscientes- y hay estructuras
Descrita en términos de fuerza sináptica y potenciales neurobiológicas capaces de causar comportamientos
de acción, la neurofisiología no sabe nada de formas que se manifiestan como si fueran intencionalmente
aspectuales. Sin embargo, insistimos en decir que el motivados, pero en los cuales el tipo de motivación no
hombre que tiene un deseo inconsciente de agua se puede ser un contenido intencional consciente y, por
encuentra en un estado intencional diferente del hom­ ende, no tiene realidad psicológica.
bre que tiene un deseo inconsciente de H 20, aun cuan­ He dado un análisis disposicional de los estados
do la manifestación de ese deseo en la forma de un mentales inconscientes. Un estado mental inconsciente,
comportamiento sea exactamente la misma en los dos cuando lo es, consiste en la capacidad del cerebro de
casos. La respuesta que propongo, y en rigor la única producirlo en una forma consciente, y de producir asi­
que me parece podría tener algún sentido, es que des­ mismo el comportamiento apropiado para éL Pero este
cribimos la estructura neurobiológica desde el punto de resultado tiene una consecuencia inesperada para nues­
vista de su capacidad de causar pensamientos y conduc­ tro anterior análisis de la intencionalidad. He distingui­
tas conscientes. En el caso de la persona que no sabe do entre la red de estados intencionales y el contexto
que el agua es HP, la neurobiología correspondiente al de capacidades que permiten el funcionamiento de es­
deseo "quiero agua" es diferente de la neurobiología co­ tos. Sin embargo, ¿cuáles son los elementos de la red
rrespondiente al deseo "quiero H 20". De todas maneras, cuando son inconscientes? ¿Cuál es, por ejemplo, el
en el nivel neurobiológico, estas diferentes formas estatus de mi creencia de que George Washington fue
aspectuales no existen como formas aspectuales sino, el primer presidente cuando estoy profundamente dor­
)OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[3°8] [3°9]

mido? Según el análisis disposicional que acabo cimos que las personas tienen motivaciones incons­
exponer, consiste en una capacidad cerebraL Pero si cientes radica en que no hemos encontrado otro modo
así, el contexto también está compuesto por de explicar algunas formas de su comportamiento. A
des semejantes. Resulta entonces que la red de inten:..S diferencia de la "postulación" de los pies, o de las creen­
cionalidad, cuando es inconsciente, es una subclase cias y los deseos, la postulación de los estados mentales
las capacidades contextuales: la capacidad especial inconscientes se hace efectivamente con una finalidad
producir ciertas formas de pensamientos y "1"\""""'''''''''''.'' externa: la explicación del comportamiento humano.
mientos conscientes. Por eso tropezamos con un problema especial con res­
pecto a la ontología del inconsciente, y por eso vale la
pena hacer el esfuerzo de alcanzar una descripción de
111. Razones inconscientes para la acción este que sea compatible con nuestra concepción global
El tópico del inconsciente difiere de la mayoría de del mundo físico y el papel de lo mental en éL
los demás temas ya discutidos en este libro en cuanto Pero si necesitamos la noción de estados mentales
no se lo experimenta de inmediato; se trata, en cambio, inconscientes para explicar el comportamiento huma­
de algo que hemos considerado necesario postular con no, nos hace falta una concepción previa de este y su
algún otro fin. ¿Por qué es tan importante para explicación antes de saber cómo aplicar el concepto de
tros? ¿Por qué nos interesa proponer una inconsciente. He propuesto, al menos de manera preli­
del inconsciente, cuando por definición este ni siquie­ minar, una descripción de la estructura de la acción
ra puede experimentarse? humana en el capítulo 6, "La intencionalidad". Ese
La respuesta es que el inconsciente ha llegado capítulo tiene ciertas implicaciones para la explicación
ocupar un lugar dé gran magnitud en nuestra explic.. de las acciones humanas, algunas de las cuales quiero
ción del comportamiento humano. Si lo postulamos es presentar ahora.
porque queremos explicar nuestro comportamiento. He . El concepto clave para la explicación de una ac­
escuchado a algunos filósofos afirmar que la razón por ción humana es el de razón. En nuestro análisis de la
la cual decimos que la gente tiene creencias y deseos es causalidad mental vimos que el contenido de la expli­
que de esa manera podemos explicar su conducta. Para cación debe concordar con el contenido presente en la
ser sincero, me parece que decir eso es tan poco inteli­ mente del agente cuyo comportamiento se explica. Este
gente como sostener que la razón por la cual decimos es un punto de asombrosa importancia para disciplinas
que la gente tiene pies es que de esa manera podemos como la historia y las ciencias sociales, pero está disfra­
explicar su comportamiento de marcha. No, si decimos zado por la enorme complejidad de las explicaciones
que tienen pies es porque los tienen, y si decimos que concretas. Decimos entonces, por ejemplo, que el alza
tienen creencias y deseos también es porque los tienen. de las tasas de interés norteamericanas causó un alza del
Pero la postulación del inconsciente es realmente parte valor del dólar. y en la superficie el fenómeno parece
de una necesidad explicativa. La razón por la cual de- muy simple: algo así como decir que el ascenso de la
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
[3 10]
[JI 1]

temperatura causó un aumento de la presión. Pero en las como tales deben ser parte de una razón total. El
realidad, la explicación en términos de tasas de interés punto clave para el examen del inconsciente es este.
es inmensamente complicada. Para presentarla de ma­ Hay algunas formas de comportamiento humano que
nera exhaustiva, deberíamos explicar que la percepción sólo tienen sentido si postulamos una razón para la
de tasas de interés más elevadas en Estados Unidos acción de la cual el agente mismo es inconsciente.
impulsa a los inversores a desear invertir en valores Una subcategoría especial de las razones para la
norteamericanos con el fin de obtener mayores ganan­ acción son las reglas que gobiernan el comportamiento
cias gracias a ellas, y que ese deseo, a su vez, genera la humano, y una forma especial de causalidad intencio­
ambición de comprar más dólares para financiar las nal se da en el comportamiento gobernado por reglas.
inversiones. Así pues, cuando digo que el contenido El agente hace lo que hace, al menos en parte, porque
intencional de la explicación debe concordar con el sigue una regla. Pero ¿qué significa seguir una regla?
contenido intencional de la mente de los agentes cuyo
comportamiento se procura explicar, no pretendo se­
ñalar que haya una mera concordancia uno a uno en IV. Cumplimiento inconsciente de reglas
la superficie de la explicación. La capacidad explicativa de la postulación de los
¿Cuál es entonces la razón para una acción? Aun­ procesos mentales inconscientes depende en gran me­
que la pregunta parece muy simple, la respuesta es de dida del supuesto de que esos procesos son casos de
una enorme complejidad, y para exponerla con cierto cumplimiento inconsciente de reglas. La idea es que nues­
detalle deberíamos ir más allá del alcance de este volu­ tro comportamiento inteligente se explica a través de
men. De hecho, he escrito un libro sobre ello (Ratio­ una multitud de procesos mentales inconscientes con­
nality in Action, Cambridge (Mass.), MIT Press, 2000), sistentes en el cumplimiento de reglas que ignoramos
de modo que el lector puede buscar en él los porme­ y no podríamos llegar a conocer. Pero si pretendemos
nores. Aquí sólo diré lo siguiente: si nos preguntamos entender la noción de cumplimiento inconsciente de
cómo explicamos nuestro propio comportamiento, por reglas, es preciso comprender ante todo el concepto de
ejemplo, por qué votamos al candidato que votamos en cumplimiento de reglas, lo cual parecería requerir la
la última elección, comprobaremos que nuestras res­ comprensión de su cumplimiento consciente. ¿Qué
puestas se incluyen en dos categorías. O bien aludimos hacemos exactamente cuando realizamos una acción
a algún tipo de motivación, por ejemplo "quería im­ como producto del cumplimiento de una regla? La
puestos más bajos", o mencionamos algún hecho que respuesta a esta pregunta dista de ser obvia. Para
a nuestro entender está relacionado con esa motivación, explorarla, tendremos que especificar algunas de las ca­
por ejemplo, "creí que los republicanos bajarían los racterísticas del cumplimiento de reglas. La primera
impuestos". Considerado en conjunto, este complejo distinción necesaria, y crucial para todo lo que sigue,
forma lo que llamo una "razón total". Las razones siem­ es la existente entre el comportamiento gobernado por
pre tienen una forma proposicional y para considerar- reglas y el comportamiento descrito por reglas. El com­
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

l3 12] [3 1 3]

portamíento gobernado u orientado por reglas es aquel dirección de ajuste del mundo a la regla. El com­
en el cual el agente que sigue la regla sufre la influencia portamiento debe cambiar para coincidir con el
causal de esta en su comportamiento. La regla actúa contenido de la regla. Esta también tiene la auto­
causalmente en la producción del comportamiento rreferencialidad causal que, como vimos antes, es
mismo constituido por su cumplimiento. Así, por ejem­ característica de las intenciones previas y las in­
plo, si sigo la regla "maneje por el lado derecho de la tenciones en la acción. La regla sólo es seguida si
ruta", su contenido debe funcionar causalmente y pro­ causa el comportamiento constituido por el hecho
ducir mi comportamiento. Esto no equivale a decir que de seguirla.
el comportamiento está íntegramente determinado por 3. De 1 y 2 se deduce que toda regla debe tener un
la regla. Nadie sale a manejar un automóvil por el mero contenido intencional que determina cierta forma
hecho de cumplirla, no obstante lo cual su contenido aspectual. Podríamos tener entonces reglas de ex­
debe actuar causalmente; de no suceder así, significa tensión equivalente cuyas condiciones de cumpli­
que uno no la cumple. En este aspecto, el comporta­ miento no fueran en modo alguno equivalentes.
miento en cumplimiento de reglas difiere del compor­ En mi automóvil, por ejemplo, la regla "maneje
tamiento descrito por ellas. Así, la pelota que se desliza por el lado derecho de la ruta" daría el mismo
por el plano inclinado puede ser descrita mediante las resultado que "maneje de tal manera que el volan­
reglas de la mecánica newtoniana, pero de ello no se te esté cerca de la línea divisoria de la ruta, y el
deduce que esté en algún sentido siguiéndolas. Su com­ asiento del pasajero, cerca del bordillo". Dada la
portamiento en esa ocasión es descrito por reglas, pero estructura de los autos norteamericanos, esta re­
no corresponde decir que se produce para cumplirlas. gla producirá exactamente el mismo resultado
¿Cuáles son, entonces, las características del com­ que la regla inicial, pero una y otra, aunque equi­
portamiento en cumplimiento de reglas? Enumeremos valentes en extensión, no son iguales porque tie­
algunas de ellas. nen diferentes formas aspectuales.
4. El cumplimiento de reglas suele ser voluntario.
l. Como acabamos de enunciar, el contenido de la Para poder orientar el comportamiento, la regla
regla debe actuar causalmente en la producción debe permitir al agente seguirla voluntariamente.
del comportamiento. El intervalo, en resumen, está presente en el com­
2. Debido a la característica 1, las reglas tienen las portamiento gobernado por reglas. Por eso las
propiedades lógicas comunes a los estados inten­ "reglas" de acuerdo con las cuales digiero hidratos
cionales volicionales y los actos de habla directi­ de carbono, por ejemplo, no son casos de cumpli­
vos. Por eso suele hacerse una analogía entre miento de reglas sino de comportamiento descrito
seguir una regla y obedecerla. Específicamente, por ellas. Esto se debe a que no depende de mí.
las condiciones de satisfacción de esta tienen una En suma, una de las características del cumpli­
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción

[3 I4] [3 I 5J

miento de reglas es que estas pueden ser ~t:):;Uluas su respuesta a esto, según algunas interpretacio­
o rotas. Pero cuando no se las puede romper, tam-;: nes, consiste en decir que nuestro cumplimiento
poco se las puede seguir. de la regla es una práctica social, y la sociedad
S. Como cualquier otro contenido intencional, hace posible llegar a un acuerdo sobre lo que
reglas siempre están sujetas a diferentes interpre­ constituye cumplirla. Por esa razón, se atribuye
taciones. Siempre es posible proponer otra inter­ a Wittgenstein haber mostrado que un "lenguaje
pretación para entenderlas. Así, por ejemplo, privado" sería imposible, porque no habría con­
mayoría de las reglas del comportamiento huma­ trol público de las interpretaciones de la regla,
no son lo que a veces se denomina reglas 6. El cumplimiento humano consciente de las reglas
do todo lo demás permanece constante" o procede en tiempo reaL Cuando respeto la consig­
paribus. Y esto se debe a que están sujetas a inter­ na "maneje por el lado derecho de la ruta", la regla
pretaciones. De tal modo, yo respeto efectivamen­ actúa causalmente en mi tiempo psicológico real
te la regla "maneje por el lado derecho de la ruta". para determinar condiciones de satisfacción.
pero no por eso interrumpo la marcha al enfren" Mientras se trate de este sentido corriente del
tarme con un obstáculo que bloquea ese lado del cumplimiento de reglas, será imposible que haya,
camino; me desvío para rodearlo por la izquierda. por ejemplo, miles de reglas de cómputo que yo
Interpreto la regla a fin de permitirme hacer cosas .' siga de manera más o menos instantánea, a seme­
que no están especificadas en su contenido. janza de una computadora digital comerciaL Su
Esta característica del cumplimiento de reglas, el cumplimiento siempre exige cierta duración y
hecho de estar siempre sometidas a diferentes in­ procede en tiempo reaL
terpretaciones, ha dado pábulo a cierta forma de
escepticismo. De acuerdo con una interpretación Las anteriores son las características paradigmá­
del famoso argumento de Wittgenstein sobre el ticas del cumplimiento consciente de reglas, Pero cuan­
lenguaje privado, este filósofo sostiene que cual­ do postulamos su cumplimiento inconsciente (y este
quier comportamiento puede llegar a ser compa­ tipo de postulaciones es muy común), ¿cuántas de esas
tible con una regla con la condición de que nos características podemos mantener? Si hablamos literal­
tomemos la libertad de interpretar esta última3. y mente del cumplimiento de reglas, esas son las carac­
terísticas que debemos preservar. Si la referencia al
cumplimiento inconsciente de reglas debe tomarse
3 L. Wittgenstein, Phílosophical Investigations, Nueva York, pie de la letra, ese cumplimiento tiene que tener las
MacmilIan, 1958 [traducción española: Investigaciones filosóficas, Bar­ siguientes características: la regla funciona causalmente
celona, Crítica, 1988J; cf. S. Krípke, Wittgenstein on Rules and Prívate
con una dirección de ajuste del mundo a la regla y una
I..anguage, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 1982 [traduc­
ción española: Wittgenstein, reglas y lenguaje privado, México, UNAM,
dirección de causación de la regla al mundo. Las reglas
1989].
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[31 6] [317]

deben tener una forma aspectual, cumplirse de manera cerebral, una represión, etc. No estoy del todo satisfe­
voluntaria y seguirse de modo tal que queden sujetas cho con esta conclusión, pero no se me ocurre ningu­
a diferentes interpretaciones; y es preciso cumplirlas en na alternativa superior a ella.
tiempo real. Algunas postulaciones de su cumplimiento
inconsciente, como el correspondiente a la realización
de los actos de habla, satisfacen esas condiciones. Pero
no ocurre lo mismo con muchas otras postulaciones,
como las descripciones de la ciencia cognitiva sobre la
percepción visual y la adquisición del lenguaje.

V. Conclusión
La conclusión de este capítulo es un tanto depri­
mente. La noción de inconsciente es una de las concep­
ciones más confusas e insensatas de la vida intelectual
moderna. No obstante, parece que no podemos seguir
adelante sin ella. En consecuencia, será preciso tratar
de elaborar una noción coherente del inconsciente, que
podamos ajustar a nuestros conocimientos sobre el res­
to de la realidad, incluido el funcionamiento del cere­
bro. El resultado es el principio de conexión. La mayoría
de las personas que trabajan en este campo objetan mi
definición de ese principio, pero no he visto que pre­
sentaran ninguna concepción alternativa coherente del
inconsciente. Como conclusión, es lícito seguir utili­
zando esta noción, pero debemos reconocer que la usa­
mos como una noción disposicional. Decir que un
agente tiene talo cual estado intencional inconsciente
y que este interviene activamente en la producción de
su comportamiento, significa decir que dicho individuo
tiene un estado cerebral capaz de causar ese estado en
forma consciente, aun cuando en alguna instancia es­
pecífica pueda ser incapaz de hacerlo debido a un daño
..........
- ~- - -­
~ - --­ --.=:~ ~-=;~-=~~-'~-
[32 11

LA PERCEPCIÓN

Una de las principales funciones de la mente, tanto en


nuestra vida cotidiana como durante la prolongada
trayectoria evolutiva, consiste en relacionarnos con el
resto del mundo, sobre todo por conducto de la percep­
ción y la acción. Para expresar la cuestión en los térmi­
nos más simples posibles, mediante la percepción
recogemos información del mundo, luego la coordina­
mos consciente e inconscientemente y tomamos deci­
siones o forjamos intenciones, que resultan en acciones
a través de las cuales afrontamos ese mismo mundo. En
este capítulo consideraremos las relaciones entre la per­
cepción y el mundo existente al margen de nuestras
percepciones, lo que los filósofos dan en llamar, enga­
ñosamente, "mundo externo".
¿Por qué se supone que hay un problema allí? Si
extiendo el brazo hacia adelante, veo mi mano frente
a mi cara. Nada parecería más sencillo, ¿no es cierto?
Hay una distinción tripartita entre yo mismo, la mano
y la experiencia consciente y concreta de percepción
por cuyo intermedio veo la mano. Podría contarse,
desde luego, toda una compleja historia neurobiológica
sobre el reflejo de la luz que, de la mano, va a dar en el
sistema visual y desencadena una serie de procesos neu­
ronales a cuyo término resulta la experiencia consciente
de visión de la mano. Por otra parte, como constatamos
en la discusión de la intencionalidad, hay algunas su­
tilezas filosóficas acerca de la forma de la autorrefe­
rencialidad causal implicada en las condiciones de
satisfacción de la experiencia visual. Pero hasta aquí
La mente. Una breve introducción
JOHN R. SEARLE
[3 2 3]
[32 2 J

esto no parece muy difícil. Sin embargo, debo decir al El argumento de la ciencia
lector que en la historia de la filosofía pocas cuestiones La descripción científica de la percepción muestra
causaron mayores trastornos que el problema de la que las terminaciones de los nervios periféricos son
percepción. estimuladas por objetos del mundo, y esa estimulación
envía señales al sistema nervioso central y por último
al cerebro; en este, el conjunto de los procesos neuro­
1. Argumentos en apoyo de la teoría de los biológicos causa una experiencia perceptiva. Pero el
datos de los sentidos único objeto real de nuestro conocimiento es esa expe­
La concepción de la percepción que acabo de bos­ riencia en el cerebro. No hay manera de tener un acce­
quejar es una forma de realismo perceptivo, a veces lla­ so directo al mundo externo. Sólo podemos tenerlo al
mado "realismo directo" yen otras ocasiones "realismo efecto que ese mundo tiene sobre nuestro sistema ner­
ingenuo". La mayoría de los grandes filósofos en la his­ vioso.

toria del tema están convencidos de que es falso. Creen Este argumento parece presuponer que cuando

(y cuando hablo en plural me refiero a filósofos tan describimos la estimulación de nuestras terminaciones

grandes como Descartes, Locke, Berkeley, Hume y Kant) nerviosas por los objetos del mundo hablamos de la

que no vemos el mundo real. No vemos objetos y situa­ percepción concreta del mundo real; de hecho, sin

ciones del mundo con existencia independiente. En embargo, el argumento llega a la conclusión de que esa

realidad, todo lo que percibimos en forma directa -es percepción es imposible. Hace más de sesenta años,

decir, sin la mediación de ningún proceso inferencial­ Bertrand Russell enunció irónicamente esta aparente

son nuestras propias experiencias internas. En el siglo paradoja: "El realismo ingenuo", dijo, "conduce a la fí­

pasado los filósofos solían expresar esta idea diciendo: sica, y la física, si es verdadera, muestra que el realismo

"No percibimos objetos materiales, sólo percibimos ingenuo es falso. En consecuencia, el realismo ingenuo,

datos de los sentidos". En la terminología inicial utili­ si es verdadero, es falso; por lo tanto, es falso,,1.

zada para denominar esos datos se cuentan palabras A mi juicio, Russell señala que el realismo inge­

como "ideas" (Locke), "impresiones" (Hume) y"repre­ nuo parece de algún modo contraproducente. Si inten­

sentaciones" (Kant). Pero si se preguntaba: "¿Cuál es tamos tomar con seriedad la idea de que estamos en

el objeto directo de un verbo de percepción, tomado li­ contacto perceptivo directo con el mundo externo, y

teral, estricta y filosóficamente?", la tradición respon­ hacemos ciencia sobre esa base, la ciencia nos hará sa­

día casi siempre que los objetos directos de los verbos ber, como resultado, que no podemos estar en contacto

de percepción no son expresiones designadoras de ob­ perceptivo directo con el mundo externo.
jetos materiales con existencia independiente, sino ex­
presiones que aluden a nuestras propias experiencias 1 B. Russel1, An Inquiry into Meaning and Trllth, Londres, Allen and
internas, nuestros datos sensoriales. Unwin, 1940, p. 15 [traducción espanola: Investigación sobre el signifi­
cado y la verdad, Buenos Aires, Losada, 2003J.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[324] [3 2 5]

Creo que el argumento más susceptible de con­ mismo, con seguridad deberemos encontrar un nom­
vencer a la mayor cantidad de gente en la historia de bre para esas apariencias. Llamémoslas "datos de los
este tema es el de la ciencia. Pero en la historia de la sentidos". Conclusión: nunca vemos objetos materia­
filosofía el argumento que ha tenido más influencia les sino únicamente datos de los sentidos. Y entonces
entre los filósofos se denomina "argumento de la ilu­ surge esta pregunta: ¿cuál es la relación entre los datos
sión". de los sentidos que vemos y los objetos materiales que
al parecer no vemos?
Esta forma de argumento ha circulado en una
El argumento de la ilusión2 amplía variedad de ejemplos. Aquí tenemos otro. Cuan­
Si tratamos de tomarlo en cuenta con seriedad, el do pongo un dedo frente a mi cara y concentro la vista
realismo ingenuo parece conducirnos a una suerte de en la pared del otro extremo del cuarto, se produce un
inconsistencia y contradicción en los términos. Veamos fenómeno conocido como doble visión. Veo duplicado
por qué. Supongamos que tengo un cuchillo en la mano el dedo. Ahora bien, aunque lo veo doble, no veo dos
y lo veo. Pero Macbeth, en una situación mucho más dedos. Sólo hay uno. Es obvio, sin embargo, que veo
dramática, también tuvo la experiencia de ver un cuchi­ dos unidades de algo. ¿Dos unidades de qué? Démos­
llo o, más específicamente, un puñal. Sin embargo, en les el nombre de apariencias de un dedo; y en verdad
ese momento tenía una alucinación. No veía un puñal veo dos apariencias de un dedo. Pero si así son las co­
real sino un puñal alucinado. En su caso, entonces, no sas -otro paso crucial-, no hay diferencias cualitativas
podemos decir que viera un objeto material. Pero de­ entre ver las apariencias de un dedo y ver el dedo real.
cididamente vio algo. Podríamos decir que vio la "apa­ Puedo probármelo si modifico el foco para que ambas
riencia de un puñal" o un "puñal alucinado". Ahora apariencias se unan. Donde antes veía dos apariencias,
bien, y este es un paso crucial, si en el caso de Macbeth ahora veo una sola. En consecuencia, si pretendemos
vamos a decir que sólo vio la apariencia de un puñal, decir que en el caso de la doble visión sólo vemos apa­
deberíamos decir otro tanto en todos los casos, porque riencias y no objetos materiales, deberíamos decir lo
no hay diferencia cualitativa entre el carácter de la ex­ mismo en todos los casos. Busquemos un nombre para
periencia en los episodios verídicos y en los episodios esas apariencias: llamémoslas "datos de los sentidos".
alucinatorios. Por eso Macbeth se engañó: no había Ahora, un tercer argumento. Si pongo una varilla
diferencias entre su experiencia en esos momentos y la recta dentro de un vaso de agua, la varilla, debido a las
de ver realmente un puñal. Pero si decimos que en to­ propiedades refractivas de la luz, parece torcerse. Sin
dos los casos sólo vemos una apariencia y no el objeto embargo, no está realmente torcida, sólo parece estarlo.
Sea como fuere, cuando la miro veo directamente algo
------
2 En A. j. Ayer, The Foundations oJ Empirical Knowledge, Londres,
torcido. ¿Qué es? Veo directamente la apariencia de una
Macmillan, 1953, se encontrará una exposición de diferentes versio­ varilla, y esta exhibe en efecto un aspecto torcido. Pero
nes del argumento de la ilusión. la varilla misma no está torcida; la que lo está es la apa­
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve mtroducción

[326] [327]

riencia. Insistamos, no obstante: lo que veo sin media­ bien, estamos seguros de una cosa: la moneda misma
ciones está torcido, y por lo tanto se trata de la aparien­ no es elíptica. No ha cambiado su forma por haberla
cia y no de la varilla. A esta altura el lector ya debe saber inclinado un poco. También estamos seguros, sin em­
cuál es el próximo paso: si en este caso voy a decir que bargo, de que percibo directamente algo elíptico. Es
no veo la varilla sino la apariencia, debería decir lo innegable que aquí, en mi campo visual, hay algo elípti­
mismo en todos los casos, porque no hay diferencia co; lo veo en forma directa. Pero al parecer, entonces,
cualitativa entre ellos. Necesitamos una expresión para no estoy viendo la moneda, porque esta es redonda. Lo
describir esas apariencias. ¿Adivinan cuál es? Las llama­ que veo directamente, lo que veo sin ningún proceso
remos "datos de los sentidos". Conclusión: nunca veo inferencial, es la apariencia elíptica de la moneda. Y si
objetos materiales, sólo veo datos de los sentidos. voy a decir que en este caso sólo veo apariencias, debe­
Podría seguir todo el día con estos ejemplos, pero ría repetir lo mismo en todos los casos, porque cuando
daré sólo un par más para que el lector saboree en todos pongo la moneda bien derecha, para que me presente
sus matices el estilo argumentativo. Supongamos que una apariencia redonda y no elíptica, no hay un cam­
me levanto de la silla y camino alrededor de la mesa bio cualitativo. La conclusión es evidente: deberíamos
manteniendo los ojos fijos en ella. Mientras camino, decir en todos los casos que veo apariencias, no obje­
algo cambia; más aún, cambia algo que yo percibo di­ tos materiales, y esas apariencias pueden denominar­
rectamente. No se trata de la mesa, que permanece ab­ se "datos de los sentidos".
solutamente inalterada mientras la rodeo. ¿Dónde están Casi todos los filósofos célebres de los últimos
los cambios, entonces? Naturalmente, en la apariencia trescientos cincuenta años, así como la mayor parte de
de la mesa. Esta me presenta una apariencia diferente los filósofos respetables hasta mediados del siglo XX,
desde distintos puntos de vista. Ahora bien, como aceptaron de una u otra manera la teoría de los datos
que veo está cambiando y no se trata de la mesa, y lo que de los sentidos. Hume, a decir verdad, creía que el rea­
veo es la apariencia, me parece que sólo veo aparien­ lismo ingenuo era tan notoriamente falso que apenas
cias y no la mesa. Por otra parte, como no hay distin­ se molestó en refutarlo. En un momento dice que si uno
ción cualitativa entre esta experiencia y cualquier otra, siente la tentación de adoptar ese realismo, para refu­
al parecer estoy obligado a concluir que nunca veo otra tarlo le basta con apretarse un globo ocular. Cuando lo
cosa que apariencias. Necesitamos una expresión téc­ hacemos vemos todo doble; según Hume, el realista
nica para denominarlas. Las llamaremos "datos de los ingenuo tendría que concluir que el número de objetos
sentidos". contenidos en el universo simplemente se ha duplica­
A continuación otro ejemplo, también célebre. do. Pero como es obvio que no ha sido así, nuestro fi­
Saco una moneda del bolsillo y la sostengo en alto. lósofo cree lícito deducir que no vemos los objetos
Cuando la miro de frente parece redonda. Pero si la doy materiales3 .
vuelta levemente para que me ofrezca un ángulo, deja
de parecer redonda; ahora se muestra elíptica. Ahora 3 D. Hume, A Treatíse 01 Human Nature, op. cít., pp. 210-211.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[3 28] [3 2 9J

El argumento de la ilusión tiene una estructura 11. Consecuencias de la teoría de los datos

lógica común a todos estos ejemplos. Podemos descri­ de los sentidos

birla del siguiente modo: La doctrina del realismo directo sostiene que, al
menos de manera habitual, percibimos en forma directa
l. Los realistas ingenuos suponen que, al menos en los objetos y situaciones del mundo. Negamos esta doc­
el caso típico, vemos objetos materiales, y los ve­ trina cuando decimos que nunca percibimos esos ob­
mos como realmente son. jetos y situaciones, sino nuestras propias experiencias,
2. Pero hay muchos casos, como aun el realista inge­ los datos de nuestros sentidos. Pero una vez asumida
nuo admitiría, en los que no vemos objetos mate­ esa actitud nos enfrentamos a una cuestión muy seria:
riales (por ejemplo, en los episodios alucinatorios) ¿cuál es la relación entre los datos de los sentidos que
o no los vemos como realmente son (así ocurre, sí percibimos y los objetos que al parecer no percibi­
por ejemplo, en los casos de la varilla torcida y la mos? Aunque en la historia de la filosofía han sido mu­
moneda elíptica). chas las respuestas dadas a esta pregunta, a mi juicio
3. Sin embargo, aun en esos casos vemos algo y lo se las puede reducir a dos familias fundamentales. Una,
vemos como realmente es. En las situaciones en la que despierta una atracción más inmediata, consiste
que no hay absolutamente ningún objeto mate­ en decir que no percibimos los objetos mismos sino
rial, como el ejemplo del puñal de Macbeth, este representaciones de los objetos. El dato sensorial que sí
veía algo. Había algo directamente presente en su percibimos es una especie de imagen del objeto, de
campo visual. Y en los casos en que hay un obje­ modo que podemos tomar conocimiento de este si in­
to material pero no lo vemos como es en realidad, ferimos su presencia y sus rasgos de las características
tal cual sucede en los ejemplos de la moneda elí~ de los datos de los sentidos. El objeto concreto en el
tica y la varilla torcida, vemos algo elíptico y ve­ mundo real se asemeja a estos últimos al menos en cier­
mos algo torcido. Tanto la entidad elíptica como tos aspectos. Algunos filósofos -el más importante tal
la entidad torcida tienen una presencia directa en vez sea Locke- trazaron una distinción entre los rasgos
nuestro campo visual. de los datos de los sentidos que tienen elementos se­
4. En esos casos vemos directamente apariencias, mejantes correspondientes en el mundo real y los que
etc. (datos de los sentidos), y no objetos mate­ no los tienen. Los rasgos del mundo real que se aseme­
riales. jan efectivamente a los datos sensoriales recibieron el
5. Desde un punto de vista cualitativo, estos casos nombre de "cualidades primarias" y entre ellos se in­
no difieren del caso estándar; por ende, si con res­ cluyeron la forma, el tamaño, el número, el movimiento
pecto a ellos decimos que vemos datos de los sen­ y la solidez. (La lista de Locke es "solidez, extensión,
tidos y no objetos materiales, deberíamos decir lo figura, movimiento o reposo y número,,4.) Pero hay
mismo en todos los casos.
4]. Locke, An Essay Concerning Human Understanding, edición es­
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[33°] [33 1]

otros datos de los sentidos para los cuales no hay un con el inconveniente de no contar con un significado
rasgo semejante correspondiente en el mundo reaL De claro de la noción de "semejanza" y, por consiguiente,
manera engañosa, Locke llamó a estos rasgos de los ob­ tampoco de "representación". ¿Cómo podemos decir
jetos "cualidades secundarias". Y digo "de manera que los datos de los sentidos que vemos se asemejan al
engañosa" porque, estrictamente hablando, esas cuali­ objeto que no vemos, si este último es, por hipótesis,
dades de los objetos no existen. Antes bien, como se­ totalmente invisible? Es como si yo afirmara que en mi
ñala el propio Locke, las cualidades secundarias sólo garaje tengo dos autos exactamente iguales, pero uno
son las capacidades de las cualidades primarias de cau­ de ellos es invisible sin remedio. No tiene ningún sen­
sar en nosotros ciertas experiencias. Esas cualidades se­ tido decir que hay una relación de semejanza perceptiva
cundarias son el color, el olor, el sabor y el sonido. entre algo que tiene rasgos perceptivos y algo que no
Nuestras experiencias de ambos tipos de cualidades son los tiene.
provocadas por rasgos reales del objeto; pero el objeto Contra lo que podría haberse supuesto, cuando
mismo no tiene los rasgos correspondientes a nuestras Berkeley conoció esta objeción no volvió al realismo
experiencias de las cualidades secundarias. ingenuo ni dijo que debía haber cometido un error
Esta doctrina se denomina teoría representativa pasar de la teoría de la percepción fundada en esa doc­
de la percepción y fue elaborada con bastante detalle. trina a la teoría de los datos de los sentidos. Antes bien,
sobre todo por Locke. Según sus términos, pasamos señaló que sólo existían las mentes y las ideas. El mun­
nuestra vida consciente como si estuviéramos dentro do real consiste enteramente de datos de los sentidos.
de un cine. Podemos ver imágenes del mundo real en No hay objetos materiales por añadidura a nuestras
la pantalla, pero nunca podemos ir más allá para ver el experiencias reales y posibles. Aunque de una manera
propio mundo real, porque el cine está en su totalidad más compleja, Hume llegó a una conclusión similar.
dentro de nuestra mente. Todo 10 que vemos son más Esta concepción tiene varios nombres, pero quizás el
imágenes y más representaciones. Tanto Berkeley como más común sea fenomenalismo. Los objetos materiales
Hume atacaron, creo que con mucha eficacia, la teoría consisten en colecciones de datos sensoriales; no hay
representativa. El ataque puede adoptar varias formas. objetos materiales por encima de los fenómenos men­
pero el argumento básico, el argumento para el cual no tales o sumados a ellos.
parece haber una respuesta, es el siguiente: si decimos El fenomenalismo pretendía ser una tesis lógica,
que nuestros datos sensoriales se asemejan a los objetos por lo cual la manera más clara de enunciarlo es pre­
y por eso los representan a la manera como la escena sentarlo como una tesis lógica sobre el lenguaje. En vez
de una película representa la escena real, tropezamos de decir que los objetos consisten de datos de los sen­
tidos, afirmación que nos hace parecer en discrepancia
tablecida por A. S. Príngle-Pattison, Oxford, Clarendon Press, 1924, con la idea de que están compuestos de moléculas,
p. 67 [traducción española: Ensayo sobre el entendimiento humano, deberíamos decir, en realidad, que las proposiciones
México, Fondo de Cultura Económica, 1992J. sobre los objetos e incluso las proposiciones empíricas
JQHN R. SEARLE
Lo mmte. Una breve introducción

[33 2 ] [333]

en general pueden traducirse sin pérdida de significado El argumento de la ciencia


en proposiciones sobre los datos sensoriales. El mismo La ciencia no refuta el realismo ingenuo. Conside­
impulso de verificación que llevó al conductismo en la rar nuestra capacidad de dar una descripción causal de
filosofía de la mente condujo al fenomenalismo en la la manera de ver el mundo real y deducir de ella que
filosofía de la percepción. Así como la única prueba que no vemos ese mismo mundo es caer en una célebre fal­
tenemos de la existencia de otras mentes es el compor­ sedad, la llamada falacia genética. Esta consiste en su­
tamiento, la única prueba de los objetos materiales es poner que una descripción causal que explica la génesis
al parecer la aportada por los datos sensoriales. En con­ de una creencia, su modo de adquisición, muestra con
secuencia, una concepción verdaderamente científica ello que la creencia es falsa.
de la mente debe ser conductista; de manera análoga, La falacia genética suele referirse a creencias, pero
una concepción verdaderamente científica del mundo su forma puede generalizarse. La idea es esta: si pode­
material debe ser fenomenalista. mos mostrar que las causas de una creencia u otro con­
tenido intencional son insuficientes para probar su
verdad, de alguna manera refutamos dicha creencia u
111. Refutación de la teoría de los datos de
otro estado intencional.
los sentidos
En mi infancia intelectual, las formas más comu­
A mi entender, toda esta manera de concebir la nes de la falacia genética se encontraban en el freu­
percepción es desesperadamente errónea. Como dije dismo y el marxismo. ¿El lector duda de la verdad del
antes, creo que es la más desastrosa teoría de la historia marxismo? Esa actitud sólo muestra que sus orígenes
de la filosofía en los últimos cuatro siglos. ¿Por qué? burgueses lo inducen a error. ¿Duda de la verdad de las
Porque hace imposible dar una descripción veraz de la enseñanzas de Freud? Su vacilación prueba únicamente
relación de los seres humanos y otros animales con el que es víctima de su propia represión. En nuestros días
mundo real. Conduce de manera casi inevitable de la falacia genética no tiene mucha difusión, excepto en
Descartes y Locke a Berkeley y Hume, y de estos a Kant. los pos modernistas. Yo solía preguntarme por qué era
y luego las cosas se ponen verdaderamente feas cuan­ tan habitual en el posmodernismo hasta que leí un tra­
do la tradición llega a Hegel y el idealismo absoluto. La bajo que explica por qué los posmodernistas no tienen
mera idea de volver a atacarla me deprime enormemen­ realmente a su disposición otra forma de argumenta­
te, pero no habré cumplido la tarea que prometí al lec­ ción5 .
tor en este libro si no intento responderla punto por Sea como fuere, la forma de la falacia genética en
punto. A eso vamos, entonces. la teoría de la percepción es la siguiente. Podemos
Los argumentos en respaldo de la tesis de los da­
tos de los sentidos son falaces sin excepción. Conside­
rémoslos en orden. 5 M. Bauerlein, Literary Critidsm: An Autopsy, FiladelfIa, University
of Pennsylvania Press, 1997,
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[334] [33 S]

mostrar que cuando creemos vernos la mano frente a signar una especie de puñal. Para decirlo en pocas pala­
la cara, lo que sucede es, en realidad, que la luz refle­ bras, cuando Macbeth tuvo una alucinación no vio
jada de la primera causa en nosotros una experiencia nada. 0, al menos, no vio nada perteneciente al rubro
visual, y suponemos que se trata de la experiencia vi­ "puñales". Sin duda se vio las manos. Entonces, del
sual de la mano. Como es posible explicar por qué cree­ hecho de que Macbeth tuviera una alucinación fenome­
mos verla, es posible mostrar que en realidad no hemos nológicamente indistinguible de una experiencia real
visto una mano frente a nuestra cara sino su mera expe­ no se sigue que viera un tipo especial de objeto o enti­
riencia visual, efecto de los procesos neurobiológicos. dad que es común a las experiencias verídicas e iluso­
Así enunciada, espero que la falacia resulte evi­ rias.
dente. La descripción causal del modo como llego a ver Objeciones similares pueden hacerse con respecto
la mano frente a la cara no muestra que realmente no a los casos de doble visión. Nunca deberíamos aceptar
la veo. la cuestión de manera acrítica. La pregunta era esta:
cuando me veo el dedo duplicado, ¿veo dos unidades
de qué? La respuesta es: cuando me veo el dedo dupli­
El argumento de la ilusión cado, no veo dos unidades de nada; veo un dedo y lo
Es más complicado dar una réplica al argumento veo doble.
de la ilusión. Tomaré prestadas tanto las ideas como las Tanto en el ejemplo del dedo doble como en el de
técnicas de mi maestro en filosofía, J. L. Austin, a fin la varilla torcida, se introduce la noción de apariencia
de refutar este argument06. para proporcionar un objeto directo a los verbos de per­
Adviértase que en todos los argumentos presen­ cepción. La idea es que no vemos el objeto mismo sino
tados hasta aquí, la estrategia lingüística consiste en su apariencia. Pero si lo pensamos bien, hay algo auto­
conseguir un sustantivo que será el objeto directo de contradictorio en la idea de que podríamos ver la apa­
los verbos de percepción, pero que no designa un ob­ riencia de un objeto y no ver el objeto. Ver la apariencia
jeto material. Así, en el caso del puñal de Macbeth, se de un objeto es simplemente ver su aspecto. Y no hay
nos dijo que no veíamos un arma real sino un arma modo de ver el aspecto de algo sin ver ese algo. La con­
alucinada. Pero la dificultad de esta explicación es que sideración de algunos ejemplos aclarará por completo
en el sentido de "ver", yo realmente veo un cuchillo en esta idea. Supongamos que pregunto: "¿Viste qué buen
mi mano; en el caso de la alucinación no veo nada. aspecto tenía Sally en la fiesta?" No tiene sentido que
Expresiones como "puñal alucinado" no pueden de­ mi interlocutor me conteste: "Sí, vi que tenía buen as­
pecto pero por desdicha no pude verla a ella. Sólo pude
ver su apariencia".
6 J. L. Austin, Sense and Sensibilia, Oxford, Oxford University Press,
1962 [traducción española: Sentido y percepción, Madrid, Tecnos, Apliquemos estas consideraciones al ejemplo de
la mesa. Me levanto y camino alrededor de ella. Su apa­
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve íntroducción

[33 6] [337]

riencia cambia, porque la veo desde diferentes perspec­ IV. Un argumento trascendental en apoyo

tivas, pero ella misma no cambia; por lo tanto, parece del realismo directo

que veo la apariencia y no la mesa. Espero que la falacia Alguien podría decir que la refutación de los ar­
de este argumento resulte obvia. La mesa, desde luego, gumentos contra el realismo ingenuo no basta para
parece diferente desde distintos puntos de vista. Pero mostrar que este es verdadero. La objeción es atinada.
los cambios en mis experiencias visuales, provocados Necesitamos algún argumento que demuestre que, al
por el hecho de cambiar de posición y por lo tanto de menos en ciertas oportunidades, percibimos efectiva­
perspectiva, no muestran que no pueda ver la mesa sino mente objetos materiales y situaciones del mundo.
algo que, por decirlo de algún modo, se interpone entre ¿Cuál podría ser?
ella y yo, su apariencia. Al contrario, toda la discusión El problema que enfrentamos aquí es una variante
presupone que siempre veo realmente la mesa, pues no del escepticismo tradicionaL El argumento del escépti­
habría manera de que esta siguiera mostrándome dife­ co es siempre el mismo: podríamos contar con todas las
rentes apariencias desde distintos puntos de vista si yo pruebas con que contamos y, en rigor, con toda la evi­
no la viera efectivamente. dencia posible, y pese a ello persistir en el error. Se nos
El paso en falso crucial de la estructura argumen­ insta a probar, por ejemplo, que realmente vemos la
tal que he sintetizado es el tercero: en todos los casos mesa frente a nosotros y no tenemos una mera alucina­
percibimos algo y lo percibimos tal como realmente es. ción, un sueño, somos víctimas de un genio maligno,
Esto no es cierto. En los casos de alucinación no perci­ etc. No hay manera de dar al escéptico una respuesta
bimos nada, y en los otros -la varilla torcida, la moneda directa sobre mi presente experiencia visual de la mesa.
elíptica, etc.- percibimos el objeto, pero en condiciones El quid de su posición es que yo podría tener exacta­
que pueden ser más o menos engañosas. Del hecho de mente esa misma experiencia y de todas maneras estar
que la varilla parezca (un poco) torcida no se deduce equivocado. Y si puedo estar equivocado en este caso,
que veamos una entidad torcida, el aspecto. No, real­ ¿por qué no en todos?
mente vemos una varilla, un objeto material con exis­ No me parece filosóficamente astuto tratar de
tencia independiente, que en esas condiciones parece proponer una respuesta directa a este argumento. No
torcido. me creo capaz de demostrar al escéptico que en este
Es asombroso que estos argumentos hayan teni­ momento estoy viendo realmente la mesa y no aluci­
do tan grande influencia en la historia de la filosofía. nando, soñando, etc. Sí puedo mostrar, en cambio, que
En mi opinión, no resisten un mínimo escrutinio y dejo cierto estilo de discurso, el discurso que el escéptico
al lector, como ejercicio práctico, la tarea de ver cómo suele adoptar, presupone la verdad de alguna versión
podríamos utilizar estas lecciones para mostrar la fala­ del realismo directo. (Me gusta pensar que mi versión
cia en el caso de la moneda elíptica. es "ingenua", pero no importa que sea ingenua o sofis­
ticada.) El realismo en cuestión debe contener la idea
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[338] [339]

de que por lo menos en algunas ocasiones tenemos comunicarme con usted en lo concerniente a un obje­
acceso perceptivo a los fenómenos públicamente obser­ to material público.
vables. De ordinario, estos se conciben como "objetos A continuación, los pasos del argumento:
materiales", pero esa designación, insistamos, no es
crucial. Lo crucial es que diferentes personas puedan, l. Suponemos que, al menos algunas veces, logra­
al menos en ciertas oportunidades, percibir los mismos mos comunicarnos con otros seres humanos.
fenómenos públicamente observables: sillas, mesas, 2. La comunicación en cuestión asume la forma de
árboles, montañas, nubes, etc. El argumento que estoy significados públicamente accesibles en un len­
por presentar es un argumento "trascendental" en uno guaje público. En términos más específicos, cuan­
de los muchos sentidos kantianos del término. En un do digo cosas como esta: "Esta mesa es de madera",
argumento trascendental así entendido, suponemos supongo que usted entenderá las palabras del
que cierta proposición p es verdadera y luego mostra­ mismo modo que yo. Si no fuera así, no consegui­
mos que una de sus condiciones de posibilidad es que ríamos comunicarnos.
otra proposición q también lo sea. En este caso supo­ 3. Sin embargo, a fin de lograr comunicarnos en un
nemos que hay un discurso inteligible públicamente lenguaje público, debemos suponer objetos de
compartido por distintos hablantes/oyentes. Supone­ referencia comunes y al alcance de todos. Así, por
mos que las personas se comunican efectivamente en­ ejemplo, cuando utilizo la expresión "esta mesa",
tre sí mediante un lenguaje público sobre objetos y tengo que suponer que usted la entiende tal como
situaciones públicas del mundo. Luego mostramos que yo pretendo. Tengo que suponer que ambos nos
alguna forma de realismo directo es una condición de referimos a la misma mesa, y cuando usted entien­
posibilidad de esa comunicación. La clave del argumen­ de mi enunciado de "esta mesa", considera que se
to reside en ver que la hipótesis de los datos sensoria­ refiere al mismo objeto al cual usted hace referen­
les ha reducido, sin revelarlo en forma explícita, el cia en este contexto al pronunciar la frase "esta
mundo públicamente disponible de objetos materiales mesa".
a un mundo privado de datos de los sentidos. Sólo yo 4. Esto implica que usted y yo compartimos un acce­
puedo experimentar mis datos de los sentidos. Sólo so perceptivo al mismo objeto. Lo cual no es sino
usted puede experimentar los suyos. Pero si es aSÍ, otra manera de decir que yo debo presuponer que
¿cómo podemos siquiera hablar del mismo objeto en ambos vemos o percibimos de algún otro modo
un lenguaje público? ¿Cómo podemos, en síntesis, lle­ el mismo objeto público. Un lenguaje público
gar a comunicarnos unos con otros sobre otros objetos presupone un mundo público. Pero la disponi­
públicos? Si los objetos materiales son reducibles a bilidad pública de ese mundo es justamente el
datos sensoriales, y los únicos datos sensoriales a los realismo directo que intento defender aquí. El in­
que tengo acceso son los míos propios, nunca podré conveniente de la hipótesis de los datos de los
JOHN R. SEARLE

sentidos, como del fenomenalismo en general, es


que ignora la privacidad de dichos datos. Una vez
planteada la tesis de que no vemos los objetos pú­
blicamente disponibles sino los datos sensoriales,
el solipsismo parece estar a la vuelta de la esquina.
Si sólo puedo hablar de manera significativa de
objetos que en principio están a mi alcance desde
un punto de vista epistémico, y los únicos objetos
en esa situación son los datos privados de los sen­
tidos, es imposible que logre comunicarme en un
lenguaje público, porque no tengo forma de com­
partir el mismo objeto de referencia con otros
hablantes. A eso aludía cuando decía que un len­ CAPÍTULO

guaje público presupone un mundo público. Pero


el supuesto de ese mundo público es precisamen­
te el realismo ingenuo que he propiciado. No de­
mostramos la verdad del realismo ingenuo; sólo
11

probamos la ininteligibilidad de su rechazo en un


lenguaje público.

"
[343J

EL YO

En la célebre máxima de Descartes, "pienso, luego exis­


to", ¿a qué se refiere la primera persona del singular?
Para el filósofo, no se refiere ciertamente a mi cuerpo
sino a mi mente, la sustancia mental que constituye mi
yo esencial. Tenernos ahora una buena razón para su­
poner que el dualismo cartesiano no es una descripción
filosóficamente aceptable de la naturaleza de la men­
te. Pero quienes rechazan el dualismo aún deben hacer
frente a una cuestión seria: ¿qué es exactamente el yo?
¿Qué hecho correspondiente a mí me hace ser yo?
Muchos filósofos contemporáneos, yo mismo entre
ellos hasta hace bastante poco, creen que Hume dijo
más o menos la última palabra sobre el terna. Además
de la secuencia de experiencias y el cuerpo en el cual
estas ocurren, no hay nada que pueda llamarse yo.
Cuando dirijo la atención hacia mi interior y trato de
descubrir alguna entidad que constituya lo esencial de
mi persona, dice Hume, todo lo que descubro son expe­
riencias particulares; no 'hay yo alguno junto a ellas.
El terna del yo plantea varias cuestiones más o
menos independientes entre las cuales distinguiré, a los
fines perseguidos en este capítulo, tres familias dife­
rentes.
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
[344]
[345]

1. Tres problemas del yo


("I"} que sea el sujeto de todos esos sucesos? Supon­
gamos que todos podemos concordar, como he dado
1. ¿Cuáles son los criterios de la identidad por sentado a lo largo de este libro, en que estoy cons­
personal?
tituido al menos en parte por un cuerpo físico, y que
Un persistente interrogante tradicional en la filo­ este contiene una secuencia de fenómenos mentales:
sofía ha sidO-el siguiente: ¿qué hecho hace que una estados conscientes y procesos cerebrales inconscien­
persona sea la misma a través de los diversos cambios tes capaces de producir estados conscientes. La pregun­
que sobrelleva en el curso de la vida? En mi caso, por ta es: ¿debemos postular algo más? Y si es así, ¿de qué
ejemplo, he pasado por una cantidad bastante grande se trata? Hasta donde yo sé, la mayoría de los filósofos
de cambios en las últimas décadas. Mi cuerpo tiene un contemporáneos siguen a Hume en la idea de que no
aspecto un tanto diferente, he aprendido algunas cosas tenemos que postular nada más; por mi parte, aunque
nuevas y olvidado algunas cosas viejas, mis aptitudes con renuencia, me he visto obligado a reconocer que
y gustos han experimentado diversas modificaciones, sí debemos hacerlo, y explicaré por qué en el curso de
pero de todos modos es innegable que a través de todos este capítulo.
esos cambios sigo siendo exactamente la misma perso­
na. Soy idéntico a la persona que llevó mi nombre y
vivió en mi casa décadas atrás. Pero ¿qué hace que la 3. ¿ Qué es exactamente lo que hace de mí la

secuencia de sucesos y cambios que acabo de mencio­ persona que soy?

nar corresponda a la vida de una y la misma persona? En la vida contemporánea suele considerarse que
esta cuestión tiene que ver con fuerzas sociales, psicoló­
gicas, culturales y biológicas que modelan mi persona­
2. ¿Cuál es exactamente el sujeto de nuestra lidad específica y hacen de mi la clase de persona que
atribución de propiedades psicológicas? soy. En el habla popular hay, en expresiones como "po­
Además de la secuencia de sucesos psicológicos lítica de la identidad" o "identidad cultural", un uso de
que constituyen la percepción, la acción, la reflexión, la noción de "identidad" concerniente a las fuentes,
etc., y el cuerpo en el cual esos sucesos se desarrollan, tanto culturales como biológicas, que dan forma a la
¿debemos postular algo más? personalidad de cada uno. Creo que este sentido del
No he formulado esta pregunta con demasiada concepto de identidad personal difiere del atribuido a
precisión, pero intentaré hacerlo más adelante. Por el la expresión en las preguntas 1 y 2. En este último caso
momento, mi intención es plantear una cuestión gene~ el concepto está más vinculado con el carácter y la per­
ral: por añadidura a mi secuencia de pensamientos y sonalidad que con el problema metafísico de la existen­
sentimientos reales y el cuerpo en el cual estos ocurren, cia y la identidad de un yo a través del tiempo.
¿es necesario postular una cosa, una entidad, un "yo" Este capítulo se ocupará de la familia de cuestio­
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción

[346] [347]

nes relacionadas con las preguntas 1 y 2. Veremos que cionar. A mi entender no existe ninguna otra verdad.
nos plantean suficientes dificultades sin necesidad de Depende de nosotros decir cuál es la nave original. El
abordar las cuestiones de la personalidad. asunto podría tener alguna importancia, por ejemplo,
para decidir quién es el dueño de qué barco. ¿Quién es
responsable de pagar los impuestos? ¿Cuál de las naves
II. ¿Por qué hay un problema especial con tiene derecho de muelle? Pero, más allá de los hechos
respecto a la identidad personal? que he enumerado, no queda ninguna otra cuestión
Las cuestiones sobre la identidad son tan antiguas fáctica con respecto a cuál de los barcos es idéntico al.
como la filosofía, pero parece haber un problema espe­ original.
cial en lo relativo a la identidad de las personas. El más Algunas de las cuestiones·sobre la identidad per­
famoso enigma sobre la identidad en la historia del sonal son similares al caso de la nave de Teseo, pero
tema es probablemente el ejemplo de la "nave de. cuando se trata de aquella sentimos que hay un proble­
Teseo".Durante un tiempo, una nave de madera es ma especial, ausente en los ejemplos tradicionales. So­
objeto de una reconstrucción completa y gradu~l. El lemos creer que cada uno de nosotros se presenta a sí
barco sigue navegando, tiene una tripulación que lo mismo de una manera especial y que esas experiencias
hace surcar el Mediterráneo, pero poco a poco las plan­ de primera persona son esenciales para nuestra iden­
chas que lo conforman son reemplazadas una a una tidad, mientras que los fenómenos de tercera persona
hasta que no queda nada de la construcción original. son más o menos incidentales. Todos creemos entender,
Ahora bien, ¿sigue siendo la misma nave? Bien, a mi por ejemplo, qué significaría decir que una mañana
juicio la mayoría estimaría que sí, que la continuidad podríamos despertar y descubrirnos en un cuerpo dife­
espacial y temporal del funcionamiento es suficiente rente. Como Gregor Samsa en el relato de Franz Kafka,
para garantizar su identidad como nave, porque el con­ nuestra apariencia física externa habría cambiado por
cepto de nave es, después de todo, una noción funcional. completo, pero de algún modo sabríamos, aun cuando
Supongamos ahora, sin embargo, que alguien recoge los nadie más estuviera convencido de ello, que somos la
maderos desechados y los utiliza para construir un misma persona que antes ocupaba otro cuerpo. Para
barco que contiene todas las partes de la nave original­ hacer más concreto este ejemplo, supongamos que el
mente botada y sólo ellas, de manera que cada plancha transplante de cerebro se convierte en una posibilidad

del segundo barco es idéntica a una plancha del prime­ real y que el mío es transplantado en el cuerpo de Jones,

ro. ¿Cuál es la nave con la que partimos? ¿La que mues­ y viceversa. Desde mi punto de vista me parece inne­

tra continuidad de función o la que tiene continuidad gable que una vez realizada la intervención voy a pen­

de partes? El error en estos debates, como ocurre tan..: sar que soy exactamente la misma persona que antes,

tas veces en filosofía, es suponer que con respecto a la pero mi cerebro (y yo, por lo tanto) ocupará entonces

identidad debe haber alguna verdad adicional de los un cuerpo diferente. Quizá me costará convencer de

hechos, más allá de todos los datos que acabo de men- esto a otra gente, pero, al menos desde el punto de vista

JQHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[34 8] [349]

de primera persona, sentimos sin lugar a dudas que yo que los criterios de primera y tercera personas tienden
me veré como el mismo individuo que antaño ocupaba a reunirse. No se distancian de manera radical. Pero es
un cuerpo distinto y ahora habita en el cuerpo deJones. fácil imaginar mundos de ciencia ficción en los cuales
Un caso más desconcertante: imaginemos que lo hagan. Supongamos que la fusión y la fisión se tor­
todas mis capacidades mentales se realizan de igual nan habituales; es decir, supongamos que fuera muy
manera en ambos lados del cerebro. Imaginemos a común la reunión repentina en un solo cuerpo de varias
continuación un caso de bisección cerebral y el trans­ personas que caminan por la calle. O bien, para tomar
plante de cada uno de los hemisferios en un cuerpo el caso de la fisión, imaginemos que una sola persona
diferente. Supondremos que el cuerpo original se deja pudiera ramificarse en cinco individuos idénticos como
a un lado y ahora las dos mitades de mi cerebro están resultado de la fisión de su cuerpo original. Si tales
implantadas en otros dos cuerpos. ¿Cuál de los perso­ casos llegaran a ser corrientes, tendríamos serios pro­
najes resultantes, si puedo describirlos así, correspon­ blemas con nuestra noción de identidad personal. Creo
de a mí? Este caso me parece similar al ejemplo de la muy probable que ya no fuera válida.
nave de Teseo, por cuanto no hay en la cuestión más
hechos que los ya mencionados. Esto es, me parece que
tenemos iguales razones para decir que soy el número IlI. Los criterios de la identidad personal
uno o el número dos; o más probablemente digamos Si observamos concretamente los criterios utiliza­
que ahora hay dos personas, cuando antes había una dos por la gente en el habla cotidiana para decidir qué
sola. Este caso es como los ejemplos de fisión, cuando persona es hoy idéntica a qué persona del pasado, com­
una ameba se divide en dos. No obstante, desde el pun­ probamos la existencia de por lo menos cuatro condi­
to de vista de primera persona, aun en esta situación ciones que constituyen nuestra noción de identidad
uno siente que debe haber una verdad de los hechos. personal. Dos de ellas corresponden al punto de vista
Si ahora soy uno de los frutos de la fisión, es probable de tercera persona, una procede de la perspectiva de
que diga: "Sigo siendo yo, el mismo individuo único primera persona y la cuarta es mixta. Revisémoslas.
que siempre fui. No me importa lo que digan los de­
más". El problema es que mi gemelo tendrá exactamen­
te la misma convicción con la misma justificación, y los 1. Continuidad espacio-temporal del cuerpo
dos no podemos tener razón. Mi cuerpo es continuo en el espacio y el tiempo
Una característica típica de nuestros conceptos es con el de una criatura nacida varias décadas atrás. Más
que su aplicación al mundo real presupone cierto tipo que en cualquier otra cosa, el público se apoya en esa
de regularidades. Esto es tan válido para los conceptos continuidad espacio-temporal para considerarme la
de barco, casa, árbol, automóvil o perro como para con­ misma persona. Adviértase que la continuidad espacio­
ceptos tan raros como el de identidad personal. Por lo temporal de mi cuerpo no implica la misma continui­
común podemos recurrir a este último concepto por- dad de las micropartes que lo componen. En el nivel
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[35°] [351]

molecular, mis partes corporales sufren un proceso 3. Memoria


constante de reemplazo. Las moléculas que componen Desde mi perspectiva interna existe al parecer una
mi cuerpo son hoy totalmente diferentes de las presen­ secuencia continua de estados conscientes unidos por
tes en el inicio de mi vida, pero, de todos modos, sí, mi capacidad de recordar, en cualquier momento dado,
sigue siendo el mismo,cuerpo, sobre todo debido a su experiencias conscientes ocurridas en el pasado. Mu­
continuidad espacio-temporal con el cuerpo original chos filósofos, y sobre todo Locke, consideraron que
del lactante. ése era el elemento esencial de la identidad personal.
El motivo por el cual lo necesitamos por añadidura a
esta última es que parece fácil imaginar casos en los que
2. Continuidad temporal relativa de la
yo despertara en un cuerpo diferente, pero desde mi
estructura
punto de vista seguiría siendo sin lugar a dudas el mis­
A pesar de que mi estructura cambia a través de mo. Aún tendría mis experiencias como parte de la se­
las décadas -crezco y envejezco-, soy de todas mane­ cuencia. Esta incluye experiencias de recuerdo de
ras un ser humano reconocible. Si, como Gregor Sarnsa, estados conscientes pasados. Locke, al encontrar en ella
despertara una mañana metamorfoseado en el cuerpo la característica esencial de la identidad personal, la
de un gran insecto, o me transformara de improviso en llamó "conciencia", pero la interpretación más difun­
un elefante o una jirafa, no parece evidente que las otras dida es que se refería a la memoria. Hobbes y Hume se
personas estuvieran dispuestas a decir que sigo sien~o creyeron en condiciones de refutar esa tesis señalando
John R. Searle. Por lo tanto, además de la mera perma­ que las relaciones de la memoria eran intransitivas. Esto
nencia en bruto de un continuo a través del espacio y es, el viejo general podría recordar acontecimientos
el tiempo, al parecer también necesitamos reconocer ocurridos cuando era un joven teniente y el joven te­
ciertos tipos de regularidades estructurales en los cam­ niente podría recordar sucesos de su infancia, pero el
bios sufridos por ese objeto espacio-temporal. viejo general quizás hubiera olvidado la niñez. En este
Si la identidad personal plantea un problema es­ aspecto, Hobbes y Hume tenían seguramente razón,
pecial es porque estas dos condiciones no parecen su­ pero el hecho de que olvidemos cosas no parece repre­
ficientes para mi punto de vista de primera persona. sentar una refutación de la idea de que desde el punto
Aun cuando otros se nieguen a reconocer a mi perso­ de vista de la primera persona, la secuencia de mis es­
na en cierto objeto, confío en mi capacidad de saber, tados conscientes, urtidos por la memoria, es esencial
desde mi punto de vista interno de prirríera persona, , para discernir mi existem:;ia como la de un individuo
quién soy, aunque me encuentre en el cuerpo de ¡un específico.
elefante o una jirafa e incluso si me reduzco al tamaño'
de un pulgar; sea como fuere, podré autoidentificarme.
Pero ¿a qué deben equivaler esos criterios?
El siguiente criterio es de primera persona.
JOHN R. SEARLE
La mente. Uno breve introducción
[352]
[353]

4. Continuidad de la personalidad IV: Identidad y memoria


Este criterio tal vez sea menos impottante que los He dicho que la memoria cumple un papel esen­
otros tres, no obstante lo cual hay cierta continuidad cial en nuestra concepción de primera persona de la
relativa de mi personalidad y mis disposiciones. Si identidad personal. A continuación veremos por qué.
mañana a la mañana, al despertarme, me sintiera y me Tengo hoy recuerdos conscientes de anteriores expe­
comportara exactamente como la princesa Diana poco riencias conscientes de mi vida, así como la capacidad
antes de su muerte, cabría preguntarse si soy "realmen­ de evocar un número muy grande de recuerdos simi­
te la misma persona". También podemos tomar un caso lares de otras experiencias pasadas. La sensación de que
real, el famoso ejemplo de Phineas Gage, que sufrió un soy exactamente el mismo individuo a lo largo del tiem­
daño cerebral mientras trabajaba en un equipo de ten­ po, desde mi punto de vista de primera persona, se debe
dido de líneas ferroviarias y una barra de acero le atra~ en gran parte a mi aptitud de producir recuerdos cons­
vesó el cráneo. Milagrosamente, Gage sobrevivió, pero cientes de sucesos conscientes anteriores de mi vida.
su personalidad se trastocó por completo. Así como Creo que a eso se refería Locke cuando dijo que
antes había sido una persona entusiasta y agradable, la conciencia desempeña un papel esencial en nuestra
luego del accidente comenzó a mostrarse como un concepción de la identidad personal, pero con prescin­
hombre vil, receloso, vicioso y desagradable. En cierto dencia de que se tratara de eso o no, la continuidad de
sentido, podríamos considerar que Gage era "'otra per­ la memoria es por lo menos un aspecto importante de
sona". Adviértase, sin embargo, que al describir estos la idea que nos formamos de esa identidad. Leibniz
casos seguimos usando el mismo nombre propio que planteó un argumento similar: imagina que llegas a ser
antes. A efectos prácticos, es innegable que continua­ emperador de China, pero has perdido toda huella de
mos hablando de Phineas Gage. En lo concerniente a la memoria de tu pasado. No hay diferencia, dice Leib­
asuntos cotidianos como determinar quién debe su niz, entre imaginar esto e imaginar que dejas de exis­
impuesto a la renta o es el dueño de su casa, no juzga­ tir y nace un nuevo emperador.
mos esencial la impresión de que se trata de otra perso­ Hay una objeción tradicional al planteamiento de
na. No obstante, sus amigos y su familia podrían sentir ) Locke, que mucha gente estima decisiva y que ahora
que "no es el mismo". quiero exponer y responder. Dice así: el planteamiento
Tal como se señaló antes, la operatividad de un es circular. Sólo podemos decir verdaderamente que un
concepto depende de una diversidad de criterios que agente es capaz da recordar sucesos de su vida anterior
le otorgan validez, y el supuesto tácito antecedente es si presuponemos que es idéntico a la persona que vivió
que todos ellos actúan juntos. Así sucede, en efecto, en dichos sucesos. Pero, por lo tanto, no podemos explicar
los casos con que estamos familiarizados en la vida la identidad personal en términos de memoria, porque

normaL De todas maneras, se plantean algunos enig­ la memoria en cuestión presupone la identidad misma

mas .

..
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[354] [355]

que intentamos explicar. Podemos expresar esta obje­ que, de ser satisfechos, la pers0I.1a P2 en T2 será idéntica
ción de manera más formal. a la persona PI en un tiempo anterior .T 1?, el criterio
Una persona P2 en el tiempo T2 es idéntica a una no se cumple. Cualquiera sea la cantidad de recuerdos
persona anterior PI en el tiempo TI si y sólo si P2 re­ putativos de Kant que yo tenga, no por eso soy Kant.
cuerda en T2 sucesos ocurridos a PI en TI' donde los Sin embargo, hay una pregunta diferente que a mi
hechos en cuestión son experiencias conscientes y la parecer es respondida por la teoría, y se trata de la pre­
experiencia misma de recordar también lo es. gunta de primera persona: ¿qué hay en mí, en mis expe­
La afirmación sobre la circularidad de esta idea se riencias personales, que me lleva a sentirme yo mismo
justifica del siguiente modo: a fin de que P2 recuerde como una entidad continua a través del tiempo, agre­
realmente en T2 un suceso ocurrido a PI en TI' en con­ gada a la continuidad de mi cuerpo? ~y con respecto a
traste con el mero hecho de pensar que lo recuerda, P2 esta pregunta, me parece que la continuidad de mis
debe ser idéntico a PI' Pero si esto es cierto, no pode­ experiencias de memoria es una parte esencial de la
mos utilizar la memoria para justificar la afirmación o percepción de mí mismo como un yo continuo. Alguien
el criterio de identidad, porque requerimos esta última que no fuera yo podría tener experiencias personales
como condición necesaria de la validez de aquella. idénticas en su tipo que le dieran un sentido de sí mis­
Podemos ilustrar estas observaciones con algunos mo idéntico en su tipo al mío. De todas maneras, no
ejemplos. Supóngase que ahora digo, sin faltar a la ver­ seríamos idénticos, no obstante 10 cual cada uno de
dad, recordar haber escrito la Crítica de la razón pura. nosotros se siente como un yo continuo.
Esto no establece ni tiende a respaldar de manera algu­
na la idea de que soy idéntico a Immanuel Kant, porque
sabemos que yo no podría haber escrito esa obra por V. Un argumento a favor de la existencia de

no ser idéntico a él, que sí la escribió. Pero exactamente un yo no humeano

por el mismo motivo, si ahora digo que recuerdo haber Todas estas discusiones dejan en pie la cuestión
escrito Speech Acts, esto no sirve de por sí para estable­ de si necesitamos o no el concepto de un yo por añadi­
cer que soy idéntico a John Searle, autor de ese libro, dura a la noción de disposiciones y estados psicológi­
-'
porque antes de poder saber que acierto al recordar cos. Creo que la mayoría de los filósofos coinciden con
haber escrito Speech Acts deberíamos saber que soy Hume en sus críticas a Locke y Descartes, en el senti­
John Searle. Los dos casos son paralelos en todos los do de que no ht\y un yo o una identidad personal más
aspectos. ¿Este argumento es decisivo contra la teoría allá de la secuencia de nuestras experiencias reales. El
de que la memoria es una parte esencial de la identi­ escepticismo de Hume con respecto al yo es similar a
dad personal? A mi entender, la respuesta variará según su actitud escéptica acerca de la conexión necesaria y
cuál sea la pregunta que, a nuestro juicio, la teoría tra­ la causación. Nuestro filósofo observa a su alrededor
ta de responder. Si consideramos que esa pregunta es: para ver si puede descubrir alguna impresión unifica­
¿cuáles son los criterios de la .identidad personal tales dora de todas sus percepciones; no es una sorpresa que
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[35 6] [357]

no la encuentre. Cuando vuelco mi atención hacia algo además de nuestro cuerpo y la secuencia de nues­
adentro, nos dice, encuentro experiencias específicas. tras experiencias? Me he víSto en la necesidad de con­
Descubro este o aquel deseo de tomar agua, un leve cluir que sí, debemos postular sin duda alguna un yo
dolor de cabeza o la sensación de opresión de los pies por añadidura a la secuencia de experiencias, y ahora
dentro de los zapatos, pero ninguna experiencia del yo presentaré un argumento en apoyo de ese postulado.
se suma a esas experiencias particulares. Por consi­ Volvamos a n~stro supuesto original de que yo
guiente, cualquier identidad que yo pueda atribuirme consisto en un cuerpo y una secuencia de experiencias.
debe ser un resultado de la secuencia de experiencias Esta secuencia incluirá cosas como el sabor del café, la
específicas. Es una ilusión, dice Hume, suponer que por visión del color rojo, el panorama de la bahía de San
encima de estas hay algo que constituye mi yo. Como Francisco desde mi ventana, etc. ¿Queda algo afuera?
en el caso de la conexión necesaria, las palabras de Creo que sí. Debemos notar en primer lugar algo que
Hume parecen dar a entender un lamentable fracaso de ya señalé. No tenemos experiencias desordenadas; an­
nuestra parte por no poder descubrir la experiencia del tes bien, todas las experiencias que tengo en un instante
yo, así como no logramos encontrar la experiencia de cualquiera se viven como parte de un solo campo cons­
aquella conexión. Sin embargo, como en esa otra cues­ ciente unificado. Por lo demás, su poseedor experimen­
tión, el filósofo plantea un argumento lógico y no un ta la continuación de ese campo consciente a través del
argumento psicológico sobre la ausencia de un tipo de­ tiempo como una continuación de su propia concien­
terminado de experiencia. El argumento es este: nada. cia. Vale decir, no siento que mi conciencia de hace
puede mostrarse como una experiencia del yo, porque cinco minutos y ni siquiera de hace cinco años esté des­
cualquiera que tuviéramos, aun la que durara toda una conectada de mi conciencia actual; vivo en cambio la
vida, sería simplemente una experiencia más. Supon­ experiencia de una conciencia continua interrumpida
gamos que yo tuviese una mancha amarilla constante por fases de sueño. (Los debates filosóficos no toman
en mi campo visual que me acompañara sin falta du­ en cuenta lo suficiente el fascinante hecho de que uno
rante toda mi vida consciente. ¿Sería eso un yo? No, tenga una sensación del paso del tiempo incluso duran­
: sólo sería una mancha amarilla. Nada podría satisfacer te el sueño, al menos en este aspecto: al despertar, sen­
las condiciones necesarias para que algo fuera una ex­ timos que ha pasado más o menos tiempo desde que
periencia del yo, esto es, una experiencia que unificara nos dormimos. Al parecer, no sucede lo mismo con las
todas las demás. Creo que, en el nivel al cual se dirigen, personas que ha~ quedado inconscientes a causa de un
los argumentos de Hume son muy convincentes, y me golpe o han recibido anestesia general.)
parece que muchos filósofos, tal vez la mayoría, coin­ Los argumentos que me convencieron de que es
cide conmigo en cuanto al vigor que manifiestan. preciso postular por lo menos una noción formal del
Pero he llegado a regañadientes a la conclusión de yo (más adelante diré a qué me refiero al hablar de "for­
que Hume dejó algo al margen; y esto nos lleva a nues­ mal") tienen que ver con las nociones de racionalidad,
tra segunda serie de preguntas: ¿necesitamos postular.~_ libre elección, toma de decisiones y razones para la
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción
[35 8]
[359]

acción. En el capítulo 7 señalarnos que las explicacio­ que pretendía dilucidar. Pero la respuesta decisiva a esta
nes intencionalistas de la torna de decisiones y la actua­ objeción es que, desde mi punto de vista, la explicación
ción racional humana tienen una forma lógica peculiar, es absolutamente adecuada. Lo que explico es mi com­
diferente de la forma clásica de las explicaciones cau­ portamiento, y puedo apelar a mis razones para expli­
sales. El contraste es, por ejemplo, el existente entre car por qué hice lo que hice, sin comprometerme en
estas dos frases: modo alguno con la idea de que esas razones enuncian
condiciones cal!Salmente suficientes. En rigor, tal vez
1. Puse una x en la boleta electoral porque quería esté muy al tanto de que no lo hacen.
votar por Bush. ¿Cómo debemos interpretar entonces los enun­
2. Me dio dolor de estómago porque quería votar por ciados de la forma 1 y, a decir verdad, cualquier otro
Bush. que proponga una explicación de mi comportamiento
voluntario libre a través de mis razones para actuar? La
Ahora supondremos, en beneficio del argumento, respuesta, creo, es que, además del "haz de percepcio­
que ambas frases son ciertas y proporcionan explicacio­ nes", tal como las describió Hume, debernos suponer
nes adecuadas. Pese a eno, su forma lógica es muy que ciertas coacciones formales se ejercen sobre la en­
diferente. De acuerdo con una interpretación conven­ tidad que torna las decisiones y lleva a cabo las accio­
cional, la número 2 enuncia condiciones causalmente nes. Tenernos que postular un yo o agente racional
suficientes. En ese contexto, mi deseo de votar por capaz de actuar libremente y hacerse responsable de las
Bush fue suficiente para provocarme un dolor de estó­ acciones. El complejo de las nociones de acción libre,
mago. Pero la frase número 1, también según una in­ explicación, responsabilidad y razón nos da la motiva­
terpretación convencional, no propone condiciones ción para postular algo por añadidura a la secuencia de
causalmente suficientes. Sí, marqué la boleta con una experiencias y el cuerpo en el cual estas ocurren. Para
X por esa razón, pero bien podría no haberlo hecho. ser más exacto, a fin de explicar las acciones racionales
Después de todo, podría haber decidido no votar por libres, debernos suponer la existencia de una entidad
Bush, irme del recinto o hacer muchas otras cosas. Sin X tal que de ella pueda decirse que es consciente (con
embargo, ahora nos encontrarnos en apariencia frente todo lo que la conciencia implica), persiste a través del
a un enigma. ¿Cómo puede ser adecuada la explicación tiempo, formula razones para la acción y reflexiona
de mi comportamiento en términos de razones, si no sobre ellas bajo las coacciones de la racionalidad, es
presenta condiciones causalmente suficientes? Sin ellas, capaz de decidir, iniciar y llevar a cabo acciones bajo
no explica por qué hice lo que hice y no otra serie de un supuesto de libertad y (ya implícito en lo que he
cosas que perfectamente podría haber hecho, en igual­ dicho) es responsable de al menos algunos de sus actos.
dad de todas las demás condiciones. Al parecer, si la Hume -§;reía tener una objeción decisiva contra
explicación no enuncia condiciones causalmente sufi­ cualquier postulación semejante. No tengo experiencia
cientes, no explica de manera adecuada el fenómeno alguna de ese yo, ese X. Si oriento introspectivamente
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción
[3 60} [3 61 }

mi atención y examino todas las experiencias que tengo juicio, el tercero. El agente racional consciente que
en este momento, no daría el nombre de "yo" a ninguna hemos creado debe ser capaz de embarcarse en algo que
de ellas. Siento la tela de la camisa en la espalda, el re­ en inglés denominamos acting on reasons [actuar sobre
gusto del café en la boca y una leve resaca por lo que la base de razones l. Ahora bien, esto es importante
bebí anoche y capto la vista de los árboles a través de porque la noción de actuar sobre la base de una razón
la ventana, pero nada de esto es un yo ni podría consi­ difiere de la idea de hacer que algo nos suceda causal­
derarse como tal. Entonces, ¿en qué consiste ese yo? mente. Ése era e4entido de la ilustración que presenté
Creo que Hume tiene toda la razón: no hay experiencia antes sobre la diferencia entre la afirmación de que me
de esa entidad, pero esto no significa que no debamos dio dolor de estómago porque quería votar por Bush y
postularla o proponer algún principio formal; ahora la de que realicé una acción libre, actué sobre la base
examinaré con mayor profundidad qué tipo de razones de mi deseo de votar por Bush. La noción de "actuar
nos obligan a ello y qué tipo de entidad podría ser el sobre la base de" presupone el intervalo de libre albe­
yo en cuestión. drío descrito anteriormente. Hasta aquí, entonces, en
Una manera de pensar estas cuestiones es conce­ nuestro robot hemos puesto conciencia, junto con ex­
birlas como problemas de ingeniería. Si estuviéramos periencias perceptivas conscientes y otros estados in­
diseñando un robot consciente y quisiéramos que re­ tencionales, la capacidad de reflexionar sobre esos
produjera toda la gama de capacidades racionales hu­ estados y la agencia racional, que es la capacidad pe­
manas, es decir que fuese capaz de reflexionar sobre las culiar de emprender acciones bajo un supuesto de li­
razones para la acción, tomar decisiones y actuar bajo bertad. Pero si hemos ·hecho todo eso, ya tenemos un
el supuesto de su propia libertad, ¿qué elementos ten­ yo. El yo que describo es un concepto puramente for­
dríamos que incorporarle? mal; no implica ningún tipo específico de razón o de
El primer requisito evidente de cualquier robot de percepción. Se trata, antes bien, de una noción formal
esas características es que debería ser consciente. Por que incluye la capacidad de organizar su intencionali­
otra parte, la forma de su conciencia tendría que ser dad bajo coacciones de racionalidad, de tal manera que
cognitiva, en el sentido de que debería tomar los estí­ sea posible realizar acciones voluntarias intencionales,
mulos perceptivos, procesar conscientemente la infor­ cuyas razones no son causalmente suficientes para de­
mación recibida de la percepción y razonar sobre esa terminarlas.
base en procura de llevar a cabo una acción. ¿Por qué esa noción del yo es "formal" y no "sus­
Su segunda característica sería la capacidad de tantiva"? Para responder a esta pregunta, me gustaría
poner en marcha una acción, una capacidad a veces lla­ recurrir a una analogía entre el yo y otra noción formal.
mada "agencia". Se trata de una aptitud adicional a las A fin de entender mis percepciones visuales, debo con­
percepciones conscientes, presente en los seres huma­ cebir que ocurren desde un punto de vista, pero por sí
nos y muchos animales. Es un: rasgo de ciertos tipos de mismo este no es algo que veo o percibo de alguna otra
conciencia, pero no de todos. El paso crucial es, a mi manera. Es un .requisito puramente formal necesario
]OHN R. SEARLE La mente. U1lIl breve introducción

[3 6 3]

para hacer inteligible el carácter de mis experiencias. experiencias, existe, no obstante, una exigencia formal
punto de vista no tiene rasgos sustantivos al margen o lógica de postular un yo como algo sumado a ellas
de esta restricción formal, a saber, que debe ser el punto con el objeto de entender su carácter. En lo concernien­
desde el cual se producen mis experiencias. Ahora bien, te al planteamiento del argumento, no estoy insatisfe­
la noción de yo que postulo es, de manera similar, pura­ cho. Pero sí lo estoy, y mucho, por el hecho de que a
mente formal, pero más compleja. Debe ser una entidad mi juicio no va lo bastante lejos y realmente no sé cómo
tal que, en su singularidad, tenga conciencia, percep­ completarlo. T~ngo dos preocupaciones conexas. Prime­
ción, racionalidad, la capacidad de lanzarse a la acción ro, la dificulta'd subyacente con respecto a Hume era su
y la de organizar percepciones y razones a fin de llevar concepción atomista de la experiencia. El filósofo creía
a cabo acciones voluntarias bajo un supuesto de liber­ que las experiencias siempre llegaban a nosotros en
tad. Si tenemos todo eso, tenemos un yo. unidades discretas que llamaba "impresiones" e "ideas".
Ahora podemos explicar muchas otras caracterís­ Sabemos, sin embargo, que no es así. Como he tratado
ticas, dos de las cuales tienen un papel central en nues­ de poner de relieve, sabemos que tenemos un campo
tro cencepto de yo humano. Una es la responsabilidad. consciente total y unificado y que en él nuestras expe­
Cuando me embarco en acciones comprometo mi res­ riencias se organizan tanto en cualquier momento dado r

ponsabilidad, y de ese modo cuestiones como el mere­ como a lo largo del tiempo en estructuras muy orde­
cimiento, la culpa, la recompensa, la justicia, el elogio nadas y complejas. Los psicólogos gestálticos nos pro­
y la condena incorporan un tipo de sentido que en otras porcionaron una multitud de pruebas del carácter
circunstancias no tendrían. Segundo, ahora estamos en holista y no atomista de nuestras experiencias percep­
condiciones de explicar las relaciones peculiares que los tivas. La segunda preocupación es que no sé cómo ex­
animales racionales tienen con el tiempo. Si puedo or­ plicar el hecho de que un importante rasgo de nuestras
ganizar el tiempo y planificar para el día de mañana, es experiencias sea lo que podríamos denominar "senti­
porque el mismo yo que hace los planes existirá en el do del yo". Una manera de expresarlo es decir que
futuro para llevarlos a la práctica. te decididamente algo consistente en sentir que uno es
uno mismo. Y un modo de verlo es tratar de imaginar
cómo será ser alguien totalmente diferente. Imagine el
VI. Conclusión lector que es Adolf Hider, Napoleón o George Washing­
En este capítulo me he ocupado sobre todo de dos ton. y al realizar este ejercicio imaginativo es importan­
problemas, en primer lugar los criterios de la identidad te no hacer trampas y no imaginarse en la situación de
personal o, en otras palabras, qué hay en una persona Adolf Hitler, etc.; no hay que pensarse en el papel de
que hace de ella la misma a través del tiempo y los cam­ Hitler, sino tratar de imaginar cómo es ser Hitler. Si el
bios. En segundo lugar, traté de exponer un argumen­ lector lo hace, creo que advertirá que imagina una expe­
to para demostrar que, si bien Hume tenía razón al riencia muy diferente de la experiencia habitual en la
sostener que no hay yo alguno como objeto de nuestras que tiene una idea de su yo como este yo y no otro. Pero
/ ...-r-:

JOHN R. SEARLE

[3 64] [3 6 5]

la existencia del sentido del yo no resuelve, desde lue­ EPÍLOGO

go, el problema de la identidad personal. Admitiendo


la existencia de algo consistente en sentirse uno mismo, LA FILOSOFÍA Y LA COSMOVISIÓN

eso no basta para garantizar que quienquiera que tenga CIENTÍFICA

la experiencia debe ser idéntico a mí, porque es muy


posible que muchas otras personas vivan esta misma
experiencia de idéntico tipo que yo llamo "sentido de He completado la tarea que me propuse en el primer
lo que es ser yo". Mi sentido del yo existe sin lugar a capítulo. Intenté presentar una descripción de la men­
dudas, pero no resuelve el problema de la identidad per­ te que situara los fenómenos mentales como parte del
sonal y hasta ahora tampoco da carnadura al requisito mundo natural. Nuestra presentación de la mente en
puramente formal que juzgué necesario para comple­ todos sus aspectos -conciencia, intencionalidad, libre
mentar la descripción de Hume a fin de explicar la albedrío, causalidad mental, percepción, acción inten­
posibilidad de la acción libre racional. Por lo tanto, aun­ cional, etc.- es naturalista en este sentido: en primer
que este capítulo es un comienzo de la discusión del yo, lugar, trata los fenómenos mentales como parte de la
no es más que eso: un comienzo. naturaleza. Debemos concebir la conciencia y la inten­
cionalidad en cuanto partes tan legítimas del mundo
natural como la fotosíntesis o la digestión. Segundo, el
aparato explicativo que usamos para proponer una des­
cripción causal de los fenómenos mentales es un apa­
rato que necesitamos para explicar la naturaleza en
general. Intentamos explicar los fenómenos mentales
,.
en un nivel biológico y no, digamos, en el nivel de la
física subatómica. La razón es que la conciencia y otros
fenómenos mentales son fenómenos biológicos; son el
producto de procesos biológicos y específicos de cier­
tos organismos biológicos. Esto no significa, desde lue­
go, negar que nuestra mente es modelada por nuestra
cultura. Pero la cultura no se opone a la biología; an­
tes bien, es la forma adoptada por esta en diferentes
comunidades. Una cultura puede diferir de otra, pero
las diferencias tienen sus límites. Cada una debe ser una
expresión de la comunidad biológica subyacente de la
especieJhumana. No podría haber un conflicto a largo
plazo entre la naturaleza y la cultura, porque si lo hu­
]OHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción
[3 66]
[3 6 7]

biera, la primera siempre ganaría y la segunda siempre tengo del tema es la siguiente: la existencia de un solo
perdería. electrón en los átomos de hidrógeno es un dato similar
La gente habla a veces de la "cosmovisión cientí­ al hecho de que yo tenga una sola nariz. La única dife­
fica" como si fuera una visión entre otras de cómo son rencia es que, por razones evolutivas bastante acciden­
las cosas y pudiera haber toda clase de cosmovisiones; tales, no necesito ayuda profesional para descubrir que
la "ciencia", entonces, nos propondría una más de ellas. tengo una sola nariz, mientras que, dadas nuestra es­
En algún aspecto es así; pero en otros la idea es enga­ tructura y la estructura de los átomos de hidrógeno,
ñosa y sugiere, en rigor, algo falso. Es posible observar hace falta mucha pericia profesional para descubrir
la misma realidad COn diferentes intereses en mente. cuántos electrones hay en un átomo de ese elemento.
Hay un punto de vista económico, un punto de vista El mundo científico no existe. Lo que existe es
estético, un punto de vista político, etc., y el punto de simplemente el mundo, y el objetivo de nuestro afán es
vista de la investigación científica es, en este sentido, describir su funcionamiento y nuestra situación en
uno más entre otros. Sin embargo, una manera de inter­ Por lo que sabemos, sus principios más fundamentales
pretar esta concepción sugiere que la ciencia designa un son expuestos por la física atómica y, en cuanto al pe­
tipo específico de ontología, como si hubiera una reali­ queño fragmento de ese mundo que más nos concier­
dad científica diferente, por ejemplo, de la realidad del ne, por la biología evolutiva. Los dos principios básicos
sentido Común. Creo que esto es un profundo error. La de los cuales depende cualquier investigación como la
idea implícita en este libro, que ahora quiero explicitar, que yo he emprendido son, primero, la noción de que
es que la ciencia no designa Un dominio ontológico, las entidades más fundamentales de la realidad son las
sino un conjunto de métodos para indagar en todos los descritas por la física atómica, y segundo, que nosotros,
terrenos que admiten una investigación sistemática. La como bestias biológicas, somos el producto de largos
presencia de un electrón en los átomos de hidrógeno, períodos de evolución, extendidos, quizá, durante cin­
por ejemplo, fue descubierta por medio de algo deno­ co mil millones de años. Ahora bien, una vez que acep­
minado "método científico", pero una vez descubierto, tamos estos puntos, que no sólo se refieren a la ciencia
el hecho no es propiedad de la ciencia; es íntegramen­ sino al funcionamiento del mundo, algunos de los
te de propiedad pública. Es un hecho como cualquier interrogantes sobre la mente humana admiten respues­
otro. Así, si nos interesan la realidad y la verdad, no hay tas filosóficas bastante simples, aunque esto no implica
en rigor nada que pueda llamarse "realidad científica" que las respuestas neurobiológicas lo sean igualmente.
o "verdad científica". Sólo existen los hechos que co­ No vivimos en varios y ni siquiera en dos mundos
nocemos. El desconocimiento de estos factores gene­ diferentes, uno físico y otro mental, un mundo cientí­
ró una indecible confusión en la filosofía. Por eso suele fico y un mundo del sentido común. Por el contrario,
haber debates, por ejemplo, sobre la realidad de las hay un solo mundo, el mundo donde todos vivimos, y
entidades postuladas por la ciencia. Pero esas entidades es prec~ explicar nuestra existencia como parte de él.
o bien existen o bien no existen. La concepción que
[3 6 9)

SUGERENCIAS PARA MÁS LECTURAS

l. Una docena de problemas de filosofía de


la mente

Descartes, R., The Philosophical Wrítings of Descartes,


traducción de J Collingham, R. Stoothoff y D.
Murdoch, dos volúmenes, Cambridge, Cambridge
University Press, 1985, vol. en especial Medita­
tions on Fírst Philosophy, "Second meditation", pp.
16-23 Y "Sixth meditation", pp. 50-62, Y Objec­
tions and Replies, en especial "Author's replies to
the fourth set of objections", pp. 154-162 [traduc­
ción española: Meditaciones metafísicas con obje­
ciones y respuestas, Madrid, Alfaguara, 1977].
Hay una serie de introducciones generales a la filoso­
fía de la mente, entre las que cabe mencionar las
siguientes:
Armstrong, D. M., The Mind-Body Problem, An Opi­
nionated Introduction, Boulder (Colo.), Westview
Press, 1999.
Churchland, P. M" Matterand Consciousness, Cambrid­
(Mass.), MIT Press, 1988 [traducción española:
Materia y conciencia: introducción contemporánea
a la filosofía de la mente, Barcelona, Gedisa, 1999].
Heil,]., Phílosophy of Mind, Londres y Nueva York,
Routledge, 1998.
]acquette, D., Philosophy of Mind, Englewood Cliffs,
Nueva]ersey, Prentice Hall, 1994.
Kim, ]., The Philosophy of Mind, Boulder (Colo.),
v .
WestVlew Press, 1998.
JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[37°] [37 1 ]

Lyons, W, Mattas of the Mind, Nueva York, Routledge, in Philosophy of Psychology, vol. 1, Cambridge
2001. (Mass.), Harvard University Press, 1980, pp.
También hay varias compilaciones de artículos sobre la 268-305.
filosofía de la mente, entre ellas: Borst, C. (comp.), The MindlBrain Identity Theory, Nue­
Block, N. (comp.), Readings in Philosophy ofPsycholagy, va York, St. Martin's Press, 1970.
vol. 1, Cambridge (Mass.), Harvard University Churchland, P. M., "Eliminative Materialism and the
Press, 1980. Propositional Attitudes", en D. M. Rosenthal
Chalmers, D. (comp.), Philosophy ofMind: Classical and (comp.), The Nature ofMind, Nueva York, Oxford
Contemporary Readings, Nueva York, Oxford University Press, 1991, pp. 601-612 [traducción
University Press, 2002. española: "El materialismo eliminativo y las ac­
Heil,]. (comp.), Philosophy of Mind: A Guide and Antho­
titudes proposicionales", en Eduardo Rabossi
lagy, Oxford, Oxford University Press, 2004.
(comp.), Filosofía de la mente y conciencia cogni­
Lycan, W (comp.), Mind and Cognition: A Reader, Cam­
tiva, Barcelona, Paidós, 1995, pp. 43-68].
bridge (Mass.), Blackwell, 1990. Crane, T., The Mechanical Mind, segunda edición, Lon­
~

O'Connor, T. y D. Robb (comps.), Philosophy of Mind: dres, Routledge, 2003.


Contemporary Readings, Londres y Nueva York, Davidson, D., "Mental Events", en Essays onActions and
Routledge, 2003. Events, Nueva York, Oxford University Press,
Rosenthal, D. M. (comp.), The Nature of Mind, Nueva 1980, pp. 207-227 [traducción española: "Suce­
York, Oxford University Press, 1991. sos mentales", en Ensayos sobre acciones y sucesos,
Barcelona y México, Crítica/Instituto de Investi­
gaciones Filosóficas de la UNAM, 1995].
2. El giro hacia el materialismo Feigl, H., "The 'Mental' and the 'Physical"', en H. Feigl,
M. Scriven y G. Maxwell (comps.), Concepts,
Las siguientes selecciones presentan la mayor parte de Theories and the Mind-Body Problem, Minneápolis,
los argumentos básicos examinados en este capí­ University of Minnesota Press, 1958, col. "Minne­
tulo: sota Studies in the Philosophy of Science", vol. 2.
Armstrong, D. M., A Materialist Theory of the Mind, Haugeland,]. (comp.), Mind Design: Philosophy, Psycho­
Londres, Routledge, 1993. logy, Artificial Intelligence, Cambridge (Mass.), MIT
Block, N., "Troubles with Functionalism", en D. Wade Press, 1982, col. "A Bradford Book".
Savage (comp.), Perception and Cognition: Issues in Hempel, c., "The Logical Analysis of Psychology", en
the Foundations of Psychology, Minneápolis, Uni­ N. Block (comp.), Readings in Philosophy of Psy­
versity of Minnesota Press, 1978, col. "Minnesota chology, vol. 1, Cambridge (Mass.), Harvard Uni­
Studies in the Philosophy of Science", vol. 9, pp. v'versity Press, 1980.
261-325, reeditado en N. Block (comp.), Readings
La mente. UTUl breve introducción
JOHN R. SEARLE

[373]
[37 2 ]

Lewis, D., "Psychophysical and Theoretical Identifica­ 3. Argumentos contra el materialismo


tions" y "Mad Pain and Manian Pain", en
Block (comp.), Readings in Philosophy oJ Psycho­ Block, N., "Troubles with Functionalism", en D. Wade
logy, vol. 1, Cambridge (Mass.), Harvard Savage (comp.), Perception and Cognition: Issues in
versity Press, 1980, pp. 207-215 Y 216-222, the Foundations oJ Psychology, Minneápolis, Uni­
respectivamente. versity ofMinnesota Press, 1978, col. "Minnesota
McDermott, D. V, Mind and Mechanism, Cambridge Studies in the Philosophy of Science", vol. 9, pp.
(Mass.), MIT Press, 2001. 261-325, reeditado en N. Block (comp.), Readings
Nagel, T., "Armstrong on the Mind", en N. Block in Philosophy oJ Psychology, vol. 1, Cambridge
(comp.), Readings in Philosophy oJPsychology, vol. (Mass.), Harvard University Press, 1980, pp.
1, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 268-305.
1980. Jackson, E, "What Mary Didn't Know", Joumal
Place, U. T., "Is Consciousness a Brain Process?", British Philosophy, 83,1986, pp. 291-295 [traducción es­
Joumal oJPsychology, 47, primera parte, 1956, pp. pañola: "Lo que María no sabía" , en Obeth Hans­
44-50. berg y Maite Ezcurdia (comps.), La naturaleza de
Putnam, H., "The Nature ofMental States", en N. Block la experiencia, 1, Sensaciones, México, Instituto de
(comp.), Readings in Philosophy oJPsychology, vol. Investigaciones Filosóficas de la UNAM, 2003];
1, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, véase también "Epiphenomenal Qualia", philoso­
1980 [traducción española: La naturaleza de los phical Quarterly, 32,1986, pp. 127-136 [traduc­
estados mentales, México, Instituto de Investiga­ ción española: "Qualia epifenoménicos", en íbíd.]
ciones Filosóficas de la UNAM, 1981]. Kripke, S. A., Namingand Necessity, Cambridge (Mass.),
Ryle, G., The Concept oJ Mind, Londres, Hutchinson, Harvard University Press, 1980 [traducción espa­
1949 [traducción española: El concepto de lo men­ ñola: El nombrar y la necesidad, México, UNAM,
tal, Buenos Aires, Paidós, 1967]. 1996]; extractos en D. Chalmers (comp.), philo­
Searle, J. R., The Rediscovery oJ the Mind, Cambridge sophy oJ Mind: Classical and Contemporary Rea­
(Mass.), MIT Press, 1992 [traducción española: El dings, Nueva York, Oxford University Press, 2002,
redescubrimiento de la mente, Barcelona, Crítica, pp. 329-332.
1996]. McGinn, e, "Anomalous Monism and Kripke's Carte­

Smart,]. J. "Sensations and Brain Processes", en D. sian Intuitions'; , en N. Block (comp.), Readings in

M. Rosenthal (comp.), The Nature oJMínd, Nueva Philosophy oJPsychology, voL 1, Cambridge (Mass.),

York, Oxford UniversityPress, 1991, pp. 169-176. Harvard University Press, 1980, pp. 156-158.

Turing, A., "Computing Machinery and Intelligence", Nagel, T., "Armstrong on the Mind" , en N. Block

Mind, 59, 1950, pp. 433-460. V' (comp.), Readings in Philosophy oJPsychology, voL

+t!d w'
]OHN R. SEARLE
Lo mmte. Una breve introducción
[374J [375J

1, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, Chalmers, D. The Consdous Mínd: In Search of a Fun­
1980, pp. 200-206. damental Theory, Oxford, Oxford University Press,
Nagel, T., The View fmm Nowhere, Nueva York, Oxford 1996 Itraducción española: La mente consciente:
University Press, 1986 Itraducción española: Una en busca de una teoría fundamental, Barcelona,
visión de ningún lugar, Madrid, Fondo de Cultura Gedisa, 1999 J.
Económica, 1996 J. Dennett, D., Consciousness Explained, Boston, Uttle
Nagel, T., "What Is It Uke to Be a Bat?", Philosophical Brown, 1991 Itraducción española: La conciencia
Review, 83, 1974, pp. 435-450, reeditado en D. explicada: una teoría ínterdisciplinar, Barcelona,
Chalmers (comp.), Philosophy of Mind: Classical Paidós, 1995].
and Contemporary Readings, Nueva York, Oxford McGinn, C, The Problem of Consciousness: Essays
University Press, 2002 [traducción española: toward a Resolution, Cambridge (Mass.), Basil
"¿Cómo es ser un murciélago?", en Obeth Hans­ Blackwell, 1991.
berg y Maite Ezcurdia (comps.), La naturaleza de Nagel, T., The View fmm Nowhere, Nueva York, Oxford
la experiencia, 1, Sensaciones, México, Instituto de University Press, 1986 I traducción española: Una
Investigaciones Filosóficas de la UNAM, 2003 J. visión de ningún lugar, Madrid, Fondo de Cultura
Searle, J. R, "Minds, Brains and Programs" , Behavioral Económica, 1996].
and Brain Sciences, 3,1980, pp. 417-424, reedi­ O'Shaughnessy, B., Consciousness and the World, Oxford,
tado en T. O'Connor y D. Robb (comps.), Philo­ Oxford University Press, 2000.
sophy ofMind: Contemporary Readings, Londres y Searle,j. R., The Mystery ofConsciousness, Nueva York,
Nueva York, Routledge, 2003, pp. 332-352 [tra­ New York Review of Books, 1997 I traducción es­
ducción española: "Mentes, cerebros y progra­ pañola: El misterio de la conciencia, Barcelona,
mas", en Margaret A. Boden (comp.), Filosofía de Paidós, 2000 l.
la inteligencia artificial, México, Fondo de Cultura Searle, j. R, The Rediscovery of the Mind, Cambridge
Económica, 1994 J. (Mass.), MIT Press, 1992 [traducción española: El
Searle, j. R, The Rediscovery of the Mind, Cambridge redescubrimiento de la mente, Barcelona, Crítica,
(Mass.), MIT Press, 1992 I traducción española: El -;l.
1996].
redescubrimiento de la mente, Barcelona, Crítica, Siewert, C, The Significance of Consciousness, Prince­
1996]. ton, Princeton University Press, 1998.
Tye, M., Ten Problems of Consciousness, Cambridge
4. La conciencia, primera parte
(Mass.), MIT Press, 1995.
También hay una enorme antología (más de ochocien­
Hay una multitud de trabajos recientes sobre la con­ tas páginas) de artículos sobre la conciencia:

ciencia, incluidos algunos de este autor. A conti­


nuación, una muestra representativa.
·",
·' .·':;'~·' · · ,¡·
el

1,
JOHN R. SEARLE
La mente. Una breve introducción

[377]
[37 6]

Block, N., O. Flanagan y G. Guzeldere (comps.), The Uníversíty Press, 2002. (Este artículo contiene
Nature of Consdousness: Philosophical Debates, una extensa bibliografía de las investigaciones
Cambridge (Mass.), MIT Press, 1997. neurobiológicas actuales sobre la conciencia.)
Al final de "La conciencia, segunda parte" se mencio­
narán lecturas más orientadas hacia la neurobio­
6. La intencionalidad
logía.

Burge, T., "lndívidualism and the Mental", en P. A.


5. La conciencia, segunda parte French, T. E. Uehling,]r. y H. K. Wettsteín, Studies
in Metaphysics, Minneápolis, University of Minne­
Los enfoques neurobiológicos de la conciencia son va­ sota Press, 1979, col. "Mídwest Studies in Philoso­
riados. Entre ellos: , vol. 4.
Crick, E, The Astonishing Hypothesis, Nueva York, Fodor, J., "Meaning and the World Order", en Psycho­
Scribners, 1994 [traducción espafiola: La búsque­ semantics, Cambridge (Mass.), MIT Press, 1988,
da científica del alma: una revolucionaria hipótesis capítulo 4, reeditado en T. O'Connor y D. Robb
para el siglo XXI, Madrid, Debate, 1995]. (comps.), Philosophy of Mind: Contemporary
Damasio, A. R, The Feeling ofWhat Happens: Body and Readings, Londres y Nueva York, Routledge, 2003
Emotion in the Making of Consciousness, Nueva [traducción española: Psicosem.ántica: el problema
York, Harcourt Brace &. Co., 1999 [traducción es­ del significado en la filosofía de la mente, Madrid,
pañola: La sensación de lo que ocurre: cuerpo y Tecnos, 1994].

emoción en la construcción de la conciencia, Ma­ Putnam, H., "The Meaning of 'Meaning"', en K. Gun­

drid, Debate, 2001] derson (comp.), Language, Mind, and Knowledge,

Edelman, G., The Remembered Present, Nueva York, Minneápolis, University ofMinnesota Press, 1975,

Basic Books, 1989. col. "Mínnesota Studies in the Philosophy of

Koch, c., The Quest for Consdousness: A Neurobiological Science", vol. 7, pp. 131-193 [traducción españo­

Approach, Englewood (Colo.), Roberts and Co., la: "El significado de 'significado'" , en Luis Valdés

2004. Víllanueva (comp.), La búsqueda del significado:

Llinás, R, 1 of the Vortex: From Neurons to Self, Cam­ lecturas de filosofía del lenguaje, Madrid, Tecnos,

bridge (Mass.), MIT Press, 2001 [traducción espa­ 1995].

ñola: El cerebro y el mito del yo, Bogotá, Norma, Searle, J. R., lntentionality: An Essay in the Philosophy

2003]. ofMind, Cambridge, Cambridge University Press,

Searle,]. R, "Consciousness", Annual Review ofNeuros­ 1983 [traducción española: lntencionalídad: un

cience, 23, 2000, reeditado en]. R Searle, Cons­ J ensayo en filosofía de la mente, Madrid, Tecnos,

ciousness and Language, Cambridge, Cambridge 1992].

La mente. Una breve introducción


]OHN R. SEARLE

[379]
[37 8J

7. La causación mental Wegner, D. N., The Illusion of Conscious Will, Cam­


bridge (Mass.), MIT Press, 2003.
Wolf, S., Freedom with Reason, Oxford, Oxford Univer­
Davidson, D., "Actions, Reasons and Causes", en Essays
sity Press, 1994.
on Actions and Events, Nueva York, Oxford
versity Press, 1980 [traducción española: "Accio­
nes, razones y causas", en Ensayos sobre acciones 9. El inconsciente y la explicación del

y sucesos, Barcelona y México, CríticaJInstituto de comportamiento

Investigaciones Filosóficas de la UNAM, 1995].


Heil,]. yA. Mele (comps.), Mental Causation, Oxford,
Freud, S., Note on the Unconscious in Psychoa­
Clarendon Press, 1993.
nalysis" (1912), en Collected Papas, traducción
Kim, J., Mind in a Physical World: An Essay on the Mind­
de]. Riviere, voL 4, Nueva York, Basic Books,
Body Problem and Causation, Cambridge (Mass.), 1959, pp. 22-29 [traducción española: "Nota so­
MIT Press, 199B.
bre el concepto de inconsciente en psicoanálisis" ,
Searle,]. R, Intentionality: An Essay in the Philosophy
en Obras completas, vol. 12, Buenos Aires, Amo­
ofMind, Cambridge, Cambridge University Press,
rrortu editores, 1980].
1983 [traducción española: lntencionalídad: un
Freud, S., "The Unconscious" (1915), en Collected
ensayo en filosofía de la mente, Madrid, Tecnos, Papas, traducción de J. Riviere, vol. 4, Nueva
1992].
York, Basic Books, 1959, pp. 98-136 [traducción
española: "Lo inconsciente", en Obras completas,
8. El libre albedrío vol. 14, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1979].
Searle, J. R., The Rediscovery of the Mind, Cambridge

(Mass.), MIT Press, 1992, capítulo 7 [traducción

Hay una antología de artículos sobre el libre albedrío


española: El redescubrimiento de la mente, Barce­

en:
lona, Crítica, 1996].

Watson, G. (comp.), Free Will, segunda edición, Oxford,


Searle, J. R., Rationality in Action, Cambridge (Mass.),

Oxford University Press, 2003.


MIT Press, 200 l.

A continuación, algunos libros recientes:


Kane, R, The Sígnificance ofFree Will, Oxford, Oxford
University Press, 1996. 10. La percepción
Searle,]. R, Rationality in Action, Cambridge (Mass.),
MIT Press, 2001.
El ataque clásico contra las teorías realistas de la per­

Smilansky, S., Free Will and Illusíon, Oxford, Oxford J cepción se encontrará en:

University Press, 2002.


JOHN R. SEARLE La mente. Una breve introducción

[3 80] [3 81 ]

Berkeley, G., Principies of Human Knowledge, edición Hume, D., A Treatíse ofHuman Nature, edición estable­
establecida por J. Dancy, Oxford, Oxford Univer­ cida por L A. Selby-Bigge, Oxford, Clarendon
sity Press, 1998 [traducción española: Tratado Press, 1951, libro 1, cuarta parte, sección VI, sobre
sobre los principios del conocimiento humano, Ma­ la identidad personal, pp. 251-263, así como en
drid, Alianza, 1984]. Véase también Berkeley, G., el apéndice, pp. 623-939 [traducción española:
Three Dialogues between Hylas and Philonous, edi­ Tratado de la naturaleza humana, Barcelona, Orbis,
ción establecida por C. Turbayne, lndianápolis, 1981].
Bobbs-Merrill Educational Publishing, 1985 [tra­
ducción española: Tres diálogos entre Hilas y La concepción de Locke se encontrará en:
Filonús, Madrid, Espasa-Calpe, 1996].
Se encontrará una formulación moderna de las teorías Locke,j., Essay ConcerningHuman Understanding, Lon­
de los datos de los sentidos en: dres, Routledge, 1894, en especial el capítulo 27,
Ayer, A. j., The Foundations of Empírical Knowledge, "Of ldentity and Diversity" [traducción españo­
Londres, Macmillan, 1953. la: Ensayo sobre el entendimiento humano, México,
Fondo de Cultura Económica, 1992].
Para una crítica de esa misma teoría, véase:
Otras obras sobre problemas planteados en este capí­
Austin, j. Sense and Sensibilia, edición establecida tulo:
por G. j. Warnock, Oxford, Clarendon Press,
1962 [traducción española: Sentido y percepción, Parfit, D., Reasons and Persons, Oxford, Oxford Univer­
Madrid, Tecnos, 1981]. sity Press, 1986.
Se hallará una descripción de la intencionalidad de la SearIe, j. R., Rationality in Actíon, Cambridge (Mass.),
percepción en: MIT Press, 2001, sobre todo el capítulo 3.
Searle, j. R., Intentionality: An Essay in the Philosophy
ofMind, Cambridge, Cambridge University Press, siguiente libro es una colección de ensayos:
1983, capítulo 2 Itraducción española: Intendo­
nalidad: un ensayo en filosofía de la mente, Madrid, Perry,j. (comp.), Personal Identity, Berkeley y Los An­
Tecnos, 1992]. geles, University of California Press, 1975.

11. El yo

La formulación clásica del escepticismo con respecto al


yo está en:

Potrebbero piacerti anche