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El tratamiento de la cuestión presidencial en el derecho

constitucional argentino

Cátedra Derecho Constitucional

Juan Ignacio Imola

Año 2018
Imola - El presidencialismo: su tratamiento en el derecho constitucional argentino

El régimen político

Es innegable en la actualidad el consenso con respecto a la necesidad de que


en la organización constitucional de los principales órganos estales exista cierto sistema
de check and balance, que venga acompañado de una adecuada distribución del poder
en los cuerpos ejecutivo, legislativo y judicial. Siguiendo esta línea, uno de los aspectos
fundamentales del diseño constitucional es el tratamiento de la cuestión de las
facultades y alcance del poder de cada órgano, en especial las reglas constitucionales
que definen a un régimen político como parlamentarista o presidencialista.
Si bien no se discute la necesidad del carácter democrático de cualquier régimen
a establecer, Carey (2006) tipifica los regímenes basado en cómo son elegida las ramas
populares del gobierno y cómo interactúan para diseñar políticas y administrar el
gobierno, cuenta que en la mayoría de los sistemas electorales las asambleas son
elegidas de manera popular, pero no así los ejecutivos.
Así, en un régimen parlamentarista el ejecutivo es elegido por la asamblea y
permanece en su cargo sujeto a la confianza del cuerpo legislativo. Su origen y
supervivencia dependen de la asamblea, en la cual debe existir una mayoría que lo
apoye, lo que encuentra a los poderes relativamente unidos.
Por el otro lado, en un régimen presidencialista los orígenes del poder de cada
cuerpo se encuentran en momentos electorales diferentes, ya que el presidente será
elegido separadamente de la asamblea, y por un mandato fijo (Carey, 2006, p. 122). En
este régimen, el ejecutivo posee poderes sustanciales sobre la rama ejecutiva y sobre
el proceso legislativo.
Carey, en el mismo texto también nos habla de un tercer tipo de régimen llamado
“híbrido” en el cual el presidente es popularmente electo, posee atribuciones
significativas y existe también una figura similar a un primer ministro y un gabinete, en
una comparación entre los tipos de regímenes constitucionales en el año 2002,
Argentina se encuentra situado en esta categoría. Por una cuestión de alcance, decidí
trabajar el presidencialismo en sus aspectos positivos y negativos; para luego examinar
su expresión en Argentina con anterioridad y posterioridad a la reforma de 1994, con
énfasis en su intento de atenuar el poder presidencial.

El presidencialismo: Pros y Contras

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El proceso de restablecimiento de las democracias en Latinoamérica ha llevado


a los constitucionalistas más importantes a pensar si una construcción constitucional
defectuosa era un factor significativo en la caída recurrente de los gobiernos
democráticos, y varios de ellos han afirmado que la tradición constitucional
presidencialista, característica de America Latina, ha contribuido al fracaso democrático.
Carey retoma a Juan Linz (2004) quien opina que el presidencialismo es inherentemente
más proclive al quiebre democrático que el parlamentarismo, defendiendo la adopción
de constituciones parlamentarias en las nuevas democracias latinoamericanas.

En contra del presidencialismo

Para argumentar en contra del presidencialismo es lo más conveniente trabajar con los
textos de Carey (2006) y de Alegre (2006), siendo sus argumentos:
A) Que el presidencialismo carece de un elemento importantísimo, el voto de
confianza, que permite remover a un gobierno de su cargo sin salir del marco
constitucional. Alegre (2006) nos cuenta que el mandato del presidente puede llegar a
convertirse en un obstáculo para posibles “reajustes”.
B) Dada la falta del requisito del voto de confianza por parte de un parlamento hacia
el ejecutivo, los legisladores de un régimen presidencialista están menos dispuestos a
ayudar al ejecutivo, ya que su apoyo no es indispensable. De esta manera, la
concertación en la promoción de políticas es de una índole diferente.
C) El problema de las legitimidades en conflicto, como lo menciona Alegre (2006)
está relacionado al antagonismo entre las ramas del gobierno elegido por el pueblo, que
mediante la independencia de la supervivencia entre ramas de gobierno y la ausencia
de mecanismos de solución (no se disuelvan asambleas intransigentes ni existe el voto
de censura para remover al ejecutivo) pueden incentivar a una parte a tomar medidas
inconstitucionales para resolver conflictos, desestabilizando el sistema democrático.
D) En un sistema presidencialista puede darse el ingreso de un outsider con nula
formación política a la posición singular más importante de una república, estos sujetos
tienden a hacer campaña en contra del sistema establecido y del sistema de partidos
actual.
E) Mientras que los gabinetes parlamentarios pueden ser considerados de cierta
manera cuerpos ejecutivos colegiados, reflejan de cierta forma las coaliciones formadas
entre varios partidos propias de los parlamentos, el ejecutivo unipersonal le da primacía

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a un individuo que podría llevar a cabo políticas que, si bien son apoyadas por cierta
parte del pueblo, no cuentan con el apoyo generalizado de la población.
F) “El presidencialismo desalienta los acuerdos y consensos, necesarios en épocas
de crisis y transición” dice Alegre, y retoma a Linz atribuyendo esta debilidad a la
característica de juego de suma cero propia del presidencialismo. Siguiendo la línea de
razonamiento, el poder se concentra en una figura, con lo cual la debilidad de esta figura
se pone en riesgo el sistema completo.
G) Suelen darse variaciones entre las propuestas electorales en los discursos pre-
elección y las que efectivamente son llevadas a cabo, y en todos los casos de giros
abruptos, las políticas adoptadas son hacia la derecha.
H) La existencia de un mayor número de veto players en un sistema presidencialista
lleva a que los cambios frente al status quo sean más improbables, menos profundos,
más lentos y más costosos.
I) En lo relativo a la corrupción e ineficiencia Kunicová y Rose-Ackerman (2006)
estudiando la relación entre sistemas presidenciales y la corrupción han concluido que
existen dos fuentes de corrupción en un sistema presidencialista: el mandato fijo del
presidente y la concentración de funciones en él.

A favor del presidencialismo

Por el otro lado, entre los aspectos positivos que se encuentran en el sistema
presidencialista encontramos:
A) La existencia de un actor con poder de veto que sea independiente del poder
legislativo en tanto elección y supervivencia es de importante para evitar una legislación
a antojo de un partido o coalición que cuente con una mayoría suficiente para ganar la
votación.
“Un presidente que se opone a las propuestas de una coalición legislativa
mayoritaria no puede ser fácilmente reemplazado, y por lo tanto, no puede ser tan
fácilmente ignorado. Los actores con poder de veto en los regímenes parlamentarios
son más probablemente de una variedad partidaria, mientras que los actores con
poder de veto de tipo constitucional son más abundantes en los sistemas
presidenciales.” (Carey, 2005, p. 132). Esta es una idea que se relaciona a lo que el
Dr. Laureano Fabré explica en su trabajo “El veto presidencial” en la cual nos explica
que si bien no se realiza un control constitucional auténtico (post sanción de la ley) por
parte del ejecutivo, ya que esa es una competencia del órgano judicial, el presidente

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puede llegar a ejercer un control de constitucionalidad previo (vetando un proyecto de


ley) y abstracto (lo realiza en ausencia de caso judicial).
La competencia del veto será retomada más adelante y de manera más apropiada.
B) Carey toma a Persson, Roland y Tabellini (1997) cuando explica que en un
sistema con independencia mutua de los órganos legislativo y ejecutivo, existe una
mayor negociación sobre las políticas públicas. Su argumento se basa en que los
sistemas de separación de poderes generan incentivos más fuertes que los sistemas
parlamentarios para que los políticos develen información al electorado con respecto al
estado económico general, lo que permite un conocimiento de la situación económica
actual al pueblo.
C) En una misma nota, Persson y Tabellini (2002) realizaron un análisis de que el
gasto gubernativo en relación al PBI es mayor en los sistemas parlamentaristas que en
los presidencialistas.

El modelo presidencialista argentino desde 1853-60

El régimen político de carácter presidencialista argentino es diseñado conforme


a las ideas de los constitucionalistas de 1853, con especial énfasis en la figura de
Alberdi, quien recibe influencia de los Estados Unidos aunque desea un mayor poder
para el cuerpo ejecutivo, en sus “Bases” (1852) nos dice “es uno de los rasgos en que
nuestra Constitución hispano-argentina debe separarse del ejemplo de la Constitución
federal de los Estados Unidos” por lo que en lo que respecta a la figura del presidente,
afirma que es de la constitución chilena de donde se deben copiar las atribuciones y
poderes. Eso queda claro con la cita del mismo libro “Chile ha hecho ver que entre la
falta absoluta de gobierno y el gobierno dictatorial hay un gobierno regular posible; y es
el de un presidente constitucional que pueda asumir las facultades de un rey, en el
instante que la anarquía le desobedece como presidente republicano”. Alberdi estaba
pensando en un ejecutivo preponderante, con leyes que limiten su poder, pero que le
den la mayor cantidad posible de libertad, poder de decisión y capacidad de acción como
para garantizar la libertad y la satisfacción de las necesidades de un país en formación,
que vivía entre la tiranía y la anarquía. Este régimen cuasi monárquico era en su cabeza
el único capaz de salvar los principios de la revolución que aconteció a principio de siglo.
Con el fin de salvar la libertad, la independencia, la civilización y la soberanía de
los ciudadanos de la nación, fueron muchas más las atribuciones dadas al Presidente
de la Nación que las que recibía el máximo mandatario norteamericano.

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Entre las atribuciones presidenciales de la Constitución de 1853 las que mejor


demuestran el carácter presidencialista son: declarar estado de sitio por su cuenta (en
receso parlamentario) en caso de conmoción interior o con acuerdo del Senado en caso
de ataque exterior. A la vez el gobierno federal podía intervenir las provincias cuando el
congreso esté en receso, para que luego evalúen la situación. ¿Cual es la trampa? El
período de receso con anterioridad a 1994 duraba desde octubre hasta abril, casi la
mitad del año.
Otro punto de importancia era su participación en el proceso de sanción de las
leyes mediante los antiguos artículos 65 y 83 inc. 4. Al mismo tiempo la constitución le
concedía el ejercicio de patronato de realizar convenios con la Santa Sede y de disponer
de los fondos del Tesoro Nacional sin mayores restricciones. Con respecto al poder
judicial, se encontraba por encima de los jueces federales, ya que nombraba a los jueces
de la Corte Suprema y poseía la facultad de indultar o conmutar penas por delitos
sujetos a jurisdicción federal, excepto en los casos de acusación por la Cámara de
Diputados.
Martin (2016) expresa “Es que la fuerza que la constitución nacional le otorga,
desde el plano estrictamente normativo, resulta por demás suficiente para generar un
desequilibrio institucional, más allá del uso que se haga de aquella” y que este es el
puntapié inicial de una tendencia que se afirmaría con el tiempo.

El debate post dictaduras

Gargarella, en un debate que se llevó a cabo en una universidad colombiana en


el año 2015, nos cuenta que los grandes cambios constitucionales son realizados a fin
de encontrar una solución con respecto a los grandes dramas que atraviesan a una
sociedad en un momento histórico. Si revisamos la historia argentina durante el siglo XX
nos damos cuenta que un rasgo característico de esta es la inestabilidad del sistema
constitucional, la gran pregunta es si la inestabilidad viene relacionada a ciertas
características propias del presidencialismo que analizamos anteriormente, en especial
aquella idea del “winner takes all”, lo que podría llegar a explicar que aquel quien se
haga con el poder o encarne la figura principal del poder ejecutivo, no va a encontrar
obstáculos para la realización de sus objetivos.
La manera que Carlos Nino (1992) describe al presidencialismo es mediante el
concepto de hiperpresidencialismo, el cual es retomado por Hernández (2009, p. 11)
como “un fenómeno que se caracteriza por la concentración del poder en la figura del

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presidente, más allá de las competencias fijadas por la constitución, en desmedro de la


división y equilibrio de poderes y de los principios de la democracia constitucional.”
Ahora bien, una vez realizada la consolidación del Estado-Nación deseada por los
constituyentes originarios, la próxima tarea es dar cuenta de por qué el
presidencialismo, en vez de atenuarse, adquiere mayor intensidad durante el siglo XX.
Martin nos señala alguno de ellos:
1) Ejercicio abusivo del estado de sitio: es uno de los mejores ejemplos de abuso
presidencial en la historia nacional, desde 1853 hasta la actualidad se declaró
estado de sitio 53 veces y que cada vez se declaraban por períodos más largos de
tiempo. Sólo una de estas veces fue por ataque exterior.
2) Intervenciones federales: fueron comunes a inicio del siglo XX, en especial durante
la presidencia de Yrigoyen. Mediante la intervención el presidente nombraba
magistrados afines, deponiendo a las autoridades elegidas en la provincia y en las
localidades. Esto significaba un ataque hacia las autonomías provinciales, con lo
que Martin (2016, p.3) nos dice “un doble objetivo de centralizar el poder en el Estado
Nacional y aumentar el margen de poder del presidente, encargado de designar al
interventor provincial, funcionario que respondía a él.” Es importante hacer notar que
las intervenciones, realizadas saltando el proceso legislativo para ser encargadas
por decreto, no hacían más que disminuir la credibilidad y el poder del Congreso.
3) Federalismo fiscal: se dio una ausencia del reconocimiento de la distribución de
facultades impositivas, que según la constitución de 1853 autorizaba al Congreso a
imponer los impuestos “indirectos” en forma concurrente con las provincias y los
“directos” que debían ser iguales en todo el territorio de la Nación. Sin embargo, todo
a lo largo del siglo XX la nación ha determinado los impuestos “directos”, a veces
incluso sin justificación. Martin explica, parafraseando a Jiménez (2000) “Se
consolidó, un sistema de coparticipación tributaria por el que se unifica en forma
centralizada, la recaudación impositiva originada en diversas fuentes (provincias),
estableciéndose normativamente la forma y los criterios de distribución del tributo
entre los Estados, quienes deben adherir por ley al sistema. Así el presidente es
tanto responsable político del ejercicio del jefe de Gabinete de Ministros, de la
recaudación de las rentas de la nación y de su inversión con arreglo a la ley o
presupuesto de gasto nacionales (art. 99, inc. 10, CN), pero, en realidad, en tanto
sujeto de la decisión política del destino de los recursos. Así llega a contar con un
amplísimo margen de negociación política con los gobiernos provinciales para,
mediante la persuasión o la coacción políticas, lograr apoyos a sus iniciativas de

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gobierno. De esta manera, la transformación de la modalidad de coordinación fiscal


en la Argentina no solo afectó al federalismo, al incrementar el poder relativo del
Estado nacional en relación con las provincias en desmedro del equilibrio federal,
sino que también fue –y sigue siendo– uno de los factores que explican el
hiperpresidencialismo argentino”.
4) Burocracia: el gran crecimiento de los puestos en la administración pública
dependiente del poder ejecutivo, en relación a los otros dos poderes. Este es un
fenómeno propio del llamado Estado de Bienestar. La ejecución de políticas
estatales para satisfacer ciertos reclamos de la sociedad civil, junto con un uso a
discreción del capital estatal a cargo del poder ejecutivo sumado a poco control
parlamentario, llevó a que el presidente pudiese generar adeptos mediante el
cumplimiento de reclamos sociales.
5) DNUs: el uso y abuso de los decretos de necesidad y urgencia socaba las bases de
la división del poder, debido a que quien ejecuta la ley tiene también el lujo de
crearla. Esta práctica se hizo moneda corriente durante el gobierno de Menem (mas
de 500), por lo que de nuevo perdía el Congreso y ganaba el presidente.

La reforma de 1994

Primera parte: la negociación

Hernández (2009) cuenta que cerca de la mitad del primer mandato menemista,
se comenzó a pensar en un segundo mandato para Carlos Saúl, por lo cual el Partido
Justicialista presentó el 8 de julio de 1993 en la Cámara de Senadores un proyecto de
ley con la intención de que sea declarada la necesidad de reforma constitucional. Dicho
proyecto debía ser aprobado por dos tercios de cada cámara. Para el 21 de octubre el
Senado había aprobado el proyecto, pero los justicialistas veían dificil que el proyecto
se apruebe en la Cámara de Diputados, por lo que desde el poder ejecutivo se dictaron
dos decretos (2181/93 y 2258/93) por los cuales se llevaría a consulta popular no
viculante para decidir sobre la necesidad de reforma constitucional. Con miedo a que el
oficialismo se imponga en dicho referendum, Raúl Alfonsín a la cabeza de la UCR
juntóse a negociar con el presidente Menem entre el 14 de noviembre y el 13 de
diciembre de 1993. Los resultados de la negociación aparecieron expresados en un
convenio llamado Pacto de Olivos, base del proyecto de ley número 24.309 que fue

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aprobado por diputados sin reformas el 21 y 22 de diciembre; y en senadores se aprobó


7 días más tarde.
La ley incluía un núcleo de coincidencias básicas que resolvía los asuntos de
mayor importancia de la reforma, y debía ser aceptado o rechazado en su totalidad, a
la vez que contaba con claúsulas cerrojo según las cuales cualquier modificación
realizada por la Convención Constituyente sería nula. El decreto 2700/93 promulgó ese
mismo día la ley 24.309 y un día más tarde el decreto 2754/93 estableció para el 10 de
abril de 1994 la elección de los constituyentes.
Los 305 constituyentes que se reunieron en Paraná y Concepción se
distribuyeron de la siguiente manera:
- Justicialismo: 134 cargos – 37,9%
- Radicalismo: 74 cargos - 19,7%
- Frente Grande: 31 cargos – 13,2%
- MODIN: 21 cargos – 9,3%

Si bien el peronismo había dado el puntapié del proyecto buscando la reelección


del “turco”, uno de los objetivos proclamados por los dos partidos de mayor importancia
fue el deseo por atenuar el hiperpresidencialismo. El mayor esfuerzo hasta ese entonces
había sido realizado por Alfonsín, quien en 1985 había creado el Consejo para la
Consolidación de la Democracia, que tenía de coordinador al mismísimo Carlos Nino.
Su idea era crear un presidencialismo mixto, acortar el mandato y que sea elegido de
manera directa. La reforma de 1994 coronaría la obra institucional de Alfonsín y su
sueño de consolidar la resurgiente democracia.

Segunda parte: la atenuación del presidencialismo

Hernández (2009) cuenta los principales aspectos que debían ser tratados en la
Convención Constituyente eran a) atenuación del presidencialismo; b) la modernización
y fortalecimiento del congreso; c) la garantía de la independencia del poder judicial; d)
el fortalecimiento del federalismo; e) el otorgamiento de un nuevo status a la Ciudad de
Buenos Aires; y f) el reconocimiento de nuevos derechos y garantías. Como nuestro
foco está en el presidencialismo, el análisis se basa en las reformas constitucionales
que afectaron a este órgano. Con el fin de atenuar el presidencialismo se pensaron
nuevas instituciones según cada poder:

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Poder Ejecutivo
- Jefe de gabinete de ministros: la creación de la figura del jefe de gabinete (Art. 100),
en teoría implica la posibilidad de reforzar el poder del Congreso con respecto del
ejecutivo. El jefe de gabinete de ministros es el responsable del poder ejecutivo en el
Congreso (Art. 101), el cual podrá removerlo a través de una moción de censura.
- Reducción del mandato presidencial: el mandato pasa a durar 4 años (Art. 90), con la
posibilidad de una sola reelección inmediata. El principal argumento en acortar la
duración del mandato se encontraba en que durante el último tercio de los mandatos de
6 años las tensiones entre fuerzas en pugna por la presidencia podía llegar a
desestabilizar al gobierno oficial.
- Elección directa: se deposita la soberanía en el pueblo (Arts. 94-98), lo que aumenta
la participación de la ciudadanía en el gobierno, a la vez que el sistema de doble vuelta
viene a reforzar la legitimidad con la que llegan los gobernantes.
- Decretos de Necesidad y Urgencia: debido al uso y abuso de esta facultad, se
introdujeron regulaciones y límites a la materia regulable por dichos decretos. Con el
mismo objetivo se aseguró el control del Congreso sobre el ejercicio de esta facultad,
tanto para controlar la necesidad y la urgencia (Art. 99 Inc.3).
- Delegación Legislativa: en la misma línea, se establece una regulación de la
delegación legislativa (Art. 76), la cual sólo procederá por tiempo determinado y sobre
materia expresa, al mismo tiempo que el Congreso conserva el control del accionar del
ejecutivo.
- Acuerdo con el Senado para nombramientos: de los funcionarios de los organismos
de control y del Banco Central. Contemplado en el Art. 99 Inc. 7.
- Auditoría de la Nación: con la nueva constitución cobra rango constitucional este
organismo. Contemplado en el art. 85 de la Constitución, está encargado del control
externo del sector público en sus aspectos patrimoniales, económicos, financieros y
operativos, siendo una atribución del poder legislativo para poder sustentar los
dictámenes del mismo. Es un organismo de asistencia técnica del congreso, cuyo
presidente es designado por el partido político de oposición que cuente con más
legisladores elegidos. Cuenta con autonomía funcional, lo que garantiza la
independencia de criterio.

Poder Judicial
- Creación del Consejo de la Magistratura: frente a la crisis de confianza que sufría el
poder judicial argentino, se proponen mecanismos para despolitizar el proceso de

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nombramiento y remoción de los magistrados. Esto significó la pérdida de la atribución


presidencial para nombras jueces inferiores, un organismo que garantizaría no sólo
idoneidad, sino independencia de los jueces frente a las presiones desde el sector
político (Art. 114).
- Designación de los jueces de la Corte Suprema: será necesario el voto a favor de dos
terceras partes de los miembros presentes en el Senado (Art. 99 Inc. 4), la idea es que
se garantice que llegan al cargo jurídico de mayor importancia los hombres más
capaces.
- Creación del Ministerio Público: El Ministerio Público es un órgano independiente con
autonomía funcional y autarquía financiera que tiene por función promover la actuación
de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales de la sociedad en
coordinación con las demás autoridades de la República (Art. 120).

Poder Legislativo
- Ampliación del período ordinario de sesiones: la constitución de 1853 preveía las
sesiones ordinarias del congreso desde abril hasta octubre, pero con la reforma se
sesiona desde comienzo de marzo hasta el fin de noviembre (art. 63). Son casi 60 días
mas de trabajo para los legisladores.
- Elección de Senadores: se establece la elección directa de los mismos (Art. 54), junto
al incremento a 3 senadores por provincia, 2 pertenecientes al partido vencedor y el
restante al próximo en votos. Lo que aumenta la representatividad de este cuerpo
legislativo.
- Comisión Bicameral Permanente: junto a la reglamentación constitucional de los
DNUs, se estableció la creación de una comision bicameral con el objetivo de controlar
su constitucionalidad.

Tercera parte: los resultados

En una entrevista realizada por Infobae a cumplirse 20 de la reforma a algunos de los


constituyentes elegidos, Elisa Carrió contó que frente al optimismo planteado por
Alfonsín con respecto a la atenuación presidencial, ella respondió “con esto vamos tener
más concentración", ella supo prever la diferencia entre los acertados cambios en el
texto, y la realidad empírica, en donde no se ha verificado la atenuación del
presidencialismo.

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Del mismo modo que presentamos los puntos anteriores, ahora serán evaluados sus
resultados:
- Jefe de Gabinete: no se ha verificado que este organismo represente una atenuación
al presidencialismo, al contrario, en caso de que el jefe de gabinete represente un
obstaculo la misma constitución mediante el art. 99 inc. 7 puede por sí solo, nombrar o
destituir al jefe de gabinete de ministros, lo que significa que quien ocupe el puesto debe
someterse a los antojos de quien encarne la figura del ejecutivo.
- Delegación legislativa: el poder legislativo realizó amplísimas delegaciones legistivas
en el ejecutivo, a pesar de lo previsto por la constitución. Se han concedido los llamados
superpoderes en la administración financiera y presupuestaria al jefe de gabinete y
ministros de economía, a la vez que no ha quedado especificado en el texto
constitucional las características de una situación en la cual está justificada la
delegación, lo que derivó en una práctica abusiva por parte del propio Congreso y del
presidente.
- Reelección: Elisa Carrió, con respecto a la cuestión ha manifestado “el gran error de
la reforma fue la reelección, creo que las repúblicas deben tener un sólo mandato porque
esto evita la corrupción. Evita el clientelismo y el mal uso de los recursos del Estado por
quien desea mantenerse en el poder”.
- Decretos por Necesidad y Urgencia: si bien en el art. 99 inc. 3 se establece una
Comisión Bicameral Permanente, la ley 26.122 determina que los 16 cargos (8 por
cámara) serán repartidos conforme a la proporción de las representaciones políticas.
Esto significa que un gobierno que cuente con mayoría absoluta en el Congreso también
tendrá mayoría dentro de la Comisión, haciendo que la misma se dedique a convalidar
los decretos dictados. Hernández afirma que los DNU han superado incluso el número
de proyectos enviados desde el ejecutivo al congreso.
La ley que rige el rol del congreso frente a los DNU (26.122) no establece un término
para que las cámaras lo traten, ni para la la caducidad de un decreto sin ratificar. Pero
el peor aspecto es que establece que para rechazar un decreto, deben emitirse la misma
opinión negativa desde ambas cámaras, por lo que si una cámara lo rechaza, pero la
otra lo acepta, el decreto sigue vigente. Así, con mayoría en una sola cámara, el
presidente puede gobernar por decreto. Es más fácil conseguir la aprobación
parlamentaria de un decreto que de un proyecto de ley, que necesita mayoría absoluta
en ambas cámaras.
- Instituciones relativas al poder judicial: de manera progresiva se ha ido afectando la
independencia del poder judicial, traspasando los límites de la Constitución. Un ejemplo

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de ello es la ley 26.080 del año 2006, que altera el equilibrio entre los sectores que
integran el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento, haciendo que el
sector político sea el que más cargos posee en ambos cuerpos.

Conclusiones

Es de celebrar por todos nosotros la permanencia de la democracia en la República


Argentina desde el año 1983, siendo el actual el período más largo de vigencia del orden
democrático, habiéndose reanudado para sumar 35 años de vigencia de los gobiernos
de jure. Sin embargo, que la Constitución Nacional esté vigente no significa que sea
cumplida y respetada de pies a cabeza, observando desde cerca el funcionamiento del
sistema republicano y federal vemos que existe una violación permanente de la misma
desde su artículo 1.
No por esto preveo una nueva entrada en un despotismo. Considero que el gran drama
que trataban los constitucionalistas que repensaron las instituciones nacionales tras el
último golpe burocrático-autoritario fue solucionado, ya que se ha logrado solidificar la
democracia y atenuar el presidencialismo de cierta manera, pero no se ha logrado el
equilibrio de poderes deseado. Por lo tanto, considero que la constitución de 1994 no
es para nada el fin de las reformas constitucionales.
Ahora planteo que la próblemática es otra, si antes la preocupación era atenuar el
carácter cesarista del gobierno a fin de evitar que un winner se lo lleve todo, el nuevo
objetivo a afrontar por las grandes mentes del derecho constitucional es la de lograr un
orden entre los poderes que garantice un auténtico reparto de poder. La tesis alberdiana
de que los argentinos somos monárquicos sin saberlo debería quedar enterrada en
Recoleta de una vez por todas.

Bibliografía y fuentes:

- Carey, J.M. (2006) “Presidencialismo versus parlamentarismo”, Handbook of New


Institutional Economics, Dordrecht, Springer-Kluwer Academic Publishers (Traducción
de Martín Ardanaz).
- Alegre, M (2006) “Por una democracia sin presidentes”. Recuperado de
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- Martin, Santiago J. (2016) “Apuntes sobre los orígenes y causas del presidencialismo
‘fuerte’ en la Argentina”. Revista “El Derecho”, lunes 6 de junio de 2016, (268).

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Recuperado Junio, 2018, de


http://www.elderecho.com.ar/includes/pdf/diarios/2016/06/06062016.pdf
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- Hernández, Antonio M. (2009) “A quince años de la reforma constitucional de 1994".
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- Nino, C.S: (1992) “Fundamentos de Derecho Constitucional. Análisis filosófico,
jurídico y politológico de la práctica constitucional”, Astrea, Buenos Aires.
- Exposición de Gargarella en la Universidad Externado de Colombia:
https://www.youtube.com/watch?v=zB7BGYZqx5w
- Entrevista de Infobae a los constituyentes:
https://www.youtube.com/watch?v=wgSKeG_xEow

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