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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales

Escuela de Sociología

Semestre II – 2017

Inserción de las sociedades latinoamericanas en el


sistema capitalista mundial: Caso Venezuela

Profesor: Estudiantes:

Carlos San Vicente Salvador Poleo v25367683


Miguel Castell v26728266

Caracas, abril del 2018


Índice

Introducción……………………………………………………………………...…………3

Primera parte

La edad de los Imperios………………………………………………………………...….5

Sobre la reducción del tamaño delmundo…………………………………………...........8

Pax……………………………………………………………………………………...….10

Dominación cultural…………………………………………………………………..…..12

La desaparición de la Pax del Imperio…………………………………………………..15

Segunda parte

El escenario venezolano ………………………………………………………………….16

Primer acto: La crisis estructural de la sociedad colonial implantada………………..19

Segundo acto: La formulación del Proyecto Nacional e ideologización de lcrisis….…26

Tercer acto: “debut” de Antonio Guzmán Blanco ¿un papel mal desempeñado?…...32

Cuarto acto: La Revolución Restauradora. La importancia del gesto………………..35

Conclusión

Primer acto: Actores que siempre estuvieron ahí………………………………………39

Segundo Acto: El debut de un nuevo actor: El Estado…………………………………42

Tercer acto: Competencia por el Estado: la sociedad democrática…………………...43

Bibliografía……………………………………………………………………………….44

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Introducción

En el presente trabajo se ofrece una reconstrucción sobre cómo se desarrollo la


inserción de Venezuela en el sistema capitalista mundial. Para ello el trabajo se compone de
dos partes, una principal, que sirve como marco conceptual y como una exposición sobre la
situación de los imperios, durante el periodo 1870-1814, al suscitarse la Primera Guerra
Mundial.

En esta primera parte se plantea principalmente una caracterización acerca de todo


el periodo, asimismo se expone el impacto que tienen los avances técnicos (ferrocarril,
telégrafo, entre otros) en cuanto a que permitieron a los imperios ampliar su rango de
acción, y así llegar hasta zonas que antes se consideraban de difícil acceso, generando
también el efecto de haber ejercido una “reducción del mundo”.

También nos proponemos en esta parte, ofrecer una explicación sobre cómo a partir
del miedo que sintieron las grandes potencias entre sí, devino una dinámica internacional
que consistió en una cooperación competitiva entre los mismos. Finalmente, se habla sobre
como los imperios logran consolidar su poder a través de la propaganda, ejercida a través
de diversos medios y a través de diversos actores, generándose una dominación cultural.

En lo que respecta a la segunda parte del trabajo, la misma está concebida como una
descripción del proceso socio-histórico venezolano, tomando como punto de partida 1795,
con el inicio de los movimientos precursores de la independencia como el advenimiento de
una crisis estructural de la sociedad colonial implantada y tomando como punto de cierre, la
gestión de gobierno de Juan Vicente Gómez, cuando entra el petróleo a la ecuación
venezolana como factor dinámico de implantación, que permite la plena articulación de la
nación con el sistema capitalista mundial.

Las secciones que compone esta segunda parte son claramente distinguibles entre sí, una
primera parte, presentada como acto de apertura, está referido a la exposición del
agotamiento de los factores dinámicos internos de implantación y a la ruptura del nexo
colonial.

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La segunda parte o segundo acto, comprenderá la exposición de un periodo
fundamental para a lo que aquí se le desea dar explicación y consistirá pues, en la
explicación sobre cómo se conforma el Proyecto Nacional, la base ideológica que dará
solidez y capacidad de mantenerse en el poder a la burguesía criolla.

En cuanto a los últimos tres actos o secciones de esta segunda parte referida al
estudio del proceso histórico local, consiste en al análisis de los gobiernos de Antonio
Guzmán Blanco, Cipriano Castro y José Vicente Gómez respectivamente.

Se plantea que entre estos tres gobiernos hay un hilo conductual respecto a la
importancia que los mismos dan a la apariencia que desean otorgar ante el escenario
internacional, presentando todos entre ellos claras diferencias que se suscitan en
conformidad con los intereses de clases que defienden y las concepciones que mantenían en
materia de lo que Venezuela debía ser.

Por último, en las conclusiones se busca enlazar el marco conceptual esbozado en la


primera parte de la biografía con el modo en el cual el sistema capitalista integra dentro de
sí a Venezuela, en función de la utilidad que tal inserción representa para el mantenimiento
del sistema capitalista mundial y las necesidades de expansión en auge de los imperios.

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Primera parte: La edad de los imperios

Desde el proyecto de Alejandro Magno en Europa hay un sueño anhelado de


expandirse por el mundo. Este instinto expansionista innato nace de ínfulas divinas, sueños
expansionistas y crecimiento político y económico. Pero el momento crucial para la Edad
de los Imperios fue, definitivamente, el siglo XIX. Para la década setenta del mencionado
siglo se están dando factores simultáneos que configuran a un mundo tenso y expectante del
choque. Ya los ecos de la marsellesa han sido sofocados por los tambores militares, y el
mundo ve cómo se está dando esto. Se están moviendo las Potencias, a nivel interno, con
los denominados por Althusser Aparatos ideológicos del Estado, se están configurando los
nacionalismos, también triunfa un racismo que justifica expansiones y, por último y no
menos importante, se configura un sistema de valores y ordenamiento del mundo con el
darwinismo social que hace que la supervivencia del más apto sea llevado a la más última
de las consecuencias: las guerras.

El mundo por primera vez se ha vuelto alcanzable para cualquier fuerza política.
Está al alcance de cualquier Imperio ser, como el famoso lema del Imperio español, ser un
Imperio en el que nunca se ponga el sol. Y a eso se apunta. Se miran con miedo, con
ambición. Unas apuntan a consolidar su hegemonía y otras ponerse al día. Y esta época
política extiende y la famosa sentencia de von Clausewitz en De la guerra: “La guerra es
una mera continuación de la política por otros medios” (2008 pp. 19). Y esta era se
caracteriza por una inmensa Paz armada pero también por la competencia y la certeza de lo
fino que es el hilo de la paz.

Para poder hacer una debida exposición de este gran escenario que se ha vuelto el
mundo hay que saber, como el prologo de Shakespeare, “cabalgar sobre las épocas” (1969
pp. 13) para poder ver la obra que se está jugando: la primera gran guerra mundial. Y no
porque el mundo esté involucrado sino porque las potencias tienen que abarcar más
territorio global para poder consolidar su poderío. Desde China a la Patagonia, la era de los
imperios se caracteriza por imposiciones de esferas de influencia por parte de los Imperios
occidentales quienes también conspiran para debilitar los imperios orientales.

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Es esta Era en la que la historia del mundo no puede separarse de la historia de los
imperios y de lo que estos hagan, y de lo que estos dejen de hacer. Es una Era Internacional
con un temor al único fenómeno que puede ser cosmopolita entre Imperios: La guerra.

Esta Edad, que aparece en este trabajo como una Era de germen Occidental, tiene
también en su gen la cuestión racial. Desde una interpretación a la obra de Charles Darwin,
e inclusive otras obras como Sobre la colonización en los pueblos modernos de Paul Leroy-
Beaulieu, de 1874, se justifican las invasiones e intromisiones de los Imperios occidentales.
Y con estas expansiones tardías ya no se propagan solamente los Imperios sino sus modos
de experimentar la vida: ya no son conquistadores que traen soldados y sacerdotes, sino que
traen cañones, ingenieros, médicos y burócratas.

Es menester entender que aunque Imperios hay desde la antigüedad, los Imperios
modernos fueron un tipo de edificio distinto de los que levantaran los césares y los
napoleones del pasado (2011: pp. 329). Y esto es, justamente por como plantea Hobsbawn
en La era del Imperio, porque aunque los imperios eran instituciones antiguas, el
imperialismo era un fenómeno completamente nuevo (1998: pp. 69). Y este imperialismo
no era un fenómeno económico y político sino también cultural (1998: pp. 69) Y esto se da
justamente porque “las elites europeas estaban convencidas de la superioridad de su
civilización”.

En esta Era curiosa digamos que se caracteriza por el accidente. El mundo se reduce
pero no porque se buscase sino porque la construcción de imperios tuvo efectos que fueron
más de las intenciones de quienes llevaron a cabo tal construcción (2011: pp. 511). Y este
efecto, denominado también aunque de pasada por Burbank y Cooper es la competición
interimperial (2011: pp.308). Aunque gracias a estos accidentes es que parece que, a finales
del siglo XIX, se pueda pensar que el futuro del plantea sería europeo.

Las expansiones de los Imperios fueron políticas, sociales y culturales. Y estos


agentes de expansión resultaban ser agentes de estos Imperios. De provocar lealtades y
levantamientos, de dañar el autoestima de otras culturas y facilitando el conocimiento de las
mercancías de este Imperio. Los principales agentes de este proyecto fueron las misiones
tanto las que tenían destinado ir a áfrica como las asiáticas. Y este es un factor clave para

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entender cómo tenían calada las culturas occidentales en territorios aparentemente
inexplorados por los Imperios.

El resultado de esto es que “las peleas de familia a las que los europeos estaban
acostumbras en su atestado continente las iban a reproducir ahora en escala planetaria”.
Porque el mundo había entrado en una forma de <<sistema único>> que se encontraba
unido por las mejoras técnicas del transporte, siendo el ferrocarril el gran revolucionario
sobre la forma que se concebía la distancia, la comunicación, con el telégrafo como primer
gran avance, y un comercio que no temía de ampliarse a sí mismo para abarcar lo máximo
posible del mundo mientras que impedía que los otros pudiesen comerciar. El mundo estaba
condenado a ser Colonia o semi-colonia de los imperios simplemente porque no podían
ponerse al día contra estas fuerzas.

Pero este comercio tenía la situación de necesitar productos que para la situación de
occidente son exóticos.

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Sobre la reducción del tamaño del mundo

Describir la reducción del mundo provocada por los avances técnicos y las
expansiones políticas es, desde luego, un lugar común, un <<cliché tardovictoriano>>
(2012: pp. 284) pero es imprescindible mencionarlo para poder comprender de manera casi
inmediata el alcance de los Imperios que surgen, o se transforman, tras la edad, denominada
así por el historiador Eric Hobsbawm, de las revoluciones. La principal revolución
aprovechada por los Imperios es, desde luego, la revolución industrial. Aunque ya ha
acabado la primera revolución industrial para el año que este trabajo abarca esto no quiere
decir que se ha abandonado el espíritu de las revoluciones técnicas, por el contrario, se ha
configurado el mundo bajo dos posibilidades que son posibles de categorizar haciendo un
uso forzado de dos términos nacidos de la reflexión histórica de dos procesos claves para la
consolidación de los Imperios como lo son la ciencia y la economía, durante el siglo XX: la
idea de Paradigma en Kuhn y la Destrucción creativa de Schumpeter.

Es importante entender que la destrucción creativa, como la plantea el economista


Joseph Schumpeter, como será manejada en este trabajo va de la mano con la lógica de un
capitalismo expansivo, es decir, un capitalismo que tiene que ampliar su alcance. La
Destrucción creativa no es más que la innovación en el sistema de Mercado, es decir, la
creación de nuevos parámetros para las mercancías. La integración de esta noción a la
reducción del mundo está en que justamente la noción de “alcance” es importante para
entender cómo se expande el alcance de los Imperios. Es necesario poder llegar a mayor
distancia en menor tiempo para agilizar la producción: las innovaciones que permiten esto
son las de la destrucción creativa. La necesidad de reducir el tamaño del mundo realmente
significa ampliar el alcance del Imperio. El mundo sigue del mismo tamaño pero los
Imperios se han crecido. Es importante no separar este proceso que es, por decirlo de un
modo arriesgado, estructural al Capitalismo de los procesos que pasan por sus fases y hay
que recordar que el Imperialismo es, aunque en el famoso título de Lenin es planteada
como superior, una fase.

Cada potencia está en competencia para expandir su alcance y presionar a las otras
y forzarlas a reducirlo. Cada tratado es el crecimiento de una para garantizar el
decrecimiento de otras. Pero la expansión necesita una justificación, el crecimiento sobre

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otros necesita algo más. Y justamente de una Ciencia que se sirve para la política construye
una comunidad bajo discursos que legitimen las expansiones, nace el discurso racista. El
planteamiento de la superioridad de una raza sobre otras y que el deber de esta raza superior
es llevar su superioridad, esto es una caricaturización de mi parte, crea el escenario para
políticas expansionistas en África más profundas que las conocidas hasta ese momento en
la historia. También se vuelve parte del espíritu que justifica la entrada en Oriente. La
Ciencia se presta a la expansión de los Imperios occidentales. Pero esta superioridad
occidental ante los otros no justifica la destrucción entre occidentales. Para lidiar con esta
contradicción nacen los nacionalismos. La superioridad de un pueblo occidental ante otro
se torna mítica.

Se puede afirmar que la expansión de los Imperios en el período de este trabajo


responde a justificaciones positivas, económicas, científicas, morales y espirituales,
también políticas y sociales. En esta misma época está en alza el darwinismo social como
discurso interno que es otro factor clave. Todas estas maneras de justificar las expansiones
son claves de ser puestas en el escenario del trabajo porque configuran a los actores y cómo
estos hablarán y construirán sus discursos.

Otro factor a exponer sobre la aparente reducción del mundo está en dos fuerzas
tardías pero protagónicas: Alemania e Italia. La definitiva unificación de ambos territorios
también llevó a la creación de dos fuerzas políticas considerables. Alemania, bajo la
administración de Von Bismark, pudo ponerse al día con Inglaterra y Francia lo suficiente
como para ser intimidante. Italia un poco más rezagada no dejaba de ser una fuerza con una
posición estratégica vital. El mapa europeo veía de repente cómo la expansión germánica
incluía territorios que pertenecían a reinos que no eran de habla alemana. Era un proyecto
Nacional pero no era exactamente un proyecto nacionalista. Y esto es uno de los factores
temibles de Von Bismark. La famosa realpolitik aplicándose acorde a su voluntad.
Inglaterra solamente podía mirar, Francia temblar debido a que se encontraba
recuperándose.

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La Pax

Las potencias se temen y respetan al mismo tiempo, es una situación de inmensa


tensión histórica y política. Este período es descrito como un período de Paz armada.
Aunque es cierto que hay conflictos son, en realidad, puntuales y resueltos rápidamente por
las potencias para impedir la ruptura del equilibrio. De cierto modo es importante
comprender que esta época se caracteriza, justamente, por el equilibrio pero de fuerzas sino
de balance. La repartición de África se hace evitando posibles conflictos y los discursos
altisonantes tratan de serlo respetando a las otras fuerzas. Es un mundo inestable.

Sobre esto expone en El sueño del Imperio el historiador John Darwin que
realmente había entre las potencias una modalidad de <<coexistencia competitiva>> (2012:
pp. 313). Esta coexistencia competitiva desde luego no era la ausencia de conflictos sino la
búsqueda impedir modos de lidiar con estos sin caer en la guerra. Pero también nos dice
que aunque sea rebuscado pensar que prevaleciese la paz no lo era decir que <<hubo una
estabilidad geopolítica general, una pax>> (2012: pp. 212). El ejemplo más extremo que se
puede situar es el de Bismarck quien a pesar de su discurso fuerte, <<Sangre y hierro>>
(2012: pp. 211) cuando comienza su proyecto en 1871 trata de conservar estable el mapa de
Europa.

Este estado de Pax, que también es coexistencia competitiva, lleva a lo que en


Imperios Burbank y Cooper admiten que es un estado de vigilancia entre estados. Un
mundo que teme alterarse en demasía. El problema era el alcance de estos Imperios y sus
proyecciones coloniales, hay que recordar que “entre 1876 y 1915, aproximadamente una
cuarta parte del plantea fue distribuida o redistribuida en forma de colonias entre media
docena de Estados” (Hobsbawm, 1998 pp.69). Esta situación no es, desde luego y esto es
importante de plantearlo fácil de sobrellevar por parte de las administraciones en la
Metrópoli de los Imperios. Ya que, “la tecnología no se tradujo necesariamente en un
gobierno sistemático y eficaz de los territorios conquistados” (Burbank y Cooper, 2011,
pp.332). Porque realmente y en esto los citados Burbank y Cooper son hábiles al decir que
los Imperios se entienden mejor no como relatos de expansiones sino como en la relación y
rivalidades entre los mismos Imperios europeos. Y acorde a esto todas construyen sus
discursos para legitimar su derecho a conquistar. Pero es importante separar por un

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momento, y es una separación que para algunas tradiciones es falsa, a la conquista imperial
política y cultural de la conquista mercantil.

Los comerciantes europeos eran, de cierto modo, una masa autómata que solamente
buscaba expandirse. Pero su expansión consistía en que su Imperio impusiese un mercado
abierto, uno no proteccionista. Por esto es que “para el comerciante europeo, lo importante
era el <<libre comercio>>, no la conquista ni la dominación política” (Darwin, 2010, pp
232). Y cuando se lograba, al igual que cuando había una nueva conquista colonial, había
movimiento de pueblo. Y gracias a estas movilizaciones de población es que se dan las
administraciones coloniales.

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La dominación cultural

La expansión de los Imperios también garantizó el crecimiento de la capacidad del


mundo occidental de incidir en otras partes de la esfera. Las potencias con plena
consciencia de esto conquistan territorios, directa o indirectamente, y construyen
mecanismos de dominación que garanticen más que la perpetuidad de la administración
colonial la lealtad o, inclusive, la fe en la administración colonial. Esta perpetuidad, que es
en sí una forma de dominación solamente es posible incidiendo en los procesos culturales y
afectándolos.

El primer gran síntoma de la dominación cultural tiene que ser interna. Al ser este
período el primero que es internacional en el mundo europeo, hay que recordar que los
eventos de 1848 se dan a escala global, los imperios, que quieren dominios particulares,
tienen que diferenciar al ciudadano que vive en su interior del ciudadano que vive en otros
imperios. La destrucción del internacionalismo, que está latente en el movimiento obrero
con la famosa consigna “proletarios del mundo uníos”, es clave para los imperios europeos.
Se puede decir que un factor clave en la segunda mitad del siglo XIX es la cuestión
nacional. Siendo en este aspecto un texto clave la famosa obra de Renan ¿Qué es una
nación?

Esto permite a los imperios garantizarse una población que aunque internacional, es
decir, que están en una situación entre muchas naciones, no son cosmopolitas, es decir, que
no se reconocen como una nación universal. La dominación cultural interna, en la que el
nacionalismo es un factor clave, también debe ser comprendida en relación con la
conciencia global que, por primera vez, la humanidad tiene a su alcance. Las naciones son
conscientes de la naturaleza de otros territorios y esto permite saber diferenciarse.

La dominación interna también tiene por factor clave la tensión entre los capitalistas
de estas mismas naciones y su competencia por mercados no explorados. Este es un factor
clave pero no intencional sino un accidente que se salió de las manos de las fuerzas
imperiales. Cada progreso técnico hacía necesario garantizarse un proveedor de la materia
prima que lograba hacer posible ese mentado progreso técnico. Y no es un desacierto
pensar que estamos en la etapa de la humanidad más técnica de su historia conocida. Pero

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esta etapa técnica necesitaba de factores claves, la economía, la política y la cultura. Así
pues los imperios al expandirse políticamente se expanden sus comerciantes y su cultura de
consumo y producción. La competencia externa entre los capitalistas de las distintas
naciones resulta ser también una competencia interna por tener el control de lo que les
garantizaría una mejor productividad. En esta etapa de la dominación interna se hacen los
controles más estrictos al incipiente movimiento obrero.

La dominación interna también es la justificación de los Imperios en sí. Los


imperios como factores políticos necesitan un apoyo en proyectos que implican dominar e
intervenir en otros órdenes de vida. Y para esto es menester que haya formas de justificar la
expansión del Imperio. No es fácil saber si fue incidental o accidental, pero para esta época
surgen discursos científicos, crónicas de viajes, e intercambios sesgados que construyen
una narrativa justificativa. Occidente se ve a sí mismo, quizás en esto hay una suerte de
“cultura occidental compartida”, como bastión del progreso espiritual de la humanidad.
Pero el colonialismo imperial de este siglo es diferente. Ya no es un encuentro accidental
sino intencional. Las fuerzas políticas y propagandísticas se mueven desde el principio para
que los loables imperios lleven la batuta del progreso espiritual de estos “pueblos
atrasados”.

La dominación interna que es justamente influir en la opinión pública a favor de


medidas pro imperiales se consolida como herramienta. Y cada factor nuevo surge de la
mano con un aparato propagandístico que justifica completamente sus proyectos. Pero hay
proyecciones compartidas por los imperios occidentales, y es la de la superioridad del
mundo occidental ante los demás. Con esta forma de dominación externa logran hacer que
los territorios asuman que lo mejor para ellos mismos es occidentalizarse. Este factor es
clave para comprender en Venezuela el gran proyecto de Guzmán Blanco, pero también
medidas tomadas por el Imperio otomano.

La destrucción de culturas o de modos propios de verse es importante para los


imperios porque esto implica que el horizonte de posibilidad de estos territorios es,
necesariamente, las fuerzas hegemónicas: los imperios. Los pueblos tratan de ser a la
occidental. Una parodia interesante de esto está en la obra, colonialista en sus orígenes,
Tintín en el Congo de Hergé, en la que un adversario de la comunidad en la que está Tintín

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en una serie de eventos lidera, ataca y justamente plantea que “su ejército, equipado a la
europea”. Desde luego que esto es una parodia nacida de un tebeo colonialista pero no es
tampoco una exageración entrever que ciertos líderes de territorios no europeos apuntaban a
modernizar las fuerzas armadas a la europea.

Para la dominación interna los medios de infiltración son variados pero resultan ser
todos importantes. Desde misioneros a inversionistas a solicitudes de intervención o
amenazas de intervención en problemas internos funcionan como excusa para la entrada de
la propaganda de los imperios. Pero exceptuando a sitios en los que la influencia está
prácticamente predeterminada cuando hay un territorio que puede ser intervenido lo es por
distintas potencias al mismo tiempo.

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La destrucción de la Paz de los Imperios

La coexistencia competitiva o también denominable como Paz armada tenía que


llegar a su fin. Las tensiones políticas y los deseos de expansión en Europa de ciertos
imperios y la sensación de haber llegado tarde a la repartición del mundo de otros son
factores.

El acontecimiento político que destruye completamente el equilibrio entre las


potencias resulta llevando a lo temido por todas las partes: una guerra de una escala acorde
al tamaño de los Imperios. Y esta guerra se puede ver cómo el Imperio alemán opta
finalmente por romper el equilibrio en un conflicto que amenazaba, y cumple, con romper
toda la paz.

Pero esto resulta ser contraproducente para todas las fuerzas participantes porque las
expansiones de los Imperios que son totales eran dependientes de la situación de paz. Es
contradictorio pero en una retrospección histórica es una necesidad: por el alcance técnico
de los Imperios una guerra implicaba unos gastos con difícil recuperación inmediata y esto
no era algo que Inglaterra, Francia o hasta la misma Alemania necesitasen. Además de
arriesgarse a debilitarse para dejarle la posibilidad de ponerse al día a una fuerza que
aunque emergente todavía ejerciera su presión y no temía de afirmar su poderío regional
como lo era Estados Unidos.

La no obtención de territorios en Europa y el poco alcance en África hacen de


Alemania una Nación en desventaja inmediata y esto es bien conocido. El equilibrio de la
coexistencia competitiva no les es beneficioso porque comienzan en desventaja y por eso es
que Alemania también se involucra en conflictos territoriales que parecen superarle.

Francia, por otra parte, necesita sacar provecho a cualquier debilitamiento de


Inglaterra y de su hegemonía marítima y global. Mientras que Inglaterra está desde atrás
intentando evitar lanzarse a la guerra. Esta inmensa inestabilidad general hace de la primera
guerra mundial un fenómeno político único. Los ideales tardo-románticos todavía están
presentes. Las guerras se vuelven duelos de trincheras y cañones. La brutalidad de la guerra
es innegable y las potencias quedan con un temor a otra guerra, que eventualmente llegará,
y a verse sometidas a otro proceso de recuperación.

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Segunda Parte: El escenario venezolano

Al iniciar un relato sobre la naciente Venezuela del siglo XX, aunque se incurra en
el error al referirse a la llegada al poder de Antonio Guzmán Blanco como su “debut” existe
un motivo legitimo detrás de tal expresión que permite utilizarla. El error se encuentra en
que esta determinante figura del siglo XX venezolano ya había realizado su aparición y
cobrado protagonismo tras los sucesos de la Guerra Federal, especialmente por el papel
desempeñado en el Pacto de Coche.

Sin embargo, como se demostrará, el uso retórico de la palabra “debut” es legítimo


en cuanto a su utilidad. Piénsese lo siguiente: así como los productores de un obra de teatro
preparan el escenario para que la actuación de los protagonistas cobre sentido en un
contexto dado, del mismo modo puede decirse que los procesos socio-históricos
“prepararon” el escenario adecuado para que Guzmán Blanco se desenvolviese tal cual
como lo hizo, tomando en consideración que actuó en función de las expectativas generadas
por su público: la burguesía criolla.

Ahora bien, antes de iniciar propiamente una descripción acerca del gobierno de
Guzmán Blanco será necesario exponer en breves líneas, el proceso histórico que antecede
y prepara dicha fase de la historia venezolana, proceso que la prepara en tanto que
configura, moldea, determina la realidad ante la cual habrá de posicionarse la clase
dominante criolla venezolana del siglo XX con Guzmán como representante.

Es por lo tanto, una primera necesidad de este apartado presentar el proceso socio-
histórico que conduce, o como se observará, que mantiene una determinada conjugación de
factores sociales, económicos y políticos que conforman el “escenario” para la aparición de
un tipo específico de gobernante, ese rol principal que interpreta Guzmán Blanco, pero que
también podrá y así será en años posteriores, ser interpretado por un Castro, un Pérez o un
Gómez.

La exposición de este proceso socio-histórico anterior, así como el arribo de


Guzmán Blanco y su desenvolvimiento en el poder, se presentará tomando como fuente
bibliografica a las conferencias dictadas en 1974 por el historiador venezolano German
Carrera Damas en el ciclo de conferencias titulado Una nación llamada Venezuela que se

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realizó con motivo de la inauguración de la Cátedra Venezuela en la Universidad Central de
Venezuela y que están presentes en una compilación escrita de título homónimo.

Por tal motivo se adoptará la periodización utilizada por el profesor Carrera Damas
al hablar de dos periodos previos, que son la antesala del ascenso de Guzmán Blanco al
poder. El primero de estos consiste en el periodo de “crisis de los factores dinámicos de
implantación y ruptura del nexo colonial” y está comprendido por el lapso 1800-1830.

Dicho lapso presenta a su vez otras subdivisiones que permiten su tratamiento de


una forma más cómoda, acorde con lo que el autor desea resaltar como esencial. Estos son
1795-1810 (Preparación de la crisis), 1810-1812 (planteamiento de la crisis), 1812-1815
(deslinde de los factores críticos internos), 1815-1821 (ocupación militar “extranjera” y
reacción nacionalista colombiana), y finalmente 1821-1830 (definición de la conciencia
nacional venezolana).

En cuanto al segundo periodo, es el que va de 1830 hasta 1870 y en este lapso


Carrera Damas hace una exposición sobre la conformación del Proyecto Nacional. Para
resumirlo, se opta también por la segmentación propia del autor, la cual en esta oportunidad
no está marcada por sub-periodos, sino que depende de los aspectos a analizar que se
definen durante las cuatro décadas que componen al periodo completo.

Estas corresponden por lo tanto a las siguientes: una primera fase, sobre cómo se
vincula el periodo 1830-1870 con los sucesos anteriores de mayor relevancia, es decir, con
la guerra de emancipación y los sucesos posteriores a la Batalla de Carabobo, propiamente
respecto a la capitulación de Pereira ante Bolívar, como hecho de mayor relevancia.

La segunda parte corresponde a la determinación sobre cuando inicia la formulación


del “Proyecto Nacional”; la tercera a una evaluación de la importancia de la ruptura del
nexo colonial y la separación de la Gran Colombia para la conformación de la república; la
cuarta, esta referida a la crisis estructural de la sociedad y las expresiones ideológicas
predominantes de la época de la misma; finalmente, la quinta parte, consiste en describir los
medios empleados por la sociedad venezolana para hacerle frente a la crisis.

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Antes de iniciar con la exposición del lapso 1800-1830, será necesario aclarar desde
este punto, que se tratara de ser lo más claro posible respecto a lo que se refiere el autor al
utilizar conceptos como “nexo colonial”, “sociedad implantada colonial”, “factores internos
de implantación” así como de la perspectiva que adopta, en los momentos que sea
necesario, para no entorpecer y facilitar la exposición de las ideas.

Una vez aclarado esto, iniciemos entonces con lo previsto. Se expondrá de forma
resumida, los eventos e interpretaciones sobre los mismos del periodo comprendido entre
1800 y 1830, y que se presenta como una fase en la cual se inicia la crisis de la sociedad
implantada, siendo su más importante manifestación la guerra de independencia.

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Primer acto: la crisis estructural de la sociedad implantada colonial venezolana

A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, lo que futuramente será
Venezuela no es para la fecha propiamente una nación. Lo que existe en el territorio que
hoy ocupa Venezuela es un grupo de núcleos de implantación que a su vez constituyen
diferentes provincias. Aunque la constitución de 1777 establece, o mejor dicho, supone la
unidad entre distintas provincias, como componentes de la Capitanía General de Venezuela,
la realidad es que esta integración no supera el carácter meramente formal.

Lo que existe entonces, es una “sociedad implantada colonial” es decir, una


sociedad de base indígena que tuvo contacto con otra sociedad, más avanzada, que inició un
proceso de implantación, generando que de tal confluencia de grupos humanos surgiese un
nuevo orden, el cual aunque favorable a la metrópolis hispánica, no dependió e la
imposición, sino más bien que es producto de un proceso de gestación.

En dicha sociedad implantada o en proceso de implantación, existen “factores


dinámicos de implantación” los cuales son principalmente dos, que actúan respectivamente
en una dirección horizontal. En cuanto a su aplicación horizontal, el factor dinámico de
implantación es la conquista de territorio, la fundación de nuevos asentamientos y la
edificación de infraestructura. En cuanto a los factores dinámicos verticales, el principal es
el mestizaje, el cual funge como proceso integrador de las diversas razas coexistentes.

Existe también en esta sociedad colonial, una articulación entre los intereses de la
sociedad implantada y los intereses de la metrópolis. A esta efectiva articulación de
intereses entre el sector colonizado y el sector que ejerce la colonización se le denomina a
lo largo de la obra como nexo colonial.

En 1795 arrancan una serie de eventos que llevaran a la sociedad implantada hacia
una crisis de carácter estructural, crisis que será inteligible como producto del agotamiento
de los factores dinámicos internos de implantación y como ruptura del nexo colonial,
generando esta última, como la mayor de sus expresiones la guerra de emancipación.

Entre los años 1795 y 1810 en la sociedad implantada colonial venezolana se dan
los llamados movimientos precursores. Estos son: la sublevación de Coro liderada por José

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Leonardo Chirinos en 1795, la conspiración de Picornell, Gual y España en el 1797, y el
intento de emancipación liderado por Miranda en 1806. Y que son eventos que revelan el
malestar presente en la sociedad, dado que las exigencias de los grupos que están detrás de
ellos corresponden a las de los esclavos por su libertad y a la de los pardos y criollos por
una mayor participación política.

Los criollos están ausentes como clase social en los inicios de estos movimientos,
tan solo como meros espectadores, y a pesar de que empiezan a integrarse a tales luchas
progresivamente, la actitud de la clase dominante, es decir de los criollos, ante tales
movimientos, es por lo general una actitud de rechazo por su fuerte contenido liberal
avanzado y por sus exigencias que atentaban contra el orden esclavista y monárquico.

Estos movimientos que son preparatorios de la crisis, vinieron acompañados por una
reacción criolla que demostró el carácter marcadamente racista y discriminatorio, así como
monárquico y católico de la sociedad implantada colonial. Con esto se evidencia como esta
sociedad, desde su gestación, tuvo un fuerte carácter contrario a los ideales liberales;
característica de gran importancia para el análisis que aquí se pretende efectuar.

La crisis se preparó gracias a los antecedentes de sublevación y anhelo de cambio


por parte del sector de pardos y esclavos, y a estos se fueron integrando las luchas propias
de los criollos quienes sentían ellos mismos un malestar particular, referido principalmente
al anhelo de disponer ellos mismos del control de la sociedad.

Precisamente por ello, en la medida en que los criollos se integran a la crisis de la


sociedad implantada, es que esta cobra mayor coherencia y es tal situación lo que lleva
hacia los sucesos del 19 de abril de 1810, cuando se realizar el primer intento de
deslindamiento respecto a la corona española. Con el congreso de 1810, la clase dominante
busca reestablecer el orden social, recuperación considerada como irrealizable por parte del
poder real, siendo esta incluso una de las bases del planteamiento de tal toma de poder.

Tal situación no consistió en modo alguno, como se ha querido documentar en los


textos que reproducen la versión patriótica de la historia, en una ruptura respecto al orden
anterior de las cosas. Al contrario, la continuidad respecto del orden anterior era tal, que
precisamente por ello, la constitución de 1810, encubre con una supuesta “igualdad legal”

20
una serie de medidas orientadas para el mantenimiento de la esclavitud y la segregación de
los pardos de las decisiones políticas.

En consecuencia, los pardos y esclavos, al no hallar una verdadera solución a sus


exigencias, se mantienen en lucha ante el mismo orden de cosas representado ahora por los
criollos. Es tal situación la que lleva a que se haga notoria la débil integración nacional y
que al iniciarse la fase bélica de la crisis (como una demostración de fuerza de los criollos
con miras a propiciar la integración) se suscite “la resistencia de las provincias [y] la
conspiración contra el nuevo poder” (p. 50).

Por su parte, las llamadas Ordenanzas del Llano, una de las medidas contempladas
por el Congreso de 1810, lejos de ser una medida positiva para propiciar la mayor
participación de pardos como mano de obra en la agricultura, ocasionan que estos evadan
cada vez más este tipo de actividad económica como mecanismo para ganarse la vida. Tal
medida problematizo la escasez de mano de obra, siendo este un factor que retrasó la
evolución de la hacienda hacia una forma más racional y productiva de unidad económica
básica.

Los conflictos políticos, también empiezan a manifestarse internamente entre los


criollos, haciéndose las contradicciones más fuertes por la influencia de “la política seguida
respecto a los pardos y esclavos, por la ruptura definitiva del nexo colonial y por el
advenimiento de la guerra” (p. 51).

Esta breve etapa, concluye con la recuperación del poder real con Monteverde como
representante el cual se dio paralelamente al vacío de poder dejado por Miranda, tras
haberse negado a firmar la capitulación de San Mateo y ser hecho preso.

La siguiente fase, o micro-fase, es la que comprende el breve periodo 1812-1815, y


es en esta en la cual se propicia el “deslinde de los factores críticos internos” que no es otra
cosa que la diferenciación que se da entre los grupos y sectores sociales enfrentados en la
sociedad. El periodo se abre con la recuperación del poder real por Monteverde y se cierra
con la recuperación del mismo, pero efectuada por Boves.

21
Lo esencial de esta fase consiste precisamente en cómo se definen los diversos
sectores de la sociedad. El sector realista con Monteverde como representante, opta por una
errada actitud más desafiante que pacificadora, que busca sacar de la ecuación al sector de
los criollos, pero a su vez aplicando una política errónea respecto a los pardos y esclavos,
propiciando un escenario en el cual enfrentaban tanto a pardos y esclavos como a los
líderes republicanos que pretendieron ocupar el vacío de poder dejado por Miranda, es
decir, por Bolívar y Mariño.

Los pardos y esclavos siguen presentes en sus respectivas luchas. Los criollos por su
parte, presentan aún una ausencia de coherencia y numerosas contradicciones internas, lo
que es sumamente influyente en su derrota política y militar. Bolívar en 1813, es apoyado
por la clase dominante más por el temor que tenían por Boves y su ejército de pardos y
negros, que propiamente por el convencimiento de las ideas esbozadas por Bolívar en su
Manifiesto de Cartagena, en el cual ya avanzaba en cuanto a un orden distinto al de la
primera República. Vale la pena aclarar, la clase dominante seguía siendo marcadamente
conservadora.

En 1815 se termina pues, con la derrota republicana de Bolívar ante Boves. Poco
después, Boves muere y la metrópoli, en la cual se está viviendo un resurgir del
absolutismo, ante su intento de alzamiento, así como el de su “sucesor” Morales, decide
sacar de sus planes este tipo de líderes y manda en su lugar Morillo, un peninsular que
tendrá un papel protagónico en la siguiente sub-fase que va desde 1815 a 1821, y que se
caracteriza por ser la fase en que se da una ocupación militar “extranjera” y una reacción
nacionalista colombiana.

La actuación de Morillo en la sociedad implantada fue determinante para el


posterior devenir de los hechos. En primer lugar, se constituyó a sí mismo como un
enemigo común, dado que su actuación fue cuando menos odiosa para todos los sectores
sociales existentes en el seno de la sociedad implantada. Al igual que Monteverde, no
comprendió que las luchas sociales, eran reversibles tomando las medidas adecuadas para
apaciguar a los diferentes sectores reivindicativos, a los cuales podía concedérseles
soluciones aparentes que a su vez mantuviesen la preeminencia de la clase social
dominante.

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Por otro lado, Morillo se propone una depuración del Ejército Realista. Se plantea
pues, librarlo de su carácter popular, de la presencia de pardos, zambos y negros que hacían
sus filas, puesto que consideraba esto algo beneficioso para el mismo. Sin embargo, nada
podía estar más alejado de la realidad, dado que había sido justamente un ejército popular,
el que había resultado efectivo contra las tropas republicanas.

Paradójicamente, el Ejército republicano, que primariamente había sido


aristocrático, tras la derrota ante Boves, queda hasta tal punto debilitado que no le queda
otro recurso que “popularizarse” y se inicia con este hecho, una reorientación del trato
hacia pardos y esclavos por parte de Bolívar que se manifiesta claramente en su Carta de
Jamaica.

Tal popularización, hizo también posible, una cambio en la estrategia utilizada hasta
entonces por Bolívar en el ámbito militar. Antes con la Campaña Admirable, su mayor
debilidad había sido la imposibilidad de constituir una retaguardia y su éxito momentáneo
se debió únicamente al haber fracturado el poder militar realista, pero posteriormente quedo
totalmente sitiado entre el territorio de Caracas y el valle de Aragua. Este nuevo ejército
“popularizado”, le permitió entonces, suplir esas debilidades antes presentadas.

Pero además de esta popularización del Ejercito republicano, para alcanzar la


victoria y el cumplimiento del objetivo central, el cual era “la derrota del poder español en
América”, dicho Ejército se ve en la necesidad de unirse a la causa grancolombiana como
medio para obtener los recursos, dado que los de Venezuela no serían suficientes, y al hacer
esto, también estaría privando a Morillo de obtenerlos, ejerciendo una estrategia coherente.

Sin embargo, esto trajo como resultado una supeditación de “todas las demás
consideraciones, incluso los ya vigorosos sentimientos nacionales, por no hablar de
conciencia nacional” (p. 59).

En cuanto a esta última la conciencia nacional, como respuesta ante esta


supeditación ante la causa grancolombiana, en el periodo comprendido entre 1821 y 1830,
se dará por fin la etapa en la cual se empieza a formar dicha conciencia o espíritu nacional.

23
De momento, bastará con indicar que al haber sido las provincias venezolanas, o al
menos una parte de ellas, las menos contestatarias ante el orden real, no es casual por lo
tanto, cierta reticencia o reserva por parte de la República de Colombia. Se planteaba la
duda de si estos territorios se encontraban mal bajo la acción del poder colonial y por lo
tanto eran observados con cierto grado de desconfianza.

Por parte de la clase dominante venezolana, el descontento no será menor y no solo


por ellos, sino que todos los sectores sociales verán en la Gran Colombia una respuesta
insatisfactoria o una no-respuesta a sus aspiraciones como grupo social. En tal sentido,
expresa Carrera Damas lo siguiente:

“…la nueva organización social adoptada en Cúcuta no satisface de ninguna manera las
manifestaciones de los diversos sectores de la sociedad: no satisface la aspiración de los
esclavos porque mantiene la esclavitud, aunque institucionaliza la manumisión, y disgusta a
los esclavistas a los esclavistas porque estos consideran la ley de manumisión demasiado
liberal; tampoco satisface a los pardos, porque mantiene un régimen que i bien da respuesta a
algunas de sus reivindicaciones, en el fondo básicamente es el régimen de 1811 en cuanto a la
posibilidad de participación política, y si bien algo se adelanta en lo que se refiere al régimen
de trabajo forzado, de hecho el pueblo queda marginado de la vida política.” (p.61)

No será sino hasta 1828 cuando se den los factores necesarios para la separación de
la Gran Colombia, e inicie otra fase en el proceso socio-histórico venezolano, el cual debe
ser estudiado a la luz de las características acá esbozadas, y que a su vez representa un
preámbulo, quizás más fundamental, al tratamiento del gobierno de Guzmán Blanco, en
tanto que permite comprender en dos órdenes su gestión como gobernante, en primer lugar,
puede comprenderse el tipo de políticas implementadas, en los ámbitos social, económico y
político, y en otro orden puede comprenderse la instrumentación ideológica que acompaña
y asegura la preeminencia y permanencia de la clase dominante burguesa.

Estos aspectos serán evaluados en el periodo 1830-1870, como una fase en la cual
se conforma o mejor dicho, se formula el Proyecto Nacional. Antes de dar inicio, valdrá
aclarar que cuando Carrera Damas habla de Proyecto Nacional se refiere a un complejo
ideológico, a una ideologización de la crisis, necesaria para neutralizar las diferentes luchas
sociales y garantizar la permanencia de la clase dominante en el poder.

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El mismo periodo, será estudiado también con base al estudio hecho por Diego
Bautista Urbaneja, titulado La idea política de Venezuela: 1830-1870, historiador que por
su parte selecciona exactamente este mismo periodo, aunque por motivos ligeramente
distintos, pero presentando coincidencias en algunos puntos con Carrera Damas y
presentando algunos otros elementos complementarios a sus planteamientos.

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Segundo acto: La formulación del Proyecto Nacional e ideologización de la crisis

Carrera Damas inicia el tratamiento del periodo 1830-1870 demostrando sus


articulaciones con el periodo inmediatamente anterior. El conferencista mantiene una
perspectiva del proceso histórico que lo concibe como un proceso único y sin rupturas, por
lo que aunque trata una nueva periodización, sigue dentro del esquema de análisis de la
crisis estructural de la sociedad implantada colonial.

En esta conferencia se acota que existe una conexión clara entre los sucesos
posteriores a la Batalla de Carabobo y los años finales de este periodo, signado por el
ascenso al poder por parte de Guzmán Blanco. Tal enlace se entiende como la toma de una
decisión pospuesta por Bolívar, al adoptar una política de conciliación entre criollos y
realistas, con la finalidad de no debilitar más a la clase dominante de la sociedad
implantada.

En tal sentido, cuando Guzmán llega al poder, lo hace teniendo un objetivo muy
claro, y este no es otro que el de acabar con la llamada Venezuela goda, acabar con los
criollos realistas “incluso como clase social”, según indico en algún momento. Su objetivo
estaba claro, no era otro que zanjar la cuestión que dejó pendiente Carabobo, es decir,
decidir respecto a cuál sector de la clase dominante criolla debía gobernar en Venezuela.

Tal como habíamos mencionado anteriormente, desde el periodo 1810-1812, se


empiezan a hacer visibles las contradicciones internas del sector de los criollos, y es
justamente en el periodo 1830-1870 que se empiezan a dar los debates más intensos acerca
de lo que Venezuela debería de ser, se empieza por lo tanto a gestar la formulación del
Proyecto Nacional, y en esto ambos historiadores, German Carrera Damas y Diego Bautista
Urbaneja están de acuerdo, aunque el primero haga mayor énfasis en el aspecto de la
ideologización de la crisis y el segundo en el fracaso del proyecto en su aspecto jurídico-
político, un detrimento que derivó en una mayor atención hacia el desarrollo económico
como principal prioridad de la nación.

Para Carrera Damas, el Proyecto Nacional empieza a gestarse o al menos, posee sus
presupuestos desde la guerra de independencia. Esto se debe a que durante la guerra de
emancipación se le otorgó operatividad a los siguientes supuestos: 1) conciencia de que era

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transferible el poder real hacia la clase dominante criolla, 2) posibilidad de conjugar las
luchas de los diversos sectores sociales y 3) la asunción de que la ruptura del nexo colonial
implicaba la salida de la crisis. Tal puesta en marcha u operacionalización de estos
supuestos ocasionó a su vez que se crease la base para el complejo ideológico, que sería
posteriormente el Proyecto Nacional.

Como también se señaló, el Proyecto Nacional, fue una componenda ideológica que
permitió a la clase dominante permanecer en el poder a pesar de que la crisis estructural aún
se mantuviese y más aún, se agudizase por los cambios sufridos en el sistema capitalista
mundial. Sin embargo, tanto Carrera Damas como Bautista, hacen énfasis en que el
proyecto nacional también fue una ideologización de la crisis, en el sentido de que fue una
racionalización de la realidad a la cual los sectores más avanzados de la naciente sociedad
venezolana tuvieron que enfrentarse. Por ello, no es sorpresa que las producciones
intelectuales de esta época parezcan más un recetario contra males más que un producto
intelectual que busque una descripción “realista” sobre la crisis.

Hablemos entonces sobre el país que tenían los venezolanos de este periodo y sobre
el país que se proyectaban tener, para luego posteriormente hablar de las medidas tomadas
para alcanzar las transformaciones que concebían como necesarias.

Carrera Damas señala que la crisis estructural se mantiene tal y como había surgido
en periodos anteriores, y por ello es que las guerras civiles sucedidas durante el lapso 1830-
1870, tales como la revolución integrista de Monagas, y posteriormente la Revolución de
Abril, que llevará a Guzmán al “stand” del mandato sobre la nación, son en sí mismas, no
una destrucción de la patria, de la integración, sino unos eventos consecuentes con el estado
de las cosas, son repercusiones de problemas que no fueron solventados.

De este modo, la situación económica venezolana se ve ampliamente afectada por la


guerra, pero también por los cambios obrados en el sistema capitalista. Venezuela, que
había entrado a la guerra con una situación provechosa desde el punto de vista económico,
dado que el mundo aún se regía por un patrón comercial, al salir de la misma, se encuentra
con una realidad internacional distinta, las exigencias ya no son principalmente de carácter
comercial, sino que han evolucionado hacia la fase industria, es decir, Venezuela ya no se

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presenta como un país que proporcione los elementos relevantes para el sistema, quedando
los productos que exporta, relegados al consumo de lujo, ofreciendo progresivamente cada
vez más bajas rentas a los productores.

Tal situación económica se sustentaba en tres aspectos: 1) la incapacidad de la


hacienda venezolana de evolucionar hacia una forma avanzada y racional de agricultura, es
decir, el paso hacia la plantación de tipo capitalista, 2) las dificultades de integrar mano de
obra en la estructura económica, a raíz de la crisis del sistema de esclavitud y 3) el estado
precario de la infraestructura nacional; los caminos eran casi inexistentes por lo que
trasladar la mercancía generaba un gasto elevado en fletes.

Desde el ámbito social, un hecho relevante de este periodo, y que demuestra la


continuidad respecto al anterior, fue “el auge de las rebeliones de esclavos y de los cumbes
inmediatamente después de Carabobo” (p. 80) así como la vigente lucha de los pardos por
la igualdad ante los criollos.

Finalmente, en el ámbito político, la crisis de integración nacional se presenta más


aguda que nunca, en tanto a que las provincias aún mostraban un fuerte repunte
autonomista e incluso, de ellas surgieron diversos intentos para sustituir el poder
constituido en Caracas. Tal situación se veía agudizada además, por lo mencionado paginas
atrás, respecto a la debilidad, poca coherencia y orientación con la que sale la clase
dominante criolla de la guerra.

En resumen, la guerra lega una clase dominante débil, la cual que hay que unificar,
una economía atrasada y debilitada que hay que recuperar y un orden social irresuelto al
cual hay que hallar una solución para no comprometer el poder de la clase dominante.

Desde la intelectualidad de la época, ante esta crisis o se respondía con un


“optimismo lirico” o se diagnosticaba el mal inamovible o difícilmente superable mediante
un “pesimismo sistemático”. Estas dos posturas, hacen juego en un escenario bastante
dinámico al menos en cuanto a la contraposición de ideas, a la disputa.

De tal escenario, las ideas que priman, según indican tanto Carrera Damas como
Bautista Urbaneja, son aquellas que conducen hacia la conformación de un Estado liberal,

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es decir, un régimen en el cual tanto la figura del Estado como la de los ciudadanos
comparezcan ante el imperio de la ley, un modelo que propicie el desarrollo de las fuerzas
del mercado, y que en lo social, ofrezca mayores canales de integración y de equidad entre
los diversos sectores que componen a la sociedad.

Sin embargo, las contradicciones existentes en la sociedad llevaron a la coexistencia


de estos postulados, a la vez que se mantenía incluso en el ámbito legal, leyes que
mantenían la esclavitud o la manumisión.

Precisamente en torno a estos puntos, como lo es el tratamiento respecto a los


esclavos, así como en torno al resto de las disputas existentes entre grupos contrapuestos,
tales como liberales y conservadores, paecistas y no paecistas, así como bolivarianos y no
bolivarianos, se propiciara en este periodo la aparición de los diferentes partidos políticos.
En efecto, como señala Bautista Urbaneja:

Toda esta forma liberal de regular y de producir las normas que ajustan la conducta del Estado y los
individuos deja abierta la puerta a importantes variaciones de opinión en cuanto a lo que debía ser el
contenido de esas normas. Por esa puerta se colarán las diferencias que darán origen a los partidos
políticos venezolanos (p. 23)

Volviendo, no obstante, a hablar acerca de las acciones que la clase dominante


empezó a configurar para actuar ante esta crisis al modo que, bien o mal, la interpretaba,
hay dos órdenes en que puede comprenderse su actividad, uno desde el punto de vista de las
políticas impulsadas, otro desde la instrumentación ideológica que acompañó a tales
políticas para no comprometer al poder constituido.

En tal sentido, el conjunto de cambios se establecerán en la constitución de 1864,


serán los correspondientes a la instauración de un Estado liberal, se buscará en lo político
cada vez una mayor apertura a los sectores populares, con el fin de apaciguar las exigencias
de igualdad política en términos de participación de los pardos. Asimismo también se
procurará la inyección de inmigrantes europeos, principalmente provenientes de las islas
canarias, como uno de los paliativos ante un supuesto mal racial y cultural.

En lo económico, “se barajan planes para estimular la agricultura mediante


empréstitos; se realiza una política de arriendo y enajenación de tierras baldías que tuvo su

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expresión más alta en 1848, y que constituye el origen del actual latifundismo venezolano”
(p. 83)

Asimismo se promueve la creación de las sociedades de amigos del país, con la


intención de que a través de estas se traigan los avances tecnológicos para la agricultura.
Finalmente, respecto al ámbito político, se adopta el federalismo con el fin de “articular las
autonomías locales y provinciales en el proceso de la República” (p. 83).

Tales medidas se acompañaron del llamado Proyecto Nacional, es decir, del


complejo ideológico que permeaba la acción del gobierno y que poseía sus propias bases,
sus propios instrumentos y sus medios de expresión.

En cuanto a sus bases, lo más importante consiste en la identificación que se da


entre independencia y los demás bienes sociales, tales como la igualdad, la libertad y el
bienestar. Esto genera una subordinación de estos bienes a la independencia, y por ende, a
soportar su ausencia o debilidad en defensa de esta.

Esto por lo tanto, lleva también a justificar la falta de respuesta del sector dominante
ante las diversas necesidades de los sectores de la sociedad, a ocultarlas e incluso a
invisibilizarlas gravemente.

En cuanto a los instrumentos, se da otra deliberada identificación entre Estado


liberal e interés nacional. Sugiriendo que este solo puede alcanzarse en tal contexto, y que
por lo tanto, no tiene caso querer realizar una revolución ante un orden de tal género. Es
esta una de las “proezas ideológicas” de la clase dominante, en tanto que aún hoy en día es
difícil pensar el bienestar social fuera de ese marco conceptual o como lo denomina el
propio Carrera Damas, dentro de tal “trampa ideológica”.

El segundo instrumento consiste en la manipulación del pasado histórico. Se niega


el pasado colonial, con el fin de hacer una falsa separación entre clase dominante y clase
opresora, es decir, la clase dominante adjudica toda la opresión que estos ejercían sobre los
pardos y esclavos, a los peninsulares, salvándose nuevamente de toda responsabilidad al ser
quienes mantienen una estructura altamente discriminatoria.

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La manipulación histórica también se da respecto a Bolívar. Se usa su figura para
apoyar la tesis de que ya poseemos igualdad, libertad, y todo lo que necesitábamos, y que si
no lo percibimos se debe a una mala administración de tales bienes sociales conquistados.

En tal sentido, todo el Proyecto Nacional, en tanto complejo ideológico, se presenta,


como se demostró, como una compleja herramienta que sirve para mantener el poder bajo
toda circunstancia, para mantener propiamente la estructura de dominación de clase,
situación que permite el fortalecimiento de la misma y su articulación con el sistema
capitalista.

Tal proyecto nacional, tiene su expresión jurídica en la constitución de 1864, y


como se verá, este será el instrumento con el cual guiará Antonio Guzmán Blanco durante
su gestión de gobierno, pero además, lo hará no para hacer énfasis en la construcción y
fortalecimiento del marco institucional de la nación, sino que priorizara fundamentalmente,
los aspectos económicos, el desarrollo económico de la burguesía venezolana.

Más como se verá a continuación, la serie de decisiones tomada por Guzmán Blanco
llevarán a un complejo y profundo endeudamiento que será parte de la condena o gran peso,
que impedirá al país desarrollar sus fuerzas productivas, lo cual en efecto, hubiese sido, e
incluso sería, la verdadera solución para distribuir la riqueza y fomentar el desarrollo en el
grueso de la población en vez de garantizar únicamente el beneficio de la clase dominante
en perjuicio del resto de los sectores sociales.

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Tercer acto: “debut” de Antonio Guzmán Blanco ¿un papel mal desempeñado?

La respuesta a la pregunta que constituye el título es cuando menos, un punto de


partida sumamente útil para estudiar la gestión de Guzmán Blanco y sus consecuencias para
el desarrollo de la sociedad venezolana en su integración con el sistema capitalista mundial.

El buen o mal desempeño de un papel depende del público para quien se hace la
interpretación, en tal sentido la pregunta inicial más bien podría ser ¿Cuál es el público
principal de Guzmán? Ante tal pregunta, la respuesta es claramente identificable en
relación con lo esbozado en los apartados precedentes: Guzmán gobierna para una clase
dominante, gobierna para la burguesía criolla, gobierna para consolidar su preeminencia y
prolongar su permanencia en el poder.

El gobierno de Guzmán Blanco se caracteriza por presentar el primer intento de


modernización como un intento de salida a la crisis, por lo cual puede inferirse que aunque
sea indirectamente, el sector de la clase dominada también público, aunque secundario, no
el beneficiado principal, de las políticas implementadas durante este lapso.

Sin embargo, se trata tan solo de un intento, de un intento que hallo el fracaso
tempranamente, y es que al igual que el resto de sociedades latinoamericanas, la sociedad
venezolana no pudo reimpulsar los factores dinámicos internos, y no pudo por lo tanto
reactivar la economía y propiciar su inserción en el sistema capitalista que se estaba
conformando. Todas estas sociedades lograron su inserción no a partir de elementos
nacidos en sus propias sociedades, sino por la iniciativa del propio sistema-capitalista.

De igual modo, repasemos el alcance del intento de Guzmán, así como los factores
que determinaron que el mismo estuviese destinado al fracaso, pero también la compleja
situación internacional que posteriormente generará el giro radical en la orientación del
sistema capitalista mundial respecto a la sociedad venezolana, en función de las
necesidades expansivas de los imperios que se encontraban en pugna.

Podemos decir, de momento, que Guzmán desempeño un buen papel, si


restringimos su público a la burguesía venezolana del siglo XX, el Estado Liberal que se

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configuró, respondía principalmente a las necesidades de estos, presentándose de igual
forma, un fuerte beneficio en el sector latifundista de la sociedad.

¿Qué fue lo que realizó Guzmán y que alcance tuvieron las medidas
implementadas? A esto se puede responder, que las medidas empleadas por Guzmán
estaban orientadas a tres cosas: 1) facilitar la movilización de bienes y personas, 2)
garantizar la propiedad, 3) crear estructuras homogéneas acordes a una concepción
capitalista de la sociedad.

En efecto, Guzmán Blanco reconoce la gran importancia de comunicar al país


mediante obras de infraestructura en materia de vialidad. Los resultados son significativos,
pero tan solo en lo que respecta a lo precaria situación previa que vivía el país en esta
materia. Como habíamos mencionado, la crisis estructural en su dimensión económica, se
sostenía tanto por el atraso de la hacienda como por los problemas de obtener mano de obra
y sobre todo por la gran dificultad que conllevaba movilizar los bienes producidos.

Al generarse las primeras carreteras, el avance es tal que se genera todo un mercado
de transporte tan concurrido, que presenta precios sumamente bajos. Los productores
reducen entonces significativamente los gastos en materia de transporte, presentando
además ahora, la capacidad de movilizar cantidades mayores a las tradicionales.

Otro aspecto que vale la pena rememorar, y que también fue mencionado
anteriormente, corresponde al cambio en el sistema capitalista de las necesidades
comerciales a las necesidades propiamente industriales. Aun cuando Venezuela incrementa
sustancialmente las cantidades y la velocidad con que exporta los productos, el tipo de
producto que exporta principalmente (café y cacao) y sus cantidades (la máxima cantidad
exportada ronda 15 toneladas) hacen que la producción venezolana sea bastante débil a
nivel competitivo respecto a la producción de materias primas y productos de lujo.

Esto desde el ámbito productivo, desde el ámbito del consumo, Venezuela tampoco
se presentaba como un destino ideal para instalar empresas capitalistas, dado que el nivel de
consumo de la población general era sumamente bajo, básicamente la mayoría del poder
adquisitivo estaba en manos del sector dominante y latifundista, en manos de los dueños de
más del 90% de las tierras que representaban alrededor del 9% de los propietarios.

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Tales características del momento, no comprendidas por Antonio Guzmán Blanco ni
por los intelectuales de la época, conllevó al fracaso en el intento de modernización, y por
lo tanto, todo el capital extranjero que se utilizó para iniciar las construcciones de la
infraestructura, aunque necesaria, paso a conformar una profunda deuda pública elevada,
con muchas dificultades para ejercer su cancelación.

En tal sentido, para nosotros como espectadores del rol protagónico de Guzmán e
incluso, de la clase dominante criolla en conjunto, podemos afirmar sin temor a
equivocarnos que al contrario de lo que algunas lecturas pro-guzmancistas podrían postular,
este periodo estuvo signado por una muy mala actuación condicionada por una
incomprensión acerca del papel que tenía Venezuela en el mundo y las medidas que había
que aplicar para una inserción más beneficiosa en términos de desarrollo y por ende,
beneficiosa para todos los sectores que componen a la sociedad venezolana.

La lógica subyacente al conjunto de políticas aquí expuestas, que se desarrollaron


durante el gobierno de Guzmán, nos revela el punto de partida de un hilo conductor que nos
permite reconocer una continuidad en el carácter en los gobiernos venezolanos, el cual
consiste en la importancia que se le otorga al gesto, a la apariencia, es decir, hacia la
escenificación de una realidad, de unas fuerzas económicas, que no se corresponden con las
realmente presentes en el seno de la sociedad venezolana, una escenificación que a su vez
encubre tal situación y dificulta su reconocimiento y abordaje.

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Cuarto acto: La Revolución Restauradora. La importancia del gesto

En el año 1899, en la agonía del siglo XIX venezolano, sucede en el territorio


venezolano, y de la mano a una crisis económica profunda, producto del intento fallido de
modernización ejercido durante el Guzmanato, y por los cambios sustanciales en el sistema
capitalista mundial, una fuerte convulsión tal como será la Revolución Restauradora, cuyo
objetivo principal, alcanzado, fue el derrocar al entonces presidente Ignacio Andrade.

Tal revolución fue el vehículo a través del cual llega al poder de Cipriano Castro.
Este periodo se caracterizo en el ámbito político por el fin del caudillismo con la derrota de
la Revolución Libertadora, la cual fue la más fuerte reacción ante su gobierno, liderada por
Manuel Antonio Matos, así como por el inicio de la concentración del poder, la cual
terminara de concretarse propiamente en el gobierno de Juan Vicente Gómez.

El gasto implementado para enfrentar a la Libertadora, llevó al gobierno a tomar la


decisión de cancelar la deuda externa, generando en el ámbito económico e internacional, la
afrenta por parte de Inglaterra y Alemania, aplicando estas naciones un bloqueo en el
puerto de San Carlos.

Francisco Salazar Martinez en su obra Tiempo de Compadres, ilustra tal situación


que tuvo que afrontar el gobierno de Castro del siguiente modo:

Para el año de 1903, bajo el gobierno del General Cipriano Castro, la situación económica y
fiscal de la República se encontraba en plena bancarrota. La guerra civil con el nombre de La
Libertadora, declarada por el general Manuel Antonio Matos y secundada por varios
caudillos regionales, forzó al gobierno de Castro a invertir grandes recursos, lo cual se reflejó
en un quebrantamiento de la economía nacional y obligó por tanto al ejecutivo a suspender el
pago de la Deuda pública, la cual alcanzaba a muchos millones de bolívares. Dicha medida
fue protestada por Alemania e Inglaterra, que, “considerándose perjudicada en sus intereses y
bajo el pretexto de proteger a sus connacionales contra supuestas violencias de los
revolucionarios, concertaron un plan de intervención armada sobre Venezuela, en acción
simultánea y común, a la que se adhirió Italia”. Los puertos principales del país fueron
bloqueados, apresadas en La Guaira varias unidades de la Armada bombardeados en Puerto
Cabello el Castillo Libertador y el Fortín Solano, asi como la Fortaleza de San Carlos en el
Estado Zulia, donde las fuerzas defensoras opusieron una heroica resistencia cuando fueron
atacadas por los barcos alemanes Panther, Vinetta y Falke.

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Ante tal situación, es importante considerar las diferencias existentes entre aquello
que Antonio Guzmán Blanco quiso dar a entender al mundo con la aplicación de políticas
orientadas a la conformación de un Estado Liberal y aquello que representaba para Castro,
el gesto necesario, que como gobernante debía ejecutar ahora ante dicho público.

Si para Guzmán lo importante fue demostrar que en Venezuela existían las


condiciones propicias para la inserción de capital extranjero y para la plena articulación con
el sistema capitalista, para Castro lo importante será más bien demostrar una actitud
desafiante ante dicho sistema, demostrar que su gobierno representaba un Proyecto
autónomo, separado de las exigencias que las naciones de Inglaterra, Alemania e Italia
podían alegar. Tal actitud se puede ver reflejada en la proclama efectuada por Castro en
1902; esta versa del modo siguiente:

Venezolanos: ¡La planta insolente del Extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!

Un hecho insólito en la historia de las Naciones cultas, sin precedentes, sin posible
justificación, hecho bárbaro, porque atenta contra los más rudimentarios principios del
Derecho de Gentes; hecho innoble, porque es fruto del contubernio inmoral y cobarde de la
fuerza y la alevosía, es el hecho que acaban de realizar en la rada de La Guaira hace pocos
momentos las Escuadras alemana e inglesa: sorprendieron y tomaron en acción simultánea y
común, tres vapores indefensos de nuestra armada que habrían entrado en dique para recibir
reparaciones mayores.

Se revela de este modo, una inversión respecto al gesto y su objetivo. Mientras


Guzmán es partidario de la articulación de la clase dominante con el sistema capitalista, y
para ello coordina todas las políticas públicas a las construcciones del Estado Liberal,
medidas que sin embargo, se destinan al fracaso, por la baja competitividad de la
producción venezolana, Castro por su parte, se empeñará en demostrar la insubordinación
ante las presiones extranjeras, como demostración y en defensa de un propio proyecto
nacional.

La importancia del gesto se mantendrá, al retirarse Castro del poder motivado por el
decaimiento de su salud, en su sucesor, Juan Vicente Gómez. Paradójicamente, con
Gómez, el gesto o apariencia que Venezuela ejerce hacia el sistema capitalista cobrara una
importancia y matiz similar al implementado anteriormente por Guzmán.

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Acto final: El pago de la deuda externa. Es mejor parecer una Gran Nación que serlo

Habíamos mencionado anteriormente que el complejo proceso socio-histórico


previo a la llegada de Antonio Guzmán Blanco al poder, y en especial, el periodo que va
desde 1830 a 1870, configuró un Proyecto Nacional, que correspondía al fortalecimiento y
preeminencia de la clase dominante en el poder. Sin embargo, quizás no quedo tan claro,
que tal proceso implicó por lo tanto, una victoria para la clase dominante, más de lo que
podía significar una victoria para cada dirigente de turno. Es decir, a pesar de que hoy
gobernase Guzmán y mañana Gómez, los intereses de la clase dominante siempre estarían
siempre salvaguardados, y esta es la cuestión que hay que rescatar.

No obstante, cuando Gómez llega al poder su meta es clara: es necesario gobernar a


favor de una clase dominante, pero ante todo el objetivo es gobernar para sí mismo y para
su círculo más íntimo. Precisamente por ello es que con Gómez se le da mayor coherencia y
culminación al proceso de centralización del poder que tuvo su inicio con Cipriano Castro.

¿Cuáles implicaciones podría tener esta consideración? Pero sobre todo ¿Por qué se
afirma que existe una continuidad respecto a la “importancia del gesto” que cada gobierno
de los hasta ahora comentados (Guzmán, Castro y Gómez) ha demostrado tener en
consideración al modo de relacionarse con el sistema capitalista mundial en auge?

Tal consideración implica, respondiendo a la primera pregunta, que los modos en


los cuales cada gobierno se ha relacionado con el sistema capitalista mundial, responden a
su vez con los propios objetivos perseguidos por los gobernantes. Dado que el objetivo de
Gómez no era otro que el gobernar para sí, no tuvo ni tenía por qué tener nociones más
profundas acerca del desarrollo de la sociedad venezolana. Lo que importaba para Gómez,
era más bien demostrar, tener el gesto ante las naciones que exigían el pago de la deuda
externa, de que en efecto el estaba en condiciones de pagar y que de hecho, así lo haría.

Si Castro se preocupó por demostrar con su alocución de 1902 que la nación no se


doblegaba ante las exigencias de “la planta insolente del Extranjero”, con Gómez la cosa
será totalmente distinta, y distinta de igual forma respecto a Guzmán Blanco.

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Gómez, al solucionar el problema del orden en el ámbito interno, reduciendo toda
posible oposición a su gestión, necesitaba por lo tanto controlar también las fuerzas
externas que pudiesen comprometer ese orden para así y solo así, poder gobernar para sí y
los suyos tranquilamente. El pago de la deuda representó por lo tanto, el gesto que permitió
zanjar tensiones a nivel internacional, pero a la vez solo fue posible gracias a la aparición
del petróleo como factor dinámico de implantación de la sociedad.

El petróleo, como producto de vital importancia para el sistema capitalista que se


configuraba, se presentaba como la llave con la cual Venezuela abría las puertas a la
inserción dentro de tal sistema. En efecto, Carrera Damas expresa que esto fue posible
después de la segunda revolución industrial, tal revolución operó un cambio en el sistema
capitalista que consistió en la necesidad por parte de este de un mayor desarrollo
tecnológico, una mayor demanda energética, y el mayor control de mercados que le
garantizasen la constante expansión de los diferentes imperios.

Precisamente por ello, es que el relacionamiento no se da desde la sociedad


venezolana hacia el sistema capitalista, sino en dirección inversa, sino que se produjo
teniendo como punto de partida el propio sistema capitalista mundial.

En tal sentido, el relacionamiento entre Venezuela y el sistema capitalista mundial,


se da, desde la perspectiva interna, como una acción consecuente con la aspiración de
Gómez de permanecer en el poder y desde el punto de vista externo, como una
consecuencia lógica de la nueva fase en la que entraba el sistema capitalista mundial, la
fase del imperialismo, en un contexto de alta competitividad entre las grandes potencias.

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Conclusión

Primer acto: Actores que siempre estuvieron ahí

Los factores históricos y políticos que configuran el gobierno de Gómez y permiten


transmitir la apariencia son, de manera contradictoria, factores que no son novedosos ni en
el imaginario histórico ni el político. De cierto modo, y esto puede parecer contradictorio,
lo novedoso es realmente viejo y así nos paramos en la situación del curioso anacronismo.
Este anacronismo es expresable, en primera instancia, por el protagonismo que tiene la
New York and Bermúdez Company.

Nos describe Francisco Salazar Martínez que la mencionada compañía que explota
asfalto del Lago de Guanoco desde los tiempos de Guzmán Blanco es protagonista al
apoyar abiertamente a la Revolución Libertadora (pp.61). Esto nos deja en una situación en
la que la inserción de Venezuela realmente es protagónica sin nunca ser un personaje real
en la obra. Las modernizaciones urbanas estadounidenses logradas gracias al asfalto
venezolano son lejanas de la propia Venezuela.

Así como ya es visible que en el gobierno de Guzmán Blanco hay una concesión de
explotación para una empresa extranjera, de manera sorprendente, lo mismo pasa con el
propio Petróleo, este tiene un falso debut en nuestra historia.

Para entrar en el falso debut del Petróleo, y poder comprender cómo es la inserción
de Venezuela hay que decir que es realmente al revés: El Petróleo no hace debut para el
gobierno de Gómez sino que es para este gobierno que resulta ser un factor concordante
con la situación del Capitalismo e Imperialismo internacional. Rodolfo Quintero, en
Antropología del Petróleo, nos describe, por ejemplo, como ya Humboldt describe la
existencia de “un manantial de petróleo llamado del buen pastor” esto está en el tercer
tomo de Viajes a las regiones equinocciales del nuevo continente.

Pero ahora el Petróleo trae para nosotros una tara histórica novedosa, lo que
Rodolfo Quintero denomina: La Cultura del Petróleo. Y con la cultura del Petróleo es
cómo se da la apariencia de la inserción de Venezuela en el modelo de consumo capitalista.
En Venezuela aunque solamente puede darse en sus elites, pasa la antes descrita

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idealización de la europeización de la sociedad. Pero con las petroleras el nuevo ideal del
progreso se torna estadounidense. La fuerza política protagónica en Venezuela se desplaza
hacia el lado occidental del Atlántico.

La debilitación de los Imperios a partir de la caída de la paz de los Imperios lleva a


una reinvención del mapa mundial. Aunque los Estados Unidos realmente se vuelve una
fuerza hegemónica a partir de la reconstrucción de la destrucción definitiva de la tradicional
hegemonía europea por la segunda guerra mundial, la esfera de influencia de los Estados
Unidos llega a Venezuela. Empieza un proceso de transculturización por la entrada de las
petroleras y cómo estas cambian las dinámicas de vida del venezolano.

La modernización gomecista por no ser para el país, y el país que deja Gómez es
uno moral, institucional y estructuralmente hablando del propio siglo XIX, hace que los
venezolanos tengan que buscarse la vida de nuevos modos en un país que ha abandonado
las tradicionales montoneras por unos caudillos que se descubren abatidos. La nueva fuerza
a considerar son las concesiones que ofrecen trabajos y transformaciones.

Aunque realmente el Petróleo se vuelve realmente la fuerza protagónica en


Venezuela tras el debilitamiento crucial entre 1920 y 1936, como nos describe William. M.
Sullivan (pp. 257). Y se vuelve también por la guerra civil en México que desalienta la
inversión petrolera en ese país y que se miren otras posibilidades y el gobierno absoluto y
cerrado transmite fiabilidad a las compañías. Y para lograrlo Gómez tomó la contradictoria,
para el sentido común, decisión de ser un gobierno inmensamente liberal en la dinámica de
sus concesiones.

Y el triunfo del Petróleo en Venezuela, que se vuelve el factor que reconfigura la


importancia del territorio y su participación política y su valor para el mercado mundial,
empieza en 1925. Antes todavía es el café venezolano la principal fuerza del Estado
gomecista.

Pero la entrada del nuevo mundo nacido después de la primera guerra mundial, que
adentro del territorio comprende al gobierno de Eleazar López Contreras, es realmente
moderada. La mentada Cultura del Petróleo está en su proceso, es decir, su fuerza histórica
es en este período. Pero sería un desacierto afirmar que el imperialismo petrolero tiene un

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poder sobre el venezolano, por el contrario, el colonialismo que provoca el Petróleo resulta
ser de consumo.

Venezuela se inserta en la división internacional descrita por Hobsbwam en La Era


de los Imperios, como un país monoproductor de Petróleo y alto consumidor de otro modo
de vida. El colonialismo de los imperios triunfantes de la segunda guerra mundial, USA y
URSS, se percibe en las visiones de mundo de sí mismos. Los venezolanos interiorizan el
espíritu que había tenido el ilustre americano pero no hacía Europa sino hacia Estados
Unidos.

Pero además en Venezuela se da un proceso clave para comprender la configuración


del mundo posterior a la segunda guerra mundial: se vuelve una sociedad estatista y
estatizada. Los ingresos petroleros a la nación, que hay, se dan gracias al poder que tiene el
Estado sobre el subsuelo, y con esto la administración del ingreso petrolero es solamente
posible para el que toma control del Estado. Así el viejo conflicto político de los caudillos
queda desaparecido por un conflicto más urbano, más sencillo: las fuerzas políticas pelean
por la toma del Estado.

Este Nación estatista y estatizado toma como modelo, en el caso de Eleazar López
Contreras, el New Deal de Estados Unidos. Venezuela abandona los ruralismos, los dichos.
Se integra en el imaginario, bien descrito por el poeta venezolano Francisco Pimentel, el
dólar pero también la motocicleta y el autobús.

Al quedar la historia de Venezuela configurada por el Petróleo, primeramente


expuesta de este modo, hay que retroceder en la historia, Rodolfo Quintero nos expone
cómo en la crónica de General y natural historia de las indias se informa la existencia del
mismo en Maracaibo y su nombre por los nativos “Mene”. Y esto nos deja justamente que
el factor clave para la transformación de la cultura venezolana realmente fue un agente que
estuvo adentro del mismo territorio demostrando diversas utilidades.

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Segundo Acto: El debut de un nuevo actor: El Estado

El principal medio de dominación y enfrentamiento con las fuerzas extranjeras que


dan a Venezuela tanto su papel como deber resulta ser el Estado. La sociedad venezolana
antes de la llegada de los andinos (Castro, Gómez, López Contreras y Medina) no tiene un
Estado central. Ni una administración política ni un ejército centralizado. El legado andino
es el apaciguamiento de un país de montoneras y conflictos continuos a un país que está en
un proceso de politización. La población se va concentrando en las ciudades y gracias al
Petróleo se dan importaciones que permiten, desde la administración del ingreso petrolero,
construir un modo de consumo en el venezolano. Nacen instituciones y dispositivos de
organización de la sociedad. Se consolidan las cámaras de comercio y hay finalmente un
Banco central.

Esto deja a que la lucha política se mueva a un terreno que a los andinos posteriores
a Gómez les resulta extraño y distante: programas de gobierno, intervención de la gente en
la política y la participación de una juventud, sindicatos con exigencias a las trasnacionales.
Y a este mundo que ya no es el siglo XIX tiene un mecanismo usado por los andinos: El
Estado central. Que la administración de los Estados sea designado por el presidente es un
ejemplo de esto.

El uso del ingreso petrolero para gobernar se torna importante así como la
administración de los problemas sociales. Con la generación de jóvenes que hacen los
nuevos partidos políticos, de los que nacerán los posteriores AD, Copei y PCV, los andinos
crean formas de poder enfrentarlos y permanecer con su proyecto, por decirlo de algún
modo, nacional.

Pero este proyecto lleva a Medina a una situación muy peculiar, sus medidas a las
trasnacionales le hacen no muy popular ante estas y esto le pasa factura cuando estas no
solamente no intervienen sino que dan apoyo en principio tanto al trienio de la junta
revolucionaria de gobierno como a la junta militar y al propio Pérez Jiménez. Aunque
desde el Estado Medina logra esta política contra las trasnacionales este no vuelve a ser
usado para una transformación radical de la venezolanidad hasta que Carlos Andrés Pérez
hace la nacionalización.

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Tercer acto: Competencia por el Estado: la sociedad democrática

El triunfo de la inserción de la Cultura del Petróleo es justamente la naturalización


del modo de consumo y de verse a sí mismo del venezolano. La lucha política que se da en
el período histórico que comprende de la caída de Pérez Jiménez resulta por ser un período
de múltiples competidores por el Estado.

Esta competencia por el Estado puede ser reducida a lo que Urbaneja una sociedad
de reclamadores de renta (2013. PP. XVII). No es una competencia por llegar a lo alto del
Estado sino por obtener beneficios de acercarse o de que este se acerque. La
nacionalización transforma el cómo es la administración del Petróleo y con esto cambia el
cómo es posible acercarse al Estado.

Desde la repartición, o denominado por Briceño León Socialismo rentista (2013. Pp.
249), a la cosecha del Petróleo tras su mentada siembra (2013. Pp. 248) se quedan los
discursos que se dan en la Venezuela que descubre que, como el famoso cuento de Hans
Christian Andersen, el Emperador del progreso petrolero está desnudo no se admite capaz
de salir de esa trampa. Que la sociedad no pueda salir del embrujo del Petróleo, y de la
Cultura del Petróleo nos deja, justamente, en la terrible situación de que Venezuela no se ve
a sí misma capaz de salir de su papel de consumidora de los productos que pueda importar
desde su musculo productivo.

Y la sociedad democrática en Venezuela se revela solamente como la apertura de la


posibilidad de la búsqueda, el reclamo y la captación de la renta petrolera y bajo esto se
hacen tanto las campañas políticas como las propagandas. Una sociedad que todavía tiene
en su interior un modo de ver el progreso inseparable del Petróleo, sea como siembra o
como ingreso repartido.

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Bibliografía

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Venezuela. Editorial Alfa. Caracas, Venezuela.

Bautista, D. (2004) La idea política de Venezuela: 1830-1870. Editorial Alfa. Caracas,


Venezuela. Fundación Manuel García Pelayo

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Caracas. Venezuela

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Venezuela.

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Documentos electrónicos

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