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El problema es el lenguaje
Hace sólo 100 años los niños estudiaban en las escuelas tomando nota en hojas de
caucho y cajas de arena. A finales del siglo pasado un hombre habló de El derecho a
no obedecer y descubrió que había un carbón que permitía escribir: el grafito.
Por esa misma época los hermanos Lumiere encendieron el bombillo del cine. No sé si
ellos pensaron que con esos dos juguetes estaban descubriendo otra manera de
construir la realidad.
Las primeras imágenes que hacían correr un caballo superpuestas daban la idea de
poder reproducir el movimiento. Pero la técnica avanzó y las cámaras permitieron
hacer ver lo que no estaba sucediendo, inventaron otra manera de narrar, de contar
con planos y no con sílabas y nos supimos capaces de convertir en imágenes nuestras
fantasías. En ese momento se creó una nueva relación entre realidad y ficción.
Con la aparición del vídeo el lenguaje audiovisual cobra un nuevo sentido al poderse
acercar, por la facilidad de acceso técnico y conceptual, a grandes sectores de la
población. Hacer cine sólo era posible para Hollywood.
Los usos cotidianos del vídeo permitieron que los individuos (y las individuas) pasaran
de ser espectadores a ser creadores y a intervenir en ese proceso de construcción de
lenguaje.
Cada vez en la producción en vídeo tiene menos presencia una voz omnipresente que
sabe la verdad, vamos hacia una producción más dinámica donde las imágenes hablan
de otra manera, la misma que nuestros jóvenes ya saben leer.
Hoy los medios y los mediadores envían información en el mismo momento en que
está sucediendo a millones de kilómetros. Las imágenes vuelan por los satélites, el
aquí y el ahora tienen otra dimensión.
Con muy pocos recursos técnicos los jóvenes pueden intervenir los vídeos, hacer sus
propias ediciones, ponerle otras voces, narrar de otra manera. Los recursos técnicos
tienen que servir para eso, para reconstruir y para hacer propuestas propias.
El vídeo en el aula educativa puede ser un compañero al cual no hay que tomarle nota
de lo que dice ni guardar estricto silencio cuando habla. Él también habla con las
imágenes, con los sonidos, permite otras percepciones que muchas veces no pueden
ser expresadas con palabras, pero que suscitan historias, que remueven situaciones
interiores, que permiten hablar desde el otro a partir de mí.
Un nuevo electrodoméstico
Que me perdonen los entendidos, pero yo todavía no he podido saber en qué momento
esas ondas que viajan por el espacio se vuelven imágenes de televisión. También hice
con vasos desechables los teléfonos de juguete y desbaraté un radio para ver de
dónde venía la voz.
Contaba don Manuel que en un pueblo de este país cuando llegó la radio el cura lo
hizo enterrar porque era un asunto del demonio, “una cosa que hablaba” (si el habla
era sólo de los humanos) y lo peor es que bajo tierra, todavía sonaba.
El fin de año pasado mi sobrino de 10 años me preguntó si primero había sido los
computadores o el televisor. Mi sobrino me hizo saber que su generación ya viene con
una pregunta in entendible para nuestra lógica. De los abuelos escuchamos las
historias de la llegada de la radio, de los padres, la de la televisión en blanco y negro y
nosotros asistimos cuando la llenaron de colores.
Para quienes tenemos más de un cuarto de siglo en este planeta los televisores fueron
nuestra ventana de la realidad, pero los computadores son una cosa rara.
Las producciones multimediales que se han regalado en las escuelas no han sido
efectivas porque los profesores le tienen miedo al ratón, porque no permiten reconocer
ante 40 personas que no son más hábiles que ellos manejando este elefante blanco.
Tener internet en la casa es como haber tenido una calculadora hace cincuenta años:
un gran lujo. Pero aunque no duerma con nosotros, eso ya está aquí, donde el vecino,
en la universidad, en el pueblo siguiente. No llega de la mano de los gitanos como el
hielo a Macondo, lo hace en silencio, sin poesía.
¿Qué hay ahí? En principio información para intercambiar, pero ésa es la puerta a un
nuevo comercio, a nuevas formas de ofrecer servicios, de recibir, de intercambiar, de
relacionamos.
Ha aparecido un nuevo televisor que se deja hablar, que cumple el imaginario de
Enterprice de nuestra infancia, que nos mira cuando lo miramos, pero que
definitivamente va a una velocidad distinta de nuestra vida cotidiana.
Lo que habría que preguntarse es si la información que nos está llegando, por esa vía y
por otras, permite comprender nuestro entorno; si eso que hay ahí nos ayuda a aclarar
lo que sucede en nuestro municipio, en la región o es aislado de las realidades propias.
Es decir, habría que cuestionarse si esta información ayuda a nuestra formación o
solamente actúa como un narcótico más de los que ofrece esta sociedad de consumo.
Por este motivo creo que el internet es una amenaza y a la vez una oportunidad. No sé
qué pescador tiro esa red entre nosotros y las estrellas, pero otras cosas que han
tirado no nos han beneficiado mucho, sin embargo las redes amenazan con enredar a
los pescadores y tal vez esta vez podamos aprovechamos de ello.
Aquí es donde está nuestro reto. El Internet puede aporrear nuestra cultura con una
herida más honda que la invasión de los españoles, que los programas de
homogenización de las culturas y que el consumo que imponen las multinacionales,
pero también puede ser una oportunidad para reconstruir el tejido social.
Hace diez años se conformó un grupo de investigación en América Latina para analizar
la televisión, particularmente las telenovelas. Ellos aportaron un modelo de análisis que
nos permitió no sólo leer los procesos culturales que se expresaban en las
producciones televisivas, sino transformar la manera como hoy se hace televisión en
Colombia.
Habíamos entendido como integrar los elementos culturales a este medio y eso dio
como resultado la producción de muchos programas educativos y un mejoramiento de
las estructuras narrativas audiovisuales.
Pero hoy, de nuevo, nuestros niños están desarrollando sus destrezas con Mario
Bross, aprenden a contar con Mickey y dibujan con el Pato Donald. Yo también lo
hago, y me gusta, pero quisiera que construyeran su conocimiento en ambientes
virtuales que tuvieran una relación más directa con el universo que los rodea.
Ahora, cuando trabajo con mis estudiantes, la lectura de los medios debe ser otra, el
televisor ha dejado de ser el electrodoméstico más importante de la casa y han corrido
los muebles para recibir los computadores personales, pero no contamos con modelos
de análisis para estos nuevos formatos.
No porque existan mejores carreteras ni porque los aviones vuelen más rápido uno
viaja más, viaja el que necesita hacerlo, el que le encuentra gracia a los caminos.
En Internet creo que sucede igual, esos millones de papiros con información de todo el
mundo no garantizan el aumento del conocimiento para la humanidad, es ahí donde los
comunicadores y los educadores debemos ser mediadores de estos procesos
informativos.
Los sistemas digitales son una posibilidad creativa permanente, no están muertos
como la letra, pero tampoco tienen vida propia, son sistemas y por eso mismo se
construyen. Las redes de información podrían ser como la metáfora borgiana del gran
libro, del libro infinito, del libro que se construye entre muchos como un laberinto, como
una red.
Durante muchos años criticamos la radio porque creía que escuchando tas dolencias
amorosas de las mujeres estaba siendo participativa. La interactividad no es sólo una
característica del medio, también es una postura de los productores y los usuarios.
Tal vez sea mejor argumentar que muy pocas personas tienen acceso al teléfono en
América Latina y que esta posibilidad creativa no puede contribuir al mejoramiento de
nuestra calidad de vida porque no es masiva, porque no es comunitaria. Yo no sé si me
equivoco, pero creo que los programas de educación por televisión tuvieron una muerte
prematura en nuestros países y en ningún momento fue por falta de televisores.
“La revolución tecnológica y, en especial, la revolución en el campo de la información y
de las comunicaciones. Dice el documento de la Comisión Internacional sobre Cultura
y Desarrollo de la UNESCO, que hacia el año 2000 de una población de 6000 millones
de habitantes cerca 1.000 millones estará en capacidad de comunicarse entre si de
una manera instantánea. La revolución tecnológica es la más promisoria de todas las
revoluciones en curso por su enorme potencial de innovación” Carlos Tunnermann
No sé por qué las universidades, y sobre todo aquéllas que tienen programas a
distancia, han sido tan tímidas en la experimentación sobre estos nuevos formatos
creativos.
El medio, la red, fue diseñado para transmitir información, no para transmitir imágenes
en movimiento ni para jugar con nuevos lenguajes, pero a su vez fue inventado para la
guerra y creo que es nuestro deber es construirlo para la vida.
El hipertexto ha existido sin los computadores, el arte ha jugado con él durante siglos,
pero tener la flecha que hoy se hace mano para ir a otro lugar, es una oportunidad
narrativa que abre un universo delicioso de posibilidades expresivas.
Sé que el mundo está lleno de seres enamorados del saber, he escuchado hablar de
hombres y mujeres profundamente libres que vivieron en este planeta hace cientos de
años y estoy segura de que si este siglo ha dado la mayor revolución tecnológica a la
humanidad, también debe haber visto nacer a los seres más inteligentes, más diversos
y más extraños que nuestra imaginación pueda concebir. Quiero verlos y escucharlos
por esta pantalla.
Me encanta jugar con un computador, es un juguete tranquilo y agradecido, tiene
buena memoria y me propicia sorpresas cotidianas, pero lo que más me gusta es
apagarlo y saber que la vida sigue tan simple, tan trágica y tan vital como siempre.
Hace algunos años nos cuestionábamos por los nuevos juguetes que invadían los
mercados. Carros automáticos, cuyo acto lúdico consistía en ponerle una pila y verlo
correr, chocarse y devolverse. Esta imagen llenó de pánico nuestros recuerdos de
juegos infantiles, de caballos que se construían con plátanos y palitos, de carros de
balineras y de la vuelta a Colombia.
Una industria de juguetes hecha para la admiración y no para la construcción llenó los
estantes de una generación entera de niños que encontraron un mundo demasiado
terminado.
Estos juegos modulares son a los niños lo que el Power Point se ha convertido para los
usuarios de los computadores. Un formato único y monótono en donde la tecnología se
exhibe descargada de la singularidad humana.
“De este modo la universidad será una institución metida en medio de la vida, de sus
urgencias, de sus pasiones, ha de imponerse como un poder espiritual superior frente
a la prensa, representando la serenidad frente al frenesí, la seña agudeza frente a la
frivolidad y la franca estupidez».
Ortega y Gaset.
Referencias bibliográficas
BARBERO, Jesús Martín. De los medios a las mediaciones. Ediciones Gustavo Gili,
Madrid, 1989.