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Una red entre nosotros y las estrellas

Por: Diana Bernal A.

“Nunca comuniques a los alumnos


los objetivos de la asignatura.
La información es una fuente de poder
si no quieres perderlo mantente siempre
en cierta ambigüedad”.
Decálogo del mal profesor de Luis Acherango

En el siguiente ensayo quiero argumentar que los avances tecnológicos, en lo que a


información y comunicaciones respecta, son una oportunidad para las Universidades y
los Medios en América Latina.

Integrar pedagogía y comunicación en un solo escenario es el objetivo de muchas de


las propuestas que buscan nuevas experiencias educativas, que se proponen
democratizar el espacio del aula, desterritorializar el salón de clase como único lugar
donde es posible construir el conocimiento.

Comunicación y pedagogía, como mediadoras de procesos son dos disciplinas


alimentadas por las mismas fuentes filosóficas, que han atravesado las escuelas de las
ciencias sociales y hoy están en revisión.

La búsqueda actual de la comunicación es diferenciarse de los procesos informativos,


encontrar maneras de integrar procesos que sobrepasen el acto informativo como
comunicación de una sola vía. Hablar de comunicación tiene que enunciar no sólo un
emisor y un receptor, sino un proceso de retorno.
La pedagogía por su parte tiene la misma necesidad de abandonar su papel de
informadora, de abastecedora de datos y entrar no sólo en un proceso de doble vía,
sino en una estrategia de construcción colectiva.

El problema es el lenguaje

La historia apareció con la escritura, a pesar de que muchos de los grandes


pensadores nunca tuvieron un lápiz en la mano, los seres humanos pusimos en las
letras el valor de la verdad, la única forma de narrar.

La vista, la princesa de los sentidos ha tiranizado nuestros oídos y nuestras


percepciones en pro de lo escrito, de lo positivo, del derecho, del orden, de la historia
misma.

Hace sólo 100 años los niños estudiaban en las escuelas tomando nota en hojas de
caucho y cajas de arena. A finales del siglo pasado un hombre habló de El derecho a
no obedecer y descubrió que había un carbón que permitía escribir: el grafito.

Por esa misma época los hermanos Lumiere encendieron el bombillo del cine. No sé si
ellos pensaron que con esos dos juguetes estaban descubriendo otra manera de
construir la realidad.

Las primeras imágenes que hacían correr un caballo superpuestas daban la idea de
poder reproducir el movimiento. Pero la técnica avanzó y las cámaras permitieron
hacer ver lo que no estaba sucediendo, inventaron otra manera de narrar, de contar
con planos y no con sílabas y nos supimos capaces de convertir en imágenes nuestras
fantasías. En ese momento se creó una nueva relación entre realidad y ficción.

Con la aparición del vídeo el lenguaje audiovisual cobra un nuevo sentido al poderse
acercar, por la facilidad de acceso técnico y conceptual, a grandes sectores de la
población. Hacer cine sólo era posible para Hollywood.
Los usos cotidianos del vídeo permitieron que los individuos (y las individuas) pasaran
de ser espectadores a ser creadores y a intervenir en ese proceso de construcción de
lenguaje.

Hoy el vídeo ofrece la posibilidad de romper la jerarquía en el aula de clase, instaura


otra escena en donde el maestro es parte de los interpretantes y comparte con sus
alumnos su propia mirada. Pero su presencia también nos habla de otra estratificación
del conocimiento en donde ya el 5 no es para el libro y el 4 para el profesor. El vídeo no
posee el conocimiento porque los jóvenes saben que es una construcción y porque
ellos, aunque sea desde su control remoto, participan de ella.

Cada vez en la producción en vídeo tiene menos presencia una voz omnipresente que
sabe la verdad, vamos hacia una producción más dinámica donde las imágenes hablan
de otra manera, la misma que nuestros jóvenes ya saben leer.

Ellos tienen la capacidad de leer simultáneamente, viven en un tiempo menos lineal o


como dirían nuestros padres tienen la capacidad de trinar e ir en la procesión. El
mundo de hoy les exige respuestas más rápidas a fenómenos cada vez más
complejos.

Hoy los medios y los mediadores envían información en el mismo momento en que
está sucediendo a millones de kilómetros. Las imágenes vuelan por los satélites, el
aquí y el ahora tienen otra dimensión.

La imagen en movimiento es el lenguaje que permite acceder a los contenidos de la


época de una manera más eficiente y en consecuencia, asumirlos en toda su
complejidad.
El vídeo se constituye en otra arca de la memoria, por eso es un instrumento que debe
hacer presencia en las aulas de clase, para ser parte del proceso educativo y dialogar
con los maestros y los al mismo tiempo.

Con muy pocos recursos técnicos los jóvenes pueden intervenir los vídeos, hacer sus
propias ediciones, ponerle otras voces, narrar de otra manera. Los recursos técnicos
tienen que servir para eso, para reconstruir y para hacer propuestas propias.

El vídeo en el aula educativa puede ser un compañero al cual no hay que tomarle nota
de lo que dice ni guardar estricto silencio cuando habla. Él también habla con las
imágenes, con los sonidos, permite otras percepciones que muchas veces no pueden
ser expresadas con palabras, pero que suscitan historias, que remueven situaciones
interiores, que permiten hablar desde el otro a partir de mí.

Un nuevo electrodoméstico

El desarrollo tecnológico de los medios es un asunto que abisma; apenas entendemos


cómo funcionan las ondas electromagnéticas y ya asistimos a una tecnología digital,
navegamos por autopistas informáticas, estamos ante unos medios que superan el
tiempo y el espacio.

Que me perdonen los entendidos, pero yo todavía no he podido saber en qué momento
esas ondas que viajan por el espacio se vuelven imágenes de televisión. También hice
con vasos desechables los teléfonos de juguete y desbaraté un radio para ver de
dónde venía la voz.

Contaba don Manuel que en un pueblo de este país cuando llegó la radio el cura lo
hizo enterrar porque era un asunto del demonio, “una cosa que hablaba” (si el habla
era sólo de los humanos) y lo peor es que bajo tierra, todavía sonaba.
El fin de año pasado mi sobrino de 10 años me preguntó si primero había sido los
computadores o el televisor. Mi sobrino me hizo saber que su generación ya viene con
una pregunta in entendible para nuestra lógica. De los abuelos escuchamos las
historias de la llegada de la radio, de los padres, la de la televisión en blanco y negro y
nosotros asistimos cuando la llenaron de colores.

Para quienes tenemos más de un cuarto de siglo en este planeta los televisores fueron
nuestra ventana de la realidad, pero los computadores son una cosa rara.

Las producciones multimediales que se han regalado en las escuelas no han sido
efectivas porque los profesores le tienen miedo al ratón, porque no permiten reconocer
ante 40 personas que no son más hábiles que ellos manejando este elefante blanco.

Los microcomputadores llegaron a Colombia hace menos de 20 años y permitieron


almacenar información, las redes aparecen en el mundo hace sólo 15.

Internet (la red de redes) ha tocado la puerta de la casa de muchos de nuestros


vecinos. Ojalá ustedes comprendan cómo lo hace, pero creo que sigue habiendo un
punto de magia en el que renunciamos a entender.

Tener internet en la casa es como haber tenido una calculadora hace cincuenta años:
un gran lujo. Pero aunque no duerma con nosotros, eso ya está aquí, donde el vecino,
en la universidad, en el pueblo siguiente. No llega de la mano de los gitanos como el
hielo a Macondo, lo hace en silencio, sin poesía.

¿Qué hay ahí? En principio información para intercambiar, pero ésa es la puerta a un
nuevo comercio, a nuevas formas de ofrecer servicios, de recibir, de intercambiar, de
relacionamos.
Ha aparecido un nuevo televisor que se deja hablar, que cumple el imaginario de
Enterprice de nuestra infancia, que nos mira cuando lo miramos, pero que
definitivamente va a una velocidad distinta de nuestra vida cotidiana.

Lo que habría que preguntarse es si la información que nos está llegando, por esa vía y
por otras, permite comprender nuestro entorno; si eso que hay ahí nos ayuda a aclarar
lo que sucede en nuestro municipio, en la región o es aislado de las realidades propias.
Es decir, habría que cuestionarse si esta información ayuda a nuestra formación o
solamente actúa como un narcótico más de los que ofrece esta sociedad de consumo.

Por este motivo creo que el internet es una amenaza y a la vez una oportunidad. No sé
qué pescador tiro esa red entre nosotros y las estrellas, pero otras cosas que han
tirado no nos han beneficiado mucho, sin embargo las redes amenazan con enredar a
los pescadores y tal vez esta vez podamos aprovechamos de ello.

Aquí es donde está nuestro reto. El Internet puede aporrear nuestra cultura con una
herida más honda que la invasión de los españoles, que los programas de
homogenización de las culturas y que el consumo que imponen las multinacionales,
pero también puede ser una oportunidad para reconstruir el tejido social.

Un formato sin forma

Hace diez años se conformó un grupo de investigación en América Latina para analizar
la televisión, particularmente las telenovelas. Ellos aportaron un modelo de análisis que
nos permitió no sólo leer los procesos culturales que se expresaban en las
producciones televisivas, sino transformar la manera como hoy se hace televisión en
Colombia.

Habíamos entendido como integrar los elementos culturales a este medio y eso dio
como resultado la producción de muchos programas educativos y un mejoramiento de
las estructuras narrativas audiovisuales.
Pero hoy, de nuevo, nuestros niños están desarrollando sus destrezas con Mario
Bross, aprenden a contar con Mickey y dibujan con el Pato Donald. Yo también lo
hago, y me gusta, pero quisiera que construyeran su conocimiento en ambientes
virtuales que tuvieran una relación más directa con el universo que los rodea.

Ahora, cuando trabajo con mis estudiantes, la lectura de los medios debe ser otra, el
televisor ha dejado de ser el electrodoméstico más importante de la casa y han corrido
los muebles para recibir los computadores personales, pero no contamos con modelos
de análisis para estos nuevos formatos.

No porque existan mejores carreteras ni porque los aviones vuelen más rápido uno
viaja más, viaja el que necesita hacerlo, el que le encuentra gracia a los caminos.

En Internet creo que sucede igual, esos millones de papiros con información de todo el
mundo no garantizan el aumento del conocimiento para la humanidad, es ahí donde los
comunicadores y los educadores debemos ser mediadores de estos procesos
informativos.

Los sistemas digitales son una posibilidad creativa permanente, no están muertos
como la letra, pero tampoco tienen vida propia, son sistemas y por eso mismo se
construyen. Las redes de información podrían ser como la metáfora borgiana del gran
libro, del libro infinito, del libro que se construye entre muchos como un laberinto, como
una red.

La construcción de productos digitales no requiere de una tecnología especializada,


nosotros contamos con la misma que tienen en Nueva York y en la India, tiene un costo
mucho más bajo que la producción para televisión y gasta muy poco papel; pero
requiere de mentes abiertas a lo nuevo, de realizadores pacientes que no tengan el
afán de los medios masivos y de la convicción de que allí duerme un lenguaje en
construcción que podrá contener algunos de nuestros sueños.
“Angustiados por el subdesarrollo económico, las universidades del Tercer mundo, y
los Estados, parecen estar tentados por recortar la distancia tecnológica que los
separa de los países avanzados, a expensas de todo otro valor, aun de aquellos que si
bien tenidos en cuenta evidencian que las distancias no existen; y que los méritos y
virtudes ensombrecidas bajo la pobreza, encumbrarían no pocos países por encima de
los campeones del desarrollo unilateral y pragmático”. Alfonso Borrero C., S.J.

Creo que la universidad latinoamericana debe producir multimedias interactivos en


donde el otro realmente tenga una participación.

Durante muchos años criticamos la radio porque creía que escuchando tas dolencias
amorosas de las mujeres estaba siendo participativa. La interactividad no es sólo una
característica del medio, también es una postura de los productores y los usuarios.

Las posibilidades comunicativas de este medio son infinitas, la puesta en marcha de


redes, de asociaciones, de agrupaciones en pro de diferentes temas es ilimitada.

Recorriendo los chat uno se encuentra cientos de personas exhibiendo su soledad y


queda la pregunta por las instituciones educativas. Si dos profesores de física pueden
hablar por un sistema de pizarra entre Bombay y Bogotá, escribir una fórmula y en el
mismo momento el otro decirte que tal vez podría ser de otra manera, si podemos
vernos en tiempo real con los seres que queremos, si tenemos la posibilidad de enviar
y recibir imágenes de un lado al otro del planeta ¿por qué no lo estamos haciendo?

Tal vez sea mejor argumentar que muy pocas personas tienen acceso al teléfono en
América Latina y que esta posibilidad creativa no puede contribuir al mejoramiento de
nuestra calidad de vida porque no es masiva, porque no es comunitaria. Yo no sé si me
equivoco, pero creo que los programas de educación por televisión tuvieron una muerte
prematura en nuestros países y en ningún momento fue por falta de televisores.
“La revolución tecnológica y, en especial, la revolución en el campo de la información y
de las comunicaciones. Dice el documento de la Comisión Internacional sobre Cultura
y Desarrollo de la UNESCO, que hacia el año 2000 de una población de 6000 millones
de habitantes cerca 1.000 millones estará en capacidad de comunicarse entre si de
una manera instantánea. La revolución tecnológica es la más promisoria de todas las
revoluciones en curso por su enorme potencial de innovación” Carlos Tunnermann

No sé por qué las universidades, y sobre todo aquéllas que tienen programas a
distancia, han sido tan tímidas en la experimentación sobre estos nuevos formatos
creativos.

“La revolución de las comunicaciones es la que tendrá posiblemente mayor influencia


en una próxima revolución de /os aprendizajes. La ya anunciada fusión del teléfono, el
fax, la computadora y la televisión ofrecerá oportunidades, que en este momento
escapan a nuestra imaginación, a las modalidades de educación a distancia” Carlos
Tunnermann

El medio, la red, fue diseñado para transmitir información, no para transmitir imágenes
en movimiento ni para jugar con nuevos lenguajes, pero a su vez fue inventado para la
guerra y creo que es nuestro deber es construirlo para la vida.

El hipertexto ha existido sin los computadores, el arte ha jugado con él durante siglos,
pero tener la flecha que hoy se hace mano para ir a otro lugar, es una oportunidad
narrativa que abre un universo delicioso de posibilidades expresivas.

Sé que el mundo está lleno de seres enamorados del saber, he escuchado hablar de
hombres y mujeres profundamente libres que vivieron en este planeta hace cientos de
años y estoy segura de que si este siglo ha dado la mayor revolución tecnológica a la
humanidad, también debe haber visto nacer a los seres más inteligentes, más diversos
y más extraños que nuestra imaginación pueda concebir. Quiero verlos y escucharlos
por esta pantalla.
Me encanta jugar con un computador, es un juguete tranquilo y agradecido, tiene
buena memoria y me propicia sorpresas cotidianas, pero lo que más me gusta es
apagarlo y saber que la vida sigue tan simple, tan trágica y tan vital como siempre.

Hace algunos años nos cuestionábamos por los nuevos juguetes que invadían los
mercados. Carros automáticos, cuyo acto lúdico consistía en ponerle una pila y verlo
correr, chocarse y devolverse. Esta imagen llenó de pánico nuestros recuerdos de
juegos infantiles, de caballos que se construían con plátanos y palitos, de carros de
balineras y de la vuelta a Colombia.

Una industria de juguetes hecha para la admiración y no para la construcción llenó los
estantes de una generación entera de niños que encontraron un mundo demasiado
terminado.

Algunos padres preocupados encontraron en la tecnología de Fisher Price una


alternativa para que sus hijos fueran constructores de sus propios juguetes, pero estos
juguetes traían un molde, una manera única y repetible de armarse.

Estos juegos modulares son a los niños lo que el Power Point se ha convertido para los
usuarios de los computadores. Un formato único y monótono en donde la tecnología se
exhibe descargada de la singularidad humana.

“La tecnología en todas sus dimensiones es ya y seguirá siendo parte de le cultura de


los pueblos y tarea de la Universidad. No debe pensarse que la tecnología, por sí
misma, sea deshumanizante; es ciertamente, y debe serlo, humanizable. Este es un
deber insoslayable de la Universidad hacia el futuro”. Alfonso Borrero C., S.J.

El mal gusto no es culpa de la tecnología, los diseñadores de tos programas de


presentación no hicieron formatos rígidos ni dibujos preestablecidos que no se
pudiesen transformar.
Creo que nuestra falta de creatividad es culpa de una sobre valoración de la palabra
escrita y de la negación de la existencia de otros lenguajes que pueden construirse,
Ieerse, aprenderse y transformase, pero que necesitan de educadores y de
comunicadores interesados en una empresa común.

“De este modo la universidad será una institución metida en medio de la vida, de sus
urgencias, de sus pasiones, ha de imponerse como un poder espiritual superior frente
a la prensa, representando la serenidad frente al frenesí, la seña agudeza frente a la
frivolidad y la franca estupidez».
Ortega y Gaset.

Referencias bibliográficas

BORRERO O, Alfonso S.J. Prospectiva universitaria. En: Memorias Simposio


permanente sobre la universidad. ASCUN, Santafé de Bogotá, 1995.

Plan de transformación de la educación superior para América Latina y El Caribe, un


desafío para Colombia. En: Encuentro ASCUN. CRESALC-UNESCO, Santafé de
Bogotá, 1998.

TUNNERMAN Bernheim, Carlos. La universidad de cara al siglo XXI. Ed. Magisterio,


1999.

VASCO, Carlos Eduardo. La universidad colombiana en el informe de la misión de


ciencia, educación y desarrollo. En: Reinvención de la universidad.

BARBERO, Jesús Martín. De los medios a las mediaciones. Ediciones Gustavo Gili,
Madrid, 1989.

GOURHAN, André-Leroy. El gesto y la Palabra. Ed. Biblioteca de la Universidad


Central de Venezuela, Caracas, 1971.

MATURANA, Humberto. La Democracia es una obra de atte. Instituto Luis Carlos


Galán y Cooperativa Editorial del Magisterio, Santafé de Bogotá, 1994.

ZULETA, Estanislao. Sobre la idealización en la vida personal y colectiva. Ed. Autores


Antioqueños, Medellín, 1992.

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