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Lo macro y lo micro

Por José Pablo Feinmann

Con Lula preso, las elecciones de Brasil están viciadas desde su


misma raíz. Es un método de las derechas neoliberales de América
Latina infamar y por fin encarcelar a los líderes populares. Se trata de
impedir que se presenten a elecciones por el caudal de votos que
poseen. Esto, en una primera lectura, juega a favor de estos líderes. Si
tanto les temen, si a tanto tienen que recurrir para embarrarlos y
meterlos entre rejas es porque les reconocen el amplio apoyo popular
que tienen. Todos los afanes de los jueces se explican desde esa
perspectiva. Rafael Correa en Ecuador, Lula en Brasil y CFK en
Argentina son perseguidos por idénticos motivos. Impedirles la
posibilidad electoral. Si los intelectuales de Carta Abierta proponen la
candidatura de CFK es porque saben que es la figura que más teme el
neoliberalismo. El gobierno Macri y su brazo jurídico, el juez Bonadio,
harán todo lo posible por encarcelar a CFK. Hablan también de un
“peronismo presentable” formado por Massa y sus tres acompañantes.
¿Por qué “presentable”? Porque le es funcional al partido gobernante.
Algo que Cristina no es. No es ella la que divide al peronismo. Si se
dice algo así es para demostrar que CFK le es funcional a Macri. El
peronismo tendría que convocar a una gran interna y el que la gane irá
en representación del todo a las elecciones de octubre. Si esto no
ocurre es porque Cristina la ganaría largamente y el peronismo
“presentable” no podría jugar el papel de “oposición responsable” que
actualmente juega.

Walsh, en su carta a la Junta, inicia su análisis del plan económico


afirmando que está “dictado por el Fondo Monetario Internacional” con
una receta que se aplica indistintamente a países de grandes
diferencias. Como vemos, el plan económico del gobierno Macri tiene
su antecedente en el de la dictadura. Esto ya se vio. La originalidad
radica en que nunca un presidente se había presentado ante el mundo
de las finanzas como “un gran bailarín”. ¿Por qué Macri bailó con una
millonaria de Wall Street el mismo día martes en que había un paro
general en su país y renunciaba su director del Banco Central? ¿Fue
una burla, una provocación? Después pidió al país que se enamorara
de Christine Lagarde. CFK tiene, aquí, una gran consigna de
campaña. Si Perón planteó la opción entre él o el embajador Braden
(Braden o Perón), CFK puede plantear la de ella o la presidenta del
Fondo: Christine o Cristina.

Las elecciones en Brasil son determinantes para el futuro del


continente. Dilma Rousseff fue desplazada por un golpe blando o
parlamentario. Lula, entre rejas, designa a su sucesor. Pero no es lo
mismo. Y el peligro es grande. El Departamento de Estado no quiere
populismos en América Latina. Quiere la hegemonía de los gobiernos
neoliberales. Pero estos gobiernos tienen grandes dificultades para
sostenerse. Los populismos han dejado incómodas semillas. Sus
líderes están vigentes. Y sus bases se movilizan contra las políticas de
ajuste.

El neoliberalismo busca el déficit cero. Que es lo que llama “lo


macro”. Pero para financiar la balanza de pagos, para pagar las
deudas que contrae por no producir riqueza, se ve obligado al ajuste
permanente. Así, recauda dinero despojando al mercado interno. Se
transforma en un gobierno recaudador. Despoja a todos. Los jubilados,
los maestros, los discapacitados. Baja los sueldos, despide a millares
de empleados y obreros. Es rapaz. Donde hay un peso va a buscarlo.
Además, como no quiere que suba el dólar tiene que secar de efectivo
la plaza. Si nadie tiene dinero, nadie comprará dólares. Si nadie
compra dólares, el precio de la moneda norteamericana quedará
estable. Pero esto tiene un costo social enorme. No le importa. Para
eso está el inmenso aparato represivo. Que no puede ahogar todo. En
algún momento hay que dejar de financiar lo macro con lo micro.
Dentro del mercado interno están las pequeñas y medianas empresas.
¿Qué necesitan para subsistir? Consumo interno y políticas crediticias
accesibles. Tasas de interés bajas. Que se puedan trasladar al
producto final sin volverlo inalcanzable. Pero el gobierno neoliberal
lleva las tasas a las nubes. Así, las pymes no pueden afrontarlas. Por
consiguiente, frenan la producción. Echan obreros. El consumo
disminuye. La dialéctica entre la producción y el consumo es el tejido
de un país posible. Si hay un mercado interno hay un mercado
comprador. Este mercado alimenta a la industria nacional. Se produce
para el mercado. Y el mercado (que está formado por los habitantes
de un país) consume lo que produce la industria. Para hacerlo tiene
que tener recursos, o sea, trabajo. Todos los grandes clásicos de la
economía pensaron en sociedades de pleno empleo. La plusvalía de
Marx (también vislumbrada por Smith) se producía en la fábrica. No
pensaban en sociedades sin trabajo. Es imposible que un país
funcione bien con una tasa de pobreza que supere el 35%.

El populismo centra sus afanes en lo micro. Lo suyo es el capitalismo


del mercado interno, la producción y el consumo. Lo micro. El
neoliberalismo gobierna para las grandes empresas, para los grandes
capitales, para los grandes terratenientes. Lo macro. Descuida el
mercado interno y traduce en desdén ese descuido. En el mercado
interno están los pobres, los grasas, los negros, los que creen tener
derechos que no tienen. Quiere cosificar a cada sujeto social en el
lugar en que lo fijó el aparato productivo. Pero un sujeto social no es
una cosa. Lo propio del sujeto es buscar ser siempre lo que no es, ser
algo distinto. Esta posibilidad es el centro de su ser libre. El
neoliberalismo no sólo le impide su libertad sino que lo nihiliza al
volverlo una nada infecunda. Le hace sentir que está de más. Lo
empuja a las orillas. Y de ahí a la delincuencia hay un paso. El obrero
productivo termina en resentido delincuente. El neoliberalismo es
inhumano.

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