VII.
1
Genes, cerebro y comportamiento
Yehuda Ben-Shahar
CONTENIDO
1. Los genes y el comportamiento
2. "Lo innato contra lo adquirido"
3. ¿Qué es un "gen conductual"?
4. Análisis de comportamiento: La variación
natural versus las mutaciones
5. Los genomas y la genética de sistemas
6. El futuro de la genética conductual: El
comportamiento del epigenoma
El comportamiento se define como la acción dirigida de
un animal en respuesta a un estímulo. Por lo que en
animales multicelulares, el comportamiento es el
producto del sistema nervioso. Los fenotipos
conductuales se conservan a menudo a través de taxones
distantes y son hereditarios. Sin embargo, el papel de la
genética y la evolución en la determinación del
comportamiento ha sido controversial durante gran parte
de la primera mitad del siglo XX, reformulándose a
menudo como el debate de "lo innato contra lo
adquirido". Pese a que la herencia juega claramente un
papel en el comportamiento, enlazar genes
"conductuales" a comportamientos no ha sido fácil. Se
han utilizado dos enfoques principales a través de los
años para identificar causales loci: estudios de variaciones
naturales en poblaciones de tipo salvaje y análisis
genéticos avanzados dependientes de mutagénesis.
Ambos métodos tienen fortalezas y limitaciones; pese a
que el análisis de la mutación ha sido tremendamente un
éxito en la identificación de muchos genes causales, es
ciego a las fuerzas de niveles evolutivas y de población
que dieron forma a los comportamientos. En contraste,
estudios de las variaciones naturales de comportamiento
han fracasado varias veces en identificar relaciones
causales entre polimorfismos genéticos específicos y el
fenotipo estudiado. Sin embargo, la dicotomía
metodológica está desapareciendo rápidamente debido al
ritmo exponencial de los avances técnicos y teóricos en
biología molecular, dando como resultado una mejor
comprensión de cómo las interacciones entre los genes,
los cerebros y el ambiente conducen a comportamientos
específicos.
GLOSARIO
Dogma central. El concepto propuesto por Francis
Crick en 1970, de que todas las proteínas celulares se
producen a través de un proceso lineal y no reversible
en el cual la información específica del "gen"
codificado en el ADN se transcribe en un ARN
mensajero (ARNm), el cual posteriormente se traduce
en una proteína.
Ritmos circadianos. Impulsado internamente con un
ciclo de alrededor de 24 horas en sistemas
biológicos.
Epigenética. En general, es un cambio hereditario
frecuentemente transitorio en la expresión génica
causada por otros factores aparte de los cambios en la
secuencia subyacente del ADN (mutación). En este
capítulo se utiliza este término para describir el papel
de la modificación química del ADN y las proteínas
histonas por metilación y/o acetilación como un
mecanismo para regular la función del gen en una
manera específica del tejido. Bajo ciertas
circunstancias, tales modificaciones pueden ser
hereditarias sin ningún cambio en la secuencia
primaria del ADN y por lo tanto, constituyen un
mecanismo para la herencia no genómica de
características cuantitativas. Es importante señalar que
la epigenética tiene varios significados para distintas
personas en diferentes campos biológicos.
Etología. Estudio del comportamiento de los animales en
sus entornos naturales. Basados en su trabajo en este
campo, Konrad Lorenz, Karl von Frisch y Nikolaas
Tinbergen ganaron el Premio Nobel de medicina en
1973.
Eugenesia. Un popular movimiento social a principios
del siglo XX, propuso el uso de la crianza selectiva
para mejorar los rasgos hereditarios de una raza
específica, muchas veces aplicada en el contexto de
los seres humanos.
Psicología experimental. Estudio del comportamiento
animal bajo condiciones de laboratorio controladas.
Los psicólogos Ivan Pavlov y F. B. Skinner fueron
influyentes en el desarrollo de modelos animales para
la cognición, a pesar de que ninguno estudió genética.
610 La evolución del comportamiento, la sociedad y los seres humanos
Genética avanzada. Un enfoque para identificar genes que
subyacen a un fenotipo específico sin ninguna suposición
previa con respecto a su identidad o funciones
bioquímicas.
Genómica. Estudios de arquitectura del genoma completo,
incluyendo las secuencias de ADN, análisis de la
regulación transcripcional del genoma completo y el
papel de la evolución del genoma en procesos
biológicos tales como la especiación o enfermedades
hereditarias.
Geotaxia. La respuesta conductual de los organismos al
vector de la gravedad, el cual puede tener un valor
negativo o positivo, es decir, moverse hacia arriba
(negativo) o hacia abajo (positivo).
Fototaxia. La respuesta conductual de los organismos a la
luz, el cual puede tener un valor negativo o positivo, es
decir, alejarse de (negativo) o en dirección a (positivo).
Pleiotropía. Los efectos de la función unigénica en
fenotipos múltiples e independientes.
Loci de caracteres cuantitativos (QTL), por sus siglas en
inglés). Secuencia (s) de ADN subyacente asociada con
características poligénicas complejas, no mendelianos.
Cada QTL que contribuye es independientemente
variable en la población estudiada y por lo tanto, es
responsable de una proporción definida de la
variabilidad fenotípica observada en general.
Genética inversa. Un "enfoque de gen candidato" que
implica genes caracterizados previamente con un
fenotipo innovador.
Sistemas biológicos. Un marco biológico emergente
que promueve un enfoque holístico para la
comprensión de sistemas biológicos complejos,
basándose en la idea de que los sistemas biológicos
complejos tienen propiedades irreductibles
inesperadas que no pueden ser entendidas por
estudios de elementos individuales más simples.
Genética de sistemas. Los estudios genéticos que usan
biología de sistemas (especialmente en el contexto de
fenotipos complejos no mendelianos) se basan en el
principio de la comprensión de fenotipos complejos,
como el comportamiento depende de la comprensión
de las interrelaciones entre genotipos y fenotipos a
nivel del organismo.
1. LOS GENES Y EL COMPORTAMIENTO
El comportamiento es uno de los rasgos característicos de
los animales y se puede definir como una reacción en
respuesta a cambios específicos en el entorno de un
individuo. A pesar de esta omnipresencia, encontrar una
descripción simple y común del comportamiento es
impreciso, quizás en parte porque el término
comportamiento abarca muchas acciones diferentes. Esta
asombrosa diversidad conductual en el reino animal y la
gama fenotípica inherente asociados con el
comportamiento, frecuentemente han conducido a una
creencia común que los comportamientos son fenotipos
únicos que no pueden explicarse dentro del marco
biológico general. Sin embargo, muchos comportamientos
son estereotipados y parecen ser impulsados por vías
moleculares comunes a través de taxones animales
diversos y distantes. Ejemplos que tienen en común
muchos animales incluyen, la agresión a través de
territorios (véase el capítulo VII. 5) y parejas (véase el
capítulo VII. 6), buscando comida cuando tienen hambre,
ritmos circadianos y evitando sustancias químicas nocivas
o temperaturas extremas. Incluso los rasgos más plásticos
(aprendizaje, memoria y cognición (véase homología
genética del capítulo VII. 14) tienen una homología
genética a través de los organismos.
La conservación de comportamientos específicos a
través de generaciones de la misma especie
(independientemente de las transmisiones fenotípicas
culturales y aprendidas) y su evolución a través del
tiempo puede significar solamente una cosa: el
comportamiento es el producto de la información
codificada en el ADN. Sin embargo, la aceptación de los
comportamientos como fenotipos heredados
genéticamente formados por selección natural, ha sido
durante mucho tiempo polémico. Este capítulo explica y
discute algunas de las confusiones asociadas con la
genética conductual. También se examina el papel que
ha desempeñado el comportamiento en la evolución
animal y el impacto del pensamiento evolucionista en los
estudios del comportamiento animal.
La genética conductual surgió durante la primera
mitad del siglo XX como un campo multidisciplinario
que basó fundamentos extraídos de avances importantes
en varias áreas de las ciencias biológicas modernas,
incluyendo las estadísticas, etología y psicología
experimental. El estudio en estos campos condujo a la
realización que los comportamientos son a menudo
conservados entre especies distantes, ya que los
principios generales de conducta se pueden aprender
mediante la observación de animales y que los rasgos de
comportamiento se pueden determinar por selección
natural y artificial. La segunda contribución importante a
la genética conductual provino del trabajo de Theodosius
Dobzhansky y sus colegas, conduciendo a la síntesis
moderna que relacionó la teoría de la evolución con la
genética. Este marco sintético también incluía el trabajo
de J.B. Haldane, Sewall Wright yR.A. Fisher, el cual
condujo las bases para el desarrollo de la genética de
poblaciones, una disciplina que utiliza enfoques
cuantitativos y estudios empíricos para comprender el
papel de las frecuencias alélicas en las poblaciones y
el efecto de estas variaciones genéticas en las
diversidades fenotípicas observadas.
La tercera contribución importante a la genética
conductual, fue la aparición de la genética molecular en
la segunda mitad del siglo XX, la cual fue impulsada por
los descubrimientos del modelo de doble hélice para la
estructura del ADN y el desarrollo del dogma central en
biología molecular (ADN a ARN a proteína). Estos
descubrimientos, en combinación con rápidos avances
tecnológicos, dieron como resultado la capacidad de
genetistas y biólogos evolutivos de obtener secuencias de
ADN de genes específicos de individuos, revolucionando
los campos de la evolución y la genética. Por primera
vez, los biólogos pudieron asociar variaciones

fenotípicas con polimorfismos físicos de ADN. Estos
avances permitieron a los biólogos interpretar la función
y la evolución de los rasgos morfológicos, fisiológicos y
de comportamiento mediante el estudio de la secuencia
del ADN y las arquitecturas genéticas a nivel del genoma
completo.
El cuarto importante desarrollo científico fue el
surgimiento de la neurociencia moderna. Este campo
sirvió como base para comprender cómo los animales
multicelulares pueden integrar y procesar estímulos y
traducirlos en una acción o un "comportamiento". Una
mejor comprensión de la biología de las neuronas
permitió ubicar los hallazgos genéticos conductuales en
el contexto del órgano principal que impulsa el
comportamiento, es decir, el sistema nervioso.
El resto de este capítulo presenta las teorías y los
datos empíricos que apoyan el papel de los genes y la
evolución en el comportamiento, además explica el papel
sinérgico de la genética conductual desempeñado en el
pensamiento evolutivo moderno.
2. “LO INNATO CONTRA LO ADQUIRIDO”
Acuñada por primera vez por Galton en su libro English
Men of Science: Their Nature and Their Nurture (1874)
(a pesar de su punto de vista de que lo innato y lo
adquirido son importantes en el desarrollo del
comportamiento) la expresión lo innato contra lo
adquirido se convirtió en sinónimo de las controversias
relacionadas con el campo de la genética conductual. La
introducción de la herencia y más adelante genética, a
los campos de comportamiento y evolución animal, se
encontró con mucha resistencia, probablemente
originado por perspectivas anteriores de filósofos como
John Locke, quien sugirió que todas las personas nacen
como una tabla rasa o una pizarra en blanco. El
postulado de tabla rasa afirmó que todos los seres
humanos nacen iguales en cuanto a sus capacidades
cognitivas y conductuales y sus experiencias son las
únicas que dan forma en quien se convierten. Por el
contrario, muchos de los primeros genetistas en los
Estados Unidos y Europa promovieron la visión
hereditaria (lo innato) del comportamiento, la cual
dominó durante la mayor parte de la primera mitad del
siglo XX. Esta interpretación resultó en la aplicación de
la genética mendeliana (a veces de la manera más
absurda) a muchos rasgos de comportamiento humano y
animal. Estas opiniones deterministas cambiaron
rápidamente durante la década de los 50 a medida que el
conductismo se convirtió en una visión filosófica
popular del comportamiento humano y animal. Guiados
por los escritos de los principales psicólogos
experimentales como J. B. Watson y B. F. Skinner, los
conductistas descartaron en su totalidad el papel de la
herencia en la determinación del comportamiento y
abogaron que sólo importan las experiencias de vida en
la formación del comportamiento de un individuo (lo
adquirido).
Los investigadores más modernos que estudian el
comportamiento humano o animal, estarían de acuerdo
con que la dicotomía de lo innato contra lo adquirido, es
de hecho, súper simple y arcaico, aunque todavía
Genes, cerebro y comportamiento 611
predomina en la literatura científica. No hay ningún
organismo que se desarrolle sin genes (innato) y ningún
organismo que se desarrolle en la ausencia de un medio
ambiente (adquirido). Además, a medida de que el
campo de la genética molecular maduraba, se hizo
evidente que muchos fenotipos conductuales son
complejos y que no siguen las reglas mendelianas de un
simple gen. Mientras que la evidencia creciente apoya la
hipótesis de que la herencia y la genética influyen sobre
los comportamientos, la mayoría de los
comportamientos muestran una distribución continua de
valores (es decir, son caracteres cuantitativos) en lugar
de una colección de fenotipos discretos. Por lo tanto, una
vista refinada del debate de lo innato contra lo adquirido
es que esa información almacenada en el ADN
determina los límites del fenotipo conductual en lugar de
los valores fenotípicos específicos. Este modelo sugiere
que un fenotipo conductual específico puede extenderse
en múltiples direcciones, dependientes en la fortaleza de
diversos estímulos internos y externos relevantes al
fenotipo en un contexto específico de especie. Por otra
parte, como se discute al final de este capítulo, algunas
alternativas fenotípicas plásticas se pueden volver fijas a
través de las generaciones por medio de mecanismos
epigenéticos y no genómicos.
3. ¿QUÉ ES UN “GEN CONDUCTUAL”?
A pesar de la tendencia de la gente (y periódicos) para
hablar de "genes para el comportamiento", los genes
específicos no necesariamente codifican directamente
para un comportamiento en particular, sino por el
contrario, son formados por la evolución para establecer
limitaciones fisiológicas y físicas en la expresión de
fenotipos conductuales. Lamentablemente y tal vez de
manera confusa, los genetistas con frecuencia asignan
"funciones" específicas en sus genes, de maneras que
simplifican sus objetivos de investigación a largo plazo
pero que conducen a la percepción de que genes
específicos causan comportamientos específicos. Por
ejemplo, la literatura científica contiene descripciones
de genes clasificados como "gen de desarrollo" o "gen
de cáncer". El campo de la genética conductual, el cual
está fuertemente influenciado por la biología del
desarrollo, siguió la clasificación de los genes con la
identificación de varios genes "conductuales". Los
ejemplos incluyen "genes de aprendizaje y memoria",
"genes sociales" y "genes sexuales". Sin embargo, los
genes no codifican fenotipos como cáncer, desarrollo o
comportamientos específicos, por el contrario, los
genes codifican ARN y proteínas. Es la función
bioquímica de estas macromoléculas (y los procesos
celulares que alimentan) lo que impulsa los procesos
como la aparición de cáncer, el desarrollo normal o la
expresión de un fenotipo conductual específico
(Robinson et al, 2008).
La neurociencia moderna enseña que en todos los
animales multicelulares, un comportamiento es el
producto del sistema nervioso, un órgano complejo y
altamente especializado de muchas neuronas
individuales organizadas en circuitos neuronales
estereotipados. Por lo tanto, los genes "conductuales" y
 612 La evolución del comportamiento, la sociedad y los seres humanos
las variaciones genéticas suelen afectar los
comportamientos indirectamente al determinar el
desarrollo de circuitos neuronales específicos, sus
interacciones con otros tipos de células, órganos y la
capacidad de los circuitos neuronales para responder
fisiológicamente a los cambios en los ambientes
internos y externos de los individuos. El
comportamiento es típicamente flexible, de expresión
cuantitativa y difícil de estudiar en términos genéticos
debido a estas múltiples contribuciones. Cualquiera y
todos estos niveles pueden ser influenciados
genéticamente, sin embargo, ninguno de los niveles es
puramente ambiental.
4. ANÁLISIS DE COMPORTAMIENTO: LA
VARIACIÓN NATURAL VERSUS LAS
MUTACIONES
Como se mencionó en las secciones previas, los
estudios de comportamiento y cognición desempeñaron
un papel importante en los primeros días de la genética.
En contraste con las falacias científicas que se
asociaron con la eugenesia, muchas influencias
positivas en la biología moderna se asociaron con la
aparición del campo de la genética, en el trabajo de
Arthur Darbishire, Robert Yerkes, EC Tolman y otros.
Estos pioneros aprovecharon varios modelos animales
para investigar el papel de la herencia en
comportamientos específicos. Sus estudios no se
limitaron a comportamientos naturales sino que
también intentaron entender la genética y la herencia de
los comportamientos "anormales" y las percepciones
que podrían dar lugar a esclarecer cómo los sistemas
nerviosos impulsan comportamientos específicos.
Ilustrativos ejemplos son los estudios sobre la herencia
en el "ratón japonés", una raza de ratón que presenta
una tendencia a correr en círculos. Los estudios de
selección de E. C. Tolman, solían generar ratas
"aburridas" o "alegres" al aprender cómo hacerse
camino por un laberinto para obtener comida como
recompensa. Los últimos estudios indican una fuerte
base genética de las capacidades cognitivas en ratas.
Las connotaciones negativas asociadas con el
movimiento eugenésico y las atrocidades relacionadas a la
II Guerra Mundial, condujeron al desencanto de muchos
conductistas humanos y vertebrados con la genética. Sin
embargo, surgió otros sistemas modelo para apoyar el
papel de la genética en el comportamiento. Uno de los
apoyos más fuertes para la función de la herencia en el
comportamiento, provino de los estudios de la bestia de
carga genética, la de mosca de la fruta "Drosophila
melanogaster", impulsada por las obras trascendentales de
T. H. Morgan y sus estudiantes. La mosca resultó ser un
excelente modelo genético debido a su pequeño genoma,
su corto tiempo de generación, su capacidad de adaptarse
a condiciones de laboratorio y su rápida respuesta a la
selección y mutagénesis. Jerry Hirsch fue uno de los
primeros en utilizar la mosca como modelo para estudios
de comportamiento, quien se entrenó con Tolman y se
influenció por las perspectivas de Dobzhansky sobre
genética de poblaciones. Hirsch (1963) utilizó las moscas
y la selección artificial para descifrar la "arquitectura
genética" subyacente a la variación natural del
comportamiento, además, aseguró que la única manera de
comprender cómo evolucionan los comportamientos y qué
papel cumple la variación genética en fenotipos
conductuales específicos, es utilizar las herramientas de la
población y la genética cuantitativa para cuantificar las
contribuciones relativas de los loci de caracteres
cuantitativos específicos (QTL) a las variaciones generales
de comportamiento dentro de una población. Una suposición
subyacente en sus estudios fue que varios genes
independientes contribuyen a los fenotipos conductuales y
que las variaciones alélicas de cada locus contribuyen una
fracción definida de las variaciones generales de
comportamiento en una población. Uno de sus estudios que
mejor ilustra este enfoque fue un estudio de selección a largo
plazo de moscas que mostraron una fuerte respuesta positiva
o negativa a la gravedad (geotaxis). Las moscas salvajes
tienden a ser en cierto modo negativamente geotáticas,
cuando se les perturba, vuelan hacia "arriba". Hirsch
seleccionó cepas genéticamente homogéneas de Drosophila
que mostraron comportamientos de geotaxis positivos o
negativos extremos. Luego utilizó técnicas de mapeo
cromosómico para estimar la contribución cuantitativa de
cada uno de los tres cromosomas principales de la mosca a
las diferencias genéticas de comportamiento entre los dos
extremos. Sus conclusiones eran que incluso para un
comportamiento relativamente simple como la geotaxis,
muchos genes contribuyen a la divergencia genética entre las
dos cepas y los genes responsables que son probablemente
distribuidos a través de los tres cromosomas. Por lo tanto, su
selección condujo a la estabilización alélica de múltiples
genes independientes, en lugar de cambios en un unigen
mayor. Sus estudios se quedaron cortos para identificar los
loci específicos responsables de las diferencias conductuales
entre las líneas.
Mientras que el enfoque de Hirsch a la genética
conductual fue fuertemente influenciado por la psicología
experimental y la genética cuantitativa, otros enfoques
para estudiar la genética del comportamiento emergieron
en la década de los 60. El trabajo más influyente vino del
laboratorio de Seymour Benzer, quien estuvo fuertemente
influenciado por la aparición del uso de mutagénesis para
estudiar la genética molecular y el efecto transformador
que tuvo en los campos de la embriología y la biología del
desarrollo; quien vio una superposición con el
comportamiento. Esta profunda percepción fue mejor
capturada en su primera publicación de estudios de
genética conductual en la Drosophila:
Complejo tal como es, gran parte de la vasta red de
funciones celulares se ha diseccionado con éxito, en
una escala microscópica, mediante el uso de mutantes
en los que un elemento se altera a la vez. Un enfoque
similar puede ser fructífero para abordar las estructuras
complejas y los eventos subyacentes de
comportamiento, utilizando mutaciones conductuales
para indicar modificaciones del sistema nervioso.
(Benzer, 1967)
Para tener éxito, el enfoque de Benzer tuvo que depender
de la premisa de que aunque muchos genes podrían
contribuir a un fenotipo conductual específico, las

mutaciones en un unigen aún podrían tener efectos
mensurables en el comportamiento estudiado en relación
con animales salvajes de otro origen genético idéntico. Al
igual que Hirsch, Benzer optó por aplicar primero su
enfoque a un fenotipo conductual relativamente simple, la
fototaxis (atracción a la luz). Él ideó un análisis inteligente
para medir la respuesta fototáctica de las moscas, en el
que cerca del 100 por ciento de las moscas salvajes mostró
atracción positiva a la luz. Luego utilizó la mutagénesis
química y analizó cientos de animales por cualquier
desviación del comportamiento salvaje esperado. El
enfoque resultó ser todo un éxito. Benzer aisló muchas
mutaciones diferentes de fototaxis en genes individuales.
A diferencia del enfoque de Hirsch, los estudios de Benzer
identificaron rápidamente los efectores genéticos causales
asociados con diferentes fenotipos conductuales y
neurofisiológicos, tales como la identidad molecular del
reloj circadiano, el aprendizaje y la memoria y los
comportamientos sexuales (Weiner, 1999).
El exitoso enfoque de genética avanzada de Benzer,
viene con un costo científico. Varias especies de animales
son altamente susceptibles a las detecciones de
mutagénesis (muchas otras no lo son, incluyendo las
personas), por lo que se convirtieron en los favoritos de la
comunidad de la genética conductual. Como resultado,
gran parte de lo que sabemos acerca de los roles de los
genes específicos en la neurogenética y el
comportamiento, proviene de muy pocos organismos
modelo, principalmente la mosca, el ratón y la lombriz
intestinal. Además, el predominio de estudios de análisis
de mutación a expensas de la genética cuantitativa de la
población, condujo a una gran brecha en nuestra
comprensión del comportamiento en el contexto de
selección natural y evolución.
Muchos de los primeros genetistas de la población
del comportamiento a menudo concluyeron sus estudios
diciendo que las asociaciones entre genes específicos y
comportamientos son demasiado complejas para permitir
la identificación de relaciones causales. Sin embargo, era
posible hacerse en casos donde estaba implicado un
unigen polimórfico mayor. Un ejemplo de una exitosa
historia involucra el gen de búsqueda de alimento. Las
larvas de Drosophila presentan un polimorfismo natural
en el comportamiento de búsqueda de alimento; cuando se
colocan en un césped de levadura, algunas larvas tienden
a moverse rápidamente mientras consumen alimentos
("errantes"), mientras que otras parecen disminuir la
velocidad significativamente ("observadores pasivos"),
(Osborne et al., 1997). Los análisis genéticos indican que
este polimorfismo conductual es intercedido por
variaciones unigénicas mayores. Cuando finalmente se
clonó el gen, resultó que codifica una proteína quinasa
dependiente de GMPc (PKG, por sus siglas en inglés),
una proteína presente en todas las células e importante
para activar o inactivar otras proteínas mediante la
fosforilación. En el caso de búsqueda de alimento, altos
niveles de actividad enzimática fueron asociados con los
"errantes", mientras que la menor actividad fue asociada
con los "observadores pasivos". Posteriormente, se
descubrió que el papel de la PKG en la regulación de los
comportamientos de alimentación está altamente
conservado en diferentes especies de animales. Por
Genes, cerebro y comportamiento 613
ejemplo, los estudios sugirieron que un gen de PKG
homólogo en abejas melíferas y otros himenópteros
sociales (abejas, avispas y hormigas) está regulado en
asociación con la división de trabajo entre los trabajadores
(Ben-Shahar, 2002). Estos estudios indicaron que los
cambios en la actividad del gen de búsqueda de alimento
están asociados con la plasticidad del comportamiento
alimentario en diferentes especies, aunque a diferentes
escalas de tiempo: una escala de tiempo evolutiva en las
moscas y una escala de tiempo de desarrollo en los
insectos sociales. La historia del gen de búsqueda de
alimento ilustra que los comportamientos naturales
complejos, indudablemente influenciados por muchos
genes, todavía se pueden estudiar desde el punto de vista
de la contribución de un unigen.
5. LOS GENOMAS Y LA GENÉTICA DE
SISTEMAS
El primer éxito del enfoque de mutaciones unigénicas de
Benzer a la genética conductual (y a pesar de algunos
ejemplos, tales como la explicación del gen de búsqueda
de alimento sobre unigénicos y su influencia en el
comportamiento y la evolución) sugirió a los biólogos
moleculares que el enfoque de Hirsch y algunos de los
otros genetistas evolutivos anteriores que estudiaron el
comportamiento, desaparecerían de la literatura científica
debido a la dificultad en identificar las moléculas reales,
los genes y las redes genéticas que subyacen a las
variaciones naturales en rasgos conductuales específicos.
Afortunadamente, esto no ha ocurrido y de hecho, la
tendencia es hacia los estudios de más especies y más
variaciones naturales en el comportamiento. La secuencia
del genoma humano y la plétora de proyectos de genoma
que siguieron, condujeron a la reevaluación de los
estudios de variaciones genéticas naturales subyacentes de
la biología de características complejas, incluido el
comportamiento. Esta reevaluación también fue
impulsada por la necesidad de una mejor comprensión de
los mecanismos subyacentes de rasgos de conducta
humana compleja y la rápida transición de la biología
evolutiva en el campo de la biología molecular.
El crecimiento exponencial en la adquisición de
datos biológicos condujo a la aparición de un "nuevo"
marco biológico, a menudo denominado biología de
sistemas. La idea detrás de este enfoque es que para
entender cómo funcionan los sistemas biológicos, uno
tiene que investigar las propiedades emergentes del
sistema por completo en lugar de analizar sus partes
individualmente. La genética de sistemas es una rama de
este marco basado en la afirmación de que todos los
niveles de organización de la biología están
interconectados en una red compleja que incluye
elementos genéticos y fenotípicos y al mismo tiempo es la
red que determina los rasgos biológicos de un individuo o
incluso un grupo de individuos (Mackay et al., 2009). Este
enfoque contrasta con la genética mendeliana, el cual
observa cada gen como un factor genético independiente.
¿Cuál es el impacto de la genética de sistemas en
la genética conductual? Una opinión sostiene creer que
no hay nada nuevo en el enfoque de la genética de
sistemas, que es más bien, un redescubrimiento de la
614 La evolución del comportamiento, la sociedad y los seres humanos
obra de Hirsch y los demás. Sin embargo, la aplicación de
nuevas técnicas estadísticas, moleculares y genéticas hace
la genética de sistemas un campo apasionante, con su
creciente interés en múltiples niveles, genes y variación
natural. Un buen ejemplo proviene de un estudio que
reconsideró los estudios de geotaxis de Hirsch. A pesar de
la afirmación original de Hirsch que la arquitectura
genética subyace el comportamiento geotaxico, es
demasiado complejo para permitir la identificación de loci
contribuyentes específicos. Ralph Greenspan y sus colegas
utilizaron chips de expresión génica, los cuales pueden
utilizarse para examinar simultáneamente los niveles de
expresión relativa de miles de genes desde una sola fuente,
identificando los genes que se expresaban diferentemente
en las cabezas de las cepas de mosca geotáctica alta y baja
de Hirsch. Este esfuerzo produjo varios candidatos de
"genes de geotaxis", que además fueron confirmados por
mutaciones unigénicas que desempeñaron un papel
importante en la respuesta de geotaxis de moscas
individuales. Así, más de 40 años después de la
publicación de los estudios de geotaxis de Hirsch, la
genética moderna finalmente pudo fusionar los enfoques
de Hirsch y Benzer para descifrar la arquitectura genética
que enfatizaba este comportamiento relevante que varía de
forma natural y ecológica.
Los esfuerzos para combinar la información a nivel
genómico con variaciones genéticas naturales para
identificar loci responsables de comportamientos complejos,
están en curso. A pesar de las dificultades iniciales para
identificar estos rasgos (como en los primeros estudios de
geotaxis de Hirsch), varios avances recientes sugieren que la
identificación de loci responsables de rasgos conductuales
cuantitativos es un objetivo alcanzable, especialmente en
organismos de modelo genético, tales como la mosca de la
fruta y el nematodo (lombriz intestinal). Uno de los mejores
ejemplos del uso de avances recientes en la secuenciación
del ADN para crear herramientas modernas para la genética
de sistemas proviene de la Drosophila Genome Reference
Panel (DGRP), una colección de 192 líneas endogámicas
derivadas naturalmente con genomas completamente
secuenciados generados por Trudi Mackay y sus colegas
(2009). Estas líneas pueden ser examinadas para cualquier
número de rasgos de comportamiento complejos que luego
pueden asignarse a regiones variables específicas en el
genoma de la mosca. Además, la DGRP es un recurso de la
comunidad que permite a muchos grupos diferentes de
investigación realizar exámenes conductuales utilizando
exactamente las mismas poblaciones de mosca. En
consecuencia, los datos fenotípicos generados por la
comunidad investigadora podrían utilizarse para identificar
variaciones genéticas que afectan múltiples
comportamientos diferentes (indicando una pleiotropía entre
rasgos), además de obtener estimaciones precisas de las
contribuciones del genotipo por interacciones ambientales a
comportamientos específicos. Similares enfoques recientes
tomados por C. Bargmann, L. Kruglyak y sus colegas
identificaron exitosamente varios loci de caracteres
cuantitativos asociados con comportamientos de variable
compleja, tales como decisiones de "alimentación social" y
la respuesta a estímulos sensoriales específicos en la lombriz
intestinal. En ambos casos, al menos un unigen mayor fue
identificado como responsable de las diferencias
conductuales cuantitativas entre diferentes individuos de tipo
salvaje. Pese a que las herramientas mencionadas están
actualmente disponibles para muy pocos organismos modelo
genéticamente manejables, es probable que las técnicas de
secuenciación de ADN se vuelvan más económicas y más
disponibles, este tipo de herramientas serán cada vez más
útiles en estudios de genética conductual y también en la
evolución del comportamiento en otros animales.
6. EL FUTURO DE LA GENÉTICA CONDUCTUAL: EL
COMPORTAMIENTO DEL EPIGENOMA
A pesar de los éxitos en la identificación de genes, QTL y
diferencias transcripcionales asociadas a diversos
comportamientos, la flexibilidad de comportamiento sigue
siendo un misterio. ¿Por qué puede cambiar rápidamente
en respuesta a los cambios del ambiente? Esta interacción
de gen por ambiente y su papel en la producción de
fenotipos conductuales variables sigue siendo un problema
importante sin resolver. La identificación de las
interacciones entre los genes, los ambientes y el ajuste de
flexibilidad tendrá muchas implicaciones importantes para
la biología básica y en los estudios clínicos del
comportamiento humano. El problema es simple, incluso
si las respuestas son complejas o están ocultas: ¿cómo
conciliamos el lento cambio de la genética (a través de
generaciones) con el rápido cambio de comportamiento
(en horas o minutos)?
Un área fascinante en la que se realizó un progreso
importante en este sentido es en la epigenética conductual.
Los estudios de epigenética se centran en modificaciones
químicas específicas del ADN y nucleosomas durante el
desarrollo. Estas modificaciones afectan la transcripción
genética de una manera específica de tejido.
Recientemente, se han aplicado principios de la
epigenética para explicar cómo algunas experiencias de
vida específica podrían conducir a resultados conductuales
diferenciales en un grupo de animales con secuencias de
algún modo idénticas de ADN. Aquello está más allá del
alcance de este capítulo para describir en detalle el estado
actual del conocimiento en el campo de la epigenética
dado que es relativamente nuevo y cambia rápidamente.
En su lugar, nos centraremos en un ejemplo muy bien
establecido del importante papel que desempeña la
epigenética en la herencia de comportamientos específicos
de humanos y animales.
La idea de que los cambios ambientales durante el
desarrollo podrían afectar el comportamiento de los
animales adultos es tan antigua como el debate entre lo
innato contra lo adquirido, aunque los mecanismos reales
que subyacen a tales relaciones funcionales todavía son
poco conocidos. Un ejemplo convincente es la herencia
epigenética de los comportamientos maternos en ratas. En
el 2004, Michael Meaney y sus colegas demostraron que
las ratas de laboratorio tenían dos estilos maternos. Un
tipo de madre exhibo un alto nivel de comportamiento de
acicalamiento y lamedura, mientras que el otro tipo
mostró niveles muy bajos de estos comportamientos. Estos
fenotipos alternativos parecen seguir las reglas
mendelianas simples: las hembras adultas siempre
presentan el mismo comportamiento que experimentan
siendo crías. Sorprendentemente, los experimentos de

crianza adoptiva cruzada en el que las crías fueron
cambiados al nacer, por lo que tendrían una madre
adoptiva (ambiental) y también una biológica (genético),
sugirieron que el ambiente de cuidado materno de las crías
hembras (no el genotipo de las madres biológicas)
determina su comportamiento como adultos. Este
enigmático caso de herencia no genómica se vio
impulsado por el ambiente de alto acicalamiento
experimentado por las crías, lo cual dio lugar a
modificaciones epigenéticas del ADN que codifica el
receptor de glucocorticoides, una proteína importante para
la regulación de comportamientos relacionados con el
estrés en el cerebro de los vertebrados. Tales
modificaciones condujeron a profundos cambios
espaciales y temporales en los patrones de expresión
cerebral de esta proteína. Estos estudios indicaron que el
genoma de la rata codifica potencialmente dos
comportamientos maternales alternativos y el que se
expresa es plásticamente dependiente de una oportunidad
de desarrollo crítico. El carácter luego se transfiere a
través de las generaciones como un rasgo fijo, siempre que
el entorno materno no cambie (por ejemplo, al ser
cambiado al nacer por un experimentador).
Investigaciones posteriores del mismo grupo sugieren que
los procesos similares también afectan el comportamiento
humano: las modificaciones químicas de ADN similares
de la versión humana del receptor de glucocorticoides en
el cerebro en respuesta al primer abuso infantil,
aumentaron la probabilidad de ansiedad y comportamiento
suicida en estos individuos siendo adultos. Estos estudios
indicaron que la epigenética es uno de los procesos
moleculares clave que vinculan las variaciones genéticas a
los cambios ambientales en el contexto del
comportamiento (Zhang y Meaney, 2010). Esta conexión
está respaldada por varios estudios recientes que han
demostrado un papel para procesos epigenéticos en
diversos fenotipos conductuales incluyendo el aprendizaje,
la memoria a largo plazo, la adicción a las drogas, la
personalidad y los diversos trastornos neuropsiquiátricos.
Los campos de la genética conductual y evolutiva
están ganando ímpetu como resultado de los avances
técnicos y teóricos en genética molecular. Este increíble
progreso debería conducir a una mejor comprensión de
cómo se mantiene la flexibilidad del comportamiento,
cómo evolucionan los comportamientos específicos, qué
papel desempeña el comportamiento en la especiación,
qué genes son esenciales para las funciones neuronales
normales y cuáles son las bases moleculares para las
patologías conductuales humanas.
Genes, cerebro y comportamiento 615
LECTURA COMPLEMENTARIA
Ben-Shahar Y., A. Robichon, MB Sokolowski y GE Robinson.
2002. Influence of gene action across different time scales on
behavior. Science 296: 741-744. Uno de los primeros
estudios para demostrar que el papel de genes específicos en
la afección del comportamiento puede ser estudiado en
organismos modelo genéticos no tradicionales como la abeja
melífera. Además, se demuestra que vías de señalización
moleculares específicas pueden afectar el comportamiento
análogo entre especies distantes.
Benzer S. 1967. Behavioral mutants of Drosophila isolated by
countercurrent distribution. Procedimientos de la
Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos 58:
1112-1119. La primera detección exitosa de genética para
identificar mutaciones unigénicas principales que afectan
un fenotipo conductual específico.
Mackay, T. F., E. A. Stone y J. F. Ayroles. 2009. The genetics of
quantitative traits: Challenges and prospects. Nature Reviews
Genetics 10: 565-577. Un artículo de análisis que describe
los enfoques modernos para comprender los rasgos
cuantitativos mediante el uso de herramientas de genética
molecular.
Hirsch J. 1963. Behavior genetics and individuality understood.
Science 142: 1436-1442. Un enfoque bien explicado sobre la
genética conductual.
Osborne K. A., A. Robichon, E. Burgess, S. Butland, R. A.
Shaw, A. Coulthard, H. S. Pereira, R. J. Greenspan y
M. B. Sokolowski. 1997. Natural behavior polymorphism
due to a cGMP-dependent protein kinase of Drosophila.
Science 277: 834-836. Uno de los primeros estudios que
muestra que las variaciones naturales unigénicas mayores
pueden tener efectos hereditarios dramáticos sobre un rasgo
conductual polimórfico naturalmente específico.
Robinson E. G., R. D. Fernald y D. F. Clayton. 2008. Genes and
social behavior. Science 322: 896-900. Un excelente análisis
del enfoque moderno para comprender el papel de los genes
y las variaciones genéticas en comportamientos sociales
complejos.
Weiner J. 1999. Time, Love, Memory: A Great Biologist and His
Quest for the Origins of Behavior. New York: Knopf. Un
galardonado libro que describe los primeros y fascinantes
días de la genética conductual en el laboratorio de Seymour
Benzer en el Instituto de Tecnología de California.
Zhang T. Y. y M.J. Meaney. 2010. Epigenetics and the
environmental regulation of the genome and its
function.Annual Review of Psychology 61: 439-466. Un
análisis que explica muy bien el papel de la epigenética
como un mecanismo para la integración del ambiente y los
factores genéticos de variaciones conductuales naturales a
través de individuos.