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— En el mundo siempre hay países que tienen más poder que otros. Y
los países que tienen más poder que otros tienden a mandar. Por lo tanto
tiende a haber países subordinados y países subordinantes. Y esto no
tiene que ver con la maldad intrínseca de nadie, sino con que el que
tiene poder tiende a que el otro no lo tenga, tiende a mandarlo. Esto
fue así desde el comienzo de la historia. El que más poder tiene puede
mandar por la vía de la fuerza, que es la forma más grotesca y que
menos les gusta porque es ineficiente en el largo plazo. O puede mandar
con la subordinación económica. Pero tampoco les gusta porque esa
subordinación económica causa siempre una alerta. Lo que ellos
prefieren es la subordinación ideológica cultural. Esa justamente
hace que la gente ignore que hay países subordinantes, países
subordinados. Esto no tiene que ver con el capitalismo, porque el mundo
marxista, cuando existía la Unión Soviética…
— …era lo mismo.
— Basta ver en qué condiciones está Cuba hoy para saber la clase
de dominación que padeció a mano de los soviéticos.
— Eso lo vio muy claro Eva Perón, cuando dijo: "La leyenda negra solo
puede tener lugar en la cabeza de los imbéciles o de los manipulados por
el poder británico". Hernández Arregui dijo: "La leyenda negra es la obra
más maestra de la política exterior británica". Y Abelardo Ramos:
"Señores, les guste o no les guste el 12 de Octubre nace una nación
nueva que tiene de lo antiguo y de lo nuevo". En realidad lo que se quiere
es borrar una de las raíces del pasado. Es como negar al padre o a la
madre. Eso es lo que se busca, para desconectarnos de la historia.
— Y la leyenda negra…
— Ahora, ¿por qué gana Trump? Por una razón muy sencilla, porque
hace 40 años que Estados Unidos se está desindustrializando, porque la
vieja burguesía norteamericana trasladó su producción industrial al Asia,
se transformó en una burguesía ya no norteamericana sino
transnacional, y generó 40 millones de pobres en Estados Unidos.
Millones de desocupados o trabajadores precarios porque el país se
desindustrializó. Entonces Trump es la expresión económica -un
análisis marxista lo vería clarísimo- de un proletariado que se ha
sumergido en la miseria y que quiere trabajo, tener dignidad, volver a la
fábrica. Eso es Trump, la expresión de millones de personas que han
quedado sin trabajo, del cinturón industrial de Estados Unidos, de los
estados del medio que no viven de los servicios como los de las costas.
Todos los que en la Argentina llamaríamos laburantes, eso es el
electorado de Trump, más allá del personaje. Tampoco tenemos que
decir si eso está bien o mal, ese es un problema de ellos. Pero sí
tenemos que saber que ese enfrentamiento que él encarna para
reconstruir el poder nacional de los Estados Unidos a nosotros nos
favorece. La pulseada con China nos da, o nos debería dar, un margen
de maniobra internacional como nunca hemos tenido en la historia.