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El oído
Revisado por: Rupal Christine Gupta, MD
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Escuche. Oiga lo que oiga (el zumbido de una computadora, sus hijos jugando en
el pasillo, un coche que pasa por la calle), lo puede oír gracias a sus oídos.
Oír es su función principal, pero no es todo lo que hacen los oídos. Estos delicados
órganos también requieren cuidado y protección, de modo que vamos a ver cómo
funcionan y qué afecciones y problemas les pueden afectar.
Hay mucho más en los oídos de lo que vemos a ambos lados de nuestras cabezas.
El oído consta de tres partes diferentes, que funcionan conjuntamente para captar
sonidos y transmitírselos al cerebro: el oído externo, el oído medio y el oído
interno.
El conducto auditivo, el canal hueco que llega hasta el tímpano, también pertenece
al oído externo. Las glándulas de la piel que recubren el interior del conducto
auditivo segregan cera o cerumen. Esta sustancia protege este conducto, porque
elimina la suciedad y ayuda a luchar contra las infecciones.
Para oír correctamente, la presión a ambos lados del tímpano debe ser igual.
Cuando usted sube o baja, cambia la presión del aire, y usted puede experimentar
la sensación de tener los oídos tapados mientras estos se van adaptando a esos
cambios. Los oídos son capaces de adaptarse gracias a un estrecho tubo,
denominado "trompa de Eustaquio", que conecta el oído medio con la parte
posterior de la nariz y actúa como una especie de válvula de escape, abriéndose
para mantener la misma presión a ambos lados del tímpano.
El oído medio también contiene los tres huesos más pequeños del cuerpo,
ubicados inmediatamente después del tímpano y conocidos conjuntamente como
"cadena de huesecillos". Son los siguientes:
Cómo oímos
¿Qué es un sonido?
Cuando algo vibra, provoca un sonido. La mayoría de los sonidos que oímos e
interpretamos son vibraciones en el aire (aunque pueden ocurrir en otros gases,
así como en los líquidos y los sólidos).
Cuando vibra un objeto, se dobla hacia dentro y hacia fuera. Al doblarse hacia
fuera, el objeto presiona las moléculas de aire que lo rodean. Estas moléculas, a
su vez, presionan las moléculas de aire adyacentes. La vibración generada se
desplaza hacia fuera de esta forma, como si se tratara de una oleada o de una
onda. Este proceso se denomina compresión.
Cuando el objeto se dobla hacia dentro durante la vibración crea un descenso en
la presión del aire que arrastra las moléculas de aire circundantes hacia el objeto.
Esto, a su vez, genera un nuevo descenso en la presión que arrastra hacia el
objeto las moléculas de aire adyacentes y así sucesivamente. Este proceso se
denomina rarefacción.
Estas ondas de cambio en la presión del aire (compresión y rarefacción) son lo que
oímos como sonidos.
Cuando una onda sonora llega al oído, la capta el pabellón auditivo que la dirige
hacia el conducto auditivo. El pabellón de la oreja, mediante su forma y sus curvas
características, nos ayuda a determinar la dirección de donde viene un sonido. Los
sonidos que proceden de lugares diferentes rebotan en el pabellón de formas
diferentes. El cerebro es capaz de identificar estas diferencias y de decidir si el
sonido procede de delante o de detrás del cuerpo.
Una vez dentro del conducto auditivo, las ondas sonoras hacen vibrar al tímpano,
que es muy sensible. El músculo tensor del tímpano, que está unido a esta
membrana, la mantiene muy tirante. Por lo tanto, el tímpano vibra íntegramente,
independientemente del lugar donde toque la onda sonora. Esto permite que esta
membrana detecte hasta las más leves fluctuaciones en la presión del aire.
La cóclea está llena de líquido y contiene miles de fibras diminutas que detectan
las ondas sonoras. Estas fibras son cortas y rígidas en algunas áreas y más largas
y flexibles en otras, lo que ayuda a que cada célula detecte determinadas
frecuencias (o tonos).
Cuando las ondas sonoras llegan a la cóclea y alcanzan las fibras, estas emiten
una descarga de energía. Esta descarga de energía es detectada por el órgano de
Corti, una estructura que recubre el interior de la cóclea y que contiene miles de
células pilosas. La energía liberada es lo bastante fuerte como para mover estas
células.
El órgano de Corti envía al cerebro impulsos eléctricos que informan sobre qué
células pilosas (y cuántas) se han movido. Esta información ayuda a la corteza
cerebral a determinar la frecuencia (tono) y el volumen del sonido. Por lo tanto,
cuando una persona oye un ruido muy fuerte es porque una descarga de energía
muy potente ha afectado a más células pilosas del órgano de Corti.
Problemas que pueden afectar al oído
Por lo expuesto que está el oído externo a los elementos y por la conexión
existente entre el oído medio y la nariz a través de la trompa de Eustaquio, hay
bastantes cosas que pueden afectar al oído y conllevar pérdidas auditivas.
Afortunadamente, la mayoría de estas afecciones se pueden tratar de forma eficaz
cuando se detectan pronto.
Hay un dicho inglés que afirma que no debemos meternos nada en los oídos
excepto el codo. Solo es una broma, pero encierra una gran verdad. Introducirse
objetos, como bastoncitos de algodón o uñas, en el oído puede lesionar el
conducto auditivo, empujar el cerumen hacia partes más profundas del oído e,
incluso, perforar el tímpano. Si tiene problemas para extraer el cerumen del
conducto auditivo de su hijo, pida ayuda a su pediatra.