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Cátedra Unesco

en Comunicación
y Cultura de Paz
A prueba del otro
Eric Landowski
(traducción: Desiderio Blanco)

Recibido: 13/7/2016
Aprobado: 2/8/2016

Resumen. Delimitar un campo de estudio y fijar un corpus de textos que


servirán de base al análisis no son las únicas tareas que enfrenta la semiótica.
Hay otra dimensión, la de la intersubjetividad, que plantea interesantes
problemas entre el analista semiótico y sus fuentes de información. Esa
otredad tiene un marco ético, de cuyo riguroso cumplimiento depende el
estudio de un determinado asunto sin caer en estereotipos ni deformaciones.
Se trata, pues, de superar la mirada unívoca y excluyente del investigador para
dar paso a la voz del otro, a ese espacio simbólico de diálogo e intercambio
cultural que enriquece perspectivas y establece corrientes de empatía entre el
estudioso y su objeto de estudio.
Palabras clave: semiótica / antropología / otredad / intersubjetividad / análisis

Otherproof

Abstract. Delimiting a field of study and fixing a corpus of texts that will
serve as the basis for the analysis are not the only tasks facing semiotics.
There is another dimension, that of intersubjectivity, which raises interesting
problems between the semiotic analyst and his sources of information. That
otherness has an ethical framework, whose rigorous compliance depends on
the study of a certain matter without falling into stereotypes or deformations.
It is therefore a question of overcoming the univocal and exclusive view of
the researcher, to give way to the voice of the other, to that symbolic space
of dialogue and cultural exchange that enriches perspectives and establishes
currents of empathy between the student and his object of study.
Keywords: semiotics / anthropology / otherness / intersubjectivity / analysis

Contratexto n.o 26, julio-diciembre 2016, ISSN 1025-9945, pp. 13-29


Eric Landowski

1. En busca del objeto adecuados para la clausura del campo

L
de observación. En la antropología, el
a semiótica y la antropología no problema correspondiente concierne
solo tienen en común, en un pla- a la definición de la conducta que se
no muy general, la ambición de ha de observar sobre el terreno, con
circunscribir aquello que constituye al vistas a la recolección de los datos. Sin
mismo tiempo la unidad y la diversi- embargo, en conjunción con esas cues-
dad de las formas del entendimiento y tiones iniciales por resolver sobre el
del imaginario humanos. Comparten punto de vista metodológico, surgen
también, por lo menos en sus versio- dificultades más arduas en un segun-
nes de inspiración estructural, la idea do plano, de orden teórico, y hasta
según la cual la realización de ese epistemológico. Ellas también se pue-
proyecto pasa por el recurso a proce- den formular, a grandes rasgos, en los
dimientos de análisis empírico, aplica- mismos términos para ambas discipli-
dos a objetos que tienen, como se dice nas. Tienen que ver con una paradoja
en semiótica, el estatuto de “manifes- bastante conocida.
taciones”. Poco importa que se trate Por un lado, para analizar un
de textos o de prácticas (de “mitos” corpus o interpretar datos es pre-
o de “ritos”), de obras artísticas o de ciso, obviamente, que estos hayan
productos de la industria, de compor- sido previamente recogidos, puesto
tamientos individuales o de usos co- que constituyen los elementos que el
lectivos, de normas o de instituciones, investigador va a analizar o a interpre-
siempre que presenten un carácter ob- tar. Pero, por otro lado, dado que no se
servable, articulado y, por lo tanto, sig- puede recoger determinado elemento
nificante. Incluso para emprender una sin descartar otros, o sea, sin elegir una
investigación determinada, es preciso posibilidad entre muchas otras, la se-
fijar cuáles, entre la infinita variedad lección que uno efectúa ya implica, por
de manifestaciones que se ofrecen, son sí misma, una manera determinada de
las que se consideran pertinentes. organizar lo real, segmentándolo. La
De ahí un primer problema, de or- selección que se hace constituye por lo
den puramente práctico en apariencia, tanto el equivalente de un primer aná-
pero cuyas implicaciones son cruciales lisis y de una interpretación implícita.
para ambas disciplinas. En semiótica, Dicho de otro modo, ni los procedi-
se trata de la constitución del corpus, mientos concernientes, en semiótica, a
es decir, de la elección de los textos- la delimitación de un corpus textual o
objetos y de su delimitación, o bien, la clausura de un espacio de interacción
cuando el análisis recae no sobre tex- tomado por objeto, ni aquellos relativos
tos sino sobre prácticas (como sucede a la constitución de los datos para una
corrientemente en el caso de la socio- investigación antropológica, son ope-
semiótica), de la búsqueda de criterios raciones neutras respecto del trabajo

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de análisis o de interpretación “pro- de un antropólogo, el cual, como se


piamente dicho”, que, según el buen sabe, partiendo también de las cate-
sentido, debería seguir cronológica- gorías con cuya ayuda el informador
mente. ¿De qué tipo son, entonces, los (en este caso, el “indígena”) describe
criterios posibles para fijar el objeto? su propia cultura, trata de superarlas
Muy a menudo, ante esa cuestión con vistas a dar cuenta de ellas en un
–manera cómoda de eludirla, más bien plano teórico más general.
que de resolverla–, la segmentación Dicho de otro modo, la postura
de lo real con la cual el investigador epistemológica adoptada depende
se contenta no es otra que aquella que del tipo de relación que el investiga-
le proporciona el grupo social que to- dor establece con su informador, de
ma, espontáneamente o por elección conformidad con el tipo de rol que
deliberada, como su “informador”. le atribuye. Según la perspectiva se-
Por ejemplo, cuando un semiótico miótica, puede desempeñar el papel
emprende la tarea de desarrollar una de “informador” cualquier instan-
semiótica de la “literatura”, y para eso cia susceptible de ser constituida en
decide analizar determinadas obras fuente de saber por iniciativa de algún
consideradas como literarias, ¿qué ha- observador. Hasta las cosas inanima-
ce sino identificar el “objeto literario” a das –un paisaje, la topografía de una
partir de los criterios de reconocimien- ciudad– tienen, pues, semióticamen-
to vigentes en los medios académicos te, vocación de informadores puesto
o en los de la crítica? Es decir que para que, por el simple hecho de aparecer,
construir su corpus, se confía en las dicen algo de sí mismas desde el mo-
autoridades informadas, y no en criterios mento en que alguien posa su mirada
semióticos –y con razón, pues por hi- sobre ellas. De la misma manera, co-
pótesis, en ese estadio, tales criterios mo sabemos por experiencia, nuestro
no existen todavía. Tal vez no haya rostro cumple, independientemen-
otro punto de partida posible, pero el te de nuestras intenciones y muchas
trabajo semiótico no comenzará antes veces a pesar nuestro, el rol de un
del momento en que el investigador informador para otro en la medida
trate de sustituir los criterios que le en que, interpretándolo desde el exte-
ofrece su informador social por una rior, cada cual puede (acertadamente
definición semiótica de la “literarie- o engañándose) leer en él la expre-
dad”. ¡Tarea de largo aliento, como es sión de nuestros supuestos estados de
sabido! A menos que dicho semiótico ánimo. En cambio, en antropología,
se proponga, más modestamente, dar conforme al uso lexical corriente, el
cuenta de la manera como la cultura término “informador” se emplea pa-
considerada construye, ella misma, la ra designar un tipo de actores más
noción de objeto “literario” –en cuyo restringido, a saber, una clase de su-
caso su trabajo se acercaría mucho al jetos dotados a la vez de competencia

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cognitiva y de intención, y de los significación profunda detrás de las


cuales, en determinadas condiciones, manifestaciones producidas en for-
otros sujetos, a su vez cognitivos e ma de textos, de objetos materiales,
intencionales –simples curiosos o en- de comportamientos o de prácticas, o
cuestadores profesionales–, pueden simplemente de respuestas a las pre-
esperar la comunicación de una parte guntas de algún investigador.
del saber que se supone que poseen. La problemática alternativa se fun-
En la tensión entre esas dos acep- da, al contrario, en la idea de que la
ciones de la noción de informador se comprensión del otro y de las mani-
centra el problema de la construc- festaciones significantes que produce
ción del objeto de análisis de las dos no puede resultar más que de un diá-
disciplinas consideradas. Tenemos logo entre observador e informador
ahí, en efecto, el esbozo de dos re- –mejor, de una verdadera interacción
gímenes epistémicos que, aunque entre analizante y analizado. Según
muy diferentes y hasta opuestos en- esa perspectiva, en lugar de obser-
tre sí, impregnan las prácticas de var al otro a distancia como si fuese
investigación de una y de otra disci- un objeto, se le otorga plenamente el
plina. Ambas están oscilando entre estatuto de un sujeto. Y frente a él, el
dos problemáticas posibles para la analizante tiene que comprometerse
construcción del saber: por un lado, en una relación de tipo intersubjeti-
una visión clásica, con carácter ob- vo. Esa opción, particularmente cara
jetivante, y por otro, una concepción a los antropólogos “postestructura-
intersubjetiva. Durante mucho tiem- listas” aunque no únicamente a ellos,
po, en el marco de la antropología comporta, para el analizante, un ries-
más clásica y de la semiótica estruc- go: puede llegar hasta olvidar que
tural, se consideró que solo la mirada su objetivo reside en dar cuenta del
del investigador tomaba parte activa sentido de las acciones o de los discur-
en la construcción del objeto de cono- sos que encuentra, y termine por no
cimiento, mientras que el “otro” –el preocuparse más que de sus propias
informador– era reducido al estatuto reacciones y de sus estados de ánimo
de un no-sujeto: el “salvaje” (el “pri- frente al otro. ¡Sustituir por un pro-
mitivo”), el autor de un texto literario, ceder introspectivo de ese género los
o, más generalmente, el actor social procedimientos analíticos de antaño
“no saben”: no conocen ni pueden sería reducir el trabajo del antropólo-
conocer la razón de lo que piensan, y go o del semiótico a bien poca cosa!
no tienen cómo dar cuenta de lo que Se trata, en cambio, de considerar que,
hacen. Solo el sabio, apoyado en su en el frente a frente entre analizante
posición exterior, está en condiciones, y analizado, cada uno pone a prueba
por medio de análisis metódicamente al otro, no psicológicamente sino en
conducidos, de alcanzar un nivel de el plano de sus principios respectivos

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de comprensión del mundo, de tal palabra “informador”! Hoy en día,


modo que, por un proceder dialéctico muchos antropólogos, y también al-
próximo a aquellos, familiares a los gunos semióticos (o sociosemióticos),
fenomenólogos, la interacción entre aunque traten de mantenerse a una
“sujeto” y “objeto” pase a ser el pro- distancia objetivante, están, al mismo
pio lugar de emergencia de un sentido tiempo, conscientes de su propia impli-
nuevo –un sentido que, sin pertenecer cación en la relación con su “objeto”,
específicamente ni a uno ni a otro, no es decir, en la mayor parte de los ca-
puede resultar más que de las modali- sos, directa o indirectamente, con otro
dades de su encuentro. sujeto. También ellos juegan “en los
Lo que cambia cuando se pasa de dos tableros”. No lo hacen por amor al
un polo de la alternativa al otro es, en- compromiso ni por debilidad metodo-
tonces, la naturaleza del conocimiento lógica, sino porque la tensión entre los
que se intenta lograr: por un lado, un dos polos de la alternativa forma parte
saber unilateral sobre el otro y, por así de los datos constitutivos de nuestras
decirlo, a pesar suyo, y por el otro, investigaciones en las ciencias huma-
un saber interaccionalmente elabora- nas (Landowski, 1999).
do con él como sujeto. Por supuesto, Lejos de reducirse a un mero de-
siempre es posible no tener en cuen- bate académico, el problema afecta
ta dicha tensión y optar por un polo por lo tanto a las condiciones y a la
o por el otro, es decir, por una forma significación del trabajo mismo de
u otra de reduccionismo: o regresión a investigación. Eso nos incita a con-
un positivismo cuyos límites son sufi- frontar dos estudios emanados,
cientemente conocidos o, al contrario, respectivamente, de una y otra disci-
fuga hacia un puro subjetivismo (el plina, y ambos intentan dar testimonio
“deconstruccionismo”). Sin embargo, de una visión dialéctica –y no categó-
las cosas serían demasiado simples rica. Se trata, por un lado, del libro de
si la opción se planteara en términos Paul Rabinow Un ethnologue au Maroc
tan categóricos. En realidad, basta con (1988), “reflexión sobre un trabajo de
observar las prácticas de los investiga- campo” que ilustra la complejidad
dores en ambos campos disciplinares de los regímenes de sentido y de in-
para constatar que las dos concep- teracción que entran en juego en la
ciones, por más que se opongan en construcción de cierta forma de saber
términos epistemológicos, cohabitan antropológico a través del encuen-
en el plano de las diligencias heurís- tro con el otro; y, por otro lado, de
ticas, dando lugar a toda suerte de un modelo que hemos elaborado, en
procedimientos de búsqueda y de términos semióticos, para pensar la
interpretación de carácter híbrido. articulación entre varios regímenes
¡No solo nosotros nos permitimos ju- de construcción del sentido en la in-
gar con las distintas acepciones de la teracción (Landowski, 2005).

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Eric Landowski

2. Regímenes de interacción bio, preferirán fiarse de su intuición,


de su olfato, de su capacidad de sen-
El modelo interaccional que propo- tir en el momento mismo, en acto, los
nemos ha sido construido a partir pormenores de una situación o las
del esquema narrativo propuesto disposiciones íntimas de aquellos con
por Greimas, con vistas a ampliarlo1. los que entran en relación, dispues-
Para introducirlo, comencemos por tos a ajustarse a ellos y a sacar el me-
algunas generalidades. Cualquiera jor partido posible de la interacción,
que sea el proyecto que pretendamos “cogiendo la ocasión por los cabellos”.
realizar, el problema que queramos Otros, finalmente, descartando toda
resolver o el asunto que deseemos idea de plan previo, de cálculo o de
llevar a cabo, es un hecho empírica- sintonía con el otro, creerán que es
mente constatable que cada cual, en más seguro atenerse a su buena estre-
la vida cotidiana y a fortiori en los lla, a la suerte, y se contentarán con
momentos más graves, se siente incli- cruzar los dedos, esperando algún feliz
nado (en función de su cultura o de accidente que la providencia habrá
alguna idiosincrasia personal) a pri- destinado para ellos.
vilegiar cierto estilo de acción, un mo- Retomando la expresión de Mer-
dus operandi determinado, un tipo de leau-Ponty, estas son otras tantas
“estrategia” de preferencia a tal otro. maneras de estar en el mundo, que
Algunos, por ejemplo, no sintiéndose corresponden, cada una, a un modo
a gusto más que en un ambiente bien específico de construir el “sentido
ordenado, soñarían con poder progra- de la vida” y se traducen en estilos
mar tanto el comportamiento de los de conducta diferenciados en rela-
que los rodean como el orden de las ción con los objetos, con los otros y
cosas a fin de asegurar hasta el mí- consigo mismos. Si esas varian-
nimo detalle el control del desarrollo tes comportamentales resultasen
de la más pequeña operación en la simplemente de determinaciones psi-
que se hallan implicados. Otros, al no cológicas, lo único que tendríamos
ver por todas partes más que maqui- que hacer sería constatarlas. Pero los
naciones y complots, pensarían que regímenes de sentido y de interacción
no podrían llegar a obtener sus fines a los que corresponden se articulan
sino manipulando, con los rodeos que unos con otros, como vamos a verlo,
fuesen necesarios, a aquellos con los en función de principios estructura-
que tienen que tratar. Otros, en cam- les que nada deben a la psicología. Es

1 Para una presentación de los elementos de base de la gramática narrativa, véase Greimas/
Courtés (1979), en particular, las entradas: “Narratividad”, “Sujeto”, “Sintaxis narrativa”.

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eso lo que los vuelve semióticamente potencialidades de una situación, de


analizables. Sin embargo, entre esos volver en ventaja la propensión de
modos de actuar que nos resultan in- las cosas y de las gentes, de captar
tuitivamente familiares, la semiótica y de explotar de improviso el kai-
narrativa clásica no había reconocido rós –llamémosle el oportunista– ni el
ni tematizado más que dos: la “pro- fatalista decidido a someterse cues-
gramación”, por lo que refiere a las te lo que cueste a lo que le acontece,
acciones sobre las cosas, y sobre to- encontraban lugar en aquel marco.
do la “manipulación”, entre sujetos. La observación de la interacción, y
Examinando cómo funcionan esos en primer lugar la experiencia mis-
regímenes, es fácil observar que el ma que todos tenemos de ella, nos
primero se funda en un principio ge- obligaban no obstante a tomarlos se-
neral de regularidad –principio que se mióticamente en cuenta. Para poder
manifiesta por la inmutabilidad de analizar, por poco exhaustivamente
los roles asignados a los protagonis- que sea, el abanico de los regímenes
tas de la acción y que garantiza (en de construcción del sentido que las
principio) la eficacia de nuestras in- prácticas relacionales efectivas supo-
tervenciones sobre el mundo que nos nen, era, pues, indispensable ampliar
rodea– y que el segundo tiene por ba- el alcance de la gramática narrativa.
se un principio de intencionalidad, en De ahí nuestra iniciativa de intro-
función del cual los partícipes de la ducir al lado de los dos regímenes
interacción se definen, y se reconocen “estándar” ya mencionados –y que,
recíprocamente, en cuanto sujetos si pierden su monopolio, no por eso
dotados de “competencias modales” pierden nada de su pertinencia–, dos
variables (del tipo del querer, creer, regímenes de interacción complemen-
saber, poder). De ese modo, la gramá- tarios, fundados, respectivamente, en
tica narrativa ha puesto en lugar de un principio de sensibilidad y en un
honor la figura del manipulador, y ac- principio de suerte: el régimen del
cesoriamente, la del programador. “ajuste” al otro, cualquiera que este
En cambio, ni el sujeto que confía sea, y el régimen del “asentimiento” a
en su capacidad de sentir in vivo las los decretos de la suerte:

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Eric Landowski

Cuatro regímenes
de sentido y de
interacción

Hacer ser

Hacer advenir Hacer sobrevenir


Régimen de
interacción Régimen de
fundado en interacción
la regularidad: fundado en
la programación la suerte:
(Estrategias del el asentimiento
«programador») (Estrategias del
«fatalista»)

Régimen de interacción
Régimen de interacción
fundado en
fundado en
la intencionalidad :
la sensibilidad :
la manipulación
el ajuste
(Estrategias del
(Estrategias del
«manipulador»).
«oportunista»).

Hacer sentir
Hacer querer

Hacer hacer

Formando sistema y con vocación dado que este modelo tipológico cum-
de articularse y de combinarse entre sí, ple también la función de diagrama
las cuatro fórmulas a las que así llega- topológico (lo cual se trata de indicar
mos permiten, a nuestro modo de ver, con el trazado orientado de la elipse),
dar cuenta de la variedad y del carác- ¿cuáles podrían ser los recorridos que
ter generalmente heteróclito, híbrido, el encuestador efectuaría si por fuerza
polivalente de las prácticas interaccio- de las circunstancias o en función de
nales observables en los campos más los contextos se ve llevado a cambiar
diversos, incluido el de la construcción de posición y a pasar de un régimen a
del objeto de conocimiento en nuestras otro? Más ampliamente, ¿en qué medi-
disciplinas con pretensiones científicas. da las estrategias relacionales definidas
En el interior de ese dispositivo, por la sintaxis del modelo y las postu-
¿cuál podría ser el lugar del etnógrafo? ras que cada una implica frente al Otro
¿El de un hábil manipulador? ¿El de un permiten dar cuenta de niveles especí-
sutil oportunista? ¿Qué más? O bien, ficos, de concepciones particulares o de

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momentos determinados que afectan a Paul”, el narrador. Su principio común


la praxis etnoantropológica en cuanto es simple e inmediatamente deducible
búsqueda de saber? de la combinatoria que el modelo nos
Para responder, al menos en parte, invita a construir. Para que haya inte-
a este género de cuestiones, nos apo- racción es necesario, como mínimo,
yaremos ahora en la lectura del libro que existan dos actores; si postulamos
ya citado de Paul Rabinow, cuyo inte- que cada uno de ellos privilegia nece-
rés radica para nosotros en el hecho sariamente un régimen de sentido y un
de que se sitúa a medio camino entre modo de interacción determinado (sea
el relato de una “experiencia vivida” y de manera general, sea en determina-
la reflexión de orden epistemológico –o da situación concreta), podemos definir
mejor, porque logra articular con éxito deductivamente una serie de esquemas
y con finura las dos hojas de ese díptico. de encuentro virtuales (dieciséis para
ser precisos) haciendo el inventario de
las combinaciones posibles, dos a dos,
3. Un epistemólogo en acto entre el estilo estratégico que adoptará
uno de estos actores y aquel –idéntico
Al hilo de la narración, el autor –o más o diferente– que guiará la respuesta
exactamente el narrador, tal como se del otro. Es previsible que de cada uno
pone él mismo en escena– encuentra de esos esquemas resultarán efectos
una serie de informadores potencia- de sentido distintos y, al mismo tiem-
les. Con algunos de ellos, el encuentro po, efectos pragmáticos diversificados,
fracasa de inmediato. No debemos por desde el éxito casi garantizado hasta el
eso ignorarlos. La confrontación del fracaso asegurado.
texto de Paul Rabinow con nuestro Sin entrar en el detalle de tal cálcu-
modelo sería sesgada si no tomásemos lo, admitamos, por ejemplo, que para
en cuenta más que algunos elemen- que las conductas de un adepto al ré-
tos del primero, pasando los otros en gimen de la programación tengan las
silencio. Además, el sistema de com- mejores oportunidades de éxito en el
patibilidades e incompatibilidades en- plano pragmático sea necesario (y pro-
tre los regímenes interdefinidos en el bablemente suficiente) que vayan al
marco de este modelo nos permite, en encuentro de un “partenaire” a su vez
particular, esbozar una teoría del error ya programado (como una computa-
estratégico, del quid-pro-quo, del equí- dora) o, por lo menos, “programable”
voco, en breve, de la interacción fallida (como el perro de Pavlov); que, igual-
(Landowski, 2005, pp. 54-55). Comen- mente, un manipulador, para estar
cemos entonces por los fracasos y los seguro de tener éxito, necesita inter-
encuentros abortados. locutores algo “manipulables”; y así
Richard, Ibrahim, Mekki: otras tan- sucesivamente. Tales concordancias
tas decepciones para nuestro héroe, “M. no tienen nada de excepcional. Sin

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embargo, no siempre podemos elegir ellos: por lo menos en lo que concierne


con quién vamos a interactuar. ¿Qué a sus relaciones con un visitante ex-
pasará entonces cuando un programa- tranjero de su género, no son más que
dor tenga que enfrentar a un fatalista, a no-sujetos, es decir, actores de compor-
un oportunista o a un manipulador? O tamiento rígidamente programado.
recíprocamente. Debemos esperar sin Ahora bien, si entre dos interlocuto-
duda que, en tales casos, se presenten res, uno u otro –aquí es el informador,
desengaños de tipos cualitativamente en otro momento podría ser el encues-
diferenciados, en función de la diversi- tador– se encierra en el marco de una
dad de mal-emparejamientos posibles programación discursiva determina-
entre los regímenes a los que se some- da, eso evidentemente afecta el estatuto
tan, respectivamente, cada una de las de la información transmitida y, desde
dos partes enfrentadas. un punto de vista antropológico, a su
Los infortunios de M. Paul proce- valor. Un “buen” encuestador debería
den sistemáticamente de uno de esos por lo tanto ser capaz, al menos, de
diversos casos previsibles. Como buen dos cosas: de identificar las respues-
etnógrafo, no está dispuesto a con- tas prefabricadas que se le ofrecen, y
tentarse con informaciones fijadas en de encontrar (cuando sea posible) los
discursos convencionales que le pa- medios de sustituir las relaciones in-
rezcan preprogramados por el medio tersubjetivas convencionales que su
ambiente. Lamentablemente, Richard, postura profesional tiende a suscitar
la primera persona con la que entra en por un régimen de interacción más
contacto, solo sabe repetir indefinida- abierto, que le permita obtener del
mente los mismos clichés sobre la vida encuestado un discurso más libre y,
local. Ibrahim, a continuación, con el como consecuencia, con un poco de
que cuenta para iniciarse en el árabe, suerte, más ilustrativo. Recíproca-
se muestra orgulloso de su lengua, pe- mente, un “buen” informador sería
ro su enseñanza se reduce al recitado aquel que, siendo capaz, primero, de
de listas del vocabulario halladas en reconocer el carácter convencional de
un viejo manual. En cuanto a Mekki, las preguntas que un etnógrafo dema-
sin el menor intento por distanciarse siadamente programado (demasiado
de su propio universo social y cultu- inclinado a seguir al pie de la letra los
ral, permanece prisionero de esquemas manuales de método y las guías de
dogmáticos por todos aceptados. Al ca- comportamiento en el trabajo de cam-
bo de muy poco tiempo, el etnólogo se po) se sentiría obligado a proponer a
da cuenta de que sería en vano esperar su interlocutor –el encuestador– plan-
que tales interlocutores pudieran inte- tearse a sí mismo preguntas menos
resarse en el género de intercambios manoseadas y dirigirle –a él, el encues-
intelectuales que él busca, ya sea tra- tado–, preguntas menos aburridas y
tando de manipularlos o de ajustarse a tal vez, por eso mismo, más juiciosas.

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No nos detendríamos en la idea, un norma ordinaria de conducta, nin-


tanto impertinente aunque rigurosa- guna programación del tiempo, de
mente lógica, de una tal inversión de la acción, del discurso tenía lugar:
roles, si el relato de Paul Rabinow no nuestro héroe se encuentra transpor-
hubiera subrayado hasta qué punto el tado a un mundo en los antípodas
encuestador necesita una participa- de la regularidad tranquilizante de
ción activa del encuestado para que el la vida cotidiana, un mundo donde
intercambio sea fructuoso. Veamos a todo-es-posible, donde el accidente fe-
ese respecto qué sucede en los encuen- liz, el que se consiente de antemano,
tros del narrador con Ali, con Rashid, puede ocurrir: “nos dejábamos llevar
y luego con Malik, y finalmente con simplemente por la ola de los aconte-
Driss ben Mohammed. cimientos”. No se podría ilustrar de
“Ali era un informador excelente”. mejor manera eso que llamamos régi-
El texto lo describe como un hombre men del asentimiento a la suerte.
de carácter, de espíritu y de compor- El “sentimiento de euforia y de
tamiento muy libres (a tal punto que amical complicidad” experimentado
se halla socialmente marginalizado), con ocasión de esa idílica jornada por
y siempre lleno de iniciativas. ¡Es ca- los dos compinches (que no dejan de
si un pequeño bandido! “M. Paul” le ser por eso, uno frente a otro, “el etnó-
debe, sin embargo, mucho, incluso en logo” y su “informador”) contribuirá
el plano a primera vista extraprofe- a reforzar entre ellos un lazo ya esta-
sional. Guiado por él, pasará “el día blecido en el marco de otro régimen
más bello” que podría pasar en Ma- más prosaico: el de la manipulación re-
rruecos (Rabinow, 1988, pp. 64-70). Ese cíproca. El relato no ofrece precisiones
día, a Ali se le ocurrió la idea de invi- sobre la manera como el etnólogo ob-
tarlo a un paseo de montaña con dos tiene día a día la cooperación de Ali.
de sus amigas, durante el cual se va Se limita a evocar las motivaciones
dejando llevar a una “experiencia sor- generales, “sobre todo pragmáticas”
prendente”, con la que irá perdiendo según él, que supone en el otro, y que,
poco a poco, con arrobamiento, todas por lo demás, serán las mismas que se
sus referencias habituales: “No sabía darán después en los casos de Malik
adónde íbamos […] me daba cuenta y de Rashid: a cambio de su colabora-
de que las secuencias no obedecían a ción con el antropólogo, cuentan con
ningún plan, no tenían ninguna co- un pequeño ingreso, eventualmente
herencia, que las orientaciones y las con alguna ayuda o servicio (en un
relaciones causales eran engañosas momento dado, M. Paul tendrá que
[…]; sentía un júbilo creciente, como si servir de chofer a casi toda la aldea) y
abandonásemos toda inhibición per- con cierto “aire” de prestigio ante sus
sonal, toda convención social”. En una familiares y conocidos (sobre todo en
palabra, “era la aventura”. Ninguna el caso de Rashid, que “se pavonea

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con la notoriedad adquirida por su régimen de la manipulación al régi-


trabajo con el etnólogo”). men del ajuste, régimen más arriesgado
A ese estilo de relaciones interper- en el que la interacción se juega con
sonales corresponde de nuevo una frecuencia en los límites del accidente.
delimitación bastante precisa de la na- Ali revela ser excelente en ese contexto
turaleza y del valor de la información relacional. Y el etnógrafo se muestra a
recogida por el etnólogo. Con Rashid, su altura, especialmente en ocasión de
y más aún con Malik –con este último, un incidente que aquí es preciso resu-
ese régimen de intercambios adquiri- mir (Rabinow, 1988, pp. 48-55).
rá la forma de un verdadero contrato, Ali, una vez más, había invitado a
renovable mes a mes–, la colaboración monsieur Paul a acompañarlo, en este
difícilmente superará los límites de un caso a un matrimonio. Le había pro-
trabajo “bastante mecánico” referido a metido que no se detendrían mucho
tareas “bien delimitadas”, tales como tiempo. Pero esa promesa no será cum-
el trazado de las genealogías, la des- plida: una vez en el lugar, mientras
cripción del régimen de propiedades, que la fiesta se prolonga hasta altas
de la red de irrigaciones o del sistema horas de la noche, el etnólogo espe-
de parentesco. Dicho de otro modo, ra, se aburre, se irrita y su irritación
ambos interlocutores se mantienen crece a medida que las horas pasan.
en el marco de una epistemología ob- Después de lo cual, ya en el camino
jetivante de estilo clásico, y eso en la de retorno, al volante, enfurruñado,
misma medida en que la interacción se le pregunta Ali: “¿Estás contento?”. Y
inscribe estrictamente en el marco de luego insiste: “Pero ¿por qué estás de
relaciones contractuales. Mejor aún, mal humor?”. Y finalmente, después de
cuanto más formalizadas son esas re- otra repetición, abre la puerta del carro
laciones, más estrecho resulta el marco y amenaza saltar en marcha: “Si estás
epistemológico del trabajo de encuesta descontento, entonces regreso a pie”. El
llevado en pareja. etnólogo detiene el automóvil, lo deja
Por el contrario, con Ali se trata de bajar y arranca sin él –la muerte en el
un lazo de afinidad recíproca, de orden alma: ¿la desavenencia será definitiva?
puramente “amical”, la cual, a pesar de En términos narrativos, la provoca-
algunas desavenencias pasajeras, va a ción, de la que tenemos aquí un buen
estrecharse y a expandirse a base de ejemplo, constituye una de las figuras
“relaciones de reciprocidad libres y de la manipulación. En la ocurren-
sin coerciones, un tanto indefinidas”. cia, sin embargo, Ali no trata de hacer
En ese marco, Ali aportará al etnólogo hacer a M. Paul nada en particular, y
una ayuda decisiva para profundizar ciertamente no pretende obtener que
la problemática que le preocupa. En lo haga bajar del auto. Desafiándolo a
términos de nuestro modelo, esa nue- que lo abandone en pleno descampa-
va forma de relación nos hace pasar del do, no busca ningún objetivo de orden

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A prueba del otro

pragmático. Su única meta es ponerlo asentimiento anticipado al accidente


a prueba, medir su grado de resisten- eventual, representa al contrario de
cia, evaluarlo en cuanto partícipe de una manera general un dato cons-
una interacción que podrá terminar titutivo de ese régimen de “ajuste”
allí mismo si el otro no se muestra a la en el que, por construcción, las po-
altura, o bien, al contrario, constituir tencialidades de la interacción no se
un nuevo punto de partida si revela revelan plenamente más que al borde
ser capaz de responder adecuadamen- de la ruptura posible entre los prota-
te a su gesto. Un poco por azar, resulta gonistas. De hecho, después de ese
que la firmeza de la que el antropólogo enfrentamiento que hubiera podido
da testimonio con su reacción consti- terminar en una ruptura definitiva, los
tuía la buena respuesta –la respuesta lazos entre los dos hombres, en lugar
justa– desde el punto de vista de su de distenderse, se estrechan más: “a
copartícipe. Por su intransigencia, mon- partir de entonces, fuimos los mejores
sieur Paul permite en efecto que Ali amigos del mundo”. Y eso no deja de
sienta que tiene frente a sí un hombre, tener consecuencias en el plano de la
si se puede decir, de su propio temple. búsqueda etnográfica: “Solo después
La manipulación no era más que una de aquel incidente, Ali comenzó a re-
suerte de trampa, un procedimiento velarme dos aspectos de su vida que
táctico subordinado a un fin estratégico hasta ese momento había disimulado”.
que lo sobrepasaba. Solo habrá servido Sin embargo, la tarea de un et-
para atestiguar la posibilidad de un nógrafo no consiste simplemente
ajuste entre dos hexis, entre dos mane- en establecer buenas relaciones con
ras de ser-en-el-mundo2. sus informantes, lo que equivaldría
“En otra situación, tal vez mi gesto a retribuir con unas sonrisas las “re-
sería considerado irreparable. Pero en velaciones” puntuales que hubieran
Marruecos, jugar con el fuego es algo aceptado hacerle. Lo que más importa
usual, cotidiano, y usarlo con fineza, es el hecho de que, aquí, una vez más,
una necesidad vital”. A decir verdad, el paso de un régimen de sentido y de
no solo en Marruecos es preciso “jugar interacción a otro conlleva un salto
con fuego” para que dos sensibilida- cualitativo que concierne también a
des, dos temperamentos o incluso dos las modalidades de interacción entre
espíritus (por poco vivaces que sean) encuestador y encuestado en el plano
lleguen a ajustarse mutuamente. La cognitivo mismo. A partir del momento
aceptación del riesgo de catástrofe, el en que dos copartícipes han probado,

2 El narrador pone de relieve, al pasar, otra táctica que acostumbra a utilizar Ali para “son-
dear al otro”: su humor, “más explosivo y personalizado” que las “bromas mesuradas”
que utilizan los otros informantes.

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Eric Landowski

como Ali y su chofer de ocasión, que el modo del “donante por donante”, el
pueden “entenderse” por ajustes su- intercambio tenía que limitarse a trans-
cesivos en un plano en cierto modo ferencias de objetos, unos cognitivos,
existencial, hay grandes posibilidades otros no (dinero, servicios, regalos),
para que entre ellos se abra la opor- pero todos de carácter discreto y, de
tunidad de interactuar positivamente preferencia, con valor cuantificable.
en términos comparables en el plano En cambio, bajo el régimen del ajuste,
intelectual. Eso es lo que el narrador lo que está en juego no es la transmi-
confirma: “con Ali llegamos a encon- sión de informaciones a cambio de una
trar un terreno de entendimiento y de justa contrapartida, sino la producción
experiencias comunes arreglado gra- misma de una forma de conocimien-
cias a nuestros mutuos esfuerzos, un to totalmente diferente, ya que, lejos
dominio común de sentido”. La forma de preexistir –como una mercancía
de su confrontación, en la que cada en depósito– al establecimiento de un
uno, con pequeñas provocaciones, contrato entre los participantes de la
sondea al otro y lo fuerza a sobrepa- comunicación, se trata ahora de un
sar su propio límite, es idéntica en los saber que debe ser elaborado por ellos
dos planos. A lo largo de su trabajo de mismos, conjuntamente, de suerte que
reflexión sobre aquello en que consiste si logran efectivamente construirlo,
la alteridad de cada uno frente al otro, existirá solo como el fruto de su coo-
al mismo tiempo que frente a la reali- peración. Por consiguiente, aquí no se
dad social y política que han tomado puede utilizar la distinción de buen
en común por objeto, cada uno de sentido entre una fase inicial de “reco-
ellos, a su turno, se siente “perturba- lección” de informaciones y una fase
do en su proceder habitual”, así como ulterior de trabajo de “interpretación”.
cada uno había quedado turbado por Más aun, ya no hay propiamente ha-
el gesto del otro en el incidente del blando ni siquiera “datos” que recoger,
matrimonio. Es decir que en el plano sino, según los términos de Paul Rabi-
intelectual como en el plano afectivo now, una pura “relación de interacción
y psicológico, el ajuste es un proceso entre encuestado y encuestador”. La
“dialéctico” según la aceptación que forma del saber antropológico que se
adquiere este término en la pluma del construye en pareja en el espacio de
Paul Rabinow: “ni el sujeto ni el objeto esa relación está, por construcción,
permanecen ahí estáticos”. más cerca de la comprensión fenome-
En el marco contractual caracterís- nológica que de una problemática de la
tico del régimen de la manipulación, se información y de su tratamiento.
le había ofrecido ya al etnógrafo cierta Se comprende así que sea a Ali, ese
cantidad de información, proporcio- maestro del ajuste, a quien el narrador
nal a lo que podía ofrecer a cambio. declara en conclusión deber su “apre-
Todavía, en tal contexto regulado bajo hensión de la cultura marroquí en su

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A prueba del otro

inmediatez, en cuanto experiencia vi- “literalmente impuesto” al etnólogo


vida”. No obstante, el mismo narrador por la aldea, habla una lengua
nos dice que, aun más que con sus de- totalmente estereotipada. “Para eso,
más informadores, fue con Driss ben ningún remedio”. Malik, aunque de
Mohammed con quien pudo sentir espíritu mucho más sutil, no habla
la posibilidad de “ir más lejos”. Con tampoco libremente: conservador,
él, la experiencia de campo iba a al- afectivamente muy solidario con
canzar “profundidades afectivas e su grupo, se deja manipular por
intelectuales nuevas”. La lectura del la comunidad: “era el perfecto
breve capítulo final, consagrado pre- representante de la ortodoxia”. En
cisamente a ese último encuentro, deja el lado opuesto, Rashid y Ali, ambos
incierto por qué razón este encuentro “en posición inestable” con relación a
constituye a los ojos del narrador la la vida aldeana, permanecen a pesar
experiencia más rica de todas. De he- de todo “imbricados en la red de su
cho, encontramos allí el conjunto de propio universo local”; sus discursos
los componentes descubiertos a lo lar- de “rebeldes” y su lado “aventurero”,
go de los desarrollos precedentes: la deliberadamente cultivados para
suerte y su contrario, la programación, oponerse a la comunidad, no son
aunque virtualizada: “Al azar, sin más que su reflejo invertido. Los
proyectos o programas concertados encuentros con Driss ben Mohammed
[…] tuvimos una serie de conver- escapan a todo eso. Se desarrollan
saciones sin orden ni concierto”; la lejos de las rutinas cotidianas así
manipulación, evocada igualmente en como a buena distancia de las intrigas
negativo: “Ben Mohammed no tenía y de las manipulaciones del pueblo.
miedo de mí […], tampoco trataba de E, impregnados de una suerte de
sacar provecho de mí (rehusaba inclu- serenidad bucólica, no dan tampoco
so los regalos)”; y, por encima de todo, lugar a la espera de acontecimientos
el ajuste. Finalmente, la profundidad aleatorios o providenciales. “Estába-
excepcional de esa amistad ¿no tendrá mos sentados en las faldas de una
que ver con la forma de ajuste parti- ladera bajo unas higueras como un
cular, “de espíritu a espíritu”, al que par de amigos pasando juntos una
llegan los dos hombres, una forma calurosa tarde de verano bajo un cielo
–¿sublime?– que se despliega en una sin nubes”: espacio ideal para una
relación intelectual aparentemente li- investigación concebida como forma
berada del contexto social? de vida a la vez interior y compartida,
Todos los otros informadores esta- casi a la manera socrática.
ban fuertemente influenciados, hasta Con esta escena termina el libro,
en su manera de pensar, por la presión o mejor, su parte narrativa. Porque el
de su medio. Mekki, ejemplo típico del relato de esa serie de encuentros está
locutor programado, que había sido enmarcado por dos fragmentos de otra

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Eric Landowski

naturaleza: una conclusión del autor corresponde un régimen de saber


que saca la “moral” –antropológica– diferente. De uno de esos al otro, el
del relato, y, en la edición francesa, un carácter interactivo del proceso de
prefacio de Pierre Bourdieu, que opi- conocimiento está desigualmente
na, magistralmente, sobre el conjunto marcado. Cuando el etnógrafo tiene que
de la obra. Entre los dos, el discurso hacer con un locutor programado (que
de “M. Paul”, héroe a lo Ulises (“Salí no sabe más que recitar su lección), el
de Chicago… estoy de regreso” –pp. encuestador y solo él tiene que actuar,
15 y 133), y, a la vez, narrador de su y aun así bien poco: su rol se limita
propia Odisea. ¿Quién es, finalmente, entonces a engarzar (según una suerte
ese “yo” a quien se le delega la palabra de esquema de estímulo-respuesta)
narrativa? ¿Un puro simulacro enun- la recitación por el encuestado de un
ciativo, creado por la magia de una discurso ya preparado de antemano. Y
escritura hábilmente elaborada? ¡Por si, por el contrario, fuese el etnógrafo
último, es posible que no haya habido mismo quien estuviera demasiado
ningún “etnólogo en Marruecos” de “programado”, si no hubiera aprendido
nombre “M. Paul”! Tal vez toda esa a ver en el otro más que la imagen que
aventura no es más que ficción... ¿Y de él da su propia cultura, habría aún
si “Paul Rabinow”, o el que ha pues- menos oportunidad de interactuar
to ese nombre en la cubierta del libro, con sus informadores, pues, en ese
no fuese más que un buen hacedor caso, solo le bastaría con observarlos
de novelas? En ese caso, la novela es desde el exterior para encontrar en
buena, y eso es lo que importa –desde ellos todo lo que ya sabía antes de
dos puntos de vista. Desde el estético, encontrarlos (cf. Landowski, 1977,
pues se lee con sumo agrado. Y desde pp. 99-104). Por otra parte, también el
el científico, porque el texto pone en régimen de la suerte da lugar a una
escena el procedimiento mismo de un relación de coeficiente interactivo
trabajo de investigación y las condi- muy débil, ya que en tal contexto lo
ciones de la producción de un nuevo mejor que puede hacer el encuestador
saber. Desde este punto de vista, “M. es esperar lo más pacientemente la
Paul”, simple ser de papel o (más pro- revelación providencial que el otro
bablemente) verdadero etnólogo en le proporcionará por accidente, sin
Marruecos, es un auténtico epistemólo- querer y probablemente sin saberlo, e
go, y lo que es más, en acto. Su aventura incluso sin que nada se la haya pedido.
cognitiva reviste un alcance general, y En cambio, en las otras dos
en eso reside su valor. configuraciones se da interacción
La búsqueda de inteligibilidad en el sentido pleno del término.
que nos es contada muestra en efecto Entre manipulador y manipulado, la
cómo, a cada uno de los regímenes transmisión del saber se inscribe en
de interacción por los que pasa, un marco a la vez contractual, en el

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A prueba del otro

que cada uno tiene que defender sus Referencias


propios intereses, tanto pragmáticos
como cognitivos, y dialógico, donde Greimas, A. J. y Courtés, J. (1979).
las respuestas del encuestado se dan Sémiotique. Dictionnaire raisonné de
en función de la pertinencia de las la théorie du langage. París: Hachette.
preguntas del encuestador. El saber [En español: (1982). Semiótica. Dic-
es ahí la “puesta” de toda una serie de cionario razonado de la teoría del len-
estrategias: se persuade, se promete, guaje. Madrid: Gredos.
se provoca. Pero esas interacciones Landowski, E. (1997). Présences de l’autre.
no escapan a un marco funcional –se París: PUF. [En español: (2007) Pre-
manipula para saber–, y el saber que los sencias del otro. Lima: Fondo Editorial
participantes tienen que “ganar” sigue Universidad de Lima.
siendo algo exterior al interactuar Landowski, E. (1999). “La mirada im-
como tal. Por el contrario, los dos plicada”. Anthropos (Barcelona), 186,
aspectos, conocimiento e interacción, pp. 37-56. [En francés: (2004) “Le re-
se reúnen y hasta terminan por gard impliqué”, Passions sans nom.
confundirse en la dinámica de esa Essais de socio-sémiotique III, Paris:
suerte de danza de la interlocución P.U.F. [En español: (2015). Pasiones
que asume el proceso del ajuste mutuo: sin nombre. Ensayos de sociosemiótica.
bajo este último régimen, es el proceso Lima: Fondo Editorial Universidad
mismo de reconocimiento recíproco de Lima.
en el movimiento del pensamiento el
Landowski, E. (2005). Les interactions
que tiene valor de descubrimiento.
risquées. Nouveaux Actes Sémio-
Nuestro propósito no era, por cier- tiques, 101/103. Limoges: PULIM.
to, al comienzo, encerrar al etnólogo [En español: (2009). Interacciones
(ni menos al semiótico) en una o en arriesgadas. Lima: Fondo Editorial
otra de las casillas de un modelo pre- Universidad de Lima.
definido. Mucho menos es esa nuestra
Rabinow, P. (1988). Un ethnologue au
intención a la llegada. Al contrario,
Maroc [Un etnólogo en Marruecos].
la manera como el texto analizado
(Prefacio de Pierre Bourdieu).
conduce a precisar las condiciones
París: Hachette. [Edición original:
de funcionamiento, las implicacio-
(1977). Reflections on Fieldwork in
nes y los límites respectivos de cada
Morocco. With a foreword by Robert
uno de los regímenes inventariados,
N. Bellah. Berkeley: University of
y también las interferencias o los en-
California Press.
cabalgamientos que complejizan sus
relaciones, nos invitan, sobre todo, a
enriquecer el modelo.

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