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El Flecha: boxeador de profesión y 'bacán' de fracaso

Es la noche del sábado. Vengo del campo. Conduzco mi jeep WilIys. De repente, recuerdo
que tengo que escribir hasta tarde y que se me han acabado los cigarrillos: ¿dónde
conseguirlos? Tal vez en las chazas del mercado, pero no, ya los chaceros deben haberse
marchado. ¿Frente al Teatro Colombia? Es muy tarde. La clientela de Marlboro debe haber
entrado ya a ver la película mexicana de hoy. ¿Frente al Teatro Marta? Tampoco, debe
haber pasado lo mismo. El Bar Tuqui-Tuqui, ese es el lugar. Allí los venden más frescos
que en ningún otro lado.

Me dirijo allá, parqueo el jeep frente a la acera, entro, y cuando me acerco al mostrador a
decir, "despácheme un paquete de Marlboro, pero americano", oigo su voz que me llama
desde una mesa:
******
-Erda, mira quién entró ahí: el viejo Deibi, mis amigos. Viejo Deibi: venga, venga viejo
Deibi: choque esos cinco gusanos del extremo de la extremidad superior derecha, en
español: deme la mano.

-Aja, Flecha, ¿qué ha habido?

-Bueno, bien viejo Deibi, siéntese aquí, vea, siéntese aquí, con este man que no lo
desfraudará, el Flecha. Este man que vive en el mundo de Marlboro, ¿sabe como'e? Erda,
viejo Deibinson, sabe que desde hace rato, mire, lo tengo visté, echándole el ojo para
lanzarle las incidencias del partido de mi vida. Ah, vaina, pregunte si no aquí en Lorica.
Erda, que me decía la gente izque, está por ahí, y vaina, cogiendo datos p'a escribir un libro,
y yo, ñerda, fildíandolo a campo abierto todo el tiempo y cház, me cae usted hoy, lo que es
la vida, vea, aquí, en el “Tuqui-tuqui", de bombito al pitcher.

Erda, vea, yo aquí estoy con este par de manes. Eche, pero levántense ustedes, no joda, no
ven que llegó el man Coco, el man coco-drilo de la localidad, oígase bien: de la loca-lidad.
Porque, nojooda, en este Lorica sí hay loco, cuadro. Con razón decían el otro día en la
televisión que Lorica no descansa sobre un cementerio indígena, sino sobre un manicomio
chibcha.

Bien, ¿se mete el traguito, viejo Deibi? Erda. Métase el traguito aquí con estos manes, vea,
que me están poniendo un canal bien panameño, y que los tengo bebiendo desde las cinco
de la tarde, una botellita de aguardiente, que la pago yo, para que ellos beban todo lo que
quieran, me dejen hablar y se callen. Eche, de algo tiene que servirle la plata al pobre,
cuadro. Bueno, pa no hablar más, se los presento, vea viejo Deibi: este es el Mono Mira. El
Mono es el apodo, porque ¿no lo ve? Parece un pato albino, pero no un pato cocinado en
vino, no, sino un pato rubio, de esos que no ven de día. Mira es el apellido. Mira: ¡qué
apellido! Y el nombre completo, traducido al inglés, el Mono Mira: quiere decir: in inglish:
The Monkey Look. Y este es Eric Manzur, un turquito ensamblao en Colombia, porque es
hijo de un árabe que se llama Ben-Jálamela-Mí, pero la mamá es loriquera. Manzur, gue
quiere decir, oígase bien "un man del sur", porque el Líbano, queda de Pasto p’abajo, por si
no lo sabía; y este man, para información de ustedes, es un escritor. Ahora, ¿qué es un
escritor, brutos del carajo? Pues, el Real Diccionario de la Academia de la Lengua lo define
así, escritor, dos puntos: "man que desde la máquina de escribir es el ampáyer del partido
de la vida". Errrda: ¿cómo les quedó el ojo? ¡Tronco'e definición, ah!

Pero, viejo Deibi, en serio, ¿sabe una vaina? La vida mía es un partido de béisbol, la madre.
Y ahora ahí con usté, en la esquina de la mesa, en la almohadilla de primera, el turquito
Manzur aquí en la segunda, y The Monkey Look en la tercera, le voy a lanzar pelota
parlanchina de la buena. Pero antes de empezar a lanzarle en firme, déjeme hacerle aquí a
este par de manes unas prácticas de calentamiento para que sepan cómo fue que usted y yo
nos conocimos.

Oigan ignorantes: cuando el Davy Sánchez Juliado era un man barro, que se la pasaba por
aquí por Lorica pasiando el hambre por las calles, queriendo ser escritor, así peludo y
bacano, bueno: para entretener el estómago se consiguió unas clasecitas de Historia
Universal en el Colegio Superior Departamental de Bachillerato y Carreras Intermedias
Lácides C. Bersal, óigase bien, Colegio Superior Departamental de Bachillerato y Carreras
Intermedias, Lácides C. Bersal (tronco de nombre grande pa’ tres salones, ¿ah?). Bueno, y
el viejo Davy ahí nos dictaba en ese colegio, Historia Universal y vaina. Erda y nos hablaba
de un poco de vainas que, nojoda, no tenían un carajo que ver con las vainas que le rayan a
uno el ojo de tanto mirarlas todos los días aquí en Lorica. Nos hablaba izque de Napoleón
y su Watergate, de Simón Bolívar y su azúcar Manuelita Refinada, de la torre Infiel de
París, del Museo de la Ubre, la Universidad de la Vaina, y vaina, eerda, y un poco de
vacilones ahí raros. Erda y nosotros qué carajo; nosotros queríamos ser era, mire, pitcher
de la Selección Colombia, porteros del Junior de Barranquilla, guacharaqueros de Alejo
Durán, cantante de los Hermanos Martelo o sparring de Pambelé. Vainas bacanas,
estimulantes y tal, ¿me entiende?. Erda y las vainas que el viejo Davy nos enseñaba no
tenían nada que ver con el swing de uno, ¿sabe?. Porque, ¿qué tiene que ver la torre Infiel
de París con la Iglesia 'e Lorica, pues? ¿o la Universidad de la Vaina con el colegio del
profesor Simón? Eche, nada. Nada, natilla. Y el viejo Davy, mire, ahí fajao en el tablero y
vaina, enseñándonos a nosotros esa vaina, eche. Yo lo que quería ser era boxeador. Mejor
dicho, iba a ser boxeador, bueno, mejor dicho, lo soy, pues, pero ahora no lo soy. Mejor
dicho, lo fui. Bueno, mejor dicho, quiero serlo. No joda y no te rías, Monkey Look, nojoda,
porque si te sigues riendo te suspendo el trago.

-Ajá, viejo Deibi, ¿se mete el otro?

-Espérate, Flecha, espérate. No tan seguido, no tan seguido, calma, calma.

-Bueno, bien. Puesí: entonces el viejo Deibi nos enseñaba ahí en ese colegio. Ñerda, y una
vez le metí una mamada de gallo al viejo Deibi, se acuerda viejo Deibi, con la vaina de los
egipcios. Nojoda, ¿se acuerda, se acuerda? Estaba el viejo Deibi y vaina, fajado en el tablero,
explicándonos a nosotros la vida de los egipcios y tal. Y en la última fila, estábamos los
temibles de la clase: el Salo Jattin, el Buche'e Pavo, Burrito'e Totumo, el Chicle'e Bomba,
René Puche y yo: ñerda, haciendo relajo, izque reformando los refranes del español y tal.
Por ejemplo, el Chicle’bomba, así en voz baja, decía, sin que el profe lo oyera, "ojos que no
ven", y respondía el Salo: "a la fija es ciego"; decía el Burrito'e Totuma izque, "cuando el río
suena", contestaba yo "se ahogó una orquesta, marica"; y decía el Buche'e pavo, "indio
comido", y respondía René Puche: "eche, indio marica". Total que el viejo Deíbi nos agarró
en la jugada. Ñerda y me mandó a mí a salir al tablero a hablar de los egipcios. Me acuerdo
que salí yo así, vea, lentamente, con caminadito de beisbolista, nalguitapará, como cuando
van pal home, y cejitas alzaítas de detective de película mexicana. y llegué al tablero y me
le cuadré y le digo: "Dígame, viejo Profe", y me dice él "bueno, Durango, hábleme de los
egipcios". Y le digo: "Mierda, viejo Deibi, ¿los egipcios?". y me dice "sí, los egipcios".
"Bueno”, le digo yo, “los egipcios eran unos manes legales, sabe". Y me dice el viejo Deibi:
"¿Y en qué consistía la legalidad egipcia?", y digo yo, "Bueno, la legalidad egipcia consistía
en que esos manes, nojoda, hacían unas pirámides tablúas, cipotúas, del porte de la house
que le voy a hacer yo a mi mother cuando sea Champion, ¿sabecomo 'é?".

Pero viejo Deibi, vea, le digo, yo andaba así, desorientado, porque yo lo que quería ser era
boxeador, lamadre. Jueputa profesión pa gustarme, nojoda, más que la comi’a. Desde que
vivía en el barriecito ese ande todavía vivo, el Kenider, Ke-ni-der, el barrio más bacano de
Lorica, porque es el único con nombre de president of the United States of America. Bueno,
desde que vivía ahí, en ese barrio en donde a uno como negro no le queda otra alternativa
que el ring y la fama, marica. Sí, porque las demás profesiones, usted lo sabe, viejo
Deibinson, son oficios pa’ blancos. Lamadre. Bueno, a no ser que usted, nojoda, como negro
se meta a uno de esos oficios en los que hay que rebuscarse como acompañado de la
medallita de la Santísima Trinidad (tres personas divinas-y-un-solo-Dios-verdadero),
¿sabecomo’é? Sí, sí, se lo digo en serio, porque yo no sé en este país cómo un carajo de
carpintero, latonero, albañil, jarriador de agua, embolador, vendedor’e Marlboro,
minorista'e Kent, carretillero, jarriabulto, portero'e cabaré, picolero, cabrón de puta vieja,
ayudante'e bus, fabricador de jaula, vendedor de raspao, chacero, escritor (no se empute,
viejo Deibinson), administrador de un agáchate, mandadero, vendedor de maní,
acordionero, serenatero, fotógrafo'e bautismo, consolador de legendarias, sacristán,
voceador de periódico, vendedor de tinto, llantero, mecánico o empalmador puede vivir. No
lo entiendo, ¿sabe? Lo que se gana uno en esos oficios, viejo Deibinson, usted lo sabe, ñerda,
no da, nojoda, ni pa' entretener al estómago, pues. Y eso que el estómago es un pelao
chiquito, ahh: tú lo engañas, y vaina, con una colombina, un chupetín, y hasta el día
siguiente, chao.

Ahí, en el Kenider, Ke-ni-der, vivía yo con mi vieja. Y ella, mi vieja, ¿sabe de qué vivía? De
lavarle a los blancos, marica. De ahí, de los calzoncillos sucios de los mandamás de Lorica,
salió mi primer par de guantes. Jodaa, qué ironía, ¿ahh? Y con todo eso hay unos cabrones
que dicen que el boxeo es una profesión digna. ¡Mandan güevo, no jodaa! Pero la vieja mía,
sabe, viejo Davy, era profesional de dos vainas: profesional del lavado y profesional de
lengua. Oígase bien: de lengua. Yo creo que la profesión mía de boxeador nació de ver peliá
a mi mamá con las vecinas, la madre. Erda: yo creo que el día que la vieja mía se muera, el
gasto del entierro va a ser doble. Sí, mano. Un ataúd talla medium para ella y su cuerpo, y
otro king size, pa’ su lengua. ¡Jueputa vieja pa’ gustarle la pelea! ¿Ahh? Es que es hasta
comprapelea. Nojoda, llega al como de ver dos viejas peliando y darle a una de ellas cien
pesos pa' peliar con la otra. ¡Jodaaa! La madre, la madre que una vez soñé que cuando fuera
campeón le iba a regalar dos vainas a mi vieja: una casa como las pirámides de Egipto y una
consulta con un médico peleólogo, peleólogo. Es que esa vieja mía con tal de pelear con la
gente, nojoda es capaz hasta de buscarle otra interpretación a las palabras, la madre. Mire,
mire: me acuerdo que una vez, estaba yo todavía pelao, me demoré jugando trompo en el
callejón de las Miranda, ahí en Lorica, al lado de la plaza, en el callejón de las Miranda, y
cuando llegué a la casa me dijo izque: "Adónde estabas tú, muchacho'e carajo". Eche, yo le
dije: "Yo estaba jugando trompo en el callejón de las Miranda". Errrrrda: y enseguida me
esparachinó, mano, y me dice izque, "Bueno, ¿y tú qué carajo tienes que ir a jugar trompo
en el callejón de las Miranda, unas viejas cacorras solteronas a las que nadie en Lorica se
ha querido comer?".

Jodaa, pero eso no es nada, viejo Deibi, mire: una vez yo llegué a la casa llorando porque
Juana Hicaco, usted me conoce, la que vive ahí al lado de Domingo Sanpayo, en la calle de
la Alcaldía, me había pegado un cocotazo, y se lo dije a mi mamá: "Mami: Juana Hicaco me
pegó un cocotazo". Mierda, entonces mi vieja salió a la calle y miró pa' la casa de Juana
Hicaco y sin que ella estuviera por ahí, empezó a gritar para que todo el mundo la oyera:
"Nojoda, Juana Hicaco, estás jodida, pegándole cocotazo a los pelaos. Estás igualita a la
China Restrepo, que no hay lanchero, ni chofer, ni embolador, ni acordionero que no se la
haya comío ". Erda no se ría, cuadro, no se ría, eso no es nada. Oiga esto: otro día, bueno,
hace tiempo ya, había dos viejas en el barrio dándose lengua de acera a acera, de pretil a
pretil: Tí-ta-tí-ta-ti-ta. Dándose lengua de la física. Y se gritaban vainas la una a la otra:
"Tú qué vienes a hablá, si tu hija dijo que se había ido pa’ Venezuela y se fue para un cabaré
de Pereira a repartírselo a los cachacos". Y la otra le decía izque: "Y tu, abre el ojo, marica,
que tu hijo mira hmmm hmmm hmmm hmmm, mejor no te lo digo". "¿Y tú qué hablas?, le
gritaba la otra, si tu marido es abstemio de la guasamayeta y tú tienes que abrirle la puerta
a otro, ¿crees que esa vaina no se sabe?". Y la vieja mía, mire, mientras las dos viejas se
daban látigo con la lengua de pretil a pretil, de acera a acera, ella se paseaba en la calle
frente a ellas de ida y de venida, de ida y de venida, esperando la oportunidad para meterse,
tratando de cogerse un barato en la pelea, ¿sabe?. Hasta que una de las viejas, ya
desesperada, y vaina, tuvo que gritarle: "Pero niña Tulia, tranquila que no es con usté, esta
pelea no es con usté". Ñerda, y la vieja mía se para y le grita: "Más hijueputa eres tú".

-Bueno, viejo Deibi, va el tercero, va el tercer traguete, vea. Complázcame.

-Bueno, va, pues. Va el tercero, Flecha.

-Bien, bien, viejo Deibi, me gusta eso. Nojoda, viejo Davy. Pero imagínese si uno no va a
resultar boxeador en un barrio con cipote agresividad. No joooda, yo creo que yo en otro
mundo en el que hubiera nacido blanco, por ejemplo, en un barrio donde la gente se hablara
con la gente, la madre si no hubiera estudiado, no joda, pa' gerente, la madre si no. Pero
nacer uno en un barrio en donde la vieja de uno no se habla con la gente de las cuatro
cuadras a la redonda, esa vaina es una vaina tesa, cuadro, tesa. Nojoda, a la pobre gente de
esos barrios como el Kenider, nojoda, yo no sé qué le dan, cuadro, ni qué les hacen, porque
no joda, andan siempre es empuntados contra los de su misma clase. Yo creo, la madre, que
en las tiendas del centro de Lorica, le dan a uno hígado de sapo molido y lengua de cotorra,
no joda, entre el arroz que le venden, va pues. Nojoda, porque eso es mucho no gustar la
gente de la gente, cuadro. Eche, y los blanquitos, no joda, los blanquitos, vea, los Lavalle,
los Sánchez, los Martínez y toda esa gente, que son los entrenadores de la selección de
fúlbol de la humanidad, aquí y en La Conchinchina, en el Kenider y en Cafarnaún, los ves
tú todo lo contrario, todo lo contrario: de cogí-pipidos, de cogí-pipidos, por no decir otra
vaina. Erdaa, y no pelean entre ellos ni pal putas, marica. Porque, nojoda, ellos sí saben que
"familia que roba unida permanece unida". Nojoda, y cuando medio ven que se les va
jodienda la vaina sacan un pinjiter, marica. Sacan un Carter o un Agudelo Villa y listo: se
arregló la vaina. Por eso, mientras tú los ves a ellos brillando la hebilla, amazorcaítos y
vaina todos los año nuevos en el Club Lorica, allá en el Centro, el hijueputa barrio Kenider
de nosotros, nojoda, es una corraleja humana, mano.

Por eso también, después de ese entrenamiento, de ver desde chiquito a la gente embestirse
con la gente, a mí, al Flecha el salto al ring me quedaba pilao. Y más pilao todavía, pararle
bolas al primer entrenador que llegara ofreciéndome tres chupetines para que fuera a su
gimnasio a darle trompás a un saco de arena, marica. Nojoda, pero el entrenador ese, el
primero que llegó a hablar con mi vieja, le dijo, y vaina, que yo era un man con futuro en el
encordado y tal; que tenía, sabe, vea, ritmo, swing, buenos brincoteos, defensas chéveres y
vaina. Nojodaa, la vieja mía al principio se emputó, marica, se subió, vea, sabe, como el
Alkaseltzer, pero después del malestar estomacal, y vaina, chsssh, se bajó, "y ¿cómo lo
hace?", dijo y vaina. Ni modo: no pudo impedir que el viejo Flecha le pisara los talones a su
vocación. Así que desde ese día, ahí me tenía usted entrenando en el gimnasio, y vaina, y
viendo peleas de aficionados en la gallera de Lorica, y tal, que era donde se hacían las peleas.
Ah, esosí, eso sí: que siguiera en el colegio estudiando los egipcios, fue la condición que me
puso mi vieja.

No joda, vea, yo estaba por esos días, por esos días, sabe, atravesando la edad esa en que
uno se define -dos puntos-: o le das la cara a la humanidad femenina por delante o le das la
espalda a la humanidad masculina por detrás. La edad del tibiritábara, sabe, la edad de la
situación Brillantina Moroline, de la campanita, la edad del tres y dos, bases llenas, último
inning; la edad del Níágara en Bicicleta, la edad del to be or not to be. Nojoda, pero yo
decidí, mire, ser to be, ¿sabe? Pero lo que son las coincidencias, marica, lo que son las
coincidencias. Por esos días yo había terminado mis amores con "La Pelusa", ¿sabes quién
es la Pelusa, viejo Deibi? La Pelusa es la “María casquitos” más cotizada de Córdoba; y me
había dedicado ya, vea, después de que dejé los amores con la Pelusa, me había dedicado a
las pelás. ¿Pero cómo decirle? Viejo Deibi, vea, a la pelás, y vaina, así pelás-pelás, mejor
dicho, pelás animal racional y vaina. Óigame una vaina, pero no joda, a la semana de estar
entrenando, de estar entrenando en el gimnasio y vaina, toda Lorica-saudita (le dicen así
por la cantidad de turcos que hay ahí), repito, toda Lorica-saudita supo el cipote futuro de
mis puños. Erda, se regó la noticia como verdolaga en playa. Y empecé, y vaina, a caminar
por el pueblo con aguaje de rey y vaina, con caminadito de "yatedigo ", "de ¿sabecomo’é?",
mejor dicho, con un caminadito bien verdadero. Para mejor decirle: caminaba como bailaba.
Y a buscarle la pelea a to'el mundo, marica. Erdaa, cuando veía a los blanquitos esos de la
sociedá y vaina, que pasaban en sus ciclas con sus pelaítas al lado y vaina, me les iba y los
empujaba de maldá, les metía la mano, los empujaba de maldá. Erdaa y cuando medio me
reviraban , me les cuadraba así con aguaje de Kasiuscley: “¿Y qué, y qué?! ¿Te vas a meter
con el futur-champion?¿Te vas a meter con el futur-champion?”, les decía. “¡Métete
conmigo para que veas que te pongo la cerca de dedos en el crucifijo de los mocos!” Bueno,
cómo sería la vaina que la inspección de policía me multó la mano, marica. Aonde se la
pusiera a alguien encima, me mandaban boleta de captura, cuadro, ¿qué tal? Nojoda, cómo
le quedó el ojo. Erda, por ese tiempo, me saqué un borreguito a lo Elvis Presley. Elvis
Presly: q.e.p.d., con borrego y todo. Ñerda, y se me dio por fumar Lucky, cuadro, y Viceroy,
eso sí, con Mejoral picadito adentro pa’ trabarme en el cine. Nojoda, porque en aquellos
tiempos la Guajira estaba en nada, la ‘maricachafa’ no existía, ¿sabecomo’é? Mejor dicho,
para resumirle, apenas dejé el colegio por aquellos tiempos, se me metió, no joda, se me
zampó la bacanidad en la sangre.

Como al mes de esa vaina la emisora, nojoda de Lorica metió un sirenazo pa' anunciar que
yo iba a peliá en la gallera con un man de Cartagena: un man, no joda, mire, como de dos
metros, mano. Se llamaba Puyanube Salcedo, Puyanube Salcedo. Zafa, cuadro, pero qué va,
me lo bajé en el quinto. En el quin-too. Me gané trecientas barras –trecientas barras, que
son mil pesos, ¿sabe? (porque según el cambio del día, la barra está a tres pesos, sabe)– La
barra es la unidad monetaria de la República Soberana e Independiente de la Legalidad. Le
llevé trecientas barras, es decir, los mil pesos a la vieja mía. Erdaa, primera vez que la vieja
veía tanto billete junto, marica. La gente en el barrio me prestaba los billetes pa'
manosiarlos y me los devolvía después. Nojoda, total que ahí contenta y tal, la vieja me curó
los moretones con parches de alcanfor y hojitas de toronjil.

-Erda, viejo Deibi, nojoda, pero ni pa' qué le cuento de las peleas que siguieron, cuadro,
¿para qué? Si le doy detalles de esas peleas, ahí queda usté, vea, frío, tutiplen, pa' to' el día.
El caso es que seguí peliando y entrenando, no joda, y unas veces me iba mal y otras bien.
Claro que, no joda, eran las más mal, que las más bien. Qué va, nojoda, pero me di cuenta,
ñerda, de que yo no daba pa' más, cuadro. No desarrollaba, ¿me entiende? Por más que le
daba a los sacos de arena. No joda y me convencí de que yo estaba hecho pa' ganarme las
trescientas barras al cambio del día, todos los sábados de la historia en todas las galleras
del mundo, marica; y que no iba a ser campeón mundial ni una mierda, ni le iba a regalar a
mi vieja una casa como las pirámides de Egipto; ni que iba a salir retratado en la primera
página de El Espectador o de El Tiempo, abrazando una cipote mona en biquini, y vaina. O
de Poder Costeño, el periódico de Montería, o de Frontera, el periódico de Lorica. Erda,
nojoda, tronco'e desilusión, cuadro. Estuve, nojoda, a punto de zamparme un raspao de cola
con leche y raticida, pa’ suicidarme, marica. Pero qué va, nojoda. Nojoda, después de tanto
pensarlo, me convencí de que pa' suicidarse también se necesita entrenamiento.

Por eso el día que me llevaron a Montería, al Estadio 18 de Junio, a la primera pelea fuera
de Lorica , pasó lo que pasó. Claro, viejo, ñerda: tenía yo ya, mire, el ánimo en las rodillas.
Pero, nojoda, erda, subí al cuadrilátero brincando y tal, haciéndome el contento, y vaina.
Iba a pelear con el Johnny González, “la mano de piedra más fuerte de Córdoba”, como dice
el Puppy. Erda, y ahí pasó lo que pasó: me agarró el Johnny en el primero y taaas,un
manducazo a la cara y yo, ñerda, chás, a la lona, marica; como quien dice: a besarle los pies
a Coltejer, a la lona. Ñerda, y en el momento en que el referee empezó a contar izque, uno,
dos, tres, cuatro, chás, se fue la luz en el estadio, marica. Ñerda, y se hizo un silencio duro,
coño, duro, hondo, crudo, mano. Pero el referee siguió contando en el oscuro: cinco seis,
siete, ñerda y cuando iba por ocho, el referee, chás, llegó la luz de nuevo. Noojooda, viejo
Deibinson, viejo Deibinson Sánchez Juliado, le digo a usted: me imagino la cara del referee
y del público, marica, y la del Johnny, cuando encontraron la lona vacía. Porque, nojoda,
yo, cuando llegó la luz, cuando llegó la luz en el estadio, estaba como a cuatro cuadras de
ahí, marica, caminando pa' mi casa, marica. Salí volado, como una flecha. Sí. Eche, yo a ese
man no me le paraba más. Así es, cuadro: así es, viejo Deibi, yo soy un caso único en el
boxeo de este país: un boxeador al que la gente bautiza el día que se retira. Desde ese día,
yo soy el veloz, "el super-rápido", "el ultrasónico", "el rompecandao", "el vuela-más-quel-
viento", "the arrow": "El Flecha". Pues salí volao, así, vea, como una flecha.

De ahí pa’lante, jodido, jo-di-do, mano: chofer de plaza. Nojoda, chofer de taxi. Un dueño
de taxi me dio un jeep para que lo manejara, un W.V.M. -eche, porque como ahora hay unos
carros europeos y vainas importadas, tronco de bacanes y vainas que se llaman BMW-. El
mío no era BMW, sino W.V.M: o sea, un WillysVuelto Mierda. Nojoda, pero al mes, al mes
me lo quitó el dueño porque yo me la pasaba era jugando al boxeo y dándole pataditas en
las pelotas a los otros choferes de Lorica, y vaina. Erda, hasta que todos los dueños de carros
de Lorica se pusieron de acuerdo pa' no darme ningún jeep a mí, marica, pa que lo manejara,
y que porque les estaba pervirtiendo el gremio, y vaina. Nojoda, dejé, vea, dejé per sécula
seculorum de ser boxeador. No joda, y lo que más me duele es que tanta película del Che
Guevara que yo vi pa' aprendé a boxeá, lamadre. Tanta película del Che Guevara. Nojoda,
no había en el Teatro Marta o el Colombia, de Lorica, película del Che Guevara que yo no
fuera a ver. Ese man verraco, nojoda, con las muñecas, ahh, el Che Guevara. Nojoda, ese
man sí jalaba tomprás, marica. Indio que se le paraba en las selvas de México, lo cogía, tuc,
tuc, tuc, tuc: a la lona, mano. Nojooda, ese man sí tira puño, nojoda. Ese man tira más puño
que Fidel, la madre.

-Echeee, no te rías, Monkey Look. Bueno, viejo Deibi, ¿se mete el otro?

-Bueno, va, pues, Flecha, va.

-Métaselo, pue.
.
-Viejo Deibi: le juro, por mi madrecita y Dios, que yo más que todo quería ser boxeador,
para sacar a mi vieja de ese barrio, lamadre. Pero qué va, mano, a mí la esperanza también
noquió en el primero. Oiga, viejo Deibi, ¿sabe cómo narraría yo por una emisora y vaina,
una pelea mía con la esperanza? Vea, la narraría así, vea: "Vemos allá a la esperanza en su
esquina, con bata francesa, zapaticos tenis americanos, pantalonetica con la bandera de los
Estados Unidos, guantes de cuero de cabretilla; alimentada y masajiada por el señor
Presidente de la República; lista la esperanza en su esquina. Y en la otra esquina, fanáticos
del boxeo, Javier Durango, alias el Flecha, con tenis loriqueros de cuero de abarca,
pantaloneta de lona de cama y un guante de catcher en cada mano; lo masajea y lo alimenta
la jodidez de este hijueputa mundo. Listos los boxeadores en el centro del ring, Se abrazan,
la esperanza y el Flecha. El referee, que es éste hijueputa sistema de vainas, se aleja y hace
la seña. Los boxeadores se cuadran en el centro del ring, y empiezan: Gancho de derecha y
swing de izquierda del Flecha que no llegan a su destino ... Uppercut de izquierda, upper
de derecha, swing de izquierda del Flecha a la cara de la esperanza, pero nada: esta
esperanza es una mole, inamovible, fuerte, invencible. Uppercut de izquierda y gancho de
derecha nuevamente de la esperanza al rostro del Flecha ... el Flecha responde con un jab
de izquierda que tampoco llega a tocar a la esperanza ... Directo de derecha de la esperanza
ahora a la cara del Flecha, que retrocede un poco ... Uppercut de izquierda, gancho de
derecha, swing de izquierda de la esperanza ... Vuelven ahora al centro del encordado los
boxeadores, latiendo en la punta de los pies ... Gancho de izquierda, gancho de derecha de
la esperanza ... otro uppercut de izquierda de la esperanza, directo de la esperanza, directo
de derecha de la esperanza ... y se va a la lona, se va a la lona el Flecha, con un gancho de
izquierda y un directo de derecha ... Va por siete, va por ocho, va por nueve, va por diez,
knockout fulminante de la esperanza a Javier Durango, alias el Flecha, knockout
fulminante, caballeeeros... ".

Puesí, hermano, viejo Deibi: la esperanza también me noquió en el primero, me tiró a la


lona, sabe. Y ahí sigue la vieja mía, vea, lavando pa' los blancos y yo aquí: hablándole mierda
a usté, y bebiendo pa' olvidar, cuadro. Pero lo que más me duele sabe qué es, viejo Deibi:
que la botellita esta que nos estamos metiendo, ha salido de la batea de ella, de una ropa
limpia que entregó ayer en la casa de los Lavalle, los vergajos esos. Fíjese: ella con su trabajo
me está patrocinando todas las vagabunderías de estarle hablando a usté aquí, pa' que usté
escriba su libro. Y lo otro que yo me pregunto es si la vieja mía con su lavado de ropa no
estará patrocinando lo que usted va a escribir, viejo Deibi. Piense en esa vaina, viejo
Deibinson. Porque yo creo, nojoda, yo creo que hasta la literatura en este país sale de los
calzoncillos sucios de los blancos.

David Sánchez Juliao


(Bogotá, 1977)

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