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http://www.conocimientosfundamentales.unam.mx/vol2/filosofia/anexo/t01/0103b.html
El argumento
En este tema con el que iniciamos el análisis de la argumentación, nos servirán como guía las
siguientes preguntas: ¿qué es un argumento?, ¿cuáles son sus partes? y ¿cómo podemos
construir un buen argumento?
Como podrás observar, en este argumento podemos distinguir dos partes, las afirmaciones
mediante las cuales ofrecemos nuestras razones, (1 y 2) se llaman premisas y la afirmación a
favor de la cual damos razones (3) se llama conclusión.
1
Gregorio
Fingermann, Lógica y teoría del conocimiento, México, El Ateneo, 1977, p. 10.,
Una proposición es un enunciado en el que se afirma o niega algo de algo, siendo por ello
susceptible de ser verdadero o falso. En nuestro lenguaje las proposiciones se expresan
mediante oraciones declarativas.
Todo argumento posee una estructura que está formada por las premisas y la conclusión. Sin
embargo, tomada aisladamente ninguna proposición es en sí misma una premisa o una
conclusión.
Una proposición es una premisa sólo cuando aparece como un supuesto de un razonamiento y
una proposición es una conclusión cuando aparece en un razonamiento en el que se afirma que
se desprende de las proposiciones que aparecen como premisas.
En los argumentos existe una conexión lógica o un paso de las premisas a la conclusión, esa
conexión se llama inferencia y sobre ella se apoya el argumento.
Los argumentos son relevantes para persuadir y demostrar. Las proposiciones son
afirmaciones importantes para la estructura lógica del discurso. Una proposición puede
expresar una verdad y no convencer a nadie.
No siempre es fácil identificar las premisas y la conclusión en los argumentos. A veces las
premisas y la conclusión se encuentran entremezcladas, de tal manera que es necesario
aprender a reconocerlas.
Nicolás Capaldi, en su obra Cómo ganar una discusión, nos proporciona reglas que nos
pueden ser útiles para identificar premisas y conclusiones. Veamos las siguientes:
Podemos identificar a la conclusión como la parte que sigue a la partícula así que, de tal
manera que la primera parte constituye una premisa. Sin embargo, hay una premisa obvia que
no está enunciada y es la siguiente: a los extranjeros no se les permite votar. Tomando en
cuenta esta premisa, el argumento completo quedaría de la siguiente manera:
Fox es un extranjero.
Ahora que sabemos qué es un argumento, cuáles son sus partes y cómo podemos identificar
premisas y conclusiones nos preguntaremos cómo podemos aprender a argumentar bien.
El filósofo francés René Descartes, en su obra Discurso del método, nos a conseja poner en
práctica los siguientes preceptos:
2. Dividir el problema o las dificultades en tantas partes como sea posible, hasta lograr su
comprensión.
3. Ordenar los pensamientos y argumentos empezando por los más simples y fáciles, hasta
llegar a los más complejos y difíciles.
4. Realizar enumeraciones integrales y revisiones tan completas que nos permitan estar
seguros de no haber omitido nada.
a) El tema
Nos ceñimos al tema cuando precisamos: ¿qué es lo que estamos discutiendo?, ¿sobre qué
asunto y sobre qué aspecto de dicho asunto?, ¿en qué consiste el desacuerdo?, ¿dónde radica
el meollo de la discrepancia? Sin embargo, la experiencia cotidiana muestra la facilidad con
que nos enredamos en disputas mal establecidas porque nos desviamos del tema o cuestión
como en el siguiente ejemplo:
. Mira, hijo, si quieres discutir conviene no mezclar las cosas: ¿Está bien o mal lo que yo te
recomiendo? ¿Estuvo bien o mal lo que yo hice? ¿Justifican mis errores los que tú cometas?
Son tres cosas distintas: ¿cuál quieres que discutamos?
En el ejemplo, el padre trata de llevar a su hijo a precisar el punto de discusión y esto es una
cuestión clave. Cuando no tenemos claro en dónde radica el meollo de la discusión, es preciso
concretarlo antes de empezar a argumentar. Si tu fueras Juan, ¿por dónde empezarías?
Las razones sólidas son las que sostienen la conclusión de una manera convincente. Para que
las razones o premisas sean convincentes algunos autores señalan que es necesario que tengan
las características de ser: relevantes, suficientes y aceptables.
Una razón es relevante si nos conduce o presta apoyo a la conclusión. Veamos el siguiente
caso:
Podríamos argumentar que no se debe condenar a un asesino, por ejemplo Diego Santoy
Riverol, esgrimiendo como razón que sus padres no podrán resistir el dolor y la vergüenza de
tener un hijo delincuente o asesino. Sin embargo, esto no sería relevante. Para evitar su
condena, deberíamos alegar que Diego no fue responsable de sus actos porque estaba
perturbado, desequilibrado o enfermo, o que fue obligado a realizar los homicidios, pero no
apelar al dolor y vergüenza de sus padres.
2
Refutar significa contradecir, rebatir, impugnar con argumentos o razones lo que otros dicen.
Para que una premisa sea suficiente es conveniente acumular muchos argumentos que, por
distintas razones y de diferente manera, abunden en la conclusión que queremos sostener. Para
ello, se recomienda buscar por diversos caminos varias razones que apoyen la misma
conclusión.
Una premisa es aceptable cuando: ofrece datos objetivos, expresa un conocimiento común a
todos, contiene un testimonio incontrovertible, constituye un testimonio de un experto,
asimismo, cuando es la conclusión de un argumento ya aceptado o cuando puede probarse
porque cuenta con un respaldo sólido.
Por el contrario, una premisa no es aceptable si constituye una afirmación confusa o ambigua,
está en contradicción con la evidencia o con una fuente creíble, cuando contradice otras
premisas del mismo argumento o contiene aseveraciones dudosas que no tienen respaldos.
4. Tipos de argumentos
En nuestra vida diaria utilizamos diversos tipos de argumentos quizá sin saberlo, ¿qué tipos de
argumentos hay?, ¿cuál es la estructura de un argumento?, ¿qué tan fuertes o débiles pueden
ser las conclusiones?
Existen diversos tipos de argumentos entre los cuales podemos destacar los siguientes:
deductivo, inductivo, analógico, abductivo y estadístico. En este apartado nos ocuparemos
sólo de los tres primeros.
a) Argumento deductivo
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Inferir es extraer conclusiones a partir de las premisas
en la conclusión no se obtiene información nueva. La conclusión sólo hace explícito algo que
ya se dice en las premisas, aunque de una manera implícita. Veamos el siguiente ejemplo:
• Félix es un gato
- Félix maúlla
Como podemos observar, lo que concluimos está ya contenido en las premisas, así inferimos
que Félix maúlla sobre la base de que en las premisas se nos ha afirmado que "Todos los
gatos maúllan".
b) Argumento inductivo
• n.
• n.
Hay algo que es importante destacar al caracterizar el argumento inductivo, a diferencia del
argumento deductivo, el apoyo que las premisas dan a la conclusión es más débil. En un
argumento inductivo, si las premisas son verdaderas, la conclusión tendrá más probabilidad
de ser verdadera; mientras que en un argumento deductivo, si las premisas son o se suponen
verdaderas, la verdad de la conclusión se infiere con absoluta necesidad. Por esta razón, se
dice que la inferencia en los argumentos inductivos es más débil, mientras que en los
deductivos es más fuerte.
En todos los argumentos inductivos, la conexión entre las premisas y la conclusión sólo
permite suponer, en el mejor de los casos, que si todas las premisas son verdaderas, entonces
es probable que la conclusión también lo sea. Si las premisas proveen un apoyo adecuado a
la conclusión, es decir, si son verdaderas y se ha analizado un número suficiente de casos,
entonces decimos que es un argumento correcto.
c) Argumento analógico
Los argumentos analógicos no pueden clasificarse como "válidos" o "inválidos" como los
deductivos, lo que se pretende con ellos es una conclusión que tenga una cierta probabilidad
(en esto se parecen a los argumentos inductivos).
La estructura del argumento analógico es la siguiente:
• "Berenice", "El gato negro", "Los anteojos" y "La caída de la casa de Usher" son cuentos
de Edgar Allan Poe
Resumen