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Arruzza, Cinzia1 [2014] (2016) “Reflexiones sobre el género. ¿Cuál es la relación entre el
patriarcado y el capitalismo? Se reabre el debate”. Disponible en:
http://www.sinpermiso.info/textos/reflexiones-sobre-el-genero-cual-es-la-relacion-entre-el-
patriarcado-y-el-capitalismo-se-reabre-el#_ftn1 (fragmentos)
Presentación:
En este extenso artículo, Arruzza plantea una vez más la pregunta acerca de cómo debe
comprenderse la relación entre la explotación capitalista y la opresión de género, partiendo del
supuesto de que esta forma de dominación basada en la desigualdad sexogenérica no puede
explicarse en términos individuales, psicológicos o relacionales sino que es parte de un
entramado social estructural comúnmente denominado patriarcado. En el texto, la autora
repasa distintos enfoques teóricos que intentan dar cuenta de esta relación entre capitalismo y
patriarcado, y puntualiza algunos problemas conceptuales irresueltos en algunos de ellos.
Transformación de la familia
Es, sobre todo, el proceso de expropiación de la tierra o de acumulación primitiva lo que dividió
en grandes sectores, muy diferenciados, a la población según sus medios de producción y
subsistencia (la tierra, precisamente). Esto causó la desintegración de la familia patriarcal
campesina y la aparición de un proceso de urbanización sin ningún precedente histórico
significativo. Resultado: la familia dejó de representar la unidad de producción con un papel
específico, generalmente organizado mediante relaciones patriarcales precisas, las cuales ella
misma aseguraba en la sociedad agraria de la que procedía.
Este proceso ocurrió en diferentes momentos y de diferentes maneras en todos aquellos países
donde se había asentado la producción capitalista. Con la separación entre familia y lugar de
1
Cinzia Arruzza es profesora de Filosofía en la New School for Social Research de Nueva York, feminista
y militante socialista. Autora de "Las sin parte: matrimonios y divorcios entre marxismo y feminismo".
producción, la relación producción-reproducción (en el sentido biológico, generacional y social
del término) también se transformó de manera radical. (…)
Ahí está el problema: mientras que las relaciones de dominación entre géneros persisten, estas
han dejado de constituir un sistema independiente, con lógica propia y autónoma, debido a la
transformación familiar —la cual ha pasado de unidad de producción a ámbito privado por
excelencia, ajeno a la producción y al mercado—. Además, estas relaciones también han sufrido
una transformación. (…)
(…) Es necesario que ahora nos preguntemos qué entendemos por reproducción social dentro de
la teoría unitaria. Como ya dijimos, el término reproducción social es utilizado en el seno de la
tradición marxista para hacer referencia al proceso de reproducción de una sociedad en su
conjunto. En el feminismo marxista, sin embargo, la reproducción social señala una esfera más
acotada; esto es, la del mantenimiento y la reproducción de la vida sobre su base cotidiana o
intergeneracional. En este contexto, la reproducción social indica el modo en que está
organizado, en el corazón de una sociedad, el trabajo psíquico, mental y emocional necesario
para la reproducción de la población: desde la preparación de la alimentación hasta la educación
infantil; desde el cuidado de enfermos y de personas mayores hasta la vivienda, pasando por la
sexualidad.
El concepto de reproducción social tiene la ventaja de expandir la visión con relación al concepto
de trabajo doméstico que lo precedía y en el que se había centrado una gran parte del feminismo
marxista. Efectivamente, la reproducción social incluye una serie de prácticas sociales y de tipos
de trabajo más amplias que la del trabajo doméstico. Esto permite, además, llevar el análisis
más allá de los muros del hogar, ya que el trabajo de reproducción social no siempre se realiza
del mismo modo: sea cual sea la parte cubierta por el mercado, el Estado-Providencia o las
relaciones familiares, queda un aspecto contingente que depende de las dinámicas históricas
específicas y del que la lucha de la mujer es una parte integrante.
En resumen, y este es el dato principal, el modo en que opera la reproducción social en una
formación social dada tiene una relación intrínseca con la manera en que se organizan la
producción y la reproducción social en su conjunto, incluyendo aquí las relaciones de clase. Dicho
de otro modo, no se trata de entender estas relaciones como intersecciones puramente
accidentales y contingentes: hablar de reproducción social permite, al contrario, identificar la
lógica organizativa de estas intersecciones, sin excluir el papel de la lucha y de los fenómenos y
prácticas contingentes en general.
Hay que tener en cuenta que la esfera de la reproducción social contribuye, de manera
determinante, en la formación de la subjetividad y, por tanto, de las relaciones de poder. Si
consideramos las relaciones que existen en cada sociedad capitalista entre reproducción social,
reproducción de la sociedad y relaciones de producción, podemos constatar que estas relaciones
de dominación y poder no están ni en niveles diferentes ni en estructuras separadas; no se
entrelazan de manera externa ni mantienen un vínculo únicamente contingente con las
relaciones de producción.
Las diversas relaciones de dominación y de poder aparecen, así como las expresiones concretas
de una unidad contradictoria y articulada: el de la sociedad capitalista. Este proceso no debe ser
entendido de modo mecánico ni automático. La dimensión que jamás debe olvidarse, como ya
dijimos, es la de la praxis humana: el capitalismo no es una máquina o un autómata; es una
relación social que, como tal, está sometida a posibles contingencias, accidentes y otros
conflictos. No obstante, estas eventualidades no son incompatibles con la existencia de una
lógica, la de la acumulación capitalista, que impone cortapisas objetivos no solo a nuestra praxis,
en el sentido de lo que hacemos y vivimos, sino en aquello que somos capaces de producir y
articular. Es decir, a la manera en la que concebimos nuestras relaciones con los otros, nuestro
lugar en el mundo y nuestros vínculos con nuestras condiciones existenciales.
Esto es lo que la teoría unitaria intenta comprender; saber interpretar las relaciones de poder
basadas en el género o en la orientación sexual como momentos concretos de este conjunto
articulado, complejo y contradictorio que es la sociedad capitalista. Para esta teoría, son
momentos ciertamente dotados de características propias y específicas, algunas de las cuales
deben ser analizadas con los instrumentos adecuados (desde el psicoanálisis a la crítica literaria).
Sin embargo, mantienen una relación interna con este conjunto y, en consecuencia, con el
proceso de reproducción de la sociedad según la lógica de acumulación capitalista.
La hipótesis de la teoría unitaria es, principalmente, que, para el feminismo marxista, la opresión
de género y la de raza ya no suponen dos sistemas autónomos con casos particulares, sino que
se han convertido, mediante un largo proceso histórico de disolución de formas de vida social
anteriores, en una parte integrante de la sociedad capitalista.