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¿Ciudadanos armados o traidores a la patria?
Participación indígena en las revoluciones
bolivianas de 1870 y 1899
Armed Citizens or traitors to the patria?
Indigenous participation in the Bolivian revolutions
of 1870 and 1899
Marta Irurozqui
Instituto de Historia - Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid
Email: mirurozqui@ceh.csic.es
Resumen
Mediante la comparación de la participación armada de los indígenas en las guerras civiles de
1870 y 1899, se analiza la naturaleza cambiante del acceso de esta población a la ciudadanía. La
alianza entre los indios y los estamentos armados incide en dos aspectos. Primero, muestra, en
primer lugar, cómo los primeros no sólo no vivieron de espaldas al proceso de constru c c i ó n
nacional ni fueron ajenos a las concepciones, proyectos o empresas políticas decimonónicas, sino
que se constituye ron en sujetos sustanciales en la institucionalización/re a rticulación territorial
del Estado gracias a asumir como propia la narrativa ciudadana de cooperación nacional en su
defensa grupal. Segundo, a través de la compleja figura del “soldado/nacional/ciudadano arma-
do” refleja la capacidad de los conflictos bélicos para generar cambios de percepción y adscrip-
ción ciudadanas y para influir en los procesos identitarios de desindianización y reindianización.
Abstract
This article compares the indigenous armed participation in the Bolivian civil wars of 1870
and 1899 paying special attention to this population’s changing access to citizenship. The
alliance between the indians and the militaries shows, in the first place, how indians were neit-
her alien to the process of national construction nor aloof from the political conceptions and
projects of the nineteenth century, but that they became, moreover, central subjects in the ins-
titutionalization and territorial rearrangement of the State insofar as they assumed the narra-
tive of citizenship and national cooperation as their own, on behalf of their own defense as a
group. Secondly, the complex image of the “soldier/nacional/armed citizen” suggests the capa-
city of armed conflicts to generate changes of perception about citizenship and citizen belon-
ging, and to influence the processes of indianization and reindianization of identities.
Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 26, Quito, septiembre 2006, pp. 35-46
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
ISSN: 1390-1249
Marta Irurozqui
A
través de diversos medios de comuni-
cación bolivianos e internacionales, ponde en gran medida a construcciones his-
la llegada de Evo Morales del toriográficas formalizadas en la segunda
Movimiento al Socialismo (MAS) a la presi- mitad del siglo XIX que han permeado, unas
dencia ha puesto en evidencia que la percep- veces acrítica y otras interesadamente, las
ción pública de lo indio/indígena en su pro- interpretaciones académicas del siglo XX y las
yección nacional sigue moviéndose entre dos acciones políticas consecuentes, dando lugar
estereotipos identitarios ahistóricos, simplis- a una visión de la historia nacional reducida a
tas y antagónicos. Por un lado, está aquel que un enfrentamiento entre víctimas y verdugos
se centra en la dimensión victimista e insiste del que sólo puede esperarse culpas y conde-
en la justa necesidad de que las sociedades nas (Barragán 2000b, Irurozqui 2006b).
indígenas tomen el poder político “después Frente a esa polaridad perversa, el propósito
de 500 años de marginación del mismo”. Por de este texto es incidir en la centralidad de la
otro, está el que hace hincapié en su primiti- población indígena en la definición guberna-
vismo y en una tradición prehispánica despó- mental a partir de la discusión de dos tópicos:
tica, responsables de hacerles encarnar cuali- la exclusión absoluta de los indígenas de la
dades poco propicias con respecto a la demo- sociedad y el desinterés de éstos en insertarse
cratización del país1. Es decir, la justificación en la nación e influir en el desarrollo de polí-
del derecho de la población indígena a ocupar ticas públicas. Tal cuestionamiento se realiza-
espacios políticos en el presente se resuelve rá mediante el estudio de la participación
con una exagerada dignificación de las virtu- armada india en las guerras civiles de 1870 y
des innatas de su identidad frente a las exclu- 1899, siendo su interés central ilustrar la
siones provocadas por las experiencias colo- capacidad de la violencia política no sólo para
niales; mientras que su negación se soluciona generar cambios en la identidad de los colec-
mediante una postura despreciativa hacia esta tivos que la ejercieron, sino también en la
población que, catalogándola de arcaica, fun- percepción pública de los mismos. Ello va a
damentalista e ignorante, cuestiona su condi- abordarse a través de una doble problemática
ción de sujetos políticos y la condena a la relacionada: la naturaleza cambiante del acce-
subordinación natural. Sin embargo, pese a so indígena a la ciudadanía y los procesos de
su oposición, ambos estereotipos identitarios, desindianización y reindianización de parte
indio víctima o indio premoderno, coinciden de la población boliviana.
en asumir al indígena o a lo indígena como
un “otro” inalterable en el tiempo que con
paciencia acecha en la sombra para conquis- Ciudadanía y violencia armada
tar su libertad o para subvertir la moderni-
dad. El resultado es una continua recreación Al ser la ciudadanía históricamente percibida
y autorecreación maniqueas de un colectivo como una facultad que debía ser aprendida y
llamado indio/indígena cuya identidad se un privilegio que debía ser ganado, con inde-
naturaliza y cosifica, impidiéndose un relato pendencia de lo establecido en las leyes, su
histórico compartido y conjunto con el resto adquisición y formalización públicas depen-
de la población nacional. dió del peso social que tuvieran sus dos com-
ponentes básicos: los deberes y los derechos.
El dominio de los primeros dio lugar a la ciu -
1 Sobre ambas posiciones véanse Bolpress, La Prensa,
Editores Asociados S.A. o El País, octubre 2005-enero
dadanía cívica, constituida por sujetos colec-
2006. t i vamente comprometidos con su medio,
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cuyos derechos procedían del libre e indivi- rémora arcaica que impedía la riqueza nacio-
dual ejercicio de las obligaciones comunita- nal. Ello provocó que el indio pasase de ser
rias, mientras que el peso de los segundos concebido como un trabajador productivo,
constituyó la ciudadanía civil, integrada por generador de impuestos y de ganancia agríco-
consumidores o detentadores exclusivos de la, a ser considerado un individuo que debía
derechos, quienes para su disfrute no estaban ser incorporado humanitariamente a la socie-
obligados al cumplimiento de “cargas” colec- dad civilizada desvinculándole de sus tradi-
tivas o a la demostración de méritos comuni- ciones y prácticas, ya que se había demostra-
tarios (Irurozqui 2005). ¿Cómo afectó esa do que la conservación de éstas atentaba con-
variación ciudadana a los indígenas? tra el desarrollo del país.
En el contexto de la ciudadanía cívica se Como la mercantilización de las relaciones
perfilaron tres figuras de devoción y servicio a de autoridad y poder en nombre de construir
la causa pública como fuente de identidad una sociedad con “hombres libres e indivi-
ciudadana -contribuyente, trabajador pro- duales” amenazaba el entramado comunitario
ductivo y soldado/nacional armado- que no y su estructura regional, hubo rechazo indíge-
adquirieron la misma importancia a la vez. Si na a secundar las reformas agrarias, siendo tal
en las primeras décadas de vida republicana, actitud interpretada como procedente de una
el problema de cómo sanear la hacienda colectividad precivilizada, ignorante y bárba-
pública y lograr la estabilidad financiera con- ra y, por tanto, reafirmada la oferta criolla de
virtió al tributo indígena en un elemento cen- que había que transformar las formas de
tral tanto del proceso de institucionalización organización rurales para evitar el estanca-
del Estado como de definición del indio miento económico. Así, en la década de 1860
como ciudadano, a finales de la década de se discutió sobre las formas, mecanismos y
1850 la situación comenzó a variar. Mientras estrategias más eficaces para lograr la desapa-
en un inicio el Estado debía actuar de motor rición de las comunidades. Fue en este con-
transformador de la sociedad, en un segundo texto donde la figura del indio soldado cobró
momento sólo debía programar una oferta de importancia como categoría de revitalización
bienes y servicios útiles a tal fin y dejar que ciudadana. Esto sucedió tanto porque los
fuese esa sociedad la que dirigiera el bienestar indígenas había incorporado las claves de uti-
y el beneficio de toda la comunidad. Como a lidad y de cooperación de la ciudadanía cívi -
mediados del siglo XIX Bolivia no había ca y se reinventaban una función de servicio a
alcanzado las cotas de progreso esperadas tras la sociedad, como porque las reformas agra-
la independencia, aquellos colectivos a los rias amenazaban con minar la estrategia de
que se suponía que el Estado había otorgado institucionalización del Estado en el medio
m a yo res atenciones fueron culpados de local. Si en las primeras décadas republicanas
entorpecer la mejora nacional. Dado que los los indios ayudaban a reforzar la autoridad y
indígenas habían mantenido su privilegios la solvencia económica del Estado a través del
coloniales en lo relativo a la tierra y a la juris- tributo, en la segunda mitad del siglo XIX lo
dicción sobre la misma a cambio de ser tribu- hicieron mediante su intervención en conflic-
tarios y de hacerse cargo de la modernización tos civiles en calidad de fuerzas auxiliares. Tal
del agro, el hecho de que no se hubiera pro- ejercicio de patriotismo no sólo les mostraba
ducido la revolución agraria esperada hizo como “ciudadanos armados” benefactores de
que el dinero procedente del tributo dejase de la seguridad pública, sino que les hacía
verse como crédito industrial y que la estruc- desempeñar un objetivo institucional: la
tura comunitaria se asumiese como una “domesticación” de los poderes locales y la
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tución de Cádiz de 1812 en el contexto inde- a cómo se organizó la colaboración entre las
pendentista, los indígenas habían considera- fuerzas rebeldes y la indiada, a quiénes inte-
do a los municipios como una fórmula repre- graban el ejército auxiliar indio y a cómo se
sentativa capaz de conciliar lo liberal con sus ejercía la autoridad militar, atestigua tanto la
demandas corporativas. Esa convicción unida importancia de su colaboración como el
a la campaña proselitista liberal en el agro y a carácter político de la misma, al tiempo que
la cercanía del municipalismo con los dicta- sugiere el protagonismo y autonomía indíge-
dos federales, les hizo tomar conciencia de nas a la hora de resolver cuestiones grupales
que su definitivo reconocimiento público mediante una acción militarizada (Demelas
nacional pasaba por volver a reinventar su 1981, Condarco 1983, Platt 1990, Irurozqui
utilidad al Estado en calidad de articuladores 1994, Mendieta 1999, Larson 2002).
locales. Pero esta vez la conservación de espa- En 1870 2 el llamado que los rebeldes
cios y privilegios grupales no dependería del hicieron a los indígenas para “ayudar al triun-
éxito de una hipotética rearticulación admi- fo de la santa causa que debe regenerar el
nistrativa estatal, sino que gestionarían tal país” dio lugar a dos ofertas institucionales a
proceso en tanto miembros de municipios esta población, siendo el desarrollo de una de
nacionales. Y, en cuarto lugar, tanto en 1870 ellas coincidente con la etapa de guerra y de
como en 1899 la presencia india en una gue- la otra con la de paz. Respecto a la primera,
rra civil tuvo como consecuencia inicial que ¿qué significado le dieron los revolucionarios
sus demandas e intereses comunitarios salie- a la participación de los indios y cuál fue la
ran del ámbito de lo local para adquirir una oferta que creyeron estar haciéndoles? Los
dimensión nacional. Si bien ello supuso una gerentes de la revolución de 1870 defendie-
relectura gubernamental de la importancia ron que este movimiento “interesa[ba] a los
política y pública de la población indígena y indios” por dos razones que les permitirían
una oportunidad de cambio en el modo en ser asumidos colectivamente como nacionales
que esta población era vista y asumida en productivos y, por tanto, legítimos merecedo-
cuanto a su responsabilidad en la construc- res de la ciudadanía. La primera era de índo-
ción de la nación boliviana, esto no ocurrió le material. Su participación en el conflicto
de igual manera. En el primer caso su presen- no sólo les posibilitaría “la recuperación de
cia armada otorgó a este colectivo la posibili- sus propiedades”, sino que la restitución de su
dad de transformar en nacionales sus peticio- medio de vida -la tierra- les daría de nuevo la
nes corporativas, mientras que en el segundo oportunidad de conformarse en individuos
sus exigencias nacionales se interpre t a ro n útiles a la sociedad boliviana y contribuyentes
como grupales y segregadoras (Iru rozqui al progreso material de la nación.
2003, 2005a). La segunda razón afectaba a su percepción
A fin de hacer más explícita esa diferencia pública. Su apoyo “a la santa causa de la liber-
a continuación se va a tratar de distinguir qué tad” implicaba ser reconocidos por la socie-
les deparó en cada caso su actuación como dad como individuos que aceptaban cumplir
ejército auxiliar y cómo fue percibido y juz- con el deber nacional de “la salvación de la
gado públicamente su comportamiento patria”. Este gesto, en la medida que presu-
armado. A pesar de que en ambos aconteci- ponía contribución a una causa nacional en
mientos se conoce poco sobre las negociacio-
nes y acuerdos entre los revolucionarios y los 2 La documentación re f e rente a los acontecimientos de
líderes indígenas, el material documental y 1870-1871 pertenece en su mayoría al Archivo de La
bibliográfico disponible hasta ahora, referido Paz/CN. Expedientes Judiciales 1854/1898, ff. 1-230.
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con el tributo indígena y “los donativos exigi- nal de reforzar la potestad estatal en el medio
dos a todos los empleados y servidores de la rural.
Patria”. La designación de Morales como “el En la Guerra Federal de 18993 los indíge-
salvador de las instituciones de la patria” nas volvieron a participar en una guerra
sugería que no se trataba simplemente de nacional en calidad de ejército auxiliar del
resolver una crisis política con un cambio de bando sublevado, pero con la experiencia en
titularidad del poder ejecutivo. Mediante la términos de ganancias y decepciones materia-
m ovilización de recursos de carácter les e inmateriales que había significado ésta.
extraestatal en coordinación con instancias Si bien tras los acontecimientos de 1870 se
administrativas y militares se buscaba desde sabe aún poco de los términos en los que se
dentro del sistema de poder un reforzamien- construyó la convivencia local en un contex-
to de las competencias estatales. Ese propósi- to definido por el valor de la homogeneidad
to “nacionalizador” propició que el nuevo (Quijada 2000), a lo largo de las décadas de
gabinete se interesara en el bienestar indio en 1880 y 1890 la población indígena volvió a
la medida en que su logro reafirmaba la auto- desdibujarse identitariamente como la india -
ridad gubernamental y con ella la eficacia de da. Como esta categorización ponía en duda
las instituciones del Estado en adquirir pre- su compromiso nacional y, por tanto, la legi-
sencia territorial. No se trataba de negar radi- timidad de su acceso a la ciudadanía, el con-
calmente a las fuerzas locales una modalidad flicto de 1899 puede interpretarse como un
de gobierno en la circunscripción de un espa- nuevo llamado nacional de redención para
cio y sobre el conjunto de sus habitantes, sino este colectivo. Su actuación como ejército
de reglamentar esa delegación de la soberanía auxiliar de los liberales les daría ocasión de
republicana. En este esfuerzo de penetrar y de demostrar públicamente un esforzado senti-
reestructurar la administración de lo público miento patriota y una disciplina cívica, sínte-
local, el Estado requirió estratégicamente sis de su compromiso con la patria. Sin
explicitar su preeminencia en el control de las embargo, terminada la guerra no sólo no fue-
poblaciones a través de una alianza con el ron reconocidos como “el pueblo armado”,
mundo indígena, visto como fuerza organi- sino que acusados de iniciar una “guerra de
zada que le ayudase a equilibrar a su favor el razas” se les condenó pública y judicialmente
ejercicio de la autoridad. Tal requerimiento por traición a la patria.
coincidía con la necesidad de las comunida- ¿En términos de ciudadanía, qué había
des de un apoyo extralocal que les evitase cambiado? Si en 1870 la ciudadanía se enten-
entrar en el ámbito de control privado de los
organismos locales y ser gobernadas como 3 El material documental referente a los acontecimien-
“cosa particular” (Guerrero 2000). Por tanto, tos de 1899: Alberto Rodríguez Forest, Documentos
para la Historia de la Guerra Civil 1898-1899, Sucre,
la reivindicación indígena de sus derechos y Gobierno Municipal de Sucre, 1999; ALP., Proceso
propiedades fue potenciada y propiciada por Mohoza (1901-194); Bautista Saavedra, Defensa del
el poder central siempre que ello supusiese abogado Bautista Sa a ve d ra pronunciada en la
Audiencia del 12 de octubre de 1901, La Paz, Tip.
una demostración con éxito de la capacidad A rtística Ve l a rde, Aldazosa y Cª, 1902; Ba u t i s t a
de injerencia y de arbitraje del Estado en el Saavedra, “La criminalidad aymara en el proceso de
mundo local. En este sentido, los indígenas Mohoza”, El ayllu, La Paz, 1903; Natalio Fernández
ganaron presencia pública no sólo por parti- Antezana, La hecatombe de Mohoza. La supuesta com -
plicación del cura Jacinto Escobar y la comprobación de
cipar como ejército auxiliar en un conflicto su inocencia mediante la defensa hecha por el doctor
que les permitió ejercer de patriotas, sino Napoleón Fernández Antezana, La Paz, Tip. De la
también por compartir el objetivo institucio- Unión, 1905.
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día como una conquista individual que sólo se juzgó y condenó a los implicados en las
requería esfuerzo y disciplina y a la que podí- matanzas, sino a la población aymara en su
an aspirar todos los sujetos que estuviesen conjunto, siendo ésta la que quedó invalidada
dispuestos al sacrificio de sus ambiciones per- en sus actitudes públicas acusada de iniciativas
sonales por el bien público, en 1899, en un salvajes, brutales y sádicas, prueba de su falta
contexto marcado por pérdidas territoriales y de civilización.
bajo la influencia del pensamiento pseudo- La traición aymara a los liberales fue
científico de jerarquización racial, el progreso entendida también como venganza aymara
nacional se interpretaba amenazado más que contra la sociedad, lo que hizo evidentes cua-
nunca por todo aquello que afectase la cohe- t ro deficiencias que incapacitaban a esta
sión nacional. Ello provocó que dejase de con- población para ser asumida como parte activa
fiarse en el poder benéfico de la instituciones del pueblo boliviano. Primero, desconocían la
republicanas y en la fuerza redentora del solidaridad entre individuos en la consecu-
patriotismo para dignificar a la población, ción de una causa que no fue la suya propia.
asentándose la idea de que, a causa de taras En el cuerpo procesal de Mohoza constaba
ancestrales y de un determinado origen étni- que antes de que Lorenzo Ramírez fuera
co, muchos habitantes de Bolivia resultaban informado en Tolapampa de que el cura
refractarios a la civilización y, con ello, al pro- Escobar se había visto obligado a dar al escua-
greso moral y material del país. De ahí que en drón Pando un empréstito forzoso de 250
1899 el ejercicio de violencia revolucionaria bolivianos para socorrer a la tropa, ya habían
tornase a los indios en traidores de la patria - sido asesinados los hermanos José y Santiago
condición legal de perdida de ciudadanía-, en Hidalgo, vecinos de Mohoza responsables de
contraste con lo ocurrido en 1870-1871 cuan- levantar a la indiada a favor de la causa fede-
do los había conve rtido en patriotas. El deto- ral. Su muerte sobrevino después de la discu-
nante de esta inversión identitaria fue la masa- sión mantenida con Lorenzo Ramírez acerca
cre de Mohoza, en la que el 29 y 30 de febre- de quiénes lideraban las fuerzas indias y cuál
ro de 1899 ciento veinte integrantes del bata- era la autonomía de éstas en la toma de deci-
llón liberal Pando, varios vecinos del pueblo y siones, declarando el aymara que su causa no
hacendados locales fueron victimados en esta era “la de Pando ni la de Alonso”, sino el
localidad y en sus inmediaciones por un gru p o exterminio de la raza blanca. Esta actitud de
de indios liderado por Lore n zo Ramírez , segregación grupal y de ruptura de los com-
l u g a rteniente de Zarate Villca. Aunque a raíz promisos intergrupales se había manifestado
de la matanza perpetrada por sus aliados el también en la quema y robo de algunas casas
coronel Pando trató de disminuir sus compe- de los vecinos de los pueblos o en obligarles a
tencias militares, su ayuda siguió siendo solici- vestirse “con ropas de indio (…) ya que en el
tada contra el enemigo y sólo después de ter- futuro las autoridades serían indias”. Por
minada la guerra se tomaron medidas policia- tanto, la presunta negativa indígena a aban-
les y judiciales contra ellos. El resultado fue la donar su fundamentalismo corporativo y a
anulación discursiva de los méritos bélicos que combatir el déficit de progreso que su hetero-
en 1870 les había otorgado reconocimiento geneidad racial ocasionaba en el país a ojos de
nacional, de manera que el atentado contra el la sociedad sólo podía reindianizarlos, asen-
batallón liberal les hizo bolivianos indignos de tándose identitariamente lo indio como antó-
p a rticipar en la construcción nacional. Los nimo de lo boliviano.
procesos de Mohoza y Peñas acaecidos entre Segundo, eran contrarios a la unidad
1901 y 1904 fueron un escenario donde no nacional. En la defensa realizada por el liberal
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Bautista Sa a vedra de sus clientes Tomás ba confirmar que la fiebre homicida del los
R a m í rez, Pedro Churqui y Domingo victimarios de Mohoza respondía a las taras
Guayraña, éste argumentó que eran autores idiosincrásicas de sus componentes. Éstas
de un crimen colectivo de carácter social y favorecían la ausencia de compasión por el
político a favor de “un plan preconcebido de sufrimiento de sus semejantes, “mucho más
sublevación indigenal” para el que la justicia por los que pertenecen a otra raza superior la
común no establecía penas. Con “astucia y que sólo le inspira odio y venganza”, y el
rencor” los indios habían intervenido en la dominio de la animalidad. De hecho, la natu-
guerra civil movidos por sus propios fines de raleza de la violencia ejercida por los indios
desencadenar una guerra de extinción de los confirmaba a la sociedad que éstos no se com-
blancos que les deparase “un gobierno y pre- portaban como soldados, sino como bárbaros
dominio autóctono”. Como de esta lucha de deshumanizados incapaces de hacer la guerra
razas, “perpetuo antagonismo factor de todo como gente civilizada. Presos del alcohol, con
progreso y civilización”, resultaba el triunfo crueldad y saña mutilaban, torturaban, asesi-
de “los blancos, porque somos más fuertes y naban y se comían a sus víctimas no siendo
más civilizados aunque seamos los menos”, capaces de respetar el espacio sagrado de una
los encausados debían ser amnistiados al igual Iglesia ni las convenciones de derecho inter-
que al resto de bolivianos que participaron en nacional. Paradójicamente, fruto de su dege-
el conflicto, porque en “una guerra no hay neración racial era también su naturaleza
delitos, sino estrategia, recursos, represalias, influenciable que les convertía en “bestias” al
venganzas, triunfos y descalabros, victoriosos servicio de pasiones mezquinas como mani-
y vencidos”. Es decir, la razón por la que festaba el hecho de que su enardecimiento
Saavedra pedía el indulto de los acusados contra el batallón Pando proviniese de las
también era el motivo por el que la raza indí- sugestiones realizadas por el corregidor Juan
gena debía quedar marginada de la construc- Belloq, el cura Jacinto Escobar y su hermana
ción nacional, ya que sus anhelos grupales Hilaria.
tanto amenazaban la cohesión del país y su Aunque esta triple incapacitación conte-
integridad territorial, como imposibilitaban nía contradicciones -por un lado, se recono-
el sueño de convivencia de un cuerpo nacio- cía a la indiada la autoría de un plan de sub-
nal heterogéneo. versión preestablecido y, por otro, se le hacía
Tercero, con su comportamiento en la dependiente de las pasiones que otros levan-
guerra civil los indios no sólo habían demos- tasen en sus instintos-, implicaba también
trado su insolidaridad, corporativismo y sed que si lo primero les daba entidad política por
de venganza, sino también que eran “una raza contraria que fuera a los intereses nacionales,
atrofiada moralmente y degenerada hasta la su animalización, criminalización y atonta-
deshumanización” que no podía ser utilizada miento disminuía la entidad adquirida y
en las contiendas civiles. En su insistencia por degradaba su causa.
demostrar la inculpabilidad de sus clientes, Consecuencia del juicio y la condena de
Saavedra argumentó que la asociación ayma- los implicados fue la desciudadanización dis-
ra a favor del exterminio de la raza blanca era cursiva de la población indígena. La ayuda
un fenómeno de “muchedumbres” que que ésta prestó a los liberales en su triunfo
redundaba en la deshumanización de sus contra el gobierno quedó oficialmente olvida-
componentes. Si bien esta afirmación impli- da al igual que negada la responsabilidad de
caba la imposibilidad de exigir responsabili- éstos en la movilización india. En su lugar se
dades penales individuales, también significa- erigió la matanza del batallón Pando como la
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construcción nacional ni fueron ajenos a las una novedad histórica y la califican de desa-
concepciones, proyectos o empresas políticas gravio racial o de amenaza a la unidad nacio-
decimonónicas, sino que se constituyeron en nal. A partir de ello, ¿a qué responde la actual
sujetos sustanciales en la institucionaliza- indianización del espacio público boliviano: a
ción/rearticulación territorial del Estado gra- una refundación de lo nacional o a un discur-
cias a asumir como propia la narrativa ciuda- so étnico de ruptura del Estado-nación?
dana de cooperación nacional en su defensa ¿Generará tal indianización de la escena polí-
grupal. A comienzos del siglo XX tal tradi- tica un espacio de reconocimiento y convi-
ción intervencionista/cooperativa, aunque vencia nacionales o conducirá a nuevas y
fue desdibujada o falseada discursivamente, dolorosas segregaciones?
siguió manteniéndose a través de un progresi-
vo aumento de la presencia indígena en la
vida asociativa y en el sistema de partidos, ya Bibliografía
que, paradójicamente, su descalificación
social generó una mayor necesidad de con- Barragán, Rossana, 2000a, “¿Categoría fiscal
quista del espacio público nacional en calidad o categoría social? La campesinización del
de legítimos miembros del mismo (Salmón indio”, en Cu a d e rnos de Historia
1997, Irurozqui 2000). Latinoamericana: Estado-nación, comuni -
En este sentido, las colaboraciones mul- dad indígena, industria. Tres debates al final
tiétnicas y multiclasistas presentes en las gue- del milenio. AHILA No. 8, Ridderkerk,
rras han mostrado que la distancia entre los Holanda, p. 143-167.
indígenas y el resto de los bolivianos respon- ————, 2000b, “Tramas, dramas, epope-
dió en gran medida a relatos elitistas de iden- yas y mitos en las historias bolivianas del
tidades irreconciliables, cuya intensidad y siglo XIX”, en Historias… de mitos de ayer
oportunismo generaron a lo largo del siglo y hoy. Revista de la Coord i n a d o ra de
XX fracturas sociales y distancias culturales Historia No. 4. La Paz, p. 51-94.
asentadas en el tópico de la guerra de razas. Condarco Morales, Ramiro, 1983, Zárate. El
De ahí que el triunfo en las urnas de Evo “temible” wilka. Historia de la rebelión
Morales, con su cambiante adscripción iden- indígena de 1899, Renovación, La Paz.
titaria de cholo a indio, el apoyo multiétnico Demelas-Bohy, Marie Danielle, 1981,
a su candidatura y la trayectoria política del “ Da rwinismo a la criolla: el darwinismo
MAS como movimiento social, muestre una social en Bolivia 1880-1910”, en Hi s t o r i a
realidad histórica boliviana en la que la inci- Boliviana No. 1-2, Cochabamba, p. 55-82.
dencia de lo popular -con independencia de Grieshaber, Erwin P., 1985, “La definición
su coyuntural catalogación étnica- en la defi- cambiante de un indio. Comparación de
nición histórica boliviana no es excepcional, los censos bolivianos de 1900 y 1950”, en
sino consustancial a su desarrollo. Ello abre Historia Boliviana No. 1-2, Cochabamba.
varios interrogantes historiográficos: por un Guerrero, Andrés, 2000, “El proceso de iden-
lado, la trascendencia del juego de recreacio- tificación: sentido común ciudadano, ve n-
nes identitarias que conlleva la categoría indí- triloquía y transescritura”, en Andrés
gena y los usos políticos y públicos del mismo Guerrero, compilador, Etnicidades, FLAC-
(Grieshaber 1985, Barragán 2000a, Méndez SO-Ecuador, ILDIS, Quito, p. 9-75.
2001, Lavaud 2002); por otro, el sentido his- Irurozqui, Marta, 1994, La armonía de las
toriográfico y político de las narrativas públi- desigualdades. Elites y conflictos de poder en
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