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6.

PARTES DE LA IGLESIA

La Misa consta de dos partes, a saber, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística.


Consta además de algunos ritos que inician y concluyen la celebración.

LITURGIA DE LA PALABRA

La parte principal de la Liturgia de la Palabra la constituyen las lecturas tomadas de la


Sagrada Escritura, junto con los cánticos que se intercalan entre ellas; y la homilía, la
profesión de fe y la oración universal u oración de los fieles, la desarrollan y la
concluyen.

Lecturas bíblicas

Por las lecturas se prepara para los fieles la mesa de la Palabra de Dios y abren para
ellos los tesoros de la Biblia. La lectura del Evangelio constituye la cumbre de la
Liturgia de la Palabra. La Liturgia misma enseña que debe tributársele suma
veneración, cuando la distingue entre las otras lecturas con especial honor, sea por
parte del ministro delegado para anunciarlo y por la bendición o la oración con que se
prepara; sea por parte de los fieles, que con sus aclamaciones reconocen y profesan la
presencia de Cristo que les habla, y escuchan de pie la lectura misma; sea por los
mismos signos de veneración que se tributan al Evangeliario.

Después de la primera lectura, sigue el salmo responsorial, que es parte integral de la


Liturgia de la Palabra y en sí mismo tiene gran importancia litúrgica y pastoral, ya que
favorece la meditación de la Palabra de Dios. Después de la lectura, que precede
inmediatamente al Evangelio, se canta el Aleluya u otro canto determinado por las
rúbricas, según lo pida el tiempo litúrgico. Esta aclamación constituye por sí misma un
rito, o bien un acto, por el que la asamblea de los fieles acoge y saluda al Señor, quien
le hablará en el Evangelio, y en la cual profesa su fe con el canto.

Homilía

La homilía es parte de la Liturgia y es muy recomendada, pues es necesaria para


alimentar la vida cristiana. Conviene que sea una explicación o de algún aspecto de las
lecturas de la Sagrada Escritura, o de otro texto del Ordinario, o del Propio de la Misa
del día, teniendo en cuenta, sea el misterio que se celebra, sean las necesidades
particulares de los oyentes. (Los domingos y las fiestas del precepto debe tenerse la
homilía en todas las Misas que se celebran con asistencia del pueblo y no puede
omitirse sin causa grave, por otra parte, se recomienda tenerla todos días
especialmente en las ferias de Adviento, Cuaresma y durante el tiempo pascual, así
como también en otras fiestas y ocasiones en que el pueblo acude numeroso a la
Iglesia).

Profesión de fe

El Símbolo o Profesión de Fe, se orienta a que todo el pueblo reunido responda a la


Palabra de Dios anunciada en las lecturas de la Sagrada Escritura y explicada por la
homilía. Y para que sea proclamado como regla de fe, mediante una fórmula aprobada
para el uso litúrgico, que recuerde, confiese y manifieste los grandes misterios de la fe,
antes de comenzar su celebración en la Eucaristía.

Oración universal

En la oración universal, u oración de los fieles, el pueblo responde en cierto modo a la


Palabra de Dios recibida en la fe y, ejercitando el oficio de su sacerdocio bautismal,
ofrece súplicas a Dios por la salvación de todos.

LITURGIA EUCARÍSTICA

En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y el banquete pascuales. Por estos


misterios el sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la Iglesia, cuando
el sacerdote, representando a Cristo Señor, realiza lo mismo que el Señor hizo y
encomendó a sus discípulos que hicieran en memoria de Él. Cristo, pues, tomó el pan y
el cáliz, dio gracias, partió el pan, y los dio a sus discípulos, diciendo: Tomad, comed,
bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en
conmemoración mía. Por eso, la Iglesia ha ordenado toda la celebración de la Liturgia
Eucarística con estas partes que responden a las palabras y a las acciones de Cristo, a
saber:

1) En la preparación de los dones se llevan al altar el pan y el vino con agua, es decir,
los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.

2) En la Plegaria Eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación y las
ofrendas se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo.

3) Por la fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aunque sean muchos, reciben
de un único pan el Cuerpo, y de un único cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo
como los Apóstoles lo recibieron de las manos del mismo Cristo.

Preparación de los dones

Al comienzo de la Liturgia Eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán en


el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. En primer lugar se prepara el altar, o mesa del
Señor, que es el centro de toda la Liturgia Eucarística, y en él se colocan el corporal, el
purificador, el misal y el cáliz, cuando éste no se prepara en la credencia. En seguida
se traen las ofrendas: el pan y el vino, que es laudable que sean presentados por los
fieles. Cuando las ofrendas son traídas por los fieles, el sacerdote o el diácono las
reciben en un lugar apropiado y son ellos quienes las llevan al altar. Aunque los fieles
ya no traigan, de los suyos, el pan y el vino destinados para la liturgia, como se hacía
antiguamente, sin embargo el rito de presentarlos conserva su fuerza y su significado
espiritual.

Depositadas las ofrendas y concluidos los ritos que las acompañan, con la invitación a
orar junto con el sacerdote, y con la oración sobre las ofrendas, se concluye la
preparación de los dones y se prepara la Plegaria Eucarística.

Plegaria Eucarística
En este momento comienza el centro y la cumbre de toda la celebración, esto es, la
Plegaria Eucarística, que ciertamente es una oración de acción de gracias y de
santificación. La Plegaria Eucarística exige que todos la escuchen con reverencia y con
silencio.

Los principales elementos de que consta la Plegaria Eucarística pueden distinguirse de


esta manera:

a) Acción de gracias (que se expresa especialmente en el Prefacio), en la cual el


sacerdote, en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da gracias
por toda la obra de salvación o por algún aspecto particular de ella, de acuerdo con la
índole del día, de la fiesta o del tiempo litúrgico.

b) Aclamación: con la cual toda la asamblea, uniéndose a los coros celestiales, canta el
Santo. Esta aclamación, que es parte de la misma Plegaria Eucarística, es proclamada
por todo el pueblo juntamente con el sacerdote.

c) Epíclesis: con la cual la Iglesia, por medio de invocaciones especiales, implora la


fuerza del Espíritu Santo para que los dones ofrecidos por los hombres sean
consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, y para que
la víctima inmaculada que se va a recibir en la Comunión sirva para la salvación de
quienes van a participar en ella.

d) Narración de la institución y consagración: por las palabras y por las acciones de


Cristo se lleva a cabo el sacrificio que el mismo Cristo instituyó en la última Cena,
cuando ofreció su Cuerpo y su Sangre bajo las especies de pan y vino, y los dio a los
Apóstoles para que comieran y bebieran, dejándoles el mandato de perpetuar el mismo
misterio.

e) Anámnesis: por la cual la Iglesia, al cumplir el mandato que recibió de Cristo por
medio de los Apóstoles, realiza el memorial del mismo Cristo, renovando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y su ascensión al
cielo.

f) Oblación: por la cual, en este mismo memorial, la Iglesia, principalmente la que se


encuentra congregada aquí y ahora, ofrece al Padre en el Espíritu Santo la víctima
inmaculada. La Iglesia, por su parte, pretende que los fieles, no sólo ofrezcan la
víctima inmaculada, sino que también aprendan a ofrecerse a sí mismos, y día a día se
perfeccionen, por la mediación de Cristo, en la unidad con Dios y entre ellos, para que
finalmente, Dios sea todo en todos.

g) Intercesiones: por las cuales se expresa que la Eucaristía se celebra en comunión


con toda la Iglesia, tanto con la del cielo, como con la de la tierra; y que la oblación se
ofrece por ella misma y por todos sus miembros, vivos y difuntos, llamados a
participar de la redención y de la salvación adquiridas por el Cuerpo y la Sangre de
Cristo.

h) Doxología final: por la cual se expresa la glorificación de Dios, que es afirmada y


concluida con la aclamación Amén del pueblo.

Rito de la comunión
Puesto que la celebración eucarística es el banquete pascual, conviene que, según el
mandato del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos como alimento espiritual por
los fieles debidamente dispuestos. A esto tienden la fracción y los demás ritos
preparatorios, con los que los fieles son conducidos inmediatamente a la Comunión.

Oración del Señor

En la Oración del Señor se pide el pan de cada día, que para los cristianos indica
principalmente el pan eucarístico, y se implora la purificación de los pecados, de modo
que, en realidad, las cosas santas se den a los santos.

Rito de la paz

Sigue el rito de la paz, con el que la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y
para toda la familia humana, y con el que los fieles se expresan la comunión eclesial y
la mutua caridad, antes de la comunión sacramental.

Fracción del Pan

El sacerdote parte el pan eucarístico, con la ayuda, si es del caso, del diácono o de un
concelebrante. El gesto de la fracción del Pan realizado por Cristo en la Última Cena,
que en el tiempo apostólico designó a toda la acción eucarística, significa que los fieles
siendo muchos, en la Comunión de un solo Pan de vida, que es Cristo muerto y
resucitado para la salvación del mundo, forman un solo cuerpo (1Co 10, 17).

Comunión

El sacerdote se prepara para recibir fructuosamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo


con una oración en secreto. Los fieles hacen lo mismo orando en silencio. Después el
sacerdote muestra a los fieles el Pan Eucarístico sobre la patena o sobre el cáliz y los
invita al banquete de Cristo; además, juntamente con los fieles, pronuncia un acto de
humildad, usando las palabras evangélicas prescritas.

Es muy de desear que los fieles, como está obligado a hacerlo también el mismo
sacerdote, reciban el Cuerpo del Señor de las hostias consagradas en esa misma Misa,
y en los casos previstos, participen del cáliz, para que aún por los signos aparezca
mejor que la Comunión es una participación en el sacrificio que entonces mismo se
está celebrando.

Mientras el sacerdote toma el Sacramento, se inicia el canto de Comunión, que debe


expresar, por la unión de las voces, la unión espiritual de quienes comulgan,
manifestar el gozo del corazón y esclarecer mejor la índole «comunitaria» de la
procesión para recibir la Eucaristía.

Terminada la distribución de la Comunión, si resulta oportuno, el sacerdote y los fieles


oran en silencio por algún intervalo de tiempo. Si se quiere, la asamblea entera
también puede cantar un salmo u otro canto de alabanza o un himno.

Para terminar la súplica del pueblo de Dios y también para concluir todo el rito de la
Comunión, el sacerdote dice la oración después de la Comunión, en la que se suplican
los frutos del misterio celebrado.
7. ¿Cuál ES LA PROFESIÓN DE LA FE? ESCRIBELA

Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo "Creo" o "Creemos". Antes de


exponer la fe de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida
en la práctica de los mandamientos y en la oración, nos preguntamos ¿qué significa
"creer"?.

La Fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo
tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida. Quien
dice "Yo creo,", dice "Yo me adhiero a lo que nosotros creemos". La comunión de Fe
necesita un lenguaje común de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma
Confesión de Fe.

8. ¿Cuántos Y CUALES SON LOS PÀSOS DE UNA BUENA CONFESIÓN?

CINCO PASOS PARA UNA BUENA CONFESIÓN

1. Examen de ConcienciaEsfuerzo sincero en recordar todos y cada uno de los


pecados.

2. Dolor de los PecadosReconocer que se ha ofendido a Dios que nos ama tanto.

3. Propósito de no volver a PecarLa simple y sincera determinación de no volver a


pecar por amor a Dios.

4. Decir los Pecados al SacerdoteDe una manera concisa, concreta, clara y


completa.

5. Cumplir la Penitencia .Cumplirla cuanto antes con humildad y dolor en


desagravio, reparación ysatisfacción de la culpa contraída al ofender a
Dios.Teniendo presente que es Jesús quien por medio del Sacerdote nos perdona.
9. CONDICIONES PARA COMULGAR

Para participar de tan grande privilegio, el cristiano debe observar cinco condiciones, de tal
modo que su comunión genere una existencia más coherente.

1. PLENAMENTE INCORPORADO: debe estar plenamente incorporado a la Iglesia Católica, ya que


hablamos de comunión, que es “común unión”, con Cristo y con los hermanos. Es el drama que
afecta a los divorciados que se vuelven a casar.

2. ESTAR EN GRACIA: debe estar en la gracia de Dios, luchar constantemente contra el pecado y
huir de las ocasiones próximas de pecado. La Iglesia recomienda, al menos una vez al año,
acercarse al sacramento de la Reconciliación.

3. ESPIRITU DE RECOGIMIENTO: al participar de la Misa es necesario respetar el ambiente,


apagar el teléfono celular, atender para que niños no hagan mucho ruido. También llegar
algunos minutos antes de empezar la celebración. Sería bastante útil leer en casa las lecturas
del día, para entenderlas mejor.

4. OBSERVAR EL AYUNO: siempre se habla de una hora de ayuno antes de la comunión, para
una participación consciente y una decorosa comunión. Toca también el aspecto de bebida y de
ciertas diversiones.

5. ACTITUD CORPORAL: todo el cuerpo participa, sea cuando uno está parado, sentado o
arrodillado. El silencio atento también es modo de participar. Participamos con las aclamaciones,
los cantos y saludos. No se debe hacer gestos desubicados, que distraen a todos, como mascar
chicle, ni tampoco usar ropas inconvenientes.

Estos cuidados expresan un amor al Cuerpo de Cristo, es un ejemplo para los otros fieles y da
un especial placer en tomar parte de cada Santa Misa, ya que esta, cuando es debidamente
respetada, fortalece nuestro espíritu, purifica nuestras emociones y origina una visión optimista
de la vida.

10. ESCRIBE: EL ACTO DE CONTRICCIÓN

Acto de contrición

Señor mío, Jesucristo,


Dios y hombre verdadero.
Creador y Redentor mío,
por ser Tú quien eres,
y porque te amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberte ofendido.
Quiero y propongo firmemente
confesarme a su tiempo.
Ofrezco mi vida, obras y trabajos
en satisfacción de mis pecados.
Y confío en tu bondad y misericordia infinita
que me los perdonarás y me darás la gracia
para no volverte a ofender.
Amén.

11. ¿Qué es el sacramento de la confirmación? ¿en la confirmación a quien recibes y por que lo
recibes?

El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. La misma


palabra, Confirmación que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho.

En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este sacramento, el
bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la
filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de
Jesucristo, de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la
Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más
perfecta, más activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace capaces de ser
testigos de Cristo.

Se recibe al Espíritu Santo.

- Aunque sea difícil comprenderlo, Dios es 3 personas a la vez:


Es Dios Padre --- que es nuestro Padre y quien creó todas las cosas.
Es Dios Hijo --- que es Jesús que vino a salvarnos al mundo.
Es Dios Espíritu Santo --- que es la relación
de amor que hay entre el Padre y el Hijo.

12. ¿Qué son las sagradas escrituras?

Lo que llamamos “Sagrada Escritura” – o la Biblia- es el conjunto de Escritos sagrados inspirados


en la Primera Alianza y en la Nueva Alianza de Dios con los hombres.

Entre los libros sagrados de la humanidad, la Biblia se distingue por el sentido de los
acontecimientos históricos que ella relata: ahí descubrimos; a través de esos acontecimientos
que han marcado la historia de Israel (Primera Alianza, o en el lenguaje cristiano “Antiguo
Testamento”) que no es solamente el hombre que busca a Dios, sino Dios mismo que busca al
hombre y hace su alianza con él.

13. ¿Qué es el ofertorio?

El Ofertorio es el momento de la Misa en la que se presentan a Dios las especias


-el pan y el vino- que se van a ofrecer a modo de sacrificio en la Eucaristía.

14. ¿qué, en que consiste el “divino basurero?

Jesús es el "divino Basurero" que vino a sacar mis miserias. Jesucristo vino a sacar
nuestra basura. La joven egoísta siempre se está pintando las uñas a la hora de
fregar los platos, Él papá egoísta dice: no, no voy a comer, no, no tengo hambre.
¿Qué te pasa? ¿Qué te pasa? No, no tengo hambre. ¿Qué te pasa? No hay sal en las
patatas. Y causa penas en el hogar. La mujer egoísta debe hacer de la casa un
infierno porque absolutamente todo debe estar hecho según su plan y ella sabe
empujar, empujar y empujar, empujar hasta tumbar, hasta que todo está hecho
conforme a su plan, a su voluntad y conforme a su YO y a su MÍO, a su MÍO, MÍO,
MÍO.

15. ¿Cuál es el sacramento por el cual naces a la vida nueva?


El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida
en el espíritu ("vitae spiritualis ianua") y la puerta que abre el acceso a los otros
sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como
hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la
Iglesia y hechos partícipes de su misión.

16. ¿cual es la forma, materia, celebrante de los siguientes sacramentos:

a) bautismo

Por el bautismo de los niños la Iglesia manifiesta la fe en el Dios que guía providentemente
nuestra vida con su gracia, haciéndonos partícipes de su vida divina en Jesucristo. La
Iglesia recibió la misión de evangelizar y bautizar, es decir, de mostrar a los hombres el
camino de la salvación, de la vida de Dios entre nosotros, para que la vida humana se
plenifique en el bien y en el amor.

Que sea el bautismo de quienes no han llegado a la edad de poder decidir por sí mismos no
es ningún impedimento para que la gracia de Dios actúe. Por eso, igual que vuestro/a hijo/a
recibirá de vosotros el amor, el cuidado y la educación debidos, junto con todo lo necesario
para su bien, y que no pueden hacer por sí mismos, así creemos que podemos hacerles
partícipes de los motivos fundamentales por los que vivimos: de nuestra fe, de la gracia de
Dios en nuestras vidas, del divino amor entre nosotros, de la dimensión divina del amor
humano.

Padres y padrinos, pues, os comprometéis a educar a vuestro/a hijo/a en la fe de la


comunidad cristiana, de tal modo que al pedir públicamente el bautismo para él/ella,
manifestáis que estáis dispuestos a que sea así.

El rito del bautismo consta de cuatro partes, ordenadas entre sí y realizadas en la liturgia de
modo progresivo. Son las siguientes.

1. Rito de acogida

Es el saludo del sacerdote, dirigido principalmente a padres y padrinos, con el gozo de


recibir al neonato en la comunidad eclesial, al igual que lo recibieron gozosamente en la
familia. Acto seguido, se interroga a los padres y padrinos:

2. Liturgia de la Palabra: lecturas, homilía, preces e invocaciones

La vida del cristiano está necesitada de la luz de Dios y de la ayuda de su gracia. Por eso,
escuchamos atentamente su Palabra y le pedimos su auxilio. El sacerdote comenta
brevemente las lecturas.

3. Celebración del sacramento


Bendición del agua

(Sacerdote) Oremos, hermanos, al Señor Dios todopoderoso, para que conceda a estos
niños la vida nueva por el agua y por el Espíritu Santo.

La oración de bendición del agua recuerda la obra de la salvación, concluyendo con la


siguiente petición:

4. Rito de conclusión

Padrenuestro

Bendición final

El Bautismo constituye el fundamento de la vida cristiana. Por eso lo celebramos con el


gozo de la fe en la vida de los recién nacidos. Que el Señor bendiga a vosotros y a vuestros
hijos, sostenga el amor de vuestras familias y os conceda la alegría de la esperanza
cristiana, nacida hoy en la vida de estos niños.

b) confirmación

El sacramento de la confirmación se confiere por la unción del crisma en la frente, que se hace con la
imposición de la mano, y por las palabras: "N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo". La
imposición de las manos, que se hace sobre los confirmandos con la oración: "Dios todopoderoso...",
aunque no pertenece a la validez del sacramento, tiene, sin embargo, gran importancia para la
integridad del rito y para una más plena comprensión del sacramento.

Todo el rito tiene doble significado.

Por la imposición de las manos sobre los confirmandos, hecha por el Obispo y por los sacerdotes
concelebrantes, se actualiza el gesto bíblico, con el que se invoca el don del Espíritu Santo de un
modo muy acomodado a la comprensión del pueblo cristiano. En la unción del crisma y en las
palabras que la acompañan se significa claramente el efecto del don del Espíritu Santo. El bautizado,
signado por la mano del Obispo con el aceite aromático, recibe el carácter indeleble, señal del Señor,
al mismo tiempo que el don del Espíritu, que le configura más perfectamente con Cristo y le confiere la
gracia de derramar "el buen olor" entre los hombres. El sagrado crisma es consagrado por el Obispo
en la misa que ordinariamente se celebra el Jueves Santo con esta finalidad.

El padrino

Según costumbre, a cada uno de los confirmandos le asiste un padrino, que lo lleva a recibir el
sacramento, lo presenta al ministro de la confirmación para la unción sagrada y lo ayuda después a
cumplir fielmente las promesas del bautismo, según el Espíritu Santo que ha recibido.

Teniendo en cuenta las circunstancias pastorales de hoy día, es conveniente que el padrino del
bautismo, si está presente, sea también el padrino de la confirmación. Así se manifiesta más
claramente la unión entre el bautismo y la confirmación, y se hace más eficaz el ministerio y la misión
de padrino. Sin embargo, de ningún modo se excluye la facultad de elegir un padrino propio de la
confirmación. También los mismos padres pueden presentar a sus hijos. Al Ordinario del lugar le
compete, teniendo en cuenta las circunstancias locales, establecer el modo de proceder que se ha de
observar en su diócesis.
Dotes del padrino.

Los pastores de almas procurarán que el padrino, elegido por el confirmando o por su familia, sea
espiritualmente idóneo para el oficio que recibe, y esté revestido de estas dotes:

a) Tenga madurez suficiente para cumplir esta función.

b) Pertenezca a la Iglesia católica y esté iniciado en los tres sacramentos: bautismo, confirmación y
Eucaristía.

c) No esté impedido por el derecho a ejercer la función de padrino.

La edad de la confirmación.

Por lo que se refiere a los niños, en la Iglesia latina la confirmación suele diferirse hasta alrededor de
los siete años. No obstante, si existen razones pastorales, especialmente si se quiere inculcar con más
fuerza en los fieles su plena adhesión a Cristo, el Señor, y la necesidad de dar testimonio de él, las
Conferencias Episcopales pueden determinar una edad más idónea, de tal modo que el sacramento se
confiera cuando los niños son ya algo mayores y han recibido una conveniente formación.

c) eucaristía

La eucaristia se celebra con pan acido y vino:

La Iglesia vive de la Eucaristía” este sacramento, como dice el Concilio, es el


centro y culmen de la vida cristiana, por ello a lo largo de los siglos ha tenido la
máxima protección contra los posibles abusos que se han intentado introducir. No
es nuevo el problema de con qué especie de pan puede celebrarse. Durante un
buen tiempo en ciertos países latinoamericanos se celebraba la eucaristía con pan
de maíz, argumentando que la cultura de la zona utilizaba más este tipo de
alimento y así la liturgia se adaptaba más a la realidad de los pueblos. La Iglesia
respondió con claridad, no es posible cambiar la composición de la especie
eucarística. Pero no es una “intransigencia”, sino que responde a un hecho
querido por el Señor que la Iglesia no se siente autorizada a modificar. En la última
cena, el Señor tomó pan y no cualquiera, es el pan que Dios en el éxodo mandó a
su pueblo que comiese, junto al cordero, para celebrar la Pascua, el memoria de la
salida de Egipto. (Ex 12,8). En la noche del Jueves Santo, Jesús da este signo
hebreo una nueva significación: este pan ya no será para vosotros el recuerdo de
la salida de Egipto, este pan es mi cuerpo que se entrega por vosotros

17. ¿Cuáles son los sacramentos que te infunden carácter?


El carácter que se imprime en tres de los sacramentos (Bautismo, Confirmación y Orden
Sacerdotal), es verdad de fe. (Cfr. Dz. 852; Catec. n. 1121). Este carácter es una huella indeleble
e invisible que se imprime en el alma, es una marca espiritual y que nos marca como
pertenecientes a Dios o en el caso del Orden, el carácter que imprime es el de ministro de Dios.
Hace posible la participación de los fieles en el sacerdocio de Cristo y formar parte de la Iglesia.
Esta huella –indeleble – resulta una promesa y una garantía de la protección de Dios. Estos tres
sacramentos no se pueden repetir. (Cfr. Catec. no. 1121). En un principio se hablaba del carácter
como “sello divino” o “sello del Espíritu Santo”, siguiendo la expresión utilizada en la Biblia.

18. ¿Cuáles son los dones del espíritu santo?

1º DON DE SABIDURíA: No es para que sepamos muchísimo de muchas cosas;


sino para perfeccionar en nosotros ni más ni menos que el amor, la caridad. Las
almas privilegiadas que de manera habitual han recibido ese don han amado a
Dios como no tenemos ni idea; han aparecido ante el mundo como unos loquitos
que eran capaces de hacer por Dios y por la gente gestos heroicos. Díganme si un
misionero no necesita de este don del Espíritu Santo, cuando las exigencias de la
Misión casi siempre, de manera habitual, han de ser heroicas.

2º DON DE ENTENDIMIENTO: Potencia y cómo que dispara la virtud de la fe. Con


él se entienden de manera admirable lo más profundos misterios; se comprende
por ejemplo la santidad de la Virgen María; la grandeza de la Santa Misa, y su
valor infinito... por medio de ese admirable don se ilumina nuestro entendimiento y
nos confiere una fuerza y una eficacia santificadora, tal como la necesita el
evangelizador, el que se entrega a la causa estupenda de dar a conocer al mundo
a Cristo el Señor, su Vida y su Evangelio; al que deja su vida en los campos de las
Misiones.

3º DON DE CIENCIA: Se trata de la ciencia verdadera, de la que viene y va a Dios


en directo. Por supuesto que también perfecciona la fe que debemos transmitir a
los demás, como el mejor servicio que se le puede prestar a los hombres, de
acuerdo con Juan Pablo II. Esta ciencia nos enseña “a juzgar rectamente de las
cosas creadas”. El “hermano sol y la hermana luna” se las inventó el corazón de
San Francisco de Asís con esta ciencia, que merece la vida entera por conocerla y
gustarla. El misionero vive en pleno contacto con la naturaleza y sus maravillas; y
todo le ayuda para entender mejor el amor de Dios y explicárselo con fuego a
quienes nunca supieron que tenían en los cielos un Padre bondadoso que es puro
Amor.

4º DON DE CONSEJO: Gracias, en buena parte, a este regalo del Espíritu los
misioneros fueron a parar a territorios que ni sabían dónde quedaban en la
geografía de los continentes o países. Allí fueron a dar con sus huesos y con su
enorme carga de fe y de amor, guiados, quizá sin saberlo, por el consejo sutil y
cierto del Espíritu Santo. Ayuda mucho, pero mucho, a esa virtud tan rara y muy
pocas veces tomada en cuenta que es la prudencia, virtud casi desconocida y
raras veces empleada en nuestro vivir y en nuestro actuar. Nuestras grandes
determinaciones en la vida están o deben estar signadas por el don de Consejo, si
es que no queremos fracasar con nuestras propias loqueras o nuestros criterios
personales.

5º DON DE PIEDAD: No es expresamente para formar monaguillos piadosos –que


tampoco debe ser cosa fácil- sino que con este don, el Espíritu nos hace descubrir
a Dios como Padre y quererle con todas nuestras fuerzas; de paso nos estimula a
querer a nuestros hermanos, como Teresa de Calcuta quería a los leprosos. Es la
vida ordinaria del misionero. Gentes que no conocen de nada ni la entienden en su
cultura, ni saben de su idioma, y se fajan, sin embargo, a conocer, amar y ayudar
en cuerpo y alma, a pequeños Cristos que se le han cruzado en el camino de su
vocación misionera. El don de piedad actúa como un auténtico milagro en el
corazón del misionero. (Cuando se habla del misionero, se entiende por igual de la
misionera, de la persona consagrada o del laico comprometido. Los dones no
tienen género. Son del Espíritu Santo y basta).

6º DON DE FORTALEZA: Se trata de una fuerza del Espíritu Santo que resiste y
acomete según la necesidad del momento. Es bueno recordar que la fortaleza es
una de las virtudes cardinales ¿Se acuerda usted por dónde anda eso en el
catecismo que estudió? Pues aunque no se acuerde nadie, ni lo tome demasiado
en serio, el Espíritu Santo, sí; él concede una fuerza y un valor increíble a quienes
asiste en los trances más difíciles de la vida. Necesitamos todos urgentemente y
casi en cada momento, de esta fuerza única que resiste el mal; el que sacude al
mundo y a sus gentes como un huracán y tiende a destruirlo y borrarlo del mapa
de la vida.

Resistir el mal y hacer siempre el bien, sin cansarnos como nos enseña San
Pablo. Las causas de Dios son empinadas, costosas; exigen muchas veces la vida
misma. Por algo la Iglesia creció con la sangre de sus mártires. Pura fortaleza de
Dios; don bellísimo y absolutamente necesario en nuestros tiempos.

7º DON DE TEMOR A DIOS: También el temor es necesario; pero es un temor


pleno de amor; es un susto justificado de perder la amistad de nuestro Padre Dios
y de nuestro Hermano Jesús. Un enamorado tiembla sólo con pensar en que
puede perder a su amor; a la persona que es razón de su vida. Se trata de un
temor filial, el temor de Dios. Por supuesto que, si al perder al Dios se pierde el
cielo donde él habita con sus santos, se puede uno imaginar lo terrible

19. obras de misericordia espirituales y corporales

Obras de misericordia corporales

1. Dar de comer al hambriento.


2. Dar de beber al sediento.
3. Vestir al desnudo
4. Visitar a los enfermos
5. Asistir al preso
6. Dar posada al caminante
7. Sepultar a los muertos

Obras de misericordia espirituales


"También debemos practicar, junto a las llamadas materiales, las "obras espirituales de
misericordia". En primer lugar, corregir al que yerra, con la advertencia oportuna, con
caridad, sin que le ofenda; enseñar al que no sabe, iluminando su inteligencia con la luz del
Señor; aconsejar al que duda, con honradez y rectitud de intención; consolar al afligido,
compartiendo su dolor; perdonar al que ofende, sabiendo disculparle con comprensión;
socorrer al que necesita ayuda, excediéndonos en el servicio. Y, finalmente, rogar a Dios
por los vivos y por los difuntos. Éstas, desde luego, tienen también su fundamento en la
Palabra de Dios:
1. Enseñar al que no sabe y
2. Dar buen consejo al que lo necesita. "Que la palabra de Cristo habite en
ustedes con todas sus riquezas. Que sepan aconsejarse unos a otros y enseñarse
mutuamente con palabras y consejos sabios" (Col 3,16)
3. Corregir al que se equivoca. "Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a
hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha,
lleva contigo a dos o tres de modo que el caso se decida por boca de dos o tres
testigos. Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida" (Mt 18, 116-17)
4. Perdonar las injurias. "Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿cuántas veces
debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿hasta siete veces? Jesús le contestó:
No digas siete veces, sino hasta setenta veces siete". (Mt 18, 21-22)
5. Consolar al afligido. "Anímense mutuamente y ayúndense unos a otros a
crecer juntos" (1Tes 5,11)
6. Tolerar los defectos del prójimo. "Sopórtense y perdónense unos a otros, si
uno tiene motivo de queja contra otro" (Col 3, 13)
7. Hacer oración por los difuntos. "Pues si no hubieran creído que los
compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por
ellos" (2Mac 12,45)

20. ¿Cuál es la fiesta donde se infunde el espíritu santo?

La fiesta de pentecostés.

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