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PARTES DE LA IGLESIA
LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas bíblicas
Por las lecturas se prepara para los fieles la mesa de la Palabra de Dios y abren para
ellos los tesoros de la Biblia. La lectura del Evangelio constituye la cumbre de la
Liturgia de la Palabra. La Liturgia misma enseña que debe tributársele suma
veneración, cuando la distingue entre las otras lecturas con especial honor, sea por
parte del ministro delegado para anunciarlo y por la bendición o la oración con que se
prepara; sea por parte de los fieles, que con sus aclamaciones reconocen y profesan la
presencia de Cristo que les habla, y escuchan de pie la lectura misma; sea por los
mismos signos de veneración que se tributan al Evangeliario.
Homilía
Profesión de fe
Oración universal
LITURGIA EUCARÍSTICA
1) En la preparación de los dones se llevan al altar el pan y el vino con agua, es decir,
los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.
2) En la Plegaria Eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación y las
ofrendas se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo.
3) Por la fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aunque sean muchos, reciben
de un único pan el Cuerpo, y de un único cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo
como los Apóstoles lo recibieron de las manos del mismo Cristo.
Depositadas las ofrendas y concluidos los ritos que las acompañan, con la invitación a
orar junto con el sacerdote, y con la oración sobre las ofrendas, se concluye la
preparación de los dones y se prepara la Plegaria Eucarística.
Plegaria Eucarística
En este momento comienza el centro y la cumbre de toda la celebración, esto es, la
Plegaria Eucarística, que ciertamente es una oración de acción de gracias y de
santificación. La Plegaria Eucarística exige que todos la escuchen con reverencia y con
silencio.
b) Aclamación: con la cual toda la asamblea, uniéndose a los coros celestiales, canta el
Santo. Esta aclamación, que es parte de la misma Plegaria Eucarística, es proclamada
por todo el pueblo juntamente con el sacerdote.
e) Anámnesis: por la cual la Iglesia, al cumplir el mandato que recibió de Cristo por
medio de los Apóstoles, realiza el memorial del mismo Cristo, renovando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y su ascensión al
cielo.
Rito de la comunión
Puesto que la celebración eucarística es el banquete pascual, conviene que, según el
mandato del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos como alimento espiritual por
los fieles debidamente dispuestos. A esto tienden la fracción y los demás ritos
preparatorios, con los que los fieles son conducidos inmediatamente a la Comunión.
En la Oración del Señor se pide el pan de cada día, que para los cristianos indica
principalmente el pan eucarístico, y se implora la purificación de los pecados, de modo
que, en realidad, las cosas santas se den a los santos.
Rito de la paz
Sigue el rito de la paz, con el que la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y
para toda la familia humana, y con el que los fieles se expresan la comunión eclesial y
la mutua caridad, antes de la comunión sacramental.
El sacerdote parte el pan eucarístico, con la ayuda, si es del caso, del diácono o de un
concelebrante. El gesto de la fracción del Pan realizado por Cristo en la Última Cena,
que en el tiempo apostólico designó a toda la acción eucarística, significa que los fieles
siendo muchos, en la Comunión de un solo Pan de vida, que es Cristo muerto y
resucitado para la salvación del mundo, forman un solo cuerpo (1Co 10, 17).
Comunión
Es muy de desear que los fieles, como está obligado a hacerlo también el mismo
sacerdote, reciban el Cuerpo del Señor de las hostias consagradas en esa misma Misa,
y en los casos previstos, participen del cáliz, para que aún por los signos aparezca
mejor que la Comunión es una participación en el sacrificio que entonces mismo se
está celebrando.
Para terminar la súplica del pueblo de Dios y también para concluir todo el rito de la
Comunión, el sacerdote dice la oración después de la Comunión, en la que se suplican
los frutos del misterio celebrado.
7. ¿Cuál ES LA PROFESIÓN DE LA FE? ESCRIBELA
La Fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo
tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida. Quien
dice "Yo creo,", dice "Yo me adhiero a lo que nosotros creemos". La comunión de Fe
necesita un lenguaje común de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma
Confesión de Fe.
2. Dolor de los PecadosReconocer que se ha ofendido a Dios que nos ama tanto.
Para participar de tan grande privilegio, el cristiano debe observar cinco condiciones, de tal
modo que su comunión genere una existencia más coherente.
2. ESTAR EN GRACIA: debe estar en la gracia de Dios, luchar constantemente contra el pecado y
huir de las ocasiones próximas de pecado. La Iglesia recomienda, al menos una vez al año,
acercarse al sacramento de la Reconciliación.
4. OBSERVAR EL AYUNO: siempre se habla de una hora de ayuno antes de la comunión, para
una participación consciente y una decorosa comunión. Toca también el aspecto de bebida y de
ciertas diversiones.
5. ACTITUD CORPORAL: todo el cuerpo participa, sea cuando uno está parado, sentado o
arrodillado. El silencio atento también es modo de participar. Participamos con las aclamaciones,
los cantos y saludos. No se debe hacer gestos desubicados, que distraen a todos, como mascar
chicle, ni tampoco usar ropas inconvenientes.
Estos cuidados expresan un amor al Cuerpo de Cristo, es un ejemplo para los otros fieles y da
un especial placer en tomar parte de cada Santa Misa, ya que esta, cuando es debidamente
respetada, fortalece nuestro espíritu, purifica nuestras emociones y origina una visión optimista
de la vida.
Acto de contrición
11. ¿Qué es el sacramento de la confirmación? ¿en la confirmación a quien recibes y por que lo
recibes?
En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este sacramento, el
bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la
filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de
Jesucristo, de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la
Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más
perfecta, más activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace capaces de ser
testigos de Cristo.
Entre los libros sagrados de la humanidad, la Biblia se distingue por el sentido de los
acontecimientos históricos que ella relata: ahí descubrimos; a través de esos acontecimientos
que han marcado la historia de Israel (Primera Alianza, o en el lenguaje cristiano “Antiguo
Testamento”) que no es solamente el hombre que busca a Dios, sino Dios mismo que busca al
hombre y hace su alianza con él.
Jesús es el "divino Basurero" que vino a sacar mis miserias. Jesucristo vino a sacar
nuestra basura. La joven egoísta siempre se está pintando las uñas a la hora de
fregar los platos, Él papá egoísta dice: no, no voy a comer, no, no tengo hambre.
¿Qué te pasa? ¿Qué te pasa? No, no tengo hambre. ¿Qué te pasa? No hay sal en las
patatas. Y causa penas en el hogar. La mujer egoísta debe hacer de la casa un
infierno porque absolutamente todo debe estar hecho según su plan y ella sabe
empujar, empujar y empujar, empujar hasta tumbar, hasta que todo está hecho
conforme a su plan, a su voluntad y conforme a su YO y a su MÍO, a su MÍO, MÍO,
MÍO.
a) bautismo
Por el bautismo de los niños la Iglesia manifiesta la fe en el Dios que guía providentemente
nuestra vida con su gracia, haciéndonos partícipes de su vida divina en Jesucristo. La
Iglesia recibió la misión de evangelizar y bautizar, es decir, de mostrar a los hombres el
camino de la salvación, de la vida de Dios entre nosotros, para que la vida humana se
plenifique en el bien y en el amor.
Que sea el bautismo de quienes no han llegado a la edad de poder decidir por sí mismos no
es ningún impedimento para que la gracia de Dios actúe. Por eso, igual que vuestro/a hijo/a
recibirá de vosotros el amor, el cuidado y la educación debidos, junto con todo lo necesario
para su bien, y que no pueden hacer por sí mismos, así creemos que podemos hacerles
partícipes de los motivos fundamentales por los que vivimos: de nuestra fe, de la gracia de
Dios en nuestras vidas, del divino amor entre nosotros, de la dimensión divina del amor
humano.
El rito del bautismo consta de cuatro partes, ordenadas entre sí y realizadas en la liturgia de
modo progresivo. Son las siguientes.
1. Rito de acogida
La vida del cristiano está necesitada de la luz de Dios y de la ayuda de su gracia. Por eso,
escuchamos atentamente su Palabra y le pedimos su auxilio. El sacerdote comenta
brevemente las lecturas.
(Sacerdote) Oremos, hermanos, al Señor Dios todopoderoso, para que conceda a estos
niños la vida nueva por el agua y por el Espíritu Santo.
4. Rito de conclusión
Padrenuestro
Bendición final
b) confirmación
El sacramento de la confirmación se confiere por la unción del crisma en la frente, que se hace con la
imposición de la mano, y por las palabras: "N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo". La
imposición de las manos, que se hace sobre los confirmandos con la oración: "Dios todopoderoso...",
aunque no pertenece a la validez del sacramento, tiene, sin embargo, gran importancia para la
integridad del rito y para una más plena comprensión del sacramento.
Por la imposición de las manos sobre los confirmandos, hecha por el Obispo y por los sacerdotes
concelebrantes, se actualiza el gesto bíblico, con el que se invoca el don del Espíritu Santo de un
modo muy acomodado a la comprensión del pueblo cristiano. En la unción del crisma y en las
palabras que la acompañan se significa claramente el efecto del don del Espíritu Santo. El bautizado,
signado por la mano del Obispo con el aceite aromático, recibe el carácter indeleble, señal del Señor,
al mismo tiempo que el don del Espíritu, que le configura más perfectamente con Cristo y le confiere la
gracia de derramar "el buen olor" entre los hombres. El sagrado crisma es consagrado por el Obispo
en la misa que ordinariamente se celebra el Jueves Santo con esta finalidad.
El padrino
Según costumbre, a cada uno de los confirmandos le asiste un padrino, que lo lleva a recibir el
sacramento, lo presenta al ministro de la confirmación para la unción sagrada y lo ayuda después a
cumplir fielmente las promesas del bautismo, según el Espíritu Santo que ha recibido.
Teniendo en cuenta las circunstancias pastorales de hoy día, es conveniente que el padrino del
bautismo, si está presente, sea también el padrino de la confirmación. Así se manifiesta más
claramente la unión entre el bautismo y la confirmación, y se hace más eficaz el ministerio y la misión
de padrino. Sin embargo, de ningún modo se excluye la facultad de elegir un padrino propio de la
confirmación. También los mismos padres pueden presentar a sus hijos. Al Ordinario del lugar le
compete, teniendo en cuenta las circunstancias locales, establecer el modo de proceder que se ha de
observar en su diócesis.
Dotes del padrino.
Los pastores de almas procurarán que el padrino, elegido por el confirmando o por su familia, sea
espiritualmente idóneo para el oficio que recibe, y esté revestido de estas dotes:
b) Pertenezca a la Iglesia católica y esté iniciado en los tres sacramentos: bautismo, confirmación y
Eucaristía.
La edad de la confirmación.
Por lo que se refiere a los niños, en la Iglesia latina la confirmación suele diferirse hasta alrededor de
los siete años. No obstante, si existen razones pastorales, especialmente si se quiere inculcar con más
fuerza en los fieles su plena adhesión a Cristo, el Señor, y la necesidad de dar testimonio de él, las
Conferencias Episcopales pueden determinar una edad más idónea, de tal modo que el sacramento se
confiera cuando los niños son ya algo mayores y han recibido una conveniente formación.
c) eucaristía
4º DON DE CONSEJO: Gracias, en buena parte, a este regalo del Espíritu los
misioneros fueron a parar a territorios que ni sabían dónde quedaban en la
geografía de los continentes o países. Allí fueron a dar con sus huesos y con su
enorme carga de fe y de amor, guiados, quizá sin saberlo, por el consejo sutil y
cierto del Espíritu Santo. Ayuda mucho, pero mucho, a esa virtud tan rara y muy
pocas veces tomada en cuenta que es la prudencia, virtud casi desconocida y
raras veces empleada en nuestro vivir y en nuestro actuar. Nuestras grandes
determinaciones en la vida están o deben estar signadas por el don de Consejo, si
es que no queremos fracasar con nuestras propias loqueras o nuestros criterios
personales.
6º DON DE FORTALEZA: Se trata de una fuerza del Espíritu Santo que resiste y
acomete según la necesidad del momento. Es bueno recordar que la fortaleza es
una de las virtudes cardinales ¿Se acuerda usted por dónde anda eso en el
catecismo que estudió? Pues aunque no se acuerde nadie, ni lo tome demasiado
en serio, el Espíritu Santo, sí; él concede una fuerza y un valor increíble a quienes
asiste en los trances más difíciles de la vida. Necesitamos todos urgentemente y
casi en cada momento, de esta fuerza única que resiste el mal; el que sacude al
mundo y a sus gentes como un huracán y tiende a destruirlo y borrarlo del mapa
de la vida.
Resistir el mal y hacer siempre el bien, sin cansarnos como nos enseña San
Pablo. Las causas de Dios son empinadas, costosas; exigen muchas veces la vida
misma. Por algo la Iglesia creció con la sangre de sus mártires. Pura fortaleza de
Dios; don bellísimo y absolutamente necesario en nuestros tiempos.
La fiesta de pentecostés.