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Esoterismo

Nigredo, Albedo y Rubedo


by Redacción in Esoterismo
Updated 28 julio, 2015

La alquimia es el arte y la ciencia que busca la transformación del


cuerpo y la mente con el fin de convertir a la persona que ejerce en
un canal cristalina a una nueva conciencia. Esta toma de
conciencia, a diferencia de lo que está presente en el hombre
natural, la concesión de una percepción del mundo en el que la
unidad es la característica clave. El alquimista da cuenta el vínculo
indivisible entre el Creador, el universo y la naturaleza humana. Este
nuevo “estado de ser” era conocido por los antiguos como el
descubrimiento y el desarrollo de la piedra filosofal.
Fue nombrado así porque en hebreo, la piedra es EBEN, y la primera
parte de la palabra consiste en las letras Alef y Bet forman la
expresión AB que se traduce como “padre”. La segunda parte de la
palabra se compone de las letras Beth y la monja, que forman la
expresión BEN que se traduce como “hijo”. De este modo, los
antiguos alquimistas ocultos en el simbolismo de la Piedra el
concepto místico de la unión del Padre con el Hijo, repiten varias
veces en la Biblia, tanto en las Escrituras hebreas del Antiguo
Testamento como la greco-cristiana.
Esta es la piedra angular que la Biblia se refiere como “rechazada
por los constructores.” En efecto, mientras que el ser humano
común quiere construir su vida a partir de los efectos del mundo
sensorial, el alquimista reconoce el nivel de causas, profundo nivel
espiritual: la conciencia. En esta “roca”, el más sólido de todos, para
la conciencia nunca cambia ni ve sometido a los cambios en el
mundo físico, el filósofo del arte funciona su personalidad,
convirtiendo la adversidad en condiciones de crecimiento
favorables en todas las facetas de su vida.
Después de llegar a la Piedra Filosofal, es decir, una vez reconocida
la conciencia interna de enfoque o el verdadero YO SOY dentro del
alquimista puede transmutar el plomo en oro, es decir, el cambio de
un estado de conciencia limitada y pesado en otro luminoso y
brillante. En esta “transmutación de metal”, plomo, metal asociado
con el planeta Saturno, es el estado más bajo, animalizzado en el
que se evita la conciencia humana a las condiciones de tiempo y
espacio. El plomo es el estado de sufrimiento producto de respeto
ignorancia de nuestra naturaleza divina. El oro, un metal solar, tiene
la connotación de la integración, como la estrella central de nuestro
sistema planetario siempre ha representado la fuente de la vida y la
regeneración de la especie humana.

Con este poder renovador ejecuta dentro, conocida como la


Medicina Universal, el alquimista puede, a través de la fuerza del
Amor Incondicional, integrar su personalidad. Será a través de la
aplicación de esta fuerza armónica que llegar al punto en que
llegue a la salud física y mental perfecto. En este estado el
alquimista descubrió el elixir de larga vida, el reconocimiento de su
esencia eterna e infinita, con la que puede recodificar su propio
cuerpo físico, liberándolo de la prisión de la carne, es decir, la
genética de los animales de desecho que condena la así la muerte
al renacimiento.

El objetivo final, que es la culminación de lo que se llama la Gran


Obra tiene lugar en el momento de su integración con el Cosmos y
el Creador es tal que su cuerpo alcanza un estado de total de
espiritualización. Dijo en su momento el alquimista se libera y se
eleva a través de los planos de la existencia, hacia un estado de ser
donde las condiciones son totalmente gozo en la comunión con el
infinito.
Nigredo, Albedo y Rubedo
Hay tres pasos básicos en el desarrollo alquímico. En este punto
vale la pena señalar que hay varias clasificaciones y vario uso
óptica de la alquimia.

Hay, pues, en definitiva, una alquimia interna y otra externa. En este


trabajo se trata de la alquimia interior, es decir, aquella que
transmuta la personalidad del alquimista. Una vez que la alquimia
interior se convierte en fácil para entrar en el exterior, donde el
alquimista es capaz de modificar el “mundo material”. Literalmente,
si es necesario, puede transmutar el plomo en oro físico. Pero esto
no es más que un símbolo de la capacidad de los adquiere
alquimista en su dominio del plano físico, lo cual puede resultar
milagroso para aquellos que no entienden la raíz de su poder.
Ahora, de vuelta a los pasos de la alquimia, podemos dividirlos en
tres: Nigredo, Albedo y Rubedo.

La primera fase es la ignorancia y el acuerdo crítico. Es por eso que


todos, en los momentos importantes de la transformación
biológica, es natural. De esta manera, se presenta como el
nacimiento y la muerte, o la propiedad se presenta en las
transformaciones del cuerpo experimenta la transición entre el niño
y el adolescente, o este joven y por lo tanto la crisis clásica de
cuarenta o vejez.
Sin embargo, el Alquimista activa en su propio proceso de
transformación más importante: la muerte del ego ilusorio. Durante
vidas identificar una multitud de conceptos y intentamos hacerlos
rígida, estática. Nos refugiamos en una torre de archivos adjuntos
que en vano tratan de defender los estragos del cambio perpetuo al
que se somete el mundo material.

Durante esta fase, putrefacción auténtica de viejos patrones


habituales de comportamiento, se perfila poco a poco el amanecer
de un nuevo estado en el que se revela nuestra verdadera
naturaleza.

Esta es ALBEDO, palabra viene de la palabra latina “Alba”. Fuera de


la oscuridad de nuestras propias sombras, introduzca el tamaño de
la objetividad total en el momento presente parece ser la única
realidad en la que vivimos. Vivir en este estado, el cuerpo se
convierte poco a poco para llegar a una regeneración completa que
se produce en paralelo a la purificación del alma que nos lleva a
Albedo porque la mente y el cuerpo son parte de una realidad
indivisible y lo que sucede en uno, tiene su reflejo en el otro.
Regeneración, en su momento decisivo, nos lleva al estado de Rubedo,
el “rojo”. En este estado de iluminación se hace patente, un nuevo
mundo se abre ante el “ojo interior” y el estado de la conciencia
cósmica es definitivamente hacia abajo. Es la fase de pleno
contacto con la eternidad y la rectificación total del alma. La Gran
Obra es visto cumplido y el alquimista, lleno de amor por todos los
seres, se dedica a emanar luz a sus colegas, observándolos con
compasión desde las alturas de la mayor logro.

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