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Laico Pier Giorgio Frassati, Beato

Pier Giorgio nació en Turín, Italia, el 6 de abril de 1901. Creció en el seno de una familia
muy rica. Su padre fue el fundador y director del diario La Stampa y su madre una notable
pintora que le transmitió la fe.

En su adolescencia cultivó una profunda vida espiritual, se hizo activo miembro de la


Acción Católica, el Apostolado de la oración, la Liga Eucarística y la Asociación de jóvenes
adoradores universitarios.

Decidió estudiar Ingeniería Industrial Mecánica para trabajar cerca de los operarios pobres
e ingresó al Politécnico de Turín donde fundó un círculo de jóvenes que buscaban hacer
de Cristo el centro de su amistad.

Llevó una vida austera y destinaba a obras de caridad buena parte del dinero que sus
padres le daban para sus gastos personales. Su fuerza estaba en la comunión diaria y la
frecuente adoración al Santísimo.

Fue deportista, esquiador y montañista. Escaló los Alpes y el Valle de Aosta. Asimismo,
nunca perdió la oportunidad de llevar a sus amigos a la Santa Misa, la lectura de las
Sagradas Escrituras y el rezo del Santo Rosario.

Cuando cumplió 24 años de edad le diagnosticaron poliomielitis fulminante, una


enfermedad que lo llevó a la muerte en solo una semana.

Partió a la casa del Padre el 4 de julio de 1925 y tuvo un multitudinario funeral entre
amigos y personas pobres.

San Juan Pablo II lo beatificó en 1990 y destacó que “él proclama, con su ejemplo, que es
‘santa’ la vida que se conduce con el Espíritu Santo, Espíritu de las Bienaventuranzas, y
que solo quien se convierte en ‘hombre de las Bienaventuranzas’ logra comunicar a los
hermanos el amor y la paz”.

“Repite que vale verdaderamente la pena sacrificar todo para servir al Señor. Testimonia
que la santidad es posible para todos y que solo la revolución de la caridad puede
encender en el corazón de los hombres la esperanza de un futuro mejor”.

JOSÉ MARÍA DE YERMO Y PARRES


José María de Yermo y Parres – El sacerdote José María de Yermo y Parres nació en la
Hacienda de Jalmolonga, municipio de Malinalco, Edo. de México el 10 de noviembre de
1851, hijo del abogado Manuel de Yermo y Soviñas y de María Josefa Parres. De nobles
orígenes, fue educado cristianamente por el papá y la tía Carmen ya que su madre murió a los
50 días de su nacimiento. Muy pronto descubrió su vocación al sacerdocio.

A la edad de 16 años deja la casa paterna para ingresar en la Congregación de la Misión en la


Ciudad de México. Después de una fuerte crisis vocacional deja la familia religiosa de los
Paúles y continúa su camino al sacerdocio en la Diócesis de León, Gto. y allí fue ordenado el
24 de agosto de 1879. Sus primeros años de sacerdocio fueron fecundos de actividad y celo
apostólico.

Fue un elocuente orador, promovió la catequesis juvenil y desempeñó con esmero algunos
cargos de importancia en la curia, a los cuales por motivo de enfermedad tuvo que renunciar.
El nuevo obispo le confía el cuidado de dos iglesitas situadas en la perifería de la ciudad: El
Calvario y el Santo Niño. Este nombramiento fue un duro golpe en la vida del joven sacerdote.
Le sacudió profundamente en su orgullo, sin embargo decidió seguir a Cristo en la obediencia
sufriendo esta humillación silenciosamente.

En su vida no tan larga (1851-1904) fundó escuelas, hospitales, casas de descanso para
ancianos, orfanatos, una casa muy organizada para la regeneración de la mujer, y poco antes
de su santa muerte, acontecida el 20 de septiembre de 1904 en la ciudad de Puebla de los
Ángeles, llevó a su familia religiosa a la difícil misión entre los indígenas tarahumaras del
norte de México. Su fama de santidad se extendió rápidamente en el pueblo de Dios que se
dirigía a él pidiendo su intercesión. Fue beatificado por Su Santidad JuanPablo II el 6 de mayo
1990 en la Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe en la Ciudad de México.

SANTA JOSEFINA BAKHITA


Bakhita, “afortunada” nacida en la región de Darfur, en Sudán. “Cuando estaba en el bosque, me
percaté que dos personas estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me agarró fuertemente y el
otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: Si gritas, morirás, síguenos”.

No consiguió escapar, a pesar de intentarlo varias veces. Fue esclava con cinco amos diferentes.
Finalmente llegó a Italia, fue acogida en las Hermanas Canosianas donde, por primera vez se sintió
libre y respetada.

Allí Bakhita conoció al Dios de los cristianos. Recibió el bautismo, primera comunión y
confirmación el 9 de enero de 1890, por el Cardenal de Venecia.

Durante cincuenta años con sencillez sirvió en los quehaceres de limpieza, cocina. Algo que le
costó demasiado fue escribir su autobiografía. Luego de la publicación de sus memorias, se
convirtió en un gran personaje, viajando por todo Italia dando conferencias. A su muerte miles de
personas fueron a darle el último adiós, expresando el respeto y admiración que sentían hacia
“Nostra Madre Moretta”. Beatificada junto a Josemaría Escrivá y canonizada el 1 de octubre del
2000.
Para los africanos es un gran símbolo. Era necesario, honrar a todos los que sufrieron la esclavitud.
La historia de Bakhita es la historia de un continente, válida para católicos, protestantes,
musulmanes o seguidores de cualquier otro tipo de religión tradicional. Su espiritualidad y fuerza la
han convertido en Nuestra Hermana Universal, como la llamó el Papa.
El Papa Francisco ha instituido ‘ La Jornada Internacional contra LA TRATA DE PERSONAS’ y
ha elegido el 8 de Febrero, fiesta de santa Josefina Bakhita,

El drama de la trata de personas es una de esas “periferias” pastorales a las que se refiere el papa
Francisco en las que la Iglesia católica está presente denunciando, sensibilizando y, sobre todo,
estando al lado de las personas que son víctimas de ese tráfico y necesitan mayor apoyo.

La invitación anima a recorrer un camino que vaya desde la concientización a la oración, de la


oración a la solidaridad, y de la solidaridad a la acción concertada, a la movilización, hasta que la
esclavitud y la trata desaparezcan”.
Millones de personas son víctimas del tráfico para la explotación sexual, el trabajo forzado, la
extracción ilegal de órganos, la servidumbre doméstica, los matrimonios forzados, las adopciones
ilegales y otras formas de explotación. Hablamos de las víctimas del grave delito de la trata, pero,
también, de las situaciones de pobreza y vulnerabilidad en las que se ven inmersas y que las
convierten en simples instrumentos para el lucro de otros.

“Si volviese a encontrar a los negreros que me raptaron, me arrodillaría para besar sus manos
porque si no hubiera sucedido esto, ahora yo no sería cristiana y religiosa”(Bakhita)

SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS

Teresa Martin nació en Alençon, Francia, el 2 de enero de 1873. Dos días más
tarde fue bautizada en la Iglesia de Nôtre-Dame, recibiendo los nombres de
María Francisca Teresa. Sus padres fueron Luis Martin y Celia Guérin,
ambos beatos en la actualidad. Tras la muerte de su madre, el 28 de agosto
de 1877, Teresa se trasladó con toda la familia a Lisieux.
A finales de 1879 recibió por vez primera el sacramento de la Penitencia. El
día de Pentecostés de 1883, recibió la gracia especial de ser curada de una
grave enfermedad por la intercesión de Nuestra Señora de las Victorias (la
Virgen de la Sonrisa). Educada por las Benedictinas de Lisieux, recibió la
primera comunión el 8 de mayo de 1884, después de una intensa
preparación, culminada con una fuerte experiencia de la gracia de la íntima
comunión con Cristo. Algunas semanas más tarde, el 14 de junio del mismo
año, recibió la Confirmación, con plena conciencia de acoger el don del
Espíritu Santo mediante una participación personal en la gracia de
Pentecostés.

Su deseo era abrazar la vida contemplativa, al igual que sus hermanas


Paulina y María, en el Carmelo de Lisieux, pero su temprana edad se lo
impedía. Durante un viaje a Italia, después de haber visitado la Santa Casa
de Loreto y los lugares de la Ciudad Eterna, el 20 de noviembre de 1887, en
la audiencia concedida por el Papa León XIII a los peregrinos de la diócesis
de Lisieux, pidió al Papa con filial audacia autorización para poder entrar en
el Carmelo con 15 años.

El 9 de abril de 1888 ingresó en el Carmelo de Lisieux. Tomó el hábito el 10


de enero del año siguiente e hizo su profesión religiosa el 8 de septiembre de
1890, fiesta de la Natividad de la Virgen María.

En el Carmelo comenzó el camino de perfección trazado por la Madre


Fundadora, Teresa de Jesús, con auténtico fervor y fidelidad, y cumpliendo
los diferentes oficios que le fueron confiados (fue también maestra de
novicias). Iluminada por la Palabra de Dios, y probada especialmente por la
enfermedad de su queridísimo padre, Luis Martin, que falleció el 29 de julio
de 1894, emprendió el camino hacia la santidad, inspirada en la lectura del
Evangelio y poniendo el amor al centro de todo. Teresa nos ha dejado en sus
manuscritos autobiográficos no sólo los recuerdos de la infancia y de la
adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus
experiencias más íntimas. Descubre y comunica a las novicias confiadas a
sus cuidados; el camino de la infancia espiritual; recibe como don especial el
encargo do acompañar con la oración y el sacrificio a dos hermanos
misioneros (el Padre Roulland, misionero en China y el Padre Belliére).
Penetra cada vez más en el misterio de la Iglesia y siente crecer su vocación
apostólica y misionera para arrastrar consigo a los demás, movida por el
amor de Cristo, su Único Esposo.
El 9 de junio de 1895, en la fiesta de la Santísima Trinidad, se ofreció como
victima inmolada al Amor misericordioso de Dios. Por entonces escribe el
primer manuscrito autobiográfico, que entregó a la Madre Inés el día de su
onomástica, el 21 de enero de 1896.

Algunos meses más tarde, el 3 de abril, durante la noche del jueves al viernes
santo, sufrió una hemotisis, primera manifestación de la enfermedad que la
llevaría a la muerte, y que ella acogió como una misteriosa visita del Esposo
divino. Entró entonces en una prueba de fe que duraría hasta el final de su
vida, y de la que ofrece un emotivo testimonio en sus escritos. Durante el
mes de septiembre concluye el manuscrito B, que ilustra de manera
impresionante el grado de santidad al que había llegado, especialmente por
el descubrimiento de su vocación en el corazón de la Iglesia.

Mientras empeora su salud y continúa el tiempo de prueba, en el mes de


junio comienza el manuscrito C, dedicado a la Madre María de Gonzaga;
entretanto, nuevas gracias la llevan a madurar plenamente en la perfección y
descubre nuevas luces para la difusión de su mensaje en la Iglesia, en bien de
las almas que seguirán su camino. El 8 de julio es llevada a la enfermería,
donde otras religiosas recogen sus palabras, a la vez que se le tornan más
intensos los dolores y las pruebas, que soporta con paciencia hasta su
muerte, acaecida en la tarde del 30 de septiembre de 1897, a las 19:20 h. "Yo
no muero, entro en la vida" había escrito a su hermano espiritual
misionero, P. Mauricio Belliére. Sus últimas palabras, "Dios mío, te amo",
sellan una vida que se extinguió en la tierra a los 24 años, para entrar, según
su deseo, en una nueva fase de presencia apostólica en favor de las almas, en
la comunión de los Santos, para derramar una "lluvia de rosas" sobre el
mundo (lluvia de favores y beneficios, especialmente para amar más a Dios).

Fue canonizada por Pío XI el 17 de mayo de 1925, y el mismo Papa, el 14 de


diciembre de 1927, la proclamó Patrona Universal de las Misiones, junto con
San Francisco Javier.

Su doctrina y su ejemplo de santidad han sido recibidos con gran entusiasmo


por todas las categorías de fieles de este siglo, y también más allá de la
Iglesia Católica y del Cristianismo.

Con ocasión del Centenario de su muerte, el Papa Juan Pablo II la declaró


Doctora de la Iglesia por la solidez de su sabiduría espiritual, inspirada en el
Evangelio, por la originalidad de sus intuiciones teológicas, en las cuales
resplandece su eminente doctrina, y por la acogida en todo el mundo de su
mensaje espiritual, difundido a través de la traducción de sus obras en una
cincuentena de lenguas diversas. La ceremonia del nombramiento tuvo lugar
el 19 de octubre de 1.997, precisamente en el domingo en el que se celebra la
Jornada Mundial de las Misiones

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