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La servidumbre (del latín servus) es una forma de contrato social y jurídico típica

del feudalismo mediante la que una persona —el siervo, generalmente un campesino— queda al
servicio y sujeta al señorío de otra —el señor feudal, generalmente un noble—. Durante la Edad
Media, un siervo era una persona que servía en unas condiciones próximas a la esclavitud. La
diferencia principal con respecto a un esclavo consistía en que, en general, no podía ser vendido
por separado de la tierra que trabajaba y en que jurídicamente era un «hombre libre». El señor
feudal tenía la potestad de decidir en numerosos asuntos de la vida de sus siervos y sobre sus
posesiones. El siervo no podía traicionar al señor feudal, ya que él le suministraba vivienda, parte
de las cosechas y sus prendas.

Debe evitarse la usual confusión con el vasallaje, otro tipo de sometimiento a un señor, pero
mediante una relación política y militar entre miembros del mismo estamento, es decir: es un noble
(o un eclesiástico) y por tanto un privilegiado, mientras que el siervo pertenece al Tercer
Estado o pueblo llano.

Característico de la servidumbre de un siervo era el conjunto de obligaciones consignados tales


como la incapacidad del siervo de adquirir o vender bienes raíces, sometimiento a la autoridad
política, judicial y fiscal del señor feudal, obligación de prestar servicios militares a su señor y la
entrega de parte de su trabajo o producto. La condición de siervo era hereditaria y no podía
abandonar su tierra sin el permiso de su señor.

Normalmente, cuando predominaba la servidumbre, la tierra por sí sola no podía ser vendida,
debido a que estaba asociada con poderes políticos. En cambio, la tierra podía ser transferida
mediante guerras o esponsales.
De cuatro modos se adquiría la condición de siervo (c. s. IX):

Primero por nacimiento. Si tu padre hace pan y tu madre hace pan, serás panadero. Si tu padre es
hombre libre y tu madre sierva, también serás siervo y a tu padre lo convertirán a su vez en siervo.
La ley penaba fuertemente la coyunda mixta.

Los prisioneros de guerra también pasaban a someterse a la servidumbre. Llamados mancipia, una
vez cautivos se podían otorgar como regalo o simplemente subirlos a un carro, si eras caballero
con posibles, y llevártelos a que trabajen en una cantera. Al ser viejos enemigos, estos mancipia
desarrollaban los trabajos más duros. Pero ojo, si alguno demostraba una cualidad profesional,
trabajaría en lo que mejor pudiera hacer. Así, podía haber siervos que tocaran un instrumento en
las cenas de un señor, otro que cocinara, otro que que fabricase joyas, etc. Si el mancipium tenía
dinero, se podía pedir un rescate a su familia.

Por oblación, uno también podía ser siervo. Someterse voluntariamente a un monasterio o a una
iglesia tenía sentido en aquella época. En ocasiones por devoción y otras veces para no seguir
arrastrándote por el fango comiendo raíces y pasándolo muy, muy mal. Al ser una sumisión
voluntaria, el siervo podía elegir los límites de su servidumbre: tipo de trabajo, tiempo de duración,
herencia, condiciones para su familia, etc.
El crimen era causa de servidumbre. En la alta edad media española, casi todos los crímenes eran
castigados con multas. Cuando el criminal no podía hacer frente a un pago para restituir al
agraviado y además pagar la multa correspondiente, entraba a su servicio hasta que la deuda era
saldada. Esto conllevaba un poquito de inseguridad jurídica, ya que como ocurre con las mafias de
trata de blancas en la actualidad, podía darse el caso de que jamás pagaras la deuda.

Siervos de la gleba. Familias de criazón, Estas cuatro formas de llegar a la servidumbre se


aplicaban tanto a cristianos como a moros y su origen es previo a la invasión musulmana. La forma
más común de ellas era la servidumbre por nacimiento. Las familias de criazón, compuestas por
padres, hijos, nietos, primos, etc. tenían su origen en los servi adscriptitii de las explotaciones
rurales romanas. Eran villani (villanos), cuya condición de siervos estaba ligada al terreno que
trabajaban. Tan íntima era su unión que, en caso de que su señor vendiera la villa, la perdiera en
una batalla o la dejara de herencia, las familias de criazón iban en el paquete de traslado de
dominio y pasaban a servir a su nuevo señor sin cambiar su condición laboral o social. Esto es lo
que se conoce como siervos de la gleba.

Los siervos de la gleba no siempre trabajaban para un señor malvado en su oscuro torreón. Un
señor feudal medio no era omnipotente, ni tenía un generador infinito de hombres de armas o
esbirros para asustar a heroicos campesinos que estaban pensando en formar un sindicato. Las
más de las veces siervos y señores no se enfrentaban, iban cada uno a lo suyo y si había
enfrentamientos salía perdiendo el señor (por eso se inventaron otras formas contractuales que
veremos más adelante). Estas familias de criazón también podían tener a una iglesia, un
monasterio o al propio rey como su señor.

Colonos, Había otro tipo de servidumbre más limitada. Campesinos libres que durante ciertas
épocas del año trabajaban los campos de un monasterio u otro señorío. Era un método eficaz para
bajar el crimen violento, parece que estos campesinos libres no tenían demasiado problema en
trabajar en estas circunstancias.

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