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Introducción

A lo largo de la historia de la humanidad, diversos han sido los momentos


donde el hombre ha planteado la existencia necesaria de una unidad
independiente, conformada por un grupo humano común en principios y en
formas de orientarse en el mundo.

La cultura de una Nación es indispensable para el establecimiento de una


sociedad independiente; es el nexo que a través de los años se va tejiendo como
el mejor de los trajes, firmes y seguros. Sin embargo, una idea de Nación no
puede tener sustento si no ha de consignar el medio físico por el cual prolongar
su estabilidad política y económica. Es así como el territorio de un pueblo es
necesario para la conformación de una identidad nacional.

Largo y tendido se ha escrito sobre el origen y desarrollo del conflicto


Palestino-Israelí durante los más de 50 años que ya dura este. Por ello, el
objetivo de este trabajo no es ahondar una vez más en dicha materia, sino trazar
las líneas en las que actualmente se desenvuelve la cuestión de Oriente
Próximo; en especial los temas que deberán resolverse en las nuevas
negociaciones que comenzaron el pasado mes de agosto, a saber: el
establecimiento de fronteras seguras, el control de Jerusalén, la situación de los
refugiados palestinos y los asentamientos israelíes.
Conflicto Israel – Palestina

El conflicto Palestino-Israelí es uno de los más complejos del escenario


internacional y la principal clave de la inestabilidad en Oriente Medio. El territorio
conocido como Palestina es motivo de una disputa desde hace casi un siglo, y
especialmente a raíz de la creación del Estado de Israel en 1948 y el abortado
nacimiento del Estado árabe palestino.

En este conflicto se conjugan elementos diversos. Nació como la disputa


por un territorio entre dos movimientos nacionales con diferentes proyectos
nacionales; provocó la intromisión de las potencias durante la Guerra Fría; con
el tiempo implicó a otros actores regionales, ocasionando conflictos bélicos, y se
complicó aún más al entremezclarse ideologías, religión, control de los recursos
naturales.

A lo largo de los años se han enfrentado principalmente dos fuerzas


desiguales: el Estado de Israel y un movimiento de liberación nacional,
encarnado desde hace 30 años en la Organización para la Liberación de
Palestina. Esta desigualdad ha permitido que Israel ocupase el territorio
susceptible de ser la base del Estado palestino y mantuviera bajo control militar
a la población árabe autóctona conculcando sus derechos fundamentales. La
ocupación de Cisjordania y Gaza le ha valido a Israel la condena de la comunidad
internacional, aunque ésta haya sido incapaz de imponer sus resoluciones.

Además la cuestión palestina tiene una dimensión regional. La tensión


entre Israel y sus vecinos incrementó los riesgos para la seguridad del área, en
forma de militarización, presencia de población palestina refugiada y
proliferación de grupos armados.

La resolución de la cuestión palestina es la pieza clave para la pacificación


de la región. Por ello el proceso de paz en Oriente Medio puesto en marcha en
1991 ha girado en gran parte en torno a ella.

El comienzo del conflicto data de la década de 1940, cuando el 29 de


noviembre de 1947 la Asamblea General de la ONU votó por la creación de dos
Estados, uno hebreo y otro árabe, en la ribera occidental del río Jordán y la zona
internacional de Jerusalén.
Por la partición de Palestina votaron 33 Estados, incluyendo a Francia,
EEUU y la URSS, en contra 12 y se abstuvieron 10, en particular el Reino Unido.

Esta decisión fue rechazada inicialmente por los Estados árabes vecinos
y la población árabe de Palestina.

Además: La UE espera de Hamás soluciones para crear un estado


palestino en las fronteras de 1967

Los árabes no querían aceptar la idea del retorno de los hebreos a


Palestina, al considerar estos territorios como propios, hecho que dio pie a
enfrentamientos abiertos entre grupos armados hebreos y árabes.

La proclamación del Estado de Israel en 1948 se realizó en medio de la


guerra árabe-israelí (1947-1949) durante la cual los israelíes tomaron
aproximadamente la mitad de los territorios destinados al Estado árabe.

Las restantes tierras, la ribera occidental del río Jordán y el sector de Gaza
(un total del 22% de la Palestina histórica) fueron ocupados por Jordania y Egipto
respectivamente.

Otra de las consecuencias del conflicto fue la retirada de los territorios


controlados por Israel de 700.000 refugiados palestinos.

Durante las guerras árabe-israelíes de 1967 y 1973 Israel ocupó el resto


de los territorios palestinos, incluyendo Jerusalén Este, así como los Altos del
Golán sirios y la península del Sinaí de Egipto.

Hamás acepta creación de Estado palestino en las fronteras de 1967 sin


reconocer a Israel

Además, en el marco de las operaciones militares de 1978 y 1982 los


israelíes ocuparon territorios del sur del Líbano.

En 1979 Israel firmó un acuerdo de paz con Egipto que preveía la


devolución del Sinaí y en 1994 otro con Jordania.

En 1964 fue creada la Organización para la Liberación de Palestina (OLP),


que unió a los árabes palestinos en sus aspiraciones a crear un Estado propio,
organización liderada desde su fundación hasta 2004 por Yasir Arafat y a partir
de ese año por Mahmud Abás.

Durante más de cuarenta años los palestinos no aceptaron la resolución


de la ONU del 29 de noviembre de 1947 y llevaron a cabo una lucha política y
armada contra Israel por liberar toda Palestina.

Los ataques armados de la OLP y especialmente los grupos extremistas


palestinos que usaban a menudo métodos terroristas obligaban a Israel a tomar
medidas de respuesta.

La ausencia de actitudes constructivas de ambos bandos en la solución


del problema palestino condujo en diciembre de 1987 a manifestaciones
espontáneas de desobediencia civil de los palestinos conocidas como intifadas.

El 15 de noviembre de 1988 el Consejo Nacional de Palestina (órgano


supremo de la OLP) declaró la creación del Estado de Palestina, reconoció la
división de Palestina en las zonas árabe y hebrea con la condición de que Israel
se retirase de todos los territorios ocupados en 1967, incluyendo a Jerusalén
Este y destruyese todas las colonias hebreas construidas en estas regiones.

La OLP renunció al uso de cualquier forma de terrorismo como método de


lucha, lo cual facilitó el fortalecimiento de sus posiciones a nivel internacional y
le permitió iniciar el diálogo con Israel.

Una de las conferencias de mayor envergadura en la solución de este


conflicto fue la Conferencia de Paz Madrid, realizada entre el 30 de octubre y el
1 de noviembre de 1991, que estableció el principio "tierras a cambio de paz".

A principios de 1993 arrancaron en Oslo conversaciones secretas entre


ambas partes, a consecuencia de las cuales se preparó un acuerdo sobre el fin
del conflicto entre la OLP e Israel, la renuncia de los palestinos a los planes de
destrucción del Estado Israelí, la retirada de las tropas israelíes del sector de
Gaza y la ribera occidental del río Jordán y la creación de una Administración
Palestina limitada.

Ese mismo año tuvo lugar una reunión en Washington del líder de la OLP
Yasir Arafat con el primer ministro de Israel Isaac Rabin en presencia del
presidente de EEUU, Bill Clinton, donde se firmaron los acuerdos.
Israel y la OLP suscribieron el acuerdo sobre el reconocimiento mutuo en
calidad de socios de diálogo.

Posteriormente, en correspondencia con los acuerdos de Oslo, la OLP


retiró de la Convención Nacional Palestina la declaración de no reconocimiento
del Estado hebreo.

En 1994 fue firmado un acuerdo sobre los puestos de paso a través de las
líneas divisorias y sobre las garantías de seguridad de los colonos hebreos en
Gaza, el acuerdo de la primera fase de establecimiento del gobierno autónomo
en Gaza y en Jericó.

Israel destaca que el obstáculo para la paz no son las colonias, sino los
palestinos

En 1995 se firmó el acuerdo Oslo 2 sobre los principios de organización


de los gobiernos autónomos en Gaza y la ribera occidental del río Jordán,
mientras que Israel se comprometió a retirar las tropas de otras seis ciudades en
esta región.

A fines de ese año el primer ministro Rabin fue asesinado por un


extremista israelí y en 1996 el cargo fue asumido por Benjamín Netanyahu, por
lo que el proceso de paz se detuvo.

En 1999 tuvieron lugar varios cambios luego de la llegada al poder de


Ehud Barak, al llegarse al acuerdo sobre el cumplimiento por etapas de los
compromisos anteriormente firmados y la reanudación de los diálogos sobre el
estatus final de la Autoridad Nacional Palestina.

En correspondencia con los mencionados acuerdos, su autoridad se


extendería de un modo u otros a solo el 40% de los territorios de la ribera
occidental del Jordán y cerca del 96% de Gaza.

Para mediados de 2000, el 98% de los árabes palestinos vivían bajo


jurisdicción de la Autoridad Nacional Palestina.

El resto de las tierras palestinas, al igual que el espacio aéreo, las aguas
territoriales y las fronteras terrestres de las regiones antes mencionadas se
encuentran bajo control total de Israel.
En esas condiciones Israel llevaba a cabo la construcción de colonias
hebreas, levantaba el muro de contención, creaba zonas militares cerradas y
llevaba a cabo incursiones y arrestos periódicos.

En 2000 tuvo lugar la segunda intifada, motivada por la visita del líder
derechista hebreo Ariel Sharon y varios de sus seguidores a la Explanada de las
Mezquitas.

Durante la intifada, representantes de grupos extremistas palestinos


comenzaron a realizar ataques terroristas en territorio de Israel contra la
población civil.

Israel respondía a los ataques de misiles y bombas con la eliminación de


los líderes militares palestinos y operaciones militares, llegando a bloquear la
residencia de Arafat en Ramala.

En 2002 EEUU, la UE, Rusia y la ONU propusieron un nuevo plan de


solución del conflicto israelí-palestino conocido como Hoja de Ruta, que preveía
la reanudación del diálogo y una solución paulatina que llevaría a la creación de
un Estado árabe independiente palestino junto al israelí.

Pese a que el plan fue formalmente aceptado tanto por Israel como por
Palestina, ya desde el momento de su anuncio una serie de analistas lo
calificaron inmediatamente como "irrealizable".

Tras la muerte de Yasir Arafat, en enero de 2005, fue electo presidente de


la Autoridad Nacional Palestina Mahmud Abás, quien logró llegar a un acuerdo
con Israel sobre el cese de la violencia.

En marzo de 2005 Israel cedió oficialmente el control sobre Jericó y otras


cuatro zonas a la Autoridad Nacional Palestina.

El primer ministro de Israel, Ariel Sharón, logró en 2004 pese a las


protestas en las filas de su propia coalición, la aprobación del plan de la retirada
unilateral de Israel de la Franja de Gaza.

En agosto de 2005 Israel evacuó las colonias de Gaza y varios poblados


en la ribera occidental del Jordán y en septiembre retiró a los militares de la
franja, poniendo fin a 38 años de ocupación.
Los períodos de calma relativa en la zona del conflicto palestino-israelí se
suceden con incrementos de las tensiones, incluyendo enfrentamientos
armados.

La confrontación se agudizó luego de que el grupo radical Hamás tomase


el poder en la Franja de Gaza en enero de 2006.

Los israelíes establecieron el bloqueo de la Franja de Gaza y tras el


secuestro de un militar israelí perpetrado por grupos extremistas palestinos en
julio de 2006, comenzaron a llevar a cabo operaciones militares en este territorio.

La solución del conflicto pasó a ser una tarea internacional y surgieron


varios planes de solución pacífica del conflicto.

Los contactos directos entre las partes reiniciaron el 2 de septiembre de


2010 en Washington.

El 14 y 15 de septiembre de ese año tuvieron lugar la segunda y tercera


ronda de diálogo directo entre los líderes de ambas partes, que no condujeron a
mayor progreso, y ambos políticos solo intercambiaron un apretón de manos a
final de 2015, en el marco de la conferencia climática de París, explicado por
Netanyahu como una exigencia del protocolo diplomático.

Todos los programas de solución hasta el momento se han frustrado


porque tanto palestinos como israelíes presentan cada vez nuevas condiciones
inaceptables para la contraparte.

Cada intento nuevo diálogo se interrumpía por atentados terroristas,


explosiones de bombas, lanzamientos de misiles y provocaciones.

El desarrollo de una red de poblados en la ribera occidental del río Jordán


y Jerusalén Este, donde viven alrededor de medio millón de israelíes, suele ser
considerado como la principal causa de malestar entre Israel y la comunidad
internacional y uno de los obstáculos fundamentales en la búsqueda de la paz
con Palestina.

Abás elogia resolución de Unesco que desvincula judíos de la Explanada


de las Mezquitas
La situación volvió a tensarse en los últimos meses de 2015, durante
medio años más de 30 israelíes murieron y más de 300 resultaron heridos a
consecuencia de ataques árabes perpetrados casi a diario.

Por la parte palestina murieron cerca de 200 personas, la mayoría de los


cuales perdieron la vida cuando trataban de atacar a israelíes usando armas de
fuego, armas blancas o mediante atropellos con vehículos.

Israel reconoció que estos ataques eran obra de "lobos solitarios", pero
responsabilizó a las autoridades y grupos palestinos, así como los medios de
prensa que controlan, de atizar los estados de ánimo radicales, especialmente
entre los jóvenes.

Durante los últimos tiempos se observa un incremento considerable de las


actividades de creación de poblados por parte de Israel en los territorios
palestinos ocupados.

El 24 de enero de 2015 se hizo pública la decisión de las autoridades del


país de construir 2.500 nuevas viviendas en esta región; dos días antes se
aprobó la construcción de 566 apartamentos en Jerusalén Este.

En correspondencia con el derecho internacional estas prácticas de Israel


son ilegales, hecho confirmado en la resolución 2334 del Consejo de Seguridad
del 23 de diciembre de 2016, que subraya que este tipo de construcciones
carecen de fuerza jurídica y representan uno de los principales obstáculos en el
proceso de paz.

El 6 de febrero de 2017 el Parlamento israelí aprobó una ley que supone


la legalización de los puestos de avanzada de los poblados con participación
estatal israelí en territorios privados palestinos en la ribera occidental del Jordán.

Esta acta legislativa abarca a cerca de 4.000 viviendas construidas en los


territorios palestinos ocupados sin la correspondiente autorización de las
autoridades de Israel y que hasta el momento eran consideradas ilegales.

El 15 de enero de 2017 París celebró la Conferencia Internacional para la


solución del conflicto en el Oriente Próximo.
Este foro, cuyo objetivo fue propiciar la reanudación de los diálogos,
reunió a participantes de 70 países, pero Israel lo boicoteó al considerar que solo
alejaba la posibilidad de alcanzar la paz, ya que fortalecía las posiciones de
intolerancia de los palestinos.

Por su parte, los palestinos saludaron la participación multinacional en el


proceso, al señalar que años de conversaciones con Israel no acercaron la
solución para nada.

Según los comentarios del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia


respecto a la Conferencia de París, la tarea primordial en la presente etapa
consiste en relanzar las negociaciones directas entre Palestina e Israel.
El proceso de paz

Tras la Guerra del Golfo que supuso el debilitamiento de Irak como


potencia regional, que trastocó las alianzas en Oriente Medio y debilitó a la OLP,
los Estados Unidos decidieron diseñar un nuevo orden regional que asegurase
la estabilidad necesaria para sus intereses económicos (abastecimiento de
hidrocarburos, mercados, etc). Para ello se hacía imprescindible resolver el
conflicto árabe-israelí. Es así que, suplantando a las Naciones Unidas, forzaron
a las partes, árabes e israelíes, a entablar negociaciones directas.

A finales de octubre de 1991 se celebró en Madrid la Conferencia


Internacional de Paz para Oriente Medio, en la que participaron Israel y sus
vecinos árabes. Los palestinos estuvieron representados por dirigentes de los
territorios ocupados, en el seno de la delegación jordana. En la Conferencia se
establecieron dos canales de negociaciones: encuentros bilaterales entre Israel
y vecinos árabes para tratar sus contenciosos específicos; y encuentros
multilaterales para los asuntos que afectan a todos: agua, refugiados,
cooperación económica, seguridad.

En junio de 1992 los laboristas israelíes, más partidarios de un


compromiso con los palestinos, volvieron al gobierno y retomaron las
negociaciones. De inmediato constataron las dificultades para avanzar en las
negociaciones bilaterales con los palestinos y la inelegibilidad de negociar
directamente con la OLP. Ante los posibles costes internos de tal iniciativa se
estableció un canal secreto de negociaciones entre laboristas y OLP, que daría
resultados a mediados de 1993.

En septiembre de 1993 la OLP y el gobierno de Israel firmaron el Acuerdo


de Oslo: las dos partes se reconocían mutuamente y suscribían una Declaración
de principios para el autogobierno de los palestinos (DOP). En ella se establecía
un período transitorio de 5 años, a lo largo del cual se fomentaría la confianza
mutua, se establecería una primera área autónoma y se irían abordando
gradualmente los diferentes aspectos de la disputa. El acuerdo fue bien acogido
por la mayoría de la población palestina de los territorios ocupados y por la
población israelí, aunque también hubo oposición de ciertos grupos de ambas
partes. El acuerdo recibió el espaldarazo casi unánime de la comunidad
internacional.

A raíz del Acuerdo en los siguientes meses se estableció una


administración autónoma palestina, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con
competencias limitadas y limitada a Gaza y Jericó, se creó una policía palestina,
se liberaron a algunos presos palestinos, se autorizó el retorno de algunos
dirigentes de la OLP.

En la DOP, los temas más delicados (refugiados, colonos, Jerusalén,


estatuto definitivo de la entidad palestina) se pospusieron para una segunda
fase.

Sin embargo la prosecución, por parte de Israel, de las actividades de


colonización, de la confiscación de tierras y de la judaización de Jerusalén Este,
así como los retrasos israelíes en la implementación de los acuerdos y la
continuación de facto de la ocupación israelí agudizaron las críticas internas.
Ante las protestas palestinas Israel hizo uso de sus instrumentos de coerción:
cierres de los territorios, represión, retención de los presos palestinos, etc. En el
campo palestino, la oposición al proceso fue liderada por los grupos islamistas,
algunos de cuyos grupos recurriría a los atentados indiscriminados contra
objetivos israelíes.

En septiembre de 1995 se firmaron los Acuerdos de Taba (Oslo II) que


ampliaron las áreas autónomas a las principales ciudades de Cisjordania y las
competencias de la ANP. Sin embargo Israel siguió controlando militarmente la
mayor parte (el 96%) de los territorios palestinos. En enero de 1996 tuvieron
lugar las elecciones palestinas; Arafat fue legitimado como presidente de la ANP
y fue elegido un Consejo Legislativo (parlamento).

Del lado israelí también creció la oposición israelí al proceso; los


ultranacionalistas clamaron traición y el grueso de la población sintió inseguridad
ante la violencia palestina en Israel. En noviembre de 1995 fue asesinado el
primer ministro israelí Isaac Rabin a manos de un extremista judío. Los
laboristas, defensores del proceso de paz pero que aparecían como incapaces
de dar seguridad a su población, perdieron las elecciones de mayo de 1996.
El nuevo gobierno conservador dirigido por Benjamin Netanyahu pretende
conciliar prosecución de colonización, etc con la continuación del proceso de
paz; responsabiliza a la ANP de la seguridad de Israel. Como resultado de ello
crece la desconfianza, se congelan las negociaciones y se recrudece la violencia.
Cada vez son más frecuentes los estallidos populares palestinos que la propia
policía palestina no puede controlar. El proceso de paz está en peligro.
La construcción de la paz

No es fácil hacer un balance de un proceso tan singular que tenía por


objeto pacificar la zona e iniciar la resolución negociada de este viejo
contencioso. Es obvio que la estrategia puesta en marcha con el acuerdo de Oslo
conllevaba altos riesgos derivados de sus propias características:

- Era un acuerdo parcial, que sólo afectaba a los palestinos de Cisjordania


y Gaza y no abordaba aspectos tan fundamentales de la cuestión palestina como
el tema de los refugiados.

- Desigual, tanto en contenidos (la OLP reconocía a Israel pero ésta no


reconocía explícitamente el derecho a la autodeterminación palestina) como en
cuanto a actores (Israel conserva su posición de fuerza, continuaba ocupando
militarmente el territorio)

- Poco preciso, establecía un calendario de pasos a dar pero no definía


claramente los objetivos a alcanzar.

Durante estos últimos tres años la población palestina ha visto como el


calendario del proceso de paz se ha atrasado y las medidas previstas no se han
cumplido, mientras que sus condiciones de vida se deterioran día a día. El
proceso de paz no responde claramente a sus legítimos derechos y no resuelve
integralmente la cuestión palestina.

La comunidad internacional ha repetido en numerosas ocasiones la


necesidad de alcanzar un acuerdo negociado (ni violento, ni unilateral), justo
(que no legitime la violencia pasada y que recoja los justos derechos de las
partes) y duradero. Sin embargo el inicio de las conversaciones para resolver la
cuestión palestina y pacificar la región no ha sido el resultado de la presión de
esa comunidad internacional, ni se ha basado en las numerosas resoluciones de
NNUU, sino se ha debido al interés norteamericano de estabilizar la región. Esta
postergación de encontrar una solución justa ha marcado y dificultado todo el
proceso.

Sólo habrá paz en Israel y en los Territorios Palestinos cuando se de


respuesta al fondo de la cuestión palestina. Una paz justa sólo es posible
abordando las raíces del conflicto, atendiendo a los legítimos derechos de las
partes y creando condiciones para la plena realización de los proyectos
colectivos de las dos poblaciones.

Pretender una pacificación funcional sin resolver las causas, sólo pospone
un nuevo brote del conflicto. Abordar las causas y la globalidad del conflicto
requerirá sin duda la más amplia presión internacional, y mediar para generar
confianza, consolidar un marco para el diálogo, identificar medidas concretas y
llevar a cabo actividades cooperativas.

Dada la desigualdad de las partes, la creación de condiciones para una


paz duradera ha de traducirse ante todo en un firme apoyo internacional a la
parte palestina para que logre una mayor autonomía económica y se consolide
institucionalmente, en suma ayudar a la viabilidad del Estado palestino. Para ello
se hace imprescindible superar el tutelaje norteamericano al proceso de paz, y
ampliar y diversificar el involucramiento internacional.

Décadas de conflicto han generado un sustrato de desconfianza mutua y


demonización del otro que dificultan el diálogo y la cooperación. Su superación
no es tarea de unos pocos años. Sólo un apoyo internacional amplio permitirá
abordar una tarea que habrá de prolongarse en el tiempo.
Actual situación del conflicto

El establecimiento de unas fronteras claras, reconocidas y, sobre todo,


seguras, ha sido una preocupación constante en la política exterior israelí desde
la creación del Estado judío en 1947, y una condición de los israelíes han
esgrimido en todas las negociaciones habidas hasta el momento. Y para ello, la
parte israelí esgrime el texto de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de
la ONU, que establece el “respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad
territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y de su
derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas y libres de
amenaza o actos de fuerza”.

Para Israel dichas fronteras coinciden (en el caso de Cisjordania) en


buena medida con las delineadas en la famosa “Línea Verde”, trazada en el
armisticio de 1949 (que puso fin a la primera guerra árabe-israelí de 1948); y con
respecto a la franja de Gaza, a las fijadas en los acuerdos de Oslo de 1993, por
los que se devolvía a manos palestina la soberanía sobre dicho territorio. La
construcción del muro fronterizo por parte de Israel a partir de 2002 ha supuesto
la invasión de aproximadamente un 10% del territorio palestino, ya que los
israelíes han insistido en incluir dentro de su trazado colonias judías
especialmente pobladas y sitas en Cisjordania. Finalmente, la postura israelí
sobre fronteras engloba también la reclamación sobre los barrios judíos de
Jerusalén Oriental, bajo soberanía palestina según la Línea Verde, y que fueron
anexionados durante la Guerra de los Seis Días de 1967, manteniéndose bajo
administración israelí desde entonces.

Por su parte, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) reclama plena


soberanía en su Estado independiente, con Gaza y Cisjordania como territorio y
Jerusalén Este por capital. Es decir, la vuelta a las fronteras previas a 1967,
avaladas por la importante resolución 242 de Naciones Unidas; algo a lo que el
gabinete israelí se niega, al considerar estas fronteras como indefendibles e
incompatibles con la seguridad de Israel. No obstante, la Autoridad Nacional
Palestina (con el apoyo de la Liga Árabe) parece estar dispuesta a aceptar
intercambios puntuales y justos de territorio que modifiquen ligeramente ese
trazado. Asimismo, la ANP quiere que se reconozca la ilegalidad de las colonias,
en las que residen más de medio millón de israelíes; punto en el que Netanyahu
(presionado por sus socios de gobierno) no parece estar dispuesto a ceder;
aunque sí se estaría estudiando la posibilidad de la anexión de la mayor parte
de los asentamientos y el desmantelamiento del resto, lo que dejaría en el limbo
a unos 70.000 colonos, que deberían ser reubicados dentro del Estado israelí o
asimilados por el futuro Estado palestino.

En el 2018 Egipto logró mediar para que las dos partes respeten una
tregua en la que ante cualquier señal de ataque se reanudarán los
enfrentamientos. Desde marzo, 160 palestinos y un soldado israelí han muerto.

Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) han acordado una


tregua para la Franja de Gaza que ha entrado en vigor.

Abu Mujahed, portavoz de los Comités de Resistencia Popular, una


facción menor de la Franja de Gaza, ha confirmado la noticia en Facebook: "Bajo
los esfuerzos egipcio e internacionales, se ha alcanzado un alto el fuego entre la
resistencia palestina y la ocupación" israelí.

Un portavoz israelí, que ha hablado bajo condición de anonimato, ha


negado que se haya alcanzado una tregua, sin embargo Egipto y Naciones
Unidas retomaron sus esfuerzos de mediación a raíz de la ola de violencia que
comenzó el 30 de marzo del actual año con las movilizaciones palestinas para
exigir el retorno de los refugiados. Desde entonces, los choques entre fuerzas
israelíes y manifestantes palestinos han dejado más de 160 palestinos y un
soldado israelí muertos.

Hamás reveló que las negociaciones indirectas estaban ya en "una fase


avanzada", si bien esa misma la milicia palestina lanzó unos 180 cohetes sobre
suelo israelí durante el último mes, de los cuales 30 fueron interceptados y los
demás cayeron en campo abierto con un resultado de 30 heridos.
Conclusión

Ante la debilidad militar, el bando palestino ha convertido la opinión


pública en campo de batalla con la entusiasta colaboración de los medios
occidentales. El resultado perverso es que hoy los proisraelíes presentan una
enorme desconfianza hacia las informaciones que no provengan de medios
proisraelíes y que cuestionen la conducta de Israel.

Por los palestinos observamos, como cada día viven una lucha por
recobrar lo que es suyo, la tierra que por derecho les pertenece, peleando contra
un enemigo superior no solo militarmente, se defiende de un pueblo que solo
quiere lo que por derecho les pertenece, su tierra, pero que se empeñan en
recuperarla de una salvaje y desesperada manera, el terrorismo; la mayor fuente
de odio de los palestinos, es la ocupación de sus tierras y la opresión israelí hacia
ellos quizá justificada por algunos por los atentados que se le cometen a los
judíos; así como también los castigos que tienen por manifestarse o levantarse
en armas, son un gobierno aparentemente anárquico y desorganizado .

Por los Judíos, observamos a un pueblo que ha sido gravemente golpeado


a través de la historia, con la creación de su Estado ha logrado grandes acciones,
con un poder militar impresionante a comparación del de los palestinos, con un
poder sionista y manipulador de ciertos medios.

El panorama que afronta a día de hoy la ciudadanía de Israel y Palestina,


que junto al resto de mundo, permanece expectante a los siguientes pasos que
se den para la formación de un tratado de paz. En el aire queda aún cómo el
Ejecutivo que resulte de las negociaciones afronte los dos pilares de su política
nacional, el conflicto árabe-israelí y la cuestión iraní, con sus implicaciones a
nivel internacional.
Bibliografía

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Madrid, 1987.
 Adrián Mac Liman, Palestina. De la nación de refugiados al Estado nación,
Editorial Popular / CEAR, Madrid, 1995.
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 Diario digital EITB.eus. “Israel y Hamás acuerdan una tregua para la Franja
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https://www.eitb.eus/es/noticias/internacional/detalle/5782415/conflicto-
israelpalestina-acuerdo-tregua-franja-gaza10-agosto-2018/
 Página Web NODO. “Palestina e Israel”. Consultado el 10 de agosto en
https://www.nodo50.org/palestina/intropal.htm#el%20origen%20y%20el%20
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 Página Web Palestina Libre. ¿Cómo está la situación entre Palestina e
Israel, según el representante palestino en la ONU? Consultado el 10 de
agosto en http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=61399

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