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El amor no duele, el dolor ama

“Sentimos dolor, pero no la ausencia de éste” Schopenhauer. La cita anterior es la más


exacta para describir la condición en la que viven los seres humanos, al principio puede
sonar trivial, algo sumamente evidente, no obstante, representa con admirable crudeza y
honestidad la dualidad que batallan los hombres, un constante péndulo que oscila entre el
dolor y la aparente ausencia de este. Más allá de un ciclo interminable de dolor permanente
que varía su intensidad (Schopenhauer) el hombre enfrenta una disyuntiva enorme, pues
está obligado a decidir entre el amor y el dolor, y a su vez entre la vida y la muerte.

Pero ¿Qué es lo que hace tan compleja y necesaria esta decisión? Para entenderlo habrá
que, no solo definir, sino comprender que es el amor y el dolor. El amor se entiende de
formas diferentes en cada etapa de la vida, a manera más general, el concepto atraviesa dos
momentos, que sin embargo no son secuenciales: Primero, el amor entendido como la
ausencia total de dolor; Segundo, el amor entendido como la capacidad de sobrellevar en
dolor (Schopenhauer). Nótese que no se puede entender el concepto del amor sin tener
claridad en el concepto de dolor, la razón de esto es que entre ellos existe una relación
causativa, la cual será ampliada con mayor detalle más adelante.

El dolor entonces es entendido como cualquier tipo de sufrimiento o pena (Bernstein) y a


simple vista parece el enemigo del amor y el obstáculo a la felicidad. No obstante, el dolor
es completamente inevitable, a tal punto que no está del todo mal pensada la idea de
Schopenhauer de que el dolor no es un elemento inherente a la vida, sino la finalidad en sí
de la misma. El problema de esto, Es que no parece haber posibilidad de experimentar otro
tipo de realidad que no sea el dolor, tal vez sea un poco cierto, pero el amor plantea una
visión diferente.

Retomando la idea anterior, que el amor y el dolor tienen una relación causativa, el orden
de estos es muy importante, pues es el dolor el que causa al amor, para entender esto hay
que primeramente dejar de pensar al dolor y al amor como opuestos o similares. La vida y
la muerte toman entonces el papel del único escenario en el que es posible ilustrar dicha
relación, el dolor genera la vida, pues es el único de recordarle al hombre que está vivo
(Schopenhauer) es por eso que salvo que esta termine, el dolor será un estado permanente.
Lo anterior entra en conflicto entonces con el primer momento del amor, pues en ese caso,
el amor en sí mismo sería la muerte, lo anterior daría la razón a Schopenhauer de que
mientras se esté vivo, no hay manera de no sufrir Cfr. No obstante, en el segundo momento
del amor, las cosas se hacen diferentes, porque ya no hay ruptura entre la vida y la muerte,
el amor y el dolor, pues el amor plantea la posibilidad de vivir de otra manera aun sin
escapar de la realidad del dolor (la vida). Entonces la vida que es generada por el dolor, ya
no tiene como finalidad la muerte, la existencia se orienta a la finalidad de sobrellevar el
sufrimiento, lo que es en sí, mismamente la propia felicidad (Freud). Ola felicidad
entendida como un estado de conciencia, o como diría Schopenhauer, un estado de
resignación al que llega el hombre sensato.

Pero la ausencia de dolor, no necesariamente implica morir, también implica un estado de


aburrimiento o sin sentido, o más específicamente en palabras de Schopenhauer la negación
de la voluntad de vivir. ¿Qué ocurre entonces cuando el aburrimiento ataca? Ya lo dirá el
mismo Schopenhauer: el hombre se ahorcara, se matara y causara un sufrimiento aun
mayor que el que pueda causar la misma vida y eso no es nada menos que la idea del mal
que trabaja Bernstein, es entones claro y bastante impactante que el amor (en su primer
momento) sea el que genere al mal.

Como normalmente se confunde al amor con el hastió y/o la miseria (Schopenhauer) es


impredecible el momento y la forma en el que mal aparecerá (Arendt), pues la historia
misma es un constante vaivén entre la miseria y el hastió, por lo tanto, muchas veces no es
fácil discernir en que momento cual es cual. Lo que sí es seguro es que el mal proviene del
hombre, el que desea sentir estar vivo.

La división tradicional del mundo, oriente-occidente, es también un escenario de los dos


mementos del amor en el concepto de la espiritualidad:

1. El concepto occidental que persigue un objetivo: “Eliminar el dolor” y para ello hay
tres elementos que si bien son diferentes, resultan complementarios a la hora de
lograr la meta anterior. La vida religiosa, es el conjunto de creencias que un
individuo profesa, y a través de la meditación, que es el correcto cumplimiento de
normas, doctrinas y prácticas, se llega al ejercicio espiritual entendido como lo que
precede a la correcta interiorización y reflexión, para llegar a la ausencia del dolor.
2. El concepto de ciertas corrientes orientales de pensamiento que persigue el objetivo
de “reconocer y sobrellevar el dolor” de la siguiente manera: Sentir el llamado, el
querer despertar a través de un ejercicio espiritual. Después, con la meditación se
llega al medio o método que se elige para llegar al despertar. Y finalmente se vive
una vida religiosa, en la cual después de lograr la visión correcta, el individuo
procede a entrenar su voluntad para mantener el despertar y no caer en los sueños.

Todo el concepto oriental trabajado, cabe en una sola palabra dicha por el buda
Siddhartha Guatana: Sammasati, esta palabra significa busca tu camino, encuéntralo y
síguelo.

Cada concepto anterior, de la espiritualidad, tiene un momento que resulta ser más
difícil en el proceso de lograr el objetivo, en el occidente, el problema radica en la
meditación pues esta requiere disciplina y choca con el orden del mundo occidental. En
el oriente la dificultad radica en poder llevar la vida religiosa, pues la mente siempre
perseguirá los sueños y las falsas ilusiones del mundo terrenal.
Puede parecer que el occidente está equivocado, y con esto, el primer momento del
amor es una farsa inalcanzable, la experiencia religiosa y la vida no son más que
decisiones, y sin importar cual se elija nada es seguro, pues ya sabemos que el mundo
es un lugar de errores y aleatoriedades tan poco lógico que no hay nada que no pueda
pasar. Para terminar mi ensayo, cito una frase del Buda “Todo surge y desaparece, pero
quien despierta, lo hace para siempre” el dolor no es un obstáculo para vivir, y
solamente el amor puede ayudar para soportar la existencia, pues al ser esta inevitable,
el dolor es el único medio por el que se puede amar, al ser este la vida misma. Por lo
anterior, después del dolor “viene” el amor y después de la vida, llega la muerte.

María Fernanda Páez Villalba


Mayo 04 del 2017

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