ANNUAL 1921.

80 AÑOS DEL DESASTRE

Juan Tomás Palma Moreno

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ANNUAL 1921. 80 AÑOS DEL DESASTRE

Primera Edición
Madrid, 2001

© ALMENA EDICIONES
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ción escrita del editor.
Todas las fotografías, archivo del autor.
 Dedicatoria

~ A mi padre, José Palma Román,

quien me animó a dar forma a mis apuntes sobre el desastre de Annual.
A mis hijos, Juan y José, por si alguna vez lo abren.
A mis compañeros de la Asociación de Estudios Melillenses, por su aliento.
Ya los políticos y miembros de la noble profesión militar;
por si su lectura les sirve para evitar reincidir afgún día en los errores del pasado.

Juan Tomás Palma Moreno


PRÓLOGO
Para poder hacerse una idea y comprender
cómo pudo ocurrir algo que, no sólo hoy día,
sino en aquel verano de 1921 era inverosímil,
hay que intentar, dentro de lo posible, averi-
guar el estado de ánimo, formas de pensar y
posicionamientos de cada uno de los persona-
jes implicados. Así como situarse en el tiempo
y lugar donde ocurrieron aquellos hechos tan
lamentables, que a pesar de haber transcurri-
do más de tres cuartos de siglo, aun despier-
tan el interés y la polémica entre los aficiona-
dos «africanistas». De esta forma, quizá poda-
mos comprender algunos comportamientos y
decisiones de los protagonistas de esta historia
española, responsables de la pérdida, en tan
sólo una jornada, de un ejército de más de
4.000 hombres. Pero es que durante la quin-
cena siguiente, más de 10.000 madres espa-
ñolas perdieron ~n hijo en África a manos de
un enemigo que no era ni ejército regular
organizado, ni más numeroso. Sin cañones, sin
técnicas modernas de hacer la guerra y sin
Melilla. Detalle de la calle Alfonso XIII
Annual 1921. 80 Años del Desastre
telecomunicaciones. Por no tener, no tenían
apenas mandos jerarquizados para transmitir
las órdenes o tener una idea de conjunto para
acometerlas con más eficacia. En fin, un ejérci-
to cuyo grito de guerra era" i Muerte al hereje
invasor! ... y a por el botín" y sólo para una
pequeña minoría «i Por la República
Independiente del Rif!».
EL PROTECTORADO
ESPAÑOL
La presencia de España como nación sobera-
na en el norte de África, se remonta a los
tiempos del reinado de los Reyes Católicos,
en que es derrotado y expulsado el último
rey moro de Granada, Boabdil el Chico.
Refugiándose, en principio, en la parte occi-
dental del Cabo Tres Forcas, en el lugar lla-
mado Cazaza, allá por el 1492. Y como
según consta en un documento de nuestros
soberanos, «se decide la conquista de unos
ene/aves en el norte de la próxima costa afri-
cana, para evitar los ataques de piratería y
posibles invasiones futuras de contingentes
Juan Tomás Palma Moreno
al reino de Castilla y León». Es por lo que se
acuerda encargar a la Casa del Duque de
Medina Sidonia tal misión. Mandando para
tal fin a Pedro de Estopiñán y Viruez, que el
17 de septiembre de 1497, y durante la
noche, sin entablar combate alguno, toma
posesión de unas ruinas deshabitadas sobre
un montículo saliente al mar, que delimita la
extensa playa que corre hacia el sudoeste,
con el inicio de grandes acantilados rocosos
que forman el Cabo de Tres Forcas por su
parte oriental. A este enclave se le dio el
nombre de Melilla.
Por lo tanto, Melilla es desde entonces
España. Y como es fácil de comprobar, mucho
antes de que Navarra fuese española; o que el
Rosellón, francés; o que los Estados Unidos
fuesen una nación soberana, y, mucho menos,
de que existiera Marruecos o algo parecido a
una nación. Luego, cuando se trata el tema del
Protectorado Español de 1912 hay que dife-
renciarlo claramente y saber que Melilla nunca
ha sido de Marruecos. Lo mismo ocurre con
Ceuta, que fue conquistada por el rey Juan de
Portugal y que pasó a la corona española en
tiempos de Felipe 11. Con posterioridad tam-
bién se conquistaron otros puntos, como fue-
ron el Peñón de Vélez de la Gomera, en 1508,
perdido en 1522 y conquistado definitivamen-
te en 1565; el Peñón de Alhucemas, desde
1673, y las islas Chafarinas, deshabitadas, en
1848. Estos enclaves marítimos fueron de gran
importancia durante las campañas en
Marruecos.
Una vez aclarado este asunto sobre estas ciu-
dades españolas, pasemos a tratar lo que ocu-
rría con el reino o imperio de Marruecos a
principios del siglo XX. En 1906 se celebró la
llamada Conferencia de Algeciras, en la ciudad
del mismo nombre, entre las grandes poten-
cias del momento. En ella se trató del proble-
ma existente, principalmente entre Francia y
Alemania, para el establecimiento de influen-
cias en Marruecos. El resultado de la conferen-
cia fue la denominada Acta de Algeciras, por
la cual se reconocía a Francia "su situación de
preeminencia en Marruecos y a España la
posesión de los territorios del Rif" .
Seis años después, el 27 de noviembre de
1912, y con el «visto bueno» de la potencia
colonizadora por excelencia que era Inglaterra,
se firma el Tratado de Madrid entre Francia y
España, donde se reparten el territorio de
Marruecos para, según ellos, pacificarlo e
implantar la autoridad del Sultán que, a decir
verdad, era nula, a excepción de la zona próxi-
ma a la capital del imperio. Aunque los verda-
deros propósitos eran los de una auténtica
colonización con fines económicos y obtener
un prestigio político ante las naciones del
mundo, ya que por esos tiempos se puso de
moda la invasión de África por parte de
Europa.
Realmente se conocía poco de las regiones
del interior, aunque España debería de ser la
que tuviese mayor conocimiento del mismo.
Pero el caso es, sin entrar en la tradicional
mala gestión política de nuestros diplomáticos,
que la peor parte del pastel se la llevó España.
Prueba de ello es que en la zona francesa exis-
tían verdaderas ciudades con todo el comercio
e industria del país, como eran Oujda, Taza,
Fes, Meknés, Casa blanca, Rabat, etc. En el
Protectorado Español no había ninguna ciudad
de importancia, a excepción de Tetuán y
Tánger en la zona occidental; pero en la orien-
tal, en la de Melilla, no había nada de nada,
sólo cábilas.
Lo cierto es que Francia ocuparía la parte sur,
mientras que España dominaría el norte del
reino de Marruecos. A pesar del desconocimien-
to cartográfico del país, no tuvieron muchos
problemas en establecer los límites, a excepción
de la parte oriental, en la zona del Guerruao y
río Muluya, que durante la progresiva ocupación
por ambos lados se solventó.
La zona francesa resultó ser más rica, con
grandes llanos y la mayoría era fiel al Sultán,
salvo algunas regiones colindantes con nuestra
zona oriental. Al ser menos montañosa, las
operaciones militares eran menos costosas,
con grandes y espectaculares avances.

Por el contrario, la zona española era más
pobre y muy montañosa, donde el europeo
había puesto muy poco el pie; sin comunicacio-
nes naturales debido al relieve y por lo tanto
cada cábila estaba aislada del resto de las
demás. Totalmente olvidada y abandonada por
el Sultán, máxime cuando no recibía de ellos
ningún tipo de tributo o impuesto y la única ley
que existía era la de ellos mismos. Lo único que
al parecer interesaba a los españoles eran las
apetecibles minas de pirita, hierro y plomo, la
mayor parte de lo cual, de una calidad excelen-
te, se obtenía a flor de tierra en grandes cante-
ras, a sólo 30 kilómetros de Melilla, ciudad con
un puerto aceptable para su transporte a la
Península y al resto de Europa.
Como antecedente a esta «pacificación»,
es obligatorio reseñar que España tuvo varios
encuentros bélicos con los habitantes de las
zonas limítrofes con Ceuta y Melilla.
En Ceuta fue importante la campaña de
~
1859, motivad~ por la no-aceptación por
El cadáver del teniente coronel Ibáñez Marín, jefe del Batallón de Cazadores Figueras, transportado por sus
hombres, tras morir en los combates del 23 de julio de 1909 en la zona de Melilla.
Annua11921. 80 Años del Desastre
parte de los indígenas, de la ampliación en 2
kilómetros cuadrados de los límites de Ceuta,
acordados en 1845 con el Sultán, y la media-
ción de Inglaterra. La paz llegó con la conquis-
ta de la bella y enigmática ciudad de Tetuán.
En el tratado de paz que dio por terminada la
contienda, se acordó la devolución de los terri-
torios conquistados por España, a cambio de
la entrega de cuatro millones de pesetas y la
ampliación de los límites de Melilla en la dis-
tancia recorrida por una bala de cañón.
En Melilla son dignas de mención las cam-
pañas de 1893, 1909 Y 1912. Todas ellas, sin
olvidar en las dos últimas el trasfondo de las
minas de hierro, desencadenadas por el inten-
to de España de establecer sus límites fronteri-
zos y dar cumplimiento al convenio con el
Sultán de Marruecos del 26 de junio de 1862,
como consecuencia del tratado de paz mencio-
nado anteriormente. Los habitantes del lugar
se oponían a tal convenio y, en consecuencia,
corrió la sangre, por ambas partes. En aquellos
Juan Tomás Palma Moreno
enfrentamientos murió más de un general
español, lo que nos puede dar una idea de la
belicosidad del rifeño, que, sin cañones ni ejér-
cito regular, sentía el orgullo de no haber sido
invadido jamás por ningún extranjero.
Decidida la mal llamada «pacificación» del
Protectorado Español, se dividió éste en dos
zonas: Ceuta y Melilla. Al mando de ellas esta-
ban sus respectivos Comandantes Generales,
que eran los jefes de todas las acciones, mili-
tares, civiles, políticas y administrativas. Estos
jefes dependían de otro general, el Alto
Comisario de España en Marruecos, que resi-
día en Tetuán, y éste a su vez del gobierno
español.
EL MARROQUÍ
Sin pretender aventurarnos en tiempos muy
lejanos, existían dos, tipos de individuos en
aquel Rif de 1921, el ¡nómada y el sedentario;
bastante diferenciados, aunque con muchas
cosas comunes, de las cuales, la más destaca-
da era el Islamismo. Religión heredada de sus
antepasados, que fueron los dominados en la
invasión árabe del 700, o los dominadores que
se quedaron para siempre en el norte de
Africa. A ellos hay que añadir a los españoles
musulmanes que emigraron después de finali-
zar la reconquista en España a partir de 1492,
ya los españoles, musulmanes y judíos, expul-
sados de España por los Reyes Católicos, al no
querer profesar públicamente la religión de los
soberanos. Por lo tanto, su raza no se diferen-
cia mucho de la de los españoles, pero su reli-
gión y costumbres son notoriamente diferen-
tes y, a veces, enfrentadas.
Los «rifeños» habitan en la región llamada
Rif, que, curiosamente, en su idioma quiere
decir" los que viven en la costa", y, en el más
puro árabe: "campo", a pesar de que esta
región se extiende hacia el interior, incluso
hasta asomarse casi al desierto del Sahara.
Posiblemente fue rebautizada por los propios
españoles a finales del siglo XIX.
Limita al este y sur con el río Muluya, el de
mayor caudal de la región y por el que discu-
rre el agua durante todo el año en cantidades
bastante considerables, lo que convierte su
zona de influencia en la más fértil y habitada
de todo el territorio. Al norte se encuentra el
mar Mediterráneo y al oeste los montes de
Ketama y la región de los Beni Urriaguel, cuyo
núcleo principal es el poblado de Aixdir o
Axdir; cuna de Abd-el-Krim, del que más ade-
lante nos ocuparemos.
Los nómadas vivían al sur, en las grandes
llanuras, en tiendas de campaña lJaimas) y su
principal producción era el ganado y algo de
agricultura. En las zonas donde abundaba al
agua existían núcleos de población más per-
manentes, con viviendas construidas con barro
y paja.
Los sedentarios, los del norte, vivían en la
parte montañosa de la región y en la costa .
Ellos eran algo más ricos que los del sur, tení-
an una buena agricultura, pesca y bastante
ganado de buena calidad . Sus poblados (adua-
res) eran pequeños y estaban muy disemina-
dos. Construían sus casas con una sola planta, I
formando un cuadrado con un gran patio en
el centro y con las ventanas exteriores lo sufi-
cientemente pequeñas como para que no
l.
I
I
pudiese pasar por ellas ningún cuerpo huma-
no adulto. Los muros eran de piedra caliza,
con cal y arena, y los techos, soportados por
troncos de pita, estaban fabricados con hojas
secas, cañas y adobe. El lugar ideal en que
todo rifeño desearía situar su vivienda debería
estar cerca del agua; debería ser fácil de
defender, por lo que no es de extrañar verlas
en terrenos elevados, prácticamente colgadas
de un barranco de difícil acceso; y debería
tener una buena vista de sus tierras de cultivo
y de pastoreo.
Una vez a la semana se concentraban, aún
hoy día lo hacen, en los zocos, cuyos nombres
estaban compuestos por el de la región o cábi-
la donde se ubicaba, más el día de la semana
en que se efectuaba. Así, por ejemplo, pode-
mos encontrar el zoco de los miércoles, o el

Horno casero para ~cocción de pan.
,
zoco tercero, de talo cual lugar. Allí se reuní-
an para vender o intercambiar sus productos;
visitar al dentista, médico o bruja; obtener
noticias de otros lugares y parientes; escuchar
la oratoria de santones y notables, e, incluso,
buscar pareja.
Sus leyes y costumbres se regían funda-
mentalmente por el Corán, pues el rifeño era
muy religioso, existiendo distintas sectas entre
ellos.
Celosos de su independencia, no reconocí-
an a ninguna autoridad exterior, y mantenían
su propio sistema jerárquico, que era el
siguiente:
El grupo social más pequeño es el clan
familiar, y una reunión de éstos forman la cábi-
la, dirigida por un grupo familiar predominan-
te, cuyo jefe era el varón primogénito, y, por lo
tanto, el más viejo o de los más viejos, al que
se le llamaba Kaid. Cuando existía cierta coe-
xistencia pacífica con cábilas limítrofes, se ele-
gía a un jefe entre todos los jefes de cábila,
cuyo título era el de Kadir. Y de ahí no se pasa-
ba. Cuando se producían problemas entre
Annua11921. 80 Años del Desastre
cábilas distintas, se nombraba un jefe de harka
o Xerif, que era el que militarmente los man-
daba, y cuando había que decidir algo tras-
cendental, se reunían los notables del lugar
para tomar la determinación más aconsejable
y ventajosa.
Los más ricos y poderosos tenían algunos
esclavos de raza negra y, como anécdota
curiosa, aún hoy día, los hijos de esos esclavos
siguen perteneciendo a la misma casa de sus
antepasados, pero, claro está, como sirvientes
más o menos libres. Cualquier tarde de buen
tiempo, es normal contemplar a familias
marroquíes elegantemente vestidas, paseando
por Melilla. Si nos fijamos con detenimiento,
podremos observar que, guardando cierta dis-
tancia, les sigue alguna mujer de color.
Vivían en un mundo en el que nadie se
fiaba de nadie. Si querías sobrevivir sin ser
robado, ultrajado o asesinado, «la fusila» era
fundamental, la espingarda que ellos mismos
fabricaban; o mejor, el «arbaá» (de cuatro
tiros, francés), y mucho mejor, el «jamisa» (de
cinco tiros, Máuser español). Para cortar la
9
Juan Tomás Palma Moreno
cebada y otras hierbas, disponían de un cuchi-
llo en forma de media luna que más bien pare-
cía una guadaña (por lo de la muerte) que una
herramienta de trabajo agrícola. Caballo,
mulo, camello o burro, el que podía, aunque
no abundaban. Hacían buen uso del dicho de
que la unión hace la fuerza.
Su forma de vida era muy pobre, con
muchas enfermedades y una esperanza de
vida muy baja. No existían cojos ni paralíticos;
el que no se valía por sí mismo se moría y se le
enterraba.
La mujer era un ser humano de segundo
grado. Cuando una madre paría un varón, la
casa se llenaba de alegría; pero no ocurría lo
mismo cuando nacía la segunda o tercera niña
de la familia, pues era una boca más que ali-
mentar, con un bajo rendimiento de trabajo y
nula para el combate. Cuentan, y no lo puedo
confirmar, que en algunos lugares, nada más
nacer la niña, el padre., la enterraba viva en el
huerto cercano a la casa, y más tarde iba al
Kaid a notificarle que había nacido una niña ya
muerta, con lo que el asunto quedaba zanja-
do, sin más preguntas que la de cómo se
encontraba la madre.
Había años en que no caía ni una gota de
agua; lo que limitaba el número de cabezas
de ganado que podían poseer, pues sabían
que cuando llegase el verano no habría agua
para aquél y tendrían que sacrificarlo. La
cosecha, aunque el año fuese bueno, era
muy limitada. La demografía aumentaba,
pero las tierras y la civilización no.
Enfermedades, todas; desde morir del piojo,
pasando por el tifus, fiebre de malta, tiña,
disentería, tuberculosis, sífilis, etc. y acaban-
do por el cólera, que cada cuatro o cinco
años hacía estragos entre la población.
Con este gran índice de mortandad y los
frecuentes enfrentamientos entre cábilas, es
fácil comprender que no 01Jgaran a la vida
de los demás demasiado ' valor, y, mucho
menos, si los demás eran extranjeros e infie-
les. Es éste un planteamiento a mantener en
la memoria, pues nos ayudará a comprender
actitudes que quedarán patentes a lo largo de
nuestra narración
EL EJÉRCITO ESPAÑOL
Las tropas españolas destinadas al norte de
África estaban muy deficientemente equipa-
das. El calzado estándar de los soldados de
Infantería era la alpargata, utilizada tanto en
verano como en invierno. En las marchas llu-
viosas algunos llegaban descalzos por haberlas
perdido en el barro. Las botas sólo para oficia-
les y para los de Caballería . De ropa de abrigo,
poca y mala. La manta era exactamente como
la actual, aunque de peor calidad. El correaje
normalmente de cuero. Mochila, cantimplora,
jarrillo, plato y cubierto completaban el equipo
individual del soldado español en África.
Mosquetón Máuser español de 7 mm
modelos 1893 y 1916 con cargador (peine) de
5 cartuchos, que se alimentaba por la parte
superior abriendo el cerrojo y empujando el
peine hacia abajo. Después de cada disparo
había que retraer y empujar el cerrojo para car-
gar el arma, quedando lista para un nuevo dis-
paro. Disponía de un alza graduada hasta una
distancia de 1.500 metros. El arma era precisa
y adolecía de pocos defectos, prueba de ello es
que no sólo se usó en la Guerra Civil Española,
sino que permaneció como dotación del ejér-
cito hasta la década de los 70. Sin embargo,
los disponibles en el 21, procedían, en su
mayoría, de las guerras de Cuba y Filipinas,
muy desgastados, por lo que el arma perdía
precisión y alcance, escapándose la fuerza de
proyección por las holguras del cerrojo. Esta
arma disponía de alojamiento para colocarle el
machete y poder atacar con «la bayoneta cala-
da». La culata tenía una cantonera de acero
para proteger la madera de los golpes contra
el suelo y para hacerla más contundente en la
lucha cuerpo a cuerpo.
La carabina, igual arma que la anterior pero
más corta, era usada por la Artillería,
Caballería e Ingenieros.

La moral del soldado, enviado a una guerra
y a una tierra de las que no sabía nada, era
muy baja, lo que era debido a varias causas:
V - La preparación era muy escasa, pues
en los dos meses del periodo de instrucción (a
pesar de que lo reglamentado eran tres), sólo
practicaban tiro tres o cuatro veces, como
mucho, debido a que en Melilla sólo había un
campo de tiro. Una vez terminado el periodo
de instrucción los destinados en algún servicio
económico, como cocina, talleres, cuadras,
oficinas, construcciones o asistentes, estaban
rebajados de casi todo por «necesidades del
servicio». Los que iban destacados a una de las
más de cien posiciones alejadas de sus respec-
tivos regimientos, tenían como misión hacer
guardias, acarrear agua, limpiar y esperar el
día del licenciamiento. Apenas trataban a los
pobladores cercanos a la posición, ya que las
relaciones con los marroquíes era misión exclu-
siva de la Policía Indígena.
2". - Como ¿ombatientes la cosa no les
podía ir peor. Por órdenes gubernamentales, al
soldado español se le tenía siempre en segun-
da línea y sólo se le podía usar en operaciones
ofensivas en circunstancias extraordinarias.
Este procedimiento conllevaba dos grandes
inconvenientes. El primero era la falta de expe-
riencia en el combate, lo que acarreaba una
falta de confianza en sí mismo y un temor
excesivo hacia el adversario. El segundo era la
falta de respeto que sentían los moros que
luchaban en las fuerzas indígenas de choque
(Regulares y Policía Indígena) por el soldado
español, al que acusaban de «no saber mane-
ra». Por el contrario, los peninsulares, al ver la
belicosidad de estos moros que casi nunca
retrocedían, les admiraban. Cuestión ésta muy
a tener en cuenta a la hora de tratar el com-
portamiento de unos y otros durante el desas-
tre, pues fue una de las causas de que, al hacer
defección los moros al servicio de España y
volverse contra las tropas españolas, se hun-
dieran éstas y se crecieran aquéllos. Hay que
hacer constar que los moros tenían gran admi-
ración por la mayoría de los oficiales españoles
Annual 1921. 80 Años del Desastre
que les mandaban, voluntarios y siempre en
primera línea con ellos, sufriendo también bas-
tantes bajas.
Por otra parte, al extenderse la zona con-
quistada y tener que dejar posiciones guarne-
cidas para mantener el dominio en el territo-
rio, los regimientos se iban mermando cada
vez más, sin recibir refuerzos de la Península y
por lo tanto la instrucción del conjunto como
regimiento era muy escasa.
El oficial, procedente en su mayoría de las
academias militares, tenía la moral alta,
buena preparación militar y orgullo de perte-
necer al ejército de África. Se cobraba más y
el tiempo de servicio' le contaba doble. Pero
en aquellas fechas, la calidad de esos oficia-
les estaba en un periodo de declive. El moti-
vo es muy fácil de comprender pues, desde
hacía algunos meses, los ascensos por méri-
tos de guerra se habían eliminado, por lo
que la pugna por ser destinado a África
había cesado, yéndose la mayoría de los
veteranos voluntarios y siendo sustituidos
por destinados forzosos, recién salidos de las
academias. Prueba de ello fue que, a prime-
ros del año 1920, al hacerse cargo el General
Berenguer de la Alta Comisaría, le expuso
varias veces al Ministro de la Guerra la nece-
sidad de volver a implantar las recompensas
por méritos de guerra. Por otra parte, existía
una excesiva diferencia entre el oficial y la
tropa. Se asemejaban mucho al señorito y el
criado, manteniéndose aquéllos muy distan-
tes y haciendo ostentación de sus privilegios,
lo que acarreaba ventajas e inconvenientes.
La ventaja era que la autoridad del mando
era más fácil de sostener, lo que va en bene-
ficio de la disciplina y del cumplimiento de
órdenes del conjunto. Pero el inconveniente
puede llegar a ser muy grave, y es que en vez
de admirar al superior, se le odia. Y ante
situaciones extremas de supervivencia, lo
más fácil es pegarle un tiro por la espalda y
huir del enemigo.
Los contingentes indígenas que combatían
en el lado español se encuadraban en tres con-
~:
Juan Tomás Palma Moreno
Batidores del Grupo de Regulares Melilla n° 2 durante un desfile conmemorativo en la ciudad.
tingentes: los Regulares, la Policía Indígena y
las harkas amigas.
Los Grupos de Fuerzas Regulares Indígenas
fueron creados en 1911 por el General
Dámaso Berenguer Fusté, el mismo que en la
época que nos ocupa desempeñaba el cargo
de Alto Comisario. Estas fuerzas estaban
estructuradas en tabores (batallones) de
Infantería y escuadrones de Caballería. La
mayoría de sus oficiales eran españoles y goza-
ban de una bien ganada fama como excelen-
tes unidades de choque. La tropa y una parte
de los suboficiales eran indígenas, pudiendo
los más distinguidos alcanzar el grado de ofi-
cial. Gozaban de cierta tolerancia en lo refe-
rente a sus costumbres y religión, de la que se
respetaban sus mandatos, incluidos los refe-
rentes a la comida.
La Policía Indígena estaba integrada por
marroquíes, normalmente del lugar, con unifor-
me y armamento, mandados por oficiales espa-
ñoles. Fueron de gran importancia en las rela-
ciones entre el ejército y los marroquíes, tanto de
tipo político, como militar e informativo. Su
misión era la de informar al mando y colaborar
con los jefes de las cábilas en el mantenimiento
del orden y en la aplicación de la justicia. Sin
embargo, lo poco riguroso del sistema de reclu-
tamiento en estas fuerzas dio lugar a que en sus
filas se produjeran abundantes casos de abuso y
tiranía. Los oficiales, bien por inexperiencia o por
interés personal, consintieron que se cometiesen
bastantes injusticias. Se imponían multas que no
pasaban a ningún fondo oficial; en los zocos
registraban a las mujeres para toquetearlas; reti-
raban productos de sus comercios sin pagarlos
e, incluso, se dieron casos de moros que se alis-
taron en la Policía para vengar viejas afrentas
familiares. Por otra parte, algunas mías (compa-
ñías) no recibían sus pagas con regularidad, por
lo que sus componentes estaban medio descal-
zos y con las ropas rotas, al no recibir en su
momento la dotación periódica reglamentada,
por lo que estos Policías encontraban la justifica-

ción para sus desmanes. Un gran error que se
cometió con estas unidades, fue que, al encon-
trarse el General Silvestre con insuficiente fuerza
para su avance, las empleó como fuerzas arma-
das de choque, junto con los Regulares, aban-
donando las funciones para las que habían sido
creadas
En cuanto a las harkas, eran grupos de rife-
ños de una cábila cercana que se reclutaban
momentáneamente por la Policía para que les
apoyasen en alguna acción determinada. Yo
me pregunto qué armas llevaban y quién se las
daba. Y lo peor, cómo les permitían tenerlas
permanentemente.
Referente al armamento, aparte del mos-
quetón Máuser ya descrito, sólo queda recor-
dar las ametralladoras y la artillería, que en
conjunto era aceptable, aunque en aquellos
momentos se encontraba muy diseminada por
el territorio y la munición escaseaba.
En cuanto a la Aviación, era muy escasa .
Aunque parezcá mentira, sólo existía un
aeródromo en todo el territorio, junto a
Zeluán, donde se ubicaba la Segunda
Escuadrilla de Marruecos, compuesta por 6
aeroplanos, unos 10 pilotos y unos 50 de
tropa, entre los de Aviación y agregados. En
aquellos días se estaba estudiando la habilita-
ción del campo de instrucción de Cabrerizas,
dentro de Melilla, y otro en construcción en
Nadar, como aeródromos alternativos. A raíz
del desastre, se acondicionó de forma urgen-
te y precaria un terreno de 200 por 100
metros junto a la playa e Hipódromo Militar
de Melilla.
El parque automóvil era prácticamente
inexistente, los vehículos eran en su mayoría
españoles (Hispano-Suiza) e ingleses, con múl-
tiples averías, debidas al terreno y al clima .
El ganado era insuficiente, aunque aceptable.
Sanidad, muy deficiente en medios y muy
alejados, con sólo 3 ambulancias automóviles.
Ingenieros, aceptable, aunque como todos,
con escasez de material y medios.
Es obligatorio extenderse un poco más en
lo referente a las transmisiones, ya que juga-
Annual1921. 80 Años del Desastre
ron un papel muy importante en estos aconte-
cimientos. La gran desventaja de un ejército
regular en un territorio tan amplio y acciden-
tado como el Rif, es el movimiento. Sobre
todo, contra un enemigo de gran movilidad,
ya que todo su equipo consistfa en su fusil, la
munición, y una cartera en bandolera donde
llevaba unas tortas de harina en aceite y algo
de agua. En contraposición, el ejército regular
necesitaba de una interminable columna de
apoyo al combatiente, en la que se integraban
los cañones, la mun ición, el material de fortifi-
cación, los alimentos, el agua, los sanitarios,
etc. Máxime cuando se tenía poca información
del enemigo, y agravado en este caso por la
existencia de más de 100 puestos defensivos,
aislados y diseminados por todo el territorio,
que en aquellos días ocupaba una extensión
de unos 4.000 kilómetros cuadrados, y desde
Melilla al frente una distancia de unos 90 kiló-
metros.
Los medios más utilizados para la transmi-
sión de información eran, en orden de menor
a mayor importancia: las banderas de seña-
les, las líneas telefónicas sobre postes de
madera y las emisoras de radio, muy comple-
jas y escasas.
Pero el medio más utilizado y de mejor
rendimiento fue, sin duda, el heliógrafo. Se
trataba de un aparato metálico, compuesto de
dos o más espejos colocados sobre un trípode
de madera, con los que se dirigía el rayo solar
hacia el corresponsal, y, con un manipulador
acoplado a uno de ellos, se transmitía por
medio del código Morse a distancias conside-
rables. Dos inconvenientes tenía: los días
nublados y que había que estar en una altura
fácil de localizar, lo que atraía el fuego enemi-
go como un imán .
Son de destacar las linternas de señales
Mangin, que se utilizaban de noche o en días
muy nublados para distancias cortas. El apara-
to consistía en una caja con una mecha
impregnada de petróleo, o en una bombilla
que se alimentaba con una pila eléctrica. Para
concentrar el foco de luz disponía de un juego
Juan Tomás Palma Moreno

1, 2 Y 3.- Cara anterior, corte y caras lateral y posterior del aparato de luces Mangin, modificado. 4.- Caja de
accesorios abierta. 5.- Trípode armado. 6 y 7.- Estuches mochila del aparato y de los accesorios. 8.- Estuche-
bandolera con el trípode, mesilla y asta de bandera.
ESTACIÓN ÓPTICA LIGERA DE MONTAÑA
 Annual 1921. 80 Años del Desastre

de lentes. Llevaba adosado un pequeño cata-
lejo para ver mejor las señales del corresponsal
y de un manipulador que con su parpadeo,
enviaba señales en código Morse.
Las vías de comunicación consistían en pistas
de tierra más o menos anchas, que se construí-
an con personal de Ingenieros, agregados penin-
sulares de las otras unidades y con indígenas
contratados, a los que se les pagaba poco y
tarde, debido a la lentitud de la administración
del gobierno en aprobar los presupuestos, por lo
que existía un gran descontento entre los traba-
jadores moros. En muchas ocasiones, el trazado
de estas pistas no era el militarmente idóneo, ya
que atendía más bien a las peticiones de los
pobladores, por tratarse de una de las compen-
saciones que se les hacían a las cábilas para pre-
miar su posterior sometimiento a España .
Algunas estaban fatalmente diseñadas, como,
por ejemplo, en la zona de Izummar, que contri-
buyó de forma palpable al desastre en la retira-
"\
da de Annual. Hoy día se pueden recorrer esas
mismas pistas, pues en la actualidad las carrete-
ras, más o menos asfaltadas, siguen el mismo
trazado. Hay que resaltar el tren, que desde
Melilla llegaba a Batel, a unos 50 kilómetros,
siendo de gran utilidad tanto para el avance,
como para la evacuación de heridos y la poste-
rior retirada definitiva durante el desastre, en el
que se salvaron muchas vidas, tanto civiles como
militares.
CONTINGENTE EN LA ZONA
ORIENTAL
Del contingente de fuerzas, ni aun hoy día, se
puede saber con exactitud la cantidad de que
disponía el General Silvestre . Pero para hacer-
se una idea, se relacionan las diferentes versio-
nes de la época y un estudio hecho por el
autor.

SEGÚN INDAlECIO PRIETO.-

En octubre de 1921, este Senador expuso en las Cortes, en un discurso contra el Gobierno, la
relación del personal que existía en la Zona Oriental del Protectorado durante los tristes sucesos.

UNIDAD TOTAL/JULIO TOTAL/ AGOSTO BAJAS

SAN FERNANDO 3.071 1.078 1.993
CERIÑOLA 3.024 1.866 1.158
MELlLLA 3.041 978 2.063
AFRICA 3.078 2.598 480
DISCIPLINARIO 223 119 104
ALCANTARA 1.078 497 581
ARTILLERIA 1.520 932 588
COM.ARTILLERrA 1.390 893 497
COM.INGENIEROS 1.339 746 593
COM.INTEND. 1.076 801 275
COM.5ANIDAD 410 303 107
REG.EUROPEOS 416 242 174
REG.INDIGENAS 1.425 O 1.425
POL.EUROPEOS 80 71 9
POL.INDIGENAS 3.099 O 3.099
AMETRALLAD 62 16 46
TOTAL 24.332 11.140 13.192

13.192 MENOS LOS 4.524 INDIGENAS= 8.668 EUROPEOS QUE CAUSARON BAJA.
 ,.

Juan Tomás Palma Moreno

SEGUN LA COMANDANCIA GENERAL DE MELlLLA.-

En parte del 30 de junio y los dos sim ultáneos que comunicó el 22 de julio de 1921 .

JUNIO JULIO INCREM JULIO INCREM INCR.TOT

OFICIALES 361 588 277 841 257 480
TROPA 9.303 16.582 7.279 20.139 3.557 10.836
TOTALES 9.664 17.170 7.556 20.980 3.814 11.316
GANADO 2.578 3.592 1.014 5.251 1.659 2.673
POSICIONES 121 144 23

SEGÚN EL VIZCONDE DE EZA, MINISTRO DE LA GUERRA.-

En octubre del 21 y ante el Senado, dijo que en julio había una fuerza disponible en Melilla de
25.790 hombres .

SEGUN EL AUTOR.-
Difícil es calcular el estado de la fuerza en julio de 1921. No sólo por la falta de recuentos en
esos momentos, sinh por el trasiego de personal que hubo entre unas posiciones y otras.
Recabando datos sobre las declaraciones habidas en el Expediente Picasso y algunos docu-
mentos de la época, estas son las cifras más aproximadas. Redondeando las cantidades, pode-
mos decir que, a primeros de julio, la fuerza existente era:

CUARTEL GENERAL 350

MELlLLA N° 59 3.000
ÁFRICA N° 68 3.000
CERIÑOLA N° 42 3.000
SAN FERNANDO N° 11 3.000
BRIGADA DISCIPLINARIA 250
ALCANTARA 1.000
ARTILLERIA 2.500
INGENIEROS 1.400
INTENDENCIA 1.000
SANIDAD 600
AVIACION 60
COMPAÑIA DE MAR 150
SUMAN 19.310

GRUPO DE REGULARES N° 2 2.250

POLlCIA INDIGENA 2.800
SUMAN 5.050

TOTAL FUERZA 24.360

16
 Annual 1921. 80 Años del Desastre

Contrastando estos tres cuadros, se dedu-
ce que, según Prieto eran 24.332; según la
Comandancia General, 20 .980, y según mis
cálculos, 24.360 .
Si a mi cálculo se resta el 33% de 19.310
que se encontraban de permiso oficial en la
Penfnsula (6.270), sale un total de fuerza euro-
pea presente de 13 .140, más los 5.050 indfge-
nas, suman 18.190. Cantidad que se aproxima
más a los datos de la Comandancia General.
La diferencia de 2.790 hombres se debe,
en primer lugar, a que los cálculos han sido
aproximados y por defecto; y en segundo
lugar, a que se falseaban los estadillos, con el
objeto de justificar gastos, más o menos frau-
dulentos, con las plazas de soldados que, o no
existfan o estaban en sus casas sin producir
gastos reales.
Lo de falsear la fuerza presente parece una
importante malversación de fondos . Pues,
suponiendo que la asignación de gastos por
soldado y dfa, fuese de 1 peseta, supondrfa un
capital de 2.790 pesetas diarias, de la época.
Pero si lo dividimos entre las 170 compañfas
que habfa, supondrfa una estafa al Estado de
10 pesetas por cada Capitán de compañfa; el
equivalente a tres jornales de la época. Que, o
bien se usaban para gastos que no se podfan
justificar, o bien como lucro personal.
Si a los 11 .140 que, según Prieto dice, que-
daron en agosto, les restamos la fuerza pre-
sente real europea que existfa antes del desas-
tre, según mis cálculos, el número real de bajas
fue de 8.180 hombres. Cantidad que se apro-
xima a lo manifestado por Indalecio Prieto en
el Senado.

DISTRIBUCIÓN DE LA FUERZA

COMANDANCIA',GENERAL DE MELlLLA.- Responsable de la Zona Oriental del Protectorado

Español en Marruecos.

CUARTEL GENERAL
MANDO:
GENERAL JEFE.- COMANDANTE GENERAL.- General de División Manuel Fernández Silvestre.
GENERAL 2° JEFE.- General de Brigada Felipe Navarro y Ceballos-Escalera, Barón de
Casadavalillo.
JEFE DE ESTADO MAYOR.- Coronel Gerardo Sánchez-Monje y Llanos.
JEFE DE LA OFICINA CENTRAL DE ASUNTOS INDIGENAS y DE POLlCIA.- Coronel Gabriel
Morales.

UNIDADES

CUARTEL GENERAL DE LA COMANDANCIA.- Unos 350 hombres.

INFANTERíA:

Regimiento Melilla N° 59. - Coronel Silverio Araújo Torres

Regimiento África N° 68 . - Coronel Francisco Giménez y Arroyo
Regimiento San Fernando N° 11. - Coronel Enrique Salcedo Molinuevo.
Regimiento Ceriñola N° 42. - Coronel José Riquelme y López-Bayo (hasta el 31 de julio, que
es destinado a la vacante de Jefe de la Oficina de Asuntos Indfgenas). El jefe accidental del regi-
miento era el Teniente Coronel Manuel Ros Sánchez, pues Riquelme se encontraba hospitaliza-

17
Juan Tomás Palma Moreno

do en el hospital militar Gómez Ulla en Madrid, desde el 1 de julio . Llegó a Melilla el 24 de julio,
tras enterarse del desastre .
Estos cuatro regimientos estaban compuestos, cada uno, por 3 batallones de 6 compañías de
fusiles y 1 de ametralladoras. Con, aproximadamente, 3.150 hombres por regimiento, arroja un
total aproximado de 12 .600 hombres.
Brigada Disciplinaria .- Teniente Coronel Pardo Agudín.
Compuesta por voluntarios. Unos 250 hombres.
Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas N° 2. - Teniente Coronel Miguel Núñez de Prado y
Sasbielas .
Lo componían 4 tabores (batallones), de los cuales 3 eran de Infantería, formados por 3 mías
(compañías) de fusiles y una de ametralladoras, sumando un total de unos 1.800 infantes .
El cuarto tabor, de Caballería, compuesto por 3 escuadrones, sumaba unos 450 jinetes.
Total aproximado de unos 2.250 hombres.
Policía Indígena.- Coronel Gabriel Morales
Estaba formada por 15 mías que incluían, cada una, una sección de Caballería .
Total aproximado, unos 2.800 hombres.

CABALLERíA:

Regimiento Alc~mtara N° 14. - Coronel Francisco Manella Corrales.

Estaba compue~to por 6 escuadrones, con unos 900 jinetes y un total de 1.000 hombres.

ARTILLERíA:

Comandancia de Artillería.- Coronel Masaller.

Posiciones artilleras fijas repartidas por todo el territorio, Talleres y Municionamiento con
unos 1.000 hombres.
Regimiento Mixto de Artillería de Melilla .- Coronel Joaquín Argüelles y de los Ríos.
Compuesto por 2 grupos de artillería de montaña y uno ligero. Cada grupo compuesto por
3 baterías de cuatro piezas cada una .
Sumaban 36 cañones y diversas piezas más pesadas, instaladas como fijas y dispersas por
diferentes posiciones del territorio.
Un total aproximado de 1.500 hombres.

INGENIEROS:

Comandancia de Ingenieros.- Coronel José López Pozas .

Jefe de Tropas y Fortificaciones.- Teniente Coronel Luis Ugarte Sáinz.
Zapadores.- 6 compañías con unos 800 hombres.
Transmisiones.- 2 compañías muy repartidas por el territorio, con unos 300 hombres .
Automóviles.- Unos 100 hombres.
Ferrocarriles.- Unos 100 hombres .
Parques.- Unos 100 hombres.
En total serían unos 1.400 hombres.
 ----
Annual 1921. 80 Años del Desastre

INTENDENCIA:

Jefatura .- Teniente Coronel Fernando Fontán Santamaría.

, Formada por 7 compañías, de las cuales 3 eran de montaña, 2 montadas, 1 de plaza y 1 de
automóviles. Sumaban unos 1.000 hombres.

SANIDAD:
y
Jefatura.- Coronel Triviño.
s El personal que servía en el Hospital Militar de Melilla, los escasísimos hospitales de campaña
y ambulancias, de las cuales sólo tres eran automóviles, serían unos 600 hombres.

AVIACiÓN:

2 a Escuadrilla de Aviación.- Capitán de Ingenieros Pío Fernández Mulero.

Compuesta por 6 aviones y con un total aproximado, incluyendo pilotos y agregados de otras
unidades, de unos 60 hombres.

COMPAÑíA DE MAR DE MELlLLA

Capitán.-: ¿¿??
Repartidos entre Melilla y peñones, unos 150 hombres.

TOTAL FUERZA, UNOS. 24.960 hombres.

Este gran contingente se encontraba muy repartido por toda la Comandancia en más de 100
posiciones.
El territorio estaba dividido en cinco circunscripciones, al mando de los jefes de cada uno de
los regimientos de Infantería: Nador, Batallón Disciplinario; Kandussi, Melilla N° 59; Metalza,
Africa N° 68; Drius, San Fernando N° 11; Y Annual, Ceriñola N° 42.
Jr

EL GENERAL BERENGUER muy interesante informe, se le consideró como

Dámaso Berenguer Fusté, General de División,
ejercía el cargo de Subsecretario del Ministro de
la Guerra, Gral. Marina. Tras una crisis de
Gobierno, acababa de ser nombrado presidente
el Conde de Romanones. Entonces era el gral.
Jordana el Alto Comisario, que después de
redactar un informe, solicitado por el nuevo
Presidente sobre la situación de Marruecos, y fir-
mando una copia para el gral. Berenguer, muere
repentinamente en su despacho (según su hijo
el Coronel Gómez Jordana). Por lo que a ese,
el «Testamento del Gral. Jordana».
Por aquellos días, y por motivos polfticos
internos y para atraer a la oposición hacia la
causa marroquí, se estudia el nombramiento
de un Alto Comisario civil, pero la gestión no
se consigue ya que ningún civil de los capaci-
tados acepta tal responsabilidad.
El Conde de Romanones (el Presidente del
Gobierno) le pide que se haga cargo de la Alta
Comisaría y él declina tal honor. Pero
Romanones recurre al Rey y en una conferencia
celebrada por los dos con el Rey, quedó decidi-
do el nombramiento.
Juan Tomás Palma Moreno
Dámaso Berenguer
en Marruecos y Jefe del Ejército de África.
Fue a Marruecos sin compromiso de acep-
tar los servicios de EI-Raisuni , en tanto este no
reconociera al Jalifa y sí al Majzén . Fue con
plena autoridad de un delegado del Rey y del
Gobierno, sin más condiciones que:
- Proceder con cautela para no lanzarse a los
avances hasta que la labor política hubiera redu-
cido al mínimo las resistencias. (Menos sangre) .
- Dosificar los esfuerzos para no rebasar
nunca la capacidad de rendimiento de las fuer-
zas de choque: Regulares, Policía y Mehalas.
- Reservar el esfuerzo de las fuerzas euro-
peas, de la totalidad de nuestra capacidad
combativa, para las ocasiones decisivas, cuan-
do la importancia de los objetivos y sus posibi-
lidades de rendimiento compensaran la mag-
nitud del esfuerzo.
El día 2 de febrero de 1919, 8 dras después
de haberse publicado en la Gaceta el nombra-
miento, desembarcaba en Ceuta. Ese mismo
día, a las 15:00, llegaba a Tetuán para hacerse
cargo del Mando . A juzgar por el recibimiento,
el nombramiento tuvo muy buena acogida,
tanto por parte de los musulmanes, como por
la de los hebreos.
En la mañana del 22 de febrero, a las 8:00,
embarcó en el crucero Príncipe de Asturias con
destino a Melilla .
El Comandante General de Melilla era Luis
Aizpuru Mondéjar, y, según dice el propio
General Berenguer, desde que él se ausentó
en 1913, «poco se había adelantado».
Visitaron las posiciones más avanzadas" en el
río Gan, afluente del Kert, hacia la meseta de
Tíkermin, los Busada, Ka n dussi, Tisingar,
Chemorra y otras que forman la región más
próxima a Beni Said; los montes Siata y los
puestos hacia Tistutin y Batel; la región de
Kebdana, hacia el Muluya, la que más me
interesaba por el momento. Todo lo encontré
muy bien, la tropa atendida y con buen espí-
ritu; algo recargado el territorio de puestos,
pero eso quizá era debido al largo período de
estacionamiento. »
Resumiendo el informe de la situación
política que su Gabinete Técnico entregó al
General Berenguer al emprender el viaje a
Melilla, era que «En el Rif, debido al status-
quo ordenado por el Gobierno, quedaron en
suspenso hace tiempo gestiones políticas
muy avanzadas ya y encaminadas a lograr los
objetivos principales [. .. } También ha tenido
cierta repercusión en el territorio de Melilla
la actuación contra los franceses {... } y pare-
ce ser que Beni-Ulixek, Tensaman y Beni-
Tuzin y otras cábilas de nuestra Zona han
enviado algunos contingentes para ayudar
[. .. } que combaten contra los franceses.»
Este informe fue redactado el . 15 de febrero
de 1919.
Otro informe del General Aizpuru, paralelo
al anterior, comenta que la paralización del
avance también se debía a la guerra europea,
ya que se le encomendó la misión de «con-
temporizar con los indígenas fronterizos, a evi-
tar y estorbar la salida de recursos para la
mehal-Ia de Abd-el-Malek, que impulsado por
los alemanes, combatía a los franceses. »

De todo esto se deduce claramente que del
retraso en el avance por el territorio otorgado a
España no se puede culpar al General Aizpuru.
El propósito de este general era avanzar por
nuestra región sur, hasta cerrar la frontera con la
zona francesa, en lo que coincidía con el Alto
Comisario y con el gobierno. Pero Aizpuru llega-
ba más lejos, pues le comentaba a Berenguer
que la operación ya estaba estudiada, pero que
sería conveniente ejecutarla en el momento en
que nos fuese más favorable políticamente, y
éste sería cuando Francia sintiese la necesidad
de que esto sucediera, para evitar los trasiegos
de las harkas de una frontera a otra. Por tanto,
Aizpuru recomendaba esperar a que el general
Lyautey Uefe de las tropas francesas en
Marruecos) lo pidiese.
Justificaba el avance por la necesidad de pro-
teger el flanco izquierdo y para poder realizar la
operación, ya estudiada también, de tomar
Tafersit. Cosa curiosa, no menciona la zona de
Tensaman ni Annuál, mientras que sí se refiere a
la tercera operación de importancia. Ésta consis-
tía en avanzar por la costa, «pero esta operación
necesitaría muchos elementos y ser objeto de un
detenido estudio», ya que la juzgaba, acertada-
mente, la operación más difícil.
s Sin entrar en detalles, lo que Aizpuru nece-
s sitaba imprescindiblemente para esta tercera
) operación eran camiones, pues de los 28 asig-
3 nados, 12 estaban inútiles; necesitaba, ade-
más, ametralladoras «para dotar de dichas
armas las posiciones y aumentar su poder
') defensivo. en forma que permitiese con la
r menor guarnición posible hacer frente a los
» ataques del enemigo en tanto /legaban los
refuerzos.» (¿Profeta?). También pedía más
aviones, pues sólo disponía de dos aparatos y
J que harían falta por lo menos seis más, y si
~I fuera posible de un modelo más moderno y
1, eficaz. Ya en aquellos tiempos el gral. Aizpuru
1- barajaba la posibilidad de un desembarco en la
;- bahía de Alhucemas.
a Muy buena impresión se llevó el Alto
)r Comisario del General Aizpuru que lo califica
de discreto y experimentado.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
El problema del General Berenguer no era
Melilla, y máxime sabiendo que Aizpuru está
allí. Su gran problema era el mismo que el de
su antecesor, EI-Raisuni . Hombre polémico de
poca palabra y que traía en jaque a todos por
su falsedad y poderío en la Zona Occidental. Y
a ello dedicó casi toda su actividad, sin aban-
donar claro está la Zona Oriental.
El 22 de julio de 1919 se entera por la
prensa del nombramiento del General Silvestre
como Comandante General de Ceuta, al resol-
verse una crisis de gobierno donde el nuevo
Presidente Sánchez Toca nombra ministro de
Estado al marqués de Lema y a Tovar en
Guerra. Su carta del día 20 proponiendo al
ministro que pospusiera el nombramiento de
un nuevo Comandante General, para así
poder disponer de más libertad de acción en
las operaciones que se iban a realizar en esa
zona, o no llegó a tiempo a Madrid, o no le
hicieron caso en el ministerio. Este nombra-
miento no le agradó mucho, pues según sus
propias palabras: ".al ser el nuevo
Comandante General no sólo de más antigüe-
dad en su empleo que yo, lo que ya sabemos
es un grado en la milicia de no fácil subordi-
nación en la práctica, sino de prestigio quizá
más sólido en el ambiente nacional. De este
nombramiento no tuve el menor conocimien-
to hasta que se hizo público en la prensa.»
Silvestre tomó posesión del cargo en Ceuta el
12 de agosto de 1919.
EL GENERAL SILVESTRE
Siendo quizá el protagonista principal de esta
historia, poco puede decirse de él, ya que
murió o desapareció nada más comenzar la
tragedia. Pero sí es interesante conocer sus
antecedentes, forma de pensar y decisiones
tomadas durante su mandato.
Manuel Fernández Silvestre nació en Cuba
el 16 de diciembre de 1871. Hijo del Teniente
Coronel Víctor Fernández y de doña Eleuteria
Silvestre, ingresó en la Academia Militar el 30
Juan Tomás Palma Moreno
General Manuel
General de Melilla.
de agosto de 1889, pasando a la de Caballería
el 9 de julio de 1891, de la que salió el 31 de
julio de 1893, con el grado de Segundo
Teniente. Es destinado al Regimiento de
Cazadores de María Cristina, 27° de Caballería,
hasta fin de mayo de 1895, en que marcha a
Cuba con el Regimiento Expedicionario de
Caballería Tetuán. El 31 de julio de ese año
asciende a Primer Teniente. En febrero de 1896
pasa al Regimiento Expedicionario del Príncipe,
hasta fin de agosto de 1898. El 30 de septiem-
bre de 1897 es ascendido a Capitán como
recompensa por sus servicios en campaña, y, el
21 de septiembre de 1898, a Comandante por
méritos de guerra. Permaneció en Cuba hasta
que el día 16 de noviembre de 1898 embarcó
en el vapor Montserrat rumbo a España.
Desembarcó en La Coruña y fijó su residencia
en Alcalá de Henares.
Durante su estancia en Cuba fue conde-
corado y felicitado por el gobierno varias
veces. Participó en más de cincuenta comba-
tes, en los que sufrió dieciséis heridas. En el
potrero «La Caridad», recibe cinco heridas de
bala al cargar varias veces al frente de su
escuadrón, muriendo SI..I caballo, abatido por
los disparos del enemigc Los mambises le
atan a las ramas de un árbol y le acuchillan
varias veces, dejándolo por muerto. Cuando
lo rescatan los españoles, casi desangrado,
lleva en su cuerpo 11 heridas de arma blan-
ca. Es trasladado al hospital de Morón en
estado gravísimo, pero logrará recuperarse
para el servicio activo. El General Gobernador
de Cuba le concede cuatro meses de licencia
por enfermo en la Península el 11 de agosto
de 1896.
Desde 1898 sirvió en varios regimientos de
Caballería en Madrid y Zaragoza. El 15 de
diciembre de 1899, contrae matrimonio canó-
nigo con Doña Elvira Duarte Oteiza, estando
destinado en Alcalá de Henares con el cargo
de Comandante Mayor.
En 1904, (Diario Oficial número 21), obtie-
ne el mando del Escuadrón de Cazadores de
Melilla, incorporándose el 1 de marzo. Por
motivos de reorganización de las tropas y ser-
vicios de Melilla, deja la jefatura de la unidad
el 1 de octubre de ese año, permaneciendo
destinado en la misma. El 7 de enero de 1905
el General Gobernador le nombra
Comandante Mayor.
El 19 de enero de 1907 muere su esposa,
dejándole con dos hijos. Su cuerpo descansa
en el cementerio de Melilla.
El 3 de diciembre de 1907, el General
Gobernador de la plaza comunica a su unidad
que «este jefe ha aprobado en la Academia
Oficial de Árabe de esta Plaza los cursos pri-
mero y segundo con la nota de 'Muy Bueno'
en ambos". El 7 de agosto de 1908, (D.O.
núm. 176), se le concede el Diploma de
Posesión Completa de Árabe, con un premio
de 2.000 pesetas y otras prebendas. Nota
curiosa, el profesor de árabe que le aprobó fue
el mismísimo Abd-el-Krim, que ya estaba en
Melilla . Prueba evidente de que ambos se
conocieron personalmente.

El 8 de marzo de 1908 manda la escolta de
vanguardia, formada por 21 hombres monta-
dos del Escuadrón, que acompaña al General
Gobernador de la plaza, General Marina, para
inspeccionar la única posición fortificada den-
tro del territorio marroquí y situada en La
Restinga.
El 20 de julio de 1908, el Ministerio de
Estado le destina para desempeñar el cargo de
Jefe Superior Instructor de la Policía Xerifiana,
previa la conformidad del Sultán de
Marruecos. El 8 de agosto se le confía el
mando de las fuerzas españolas desembarca-
das en Casablanca, y el 25 se le nombra Jefe
Instructor de la Policía marroquí en dicha
población, por lo que a finales de agosto
abandona Melilla.
El día 7 de febrero de 1909 asciende por
antigüedad a Teniente Coronel, y el 22 de
febrero de 1912 a Coronel (D.O. núm. 43). Su
siguiente ascenso, a General de Brigada, lo
obtiene, por mérikJs de guerra, el 19 de junio
de 1917, seguido por la promoción a General
de División el 28 de junio de 1918, en este
caso, por «Servicios y Circunstancias».
El 19 de junio de 1913 es nombrado
Comandante General de Larache. Pero en
1915, en un paso fronterizo, es muerto por los
españoles el musulmán AI-Kalai, que era cola-
borador de España y agente del Raisuni. Se res-
ponsabiliza al Comandante General de esa
muerte y Silvestre se ve obligado a cesar en el
cargo el 9 de julio de 1915, fecha en la que es
nombrado Ayudante de Campo de S.M. el Rey.
Permaneció en ese puesto hasta el 23 de
julio de 1919, en que fue nombrado
Comandante General de Ceuta, cargo que
mantuvo hasta finales de enero de 1920, en
que se le concedió el mando de la
Comandancia General de Melilla.
Al producirse esa vacante por el ascenso
del General Aizpuru a Teniente General, soli-
citó al Alto Comisario, General Berenguer,
que le propusiera al Gobierno para ocuparla.
Silvestre había sido Ayudante de Campo
del Rey Alfonso XIII, que seguramente tam-
Annual 1921. 80 Años del Desastre
bién le recomendaría, ya que les unía una
buena amistad. Así pues, tomó posesión de
su nuevo mando el día 12 de febrero de
1920.
El último día de julio de 1921 cesó en el
cargo por la situación de desaparecido en el
territorio de Melilla. Justo un año después,
según D.O. núm. 203, causó baja definitiva
en el Ejército.
La aureola que le rodeaba en aquellos
tiempos, era la de ser uno de los generales de
más prestigio, con cuatro años en el empleo.
A esto le añadimos que le gustaba salir en la
prensa nacional, manejándola de forma
magistral.
Era presumido, luciendo siempre y con
orgullo su elegante uniforme, adornado con
los cordones de Ayudante del Rey. Remataba
su figura el enorme mostacho negro, que con
frecuencia se retorcía para mantenerlo total-
mente erguido.
Verdaderamente, la figura del General
Silvestre impresionaba. No sólo era la admira-
ción del ejército de Melilla, sino que hasta los
propios cabileños le admiraban y sentían un
gran respeto hacia su persona.
Poseía el don innato de la autoridad y, sin
embargo, era afable y simpático con sus sub-
ordinados, hasta el punto de que con fre-
cuencia les pedía que le apeasen el trata-
miento y le llamasen «Manolo» a secas.
Tenía un defecto, que oía, pero no escu-
chaba. Era hombre de ideas fijas y daba poco
su brazo a torcer. En sus tertulias, cuando se
comentaba algo relacionado con sus hazañas
bélicas, siempre salía a relucir su frase más
sonada: "era un general con buena estrella".
Pero esa buena estrella dejó de lucir el día 22
de julio de 1921, en el campamento principal
de la línea avanzada, llamado Annual.
No se pudo contrastar si murió realmente
ese día y en Annual, pues su cuerpo jamás
apareció. Y ese cuerpo, con ese uniforme, era
muy conocido por todos los indígenas. El
marroquí, por su idiosincrasia, no elude ni
guarda un secreto si hay dinero de por medio.
Juan Tomás Palma Moreno
El autor no concibe cómo nunca apareció, ni
ha aparecido hasta la fecha, alguna de las per-
tenencias que el general llevaba el día 22 de
julio, su sable, su revólver, su cartera o sus divi-
sas. Aunque hoy día corren rumores de que un
musulmán en Marruecos conserva el sable del
general.
Existen varias versiones de lo sucedido y
que a continuación se van a exponer. Sin fal-
tar, claro está, las del autor de esta obra.
Al General Silvestre se le pierde la pista en
el momento en que grita: "retirada, retirada".
Ya nadie se fija en él, todos miran hacia la
única salida de ese infierno, la pista de
Izummar.
Un Capitán de Ingenieros declaró al
General Picasso que vio al general muy abati-
do junto al parapeto, y que le acompañaba
solamente el jefe moro de Beni Said, Kaddur
Naamar, que hacía fuego con su fusil contra la
harka enemiga para defender al general.
Algunos declara~n que le vieron vagar
entre las tiendas de campaña con su revólver
en la mano, e, incluso, que se introdujo en una
de ellas para suicidarse.
Indalecio Prieto visitó Melilla el día 1 de
septiembre de 1921. Viajaba como diputado y
como corresponsal de guerra del diario «El
Liberal». En el Vicente Roda, barco que hacía
la travesía Málaga-Melilla, coincidió con el hijo
de Silvestre y con Tulio López. Mantuvieron
una larga charla, en la que le contó que en
Annual, su padre, dándole un beso en la fren-
te le dijo "vete a tu puesto". Prieto comenta:
"Yo, -decía el hijo del general Silvestre-,
lo he perdido todo. Murió mi madre siendo yo
muy niño. La carrera militar de mi padre túvo-
me separado de él. Cuando al salir yo de la
Academia nos juntamos, encontré en mi padre
un amigo, un camarada, un consejero.
¡Cuánto sufro al saber lo que contra él se dice!
Se han inventado embustes, infamias, como
eso de que mi padre abofeteó a Abd-el-Krim y
que ello fue causa de su levantamiento. Abd-
el-Krim era enemigo de España antes de ir mi
padre a Melilla. Mi padre no le conocía, no
habló con él nunca. Desde los tiempos del
mando del general Jordana, Abd-el-Krim no
volvió a Melilla. ¿ Vivirá mi padre? Mi abuela, la
pobre, confía en verle. "
El 15 de septiembre, Indalecio Prieto tuvo
una conversación con Dris ben Said, amigo de
la infancia de Abd-el-Krim. Juntos estudiaron
leyes y juntos vivieron en Melilla. Venía del
campo enemigo donde pasó algunos días
viendo los campamentos destruidos, pasando
entre montones de cadáveres calcinados por el
sol y devorados por los chacales; sabe cosas,
muchas cosas. Es el mediador por excelencia
entre Abd-el-Krim y España. Especialmente
para el canje de prisioneros.
Consigue ser invitado a la casa del Bachir
ben Senah, representante del Jalifa en Melilla,
a las nueve de la mañana del día 16 de sep-
tiembre.
Los tres juntos mantienen una corta con-
versación, pues Said debe salir pronto para
Alhucemas con objeto de recoger el cadáver
de Silvestre y traer los prisioneros en poder de
Abd-el-Krim, si al fin se aceptan las condicio-
nes del rescate.
Le relatan lo sucedido en Annual, indicán-
dole que después de evacuada la posición, se
había quedado Silvestre con una veintena de
Regulares indígenas y Kadur Naamar.
Cuando Silvestre creía ser el único europeo
que estaba en Annual, se encontró con su asis-
tente. "¿Qué haces tú aquí?" Le preguntó casi
con enojo. "¡Esperarle, mi Genera/!", contestó
el soldado fiel. "No quiero que me esperes ni
tú ni nadie. ¡ Vete con los demás, vete!" orde-
nó Silvestre.
Y cuando el asistente se fue, el General
echó camino adelante, a pie, sin más compa-
ñía que la de Kadur Naamar. Una granizada de
balas les separó. Más adelante, ya yendo com-
pletamente solo, se encontró Silvestre con el
Coronel Manella y varios oficiales que aguar-
daban ocultos. Reanudaron la marcha, y al
poco, el fuego de fusilería, hecho desde una
casa próxima, los tumbó a todos en pelotón
sobre la tierra.

El cronista César González Ruano, consi-
guió una entrevista con un antiguo ministro de
Abd-el-Krim, llamado Mohamed Azerkan y
conocido con el apodo de «Pajarito», en su
casa de Mazagán.
En esta entrevista, le reveló que cabalgaba
junto al hermano de Abd-el-Krim, cuando,
pasado Annual y hacia Izummar, vio el incon-
fundible cadáver del General Silvestre, al que
conocía perfectamente. Avisó de ello al her-
mano de Abd-el-Krim y no pudo descabalgar
debido a las prisas. Le informaron que fue tiro-
teado por unos rifeños y los disparos le alcan-
zaron la cabeza. «Tenía los dedos rotos, el pelo
crespo ... »
Le dispararon desde muy cerca y el que le
dio muerte fue AI-Ial-Ben-Mohamadi-el
Tuxani. El «Pajarito» ordenó que se enterrase a
todos, lo mismo moros que cristianos.
Estos dos últimos relatos pueden guardar
cierta relación con la hipótesis de "El
Silvestrón", que e~ la siguiente:
Hoy día, a unos cuatro kilómetros de
Annual y poco antes de comenzar la angosta
subida a Izummar, junto a la margen izquierda
de la carretera, se encuentra un pozo de agua,
donde se cree quedó el cadáver del Coronel
Morales. Justo al otro lado de la carretera, y a
unos cincuenta metros de ésta, junto a un
arrollo seco, hay una caseta de mampostería,
encalada y de unos tres metros de larga por
dos de ancha. Tiene una sola entrada sin puer-
ta ni cortina, el techo es de uralita y su única
abertura consiste en un pequeño ventanuco.
En el exterior hay un viejo árbol, del que cuel-
gan innumerables pequeños trozos de trapos
blancos, que es el equivalente a las velas que
los cristianos ponen a sus santos. Sin duda, se
trata de un lugar sagrado.
Su interior está completamente limpio y en
el centro hay una sepultura de ritual islámico.
Tiene una piedra en un extremo y en el otro
una más pequeña. Se observa que se encaló,
pero hace ya mucho tiempo. Está claro que
hay alguien muy importante enterrado en ese
lugar.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Si le preguntas a algún curioso de los que
acuden, quién está enterrado en ese lugar, te
contesta muy convencido de que está enterra-
do "El Silvestrón" . y en su lengua, te dice que
fue un guerrero muy valiente y bueno. Y que
las mujeres embarazadas van a rezar a ese
lugar para pedir que su hijo salga como ese
hombre.
Curioso enigma, que todavía está a la espe-
ra de que alguien con influencia, medios y
paciencia, consiga que las autoridades marro-
quíes exhumen el cadáver y lo analicen para
poder asegurarse de que ahí no están los res-
tos del General Silvestre.
El padre del autor de esta obra, José Palma
Román, que llegó a Melilla en 1922 y murió en
esta ciudad en 1995 a la edad de 90 años, me
comentaba que un día apareció un joven por la
ciudad diciendo que venía de la zona francesa
y que cuando lo de Annual, vivía con sus tíos
en una granja en nuestro Protectorado. Que
cayó prisionero de los moros y se lo llevaron a
la zona francesa. Durante su estancia, había
visto al General Silvestre en una cábila y lo uti-
lizaban como profesor o algo por el estilo.
Inmediatamente se le detuvo y fue llevado
a la Comandancia General, donde permaneció
hasta la hora de la salida del buque correo de
Málaga, a donde fue conducido en un coche.
A su llegada a Málaga lo metieron en el
Gobierno Militar. Y de él jamás se supo.
A los pocos años, mi padre se casó con su
primera mujer, que era de Caín, provincia de
Málaga. De viaje de novios fueron al pueblo
natal de la recién casada, que estaba en fiestas.
Durante el baile se les acercó un hombre y les
preguntó que si, por venir de Melilla, conocían
a un muchacho con traje y camisa blanca que
allí había.
De los apuntes de mi padre, copio:
«Yo lo conocí en su pueblo reunido con su
familia, que lo aceptó sin reservas, y se parecía
notablemente a sus hermanas. Lo vi rodeado de
jóvenes de su edad divirtiéndose en un baile
público. Lo observaba todo con gran curiosi-
dad. Sólo bebía refrescos y parecía muy normal,
Juan Tomás Palma Moreno

sólo que hacía como si no oyera cuando se refe-

rían a su odisea. Le habían tenido que curar de
una afección en un oído causada, según decla-
ró a los franceses, al clavársele una astilla mien-
tras cortaba leña durante su cautiverio. A raíz
de aquello fue la expedición del Comandante
Capaz por Marruecos, a la que se unió el hij'o de
Silvestre. Cuando regresaron, su familia se quitó
el luto y al hogar volvió la normalidad. Son noti-
cias directas de un vecino del pueblo donde
residían o veraneaban.»
Mi padre reconoció enseguida al joven que
había dicho haber visto vivo a Silvestre . Se
acercó a él para saludarle y éste le eludió adu-
ciendo su sordera y su negativa a hablar de
todo aquello. Posteriormente, los del pueblo le
comentaron que a partir de su llegada a Coín,
en la casa de los Silvestre se abrieron las ven-
tanas y se podía oír el piano. Para el que no
comprenda este significado, hay que aclarar General Felipe Navarro y Ceballos-Escalera, Segundo
que en aquellos tiempos los lutos eran muy Jefe de la Com andancia General de Melilla.
rigurosos. El misterio Jumentó al saberse que
dicho joven vivía de una pensión del Estado y
no trabajaba . rismo y afecto a Silvestre durante la estancia
Lo cierto es que en aquellos tiempos se de los dos en Ceuta y Larache, o, incluso,
organizó la Columna Capaz, en la que iba antes . Simultaneaba su cargo con la presi-
incluido el Teniente Silvestre. La misión era la de dencia de la Junta de Arbitrios de Melilla (era
localizar el paradero o alguna noticia del des- el alcalde). Esta función consumía la mayor
aparecido Comandante General. Pero regresó parte de su tiempo, má xime en una ciudad
sin haber, oficialmente, encontrado nada. que aumentaba y evolucionaba de una forma
acelerada, pasando de ser poco más que una
guarnición militar a convertirse en una autén-
EL GENERAL NAVARRO tica ciudad con todos los problemas que ello
acarreaba.
Aunque el General Navarro participó en
Había sido nombrado Segundo Jefe de la casi todas las acciones militares de importan-
Comandancia General de Melilla, por real cia, carecía de una información actualizada de
decreto de 20 de octubre de 1920, abando- las actuaciones tanto políticas como militares,
nando el mismo cargo en la de Ceuta. ejercitadas por su superior directo.
Participó en todas las campañas desde los Sabremos de él más adelante, al tratar en
sucesos de Melilla en 1893; ascend ido a toda su amplitud la retirada desde Annual, en la
Capitán por méritos de guerra en Cuba y a que tuvo un papel de destacado protagonista .
Comandante, por igual motivo, en Filipinas. Creo que la Historia no se ha portado con
La promoción a General le llegó por distin- él como debiera, pues cuando suena hoy día la
guidos servicios en campaña en la zona de palabra Annual se relaciona inmediatamente
Larache. Estuvo muy vinculado por compañe- con el nombre de Silvestre o Berenguer. El
 Annual 1921. 80 Años del Desastre

general Navarro es prácticamente un descono- quitar contestaba el citado General que el tra-
cido en todo este asunto. Quizá, por haber bajo dignifica al hombre ... «
sido uno de los supervivientes, no se le conce-
dió la importancia que merecía, a pesar de que ABD-EL-KRIM
para ser un héroe, no es necesario morir de
una forma trágica o violenta. Hasta qué punto
llegaría la opinión de los políticos o la necesi- Mohamed ben Abd-el-Krim el-Khatabi, así se
dad política de entonces, que fue sometido a llamaba el «pájaro», que a traidor no he cono-
Consejo de Guerra ante el Consejo Supremo cido a ninguno que le gane. Pues no sólo trai-
de Guerra y Marina, con acusaciones muy gra- cionó al invasor de su pueblo, del cual recibía
ves por parte del Fiscal General. Pero no fue favores, si no que traicionó a su pueblo para
cuando le liberaron, sino año y medio más vengarse del invasor. El que rotundamente lo
tarde y tres después de lo de Annual. La niegue, que no siga leyendo, pues va a perder
defensa de dicha causa fue tan aplastante el tiempo. El que lo ponga en duda, que con-
que, al día siguiente, el fiscal retiró todas las tinúe, pues es posible que con este relato se
acusaciones, quedando absuelto. convenza.
Su actuación durante la última fase de esta Nació en el poblado de Axdir, junto a la
triste historia, el cautiverio, queda patente en bahía de Alhucemas, en 1882, hijo del jefe de
los testimonios de algunos de los compañeros la cábila de los Beni Urriaguel, por lo cual tuvo
que estuvieron con él hasta el día de la libera- facilidades para poder estudiar. Y así lo hizo,
ción: comenzando por aprender a leer y escribir, y
« ... Quiere ha~er constar la muy particular seguramente algo más, en la escuela de la isla
conducta observada en el cautiverio por el de Alhucemas .
General Navarro, que más que un prisionero
parecía un verdadero mártir, pues todas las
venganzas de esa horda salvaje se reflejaban
en dicho General, que con su ejemplo le hacía
más /levadero el cautiverio, no solamente al
declarante, sino a todos los demás ... «
«... Haciendo resaltar la actitud dignísima
del General Navarro, el cual se distinguió y
expuso su vida muchas veces con reclamacio-
nes en la defensa de soldados y oficiales ... «
« ... Llegando al extremo de que el 23 de
diciembre pusieron una cadena amarrada al
cuello del General Navarro, y a uno de sus
extremos, atado, el Sargento Vasallo [. ..) per-
maneciendo con la cadena puesta desde las
cinco de la tarde hasta las nueve de la maña-
na, esto por espacio de bastantes días ... «
«.. Durante el mes de marzo les hicieron
trabajar en la viña de Abd-el-Krim y en hacer
1 caminos, distinguiendo los guardianes con su
:1 ensañamiento al General Navarro, que los
jefes y oficiales trataban todos de evitar que el Mohammed ben Abd-el-Krim el Jatabi líder de los
:1 General cogiese un pico; pero al querérselo Beni-Urriaguel.
, Juan Tomás Palma Moreno
Posteriormente, se trasladó a Melilla para
estudiar el bachillerato, becado por el gobier-
no español, considerándose un melillense más.
Más tarde, en la esplendorosa ciudad de
Fez, que era zona francesa, estudió derecho
musulmán y obtuvo el título de abogado.
Decidió arrimarse a España, por lo que se
trasladó a Melilla en 1909, obteniendo el
puesto de Kadí, que significa juez de asuntos
indígenas, y después el de Kadí-Koda, juez de
jueces, por lo que estaba capacitado para
resolver alzadas y recursos, pero sólo de asun-
tos indígenas.
Yo me pregunto: si en 1909 España no
tenía nada que ver con Marruecos, excepto en
lo relacionado con asuntos bélicos por proble-
mas de fronteras, ¿Cómo se nombraba a un
extranjero, funcionario de la justicia de
España? Que lo contratasen como asesor de
los jueces españoles para asuntos indígenas
me parecería más lógi1=o.
Por carecer de documentación fidedigna,
voy a dar rienda suelta a mi fantasía y a lo
mejor, por casualidad, suena la flauta y doy
Abd-el-Krim en Melilla durante una celebración, junto a varios oficiales españoles. 1.- Abd-el-Krim. 2.-Teniente
coronel Riquelme. 3.- Capitán Pomes, muerto en Zeluán. 4.- Capitán Huelva, muerto en Abarrán.
con la respuesta. Las minas de hierro y plomo,
r.
de Uixan y Setolázar, se descubrieron en 1907,
se pusieron en explotación en 1908 y la pri-
mera carga del preciado mineral llegó a Melilla
en 1911. Lógicamente, con consentimiento
del Sultán de Marruecos, que algunos dineri-
llos recibiría de las compañías, asunto que no
ha podido ser comprobado. Sí es cierto que
estas empresas pagaban a los jefes de las cábi-
las donde se encontraba el mineral.
La adquisición de terrenos para explotar la
minería en Marruecos se había convertido en
la golosina de los inversores de capital europe-
os, especialmente de españoles, alemanes y
franceses. Por otra parte, corrió el rumor de
que, precisamente, en la cábila de Abd-el-
Krim, había también minerales interesantes.
Así pues, algunos industriales espaFioles se
interesaron por obtener derechos de explota-
ción y ejecutarlos cuando el ejército español
llegase a ocupar esos te rn torios en su misión
de «protectorado» . Uno de ellos iue el hom-
bre que, años más tarde, co nseguirla la libera-
ción de los prisioneros españoles del desastre

de 1921 a cambio de 4 millones de pesetas,
Horacio Echevarrieta, rico empresario catalán
que había sido uno de los que anticiparon algo
de dinero a la cábila de Beni Urriaguel, para
obtener derechos de explotación de los hipo-
téticos yacimientos.
No es de extrañar, pues, que se moviesen
los hilos para enchufar al hijo del jefe de la
cábila, y de esa forma obtener favores para la
futura explotación. Bien es cierto que Abd-el-
Krim era partidario de la pacificación y demos-
tró, mientras duró la cosa, su adhesión a
España ya su política en Marruecos. Consiguió
también que su hermano fuese becado para
cursar en España la carrera de Ingeniero de
Minas. ¡Qué casualidad, minas!
En Melilla estuvo muy bien considerado,
participaba y se le escuchaba en las tertulias de
los militares, comerciantes e intelectuales.
Participó con su sección de árabe en el diario
local « El Telegrama del Rif».
Dio clases de ¿¡-abe a alumnos muy conoci-
dos, como al Coronel Gabriel Morales, que
más tarde, siendo Jefe de la Oficina de
Asuntos Indígenas del Protectorado, moriría
en Annual a manos de los seguidores del pro-
pio Abd-el-Krim.
Durante la guerra europea manifestó públi-
camente ser germanófilo, hasta el punto de
que lucía una sortija de oro que asemejaba al
casco prusiano usado por el ejército alemán. A
raíz de un artículo en el periódico local y de la
información que recibían los franceses de la
otra zona del protectorado, en el sentido de
que alentaba a las cábilas del norte para que
hostigasen a los franceses y de esa forma obli-
garles a retener fuerzas en Africa, en detri-
mento de las que estaban luchando en
Europa, las autoridades españolas recibieron
una queja formal de que en Melilla, siendo
España neutral, se hacía apología de la causa
germana. En el curso de una discusión con el
Coronel Juan Gil y Gil, Jefe de la Oficina de
Asuntos Indígenas, durante la cual, al parecer,
llegaron a las manos, fue arrestado y encarce-
lado en la prisión de Rostrogordo, en Melilla,
Annual 1921. 80 Años del Desastre
cesando en su cargo de Kadí-Koda y retirán-
dosele a él y a su familia la subvención econó-
mica que la Comandancia General les tenía
asignada.
Al tratar de huir descolgándose por una
cuerda, cayó al foso desde una altura de unos
10 metros, rompiéndose la pierna. Aunque fue
tratado de la herida, le quedó una cojera per-
manente.
Una vez terminada la contienda europea,
fue puesto en libertad y rehabilitado en todos
sus cargos y ayudas económicas, tanto las
suyas como las de su familia. A pesar de ello,
no olvidó jamás aquel incidente, prometiendo
vengarse algún día.
Transcurría el año 1919, cuando solicitó
permiso para ausentarse de Melilla y visitar a
su padre, que se encontraba enfermo en Axdir.
Una vez en su tierra, llamó a su hermano, que
estaba estudiando en Madrid y, automática-
mente, se declaró en rebeldía. En su cábila no
sólo era admirado por ser el hijo del Kaid, sino
por ser culto, inteligente y poseer el factor más
importante para convertirse en un líder contra
España, conocía perfectamente las virtudes y
defectos del ejército español.
Aprovechó la coyuntura de la muerte de su
padre para convertirse en el Kaid de Beni
Urriaguel, predicando no sólo a los de su cábi-
la, sino a las otras colindantes, que había que
luchar contra los invasores y contra el mismo
Sultán que permitía la invasión, y que la mejor
solución era crear la República Independiente
del Rif. Al principio eran reacios a tal aventura,
pues sus relaciones con España no eran malas
a través de la isla de Alhucemas y fiaban en las
promesas de los que iban detrás de explotar
las hipotéticas minas de Axdir. Pero, tras la lle-
gada a Melilla del General Silvestre como
Comandante General y el espectacular avance
que se produjo, los cabileños comenzaron a
acoger las ideas de Abd-el-Krim con más entu-
siasmo.
Este hombre de 39 años, bajito, cojo, dedi-
cado toda su vida a las letras y pese a no haber
combatido nunca, no tuvo más remedio que
Juan Tomás Palma Moreno
convertirse, simultáneamente, quizá por pre-
sión de los que le rodeaban, en jefe político,
religioso y militar de la revolución.
Lo político lo encauzó de forma magistral;
pues lanzó una campaña de propaganda
antiespañola por todo el territorio, que sería
pieza clave para el derrumbamiento del fren-
te, acogiéndose y fomentando una cofradía
religiosa llamada ALAUIA. Como se pudo
comprobar por estudiosos de la época, tenía
un trasfondo político francamente antiespa-
ñol: «Captaba con peregrinos procedimien-
tos - experiencias de hipnotismo y sugestión
y proyección de películas - a los rudos e igno-
rantes rifeños que marchaban a tierras arge-
linas para dedicarse a las faenas de la
siega ... » (de Melilla salía por barco un gran
contingente cada año desde hacía muchos
años) ... o a los marroquíes de cualquier natu-
raleza y condición que llegaban a Argelia, les
ayudaba con extraña generosidad en sus
apuros económicos',y hasta les regalaba sin
hartura en espléndidos festines. Se interna-
ron secretamente en nuestra Zona, regalando
el rosario de cofrade a niños y mujeres, de
por sí más impresionables y fanáticas que los
hombres. Incluso a miembros de otras cofra-
días. Derrochaban en su oscura y secreta
labor dinero, que se ignoraba de dónde pro-
cedía, y se señaló la significativa presencia
junto al fundador, y hasta parece ser que en
cierta ocasión en la cabila de Beni Said, de
dos franceses, reales o supuestos renegados,
uno de ellos Coronel y el otro médico» .
Esta secta o cofradía de los Alaiuia, llegó a
disponer en 1920, en el mismo barrio del Real,
en Melilla, de un local en el que se ayudaba a
adeptos y simpatizantes prueba evidente del
desconocimiento y despreocupación por parte
de las autoridades españolas, de los asuntos
de los moros .
Fueron los propios marroquíes y los más
destacados jefes de la zona, los que lo denun-
ciaron a las autoridades españolas. Por lo que
el General Silvestre, en mayo de 1921, la repri-
mió y prohibió, expulsando del territorio espa-
ñol al jefe religioso Mohamed el Saidi. Pero fue
demasiado tarde, pues esta corriente religiosa
influyó de forma considerable en el levanta-
miento de todo el territorio contra España en
julio de 1921. Más tarde, después de finaliza-
da la Pacificación, se autorizó su culto, dado el
número de adictos que secretamente seguían
profesándola.
y volviendo a Abd-el-Krim, supo unir a
todo un pueblo semisalvaje en una acción
común, no sólo para crear un ejército cuyo
único armamento era el fusil y la daga, sino
que el resto de las cábilas sometidas e, incluso,
la práctica totalidad de las fuerzas indígenas
del ejército español, se revolvieron contra el
invasor con la sola idea de aniquilarlo.
Como jefe militar creo que la cosa le fue
fácil, dadas las circunstancias, aunque me
temo que tuvo que estar asesorado por milita-
res o ex militares de algún otro país. Hay que
tener en cuenta que se juntaron muchos fac-
tores en favor suyo, como fue el hambre que
se padeció en aquellos años de sequía, la pési-
ma acción política y de propaganda realizada
por España, el mal uso de las fuerzas europe-
as, los malos tratos que sufrían los sometidos
por parte de algunos desaprensivos e incons-
cientes oficiales de la Policía, de los colonos,
etc.
Posiblemente no llegó nunca a imaginar
que su revolución iba a llegar tan lejos.
Cualquier persona con menos conocimientos
de los que él poseía comprendería que una
República Independiente del Rif sería mera
quimera .
Los motivos son varios, y el más importan-
te es que no dispondría de ninguna ayuda
exterior. Abd-el-Krim argumentaba que la sub-
sistencia del nuevo país se basaría en las minas
de hierro; pero las minas se agotan. Por otra
parte, estarían condenados a vivir siempre en
guerra con Marruecos, que seguro no iba a
permitir una secesión de su territorio. Yo me
inclino por la hipótesis de que, en principio, su
decisión de abandonar los favores de España
fue la venganza por su encierro. Pero, en el
-
fondo, lo que posiblemente buscaba, era
obtener una contrapartida tras su posterior
sumisión negociada.
Pero las cosas no salieron como él pensaba .
Situándonos en el momento en que Abd-el-
Krim decide abandonar Melilla, tenemos al
General Aizpuru como Comandante General,
hombre de carácter sensato y con fama de
buena persona, cuya forma de avanzar en el
territorio consistía en anteponer la negocia-
ción política a la acción militar. Esa negocia-
ción política consistía en usar la misma pacien-
cia y lentitud característica del rifeño, en espe-
rar los acontecimientos favorables y, sobre
todo, untar con dinero a los notables del lugar
para la sumisión de la cábila . En aquellos
momentos se gastaban 36.000 pesetas men-
suales en concepto de pensiones para los
notables de la zona conquistada. Siendo el jor-
nal de un obrero en Melilla de 4 pesetas dia-
rias, suponía el alimentar a unas 300 familias.
El líder rifeño '( estimaba que, llegado el
momento, sería un punto a tratar en la nego-
ciación el mantenimiento de esa pensión para
su familia, que alcanzaba el importe de unas
6.000 pesetas. Otro asunto importante sería
que, con la sumisión de su cábila, todas las
que estuviesen entre la zona ocupada y la
suya, se verían obligadas a negociar con
España, quedando prácticamente concluida la
fase de pacificación del Protectorado en toda
la zona oriental. Pero no contó con que a
mitad de su proyecto le cambiaron al
Comandante General de Melilla. El nuevo,
Silvestre, era bastante diferente a su antecesor.
Hay quien puede pensar que Abd-el-Krim
se cerró en banda y sólo pensó en luchar con-
tra España yeso no es cierto. Según el director
de un prestigioso periódico de Madrid, que
entrevistó a Abd-el-Krim en Axdir después del
desastre de Annual, éste le manifestó que él
no quería enfrentarse a la poderosa España; lo
que quería era que se atendiesen las reivindi-
caciones sobre su pueblo.
Tuvo la suerte, o el acierto, de actuar en la
estación del año más idónea; se habían termi-
Al1llUal 1921. 80 Años del Desastre
nado las faenas agrícolas de recolección, el
calor de Julio y la mayor necesidad de agua
por parte del contingente europeo, hacía que
la balanza de la resistencia a la fatiga se pusie-
se a favor del nativo, más habituado a sopor-
tar ese clima. En cuanto al lugar, el más favo-
rable ya que las fortificaciones de las posicio-
nes de vanguardia y sus asentamientos no
podían ser peores. Muy mal comunicadas con
los núcleos de abastecimiento más inmediatos
y muy lejanas del hipotético núcleo principal
que se suponía era Melilla . Llevaba algún tiem-
po propagando la noticia por los zocos de
ambas partes, de que cuando los españoles
cruzaran el río Ameran, éste se teñiría de la
sangre de los infieles y hacía referencia a un
pasaje del Corán, en que relata algo semejan-
te a lo que pretendía que ocurriera, como así
ocurrió. Por lo que el ánimo de los místicos se
los ganó para la rebeldía.
Muchos pusieron como condición previa al
levantamiento que consiguiera una sola victo-
ria sobre el ejército español, y la consiguió, en
Abarrán, un mes y medio antes del desastre.
Al pasear por las cábilas indecisas el material
capturado en aquella posición, hizo ostenta-
ción de su poderío y de la debilidad de los
españoles. Según informaciones de la Policía
Indígena, cuando lo de Abarrán, Abd-el-Krim
disponía de unos 3.000 hombres entre a pie y
a caballo, armados la gran mayoría con el fusil
Leve! francés de cuatro tiros . Cincuenta dras
después, formaban en sus filas unos 16 a
18.000 hombres. Este espectacular incremen-
to de fuerzas sólo es explicable por su labor
política de propaganda . Pero lo que menos
podía imaginar nadie, ni él mismo, es que en
tan sólo un día se levantara todo el territorio
en contra de los españoles. Si bien es verdad
que una gran mayoría se vio abocada a la
defección por temor a las represalias de los
revolucionarios . Pues nadie mejor que ellos
mismos, sabían de la crueldad del moro como
así se pudo comprobar.
Tal fue la magnitud del levantamiento,
que pienso se le fue de las manos a Abd-el-
31
Juan Tomás Palma Moreno
Krim, comprendiendo que después de lo ocu-
rrido pocas negociaciones iban a consentir
los españoles ante tal vileza, por lo que se
apresuró en apoderarse del mayor número de
prisioneros, para usarlos como monedas de
cambio .
Sabiendo que mientras retuviese a los pri-
sioneros, España se cuidaría de atacarle direc-
tamente. Le dio largas al asunto y rechazó
todas las proposiciones, más o menos lógicas,
que se le hicieron. Puso como condición inex-
cusable el pago de tres millones de pesetas,
más otro millón en concepto de indemnización
por los daños sufridos por su pueblo. En las
negociaciones intervinieron diversas personas,
algunas a título individual, como el Sr. Almeida,
de la Cruz Roja y Horacio Echevarrieta, el acau-
dalado industrial catalán. Las negociaciones se
prolongaron en exceso, hasta el punto que el
cautiverio de los prisioneros españoles duró un
año y medio tras ~I pago del rescate, que fue
en duros de plata 'y salió del Banco de España
en Melilla en cajas de madera. Aún se pueden
ver en las tiendas para turistas de Alhucemas
collares adornados con esos duros de plata.
La reconquista del territorio perdido fue
lenta, pero sistemática produciéndose un
número relativamente bajo de vidas españolas.
Venganza tuvo que haberlas, pero el vengador
no suele escribirlas para la posteridad, y los
que las sufrieron, o no las pudieron contar por
estar muertos o no sabían escribir. Se habla de
que a los legionarios les daban un duro por
cada cabeza de moro que entregaban. En la
puerta de la posada del cabo Moreno, a la sali-
da de Melilla hacia el campo, se exponían
algunas cabezas de los rebeldes, e incluso hay
fotografías de la época en que los soldados
muestran estas como trofeos. Cuatro años y
una dictadura hubieron de pasar, para que
España junto con el apoyo naval de Francia, se
decidiera a atacar el corazón de la revolución
frente a la bahía de Alhucemas . El desembar-
co comenzó en la mañana del 8 de septiembre
de 1925, tras un intenso bombardeo de las
dos escuadras y la aviación española. Dando
por terminada la operación del desembarco el
General en Jefe Miguel Primo de Rivera a los
23 días, el 1 de octubre . Instituyéndose oficial-
mente el poblado de Alhucemas que más
tarde se llamaría Villa Sanjurjo, el 26 de octu-
bre de 1925. Esta acción de desembarco, fue
muy sonada en todo el mundo, por su nove-
dad en el arte de la guerra, y que más tarde,
en el desembarco de Normandía en 1945 sir-
vió de ayuda para su planteamiento.
Las fuerzas rifeñas derrotadas fueron
retrocediendo hacia las montañas del interior,
luchando palmo a palmo. Abd-el-Krim no
quiso morir peleando como aquellos valientes
que le habían seguido fielmente durante más
de seis años, ni entregarse a España y defen-
derse de las acusaciones, asumiendo las con-
secuencias. No, prefirió seguir como hasta
entonces, como un traidor. Pero, esta vez,
traidor a su pueblo, pues abandonó a los
pocos que quedaban por los montes de
Ketama, y, en mayo de 1926, negoció su
entrega a los franceses. Las autoridades galas
le deportaron a la Isla Reunión, en el sudeste
de África, junto a Madagascar. En 1947 se le
autorizó a residir en la Costa Azul, pero al
hacer escala en Egipto, pidió asilo. El gobier-
no egipcio se lo concedió y fijó su residencia
en El Cairo, hasta su muerte, acaecida en
febrero de 1963.
ANTECEDENTES
Con lo relatado hasta aquí, puede hacerse una
idea sobre el Protectorado Español y los perso-
najes más interesantes, a pesar de haber teni-
do que adelantarnos a los acontecimientos de
una forma resumida . Pero ello no implica pér-
dida de interés alguno en el tema, sino, por el
contrario, lo acrecienta.
Pasemos ahora a un relato, sin pretensión de
«novelado » pero sí de forma cronológica, para
llegar a los temas fundamentales a considerar y,
de esta forma, evitar hacernos preguntas de
algo que podamos considerar absurdo.

Situándonos a finales de 1918 el Alto
Comisario del Protectorado de España en
Marruecos, el General Jordana, tenía bajo sus
órdenes en la Zona Oriental al General Aizpuru
que a su vez era el Comandante General de la
Plaza de Melilla y Jefe de los territorios que le
correspondía proteger y pacificar. Dicho de
otra forma más concreta y real, de conquistar
por la buenas «Acción Política» o por las malas
«Acción Militar».
Esta zona oriental limitaba al este con el río
Muluya, al oeste con la bahía de Alhucemas, al
norte con el Mediterráneo y al sur con la zona
francesa. Aproximadamente, unos 250 kiló-
metros de este a oeste y unos 100 kilómetros
de norte a sur, algo así como la mitad de la
comunidad andaluza. Con un considerable
relieve geográfico en la franja norte y grandes
llanuras con algo de relieve en la franja sur.
El 11 de noviembre se firma el armisticio
que da por concluida la Primera Guerra
Mundial, y, ese mismo día, el recién estrenado
Presidente del Gobierno Español, Conde de
Romanones, escribe una carta al Alto
Comisario interesándose por la situación gene-
ral en el Protectorado.
Siete días después, el General Gómez
Jordana última la respuesta. Aquella noche del
18 de noviembre, nada más firmar una copia
de la misma con destino al General Berenguer,
que por entonces era el subsecretario del
Ministerio de la Guerra, moría sobre su mesa
Al interesante informe con que contestaba
al Presidente del Gobierno, se le llamó el tes-
tamento político del General Jordana, por su
excelente y minuciosa exposición de la situa-
ción en el territorio .
En ella se observa claramente su mayor
preocupación por la zona occidental, la de
Ceuta, en la que ocupa la mayor parte de su
informe. Y es lógico, pues en esa zona se
encontraba un cabecilla aliado, a veces, con
España, El Raisuni, que tenía su propio ejército
1, y traía de cabeza al Alto Comisario por sus exi-
e gencias y falta de palabra; como se suele decir,
jugando con dos barajas.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
En la zona oriental, la de Melilla, la situa-
ción era más tranquila. No sólo por la poca
actividad militar requerida por las órdenes
recibidas por el Gobierno, en el sentido de
paralizar toda las operaciones ofensivas
durante la contienda europea, sino que al
mando de esa zona se encontraba el General
Aizpuru, hombre prudente, en el que el Alto
Comisario confiaba, dadas sus acertadas
actuaciones, siempre eficaces y sin sobresal-
tos; aunque algo lentas.
Para mejor apreciar la importancia de
aquella carta, transcribimos algunos párrafos
de interés:
"En aquel territorio, [Melilla] de haberse
perseguido el sistema que llevé a la práctica
siendo Comandante General, a estas horas
hubiéramos llegado ya probablemente allími-
te de nuestra Zona en la parte inmediata al
Muluya y a Tafersit en el Rif, lo que nos hubie-
ra permitido continuar con las obras del ferro-
carril de Tistutin al último punto antes citado,
cultivar fértiles valles, ahora yermos, y aproxi-
marnos a la rica región costera inmediata a
Alhucemas, redoblando nuestra acción política
sobre ella para preparar en plazo no lejano el
desembarco en Aydir.
Además, Francia, que a pasos agigantados
tiende a la pacificación de sus Zonas, ¿ Va a
tolerar que nosotros permanezcamos estacio-
nados teniendo la mayor parte de la nuestra
en rebeldía? ¿ Es que todas las naciones que
nos confiaron esta misión civilizadora van a
tolerar que las costas de Anyera y las del Rif
sigan constituyendo un serio problema para la
navegación? Y si nosotros nada hacemos ¿No
se encargarán ellos de realizar la obra, o no la
confiarán a Francia, a quien ahora sobran
medios para efectuarla?
A mi juicio, el problema de Marruecos se
plantea para nosotros en el momento presen-
te de tal modo, que no ofrece más que dos
soluciones: afrontarlo con habilidad, pero
resueltamente, lo que ha de hacerlo relativa-
mente fácil, pues siempre he sostenido, y
seguiré sosteniendo, que su principal dificultad
33
Juan Tomás Palma Moreno
estriba en la timidez con que se trata de resol-
ver, o abandonarlo de una vez, aunque ello
implicase el desprestigio de España y la pérdi-
da de las garantías de su integridad e inde-
pendencia.
Tal vez se le ocurra a usted preguntarme:
¿ y, qué sacrificios se le han de exigir al país si
se procede como usted indica?
Sólo los actuales o muy pocos más, pues lo
que a fuerzas se refiere, me bastarían con las
asignadas en las plantillas de rigor; pero a con-
dición de que se me cubrieran constantemen-
te las bajas de hombres y ganado, cosa que
hasta ahora no he conseguido, no obstante
mis constantes exhortaciones en tal sentido,
dándose el caso de que en la actualidad me
faltan más de cinco mil hombres y mil sete-
cientas cabezas de ganado, lo que coloca a las
unidades en pésimas condiciones para su
empleo.
También sería necesario
, contar con un ser-
vicio de aeronáutIca bien organizado, pues
hoy se halla éste completamente desatendido,
y bien cfaramente se ha visto en la Zona veci-
na el resultado sorprendente obtenido por sus
escuadrillas de aviadores.
Con tener este ejército las plantillas bien
cubiertas siempre, y alimentándole y alojándo-
le convenientemente, y con la libertad de
acción necesaria, creo se podrían realizar las
ideas apuntadas, siempre sin prescindir de la
prudencia necesaria en todas las cosas de esta
pequeña guerra.
La supresión de las recompensas -las
recompensas a las que se refiere son los ascen-
sos por méritos de guerra, entre otras- ha
sido un rudo golpe que se ha dado al espíritu
de oficialidad y tropa, y del que yo juzgo (más
que con manifestación alguna en este sentido,
pues jamás se me ha quejado nadie de tal
medida, ni he observado la menor tibieza en el
cumplimiento del deber, en que todos rivalizan
con entusiasmo) por cierto hecho que no debe
pasar inadvertido y que da la medida con el
gusto con que la oficialidad sirve en Africa, en
relación con el cual ha de estar naturalmente
el rendimiento que puede dar. Este hecho es la
poca demanda que ahora se observa de desti-
nos, que antes eran codiciadísimos, tales, por
ejemplo, como los de Fuerzas Indígenas, que
aun siendo electivos se cubren ahora en
muchos casos con oficiales forzosos. Esto indi-
ca que nadie quiere venir aquí, y que el que
viene lo hace a la fuerza y pensando desde que
llega en el día de su marcha, y no parece que
es ese el espíritu del que debiera venir anima-
da una oficialidad que en realidad había de
estudiarse el medio de que permaneciera en
Africa el mayor tiempo posible, a fin de que
conociera el país y el problema, aficionándose
a él, únicos medios de que el mando se vea
auxiliado eficazmente.
Pues bien, esa falta de entusiasmo por ser-
vir aquí, se debe excfusivamente a la supresión
de las recompensas, pues son, muy pocos los
que llevan su espíritu al extremo de exponer la
vida en el combate y someterse a las penalida-
des de una campaña, sin estímulo alguno,
pudiendo servir en la Península con mucha
más comodidad y sin riesgo.
Como digo, las Juntas de Defensa por un
lado y la supresión de las recompensas por
otro, han asestado durísimo golpe a este
Ejército, no obstante lo cual creo puede pre-
sentarse como modelo en todos los órdenes. "
Tras la muerte del General Jordana, el
gobierno decidió nombrar un Alto Comisario
civil para contrarrestar las críticas que se pro-
ducían, tanto en la prensa como en algunos
partidos políticos, sobre los asuntos del
Protectorado . La idea era, esencialmente, dar
la impresión de que se renunciaba a actuar
militarmente y se pretendía dominar el territo-
rio con maniobras políticas y pacificadoras. Se
pensó en el señor Villanueva, de ideología libe-
ral, pero este señor renunció a tan alto honor
porque sabía, a pesar de sus manifestaciones
antimilitaristas, que el problema no se podía
resolver de forma pacífica y, por lo tanto, al
tener que recurrir de nuevo al Ejército, su
carrera política quedaría irremediablemente
dañada .
 --
Annual 1921. 80 Años del Desastre

la No se encontró a ningún civil que quisiera cia en la acción en aquel territorio, conflictivo
ti- ocupar el cargo, por lo que el Presidente del en aquellos días, Jamás tuvo respuesta a tal
or Gobierno decidió nombrar al General Dámaso petición_
Je Berenguer, quien, en un principio, también se Es interesante resaltar el deseo del General
?n negó. Sin embargo, tras la intervención del Berenguer en ejercer el mando directo sobre
ji- mismísimo rey Alfonso XIII, transigió en acep- las tropas, ya que el nombramiento de Alto
'Je tar el nombramiento. Comisario era realmente un cargo civil, pues
ue Como escribió el propio Berenguer en sus dependía directamente del Ministro de Estado
ue memorias, llegó a Ceuta el día 2 de febrero de y no del de Guerra, mientras que las
la- 1919 y se hizo cargo del Protectorado ese Comandancias Generales dependían orgánica-
de mismo día, en Tetuán. mente del Ministerio de la Guerra y sólo debí-
en A mediados de abril se produjo una nueva an obediencia al Alto Comisario como
ue crisis de gobierno, que se resolvió con el nom- Gobernador Civil del Protectorado, recibiendo
Ise bramiento de Antonio Maura como nuevo de éste sólo las directrices políticas y objetivos
'ea presidente, González Hontoria en Estado y el a alcanzar. Para una mayor exactitud de los
General Santiago en Guerra. cometidos de cada cual, se puede consultar el
9r- Mientras, en la zona de Melilla, el General Real Decreto del 11 de diciembre de 1918.
ón Aizpuru continuaba progresando de forma Pero como se verá más tarde, en septiembre
los minuciosa y exacta, con algo de lentitud, de 1920 conseguirá su propósito por medio de
'la pero muy eficazmente. Apenas sufría bajas, otro Real Decreto.
ia- dando prioridad a la labor política para ocu- Durante todo el año 1919, en la zona de
10, par el territorio. SIempre era felicitado por sus Melilla, los acontecimientos se desarrollaron
-ha superiores debido a la correcta ejecución del según el plan previsto, Como ya se dijo ante-
avance, si bien es verdad que la misión enco- riormente, se conquistó todo el este y casi
un mendada durante su mandato era la de llegar todo el sudoeste, dejando el flanco izquierdo
)or a los límites del río Muluya y alcanzar la zona del avance libre de posibles agresiones y facili-
ste francesa, no siendo los habitantes de estas tando al ejército las comunicaciones hacia el
re- regiones tan belicosos como los del norte. oeste,
11
5. Pero la idea era correcta, pues de esa forma En enero de 1920 se planteó el ascenso del
el se evitarían ataques desde la zona francesa, General Aizpuru a Teniente General, lo que
Irio donde no se tenía ninguna autoridad, bene- conllevaría su abandono de la Comandancia
ro- ficiándose tanto los españoles como los fran- General de Melilla. El General Silvestre mani-
lOS ceses. festó al Alto Comisario su deseo de ocupar esa
del A mediados de julio de ese año 1919, tras vacante. Éste, tras ser consultado por el
jar la enésima crisis gubernamental, se hizo con la Gobierno, lo propuso como idóneo para tal
uar presidencia el señor Sánchez Toca, recibiendo cargo, por lo que se le concedió la vacante,
to- el Marqués de Lema, Estado y el General Tovar, tomando posesión del mando de la
Se Guerra, Ese mismo mes se publicó el nombra- Comandancia General de Melilla y de su zona
be- miento del General Silvestre como el día 12 de febrero, como ya sabemos.
nor Comandante General de Ceuta, a pesar de En aquel tiempo, las comunicaciones de
nes que, días antes, Berenguer había solicitado Melilla con la Alta Comisaría se reducían al
·día mantener vacante por tiempo indefinido el telégrafo y a un barco correo semanal entre
, al mando de esa Comandancia General. Su Melilla y Ceuta, que hacía escalas en el Peñón
su intención era reunir en su persona las dos jefa- de Vélez y en el de Alhucemas. Su unión con
nte turas, el Alto Comisariado y la Comandancia la Península se hacía a través de Málaga, que
General de Ceuta, para conseguir mayor efica- disponía de un cable submarino que transpor-
Juan Tomás Palma Moreno
taba las comunicaciones telegráficas y telefó-
nicas, y de un buque correo diario que hacía la
travesía durante la noche.
El Comandante General de Melilla actuaba
con mayor independencia del Alto Comisario
que los otros dos, el de Ceuta y el de Larache.
Estaba autorizado a comunicar directamente
con Madrid e, incluso, las peticiones logísticas
se cursaban directamente, dando conocimien-
to de ellas al Alto Comisario. Ahora bien, esta-
ba sometido a las normas y directrices que el
Alto Comisario le fijara y totalmente subordi-
nado en las actuaciones, tanto de carácter
político como militar, sin facultad de hacer
nada sin el consentimiento expreso del Alto
Comisario. Punto éste muy importante a la
hora de establecer responsabilidades .
Ocho días después de la toma de posesión
del General Silvestre, el Alto Comisario efectúa
una larga visita de 14 días a Melilla (entre el 20
de febrero y ellO de marzo). Junto a Silvestre
recorre todo el te~itorio, en especial la zona
de M'Talza, el frente de Tafersit y proximidades
de Karns Ziacha, cerca ya de la zona francesa.
Durante esta visita, el día 5 de marzo,
Berenguer entrega formalmente a Silvestre las
instrucciones a seguir en su nuevo cargo. Tan
sólo algo más de un año antes de que se pro-
dujera el triste desastre de Annual y cuyo texto
decía:
"Mi reciente visita a esta zona y las impre-
siones cambiadas con V E. sobre el terreno
acerca de los diversos problemas de orden
político y militar que en ella existen, han veni-
do a confirmarme en las instrucciones que,
con anterioridad, había comunicado a su
antecesor, las que, sin embargo, concretaré a
continuación amoldándolas a la situación
presente.
El objetivo principal hacia el cual deben
encaminarse todos nuestros esfuerzos es la
región de Tafersit, siendo el ideal a que debe-
mos aspirar la ocupación militar de ella en la
medida indispensable para poder irradiar
desde allí nuestra acción política, no sólo para
proseguir después nuestro avance hacia el Rif,
sino para lograr el aislamiento, comph~ . umi-
sión e incorporación a nuestra zona ocupada
de la importante cábila de Beni-Said, tan rebel-
de y poco trabajada hoy.
Nadie mejor que V E., ::;obre el terreno y
poniendo al servicio de dicho ideal sus sobre-
salientes cualidades de hábil político y exper-
to general, para elegir los procedimientos de
detalle que ha de seguir para lograr esa aspi-
ración en la forma más rápida e incruenta. Sin
embargo, y sin que esto sea otra cosa que
confirmar nuestras conversaciones de estos
días, en las que siempre ha existido entre
nosotros el mayor acuerdo, no creo ocioso rei-
terar a V E. mi deseo de que se vea el medio
de utilizar en el orden político los servicios de
los jefes de prestigio, alentando a aquellos
que nos ofrezcan mayores garantías de acier-
to con promesas de ejercicio de cargos majze-
nianos, que, al elevar su prestigio, facilitarán
su labor para crear un partido afecto a nues-
tra causa bastante fuerte para vencer la resis-
tencia de los recalcitrantes por su fanatismo o
los indecisos. A esta labor ha de acompañar
otra, no menos importante, cual es la de unir
a todos los que, tratando de aproximarse a
nosotros, luchan entre sí por mezquinas com-
petencias o ambiciones, encauzando a tal fin
toda su potencialidad hacia el ideal que per-
seguimos, en vez de pasar por que se desgas-
ten entre sí en luchas interiores completa-
mente infructuosas.
La marcha afortunada en nuestra acción
política en esta región ofrece en Tafersit una
figura que se destaca con indudable relieve,
cual es la del Caid Abdesalam, y en él y algún
otro jefe indígena de análogo prestigio que
V E. estime, pudieran ensayarse los procedi-
mientos que indico, que no tardarían en pro-
porcionar resultados tan beneficiosos como los
obtenidos, merced en gran parte a ellos, en la
región de Yebala. -La región de Yebala se
encuentra en la Zona Occidental-
Tarea muy interesante y que no debe olvi-
darse es la que tiende a crear en Beni-Said un
partido afecto a nosotros, que por lo menos

neutralice a tan rebelde cábila durante nuestro
avance a Tafersit, ya que ella, por su situación
de flanco, por la naturaleza de su terreno y por
lo rebelde de su población, constituye una de
I las más serias amenazas que debemos temer
al realizar tal operación, sin que por ello se
desatiendan Beni-Ulíxek, Beni- Tuzin y M'talza
(especialmente en sus fracciones de Abbada y
Ula d-/ch o), que tanto pueden ayudarnos en
") nuestra marcha de avance.
En su aspecto militar parece ofrecerse bien
s claro el problema que nos ocupa, siendo pre-
ludio indispensable, y de urgente ejecución, el
dominio del paso de Tizzin Lao, mediante la
ocupación de las posiciones de Haman y
e Tamasusin, en su desembocadura hacia el
s Kert, y la de los montes de Arreyen en su
'- entrada desde el Tzelatza, propuestas por su
.- antecesor y aceptadas por mí, y otras que pue-
n den deducirse de los reconocimientos que,
;- aprovechando momentos propicios, debe
.- practicarse la políti2a indígena, que irradiando
o desde Tzelatza, no debe omitir medio para
ir penetrar todo lo posible por dicho paso, no
ir desperdiciando cualquier oportunidad que
a pudiera ofrecérsele para establecerse pacífica-
J- mente, o con escaso fuego, en cualquier
n punto de dicho paso que ofreciese ventaja
r- para el fin que con respecto a él se persigue.
:¡- Seguramente la ocupación de las posicio-
3- nes referidas y la de Dar Drius, también ya
estudiada, ofrecerán nuevos horizontes para el
avance sobre Tafersit, facilitándolo en extre-
mo, y por ello es urgente dar cuanto antes ese
primer salto, que parece no ha de ser difícil si
rn se procede con habilidad.
le A partir de esos puntos de apoyo, en los
11- que seguramente podrán establecerse posicio-
J- nes artilleras que faciliten el avance de nues-
)s tras columnas, y teniendo siempre cuidado
la especialísimo en rehusar el flanco derecho,
5e amenazado por los Beni-Said, que cuentan
con terreno tan propicio como es el valle del
¡;- Kert para sus golpes de mano, se proseguirá
m sobre Tafersit, cuya ocupación debe ser objeto
J5 por parte de V E. de un concienzudo estudio,
Annual 1921. 80 Años del Desastre
llevándola a la práctica mediante una amplia
operación, con los elementos suficientes para
atender al flanco derecho, sumamente peli-
groso, sin que por ello se desatienda el otro,
que aunque poblado de gente menos belico-
sa, pero no despreciable tampoco, ofrece a
estas un terreno movido digno de tomarse en
consideración.
Confío en que las sobresalientes cualidades
de VE., complementadas por la de sus colabo-
radores en la preparación y por la equilibrada
competencia de los que han de ejecutar sus
órdenes y la brillantez de estas tropas, nos
conducirá con franco éxito al alcance del obje-
tivo que nos proponemos.
Aunque ni las circunstancias de momento
ni los medios de que disponemos hacen de
inmediata necesidad la ocupación de Ain
Zorah, no debe omitirse medio para demostrar
en aquella región nuestro poder y dominio,
mediante frecuentes movimientos de colum-
nas montadas, lo más móviles posible, que, del
mismo modo que nuestros vecinos, hagan
acto de presencia en los diversos lugares que
la situación política y el acuerdo con sus habi-
tantes lo permita, consolidando de ese modo
constantemente por su amenaza los resulta-
dos políticos obtenidos por nuestras oficinas
indígenas y supliendo la ocupación de puestos
fijos, que nos crearían un difícil problema de
abastecimiento, restándonos valiosos elemen-
tos que nos son indispensables para los fines
antes expuestos."
Resumiendo, lo que el Alto Comisario
ordena a Silvestre es que avance militarmente
y conquiste terreno hasta ocupar Tafersit. Del
flanco derecho, que era la región de la margen
izquierda del río Kert, la de los Beni-Ulixek,
lugar donde se encontraba la cábila de
Annual, y, ya lindando, con el mar la de los
Beni-Said . La idea era no intentar invadirlos
militarmente, pero al penetrar como una fuer-
te punta de lanza hasta Tafersit, ahogaban en
parte a la región más rebelde, con el intento
de debilitarla e influenciarla con su política de
propaganda. No le indica ninguna acción mili-
Juan Tomás Palma Moreno
tar más que la de Tafersit y, si lo creía conve-
niente, algunas posiciones del flanco izquier-
do, como M'Talza. Por lo menos durante sus
primeros meses de mandato en Melilla.
El día 7 de mayo ocupa la cábila de
M'Talza, en consonancia con las instrucciones
recibidas del Alto Comisario. El General
Silvestre opera con tres columnas, que partien-
do de sus bases de Kandussi, Batel y Tzelatza,
ocupan el paso de Tizinlao y. Dar Drius con
poca resistencia. Pero la columna de Batel se
retrasa en el regreso y ha de pernoctar al pie
de Tamasusin, sufriendo durante esa noche un
intenso tiroteo del enemigo que le ocasionó
unas veinte bajas.
El 24 de junio se vuelve a operar en direc-
ción a Tafersit para ocupar las pequeñas cábi-
las de la Abbada, y con la ocupación de Chaif
como meta final. La operación, hábilmente
preparada por el Coronel Morales, se realizó
con un desgaste mínimo. Los mismos habitan-
tes de los poblad6s de la Abbada acompaña-
ron a las columnas, teniendo sólo que rechazar
el tiroteo sobre los flancos de algunos rebel-
des, apoyados por gentes de Beni Tuzin y Beni
Ulixek .
Las mismas tres columnas de la acción del
pasado 7 de mayo salen desde sus campa-
mentos de Haf, Hamman y Uestia. La columna
del centro, la de Hamman, es apoyada en su
vanguardia por las fuerzas de la Policía que
parten de Dar Drius y constituyen la fuerza de
choque principal, ocupando Dar Chaif con
sólo un Policía muerto y cinco heridos.
La columna de Haf, por la izquierda,
ocupa sin ningún incidente Ain Kert y Carra
Midar, enlazando por el oeste Chaif con
Tamasusin. Pero la columna de la derecha,
que parte de Uestia, toma la sede de la frac-
ción de los Yilali, pero en su intento recibe
fuerte tiroteo por su frente y flanco derecho,
que le cuesta la vida al Capitán Rosado de la
Policía y heridas a siete indígenas. Pero se
consigue el objetivo, enlazando Yilali con
Chaif y con Dar Drius. La operación fue, fran-
camente, un éxito, pues desde la posición de
Chaif se dominaba ya la entrada hacia
Tafersit. Antes del repliegue, que se efectuó
sin novedad, los jefes militares dispusieron la
fortificación de una colina, a tan sólo cinco
kilómetros, para cuando Tafersit cayese.
Ante la sucesión de éxitos en todo el
Protectorado, el Vizconde de Eza, Ministro de
la Guerra, aprovechó el momento político para
visitar la zona . Llegó a Melilla el 19 de julio a
las nueve de la mañana a bordo del crucero
Princesa de Asturias. Ese día lo dedicó al pro-
tocolo, con recepciones y visitas a acuartela-
mientos, siendo digna de destacar la gran
recepción y parada militar, que organizó el
general Silvestre para presentarle a toda la ofi-
cialidad en las dependencias de la
Comandancia General.
El 20 giró visita a la región del Muluya, el
Zaio, Hassi-Berkan, Zeluán y, por último,
Nadar, donde fue cumplimentado por los
notables del territorio .
El 21 se trasladó a las posiciones recién
ocupadas de Tamasusin, Dar-Drius y Chaif
donde se le explicó al Ministro sobre el terreno
la prevista maniobra envolvente para someter
a la cábila de Beni-Said, con la ocupación de
Tafersit. En el camino de regreso visitó las posi-
ciones de Batel, Tisingart, Kaddur y Taxdirt. El
día 22 recorrió las minas de EI-Uizan y por la
noche emprendió rumbo a Málaga.
El Ministro de la Guerra quedó gratamente
impresionado por la visita y aprovechando
también su momento político, redactó una
extensa memoria que hizo pública . Toda ella
está llena de optimismo, elogios hacia el ejér-
cito y de ideas para el futuro inmediato sobre
la prosperidad y riquezas que se podían explo-
tar en el país . De tan largo informe se repro-
ducen algunos párrafos de interés:
«La impresión que se obtiene al desem-
barcar en Marruecos y visitar la Zona españo-
la es de sorpresa muy grande para quien
antes la desconocía, porque acostumbrados a
oír hablar de Marruecos como una carga
pesada que tenemos sobre nuestros hom-
bros, como una obligación diplomática difícil

cia de eludir y como un lugar tenebroso de com-
:uó bates y luchas desgraciadas y sepulcro de
1 la muchas vidas españolas, maravilla encontrar-
Ka se con poblaciones reclinadas sobre el
Mediterráneo, mar siempre azul y alegre, y
el que reúnen todos los elementos de vida para
de ser consideradas como centros urbanos, al
ara igual que no pocas sobre el mismo
oa Mediterráneo se asientan y desde luego
ero superiores a muchas de las capitales de pro-
lro- vincia de España. Ceuta, Melil/a, Tetuán,
~Ia­ Larache, Alcázar son ciudades que tienen
ran cuanto cabe apetecer y que se hallan en una
1 el situación de pleno crecimiento, permitiendo
afi- asegurar un desarrollo de esas ciudades que
la las hacen por sí solas acreedoras al ciudada-
no y a cualquier sacrificio que España se
1, el impusiera para conservarlas.
no, La acción militar, como tal, es permitido
los esperar que pueda concluir en dos o tres años.
Una vez en Tafersit procede el estudio de la
:ién sumisión de la c~bila de Beni Said, que queda
haif entre nosotros y el mar, dominando nuestro
eno flanco derecho con dirección a Alhucemas.
2ter Hay motivos para aseverar que la actitud de
I de esa cábila no va a ser irreductible. De todos
osi- modos, si no se aviene a la acción política, es
t. El relativamente fácil su cerco o asedio, incomu-
Ir la nicándola por mar gracias a las lanchas caño-
neras ya concedidas, y cuanto más se la estre-
~nte che en un periodo relativamente corto, más
ndo llano será obtener su entrega.
una De Tafersit a Alhucemas puede contarse
ella una extensión de 70 a 80 kilómetros, y no es
~jér- exagerado aventurar la esperanza de que tal
)bre vez la conquista de este recorrido no sea tan
plo- difícil ni tan larga como a primera vista parece,
pro- ya que se va corriendo por todo Marruecos el
éxito de España y su acción civilizadora.
em- Cabrá entonces pensar en disminuir las
3ño- fuerzas que resulten excesivas. Hoy mismo se
'..líen nota en Marruecos la sobra de muchos oficia-
'os a les, que abundan en demasía, si bien será difí-
3rga cil de momento reducirlos, porque ello obede-
om- ce al exceso de personal que hay en todo el
'ifícil Ejército, como en todas las ramas de la
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Administración Pública. Pero entonces será
posible reducir el contingente en algunos
miles de hombres, como es muy probable que
desde ahora lo sea por lo que se refiere al ter-
cer año de servicio, ya que los quince o veinte
mil hombres que este tercer año representa
podrán ser en parte sustituidos por un aumen-
to del voluntariado, y en otra gran parte ser
amortizados en definitiva.
La cuestión de recompensas es difícil, por-
que si bien es cierto que a primera vista parece
natural que se recompense a los que están en
África, es muy distinta la situación de unos y de
otros en aquel territorio, según que estén en
población o en posiciones y, aun dentro de
estas, según el mayor o menor grado de expo-
sición ante el enemigo y frecuencia de las ope-
raciones, pues realmente éstas están hoy muy
reducidas a lo estrictamente necesario y no hay
acciones de campaña que justifiquen recom-
pensas de empleo, ya que la acción se limita a
la molestia natural de permanecer lejanos de
España o de habitar en posiciones que carecen
de comodidad y de alegría de ninguna clase.
El aumento de sueldos, las gratificaciones,
así como el abono de triple tiempo a la Policía
y Regulares, sería un término medio de equi-
dad y de justicia, que debe de estudiarse".
y así lo hizo, pues nada más llegar a
Madrid fue ese asunto de las recompensas el
que intentó resolver primero, pero tropezó
con la burocracia, ya que la Intervención Civil
informó desfavorablemente, alegando que
no existía ningún capítulo en el presupuesto
al que cargar esos gastos. Lo mismo le ocu-
rrió con la concesión del abono del triple de
tiempo transcurrido en campaña, pues no
podía hacerse por Real Decreto, sino a través
de una Ley votada en las Cortes .
El día 5 de agosto, el Alto Comisario remi-
tió una carta política al Ministro de Estado,
dando cuenta de la situación después de la
reciente visita del Ministro de la Guerra. De ella
se extrae a continuación lo concerniente a la
Zona Oriental, que es la que nos interesa prin-
cipalmente:
Juan Tomás Palma Moreno
"En Melilla las cosas marchan según el pro-
grama previsto. Tafersit está en nuestras manos
y el general Silvestre se dispone a ocuparlo, así
como Mídar, que es el verdadero núcleo impor-
tante de esa cábila; hoy mismo debe de estarse
realizando la operación que, por lo intenso de la
acción política y lo fácil del terreno, que es com-
pletamente /lana, espero se haga sin bajas. Ya
con esto las operaciones en Meli/la entrarán en
un período más laborioso y difícil, pues tanto el
terreno como el enemigo, los Beni Said, es más
complicado y ya se aborda realmente el terreno
montañoso del Rif Como usted sabe, en el plan
que tracé al general Silvestre el 5 de marzo,
para después de la ocupación de Tafersit, se le
indicaba la de Beni Said, que nos es indispensa-
ble para seguir adelante, y que espero podrá
realizarse en este otoño."
Llegó el mes de agosto, y al calor africano
se sumó el mes del Ramadán, por lo que a las
fuerzas indígenas no se las podía exponer a
grandes esfuerzo~; debido al ayuno que rigu-
rosamente guardaban todos los musulmanes.
Pero ello no motivó parón alguno en la zona
de Melilla. Al parecer, el general Silvestre con-
sideró que la desventaja del Ramadán la sufri-
rían todos los musulmanes, tanto amigos
como enemigos. Yeso se convertía en una
ventaja.
Efectivamente, el 25 de julio de 1920, el
General Silvestre remitió al General Berenguer
la propuesta de continuar el avance con una
operación militar hacia Tafersit compuesta por
tres columnas.
Esta vez la operación era de mayor enver-
gadura que las anteriores, pues iba a necesitar
un total de 7.000 hombres, repartidos de la
siguiente forma:
Columna del centro .- Coronel Riquelme: 5
mías de Policía, 5 compañías de Ceriñola, 3
compañías de ametralladoras, dos baterías,
cuatro compañías de ingenieros y servicios.
Total, 2.115 hombres.
Columna de la derecha.- Coronel
Casademunt: 2 escuadrones y 5 compañías de
Regulares, 5 compañías de San Fernando, 2
40
compañías de ametralladoras, dos baterías y
servicios. Total, 1.913 hombres .
Columna de la izquierda.- Coronel Jiménez
Arroyo: 2 mías de Policía, 1 escuadrón y 3 com-
pañías de Regulares, dos compañías de ametra-
lladoras, 3 baterías, 2 compañías de ingenieros y
los servicios. Total, 1.939 hombres.
Como reserva, a la expectativa de apoyar a
cualquiera de las tres columnas, se mantenían
el Regimiento de Infantería Melilla n° 59 y el
de Caballería Alcántara n° 14.
El día 5 de agosto comenzó la operación, la
columna del centro, desde Kandussi, cumplió
su objetivo ocupando la posición de Hamuda,
en la entrada de Tafersit. La de la izquierda,
desde Tzelatza, ocupó Azrú, cerrando el
boquete de Beni Tuzin. Las fuerzas del
Regimiento Melilla intervinieron para cubrir la
zona Dar Azugaj-Bussada, quedando
Alcántara como reserva móvil. El enemigo,
reforzado por harkas de Beni Said y de Beni
Ulixek, hostilizó con insistencia durante la for-
tificación de las posiciones, ocasionando dos
muertos y dieciocho heridos, entre los cuales
se encontraban el Teniente Mourilles y un sol-
dado europeo. Las columnas regresaron a sus
vivacs sin novedad.
El día 7 se reanudaron las operaciones para
consolidar el dominio de la región de Tafersit y
proteger a los poblados sometidos de posibles
razzias. Las mismas columnas que intervinie-
ron el día cinco sorprendieron al enemigo, cas-
tigándole duramente, estableciendo una posi-
ción a vanguard ia de Hamuda, a la que se le
dio el nombre de Tafersit. En la refriega, que
duró todo el día, se produjo la baja de un
muerto y siete heridos indígenas . El repliegue
se efectuó sin novedad .
El día 19 y con autorización del Alto
Comisario, se ocupa Azib de Midar, ante la
insistencia de los jefes moros por la ocupación
de su territorio .
El 20 de agosto, el General Silvestre envía
una extensa carta a Berenguer, dándole cuen-
ta de todas las actuaciones sobre Tafersit. En
ella le dice :

"La zona recientemente ocupada está com-
pletamente tranquila y no hay agresiones a 105
convoyes, ni a las descubiertas y servicios. Esta
tranquilidad es muy satisfactoria y demuestra
el grado con que el país nos ha visto llegar. "
...para terminar esta exposición de hechos,
que abarca hasta el momento actual, sólo
tengo que añadir dos observaciones:
Una es, que ayer lunes se celebró el zoco
de Tafersit sin novedad y con gran afluencia de
gente, tanto de la zona ocupada como de la
3 insometida; esto demuestra a mi ver buena
) disposición por parte de todos para un arreglo.
Es la otra, que a la harka de Azilaf han veni-
do contingentes de Marnisa, a las órdenes de
,1 Amar Hamido: es la primera vez que aquella
,1 cábila interviene en nuestros asuntos."
3 El 11 de septiembre el Alto Comisario con-
) testa a la carta de Silvestre felicitándole por tan
buen acierto y entre otras cosas le comenta:
"
.1 " Larache me ha enviado ya la relación que
'- le pedí de los que tree merecedores al empleo
S durante el período de operaciones en que no
S estaba aún aprobado el Reglamento de
Recompensas, sólo espero la tuya para plante-
s arle el problema al Ministro en la forma que te
indicaba en mi carta. Veremos si ante la inmi-
a nencia de tener que resolver una cosa u otra se
y deciden a hacer algo. Ya le hablé del asunto
durante el viaje".
.'s Desde el mes de julio del año anterior, el
;- General Berenguer debía de tener clavada una
l- espina, cuando ni siquiera recibió contestación
e alguna sobre su solicitud de ejercer el mando
e interino de la Comandancia General de Ceuta.
n Por ello, y tras convencer a' los ministros de
e Estado y de la Guerra, se publicó un Real
Decreto el día 1 de septiembre de 1920 que,
o aunque no le satisfizo plenamente, conseguía
·a por fin su gran deseo. Este decreto tenía cua-
n tro artículos que, resumidos, disponían:
1°. - Cuando el Alto Comisario fuera un
ia general, tendría el mando en jefe de todas las
)- fuerzas del Protectorado.
n 2°. - Fue el que menos gustó a Berenguer.
Se mantenía vigente el artículo 5° del anterior
Annual 1921. 80 Años del Desastre
R.D . delll de diciembre de 1918, por lo que
la relación directa con las Comandancias
Generales en todos los asuntos referentes a
reclutamiento, organización, asistencia de las
tropas y servicios, continuaba manteniéndola
el Ministerio de la Guerra.
30. - Se facultaba al Alto Comisario la posi-
bilidad de delegar, total o parcialmente, las
facultades inspectoras y administrativas en los
Comandantes Generales.
4°. - Se dictarían las instrucciones oportu-
nas para la ejecución de lo decretado y dotar
al Alto Comisario de los elementos necesarios
para la ejecución de sus nuevas atribuciones.
Jamás se dieron instrucciones ni se le dotó del
personal necesario.
En sus memorias puede leerse:
"Quedaba, pues, establecido que salvo en
el caso de tomar el mando directo de las tro-
pas para una operación, o una serie de opera-
ciones, como ocurría en Yebala, el Alto
Comisario seguía actuando como tal, cualocu-
rrió con Melilla, que siguió manteniendo sus
relaciones de mando, de acuerdo con el R. D.
de 24 de agosto de 1919".
Por Orden General del 4 de septiembre se
comunicaba a todo el Ejército de África:
"Artículo 1° En cumplimiento del Real
Decreto de 2 de septiembre (D. o. N° 196), con
esta fecha tomo el mando en jefe de todas las
fuerzas que constituyen el Ejército de España
en A frica .
Art. 2° En tanto no se disponga otra cosa,
el régimen para el despacho de los asuntos de
las Comandancias Generales y de sus relacio-
nes con el Ministerio de la Guerra y esta Alta
Comisaría, continuará como en la actualidad,
considerándose delegados por mi Autoridad
las facultades inherentes a ello.
Art. 3° Los partes y correspondencia oficial
se dirigirán al Alto Comisario de España en
Africa, Residencia General, Tetuán ."
Hay quien culpa al General Silvestre del
rápido avance, con la consiguiente extensión
del frente y de las líneas de comunicación.
Pero Silvestre era solamente responsable de la
~¡
Juan Tomás Palma Moreno
ejecución del avance . Él proponía, pero el
gobierno era quien autorizaba. Prueba de ello
es este telegrama del Alto Comisario al gobier-
no, fechado el 13 de noviembre de 1920:
"Comandante General de Melilla tiene ya
estudiadas y organizadas una serie de opera-
ciones sobre las cábilas de Beni Ulixek y Beni
Said, cuyo plan de desarrollo estimo acertado.
Situación política de aquellas cábilas y tra-
bajos de Oficina Indígena no han conseguido
neutralizar en su totalidad la intransigencia de
algunos elementos de Beni Ulixek, por lo que
es de esperar alguna resistencia de esa parte,
la que puede aumentar si a ella se suman con-
tingentes de Tensaman y de Beni Urriaguel.
Los Beni Said parece se conservarán neutrales.
Estima Comandante General que en
momento actual sería oportuno aprovechar
cualquiera circunstancia favorable, tan pronto
el tiempo lo permita, pues teme que de retra-
sarse actuación algl.fnos elementos de los que
tienen contacto co'n la Oficina Indígena se
retrajeran.
Aunque en mis proyectos no entra el inten-
sificar por ahora la acción en Melilla, como
siempre es conveniente ir ganando el terreno
que se pueda en las ocasiones favorables,
autonzaría al General Silvestre para hacer lo
que propone, si VE. no ve en ello inconve-
niente de momento ."
El Ministro contestó dos días más tarde:
"Consultado con Presidente Consejo de
Ministros el telegrama de V E. en que consulta
al gobierno con respecto a operaciones en
Melilla, me cumple significarle que dejamos
como siempre a su claro juicio apreciación cir-
cunstancias que aconsejen autorización solici-
tada, limitándome a reiterarle plena confianza
gobierno en resolución que V E. adopte y que
de antemano hacemos nuestra."
Queda claro que las operaciones quedaban
autorizadas, sin embargo, éstas hubieron de
retrasarse por d iversa s causas. Entre las princi-
pales se cuentan las lluvias torrenciales que
cayeron en aqu el tiempo, una importante ave-
ría en la vía del ferrocarril y variaciones en la
..
situación política del territorio en el que se
debía operar.
Superados los obstáculos, las mismas tres
columnas utilizadas en la campaña para la
ocupación de la región de Tafersit en agosto y
que tan buen resultado habían dado, comen-
zaron el avance el 5 de diciembre de aquel
1920.
Esta gran operación, que culminó con la
conquista del Monte Mauro, fue la última vic-
toria importante del, hasta entonces, afortu-
nado General Silvestre y su ejército. Y para dar
una idea correcta de lo que era ese Ejército
Español, el autor no se resiste a transcribir
íntegramente el relato que de la misma hace el
propio Alto Comisario en su diario de opera-
ciones.
OPERACION DEL OlA 5
La COLUMNA DE LA IZQUIERDA concen-
trada y acampada en Chaif, rompió la marcha
a las seis de la mañana, encaminándose direc-
tamente a Dar Salah, rompiendo el fuego al
rebasar las casas de Hamidu, venciendo fácil-
mente la resistencia del enemigo que, des-
orientado por el movimiento desbordante de
la 14 mía de Policía y la harka amiga de
Tafersit, se retiró en desorden . Se procedió a
fortificar la posición de Dar Salah, siendo lige-
ramente hostilizado el servicio de protección .
LA COLUMNA DEL CENTRO rompió la mar-
cha desde Dar Drius, donde acampó la víspe-
ra, a las cinco, entrando a las siete en contac-
to con el enemigo amparado en el poblado de
Inunaten y estribaciones de los montes de Beni
Ulixek. Las fuerzas de Policía que formaban la
vanguardia de esta columna se dirigieron a
coronar las lomas en que se asienta ese pobla-
do y las que a oriente del mismo y orilla
izquierda del Aguebal, servían de apoyo al
enemigo, desalojándolo de ellas. Esta lucha
ocasionó un pequeño desplazamiento de la
fuerza, que no llegó a la posición de Ait Yabar
que se había fijado como objetivo; mas como
la posición ocupada en la orilla izquierda, a la

se altura del poblado (casa del Hach Mizián),
satisfacía el objetivo propuesto, se decidió
es quedara guarnecida por Policía, estableciendo
la otra posición sobre el lugar en que se celebra
)y el zoco del Arbaa de Inunaten. Esta columna
'n- hubo de vencer fuerte resistencia del enemigo,
Jel que iba recibiendo refuerzos y preparándose
para desarrollar su acometividad al iniciarse el
la repliegue de nuestras fuerzas .
ic- LA COLUMNA DE LA DERECHA, concentra-
:u- da en el campamento de Dar Drius, rompió la
lar marcha a las cinco y media, cumpliendo su
ito cometido de cubrir el sector derecho de nuestro
bir avance y ocupar Haddú y Ben Tieb . Conseguido
el esto sin tener que vencer resistencia enemiga,
'a- pasó su vanguardia a ocupar posiciones que,
prolongando la derecha de la columna del cen-
tro, hicieran frente al enemigo procedente de la
parte de Nador de Beni Ulixek.
EL REGIMIENTO DE CABALLERIA salió de
~n- Drius a las seis de la mañana, dirigiéndose por
ha el camino de Za~ía hacia Ben Tieb, pasando a
~c­ cubrir el flanco derecho de la columna de la
al derecha en el momento que rebasara el curso
: il- del Aguebal.
2S- A las cinco de la mañana salieron de la
de posición de Tafersit las fuerzas de la 14 mía de
de Policía y la harka de Tafersit, coronando el
)a Tzayudait, desde donde, al amparo de esta
Je- situación y del apoyo que le proporcionaba la
l. columna de la izquierda y la harka de Aguebal,
ar- lanzó la harka amiga sobre el enemigo esta-
)e- blecido en Tauarda, el cual, desconcertado por
3C- el movimiento de fuerzas y el feliz arribo de la
de Policía a Tzayudait, se disgregó, batiéndose en
en i retirada fuertemente compelido por nuestros
I la harkeños y Policía, que les infligieron el consi-
I a guiente castigo .
lla- Durante los trabajos de fortificación se
illa pudo apreciar que el enemigo se disponía a
al presionar el repliegue de la columna del cen-
:ha tro, así como el de las fuerzas que enlazaban
la esta columna con la de la derecha, por lo que
Jar se ordenó que fuera reforzada la del centro
110 con la batería ligera de la de la izquierda, así
1 la como que uno de los escuadrones de
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Regulares y los tabores de infantería de esa
columna se encaminaran aBen Tieb al
emprender la retirada, amenazando al enemi-
go que intentase descender de la parte de Ait
Yabar.
A las 14 se inició el repliegue por la colum-
na del centro, seguida inmediata y escalona-
damente por la de la derecha. Como se había
previsto, el enemigo presionó fuertemente la
retirada, pero el certero fuego de la artillería y
de las ametralladoras permitió a nuestras gue-
rrillas despegarse ordenadamente del terreno
y del enemigo, el cual, duramente quebranta-
do, cedió en su agresivo intento cuando nues-
tras fuerzas llegaban al llano, prosiguiéndose a
partir de este momento con toda tranquilidad
el regreso de las fuerzas a sus respectivos cam-
pamentos.
El total de bajas sufridas en la operación
fue de diez muertos y cuarenta y cuatro
heridos.
OPERACION DEL DIA 6
Transcurrida la noche del 5 al 6 sin nove-
dad, procediéndose en este día al realizar la
segunda operación del plan sobre Beni Ul ixek,
en la que intervinieron las mismas fuerzas que
apoyaron el día anterior.
COLUMNA DEL CENTRO. Emprendió la
marcha a las cinco y media, dirigiéndose a
Ben-Tieb, donde hizo alto, desplegando se
comprende a la línea Halaut-Nador.
Las fuerzas de Regulares y la batería ligera
que, perteneciendo a la columna de la izquier-
da habían reforzado el día 5 a la del centro,
retirándose con ella a Drius, se dirigieron tam-
bién a la misma hora a Ben-Tieb, donde se
desplegaron atendiendo al sector Hach
Mizián-Halaut.
La COLUMNA DE LA IZQUIERDA salió de
Chaif a las 6, marchando a situarse en Ben-
Tieb como reserva.
El REGIMIENTO DE CABALLERrA avanzó a
Ben-Tieb, estacionándose como reserva en el
costado derecho de la columna del centro.
.. Juan Tomás Palma Moreno
Así establecidas las fuerzas y emplazadas
convenientemente las baterías, rompieron el
fuego éstas batiendo las lomas y estribacio-
nes del terreno a ocupar, en el que se había
hecho fuerte el enemigo, el cual, sin poder
ofender a nuestras tropas, es batido por la
artillería, a cuyo amparo avanzan nuestras
guerrillas, dirigiéndose la columna del centro
sobre Nador, la de la derecha sobre la parte
oriental de ese poblado, desbordando al
enemigo por su izquierda, y las fuerzas
Regulares hacia Halaut, cumpliendo todas
hábilmente su cometido.
Ocupada las posiciones que se habían
designado, empezaron presentarse grupos
enemigos solicitando el perdón y haciendo
acto de sumisión, procediéndose a realizar los
trabajos de fortificación con toda tranquilidad.
A las 14 se inició la retirada sin que el ene-
migo hostilizara.
Las bajas de la jornada fueron tres heridos
leves. " Concentradas las fuerzas en Drius, en la
Un día de combate con el núcleo principal
de las fuerzas enemigas había bastado a redu-
cir su resistencia. Esa misma noche, en Ben
Tieb, se presentaron los jefes de Beni Ulixek
solicitando la incorporación de la cábila al
Majzen.
JORNADA DEL DIA 8.
OCUPACION DE BENI-SAID
Concentradas en Drius toda las fuerzas que
habían intervenido en las operaciones de 105
días 5 y 6, se procedió, el día 8, a realizar el
avance sobre Beni Said, ocupándose en este
día las posiciones de Axdir, Tuguntz, e
Ichtiguen.
COLUMNA DE LA IZQUIERDA. Emprendió
la marcha a las cinco, siguiendo como direc-
triz el camino que conduce a las casas de Bu
Rahail y aguada de Tanut, alcanzando su
objetivo: Axdir Azuz y Tugunz, sin tener que
vencer resistencia enemiga.
COLUMNA DE LA DERECHA. Se puso en
movimiento a las cinco y media encargándo-
I¡
se directamente a su objetivo: Ichtiguen, el
cual ocupa y fortifica sin novedad.
El REGIMIENTO DE CABALLERIA salió de
Drius a las cinco y media, avanzando sobre
las casas de Bu Rahail, y una vez atravesado
el Uardana, se estableció en la meseta de
Arkab en forma de impedir que el enemigo
trate de atacar de flanco la línea Axdir-Azuz-
Tugunz .
La COLUMNA DE KANDUSSI, en el extre-
mo sur del frente oriental de Beni Said, con-
tiguo al Kert inferior, se lanzó por la meseta
de Tikermin avanzando hasta Chamorra y los
Draas, para vigilar la parte de esa cábila fron-
teriza con el Kert, donde durante tantos
años estuvo detenido nuestro avance.
Los trabajos de fortificación se realizaron
con toda normalidad, sin que el enemigo
hostilizara . En Tugunz se presentó el irreduc-
tible chej de Beni Said, Kaddur Naamar,
sometiéndose al Majzen.
noche del 8 se dio la orden para que 105
Regulares, así como las unidades de Ceriñola
pertenecientes a la columna del centro, una
compañía de Africa, dos baterías ligeras, cua-
tro compañías de Ingenieros, la batería even-
tual, dos de montaña y 105 elementos auxilia-
res del Parque Móvil, sanidad e intendencia,
se trasladara al siguiente día, 9, a Kandussi,
donde constituirían una columna para seguir
las operaciones necesarias al total dominio de
Beni Said. A su vez, la fuerza del Regimiento
Melilla destacadas en Kandussi, se trasladó
ese mismo día 9 a Ishafen, integrándose a la
columna de este nombre.
JORNADA DEL DIA 10
En esta segunda etapa de la ocupación de
Beni Said se trataba de completar el envolvi-
miento del núcleo principal de esta cábila, ais-
lándola de la de Tensaman, lo que requería
cerrar el boquete que aún quedaba entre las
posiciones ocupadas del día 8, (Tugunz), y la
costa.

El general Silves tre, a la izquierda de espaldas, en Dar Dri us. Podemos ob servar al equ ipo h eliográfico enca-
rando el heliógra fo para transmit ir.
,
>.
COLUMNA DE DRIUS, integrada por las
fuerzas de Policía movilizadas para las opera-
ciones iniciadas el día 5, con las reducciones
naturales por bajas y destacamentos en las
nuevas posiciones, cuatro compañías de San
Fernando, 2 de ametralladoras de este
Cuerpo, 3 baterías de montaña, dos compa-
ñías de Zapadores y servicios. Se puso en
marcha a las 5, siguiendo la dirección deter-
minada por el cam ino que por la meseta de
) Arkab pasa por los poblados de Ambar y
) Ermila, y, enlazando con la columna de
3 Kandussi al rebasar en este punto, seguir a
su objetivo, Sidi Abdalah, que ocupa y forti-
fica sin novedad.
COLUMNA DE KANDUSSI, constituida por
el tabor de Caballería y 2 de Infantería de
Regulares, cuatro compañías de Infantería, 2
de ametralladoras, 3 baterías ligeras, 2 de
montaña, cuatro compañ ías de Ingenieros y
:1 servicios, salió de Kandussi a las seis, con la
S misión de ocupar y fortificar Dar Quebdani,
:1 avanzando luego sobre Tizzi Iznoren, para
establecer en este punto una posición, mar-
Annual 1921. 80 Años del Desastre
chando por el camino de Chemorra y el Hach
Merini, y llegando a Dar Quebdani sin nove-
dad . Desde allí, en vista de no encontrar resis-
tencia alguna, destacó fuerzas para ocupar
Tizzi Iznoren, fortificándose ambos puestos sin
novedad .
REG IMIENTO DE CABALLERrA. Sa lió de
Drius a las cinco, marchando por Arruzbe a
Tugunz, desde donde prosiguió en dirección
de Erhamud y Borxit, desbordando el costado
izquierdo de la columna de Drius para alcanzar
después el zoco de Tzlatza de Tensaman al pie
de la red Quebdani.
COLUMNA DE ISHAFEN. Realizó una mar-
cha demostrativa sobre el Ameyaá, siguiendo
el cam ino avanzado que por los Talusit y los
Ifratuata se dirige a Ras Tikermin, avanzando
hasta el río Ameyaá .
Al llega r a Dar Quebdani el Cuartel
Genera l, que había marchado con la columna
de Caballería, se presentaron los jefes de Beni
Said ofreciendo la sumisión de la cábila. En
vista de la favorable situación del momento y
tranquilidad reinante, se dispuso que un tabor
45
~;
Juan Tomás Palma Moreno
de Regulares de la columna de Kandussi, con
una batería de montaña y una compañía de
ingenieros, avanzaran sobre Dar el Hach
Bucián; con estas fuerzas marchó el Cuartel
General, llegando a la casa, en la que queda-
ron destacadas estas unidades .
Las fuerzas del Regimiento África pertene-
cientes a la columna de Tzelatza, quedaron
en observación en Dar Drius, para hacer fren-
te a las contingencias que durante la opera-
ción pudieran concurrir en el sector de Beni
Ulixek.
Con la ocupación de Dar el Hach Buzián, ya
sobre la costra, quedaba aislada la cábila de
Beni Said, en su parte más importante, del
resto del Rif . Sólo quedaba a hacerla efectiva
ocupando la cuenca del Ameyaá y el Monte
Mauro, símbolo de la tenaz resistencia opues-
ta a nuestro avance desde el año 1911, rom-
piendo aquella barrera del Kert inferior que
tanta sangre había costado. Operación que se
realizó al día siguiknte.
JORNADA DEL DIA 11
De las fuerzas acampadas en Kandussi, 2
escuadrones de Regulares, con una sección de
artillería de montaña, dos compañías de
Ingenieros y servicios, marcharon sobre
Timayatz, donde establecieron una posición
replegándose sin novedad a las 14.
La COLUMNA DE ISHAFEN, formada por
cinco compañías de Infantería, dos ametralla-
doras, una batería de montaña y servicios,
emprendió la marcha a las cinco de la mañana,
encaminándose a Yarf el Bass, donde se le
incorporaron fuerzas de Policía, un escuadrón
de Regulares, una batería ligera, una compa-
ñía de Ingenieros y servicios, avanzando todo
después hacía Bu Hermana, que ocuparon sin
novedad, estableciendo la posición que se les
había señalado.
En Bu Hermana, donde se encontraba el
Cuartel General, se presentaron los jefes de
Ameyaá y Monte Mauro haciendo acto de
sumisión.
El Regimiento de Caballería se dirigió desde
su campamento de Drius a Yarf el Baás, avan-
zando después sobre el zoco de Bu Hermana,
prolongando el costado izquierdo de la colum-
na de Ishafen, envolviendo por la izquierda la
zona en que se encuentra establecido dicho
zoco .
A las doce del día llegó el Cuartel General
a la cima del Monte Mauro, izándose en ella el
pabellón nacional, que es saludado con salvas
por las baterías de la columna y las de las posi-
ciones de la línea del Kert.
ACTUACiÓN DEL CAÑONERO LAURIA. -
Durante los días 4, 5 Y 6. Este cañonero, que
se había puesto a las órdenec de la
Comandancia General para concurril a estas
operaciones, efectuó un crucero por la costa
de Tensaman, convoyando al vapor Gandía
cual si se tratara de efectuar un desembarco
en Sidi-Dris, con el fin de retener en su territo-
rio a los tensamanis. En la mañana del día 5, al
notar la presencia de grupos en actitud expec-
tante en la playa, rompió el fuego sobre ellos,
que contestaron con el ineficaz fuego de sus
fusiles. Avanzada la mañana, al percibir una
gran aglomeración de indígenas en el zoco de
Tensaman, rompió el fuego sobre él, quedan-
do disuelta a los pocos disparos .
Al día siguiente, 6, volvió el cañonero a
hacer su crucero convoyando al Gandía, diri-
giéndose al morabito de Sidi-Dris, rompiendo
el fuego sobre la playa oeste del morabo, mas
como al quinto disparo izaron bandera blanca
en el poblado situado al sur de él, se suspen-
dió el fuego, dándose por terminada la actua-
ción de estos barcos.
Esta fue la última gran victoria del General
Silvestre como Comandante General de
Melilla. Interesante es poder conocer sus opi-
niones personales.
Carta del 18 de diciembre de 1920 del
General Silvestre al General Berenguer:
«La experiencia del Capitán Longoria, su
tacto y afable trato, consiguieron en breve
plazo modificar en sentido favorable para
nuestra política la actitud de los Beni Said y
 Annual 1921. 80 Años del Desastre

e
1-

1,
l-

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o

31
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15
j-

e
a
15
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o Los generales Silvestre y Navan"o y el coronel Morales junto a notables moros en Sidi Dris .
)-

31 hacer que fuesen más cordiales y amistosas las
relaciones, hasta 'entonces ásperas y tirantes,
5, sostenidas por ellos con el gobierno.
J5 Consecuencia de esto fue que comenzaron
a a presentarse numerosos jefes de segunda y
le tercera fila, aunque por sí solos no podían
)- resolver el problema, formaban en la cábila un
ambiente de simpatía hacia nosotros y eran
a otras tantas grietas del bloque tenaz, que
'j- hasta entonces nos había rechazado, viniendo
o así mismo a entrevistarse con el jefe de
35 Ameyán de primera fila, que si no acudieron
:a después, cuando se les llamó, no por eso deja-
1- ron de demostrar con su presencia la primera
3- vez, que no era ya irreductible la cábila que
tanto nos había dado que hacer desde hacía
al algunos años; muy meritoria y muy digna de
le recompensa es la labor del Capitán Longoria.
Ij- A todos estos elementos con que contába-
mos, se sumó un importantísimo factor de
el gran trascendencia, la sumisión de Bu Rahail,
presentado al Coronel Gabriel Morales en
¡U Busada por Asmani el 19 de noviembre, y por
le ello esperaba, como te indiqué en mis anterio-
ra res, que si no había que pensar en un éxito
y político tan grande como los de la Abadda y el
Azib de Midar, distaría mucho nuestra pene-
tración de ser tan sangrienta como lo fueron
los intentos de años anteriores, ya que el único
jefe importante, verdaderamente enemigo
irreconciliable, era Kaddur Naamar. Como por
otra parte nuestro avance había de tener lugar
por Beni Temaít, en donde contábamos con la
unanimidad de la fracción, claramente demos-
trada con la conducta de sus jefes y sus visitas
a Nadar, no vacilé en intentar la empresa, sien-
do fuertemente preparado, no obstante las
seguridades que me daban todos de que no
ha habría un tiro.
Di mis instrucciones al Coronel Gabriel
Morales y éste hizo que Asmani se volviera
desde Nadar con los jefes de Beni Temaít para
precaver cualquier versatilidad de los mismos,
y para que continuase los trabajos que aquel le
dijo estaba realizando, aunque sin especificar-
los.
Salieron las columnas en la madrugada
del miércoles 8; y cumplieron su palabra los
que ofrecieron que no habría tiros; ninguna
de las columnas los tuvo, y no fue esto solo,
sino que cuando el Coronel Gabriel Morales
apenas había franqueado los límites de Beni
Juan Tomás Palma Moreno
El coronel Morales con miembros de una harka auxiliar. El coronel Morales goza ba de gran prestigio entre
los indígenas.
Said, vio venir ha¿ia él un pequeño grupo de
caballos formados por Azmani, Bu Rahail,
Mohand Chanaaz, compañero inseparable de
éste, AI-Lal el Hach Ukaddur, jefe de Nadar,
enemigo nuestro, y Kaddur Naamar, el jefe
que jamás se había entrevistado con nos-
otros, aunque fue nuestro pensionado, que
no había venido a Melilla desde años antes
de la guerra de 1909; este era el trabajo al
que Azmani se refería .
Fue bien acogido, se dio al olvido lo pasa-
do y yo confirmé más tarde cuanto acerca del
particular había ofrecido el Coronel Gabriel
Morales.
Te he dicho antes que no hubo un tiro y
hubo uno; la columna de la derecha, cerca ya
de Ichtiguen, vio que un cabileño hacía un dis-
paro; pero en vez de contestarle se le gritó que
no tirase, que era día de paz, y él, manifestan-
do que no lo sabía, dejó de hacer fuego .
La ocupación fue tranquila; en los tres días
que duró no se volvió a oír un disparo a pesar
de que las columnas tuvieron que marchar
más de dos horas en plena noche por caminos
malísimos para regresar a sus campamentos;
no hubieran ido más seguras ni más tranquilas
si hubieran marchado por cualquier provincia
de España.
Este ha sido el final de Beni Said, que nos
ha causado asombro a cuantos conocemos la
historia de nuestra penetración desde el año
1909; ha sido un éxito completo y absoluto,
debido por igual a la acción de las armas y de
la política; ésta preparó el terreno convenien-
temente, pero no logró vencer la primera resis-
tencia, teniendo que hacerlo por la violencia,
mas una vez conseguido el éxito del día 5, los
resultados fueron magníficos.
Sin las armas no hubiéramos podido llegar a
Inunaten; sin la política el triunfo del primer día
hubiera significado solamente unas posiciones
más, y hubieran sido precisos nuevos y duros
esfuerzos para ocupar Nadar y Beni Said.
Ahora procuraremos con el mayor interés
que esa situación tan favorable no sufra varia-
ción, sino que se consolide y será necesario
gran cuidado, porque es una cábila muy gran-
de, muy fuerte, muy rica, muy bien armada y
con un terreno favorable para toda e/ase de
emboscadas y agresiones.

Por este motivo te ruego que me des los
medios que considero indispensables y
urgentes para que comiencen pronto a recibir
los beneficios del gobierno: dinero para con-
voyes que economizan recursos y sangre de
nuestra parte, y consignación para empren-
der rápidamente la construcción de caminos
que ya han pedido ellos. Ya he recibido auto-
rización para la cebada y te doy las gracias
por tu eficacia.
De Tensaman recibo constantes mensajes
de las diferentes fracciones, pidiendo entrevis-
tas para someterse, y creo que algo hemos de
conseguir por esa parte sin necesidad de gran
esfuerzo. Lástima que el licenciamiento haya
de efectuarse dentro de pocos días."
EL AÑO 1921
Comenzó el año 1921, el más interesante de
3S este relato, con la 'i>ituación muy caliente en la
ia Zona Occidental (Ceuta), mientras que en la
Oriental, después de las conquistas del mes de
')S diciembre, se respiraba tranquilidad, la moral
la estaba muy alta y había optimismo por acabar
io pronto la campaña en esta zona de Melilla .
:J, El día 4 de enero Silvestre telegrafía a
fe Berenguer solicitando autorización para ocu-
'l- par la posición de Sidi Hossain, inmediata a
's- Afrau, en la costa de la fracción de Hizaomen,
a, de Beni Said .
JS Al día siguiente envra otro extenso telegra-
ma en el que dice:
"a «Situación política, sumamente favorable a
fía nuestra actuación, aconseja aprovechar satis-
es facción moral y deseos de los indígenas habi-
os tantes en las proximidades de la línea límite de
lo ocupado, que indican y dan facilidades para
és establecer posiciones que, al par que hagan
'a- efectiva la ocupación de su territorio, son
-;0 necesarias para ulterior desarrollo de nuestro
n- avance sobre Alhucemas, entre las que se des-
iy taca la posición de Mehayar, en Yebel Azrú,
de dominando gran extensión de Beni Ulixek,
situada entre el camino que del zoco el Sept
Annual 1921. 80 Años del Desastre
de Beni Ulixek conduce al zoco el Jemis de
Tensaman, y distante unos doce kilómetros de
Sidi Haxim y ocho de Annual, importante
poblado de Beni Ulixek limítrofe con
Tensaman, a unos cinco kilómetros del zoco el
Jemis.
Ruego V E. me autorice a establecer esta
posición que ha sido recorrida por el Capitán
Huelva, de la 11 mía, así como me faculte para,
aprovechando circunstancias propicias como
las que se han producido con reciente sumisión
de Tensaman, comunicada a VE. el día 3, ir
ocupando los puestos necesarios para nuestra
acción de primavera; atribución que solicito en
previsión de que pudiera surgir algún agitador
que provocase tener que recurrir a la acción
militar cruenta para lograr objetivos que en el
momento presente pueden obtenerse sin nece-
sidad de combate para establecer posiciones
referidas. Cuento con elementos precisos, pero
es de muy urgente necesidad la creación de las
mías de Tensaman y de Beni Tuzín, que he soli-
citado de VE., así como de suma conveniencia
la concesión del crédito para la construcción de
caminos y el pago de convoyes indígenas, sig-
nificándole que todavía está en descubierto el
abono devengado durante los meses de
noviembre y diciembre por convoyes de came-
lias en servicio. »
El día 6 de enero llega la respuesta de
Berenguer:
«Como contestación a los telegramas de
VE. del 4 y 5 del actual, le autorizo para que
aproveche la favorable actitud de las cábilas
limítrofes a la línea alcanzada en los brillan-
tes avances del pasado año, estableciendo
las posiciones necesarias para la seguridad
del terreno ocupado y las que juzgue conve-
nientes para facilitar nuestros futuros avan-
ces, con la sola limitación que imponga la
escasez de efectivos en la época actual y la
atención de los aprovisionamientos con los
medios que posee. Para cooperar a la ocupa-
ción de Sidi Hossain, en la costa de Beni Said,
puede emplear el cañonero de servicio en
ese puerto.
Juan Tomás Palma Moreno
Desembarcando la artillería que ha de guarnecer la posición de Afrau.
",
Los créditos necesarios para convoyes y
caminos están pedidos a Guerra, sin que hasta
ahora se haya alcanzado su envío. Propongo la
organización de las mías de Tensaman y de
Beni Tuzin, pero temo que por haberse agota-
do los créditos en presupuesto para estas
atenciones, y ser difícil y laborioso la concesión
de nuevas cantidades, estas organizaciones
sufran algún retraso.»
El día 10 de enero el Alto Comisario con-
testa la carta que el General Silvestre le remitió
el 18 de diciembre:
«A mi llegada a ésta encuentro tu carta del
18 del pasado, en la que me das cuenta de las
etapas del admirable avance realizado en Beni
Said, que puedes considerar a muy justo título,
como una de tus más brillantes actuaciones mili-
tares. Por telégrafo y repetidas veces te di la
enhorabuena y hoy me complazco en confir-
mártela por carta. No se puede hacer más y
mejor que lo has hecho; puedes estar satisfecho.
Posteriormente a tu carta he recibido el tele-
grama en que me pedías autorización para ocu-
par determinados puntos sobre la costa de Beni
50
Said y en el límite de la cábila de Tensaman,
autorización que te fue concedida. Creo que
todavía la situación de aquellas cábilas, muy
gastadas ya por la resistencia, y en las que exis-
te un estado verdaderamente crítico por el
hambre tan enorme que reina en el Rif, te ha de
permitir el avanzar más nuestras líneas; quizá
hasta la misma elasticidad de tus fuerzas y lle-
vada al límite, sea la única dificultad que
encuentres para progresar en tus avances. Todo
ello lo dejo a tu criterio, que mejor que nadie y
sobre el terreno puedes apreciar hasta donde te
permiten llegar los elementos con que cuentas.
Al autorizarte para ocupar los puestos de la
costa hacía referencia a que te fijaras en los
elementos de aprovisionamiento; lo decía al
efecto de que si esos aprovisionamientos han
de ser a base de que sólo sean por mar, quizá
en un momento dado y si era necesario contar
siempre con el cañonero, pudieras encontrar
alguna dificultad; ahora bien, si basta sólo con
los elementos de la Compañía de Mar; claro
está que la cosa está asegurada. De elementos
marítimos estamos, como sabes, muy mal en

el Protectorado; el mismo cañonero que se
mantiene en estación en Melilla, está por la
insistencia en la necesidad de ello, porque
constantemente se vienen alegando por la
Marina las dificultades del puerto y el gasto
tan grande que ocasiona el tener encendicjas
las máquinas, que alcanza a una suma igual
que si estuviera constantemente navegando,
para suprimir esa estación; pero les he demos-
trado la necesidad absoluta de que allí estu-
viera el barco y por ello he podido conseguir
que dispusiéramos de él.
De las gasolineras que vienen y que están
en Cádiz, no creo que podamos disponer
hasta dentro de unos meses, porque, en pri-
mer término, el largo viaje que han hecho
obliga a hacer algunas reparaciones; después
porque es necesario forrarlas de cobre y
armarlas, y por último, porque tienen que
organizar los depósitos de gasolina. Como
por la parte de Gomara me era muy urgente
poder disponer '(de esos pequeños barcos,
an, que son los únicos que pueden aproximarse a
?ue los puertos y evitar el contrabando tan gran-
1Uy de que se hace con Gibraltar y otros puntos
xis- de España, pedí al Ministro que me enviara
. el por lo menos dos, aunque estuvieran sin
¡de reparar, y que sucesivamente fueran turnán-
¡izá dose en su envío hasta conseguir que estu-
lIe- vieran las seis en servicio. Me lo ha ofrecido
~ ue así; pero tengo poca confianza en que cum-
Jdo pla su ofrecimiento. Cuando estén en servicio
je y las seis gasolineras te enviaré dos para que
:> te hagan estación en Melilla y llenen el servicio
taso de Melilla al Peñón, lo que, con el cañonero,
e la permitirá establecer la vigilancia en aquellas
105 costas. Las otras cuatro las he de reservar
3 al para la vigilancia de todos los pequeños puer-
f¡an tos de Gomara, en los que, por estar someti-
l iz¿ da la cábila, tendremos ya ocasión de inter-
l tar venir en el tráfico y hacer rendir las aduanas.
t rar Las gasolineras también me han de servir
con para establecer una comunicación más direc-
laro ta con el Peñón de Vélez, sitio con el que me
l tos obliga la situación actual de nuestro avance a
len tomar un contacto más frecuente que el que
Annual 1921. 80 Años del Desastre
ahora tenemos y hasta quizá montar allí la
Oficina Indígena en forma que me pueda ser
útil para trabajar la Gomara oriental, pues es
justamente con todas las cábilas que están
frente al Peñón y del Peñón hacia aquí, con
las que ahora se ha dé desarrollar la labor
política para permitir la entrada en Gomara y
el avance desde Xauen .
No has vuelto dar noticia del ofrecimiento
de Cibera, ni qué solidez tenían sus propósi-
tos. Yo no dudo que está la costa en buena
disposición para un desembarco, pero la
necesidad de conservar fuerzas y las dificulta-
des que pudieran haber para los aprovisiona-
mientos por mar; dado los escasos medios
marítimos con que contamos, me hicieron lla-
marte la atención sobre estos extremos para
compararlos con las ventajas que pudiera
haber en la ocupación.
Con tus últimos avances, y sometida la
cábila de Beni Said, queda realizado todo el
ciclo de operaciones que se preveían en mi
Instrucción del 5 de marzo. Es, pues, /legado
el momento de que nos ocupemos de definir
cuál pueda ser la futura línea de avance o el
frente a donde hemos de /levar nuestra
acción. Repetidas veces me indicaste tus
deseos de ocupar Ain Zorah, los que yo no
fomenté por temor a que tuvieras necesidad
de todas nuestras fuerzas en Beni Said; hoy
que está resuelto este problema, que te per-
mitirá retirar fuerzas de la línea del Kert y
quizá /legar a un económico acortamiento de
la línea del frente enemigo, puedes, si lo esti-
mas conveniente, hacer la ocupación.
Ahora bien, el punto capital que tenemos
que estudiar; y para el que te agradeceré me
des 105 datos que poseas o que puedas adquirir,
y tu opinión, para yo formar la mía y fijar una
idea de conducta, que es el referente al avance
sobre la cábila de Beni Urriaguel y Alhucemas.
A primera vista parece que éste pueda realizar-
se, bien por la costa o bien siguiendo la parte
alta de Tensaman para dominar a Yarf algo del
interior de Alhucemas. También a primera vista
parece resultar que dadas las posiciones que
Juan Tomás Palma Moreno
hoy ocupamos, ha de ser mucho más ágil mar-
char siguiendo la costa que no seguir penetran-
do en la montaña . Por la costa, y dadas las rela-
ciones que hoy tenemos en ella hasta el Peñón,
se puede considerar muy probable la llegada a
él sin grandes dificultades, y tendríamos ya ocu-
pado este punto, que de tanta resonancia es
para la opinión española; pero hemos de prever,
dada la gran dificultad que como sabes existe,
o mejor dicho, la imposibilidad de que nos
refuercen en plazo breve con núcleos de tropas,
que este alargamiento de la línea estirándola
por un flanco, no pueda crear una situación
débil en toda ella, por lo que solicitó de ti me
informes sobre ese extremo; es decir, concre-
tando; dado que existe ya facilidad para llegar a
Alhucemas por la costa, la situación en
Alhucemas y el mantenimiento de Alhucemas
unido a Melilla por tierra -puesto que de la
unión exclusiva por mar no creo que sacáramos
grandes ventajas-"es cosa que está dentro de
los medios de fuerzas que posees, o qué difi-
cultades crees pudieran presentarse derivadas
de la actitud que pudiera tomar la cábila de
Beni Urriaguel. ¿ Conviene seguir esta dirección
sin avanzar tu izquierda, o conviene tomar otros
puntos por la izquierda antes de avanzar en esa
dirección?
Con los datos que me des sobre estos dos
términos podré formar mi idea de cuál será la
orientación en las futuras operaciones por esa
parte.
No descuido mi presión sobre el Ministro
para que envíe los recursos que tan reiterada-
mente hemos solicitado, pero el caso es que
por dificultades ajenas a él, como me ha dicho
en Madrid, los recursos no llegan con la rapi-
dez que necesitamos. Sé que se ha concedido
un crédito para convoyes y que por esa parte
no debe de haber dificultades. Como la peti-
ción de esos envíos se viene haciendo enten-
diéndose directamente la Intendencia con la
Intendencia General de Madrid, supongo que
allí atenderán directamente las peticiones. En
cuanto a créditos para caminos y entrena-
mientos, que forman el presupuesto de cuatro
millones acordado por el Consejo de Estado,
espero que libren el crédito de un momento
otro s,; como le aconsejé, el Ministro ha segui-
do la lInea de conducta de sustraerlo a la revi-
sión de las Cortes, aprovechándose de que no
están constituidas, para librarlo por Real
Decreto, pues de otra manera, teniendo que ir
a las Cortes, no es posible calcular el tiempo
que tarda rfa mos en recibirlo. Este es asunto
capita!fsimo, no sólo para Melilla, sino ta mbién
para las otras regiones, pues no podemos
abordar los aloj amientos de la zona ocupada
recientemente sin contar con ese dinero, y la
situación, por lo que se refiere al avance en el
término de Tetuán y Ceuta, es verdaderamen-
te angustiosa, porque tanto la línea de comu-
nicaciones como la misma población de
Xauen, se encuentran a alturas en que es muy
frecuente la nieve, y muy peligroso y de gran-
des penalidades soportar las intemperies. Todo
ello lo he pin tado con los colores de la reali-
dad, que son verdaderamente negros, al
gobierno, y espero que el gobiern o atenderá,
como lo ha prometido, con la mayor urgencia
a remediar nuestra precaria situación. "
En carta del 26 de enero, Silvestre le dice,
entre otras cosas :
"La necesidad de atender al licenciamien-
to, reorganizando rodo el territorio ocupado,
impidió que continuase la colocación de algu-
nas posiciones que consideraba aun precisas:
pero la acción polPtica continuó y el efecto
causado por la sumisión de Beni Said y de Beni
Ulixek, y las gestiones practicadas por el
Coronel Civantos, Comandante Milita r de
Alhucemas, y por la Oficina Central, vieron
como resultado la presentación de los
Tensaman ante el Coronel Gabriel Morales en
los primeros días del corriente.
Fue una presentación en masa, pues estu-
vieron más de 80 individuos ... ; faltó sólo, ínte-
gra, la fracción de Trugut, porque temían un
ataque de los Beni Urriaguel, deseosos de lle-
var la harka a su terreno.
Pidieron libertad de tránsito, que se les
concedió; la de comercio, que se les concedió
 Annual 1921. 80 Años d el Desastre

también, aunque restringiendo lo posible la

concesión de cebada para ellos y los urriague-
les y solicitando por último la libertad de pre-
sos, que se la ofreció el Coronel para más ade-
J lante, pues la conducta pasada de esos cabile-
1/ ños no permite tener gran confianza en que
r cumplan sus promesas, y antes de darles aquel
J beneficio será preciso que estemos ya dentro
J de su cábila.
") De que la presentación fue sincera, parece
S buena prueba la resistencia que hicieron los
3 Tensamanis a la harka de Beni Urriaguel que se
a presentó efectivamente a poco, resultando
?I entre ellos muertos y heridos que han ahon-
I- dado las diferencias entre esas dos cábilas
r- vecinas y han dado como resultado que desde
e entonces hayan limitado sus aspiraciones y no
y hayan vuelto a hablar los urriagueles más que
l- de establecer harka en su terreno, en la orilla
o izquierda del Nekor.
i- En las cábilas de Beni Ulixek y de Beni Said,
31 la situación no pu~de ser más satisfactoria, la El general Silvestre observando el avance de sus tro-
~, actitud es completamente cordial sin reservas; pas con los prismáticos.
;a no ha habido el incidente más insignificante y
se ven en ellos vehementes deseos de estre- tan te, sin que hubiera el menor disgusto, y
-,
:> char sus relaciones con el gobierno. Esta cir- efectivamente auxiliado por los mismos natu-
cunstancia y la conveniencia política de utili- rales del país. El jefe de la Oficina Central,
1- zarla antes de que cualquier circunstancia Coronel Gabriel Morales, concurrió a Sidi
J, pudiera modificarla en sentido desfavorable Hossain desde Moh Haddú Ben-Tieb el día 12,
J- para nosotros, y las mismas peticiones de los después de una marcha de más de cuatro
s: jefes importantes de ambas cábilas, me horas por el corazón de la cábila de Beni
'0 movieron a realizar las operaciones precisas Ulixek, acompañado por cinco jefe de la
,.,¡ para completar la ocupación real y efectiva de misma, cuatro oficiales y veinte policías, y sólo
el una y otra, a pesar de los elementos escasísi- muestras de atención y afecto recibió durante
le mos con que cuento después del licencia- la difícil marcha y en la ocupación de Annual.
ln miento, que ha dejado en cuadro las unidades Las fuerzas de Policía, avanzadas para la segu-
)S de las armas combatientes y de los servicios ridad de las obras de fortificación, pisaron el
auxiliares. terreno de Tensaman sin que se produjera la
Así ha tenido lugar la ocupación de Ulad menor alarma entre sus habitantes, que conti-
'J- Aisa el 27 de diciembre; de Ahel Azrú el 11 del nuaron en sus casas y siguieron en el campo
e- actual; de Sidi Hossain el 12 y de Annual el 15, sus ganados; algunos tensemanis, entre ellos
m en la forma que conoces por los partes que te el Kaid Ben Kaddur; vinieron a saludarme allí
e- he dado. mismo.
Todo ello se efectuó con la mayor tranqui- Es de mayor importancia consolidar la ocu-
es lidad, como en un campo de maniobras, pación de Beni Ulixek y prepararnos para el
,--10 acompañado siempre por los jefes más impor- porvenir. Annual, ya en los límites de
- Juan Tomás Palma Moreno
Los generales Navarro y Silvestre en Annual, indicando éste como debe establecerse la posición.
Tensaman, está hoy virtualmente incomunica-
do, porque no existe para ir a él más que un
pésimo camino de herradura que obliga a
emplear cuatro horas para recorrer los 18 kiló-
metros que lo sJparan de Tieb; se impone
hacer con urgencia practicable ese camino
para automóviles, y aunque pienso emplear
para ello compañías de Ingenieros y de
Infantería, la política aconseja utilizar princi-
palmente indígenas, con lo que éstos hallarían
beneficios mediante su trabajo que haría más
llevadera su situación en esta época de invier-
no, JI, además, se evitarían contingencias des-
agradables, pudiendo emplearse la tropa en el
trabajo Dar Drius-Tieb, que es preciso habilitar
también con urgencia para que quede asegu-
rada la comunicación de la plaza con la zona
avanzada en todo tiempo.
Como no acaba de venir el dinero, pero es de
esperar que lo envíen, se me ha ocurrido que
podría emplearse en esa atención las 122.000
pesetas que procedentes de zocos están deposi-
tadas en el Banco de España, y cuando se reci-
ban las cantidades anunciadas, se reintegrarán.
Te ruego te fijes en la imprescindible nece-
sidad de hacer esos caminos con urgencia,
pues es el camino de penetración para ir a
Alhucemas y tenemos que prepararnos con
tiempo ...
Sabes es tuyo buen amigo y subordinado
que te abraza .. . "
El Coronel de Estado Mayor, Gabriel
Morales, jefe de la Oficina Central de Asuntos
Indígenas de Melilla emitió un informe sobre la
situación del territorio al general Silvestre. Era
tan elocuente este informe, redactado por el
personaje más relevante de aquellos tiempos,
dados sus conocimientos del territorio y sus
habitantes, que Silvestre decidió enviárselo
íntegro al Alto Comisario, para que fuese
haciéndose una idea, antes de la reunión que
tenían prevista para tratar el asunto de los
nuevos avances.
Se transcribe el informe en su totalidad
dado el gran interés que tiene:
«Excmo. Señor: Cumpliendo la orden ver-
bal de VE. para que le informe acerca de la
situación política actual en relación con el pro-
yectado avance sobre Alhucemas, tengo el
honor de hacerlo en la siguiente forma:
Comenzó el actual periodo de operacio-
nes último en cinco de diciembre, y en el
breve espacio de una semana, del 5 al 11,
quedó sometida y ocupada en su parte más
importante la cábila de Beni Said, y sometida
así mismo y ocupada en una pequeña parte,
la de Beni Ulixek, sin que, salvo los días 5 y
6, se oyeran disparos.
 Annua11921. 80 Años del Desastre

Este avance, que califica de admirable el

Excmo. Señor Alto Comisario en carta del21
del pasado, quedó interrumpido por la nece-
sidad imprescindible de atender a la reorga-
nización militar del territorio con motivo de
la licencia que se había de verificar en los
primeros días de enero, marchando a sus
casas los cuatro mil quinientos hombres que
cumplían su tiempo de servicio en filas.
A pesar del efecto perjudicial que causan
siempre los altos en nuestra marcha, la
impresión causada por la incondicional sumi-
sión de "sidis" y "ulixis" llevó consigo la de
los "tensamanis", que tuvo lugar en Dar
Drius el primero de año, concurriendo todos
los jefes de la cábila, con la sola excepción de
la fracción de Trugut, y esa sumisión y el
-jo ambiente de paz que se respiraba en toda la
zona, hicieron esperar que la marcha hasta
~el las proximidades del Nekor, se había de veri-
os ficar sin la menor resistencia.
la Terminados erlicenciamiento y la reorga-
.ra nización del territorio, se reanudaron los
el movimientos para determinar la acción real y Coronel Gabriel Morales Mendigutía, jefe de la
)5, efectiva de las dos cábilas primeramente Subinspección de tropas y Asuntos Indígenas y de la
us mencionadas, según pedían insistentemente Policía Indígena. Posiblemente, el militar español
~Io sus jefes, y como era de esperar, el 11 en que mejor comprendía la idiosincrasia de los rifeños.
'se Anel Azró, el 12 en Sidi Hasain, el 15 en Sin embargo, sus consejos no fueron atendidos con la
ue Annual, el 21 en Izúmar, el 22 en el moraba diligencia necesaria por sus superiores.
os de Sidi Mohamed Ben Ab AI-Iah y el 27 de
enero en Yebel Uddía, no ocurrió el más lige- jefes importantes que concurrieron a Dar Drius
ad ro incidente y a todas partes fuimos acom- el día primero y reiteraron personalmente ante
pañados por los jefes que mostraban su V E. sus deseos de servir lealmente al gobierno
~r­ satisfacción por nuestra presencia; VE. pudo y llevarlo a sus territorios, y tal confianza tene-
la comprobarlo. mos en que son sinceras estas manifestacio-
-0- Con estas posiciones quedan absolutamen- nes, que VE. sólo espera para avanzar a que
el te ocupadas y dominadas las los cábilas, pues queden vencidas las dificultades materiales
Annual está en el mismo límite con Tensaman. que se presentan y abastecida Annual para
io- El problema está, pues, satisfactoriamente servir de base eventual en la marcha a Sidi-
el resuelto en su parte más importante por lo Oris; al par que se realizan gestiones que VE.
, 1, que a las mismas se refiere y ahora hay que conoce, por medio del Chej Mohamed
lás pensar en Tensaman y Beni Tuzin, cábilas que AzmanJ~ para que la fracción de Trugut venga
da nos separan de la de Beni Urriaguel, con la que a presentarse como las demás, expulsando la
te, limitan. harka que se ha establecido en su terreno. El
)y La primera está virtualmente sometida, Comandante Villar y el Capitán Margallo tra-
pues a fines del pasado enero vinieron todos lo bajan mucho y bien.
Juan Tomás Palma Moreno
De esperar es que la ocupación de Sidi-Dris
por tierra -es la única forma en que en esta
época del año se puede tener confianza de
conseguir el objetivo señalado- se haga sin la
menor oposición, pues aunque la harka de
Beni Urriaguel no se disuelva, no parece pro-
bable que se decida a atacar a las tropas que
efectúen la operación.
Una vez establecidos en aquel punto de la
costa, habrá que creer que se ha llegado al
límite de elasticidad de las fuerzas de que VE.
dispone, pues allí se ha de reunir un núcleo
considerable, tanto indígena como europeo,
y esta consideración y la necesidad de efec-
tuar rápidos e importantes trabajos para esta-
blecer en Sidi-Dris la base para nuestro futu-
ro avance en Tensaman y llegar hasta el
Nekor, obligarán forzosamente a suspender
los movimientos hasta que, terminada la
inclusión de los reputadas a fin de abril,
cuente de nuevo V E. con los medios indis-
pensables para c6ntinuar.
Otro motivo que a ello ha de contribuir es
la conveniencia quizás de ocupar el Zoco del
Sept de Ain Amar, que han de distraer las fuer-
zas y atención de VE.
Por lo que a Beni Tuzin se refiere, los Beni
Melul y los Beni Buyarí se hallan sometidos al
gobierno, aunque sus terrenos no estén ocu-
pados y tanto sus jefes como los de otras frac-
ciones de la cábila nos incitan y aún apremian
a avanzar.
Escritas estas líneas, el jefe que suscribe
ha tenido una conferencia con Haddu
Buljerif, hijo de nuestro antiguo amigo el
Chej Mohamed Buljerif, asesinado en el mes
de octubre último, con quebranto para nues-
tra actuación. Este jefe, influyente y de
importancia, aunque sin el prestigio ni el
relieve que por tantos conceptos alcanzara su
padre, se ha presentado en actitud franca-
mente favorable. Ha ofrecido acompañarnos
en nuestros avances futuros, si lo deseamos,
aunque haciendo presente que mejores servi-
cios nos prestaría, a su juicio, y puede que
tenga razón, esperándonos en 105 sitios a
56
donde vayamos, para evitar que vengan a
atacarnos.
Si esta cooperación se facilita con lealtad,
ha de sernas valiosísima y de todos modos, es
Haddu Buljerif, un elemento más que tenemos
a nuestro favor y que permite mirar con opti-
mismo el problema de Beni Tuzin, en el que
toda las facilidades que hallemos serán pocas
para contrarrestar las dificultades enormes que
la índole del terreno y la falta de caminos nos
presentan, pues el camino a ¡ferni dicen que
sólo es practicable a pie o con un buen caba-
llo; uno malo no puede subir.
La ocupación de esta cábila es indispensa-
ble como preliminar a nuestra marcha a
Alhucemas, pues no podemos emprender ésta
dejando en nuestro flanco izquierdo ese gran
entrante tan bien situado para servir de base a
continuos ataques a nuestras Zona .
Por las mismas razones expuestas al hablar
de Tensaman, no hay que contar con que
podamos hacer allí nada serio, salvo pequeñas
operaciones de policía, hasta el mes de mayo,
y aun suponiendo que en uno y otro lado la
labor política se realizara con tal éxito que no
tuviéramos que vencer resistencia alguna de
"tuzanis" y "tensamanis", la sola ocupación
pacífica de las dos cábilas invertiría todo el
verano. Hay que tener presente que las harkas
de Azilaf y Tugrut nos podrían menos de hacer
acto de presencia cuando nos aproximáramos
a 105 lugares que ocupan en la inmediación de
Guezenaya y Beni Urriaguel.
Suponiendo, pues, que estas operaciones
se realicen con la misma tranquilidad que las
de Beni Said y Beni Ulixek, lo que como queda
dicho, no es probable, no las terminaríamos
hasta julio o agosto, cuando menos, y en esa
fecha por lo tanto, que es cuando estaremos
en contacto pleno con los de Beni Urriaguel.
¿ Podríamos entonces pensar en continuar,
pasando el Nekor? El Jefe que suscribe, cree
sinceramente que no.
Los avances realizados en el ciclo de opera-
ciones comenzado el 7 de mayo de 1919, han
sido extraordinariamente rápidos, y aunque

;¡
:1
1
:1
r El coronel Morales observando una actuación de sus tropas de Policía.
s todas las cábilas Jometidas se hallan satisfe-
chas, como lo prueba la absoluta tranquilidad
:1 de la Zona, no es eso suficiente: es preciso
J algún tiempo para consolidar esa situación y
que se pueda pensar; sin riesgo de hallarse con
'1 una sorpresa desagradable, en dejar desguar-
?I necido todo el territorio ocupado y llevar las
s fuerzas a vanguardia al emprender las opera-
'r ciones; y esta consideración ha de imponerse
'5 con mayor fuerza al tratarse de Tensaman y
e Beni Tuzin,
Es seguro que en ninguna de esas cábilas
'S ocurriría nada al encontrarse las fuerzas más
's allá del Nekor; mientras las cosas marcharan
a bien; pero si hubiera algún combate, no diga-
mos desgraciado, sino duro, que nos obligarse
a a hacer un alto, pudieran las cosas variar.
IS Es preciso, además, dar tiempo al tiempo.
1. Se trata de realizar una penetración política
r; auxiliada por las armas en los casos indispen-
e sables, y esa actuación política, real e intensa,
cerca de los Beni Urriaguel, no ha de comen-
)- zar hasta que estemos en las orillas del Nekor.
n La realizada hasta ahora desde la Plaza, por
'e circunstancias de todos conocidas, no ha sido
Annual 1921. 80 Años del Desastre
de la mayor eficacia, y no se obtendrá de ella
el rendimiento a que podemos aspirar; dados
los esfuerzos económicos empleados, hasta
que la acción no se ejerza con la fuerza, más el
que ha de darnos ante esos cabileños el vernos
a las puertas de sus casas potentemente orga-
nizados, sin necesidad de aquellos desembar-
cos proyectados y de éxito tan problemático.
Cuando estemos acampados con fuertes
núcleos en el límite de Tensaman, es cuando
conseguiremos, probablemente, uno de los
objetivos más importantes y necesarios para
nuestro avance en Beni Urriaguel, que es la
adhesión sincera y leal de la fracción de Axdir
que ocupa la costa.
Esta fracción sostiene desde hace años cor-
diales relaciones con nuestras autoridades; en
ella se distribuyen, casi por completo, las diez
mil pesetas, aproximadamente, que alcanzan
las pensiones asignadas a la cábila; hacen
constantes protestas de amistad y de sus
deseos de que desembarquemos; pero no es
difícil comprender que por buena que sea su
voluntad y grande su lealtad, no podrían cum-
plir sus ofrecimientos cuando sintieran la pre-
Juan Tomás Palma Moreno
sión enorme de esos coterráneos de la monta-
ña; éstos los dejan hoy en paz porque no
hacen más que recibir beneficios a cambio de
alguna platónica adhesión. El día que quisiéra-
mos llevar a la práctica lo que ofrecen los de
Axdir, se les echaría encima la cábila, y a la
fuerza les obligarían a revolverse contra nos-
otros, que no podríamos prestarles apoyo efi-
caz, pues las escasas fuerzas que en circuns-
tancias absolutamente favorables de toda
índole, pudiéramos desembarcar por sorpresa,
más necesitarían de apoyo en los primeros
momentos, que podrían prestarlo.
Otra cosa será cuando estemos en el
Nekor; entonces sí podrán esperar un auxilio
eficaz, oportuno y suficiente, y, por tanto, es
de suponer que los jefes verdaderamente ami-
gos consigan en esa ocasión arrastrar a toda la
inmensa mayoría de la fracción para que se
unan a nosotros, prestándonos un apoyo
moral y material de gran consideración, y que
ha de ejercer gran'" influencia en la lucha que
con las fracciones enemigas sostengamos. Esta
labor, y la de atraer a los jefes y grupos de las
otras fracciones de la cábila, hoy hostiles,
requiere unos meses.
Es, pues, opinión del Jefe que tiene el
honor de informar, que no convendría, aún en
el caso más favorable, pasar el Nekor antes del
próximo otoño si queremos fiar el éxito más a
la prudencia que a la audacia.
En cuanto al camino que se debe seguir
para ir a Alhucemas, no es más que uno: el de
la costa.
Las observaciones de los aviadores y las
numerosas investigaciones realizadas cerca
de los indígenas, acreditan que no hay otro
camino practicable por fuerzas europeas,
más que el indicado, que es, dicen los natu-
rales, el que ha seguido siempre el Majzen
para ir a Beni Urriaguel, y el que ellos siguen
normalmente.
Lo Beni Buyarí proponen que se tome en
Beni Mel-Iul una posición denominada Cudia
Baida o Tamrit Medlem (loma blanca) que está
al alcance de cañón del Azib y de Isen-Iasen, y
dicen que con ello quedaría asegurada su tran-
quilidad. Desde esa posición al Azib, calculan
hora y media de marcha. Desde Azilaf no hay
más de una hora de camino practicable dentro
de Beni Tuzin y aquél entra en Guezenaya,
pasa por Sidi Alí Bu Rokba a tres horas de dis-
tancia; desde aquí a Akebet el Kadl~ una hora;
al Bord, dos horas, sale de Guezenaya y se
bifurca, yendo el camino de la derecha a Beni
Amart y el de la izquierda a Mamisa.
Desde Cudia Baida a Ifemi, hay dos horas
de muy mal camino, practicable sólo para
infantes o para mulo o caballo muy bueno.
Desde Azilaf a Beni Urriaguel se pasa por
Tzelatz Mazait, una hora, Tizi Endrás, media
hora; poblado de Builma, y desde aquí a Beni
Urriaguel, dos horas; muy mal camino, sólo
para mulo o paso muy lento.
Los de Beni Buyarí para ir a Iyarmauas,
pasan por Tafersit, Tizi Aza y el llano de
Tensaman siguiendo después el curso del río.
Pero aunque así no fuera y existiera otro
camino interior practicable, creo que nuestra
línea de invasión debería ser siempre la de la
costa, por ser la más corta y la que con menos
esfuerzo nos permite disponer, por las bases
secundarias de Sidi-Dris y de Alhucemas, de los
recursos necesarios para movernos. Ella nos
lleva a darnos la mano con la parte de la cábila
que ofrece más probabilidades de servirnos leal-
mente; y efectuada la unión, queda cerrada la
costa para el resto de la cábila, que queda de
esa manera bloqueada y no puede reCibir ni
artículos de preciso consumo entre los indíge-
nas, ni contrabando de armas, ni pueden expor-
tar sus ricos productos. Se alcanzaría la unión
con nuestra Plaza de Alhucemas, y se obtendría
un resultado moral que repercutiría muy favo-
rablemente en el Rif y en España.
Este resultado nos permitiría, además, esti-
mular la tendencia amiga de España que se
manifiesta en Bocoya; y si la suerte nos favo-
rece como hasta ahora, podría ser en breve
plazo un hecho la ocupación de la costa hasta
el Peñón, nuevo e indiscutible triunfo de gran
trascendencia.
 Annual 1921. 80 Años del Desastre

3,
5-
3;
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ni

3S

Jr
ja
ni
lo

s,
'le Los generales Navarro y Silvestre en Afrau, rodeados de la práctica totalidad de los mandos superiores de Ja
Comandancia General de MeJilla.
,
>.

(a Dominada la costa hasta Alhucemas, podrí- Además, esa línea tendría un flanco
la amos elegir libremente las líneas de penetra- izquierdo apoyado en Beni Tuzín y el derecho
JS ción hacia el interior que más nos convinieran, en las alturas inmediatas a Bocoya (fracción de
~s sin alejarnos gran cosa de la Plaza que sería Izmorin) con la que sostenemos trato, de
JS nuestra base, yeso, unido a la intensa labor modo que no es tampoco demasiado extensa;
JS política que nuestra favorable situación nos y opina el que suscribe que con la mía de Beni
;Ia permitiría llevar a Cabo, facilitaría la ocupación Urriaguel, que habrá de crearse en cuanto lle-
~/­ completa de la cábila con esfuerzo mucho guemos al Nekor, y con el Grupo de Regulares
la menor del que exigiría nuestra acción militar de Alhucemas, en el que también hay que
;e desde Beni Tuzín a más de cien kilómetros de pensar para que esté organizado antes de que
ni Melilla. penetremos en la cábila ya citada, está más
e- Cierto que tendríamos así una línea que que asegurado ese flanco de nuestra línea de
)¡-- presentaría su flanco al enemigo, pero esto no Melilla a Alhucemas.
5n es una novedad para nosotros, pues siempre Eso no impide, naturalmente, que desde
-la nos ha ocurrido lo mismo, sin que haya suce- nuestras posiciones de Beni Tuzín podamos
0- dido nada de particular, teniendo en cuenta amenazar el interior de Beni Urriaguel haciendo
que no luchamos con un enemigo organizado, alguna demostración que tenga en respeto a
tí- y que éste, desde el año 7912, si bien sigue parte de la cábila, impidiendo que concentre
se defendiendo, con todo el tesón que sus recur- sus esfuerzos en la costa, y aún aprovechando
o- sos le permiten, la integridad de su territorio, alguna ocasión favorable que se pueda presen-
ve no toma la ofensiva sino para casos de agre- tar, para ocupar posiciones convenientes para
fa siones aisladas. Las harkas de Chaif, Tarfesit, nuestros avances.
m Tuarda, Azolaf, y ahora la de Beni Urriaguel, Por lo que a los tratos con Civera se refiere,
así lo demuestran . conocida es de VE. la situación: ese moro deci-
Juan To más Palma Moreno
dido, enérgico e influyente, antiguo pirata y hoy
acaudalado propietario, se ha hecho, por ley
natural, conservador y quiere que /legue España
a su terreno para disfrutar con tranquilidad de
los bienes que posee, mejor o peor adquiridos;
por eso, por su interés, podemos contar con su
cooperación leal y de e/la podemos esperar
buen resultado.
Ha estado recientemente en la Plaza, sien-
do recibido por VE. ante el que ha confirmado
sus deseos de trabajar en pro de España. Se le
dijo que era conveniente que en vez de contar
sólo con la fracción de Izimorin, fuese toda
Bocoya la que pidiese al Comandante Militar
de Alhucemas el desembarco de nuestras fuer-
zas en la costa; y ha quedado en dirigir sus
esfuerzos en ese sentido. No es fácil que lo
logre por completo, pero sí creemos que con-
seguiría formar un fuerte estado de opinión
favorable a nosotros, sobre todo el día, no
lejano, en que /leguemos al Nekor. Para que
auxilie sus trabajos én ese sentido se ha escri-
to al Comandante Militar del Peñón, por ser
esa la plaza vecina de Azgar y de Taguiditz,
que son las otras dos fracciones de Bocoya.
Tenemos, pues, fundamento para esperar
apoyo por parte de esa cábila.
En cuanto al avance hacia Ain Zorah parece
que se va acercando el momento propicio para
efectuarlo. El Capitán Alonso continúa su meri-
tísima labor; realiza frecuentes paseos por la
zona que se ha de recorrer y hace cinco días ha
estado en el Richa, trayendo noticias interesan-
tes en ese terreno.
Pero una cosa es hacer un recorrido rápido,
por sorpresa, y otra ocupar una posición que
exige tiempo para fortificarla; y como, ade-
más, el zoco el Sebt de Ain Amar no está lejos
de Azi/af, donde continúa la harka, aunque no
muy numerosa, será preciso ir a dicho punto
con una columna con los elementos necesa-
rios para cualquier contingencia, y que no
parece que se pueda acceder hasta que no se
haya /legado en Tensaman el límite de elastici-
dad de las fuerzas, que parece ha de ser cuan-
do esté ocupado Sidi-Dris, de una posición
r
intermedia entre ésta y la cabecera de la 13
mía de Policía.
Entonces, transportados al zoco de
Tzelatza los elementos indígenas acumulados
en Tensaman, será /legado el momento de
avanzar, si no a Ain Zorah, que quizá no con-
venga ahora por lo excéntrico y distante de la
Plaza, sí al Zoco citado de Sebt de Ain Amar, y
según las referencias que se tienen parece ser
una posición excelente, tanto desde el punto
de vista militar como político. -Meli/la, 16 de
febrero de 1921. -El Coronel de E. M., jefe.-
Gabriel Morales. »
ABARRAN
La situación política en el territorio conquista-
do aparentaba ser buena, a tenor del largo
periodo de tranquilidad que se mantenía tras
la ocupación de Sidi-Dris . Este lapso tranquilo
se dedicó a la consolidación del territorio
recién ocupado, mejorándose las vías de
comunicación, almacenando munición y mate-
rial en las nuevas posiciones establecidas y
acondicionándolas mejor. Tanto el General
Silvestre como el Alto Comisario, coincidían en
la conveniencia de detener el avance y crear
un frente defensivo apto para repeler posibles
agresiones y que sirviera de apoyo para el
futuro avance hacia Alhucemas, que, en prin-
cipio, se debería ejecutar el próximo invierno o
principios del año 1922 . Se estaba en espera
también de que el gobierno cumpliera sus pro-
mesas de atender todas las peticiones pen-
dientes, tanto de dinero, como de armamento
y material. Pero, bien por una causa u otra,
nunca terminaban de llegaban, y lo que llega-
ba lo hacía muy mermado .
A su regreso de un permiso en la Península,
a mediados de junio, el General Silvestre dedi-
có su tiempo a estudiar la próxima operación
de envergadura, que consistiría en cruzar el río
Amekrán y establecer posiciones en las inme-
diaciones del valle del río Nekor, para, desde
allí, iniciar el asalto final sobre los beniurria-
 Annual 1921. 80 Años del Desastre

gueles en una operación conjunta con un des-

embarco en la bahía de Alhucemas .
En una carta política al Alto Comisario,
fechada el 29 de mayo, le comunica que en
ese territorio la presencia de las cábilas inso-
metidas de Tensaman y Beni Urriaguel «...
acrecienta notablemente las dificultades de
una acción armada y dificulta en grado sumo
la política ... Hay que pensarlo mucho antes de
ejecutar un avance, y por eso he mandado al
Comandante Villar a Dar Buimeyán para que
sobre el terreno trate con los jefes de
Tensaman; y si logramos la seguridad de su
franco y decidido apoyo, operaré por aquella
zona; en caso contrario, lo pensaré, porque
tendríamos una serie de combates sangrien-
tos, muy distintos de los que hasta ahora
hemos sostenido en este territorio».
Silvestre envió al Comandante Vil lar, jefe
del sector de Policía del Kert, para que visitara
a los notables de las cábilas de la margen Comandante Jesús Villar, de la Policía Indígena.
izquierda del río Amekrán, a fin de sondearles Dirigió las fuerzas que ocuparon Abarrán y murió
sobre la disposición de estas cábilas a apoyar la asesinado durante su cautiverio en Axdir, tras ser
ocupación del monte Abarrán, con la inten- apresado en Monte Arruit.
ción de hacerlo así en caso afirmativo.
Villar le informó que los jefes de Tensaman empleo de tres fuertes columnas, pues de lo
estaban deseosos de tal ocupación, debido a contrario sería un fracaso, viéndose en peligro
que se sentían amenazados por los de Trugut los poblados de Tensaman, que ya se conside-
y Beni Urriaguel para que abandonaran su raban adictos a España.
pasividad y se unieran a la lucha contra los El día 29 de mayo, en un telegrama urgen-
españoles. te, el Comandante Villar solicitaba al General
El Comandante Villar, antes de partir hacia " ... autorización para realizar el miércoles día
el frente, se presentó en la Sección de 1 de junio, la operación concertada y efec-
Campaña de la Comandancia General, mani- tuarlo en la forma en principio convenida con
festando que acababa de entrevistarse con el la Sección de Campaña".
Comandante General, y éste habra decidido Como consecuencia de ello, el 31 se cursó
ocupar Abarrán. Por lo que pedía a esa sec- un telegrama al jefe de la circunscripción de
ción, instrucciones y los elementos necesarios Annual, dándole las órdenes para que "facilita-
para tal operación, considerada de policía . se al Comandante Villar los elementos que
En su recorrido por la margen izquierda del designe para llevar a efecto el cometido que se

, río Kert, uno de los jefes de Tensaman, el Fakir

Mohamed Ukarach, que vivía muy cerca de
:> Abarrán, le informó que en las proximidades
del monte había una gran harka de beniurria-
gueles, aproximadamente 3.000 hombres de a
pie y a caballo; por lo que le aconsejaba el
ha convenido". Sin expresar en el telegrama cuál
era ese cometido y con quién se había conveni-
do. Ese mismo día se envió otro telegrama para
conocimiento del Alto Comisario, indicándole
que la actuación sería de policía, a realizar por 3
mías de la Policía Indígena, reforzadas por tropas
¡l
Juan Tomás Palma Moreno
de Regulares y otros elementos peninsulares. El
Alto Comisario contestó al telegrama el día 2 de
junio, manifestando quedar enterado con satis-
facción de la ocupación referida.
El jefe de la circunscripción de Annual era,
accidentalmente, el Teniente Coronel Ros, del
Regimiento de Ceriñola, ya que el Coronel
Riquelme, jefe del regimiento, se encontraba
hospitalizado en Madrid. Al recibir el telegra-
ma con la orden del general, quedó perplejo,
pues no tenía ni idea de qué se trataba.
Esa misma tarde del 31, se presentó en
Annual el Comandante Villar, momento que
aprovechó el Teniente Coronel Ros para solici-
tarle alguna información. El Comandante, con
clara expresión de júbilo y entusiasmo, le comu-
nicó que la columna debería estar preparada
para salir a la una de la madrugada, para cruzar
el río Amekrán y ocupar el monte Abarrán .
Justificó la discreción de los preparativos en la
intención que había de efectuar la ocupación
por sorpresa, sin q~e al enemigo le diera tiem-
po de prepararse. Aseguró, además, contar con
la ayuda de una harka de Tensaman, que se les
uniría nada más pasar el río.
El Teniente Coronel Ros, dio las órdenes opor-
tunas para que todo lo que pedía el Comandante
estuviese preparado a la hora convenida. Pero
cuál fue su sorpresa, cuando, alrededor de las
once de la noche, el campo enemigo apareció
plagado de grandes hogueras, avisándose entre
ellos de la acción que se preparaba.
A la una de la madrugada salió de Annual
la fuerza. Era una columna de una envergadu-
ra impropia para que la mandara un
Comandante, pues estaba compuesta por 3
mías de Policía, en vanguardia; dos secciones
de Regulares; dos compañías de ametrallado-
ras de Ceriñola; dos compañías de Zapadores;
una batería completa de montaña; todo los
mulos de Ceriñola con munición, víveres, agua
y material de fortificación; ambulancia, y una
compañía de intendencia. En retaguardia, dos
compañías y una sección más de Regulares, y,
por último, un escuadrón de las mismas tro-
pas. Formaban un total de 1.461 hombres y
485 cabezas de ganado. Mucho bulto para
una sorpresa y mucha fuerza para un
Comandante.
El monte Abarrán, de 525 metros de altu-
ra, dista de Annual unos nueve kilómetros en
línea recta, pero el camino que siguieron, estu-
diado con anterioridad para evitar sorpresas y
no subir por penosas pendientes, fue de quin-
ce kilómetros. La ruta estuvo mal escogida,
pues hubo lugares en que hubieron de pasar
en fila india, alargándose la columna de forma
peligrosa para el caso de sufrir un ataque.
Tanto se extendió la fuerza, que la cabeza
llegó a las cinco y media, y la cola dos horas
más tarde, afortunadamente, no hubo un solo
disparo en toda la marcha.
El lugar elegido para establecer la posición
no fue muy acertado, pues carecía de agua, el
terreno estaba muy suelto y no abundaban las
piedras con las que levantar un buen parapeto.
Por si esto fuera poco, nada más llegar vieron
muy cerca a la harka enemiga que les observa-
ba, aunque sin hacer ningún ademán ofensivo.
Se empezaron a colocar los sacos terreros,
comprobando que estaban podridos y se des-
fondaban, por lo que sólo pudo erigirse un
parapeto y parte de otro. Lo fortificado de esta
guisa, tenía por su frente oeste, (el asignado a
la batería), dos o tres hileras de sacos hasta
una altura aproximada de las rodilleras de las
piezas, siendo más elevado en los frentes
norte y este, hasta 1,30, aproximadamente.
Ocupaba un recinto de 12 por 65 metros y
albergaba trece tiendas de campaña.
La posición estaba rodeada por alambra-
das, que se podían ver desde ella, dispuestas
en dos filas de estacas clavadas en terreno
blando, muy separadas entre sí en algunas
partes. Entre el parapeto y la alambrada pre-
dominaban grandes pendientes ocupadas por
bastante maleza, jara y monte bajo, que per-
mitían acercarse sin ser visto. El frente oeste,
donde estaba la artillería, tenía un espacio
muerto de unos mil quinientos metros, no
quedando terreno batido con espoleta a cero,
debido a la gran pendiente que existía.

A las nueve de la mañana llegó el General
Silvestre a Annual, acompañado de su Estado
Mayor. El General recibió la noticia de la ocu-
pación del monte Abarrán a través del helió-
grafo, informándole el Comandante Villar de
que la operación había sido un éxito y que
desde la posición veía a la harka enemiga que
ni se atrevía a hacer un disparo.
Fue tal la alegría del General, que manifes-
tó su intención de dirigirse a Abarrán para ver
la posición y felicitarles . Pero el Coronel
Morales, que, como se dijo anteriormente, era
reacio a esa ocupación, le convenció de lo
desaconsejable de tal viaje, pues desconocía el
camino y el recorrido era muy largo. Aquel
consejo salvó la vida de Silvestre, pues más
tarde se supo que los moros no habían ataca-
do durante la construcción, conociendo la cos-
tumbre del general de visitar las posiciones
una vez ocupadas.
A las 10:45 se terminó de fortificar y a las
11 se emprendió la marcha de regreso. Pero,
esta vez, sin utilizar la ruta en que se ascendió,
sino dirigiéndose directamente a Annual
pasando por Buimeyán. La columna volvió a
disgregarse, sin dar una idea de fuerza con-
juntada dispuesta para cualquier ataque.
En la posición quedó una batería de mon-
taña compuesta por cuatro piezas y 28 hom-
bres, 2 mías de Policía, 3 hombres para la esta-
ción del heliógrafo y la harka amiga que les
acompañó hasta la posición. Sin contar esta
harka, la guarnición la componían 250 hom-
bres, de los cuales 200 eran indígenas. La
munición disponible era de 40 cajas para el
fusil Máuser, más las dotaciones individuales;
cuatro cajas de cartuchos Remington para la
harka indígena; 360 proyectiles de artillería;
más el material sanitario, víveres yagua.
Alrededor de las doce del mediodía, y
cuando la columna llevaba una hora de mar-
cha, el General Silvestre, satisfecho de la ope-
ración, decidió regresar a Melilla, pidiendo al
Coronel Morales, jefe natural del Comandante
Villar, que propusiera a éste para recompensa
por el buen el éxito logrado. El Coronel
Annual 1921. 80 Años del Desastre
comentó que reconocía su equivocación, al
pensar que la operación no sería un éxito,
deseando equivocarse siempre en el mismo
sentido en lo sucesivo. Sin embargo, en su
interior, todavía no estaba convencido de que
todo hubiese concluido y presentía que lo peor
estaba por venir, como así fue.
Cuando la columna estaba aun atravesando
el río Amekrán, apenas a dos horas de marcha
de Abarrán, se escucharon disparos de cañón y
fusilería procedentes de la posición. Había ocu-
rrido lo que lo que Morales temía. La harka ene-
miga, viendo que Silvestre no venía y que la
columna ya estaba lo suficientemente alejada,
mientras que el recinto aún no estaba fortifica-
do del todo, comenzó el ataque. La harka
amiga de Tensaman , que se encontraba fuera
del recinto, intentó repeler el asalto, pero al ver
el feroz acoso de los beniurriagueles y sus alia-
dos de Tugrut, deciden unirse a ellos y disparar
contra la posición. La artillería no puede alcan-
zar a los grupos más próximos y casi la totalidad
de las mías de Policía, saltan las endebles defen-
sas para unirse a los atacantes. Pero ocurre algo
peor; algunos se quedan disparando a bocaja-
rro contra los españoles y contra los indígenas
fieles que se resisten a la traición.
El asedio duró cuatro horas escasas, duran-
te las que se consumieron todas, o casi todas,
las municiones de artillería . Desde Annual, los
miembros de la columna, que ya había regre-
sado, veían a través de los prismáticos la densa
columna de humo. Al cesar los disparos, se
hizo patente entre todos que la posición se
había perdido. Murieron, entre otros, los
Capitanes Huelva y Salafranca, el Alférez
Fernández y el Kaid Giola .
Es digno de destacar el Teniente de
Artillería Diego Flomesta Moya, que herido en
la cabeza y en un brazo, fue hecho prisionero.
Más tarde, intentaron obligarle a que les ense-
ñara a manejar las piezas apresadas, negándo-
se rotundamente. También se negó a que le
curasen las heridas y a comer, decidiendo
dejarse morir lentamente de hambre; fallecien-
do por inanición el 30 de junio. Por su com-
 Juan Tomás Palma Moreno
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1,
Teniente Flomesta, i;.qda, y capitán Salafranca, los dos Laureados de Abarrán.
~, \
portamiento le fue concedida la Cruz Laureada
I
de San Fernando, bautizando con su nombre
I al acuartelamiento del Regimiento de Artillería
en Melilla,
~
El día 12 de julio de 1921, el Teniente de
Artillería Ernesto Nougués Barrera, que moriría
en Annual, escribió esta carta:
«Ahora estamos en un periodo estaciona-
rio, pues los avances demasiado rápidos, sin
consolidar bien lo ocupado, han creado una
situación bastante difícil; en este campamento
(el más avanzado del territorio) es raro el día
que no tenemos que tirar, y como tenemos
delante una harka numerosa y hasta organiza-
da, no se puede dar un paso sin la seguridad
de quedar bien, pues otro desastre como el de
Abarrán sería horroroso. Hemos atravesado
por unos días tristísimos de enorme depresión
moral; se desconfiaba de las fuerzas indígenas,
se hablaba de una insurrección del territorio;
nos encontrábamos impotentes, faltos de ele-
mentas,., Sucedió lo que tenía que suceder:
que mientras la cosa iba bien nadie se preocu-
pó de deficiencias, pero cuando han venido los
palos se ha visto que estamos haciendo equili-
brios, yeso no puede ser. En fin, que hay
África para rato si Dios no lo remedia, .. El
Teniente de Artillería que estaba en la posición
que se comieron (se refiere al Teniente
Flomesta) ha muerto en el cautiverio hace
pocos días, El pobre ha debido pasar ratos
horribles; fue el único oficial que cogieron
vivo, y como era de Artillería, intentaron curar-
le las dos heridas que tenía y utilizarle después
para instruirles en el manejo de las piezas; él,
que vio el horroroso porvenir que se le presen-
taba, se negó a tomar alimentos y ha muerto
de hambre. Un verdadero héroe al que nadie
conoce y del que nadie hablará.»
La caída de Abarrán fue la chispa que pro-
vocó el incendio que iba a devorar todo el
territorio del Protectorado Español en su Zona
Oriental.
No se trata aquí de juzgar a nadie, pero
uno no puede resistirse a pensar que la ope-
ración estuvo mal planteada desde el inicio
y pecó de precipitación debido al afán de
protagonismo,

Si en un principio el Alto Mando
(Berenguer y Silvestre) había acordado detener
el avance y asentar el frente para consolidar
una buena línea defensiva, utilizando el vera-
no para dar descanso a la tropa y estudiar el
golpe final, o el penúltimo, que debía finalizar
la Campaña de Pacificación. ¿A qué viene ocu-
par una posición tan lejana y aislada del fren-
te, sin posibilidad de recibir apoyo?
Según se desprende de todo lo estudiado,
la única finalidad era la de evitar que los beniu-
rriagueles y tugruts hostigasen a los tensama-
nis, y como contrapartida atraerse la simpatía
de esa cábila que apoyaría el mantenimiento
de la posición, que en el próximo otoño sería
un enclave muy importante para la consolida-
ción de la conquista de Tensaman. Pero, aun-
que así fuera, al enemigo le sería sumamente
fácil cortar los suministros procedentes de
Annual, dado lo extenso y angosto del recorri-
do. Así pues, se tendría que haber empeñado
todo el frente en apbyar los convoyes de sumi-
nistro durante el caluroso verano africano .
Con lo cual no sería un verano de descanso y
1 refuerzo del frente, sino un verano de conti-
nuas operaciones militares para mantener la
posición de Abarrán .
Esas hubieran sido las pretendidas ventajas
de ocupar Abarrán. Pero, ¿acaso se pensó en
las consecuencias que acarrearía la pérdida del
monte? Seguro que no.
5 Era bien sabido que el rifeño era muy pro-
penso a revelar confidencias y, por lo tanto, el
enemigo estaba al tanto de casi todo. Quien
) mejor informado estaba era el Coronel Morales,
en razón de su cargo y en razón del gran presti-
gio de que gozaba entre los rifeños. A su oficina
llegaban directamente los confidentes indígenas
~I a informar sobre el enemigo. No se comprende
3 como Silvestre desoyó las recomendaciones de
Morales y, por el contrario, se reunió, escuchó y
) fraguó la operación con un subordinado de éste,
el Comandante Villar. Quien más tarde, cuando
J la masacre de Monte Arruit (que no estaba pre-
e sente) fue hecho prisionero y fusilado en Axdir
por orden de Abd-el-Krim.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
La caída de Abarrán sirvió a Abd-el-Krim para
mostrar en los zocos de la zona no sometida, los
cañones y el material apresado al enemigo,
demostrando a las gentes que los españoles no
eran invencibles y que, unidos, eran capaces de
derrotarles, obteniendo suculentos botines.
De los 3.000 hombres que reunía el cabe-
cilla rebelde el 1 de junio, pasó, al día
siguiente, a disponer de 11.000, con parte de
los cuales atacó el día 2 la posición de Sidi-
Dris. Aquí la guarnición se sostuvo brava-
mente bajo el mando del Comandante Julio
Benítez, quien se distinguiría heroicamente al
mes siguiente en la defensa de Igueriben.
Desde Annual no se pudo apoyar a Sidi-Dris
debido a la fuerte oposición enemiga, por lo
que los defensores debieron rechazar el asal-
to por sus propios medios . Aunque el ataque
no fue muy intenso, marcó el preludio de los
días por venir : imposibilidad de socorrer a
una posición atacada, capacidad de organiza-
ción de las fuerzas enemigas y aumento en la
potencia de fuego de éstas. Quedó también
de manifiesto que todo el territorio de la mar-
gen izquierda del río Amekrán estaba ya con
Abd-el-Krim, bien por propia voluntad, o bien
por la fuerza.
Parece que aquel aldabonazo despertó a
Silvestre de sus sueños sobre Alhucemas y fue
cuando comenzó a fortalecerse el frente de
forma más correcta y acertada. El día 3 se
ocupó la posición de Talillit, intermedia entre
Annual y Sidi-Dris, para poder apoyar a ésta
con más eficacia . Con el objeto de proteger los
convoyes o posibles retiradas, se reforzó el difí-
cil paso de la pista que une Ben-Tieb con
Annual, por Yebel-Uddia e Izumar, ocupando
las posiciones intermedias" A" Y "B" Y refor-
zando la de Izumar.
Al tener conocimiento el Alto Comisario
del fracaso de Abarrán, embarcó el día 4
hacia aguas de Sidi-Dris, para entrevistarse
con el General Silvestre y obtener noticias
directas de lo ocurrido.
Tras esa entrevista, el Alto Comisario, comu-
nicó el día 5 al Ministro de la Guerra que el
Juan Tomás Palma Moreno
Comandante General consideraba la situación
restablecida en el frente de Tensaman, pero que
esta cábila estaba en total defección; que la
situación era algo oscura en Beni-Tuzin y Tafersit;
que Beni-Ulixek parecía seguir afecta y Beni-Said
adicta, y que las comunicaciones con el frente
estaban aseguradas, sin que el golpe de Abarrán
pareciera haber repercutido en el interior, salvo
en Kelatcha.
Pero cosa curiosa, tan solo un día después, el
Alto Comisario comunicaba al Ministro de la
Guerra" ... que puede considerarse la situación casi
restablecida y que actualmente nada ofrece que
pueda ocasionar la menor alarma ni inquietud."
Releyendo los comunicados y el correo pos-
tal entre los dos máximos responsables direc-
tos del territorio, se puede observar claramen-
te la discrepancia que existe entre ambos
generales al valorar la situación.
Por un lado, Silvestre cree que la cosa no está
clara en el flanco izquierdo medio ocupado (Beni
Tuzin y Tafersit). Que el flanco derecho y reta-
guardia (Beni Said y Beni Ulixek) parecen asegu-
rados con las nuevas posiciones establecidas.
Considera el frente asentado, pero duda de la
actuación de los cabileños. Propone al Alto
Comisario, en telegrama del 4 de junio, la ocu-
pación del Zoco el Jemis de Tensaman y los
poblados de la margen izquierda del Amekrán,
Tizza y Zaida. Pretende así envolver Abarrán y el
Zoco el Tzelatza de Beni Buidir, con el objeto de
asegurar el avance hacia Alhucemas.
Por el contrario, el Alto Comisario que con-
sidera la situación ya restablecida, estima peli-
groso el plan del Comandante General y le
indica la conveniencia de efectuar un despla-
zamiento hacia el sur, hacia Midar y M'Talza, y
de consolidar las zonas norte y centro, abste-
niéndose de actuar en la margen izquierda del
río Amekrán.
IGUERIBEN
Entre el 1 y el 30 de junio comenzaron a agol-
parse las confidencias e informes en la Oficina
Central de Asuntos Indígenas . Avisaban sobre
un levantamiento unánime de la zona no ocu-
pada, de movimientos de fuerzas organizadas,
de propaganda antiespañola que llegaba hasta
la Policía Indígena, conminándoles a desertar
cuanto antes para no tener que enfrentarse a
la venganza de los rebeldes. También se recibió
por varios conductos la información de que
había una harka de 800 hombres frente a
Annual, con la orden de no disparar para no
atraer al enemigo. Dicha información mante-
nía que la harka estaba abastecida por alguna
organización o persona; que había franceses
como instructores; que se había establecido un
impuesto para financiar la compra de material
de guerra; que el contingente enemigo orga-
nizado (harka), rondaba ya los dieciocho mil
hombres, armados con fusiles Level franceses y
Máuser españoles, con abundancia de muni-
ciones; que ya tenían un cañón frente a Sedun
apuntando a Annual y que tenían preparado
un ataque al convoy diario de Annual a
Igueriben. Al parecer, toda esa información
parecía no importarle al Mando.
La ocupación de Igueriben tuvo lugar el día
7 de junio y en su transcurso solo hubo un
herido, recibiéndose algún tiroteo del enemi-
go, no muy intenso, durante las obras de for-
tificación.
La guarnición de Igueriben quedó com-
puesta por dos compañías del Regimiento
Ceriñola, con 294 hombres; una sección de
ametralladoras, con 16 componentes; una
batería de montaña, con 18 artilleros, que más
tarde fue sustituida por una ligera del
Regimiento Mixto de Artillería, con 31 efecti-
vos; un Cabo y dos soldados de Ingenieros
(telegrafistas) y un Cabo y nueve policías indí-
genas . Al mando de ella estaba el
Comandante Mingo, de Ceriñola, que poste-
riormente sería sustituido por el Comandante
Benítez, del mismo regimiento y que días atrás
había defendido bravamente la posición de
Sidi-Dris. En total, 354 hombres, a los que se
unirían un cantinero civil que subió a Igueriben
cinco días antes de su pérdida y que moriría

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Dibujo realizado por el teniente Luis Casado Escudero, único superviviente, en el que se puede apreciar
como estaba dispuesta'\]a posición de Igueriben.
empuñando un fusil, y los 31 de Intendencia
que llegaron con el último convoy que pudo
entrar.
Como se ha dicho, la posición era acepta-
ble para los fines previstos, pero tenía defec-
tos, como, por ejemplo , carecer de una vía de
acceso adecuada, pues el sendero que llega-
ba hasta ella era una senda para animales,
con abundantes barrancos y muy tortuosa.
Su falta de agua, pues la aguada más cerca-
na se encontraba a más de cuatro kilómetros,
por lo que dependía de Annual para su sumi-
nistro. Además, estaba dominada, en su
s parte noroeste, por una loma llamada Sidi-
Ibrahim o Loma de los Arboles, desde la que
se batía perfectamente la posición y permitía
obstaculizar el paso de los convoyes de apro-
visionamiento, lo que obligaba a ocuparla
s diariamente.
La fortificación era deficiente, compuesta
por sacos terreros y solo dos hileras de espi-
l nos en la alambrada que, además, estaba
3 situada muy cerca de los parapetos ya que
Annual 1921. 80 Años del Desastre
\\
casi toda la posición estaba rodeada de acu-
sadas pendientes .
A pesar del éxito obtenido en Abarrán,
Abd-el-Krim había dedicado el tiempo a reclu-
tar voluntarios para su harka y a organizar
ésta, antes de lanzarse a un hostigamiento
continuo del enemigo.
El 14 de junio desplazó un fuerte contin-
gente a la margen derecha del río Amekran
para acosar a Igueriben y Dar-Buimeyan, sien-
do repelidos con contundencia por el fuego
combinado de las dos posiciones.
En esos días, el Teniente médico Vázquez
Bernabeu, de la 12 a mía de Policía, se encontra-
ba destacado en Buimeyan y observó una gran
cantidad de rifeños que se desplazaban en direc-
ción al Amesauro en una hilera que se extendía
a lo largo de cuatro kilómetros . Un día después
informó que, al acompañar al servicio de descu-
bierta y protección de la aguada que se estable-
cía en la Loma de Arboles, pudo ver en unos
poblados al pie de la colina a aquel mismo con-
tingente, formando ordenadamente tres agru-
¡¡
Juan Tomás F alma Moreno
paciones con banderas y disparando al aire. Más
tarde se supo que se trataba de una concentra-
ción encabezada por Abd-el-Krim, en la que se
prestó juramento a la causa. Cierto es que el
Mando conocía esta reunión, pero también
sabía que quedaba la esperanza de que alcanza-
ran un acuerdo para disolverse y padar con
España, por lo que decidió no intervenir.
Como ya sabemos, la Loma de los Arboles
se encontraba a mitad de camino entre
Annual e Igueriben, un poco a la derecha.
Dada su proximidad a Buimeyan, se decidió
no ocuparla permanentemente, optando por
situar todas las mañanas un contingente de
policías procedente de aquélla para proteger
el convoy diario y retirarlo una vez llegado
éste.
El día 15 de junio, ante la presencia de una
gran masa enemiga cerca de esa altura, el jefe
de la circunscripción de Annual consultó al
General Navarro, que era el segundo jefe de la
Comandancia Ge~eral de Melilla, si en el con-
voy del día siguiente se ocupaba o no la Loma
de los Arboles, respondiendo éste que se pro-
cediese como todos los días.
En la madrugada del 16, la artillería abrió
fuego sobre los árboles a fin de despejar la
loma de posibles intrusos, sin embargo, el
general ordenó interrumpir el bombardeo, no
juzgando necesario el empleo de tales medios
en los servicios de descubierta.
Al amanecer, la totalidad de las fuerzas
indígenas existentes en Buimeyan se ponen en
marcha para ocupar el altozano, dando un
rodeo a fin de evitar al enemigo; apenas les
quedan doscientos metros para llegar a la
meta, cuando una mortífera descarga les sor-
prende . La Policía Indígena retrocede, pero son
reagrupados por sus oficiales que les llevan a
la carga por tres veces, pero a la cuarta se dis-
persan . Con esfuerzo se les puede concentrar
en una loma cercana, ya en retaguardia, antes
de iniciar el repliegue hacia Buimeyán, pues
han perdido toda efectividad combativa.
De Annual salen fuerzas de Regulares
acompañadas por una batería de montaña y,
con el apoyo artillero de la posición t-' . .ifJal,
consiguen evacuar a los defensores de
Buimeyan y replegarse todos sobre la cabece-
ra de la circunscripción a l'3s 16:00 horas. IJsto
a tiempo, pues el enemi9~ ya cubría para
entonces todo el frente, desde Igueriben a
Buimeyan y delante de Annual.
Desde ese día dejó de establecerse el servi-
cio diario en la Loma de los Arboles y al no
intentar el Ejército recuperarla, Abd-el-Krim
aprovechó la coyuntura para fortificarla con
trincheras y parapetos, lo que obligó a esta-
blecer la descubierta de protección a los con-
voyes en otra elevación más cercana, a unos
quinientos metros de la posición.
La pérdida de la Loma de los Arboles, sería
un factor decisivo en la posterior caída de
Igueriben, pues desde allí se obstaculizaban
los suministros y se podía batir prácticamente
toda la posición.
A partir del 27 de junio los rifeños cesaron
en su acoso a las posiciones, instalándose una
extraña calma en todo el frente.
Aprovechando esa tranquilidad se volvió a
ocupar Buimeyan, sin que el enemigo intenta-
se impedirlo.
Igueriben volvió a ser hostilizada en dife-
rentes días del mes de julio, siendo el ataque
del día 14 el más intenso . Sin duda, se trataba
de los inicios de la ofensiva enemiga, que se
desataría con toda su furia el 17 de julio con
un ataque general en la línea Buimeyan-
Annual-Igueriben.
Puede considerarse que a partir de esa
fecha Igueriben quedará cercado, pues ese día
llega el último convoy. Y logra entrar a base de
heroísmo, como el desplegado por los
Regulares de Caballería del Capitán Cebollino
van Lindeman, que le valdrá la Laureada, o el
derrochado por los artilleros del teniente
Nougués Barrera, que quedará sin reconoci-
miento por un tecnicismo.
Este último convoy apenas aporta nada,
pues las cubas de agua, su elemento más
importante, llegan medio vacías, agujereadas
por los disparos . El fuego enemigo impide el

Plano de las posiciones de Annual e Igueriben, donde puede seguirse la marcha del convoy de Cebollino.
regreso, por lo que sus componentes han de
quedarse allí, si bien la fuerza de protección ha
podido evacuar a los heridos de éste.
En la noche del 17 al 18 de julio, los rifeños
intentan varias veces apoderarse de Igueriben.
Se acercan tanto que llegan a utilizar bombas
de mano, pero son rechazados.
Los mulos del convoy que no pudo regre-
sar se han sacado del recinto, situándolos
entre el parapeto y la alambrada. A causa
del violento intercambio de disparos, nume-
rosas bestias son abatidas y con la llegada
del caluroso día empiezan a descomponerse,
inundando de un olor nauseabundo toda la
:; posición.
5 El 18 continúa el ataque, intensificándose
al anochecer. Los disparos de la artillería de
Annual 1921. 80 Años del Desastre
KILOMETRO
Annual se concentran en la entrada de la posi-
ción, pues el enemigo ha llegado hasta allí.
A las cuatro de la madrugada del día 19, el
Comandante Benítez pide auxilio urgente. En
Annual se disponen a socorrer a los valientes
defensores de Igueriben. Un convoy con sumi-
nistros, al mando del Teniente Coronel de
Regulares Núñez de Prado, emprende la mar-
cha. Inmediatamente cae bajo el certerísimo
fuego de miles de harqueños parapetados en
los roquedales, Núñez de Prado resulta herido
y sus hombres han de pegarse al suelo para no
morir, el convoy se ve obligado a regresar.
El capitán Rosal se ofrece con su compa-
ñía de Regulares a llevar tres cantimploras de
agua por hombre y relevar a los defensores
de los parapetos, para darles algo de des-
Juan Tomás Palma Moreno
Retrato del comandante Julio Benítez Benítez, jefe de
Igueriben. Ya hubo de resistir otro ataque de los rife-
ños a la posición de Sid¡ Dris, que mandaba, en la
noche del 1 al 2 de junio de 1921.
canso, pues llevan tres días ininterrumpidos
de continuo asedio . Pero no lo consiguen,
regresan a Anual con un gran número de
bajas.
La moral en el frente es muy baja, pues los
reveses son continuos y los soldados peninsu-
lares no están acostumbrados a ver rechaza-
das a las unidades indígenas de Regulares y
Policía, a las que tienen por invencibles.
Por su parte; los defensores de Igueriben
comienzan a beber sus propios orines y a cavar
agujeros en el suelo para introducirse en ellos.
Es la única forma de intentar obtener algo de
humedad de la árida tierra y protegerse así del
sofocante calor.
Al día siguiente, 20 de julio, llega a Annual
el General Navarro con refuerzos de Policía
Indígena. Al tomar contacto e informarse
directamente de la situación, comunica al
70
Comandante General en Melilla que la situa-
ción es bastante delicada, que no inicia un
nuevo intento ese día porque el espíritu de las
tropas no lo juzga el adecuado para compen-
sar la debilidad del número.
El Comandante General contesta a
Navarro ordenándole un nuevo intento, por
humanidad y por dignidad . A continuación
da cuenta de la situación al Alto Comisario
informándole de su salida hacia el frente con
las últimas fuerzas disponibles.
Efectivamente, el General Silvestre reúne
lo poco que queda en Melilla yen algunas de
las posiciones de retaguardia.
Nos podemos hacer una idea de la calidad
militar de esos refuerzos si indicamos que
recogió hasta los soldados albañiles que esta-
ban construyendo la capilla castrense de
Melilla, los oficinistas y los asistentes.
Prácticamente "rebañó" lo que quedaba.
El contingente más importante que pre-
tende añadir al frente es el Regimiento de
Caballería Alcántara número 14. Pero preve-
yendo la necesidad de un fuerte apoyo, ante
una posible retirada del frente hacía Dar
Drius, decide la mañana de 21 que éste regi-
miento retroceda hacia Ben-tieb, dando a la
vez la instrucciones claras para el día
siguiente.
El 21 por la mañana llega el General
Silvestre en coche a la posición de Ben-Tieb.
Allí le espera el Teniente Coronel Fernando
Primo de Rivera, jefe accidental de Alcántara,
con casi la totalidad del Regimiento, que se
ha trasladado desde Segangan. A mediodía y
acompañado de la Caballería, llega el general
a Annual, justo a tiempo para observar el
desarrollo de la operación de socorro a
Igueriben montada por Navarro.
Se había iniciado aquella mañana con la
acción de dos columnas de apoyo :
La primera, al mando del Coronel Gabriel
Morales, compuesta por todas las fuerzas dis-
ponibles de Policía y harkas, más cuatro com-
pañías peninsulares. Su misión: alcanzar la
Loma de los Arboles y expulsar de ella al ene-

migo, dando así protección al convoy por su
flanco derecho.
La segunda columna, al mando del Coronel
Manella, formada por la totalidad de los
Regulares y el resto de las fuerzas peninsulares,
con el objetivo de ocupar las alturas dominantes
del flanco izquierdo.
Tras una intensa preparación artillera, se ini-
cia el avance, pero ambas columnas fracasan en
su intento.
En Igueriben, desde donde lo han presencia-
do, están desesperados Se intercambian mensa-
jes a través del heliógrafo (cuando las nubes les
dejan transmitir). En uno de ellos, el
Comandante Benítez, al parecer, les insulta, lla-
mándoles cobardes. Con la linterna de señales
"Mangin", Benítez envía este mensaje a Annual:
" Parece mentira que dejéis morir a vuestros her-
manos, a un puñado de españoles que han sabi-
do sacrificarse delante de vosotros".
Al enterarse del contenido de la comunica-
ción, Silvestre se e'hrabieta y ordena la salida
inmediata de la Caballería en una carga suicida
que él va a encabezar. Sin embargo, su Estado
Mayor consigue tranquilizarle y hacerle desistir
de tan descabellado intento.
Silvestre le envía un mensaje para que aban-
donen la posición, que la cabeza del convoy se
encuentra cerca de ellos, y que se les unan.
Benítez le contesta "Los oficiales de Igueriben,
mueren; pero no se rinden"
En el último mensaje recibido en Annual se
lee: "Sólo quedan doce cargas de cañón, que
empezaremos a disparar para rechazar el asalto.
y Contadlos, y al duodécimo disparo, fuego sobre
II nosotros; pues moros y españoles estaremos
,1 revueltos en la posición."
3 Estos últimos sucesos ocurrieron de
forma rápida y se solaparon unos mensajes
3 con otros. A través del relato de algunos
supervivientes, el Sargento Hermenegildo
Dávila Murillo y el soldado Luis López, ambos
de Ceriñola, se han podido reconstruir los
últimos días de la defensa.
a El 17 de julio se agotó el agua, muy pron-
to los víveres, y, desde el 18, casi de municio-
Annual 1921. 80 Años del Desastre
nes. Para apagar la sed machacaban y chupa-
ban patatas. Guardaban para los heridos el
líquido de los botes de pimientos y tomates. Al
acabarse todo ello recurrieron al agua de colo-
nia, después a la tinta y, por fin, a los propios
orines mezclados con azúcar.
Para soportar el sofocante calor, cavaban
hoyos en la tierra y se metían desnudos en
ellos. Las bajas aumentaban sin cesar, y los
heridos yacían sin poder ser atendidos. Los
defensores caían agotados en el parapeto,
donde los oficiales, fusil en mano, hacían
fuego animados por su comandante.
Pero lo peor era comprobar la impotencia
del Ejército para socorrerles. Una y otra vez
se les prometía el envío de ayuda y, una y
otra vez cundía la desesperación al ver que la
ayuda no llegaba. El día 21 estuvieron obser-
vando los esfuerzos del convoy por alcanzar-
les, y como éste quedaba estancado muy
cerca de la posición.
Anticipando la retirada de las fuerzas dado
el vivísimo fuego enemigo, el Comandante
Benítez reúne a los oficiales y acuerdan man-
dar un voluntario para que les avise que van a
abandonar la posición y de su intención de
acogerse a ellos. Se ofrece el Cabo de la Policía
Indígena, pero, o bien muere en el intento, o
se une al enemigo.
La artillería de Annual intentando apoyar a los defen-
sores de Igueriben con su fuego.
 Juan Tomás Palma Moreno
r

Teniente Justo Sierra Sargento Armando Antón de Cisneros Teniente Ernesto Nougués barrera
Regimiento Ceriñola, 42 Regimiento Ceriñola, 42 Comandancia de Artillería

Tl'nicnle I Tenienle Manud

Bustamante y Vives Carvajal Villanueva Hopper Castro Muñoz
Regto. Artillería Cía. Ametralladoras Rgto. Ceriñola, 42 Rgto. Ceriñola, 42
Melilla,59

Capitán Federico de la Paz Orduña Alférez Enrique Ruiz Osuna, Intendencia Teniente Ovidio Rodriguez, Rgto. Ceriñola, 42
11

A las cuatro de la tarde observan como las
fuerzas comienzan a replegarse. Benítez grita
a sus soldados y les exhorta a que se conduz-
can correctamente y se defiendan como hasta
entonces lo habían estado haciendo. Se repar-
te la última munición que queda, 20 cartuchos
por hombre, se incendian las tiendas y se inuti-
liza el material.
Los organiza para la salida, y cuando la
efectúa la primera sección de vanguardia, cae
la mitad de ella casi en la puerta de la posición.
Los supervivientes no se repliegan, sino que,
dispersándose, inician la carrera pendiente
abajo para unirse al convoy. El resto de la
guarnición les imita mientras los oficiales, subi-
dos sobre los sacos terreros y fusil en mano,
disparan sobre los moros que intentan cortar-
les el paso.
La totalidad de los oficiales muere al asaltar
los rifeños el parapeto, excepto el Teniente
Luis Casado Escudero que, herido, es captura-
"
do junto con 22 sbldados. El Sargento Dávila
consigue alcanzar Annual junto con cuatro sol-
dados, manifestando su profundo agradeci-
miento a un sanitario desconocido sin cuya
ayuda no hubieran podido llegar.
Desde Annual pueden ver con los prismáti-
cos al Comandante Benítez y sus oficiales de
pie sobre los sacos terreros del parapeto, dis-
parando con los fusiles y sacrificándose para
que algunos de sus hombres logren escapar.
Los moros, mucho menos agotados que los
bravos defensores, corren cuesta abajo, dán-
doles caza y acabando con ellos, bien de un
disparo o bien acuchillándolos.
De los trescientos cincuenta hombres que,
aproximadamente, habran quedado en la posi-
ción, sólo escapan el Sargento Dávila y diez
soldados, pero la mayoría morirá al llegar a
Annual y atracarse de agua .
El Comandante Julio Benítez y Benítez y el
Capitán de Artillería Federico de la Paz
Orduña, obtendrán la Laureada por el heroís-
mo demostrado durante la defensa.
Los indígenas que han sobrevivido se unen
a los atacantes, bien por propia voluntad, o
AnImal 1921. 80 Años del Desastre
por temor a correr la misma suerte que los
españoles.
Ante tal desastre el enemigo se crece, vito-
rea su triunfo y la noticia corre como la pólvo-
ra por todo el territorio.
Las cabilas de la retaguardia colindantes
con el frente ven el inminente cambio de la
situación y saben que tienen que decidir
pronto, si se unen a los atacantes o protegen
a los españoles en franca derrota. Optan por
lo más seguro, esperar los acontecimientos y
si llegan los de Abd-el-Krim unirse a ellos,
siguiendo el refrán de arrimarse al sol que
más calienta.
ANNUAL
Era la cabecera de la circunscripción de van-
guardia y estaba compuesta por varios campa-
mentos muy próximos entre sí, situados en
unas lomas de poca altura y comunicados por
un camino. Estaba situada en un valle que se
extendía hasta la orilla del río El Kevir, afluen-
te del Amekran, distante unos 6 kilómetros del
campamento, aunque la aguada se realizaba
en un barranco situado a unos 400 metros al
oeste. Entre el río y Annual predominaba
Buimeyan, posición que se ocuparía más tarde
como avanzada de Annual para asegurar la
ribera derecha del río. La posición estaba rode-
ada por alturas considerables por sus flancos
norte, sur y este, lo que dificultaba su acceso
desde la retaguardia.
Al ocupar la zona en 1920 se estableció un
puesto de Policía junto al poblado indígena,
del que tomaría el nombre. Más tarde, el 1 de
febrero, la Comandancia General dispuso que
el Regimiento Ceriñola asentara allí la base de
su columna, convirtiéndola así en la cabecera
de su circunscripción, que llegaría a abarcar las
posIciones de Afrau, Sidi-Dris, Talilit,
Buimeyan, Izumar, Igueriben y las intermedias
«A» "B" y "C" .
Comunicaba con Ben-Tieb, su centro de
abastecimiento más próximo, a través de una
Juan Tomás Palma Moreno
, posición fuerte. Incluso el General Silvestre la
El general Navarro, el coronel Morales y Asmani (El
Gato) en Annual.
escabrosa pista q~e salvaba el accidentado
relieve de estrechos barrancos y penosas cues-
tas de hasta un 12 % de desnivel. Los suminis-
tros se transportaban desde Ben-Tieb hasta
Izumar en camiones pesados, debiendo trans-
bordar allí el material a otros más pequeños,
con no más de tonelada y media de carga .
Como únicamente se disponía de doce
camiones de cuatro toneladas y otros doce
de dos y media para todo el territorio de
MeJilla, de los cuales un 40-50% solían estar
averiados a causa de los pésimos caminos y
del constante esfuerzo al que se les sometía,
podemos deducir fácilmente las dificultades
de aprovisionamiento que plagaban aquella
Comandancia.
Según el Jefe del Servicio de Automóviles,
para hacer de forma aceptable el trabajo que
diariamente realizaban, hubiera sido necesa-
rio disponer de cinco veces más vehículos.
Para subsanar tal deficiencia se contrataban
caravanas de camellos, con .el consiguiente
gasto y retraso en los envíos.
Era bien sabido que Annual no reunía las
condiciones mínimas para convertirse en una
conceptuaba como un callejón sin salida. Esta
posición se estableció para que sirviera como
centro principal de abastecimiento en las futu-
ras operaciones de avance hacia Alhucemas, a
realizar en el siguiente otoño, tras las que que-
daría situada en la retaguardia.
Tras los sucesos de Abarrán y siguiendo las
recomendaciones del Alto Comisario en el
sentido de detener el avance y consolidar lo
ya ocupado, el General Silvestre ordenó al
Teniente Coronel del Regimiento África y al
Comandante de Ingenieros Emilio Alzugaray,
que reforzaran las defensas de Annual y lo
prepararan para albergar un gran contingen-
te de fuerzas.
Con el objeto de afianzar la línea, cubrir la
pista y apoyar la defensa del campamento,
ordenó la ocupación de Igueriben, el refuerzo
de lzumar y el establecimiento de Talilit y de
las intermedias «A» "B" Y "C".
La posición de Annual estaba delimitada
por tres colinas, en cuyo declive interior se
asentaban tres campamentos con capacidad
para alojar a cinco o seis mil hombres con
todos sus elementos.
El primero de ellos, el llamado campamen-
to general, estaba situado en el lugar del pri-
mitivo puesto de Policía, sobre una loma corta
y estrecha . Disponía de parapeto y alambradas
con tres filas de piquetes. En su parte más alta
se asentaba el reducto de la artillería.
En el segundo, situado sobre una loma a la
derecha del camino que atravesaba toda la posi-
ción en dirección a Buimeyán, se asentaban las
fuerzas de Regulares. Sin parapeto y con una
sola alambrada en algunos trozos del recinto.
El tercer campamento, ocupado por el
Regimiento África, estaba situado sobre otra
loma gemela a la anterior y a la izquierda del
referido camino. En la cima de esta altura
había un reducto que albergaba una batería y
una compañía de infantería. Carecía de para-
peto y estaba escasamente alambrado .
Las tres posiciones estaban unidas por lune-
tas que se vigilaban durante la noche. Junto al

Misa de Campaña en el Campamento de Annual
campamento de Regulares
~
se encontraba el
ganado, del que haljía más de mil cabezas.
Tras la pérdida de Igueriben, las fuerzas que
se encontraban en Annual eran:
Regimiento Ceriñola n° 42: cinco compañí-
as de fusiles y una de ametralladoras.
Regimiento África n° 68: cinco compañías
de fusiles y dos de ametralladoras.
Regimiento Mixto de Artillería: tres baterías
de montaña y una batería ligera.
Comandancia de Artillería: una sección de
montaña del Parque Móvil.
3 Comandancia de Ingenieros: dos compañí-
as de Ingenieros.
S Unidad de Intendencia : una compañía.
3 Unidad de Sanidad : tres secciones de mon-
taña.
~I Regulares Melilla n° 2: dos tabores de
a Infantería y dos escuadrones de Caballería .
~I Sumaban un total aproximado de 3.500
a hombres.
y El día 19 de julio se incorporaron las
1- siguientes:
Regimiento San Fernando n° 11 : cuatro
compañías de fusiles y una y media de ame-
tralladoras.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Regimiento Mixto de Artillería: una batería
de montaña .
Sanidad : una sección de ambulancias.
Intendencia : dos compañías de montaña y
una sección montada.
Un total aproximado de 1.000 hombres.
Dos días después llegaron :
Regulares n° 2: un tabor de Infantería y un
escuadrón de Caballería.
Policía Indígena: cuatro mías, más la harka
semimovilizada.
Aproximadamente 2.000 hombres.
El total de 6.500 hombres se repartía entre
4.000 europeos y 2.500 indígenas .
El resto de las posiciones que componían la
circunscripción estaban guarnecidas de la
siguiente manera: Buimeyán, 300 hombres;
Talilit, 200; Izumar, 260; Intermedia" A", 120;
Intermedia "B", 140, e Intermedia "C", 120.
Algo más de mil hombres.
Estos 7 .600 militares serían los que iniciarían
la retirada, 5.100 españoles y 2.500 indígenas.
Todas estas cifras son aproximadas, con
objeto de que el lector pueda tener una idea
del conjunto y son las que el autor considera
más cercanas a la realidad, después de hacer
r
Juan Tomás Palma Moreno
El Coronel Manella , jefe de la circunscripción de Annual junto a su tienda en la posición ,
un recuento minucioso de cada una de las
posiciones y redondJando los totales, por lo
que no tienen ningún valor histórico real. Más
adelante se verá que, ni antes, ni durante y ni
siquiera después de lo sucedido se pudo esta-
blecer la cantidad real . La Comandancia
General de Melilla no aportó datos fiables y
tampoco pudo obtenerlos el General Picasso
para su informe. Los motivos fueron varios,
I pero el más alarmante fue la sospecha de que
I algunos se habían estado lucrando de forma
ilícita.
Si las cifras del Ejército español son difíciles
de averiguar, mucho más lo son las de la harka
enemiga. Según diversos testimonios de la
época, frente a Annual habría en la tarde del
21 de julio unos 18.000 harqueños, aunque
muchos no disponían aun de fusil.
Del armamento que les equipaba poco se
puede averiguar. El dato más fidedigno que el
autor ha podido encontrar, es un informe de la
Oficina Central de Intervención y Tropas
Jalifianas fechado el 31 de octubre de 1926,
en el que se intentaba confeccionar una espe-
cie de «censo» de armas, a fin de proceder a
su requisa .
76
En este documento se contemplan los dife-
rentes tipos de armas, su procedencia y la can-
tidad estimada existente en aquella fecha. A
saber:
Fusil Remington (español): a los que se con-
servaban de campañas anteriores había que
sumar los adquiridos a través del contrabando
y los aportados por los desertores de las
meha/-/as del Sultán.
Fusil de repetición Leve/ (francés): procedía
del contrabando de la zona francesa y era
poco controlado por estas autoridades.
Oficiales franceses estuvieron involucrados en
esas actividades, algunos de los cuales fueron
juzgados y condenados. También los aporta-
ron los guerreros de las cábilas de la zona fran-
cesa que se unieron a Abd-el-Krim.
Fusil de repetición Máuser (español): era
la mejor arma, y, además de los españoles, se
podían encontrar ejemplares fabricados en
otros países europeos. El Raisuni regaló a
Abd-el-Krim 800 de ellos, procedentes del
suministro que se le había hecho en la zona
oriental para luchar con los españoles. Abd-
el-Malek también aportó cierta cantidad y,
unidos a los que se llevaron los desertores y
f Juan Tomás Palma Moreno
Amanece y comienza el tiroteo esporádico
de los sitiadores. Los jefes dan instrucciones a
sus oficiales que transmiten a sus tropas, sin
saber nadie la finalidad de dichas órdenes.
Los de la aguada salen como todo los días
agrupándose para formar la vanguardia y los
flancos. Los jefes son convocados de nuevo
ante el general y se les dice que van a resistir
en Anual hasta que lleguen los refuerzos. En
ese momento le comunica un mensajero que
el Alto Comisario está en la radio y quiere
comunicar con él. Al salir de la tienda donde
están reunidos, se topa con el capitán
Carrasco de la Policía Indígena y le informa
que se avecinan tres columnas de harkeños de
más de 2000 hombres cada una, en formación
de combate. Se vuelve a la tienda e indica al
Coronel Morales que organice la retirada hasta
Ben-tieb, donde se harán fuertes hasta la lle-
gada de los refuerzos .
Una vez en la estación de radio, comunica
a Berenguer que (en ese momento van a
emprender la retirada hasta Ben-tieb y que los
refuerzos no desembarquen en la costa, sino
en Melilla y desde allí partirán para el frente. A
continuación, a las 10.55, comun ica con
Melilla para pasarle el mismo mensaje. Se
supone que en ese momento da la orden a
Arias Paz de destruir la emisora de radio y
regrese a Melilla en su moto con sidecar. El
general regresa a la tienda donde continúan
los jefes reunidos, observando la inminente lle-
gada del enemigo .
Al general se le ve nervioso y bastante pre-
ocupado. A pesar de haber ordenado a los
jefes que tuviesen máxima discreción sobre lo
tratado en las reu niones, incluyendo a todos
los oficiales para que no cundiese la alarma, en
voz alta y sin preocuparle que les oigan los sol-
dados que estaban muy cerca, dice : "Retirada.
Retirada" .
Difícil resulta describir lo que acontece a
partir de ese momento, pero para aproximar-
nos lo más posible, primeramente se seguirán
los hechos de forma global, considerando
solamente al conjunto de la columna de Anual
en su retirada y posteriormente las vicisitudes
de algunos de los supervivientes.
Tras órdenes y contra órdenes a los oficia-
les de preparar la marcha o descargar para
prepararse en defensiva, ya hay cierto revuelo
en todo Anual. Al General Silvestre se le ve
abatido y triste. Tal vez piensa que sus minutos
están contados; bien por una bala del enemi-
go, por la de un soldado en desesperación, o
por la de su propio revólver.
Manda llamar a su hijo, el teniente
Silvestre, destinado en prácticas de Estado
mayor, y se despide de él mandándolo con su
vehículo a Melilla, le acompaña el Teniente
Coronel de Estado Mayor Tulio López.
Bien a instancias del general, o por iniciati-
va propia al ver el estado de su Comandante
General, el coronel Manella, jefe en ese
momento de la circunscripción, comienza a
dar órdenes concretas sobre la retirada y eva-
cuación de Anual.
Agrupa dos co lumnas, la primera para pro-
teger el camino viejo que va paralelo a la ca rre-
tera y protege su flanco izqu ierdo por la posi-
ción 11 C " . La compone de toda la Policía
Indígena apoyada por el Regimiento de San
Fernando. Por ese estrecho camino para
andantes y ganado del lugar, irán los mulos.
La segunda columna, protegerá la carrete-
ra recién terminada, por donde irá en primer
lugar la fuerza de vanguardia compuesta por
una compañía del África, una batería de
Montaña y la s cuatro compañías de
Ingenieros, todas al mando del comandante
de Ingenieros Emilio Alzugaray Goicochea . Le
seguirían los carros y mulos ambulancias con
los heridos, y el material pesado que se pueda
llevar. Cerrando el convoy por la cola, el
Regimiento de Ceriñola.
Para proteger el flanco derecho y más peli-
groso de la carretera, los Regulares tomarán
las lomas de la derecha, de la misma forma
que lo hacían a diario para proteger la aguada .
Como el primer campamento invadido
sería la loma de los Regulares, para frenar el
hostigamiento del enemigo, se ocupa ese
 Annual 1921. 80 Años del Desastre

es campamento en posición defensiva por dos ia posición de Annual, pero el flanco derecho
compañías del Ceriñola. del camino continúa ocupado por las fuerzas
a- Pasadas las once se inicia la marcha y nada de Regulares, que continúan fieles a su jefe,
ra l ' .ás salir comienzan a caer los soldados por los el Comandante Llamas. El enemigo, al ver
lo disparos clel enemigo, pues los contrafuertes que no puede ocupar ese flanco, decide dar
ve tomados por la Policía en el camino viejo han un rodeo, dirigiéndose por Igueriben hacia
os ~;i do ocupados por el enemigo. Una gran Izumar, con objeto de cazar allí a la columna
li- mayoría de la Policía Indígena hace defección, y cortar su huida. Pero el recorrido es largo y
o matan a sus oficiales españoles y disparan abrupto, por lo que cuando llegan a Izumar
sobre los del San Fernando, que van de apoyo. los huidos han pasado ya casi en su totalidad .
te Estos se ven obligados a retraerse y se unen al El pánico ha dado fuerzas a la despavorida
:Jo convoy principal de la carretera, junto con el ma sa para subir las angostas pendientes y lle-
su convoy de mulos que debía de ir por el cami- gar a Izumar antes que los moros del flanco
te no viejo, ya imposibilitado. Arrollan a la colum- derecho.
na principal que está saliendo por la carretera, Mientras, los Regulares dan por cumplida
ti- formándose una amalgama de hombres, su misión al comprobar la salida de los últimos
lte mulos y material. grupos y ver como arden los campamentos.
se La columna no se detiene y emprende una Emprenden la retirada ordenadamente, por
a alocada carrera que lleva consigo el agolpa- escalones. Para no mezclarse con la riada
'a- miento en la salida, formándose un tapón humana que todo lo arrastra, caminan monte
donde se mezclan todos pisándose unos a a través, próximos a la carretera . Son la única
'0- otros. ~ protección de los desgraciados que huyen,
'e- A este descalabro, se le añade que el cam- pero deben dedicar todas sus energías a pro-
·si- pamento de los Regulares, defendido por las tegerse a sí mismos.
: ía dos compañías del Ceriñola, ya ha sido des- La columna, en su calvario hacia Izumar, es
an bordado por el enemigo . Los que aún esperan tiroteada a placer por el enemigo desde los
1ra para entrar en la carretera ven lo que se les flancos, dejando un reguero de muertos y heri-
viene encima, empujan y arrollan a los que van dos que se arrastran sobre el armamento y el
te- delante, buscando la única salida de salvación. material abandonado.
1er El griterio, la lluvia de balas que les caen Los que se van quedando en el camino,
lar por todas partes, los empujones y la humare- bien heridos o agotados sin poder dar un paso
de da de polvo que se levante, hace que los ofi- más, sienten un extraño relax al ver alejarse la
de ciales pierdan el contacto directo con sus uni- polvareda que envuelve a la columna . Mengua
lte dades entremezcladas. el ruido y el aterrador griterío, pero los gemi-
Le Ante tal caos y de tan gran magnitud, dos que oyen a sus espaldas, se van transfor-
on cunde el PÁNICO COLECTIVO. mando en escalofriantes gritos de compasión
·da Los mulos son liberados de sus cargas para y agonía . Los provocan las mujeres y viejos de
el huir sobre ellos. Los carros se rompen o son los poblados cercanos, que robándoles las
desenganchados para el mismo f in. Los heri- ropas y todo cuanto tienen, les van rematando
eli- dos son abandonados. Una minoría contesta a cuchillo.
-án con su fusil el fuego enemigo mientras conti- En la Intermedia "C", que se encuentra
ma nua avanzando o corriendo . Algunos oficiales situada sobre una loma fácil de defender y
:la. quieren poner orden con pistola en mano, domina gran parte del camino a la izquierda
ido pero no lo consiguen . de la dirección de retirada, ven el tropel de
. el Los moros dominan ya todo el flanco gente que huye y, como están siendo tirotea-
2se izquierdo de la carretera y casi la totalidad de dos desde el día anterior, su jefe, el Capitán
Juan Tomás Palma Moreno
Vallés, opta por prenderle fuego y unirse a la
columna sin ánimos de protegerla .
Al llegar a Izumar, lugar donde se estrecha
la carretera en un angosto paso, los que van
en cabeza ven que la posición ya ha sido aban-
donada y comienzan a recibir desde allí el
fuego enemigo. Deciden continuar, y como el
paso es estrecho, vuelven a agolparse, cayen-
do muchos por el barranco al ser desbordados,
también caen mulos con sus cargas y el tiroteo
aumenta . Las bajas son tremendas.
En las proximidades, la avalancha humana
arrolla y dispersa una caravana de 400 came-
llos que unas horas antes había salido de Ben-
Tieb en dirección a Annual, transportando
víveres y municiones. A Ben-Tieb tan solo
regresarán 60 camellos con su carga.
La "caza" va perdiendo intensidad a
medida que los huidos se acercan a la
Intermedia «A» . Los escuadrones de
Alcántara protegen los flancos con eficacia y
desde la posición I~s apoyan perfectamente,
lo que permite que la retirada prosiga con
algo más de tranquilidad .
Lo que queda de la columna de Anual, des-
echa, fraccionada y más tranquilizada, conti-
nua hacia Ben-Tieb sin hostigamiento enemi-
go, gracias al Regimiento de Alcántara que
protege sus flancos . Pero continúan los grupos
rezagados de la columna, que pasando Izumar
muy agotados, son asaltados por los propios
desertores de la Policfa Indígena y los lugare-
ños, incluidas las mujeres, que separan del
camino mulos, armamento y todo cuanto
pillan, sin que los soldados puedan hacer nada
para evitarlo.
El enemigo también está agotado de corre-
tear por los montes dando caza a los españo-
les, tiene sed y el sol del mediodía de julio le
hace mella . El hombro lo tiene amoratado a
causa del retroceso del fusil. Ha disparado
tanto y tan rápido, que si una gota de sudor
cae sobre el cañón del arma, se evapora ins-
tantáneamente. Además, no se le oculta que
otros se estarán aprovechando del inmenso
botín que ha quedado atrás. Por otra parte, al
r
rebasar la posición u A" el terreno se nivela y
los de Alcántara están enteros. Así que decide
retirarse para recoger lo que los españoles han
abandonado y festejar la victoria.
Las instrucciones dadas por el General
Silvestre ordenando detenerse en Izumar y
Ben-Tieb, para allí hacerse fuertes, no se cum-
plen. El contingente continúa su marcha hacia
Dar-Drius, alejándose lo más que puede de tan
horrendo lugar de muerte.
Es posible establecer con ciel1a exactitud,
que la hora en que se in ició la reti rada de Annual
f ue pasadas las once de la mañana, pero deter-
minar la hora de llegada a Ben-Tieb es mucho
más difícil. La columna no llegó compacta, ya
que primero llegaron algunos coches rápidos,
siguieron hombres montados en caballerías,
después un tropel a pie con los más fuertes y,
por último, un goteo de grupos aislados.
Los primeros en llegar a Ben-Tieb lo hicie-
ron, aproximadamente, a la una de la tarde y
los últimos grupos sobre las tres, por lo que la
trágica marcha duró unas cuatro horas . En ese
tiempo morirían en el camino unos 2.500
españoles. Debemos sumar a ellos los que
cayeron en la defensa o retirada de las posi-
ciones de la circunscripción: Talilit, Buimeyan,
Intermedias "B" Y "C", Izumar, Yebel Udia,
Mehayast, Axdir Asus, Tuguntz, Yemaa de
Nador, Halaun, y Morabo de Sidi-Dris; otras
1.500 bajas.
La posición de Ben-Tieb, situada en un
saliente de la llanura de Sepsa junto a la carre-
tera de Annual, albergaba un depósito de
municiones y otro de intendencia de los que se
abastecfan las posiciones de Annual.
Estaba custodiada por dos secciones de
San Fernando, el 5° escuadrón de Alcántara,
una compañía de Ingenieros, un destacamen-
to de Artillería, dos compañías de Intendencia
de montaña y el personal, también de
Intendencia, que mantenía los depósitos. El
día 14 de julio se instaló un hospital de eva-
cuación, al mando del Teniente médico Felipe
Peña Martínez. Un valioso testigo de los suce-
sos, pues llegó hasta Mote Arruit y presenció

Ismael Rios, que recibió veintiocho heridas y a quien los moros dieron por muerto,; Ramón rey, Manuel
Rodriguez y Francisco Martinez, oficiales que fueron heridos en Annua!.
su rendición, consiguiendo alcanzar Melilla,
tras el pago de un re~cate, el 14 de agosto.
El Teniente Peña, relata que, la mañana del
22, sobre las diez, " ... vieron pasar por la
carretera, corriendo y sin jinetes, hacia elllano,
tres mulos y un caballo; luego, nubes de polvo
que anunciaban el paso de una fuerza, la cual
llegó en tropel, revueltas las unidades en un
desorden absoluto, corriendo cada cual lo que
podía, con arreglo a su estado de agotamien-
to, y sin mando alguno visible. El Capitán de
Infantería Lobo, jefe de la posición, asistido
por el declarante, el Teniente Camps, de
Infantería; Toro, Querejeta, Capitán de
Infantería, y no recuerda si algunos otros,
salieron a la carretera con el propósito de
hacer entrega en la posición de los elementos
útiles que pasaran y dejar a los otros que
siguieran el camino de Drius con la impedi-
menta; de esta recogida se evadían cuantos lo
pudieron hacer, y a viva fuerza era necesario
obligar a otros, por estar todos obsesionados
por el pánico.
Hacia mediodía pasó, en buen orden, la
Caballería de Alcántara, con el Teniente
Coronel Primo de Rivera, pero permaneciendo
Annual 1921. 80 Años del Desastre
en Ben- Tieb el escuadrón de guarnición en la
posición. No vio pasar fuerza organizada de
Artillería, pero sí cargas sueltas y aún indivi-
duos montados en mulos en pelo, así como
algunos camiones y alguna ambulancia con
heridos, sin mando ostensible. Los jefes que
entre estas fuerzas pasaban, desatendiendo
indicaciones del Capitán de la posición, rehu-
saban quedarse en ella, alegando que carecían
de órdenes para esto.
Así siguieron las cosas hasta la tarde, en
que disminuyó el paso de rezagados, habién-
dose incorporado a la posición los oficiales de
la compañía de Ingenieros destacada allí, con
los pocos soldados que lograron salvar.
Detuviéronse en la posición durante algún
tiempo el Teniente Coronel Marina, de
Ceriñola; el Capitán ayudante del Regimiento,
algún otro oficial que no recuerda y bastantes
soldados de su Cuerpo, quizá un centenar, que
parecían más tranquilos que los demás; pero
aunque cree que el Capitán Lobo les requirió
para que se quedasen, ayudando a la defensa
de la posición, es lo cierto que determinaron
continuar su marcha, y tras ellos se fueron la
mayor parte de los fugitivos que en la carrete-
.Ttlan Tomás Palma Moreno
n habían sido recogidos, quedando sólo en la
posición 30 o 40 hombres de San Fernando en
dos secciones. el escuadrón de Caballería, los
pocos soldados de Ingenieros y algunos otros
sueltos. La otra sección de San Fernando, que
estaba en el Moraba con el Teniente Nieves, es
de suponer que sucumbió, teniendo noticias
de que ocurrió lo propio en otras posiciones,
entre ellas Yebel-Uddia, Mehayast, lsmaa de
Nadar, Dar Mizián, donde desertó la mía ínte-
gramente, y la posición "B", que se replegó a
Yebel-Uddia.
La oficialidad que se hallaba en Ben-Tieb,
teniendo en cuenta las circunstancias, pensó
hacerse fuerte en la casa de la posición, lle-
vando a ella las cajas de municiones y las tro-
pas, atendido a que no eran éstas suficientes
para intentar la defensa de la totalidad de la
posición.
Pero el Capitán Lobo, enterado de que las
posiciones cercanas se hallaban en poder del
enemigo, y no lograrldo que de Drius le dieran
órdenes concretas, aunque estaba con este
punto en comunicación telefónica, decidió
evacuar a Ben- Tieb.
No sabe el testigo de un modo cierto si la
evacuación fue decidida por el mismo Capitán
u ordenada por el Mando, pues le dijeron que
el Capitán pidió repetidamente órdenes con-
cretas a Drius; y en vista de que no se le
daban, dijo que en caso de no recibir órdenes
en cinco minutos, como su situación era tan
comprometida, tomaría el silencio por orden
de evacuar. Hízose esta operación muy orde-
nadamente .. . "
Hasta aquí el relato de lo sucedido de
forma global, pasemos ahora a contar las vici-
situdes de algunos de los que pudieron con-
tarlo, según declararon ante el General Picasso
en Melilla.
Capitán de Estado Mayor Emilio Sabaté
Sotorra. Llevaba en Melilla desde el 5 de sep-
tiembre de 1919. Desde Melilla se incorpora a
Annual el 19 de julio, para cumplir el turno
quincenal de Capitán de Estado Mayor en
aquella circunscripción .
84
El 22 por la mañana se encontraba en su
peculiar servicio, que consistía en atender las
señales que por el heliógrafo se hacían. Por
ello, al no encontrarse cerca de los jefes, no
podía enterarse de casi nada . Cuando se acer-
có esa mañana al General Silvestre para darle
novedades, éste le informó que acababa de
decirle por radio al Alto Comisario que eva-
cuaba Annual, y le ordenó que avisase por
heliógrafo a Buimeyan para que inutilizara el
material y se replegara sobre Annual. También
que comunicara a Talilit que se replegase sobre
Sidi-Dris o Afrau, según les conviniera. Le indi-
có que saldrían hacia Izumar y Ben-Tieb,
donde se harían fuertes . Primero saldrían los
heridos en artolas, también lo harían en primer
término las cargas de Intendencia, con las
municiones que hubieran quedado en los
depósitos. Asimismo, le dijo que ya había dado
las órdenes para la organización de la defensa
de las dos columnas que saldrían.
A continuación de la impedimenta dispuso
el General la salida de la artillería . La que no se
pudiera llevar debía inutilizarse para que no
cayese en manos del enemigo . En retaguardia
debería quedar, únicamente, la fusilería.
Comienza la salida de 105 heridos, pero
105 mulos que 105 transportan echan a correr
y se mezclan con 105 animales que transpor-
tan la artillería ligera, que también salen
espantados hacia la carretera . Sabaté avisa al
Coronel Manella de lo que ocurre, y con su
caballo marcha al cruce de los tres campa-
mentos, donde se está produciendo tal des-
barajuste. Se le une el veterinario Uriarte y un
Sargento de Sanidad que, pistola en mano,
intentan contener a los fugitivos, detenién-
doles y agregándolos a las unidades que
pasan organizadas.
El Capitán de Artillería Galbis (parece ser
que lo confunde con Ruano) pasa veloz en
demanda de su batería que se le había ade-
lantado . En ese momento, ve con asombro
que los flancos defendidos se van abandonan-
do. Mira hacia atrás y ve cómo el enemigo está
prácticamente en la posición, y como ya han

salido todos de ella, se une a la cola de la
columna buscando el Cuartel General, pero le
dan informaciones contradictorias.
Continuando con su relato, el declarante,
textualmente dice:
«Al llegar a Izumar con unos rezagados
que había recogido, encontró la posIción
abandonada y ardiendo el depósito de las
municiones, por lo que continuó la marcha
para incorporarse a la columna. Pero antes de
llegar a Izumar; encontró al Coronel Morales,
que venía a caballo con el médico D'Harcourt
y un intérprete de la Policía; reunidos, conti-
nuaron en dirección a la columna, que se les
había adelantado bastante, y en esta marcha
tuvieron que irse defendiendo de los poblados
sublevados que tenían que cruzar; al salir de
Izumar; el enemigo se les echó encima, tenien-
do que a abrirse paso.
En vista de la situación, les recomendó el
Coronel que recogieran los cartuchos que vie-
ran en el suelo, pues'lhabrían de hacerles falta.
En este punto, el Coronel y los oficiales se jura-
mentaron para rematarse unos a otros si caían
heridos. El Coronel fue herido a unos dos o
tres kilómetros de Izumar; y les exigió que lo
rematasen; pero lejos de hacerlo así, se que-
daron protegiéndole contra el fuego que por
todas partes les hacían, hasta que dijo el médi-
co que estaba muerto.
Después de esto salieron del camino, para
continuar la marcha a media ladera, para faci-
litar su defensa. En una grieta del terreno
había escondidos bastantes moros, que les
aguardaban emboscados para cuando pasa-
sen por el camino, y mientras allí, sorprendidos
por el cambio de dirección de los que se reti-
raban, fueron duramente castigados por éstos;
otros moros, desde fuera, les hirieron a casi
todos.
Acabadas las municiones, vieron un grupo
de gente en la posición del Moraba, y creyeron
fuesen los escuadrones de Alcántara, que el
General había dispuesto que se situaran para
flanquear la marcha de la columna; pero se
encontraron que eran moros, en tirar a los
Ammal 1921. 80 Años del Desastre
cuales agotaron las municiones. En esta situa·
ción, quedaron a merced del enemigo en pi
poblado de Ubddia, pero les dejaron continud,"
su marcha, y ayudándose unos a otros, llega -
ron a Ben-Tieb, que tambIén estaba evacuada,
y la fuerza en dirección a Drius; pero Uf)
Capitán, que estaba quemando la posición,
facilitó al declarante un caballo con el qw
llegó a estar cerca de Drius, donde un coche
ligero lo recogió, y después de curado allí fue
evacuado a la plaza.»
Capitán de Artillería Luis Ruano Peña, man ·
daba la 3a Batería de Montaña del Regimiento
Mixto de Artillería desde 1919. Llegó a Annual
el 3 de junio, participando en todos los hechos
desde la toma de Talilit hasta la evacuación de
Annual.
En los últimos días mandaba a la vez la 2"
Batería Ligera, por ausencia del Capitán Baudín
y, además, tenía un oficial enfermo. Se turnaba
en el mando en fuego de las dos baterías con el
único oficial que quedaba de la 2a, pues nu
cesaban de disparar ni de día ni de noche.
La noche del 21, su jefe, el Comandanie
Écija, asistió a la reunión que mantuvo el
General y no le comunicó ninguna orden hasta
el día siguiente, en que le previno de que estu·
viese preparado para salir. Después le dijo,que
se iba a efectuar la aguada y que se suspendía
la salida. Más tarde, le dijo que estuvieran pre-
parados para salir una hora más tarde. --
¿ Cómo estarían los ánimos de los cansados
artilleros, al embastar y desembastar los
mulos, ya la vez alimentar las piezas que con-
tinuaban disparando?-.
El Comandante Écija le ordenó que gastara
toda la munición disponible con la batería lige-
ra. Cuando se encontraba el Capitán en este
empeño, se le presentó un oficial y le advirtió
de que se había ordenado salir apresurada-
mente a su baterfa, la 3a de Montaña. Ordenó
que inutilizasen la batería ligera y fue al
encuentro de su unidad, pero cuando llegó ya
habían salido tres piezas y se vio obligado,
junto con su Teniente, a cargar la cuarta.
Marchó precipitadamente al encuentro del
 Juan Tomás Palma Moreno
resto de su mando y, nada más salir, encontra-
ron una cureña en el suelo que, ante la falta de
ganado para transportarla, tuvieron que inuti-
lizar y dejar abandonada.
Marchaba, aproximadamente, en el último
tercio de la columna y no conseguía alcanzar
al resto de su batería, debido al tropel de
gente que tenía delante.
El Capitán Ruano, en su declaración, dice
textualmente:
«Antes de subir a la posición de Izumar era
extraordinario el desorden de la marcha, pues
estaban confundidas las unidades, atropellán-
dose unos elementos a otros entre nubes de
polvo, lo que provocaba la caída de algunas
acémilas por los barrancos y el que por ese
motivo quedasen abandonados diversos efec-
tos. En Izumar se reunió algo de su batería, y
con ella continuó la marcha, habiendo visto allí
al Comandante Écija. En el camino de Izumar a
Ben-Tieb vio que un mulo no podía con la
pieza, por lo que quitq el cierre a ésta en pre-
• visión de que se perdiera, como en efecto ocu-
rrió después; tiene entendido que por la
misma razón uno de los oficiales quitó ele-
1 mentos de cierre a otra pieza.
J Hicieron otro alto breve en Ben-Tieb, tam-
bién con objeto de reunirse con las fuerzas
que se le habían rezagado de nuevo en el
1 camino, continuando hacia Drius. El enemigo
les hostilizó duramente en la retirada desde la
I salida de Annual hasta llegar a Izumar; con
menos intensidad entre esta posición y Ben-
Tieb, y cesó en su agresión de este punto a
I Drius. No vio el testigo que se adoptara ningu-
na disposición militar para proteger esta mar-
cha, aunque cree, sin seguridad, que la batería
de montaña de Izumar hizo fuego al comenzar
el repliegue de la columna. Tampoco vio que
las fuerzas indígenas hicieran flanqueos, desde
los cuales tiraran contra la columna, ni que se
formaran improvisadas guerrillas con aquel
objeto.
Al pasar revista en Drius encontró que le
quedaba una pieza completa, elementos de
otra y nueve cargas de municiones. Aunque
creyeron que iban a quedarse en Dar Drius, se
les dio la orden de dejar allí la quinta batería
de montaña procedente de Izumar; que estaba
más completa, y también todo el material de
las otras, continuando con el personal y el
ganado hacia Batel para ir a la plaza.
Salieron a las siete de la tarde, llegando a
Batel sin novedad a eso de las once y pernoc-
tando allí. Con las baterías venían sólo los ofi-
ciales, porque el Comandante Marquerie, que
había sustituido a Écija en Drius, quedó allí. De
Batel marcharon al día siguiente, primero a
Tistutin y luego a Arruit; no sabe el testigo de
quien emanaron las órdenes para ello, aunque
cree pudieron ser del Coronel Jiménez Arroyo,
a quien vio en Tistutin y cree marchó a Batel,
encontrándolo luego en Arruit, a donde llega-
ron hacia las cuatro de la tarde. Este jefe les
mandó allí primeramente que se quedaran
todos con el ganado que llevaban; pero
habiéndole hecho observar el estorbo que
constituía el ganado y su alimentación, el no
disponer sino de limitado número de carabi-
nas, escasez de municiones y el consumo inne-
cesario de víveres que la gente inerme exigiría
en el caso de tener que hacerse la defensa de
dicha posición, atendiendo a las cuales indica-
ciones resolvió quedarse solamente 100 artille-
ros armados, recogiendo toda las municiones
con un Capitán y los oficiales, como así se
efectuó, continuando la marcha a pie hacia la
plaza la restante fuerza y el ganado, dispo-
niendo sólo para su defensa en caso preciso de
otras quince cabinas, aproximadamente, y
algunos cargadores.»
Capitán de Caballería Ricardo Chicote Arcos,
de Alcántara, que el 28 de octubre de ese año y
hospitalizado en Madrid, declaraba que el día 22
de julio se encontraba en la posición de Ben-Tieb
para proteger los convoyes y escoltas a la posi-
ción de Annual y las intermedias.
Esa mañana del 22 se presenta el jefe acci-
dental del regimiento, Teniente Coronel Primo
de Rivera, con cinco escuadrones y le ordena
que se una a la columna, marchando todos
hacia Annual.

;e Al llegar al puente de madera y dar órdenes
fa de despliegue para proteger la carretera, ven
la una enorme nube de polvo y escuchan dispa-
fe ros y griterío . Son los de Annual retirándose en
el completo desorden . El Teniente Coronel reúne
a todos los oficiales y, pistola en mano, les
a arenga diciéndoles que ha llegado el momen-
c- to de sacrificarse por la Patria y contener tan
fi- incomprensible retirada. Cueste lo que cueste.
le Algo consiguen, pero ante la gran dificul-
)e tad de organizar aquel inmenso caos, optan
a por protegerlos y acompañarlos hasta Dar-
je Drius.
le Comandante de Infantería Manuel Llamas
o, Martfn, del Grupo de Fuerzas Regulares
?I, Indígenas Melilla n° 2, que el día 20 de julio
a- había salido de Nadar hacia Annual, llegando
es el 21 a las diez de la mañana.
m A las siete de la mañana del día 22, le llama
ro el Comandante General y, junto con el coman-
le dante de las fuerzas del Regimiento África,
>;
10 que acampaban muy cerca, se presenta al
Ji- General que les expone crudamente lo crítico
e- de la situación : "".que se vería obligado a
-ía abandonar el campamento, porque de conti-
je nuar en él sería un Igueriben en grande, por lo
B- que había llamado al Alto Comisario, para
'e- darle cuenta de la situación en que se encon-
es traban las fuerzas y del numeroso enemigo
se que rodeaba e iba cerrando el cerco a la posi-
la ción; pero como la retirada iba a hacerse hacia
a- Ben-Tieb, y en la posición "A" se encontrarían
je los escuadrones de Alcántara y dos mías de
y Policía cubriendo el camino para proteger la
retirada, podría emprenderse ésta a las doce, y
)s, que, por tanto, se iba a pretender hacer la
)y aguada para el personal exclusivamente, man-
22 dando al testigo que estuviese preparado el
eb Grupo de Regulares, para en cuanto recibiese
si- orden cubrir todo el flanco izquierdo, o sea, el
camino viejo de la pista que conducía al cam-
ci- pamento de Annual, por el cual había de reti-
no rarse todo el resto de la columna .
na Inmediatamente salieron a hacer aguada las
os fuerzas de Policía, y el declarante se marchó a
su campamento en espera de órdenes, y a los
Annual1921. 80 Años del Desastre
pocos momentos recibió una del Comandante
General para que un tabor de Infantería y un
escuadrón de Caballería saliesen con toda
rapidez a ocupar unas lomas que haya la dere-
cha de la pista que conduce a Izumar y en el
sitio donde la pendiente inicia su ascenso.
A las nueve de la mañana volvió a ser lla-
mado por el Comandante General a su cam-
pamento, acudiendo inmediatamente, ya muy
batida la subida a éste, y en su presencia vol-
vió a manifestar a los jefes allí reunidos que la
situación iba haciéndose más crítica e insoste-
nible por momentos, y que, por tanto, había
que anticipar la retirada y hacerla inmediata-
mente, con objeto de salvar el mayor número
posible de vidas y de material, toda vez que el
sostenerse, dado el caso de que pudiera
hacerse en aquella posición, no tenía objeto
militar alguno, y con la precisa obligación de
que los jefes no dijesen nada a sus oficiales,
para que no llegase al conocimiento de la
tropa y acudiese el pánico, y, por tanto, la des-
organización.
Que el campamento tenía que quedar
montado en la misma forma que estaba y pro-
hibición absoluta de llevar cargas de equipajes.
Que la batería ligera se quedase en la misma
posición que tenía y se inutilizase, con objeto
de evitar obstáculos en la retirada. Que se
diese orden a Buimeyan se retirase sobre
Annual, sí podía, evacuando la posición, y a
Talilit que hiciera lo propio sobre Sidi-Dris, lo
que sería fácil por no haber enemigo en aque-
lla parte. Dando estas órdenes recibió un aviso
de la estación radiotelegráfica de que el Alto
Comisario le esperaba en el aparato; mandó
esperar a los circunstantes para decirles la últi-
ma palabra después de la conferencia con
aquella autoridad, y salió con el jefe de Estado
Mayor a celebrarla, Y no había transcurrido un
minuto cuando este jefe de Estado Mayor
entró en la tienda del General, ordenando al
testigo saliese inmediatamente a ocupar las
posiciones que se le habían indicado, porque
la retirada se iba a hacer inmedia tamente y
con toda rapidez. Así lo efectuó el testigo, 50S-
Juan Tomás Palma M(,rCÚ,1
teniendo ya desde la salida de su campamen-
to vivo tiroteo con el enemigo, que estaba
situado en las casas y barrancos que hay en el
camino viejo que conduciría a Izumar, con
obJeto, sin duda, de tomar las alturas que
dominan la pista nueva, y cortar; por tanto, las
comunicaciones entre Izumar y Annual, alturas
que fueron ocupadas por las fuerzas a ias
órdenes del declarante, una vez rechazado el
enemigo OP sus posiciones EII esta siWaClón
de espera, y cubierto ya rodo el servIcio, obser-
vo que en el campamento general de Annua l
salían (as fuerzas desordenadamenre, mezcia-
das unas V otras, sin duda por estar muy bati-
da la salida de dicho campamento, pues según
se entero po.>teriormefHe, el campamento que
ocupaban 105 Regulares, y que al salír de él fue
ocupado por dos companias de Infantería, fue
tomado inmedIatamente por el enemigo, y
desde allí ya se batía perfectamente toda la
marcha de la cofumna~ en sus salidas de los dis-
tintos campamentos. l
Cuando terminaron de pasar todos los ele-
mentos de la columna, emprendió el declaran-
te la retirada por escalones, hasta llegar a
Izumar, posición que va e encontraba aban-
donada y ardiendo, y al/! reunidas sus fuerzas
continuó la marcha hacia Ben-Tieb. f ntre las
posiciones nA" y nS" encontró al Teniente
Coronel Primo de Rivera, de Alcántara, con un
escuadrón y el de ametralladoras, en lugar de
los cinco que había dicho el Comandante
General que tendría para cubrir la retirada, y
reuniéndose con las fuerzas del que dice, con-
tinuaron la marcha, siendo tiroteados constan-
temente, sobre todo por el flanco derecho,
por el enemigo, que resultó ser las dos mías de
Policía que estaban protegiendo la colocación
de una posición intermedia . Así llegó hasta
Ben-Tieb, donde ya estaba en orden y en mar-
cha los restos de la columna, que había orga-
nizado un Capitán de Estado Mayor, llevando
la dirección de Dar Drius; habiendo sido ya
evacuada y empezando a arder la posición de
Ben-Tieb cuando pasó el declarante con sus
fuerzas. "
José Civancos Canis, Teniente de Infanteríc¡
de las tropas de Policía Indígena, declara:
"En la misma mañana recibieron la Policía
y Regulares orden de establecer el servicio ck~
protección y aguada, como se hizo, con
mucho fuego, pero sin bajas. A la hora, o SPd,
próximamente a las diez, fue al campameni u
general el Comandante Villar, a decir perso-
nalmente al Coronel que se acercaba numero -
so contingen te del enemigo, en CIIICO colum ·
nas, desde la Loma de Jos Árboles, y que cor;o
vendría acelerar la aguada . Sin duda esta no[: ·
cia decidIÓ al General a precipitar la evacu,:¡·
ción, porque a poco se oyó el toque de
embastar, efectuándolo la fuerza y disponién ..
dose a la salida, ya sumamente combatidos
por el fuego de la harka que "ubm d,
Iguenben JI del enemigo apostado en tus
poblados de Tayarinen y Sartan, qut:' cruzaban
los fuegos dentro del campCJmenro, motivall
do que la salida fuera desordenada JI en com-
plera confUSión, motivando éstas que el
Capitán de Estado Mavor Sabaté se adefanf'd
se a kilómetro y medía de la posición, con
intento de contener esta dispersión.
Pudo observar el testigo, que al salir apre··
suradamente las fuerzas de la posición princi-
pal y bajar su rápida pendiente, acosadas por
el fuego de una y otra parte, se apretaban, y
tropezando en las cargas caídas se amontoné!-
ban, empujados por la masa de los que venian
detrás, formando un montón en el suelo;
como también veía vehículos abandonados
por muerte del ganado que 105 arrastraba. El
General, penetrando la ínmensidad de la
catástrofe, parecía ajeno al peligro, y, SItuado
en una de las salidas del campamento general,
permanecía expuesto al fuego intenso, silen-
cioso e insensible a cuanto le rodeaba.
A sus inmediaciones estaban los Coroneles
Manella y Morales y algunos otros jefes del
Cuartel General, y como al testigo le hubiesen
matado el caballo el día anterior y lo expusie-
se a su Coronel, éste le mandó a que buscase
cabalgadura en la batería eventual, que tenía
su ganado al pie del campamento de

Regulares, y allí pudo montarse. La fuerza de
Policía y Regulares que protegía la aguada, al
darse cuenta de la marcha de la columna,
abandonó su puesto y, por consiguiente, el
enemigo que contenía pudo echarse sobre el
campamento hacia la parte de los vivaques de
Regulares y África
Al volver el testigo para reunirse con su
Coronel fue herido levemente y le mataron el
caballo, yen esta ocasión pasó un Sargento de
Artillería montado y llevando de mano un
mulo, que cedió al declarante, quien en vista
de la imposibilidad que, a su juicio, existía para
volver a entrar en Annual, por la gente que
salía y hostilidad del enemigo, así como por
haber transcurrido veinte minutos e ignorar la
situación del Cuartel General, resolvió buscar
fuerzas de su cuerpo a quien unirse. Cree el
testigo que a la sazón apenas debían quedar
fuerzas en el campamento.
El testigo se encaminó a la salida de la
posición y pudo msrchar siguiendo el rastro
que formaban los dispersos de la columna, y
con alguna habilidad llegó a Ben- Tieb, donde
vio que estaban reorganizándose algunas fuer-
zas montadas de Regulares y Alcántara, y
habiéndose detenido con objeto de tomar
algún descanso, vio que ardía la posición y que
la gente allí detenida reanudaba su marcha.
El testigo solicitó del Teniente Coronel
Primo de Rivera que le cambiase el mulo que
montaba por un caballo, y, efectuado así,
siguió en él hasta Drius, donde llegó comple-
tamente solo a eso de las seis de la tarde.
Durante su camino pudo observar el abando-
no de toda clase de material, vehículos, arma-
mento y equipos, en interminable reguero,
pero no vio muertos ni heridos abandonados.
En Drius se presentó al Capitán Carrasco,
jefe de su fuerza, el cual, en vista de su herida,
ordenó al testigo que marchara a la plaza, lo
que efectuó en una ambulancia hasta Tistutin,
donde tomó el tren para la plaza, presentán-
dose aquella misma noche a sus jefes y reanu-
dando dos días después sus servicios, no obs-
tante estar de baja hasta el 4 de agosto.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Preguntado qué sabe de la suerte del
Comandante General y del Coronel de Id
Policía, dijo que no volvió a ver a ninguno df:
los dos, y sí a los caballos que montaban, el dei
General lo encontró a la cola de un núcleo de
fuerzas Regulares que se reorganizaban cerca
de Ben-Tieb, llevándolo, según cree, el orde-
nanza europeo; el caballo del Coronel lo
encontró unos 100 metros antes de llegar a
Drius, que lo llevaba de mano su ordenanza
moro, que preguntado por el testigo lo que
supiera acerca de su Coronel, dljó que le habí-
an dicho al buscarlo que se había marchado en
su automóvil, sin que sea posible llenar la lagu·
na que existe desde el momento en que el tes-
tigo le dejara en el campamento general y
fuera luego encontrado sólo y a pie por oficia-
les de la ll a mía.»
Al llegar a este punto y ante lo expuesto, el
autor deduce que la retirada de Anual fue un
verdadero desastre. Abusando de este califica-
tivo y empleando todos sus significados, lo de
Anual fue un desastre de Mando, desastre de
preparación, desastre de organización y desas·
tre de ejecución.
A pesar de tanta aglomeración de gente, el
individuo, al sentirse abandonado ante la inse-
guridad de sus jefes, ver que algún compañe-
ro cae alcanzado por un disparo, que los
demás empujan, y el lógico miedo que no con-
sigue dominarlo; se siente sólo e incapaz de
controlar sus impulsos. Por lo que su mente
deja de razonar y se convierte en un pobre ani-
mal que trata instintivamente de salvar su vida.
Ese pánico que él exterioriza, es la chispa sufi-
ciente que contagia a los que le rodean y estos
al resto de la masa de hombres, convirtiéndo-
se en lo que se llama PÁNICO COLECTIVO.
Ya no es fulanito de tal, ahora es un animali-
to que ni obedece, ni atiende, ni se apiada del
compañero que le pide ayuda. Solo le obsesiona
una idea, huir del peligro, salvar su vida.
Analizar o juzgar las causas de tal desastre
y buscar responsabilidades, es una tarea que
depende de la información que se obtenga y
de los conocimientos, tanto Legales como
 Juan Tomás Palma Moreno
Castrenses, que el analizador o juez posean.
Los que lo hicieron en aquella época,
Generales, Jueces, Fiscales y Procuradores de
las Cortes, no lo consiguieron, como se verá
más adelante.
Pero ya que estamos en un país libre y des-
pués de tantos años transcurridos, poco se
puede perjudicar a los implicados. Por lo que
podemos, sin afán de herir a nadie ni a nada,
hacer una crítica constructiva.
Comencemos desde lo más alto.
S.M. el Rey de España Alfonso XII\.- En vez
de limitarse a ser Rey, firmando los Decretos
que su Primer Ministro de turno le presentaba,
quiso darle al Ejército cierto protagonismo en
la Política. Con lo cual existían ciertos partidos
políticos cuya ideología se la apostillaban al
Ejército. Y por ello, el Ejército de entonces, se
decía que era Monárquico y de Derechas. La
Izquierda, como es lógico, atacaba a la
Derecha y por lo tanto también al Ejército. ¿A
qué conducía esto? ~ Pues a que todas las
acciones militares eran censuradas para obte-
ner votos la Izquierda.
Sus argumentos eran elocuentísimos:
Se pierden vidas humanas y dinero en una
guerra que no nos aporta ningún beneficio.
Marruecos no nos da nada y solamente sirve
para obtener un prestigio político internacio-
nal. Que más que favorecernos políticamente,
nos desprestigia, debido al largo tiempo trans-
currido sin conseguir apenas nada . Al español
que va a votar en las urnas, no le gusta que a
su hijo se lo lleven a Africa a una guerra,
dejando de trabajar e incluso se lo maten, o se
lo devuelvan lisiado.
Todo ello, condujo en grado sumo a perju-
dicar al Ejército, que se veía mermado de con-
tingente y de presupuestos. Y por otra parte,
creaba una gran antipatía en el pueblo hacia la
institución militar. Cuando si el ejército existía,
era precisamente para servir y defender al
pueblo.
r Se dice que el Rey era amigo personal de
t Silvestre y que se carteaban. Dando a ~ntender
que el Rey participaba en las decisiones bélicas
del Protectorado influenciando a Silvestre. De
todo ello, no hay ni un resquicio que se pueda
probar. Lo único cierto, es que Silvestre fue
con anterioridad Ayudante de Campo del Rey,
que aun habiendo dejado ese destino y ser el
Comandante General de Melilla, lucía en su
uniforme de General de División, los cordones
de Ayudante de Campo del Rey.
y por último y como algo sospechoso, que
el día 22 de julio de 1921, un cajón de una
mesa de despacho de la planta superior,
donde se encontraban los despachos del
Comandante General, del Ayudante y del
secretario particular, entre otras, fue descerra-
jado y vaciado; sin que jamás se haya sabido
quién ni por qué lo hizo.
El Gobierno Español.- En aquellos tiempos,
existieron innumerables crisis de gobierno . Por
lo que cada dos por tres, se cambiaba de
Primer Ministro y por lo tanto de todo su
Gabinete de Gobierno. Ello conllevaba a la no-
continuidad en los proyectos y planteamien-
tos, que lógicamente repercutía en la
Administración Militar y sus actuaciones.
Como su principal problema son los votos, su
acción política va encaminada a ello y por lo
tanto, no ceja en poner pegas al gasto de dine-
ro en la campaña de Marruecos y en dar conti-
nuamente consignas, más o menos veladas, a
los generales de que no se usen a los soldados
españoles para el combate. Es decir, que se aho-
rre al máximo el número de bajas españolas y
que se use en el combate a los Regulares, Policía
Indígena y Harkas eventuales de nativos. Que se
soborne al enemigo moro con dinero (las pen-
siones) y promesas, antes que hacer la guerra .
En Melilla se gastaban 30.000 pesetas
mensualmente en "pensiones" para estos
fines. El sueldo medio, de un trabajador cris-
tiano en Melilla era de unas 75 pesetas men-
suales. Por lo tanto, se alimentaban gratis unas
400 familias musulmanas repartidas por todo
el territorio; conquistado o sin conquistar.
La burocracia era lentísima, los generales
del Protectorado pedían reiteradas veces
dinero para las obras de construcción de vías

de comunicación, necesarias para el avance.
Se les contestaba, que como no figuraban
en los Presupuestos Generales del año, se
solicitaría como Crédito Extraordinario, por
lo que las obras se terminaban y a los nati-
vos no se les acababa de pagar. Creando un
natural descontento y mal estar. Lo mismo
ocurría con las caravanas de camellos que se
contrataban para llevar víveres y municiones
a las posiciones. En algunas Mías de la
Policía Indígena, ocurría otro tanto, lo que
no se sabe es si era porque no llegaba el
dinero o se quedaba en el camino en algún
bolsillo .
Existía por parte del Gobierno un mutismo,
o se hacían los sordos, sobre el tráfico ilegal de
armas que se vendían por todo el territorio . El
Máuser español, lo podía comprar un moro
por 150 pesetas y los procedentes de la Zona
francesa, el Lével, por unas 100 pesetas. A los
Regulares y policía, se les multaba cuando
"perdían" alguna ~e su munición.
Eso sí, cuando un Ministro visitaba el
Protectorado, todo eran elogios y felicitaciones
al Ejército. Pero eran parcos en facilitarles dine-
ro, personal y material; aprovechándose de las
3
S
'1
3
s
s
;-
l-
IS
°
!S
'S
lS El ministro de la Cierva y Cavalcantí atienden las explicaciones de Berenguer.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
manifestaciones del espíritu de sacrificio de los
jefes militares.
Todas las aciones de tipo político, "Acción
Política", eran aquellas conquistas del territo-
rio que se hacían tras conversar y, la mayoría
de las veces, sobornar a los jefes de las cabilas
con "pensiones" . Correspondía esta misión a
la Policía Indígena, que instalaba en el lugar un
puesto con la bandera española. Todas estas
Acciones Políticas las tenía que autorizar el
Ministro de Gobernación, a través del Alto
Comisario .
Todas las acciones de tipo militar, "Acción
militar", eran aquellas en que tras el fracaso
de la acción política, intervenía el Ejército ocu-
pando el territorio por la fuerza. Todas estas
Acciones Militares las tenía que autorizar el
Ministro de la Guerra a través del Comandante
General.
Estas dos acciones llevaban el visto bueno
del Presidente del Gobierno . Luego según
esto, y atendiendo a lo Leg islado, el principal
responsable, de los avances fue el Gobierno.
Aunque no el único.
Alto Comisario.- Dámaso Berenguer y
Fusté, Teniente General. Este cargo era políti-
Juan Tomás Palma Moreno
ca, el título lo decía bien claro. Era un comi-
sionado del Gobierno, que delegaba en él
todos los asuntos políticos del Protectorado
Español. Dependía del Ministro de
Gobernación . Lo ostentaba un militar, por
aquello de la obediencia Castrense impuesta
por el Rey, pues a los personajes civiles de la
época que se les ofrecía el cargo, ninguno
aceptaba.
Las acciones políticas y gubernamentales
propias de esta Alta Comisaría, las delegaba
en cada uno de los comandantes generales de
cada zona, los cuales sugerían y comunicaban
el cumplimiento de las acciones políticas.
Su residencia estaba en letuán, en la Zona
Occidental, o sea en la Comandancia General
de Ceuta y vivía más de cerca los sucesos de
esa zona que los de Melilia. Como todo ser
humano, tenía dos metas, la de subir de pres-
tigio y categoría en el Ejército y también en la
política española. Por ello quiso hacer suya la
conquista de la zona tle Ceuta, consiguiendo
tras una ardua y hábil gestión, entre bastido-
res, con el Gobierno, que se le nombrase tam-
bién jefe militar de todo el ejército del
Protectorado. Pero no consiguió su principal
objetivo que era el de convertirse transitoria-
mente en comandante general de Ceuta
Su afán era, acabar la campaña en la zona
occidental. Por ello, y se nota en sus cartas e
informes, a Silvestre le deja hacer, pero cuan-
do éste le pide refuerzos de Ceuta, Berenguer
le dice que tenga paciencia, que se pare en
Anual, que no siga. Pues en cuanto acabe con
el Raisuni, que falta muy poco, le enviará todo
cuanto pida, ya que no serían necesarias tan-
tas fuerzas en Ceuta.
Lo cierto es que a Ceuta llegaba más mate-
rial, dinero y personal que a Melilla.
Durante los días 20 y 21 de julio se decide
a enviarle refuerzos, pero o era tonto o se lo
hacía, pues al pedirle Silvestre refuerzos urgen-
tes, Berenguer le pregunta cuánto refuerzo
quiere y encima le comunica al gobierno que
la situación es grave, pero que Silvestre no le
dice la cantidad que quiere. Es lo mismo que
cuando uno se quema en un incendio en su
vivienda, pide socorro, y los bomberos le pre-
guntan cuánta agua necesita.
De todo lo expuesto, el General Dámaso
Berenguer puede ser otro culpable principal
Pues era el Jefe del Ejército y Alto Comisario dE'
todo el Protectorado. Restó atención a la zona
oriental para dedicarla a la occidental. A pesar
de ordenar a Silvestre la detención del avance
hasta Anual y sabiendo que la elasticidad de la
las fuerzas llegaba a un límite peligroso, no
envía tuerzas de Ceuta para apoyar a Melilla.
Alegaba que al Raisuni lo tenía copado y sólo
era cuestión de días.
Posible culpable también por Sil falta de
decisión y de conceptos claros, )I)bre una
situación delicada que se sospechaba desde
hacía más de un mes. Tan sólo cuando los
hombres están cayendo en Izúmar, decide
enviar a la Legión Extranjera recién creada y
Regulares a Melilla.
En agosto de 1923, tuvo que comparecer
ante el Senado, pero por entonces ya no era el
Alto Comisario, sino un Diputado de las Cortes
y por tanto no pudieron hincarle el diente.
Pero lo que sí es cierto, es que tanto por los
políticos, como por la prensa y la opinión
pública, fue muy criticado. Para lo cual escribió
un libro sobre el tema, con el intento de exi-
mirse de lo sucedido, abogando para sí.
Comandante General de Melilla.- Manuel
Fernández Silvestre . Su misión principal era la
de ejecutar las acciones militares para ocupar
los objetivos del territorio que el Ministro de la
Guerra le ordenaba. Su responsabilidad sólo
llegaba a cómo ejecutarlas. En los últimos
meses, también le debía obediencia castrense
al Alto Comisario por un Real Decreto del 1 de
septiembre de 1920, que en su artículo prime-
ro, refiriéndose a las atribuciones concedidas
al Alto Comisario, en el caso de ser un gene-
ral, dice:
" ... tanto para la dirección de las operacio-
nes y publicación de las órdenes y bandos a
que se refieren los artículos 23 y 785 del vigen-
te Reglamento de Campaña, como para vigilar

Manuel Fernández Silvestre.
la administración y régimen interior de las tro-
pas y servicios de las distintas Armas, Cuerpos
e Institutos, ejerciendo a sí mismo la jurisdic-
ción de guerra en la extensión y términos pre-
venidos en los artículos 30 y 31 del Código de
Justicia Militar».
Con este R.O. y~ comenzaban a vislum-
brarse los fallos en el procedimiento organiza-
tivo. Pues para unas cosas el Comandante
General dependía del General Berenguer y
para otras, como por ejemplo las peticiones de
tipo logístico, continuaban dependiendo direc-
tamente del Ministro de la Guerra.
Por todo ello, el general Silvestre, informa-
ba al Alto Comisario de los asuntos tanto de
acción militar como los de la acción política,
para que se lo elevase al Gobierno y así obte-
ner la aprobación de este para la ejecución de
una acción tanto militar como política.
Si era un "mandado", poco se le puede
culpar sobre el estiramiento del ejército. Pero sí
se le puede culpar de lo siguiente :
Primero.- Sí preveía lo que sucedió, o debía
preverlo, debió cerrarse en banda y apelar, si
era necesario, hasta el mismísimo Rey, de que
exponía a sus fuerzas a un grave peligro, con
tan acelerado avance y careciendo de medios.
Segundo.- La ocupación de Abarrán, fue
por su cuenta y sólo informó a la Superioridad
el día antes de realizarla. Máxime cuando la
acción era política y no fue así, pues no sólo
Annual 1921 . 80 Años del Desastre
usó a la Policía Indígena, sino que se apoyó
con una columna de casi mil quinientos hom-
bres. Y lo más grave es, que dejó en la posición
una batería de montaña, con el agravante de
retirar su ganado de transporte, evitando así
cualquier tipo de evacuación. Luego no fue
una acción política, fue una auténtica acción
militar.
Lo que no se sabe a ciencia cierta, si lo de
la artillería fue cosa de Silvestre o del coman-
dante Villar, jefe de toda la acción, que por su
cuenta decidió llevársela y dejarla en esta posi-
ción con artilleros españoles.
Pero haciendo conjeturas y con el ánimo
de defender a quien no pudo hacerlo, por
morir en Anual, la operación de Abarrán pudo
ser una ocupación sólo táctica. Tratemos de
explicarnos.
El monte Abarrán está muy lejos de A'nual
para ser apoyado en caso de asedio. Tan lejos
de la línea del frente que iba desde Sidi-Oris
hasta Tafersit, que no tenía ninguna utilidad,
ni defensiva ni ofensiva. Se fraguó con un
secretismo y un misterio, que tan sólo lo sabí-
an el Comandante General y el Comandante
en Jefe de la policía de aquel sector, el coman-
dante Villar.
Con la máquina del tiempo, nos traslada-
mos al despacho del Comandante General y
de forma invisible, asistimos a la reunión que
con el comandante Vil lar sostiene:
Sentado frente al general, Villar le informa
que los moros se están reforzando con gente
de cabilas de la zona francesa, que son
muchos, que Abd-el-Krim se está ganando a
casi todos para su causa, que hay exmilitares
franceses y alemanes instruyendo las harkas.
Que no se sabe de dónde viene el dinero, pero
que a las harkas se les está pagando más y
mejor que a los de Regulares. Que los de la
zona de Abarrán les están pidiendo que lle-
guen los militares, pues tienen miedo de los
Beniurriagueles, pero que posiblemente sea
mentira, que lo que quieren es hacerles caer
en una trampa para que Abd-el-Krim obtenga
una victoria sobre los españoles, pues es con-
"" Juan Tomás Palma Moreno
dición que imponen muchos para unirse a su
causa .
Ante esta exposición, Silvestre repasa su
situación actual, que por imperativos de la
elasticidad, se encuentra en un estado estacio-
nario y sólo se dedica a estudiar el gran golpe
preparado para finales de año, con el apoyo
de las fuerzas de Ceuta, ya que de la penínsu-
la el Gobierno dice que ni un soldado más.
Se le presenta una oportunidad de oro para
chequear al enemigo y ver qué poderío tiene.
Si manda una ocupación política con Policía
Indígena y Regulares, comprobará sus fuerzas .
Así es que dice a Vil/ar que obre con cautela y
discreción, para que a Abd-el-Krim no le dé
tiempo de atacar a la columna de apoyo, y que
deje de cebo a una compañía de Regulares
(indígenas) y otra de Poliefa Indígena . Pero
Villar se toma por su cuenta la de dirigir una
columna de casi mil quinientos hombres a
tope de todo y encima, quizás para congra-
ciarse con el general y~demostrarle que la posi-
ción aguanta el ataque enemigo, deja una
batería de montaña sin sus mulos, cortando
con el/o la posibilidad de una retirada de la
posición.
De esta acción, sí es totalmente responsa-
ble el general Silvestre y de rebote el coman-
dante Vil/ar.
Tercero .- De la distribución de la fuerza en
el territorio, él era el único responsable, y las
tenía excesivamente diseminadas.
Pero es conveniente saber las prevenciones
que se habrían tenido que adoptar, para poder
tenerlas concentradas y más organizadas. Si
como jefe militar sus fuerzas eran para hacer la
guerra, lo normal era tenerlas en el frente, y a
medida que se alejaba de él hacia la retaguar-
dia, distribuir fuerzas en escalones de apoyo
para la primera línea. Además de garantizar las
vías de comunicación por las cuales ese ejérci-
to se abastece. Todo ello concuerda con la cir-
cunscripción de Anual y Drius; una parte de
Kandussi y otra de M'talza . Pero si el resto de
ese gran territorio ya estaba conquistado y
pacificado desde hace tiempo, ¿por qué tiene
94
el ejército que vigilarlo? ¿Acaso no existían en
España fuerzas del orden para garantizar la
paz? ¿Dónde estaba la Guardia Civil y los edu-
cadores, para civilizarlos y mejorar su medio de
vida?¿ Dónde estaba la misión principal, que
era la colon izadora?
Si el Gobierno no se lo daba, no había
más remedio que hacerlo con el propio ejér-
cito, como si todo el territorio estuviese en
guerra . Las escuelas, hospitales, construccio-
nes, carreteras, etc. Corría a cargo del ejérci-
to. Sólo existía Guardia Civil y funcionarios
civiles, como maestros, en Nadar, a 14 Km
de Melilla.
Las posiciones no eran buenas, la mayoría
estaban situadas en lugares que la política exi-
gía y excesivamente diseminadas. Hasta el
punto de que se pudieron contabilizar 104
posiciones militares .
Pero todo ello no exculpa al General
Silvestre, pues no puso ningún remedio ni, que
el autor sepa, se quejó ante sus superiores .
Disponía, de forma muy acertada, de dos
columnas móviles, que no significa que fue-
sen en vehículos, iban a pie, de unos 1500
hombres cada una. Su misión consistía en
acudir rápidamente en el lugar del frente
más necesitado o intervenir en operaciones
de conquista .
Pero sabiendo lo que se le estaba viniendo
encima, no supo aprovecharlas, pues lo más
lógico habría sido concentrarlas entre Ben-Tieb
e Izúmar y no dejarlas en las cabeceras de cada
circunscripción y traerse el día antes, el día 21,
una pequeña parte de cada una de ellas.
Lo más triste es, que al quedar aisladas
estas columnas móviles, no sólo no sirvieron
para frenar la masacre de Anual, sino que se
perdieron sin enfrentarse al enemigo. Una, la
de Kandussi, se rindió y fue traicionada, per-
diéndose por completo con el material intacto.
La otra, la de M'talza, huyó hacia la Zona
Francesa en vez de acudir a Drius, o Batel, y
durante su marcha fue atacada perdiendo las
dos terceras partes de sus hombres y casi todo
su material.

Envió de permiso al 33% de los peninsula-
res en Junio, cuando el contingente anual se
marchó licenciado en enero y los nuevos reclu-
tas llegados en mayo dispusieron de tan solo
dos meses de adiestram iento. Estas cifras ron-
daban los 4000 hombres en cada contingente.
Cuarto .- De la insumisión del pueblo
marroquí, también tiene parte de culpa. Si
no había dinero para carreteras, hasta que
ese dinero no llegase, debía detener el avan-
ce y no hacer obras sin pagar a los obreros
musulmanes .
Debía de haber escuchado más al Coronel
Morales sobre sus informes acerca de la situa-
ción del pueblo indígena, ya que era el hom-
bre con mejores conocimientos del territorio.
y lo más grave, sin motivo aparente, es que
suprimió de golpe las pensiones (sobornos) a
muchos jefes de las cabilas adictas, dentro y
fuera del territorio ocupado.
Quinto.- Culpable también lo era, de su
prepotencia, exceso "de confianza y falta de
una visión realista del territorio . No consideró
que el enemigo podía aumentar en número y
belicosidad .
En Igueriben no empleó la fuerza de forma
contundente. Sino que a medida que se iba
fracasando en el socorro de la posición, apor-
taba la fuerza de forma progresiva . Con el
consiguiente desgaste de las mismas, durando
una semana de contínuos combates . ¿Cómo
espera para dirigir las acciones hasta el último
día? ¿Tan importantes eran los asuntos que
tenía que resolver el general en Melilla?
Las relaciones con sus inmediatos subordi-
nados, no era la idónea de un jefe. Escuchaba
a sus subordinados, pero era muy difícil que
cambiara de idea .
Un coronel de infantería, manda en su regi-
miento y en una operación militar manda la
columna que lleva tropas de otras Armas y
Cuerpos. Pero lo que no es lógico, es repartir
el territorio en circunscripciones y darles el
mando a los coroneles, que a su vez lo dele-
gaban a sus tenientes coroneles y comandan-
tes, por un turno de 15 días.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
En una Instrucción escrita sobre la organi-
zación del ejército en el territorio, ordenaba
que los coroneles debían permanecer con sus
unidades en el campo por un período de vein-
te días al mes. Pero más tarde y verbalmente,
les autorizó las delegaciones en sus tenientes
coroneles, con objeto de permanecer en sus
despachos, en Melilla, atendiendo las gestio-
nes de sus Planas Mayores respectivas. Y que
se incorporaran a sus fuerzas, cuando fuera
necesaria su presencia.
Veamos dónde estaban estos coroneles el
día 22 de julio:
Coronel Gerardo Sánchez-Monje y Llanos,
Jefe de Estado Mayor.- La mañana del 22 se
encontraba en Melilla, encargado del despa-
cho del Comandante General.
Coronel Silverio Araujo Torres, jefe del regi-
miento de infantería Melilla número 59.- Llegó
de Melilla para hacerse cargo de la columna de
su circunscripción de Kandussi, el día 21 por la
noche. Rindiendo y perdiendo la columna
completa el día 24. Cayó prisionero y fue tras-
ladado a Axdir.
Coronel Francisco Jiménez Arroyo, jefe del
regimiento de infantería Africa número 68 .-
Jefe de la circunscripción de M'talza y de su
columna móvil, se encontraba en Melilla y el
23 por la noche recibe la orden de marchar a
Batel, donde se encontraría con el general
Navarro . Pero una vez a allí, regresa a Melilla
por encontrarse enfermo, sin esperar la llega-
da de Navarro que se encontraba en camino.
Coronel José Riquelme y López-Bayo, Jefe
del regimiento de infantería Ceriñola número
42 . - Se encontraba hospitalizado en Madrid,
el mando accidental lo ejercía el teniente coro-
nel Manuel Ross Sánchez. Se encontraba en
Melilla, saliendo para el frente el día 23 y en
Batel se vuelve para Melilla, por estar el cami-
no cortado por el enemigo .
Coronel Enrique de Salcedo Molinuevo, Jefe
del regimiento de infantería San Fernando
número 11 . -se encontraba en Melilla, enfermo.
Coronel Francisco Manella Corrales, jefe
del regimiento de caballería Alcántara número
95
Juan Tomás Palma Moreno
Coronel Riquelme, sustituo de Morales en la
~
Subinspección de tropa\; y Asuntos Indígenas.
14. - Se encontraba en Anual como jefe de esa
circunscripción. Murió en la retirada . El jefe
accidental del regimiento era el teniente coro-
nel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, se
encontraba en Ben-tieb apoyando la retirada
de Anual, murió durante el asedio de Monte
Arruit el 5 de agosto. Fue Laureado.
Coronel Maseller, jefe de la Comandancia
de Artillería .- Se encontraba en Melilla . No
acudió a Anual ni se hizo cargo de la
Comandancia General de Melilla a quien por
ordenanza le correspondía, al faltar los gene-
rales primer y segundo jefe.
Coronel Joaquín Argüelles y de los Ríos,
jefe del regimiento mixto de artillería de
Melilla.- Se encontraba en Melilla al ser releva-
do de la circunscripción de Anual por el coro-
nel Manella, el día 20. El jefe accidental era el
comandante Écija que se encontraba en Anual
al mando del grupo de artillería.
Coronel José López Pozas, jefe de la
Comandancia del Ingenieros .- Se quedó en
Melilla por orden expresa del Comandante
General , al intentar acompañarle a Anual. El
jefe del sector de Anual era el comandante
Emilio Alzugaray Goicochea, que mandó la
vanguardia de la columna en retirada de
Anual.
Coronel Gabriel Morales, jefe de la Oficina
Central de Asuntos Indígenas y jefe de las tro-
pas de Polic!a Indígena. Se encontraba en
An ual y durante la ret irada, murió bajo el
fuego enem igo . Cuando el enemigo encontró
su ca dáver junto a la ca rretera. elC1 tanto el
afecto y respeto que el pueblo lndlgena le
te nIa. que Abd-el-Krim ordenó lo enviasen a
Afrau. para que la M arina Española lo recogi e-
se y le dieran cristiana sepultura en M eJi lla .
Como asr se hizo. Abd-el Krim envió a su viuda
una carta de pésame .
Los únicos jefes que se encontraban en
Anual la noche del 21 al 22 y que asistieron a
las reuniones convocadas por el Comandante
General para decidir la retirada fueron :
General Silvestre. Comandante General;
Coronel Morales, Jefe de la Policía Indígena;
Coronel Manella, Jefe del Regimiento de
Alcántara y jefe accidental de la circunscrip-
ción de Anual; Teniente Coronel Ortiz, del San
Fernando; Teniente Coronel Marina, del
Ceriñola; Teniente Coronel Tulio López, de
Estado Mayor y Ayudante del General;
Comandante Écija del Grupo de Artillería;
Comandante Llanos, Jefe de Regulares;
Comandante Alzugaray, Jefe de Ingenieros y
Comandante Gómez Moreno, Jefe de
Sanidad.
Total jefes DIEZ, en una columna de más
de 6.500 hombres, sin olvidar los 1.200 de las
posiciones cercanas. Cuando en un ejército
normal de la época con ese contingente, esta-
rían incluidos más de 40 jefes. Entendiendo
por jefes, el grado de comandante, teniente
coronel y coronel. Mientras que en Anual se
encontraban, un general, dos coroneles, tres
tenientes coroneles y cuatro comandantes.
Por cierto, al Comandante Villar. jefe de la
Policía Indígena del sector de Anual. no se le
encuentra cuando hay algún mal momento.
 Annual 1921. 80 Años del Desastre

---
IZUMAR

Encajonamiento de Izumar
~

OESTE
1
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POSICIONC
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La subida cerca de Izumar
Juan Tomás Palma Moreno
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La subida de Izumar

Izumar. Costado noreste

 Annual 1921. 80 Años del Desastre

Desde Igueriben, el suroeste

IGUERIBEN

Desde Annua!, Igueriben

 Juan Tomás Palma Moreno

Arriba y abajo: 7 de junio de 2001. Última visita a Annual, la tumba de "Silvestr6n", se encuentra en franco
abandono. El techo rolo con la tumba semiprofanada, con un gran agujero de un metro de ancho por otm de
pmfundo, junto a la cabeza. Pero no se observa que haya habido acceso alguno al cadáver. Parece ser que ya
no es un lugar sagrado para los musulmanes.
 Annllal 1921. 80 Años del Desastre

Sididris desde la playa

SIDIDRIS

Sididris desde la desembocadura

 Juan Tomás Palma Moreno

!
li

I
~
~

Desde Buimeyan, Albarran

ESTE

Pozo donde murió el coronel Morales

 Annual 1921. 80 Años del Desastre

POSICIONA
8ENTIEB CAMINO VIEJO
1

Arriba y centro, vistas de la posición A

Vista de la posición B
Juan Tomás Palma Moreno

OESTE
POSICION MORABO

OESTE

Arriba y abajo, posición del Morabo o Yebel Uddia


/
I
Desembarco del cadáver del coronel Morales del cañonero Laya. Los marineros del Laya con el féretro que
acoge los restos del coronel Morales, antes de ser transportados al Pabellón de los Héroes del cementerio de
MeJilla.
Pero fue quien avisó de la aproximación del
grueso de la harka enemiga sobre Anual la
mañana del 22 .
LAS OTRAS POSICIONES DEL
FRENTE
La noticia de que la~ línea del frente se había
derrumbado, corrió rápidamente por todo el
territorio. Ello se debió a que los supervivien-
tes, en su huida hacia Melilla, lo fueron
comentando por todas las posiciones.
Lógicamente, los nativos también se ente-
ran de lo ocurrido . Los soldados españoles se
desmoralizan y por el contrario, los nativos se
alegran, algunos. La mayoría comienza a
meditar si se une a los rebeldes para evitar
venganzas terribles o continúan pasivos fieles
a España .
Por otro lado, Abd-el-Krim envía emisarios
por todo del territorio, para que los jefes se
unan a la causa, ya que si no lo hacen, las con-
secuencias de la venganza, las pagarían ellos y
sus familias.
Hubo de todo, abundó quien pedía a los
jefes de las posiciones que las abandonasen
inmediatamente, pues más tarde, cuando lle-
gasen los Beniurriagueles se verían obligados a
unirse a ellos.
En las posiciones, también hubo de todo .
Unas fueron abandonadas, inutilizando el
material que no podían llevar. Otras pactaron
Annual 1921. 80 Años del Desastre
la rendición, siendo inmediatamente traiciona-
dos y vilmente asesinados . Y otras, las menos,
resistieron el ased io hasta morir combatiendo
valientemente. De las auténticas heroicidades
en las posiciones, poco se sabe, pues no
quedó nadie para contarlo.
A continuación se relatan los sucesos acae-
cidos en algunas de ellas que, bien por su
importancia, o bien por los hechos ocurridos,
son dignas de considerar.
BUIMEYAN.- Posición adelantada frente a
Annual. Guarnecida por la 15 a mía de Policía,
con 60 hombres; una compañía de fusiles y
otra de ametralladoras del Regimiento
Ceriñola; un destacamento de Artillería; sani-
tarios, y telegrafistas de Ingenieros. Unos 250
hombres .
En la mañana del 22 recibieron la orden de
abandonar la posición y replegarse sobre
Annual . Se inutilizó la artillería y se roció con
petróleo el depósito de municiones, ignorando
si llegó a arder.
Nada más salir, la Policía Indígena, que iba
en vanguardia, emprendió la huida y se perdió
tras los barrancos del camino, desertando . El
resto de la guarnición fue tiroteada, sufriendo
numerosas bajas, y dispersándose. Los que
consiguieron acercarse a Annual fueron sor-
prendidos por el enemigo, que desde esta
posición los acribilló a balazos. Fueron captu-
rados el Capitán de Ceriñola que los mandaba
y otros 24 hombres.
 Juan Tomás Palma Moreno
TAlIlIT.- Situada en primera línea entre
Annual y Sidi-Dris. Estaba defendida por una
compañía de Ceriñola, una sección de ametra-
lladoras del mismo regimiento, un destaca-
mento de Artillería y, como en casi todas las
posiciones, los tres de Ingenieros encargados
de las transmisiones. La mandaba el Capitán
de la sección de ametralladoras, Benigno
Ferrer, ya que el Capitán de la compañía de
Infantería se encontraba de permiso. En total,
182 hombres.
A las once de la mañana del 22 recibieron
la orden de abandonar la posición y retirarse
sobre Sidi-Dris. Las fuerzas salieron del campa-
mento, en el que quedaron los artilleros inuti-
lizando las piezas y de los que no se volverá a
tener noticia. El resto de la guarnición fue ata-
cada durante todo el recorrido, hasta que
desde Sidi Dris salió un grupo de Policías que,
valientemente, les protegió durante el último
tramo de su retirada .
Tan sólo consiglJieron llegar 94 hombres
que, a partir de ese momento, compartirían las
vicisitudes de la posición de Sidi-Dris.
IZUMAR .- La posición más fuerte en el cami-
no que une Annual con Ben-Tieb, pues desde
una altura dominante protegía casi toda la
carretera y servía de apoyo de fuego a Annual,
Buimeyan e Igueriben.
La guarnecía una compañía de San
Fernando, una sección de Ceriñola y un desta-
camento de Artillería que servía a las cuatro
piezas Saint-Chamond del 7,5. Hay que añadir
la 5a Batería de Montaña que había pernocta-
do allí la noche del 21. En total, unos 250
hombres.
No recibieron ninguna orden, ni la de apo-
yar la retirada, ni la de abandonar la posición.
Tal cosa parece lógica, pues aquel puesto esta-
, ba situado allí, precisamente, para proteger el
camino de Annual, por lo que no parece nece-
sario el envío de órdenes reiterando lo que
I debía haber sido la principal preocupación de
I los mandos de la posición: la protección de la
retirada. Sin embargo, no se cumplió desde allí
esa misión, pues, al presenciar el desalojo de
Annual, se optó por abandonar la posición,
inutilizando los cañones que no se podían lle-
var e incendiando la munición. Serían de los
primeros en llegar a Dar Drius.
INTERMEDIA «B». - Situada sobre la carrete-
ra Annual-Ben-Tieb, entre Izumar y la
Intermedia" A", con la misión de proteger ese
recorrido.
Ocupada por una compañía de Ceriñola, al
mando del Capitán Miguel Pérez García y unos
40 Policías, al mando de un oficial. Tampoco
recibió ninguna orden desde Annual referente
a la retirada. El Capitán Jiménez Ortoneda que
pasó por esta posición, comentó que el
Capitán Pérez García, le dijo que carecía de
órdenes.»". Pero que sabría morir cumpliendo
con su deber».
No quedaron supervivientes que explicaran
lo que allí pasó, pero se supone que se defen-
dieron como valientes.
Cuando la posición estaba prácticamente
perdida, debido al acoso y las múltiples bajas,
optaron por retirarse a la posición más cerca-
na, que era la de Yebel-Uddia.
BEN-TIEB.- Situada en una prominencia junto
a la carretera, de esta posición ya comentamos
algo al tratar la retirada de la columna de
Annual.
Era un importante depósito de munición y
víveres del que se abastecía la primera línea.
Su guarnición estaba compuesta por dos sec-
ciones de la 1a Compañía del II Batallón del
Regimiento San Fernando n° 11, unos 60
hombres; una compañía de Ingenieros, que
esa misma mañana había sido diezmada en
su intento de fortificar una posición interme-
dia entre «A» y Yebel-Uddia, y el 5°
Escuadrón de Alcántara, cuya misión consis-
tía en escoltar los convoyes hasta Annual y
que había participado en el apoyo de la reti-
rada. También disponía de un destacamento
de Artillería que atendía las piezas fijas allí
instaladas . Para el mantenimiento de los

depósitos y el transporte de material contaba
con dos compañías de Montaña de
Intendencia . Recientemente se había instala-
do allí un Hospital de Campaña para preparar
la evacuación de los heridos.
No se consiguió que entre las fuerzas en
retirada que pasaban se quedase alguien más
a defender la posición. Incluso los oficiales se
negaban, alegando que carecían de órdenes
para quedarse, y continuaban hacia Drius.
El Capitán Lobo, jefe de la posición, pedía
insistentemente por teléfono a Drius que le
diesen instrucciones de si debía defender la
posición o la abandonaba. Desde el otro lado
de la línea solo se le pudo decir que le comu-
nicaban su solicitud al jefe de la circunscrip-
ción, Teniente Coronel Alvarez del Corral, de
San Fernando.
El enemigo comenzaba a concentrarse
para asediar la posición, siendo mantenido a
raya por el escuadrón de Caballería. El Capitán
Lobo, tras esperar iriútilmente una respuesta,
decidió, entre en las cuatro y las cinco de la
tarde, emprender la retirada, pues ya no llega-
ba nadie desde Annual .
Tras quemar los depósitos de munición y
los víveres e inutilizar la artillería que no podí-
an transportar, comenzaron la evacuación, que
se efectuó ordenadamente y con entereza. El
5° Escuadrón desplegó por la izquierda para
atraer al enemigo, la Infantería salió en cabe-
za, desplegándose por el frente de la carrete-
ra, siguiéndola unos setenta heridos con los de
Sanidad, en mulos y carros. A retaguardia,
Intendencia e Ingenieros.
Sin ser hostilizados, lograron alcanzar la
cola de la columna de Annual, que ya iba más
sosegada, y a las seis de la tarde llegaban a
Drius.
INTERMEDIA "A". - Situada en el último
saliente del accidentado terreno por el que dis-
curre la carretera hacia Annual, a la que domi-
na. Al sudeste se puede contemplar la extensa
llanura del Sept, donde se ve Ben-Tieb a lo
lejos y, más allá, Drius. Es una posición exce-
Annual 1921. 80 Años del Desastre
lentemente ubicada, idónea para proteger la
carretera y con grandes posibilidades de
defensa.
Su contingente, al mando del Capitán José
Escribano Aguado, está compuesto por tres sec-
ciones de la 3a Compañía del 111 Batallón del
Regimiento San Fernando, dos ametralladoras
del I Batallón y un destacamento de Artillería al
mando del Teniente Antonio Medina. A esta
guarnición hay que sumar a los que se han podi-
do acoger de las posiciones más cercanas, ya
perdidas.
Desde el primer momento se aprestan a la
defensa del puesto y a la protección del tramo
de carretera más próximo a ellos. El heliógrafo
no cesa de transmitir a Drius, informando de su
situación, sin recibir respuesta alguna. La colum-
na de Annual, cuando pasa a su altura, ve cómo
se defienden del ataque, a la vez que su artille-
ría intenta protegerles. La bandera española que
ondea en lo más alto de la posición les conforta
y anima.
El Teniente de Artillería Reig, de la guarnición
de Buhafora, que había sido capturado y se
encontraba retenido en un poblado cercano a la
Intermedia "A", declaró que desde donde se
hallaba podía oír el intenso fuego, tanto de fusil
como de cañón. El asedio continuado duró cinco
o seis días más y, posteriormente, los moros que
le custodiaban le contaron lo sucedido:
El último día de lucha el Capitán Escribano
salió a conferenciar con los moros. Pero éstos,
impacientes por apoderarse del botín, se aba-
lanzaron sobre la posición, intentando forzar
la entrada. Dándose cuenta el Capitán de lo
que sucedía, ordenó a sus soldados que abrie-
ran fuego, cayendo abatido por la descarga
junto con la mayoría de los enemigos que le
rodeaban .
Calmados los ánimos al poco rato, se vol-
vió a parlamentar, acordándose la entrega de
la posición y de todo el armamento, a cambio
de permitir la salida de la guarnición sin ser
hostigada .
Pero los moros, encolerizados al encontrar
inutilizado el armamento, abrieron fuego
99
 R
Juan Tomás Falma Moreno
sobre los indefensos soldados, rematándolos a
cuchilladas. Sólo dos de ellos lograrían salvar la
vida, siendo capturados.
Es digno de destacar que fue la última posi-
ción de la línea avanzada en caer. El día 23,
cuando la columna de Drius abandonaba esta
posición en retirada hacia Batel, los soldados
podían oír los disparos de la posición "A" que
aún se defendía. Seguramente sentirían pena
y también vergüenza, al dejar a sus compañe-
ros totalmente abandonados y solos en terri-
torio enemigo.
SIDI-DRIS.- Importante posición junto al mar,
situada en la margen izquierda de la desem-
bocadura del Kert y la única establecida en el
territorio de Tensaman. Estaba pésimamente
comunicada con los puestos más próximos,
Afrau, también en la costa, y Talilit en direc-
ción a Annual.
Albergaba una compañía de Ceriñola, otra
~
de ametralladoras de Melilla y una sección de
Infantería del mismo regimiento .
Completaban la guarnición destacamentos de
Artillería, Ingenieros (transmisiones),
Intendencia, Compañía de Mar de Melilla y
I Policía Indígena. En total eran 274 hombres,
I
más otros 30 que se incorporaron el día 22,
procedentes de la retirada de Talilit. Mandaba
la posición el Comandante Juan Velázquez y
Gil de Arana .
El General Silvestre, previendo las dificulta-
des de las posiciones costeras y de Talilit para
replegarse sobre Annual, ordenó a ésta que lo
efectuase sobre aquéllas; según su convenien-
cia. Sidi-Dris y Afrau deberían dirigirse al mar,
para que los evacuara el cañonero Laya.
La nave se encontraba desde el día 20 fren-
te a Sidi-Dris, y el 22, a las 10:54 horas, recibió
un telegrama del General Silvestre a través de
la Alta Comisaría, en el que se le ordenaba
proteger la posición y la retirada de Talilit sobre
ésta, junto con el crucero Princesa de Asturias,
que llegaría esa noche.
Casi tres horas después de recibida la
comunicación, comenzó a observarse desde el
cañonero cierta agitación en las proxil 'ades
de Sidi-Dris. El asedio empezó con un tiroteo
poco nutrido, que iba a ir aumentando duran-
te todo el resto del día y la noche, a me.:lida
que el enemigo se concentraba.
Desde este momento se enlpezó a producir
un frenético intercambio de mensajes entre la
posición, los buques de la Armada y el Alto
Comisario, los más significativos de los cuales
hemos colocado en orden cronológico, para
que el lector que nos sigue pueda hacerse una
idea de lo caótico de la situación.
A las 15:00 del 22, el Comandante
Velázquez informaba a la Comandancia
General sobre el ataque anterior y solicitaba
autorización para romper fuego de cañón
sobre los grandes núcleos enemigos que cer-
caban su mando. La Comandancia, en telegra-
ma de las 17:20, le autorizaba al empleo de la
artillería, al tiempo de que le instaba a extre-
mar la resistencia, en la confianza de que, en
breve, sería apoyado por la escuadra .
A las 23:24 el Alto Comisario enviaba por
telegrama instrucciones a los buques de la
Armada, en el sentido de que debían prote-
ger con su fuego la posición y «en caso de no
ser posible sostenerla, favorecer su evacua-
ción, incendiando cuanto pudiese ser aprove-
chado por el enemigo, y debiendo los buques
recoger la guarnición y elementos que de ella
evacuasen. »
A las 04:24 del día 23, Sidi-Dris informaba
al Laya por medio del "Mangin", que la posi-
ción estaba rodeada por el enemigo. A lo largo
del día se irían sucediendo los mensajes de los
defensores informando de la falta absoluta de
agua, del levantamiento de las cábilas próxi-
mas y de la imposibilidad de salir de la posición
a causa del intensísimo tiroteo.
Desde el mar, la situación se juzgaba tan
desesperada, que el comandante del Princesa
de Asturias, al retransmitir al mando uno de
los radiogramas enviados por la guarnición,
reiteraba lo ya manifestado al Alto Comisario
al pasar éste camino de Melilla, algunas horas
antes: «como prácticamente considera imposi-

ble el envío de agua a la playa, la posición, no
contando con aguada asegurada en el río,
tiene que ser evacuada.» Encarecfa, además,
de acuerdo con el comandante de la posición,
«el envío urgente de fuerzas, si se quieren sos-
tener las posiciones, la citada y Afrau; pues de
lo contrario tendrían que ser evacuadas, ope-
ración la cual consideraban ofrecer graves ries-
gos, sobre todo para el personal de aquélla.»
A esta comunicación contestaba el Alto
Comisario a las 14: 15 del día 24 en estos tér-
minos: "dada la situación de las posiciones de
Sidi-Dris y Afrau, puede disponerse la evacua-
ción de las dos guarniciones con auxilio de los
otros buques, si se juzgase factible, y en la
forma que hubo de manifestar. "
E125, a las 02:10 horas, el Princesa partici-
paba al Alto Comisario: "que ambas posicio-
nes comunican la necesidad de evacuar; por
manifestar encontrarse en situación de mucha
gravedad; pero que la evacuación de Sidi-Dris
se juzga dificilísima. E~oniendo, que antes de
proceder a la operación, cumplía el coman-
dante del buque, con el deber de comunicar a
VE., los grandes peligros de emprenderla. Que
quizá no tuviese éxito, perdiendo botes y
gente" .
A las 10:06 horas, el Comandante
Velázquez enviaba un último telegrama deses-
perado en el que consideraba imposible la sali-
da si no se enviaban refuerzos de forma
urgente, y terminaba diciendo: «Estamos per-
didos, y que contesten y le digan al Alto
Comisario que mande fuerzas pronto, y que a
ver si quieren salir enseguida de la plaza, que
estamos muriendo, no podemos más ya.»
El comandante del Princesa unió este tele-
grama al propio que enviaba al Alto
Comisario, en el que manifestaba: "que si no
venían tropas de Melilla o de donde fuese, que
la posición se podía dar por perdida y sus
defensores. Pues aunque saliesen los botes a
su encuentro, éstos no podían vararse en la
playa y por tanto tendrían que alcanzarlos a
nado". Al mismo tiempo comunicaba que
Afrau se encontraba sin agua ni municiones,
Annual 1921. 80 Años del Desastre
por lo que, por las mismas circunstancias,
podía considerarse también perdida.
Se había dispuesto que la evacuación de
Sidi-Dris debería estar precedida de un bom-
bardeo de una hora sobre las inmediaciones
de la posición, antes de iniciar la retirada hacia
la playa. Sin embargo, las cosas no parecen
haber quedado claras en este punto, pues, en
los partes enviados al Comandante General de
la escuadra, en el del Laya se recogía que la
retirada se efectuaría a la una de la tarde, des-
pués del bombardeo que se iniciaría a las
doce, mientras que en el del Princesa de
Asturias se comunicaba que evacuarían la
posición de once a doce de la mañana, «des-
pués de un nutrido cañoneo».
Lo cierto es que el Princesa, a las 13:25
horas de ese día 25, comunicaba al Alto
Comisario que: «apresurada la evacuación,
antes de la señal convenida, eran las nueve y
tres cuartos, intentaron los buques el salva-
mento de la gente que se veía en la playa, y
enviando los botes con resultados desastrosos,
recogiendo sólo unos doce o catorce de tropa
peninsular y de Policía, con pérdida de dos
botes y bajas, y que había quedado gente en
la posición a la que sería imposible evacuar;
confirmándolo desde Sidi-Dris, que avisaba
que aún había quedado gente y vivía el jefe;
que la situación era apuradísima, que pedían
que se telegrafiase insistiendo en la petición
de refuerzos y que se siguiese cañoneando.»
Más tarde, a las 17:25, desde el buque se
informaba que los supervivientes seguían sin
abandonar la posición y pidiendo refuerzos y
«que no les dejen morir» .
Por fin, pero ya demasiado tarde, el Alto
Comisario telegrafiaba a las 18: 1O al Princesa un
comunicado para ser transmitido a Sidi-Dris, en
el que «expresa, con harto dolor; la imposibili-
dad en que se ve de enviarle refuerzos. Que con-
vencido de que no podría continuar la guarni-
ción su heroica defensa, la autorizaba para par-
lamentar con el enemigo, conmovido ante el
valeroso comportamiento de todos, al que habí-
an llegado en el cumplimiento del deber a lími-
Juan Tomás Palma Moreno
tes de admiración en su honroso sacrificio en
aras de la Patria y del honor del Ejército».
Finalmente, ordenaba al crucero que, una
vez entregada la posición, se encam inara a
Afrau para trasmitirles la autorización para
parlamentar.
A las 00: 1O horas del 26, el comandante
del Princesa daba cuenta al Alto Comisario de
que el radiograma autorizando la capitulación
de Sidi-Dris había llegado tarde: "la posición,
desde la evacuación parcial de la mañana,
parecía dispuesta a no realizar nuevo intento,
en vista del numeroso enemigo y de la imposi-
bilidad de alcanzar la playa, que sin haber reci-
bido ningún aviso de la posición, se vio de
pronto la entrada del enemigo en ella sin resis-
tencia, al parecer, «habiendo capitulado», y
rápidamente trató de ganar la playa parte de
la guarnición, haciendo fuego los moros, y lle-
garon pocos a la playa y no se pudo recoger
más que a cuatro soldados por el Lauria,
dando algunas referencias por ellos con res-
pecto a la suerte de la posición" .
Participaba, por último, la salida del Laya
para Afrau, por si llegaba a tiempo de comu-
nicar al jefe de la posición la autorización para
capitular, proponiéndose recalar allí de madru-
gada con 105 otros buques.
Todo lo anteriormente expuesto, ha sido
relatado como si estuviésemos en un buque de
la escuadra española, fondeada frente a Sidi-
Dris. Pero hagámoslo ahora, sobre la base de los
relatos de los supervivientes de esta posición.
Según el Sargento Mariscal, de Ceriñola, la
posición de Sidi-Dris comenzó a ser hostilizada
el día 22 por la tarde. El 24 por la noche arre-
ció el tiroteo, por concentrarse mayor número
de enemigos, que atacaron con bombas de
mano sin que ninguna de ellas cayera dentro
de la posición. A media noche, el Comandante
Velázquez anunció la evacuación para las cua-
tro de la madrugada, pero luego se pospuso
hasta las diez de la mañana.
La salida se efectuaría en el siguiente
orden: Policía Indígena; una sección de
Ceriñola procedente de Talilit, al mando del
Capitán Ferrer, por haber muerto su mando
natural, que era el Teniente Moreno; otra sec-
ción de la 4 d compañía del 111 Batallón del
mismo Regimiento, allí destacada; a continua-
ción seguían los heridos y el destacamento de
la Compañía de Mar; la sección del
Regimiento Melilla; las ametralladoras; los arti-
lleros e ingenieros; y, por último, las dos sec-
ciones restantes de Ceriñola .
La Policía Indígena abrió una brecha en el
parapeto y comenzó a salir de dos en dos.
Ante el nutrido fuego enemigo muy pocos
consiguieron llegar a la playa, que no distaba
más de 400 metros cuesta abajo. Ante este
caos, cuando pasó la sección de Melilla se sus-
pendió la salida.
Los que no cayeron nada más salir se dis-
persaron hacia la playa. Es digna de mención
la actitud de los policías, que no desertaron y
continuaron luchando hasta llegar a la playa,
consiguiendo algunos alcanzar los botes a
nado junto a los peninsulares.
Unos 30 hombres armados consiguieron
llegar a un poblado de hebreos, próximo a la
playa, donde se hicieron fuertes. Pero, al llegar
la tarde, cuando la posición fue aniquilada, los
moros se lanzaron sobre el poblado judío,
apresando a los soldados .
Mientras, en la posición, el Comandante
Velázquez, herido en un brazo, advirtió a sus
hombres que salir de la posición equivalía a
suicidarse, por lo que juzgaba mejor morir por
la Patria y no entregar el puesto . A las cuatro
de la tarde se hizo un recuento que confirmó
la presencia de 120 hombres. El ataque ene-
migo se intensificó, llegando casi a invadir la
posición, pero pudo ser rechazado.
A las cinco y media, aproximadamente, el
enemigo asaltó la posición, muriendo el
Comandante. Se entabló una feroz, pero
desigual, lucha cuerpo a cuerpo, durante la
cual, el Sargento Mariscal resultó herido,
perdiendo el conocimiento. Al volver en sí se
dio cuenta de que estaba rodeado de muer-
tos y de moros, observando algunos solda-
dos prisioneros.

1.- Comandante Velázquez y Gil de Arana. 2.- Teniente Quintero. 3.- Teniente médico Hermida. 4.- Sargento
Epifanio Medrana, caidos todos en Sidi Dris.
Sirvan de homenaje a aquellos héroes las
palabras del Alto Comisario, pronunciadas tras
recibir un angustioso telegrama del
Comandante Velázquez, en el que le comuni-
caba su decisión de continuar la defensa, a
pesar de saber que no podrían ser socorridos:
«Es una página más de gloria de tantas como
se han escrito en estos días, que atenúan las
vergüenzas de la cobarde huida».
AFRAU.- Posición al este de Sidi-Dris y tam-
bién junto a la costa, situada sobre un saliente
rocoso que dividía la playa en dos, Poniente y
Levante. La guarnecían una compañía de
Ceriñola, media sección de ametralladoras de
posición, un destacamento de Artillería, perso-
nal de Intendencia para el depósito de víveres,
los Ingenieros telegrafistas para la estación
óptica y 30 Policías al mando de un Sargento
indígena. En total eran 180 hombres.
El Capitán jefe de la posición se encontra-
ba en la Península de permiso, por lo que la
mandaba el Teniente de Artillería Gracia y, al
morir éste durante el asedio, fue sustituido por
el de mismo empleo de Infantería, Joaquín
Vara de Rey y Sanz, de ametralladoras.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
1
Tras la pérdida de Sidi-Dris la tarde del 25,
el Laya se dirigió hacia Afrau para comunicar-
1
les la autorización del Alto Comisario para par-
lamentar con el enemigo en caso de no poder
efectuarse la evacuación. Allí se le unirían el
Princesa y el Lauria . I
El Laya envió el mensaje, pero no obtuvo 1
respuesta «por la falta de medios acordes que
1
entre el buque y la posición existía».
Es de lamentar que, en aquel tiempo, cuan-
do las comunicaciones jugaban ya un papel
importantísimo en cualquier tipo de opera-
ción, la Marina y el Ejército no usaran los mis-
I!
mos códigos de transmisión. Ello daba lugar a
retrasos en la recepción de los mensajes y a
que, a veces, se produjeran errores importan-
tes en la interpretación . Para intentar paliar
esta situación, durante esa noche embarcaron
en el Laya estaciones de telegrafía óptica y el
personal de Ingenieros del Ejército necesario
para su manejo .
Al amanecer del día 26, observaron desde
el mar que la posición aún se mantenía.
Usando los nuevos medios embarcados se
logró establecer contacto con Afrau, que
demandaba auxilio urgente, el cañoneo de los
Juan Tomás Palma Moreno
José Molina, el cantinero de Afrau, y su sobrina
María Martínez. Fueron apresados por los rebeldes y
liberados tras la mediación del Comandante Militar
de la isla de Alhucemas, Coronel Civantos Buenaño.
alrededores de la posición para despejar la
playa de Poniente y el envío de todos los botes
para poder efectuar la evacuación de una sola
vez, dado lo crítico 'de la situación.
Cuando desde el Laya se disponían a iniciar
el bombardeo, observaron con asombro la sali-
da de la guarnición que se dirigía al mar sorte-
ando las rocas. Inmediatamente, se suspendió
la operación de bombardeo y se enviaron los
botes con toda urgencia.
En esta ocasión las cosas salieron mejor
que en Sidi-Dris y se consiguió salvar a 130 de
los 180 hombres de la guarnición, si bien, más
de 40 estaban heridos.
El Teniente Vara de Rey narraba así lo
sucedido:
"El día 22, con ocasión del regreso de
Annual de los contingentes de la cábila movili-
zados para formar la harka auxiliar; conociéron-
se en ella los acontecimientos del frente, y que
fue advertido por telegrama de Sidi-Dris de
adoptar precaución ante el riesgo de un ataque,
observándose de la aproximación de grupos de
moros que con mujeres y niños llegaban con
banderas españolas y que, no obstante las pro-
testas de un jefe indígena que estaba dentro de
la posición, inspiraron confianza; pues al cabo,
cautelosamente fueron aquellos corriéndose por
la playa, envolviendo la posición, haciendo al
cabo agresión contra ella y sorprendiendo el
puesto de la aguada, formado de peninsulares y
policías; estos últimos hicieron causa común con
los agresores. Que a poco enviaron a los solda-
dos aprehendidos de dicho puesto con carta
para el jefe de la posición, pidiendo una entre-
vista, según tradujo el Sargento de Policía, la que
fue contestada afirmativamente; pero comisio-
nado dicho Sargento para llevar la contestación,
poniendo en ello particular interés, con cuatro
askaris, ninguno de ellos volvió y continuó el
fuego durante la tarde y noche.
El día 23 por la mañana, según queda ya
apuntado, hubo necesidad de retirar la avan-
zadilla por no poderla abastecer; y habiéndose
tenido que asentar una pieza al descubierto en
el centro batido de la posición para proteger
con su fuego esta retirada, fue muerto el
Teniente Gracia, que rectificaba la puntería
para conseguir el objeto.
Inutilizado el aparato «Mangin» del helió-
grafo, tropezóse con grandes dificultades para
sostener comunicación con el cañonero Laya
apostado, porque de noche no se podía con-
testar al «Scott» del buque más que con el
enterado, y éste, reciprocamente, en igual
forma, de día, el heliógrafo, y de aquí la falta
de correspondencia observada luego por la
Marina al transmitir con el «Scott» los térmi-
nos del desalojo de la posición.
En la noche del 24 se recibió completo el
despacho del Alto Comisario en que se orde-
naba evacuar la posición; pero no así el poste-
rior; en que se le autorizaba para capitular; del
que sólo se pudo recoger algunas palabras.
El cañonero Laya, que se había ausentado
para acudir al salvamento de Sidi-Dris, regresó
a Afrau en la tarde de 25, yen la madrugada
del 26 se presentaron el Princesa y el Lauria
para contribuir a la operación acordada.
El día 26, al amanecer; viendo el testigo que
se aproximaban los buques, se dispuso a eva-
cuar la posición en la forma que explica, reser-
vando una de las dos ametralladoras en previ-
sión de la eventual necesidad de su uso.

Salieron en vanguardia un Sargento y 15
hombres peninsulares y once policías, fuerza
sobre la que se arrojó el enemigo; marchaba
luego una sección distribuida a ambos lados
del flanqueo, y detrás el centro, que era otra
sección, y los heridos, cerrando la marcha el
testigo con el resto de las fuerzas de todos los
Cuerpos que había en la posición, y en esta
quedó el suboficial de la compañía con unos
15 hombres peninsulares y otros tantos policí-
as para sostener la retirada.
Al salir la columna los moros la rodearon; y
viendo ocupadas por numeroso enemigo las dos
playas que se extienden a uno y otro lado del
saliente de la costa en que la posición asentaba,
decidió marchar directamente al mar, hacia las
rocas del arrecife, donde, metidos en el agua,
contuvieron con el fuego al enemigo, con la
cooperación de 105 buques, que, echando su
botes al agua, en varios viajes, y siempre batidos
por el enemigo, consiguieron recoger a bordo a
los evacuados en núrilero de 130 hombres de
los 175 a 180 de que constaba la guarnición, de
ellos más de 40 heridos.
Hasta el momento de la salida, habían teni-
do cuatro muertos y 18 heridos, y en el
momento de salir la vanguardia cayó herido el
Sargento que les mandaba, que siguió en su
puesto, y muerto el médico que acudió a reco-
nocerle; calculando en su totalidad las bajas
durante defensa y retirada en unas 90.
De no haber realizado la evacuación en el
momento en que la puso en práctica, hubiera
sido más costosa, e imposible quizá, porque al
darse cuenta el enemigo por la llegada de 105
barcos de los propósitos de efectuarla, hubie-
ra acudido la harka que había hostigado a Sidi-
Dris, aumentando poderosamente los medios
de los asediadores."
Con la pérdida de Sidi-Dris, Afrau e
Intermedia "A", ya no quedaba nada de la
línea avanzada y, al no existir una segunda
línea que pudiera contener al enemigo, la
Zona Oriental del Protectorado Español se des-
moronó, perdiéndose totalmente. Tan solo se
van a salvar el Peñón de Vélez de la Gomera,
Annual 1921. 80 Años del Desastre
el Peñón de Alhucemas, las Islas Chafarinas y
Melilla . Pero ésta no se salvará gracias al
mando español, sino al Caid de la cábila de
Seni Sicar, Abd-el-Kader, que fiel a España,
logrará convencer a su gente para que no se
sume al levantamiento.
La única fuerza militar «organizada» que
quedaba en aquellos momentos, era la colum-
na de Annual, a la que habíamos dejado en
Drius y que, a partir de este momento, toma-
rá el nombre de su nuevo mando, el General
Navarro.
LLEGADA DEL GENERAL
NAVARRO A DRIUS
La mañana del 22 de julio de 1921, el Segundo
Jefe de la Comandancia General de Melilla se
encontraba en la plaza, pues el General Silvestre
le había ordenado la víspera, durante los últimos
y trágicos momentos de Igueriben, que marcha-
se a Melilla para encargarse «de organizar en la
Plaza 105 auxilios que exigía la crítica situación de
la línea avanzada». No está claro a que auxilios
se refería Silvestre, ya que él se había llevado al
frente a cuanto soldado útil quedaba en la ciu-
dad. Seguramente se referiría a los refuerzos
que habrían de llegar desde Ceuta y la
Península.
Esa mañana del 22, recibió un telegrama
del Comandante General en el que le comuni-
caba la decisión de ejecutar inmediatamente
una retirada total del frente. Al recibirlo, tomó
la decisión de acudir enseguida a primera
línea, aún a sabiendas de que Silvestre, en
cuanto lo viera, le ordenaría que volviese a
Melilla . Pero pudieron más su honor y su
voluntad de estar con su ejército en aquellos
difíciles momentos, que el temor a enfrentarse
con su jefe.
Salió de la plaza en un «coche rápido»,
acompañado por el Jefe de la Sección de
Campaña, Comandante Simeoni; el Capitán
de Estado Mayor Sánchez Monje y uno de los
ayudantes del General Silvestre.
Juan Tomás Palma Moreno
La harka sublevada se organiza y rearma, tras el
botín arrebatado al ejército español.
Entre Zeluán y Monte Arruit se cruzaron
con el vehículo que llevaba al Comandante
Alzugaray, que tenía orden expresa del
General Silvestre de informar personalmente al
General Navarro de lo sucedido, cosa que hizo
en aquel momento.
El General le ordenó que continuase hacia
Melilla e informase directamente a los corone-
les que allí quedaban, dándole instrucciones
concretas para algunos de ellos. En el vehículo
de Alzugaray iban también el ayudante del
Comandante General, Teniente Coronel de
Infantería Tulio López Ruiz y el hijo de Silvestre,
Teniente Manuel Fernández Silvestre Duarte,
en prácticas de Estado Mayor.
Al pasar por Monte Arruit, dio órdenes para
que se organizase la defensa con los pocos hom-
bres que allí estaban y prohibió que dejasen a
nadie continuar hacia Melilla, a excepción de los
heridos. Continuó hacia Batel, y al llegar le infor-
maron de que se había armado una harka amiga
con fusiles Máuser, para enviarla en ayuda de la
columna. Enfurecido, y tras ordenar que el
Coronel Jiménez Arroyo, que estaba en Melilla,
se incorporase a esa posición, continuó la mar-
cha con intención de dar alcance a la menciona-
da harka. Una vez conseguido, ordenó a los ofi-
ciales que volvieran a Batel, despojaran a los rife-
ños de los Máuser y les devolvieran sus viejas
armas. El general ya tenía clara la idea de que el
nativo no era de fiar.
Llegó a Drius a las 17:30 y allí pudo con-
templar la enorme magnitud del descalabro
sufrido. Aún llegaba gente de Annual y Ben-
Tieb. Venían destrozados, moral y físicamente.
Aunque se estaba intentando organizar la
fuerza, el caos era la nota dominante. Los heri-
dos se amontonaban, las bestias andaban des-
perdigadas y la tropa tenía que apañárselas por
su cuenta para conseguir agua y algo de comi-
da. Se producían peleas por la posesión de los
fusiles, pues los que los habían perdido o aban-
donado temían ser castigados. Muchos oficiales
se habían desprendido de las divisas o de las
prendas de ropa que pudieran identificarles
para pasar desapercibidos ante el enemigo.
La primera medida que toma el general, al
hacerse cargo del campamento, es la de pro-
veer de comida y darle descanso a la tropa. Las
tropas indígenas que quedan, las separa de los
peninsulares, enviándolos al destacamento de
la casa de Drius que está junto al campamen-
to principal. En ella instala su Cuartel General.
Más tarde ordena que estas fuerzas indígenas
se retiren a Nador.
El campamento abarcaba un cuadrado de
unos 100 metros de lado. Estaba situado en
una extensa explanada, a unos 200 metros de
la margen izquierda del río Kert, que traía
agua y junto a la carretera que, procedente de
Melilla, se ramificaba hacia Ben-Tieb, Chaif y
M'Talza . Un parapeto de adobe cerraba la
mitad del perímetro, completándose la otra
mitad con barracones aspillerados. La aguada
se hacía en el río, junto al puente de la carre-
tera, a unos 1.500 m de la posición. Dominaba
el poblado indígena de su mismo nombre y
T Annual 1921. 80 Años del Desastre
contaba con una posición avanzada a 500 m,
junto a la casa de Drius.
Dada la buena situación de la posición, la
gran cantidad de víveres y municiones que allí
se almacenaban y la buena comunicación con
la retaguardia, era un lugar idóneo para
haberse hecho fuertes. Seguramente, no
habrían conseguido impedir el derrumba-
miento del dispositivo, pero hubieran podido
resistir más y mejor que donde fueron a parar
después, Monte Arruit.
El entonces Comandante Franco, cuando
llegó a este lugar durante la reconquista del
territorio dijo: «Deberían haberse quedado
aquí.»
Pero habría que haber estado allí aquel 22
de julio, en la piel del General Navarro, con su
mismo estado de ánimo y con la misma infor-
mación de la que él disponía, para poder
aventurar con conocimiento de causa la deci-
sión que debería haber tomado, todo ello
siendo conscientes d~ la importancia de la
misma y de que no había marcha atrás.
Al no tener noticias concretas sobre el
paradero del General Silvestre, el hasta
entonces Segundo Jefe, tomó oficialmente el
mando de la Comandancia General, comuni-
cándolo al Alto Comisario. Navarro ordenó el
repliegue sobre Drius y Batel de todas las
posiciones que aún resistían, sin embargo,
las dos más importantes, las columnas móvi-
les de Kandussi y T'latza, no cumplirían lo
ordenado.
Dejemos la narración en este punto y
conozcamos las vicisitudes de las posiciones
más significativas que pertenecían a la cir-
cunscripción de Drius.
BUHAFORA.- Posición de la línea del frente,
a unos seis kilómetros al oeste de Cheif y bien
comunicada con ésta, que era su cabecera.
Estaba compuesta por varios edificios moru-
nos formando patios y cuyo cerramiento lo
completaban varias tapias, detrás de una de
las cuales estaban asentadas cuatro piezas de
artillería Krupp de 7,5 cm.
Guarnecía la poslclon una compañía de
San Fernando, el destacamento de Artillería,
los de Ingenieros del servicio telegráfico y los
de Intendencia del depósito de víveres. Era la
cabecera de la 12a mía de Policía de Tafersit.
El 22 tuvieron noticias de lo ocurrido en
Annual y el Caid de la cábila, Haddú, aconsejó
la evacuación de la posición. El Capitán de la
Policía reunió a varios jefes de los poblados
limítrofes para sondearlos y decidió tomarlos
como rehenes. Esa misma noche, sobre las 10,
comenzó el ataque.
A las 04: 15 se recibió la orden de repliegue
sobre Cheif. Ante tal eventualidad, se convocó
reunión de oficiales, decidiéndose enviar a la
Policía al mando de su Capitán, para que se
abriera paso rompiendo el cerco enemigo y
ocupara un morabo próximo, desde el que
podría defender la retirada.
Mientras estaban reunidos, los moros consi-
guieron hacer un agujero en la pared donde
estaban prisioneros los jefes facilitándoles
armas, al tiempo que algunos policías se suble-
vaban y daban muerte a su jefe. Aprovechando
la confusión, los rifeños se lanzaron al asalto de
la posición apoyados por el resto de los policías.
Tras un feroz cuerpo a cuerpo, algunos supervi-
vientes pudieron abandonar el puesto, siendo
perseguidos con saña por los harkeños. Solo 20
lograrán salvar la vida.
HAMUDA.- Se encontraba entre Cheif y
Buhafora y su protección estaba encomenda-
da a una sección de San Fernando, al mando
del Alférez Rey Arias; un destacamento de 20
Policías, al mando de un Sargento indígena, y
los Ingenieros telegrafistas.
En la tarde del 22, los cabileños de Tafersit
les avisan que harka enemiga baja por los
montes con ánimo de atacarles. Al oscurecer
comienza el tiroteo que cada vez va en
aumento.
A las tres de la madrugada recibe, en trán-
sito para Buhafora, la orden de evacuar la
posición y para ellos la de hacerla a las cinco
de la madrugada, replegándose sobre Cheif.
 Juan Tomás Palma Moreno
Al amanecer el tiroteo ha cesado sin
haber causado ninguna baja entre los de-
fensores. Se organiza la evacuación en tres
grupos .
El primero, formado por la Policía
Indígena, que al salir se produce una descar-
ga enemiga y pone en fuga a todos los
Policías .
El segundo grupo, formado por el alférez
Rey y la mitad de la sección, es también tiro-
teada con mayor intensidad, por lo que el
grupo se dispersa. Quedando el alférez heri-
do en un brazo y con solo cuatro soldados.
El tercer grupo mandados por el sargento,
también es vivamente tiroteado y dispersado .
El alférez Rey con los cuatro soldados
consigue llegar a Cheif, donde encuentra a
30 de su sección que han conseguido llegar.
CHEIF .- Esta posición, a siete kilómetros al
oeste de Drius y a unos tres de la margen
"
izquierda del Kert, ocupaba unas casas nati-
vas y no poseía ningún tipo de parapeto ni
de alambrada . La guarnecían una sección de
San Fernando, un destacamento de Policía y
I otro de artillería que servía a dos piezas fijas
Schenider.
'j A unos cien metros se asentaba el cam-
pamento de la cabecera de la columna móvil
del Regimiento Melilla, que ese día 22 esta-
ba compuesta por cuatro compañías del 11
Batallón, la de ametralladoras del I y parte
del tren regimenta!. El Teniente Coronel José
Romero Orrego mandaba esta fuerza que,
no habiendo intervenido en los sucesos de
Annual, conservaba intacta su mora!.
Durante todo el día y madrugada del 22,
no sufrieron acoso alguno por parte del
enemigo. Ello, y la noticia de que el camino
hasta el Zoco el T'latza estaba libre, indujo
a Navarro a ordenar la retirada de Cheif
sobre aquélla, una vez hubiera acogido a las
posiciones colindantes. La distancia era
mayor que a Drius (21 km) pero, de esta
manera, pretendía conseguir una columna
más potente, provista de artillería y, sobre
todo, con la moral intacta, evitando el con-
tacto con los supervivientes de la retirada
en Drius .
Amaneció el día 23 y pudieron entonces
observar las columnas de humo que se ele-
vaban de las posiciones más ce rcanas, y,
sobre las siete , llegaron los de Hamud a. A l
ver que pasa ba el t iempo y no acu dfa nadie
más, y ante el aUment o de la presi ón enemi-
ga, el Teniente Coronel Ro mero decidi ó efec-
t uar la evacuación a las 10 de la mañana.
A la hora previst a se inició la retirada ,
pero no sobre T'latza, sino sobre Drius, que
estaba mucho más cerca, 7 kilómetros con-
tra 21. El corte de las comunicaciones hizo
imposi bl e avisar de este camb io a Drius.
La ma rcha progresaba con cierto desorden,
debido al intenso fuego que el enem igo hada
desde t odos los fren t es. En alg ún moment o, el
Tenient e Coronel Romero, que f ue de los últi-
mos en salir, fue alcanzado y muerto sin que
nadie advirtiera la pérdida del jefe. Fue una
más de las numerosas bajas que se iban pro-
duciendo, pero, a pesar de todo, no se aban-
donó a ningún herido . A medida que se iban
alejando del campamento el tiroteo enemigo
fue decreciendo, pues, en gran número, se
precipitó sobre las instalaciones para saquear-
las. La columna logró rehacerse y afirmar la
defensa, continuando la marcha hacia su
punto de destino.
En aquellos momentos, la Caballería de
Alcántara sale de Drius y carga contra el
enemigo, al que sorprende y pone en fuga
tras causarle numerosas bajas. Protegidos
por los escuadrones, los supervivientes de
Cheif entran en Drius entre los vítores de los
rendidos soldados de Annual, a los que la
actuación de los jinetes ha dado nuevos
bríos. Por esta gallarda acción, al Teniente
Coronel Fernando Primo de Rivera, jefe acci-
dental del Regimiento, le sería concedida la
Cruz Laureada de San Fernando.
Las posiciones dependientes de Drius que
se encontraban al sur de Cheif, fueron
menos hostigadas y pudieron retirarse sobre

Durante una visita a la Academia de Caballería de Valladolid, el rey se reúne con un grupo de generales y ofi-
ciales, entre los que pueden verse al general Silvestre y a Fernando Primo de Rivera.
su cabecera en completo orden, por lo que
se produjeron pocas bajas.
EN DRIUS CON EL GENERAL
NAVARRO
Volvamos al General Navarro en la noche del 22.
La cantidad de prob lemas con los que se debía
enfrentar era enorme, el alojamiento de la tropa,
la moral de los soldados y los oficiales, la orga-
nización de la defensa de la posición y la obten-
ción de datos sobre el resto de posiciones, eran
solo algunos de ellos. Asumió la carga con gran
entereza y autoridad, intentando transmitir tran-
quilidad y confianza a sus subordinados.
Sin embargo, lo que más le preocupaba era
maniobrar adecuadamente las dos únicas uni-
dades que, al parecer, seguían intactas: las
columnas móviles de Kandussi y T'latza. Por un
lado, no era conveniente que se reunieran en
Drius, pues corrían el riesgo de contagiarse de
la moral de derrota que tenía la tropa allí con-
centrada; por otro, el general opinaba que
uniendo a todas las fuerzas disponibles les
sería más fácil aguantar hasta la llegada de los
Annual 1921. 80 Años del Desastre
refuerzos . Además, en caso de optar por la
retirada, podría constituirse un gran contin-
gente de más de 7.000 hombres con artillería
que, distribuido en tres columnas paralelas,
dificultaría en gran medida el acoso enemigo;
también el terreno facilitaría el avance, pues a
partir de Drius el terreno es llano.
Lo cierto es que durante la noche el
General Navarro cursó órdenes y contraórde-
nes, y a la mañana siguiente las comunicacio-
nes con las dos columnas se habían perdido.
Repasemos ahora lo acontecido a éstas:
COLUMNA MÓVIL DE KANDUSSI.- Tenía su
base en la posición de su nombre, en la mar-
gen izquierda del río Kert, dentro del territorio
de la cábila de Beni Said, zona montañosa en
la que se encontraba el famoso Monte Mauro.
El grueso de esta columna lo constituía el
Regimiento de Infantería Melilla número 59,
mejor dicho, lo que quedaba de este
Regim iento, pues una parte había sido disemi-
nada por las diferentes posiciones de aquella
circunscripción y la de Annual. Realmente, la
columna la formaban cuatro compañías de
fusiles y una de ametralladoras, con tren regi-
trI'
I Juan Tomás Palma Moreno
mental, la 6a Batería de Montaña del
Regimiento Mixto de Artillería y una sección
de Intendencia. El jefe de esta circunscripción
era el Coronel del Regimiento, Silverio Arauja
Torres.
El 19 de julio, el General Silvestre había
organizado con restos de la guarnición de
Melilla tres compañías, que envió a esa zona
de Kandussi. La idea inicial era reforzar aque-
lla columna para crear otra posición en la
costa, junto al río Salah, como base de abaste-
cimiento marítimo. Para ello, ordenó a Arauja
que saliese de Melilla para incorporarse a su
circunscripción la noche del 21, Y allí esperarse
instrucciones para emprender la marcha hacia
Afrau.
Pero los acontecimientos se precipitaron en
Igueriben y Annual, por lo que, cuando Arauja
llegó a Kandussi a las 00 :30 del 22, se encon-
tró con la orden del general de salir con la
columna y llegar a Dar Quebdani a las cinco de
la mañana, donde d~bería recoger a las dos
compañías de su regimiento que allí se encon-
traban. El Comandante de su Estado Mayor
Alfonso Fernández, le daría las instrucciones
pertinentes para la marcha hasta Afrau .
Así lo hizo Arauja, llegando a Quebdani
sin novedad a la hora prevista. Allí le comuni-
caron que se había recibido una contraorden,
en el sentido de que debía estacionarse en
ese punto. El campamento no podía albergar
tanta gente, por lo que vivaquearon en el
exterior.
La posición de Quebdani, diseñada para
albergar tres compañías, estaba colocada
sobre una loma de unos cien metros de altura,
cerca del camino carretero de Kandussi. La
dominaba una casa situada al oeste, que esta-
ba ocupada por un pequeño destacamento. El
perímetro, de unos cien metros, estaba rodea-
do en toda su extensión por un parapeto de
piedra y por una alambrada de tres piquetes.
La guarnición la componían dos compañías
y dos secciones del Regimiento, además de un
Sargento, un Cabo y diez artilleros que servían
dos piezas fijas Krupp . En total, unos 250
hombres. La aguada la tenían a un kilómetro
al sudoeste y en la posición existía un depósi-
to de víveres para abastecer a las múltiples
posiciones cercanas y cuarenta cajas de muni-
ción para fusil.
Pasado el mediodía, llegaron el Capitán
Longoria y el Teniente Martínez Baños que
informaron sobre la caída de Annual y todo lo
sucedido.
Más tarde, llegó el jefe de Beni Said, Kadur
Naamar, advirtiendo a Arauja de que la harka
enemiga, cuyo número calculaba entre diez y
doce mil, se dirigiría hacia Quebdani en cuan-
to terminase de saquear las posiciones perdi-
das en Annual. Aseguró que su cábila se man-
tenía fiel a España, pero, si no llegaban refuer-
zos inmediatamente, se iba a ver obligado a
unirse a los sublevados. Su consejo fue aban-
donar la posición enseguida, pues si no ya
sería tarde.
Ante estas noticias, Arauja reunió a los
oficiales para cambiar impresiones. En esta
reunión se propuso consultar al Mando la
conveniencia de retirarse hacia el Kert para
crear una línea defensiva con las posiciones
allí existentes y así defender Melilla, que sabí-
an estaba indefensa. Tanto Arauja como su
Jefe de Estado Mayor se opusieron a efectuar
esa consulta .
Arauja dispuso que el Comandante Sanz
Gracia marchase con un convoya Kandussi
para traer de allí toda la munición y víveres que
pudiese. Con una compañía de escolta, salió a
las nueve de la noche, regresando al amanecer
con la misión cumplida, sin encontrar enemigo
alguno en todo el recorrido . Se trajeron noven-
ta y nueve mil cartuchos, además de todos los
víveres y leña que pudieron transportar.
En la mañana del 23, comenzó a acercarse
el enemigo hasta los alrededores de la posi-
ción, sin mostrar intenciones hostiles .
El Comandante de Estado Mayor
Fernández y el Capitán Ayudante Silverio
Arauja, hijo del jefe de la fuerza, emprendie-
ron viaje en automóvil a Drius, con la misión
de ver al General Navarro y recibir instruccio-

Coronel Silverio Arauja Torres
nes de éste. A media mañana, el Comandante
Fernández telefoneó a '~raujo para comunicar-
le la orden del general de replegarse sobre las
posiciones del Kert. Poco después, otra llama-
da efectuada por el Capitán Arauja desde
Batel reiteraba dicha orden, al tiempo que
informaba sobre la imposibilidad de regresar a
Dar Quebdani por estar el camino cortado por
el enemigo, pero asegurando que se incorpo-
rarían con los refuerzos que se les iban a
enviar.
Arauja ordenó entonces que todas las posi-
ciones de Beni Said se retirasen de forma
simultánea a las 11 :00 de la mañana. Sin
embargo, antes de la hora convenida, pudie-
ron ver cómo se elevaban columnas de humo
de las posiciones aledañas y cómo sus defen-
sores se dirigían a la carrera hacia la posición
principal en demanda de refugio .
Kadur Naamar se llegó a la posición a
manifestar su enfadado por el abandono de
los puestos, alegando Arauja las órdenes reci-
bidas. No obstante, aseguró, como pensaban
volver en breve iban a dejar intacto todo el
material. Asimismo le encareció para que su
gente no obstaculizara la retirada.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Mientras, se recibió un mensaje de Drius
avisando de la sublevación de todo Beni Said.
Sería la última comunicación, pues ya no fue
posible establecer contacto con el mando para
informar de la destrucción de las posiciones .
En aquel momento Arauja decidió suspender
el repliegue de aquellas que aún no se habían
perdido, pero la orden no llegó a todas . Esa
misma tarde vieron arder Drius y Kandussi.
En la mañana del 24 se intentó hacer la
aguada, pues la última se había efectuado en
la tarde del 22, pero el enemigo lo impidió
causando dos bajas.
Arauja pidió parlamentar con los jefes
rebeldes y un grupo de éstos se acercó a la
posición, pero Kadur Naamar no se encontra-
ba entre ellos. Estuvieron de acuerdo en per-
mitir la aguada y cesar el ataque por la noche
para que la guarnición pudiera abandonar la
posición, dirigiéndose a la desembocadura del
Kert, donde les permitirían embarcar hacia
Melilla. Todo ello a cambio de 1.000 pesetas
en efectivo. Sin embargo, no cumplieron lo
acordado, quedándose con las 500 pesetas
que se les habían entregado como anticipo.
Esa tarde observaron desde el campamento
como se acercaba un grupo de fuerzas españo-
las bajo bandera blanca y avisando con toques
de corneta de que no se les disparase. Los moros
permitieron el paso a un Teniente y dos solda-
dos, que explicaron que eran todo lo que que-
daba de las guarniciones de Tizzi Ignoren y de
Dar Buzian, que se había replegado sobre aqué-
lla, y que se habían rendido esa misma mañana
al no poder sostenerse por falta de agua y muni-
ciones. Contaron cómo al entregar las armas y
salir de la posición, fueron vilmente tiroteados,
muriendo 80 de los 120 hombres.
El Teniente y los dos soldados que le acom-
pañaban se quedaron en la posición, mientras
que los 37 restantes, que se encontraban en el
exterior, fueron hechos prisioneros .
Durante la noche comenzaron a llegar, bur-
lando el cerco, algunos soldados de diferentes
posiciones y sus relatos diferían poco de lo
sucedido en Tizzi Ignoren.
111
Juan Tomás Palma Moreno
El día 25 se aproximaron unos emisarios de
Kadur Naamar proponiendo la rendición y
entrega de todo el armamento. A cambio, los
acompañarían (ya desarmados) al río Kert,
donde embarcarían en cárabas rumbo a
Melilla.
Con el fin de estudiar la propuesta, Arauja
convocó una reunión de oficiales, en la que soli-
citó que los que lo consideraran oportuno expre-
saran su opinión sobre la oferta recibida.
Algunos hicieron patente su indignación por la
pasividad mostrada hasta entonces, recomen-
dando romper el cerco y retirarse luchando.
Otros, por el contrario, opinaron que lo mejor
era defenderse hasta que llegasen los refuerzos
o morir defendiendo la posición . Sólo uno se
mostró partidario de aceptar la oferta. Al oír ese
comentario, Arauja le retiró, irritado, el uso de la
palabra. Un momento más tarde, tras un breve
silencio, pidió a los presentes que expresasen su
opinión por escrito. Así lo hicieron y, al leerse el
resultado, surgió la gra~ sorpresa : dos tercios de
los oficiales optaban por la rendición.
Hay diferentes versiones sobre lo que allí se
decidió y cómo se decidió. Lo cierto es que
Arauja solicitó ver a Kadur Naamar para pactar
la rendición .
Huelga todo comentario, lo único que hay
que decir es que allí se encontraba una de las
dos columnas que quedaban intactas en toda
la Zona Oriental del Protectorado, con sus víve-
res y municiones al completo, con más de
1.000 efectivos y con artillería.
Mientras conversaban, el tiroteo había
cesado y los sitiadores habían comenzado a
acercarse al parapeto, pero tampoco dentro
del campamento todos habían permanecido
ociosos, pues, aprovechando el parón, los arti-
lleros se dedicaron a quitar los estopines a las
granadas de la batería de montaña para
meterlos en un saco y enterrarlos. A las dos
piezas Krupp se les retiraron los puntos de
mira y los tornillos de retenida, que el Cabo
Emilio Trillo Herrera, consiguió llevarse y ente-
rrar en las proximidades de Imarufen antes de
ser hecho prisionero .
Una vez acordada la rendición, la tropa
fue abandonando el armamento intacto y
comenzó a salir para formar fuera del perí-
metro. En aquel momento, los moros se aba-
lanzaron sobre los indefensos soldados,
masacrándolos. Kadur Naamar condujo a
Arauja, algunos oficiales y a unos pocos de
tropa hasta un cobertizo cercano a esperar
que pasara la furia de los moros.
Aprovechando que éstos estaban dedicados a
saquear la posición, Kadur Naamar los con-
dujo apresuradamente hasta su casa. Más
tarde, llegó Amar Boaza para decirles que esa
misma noche embarcarían en tres cárabas
rumbo a Melilla, sin embargo, Abd-el-Krim
ordenó que fueran enviados a Bu Hermana,
con el pretexto de concentrarlos y reintegrar-
los a Melilla. Pero, como de costumbre, tam-
poco esto se cumplió, acabarían en Axdir,
junto con todos los prisioneros españoles, en
un cautiverio que duraría año y medio.
Así es como, prácticamente sin disparar un
solo tiro, se perdió toda una columna móvil y
su armamento individual con munición y pro-
Visiones .
Pero no todo fueron ignominias en este
triste episodio, como lo demuestra la actua-
ción de los defensores de la aguada de
Quebdani:
A las tres de la tarde del 23, Arauja había
ordenado al Capitán Enrique Amador Asín que
saliese con su compañía para ocupar una casa
junto a la aguada, a unos dos kilómetros de la
posición. Se le suministraron una lata de sardi-
nas por soldado y una lata de carne para cada
dos y tres cajas de munición para los 106 hom-
bres que componían la fuerza.
Una vez ocupada la casa, el Capitán dispu-
so el despliegue de una sección al norte y otra
al sur, para proteger los trabajos de la tercera
sección, encargada de destruir tres edificacio-
nes próximas en las que el enemigo podría
apostarse.
Observado el hecho por los harqueños,
iniciaron un fuego ininterrumpido sobre
ellos, ordenándose el repliegue de toda la

compañía a la casa, dejando las otras tres
semidestruidas.
Esa noche, el Capitán dispuso la defensa,
distribuyendo a su gente con buen criterio. El
enemigo ocupó las tres casas semidestruidas y
les estuvo hostilizando durante toda la noche.
Al amanecer del día 24, por medio de ban-
deras de señales, se pidió a la posición princi-
pal la evacuación de los heridos y el envío de
víveres. Se les contestó que esperasen «y si
podían salir doce voluntarios de la compañía,
que fueran a la posición principal para llevar
agua y pan. »
Los voluntarios salieron al mando de un
Cabo, consiguiendo llegar a Quebdani con un
herido; sin embargo, no pudieron repetir el
camino de vuelta debido al intenso fuego . Así
pues, el destacamento hubo de aguantar sin
los víveres y sin los doce hombres.
Con el fin de evitar que el enemigo pudie-
se seguir usando las casas semiderruidas
como punto de hostIgamiento, el Capitán
Amador solicitó al anochecer a Kandussi
fuego de artillería sobre ellas, consiguiendo
desalojar a los tiradores, pero no dejar imprac-
ticables los restos.
El 25 por la mañana, los harqueños lanza-
ron un ataque por los frentes norte y sur.
Avanzando en buen orden de combate y pro-
tegiéndose con las casas, un grupo logró acer-
carse mucho a la posición, advirtiendo enton-
ces que se trataba de Regulares . Uno de ellos
afirmó tener órdenes de Arauja para que
abandonasen el puesto. El Capitán, temiendo
una trampa, le pidió que tal orden le fuera
confirmada por los oficiales de Regulares o,
bien, por medio de un escrito de Arauja .
Al recibir la negativa el enemigo abrió
fuego, que fue respondido disparo por disparo
por la compañía, sin arredrarse a pesar de su
intensidad y de que causó varias bajas entre
los defensores. Sorprendidos por la resistencia,
los harqueños cesaron en su acoso y pidieron
parlamento, permitiendo que el Capitán
Amador comunicase con Arauja por medio de
las banderas de señales. Recibida la comunica-
Annual 1921. 80 Años del Desastre
ción de la aguada, Quebdani envió su respues-
ta: «". Que esté atenta la compañía a lo que
se verificase en la posición principal y siguiese
el movimiento de su guarnición, que de cual-
quier modo sería la retirada hacia Kandussi o
la Plaza».
Sin embargo, por dificultades en la inter-
pretación, en la posición se leyó lo siguiente:
«Que se formara toda la fuerza disponible
para proteger la retirada de la columna».
Instantes después llegó otro mensaje ordenan-
do la entrega de todo al enemigo y la retirada .
El Capitán formó la compañía en el patio,
pero situó cuarenta hombres en la azotea, al
mando del Teniente Padura, para batir el exte-
rior ante cualquier sorpresa. Se recogió el
armamento de las bajas, se inutilizó y se repar-
tió la munición sobrante. El Capitán les dio ins-
trucciones para que inutilizaran los fusiles si
era preciso y ordenó que, en caso de salir, los
heridos, unos 12, deberían marchar en van-
guardia.
Ya a punto de salir, observan como los rife-
ños asaltan Quebdani y asesinan traidoramen-
te a la guarnición. Una vez consumada la
matanza, el grueso de los asaltantes se dirige
a la aguada para conm inar a Amador a la ren-
dición. Sin embargo, el Capitán, que demos-
trará tener muy claro cual es su deber, contes-
ta: «Mi compañía no se rinde.»
El enemigo, ya muy numeroso, se abalanza
sobre la posición, pero es sorprendido por el
fuego de los cuarenta hombres del Teniente
Padura parapetados en la azotea . Rechazado
el asalto directo, el tiroteo toma nuevo incre-
mento, al tiempo que acuden más moros pro-
cedentes de Quebdani.
La lucha se efectúa ya a muy corta distan-
cia, consiguiendo los harqueños romper el
parapeto que defiende la puerta principal. El
Capitán Amador, gritando, arenga a sus hom-
bres y manda armar las bayonetas. Sin dudar,
como uno solo, los supervivientes rodean a su
Capitán y con la bayoneta calada se dirigen
con paso firme al encuentro del enemigo, al
que acometen con fiereza . Pero, al fin, el
Juan Tomás Palma Moreno
número inclina la balanza del lado de los rife-
ños. El Capitán cae mortalmente herido, el
Teniente Delgado Nudi muere también, el
Teniente Felipe Casinello López (que será
quien relate estos hechos) es derribado sin
sentido, junto a ellos muere la mayoría de sus
soldados.
Al atardecer, cuando Casinello recobra el
conocimiento, ve que está rodeado de moros
y de soldados muertos o heridos.
Arrastrándose, consigue pasar desapercibido y
escapar. Al pasar por Quebdani, se encuentra
con el horror de cientos de cuerpos disemina-
dos por el recinto.
Caminando durante toda la noche pudo
alejarse del lugar y, tras sortear múltiples difi-
cultades en su trayecto a través del territorio
sublevado, pudo llegar a las proximidades del
Hipódromo de Melilla, donde fue recogido por
legionarios del Tercio el 29 de julio, cuatro días
después de la pérdida de Quebdani.
El Teniente Padura'<Fue hecho prisionero y a
través de sus declaraciones se pudo saber la
suerte corrida por aquellos bravos defensores
de la aguada de Quebdani. Quedó confirma-
da la muerte del Capitán Amador y la casi
segura del Teniente Delgado. El resto de los
oficiales resultaron heridos de mayor o menor
gravedad. En cuanto a la tropa, murieron casi
todos, pues durante su cautiverio pasó por
aquellos lugares pocos días después, encon-
trando el terreno sembrado de cadáveres,
algunos quemados.
La gesta de los hombres del Capitán
Amador demuestra que aún era posible con-
servar intactos el honor y la dignidad, humana
y militar, en medio de tan terribles circunstan-
cias, aunque, desgraciadamente, no sería esto
lo habitual.
Con esta acción, caía toda la zona norte
del territorio hasta Zoco el Had de Beni Sicar, a
tan solo 5 km de Melilla.
Relatemos ahora las vicisitudes de algunas
de las múltiples posiciones que pertenecían a
la circunscripción de Kandussi, y que estaban
guarnecidas por secciones de compañía.
DAR BUZIAN O ALCAZABA ROJA.- Era una
antigua construcción moruna de unos qui-
nientos metros cuadrados, dividida interior-
mente en siete departamentos. Este edificio
era propiedad de Kadur Naamar, que lo cedió
con la condición de que no se efectuaran
reformas, salvo las precisas para su defensa. La
guarnecían unos 60 hombres, al mando del
Capitán Narciso Sánchez Aparicio.
El día 23 por la mañana, cómo no llegaba
el moro acemilero encargado de traer el con-
voy diario desde Quebdani, el Capitán envió a
un Sargento con 15 hombres y un mulo para
efectuar el abastecimiento. Llevaban también
una carta dirigida a Araújo solicitando instruc-
ciones. A su regreso, comunicaron la orden de
replegarse sobre Tizzi Ignoren. Antes de salir,
el Capitán ordenó la distribución del rancho y,
cuando se encontraban comiendo, comenzó la
agresión de los rifeños, disponiendo que for-
mase la compañía.
A paso ligero, y sin responder al enemigo,
abandonaron el campamento en dirección a la
cercana Tizzi Ignoren, sufriendo unas 10 bajas,
que no se recogieron.
Poco antes de llegar, y ante el incremento
del fuego, el Capitán detuvo la marcha y orde-
nó efectuar varias descargas, frenando el
acoso de los harqueños y entrando en la posi-
ción sin más novedad. Alcanzaron su destino
el Capitán, un Alférez y unos 30 hombres,
pero no todos los componentes de la guarni-
ción habían salido con el grupo, permanecien-
do algunos en la Alcazaba.
TIZZIIGNOREN.- Esta posición estaba situada
en una elevación en el macizo del Monte
Mauro, junto al camino que comunicaba con
Ulad Aisa y Dar Buzian.
La guarnecían dos secciones de Melilla, con
59 hombres, al mando del Teniente Luis Tapia,
pues el Capitán se encontraba ausente.
También estaban, como en todas las posicio-
nes, los ingenieros encargados del servicio
telegráfico, que solían ser de dos a cuatro sol-
dados y, a veces, un Cabo.

El 23 comenzaron a ver las humaredas que
salían de las posiciones próximas . Ese día reci-
bieron desde Quebdani la orden de abandonar
la posición, seguida por la contraorden poco
después. Al poco rato observaron como los de
la Alcanzaba Roja se acercaban siendo hosti-
gados por el enemigo. Desde ese momento
comenzaron a ser tiroteados desde los alrede-
dores de la posición, tomando el Capitán el
mando de la defensa.
Ya no pudieron efectuar la aguada, pero
tenían una reserva del preciado líquido y algo
de pan y otros víveres.
El día siguiente, el Capitán pidió a un solda-
do que entendía algo el lenguaje de los harke-
ños, que les solicitara que se acercaran a parla-
mentar. Desde un barranco cercano salieron
algunos ondeando bandera blanca y el Capitán,
junto con algunos oficiales y el soldado que
hada las veces de traductor, fueron a su encuen-
tro enarbolando también la bandera blanca.
Mientras trataban 'tIa entrega, los dos gru-
pos entraron en la posición y, alcanzado, al
parecer, algún acuerdo, los parlamentarios
moros pidieron a gritos a los suyos que se
acercasen sin disparar. Así lo hicieron en gran
número y entre gritos de alegría y comenzaron
a arrebatar las armas a los defensores, al tiem-
po que el Capitán ordenaba a su gente que no
opusiera resistencia .
Al poco, comenzaron a salir los defenso-
res desarmados, incluso los oficiales, a excep-
ción del Teniente Arroyo que se negaba a ren-
dirse.
Tomaron el camino de Dar Quebdani,
pero, nada más alejarse, comenzaron a dis-
pararles obligándoles a correr. Un moro les
detuvo y, apuntándoles con su fusil, les obli-
gó a echarse al suelo con intención de robar-
les . El Capitán le aseguró que no llevaban
nada, pudiendo, al parecer, convencerle de
que les dejase continuar la marcha, tras
entregarle un cheque de 1.000 pesetas. A los
pocos metros, el moro les hizo fuego, siendo
imitado por los que se encontraban en la
posición, que se aproximaban corriendo. Los
Annual1921. 80 Años del Desastre
supervivientes apelaron a la fuga y se disper-
saron intentando salvar la vida.
Algunos consiguieron llegar agrupados
hasta Quebdani, como se relató anteriormen-
te, pero allí fueron hechos prisioneros.
TERBIBIN.- Más conocida como la del zoco de
Bu-Hermana. Situada en el Mauro y guarnecida
por dos secciones de la cuarta compañía del ter-
cer batallón del regimiento de Melilla num.59,
un destacamento de Artillería al mando de un
oficial con cuatro cañones Saint-Chamond de
7,5 centímetros y los ingenieros telegrafistas.
Serian unos 90 hombres al mando del capitán
del MeJilla, Cándido Irarzábal.
Ocurrió como en casi todas las posiciones.
Ante el acoso enemigo se defienden, pero con-
siderando la imposibilidad de sostener la defen-
sa, optan por parlamentar la rendición. Aunque
hay diferencias entre los testigos que se salvaron
al declarar los hechos.
Lo cierto es que tras entregar las armas, los
moros se abalanzan sobre ellos y los acribillan.
Algunos soldados, muy pocos, consiguieron sal-
varse de la masacre.
Que se sepa, por fin hubo en gesto humani-
tario por parte de los asaltantes. El hijo del capi-
tán Irarzábal, Laureano, se encontraba en la
posición . Gracias al moro Dris-Ben-Said, salvó su
vida devolviéndolo a su madre. La fotografía fue
hecha a los pocos días de regresar a Melilla.
SAMMAR.- Interesante fue lo sucedido en
esta posición, donde a la traición de los indí-
genas se unió la presunta traición de los pro-
pios militares españoles .
Esta posición, como la describen los
documentos de la época, era «un cuartel
defensivo de fábrica», asentado en la mese-
ta de Imehiaten, dominando la desemboca-
dura del río Kert y la confluencia del arroyo
Bohua, a unos 25 kilómetros de Melilla.
Disponía de una explanada anexa para el
asentamiento de cuatro cañones Krupp de 8
centímetros. La aguada la tenían a tres kiló-
metros, en Tifasor, que por tuberías, también
Juan Tomás Palma Moreno
El Capitán IrarzabaJ y su hijo Laureano.
suministraba a Melilla. Disponía esta posi-
ción de un aljibe cohstruido, pero por falta
de cuidados, no era potable .
La guarnición estaba compuesta por una
sección reforzada del Regimiento de Melilla,
59; al mando de ella y de la posición, el
teniente Juan Marco Mir; un Cabo y cuatro
artilleros de la Comandancia de Artillería y un
destacamento de 44 Policías Indrgenas al
mando del Teniente Ricardo Sanz Andréu.
Disponía esta posición también de un dispen-
sario indígena a cargo del Capitán Médico
Manuel Peris Torres ,
El día 24 de julio, al cabo Mario Hidalgo del
Regimiento Melilla 59, le toca ir a Ishafen, a
unos diez kilómetros, para recoger el suminis-
tro del destacamento. Diariamente se hacía
con un cabo, cuatro soldados y el acemilero
con el mulo de carga. Pero como ya tenían
vagas noticias de lo sucedido y esa noche oye-
ron mucho tiroteo por Ishafen, se les unió a la
comitiva 3 Policías a caballo.
A mitad del camino, les asalta el enemigo.
Los tres policías huyen al galope con los pri-
meros disparos. Les hacen frente con sus fusi-
les, pero el cabo pierde a su gente al ser per-
seguidos por los moros, consigue regresar a
duras penas con el acemilero y el mulo ,
Nada más llegar, comienzan a disparar
sobre la posición, por lo que el teniente Marco
organizada la defensa.
El enemigo les conmina para que se rindan
y abandonen la posición. Los tres oficiales de
la posición, cambian impresiones y discuten
entre ellos. Se decide evacuar la posición sin el
armamento, que éste les será devuelto cuando
estén cerca de Melilla. Pero al abandonar la
posición son tiroteados, produciéndose la dis-
persión de los españoles. Los policías se han
quedado rezagados y no intervienen. Muere la
mayoría, entré ellos el teniente Marco.
Los otros dos oficiales consiguen llegar a
Melilla y relatan lo sucedido:
Cuando comenzó el tiroteo al regresar el
cabo del convoy, el teniente de policía Sanz
indica al teniente Marco, la conveniencia de
no contestar al fuego de momento. Pues
exponía a sus policías en el trance de tirar con-
tra su familia, ya que todos eran de 105 pobla-
dos cercanos ,
Ante la sospecha de que los policías podrí-
an fallarles siendo en número el doble de 105

soldados españoles y agravándose por la esca-
sez de munición, víveres yagua, los tres oficia-
les se reúnen para tomar una determinación.
Convencen al teniente Marco, que es rea-
cio a evacuar la posición, el teniente de la
Policía y el capitán médico. Pero sin pactar con
los moros que rodean la posición. Diciéndole
únicamente a los policías de la posición, que
ellos en unión de sus familias, que se habían
ido reuniendo junto a la posición, los acompa-
ñasen hasta el límite de la cabila, y de esa
forma no serían tiroteados.
Pero los policías se quedaron y al salir la
fuerza los moros les recogieron las armas y
municiones. " ... Pues, aún cuando nada se
había tratado respecto al armamento, creía el
testigo que no lo dejarían /levar los moros,
como así fue, en efecto. Al marchar las fuer-
zas desarmadas entre los grupos de moros
concentrados, abrió el enemigo alevosamente
el fuego, sobreviniendo la dispersión y perse-
cución de los fugitivo!, siendo el oficial decla-
rante, como el médico, entre otros, hechos
prisioneros. "
De forma algo extraña, aparecieron estos
dos oficiales en Melilla.
El padre del teniente Marco era el Profesor
Mayor de Equitación Juan Marco Roca Mora y
al interesarse por la suerte de su hijo, unos sol-
dados le cuentan otra versión de los hechos.
Por lo que decide hacer un informe, en el que
al dictado de estos soldados, lo escribe.
Con el consentimiento del teniente coronel
jefe accidental del Regimiento Melilla 59, lo
entrega al general Picasso, que era el Juez
Instructor encargado de investigar las respon-
sabilidades del derrumbamiento del territorio.
Dicho documento se transcribe íntegra-
mente:
«Lo ocurrido en Sammar; según fiel decla-
ración de los Cabos y tambor asistente del
Teniente D. Juan Marco Mir. - Serían las diez
de la mañana del día 24 de julio, hora en que
empezaron a atacar la referida posición, y
serían las dos de la tarde cuando el Teniente
Sans mandó a un Sargento moro fuera de la
Annual 1921. 80 Años del Desastre
pos/Clan a hablar con los moros, habiendo
salido con uniforme y armas, y al regresar vino
vestido de moro, y ya no entró en la posición;
a la misma hora de las dos empezó el Teniente
Sans a hablar con los moros de las cábilas
inmediatas ya darles la mano por la ventana,
diciéndole acto seguido al Teniente Marco
que entregaran el armamento y la posición, y
que él era responsable de la vida de todos, y
responder de las armas, contestando el
Teniente Marco que él no abandonaba la
posición, porque en el momento que salieran
de la posición los matarían, insistiendo en que
la entregara hasta la puesta del sol próxima-
mente, primero el referido Teniente Sans y
después también el médico señor Piris,
negándose a ello tantas veces como se lo pro-
pusieron el Teniente Marco, haciéndole la
observación el Teniente Marco al Teniente
Sans que si le traían tres o cuatro moras de las
cábilas para su confianza y de la tropa, que
únicamente en este caso accedería, prueba
segurísima de que yendo las moras entre los
soldados no harían fuego, contestando el
Teniente Sans que no hacía falta nada de eso,
pues que los policías moros que estaban a sus
órdenes eran familias de todas aquellas cábi-
las, y que él correspondía con su vida de que
nada les pasaría a todos, pues que al hacer
fuego lo matarían a él como a todos los
demás, y qué mal iba a desear él para sí
mismo; convencido el Teniente Marco por
estas razones, abrieron la puerta, y entonces
los moros que estaban fuera en innumerable
cantidad iban pidiendo las armas, según dis-
puso el Teniente Sans; nos pusimos en marcha
con todos los oficiales, y cuando llevábamos
andando unos cien metros o por ahí, vimos
que varios de los moros de la Policía de los
que estaban con nosotros en la posición se
quedaron en el mismo fuerte, y entonces
nuestro Teniente Marco le dijo al Teniente
Sans: '¿No decías que la Policía nos acompa-
ñaba?', Contestando el Teniente de la Po licia
que aquéllos se quedaban para hacer guardia
para que nadie sacara nada del fuerte, y
Juan Tomás Palma Moreno
entonces dijo nuestro Teniente: 'El fuerte va a
ser la que nos van a dar a nosotros, que
vamos a morir sin defensa por culpa tuya', yal
terminar estas palabras nuestro Teniente,
cogieron los caballos que hasta entonces lle-
vaban los asistentes, y entonces les dijo nues-
tro Teniente: 'Oye, Sans, deja el caballo, que
nos vas a hacer mala partida', contestando el
Teniente de la Policía: 'Mala partida, no', y ter-
minando de decir estas palabras se montaron
muy deprisa el Teniente Sans y el Capitán
médico, yen su huida tan deprisa del Teniente
nuestro y nosotros, atropelló y tiró a tierra al
Cabo Hidalgo, y al separarse de nuestro
Teniente y de todos nosotros, le dijo nuestro
Teniente: 'Traidor, nos has vendido; traidor de
tu patria', y cuando iba corriendo le oímos
todos decir: 'Ahí lo tenéis; todo para vos-
otros', y al terminar de decir estas palabras,
nos empezaron a hacer fuego, y entonces nos
dijo nuestro Teniente: 'Hijos míos, somos
muertos; salvarse los ~ue podáis, y el que se
salve que diga la verdad'. Esto nos lo dijo a
todos en alta voz, y a estas palabras de nues-
tro Teniente, cada uno empezamos a correr
por donde podíamos, y el tambor Ángel
Torres, que iba al lado de nuestro Teniente,
vio que un policía montado a caballo les dio el
alto, y nos disparó un tiro que no nos dio a
ninguno de los dos, echamos a correr y des-
pués volvimos a pararnos y disparó otro tiro y
entonces fue cuando vio caer a nuestro
Teniente a tierra, saliendo el tambor corriendo
para la playa, y ya no vio más. - Melilla, 30 de
Julio de 1921. - Cabo José Salmerón Marín
(rubricado). - Cabo Mario Hidalgo Hidalgo
(rubricado). - Tambor Angel Torres (rubrica-
do). En el margen del documento, también
aparece la firma de Salvador Ríos."
Al llegar a este punto, el autor no encuen-
tra palabras y deja al lector, que con su imagi-
nación finalice este triste capítulo.
Una vez relatado lo de mayor interés en la
circunscripción de Kandussi, pasemos ahora a
la segunda columna móvil que se encontraba
intacta en la noche del 22 al 23 de Julio de
1921 Y se ubicaba en la circunscripción de
Metalza .
COLUMNA MÓVIL DE T'LATZA.- Situada en
la circunscripción de M'1a:za o Metalza, estaba
constituida en torno al Regimiento de
Infantería África número 68, cuyo mando acci-
dental desempeñaba el Teniente Coronel
Saturio García Esteban por delegación del
Coronel Francisco Jiménez Arroyo.
Esta circunscripción, de unos 400 kilóme-
tros cuadrados, abarcaba la parte sur de la
Zona Oriental del Protectorado Español.
Limitaba al norte con la carretera principal
de la Comandancia que, de este a oeste y pro-
cedente de Melilla, llegaba hasta Drius, pasan-
do por Monte Arruit, Tistutin y Batel. Al oeste,
es decir, la línea del frente, se iniciaba en Haf
por el norte y corría al sudeste hasta Tazarut
Uzai, con una longitud aproximada de 10 kiló-
metros. En el centro de esta línea se encontra-
ba la cabecera de la columna móvil, que acam-
paba en el Zoco de Telatza, Telatta o T'latza,
que de las tres maneras se escribe, aunque los
propios oficiales que estaban destinados en
esta posición, escribían "Campamento del
Zoco T'latza" en sus documentos.
El sur apenas necesitaba defensa, pues
aunque todavía no se había llegado a los lími-
tes con el Protectorado Francés, la actividad en
esa zona desértica era prácticamente nula.
Desde la posición de Tazarut Uzai, la más meri-
dional, situada en la entrada del desértico
llano de Ain Zara, se podía divisar la posición
francesa de Imedelen.
En esta circunscripción se desperdigaba un
número excesivo de posiciones que no se
encontraban en buena disposición militar,
debido a la poca actividad belicosa y a la nece-
sidad de concentrar fuerzas en Annual. La
mayoría de ellas disponía para su defensa de
algún mínimo destacamento de la Policía
Indígena. Las únicas que mantenían una guar-
nición importante eran las que rodeaban el
campamento principal de T'latza y las que pro-
tegían su comunicación con Tistutin. Estas
T Annual 1921. 80 Años del Desastre

La guarnición de Arrayen Lao, en Metalza. Compuesta por la 4" Compañía del 1 Bon. del Regimiento África 68.
\

El General Navarro, con su Estado Mayor y el Jefe de la Circunscripción de Metalza, junto a la puerta princi-
pal del campamento del Zoco d T'latza, durante su visita el 1 de mayo de 1921.
Juan Tomás Palma Moreno

1 2

Circunscripción de Metalza en mayode 1921

1.- T'latza, la enfermería. 2.- T'latza, la batería de posición, 4 cañones Krupp de 9mm. 3.- el camión
correo, detenido por avería a su egreso de Tistutin. 4.- el camión correo n° 47 y los tanques-algibes n°
101 y 136 que salieron a remolcarle. 5.- T'latza, interior de la casa de telégrafos. 6.- La casa de telégra-
fos con su personal de Ingenieros. 7.- Una sección de la Policia Indígena desplegando al galope. 8.- El
Coronel Jefe durante una inspección, con una sección de la Policía (Teniente Merlo) y la sección del
Regimiento Alcántara (Teniente Campo).

eran las de Haf, Arreyen Lao, Sidi Ali y Yebel
Ben-Hidur o Loma Redonda. Cada una de ellas
albergaba a una compañía del Regimiento
África, totalizando unos 400 hombres. A ellos
se añadían los componentes de la 9" mía de
Policía que se repartían entre el resto de las
posiciones semiabandonadas y que tenía su
cabecera en el Zoco de T'latza, muy cerca del
campamento. Completaban el dispositivo, las
muy mermadas, 10", 8" Y 6" mías, también
muy diseminadas por las posiciones secunda-
rias . El total de efectivos podría considerarse
próximo a los 250 indígenas.
El campamento de T'latza se encontraba
sobre un gran llano en la margen derecha del
río Igan y ocupaba un espacio considerable de
terreno, al que rodeaba una muralla de 1,7
metros de altura, aproximadamente, hecha de
piedras unidas con barro y que, a su vez, esta-
ba circundada por una alambrada.
Disponía de un edificio para el jefe de la cir-
cunscripción, otro paf1a oficiales, cuatro barra-
cones para la tropa y quince tiendas cónicas.
Una amplia enfermería ocupaba un edificio de
unos 35 metros de largo por unos 6 de ancho,
dividido en habitaciones independientes para
el médico, baños y duchas, enfermería para 20
camas, botiquín, sala de reconocimiento, sala
de operaciones y cuarto para el sanitario de
servicio. También se alojaban dentro del cam-
pamento, la oficina para asuntos indígenas del
territorio; varias cantinas; un cafetín moruno;
un horno de Intendencia; las cocinas; un gran
depósito de Intendencia, de unos 50 por 20
metros de superficie; un depósito de municio-
nes; el parque de Ingenieros; la casa de telé-
grafos, con una centralita telefónica de cinco
líneas; las cuadras suficientes para resguardar
a todo el ganado durante la noche; el herra-
dero y el asentamiento para las cuatro piezas
Krupp de 9 cm. No hay que olvidar el edificio
del Cuerpo de Guardia y las once garitas
cubiertas. La fortificación ocupaba una super-
ficie de forma trapezoidal, con unos 450
metros de perímetro y una superficie aproxi-
mada de 10.500 metros cuadrados.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Entre la muralla y la alambrada se encon-
traban dos depósitos de agua, uno de acero y
otro de piedra; diez pequeños depósitos de
combustible enterrados (petrolinas); un horno
para cal; dos talleres de adobes; dos pesebres
diurnos; un corral nocturno para ganado lanar
y vacuno, y un matadero de reses. La aguada
estaba a poca distancia, construida de mam-
postería, pero el agua era muy poco potable,
por lo que la necesaria para abastecer al per-
sonal se traía con dos camiones aljibe, bien
desde Tistutin, a donde llegaba por tren, o
bien desde las fuentes de Ermila, ambas a
unos 35 km .
En el exterior se había construido un
campo de tiro válido para fusil y ametralla-
dora.
Realmente se trataba de un campamento
bien dotado y de verdadera importancia.
Aunque los especialistas lo criticaban por tener
alturas y barrancas próximas desde las que
podía ser batido.
La guarnición fija estaba compuesta por
una compañía de África; un destacamento de
Artillería, formado por 22 artilleros al mando
de un oficial; una sección de Caballería de
Alcántara al mando de un Sargento; un Cabo
y cinco soldados de Ingenieros encargados de
las transmisiones y del mantenimiento de su
parque; un oficial y 12 soldados a cargo del
depósito de Intendencia, y un oficial médico
con dos sanitarios.
En esta posición tenía su alojamiento la
columna móvil, compuesta por cinco compa-
ñías de fusiles y una de ametralladoras incom-
pleta, pues una de sus máquinas se encontra-
ba en Annual. Total, unos 700 hombres .
Debido a los sucesos de Abarrán e
Igueriben, T'latza se encontraba algo olvidada
y desabastecida, puesto que todos los servicios
estaban volcados sobre Annual.
El 21 de julio, el Capitán Alonso, de la 9"
mía, decidió entrevistarse con el Teniente
Coronel García Esteban, preocupado por aque-
lla situación de abandono. Puso en conocimien-
to del jefe cuantos datos tenía sobre el aumen-
Juan Tomás Palma Moreno
Campamento del Zoco de rlatza en mayo de 1921.
to de la hostilidad contra los españoles en la
zona fronteriza, temiendo un serio enfrenta-
miento contra los rebeldes para el que, creía, no
estaban preparados dada la escasa munición
disponible para fusil y artillería, ésta suficiente
para apenas dos horas de fuego. En cuanto a
los víveres, se necesitaba un envío urgente,
pues de aceite y tocino se carecía totalmente y
la harina y otros artículos de primera necesidad
estaban a punto de agotarse.
Se decidió que el Capitán Alonso marchara
al día siguiente con un camión hasta Batel o
hasta Melilla, si fuese preciso, para solicitar los
suministros necesarios y advertir que, en caso
de no disponer de ellos, no se podría prolon-
gar la resistencia, máxime si había que abaste-
cer a las innumerables posiciones repartidas
por el territorio.
Al llegar el Capitán a Tistutin se enteró de
lo ocurrido aquella mañana en Annual y desde
allf telefoneó a la Sección de Campaña de la
Comandancia General, donde le prometieron
el envío inmediato de ayuda. Sin esperar a que
el camión que llevaba estuviera dispuesto,
regresó apresuradamente a ~T'latza, donde
llegó a las ocho de la noche para dar cuenta
de lo sucedido a su superior.
122
El camión aljibe, que regresaba de Tistutin
con agua y correspondencia, fue interceptado
por un grupo de rebeldes armados que arre-
bataron violentamente el armamento y cuanto
llevaban de valor a sus ocupantes, obligándo-
les a regresar a Tistutin.
Esa misma tarde comenzó el hostigamien-
to de la posición de Haf y poco después era la
posición de Sidi Yagud la atacada, lo que forzó
a ordenar el repliegue de las avanzadillas y su
concentración en Teniat-el-Hamara.
El día 23, a las diez de la mañana, se inte-
rrumpió definitivamente la comunicación con
Tistutin y Drius, quedando así la circunscrip-
ción aislada del resto del territorio.
Para intentar abastecer a la asediada posi-
ción de Haf, se decidió enviar un convoy pro-
tegido por la 9 a mía, al mando del Capitán
Alonso. Emprendió la marcha a las dos de la
tarde y, tras empeñado combate con el enemi-
go que sitiaba la posición, pudo acceder a ella
y entregar las cargas de . agua y municiones
que llevaba, regresando seguidamente a
T'latza. Allí se acababan de enterar de que
también Tazarut Uzai y Arreyen Lao habían
sido cercadas y se encontraban bajo intenso
fuego.

Ante la gravedad de la situación, el
Teniente Coronel García Esteban ordenó que
los soldados peninsulares que formaban las
avanzadillas del campamento de T'latza fueran
relevados por personal de la Policía Indígena.
El día 24, moros amigos avisaban al cam-
pamento de que una gran harka enemiga
rodeaba la posición de Arreyen del Guerruao,
con peligro de perderse. Esta posición se
encontraba a unos nueve kilómetros al este
de T'latza , en el llano que daba nombre a la
posición .
Una vez más fue la unidad del Capitán
Alonso la encargada de llevar el socorro a los
sitiados . Ya en las cercanías de la posición
pudo apreciar que el gran número de enemi-
gos presentes haría imposible el auxilio y la
defensa, por lo que optó por negociar con los
asaltantes.
Tras largas conversaciones se alcanzó el
acuerdo de que dejarían salir a la guarnición
con su armamento, I~ munición y las tiendas
de campaña, a cambio de la entrega de 2.500
pesetas.
En un principio todo se desarrolló confor-
me a lo previsto, los sitiados reunieron la can-
La guarnición de Arreyen-Lao, a la hora del rancho, en mayo de 1921.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
tidad acordada, aportando 1.000 pesetas el
Capitán Alonso y el resto los demás oficiales, y
los rebeldes permitieron el abandono del
recinto . Sin embargo, cuando la columna ya
había recorrido un buen trecho, los moros
reclamaron la entrega del armamento. Tras
otra larga y acalorada discusión, les permitie-
ron continuar la marcha, previa entrega de
cinco fusiles. A la altura de Sidi Ali, fueron hos-
tilizado por los harqueños, perdiéndose los
camellos que transportaban la munición y las
tiendas de campaña. Afortunadamente, este
sería el último contratiempo, pudiendo alcan-
zar el campamento la totalidad de las tropas
con su armamento intacto.
Ese mismo día, las posiciones de Haf y
Arreyen Lao informaban a la cabecera de que
Drius estaba ardiendo y que Batel y Tistutin
habían caído, (lo primero era cierto, pero no
así lo segundo), y pedían socorro urgente ante
lo desesperado de su situación.
Valorando esa información y el estado en
que se encontraba la circunscr ipción, el
Teniente Coronel García Esteban convocó a
todos los oficiales del campamento a una reu-
nión en la que se debía decidir si se enviaban
 ~ ¡
Juan Tomás Palma Moreno
dos compañías para socorrer a aquellas posi-
ciones. Tras un prolongado debate se optó por
ordenar el repliegue de ambas sobre el cam-
pamento, que distaba 14 kilómetros, aunque
algunos oficiales se ofrecieron voluntarios para
encabezar alguna fuerza de socorro que apo-
yara aquella retirada. No obstante, antes de
poder atender aquel ofrecimiento, llegaron
noticias de la caída de Haf.
Informes recibidos a las cinco de la tarde,
aseguraban que un gran número de rifeños a
caballo y a pie se dirigían sobre el campamen-
to de T'latza, por lo que el jefe de la circuns-
cripción ordenó el abandono de todas las posi-
ciones que aún no habían caído y su acogi-
miento al campamento principal.
Al recibirse en los puestos tal orden, los indí-
genas de la Policía hicieron saber a sus mandos
que solo la cumplirían si desde T'latza se iba a
emprender inmediatamente la retirada sobre
Melilla, pero no, si se iba a intentar la defensa
del campamento pues;' «morirían todos.»
Ante la impotencia de los oficiales españo-
les, la gran mayoría de los indígenas abando-
naron las posiciones y se unieron al enemigo.
El resto, formando un grupo de unos treinta
I jinetes al mando de los tenientes de la Policía
I
Indígena Benito y Salama, se dirigieron al cam-
pamento enarbolando la bandera española.
Sin embargo, fueron confundidos con el ene-
migo y rechazados a tiros, por lo que tuvieron
que retirarse, dispersándose por territorio
sublevado.
Al anochecer el enemigo rodeaba Loma
Redonda, Sidi Ali y Ben Hidur, que pedían auxi-
lio urgente. Desde el campamento, que tam-
bién estaba siendo atacado, se comunicó con
Loma Redonda y se le informó de la imposibi-
lidad de socorrerles, por lo que aconsejaban
que aguantaran hasta medianoche para inten-
tar romper el cerco y replegarse sobre Sidi Ali.
Una vez reunidas, y en caso de ser posible,
deberían incorporarse al campamento a las
13:00 horas del día siguiente.
A las 22:00 horas se convocó una nueva
reunión de oficiales con el objeto de conside-
rar si se debía resistir en la posición o si, por el
contrario, era conveniente emprender la retira-
da y, en este caso, en que dirección y por que
ruta.
Tras considerar varias alternativas se optó por
retirarse hacia la zona francesa, comenzándola a
las 14 horas del día 25. De las tres rutas posibles,
se eligió más corta, unos 20 kilómetros por la
falda occidental de los montes de Ben Hidur,
aunque existía el problema de que su tramo final
era montañoso, con el consiguiente peligro de
emboscada. Así sucedería.
De madrugada, el enemigo aflojó el cerco,
por lo que se decidió emprender la marcha, aler-
tando a las compañías y posiciones cercanas.
La ruta lógica de repliegue era la Ge Batel,
y era en esa parte donde el enemigo concen-
traba su mayor contingente, por lo que la
dirección que tomó la columna (sur) les cogió
por sorpresa. Además, se dispuso que una
compañía quedara en la parte norte del cam-
pamento para responder al fuego enemigo y
así no alertar a éste de la salida de la columna.
Se efectuó ésta a las 03:30, en completo
silencio y favorecida por la niebla, en "colum-
na de viaje", formando cuatro filas abiertas sin
desplegar la protección de flanqueo.
Delante marchaba el Capitán Prats, defen-
diendo la vanguardia con su primer elemento
desplegado, le seguía la 5a Compañía del II
Batallón de África; a continuación la columna,
en este orden, una compañía de fusiles, la de
ametralladoras, los heridos, la impedimenta, el
grueso de la fuerza y la retaguardia, constitui-
da por la compañía del Capitán Gil y la sección
de Caballería de Alcántara. Sumaban un total
aproximado de 1.200 hombres.
Durante los primeros diez kilómetros la nie-
bla cubrió su marcha, pero al amanecer des-
apareció la cobertura, siendo inmediatamente
atacado el flanco derecho por un grupo de
entre 50 y 100 harqueños a caballo, que tra-
taba de envolver la retaguardia, obligando al
despliegue de las dos filas de ese flanco .
Las dos filas del flanco contrario se desplega-
ron también buscando unas alturas situadas en
T Annual 1921. 80 Años del Desastre
las cercanías, desoyendo las órdenes de los ofi-
ciales para que no lo hicieran . Al aproximarse la
tropa a las lomas, fue sorprendida por un nume-
roso grupo enemigo que se encontraba aposta-
do en los relieves del terreno y que aprovechó su
privilegiada posición para efectuar varias descar-
gas cerradas que causaron grandes bajas en las
filas. Éstas, desorganizadas, se replegaron al
valle, abandonando heridos y material.
Este descalabro precipitó el desorden y el
caos, perdiendo la columna la escasa cohesión
que mantenía, dispersándose en demanda de
la zona francesa. Algunos consiguieron llegar
a la posición de Hassi Uenzga, siendo bien
recibidos por los franceses y permaneciendo
allí hasta el día 27, en que fueron trasladados
a Camp Berteaux para pernoctar. A la mañana
siguiente marcharon a Taurit, donde permane-
cieron ocho días en los que fueron reorganiza-
dos en cuatro compañías, tres con los compo-
nentes de África y una que aglutinaba a los de
-.
3
1.- Un jefe moro, Policía Indígena y adictos.
2.- Taller de adobes en T'latza .
.- Soldados, campamento de T'latza,
Ingenieros, Caballería e Intendencia. De allí
fueron trasladados a Uxda en espera de su
repatriación a Melilla.
Según el Teniente Coronel García Esteban,
consiguieron llegar 18 oficiales y 500 hom-
bres, de ellos 33 heridos. El Alto Comisario
recibió el 28 de julio un telegrama desde
Camp Berteaux, en el que se le informaba de
que habían llegado un jefe, 16 oficiales y 450
de tropa, con heridos y enfermos.
Un documento del Ministro de Estado con
la calificación de «Muy reservado», relativo a
la carta recibida del cónsul de España en Uxda,
aporta más detalles sobre lo sucedido:
«Excmo. Sr.: El cónsul, de España en Uxda,
en despacho reservado número 50, del 12 del
pasado, dijo a este Ministerio que, en su deseo
de que el Gobierno de 5.M. tuviera el mayor
número posible de elementos de juicio sobre
los acontecimientos desarrollados en nuestra
zona del protectorado, había hecho diferentes
Juan Tomás Palma Moreno
preguntas a las personas de aquella colonia
que había en Taurit, y después, en Uxda, a las
tropas del zoco de Telatza. Mis impresiones
eran: en el momento del ataque a la posición,
la columna estaba suficientemente municiona-
da, todas sus plazas recibieron la dotación
reglamentaria de 150 cartuchos, y casi todos
llevaban en la bolsa un repuesto que variaba
desde uno hasta tres paquetes de 50 cartu-
chos. El Parque de Intendencia acaso no estu-
viese tan bien surtido; pero, aún así, y todo, al
abandonar la posición quedaban sobradas
raciones para cuatro o cinco días. El valor de lo
abandonado se calcula en 550.000 pesetas.
Ignora el cónsul si esta fuerza tuvo comunica-
ción con el Estado Mayor de la Comandancia
de Melilla y si recibió alguna orden de aquél;
pero parece ser que lo que pasó fue que al
conocerse en la posición lo ocurrido en el terri-
torio, el señor Teniente Coronel jefe de la
columna celebró reunión de oficiales, y éstos
sostuvieron el criterio Be abandonar la posi-
ción e internarse en zona francesa. En dicha
retirada, parece que no se desplegó ninguna
guerrilla para proteger por escalones la mar-
cha de la columna, y una fuerza que contaba
con más de 1.200 hombres al salir de la posi-
ción, llegó a la zona francesa con menos de
400 hombres, siendo la distancia de 22 kiló-
metros. Los heridos y rezagados no se trató en
ningún momento de ampararlos y recogerlos.
Un detalle -dice el cónsul- que he podido
comprobar por mí mismo: todos los heridos
que han llegado hasta aquí lo han sido en el
lado izquierdo (pueden verse las fichas que he
mandado). Ello comprueba que la columna
fue sorprendida por un fuego de flanco, con-
tra el cual no hubo reacción de las fuerzas, ya
que no hay heridos de frente o del lado dere-
cho. Los orificios de entrada son en su casi
totalidad por detrás. Al llegar al alcance de la
primera posición francesa cesó inmediatamen-
te la persecución. Nuestras tropas se acogie-
ron al puesto francés de Hassi Uenzga, y desde
allí fueron a Camp Berteux y Taurit. En todos
ellos fueron bien recibidos. En Taurit, el señor
Teniente Coronel dictó unas disposiciones para
el orden de su columna, cuyo mando conser-
vaba, e inmediatamente le montaron en un
automóvil, llevándole a Tazza, donde parece
que el general Aubert le sometió a un larguísi-
mo interrogatorio. Las tropas quedaron acuar-
teladas en el campamento de Taurit, en un
barracón . Los oficiales, en unos pabellones de
oficiales franceses. Según el señor cónsul,
llamó la atención de todos: primero, que
desde que llegaron los oficiales no visitaron a
los soldados en su acuartelamiento; y segun-
do, que se pasasen todo el tiempo en los cafés
de la población, y todas las noches bailando y
alternando con mujeres de la vida. Se han que-
jado también al señor cónsul algunas personas
de la colonia de desatenciones de algún oficial
y de alguna excesiva petición de dinero, con-
cretándose el caso del auxiliar de Intendencia
Abundio Salvador, que merece del señor cón-
sul tan severas frases, que se le ha pedido por
este Ministerio que puntualice los hechos.
Hace dicho funcionario encomio del Capitán
D. Francisco Alonso, que antes de abandonar
la zona quiso volverse repetidas veces a su
puesto y trató de suicidarse dos veces. Sobre
su figura -dice- no creo preciso insistir, por-
que sé que el señor cónsul de la Nación en
Orán a transmitido ya a V E. sus propias decla-
raciones. Aunque acaso el señor cónsul, por el
origen de sus informes, no pueda puntualizar
y demostrar algunas de las afirmaciones de
que se hace eco, y aunque asimismo otras,
examinadas competentemente, no tengan
quizá significación desfavorable, transmito
esas noticias de Real orden a V E., a los fines
de depuración de responsabilidades u otros
oportunos, dada la especial índole y transcen-
dencia del hecho de haberse refugiado en
zona francesa una columna tan importante.
Dios guarde a V E. muchos años. Madrid 16 de
Septiembre de 1921. - Manuel González
Hontoria.»
El resultado de esta desafortunada acción
de la columna de T'latza fue que el general
Navarro perdió el apoyo de una unidad com-

pleta en la retirada hacia Melilla o en la defen-
sa del territorio.
LA RETIRADA DE DRIUS
El día 23 el General Navarro ya sabe que no
podrá contar con la columna de Kandussi ni
con la de M'Talza, por lo que un hipotético
apoyo solo podría llegar desde Melilla . Sabe
también que ese apoyo no será inmediato,
pues las fuerzas tienen que venir por barco
desde Ceuta o la Península y tardarán en lle-
gar, como mínimo, tres o cuatro días, a los que
habrá que añadir los que les cueste avanzar
hacia ellos a través de territorio enemigo.
Este será uno de los factores que más pesa-
rán en su decisión de proseguir la retirada,
acercarse lo más posible a Melilla para contac-
tar cuanto antes con los refuerzos. Además,
en Drius no hay agua en el interior de la posi-
ción y, aunque la aguada está próxima, es
indudable que el servicio diario costaría nume-
rosas vidas
Por otra parte, el terreno es prácticamente
llano hasta Nador, salvo el cauce del río Igan
que, a causa de la erosión del agua durante el
invierno, presenta un relieve con desniveles de
hasta diez metros y la carretera que lo cruza
tiene varios serpenteos .
Desde la tarde del 22, y con objeto de des-
embarazar a la columna, los heridos han
comenzado a ser evacuados a Batel (a 20 km
de Drius) en camiones y coches rápidos, con
instrucciones de que los más graves continúen
en tren hasta Melilla y los capaces de luchar
permanezcan en la enfermería de Tistutin.
Los camiones pasan toda aquella noche
cargando y descargando víveres para Drius,
mientras llegan órdenes y contraórdenes. La
última es la de regresar a Drius con los camio-
nes vacíos, mientras los coches rápidos conti-
núan todos hasta Melilla .
Entre las cuatro y las diez y media de la
mañana se efectúan sin novedad otro par de
viajes entre Drius y Batel, pero a partir de
Annual 1921. 80 Años del Desastre
entonces el enemigo comienza a hostigar la
ruta, lo que obliga a retrasar una nueva salida
hasta las doce del mediodía. A esa hora salen
cuatro camiones, pero a unos cinco kilómetros
se ven obligados a regresar, pues el enemigo
abre fuego contra ellos al tiempo que intenta
bloquear la carretera.
Entre tanto, en Drius se cargan los camio-
nes que quedan con heridos y municiones. El
Teniente Coronel Primo de Rivera tiene orden
de escoltarlos con sus escuadrones hasta pasa-
da la posición de Uestia y, si ésta ha sido aban-
donada, dejar un escuadrón guarneciéndola,
regresando seguidamente a Drius.
Salen alrededor de las 11 :00. Pero a poco
de salir los conductores de los camiones acele-
ran sus vehfculos dejando atrás la escolta, que
les sigue al trote. Cuando se pierde la cola del
convoy motorizado, se oye nutrido fuego en
dirección a Uestia . El clarín de órdenes toca" al
galope" avanza veloz el Regimiento para
cerrar sobre el convoy y al acercarse ven cómo
el enemigo lo está asaltando y rematando a los
heridos de algunos camiones que ha logrado
volcar e incendiar. Los heridos se defienden
rabiosamente.
Vibra el toque de "carguen", brillan los
sables en mano de los jinetes y atruenan los
gritos de "Viva España" . El Regimiento carga
en masa, los jinetes acuchillan al enemigo que
huye en estampida.
Desde Uestia, la guarnición, (una compañía
de Ceriñola y una sección de San Fernando)
que aún se mantiene en su puesto, vitorea a
los escuadrones mientras acelera la retirada de
los rifeños con sus disparos.
Una vez despejada la carretera de los vehí-
culos destruidos, deben continuar la marcha
hasta Batel, viéndose obligados a abandonar
los cadáveres. Al llegar a su destino les espera
un heliograma con la orden de volver a Drius
con urgencia para proteger la inminente reti-
rada . Primo de Rivera informa al mando de lo
sucedido con el convoy y de que su unidad
está agotada, por lo que solicita esperar a la
columna en Batel. Sin embargo, desde Drius se
Juan Tomás Palma Moreno
rechaza la petición, reiterando la orden . Sin
más alternativa, se ordena el regreso.
Mientras, en Drius se discute sobre la retira-
da. Varios jefes afirman que es preferible defen-
derse allí a comenzar otro nuevo éxodo hasta
Batel, con el riesgo de que se repita lo de
Annual . El Teniente Coronel Pérez Ortiz, jefe de
San Fernando, llega a manifestar su intención
de quedarse con sus hombres en Drius si se
opta por la retirada. Sin embargo, todas las
razones aducidas no convencen a Navarro, que
dispone que se organice la marcha . La orden
coge desprevenidos a muchos mandos, por lo
que se produce algún revuelo, pero, finalmente,
la columna está dispuesta para la partida.
A las 13:30 del 23 de julio sale la vanguar-
dia de la que desde entonces será conocida
como «Columna Navarro ». Aunque la tropa
todavía está fatigada, física y moralmente, la
marcha se inicia con buen orden. Se avisa a las
posiciones que flanquean el camino desde
Drius a Batel y aún r@sisten que se replieguen
sobre la columna al pasar ésta, pero no todas
reciben el mensaje.
Algunos, al salir de Drius, giran la cabeza
hacia atrás por su izquierda. En la lejanía se
observa una humareda, tiros de fusil y de
cañón . Son los de la posición "A" que conti-
núan resistiendo, incomunicados y sin espe-
ranzas de ayuda. Esos sí que fueron unos ver-
daderos valientes.
Las compañías de San Fernando reciben el
encargo de defender el parapeto y, posterior-
mente, la retaguardia de la columna, ya que
son las que se encuentran en mejores condi-
ciones. La vanguardia está constituida por
varias compañías organizadas con personal de
las diferentes unidades, apoyadas por la bate-
ría ligera. Un poco más atrás marcha el grueso
de la columna, encabezada por el General
Navarro, seguido de la batería de montaña, la
munición, algo de impedimenta y el resto de
las demás Armas y Cuerpos. Protegiendo la
vanguardia y los flancos, el Regimiento
Alcántara, que se había reunido con la colum-
na a unos dos kilómetros de Drius procedente
de Batel. En total son unos 2.600 hombres,
que aquella tarde tendrán que recorrer unos
veinte kilómetros de terreno llano.
En Drius habían sido más, pero, el día ante-
rior, el general había ordenado al Comandante
Llamas, de Regulares, que llevase a los indrge-
nas que quedaban a Nadar. También dispuso
que se formara un escuadrón con los caballos
y personal de Alcántara que se encontrase en
peores condiciones de combatir y los envió a
Zeluán. Otros muchos, tanto oficiales como
tropa, se colaron con cualquier excusa en los
convoyes de heridos para así llegar cuanto
antes a Melilla .
El enemigo comienza enseguida a hostilizar a
la columna, sobre todo por el flanco izquierdo,
obligando a la caballería a agotarse en innume-
rables cargas para ahuyentarlos. Cuando ésta se
halla alejada, la protección es asumida por gue-
rrillas que se forman espontáneamente con
infantes de todas las unidades y separándose de
la columna hacen frente al enemigo.
A medida que van avanzando, se recogen
los cadáveres que aún se encuentran en los
camiones inutilizados. La moral de la tropa
vuelve a decaer al contemplar tal espectáculo,
los soldados se resisten a cargar con los heri-
dos y se agolpan junto a los mulos. El motivo
es bien fácil de comprender; si la cosa empeo-
ra, descargar los mulos y huir subidos en ellos.
Los oficiales permanecen ocupados entre con-
trolar a su gente y organizar las guerrillas.
Algunos oficiales también se escudan entre los
mulos. Los soldados que van a la guerrilla, pro-
testan por qué no les acompañan sus oficiales.
Algunos soldados, amparándose en los demás,
gritan" ¡Cobardes!".
El general Navarro se impone y grita que se
recojan heridos y muertos. Y que la columna
no avanzará mientras quede un cadáver en el
camino. Los heridos y muertos van siendo car-
gados sobre los mulos y armones de artillería.
Pero el general no puede estar en todas par-
tes. La columna se va alargando cada vez más
y el control de la tropa es cada vez más diUcil.
Algunos heridos y después algunos sanos,

vuelven a tirar los cadáveres al suelo para
subirse ellos. Llegan incluso hasta cortar las
cinchas de las cargas para subirse a los mulos.
Primo de Rivera, consciente del peligro,
pide al Capitán Chicote que "abra paso a
todo trance, que él le apoyará con el resto del
Regimiento". La columna avanza hasta el río
Igan combatiendo constantemente. Sólo la
vanguardia (Alcántara) y la retaguardia (San
Fernando) mantienen la cohesión. En el cen-
tro se hace difícil mantener la disciplina, pro-
duciéndose hechos vituperables, no sólo
entre la tropa, si no también entre algunos
oficiales.
Pero, así mismo, se dan casos de verdadero
espíritu y sacrificio. Un Comandante de
Infantería, observando la indecisión producida
al ordenarse un despliegue hacia unas chum-
beras desde las que el enemigo dispara a la
columna, se lanza en solitario hacia ellas
haciendo fuego con un fusil hasta que es
alcanzado mortalmente.
En la defensa de la extrema retaguardia, un
soldado de San Fernando resulta herido en el
vientre, sus compañeros más próximos van a
recogerle, pero él se niega enérgicamente a
ser evacuado y les dice que le dejen parapeta-
do en una piedra cercana para disparar hasta
que muera.
Al rebasar Uestia, su guarnición se incorpo-
ra a la retaguardia y un poco más allá observan
a un numeroso grupo enemigo que se dispo-
ne a hostilizar el flanco de la columna. El
Teniente Coronel Primo de Rivera ordena que
desmonten dos escuadrones y que, con el de
ametralladoras, apoyen con su fuego una
carga del resto de Regimiento para resolver la
situación. A partir de este momento la manio-
bra se repetirá varias veces, ya que el enemigo
volverá a intentar cercar a la columna, atacán-
dola por los flancos.
No sólo atacaba el frente intentando cortar
el paso a la columna, sino que atacaba por los
flancos con intenciones de cercarlos en esa gran
llanura que separa Drius de Batel, a excepción
del paso de la carretera sobre el río Igan.
AnImal 1921. 80 Años del Desastre
Ante tan intenso y continuado ataque en
esa larga tarde de verano, intentando la
columna del General Navarro llegar a Batel,
próxima al río Igan hace alto aprovechando un
descenso del acoso enemigo.
Entre tanto las posiciones próximas al cami-
no, se van uniendo a la columna. Relatemos
algunas de las más significativas.
UESTIA .- En ella se encontraba la 1a
Compañía del 111 Batallón de Regimiento
Ceriñola, enviada para reforzar a la guarnición
original que consistía en una sección de San
Fernando. Se dedicaron a apoyar la retirada de
la columna hasta que al pasar la retaguardia se
incorporaron a ella sin haber sufrido bajas sig-
nificativas, uniéndose a la defensa de la reta-
guardia de la columna.
ICHTIUEN.- Posición a la izquierdsa y bastante
alejada de la carretera Drius Batel, sobre una
loma de regular altura en la meseta de Arkab.
Flanqueada por barrancos al Sur y por alturas
hacia el Norte.
La guarnecía una compañía del San
Fernando que tenía una sección destacada en
Dar Azugaj, a unos cinco kilómetros de ésta.
Según relatos del Alférez Ruiz Tapiador,
que mandaba el destacamento de Azugaj y de
los soldados Ramón Vilariño y Quintián de la
misma compañía de San Fernando, la madru-
gada del 23 se corta la comunicación telefóni-
ca con Drius, permaneciendo intacta la de
Ichtíuen con Azugaj.
El capitán comunica al Alférez que envíe un
soldado a caballo a Drius para recibir órdenes.
El teniente coronel jefe de su regimiento le
envía un escrito en el que le ordena que se
mantenga en la posición hasta nueva orden y
que envíe el convoya Drius, como se hacía a
diario.
Pasadas las ocho de la mañana, sale el con-
voy, pero esta vez reforzado con 23 hombres
al mando del teniente Pedro González Murga.
Cuando han pasado el barranco que corta el
camino y cerca de la cabila cercana, acude el
ti o
I
Juan Tomás Palma Moreno
jefe de la cabila y les avisa que el enemigo está
cerca, por lo que se ofrece en acompañarles.
Pero el teniente le contesta que prefiere se
quede, por si la posición necesita ayuda, con-
tinuando la marcha con su gente.
Cuando se están alejando del poblado, los
propios moradores se abalanzan tras ellos y les
disparan. Una bala arranca tres dedos de su
mano izquierda al teniente González. No obs-
tante grita a sus hombres que continúen la
marcha contestando al fuego enemigo.
Un moro engancha a un soldado herido
por el correaje y al verlo el teniente, se apode-
ra del fusil de este y lo derriba de un disparo a
bocajarro. Poco después otro disparo da en el
pecho del oficial matándole. Los soldados al
ver a su teniente muerto y sin tener quien les
dirija, se disgregan y huyen.
A Drius llegan a las nueve de la mañana, un
sargento, un cabo, dos soldados y el soldado
Vilariño. Se salvan gracias a los defensores de
Drius, que al verlos '~legar salen a su encuentro
para protegerlos .
Más tarde, el enemigo rodea la posición de
Ichtíuen intentando asaltarla. Son repelidos
por el fuego de los infantes, pero el capitán
decide la pronta salida y refugiarse en Dar
Azugaj.
Salen unos cincuenta disparando para
abrirse paso. El capitán cae herido y al poco,
otro disparo acaba con su vida antes de llegar
al río Kert. A Azugaj sólo consiguen llegar 19
sin el armamento, y de ellos 14 heridos.
El destacamento de Dar Azugaj estaba
situado a la derecha de la alcanzaba de Hach
Amar, asentada sobre una altura cortada sobre
el río Kert teniendo tres avanzadillas, como a
medio kilómetro, en puntos próximos domi-
nantes. El pequeño reducto estaba formado
por parapetos con banqueta y de una alam-
brada en mal estado.
Lo guarnecían unos 35 hombres, de los
cuales había un cabo y cuatro soldados en
cada una de las tres avanzadillas. El alférez
Ruiz Tapiador, jefe del destacamento, relata
que al comenzar el paso de las fuerzas en reti-
rada de Drius a Batel, se dirigió el ataque a la
posición. Que al allegar la cabeza de la colum-
na a Uestia, a la vista de la posición del alférez,
hizo señas por si podrían socorrerlos o prote-
ger su retirada. Como no fueron atendidos,
mandó dos soldados con un escrito suyo
pidiendo socorro, sin recibir tampoco ninguna
respuesta. Aunque posteriormente, este alfé-
rez se enteró de que el mensaje de socorro le
había sido entregado en mano al general
Navarro.
La posición continúa siendo asediada y
cada vez es más perentoria la falta de agua y
víveres, continuando los ataques durante todo
el día 23 y 24. Hubo momentos en que los
moros llegaban a la alambrada, siendo recha-
zados con granadas de mano. En esta situa-
ción tan crítica y decaída la moral de la tropa,
por la tarde del día 24 se hacen proposiciones
de capitulación en nombre de Hach Amar. Se
aceptan con las siguientes condiciones: salir
esa noche, entregando la posición, pero con-
servando el armamento que sería llevado en
caballerías, así como a los heridos a Batel.
Cuando aguardaban confiadamente fuera de
la posición la llegada de estos bagajes, fueron
agredidos, desmandándose la agente .
Herrando el alférez al azar hasta que fue
hecho prisionero. Yendo a recaer, tras varias
vicisitudes, al puesto del pozo número 2 de
Tistutin, cuya suerte siguió.
Volvamos con la columna del General
Navarro, que habíamos dejado descansando
próxima al río Igan.
A partir de aquí el terreno se va a dificultar,
pues la carretera comienza a serpentear entre
pequeñas hondonadas producidas por el
cauce del río, que está seco. Además, el
General sospecha que el enemigo ha tomado
posiciones para bloquear el camino . Para cer-
ciorarse, encarga un reconocimiento, el cual
confirma que, efectivamente, hay un fuerte
contingente enemigo al acecho.
A fin de ahuyentar esa concentración de
harqueños, Navarro ordena a Primo de Rivera
que cargue con los escuadrones por el flanco
T
izquierdo de la columna, apoyados por la arti-
llería disponible, mientras el flanco derecho
será defendido por guerrillas de infantería.
Primo de Rivera ordena al escuadrón de
ametralladoras entrar en posición para apoyar
la carga y se dirige a sus soldados con estas
palabras:
"¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrifi-
cio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no
lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias,
todas las mujeres españolas dirán que somos
unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo
somos".
Parte al galope el Regimiento. Una y otra
vez reitera sus cargas, sus efectivos disminuyen
rápidamente. La columna entre tanto, cruza
velozmente el difícil paso, dirigiéndose a Batel.
Pero el intenso fuego que la alcanza, la desor-
dena y desmoraliza; volviendo a producirse el
triste espectáculo de la retirada de Anual a
Ben-Tieb en la jornada anterior.
Por cuatro veces donsecutivas ha cargado
el Regimiento, ni un solo momento ha decaí-
do el ánimo de sus esforzados jinetes, que
aunque agotados físicamente, en un esfuerzo
supremo, espolean a sus corceles rugiendo
¡Viva España!. Se lanzan una y otra vez al
combate. En su última carga, los caballos ya
no pueden más y parece ser que la realizan a
pie, llevando sus monturas sujetas por la
brida.
Estas acciones desesperadas han costado
cara al Regimiento de Alcántara, que deja de
ser un Regimiento de Caballería . Parte de los
jinetes pierden su caballo, entre ellos el de
Primo de Rivera que matan el suyo en la 3a
carga. Los soldados, desmontados, tratan de
unirse a la columna pero gran parte cae bajo el
fuego enemigo.
Desecho el Regimiento, se repliega sobre la
columna que ya ha cruzado el paso difícil del
río Igan, se funden en ella y siguen sus vicisi-
tudes. Batel, por fin, ya esta muy cerca .
En esta acción del río Igan mueren los
Alféreces, Díaz de la Guardia y Cistué. Heridos
grave, los Capitanes Castillo y Chicote. Que
Annual 1921. 80 Años del Desastre
juntos con los Tenientes, también heridos,
Vea-Murguía y Carrasco, son evacuados a
Melilla en el coche del Regimiento de
Alcántara. Castillo murió el día 25. El Teniente
Coronel, los dos Comandantes, casi todos los
Oficiales que quedan y unos setenta de Tropa,
consiguen llegar con la columna a Batel. Esto
es todo lo que queda del glorioso Regimiento
de Caballería Alcántara numero 14.
En el paso de este río Gan o Igan, se pro-
dujo otro gran descalabro para las fuerzas
españolas. A pesar del valeroso sacrificio del
regimiento de Alcántara y de algunos más, la
mayoría de la columna emprende otra alocada
huida hacia Batel que dista solo a seis kilóme-
tros. Gran parte de la columna no pasa por el
puente que está muy batido, prefieren bajar al
cauce seco del do y atravesarlo dejando el
puente a su izquierda. Se vuelve a abandonar
a los heridos y el material. La mayoría se detie-
ne en Batel, otros siguen hasta Tistutin y algu-
nos llegan hasta Melilla.
Dos piezas de la artillería de montaña son
abandonadas, los soldados han huido con los
mulos. Los sargentos artilleros las inutilizan y
se llevan los cierres. De la batería ligera even-
tual, también hay que abandonar una pieza e
inutilizarla por carecer de ganado.
Interesante es el relato de esta retirada que
hace el teniente Fernando Gómez López del
Regimiento Mixto de Artillería, de 21 años de
edad, al ser interrogado por el General
Picasso. Del cual se extrae lo que nos interesa
de su larga declaración:
"A poco de salir de Drius, encontraron que
seis o siete camiones averiados interceptaban
la carretera, lo que oblig6 a la columna a des-
viarse, por el cauce del río, hacia la izquierda,
volviendo seguidamente a aquélla. Las tropas,
que marchaban bien, a poco de entrar en la
carretera empezaron a ser tiroteadas por el
enemigo desde muy cerca, causándoles bajas,
y contestando la tropa conforme venía, en
columna de viaje y sin flanqueo ni protecci6n
de ninguna clase, por lo menos en la parte
donde iba el declarante.
Juan Tomá,; Palma Moreno
Restos de los escuadrones de Alcántara.
Al verse lejos y a la izquierda unos grupos,
fueron muy tiroteados por la columna, resul-
tando después que eran fuerzas nuestras que,
según se dijo, marchaban de flanqueo, aun-
que el testigo cree más bien que fuesen tropas
que se retiraban de pd~iciones avanzadas con
ánimo de incorporarse a la columna. Después
empezaron a encontrar camiones de heridos,
que habían sido asaltados y muertos aquél/os,
que a veces eran menos de los que salieron de
la posición; lo que se explicó el testigo supo-
niendo que, asaltado el camión por los moros,
los heridos menos graves intentarían fugarse,
siendo muertos en las inmediaciones, mientras
que los graves eran rematados en el mismo
vehículo. Los muertos y heridos que la colum-
na encontraba en su marcha eran recogidos y
cargados en mulos y armones, a pesar de la
resistencia pasiva de la tropa a recoger los
muertos, imponiéndose el general, que dispu-
so que mientras quedara un muerto no pasa-
se la columna, requiriendo para ello la coope-
ración de los oficiales, que tuvieron, pistola en
mano, que obligar a la tropa a efectuar la
recogida. Pero llegó un momento en que los
mulos no pudieron más, por lo que los huidos
los tiraban al suelo para montarse ellos, fin-
giéndose algunos heridos para montar y cor-
tando otros las cinchas de las cargas para
subirse ellos.
132
Todos estos hechos desmoralizaron y des-
ordenaron la columna. En este punto hizo alto
la vanguardia, y la batería eventual emplazada
en la carretera abrió el fuego contra el enemi-
go, que se mostraba por el flanco izquierdo;
pero la aglomeración de gente que la rodeaba
le dificultaba el tiro. Acentuó el fuego enemi-
go al hacer alto la columna, por lo que dispu-
so el general que se formaran guerrillas para
abrir paso. Dio la orden el Capitán Sáinz, de
Estado Mayor, saliendo bajo su mando algu-
nos soldados a formarlas, aunque no sin pro-
testa; pues decían que fueran con ellos sus ofi-
ciales, quienes continuaron en la carretera
protegiéndose entre los mulos contra el fuego
enemigo. En esta forma pudo organizar una
guerrilla por la izquierda.
El Capitán de Artillería Blanco intentó sacar
a los referidos oficiales, y no consiguiéndolo,
formó él solo otra guerrilla, que dirigió hacia la
izquierda. El referido Capitán, hasta entonces,
llevaba la batería completa y ordenada; pero al
marchar con la guerrilla tiraron algunas cargas
y se desorganizaron un poco. El testigo, auto-
rizado por su Capitán, siguió a Blanco para
ayudarle a organizar la guerrilla, diciéndole
éste que era mejor que el testigo formase otra
guerrilla para que fueran por la izquierda. El
testigo tiene seguridad que las compañías
donde ocurrió esto no eran de San Fernando,

ni cree que de África, entendiendo que eran
de Ceriñola. Tiene entendido que en la reta-
guardia se formaron también guerrillas, vinien-
do muy ordenadamente; cubría aquélla el
regimiento San Fernando, que fue muy ataca-
do, y se retiró recogiendo todas sus bajas.
La vanguardia extrema, que llevaba la
caballería de Alcántara, sostuvo verdaderos
combates, y logró abrir paso a la columna.
Ambos Cuerpos llevaban el mando de sus
jefes propios. Al disminuir la hostilidad ene-
miga, estas heterogéneas guerrillas, consti-
tuidas por los más decididos, e/ases e indivi-
duos de diferentes Cuerpos, pudieron reple-
garse al cuerpo de la columna y continuar la
marcha. Al llegar el testigo a su batería
encontró que mucha gente se acogía entre
los mulos, aguardando la primera ocasión de
montarlos, bajo pretexto de estar heridos o
enfermos. También se habían perdido dos
cañones con todas sus ~
cargas, quedando la
batería reducida a ana sección, pues, para
montar los mulos, las habían tirado a tierra.
Los Sargentos habían inutilizado los cañones,
de cuyos cierres traían los elementos; pero
para ello habían tenido que amenazar con la
carabina al tropel que se echaba encima. Al
pasar el río y aumentar el fuego enemigo, se
desplegaron en guerrilla dos compañías,
mandada una por un Alférez y otra por un
Capitán. Un kilómetro antes de Batel, el
general mandó hacer alto, temiendo que la
posición estuviese ocupada por el enemigo;
pero esta orden fue desatendida por indivi-
duos montados, que corriendo se marchaban
a Batel; el Capitán Blanco, por la izquierda,
les hacía retroceder; pero por la derecha se
escapaban otros, a los que fue a contener el
testigo, viéndose obligado a disparar contra
dos que iban en un mulo y que cayeron, cuyo
ejemplo detuvo a los demás.
Contenida ya la gente, el general reunió a
los oficiales para darles instrucciones. La bate-
ría eventual iba muy bien, llevando sus cuatro
piezas; pero, puesta en batería, al ir a engan-
char, no podían tirar los caballos por la mucha
Annual1921. 80 Años del Desastre
gente que sobre ellos acudía y los rodeaba,
perdiéndose entonces una de las piezas, que
fue inutilizada. Esto ocurrió un poco antes de
llegar al río, en el momento en que la resis-
tencia del enemigo obligó a desplegar las gue-
rrillas. Al llegar a Batel, el general reunió a
todos los oficiales y les dio instrucciones. La
posición de Batel era muy combatida porque
el enemigo, que ocupaba puntos dominantes
y unas chumberas, de donde se mandó a la
Policía desalojarlo; pero lo que hizo fue unirse
a él y romper el fuego contra los nuestros.
Entonces se dio la orden de que una parte de
la columna quedara en Batel y que la mayoría
de ella siguiera hasta Tistutin, quizá por no
caber en aquella posición. En este último lugar,
por haber depósito de intendencia, sólo había
sitio para un centenar de hombres, encontrán-
dose allí mil quinientos; las alturas dominan-
tes, desde las que se les hacía nutrido fuego,
estaban ocupadas por policías y cabileños. El
testigo y su Capitán fueron a la posición en
busca de órdenes; pero no pudieron obtener-
las, por reinar una gran confusión dentro de
ella. Al salir de la posición, encontraron que la
columna seguía a Monte Arruit, y que así la
batería del declarante como la de Blanco se
habían incorporado a ella. Les dijeron que el
general marchaba a la cabeza de la columna,
y que iba toda ella; pero la gente, presa del
pánico, daba sus informes con una gran inco-
herencia. Los oficiales buscaban inútilmente al
general en medio de aquel desorden, y el
declarante y el Capitán Blanco no podían
encontrar tampoco sus baterías respectivas. En
esto llegó un oficial diciendo que la Policía
sublevada atacaba la retaguardia de la colum-
na, rematando los heridos, y que era necesario
hacer alto y destacar tropas para combatirla.
La mayoría tomaron a este oficial, que era un
Capitán de Ingenieros, por el general; pero, no
obstante, no hubo manera de que obedecie-
sen a lo que mandaba. En la retirada se regis-
traron algunos actos muy censurables de ofi-
ciales y muchos de tropa. Recuerda el dicente,
entre otros, a un oficial, que, alegando que
Juan Tomás Palma Moreno
estaba herido, le pidió que le dejase montar
detrás de su caballo, proponiéndole cuando lo
hizo que, pues éste era bueno, podían escapar
y hallarse en media hora en Melilla, adonde
tiene entendido se dirigen muchos, en lugar
de quedar en Monte Arruit. Ante tal proposi-
ción, el testigo lo echó al suelo. No puede el
declarante citar nombres, por conocer a muy
pocos oficiales en la plaza, fuera de los de su
Arma. Otros oficiales se arrancaban las divisas,
las gorras y hasta los «Ieggis», para que no
conociesen su condición. Al llegar a Monte
Arruit, encontraron que era dueña del pobla-
do la Policía sublevada, y el testigo ignora por
orden de quién se dispuso entonces que entra-
sen en la posición, y sólo allí pudieron reunir a
su gente a eso de las once de la noche y reor-
ganizarse, reuniendo casi toda la gente y parte
del ganado, pero ninguna carga, sucediendo
lo mismo con todas las unidades montadas.
Esto ocurrió el mismo día 23. En vista de que
en la batería del testi~o quedaban más de 100
hombres y 70 armas de fuego, de las que fue-
ron recogiendo por el camino, decidieron for-
mar una unidad de fusiles para cubrir la defen-
sa de la posición, haciendo lo mismo las otras
unidades.»
Dejemos el relato del Teniente Gómez en
este punto. Más adelante continuaremos con él,
ya en Monte Arruit. Pero antes y como epílogo
de este capítulo, transcribimos íntegramente la
declaración que hizo el soldado Vicente Garrido
Couceiro, voluntario del Regimiento San
Fernando n° 11, ante el General Picasso en
Melilla, el 14 de noviembre de 1921:
" Preguntado por el tiempo que lleva en el
territorio y lugar donde se encontraba al ocu-
rrir los sucesos del pasado mes de julio, dijo:
Que llevaba año y medio en su regimiento al
ocurrir los sucesos que motivan la pregunta,
encontrándose en la posición de Dar Drius,
formando parte de la sección de explosivos de
su regimiento, mandada por el Teniente
Arroyo, que estaba presente en la posición,
recordando que el nombre de este oficial era
Don Julián González Arroyo.
Preguntado por los sucesos que en la posi-
ción presenciara, dijo: Que salió el 21 de julio,
quedando en la casa de Drius su sección, unos
quince o veinte hombres, a quienes fueron a
relevar de su mismo regimiento. En la tarde del
22 llegó un askari y dijo al Capitán de la
Policía, que allí estaba, que los moros habían
ocupado Annual; como una hora después vie-
ron a gran distancia por el camino la polvare-
da de la columna que se retiraba del frente,
llegando al cabo a la posición en un estado
deplorable: unos heridos, otros despeados y
todos ellos sedientos, cansados y con el ánimo
deprimido; algún oficial venía sin estrellas;
entre los oficiales que llegaban fue el Capitán
López Vicente, de la segunda del segundo,
que venía en el peor estado, y al acogerse al
testigo para que le dieran agua, vio al Alférez
Balseiro, también sin estrellas y destrozado, al
que increpó duramente, diciéndole: «Quítese
usted de mi vista.» Por la noche, sin sentir nin-
gún fuego, montaron un redoblado servicio de
vigilancia, siendo de observar que era una
noche clarísima de luna. En la distancia veían
arder el campamento de Ben-Tieb, cuyo incen-
dio había comenzado por la tarde.
Preguntado por los hechos que presenciará
el día 23, dijo: Que vieron pasar fuerza mon-
tada, que supone de intendencia, que mar-
chaban de Drius a la plaza; vieron también
emplazar con dirección a Midar y Cheif una
batería ligera; salió por este tiempo una sec-
ción de Policía de la casa de Drius para auxiliar,
según cree, a Karra Midar. El Teniente
González Arroyo mandó que saliera un
camión-tanque a hacer aguada al río, escolta-
do por un Sargento con 8 hombres; que al vol-
ver, al cabo de unos tres cuartos de hora, les
dijeron que la columna había evacuado el
campamento, dejando abandonados a los 60
que allí estaban. Desde la posición no habían
visto esta marcha por estar atendiendo al fren-
te de campaña opuesto al campamento, y por
el mucho movimiento que en éste habitual-
mente había. En su vista, los oficiales empeza-
ron a ordenar la fuerza escasísima de que dis-

ponían. En uno de los camiones que allí había
salieron un Comandante, varios oficiales y un
auxiliar de Intendencia, varios paisanos de los
contratados en el Depósito de Intendencia,
otros muchos oficiales que no sabe de qué
Cuerpo eran y el testigo, que se encontraba
algo enfermo. Marchó el camión, y al pasar
por el campamento de Dríus vieron tres piezas
de artillería ligera abandonadas, no sabe si úti-
les o no, y bastante ganado vivo; muchísimos
efectos militares y vieron arder en el campa-
mento el barracón de la sexta del tercero de
San Fernando del que se oían explosiones. En
el puente comenzaron a ser tiroteados respon-
diendo al fuego el Comandante, que llevaba
una carabina. Cerca de ¿Uestia? fue alcanzado
el motor del camión por varios disparos salidos
de la posición; se inutilizó, habiendo que
abandonarlo. En este punto alcanzaron la
retaguardia de la columna, que se retiraba.
Llegó a poco un camión de Ingenieros, al que
subió el ComandantJ logrando montar el tes-
tigo y reanudando así la marcha. En el camino
hacia Batel encontraron una ambulancia para-
da, muerto el conductor y mutilado en la
carretera, y sintiéndose dentro los lamentos de
los heridos; en la carretera había bastantes
muertos, gente cansada que pedía les recogie-
ran y heridos; todo el trayecto lo hicieron bajo
un duro fuego enemigo que mató a una mujer
que iba en el camión e hirió a un paisano y dos
soldados. En el río seco, como el fuego fuese
mucho más intenso, vieron que lo rechazaba
la Caballería, empleando las ametralladoras y
tirando los jinetes, bajo cuya protección pudie-
ron salir del río y alcanzar el Batel. En este
punto vio varios camiones y una motocicleta
con sidecar en la que iba un individuo comple-
tamente desnudo y lleno de machetazos al
que tapaba con una sábana la cantinera del
Batel. Un Coronel que cree era del 68, mandó
apear del camión a cuantos en él iban, excep-
to al testigo por su aspecto de enfermo. Desde
un pequeño fortín que dominaba a Batel hací-
ase bastante fuego. Salieron para Tistutin car-
gando allí algunos heridos. En el trayecto de
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Arruit encontraron fuerza de Intendencia, bien
ordenada y al mando de sus oficiales. En Arruit
transportaron a otro camión a los heridos que
traían, y un Capitán mandó enganchar al
camión un remolque, llenando ambos de
mujeres y niños, entre las primeras, su propia
esposa, según supone el testigo. Al llegar a
Zeluán, los paisanos quisieron asaltar el
camión, que, sin detenerse, siguió para Nadar;
en cuyo camino un suboficial que quiso subir
en marcha, fue arrollado y cogido por los del
camión en mal estado. De Nadar a la plaza
vinieron sin novedad. Encontraron tantos
muertos en algunas partes de su trayecto, que
en Uestia y Río Seco pasaba el camión sobre
algunos que estaban en el camino. "
BATEL Y TISTUTIN
Anochece cuando el General Navarro llega a
Batel con la retaguardia, que manda el
Teniente Coronel Pérez Ortiz, junto con los
defensores del río Gan, donde se destacaron
los capitanes Sigfrido Sáinz de Estado Mayor y
Fernando Blanco de Artillería.
El barullo con que se encuentra el general es
caótico. La mayoría de la columna ha continua-
do hasta Tistutin, parte ha seguido hasta Monte
Arruit y otros muchos hasta Zeluán y Melilla.
No encuentra allí al Coronel Francisco
Jiménez Arroyo, jefe del Regimiento África, al
que desde Drius había ordenado en la madru-
gada del 23 que se dirigiera a Batel y le espe-
rase para recibir órdenes.
Según las declaraciones de este Coronel,
llegó a Batel a las siete y media de la mañana
y telefoneó a Drius. Le atendió el Capitán de
Estado Mayor Sánchez Monje, transmitiéndole
una orden del General de "que todo el gana-
do de artillería que volvía, y que de los camio-
nes que vinieran con soldados se hiciera una
selección, y los que no estuviesen en condicio-
nes de quedarse podían seguir a Melilla ."
A la media hora de esto, comenzó a llegar
ganado y camiones de Drius y al ver que la posi-
rI Juan Tomás Palma Moreno
ción de Batel no podía albergar a tanta gente y
ganado, conferenció de nuevo con Drius y el
General le autorizó para enviarlos a Tistutin, a
unos dos kilómetros de Batel en dirección a
Melilla, a embarcar a los heridos en el tren para
Melilla ya estacionar el ganado en Monte Arruit.
El Coronel Jiménez se trasladó a Tistutin
para dar instrucciones concretas al Teniente
que mandaba la posición, consiguiendo enviar
el tren a Melilla cargado de heridos y civiles.
Volvió a Batel y recibió, a la una y media o las
dos de la tarde, una llamada del General en la
que le preguntaba cuántos camiones queda-
ban en Batel, sin poder precisárselo el Coronel
en aquel momento, por lo que dejó el teléfo-
no para enterarse, y cuando volvió la comuni-
cación con Drius estaba cortada.
Regresó a Monte Arruit para verificar si sus
órdenes habían sido cumplimentadas, recibien-
do la sorpresa de que los de caballería habían
continuado hasta Zeluán y sólo se habían que-
-\
dado los de artillería. 'Con revólver en mano y
ayudado por el Capitán Carrasco, de la mía de
Policía de Monte Arruit y otro Capitán, consi-
guieron apear de los camiones a los sanos.
Se dirigió después a la estación del ferroca-
rril para regresar en tren a Batel, «pero al subir
a él le dio un vahído, precursor de una con-
gestión cerebral, de la que había tenido ante-
riores ataques, y regresó a la Plaza.»
Enterado el General Navarro, sufre un acce-
so de cólera y ordena al Capitán González
Vallés que, con sus compañías de África,
mande en Tistutin y que no deje salir a nadie
para Monte Arruit.
El espectáculo es triste y bochornoso. Con
el agravante de que el general ya no lo oculta
ante la tropa. Prueba de ello es lo que declaró
ante Picasso el día 16 de enero de 1922, des-
pués de ser entregado por los moros el 12 de
ese mes en el Zaio a las tropas españolas, el
soldado Domingo Tortosa Linares del
Regimiento de Infantería de África número 68.
Que el 19 de julio salió de la plaza formando
parte de una compañía provisional, organiza-
da con los de destinos y mandada por el
teniente Enrique Barceló. Cuya misión fue la
de relevar a una compañía en Batel que mar-
chaba a T'Iatza. En esta declaración dice:
"Y por la tarde llegó la columna del
General Navarro, muy desorganizada, oyendo
que éste reprendía severamente a varios ofi-
ciales y se mostraba muy disgustado. Vio que
el general llegó a pegar con el bastón que lle-
vaba a un Teniente que no sabe el Arma ni el
Cuerpo a que pertenecía, porque iba como
otros muchos, sin estrellas ni emblemas, oyén-
dole gritar al mismo tiempo: «No quiero agua;
soy viejo; que se marche el que quiera» ... "
Comienza el General a dar instrucciones
concretas para la defensa, distribuyendo lo
que queda de la columna entre Tistutin y
Batel, distantes tan solo dos escasos kilóme-
tros, permaneciendo él en la última.
Entre tanto, el tren de Melilla recorría el
territorio hasta Tistutin sin ningún problema,
recogiendo heridos, fugados y población civil.
De Tistutin sale el primer tren a las doce del
medio dfa, con heridos, paisanos y los
Regulares del Comandante Llamas, pues el
General ya no se fía de ellos y los ha mandado
a Nadar para aislarlos de la rebelión . Llega a
Nadar con retraso, a las 13: 15.
El último tren de Tistutin sale a primera
hora de la tarde y llega a Nadar repleto de
gente pero, a pesar de ello, algunos más
logran hacerse un hueco antes de que parta
en su último viaje hacia Melilla a las 16: 15.
La mañana del 24 no llega a Nadar el tren
procedente de Melilla, por lo que la población
civil y los enfermos del hospital que no habían
salido el día anterior, optan por marcharse a
Melilla en carretas e incluso a pie, siendo tiro-
teados por algunos moros. Esa misma mañana
llega un tren de pasajeros con destino a
Segangan, pero ante la noticia de que ese
ramal está cortado y de que allí ya no queda
nadie, se vuelve a la Plaza.
Más tarde, un tren cargado de municiones
para Tistutin se ve obligado a detenerse a la
altura del Atalayón, cerca ya de Nadar, por lo
que regresa a Melilla sin cumplir la misión.

A partir de ese momento queda anulada la
posibilidad de que la columna reciba apoyo
por tren. Éste no volverá a funcionar hasta la
reconquista del territorio perdido.
Repartida entre Batel y Tistutin permanece-
rá la columna Navarro hasta la noche del día
28. En esos cinco días se dará descanso a la
tropa, aprovechando que el acoso enemigo se
reduce a un continuado «paqueo». No será
ese el único inconveniente. El agua del pozo
de Batel es salobre y la máquina que la eleva
se avería. Los intentos efectuados para dar de
beber al ganado en el pozo número 2, que se
encuentra a tan solo kilómetro y medio al sur,
se ven frustrados por el enemigo.
Hay un intercambio de mensajes entre
Navarro y el Alto Comisario, General
Berenguer, de dudosa fiabilidad. En el cual
Berenguer insta a Navarro que se repliegue a
Monte Arruit. Posición más grande y defendi-
ble que Batel y Tistu~n, anunciándole el envío
de una columna de socorro en cuanto lleguen
de la Península.
DE BATEL A MONTE ARRUIT
Se prepara el día 28 la retirada desde Tistutin a
Monte Arruit, que se encuentra a unos 14 kiló-
metros y por terreno llano. Pero esta vez se ini-
cia en la madrugada . Los motivos son fáciles de
comprender: sorprender al enemigo, hacer
menos fatigosa la marcha y presentar un blanco
más difícil al enemigo. A pesar de que en la doc-
trina militar de aquella época, se desaconsejaba
siempre la retirada durante la noche.
La marcha se dispone formando un cua-
drado, dentro del cual va el grueso de la
Columna.
Veinte marroquíes de la Policía Indígena,
que aún son fieles a España, inesperadamen-
te deciden unirse al enemigo y al hacerlo
caen casi todos abatidos por el fuego de van-
guardia.
En el centro marcha el Cuartel General, con
Navarro a la cabeza. Le siguen la poca artillería
Annual 1921. 80 Años del Desastre
que queda, cinco piezas, y las fuerzas de
Ceriñola, que llevan la escasa munición dispo-
nible y que consiste en siete mulos con dos
cajas cada uno de cartuchos de fusil y dos
carricubas llenas de cartuchería. Paralelos a
ellos y por la trocha existente al lado derecho
de la carretera, marcha el convoy de heridos,
al mando del Teniente Coronel Primo de Rivera
que, con sus soldados de Alcántara, cumple la
labor de camilleros llevando a los heridos en
los pocos caballos que quedan.
Los lados del cuadro lo forman, en van-
guardia, las fuerzas de San Fernando, al
mando del Teniente Coronel Pérez Ortiz. El
flanco derecho lo cubren fuerzas de San
Fernando y África, al mando del Teniente
Coronel Alvarez Corral, que resultará muerto.
El flanco izquierdo lleva tropas de los mismos
Cuerpos, mandadas por el Teniente Coronel
Piqueras. Cierran el cuadro los hombres de
Melilla. La retaguardia de la marcha la manda
el Capitán Arenas, de Ingenieros, que volunta-
riamente lo ha solicitado, con sus dos compa-
ñías de Zapadores.
Este Capitán, Félix Arenas Gaspar, Capitán
de la Compañía de Transmisiones, de la
Comandancia de Ingenieros de Melilla, al
enterarse del desastre de Anual, monta a
caballo y acude en ayuda de sus compañeros.
Se le ordena quede en Tistutin para establecer
las comunicaciones entre el frente y Melilla. Ve
a un soldado que herido regresa a Melilla,
Arenas le da su caballo . Son hostigados desde
un almiar de paja y reptando consigue incen-
diario con gasolina, recibiendo fuertes quema-
duras en un brazo. En otra ocasión nadie se
atreve a subir a la improvisada torre donde se
encuentra el heliógrafo, debido al intenso
fuego que el enemigo concentra sobre ella. Él
sube para establecer el enlace, pero se le orde-
na enérgicamente que baje de él. No sólo sus
zapadores le admiran, también los infantes,
que algunos solicitan acompañarle voluntaria-
mente a la defensa de esa retaguardia, sién-
doles concedida . Un Jefe, comenta: "Muchos
como él hacen falta".
Juan Tomás Palma Moreno
También le acompañan voluntariamente
en aquel puesto otros cuatro oficiales: el
Teniente Fernández, de Ingenieros, muerto
en la retirada; Alférez Albert, de Ingenieros,
herido; Alféreces Sanchís y Gutiérrez
Calderón, del Regimiento África, heridos,
que cuando entraron en Monte Arruit, pose-
ídos de gran excitación gritaban" ¡Laureada
para Arenas!"
Ninguno de los tres oficiales heridos que
llegaron a Monte Arruit sobrevivió, uno murió
al ser alcanzado de nuevo el día 4 de agosto
durante el asedio y los otros dos fueron asesi-
nados en la masacre de la guarnición.
La columna Navarro sale de Tistutin mante-
niendo el orden y la disciplina, sin contestar a
las esporádicas agresiones del enemigo.
Acomoda su velocidad a la del paso del convoy
de heridos, cuyos camilleros se van relevando
cada poco para mantener un buen ritmo de
marcha. Las constan~es bajas habían reducido
los 2.566 hombres que salieron de Drius el día
23 a 1.295 efectivos útiles, de los que, aproxi-
madamente 250, están dedicados al transpor-
te de los heridos .
Capitán Don Féliz Arenas Gaspar.
Al amanecer, y ya a menos de 500 metros
de Monte Arruit, aumenta sensiblemente el
fuego enemigo, momento que aprovechan los
últimos miembros de la Policía Indígena para
desertar, aunque algunos son abatidos al
intentarlo.
Desde una casa situada a la izquierda del
camino se recibe fuego intenso del enemigo,
que se parapeta con sus puertas metálicas.
Ordena Navarro que las tres piezas de Artillería
que forman parte de la columna se coloquen
en batería para anularlos, pero la operación se
retrasa, pues las piezas no llevan puestos los
cerrojos por orden del jefe del Arma, que ha
juzgado conveniente no realizar la marcha
nocturna con ellos instalados.
El retraso hace que se extienda un senti-
miento de inseguridad, que enseguida dege-
nera en nerviosismo y acaba en pánico irresis-
tible . El ganado de la artillería se desploma,
pues el fuego se centra en ellos, y la tropa
huye sin que los oficiales puedan detenerla.
Algunos caen muertos por sus propios solda-
dos enloquecidos al intentar detenerlos. La
principal causa de esa conducta es la visión de
Capitán de Artillería Don Ramón Blanco Díez de isla,
muerto en Montearruit por un disparo de cañón.
T Annual 1921. 80 Años del Desastre
la posición de Monte Arruit, allá en la loma.
i Está tan cerca la salvación!
La columna se desmorona, todos corren
hacia la posición. Al pasar por el poblado que
cruza la carretera son tiroteados por los moros
que han cerrado las calles, abierto comunica-
ciones entre las diversas construcciones y aspi-
Ilerado los muros. Las tres únicas piezas que les
quedan son abandonadas. Navarro no cree lo
que ve y exaltado de rabia grita: «¡A mí, mis
soldados!» .
Mientras, los del Capitán Félix Arenas
Gaspar, continúan defendiendo la retaguardia
sin descanso desde que salieron de Tistutin. Lo
hacen con ferocidad y rabia para detener el
contingente enemigo, que en oleadas preten-
de arrollarlos una y otra vez. Las acciones
rayan el heroísmo.
Muy cerca ya de Monte Arruit, falto de
municiones, a pesar del gran esfuerzo que se
hizo para llevarles uQa caja de munición; sin
sus oficiales, ya que todos han sido retirados
heridos, se queda sólo junto a unos cuantos
soldados anónimos. Arenas, con una carabina,
rodilla en tierra y fusil en mano, protege la reti-
rada de los pocos valientes que le quedan. Un
disparo en la cabeza, a muy poca distancia,
acaba con la vida de un español del Arma de
Ingenieros que se entrega por los demás.
Da una lección de moral y sacrificio que
aun hoy día se recuerda con honda emoción
entre los herederos de su Arma y afines a ella.
Con posterioridad se le concedió la Gran Cruz
Laureada de San Fernando.
En la actualidad, el acuartelamiento del
Regimiento de Ingenieros en Melilla, lleva su
nombre.
Amanece, y en medio de aquel caos, un
grupo de oficiales rodea al General Navarro
que, pistola en mano, ha quedado abandona-
do lejos aún de Monte Arruit. Con dos fusiles
y una carabina, Primo de Rivera, Sánchez
Monje y Gilabert, se baten denodadamente
para salvar la vida de su jefe. El grupo que for-
man detiene por un momento la acometida
del enemigo. Un moro va a disparar casi a
bocajarro al General Navarro, pero un soldado
de San Fernando, atento, se percata de la
situación y desploma al harqueño con un tiro
de fusil. Está tan cerca del General, que la san-
gre le salpica la cara y el uniforme. Primo de
Rivera recoge un caballo que vaga solo y obli-
ga a montar al General. Él es el último en
entrar en la posición, por la puerta principal y
acompañado por los tres oficiales.
Las bajas son numerosas y se ha perdido toda
la artillería, abandonada intacta al enemigo.
Retomamos el relato del Teniente de
Artillería Gómez López a su llegada a Monte
Arruit:
«Guarnecía de ordinario Monte Arruit una
compañía de infantería de unos sesenta hom-
bres, que se mandó reforzar la víspera, cien
artilleros de las baterías que se retiraban, a
veinte hombres cada una; toda esta guarni-
ción permaneció en el parapeto hasta que
montaron el servicio las tropas recién llegadas,
que, unidas a las anteriores, constituían un
núcleo de mil quinientos hombres. El mando
de la posición lo tomó el Capitán Baudín, de
Artillería. Durante el día 24 no pudo hacerse
aguada, escaseando los víveres y siendo muy
hostilizados. La mitad de los mulos que esta-
ban fuera de la posición fueron robados por
mujeres y muchachos, a la vista de la tropa,
que no se decidía a disparar contra ellos, aten-
diendo a su condición. Organizóse la defensa
en el parapeto, y bajo un continuo ataque
siguieron durante todo el tiempo. El día 25 se
pudo hacer algo de aguada con dificultad y a
costa de muchas bajas, abriendo una brecha
en el parapeto para que salieran las carricubas,
de las que sólo pudieron llenar dos, de agua
casi impotable, de la que correspondió un vaso
por individuo.
El día 26, en vista de que no había pan,
varios oficiales solicitaron del jefe de la posi-
ción que les dejaran ir a ocupar las casas del
poblado en busca de víveres; pero el jefe no lo
consintió, por no tener bajas de oficiales, que
eran necesarios para el mando de la tropa,
encargando de este cometido a dos Sargentos
p
Juan Tomás Palma Moreno
voluntarios con treinta o cuarenta individuos
asimismo voluntarios, que desalojaron el
poblado de policías que lo ocupaban, realiza-
ron el objeto sin bajas, no pudiendo traer víve-
res, que ya habían robado los moros; pero sí
diversos efectos, como camas y trapos, y unos
cuarenta cerdos. Desde este día, los dos men-
cionados Sargentos salían a diario solos, y des-
alojando a los moros de alguna casa y matan-
do a muchos de ellos, la raziaban, trayendo a
la posición nuevos víveres, además de fusiles
que quitaban a los moros.
La aguada se formalizó, y aunque con
muchas bajas, que eran 14 o 15 diarias, se
traía agua abundante y buena, y la tropa reac-
cionó por completo, hallándose alegre, anima-
da, además, por las noticias corridas de apro-
ximación de fuerzas y los telegramas de felici-
tación que a la guarnición dirigió el Alto
Comisario.
Los médicos aguar;.daban con urgencia la
llegada del tren que les habían dicho iría para
que trajese elementos de cura, de que se care-
cía en absoluto, habiéndose presentado la
infección, por consecuencia de la cual morían
los heridos. Desde Zeluán, y por heliógrafo, les
dijeron transmitieran al general Navarro la
orden de retirada a Monte Arruit; pero no
pudieron establecer la comunicación óptica,
entonces desde Zeluán mandaron un mucha-
cho moro con una carta a Batel, hacíéndose lo
mismo desde Monte Arruit, y después, por la
tarde, se consiguió comunicar, aunque no se
entendieron los telegrafistas.
El 29 por la mañana llegó a Monte Arruit la
columna de general Navarro, trayendo unos
900 hombres, muchos heridos, enfermos e
inútiles. Varios oficiales le dijeron que la
columna había venido con mucho fuego, pero
con bastante orden, trayendo sus correspon-
dientes flanqueos. El Teniente de la batería
eventual, teniendo en cuenta lo sucedido en
las anteriores etapas de la retirada, pidió per-
miso para quitar los cierres a las piezas, por si
había que abandonarlas, haciéndolo así; pero
poco antes de llegar a Monte Arruit recibió
orden terminante de volver a colocar los cie-
rres, y próximamente por entonces, la Policía
de tres o cuatro mías, que venía en la colum-
na, se replegó a los costados, haciendo que
combatía, se reunió con los grupos enemigos,
a retaguardia de la columna, y la atacó resuel-
tamente, haciéndole tan crecido número de
bajas de jefes, oficiales y tropa, que consiguie-
ron desorganizarla, entrando en esta forma en
la posición, dejándolo todo abandonado.
Las tres piezas de la batería eventual que-
daron asimismo abandonadas a medio kilóme-
tro de la posición . Al llegar a ésta, y reorgani-
zada un poco la fuerza de Artillería, varios ofi-
ciales del Arma pidieron permiso para hacer
una salida, con objeto recoger las piezas, con
las que se hallaban unos treinta o cuarenta
enemigos, siendo mucha gente que volunta-
riamente querían acompañarlos para inutilizar-
las e impedir que disparasen contra la posi-
ción. Pero este permiso les fue negado, y al
poco rato los moros rompieron el fuego de
artillería contra los nuestros, disparando unas
ciento veinte granadas, que les hicieron unos
treinta muertos, entre ellos el Capitán Blanco y
un Teniente. Desde este día el enemigo conti-
nuó el fuego de cañón, cambiando de asenta-
miento las piezas cada diez o doce disparos,
causando numerosísimas bajas, entre ellas
todo el Cuartel General, y deprimiendo en los
primeros días el ánimo de la tropa, hasta que
reaccionó, por el hábito del fuego.
El frente ocupado por la Caballería y la
Artillería y la compañía de posición, que tenía
próximos, a unos veinte metros, los edificios
de las abandonadas cantinas, que estaban
ocupadas por el enemigo, era el preferente de
sus ataques, y arrojaban continuamente gra-
nadas de mano, dinamita y piedras, causando
muchas bajas y haciendo que la tropa tuviese
que estar continuamente en el parapeto, en el
que lograron abrir una brecha con el cañón,
por la que intentaron varias veces el ataque,
que tuvo que ser rechazado al arma blanca.
En las demás tropas, que eran de Infantería
y de Ingenieros, estaban encargadas de hacer

la aguada, sufriendo en ellas muchas bajas,
que algún día llegaron hasta 60. El agua era
escasa y poco potable. Los alimentos, carne de
mulo o caballo, sin nada para guisarla, pues
hubo un día en que se carecía de agua en
absoluto. El general y los oficiales hacían
esfuerzo sobrehumano animando a la tropa,
no descansando un instante el primero, aun
después de estar herido, como sucedía a
todos, pues oficiales y soldados heridos, algu-
nos con tres balas, estaban en el parapeto; los
médicos, alguno herido, como Peña, continua-
ban prestando servicio en la asistencia de los
enfermos, y todos, en suma, rivalizaron en el
cumplimiento de su deber. Así aguantó la posi-
ción hasta que el general empezó las negocia-
ciones, que eran interrumpidas frecuentemen-
te por un asalto general, dado por los que, con
bandera blanca, lograban acercarse a los para-
petos. Algunos emisarios que mandaba la
posición con bandera blanca eran muertos
apenas salían de el/dt»
POZO NÚMERO 2 DE TISTUTIN,.- También
llamado pozo de Yarzan, de agua semisalobre
que sólo servía para el ganado, se encontraba
a kilómetro y medio al sur de Tistutin . De lo
que allí ocurrió, existieron, y aún hoy día exis-
ten, opiniones muy opuestas. Unos ensalzan la
actitud valerosa del cabo Jesús Arenzana
Landa y otros lo acusan de mal compañero y
embustero.
Por carecer de pruebas, aunque sí de sos-
pechas, se expone lo que manifestó en su día;
tanto por el general Picasso, como el Fiscal
General de la Causa:
"Dependiendo administrativamente de la
circunscripción del zoco El Telatza, de la que
resulta apartado, se enlaza su actuación más
determinantemente con la evacuación de
Batel y Tistutin, en cuya zona estaba situado a
kilómetro y medio de esta posición, de que
tomaba nombre. Constitutíalo un pequeño
fortín de planta baja y azotea aspilleradas, que
protegía el motor y bomba de un pozo de
agua salobre en que abrevaba el ganado de las
Annual 1921. 80 Años del Desastre
posiciones inmediatas, estando guarnecido
por un cabo y tres ingenieros encargados del
manejo y cuidado de la referida maquinaria. El
día 19 de julio, encontrándose en Batel el cabo
de la compañía provisional del regimiento de
Africa D. Jesús Arenzana Landa, a la que se
había unido voluntariamente, pues desempe-
ñaba el destino de escribiente de Mayoría, fue
destacado al indicado fuerte con dos indivi-
duos de la expresada para su refuerzo .
Refiere dicho cabo las vicisitudes del pues-
to, en atestado número 16 en información
prestada ante el cónsul de la Nación en Uxda,
confirmando lo esencial de sus manifestacio-
nes el cabo de Ingenieros Rafael Lil/o, encar-
gado del motor.
Relata el cabo Arenzana, que no se dio
cuenta de la llegada del general Navarro a
Batel el 23 de Julio; pero que el 24 comunicó
por teléfono con esta posición, dando conoci-
miento de que había empezado a ser hostili-
zado el día anterior; y pidiendo instrucciones,
siéndole prevenido, en la idea de no complicar
su situación, que se siguiera dando agua del
pozo y no atacasen sino en caso de agresión
del enemigo al fuerte, en la idea de que eco-
nomizara al propio tiempo las municiones para
ocasión extrema; que el 24, por la noche, fue-
ron también atacados; pero no hubo hostili-
dad los días 25 al 27. Este día 27 vio salir al
general Navarro con sus fuerzas para Tistutin,
siendo poco hostilizando, a su decir; por el
enemigo, merced a las disposiciones que
adoptara, en cuya apreciación hay excusable
error; debido a las distancias; pues ya los
Regulares, que él cree ocupasen para cubrir la
retirada las alturas de Usuga, habían salido de
Uestía el 23 de mañana para Nadar y Zeluán,
e incluso habían desertado. Pudieran, pues,
ser dichas fuerzas de Policía. Tampoco se dio
cuenta de la salida del general de Tistutin para
Arruí en la madrugada del 29.
Refiere que, cortada la comunicación tele-
fónica el día 26, aprovechando un despliegue
de fuerzas hecho desde Tistutin en dirección al
pozo, sin duda el intento de hacer aguada la
Juan Tomás Palma Moreno
fuerza montada de Policía a que se refiriera el
intérprete Alcaide en su ya reseñada declara-
ción, envió a uno de los soldados de
Ingenieros, con tres más que se habían refu-
giado allí, en demanda de instrucciones, con-
certando una señal de aviso para el caso de
que hubiera de retirarse. Como no se hiciese la
señéll convenida, expresa que se quedaron
defendiendo el pozo, enarbolando una impro-
visada bandera, con un pañuelo de percha.
Al evacuar el campamento las fuerzas en
retirada, se habían quedado en una de las
garitas varios centinelas uno de los cuales,
Joaquín Rodríguez Barreiro, pudo huir y ser
salvado en el pozo, como refiere el propio
interesado en atestado número 31, con las
vicisitudes subsiguientes de la esforzada
guarnición.
Prosigue Arenzana manifestando que
durante la noche del 29 al 30 fue rudamente
atacado, desde las nueve a las once y media de
la noche, por un enemigo cuyo número no
pudo apreciar en la obscuridad; pero le hace
suponer fueran más de 70, porque al hacerse
de día vieron 35 cadáveres de hombres y más
de 20 caballos; siendo de nuevo atacados en la
mañana del expresado día 30. En dichos días
le propusieron les moros por tres veces la
entrega del fortín y del armamento, a que se
negó.
En la tarde del día 30 se presentaron tres
moros y concertó con ellos que les daría agua
a cambio de traerles alimento y prisioneros
que estuviesen en su poder y por este procedi-
miento pudieron subsistir y rescatar al alférez
de San Fernando D. IIdefonso Ruiz Tapiador,
de la abandonada guarnición de Dar-Azugai y
al soldado de la Comandancia de Artillería
Manuel Silverio, del destacamento de Haf.
En esta disposición continuaron hasta el día
4 de Agosto, que se les concluyó la gasolina, y
como no podían dar ya agua se les acabó el
medio de abastecimiento, determinando esta
falta al cabo Arenzana a ir disfrazado de moro
al campamento de Tistutin, que los naturales
iban saqueando poco a poco, a proveerse de
algunos víveres del depósito de Intendencia,
que había aún en cierta abundancia, recogien-
do los que pudo en dos bolsas de costado y
restituyéndose al fortín sin tropiezo.
Decididos a evacuar éste por la dificultad
de sostenerse, y sin decaer su espíritu, lo aban-
donaron a las ocho y media de la noche del día
5, dejando enterradas todas las herramientas y
piezas importantes del motor, los fusiles corta-
dos, los punzones, pues ya no tenían municio-
nes, y llevándose las bujías y el magneto del
motor, marchando a través de Guerrao con
dirección a la zona francesa, en número de
nueve individuos. Por la mañana fueron sor-
prendidos por dos moros, uno de el/'Js arma-
do de fusil de los que se deshicieron mañosa-
mente en la forma que relata, dando muerte a
los dos enemigos y prosiguiendo su camino sin
novedad, hasta que al llegar al pie de la avan-
zadilla francesa de Montagne, dependiente de
la posición de Hassi Uenzga, fueron cercados
por un grupo de indígenas armados, que los
despojaron de todo, incluso de la ropa, y des-
pués de amenazas y viva discusión los dejaron
internarse, sin que de la posición francesa se
hiciera nada por socorrerlos.
Confirman en todas sus partes las anterio-
res manifestaciones el alférez Ruiz Tapiador, al
folio 409 de su declaración, como igualmente
el artillero Silvela, al folio 1337".
El Fiscal General corrobora lo sucedido
diciendo:
«No quiere el fiscal terminar la narración de
los lamentables hechos ocurridos en esta cir-
cunscripción sin dar al Consejo, y darse a sí
mismo, una especie de descanso al espíritu
oprimido por la pena que produce todo lo
expuesto, sin abrir una esperanza a tiempos
mejores, que no por ser debida a modestas
clases del Ejército y de la sociedad, y acaso por
ello mismo precisamente, debe dejar de con-
signarse con satisfacción, y de estimarse como
lección para los que, en escalas más elevadas,
no pudieron o no supieron imitar esa conduc-
ta. Nos referimos a la defensa, brillante y
digna, del pozo número 2, de Tistutin. A

Kilómetro y medio de Tistutin, dependía, sin
embargo, administrativamente de la circuns-
cripción de Telatza, y estaba constituida la
posición por un pequeño fortín de planta baja
y azotea aspillerada protegiendo el motor y
bombas de un pozo de agua salobre, en el que
abrevaba el ganado, constituyendo su única
guarnición un cabo y tres ingenieros para el
servicio de la maquinaria del pozo. El 79 de
julio, el cabo de la compañía provisional del
regimiento de Africa a la que se había unido
voluntariamente, don Jesús Arenzana, que
hasta entonces era escribiente de Mayoría, fue
destacado a dicho fortín con otros dos solda-
dos para refuerzo de aquél. Dicho cabo, en el
atestado número 76 de la información hecha
ante el cónsul de Uxda (folio 820), y en su
declaración (folio 7. 749), refiere que no se
enteró de la llegada a Batel, el 23, del general
Navarro; pero que, el 24 comunicó por teléfo-
no que había sido hostilizado pidiendo instruc-
ciones, y siéndole ~revenido que, para no
complicar la situación (folio 822), se siguiera
dando agua de pozo y no se atacase sino en
un caso de agresión del enemigo al fuerte con
objeto también de economizar las municiones;
el 24, por la noche, fueron atacados, y luego
cesó la hostilidad del 25 al 27, en cuyo día vio
salir al general Navarro para Tistutin .
En la información ante el cónsul de Uxda se
consigna como preliminares el cabo Arenzana
tres cosas: 7a, que por las circunstancias en
que vivieron desde el 23 de julio al 6 de
Agosto, no puede precisar fechas exactas; 2 a,
que por no hacer muy prolija la relación, pres-
cinde de muchos hechos particulares, Y 3 a,
que aunque el cabo Lillo, de Ingenieros, termi-
nada su misión industrial, se puso voluntaria-
mente y como soldado a sus órdenes, él le
consideró como compañero y le consultó
todo.
Siguiendo la narración, dice que los niños
moros venían por agua al pozo, y les dejaba;
que por la noche sufrieron tiroteo, contestan-
do con 20 disparos por plaza; que al marchar
el general Navarro a Monte Arruí, no les pudo
Annual1921. 80 Años del Desastre
prestar auxilio ni recogerlos, y desde el 28 de
Julio quedaron solos y aislados seis hombres
con seis fusiles, 730 cartuchos por fusil y un
pedazo de pan, y a 72 kilómetros del campa-
mento más próximo, y entonces enarbolaron
una bandera improvisada, empleando para
ello un pañuelo de percha con los colores
nacionales.
Tuvieron que matar para comer los anima-
les domésticos que tenían, y un día se presen-
tó un niño moro con una carta en árabe que
no entendieron, y pidieron que se les explica-
se, y entonces los jefes de las cabilas se la
enviaron al día siguiente traducida, diciéndoles
que entregaran los fus(les y se fueran a vivir
con ellos o a Meli/la, a lo que sólo contestaron
cerrando el fuerte y colocándose en sus pues-
tos en la azotea.
Vieron un día venir un español hacia el
fuerte perseguido por los moros, a los que
contuvieron con su fuego, y pudo llegar al
fuerte, resultando ser el soldado Joaquín
Rodríguez, del campamento de Tistutin. Los
moros saquearon el campamento donde había
estado el general Navarro, y molestados - dice
- al ver la bandera en el fuerte, se decidieron a
atacarlos, por lo que ellos atrancaron la puer-
ta y se preparó la defensa, entre ella las latas
de gasolina abiertas, preparadas para rociarlas
sobre los asaltantes con algodones encendi-
dos, decididos a morir quemados, pero que-
mando, y manteniendo enhiesta la bandera,
que aquella noche no arriaron para que no lo
creyeran los moros cobardía, y consiguieron
rechazar al enemigo con el fuego de fusil.
Ante lo inverosímil de que sólo seis hom-
bres se defendiesen así, y tanto por esta ente-
reza como porque el calor apuraba la sed de
las cabilas y de los ganados, pues habiendo el
cabo Lillo, de Ingenieros, desarmando el
motor, el pozo estaba exhausto, con lo que los
defensores imponían la muerte por sed como
castigo, intentaron los moros un último
esfuerzo por sorpresa, pero fueron descubier-
tos y rechazados; quedaban a los defensores
entonces seis cartuchos por plaza, y resolvie-
Juan Tomás Palma Moreno
ron, como último extremo, prender fuego al
fuerte. Entonces los moros propusieron la paz
a cambio de que les diesen agua, y se convino:
que no se oyese un disparo; que ellos darían
agua; que les trajesen alimentos, y que lleva-
sen al fuerte los prisioneros cristianos que
tuviesen.
Así se cumplió todo, y trajeron al alférez
Ruiz Tapiador y al artillero Manuel Silveiro, y las
provisiones convenidas durante los días 3 y 4
de agosto.
Llegó el 5 de Agosto, y como sólo queda-
sen cinco litros de gasolina, e iban a verse en
la precisión de no dar agua y faltar a lo conve-
nido, decidieron someterse al criterio general
(¡ una especie de Junta de defensa!) dos solu-
ciones: primera, continuar en el frente, resig-
nándose a la muerte o a la prisión entre los
moros; segunda, evacuar el fuerte con todos
los elementos, con la esperanza de la libertad.
Se optó por la segunda, relevando al cabo
jefe todos los compaMros de toda responsabi-
lidad, yen vista de la falta de municiones, inuti-
lizaron y enterraron los fusiles y desarmaron el
motor; llevándose la magneto y las bujías y
enterrando las herramientas, saliendo por la
noche hacia la llanura. Al amanecer encontra-
ron dos moros, uno armado, que les amenaza-
ba con el fusil; pero el cabo Arenzana aprove-
chó un descuido, cogió el fusil al moro y con él
le mató, y luego al otro con un puñal. Luego, en
los aduares, los moros les despojaron de todo.
Yal fin llegaron a la zona francesa.
Con estas manifestaciones están esencial-
mente conformes el cabo de Ingenieros Lillo
(atestado J7), el alférez Ruiz Tapiador (folio
409) y el artillero Silverio.
El teniente coronel Fernández Tamarit, jefe
del tercer batallón del regimiento de Africa
(folio J. 197), hace grandes elogios del cabo
Arenzana, habiéndose ya deducido en 14 de
octubre último testimonio pertinente por el
juez instructor (folio J .346) como consecuen-
cia de una comunicación del Alto Comisario de
10 de Septiembre (folio 819), señalando los
méritos contraído por este cabo y los demás
individuos a sus órdenes, a los efectos de la
oportuna recompensa.
y como merecen que se consignen los
nombres de éstos, que han sabido en su
modesta esfera sostener dignamente el honor
del Ejército, digamos que eran:
Del regimiento de Infantería de Africa:
Cabo Jesús Arenzana.
Soldado Virgilio Rodríguez.
Idem Rafael Sordo.
Del regimiento de Ingenieros:
Cabo don Rafael Lillo.
Soldado Emilio Muniesa.
Idem Jesús Martínez.
¡ Ojalá se hubiese podido hacer una rela-
ción igual en todas las demás posiciones tan
lamentablemente perdidas!. "
Pero una vez más se pone de manifiesto
que no sólo los historiadores se equivocan . Ni
tampoco son lo únicos que pueden involucrar-
nos en ser cómplices de los errores históricos.
O peor aún, cómplices en la falta de honradez,
ensalzando al malo y criticando al bueno.
Aunque en este mundo no hay nadie total-
mente malo, ni nadie totalmente bueno.
Después de quedar casi convencidos de lo
anteriormente relatado por tan ilustres perso-
najes, va a continuación un resumen del relato
que motivó una sentencia del alto tribunal, en
1925, contra el cabo Arenzana y exculpando
al alférez Ruiz Tapiador.
Tras la traición de los sitiadores al rendir la
posición de Dar Azugaj, el alférez consigue lle-
gar al río reptando con el amparo de la oscuri-
dad. A la mañana siguiente, vuelve con caute-
la y ve la posición saqueada y la mayoría de sus
soldados muertos.
Decide encaminarse hacia Batel. Pero sólo
pude hacerlo durante la noche y junto al cauce
del río. Cae enfermo, y su debilidad, acuciada
por el hambre, le hace perder gran parte del
raciocinio . Por lo que deambula hasta que es
descubierto y apresado el día 30 por los rebel-
des del lugar. Se les acerca un jinete que dice
ser el jefe de la cabila de Beni Buyahe y los
convence para que entreguen al prisionero.

Cuando ya están los dos solos, éste le dice
que realmente es amigo de los españoles. Que
lo va a llevar a un lugar donde hay más prisio-
neros, y que cuando se reponga y tenga fuer-
zas, lo acompañará hasta Melilla.
Así es como llegó el alférez Ruiz Tapiador al
Pozo número 2. Donde los soldados que allí se
encontraban, eran los que mantenían la
bomba de agua. No tenían ningún armamen-
to y les dejaban salir del fortín durante el día,
pero sin alejarse de él y siendo vigilados. Por la
noche se metían dentro y cerraban la puerta
con llave. Al amanecer de cada día, les des-
pertaban con gritos para que pusiesen la
bomba en marcha.
Los soldados le contaron que el dfa 23,
cuando llegó la columna Navarro en retirada
desde Drius, fueron tiroteados toda esa noche.
Como ellos continuaban dando agua, dejaron
de asediarles. Pero cuando Navarro les abando-
nó replegándose en Monte Arruit y careciendo
de víveres y escasa m~nición, decidieron parla-
mentar. Llegaron al acuerdo de que se les per-
donaba la vida y a cambio, entregaran el arma-
mento y continuaran dando agua, en la situa-
ción de prisioneros. El trato se aceptó y todos
cumplieron, volviendo a continuar las buenas
relaciones que mantenían con anterioridad. Les
alimentaban con lo que obtuvieron en el
saqueo de Drius y que ellos no podían comer
por ser «jalufo», carne en lata y chorizo.
El día 29 llevaron otro prisionero. Era el sol-
dado Joaquín Rodríguez. Cuenta que al reti-
rarse Navarro de Batel, se encontraba de cen-
tinela y no pudo unirse a la columna.
El día 31 de julio, cumple 20 años el alfé-
rez. Traen otro prisionero, es el artillero
Manuel Silverio que pertenecía a la posición de
Haf, cerca de T'latza.
Un día, el cabo Arenzana, comenta al alfé-
rez que tiene 27 años, que es licenciado en
Filosofía y Letras, y después de haber llevado
una vida turbulenta, en 1919 decidió ingresar
voluntario en el regimiento de Africa, porque
consideraba que era una fuerza de choque y
aún no se había creado la Legión de extranje-
Annual 1921. 80 Años del Desastre
ros. Fue muy considerado por sus superiores y
le ascendieron a cabo, destinándole en la
Mayoría del regimiento. Al organizarse en
Melilla la 2a Compañía provisional para refor-
zar el frente, solicitó ir en ella, dispuesto a
luchar por su Patria. Y lamentaba haber tenido
que rendir el fuerte para salvar la vida de sus
compañeros, por sentirse abandonados y sin
víveres.
El día 3 de agosto, Arenzana llama al alfé-
rez, que continúa enfermo sobre una colcho-
neta en el interior del fortín y le dice que hay
un moro fuera que quiere hablar con el oficial.
Sale y se encuentra con un rifeño que le
dice en perfecto castellano:
«Mi alférez, soy español, deserté hace unos
diez años. Desde entonces vivo entre estas
gentes como un moro más. Me he casado y
tengo varios hij'os. Nací en Linares, de Jaén. Yo
deseo salvarles a ustedes llevándoles mañana
por la noche a la zona francesa. ¡Ojalá pudie-
ra hacer lo mismo con todos los españoles!
¿ Cree usted que el Gobierno perdonará mi
deserción?» .
El alférez Ruiz Tapiador, emocionado, le
contesta:
«Creo que sí, aunque yo no puedo garanti-
zarlo. Aquí hay un soldado que me dij'o que
era de Linares, vaya llamarle por si conoce a
tu familia».
Efectivamente, eran de familias conocidas y
el soldado le informa:
«Un hermano tuyo está en el regimiento de
Melil/a. Y ahora está destacado en Sidi Dris».
El desertor rompe a llorar y les comenta
que esa posición ha sido asaltada y muertos
todos los defensores.
Promete volver a buscarles al día siguiente.
Pero nunca volvió. De este hombre, se sabe
que con el paso del tiempo, se alistó en la
Mehala Indígena. Pasados unos años, fue tras-
ladado a la Mejaznfá de Ainzora.
El día 5, al ver que este hombre no venía,
el alférez reúne a todos y les dice que si esa
noche no viene el de Linares, que se marcharí-
an a la zona francesa. Algunos ponen pegas,
Juan Tomás Palma Moreno
pues temen ser fusilados si les pillan . El alférez
les convence diciendo:
«En primer lugar, es nuestra obligación; ya
estoy lo suficientemente repuesto para condu-
ciros y aquí la vida la tenemos condicionada al
buen funcionamiento del motor Tened en
cuenta que cuando el jefecillo que me aprisio-
nó, considere que he recobrado mis fuerzas,
me separará de vosotros y os será más difícil
intentar salvaros».
Esa noche, el alférez manda desmontar la
magneto del motor. Se hace cargo de ella el
cabo Arenzana que la guarda en un saco.
Salen todos, cierran la puerta y arrojan la llave
a la azotea. La única arma que poseen la lleva
el cabo Lillo, un trozo de hierro afilado.
Deben de alejarse lo más veloz posible,
pues sólo disponen de esa noche para que
no adviertan su fuga. Deciden rodear los
aduares, para que los perros no les delaten.
Tienen que ir siempre hacia el sur para no
~
perderse y alcanzar I~ zona francesa.
Atraviesan la llanura de M'talza, pasan la
zona montañosa con dificultad para orien-
tarse y llegan a la llanura de Afsó. Desértica
llanura, donde el pozo de agua más cercano
está en el abrupto del Kerker, allá en el hori-
zonte por el este.
En la lejanía y ayudado por los extraños
relampagueos silenciosos que llenan el extra-
ño cielo de esa inhóspita llanura, se vislum-
bran las montañas de la zona francesa,
donde les espera la posición francesa de Hasi
Huenza y la avanzadilla de Montagne, donde
por entonces la custodiaba una compañía de
senegaleses y un «Gum», el equivalente a
una Mía de Policía Indígena.
Amanece y se sienten satisfechos del
gran recorrido que han hecho, por lo que
deciden hacer alto y descansar. Pero en la
lejanía de la llanura, se ven dos personas
que se acercan directamente hacia ellos con
paso decidido. Piensan en dispersarse, pero
el alférez les convence que la unión hace la
fuerza, y que aunque estén armados, sólo
son dos .
Da instrucciones: formarán dos grupos
algo separados . Arenzana con cuatro y Ruiz
Tapiador con el resto. A su voz, lanzarse
todos hacia el indígena más próximo. Si es
necesario, darles muerte. Y dejarles hacer tan
solo un disparo.
A medida que se van acercando, ven que
se trata de un viejo armado con un fusil
Remington y un joven desarmado. Al llegar
hasta ellos, observan en sus rostros el miedo
de verse solos ante nueve españoles.
El mayor les dice: «flus (dinero) y dejar
marchar».
Se les dice que no tienen dinero. Ordena al
joven que los registre. Con temor y precau-
ción, comienza a registrarlos. Cuando le toca
al alférez y se le acerca, lo abraza con fuerza y
grita: «jAhora!». Los de Arenzana se lanzan
contra el viejo que consigue echar a correr sin
disparar. Son tan pocas las fuerzas del viejo
que suelta el fusil. Arenzana lo recoge, se para,
apunta y dispara. El estruendo del Remington
rompe el silencio de la llanura, que se hace
mayor al callarse todos. El viejo se detiene, se
tambalea y cae al suelo dando las característi-
cas convulsiones de la agonía. Arenzana corre
hacia el cuerpo que continua agitándose . Al
llegar a su altura, sujeta el fusil por el cañón y
como si el arma fuese un mazo golpea fuerte-
mente la cabeza. Tal es el golpetazo, que la
culata se separa del resto de arma, por lo que
queda inútil. El cuerpo del viejo, con la cabeza
destrozada, deja de moverse.
Vuelven hacia el resto del grupo y
Arenzana sujetando el saco que contiene la
magneto y Lillo con su hierro afilado, dan
muerte al muchacho. Quizás de forma sangui-
naria e innecesaria.
Los dos cadáveres son ocultos junto a unos
matorrales. Y con el miedo de la venganza si
los descubren, huyen apresuradamente hacia
la frontera francesa.
Muy cerca ya de Montagne, pues ya se divi-
san las siluetas de los soldados senegaleses
que les están observando, pasan junto a un
aduar. De él salen hombres, mujeres y niños

que los rodean con gritos de ira y desprecio.
Los soldados al verse rodeados se quedan
quietos, mientras entre los moros surge una
acalorada discusión sobre qué hacer con ellos.
Luego miran hacia la posición y seguramente
están diciendo, que si les hacen algo, los fran-
ceses pueden intervenir. Optan por desnudar-
los y dejarles marchar.
Son bien recibidos por los soldados sene-
galeses. Más tarde fueron repatriados a
Melilla, a excepción del Alférez Ruiz Tapiador,
que dado su estado hubo de ser ingresado en
el hospital francés. Donde le diagnosticaron
«Courbature y asthenie».
MONTE ARRUIT
El asedio duro 14 días, desde la mañana del
29 de julio hasta las 13.00 de día 11 de
agosto. Aunque desde el 9 no hubo tiroteo,
~
pero tampoco agu~da, por celebrarse las
negociaciones .
En Monte Arruit se podran diferenciar
fácilmente tres zonas: el poblado, el campa-
mento y la posición.
El poblado, de estilo europeo, con calles
bien trazadas y construcciones de una sola
planta. Se encontraba a la derecha e izquierda
de la carretera Melilla Drius, y a su derecha se
encontraba la estación del ferrocarril.
Abundaban los comercios, almacenes, canti-
nas y viviendas.
El campamento, situado poco antes del
poblado, a la izquierda y sobre la extensa falda
de la loma de la posición. Con muy mala
defensa y con una superficie de unos 40.000
metros cuadrados. Formaba un trapecio casi
cuadrangular de unos 800 metros de períme-
tro . Con multitud de tiendas de campaña tipo
cónicas y algún barracón .
La posición propiamente dicha y donde se
refugió la columna del general Navarro, se
encontraba sobre la extensa loma, junto al
campamento . Tenía un perímetro de 450
metros amurallados casi en su totalidad con
Annual 1921. 80 Años del Desastre
una hermosa puerta principal y con una super-
ficie de 9 .000 metros cuadrados. Dentro exis-
tían 3 barracones y algunas casas dedicadas a
depósitos de Intendencia, la Oficina de la
Policía Indrgena, el horno y la casa residencia
del jefe de la posición.
El día de la llegada eran, entre los 30 sol-
dados de la posición, más la columna, más los
refugiados de otras posiciones, formaban
3.017 hombres.
Los víveres con que contaban, eran de 23
sacos de arroz, 16 de judías, 10 de garbanzos,
algo de café, azúcar y 109 litros de aceite . El
pozo de agua que estaba cercano a la puerta
de la posición, tuvo que anularse el mismo día
de la llegada de la columna, al caerse dentro
un soldado al intentar beber agua y morir aho-
gado. Por lo que la aguada hubo de hacerse
en otro bastante más alejado.
Después de una retirada tan lamentable, la
munición que les quedaba era escasísima,
pues los que quedaban del regimiento de San
Fernando, el más numeroso, tocaban a 55 car-
tuchos por combatiente, o sea 11 peines o car-
gadores; estos de S. Fernando hicieron la
mayor parte de las aguadas. Los del Ceriñola,
para 280 hombres, sólo 200 fusiles, con 30
cartuchos por arma en 6 peines, haciendo un
total de 6.000 cartuchos, más una caja de
reserva que no llegaba a 200 cargadores.
Desde el primer día el asedio de los caño-
nes arrebatados es continuo. Manejados por
los propios soldados de artillería que habían
sido apresados, obligándoles con amenazas y
torturas. Más tarde, durante su cautiverio,
decidieron morir, negándose a comer. Este
cañoneo aumentaba cada día más, hasta el día
6 que cesó, para continuar el 7. El primer día,
114 granadas (¿ quién se entretuvo en contar-
las?). Hacen blanco en un espacio no superior
a la 3a parte de lo que ocupa la Puerta del Sol
de Madrid, con gran eficacia.
El 7, un solo disparo produjo 35 bajas . El
proyectil atravesó un grupo de soldados del
regimiento Melilla, produciendo 29 bajas, casi
todos muertos. Continuó su trayectoria esta-
F
I
Juan Tomás Palma Moreno
Vista aérea de Monte Arruit. 1.- Posición donde se hizo fuerte el general Navarro. 2.- Campamento que fue
desmantelado. 3.- Poblado de construcción europea.
~
liándose en el grupb del Cuartel General.
Mató al cornetín, hirió a Navarro, a dos tenien-
tes, al intérprete y al asistente del general. A
ese lugar les llamaban «Plazoleta de la muer-
te», pues en días sucesivos cayeron muchos.
El día 31 de julio, a los dos días de llegar la
columna a la posición, y cuando jovialmente el
teniente coronel Fernando Primo de Rivera y
Orbaneja, toca con la mano extendida el
suelo, al ofr la señal de corneta con la que se
anunciaba el disparo de la artillería enemiga,
un proyectil le secciona el brazo izquierdo.
Le llevan al cuarto destinado como depósi-
to de víveres, donde existe la única cama de la
posición, propiedad del Auxiliar de
Intendencia. Era una mísera estancia desman-
telada con un ventanuco alto hecho en el
muro, por donde penetraba la única luz en el
recinto, al que le pusieron una manta para
impedir que el calor penetrase por ella.
Se le tiene que amputar el brazo sin aneste-
sia, pues se carece de ella. Resistió la amputa-
ción con su habitual heroísmo, mordiendo un
pañuelo y rogándole al médico que actuara con
la mayor rapidez posible. El día 5 muere de gan-
grena, tras una lenta y dolorosa agonía. Por su
comportamiento en Cheif el 23 de julio se le
concedió la Cruz Laureada de San Fernando y
figura con el número uno en las Escalilla de
Tenientes Coroneles del Arma de Caballería .
No estuvo mucho tiempo desocupada esa
privilegiada y única cama, pues poco más
tarde la ocupó el Capitán Sánchez Monje,
cuando una granada le arranco una pierna. En
esa misma "Plazoleta de la muerte". El día 4,
una bala de cañón, destrozó la cabeza del
Comandante de Estado Mayor González
Simeoni y mató después al Alférez de
Ingenieros Gil. El médico calcula en total unos
400 disparos de cañón en esos 12 días.
El día 2, tras fuerte asedio en la puerta
principal, que defendían los restos del
Alcántara, al mando del Capitán Triana, se
dejaron los moros 60 muertos junto al parape-
to y durante la noche hubo una tregua para
que los retirasen.
Durante los últimos días, la ración era de
35 gramos de legumbres por persona, después
de sacrificar caballos y mulos. Faltó agua a
pesar de ser ocupada la casa junto a la agua-

da para su protección, hasta el punto de que
el día 7 fue el último día en que se repartió la
ración de agua; un jarrillo de tropa para 8
hombres y día.
Hubieron soldados, que desobedeciendo
las ordenes y ante la desesperante necesidad
de beber un poco de agua, saltaron el muro y
corrieron al río, cayendo fatalmente tras los
disparos de los moros allí apostados. El día 31
por la mañana, para evitar el continuo goteo
de bajas por esta acción de saltar el muro por
su cuenta, se intenta una desesperante agua-
da, y que cuesta la vida de 1 jefe, 3 oficiales y
86 de tropa. Que no impide el intentarlo de
nuevo por la tarde.
De infecciones por heridas, murieron 167,
de unos 1.000 que tuvieron que ser atendidos
en la improvisada enfermería; que dada la can-
tidad, se podría catalogar como hospital de
campaña, pero sin poder ser atendidos por el
único médico, el Teniente Peña, por carecer
totalmente de medicementos y vendas.
Según los supervivientes, era desesperante
encontrarse apostado junto al muro defen-
diendo la posición y oírlos gritar pidiendo por
caridad un poco de ayuda o que les quitasen
la vida para dejar de sufrir. Hubo momentos
El Teniente Coronel Primo de Rivera. Momento en que el Rey Alfonso XIII impone sobre su féretro la Cruz
Laureada de San Fernando.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
que tuvieron que colocar heridos junto a los
defensores porque no cabían en la enfermería.
Entre esta desesperante situación, casi a
diario, se inundaba la posición de un resquicio
de esperanza. En la lejanía y procedente de
Melilla se veía un puntito negro en el cielo. Era
el aeroplano de Melilla que tras una pasada de
observación, se lanzaba casi en picado evitan-
do los disparos de fusil del enemigo e intenta-
ba dejar sobre la posición algún auxilio.
Estas operaciones de los aeroplanos no
tuvieron mucho éxito, pero algo los alivió. El
primer día lanzaron un paquete con mensajes
para comunicarse con los aeroplanos, pero
cayó fuera de la posición y se apoderó el ene-
migo de él.
Durante esos días arrojaron cajas de muni-
ción, que con el golpe sufrido en el suelo, la
mayoría quedaba inútil. También lanzaron
medicamentos que llegaban destrozados.
Pero lo que más agradecía la tropa eran las
barras de hielo, que envueltas en sacos caían
tan violentamente que aquello parecía un
refresco de granizada. Un piloto ideó una
especie de paracaídas, pero no tuvo éxito.
Lo más negativo de esta operación fue, que
muchos paquetes caían fuera del recinto y los
Juan Tomás Palma Moreno

soldados se lanzaban desesperados a por ellos,

cayendo inútilmente ante el fuego enemigo.
Las bajas durante los 14 días de asedio fue-
ron un total de 825 hombres, de ellos 419
muertos . Hay que añad;r los fugados de la
posición saltando del parapE:~o, a los que se les
disparaba por desertores. En la enfermería se
renovaban unas 100 bajas diarias y morían
unos 25 diarios.
Pero muchos más, fueron los asesinados.
Descontando los muertos en la posición, los
desertores y los que pudieron huir de la masa-
cre, de los cuales algunos sin poder determinar
la cantidad llegaron a Melilla o fueron apresa-
dos, sumarían algo menos de 2.000. Estos
hombres, a la hora de la capitulación, fueron
vilmente asesinados. Pues sin compasión nin-
guna y desarmados, fueron acribillados a tiros,
a los heridos con arma blanca los remataron y
a algunos hasta pisoteados o quemados.
Se comunicaba con Melilla, con dificultad,
a través del heliógrafo de la posición de Zeluán
que hacía de repetidor, y una vez capitulada
Zeluán, se consiguió a través del Atalayón. Se
cometieron errores en los telegramas por
heliógrafo con el Alto Comisario en Melilla.
El día 6 de agosto, después de transcurridos
15 días desde el desastre de Anual. el Alto
Comisario, reúne en su despacho oficial de la
Residencia, a las más altas autoridades militares
que se encuentran en Melilla. Los cuales fueron:
comandante. Gral. de Melilla José Cavalcanti;
Gral. de la brigada de Húsares Miguel
Cabanellas; Gral. de la zona de Tetuán José
Sanjurjo; los excelentísimos señores Francisco
Neila y Ciria, y Miguel Fresneda Menjfbar; y de
Secretario el Coronel Jefe de Estado Mayor del
Ejército de Africa, Francisco Gómez-Jordana
Souza. La finalidad, es la de darles cuenta de la
situación actual con respecto a Monte Arruit y
la de Levantar Acta de la reunión . Cuyos párra-
fos más interesantes son:
«... la distancia a que se encuentra la
aro. heroica fuerza del General Navarro de la base

-------~
Teniente Médico felipe Peña Martínez.
de Melilla (alrededor de 40 kilómetros) con
toda la línea de comunicaciones cubierta de

enemigo; la escasez de las fuerzas llegadas de
la Península, en período aún de movilización,
y, por lo tanto, desprovistas de los más ele-
mentales e indispensables medios de combate;
la necesidad de garantizar ante todo la plaza,
cuyo perímetro de defensa excede de 7O kiló-
metros, y la de responder ofensivamente a
cualquier intento de incursión del enemigo en
la zona nuevamente ocupada, son circunstan-
cias que en reuniones anteriores con los seño-
res generales, determinaron la convicción ínti-
ma de incapacidad, de momento, para soco-
rrer a esos héroes, ... incapacidad que el exce-
lentísimo señor Alto Comisario deseaba some-
ter de nuevo a la consideración de sus compa-
ñeros, por si la resistencia admirable de esa
columna y la gran corriente de opinión, favo-
rable al socorro a toda costa, hubiera podido
influir en el ánimo de alguno de ellos, indu-
ciéndole a cambiar de opinión . ... Los señores
generales presentes... , y con unanimidad
absoluta y sin la menor reserva, ... , manifesta-
ron no encontrar en el plazo brevísimo que
hubiera sido menester para que resultara efi-
caz, medio hábil de realizar acción alguna mili-
tar para socorrer a la columna del General
Navarro, ... ; acordándose que el excelentísimo
señor general en jefe hiciera presente al
Gobierno cuanto precede, y que de ello se
levantase acta, que conservaría cada uno de
los reunidos para el uso que en su día fuera
menester.»
Este documento histórico, es de gran valor
para poder formarse un juicio sobre varios
asuntos . Como son el posible delito de
Denegación de Auxilio por el Alto Comisario.
Del pésimo estado de las fuerzas de reserva
que teníamos en esta España. Del posible
miedo a otro fracaso en el intento de salvar
3000 vidas. De la posible cobardía al involucrar
a los generales presentes, en una decisión que
era sola y exclusivamente del Alto Comisario,
previo consentimiento del Gobierno.
Mientras, en Monte Arruit, ese mismo día
6, el Teniente Suárez Cantón, cae muerto en el
momento en que sobre el parapeto de sacos
Annual 1921. 80 Años del Desastre
de tierra que obstruía la puerta principal,
levanta la bandera blanca para parlamentar.
El día 7 de agosto, Navarro dirige a Melilla
un heliograma en el que dice: "Policía y chusma
que le rodea ha querido varias veces negociar
entrega de campamento, y como carecen de
garantías, me he negado y ha vuelto cañoneo.»
Al día siguiente, a las ocho de la mañana,
contesta el Gral. Berenguer desde Melilla el
siguiente heliograma: "Si no han llegado emi-
sarios (se refiere a los que Abd-el-Krim prome-
tió enviaba), le autorizo para tratar con enemi-
go que le rodea (la chusma que a Navarro no
le inspiraba confianza), aun a base de entrega
de armas, pues mi principal deseo, una vez
extremada la defensa al punto que lo han
hecho, es salvar vidas esos héroes, en los que
tiene puesta la vida España entera, que los
admira. "
Para dar cumplimiento a lo que le pide el
Alto Comisario, el Gral. Navarro envía al
Comandante Julio Villar a parlamentar; quien
no regresa al campamento. Pero una carta
suya, recibida al día siguiente, el 9, da seguri-
dades de la formalidad de los jefes que han de
pactar y comunica que en Nadar se había pre-
gonado en el zoco el respeto a los cristianos.
Ese mismo día 9, llegan los jefes moros, entre
los que se encuentra Ben Chelal, que según le
decía el Alto Comisario" ... aunque rebelde, era
el que podía inspirar mayor garantía ."
Pero antes de que se aproximaran a la posi-
ción, el General Felipe Navarro y Ceballos-
Escalera, Barón de Casa Davalillo; General en
Jefe de las Fuerzas Españolas en el Territorio
Oriental del Protectorado Español en
Marruecos. Como si quisiese, antes de envai-
nar su espada, saludar a su Patria en la perso-
na del Rey de España, dirige al Gral. Berenguer
un heliograma que dice:
" Ruego a V E. haga llegar la profunda grati-
tud de soldados esta columna a 5. M. el Rey, por
el alentador saludo que nos dirigió en momen-
tos angustiosos de peligro y tribulación."
Ante la negativa del cumplimiento de las más
elementales normas de seguridad, en una situa-
 Juan Tomás Palma Moreno
ción como la que se estaba desarrollando, como
era la de entrar con los ojos vendados, los jefes
parlamentarios se niegan a atravesar la puerta
principal de la posición.
El General Navarro, comprendiendo la impe-
riosa necesidad de parlamentar, dada la angus-
tiosa situación de sus hombres e incumpliendo el
Reglamento de Campaña vigente, arrastrando
penosamente su pierna herida, apoyado en su
bastón y en el brazo de un oficial, sale de la posi-
ción para parlamentar.
Apoyado en el pilar derecho de la puerta, se
inician esa mañana del 9 de agosto las negocia-
ciones que duran dos días, en los cuales no hay
asedio, pero tampoco aguada .
Llegan a un acuerdo que es el siguiente:
A- Reintegración pacífica de los defensores
de la aguada.
B.- Proporcionar transporte a los heridos, que
juntos con el resto de la columna serían escolta-
dos por los jefes moros hasta Melilla, con el fin
de evitar cualquier ag~sión .
c.- Dejar los más graves en la posición junto
con el médico y una guardia de 50 hombres.
D.- Se entregaría todo el material y arma-
mento, a excepción de las pistolas de los oficia-
les (moral y simbólico, ya que algunas ni tenían
1
1
munición).
I No se pudo reunir a los jefes y oficiales en
Consejo, como preceptuaba el reglamento para
tratar la posible capitulación, porque se temía
que al dejar a la tropa sola y dado su desespe-
rante estado de ánimo, podría ocurrir cualquier
desorden que provocaría algún desastre irrever-
sible. Por lo que el Capitán Sáinz, fue recogien-
do la opinión de cada uno de los jefes y oficia-
les, siendo unánime la idea de que no había
posibilidad de prolongar más la resistencia .
El día 11 de Agosto se decide la capitulación
según lo acordado. El Teniente Gilabert, hombre
siempre dispuesto para cualquier misión, acom-
pañado por un jefe moro, sale a retirar a los
defensores de la aguada sin que surgiese ningún
incidente en el regreso.
A las 13 horas de ese día, comienza a salir la
columna de heridos que llega hasta el león,
monumento que dedicado al Gral. Jordana, se
levanta a mitad de la cuesta entre la posición y
la carretera que les conduciría a Melilla.
El San Fernando es el primero en entregar las
armas a los notarios moros y se aproxima a la
puerta principal para salir, obstruyendo la puerta
para evitar el paso de algún posible y desespera-
do fugitivo. Las restantes unidades se están con-
centrando ordenadamente para efectuar la
entrega del armamento.
El General Navarro sale a la puerta apoyán-
dose en un oficial herido, que junto con su cuar-
tel general, todos heridos menos uno, y algunos
soldados también heridos, se aproximan a unas
ruinas cerca de la posición y se sientan a la som-
bra de una garita semidestruida . Según algunos
testigos, en espera de que se inicie por los ya
vencidos pero con la moral alta, un desfile ante
su general .
En ese momento, unos jefes moros, en su
mayoría beniurriagueles enviados por Abd-el-
Krim para la "capitulación", con la misión de
apresar al general, se les acercan y les invitan de
forma un tanto nerviosa y autoritaria, para que
avancen hacia el poblado.
Cuando han iniciado la lenta marcha, los
moros invaden el campamento por todos lados
y comienzan a disparar contra los españoles.
Simultáneamente otros fusilan a la columna
de heridos. Algunos de ellos, ya sin fuerzas y
rodilla en tierra, elevan su última plegaria dispo-
niéndose a recibir el tiro de gracia .
El general quiere volver, pero los jefes moros
no les dejan. Empujándoles les apremian a que
sigan hasta la estación del ferrocarril, donde les
protegen de la desenfrenada masacre. Estos
jefes moros, llegan al extremo de enfrentarse
con sus armas contra los que no satisfechos del
cobarde y repugnante hecho, quieren culminar
su «hazaña» con la vida del general.
Los soldados que permanecen en el interior y
aún conservan sus armas, restos del Regimiento
de Africa, al mando del Capitán de Infantería
González Vallés, se defienden hasta agotar la
munición. Mueren cuerpo a cuerpo contra los
asaltantes. Algunos logran saltar el parapeto y

consiguen huir. Aunque la mayoría, tarde o tem-
prano cae en manos del enemigo donde son
hechos prisioneros o asesinados.
La barbarie se relaja mientras da cuenta del
paupérrimo botín que queda en la posición, des-
pojando a los muertos de sus pertenencias.
Momento que aprovechan los jefes beniurria-
gueles con los sesenta supervivientes, 10 jefes y
oficiales, y 50 de tropa, para abandonar la esta-
ción del tren de Melilla y emprender la lenta y
dura marcha hasta el lugar de su cautiverio, que
durará año y medio en las proximidades de la
bahía de Alhucemas.
El pobre general, no se puede tener en pie.
Uno de los jefes moros, siente algo de piedad y
lo monta en su grupa.
Mientras, en ese seco atardecer del agosto
africano, quedan esparcidos por el campo, no
de batalla porque nunca la hubo, los cuerpos de
esos casi 2.000 españoles semidesnudos, a mer-
ced de los carroñeros y sin que nadie les diese
cristiana sepultura, ~sta la llegada de los espa-
ñoles en su reconquista, un mes más tarde de
ese triste año de 1921.
MELILLA
Obligado es hacer un alto y retroceder en el
tiempo para ver qué ocurría en la retaguardia.
1.- Ben-Chel-La 2.- Burrahay. Jefes rifeños que asediaron Montearruit. Se sublevaron contra España, bien por
su propia voluntad, o amenazados por los Beniurriagueles de Abd-el Krim.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Una retaguardia que en solo dos días se con-
virtió en el nuevo frente. Nos referimos natu-
ralmente a la ciudad de Melilla.
Pero como lo sucedido en esta ciudad está
vinculado con las decisiones del Alto Comisario,
retrocedamos hasta Tetuán, donde se encontra-
ba este jefe supremo de las fuerzas del norte de
África.
Dámaso Berenguer, se encontraba embebido
en la campaña que contra el Raisuni se estaba
desarrollando en una acción conjunta de las dos
comandancias generales, las de Ceuta y
Larache. Esta acción, culminaba la sumisión total
de la zona de Yebala.
El día 18 de julio, en su cuartel general, ubi-
cado en Rokba el Gozal, cabila de Beni Arós, le
llegan las noticias preocupantes de lo que suce-
de en Melilla. Como los mensajes de Melilla lle-
gaban a Tetuán, se perdía mucho tiempo en
recibirlos en Rokba, por lo que el 19 regresa a
Tetuán, ya anocheciendo, para estar más al
corriente. Deja el mando de las operaciones a los
respectivos comandantes generales de Ceuta y
Larache.
Ante los telegramas, cada vez más alarman-
tes, Berenguer estudia el suspender las opera-
ciones militares en su zona y ayudar a Silvestre.
De la Península poca ayuda rápida puede llegar,
pues tiene idea de lo mal preparadas que se
encuentran y llegarían demasiado tarde.
r Juan Tomás Palma Moreno

El día 21 por la mañana, sale de Tetuán

para Beni Arós, donde se encuentran los dos
comandantes generales, para ordenarles la
suspensión de las operaciones, organizar la
defensa de lo ya ocupado y ver de qué se dis-
pone para enviar a Melilla.
Llega a Rokba bastante tarde, y no se
encuentra allí el Comandante general de
Larache, pero sí el de Ceuta. Comienzan a reci-
birse los mensajes de la pérdida de Igueriben y
lo delicada de la situación.
En madrugada del caótico día 22, sale
para Ceuta su Comandante General, Man-
zano, para preparar el embarque de las fuer-
zas de socorro. Antes del amanecer salen las
tropas de refuerzo camino de Ceuta para su
embarque, van a pié. Son los de Regulares y
el recién creado Cuerpo de Extranjeros, tam-
bién llamado la Legión Extranjera, que desde
la primera línea y tras su primera acción de
guerra, les ordenan que marchen a Ceuta en
una penosa marcha forzada por los montes
del angosto territorio de Yebala. Con ellos va
su jefe, el General Sanjurjo, con su segundo,
el Coronel Millán Astray y el Comandante
Franco.

Arriba: Vista de la puerta principal de la posición de Monte Arruit, en la que se aprecian los destrozos causados
por el cañoneo enemigo. Abajo: Montones de cadáveres encontrados en la posición y sus proximidades.
 Animal 1921. 80 Años del Desastre

1.- Comandante D. Juan Romero López, Afr. 68 9.- Capitán D. Ramón Moreno Guerra, Reg. 2
2.- Capellán D. José Campoy Irigoyen, Alcnt. 14 10.- Teniente D. Adolfo Zurita Bayal. Afr. 68
3.- Capitán D. José hernández Mira, Infant. 11.- Teniente D. Francisco Nuevo Soriano, Reg. 2
4.- Capitán D. Carlos Zapino, Reg. 2 12.- Teniente D. Juan López Conejero, Ceriñ. 62
5.- Capitán D. José de la Plana, Afr. 68 13.- Teniente D. Enrique Martín Martín, S. Fdo. 11
6.- Capitán D. José hernández Mira, Infant. 14.- Teniente D. Adolfo del Hoyo Paulés, S.Fdo. 11
7.- Capitán D.Marciano Gómez Vallés, Afr. 68 15.- Teniente D.José Lacave de la Rocha, Afr. 68
8.- Capitán D. Francisco Rubio Usea, Artill. 16.- Soldado D. Félix Robadol~ Afr. 68

155
Juan Tomás Palma Moreno

Diversas vistas de la posición de Monte Arruit tras ser reconquistada.


El Alto Comisario se queda en Rokba, a la
espera del Comandante General de Larache,
para organizar los puntos de defensa y conso-
lidar lo ya conquistado. Una vez organizados,
regresa a Tetuán, llegando por la noche. Las
noticias que recibe de Melilla son estremece-
doras: "El general Silvestre, suicidado; los res-
tos de las tropas, en Dar Drius; las posiciones
intermedias, abandonadas; Ben Tieb, evacua-
do e incendiado."
Ya en la madrugada del día 23, el Alto
Comisario, contesta los telegramas recibidos,
que desde Dar Drius le ha enviado el General
Navarro. En el cual le dice que, aun cuando
desconoce la situación del momento, le enca-
rece la conveniencia de concentrar todo el
esfuerzo de las tropas, cuando menos, en la
línea Dar Quebdani-Kandussi-Drius-Telatza, si
se podía contar con que no fuera forzada.
Al mediodía del 23, sale Berenguer para
Melilla en el Giralda. La radio del crucero no
funciona y se qu~da incomunicado . Por la
tarde fondea frente a Sidi Dris, donde se
encuentra el crucero Príncipe de Asturias con
dos cañoneros más. Están apoyando las defen-
sas de Sidi Dris y Afrau. El general Berenguer
ordena al Comandante del crucero que los
recoja, y comunique a los sitiados la orden de
evacuación y abandono de las posiciones.
Continúa rumbo a Melilla, llegando a las once
de la noche de ese mismo día 23.
A medida que el buque se acerca al puer-
to, se contemplan innumerables antorchas
encendidas. Son los melillenses que esperan su
salvación . Pero que pena llena sus pechos, al
comprobar que el barco sólo trae al Alto
Comisario, con su Estado Mayor. Los soldados
no vienen.
Nada más llegar a la Comandancia
General, intenta comunicar con Navarro. Pero
el general se encuentra en Batel . Acaba de lle-
gar de la triste marcha que emprendió a medio
día desde Dar Drius, y ya no hay comunica-
ción, ni por radio ni por teléfono. Le informan
que ya han salido de Ceuta rumbo a Melilla,
los Regulares y la Legión.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Se reúne con los jefes de las cabilas de
Guelaya, la que circunda Melilla . Estos jefes
prometen contener a la harka rebelde. Pero lo
cierto es que no sólo incumplieron lo prometi-
do, sino que se unieron a los rebeldes. Tan solo
cumplió el jefe Abd el Kader, del Zoco el Had,
a la derecha del monte Gurugú.
De "Triste noche" la calificó el propio gene-
ral Berenguer. La ciudad de Melilla se encon-
traba totalmente desamparada, pues sus
defensas de las campañas anteriores, estaban
abandonadas debido a su inutilidad ante un
enemigo tan alejado ya de la ciudad. El Jefe
del Estado mayor de la Comandancia, informa
al general de tan grave situación: el general
Silvestre se llevó a los pocos soldados que que-
daban en Melilla para socorrer Igueriben.
Quedando en la plaza un total aproximado,
entre Guardia Civil, soldados inexpertos y civi-
les voluntarios de unos tres mil hombres.
Tres mil deficientes combatientes, para una
ciudad de más de cincuenta mil habitantes y
de 12,4 kilómetros cuadrados. Con un perí-
metro mínimo defensivo de más de diez kiló-
metros. Que haciendo un simple cálculo, esta-
ría apostados, fusil en mano, un hombre cada
tres metros, sin relevos ni ayudas. Irrisoria fuer-
za para el enemigo que se les venía encima.
El autor de esta humilde obra se amilana, al
releer en el diario de operaciones del General
Berenguer, cómo describe su llegada a Melilla :
"¡Triste noche! Impresionante desembarco,
a la luz de aquel/as antorchas que, con sus
vacilantes inciertos resplandores, iluminaban la
silenciosa muchedumbre congregada en el
muelle, sobre la que ya flotaba el pavoroso
hálito de la tragedia, que aun desconocía en
su aterradora magnitud; imponente masa,
taciturna, circunspecta, algo defraudada al ver
que conmigo no venían fuerzas, ansiosa de
una palabra de aliento, ávida de una esperan-
za de seguridad.
Emocionantes horas, de abrumadora res-
ponsabilidad, en que pude darme cuenta de
lo que pesa un pueblo que espera su salvación
de un gobernante; de lo amarga que es la
157
Juan Tomás Palma Moreno
~
El caid Abd-el-Kader, jefe d~ la cábila de Beni Sicar.
indefensión ante la amenaza; del esfuerzo
que representa ocultar la propia intranquili-
dad ante las miradas ávidas de la muchedum-
bre, ante los millares de ojos que os acechan
queriendo adivinar la impresión reconfortan-
te, la promesa tranquilizadora. Sensación
dolorosa la de contemplar el triste desfile de
aquella congregación, dispersándose silencio-
sa, lúgubre, camino de sus hogares, con la
esperanza in concreta, con el enigma de un
mañana incierto del cual ya presentía la terri-
ble amenaza, sin más consuelo que el de la
ciega confianza.
Noche trágica, de cuya semejanza quizá no
registre otra nuestra historia; abrumadora res-
ponsabilidad, agobiante peso el de aquella
población, el de aquellas vidas de mujeres,
niños, ancianos, gente indefensa; de aquellas
riquezas acumuladas, de toda la vitalidad y el
esfuerzo de largos años amenazados de des-
trucción, que ya acechaba la hecatombe.
¿ Cómo garantizarlos, cuando todos los
recursos habían desaparecido, cuando de
nada se podía disponer para su defensa, cuan-
do su ruina podía, venir de sí misma, de una
alarma, de un pánico, del contagio aportado
por los que del campo llegaban con la impre-
sión del terrible aniquilamiento?
Quizá sólo quienes tuvieron que hacer
frente a la adversidad en aquellas pavorosas
circunstancias pudieron darse cuenta la deso-
lación de la impotencia, de la reacción de espí-
ritu realizada para dominarla.
A las dos de la madrugada, con las impre-
siones recogidas a mi llegada - imprecisas e
incompletas, porque el desquiciamiento lo
había invadido todo, las comunicaciones esta-
ban cortadas y el derrumbamiento consumado
-, conferencié por telégrafo con el Ministro.
En aquella tristemente memorable confe-
rencia que tan honda impresión dejara en
nuestro ánimo, le decía: «En estas condicio-
nes, y al tratar de organizar la defensa, me
encuentro con que no hay nada aprovecha-
ble. Todos los servicios desorganizados, el
material casi en su totalidad en poder del
enemigo, y las fuerzas dispersas y sin mando;
y con ser desastrosa la situación que le pinto
de recursos materiales, lo es mucho más la
moral, que se ha perdido en casi todos los
restos de este ejército; en una palabra: la
Comandancia General de Melilla se ha fundi-
do en unos días de combate en forma que de
ella poco queda aprovechable, todo hay que
crearlo de nuevo y todo ha de ser con los
recursos que reciba, y tan urgentemente, que
de no hacerlo en seguida no podríamos con-
tener quizá ni a la misma cabila de Guelaya,
teniendo que constituir las posiciones inicia-
les del año 1909".
Amanece en Melilla, donde predomina un
lúgubre silencio. Comienzan a oírse voces y
ajetreo de gentes por las calles. Están llegando
los primeros huidos de la masacre. El espectá-
culo es desolador y espeluznante. Se agolpan
en la Plaza de España, antesala del puerto. Son
las familias de colonos que en carretas o a pié
vienen de Nadar, Segangan, Zeluán, Monte
Arruit. Entre ellos van los soldados desechos.

Vistas del interior de la ciudad de Melilla.
Muchos heridos, desnudos y con la expresión
en sus caras del terror sufrido.
Corre como la pólvora una gran noticia
esperanzadora. Otro barco se acerca a Melilla.
Por su rumbo viene de Almería. Son los del
Regimiento de la Corona. Poco más de las
ocho de la mañana atraca .
A media mañana y cuando aún no ha des-
embarcado el RegiJt,iento de la Corona y a
medida que van llegando los fugitivos, se corre
la noticia de que en Nadar ya están los rebel-
des y que vienen para Melilla. La gente corre
buscando la salvación al puerto y Melilla la
Vieja, magnífica fortaleza de la ciudad antigua
junto al puerto. Llevan sus enseres y pretenden
embarcarse en cualquier cosa que flote y les
aleje de la ciudad.
Se recurre a la única fuerza organizada que
queda, la Compañía de Mar, que se coloca
entre la muchedumbre y el puerto para impe-
dir tan desastroso atropello. El Oficial que la
manda grita a la gente para que se calme y
detenga. Pero un exaltado le propina un nava-
jazo en el pecho, que gracias a su cartera no
consigue ahondar en su cuerpo, pero sí lo
hiere gravemente.
El general Berenguer, recurre a la banda
militar de música para que toque marchas mili-
tares . Y con la ayuda del párroco de la Iglesia
principal de la ciudad y de algunos oradores,
consiguen cambiar los ánimos del pueblo. El
pánico se transforma en patriotismo, y con
banderas nacionales y la banda de música,
ArulUal 1921. 80 Años del Desastre
marchan al puerto para recibir a los de la
Corona que ya están bajando por la pasarela
del barco.
A la una de la tarde, de ese día 23, llega el
Ciudad de Cádiz. Trae al General Sanjurjo con
los Regulares y las banderas del Tercio .
Rápidamente, Berenguer, envía un ayudante
para que le diga al general Sanjurjo: "Es nece-
sario levantar la moral de la población; es pre-
ciso recorrer las calles con la música, para que
todos se den cuenta de que están allí los
refuerzos salvadores, que ya no hay que
temer".
Pero Sanjurjo hace más, del puerto marcha
con sus legionarios y la banda de música . Pero
mezcla a los Regulares con los legionarios,
para que el pueblo vea que esos moros no son
los moros de Anual, sino los de Ceuta que
siguen fieles a España. Histórico desfile marcial
por la avenida principal, que hace derramar
muchas lágrimas de emoción y vivas a la
Legión, Regulares y España.
A medida que avanza el día, la tranquilidad
reina por toda la ciudad. Van llegando los
batallones expedicionarios de Barbón y
Extremadura y al anochecer llega el de
Granada.
La unidades pasan directamente a ocupar
su puesto en la defensa de la ciudad: El Tercio
marcha hasta el Atalayón, a unos cuatro kiló-
metros de Nadar y ocho de Melilla. El Barbón
y el Extremadura ocupan los antiguos fuertes
que rodean los límites de Melilla. Un tabor de
Juan Tomás Palma Moreno
Vista aér ea de Melilla en 1921.
Regulares marcha al Zoco el Had, tras la llama-
da urgente de Abd el Kader de que algunos
beniurriagueles están~ llegando y soliviantan a
su gente contra los españoles.
La situación va normalizándose. La princi-
pal idea del Alto Comisario, es la de crear una
fuerte defensa de Melilla, pues hay que tener
en cuenta que era el único enclave en tierra de
que se disponía para futuras operaciones de
reconquista. Por ello, pide urgentemente
alambradas de espinos y sacos terreros para
crear un cordón defensivo alrededor de
Melilla. El Gobierno envía un barco cuyo único
cargamento a tope, era para la fortificación. La
llegada de soldados de la Península es conti-
nuo y en pocos días sobrepasan los treinta mil.
El goteo de heridos y muertos es continuo.
El Hospital Militar "Doker" se satura al recibir
a tantos heridos, a pesar de que muchos se
evacuan a la Península. Por ello se habilita un
colegio que estaba a punto de estrenarse.
Reúne condiciones óptimas para albergar a los
heridos. Se asigna este colegio-hospital a la
Cruz Roja Española. Hasta hace unos años,
continuó siendo el hospital civil de Melilla.
Podría escribirse mucho de Melilla, sobre
esta etapa de la historia de España. Pero sería
más oportuno relacionarlo con la reconquista
del territorio yeso sería otra historia más
larga de contar. Que no por larga dejaría de
ser tan interesante como la que se trata en
esta obra.
Ciñámonos tan solo a lo relacionado con
los últimos que quedan en el Protectorado .
Melilla, a trancas y barrancas, se mantiene.
Pero hay que pensar en acudir en ayuda de los
que aun se encuentran acorralados en Nador,
Zeluán y Monte Arruit.
Todos quieren salir en ayuda de esos defen-
sores, pero el Alto Comisario considera que no
tiene suficiente fuerza para acudir en su
ayuda . Calcula en cuatro jornadas de lucha
continuada hasta llegar a Monte Arruit. Sin
poseer medios de transporte para la ayuda
logística ni para el traslado de los heridos.
Heridos no sólo de las posiciones liberadas,
sino de las propias fuerzas de socorro. Por lo
que se verían obligados a replegarse sobre
Melilla en otras tantas jornadas de combate,
los combatientes mezclados y protegiendo a
los heridos. Por lo que considera que sería otra
fatal retirada como la del general Navarro.
El día 29 de Julio se lo expone al ministro
de Guerra en los siguientes términos :

El comandante Franco, jefe de la 1 Bandera, arengando a las tropas del Tercio que acaban de desembarcar en
socorro de MeJilla.
" Marchar con estas fuerzas a auxiliar Zeluán
~
y Montearrui sería ~xponerlas a un fracaso y
dejar descubierta la plaza, que hoy está amena-
zada por casi todo su frente; no dispongo de
efectivos para ello, porque los batallones recibi-
dos son muy pequeños y la gente no está ins-
truida para poder batirse, pues vienen muchos
que aún no están fogueados, y bastantes que
sólo tienen veinte días de instrucción.
Tal como estamos hoy en este ejército, y
con el refuerzo que le pido, la verdadera
necesidad estimo que es la de organización,
porque esto es un conglomerado de unida-
des, deficientes todas ellas en material, ins-
trucción y efectivos, pues los batallones osci-
lan en 450 hombres con sus compañías de
ametralladoras, y hasta que todo esto no esté
organizado y convenientemente preparado
en todos sus aspectos, desde el de mando
hasta el de elementos para marchar, no tene-
mos garantía alguna de que las tropas pue-
dan combatir con eficacia . Es un caso real-
mente extraordinario, pues no se trata de
reforzar un ejército con elementos nuevos,
sino de crear un ejército para combatir al día
siguiente.»
Annual 1921. 80 Años del Desastre
El 31 de julio por la tarde, los tres genera-
les de las tres columnas formadas con los 15
batallones expedicionarios, les pasan revista y
comunican al Alto Comisario el mal estado de
las columnas. Motivo por el cual se decide
definitivamente no acudir en auxilio.
De lo que nos interesa, sólo queda recordar
que no se hace absolutamente nada por acu-
dir a socorrer a los que quedan en el
Protectorado. Bien por temor a recibir otro
revés, o bien porque las fuerzas que van lle-
gando a Melilla, son fuerzas indotadas e inca-
pacitadas para enfrentarse al enemigo.
Como prueba de ello, se transcriben los
informes que da su Estado Mayor al Alto
Comisario, de cómo llegan los refuerzos a
Melilla:
«El estado en que van llegando las tropas,
tanto en instrucción como en elementos, no
puede ser más deficiente.
Por lo que a instrucción se refiere, además
de la orden general de Melilla, en que ya apa-
rece algo de ello, lo que es completado con
instrucciones verbales dadas por V E. a diario
al Comandante General cuando éste acude a
recibir la orden por la noche.
Juan Tomás Palma Moreno
1. La plaza de España de MeJilla. D. Edificio de la Coma ndancia General.
Ello, y el entrenamiento gradual de las
fuerzas en los servicios de fortificación de la
plaza y en los convoyes, va perfeccionando
su instrucción y rehaciendo su espíritu, que si
muy levantado al partir de los puntos de su
procedencia, la depresión que en fuerzas
bisoñas produce siempre la proximidad de
entrada en combates, exacerbada por la cre-
ciente desgracia ocurrida a sus compañeros
de armas, habría que predisponerlas un poco
en contra del moro, ~a quien considerarán,
seguramente, como una cosa terrible, pues-
to que de tal modo había atropellado a sus
compañeros de armas, ya avezados a los
combates.
y como si todo ello fuese poco, la carencia
de los elementos más indispensables les hace
ver aún más superior al enemigo en los prime-
ros momentos, al pensar han caído en su
poder todas las baterías del territorio, para
oponer a las cuales sólo se cuenta con la bate-
ría llegada de Ceuta, pues las baterías expedi-
cionarias en un principio adolecen de grandes
deficiencias en dotación de elementos, escasas
de personal y careciendo de gran parte del
ganado que les corresponde.
Para completar estos datos, le ilustraré con
algunos detalles contenidos en estados que ya
he remitido al Supremo:
Las compañías de montaña de Intendencia
llegan generalmente en la siguiente forma:
Un cuadro de oficiales, personal de tropa
escaso, acostumbrado a la vida de guarnición
de la Península (en su mayoría cuotas), no
acostumbrados a la penosa tarea de cargar
mulos, y careciendo de ganado, que les decían
les darían en Melilla. i Como si en Melilla se
hubiese perdido todo menos el ganado!
Se compensa esa falta del ganado por la
circunstancia de que no suelen traer tampoco
bastes, que a toda prisa son enviados desde
parques de la Península tan distantes como los
de Castilla la Vieja y Coruña, cuyos bastes no
terminan de llegar nunca.
Ambulancias de montaña . Carecen de
ganado normalmente, si bien el personal es
más abundante que las ambulancias regla-
mentarias en A frica. Por adolecer de igual
defecto de gente no acostumbrada a tratar
con mulos y ser en su mayoría de cuota, nada
puede esperarse de ellas, como no fuese
extraer del Parque de campaña de Sanidad de
Melilla el poco material de botiquines y artolas
que ha quedado y hacer instrucción con él.
De ambulancias automóviles de Sanidad
Militar tampoco se cuenta con nada, teniendo
que hacerse todo con cuentagotas.
El hospital de campaña y columna de eva-
cuación habrá de ser provisto de ganado igual-
mente en Melilla, dándosele también bastes y
material.
Iguales defectos se observan en
Zapadores, más acostumbrados a las guardias
de Palacio o de plaza y a alguna lejana escue-
la práctica cuando había dinero, pero desco-
nociendo en absoluto el servicio de campaña
y el sistema de fortificación, consistente en
posiciones y blocaos.
Para marcar la penuria en autoaljibes, basta
recordar que el Gobierno tuvo que apelar a
T Annual 1921. 80 Años del Desastre
El nuevo Comandante General, General Cavalcanti
(sentado) y el General Cabanellas.
requisar los que en España tenían las jefaturas
de Obras públicas, llegando a enviar un auto-
aljibe movido por leña en Melilla, donde cada
haz de leña representa esfuerzos incalculables.
A Telégrafos le faltan estaciones ópticas, y
a las baterías, elementos de puntería, hombres
y personal.
Los batallones de Infantería y escuadrones,
~
constituidos en grtm parte por elegidores de
Cuerpo, que por tal circunstancia se incorpo-
ran cuando lo juzgan oportuno, no pueden
tener completa su instrucción, pero, además,
por dificultad quizás de campos de tiro, no se
han fogueado.
Las ametralladoras Colt, en su mayoría, han
sido entregadas a algunos cuerpos en la
misma estación, careciendo, por tanto, de la
debida instrucción.
Los batallones medianamente dotados tie-
nen alguna camilla y quizás botiquín; pero,
salvo, el ganado de ametralladoras, normal-
mente no tienen más que un mulo por com-
pañía, quizás como «mascota», y carecen en
general de paquetes individuales de curación.
Es curioso que puestas esas unidades a
las órdenes del General en Jefe se ha orde-
nado a los capitanes generales a qué planti-
llas deben ajustarse, plantillas que van
incompletas por falta de elementos, suplién-
dose en los puertos de salida las deficiencias
de material con la frase: «En Melilla les darán
lo que les falta para completarlas.» Y mien-
tras tanto, el General en Jefe ignora cuáles
El alto Comisario. General Berenguel~ revistando las
tropas de socorro en Melilla.
son esas plantillas y de dónde van a salir los
elementos que para completarlas habrá de
darles y no existían en el territorio.
Los batallones, en un principio, tienen
efectivos aproximados de 500 hombres, que
a instancias del General en Jefe ha sido
reforzados poco a poco, pero ya en el mes
de agosto.
Hay batallones, como el de ... , que el 4 de
agosto sólo tienen todavía dos caballos y 16
mulos.
El mismo batallón, el 26 de julio, tiene,
para 503 hombres, sólo 394 fusiles y 83 cara-
binas.
El batallón de ... hasta el13 de agosto, sólo
tiene 38 mulos y 600 hombres, y de esos
mulos, 24 son de ametralladoras. De las ame-
tralladoras Colt, una está en reparación.
El batallón de .. ., el 16 de agosto, sólo
tiene un baste de ametralladoras y dos máqui-
nas Colt, y ninguna camil/a.
Este mismo batallón, el día 8 de agosto,
sólo tiene 29 mulos, incluidas las ametrallado-
ras, y 463 hombres.
El batallón de ... , el 16 de agosto, sólo
tiene 455 de tropa y 39 mulos en total, inclui-
das las ametralladoras.
El batallón de ... , sólo tiene 40 mulos,
incluidas ametralladoras, el 5 de agosto.
El batallón de ... , el 12 de agosto, sólo
tiene 27 mulos.
El batallón de ... , sólo tiene el día 14 de
agosto 39 mulos, incluidas las ametralladoras.
Juan Tomás Palma Moreno
El batallón de .. , sólo tiene el día 77 de
agosto 45 bastes, 43 mulos, y tres ametralla-
doras.
El batallón de ... , el 4 de agosto, tiene sólo
40 mulos.
El de ... , el 73 de agosto, sólo tiene 43
mulos, incluidas las ametralladoras.
El jefe del batallón de ... , dice el 30 de Julio
tiene 722 reclutas sin foguear y sin conocer el
orden abierto. Tiene 44 mulos y 472 hombres.
No tiene botiquín ni paquetes curación.
El batallón de ... , el 20 de julio sólo 39
mulos. Sus ametralladoras, inútiles.
El grupo de escuadrones de .. ., dos de sable
y un mixto, tiene 307 caballos, y el mismo día
3 de agosto confiesa el jefe del Cuerpo, en
estado de fuerza, que las carabinas están, en
mediano estado por hallarse algunos cañones
dilatados, y que la tropa está iniciada en los
servicios de campana, pero no instruida .
Respecto a la instrucción de tiro, han practica-
do la individual, perb no el tiro colectivo de
instrucción ni el de combate.
El regimiento de Caballería ... , tiene cuatro
escuadrones y el mixto, pero sólo 344 de
tropa, y hace constar el jefe del Cuerpo, el 3
de agosto, que de las tres ametralladoras Colt,
una está en mal estado y dos que no han podi-
do ser estrenadas. La gente no ha hecho servi-
cio de campana.
El de ... , cuatro escuadrones y el mixto, con
un total de 387 hombres. Una de las tres Colt
en mal estado, y las otras dos han comenzado
a funcionar aquí por primera vez.
Los escuadrones no han practicado nada
de servicios de campaña ni han empezado el
trabajo en brida .
Las ametralladoras tienen terminada la ins-
trucción de tiro hasta 200 metros.
El de .. ., cuatro escuadrones y el mixto, con
362 hombres. No tiene atalajes para los carros,
uno de los cuales esta roto . La tropa pertene-
ce en su mayoría al último reemplazo y al ante-
rior. Al movilizarse el regimiento estaba practi-
cando los ejercicios de clasificación, y todavía
no ha comenzado el servicio de campana .
En la sección de ametralladoras Colt no
funciona la máquina de cargar cananas, fa 1-
tándoles la casi totalidad de las piezas de
repuesto. Las ametralladoras les fueron entre-
gadas el día de la salida des de ellas, y en mar-
cha, la otra, por lo que habrá que trabajar con
ellas para ver si funcionaban.
La instrucción individual de tiro no esta ter-
minada en los escuadrones. Tampoco se había
comenzado el trabajo con brida . Los sables
están muy deteriorados y cumplidos, habiendo
dado conocimiento de ello un mes antes de
ser movilizados.
Cazadores de ... , tiene 380 hombres para
cuatro escuadrones y el mixto. Carece de todo
el material de obreros y explosivos. Sólo tiene
un botiquín.
A los escuadrones les falta el tiro de com-
bate. La instrucción individual no está termina-
da por no haber comenzado el servicio de
campana .
Artillería.- El grupo de tres baterías de mon-
taña del regimiento ha de constituirse en una
sola batería desde el primer momento, más una
sección por falta de elementos, pues para las
tres baterías tiene 268 hombres y 739 mulos.
A todas las baterías les conviene practicar
la instrucción de conjunto de batería y la de
batería en fuego para unificar a su personal y
ganado, acostumbrado a otros mandos, pues
las unidades se han formado reuniendo los
elementos de todo el regimiento, y la oficiali-
dad y personal de tropa son extraños en su
mayoría.
En las instrucciones de batería en conjunto
convendría insistir en mover los carruajes en
terrenos pendientes, que son en los que
menos práctica tienen los caballos de este
grupo. Por último convendría efectuar algunos
ejercicios de fuego real sobre blanco, tanto
para la completa práctica del personal que no
lo ha efectuado como para los tenientes de la
escala activa que se han incorporado a sus
baterías en Melilla procedentes de otros regi-
mientos y algunos recién salidos de la
Academia.

Como colofón del estado de las tropas que
iban llegando a Melilla, se expone el informe
que uno de los generales, de las tres columnas
que se estaban formando, eleva a su jefe, el
Alto Comisario:
«El regimiento de Artillería ... , se presentó
con un apuntador y dos artificieros para todo
el grupo; sirvientes, tres por pieza, incluyendo
en éstos los asistentes; el personal no está
fogueado, según me dio cuenta el Teniente
Coronel, ni pueden desarrollar ninguna veloci-
dad de fuego; el jefe me dio cuenta que estas
deficiencias son debidas a tener orden del
Ministro de la Guerra de no llevar individuos
de tercer año, y además por haber dado este
regimiento el personal completo de una bate-
ría para organizar un regimiento Artillería.
La mayor parte de los escuadrones de
Caballería se presentan sin el tercer año, sien-
do el mayor núcleo de primer año, sin tener
completa su instrucción, ni ecuestre ni de
tiro, pues en la techa del embarque no la
podían haber terminado; algún grupo se pre-
senta sin ametralladoras; otros las tienen
inútiles, y las recibieron nuevas en la estación
del Mediodía.
Revisté un batallón de Infantería a mis
órdenes, y pregunté a más de 50 individuos
por el objeto y manejo del alza, sin que ningu-
no tuviera conocimiento de ello; de esto di
cuenta, y tengo noticia sigue el expediente en
tramitación; vi batallón que de Melilla a la
segunda caseta llegaba con más de 40 indivi-
duos rezagados.
Estuvo a mis órdenes un hospital de cam-
paña montado; de los 55 individuos de efecti-
vo que tenía, 49 eran de cuota, y de profesio-
nes abogados, estudiantes, empleados en
Gobernación, Deuda, etc.
Vi varios conductores de tronco que son
abogados; los atalajes son para caballo, siendo
mulos el ganado que tienen y que han recibi-
do al salir de Valencia; los collerones vi que los
ponían al revés, estando los mulos matados
por encima de las rodillas, lo que hacía que no
tirasen; sus dos oficiales son recién ingresados
Annual 1921. 80 Años del Desastre
en el Cuerpo y desconocen lo más elemental
de la profesión, como es hacer un recibo de
raciones.
Las baterías de montaña se presentaron
con aproximadamente cien individuos de
cuota, sin hábito de andar ni de cuidar gana-
do, lo que produce muchas bajas en hombres
y ganado.
El ganado de baste en los Cuerpos, para
municiones, aguas y raciones, en algunos
Cuerpos no existen en absoluto, y en otros en
tan escaso número, que se puede decir no
existen.
Respecto a municiones de Artillería, en nin-
guna ocasión lleva mi columna ni aun la mitad
de las que se asignan en la orden .»
Ante lo expuesto, fácil es deducir que lo
que vino a Melilla como fuerza expedicionaria
para salvar la situación, fue en amasijo de
hombres muy mal pertrechados y sin instruc-
ción alguna . Y en consecuencia, también se
deduce que el Ejército de España era una
pena.
Lo cierto es, que después de 18 días de la
llegada a Melilla de los primeros refuerzos, no
estaban preparados para el socorro.
El 11 de Agosto se culmina la triste y
espantosa matanza de los defensores de
Monte Arruit.
Queda por relatar algunas posiciones de
importancia en el territorio, pero sería exten-
der aún más este largo relato y realmente no
tienen mucha relación con lo aquí tratado. A
excepción de que al perderse Anual y desapa-
recer la vanguardia, el levantamiento rebelde
fue general en toda la zona oriental del
Protectorado Español.
ALCAZABA DE ZELUÁN.- El día 24 de jul io,
había una amalgama compuesta por los que
realmente la guarnecían y los que se acogieron
a esta posición en su huida o retirada . Oficiales
38 y tropa 444, todos españoles .
Hay que añadir a los musulmanes. De los
cuales, casi todos huyeron, o se sublevaron, o
traicionaron . Fueron: 3 caides (oficiales musul-
Juan Tomás Palma Moreno
manes), 20 de la Policía Indígena y 140 solda-
dos del escuadrón de caballería de Regulares.
Además de un maestro, María Martín y
Antonia Galán, madre e hija, españolas; un
capellán, algunos colonos y más de cincuenta
mujeres y niños musulmanes que eran familia-
res de los Policías Indígenas.
Domingo 24 de julio, en esa madrugada, en
la alcazaba de Zeluán, un grupo de soldados
indígenas de Regulares, capitaneados por los
tres Oficiales moros, se sublevan y tratan de huir
de la posición con sus caballos, después de apo-
derarse de la puerta de la Alcazaba. Con este
motivo se produce un combate en el interior de
ésta y treinta de los fugitivos mueren en él. Unos
cuarenta logran huir con los tres Oficiales moros,
los españoles sufren sensibles pérdidas; entre
ellas la de los tenientes de Regulares González
Guzmán y Barges, muertos.
El capitán Carrasco apremia a los Oficiales
de Regulares para que se lleven a su tropa
fuera de la Alcazaba. 9alen hacia Nadar reci-
biendo fuego enemigo que ha puesto cerco a
la Alcazaba. Se consigue romper el cerco con
una galopada y el Teniente Tomasseti cae
muerto. En ese momento, los indígenas des-
obedecen a sus oficiales abandonándolos y
dispersándose se unen a los sitiadores.
Los Oficiales, seguidos por algunos moros
leales, consiguen llegar a Nadar que lo
encuentran abandonado, emprendiendo la
marcha hacia Melilla. Pero cuando pasan junto
a la fábrica de harina, reciben fuego de unos
soldados españoles y Guardias Civiles, que con
algunos jefes y oficiales se han hecho fuertes
en ella. Al parecer les toman por caballería
enemiga. Los jinetes soslayan el fuego pasan-
do al galope y consiguen llegar a Melilla.
El martes 2 de agosto, el Teniente Troncoso
del Alcántara y el de Regulares Dalías, salen
voluntarios para parlamentar con el enemigo,
pero les hacen prisioneros. Durante su cautive-
rio, Troncoso hace de médico de los soldados
prisioneros.
Miércoles 3, la guarnición está ya sin agua,
ni víveres y con la munición muy escasa. Desde
el Atalayón, poslclon más cercana a Melilla,
r
recibe un heliograma en el cual el Gobierno
Español autoriza la rendición. Los Capitanes
Carrasco y Morales de la Policía Indígena la
gestionan. Las condiciones son, salir en direc-
ción a Melilla y sin las armas. Pero como de
costumbre, son traicionados en el pacto. La
mayoría es asesinada de forma espeluznante,
mientras corren desesperadamente por la
carretera hacia Nadar.
Se salva el Teniente Bravo que se oculta,
consiguiendo llegar a Melilla cuatro días des-
pués. Al Teniente Martín Galindo, le hace pri-
sionero un moro que fue asistente suyo cuan-
do estuvo de Alférez en Regulares y le entrega
en Melilla el día 11. Las dos mujeres españolas
son hechas prisioneras, y después de varias
vicisitudes, son canjeadas por dinero en la
zona francesa. Algunos soldados también se
salvan.
AERÓDROMO DE ZELUÁN.- Se encontraba
a escasos 400 metros de la alcazaba, y esta-
ba guarnecido ese día 24, por el teniente
Martínez Vivancos (observador), el Alférez de
Ingenieros Martínez Cañadas, tres sargentos
y 43 soldados entre los de Aviación y agre-
gados de otras Armas. Desde Zeluán, se les
agrega para una mejor defensa, al alférez de
complemento Maroto y 30 soldados del
Alcántara.
El día 2 por la tarde, están sin víveres ni
munición. Durante su defensa se distingue
notablemente el Cabo del 2° Escuadrón del
Alcántara Tiburcio de Pablo.
El Teniente del Servicio de Aviación
Vivancos, pide parlamentar. Cuando lo está
haciendo con los jefes moros, asaltan la posi-
ción y el Alférez Maroto y dos soldados de
Alcántara son hechos prisioneros. Son los úni-
cos supervivientes de los 30 voluntarios que
fueron a reforzar el Aeródromo.
Algunos más consiguen salvar la vida, que-
dando prisioneros en una cabila cercana y des-
nudos. Desde ella, presencian la masacre de la
Alcazaba la mañana siguiente.

NADOR.- No era, como algunos creen, una
posición o una cabila, sino un poblado tipo
europeo, con edificios de mampostería y
calles. Con una hermosa Iglesia recién cons-
truida que hoy día aun se conserva, una fábri-
ca de harinas y de electricidad, y un campa-
mento con fortín de municiones, entre otros.
El día 24 por la mañana, después de salir el
último tren para Melilla con los heridos, enfer-
mos y civiles, se decide tocar «llamada».
La orden que da el jefe de la circunscripción
y Comandante Militar de Nadar, el teniente
coronel Pardo Agudín, jefe de la Brigada
Disciplinaria, es la de reunirse todos en la fábri-
ca de harinas y electricidad. Que dada su situa-
ción, la buena construcción de esta con tres
plantas, agua corriente, trigo y cebada, y aco-
piándose del armamento y munición necesa-
rios, no sería difícil hacerse fuertes, hasta la lle-
gada de refuerzos de Melilla. Pero ante la pre-
mura, pues comenzaron a ser tiroteados desde
los montes cercan®s, la munición fue escasa y
se olvidaron del botiquín y de alimentos.
Al oírse con la corneta el toque de «llama-
da», es la señal para que los cabileños de los
alrededores invadan Nador y comience el tiro-
teo, saqueo e incendios.
La guarnición que se refugió en la fábrica
de harinas, estaba compuesta por el teniente
coronel Pardo Agudín, 2 comandantes, 2 capi-
tanes y nueve tenientes; eran oficiales de dife-
rentes Armas y Cuerpos. La tropa estaba com-
puesta por 24 Guardias Civiles, 25 soldados de
la Brigada disciplinaria, 46 de la sección del
Ceriñola, 69 soldados retenidos en su huida a
Melilla y algunos civiles con sus familias.
Se defendieron con bravura. Un Guardia
Civil, con un espejo, construye un rudimenta-
rio heliógrafo. Instrumento con el cual pueden
mantener contactos con Melilla a través del
Atalayón. Contactos que se limitan a que resis-
tan, prometiéndoles pronta ayuda. Ayuda que
jamás llegó.
El día 27 les cortan el agua y han de beber
y hacer las tortas de pan, con el agua salobre
del pozo que había en el interior del patio.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
El tiroteo es continuo y el enemigo intenta
incendiar el edificio con haces y sacos de paja
impregnados de petróleo. Les arrojan grana-
das de mano y dos bombas que consiguen evi-
tar que explosionen. Con dinamita, consiguen
abrir un hueco en el muro, pero repelen la
agresión y taponan el boquete. El día 29 les
disparan con un cañón que no produce el
efecto deseado. El día 31, vuelven a disparar,
pero esta vez los impactos son certeros. Hay
muertos y heridos.
El 26 Y 31 de julio, el enemigo parlamenta
para la rendición. Pero los defensores la recha-
zan. El día 1 de agosto, el enemigo da un ulti-
mátum: «Si al medio día no se rinden, ya no
habrá más parlamentos hasta la caída total de la
fábrica». Aceptan la rendición con ciertas condi-
ciones. Su situación raya en el límite del agota-
miento. Casi sin dormir, sin alimentos, sin muni-
ción, con muchos heridos sin poder ser atendi-
dos y sobre todo, la amenaza del cañón enemi-
go que ya les dio un aviso el día anterior.
Las condiciones son las de dejarles marchar
a Melilla. A cambio, dejan todo el armamento,
80 fusiles útiles y 70 deteriorados, con unos
3000 cartuchos. También respetan las instala-
ciones de la fábrica.
Pero i Oh Dios Misericordioso ... ! Esta vez
los moros respetan el acuerdo y les acompa-
ñan marchando a pie hacia el Atalayón.
Durante el asedio han muerto: un coman-
dante, un oficial, cinco soldados y dos paisa-
nos. Heridos: el teniente coronel, cinco oficia-
les, 17 soldados y dos contusos.
Emprenden la marcha a las once y media
de la mañana. Van en primer lugar los heridos,
con los jefes moros portando una bandera
blanca.
En la Comandancia General, se recibe un
mensaje desde el Atalayón que dice: «Se ve
venir un grupo por la carretera de Nadar con
bandera blanca, formado por cabileños y
peninsulares» .
Todavía resistía Zeluán y Monte Arruit.
De la zona de El Zaya, poco hay que con-
tar, las reducidas guarniciones peninsulares se
r Juan Tomás Palma Moreno
Nador en 1921
replegaron por la manga de la Mar Chica. Los
Policías Indígenas, no les siguieron y se fueron
a sus casas. Algunos colonos consiguieron lle-
gar a la zona francesa atravesando el río
Muluya. Otros no lo consiguieron y murieron o
cayeron prisioneros.
EL CAUTIVERIO
La fiebre de matar po~ matar y satisfacer su
odio e instintos criminales, fue menguando
tras el cansancio y el transcurso de las horas. A
medida que iban cayendo las posiciones del
territorio, las vicisitudes de los supervivientes
eran muy diversas. En casi la totalidad de los
casos, una vez rendida la posición tras un
acuerdo, entregado el armamento y salir de
ella, eran vilmente asesinados.
Ante esa agresión se dispersaban a todo
correr. Muchos caían bajo el fuego de sus pro-
Los guardias civiles supervivientes de la defensa de la fábrica de harinas de Nador a su llegada a Melilla.
pias armas, otros conseguían escapar y llegar a
Melilla o a la zona francesa. Los menos, eran
capturados y hechos prisioneros.
Algunos fueron recogidos y ocultados cari-
tativamente para luego ser entregados en
Melilla. Casi todos a cambio de dinero.
Pero la mayoría de los apresados fueron
agrupados por los beniurriagueles, por orden
de Abd-el-Krim, con vistas de presionar a
España en el futuro y pedir rescate.
Hubo enfrentamientos entre ellos mismos,
pues los apresares no querían entregárselos a
Abd-el-Krim, ya que formaban parte de su
botín y reclamaban para sí el rescate. Algunos
lo consiguieron, obteniendo por su cuenta un
rescate por cada español que entregaban a
través de mediadores moros amigos de España
y residentes en o cerca de Melilla.
Los prisioneros de mayor interés eran los
oficiales, por aquello de que pagarían más por
el rescate. Le seguían los de artillería, para que

les manejasen las piezas contra sus propios
compañeros y los de sanidad para que les
atendieran de sus heridas y enfermedades.
Fueron agrupados en Nador, M'talza, Drius
y Anual. Al final, concentrados en la cabila de
Abd-el-Krim junto a la bahía de Alhucemas.
Los jefes y oficiales pasaron el mayor tiempo
del cautiverio en el poblado de Axdir, donde
fueron objeto de vejaciones de todo tipo. A los
oficiales los separaron de la tropa para evitar
fugas, aunque sí las hubo. La mayor de las
veces, consiguiendo llegar a la isla de
Alhucemas a nado.
El cautiverio duró 18 meses tras largas y
duras negociaciones. El gobierno no estaba dis-
puesto a dar dinero por el rescate, ya que se
suponía sería utilizado para comprar armamen-
to. Se consiguió al fin, gracias a la mediación de
un rico industrial catalán, Horacio Echeverrieta.
Durante ese tiempo recibieron, en bastantes
ocasiones, suministros de España por vía maríti-
ma. Contenían coniida, medicinas, ropa, objetos
personales y correspondencia.
Muchos murieron, por las heridas sufridas
en la retirada, enfermedades, ejecutados, ase-
sinados y varios de hambre al negarse a comer.
Algunos de ellos decidieron morir de hambre
por haber tenido que cargar y disparar los
cañones contra sus propios compañeros
durante los asedios a las posiciones.
La liberación tuvo lugar el día 27 de enero
de 1923, tras conseguirse el acuerdo de obte-
ner a cambio cuatro millones de pesetas en
duros de plata, «por daños y perjuicios al pue-
blo del Rif». De los cuales dos se entregarían
en el mismo lugar y hora en que se entregarí-
an los prisioneros, y la liberación de todos los
moros que también habían sido hechos prisio-
neros durante las operaciones de reconquista
que se estaban produciendo.
Aquella madrugada del día 27 se les dio
muda y ropa nueva, sin notificarles la causa
hasta media mañana. El día estaba nublado y
con fuerte viento. Los trasladaron hasta un
kilómetro de una de las playas de la bahía de
Alhucemas, en espera de que amainase un
n
Annual 1921. 80 Años del Desastre
poco el oleaje y los lanchones del buque
España 5 pudiesen acercarse a la playa.
El retraso no sólo se debió al mal tiempo,
sino a que los moros reclamaban que aún que-
daban prisioneros en Melilla sin liberar.
Después de largas conversaciones, tras la
palabra de que al día siguiente serían liberados
y de que el propio Señor Echeverrieta, que se
encontraba presente en la playa, se ofreciera
como rehén para confirmar tal afirmación y
teniendo que hacer uso de su cartera, se pro-
cedió al embarque.
Ya empezaba a oscurecer cuando un oficial
de la Armada, comenzó a nombrar a los pri-
sioneros por una lista e iban embarcando en
los lanchones, rumbo al buque de la Armada
el Antonio López. Que con todas sus luces
encendidas celebraba tal acontecimiento.
En total fueron sólo 325 prisioneros supervi-
vientes: 44 jefes y oficiales, 238 soldados y 43 civi-
les. De ellos, 33 mujeres y niños, y 10 hombres.
Pero a Melilla llegaron vivos solo 324, ya
que el soldado Vicente Estévez Asensio, del
Ceriñola, se encontraba tan mal, que los médi-
cos del buque no pudieron hacer más, murien-
do durante la travesía.
Sólo 40 se encontraban en condiciones
mínimamente aceptables, por lo que hubo
que movilizar urgentemente a los Hospitales
de Melilla, tras recibirse vía radio la situación
de los excautivos.
Llegaron a Melilla a la mañana siguiente,
día 28, a las nueve, donde les esperaba una
gran multitud. Destacaba en el puerto la larga
hilera de ambulancias y vehículos particulares,
para transportar a los últimos seres que sufrí-
an después de 18 meses el Desastre de Anual.
EL EXPEDIENTE PICASSO
El General Picass'o nació en Málaga en 1857,
de linaje italiano, de Sori, en la Liguria (Picassi).
Su familia llegó a España en 1780. Su madre y
la madre del también famoso pintor Pablo
Picasso, eran primas hermanas.
~
I
II Juan Tomás Palma Moreno
Ingresó en la Academia de Estado Mayor
en 1876, con solo 19 años, terminando con el
número 1 dos años después. De capitán fue
destinado a Melilla en 1893 donde obtuvo la
Laureada, junto con el Teniente Primo de
Rivera, por los sucesos del fuerte de Cabrerizas
Altas, con el malogrado General Margallo. Él
venía del monte Gurugú a Melilla para pedir
refuerzos, siendo perseguido por los moros, se
refugió en el fuerte; y tras un intenso fuego
del enemigo, continuó a Melilla. Consiguiendo
el refuerzo solicitado y salvando con ello
muchas vidas. Ascendió a general de brigada
en 1915 y en 1919 se le nombró Subsecretario
de Guerra, seguramente la vacante dejada por
el General Berenguer, al ser nombrado Alto
Comisario del Protectorado Marroquí. En 1921
era miembro del Consejo de Guerra y Marina.
El 4 de agosto de 1921, tras resuelta una
de las muchas crisis de Gobierno que se suce-
dían, con el nuevo Primer Ministro Maura,
que duró hasta marz0 de 1922 y el nuevo
ministro de la Guerra Juan de la Cierva, nom-
bra a Picasso Instructor del Expediente que
recogiera la información necesaria. Para que
más tarde, el Fiscal General procediera a la
acusación formal de responsabilidades y cul-
pabilidades.
Se le eligió por su demostrada integridad,
seriedad, rectitud y amor a España. Pero llegó
tan lejos su integridad, que el Gobierno se vio
obligado a ordenarle de forma algo fraudulen-
ta que se «ciñese sólo a los acontecimientos
estrictamente militares y no a los políticos». Y
de los militares, que excluyese totalmente en
su investigación al Alto Comisario. Por lo que
creyendo injusta e incompleta tal Instrucción,
en la que se apartaba de ella a los máximos
responsables, que lógicamente eran el
Gobierno y el Alto Comisario; solicitó la dimi-
sión, pero le fue denegada.
- Quien sabe si el mismísimo Rey intervino en
esta denegación, la cual disciplinada mente
aceptó, continuando con el proceso.
Se trasladó inmediatamente a Melilla y
encontró más trabas que apoyo por parte de
T
las máximas autoridades melillenses.
Procediendo a tomar declaraciones a todos los
fugitivos que iban llegando a Melilla, así como
a todo el que pudiese dar alguna luz sobre lo
ocurrido.
Dio por finalizado el Expediente en Madrid
el 18 de abril de 1922 . Lo contenían diez pie-
zas principales con 2.148 folios (muchos de
ellos por las dos caras) con una exposición de
sus conclusiones, sin acusar ni exculpar a
nadie. Fue tramitado al Fiscal del Supremo
Militar el 10 de julio de 1922, un año después
del desastre.
El 13 de ese mes, cesa el General
Berenguer como Alto Comisario y se nombra
al General de División Ricardo Burguete Lana.
Tuvo su entrada, el Expediente Picasso, en
el Congreso de los Diputados el 16 de noviem-
bre de ese mismo año. Remitido por la
Presidencia del Gobierno con fecha 3 de
noviembre y firmada por Sánchez Guerra, una
selección de las declaraciones obtenidas por
Picasso y diversas copias de documentos de
interés.
Como la prensa publicó extractos parciales
filtrados del secreto del sumario, sin el clásico
sensacionalismo periodístico, ya que cualquier
párrafo del mismo es de por sí sensacionalista.
El Gobierno de turno, el de Sánchez Guerra, lo
publicó .
iQué revuelos habría en España! que
Sánchez Guerra cesa y el rey Alfonso XIII
entrega el poder a una coalición de Liberales,
encabezados por García Prieto . Sustituye el 2
de enero de 1923 al general Burguete como
Alto Comisario por el civil Miguel Villanueva
Gómez, que no llega a tomar posesión.
Sustituyéndole el 16 de febrero Luis Silvela
Casado, que estuvo hasta la dictadura de
Primo de Rivera, en que nombró a nuestro
viejo conocido el General Luis Aizpuru
Mondéjar.
Si la liberación de los prisioneros de Abd-el-
Krim fue el 27 de enero de 1923, esta libera-
ción se produjo cuando existía un Alto
Comisario que ni siquiera tomó posesión del

í Annual 1921. 80 Años del Desastre
cargo, y no como algunos historiadores asegu-
ran, fue durante el mandato del Sr. Silvela, que
tomó posesión del cargo de Alto Comisario el
16 de febrero de 1923.
En el debate surgido en el Senado en
noviembre de 1922, se dijo que se produjeron
14.000 bajas en el derrumbamiento del Sector
Oriental del Protectorado.
El 11 de julio de 1923 se constituye la
famosa «comisión de los 21», por los 21 dipu-
tados de todos los partidos representados en
el Senado. El Señor Sagasta la preside y se
hace cargo del Expediente Picasso. Dicha
comisión lo discute a puerta cerrada y con el
compromiso de que lo que allí se trate, sea
secreto. Pero como siempre suele ocurrir, hay
filtraciones y vuelve el escándalo nacional.
El 7 de agosto, comparece el general
Berenguer, que por su condición de Diputado
en aquellos momentos, la cosa no va a más. El
día 10, comparece Silvela. El 11 se les deniega
a la comisión de I&s 21, la vista de las actas de
la Junta de Defensa Nacional.
Ante este maremágnum y el poco acuerdo
de los 21, pues algunos ya estaban viendo que
hasta el propio Rey podía estar implicado en la
causa, deciden convocar Pleno de la Cámara y
que se efectúe una votación general. Dicho
pleno se acuerda sea a primeros de octubre.
¡Va a saltar la chispa que faltaba, para que se
produjese un desastre como el de Anual!. Pero
esta vez sería en el mismísimo Madrid.
Esta fue la principal causa por la que el día
13 de septiembre de ese 1923 surge el pro-
nunciamiento del General Primo de Rivera,
proclamando la Dictadura. Con el pleno con-
sentimiento del Rey de España.
A partir de ese momento, se disuelve el
Senado, liquidando el tema sobre las respon-
=
sabilidades de Anual con un irrisorio proceso al
General Navarro, que finalizó el 24 de junio de
1924 con la retirada de la acusación del Fiscal
Militar, tras la elocuente defensa que hizo el
día anterior el Auditor de Brigada del Cuerpo
Jurídico Militar, supernumerario sin sueldo en
la primera Región Militar, Luis Rodríguez de
Viguri, en el salón de sesiones del Senado;
lugar donde tuvo lugar la vista de esta Causa.
A los pocos días siguió un real decreto de
amnistía, por lo que se dio «El carpetazo».
Las carpetas de Picasso se archivaron en el
sótano de las Cortes. Pero no por mucho tiem-
po, pues la 2 a República llega el 14 de abril de
1931 yen julio de ~se año se forma una comi-
sión para «Examinar las responsabilidades que
se hubieran contraído durante la Dictadura».
Se ordenó que el Expediente Picasso volviera a
esa comisión. Pero 10 años desde lo de Anual,
son muchos años para una España con tantos
avatares políticos. Ya nadie tenía ningún inte-
rés en discutir unos asuntos, tan complicados
como lejanos; y máxime de un Marruecos que
ya había sido pacificado totalmente ese mismo
año de 1931.
El General Picasso, se limitó a observar los
acontecimientos, como el que ve una obra de
teatro ya repetida. Se comportó como lo que
era, un militar disciplinado, como siempre presu-
mió de serlo. Consideró que la misión fue cum-
plida aquel abril del 22 en que estampó su firma
en el Expediente, entregándoselo al Gobierno.
Murió en Madrid pocos meses antes de
que se iniciase otra guerra, pero esta vez en
casa y en otro Julio, el de 1936. Y lo que sabía
y no dijo, se lo llevó a la tumba. Aunque es
posible que algún descendiente que hoy vive,
tenga algo y considera que aún no es oportu-
no revelar.
Juan Tomás Palma Moreno

Arriba: Un trofeo durante la reconquista del territorio.

Abajo: Soldados españoles con sus trofeos.
 APÉNDICE I
TELEGRAMAS CRUZADOS
ENTRE EL ALTO COMISARIO
Y EL COMANDANTE
GENERAL DE MELILLA
Radiograma oficial.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Annual. Fecha 4 de junio de 1921.
Hora 00:25.
Conforme anuncié a V.E. en radiograma
anoche, día de hoy se ha efectuado operación
militar, estableciertdo una posición en loma
Talilit, situada a distancia intermedia entre
Annual y Sidi Dris, a inmediaciones margen
izquierda río Salah, la cual cubre y defiende
camino de comunicación entre ambas posicio-
nes últimamente citadas. Operación efectuada
sin disparar un tiro, observándose contingente
harcas enemigas concentradas montes
Tensaman; pero allí permanecieron estacionados
sin iniciar movimiento alguno a la expectativa . Al
mismo tiempo general segundo jefe, al mando
columna Dar Drius, ha establecido una posición
intermedia entre Tzayudal-Yebel Uddia; otra
entre esta última posición e Izummar, que ase-
guran protección plan de oeste el camino
Bentieb a Annual, habiéndolo efectuado sin
novedad.
Como participé V.E. en telegrama anoche,
posición Sidi Dris fue atacada por harca ene-
miga formada por núcleo de Beni Urriaguel,
Bocoya y Tensaman, e iniciaron agresión a las
tres horas del día 2, tiroteándola con violencia
desde los primeros momentos y persistiendo
intenso tiroteo durante todo el día. A las
21 :30, reforzada aun más harca, dio un ata-
que vigoroso, llegando hasta las alambradas,
que cortaron por diferentes partes, siendo
rechazados con energía; habiendo repetido el
enemigo su intento de asalto por tres veces,
siendo otras tantas rechazado sin lograr venta-
ja alguna, retirándose arrastrando algunos
cadáveres y heridos que se les producían. A las
tres de la madrugada de hoy suspendieron el
fuego e iniciaron la retirada .
Cañonero Laya batió con fuego de cañón muy
eficazmente al enemigo, y al atardecer de ayer
envió a la posición al alférez de navío Pedro Pérez
de Guzmán con un contramaestre, 14 marineros y
dos ametralladoras, el cual destacamento se incor-
poró a la posición bajo el fuego enemigo y cooperó
desde la posición a la defensa de la misma, distin-
guiéndose el mencionado oficial de Marina, el cual,
por haber sido herido el oficial de la batería de posi-
ción, se hizo cargo de ella, dirigiendo muy certera-
mente el fuego de la misma, que llegó al caso de
disparar con espoleta a cero. Es digno de todo
encomio el comportamiento de la guarnición; su
espíritu no decayó ni un momento durante todo el
tiempo que ha durado la agresión, habiendo infligi-
do duro quebranto al enemigo, que ha sufrido
numerosas bajas, pues según confidencias acabo de
recibir ha enterrado 29 cadáveres, habiéndose lle-
vado más cadáveres y numerosos heridos.
Harca amiga de Beni Said acudió a Sidi Dris
en la madrugada de hoy, patentizando eleva-
do espíritu afecto a España.
Comandante Ceriñola Julio Benítez, jefe de
la posición, fue herido levemente a las 5:30 del
día 2, continuando, no obstante, mandando la
posición.
Nuestras bajas, además de este jefe, fue-
ron: teniente Galán, de Artillería; un soldado
Juan Tomás Palma Moreno
de Artillería y otro de Intendencia, heridos; 4
soldados Artillería, 3 Infantería y un policía,
contusos. El total ganado de la posición, con-
sistente en 11 caballos y 5 mulos, resultó
muerto en los primeros momentos de la tarde .
Sidi Dris ha sido abastecido por vía maríti-
ma en la mañana de hoy, y reforzado por tie-
rra con una compañía de Regulares.
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 5 de junio de 1921.
Hora 01:10.
Pérdida de Abarrán contraría de momento
prosecución del plan a realizar sobre Quilates,
pues como primera consecuencia que preví fue
que se adhiriese cábila Beni Tuzin a los beniurria-
guel, como asegura defección de las fracciones
de Tensaman que figuraban estando a nuestro
lado, y probable repercusión en Beni Ulixek; esto
unido a circunstancia de no haberse presentado
ocasión de contrastar \Je modo convincente
hasta qué punto fuesen ciertas las reiteradas
manifestaciones de absoluta adhesión de Beni
Said a nuestra causa, lo que no convenía mermar
las fuerzas asignadas a su zona, originaba situa-
ción delicada a la que procedía hacer frente sin
pérdida de momento trasladándome en la noche
del 1 a Dar Drius donde di orden de suspensión
operación sobre Beni Mellul y se procediera a
desplazamientos de fuerzas a Annual, adonde
proseguí, acompañándome hasta Izummar
general segundo jefe, a quien en el trayecto di
instrucciones para que al día siguiente estable-
ciese dos posiciones con miras a dejar más
garantizadas comunicación Annual-Drius y línea
que determina posiciones Yebel Uddia y
Tzayudai. Al salir de Melilla ordené al cañonero
Laya zarpase con rumbo a Sidi Dris adonde debía
llegar a las cinco horas del día 2, pues supuse
que la harca intentaría atacar tal posición.
Llegado a Annual fui viendo irse confirmando
mis impresiones, recibiendo noticias de la incor-
poración a la harca de los benituzin y tensama-
nis, así como atacar la harca Sidi Dris, posición
que por el momento a causa de su estado de
defensa y guarnición que la constituye, recursos
de que disponía y presencia del cañonero en la
rada, desde la que pueda contribuir eficazmente
a la defensa, podía mantenerse interin organiza-
se en Annual, como base, los elementos necesa-
rios para, haciendo frente a la situación, compli-
cada con celebración del zoco de Tensaman,
poder asimismo acudir en auxilio de dicha posi-
ción, sin perjuicio de auxiliarla indirectamente ini-
ciando unos intentos de avance hacia ella sin
pasar del amago, pues fue advertida presencia
fuertes núcleos harca en las estribaciones sep-
tentrionales y occidental de Talilit, y fuerzas que
consideraba necesario concentrar en Annual no
llegarían a ese punto hasta el atardece'
Personalmente expuse a Kaddur Naamar
presente en Annual con la reducida harca que se
le había fijado haber llegado el momento de
demostrar la adhesión de su cábila; respondien-
do en el acto acudiría al siguiente día la cábila
Sidi Dris, no haciéndolo en el día por imposibili-
dad de llegar a tiempo y no ser posible marchar
en el acto con el reducido contingente de que
disponía. La gallarda conducta de Sidi Dris y
bizarría con que rechazó al enemigo infligiéndo-
le numerosas bajas, unido a concentración de
fuerzas que venía efectuándose sobre Annual,
ha desconcertado al enemigo, que fue a con-
centrarse en los montes de Tensaman y muy visi-
blemente en Abarrán, sin que durante nuestro
avance, estancia en Talilit y repliegue se desple-
gase de su estacionamiento.
Nuestra actitud y movimiento de fuerzas
parece ser ha causado favorable impresión a
nuestra causa, desapareciendo ciertos recelos
que infundían miedo demostrado por los jefes
de Beni Ulixek y reaccionando poblados de
Tensaman situados margen derecha del
Amekrán, en zona Annual-Sidi Dris, que están
ya sujetos con la posición ayer establecida;
reacción que también se inicia en fracciones
antes acordes con nosotros, pues anuncia ven-
drán jefes a conferenciar y ayer se me presentó
en Talilit el Tuhami de la fracción de Beni Buidir
acompañado Cheij; pude comprobar ayer con-
tamos con la leal sumisión de Beni Said, que

acudió a Sidi Dris, adonde llegó a las seis horas,
y a mediodía continuó la harca de esta fracción
a Annual, donde ha pernoctado, demostrando
sus deseos de intervenir activamente; eso per-
mite disponer que la columna de Quebdani,
mejorando situación, la cual conceptúo delica-
da todavía a causa de habérsenos puesto
enfrente Beni Tuzin y tener que considerar en
todo momento como desafecto a Tensaman,
cualesquiera que sean las manifestaciones que
puedan hacer. Como consecuencia, conceptúo
necesario proceder pausadamente al desarrollo
de nU·2stra acción, que pienso encauzar ocu-
pando sucesivamente posiciones que, encar-
nando con nuestra actual línea, dominen Axdir
y Zoco del Jemis, así como otras que enlazan
con Sidi Dris y que, situadas en el sector deter-
minado por el río Brahin y el Amekrán, domi-
nen los poblados de Tizinvira, envolviendo
Abarrán y zoco Telatza de Beni Buidir, comple-
mentando acción esas dos líneas con ocupa-
ción meseta existerke sobre orilla izquierda del
Amekrán, desde la que ejerce acción sobre el
valle del Irchan en Sidi Yagut y Abarrán; todo
ello sin perjuicio de atender, al frente de Yebel
Uddia, Tafersit y Midar para impedir acción que
Beni Tuzin pretendiera desarrollar (poblados).
Todo ello requiere asegurar previamente dispo-
ner elementos, cuales son tiendas individuales,
que reiteradamente solicité envío de 100 tien-
das cónicas; reforzar unidades Telégrafos, sin-
gularmente la de campaña, a fin disponer de
20 estaciones ópticas; que remesen los proyec-
tiles para cañones de montaña y que se cubran
en el acto las bajas de ganado que existen y
puedan producirse, para lo que debía estable-
cerse un depósito de ganado en Melilla, y
remesa de los créditos solicitados; además
de esto, que se resuelva la creación del grupo
de Regulares pedido y se autorice la organiza-
ción oficial de una harca, que mandaría Allal
Mihan; no obstante lo expuesto, como inactivi-
dad en actuales momentos sería perjudicial,
aprovecharé, si VE . me autoriza, cuantas
coyunturas se me presenten para ir desarro-
llando este plan en tanto cuanto den de sí los
Annual 1921. 80 Años del Desastre
elementos, cuyos rendimientos intensificaré;
pero me permito significar a VE. necesidad de
que Gobierno resuelva con urgencia concesión
de los créditos.
Radiograma oficial cifrado .
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 16 de junio de 1921 .
Hora 22:55.
Urgente.
Servicio descubierta efectúa Policía sector
Annual fue hostilizado a las 8 horas 20 minu-
tos hoy por grupos de la harca, que fueron
engrosando, y sobre los que hicieron fuego
cañón posiciones Annual, Dar Buymeyan e
Igueriben; en apoyo de Policía salió de campa-
mento Annual columna de tres escuadrones y
seis compañías Regulares, una batería monta-
ña y una compañía Ceriñola ocupando posi-
ciones impedir avance de la harca, sostenien-
do fuego que cesó a las 13:45, comenzando
nuevamente, aunque sin ser muy intenso, a las
15:40. Repliegue efectuóse a las, 17:50 prote-
gido con fuego cañón de posiciones, efec-
tuándose ordenadamente y sin que el enemi-
go pudiera presionar fuego sostenido.
Hemos sufrido siguientes bajas: indígenas
muertos, 18 Policía y uno de Regulares; heridos,
57 Policía, 3 Regulares; y un europeo (cabo tele-
grafista de Buymeyan Pablo Bartolí), artillero y
soldado Ceriñola misma posición, heridos, cuyos
nombres comunicaré oportunamente, y levísimo
Teniente Policía Martín Elviro.
Harca cuenta fuertes contingentes cábilas del
Rif, estando entre ellas Sidi Hamido por lo que
considero situación delicada, creyendo necesario
actuar políticamente para bien directamente,
procurando escisión en su cábila, lograr retirada
de Hamido, sometiendo consideración VE.
haberse ofrecido Angelo Gireli para trasladarse
al Peñón y, de acuerdo con Comandante Militar,
efectuar trabajos conducentes fin expuesto.
Me es de suma necesidad envíen a este
territorio ambulancias automóviles para aten-
der servicio evacuación, pues las tres aquí en
servicio se hallan en mediano estado.
Juan Tomás Palma Moreno
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario .
En Melilla. Fecha 17 de junio de 1921.
Hora 15:55 .
Posición Annual me dice que por error en
partes recibidos ayer consecuencia ser hostili-
zada protección Policía, dio conocimiento
haber sufrido 19 muertos y 73 heridos, siendo
tan solo 16 muertos y 45 heridos. En tal senti-
do rectifico mi telegrama de ayer.
Radiograma oficial cifrado.
De Alto Comisario al Comandante General
de Melilla
En Tetuán. Fecha 17 de junio de 1921.
Hora: ¿¿:??
Urgente.
Recibido telegrama VE . en que da cuenta
agresión a descubierta a Policía y agradeceré me
diga si esa descubierta se efectuaba para asegu-
rar la comunicación con retaguardia o si, por el
contrario, fue a vanguaftJia hacia el río ocupado
por el enemigo. Mientras dure la actual concen-
tración enemiga en todo su auge, creo será
expuesto a combates violentos todo intento o
servicio a vanguardia de las posiciones.
Respecto a retirada de la harca de Hamido
de Snada, ya se está trabajando desde aquí, no
estimando necesario dar entrada en nuestros
trabajos políticos a otros elementos que los
que disponemos, por lo que procede declinar
la aceptación del ofrecimiento hecho por el
Gireli, agradeciéndole su interés.
Telegrafío a Guerra pidiéndole las ambu-
lantes automóviles.
Radiograma oficial cifrado .
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 18 de junio de 1921.
Hora 00: 15.
Descubierta Policía obedecía a tener asegura-
da zona vanguardia poblado Annual para garan-
tizar completamente comunicación directa entre
Annual e Igueriben y aguada Annual, evitando
que harca, amparándose en loma se extiende
por dicho frente, diera golpe de mano que era de
prever dado contingente reúne harca y actitud
de ésta; servicio montábase entrada ya la maña-
na y previas exploraciones por indígenas; harca
estableció emboscada fin atacar servicios y, cual
luego se ha visto, desarrollar, combate con todas
sus fuerzas . Intento que dio lugar a sostener
intenso fuego que si nos ha causado las bajas
que en mi telegrama rectificación le he comuni-
cado, ha producido mucho castigo al enemigo,
pues confidencias recibidas hoy en Buhafora ase-
guran ha dedicado el enemigo toda la mañana a
enterrar sus muertos y que los heridos ascienden
a 200, confidencias que coinciden con otras reci-
bidas en Buymeyan dando igual cifra heridos y
que los muertos pasan de 30.
Día hoy ha transcurrido sin novedad; servicio
descubierta han establecido radio muy restringido
para proteger aguada, y en cuanto a comunica-
ción con Igueriben se efectuará por retaguardia.
Contesto telegrama, hoy.
TELEGRAMAS CRUZADOS
ENTRE EL ALTO COMISARIO
Y EL COMANDANTE
GENERAL LOS DÍAS 17 AL 22
DE JULIO DE 1921.
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General de Melilla a Alto
Comisario.
En Melilla. Fecha 17 de julio de 1921.
Hora: ¿¿:??
Esta mañana, a las seis, harca de Amesauro
intentó ataque contra la línea determinada por
posiciones Igueriben-Annual. Fuego nuestra arti-
llería contuvo enemigo que huyó a la desbanda-
da, con bajas vistas, al efectuarse salida colum-
na indígena de Annual, que trataba de envolver
harca por su flanco derecho. Columna quedó en
Igueriben para proteger servicio todas clases .
Al mismo tiempo, otra fracción harca
intentaba apoderarse poblados Beni Maragnin
afectos nuestra causa; pero batería Annual
batió a 4 .000 metros dicha harca, impidiéndo-
le realizar sus propósitos. Fuego se ha mante-

nido durante todo el día con diversa intensi-
dad, causándonos unas cincuenta bajas, cuya
filiación no puedo precisar por no tener más
noticias que las telefónicas que de tiempo en
tiempo pedía, aunque puedo anticipar son casi
todas indígenas. Enemigo hizo uno o dos dis-
paros de cañón sobre Igueriben, que no pro-
dujo baja alguna.
Persisto en mi propósito, ajustado instruc-
ciones VE. de mantenerme a la defensiva,
reforzando posiciones frente todo lo posible;
no obstante, creo podría presentarse ocasión
de infligir castigo rebeldes, que se hallan en
plena acometividad, y en este caso, contando
desde luego con casi totalidad probabilidades
éxito, ruego a VE. me autorice para castigar
duramente intentonas harca.
Comandante Militar Peñón manifiesta que
Buydain y caid Abd el Sellan marcharon Beni bu
Frach tratar con indígenas Beni Hadifa y Beni
Abdallah, los cuales proponen ir aisladamente a
aquella plaza reci~ir lo convenido, a fin evitar
que todos juntos puedan infundir sospecha en
cábilas y no puedan trabajar nuestro favor; tam-
bién proponen entregar total convenido a Sidi
Alí Uld Mesmaqui, siendo responsables caid Abd
el Sellan y Buydain, que responderán ante coro-
nel Morales. Agrega que, en vista última parte
telegrama, que le trasladé, ha suspendido ges-
tión con Beni Ittef y Beni bu Frach.
Le contesto que aunque proposición indígena se
aparta de instrucciones contenidas cartas, no veo
inconveniente en aceptarlas siempre que ofrezcan
suficiente garantía de que distribución se hace en
forma justa llegando a poder interesados, habiendo
adoptado esta resolución por solicitar referido
Comandante Militar contestación hoy mismo a fin
que comisionados regresen mañana plaza.
Confidencias recibidas dicen que Abd el
Krim ha pedido refuerzos, esperando llegar a
Amesauro contingentes de Beni Urriaguel,
Beni bu Ziach y Beni bu Frach, confirmando
que propósitos son atacar Igueriben y cortar
convoy de Annual a dicha posición.
La harca de Tizzi Aza espera ser reforzada
por Beni Urriaguel, siendo su jefe caid Buasmil.
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Cañoneo día 14 ocasionó diez muertos en
Sidi Brahim.
Fracción Igomaten solicita ayuda de
Gueznaia para atacar Ulad Mimúm, Ulad
Hahúm y Beni Aisaten.
Esta mañana, remolcado por vapor Juan de
Juanes, llegó velero Antonio Torres, que fue
abordado por indígenas en inmediaciones
Peñón; sobre cubierta tenía cadáver patrón,
José Martínez, y un fusil Máuser abandonado
por merodeadores. Jurisdicción Marina instru-
ye diligencias; aun no se han hecho gestiones
para rescatar los cuatro tripulantes prisioneros,
esperando órdenes VE. para comunicar ins-
trucciones.
Radiograma oficial cifrado.
De Alto Comisario a Comandante General.
En Tetuán (Beni Arós). Fecha 18 de julio de
1921. Hora: ¿¿:??
Personal y reservado.
Recibo telegrama VE. dando cuenta ata-
que línea Annual-Igueriben, de que doy cuen-
ta al Gobierno anunciándole que ampliaré
detalles cuando los reciba.
Aunque en mis instrucciones recomendaba
a V E. adoptara una actitud defensiva, en vista
de la situación creada por asalto a Abarrán, me
refería, desde luego, a no estimar oportuno por
ahora cualquier acción sobre los contrafuertes
de Tensaman que mueren en el Cabo Quilates,
así como sobre Beni Urriaguel; pero esto no
quiere decir que deba V E. encerrarse en una
pasiva defensiva; por el contrario creo que se
deben aprovechar cuantas ocasiones favorables
se presenten para reaccionar ofensivamente,
con el fin de restar acometividad a las harcas
enemigas, en la seguridad de que su pericia y
grande experiencia de esta campaña sabrá
escoger las ocasiones de menos desgaste com-
patible con el éxito y del carácter que por ahora
deben de tener esas reacciones.
Respecto a prisioneros del laúd Antonio
Torres, debe gestionarse su rescate, deseando
conocer intervención de Civera en este asunto
y qué objeto llevó al velero a aquellas costas.
Juan Tomás Palma Moreno
Estoy conforme con lo que ha resuelto res-
pecto a política a desarrollar en el Peñón.
Radiograma oficial cifrado .
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 18 de julio de 1921. Hora
13:35.
Continuación telegrama anoche, manifies-
to V.E. madrugada ayer enemigo grandes
núcleos hostilizó posiciones Igueriben, Dar
Buymeyan y Annual, con intento incomunicar-
las y cortar comunicación Izummar, batiéndo-
sele por guardias, refugiándose enemigo
barrancadas inmediatas poblado Annual, y las
noroeste y sur Igueriben; referidas posiciones
llegaron ser hostilizadas todos frentes, atacan-
do igualmente poblado Beni Marganin, del
que en momentos se apoderaron en parte,
hostilizando con gran intensidad, desde
barrancadas próximas a Annual, alrededores
camino Izummar.
Jefe Annual dispuso salida columna prepara-
da al efecto, que, apoyada artillería, maniobró
gran habilidad, obligándole huir desbandada,
ocasionando bajas vistas, refugiándose en
barrancada entre Igueriben y Annual, desde la
que hostilizaron Annual. Se efectuó convoy víve-
res municiones Igueriben, Buymeyan, dejando
servicios ordinarios sin que enemigo consiguiese
intentos, continuando fuego hasta después reti-
rada fuerzas, que trataron impedir sin consegui-
do, dejándose montados servicios seguridad.
En transcurso día hubo que lamentar bajas
siguientes: de Annual, comandante Romero, de
Regulares, leve; teniente de Regulares Ledesma,
grave; dos sargentos, siete artilleros, cinco sol-
dados de África uno Intendencia, heridos; diez
indígenas muertos y treinta y cuatro heridos. De
Igueriben, dos soldados muertos y un sargento;
cinco soldados heridos. De Buymeyan, un policía
muerto y dos heridos.
Ampliaré detalles tan pronto los reciba.
Radiograma oficial cifrado .
De Alto Comisario a Comandante General.
En Tetuán (Beni Arós). Fecha 19 de julio de
1921. Hora: ¿¿:??
Recibo ampliación telegráfica de V. E. sobre
ataque enemigo a posiciones avanzadas y
línea comunicación Annual, felicitando esa
guarnición por gallarda actitud, rogándole
haga presente a todos el testimonio de mi
mayor simpatía y agradecimiento.
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 18 de julio de 1921. Hora
22:50.
Según noticias recibidas hoy de Annual,
noche pasada, sobre las doce, enemigo rodeó
posición Igueriben, llegando en algunos
momentos hasta alambrada. Batería Annual
hizo fuego sobre atacantes, logrando se retira-
sen al cabo de una hora de fuego. Descubierta y
servicios hoy se han realizado sin novedad. Línea
telefónica entre Izummar y Annual fue cortada
durante la noche habiéndose ya restablecido la
comunicación. Durante ataque ayer a zona
Annual, enemigo ocupó poblado Tayarique, vol-
viendo habitantes recuperarlo y teniendo que
abandonarlo de nuevo ante grupos más nume-
rosos; también ocupó enemigo loma Tisingart y
poblados Yaluten, Hanfuan, zauía Muley Taleb y
los comprendidos entre Aguaden y Sarcafay,
desde los cuales hostiliza posición Buymeyan y
servicio protección camino entre ésta y Annual.
Teniente Ledesma, Regulares, herido ayer,
ha fallecido esta tarde a las 15; capellán regi-
miento África, Antonio Díez, que en motoci-
cleta se trasladaba a Annual, volcó, quedando
herido leve, y conductor, soldado Juan
Rodríguez, herido grave.
Durante el día no ha ocurrido novedad,
haciendo baterías Annual fuego contra gru-
pos que intentaban rodear Igueriben, hacién-
doles muchas bajas vistas. Aeroplanos bom-
bardearon también referida zona, al parecer
con éxito.
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla . Fecha 19 de julio de 1921. Hora
21: 1O.

En telegrama urgente recibido mediodía
hoy me comunica jefe circunscripción Annual
que anoche pernoctaron en posición Igueriben
70 mulos parque móvil, que quedaron en
alambrada por falta sitio interior posición,
habiendo sido muertos en ataque que enemi-
go efectuó a posición referida 65 de ellos.
Aunque no comprendo razones que hayan
aconsejado dejar parque móvil en aquella posi-
ción, motivos que trataré de indagar, estas
bajas ganado vienen a aumentar dificultad
que ya he expuesto a V.E. en varias ocasiones,
por lo que le ruego que, además, interesar
Gobierno el ganado ya pedido, se repongan
brevísimo plazo las 65 bajas de ayer, pues no
cuento con medios para sustituirlas y unidades
a que pertenecen les es indispensable.
Radiograma oficial cifrado .
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 19 de julio de 1921 . Hora
~
24:00 . \ avanzada desde esta tarde, y yo me hallo pre-
Urgente.
Por estimar muy urgente el caso, con esta
fecha digo al Ministro de la Guerra lo
siguiente :
«A causa de combates mantenidos en posi-
ciones avanzadas de Tensaman, me encuentro
escaso de municiones. En propuesta cursada a la
Sección por Comandancia Artillería se hacía
pedido necesidades que aumenta con imprevis-
tos combates, por lo que estimo de imprescindi-
ble y urgentísima necesidad el envío de 15.000
granadas de 7,5 y 15.000 de 7, más otras
15.000 de cada clase para recargar; 20.000
espoletas; 10.000.000 de cartuchos Máuser y
2.000.000 de cartuchos Remington. Como
necesidad es apremiante ruego a V.E . que envío
se haga con carácter urgentísimo desde parque
más próximo esta plaza, a fin disponer estos ele-
mentos en plazo máximo de diez días.»
Radiograma oficia l cifrado .
De Comandante General a Alto Comisa ri o.
En Melilla . Fecha 20 de julio de 1921. Hora
01 :35 .
Annual 1921. 80 Años del Desastre
Urgente. Personal y reservado .
Según noticias que me comunica Annual,
desde la madrugada ha sido atacado aquel
campamento y posición Igueriben, que fue
cercada por enemigo, que se presentó en
número muy crecido y haciendo desde el pri-
mer momento fuego muy nutrido. Ante peti-
ción municiones yagua posición Igueriben,
trató de lIevárseles convoy protegido por
columna Regulares, reforzada con dos de fusi-
les de Infantería. Durante todo el día ha per-
manecido columna en fuego, sin poder rom-
per cerco, a pesar refuerzo columna Drius,
compuesta cinco compañías fusiles, una y
media ametralladoras y batería montaña que
envié a primera hora hacia campamento
Annual. Convoy no ha podido hacerse y
columna ha tenido que retirase, quedando
Igueriben en mala situación, que mañana se
remediará.
General segundo jefe se halla en línea
parado para salir tan pronto organice los con-
tadísimos elementos que me restan .
Ordeno a general Navarro, que mañana
establezca, a ser posible, posiciones que ase-
guren camino a Annual y posiciones Igueriben,
Buymeyan y Annual.
Tengo noticias de las siguientes bajas :
Regimiento África, comandante Romero, muy
grave y de tropa, un muerto y cinco heridos.
Regimiento San Fernando: un muerto y once
heridos tropa . Regimiento Ceriñola : dos heri-
dos de tropa . Regulares: capitán Zappino y
teniente Nuevo, muertos; capitán Redondo,
herido grave; teniente Martínez Roselló y un
caid moro, heridos; tenientes Guzmán y Tomás
Esti, contusos; diez muertos y cuarenta y uno
de tropa heridos.
Ampliaré detalles tan pronto los vaya cono-
ciendo. Además, tengo noticias de más bajas de
tropa que aun no me han sido comunicadas.
Expongo la situación que creo a este terri-
torio, como acometividad que presenta la
harca, que cuenta con hombres y elementos
abundantes.
Juan Tomás Palma Moreno
Tengo movilizadas en Annual totalidad
fuerzas disponibles después de atendida segu-
ridad cábilas retaguardia.
Mañana reúno a jefes importantes cábilas
sometidas, a fin exhortarles organizar harcas,
con las que avanzaré yo a la zona Annual .
Organizo con elementos de la plaza y
dejando indotados muchos servicios columna
que situaré el jueves en Kandussi con propósi-
to establecerla entre río Silah, al este de Sidi
Dris, donde pienso establecer base aprovisio-
namiento; pero de prolongarse situación, per-
sistiendo harca en sus ataques, agotaré tam-
bién estos recursos, sin que pueda ya disponer
de otros.
En esta situación creo mi deber hacer pre-
sente a VE. que para modificar tal estado de
cosas juzgo necesario envío refuerzos en hom-
bres y elementos en cantidad que VE. estime
suficientes y con los cuales pueda mantener
nuestras posiciones, que hoy, y de prolongarse
la actuación iniciada ~or la harca, juzgo se
hallan amenazadas. También estimo de necesi-
dad envío elementos marítimos fin reprimir
contrabando, medio por el que indudable-
mente se aprovisiona la harca en todas sus
necesidades.
Comandante Militar de Alhucemas me
comunica que de playa Cebadilla salió cuña-
do Civera para transmitir instrucciones a
patrón Antonio Torres. Seguro salieron seis
botes más con gentes dirigidas por moro lla-
mado Paco objeto apoderarse tripulación y
dinero a fin de indemnizarse con precio res-
cate de tres mil duros importe contrabando
de tabaco que le fue intervenido en Río
Martín; intimaron patrón entrega, y al resis-
tirse éste defendiéndose con un hacha, fue
muerto a distancia por el Paco, quedando en
el barco, de donde asaltantes se llevaron
dinero y resto tripulación. Indígena Chaib,
que llevaba instrucciones para patrón laúd, y
que trató oponerse designio ladrones, tuvo
que huir refugiándose en playa y abandonan-
do su barca Yilaba y un fusil propiedad indí-
gena Halluz de Ait Trupien. Prisioneros
siguen, habiéndoseles enviado algunos auxi-
lios con confidente por Comandante Militar
que ha entablado gestiones para rescate. Se
dice que Mehal la Tensaman quiere les entre-
gue prisioneros y aprehensores para imponer
a éstos castigos por haber muerto a patrón y
realizado robo; pero todavía no se ha cumpli-
do esa orden.
Se reciben confidencias de que juramenta-
dos harca, en número 117, tratan cortar cami-
no Annual-Ben Tieb, habiendo hecho cuevas
para resguardarse.
He adoptado disposiciones para impedir
realización propósitos.
También me comunican de Alhucemas que
combate día 17 enemigo tuvo muchas bajas,
entre las cuales se cuenta Abd el Krim bel
Hach Budra, cuñado del Jatabi, jefe de tropa
Tuil Sidi Alí Abarru y otros de Bocoya, y Cheb
y Ben Hach Amar, muertos. Agrega que el
número de heridos es numerosísimo.
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla . Fecha 20 de julio de 1921. Hora
14:35.
Urgente.
Situación en línea avanzada no varía sensi-
blemente. Según noticias, hoy no hay comba-
te, pero sí paqueo al servicio . Es posible que al
efectuarse convoy preciso a Igueriben se enta-
ble la lucha. De todos modos, impresión que
recibo es que harca no cesa en sus propósitos
de agresión, con miras a cortar camino
Annual, aislando este campamento y posicio-
nes inmediatas.
Como dije ayer, no creo que elementos que
dispongo me permitan otra cosa que mante-
ner, y con dificultad, situación actual; precisa
cambiar aspecto; propongo a VE. que barcos
guerra, en número tres o cuatro, se presenten
bahía Alhucemas para simular desembarco,
bombardeando dentro alcance sus fuegos
toda la costa, previa la evacuación nuestra
plaza de la población, constituida por tluestros
leales amigos.

La aviación podría contribuir a este objeto,
cuya finalidad, como supondrá, es atraer a
Beni Urriaguel la harca concentrada hoy en
Tensaman; pero hoy no cuento con suficiente
número aparatos, por lo que estimo de nece-
sidad el envío de la Península de una escuadri-
lla, a fin dedicarla esta misión, mientras que la
que actualmente dispongo proseguirá su labor
de información y de bombardeo en la zona
que ocupan nuestras tropas.
Radiograma oficial cifrado.
De Alto Comisario a Comandante General.
En Tetuán . Fecha 20 de julio de 1921 .
Hora: ¿¿:??
Urgentísimo.
Recibo telegrama de hoy, y en vista de
grave situación que dice haberse planteado en
la línea Annual, pido al Gobierno elementos
de embarque para mandar los refuerzos en la
cantidad que me diga, lo que agradeceré haga
con la máxima ur~encia. En cuanto a elemen-
tos a que se refiere, dígame de qué naturaleza
y en qué cantidad los necesita, para enviárse-
los si los tengo o gestionarlos.
Circunstancia de hallarse en pleno desarro-
llo operación Beni Arós no me permite, por el
momento, desprenderme de todas las fuerzas
que espero en plazo breve poder enviarle.
Juzgo indispensable intensificar fortifica-
ción línea avanzada por medio de posiciones y
blocaos en forma de asegurar un frente infran-
queable para el enemigo. Deseo saber tam-
bién con la mayor urgencia, a ser posible esta
noche mismo, emplazamiento de las fuerzas
móviles de esa Comandancia General, y en
especial de las mías de contacto y fuerza efec-
tiva con que éstas cuentan. Pido también al
Gobierno que se refuercen elementos navales
de esas aguas y que se envíe escuadrilla avio-
nes indica.
Deseo me tenga con frecuencia al tanto
situación, que espero se restablezca en plazo
breve, dada la energía y talento militar de VE.
y excelente espíritu que anima a generales,
jefes, oficiales y tropa a sus órdenes, que en
Annual1921. 80 Años del Desasb'e
estas circunstancias han de poner a contribu-
ción, seguramente, su experiencia y valía .
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 20 de julio de 1921. Hora:
¿¿:??
Las noticias que general segundo jefe me
envía desde Annual me permiten afirmar que
situación no varía, insistiendo enemigo en sus
propósitos de atacar nuestras posiciones y
acaso cortar nuestras comunicaciones; como
decía, esta situación sólo podría variar con una
ofensiva nuestra, que hoy no puedo realizar,
pues estimo que fuerzas están equilibradas y
su conocimiento del terreno favorece al con-
trario; único medio de lograrlo sería atraer la
atención enemigo hacia otros objetivos y apro-
vechar disminución sus efectivos para obrar.
Para ello estimo de necesidad urgente la
actuación marítima en la bahía de Alhucemas,
pues el amago de desembarco que se efectua-
ra llamaría gran parte contingente harca, per-
mitiéndome asegurar en forma definitiva línea
avanzada hasta que recursos prometidos por
VE. fuesen enviados para actuar más urgente-
mente.
De acceder VE. a mi propuesta, considero
que su ejecución debería ser urgentísima, pues
la situación de las tropas que guarnecen aque-
lla línea conviene no se prolongue, por lo que
deprime la moral la defensiva a que nos vemos
obligados . Por otra parte, al amparo de los
buques de guerra situados en aquella bahía,
los elementos de aviación podrían con más
seguridad actuar sobre cábila Beni Urriaguel,
que castigada duramente, acabaría por debili-
tarse; estacionamiento de los buques en
Alhucemas debería ser de varios días, lo sufi-
ciente para conseguir los propósitos atraer
aquella zona los harqueños que se hallan en
Tensaman.
Conozco por prensa éxito operaciones
sobre Beni Arós, por lo que me permito felici-
tar a VE. y esas tropas en nombre todo terri-
torio, cuyo respetuoso saludo ruego acepte.
Juan Tomás Palma Moreno
El Alto Comisario traslada al Ministro de la
Guerra las dos últimas comunicaciones recibi-
das, añadiendo:
"Pido a Comandante General diversos
datos para formar idea exacta de la situa-
ción, y que me diga urgentísima mente qué
refuerzos y elementos son los que necesita,
a fin de enviárselos desde aquí o pedírselos
al Gobierno en la medida que juzgue opor-
tuna, lo que únicamente haría, si me viese
obligado a ello, porque no permitiera des-
prenderse de todos los de la Comandancia
General de Ceuta que pida General Silvestre
situación actual, que es aquí excepcional
interés, puesto que nos encontramos en
momentos en que ha de recogerse el fruto
de la campaña llevada a cabo por las fuerzas
de Ceuta, Tetuán y Larache; por lo que es
delicado, a mi juicio, pasar de cierto límite
en la remesa de fuerzas, puesto que podría
desvirtuar, lo que sería muy sensible, com-
pleto y definitivo éxifo que espero. Juzgo,
por lo pronto, indispensable, y ruego por
ello lo gestione, envío a Melilla de un caño-
nero más, además del estacionado allí nor-
malmente, y de un crucero del tipo Príncipe
de Asturias a Ceuta, para tenerlo a mi dis-
posición, a fin de emplearlo donde pueda
ser preciso. Igualmente lo es el de un trans-
porte a Ceuta, que pudiera ser el Almirante
Lobo u otro que se juzgue, para transportar
a Melilla, caso de ser preciso, alrededor de
mil hombres, con unas doscientas cabezas
de ganado. Y como pudiera tener yo que
trasladarme también a Melilla tan pronto
como pueda dar por terminada la importan-
te campaña que aquí se está desarrollando,
pendiente, en gran parte, de negociaciones
en orden político, que llevo yo personalmen-
te, o antes si la gravedad de las circunstan-
cias lo aconsejare, también conviene se me
envíe, para trasladarme al Giralda, único que
reúne condiciones para hacerlo."
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario .
En Melilla. Fecha 20 de julio de 1921. Hora:
¿¿:??
Día de hoy ha transcurrido sin novedad.
Escaso tiroteo al servicio protección aguada
Annual; sin embargo, no se ha efectuado con-
voy a Igueriben, pues enemigo continúa cer-
cando aquella posición en forma que general
segundo jefe me indica temores de no poder
efectuarse; mañana a primera hora se realiza-
rá a toda costa, pues es imposible continúe
situación en que se encuentra aquella posi-
ción. Comandante Romero, de África, herido
combate ayer, ha fallecido.
En la tarde de hoy se ha puesto una posi-
ción de compañía y dos ametralladoras en
loma que protege camino entre Izummar y
Annual, sin que ocurriera novedad. Me pro-
pongo marchar a primera hora de mañana a
aquel campamento, y desde allí tendré a V.E.
al corriente de la situación.
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 21 de julio de 1921. Hora:
¿¿:??
Contesto telegrama V.E. manifestándole
que situación fuerzas móviles esta
Comandancia General es la siguiente:
Columna Telatza, compuesta tres compa-
ñías Infantería y una ametralladoras, en zoco
Telatza atendiendo aquel sector. La columna
Drius se halla distribuida en dos posiciones:
una de dos compañías, una batería ligera,
cinco escuadrones y uno ametralladoras regi-
miento Alcántara, en campamento Drius, y la
otra, compuesta cinco companlas de
Infantería, una y media ametralladoras, una
batería montaña, una compañía Ingenieros,
sección montada parque móvil y sección
ambulancia, en Annual, a donde la envié
ayer.
En Chaif, cuatro compañías y una ametra-
lladoras.
En Kandussi, tres compañías Infantería,
una ametralladoras y una batería montaña.
En Kebdani, dos compañías infantería.

En Annual, además de la columna de Drius,
hay cuatro compañías de Ceriñola y una ame-
tralladoras mismo cuerpo, cinco compañías de
Africa y una y media ametralladoras, tres bate-
rías montaña, dos baterías ligeras, dos compa-
ñías Ingenieros, sección montaña parque
móvil, ambulancia montaña Sanidad Militar,
dos tabores Infantería grupo Regulares y dos
escuadrones mismo grupo, más una compañía
de Intendencia; además, hoy se hallan en mar-
cha para incorporarse al mismo campamento
otro tabor Regulares y un escuadrón del
mismo grupo.
El viernes, mediante la concentración de
elementos que he sacado de la plaza, reforza-
ré las columnas de Quebdani y Kandussi con
tres compañías, concentrando las ocho y los
demás elementos en Kandussi con ánimo de
trasladarlas al río Salah, donde pienso organi-
zar un campamento que sirva de base de apro-
visionamiento marítimo.
Las mías de co~tacto tienen el completo de
plantilla de personal, excepto la de Tensaman,
que se halla falta de cien hombres, con cuyos
haberes se sostiene harca de Allal Mihand en
región Tafersit; están movilizadas actualmente
parte de la mía y harca de Beni Sidel, Beni Said,
Monte Arrui, Afsó, que también se encuentra
desde hoy en Annual con un efectivo total de
470 policías, más los 354 que ya tenía
Tensaman de la mía correspondiente, incre-
mentada con fuerzas de la 12 a, la loa y la sa.
En cuanto del ganado, faltan para el com-
pleto unos 500 caballos; en cuanto al refuerzo
que estimo necesario, por el momento juzgo
que un regimiento de Infantería con sus ame-
tralladoras y elementos, dos baterías de mon-
taña, tres compañías de Intendencia y una sec-
ción montaña de compañía mixta Sanidad
Militar, más tres ambulancias automóviles con
camionetas «Ford», sería bastante.
Desde luego, de las fuerzas indígenas de
que VE. pudiera desprenderse.
En cuanto a recursos metálicos, me son
precisos para el pago de convoy y movilización
de harca, política, construcción caminos y
Annual1921. 80 Años del Desastre
obras campaña cuatro millones, según detalle
que especifico en carta que en correo ayer diri-
gí a VE. Creo con estos detalles contestado
todas sus partes telegrama VE., rogándole
acepte en nombre de todos agradecimiento
laudatorias frases por comportamiento que en
cumplimiento nuestro deber extremaremos.
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Melilla. Fecha 21 de julio de 1921. Hora
07:15.
Urgente.
General segundo jefe me telegrafía desde
Annual lo que sigue: "Situación enemigo y
terreno obliga dividir fuerzas en dos columnas,
formando, además, el campamento defendido
ante probables ataques del enemigo por parte
Talilit cuando salgan las fuerzas, dadas confi-
dencias y hasta avisos posición Talilit y
Buymeyan de haber visto núcleos importantes
en aquella dirección. Esto me obliga las dos
columnas sean débiles, y si añado que el espí-
ritu de las tropas no es todo el necesario para
compensar debilidad, me creo en el deber de
exponer la desconfianza de no conseguir obje-
tivo desde el momento que llegué a esta posi-
ción he perseguido, pudiendo al intentar reali-
zarlo no conseguir otro resultado levantar la
moral del enemigo, comprometiendo la suerte
de todas estas tropas, con las gravísimas con-
secuencias consiguientes, esperando me orde-
ne VE. si verifico convoyo preparo evacuación
Igueriben.»
En su vista he ordenado en este momento
en que emprendo marcha para Annual con un
tabor de Regulares y cinco escuadrones
Alcántara, se amenace flanco derecho enemi-
go hacia Talilit, a fin de facilitar acción colum-
na que lleve convoya Igueriben.
En todo momento tendré a VE. al corrien-
te de cuanto se haga.
Radiograma oficial cifrado.
De Alto Comisario a Comandante General.
En Tetuán. Fecha 21 de julio de 1921.
Juan Tomás Palma Moreno
Hora 14:46.
Urgentísimo .
Conocidos de mis propósitos sobre actua-
ción que ha de desarrollar esa Comandancia por
ahora, y pareciéndome por telegrama de VE.
hoy columna de Annuallo suficientemente fuer-
te para hacer frente a cualquier actuación local,
le agradeceré me diga si refuerzo que estima
necesario, que por su cuantía no podré enviar
dentro de los recursos que poseo, lo requiere
para hacer frente a situación defensiva de
momento, o qué alcance da a la actuación ofen-
siva a que se refiere.
En el primer caso, dado su transcendencia,
estimo que sería necesaria mi presencia en ésa
para estudiar con VE. situación y ver la manera
de resolverla sin imponer a la Nación mayores
sacrificios.
Radiograma oficial cifrado.
De coronel encargado del despacho en
Melilla a Alto Comisari~.
En Melilla. Fecha 21 de julio de 1921.
Hora 16:13.
Comandante General, desde Annual, orde-
na comunique a VE. que, a más de las fuerzas
indicadas en telegrama ayer, es de suprema
necesidad envío de un batallón Ferrocarriles y
del material Decauville suficiente para estable-
cer una línea aBen Tieb desde Tistutin por la
que efectuarse el aprovisionamiento y transpor-
te de elementos.
Me encarga, asimismo que haga de nuevo
presente a VE. la urgencia con que se precisan
los elementos pedidos a VE. en su citado tele-
grama ayer, rogándole reitere de Ministro
Guerra urgentísimo envío desde el Parque más
próximo a esta plaza de los 30.000 disparos
cañón y demás municiones de que dio cuenta
en telegrama a VE. en 15 del actual.
Telegrama oficial cifrado .
De Comandante General a Alto Comisario .
En Annual. Fecha 21 de julio de 1921.
Hora 19:30.
Urgente. Reservado.
Con esta fecha digo a Ministro Guerra lo
siguiente:
«Día hoy realicé operación anunciada para
socorrer Igueriben con esfuerzo supremo,
viniendo con resto Regulares y regimiento
Alcántara dirigir tan importante operación.
Numerosísimo enemigo, atrincherado, impidió
plan, no obstante operar casi totalidad fuerzas
este territorio, y ante imposibilidad conseguir-
lo ordené evacuación, acogiéndose protección
mayor parte guarnición después de inutilizar
material. Jefes y oficiales, muertos en alambra-
da suicidados. Retirada, muy sangrienta; reco-
giéndose fuerzas, repito, mayoría territorio en
Annual, donde me quedo con las mismas,
totalmente rodeado por enemigo.
Debido situación gravísima y angustiosa,
me es urgentísimo envío divisiones con todos
elementos .
Intentaré toda clase de esfuerzos para ver
conseguir salir esta dificilísima situación, que
desconfío por tener cortadas comunicaciones,
no cesando posiciones inmediatas pedirme
auxilio que yo necesito.
Radiograma oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Annual. Fecha 21 de julio de 1921. Hora
22:35.
Muy urgente.
Con barcos de guerra gran tonelaje y con
fuerzas desembarco podría proyectarse esta-
blecer líneas posiciones de la costa Annual a
partir desembocadura Tasaguin, entre Sidi
Salah y Ras Afrau; a ello contribuirían harcas
amigas y esta columna; pero muy urgentísimo;
de lo contrario, inútil.
Telegrama oficial cifrado.
De Alto Comisario a Comandante General.
En Jandak. Fecha 22 de julio de 1921 . Hora
03:45 .
En este campamento recibo telegrama
Ministro, en que transcribe uno transmitido a
dicha autoridad por VE. desde Annual, que
me pone al corriente de situación difícil en que

se encuentra, de la que desearía conocer deta-
lles para juzgar acerca de ella, Ya estaba pre-
parando envío de refuerzos, que activo todo lo
posible, esperando puedan embarcar pasado
mañana por la tarde en Ceuta para el punto
que me indique, que le ruego me diga con la
máxima urgencia,
Aunque con ello se comprometa éxito
campaña sobre Beni Arós, que ahora se halla-
ba en una de sus fases más interesantes,
enviaré a VE, dos banderas del Tercio y sus dos
compañías de ametralladoras con su Teniente
Coronel, dos tabores Regulares Ceuta con su
compañía ametralladoras y su Teniente
Coronel, una batería montaña y una ambulan-
cia; para estas fuerzas llevará tiendas indivi-
duales, y probablemente irá con ellas el
General Sanjurjo.
Telegrama oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario,
En Annual. Fe~ha 22 de julio de 1921. Hora
05:00.
Muy urgente.
En este momento digo a Ministro Guerra lo
siguiente:
«Por lectura de su telegrama relativo a
requisa barcos en Cádiz para envío de fuerzas
Annuall921. 80 Mios del Desastre
de Tetuán, me hace suponer no he acertado a
dar a VE, idea exacta situación en que se
hallan mis tropas en Annual: constantemente
hostilizadas aguadas, que habrán de ser san-
grientas; cortada por el enemigo mi línea de
abastecimiento, y de evacuación de bajas; no
disponiendo de municiones más que para un
combate, y comprometer mis soldados con
todas consecu.encias. Procede determinacio-
nes urgentísimas, que tomaré aceptando toda
responsabilidad, teniendo en principio idea de
retirarme a la línea Bentieb-Beni Said, reco-
giendo antes posiciones que me sea posible,
en donde esperaré los refuerzos que VE. me
envíe, siendo puerto desembarco Melilla.»
Telegrama oficial cifrado.
De Comandante General a Alto Comisario.
En Annual. Fecha 22 de julio de 1921. Hora
10:20 .
Muy urgente,
Contestación a su telegrama, después de
consejo de jefes, y ante numeroso enemigo,
que viene en columnas, aumentando por
momentos, y no contando más que con cien
cartuchos por individuo, ordeno retirada sobre
Izummar y Ben Tieb, haciendo todo lo posible
por llegar a este punto,
 APÉNDICE 11
RESUMEN DEL DIARIO DE OPERACIONES
DE LA COMANDANCIA GENERAL DE MELILLA
Junio de 1921
Día 1. - Sale de Annual una columna inte-
grada por tres mías de la Policía, un tabor y un
escuadrón de Regulares, dos compañías de
ametralladoras de Ceriñola, una batería de mon-
taña, dos compañías de Zapadores y elementos
auxiliares, que el mismo día ocupan la posición
de Monte Abarrán, dejando en ella de guarni-
ción una mía de Policía, una compañía de
Regulares, una batería de montaña y una esta-
ción óptica, regresando la columna a Annual en
la tarde del mismo día sin novedad. Por fugitivos
llegados a Annual y Sidi Dris se tuvo posterior-
mente noticia de que fue atacada duramente la
posición, resultando muertos los seis oficiales
europeos y un oficial moro, y que había sido per-
dida totalmente con material y efectos.
Día 2. - MELlLLA: A las tres horas de la maña-
na se inicia un fuerte ataque sobre la posición de
Sidi Dris por numeroso enemigo, durando vein-
ticuatro horas y siendo rechazado en todos los
intentos de asalto con numerosas bajas compro-
badas. En la defensa cooperó el cañonero Laya
con sus fuegos y con desembarco de una sec-
ción de ametralladoras.
Día 3. - MELlLLA: Por una columna de fuer-
zas Regulares e indígenas, y otras dos que le sir-
ven de apoyo, se ocupó la posición de Talilit, al
norte de Buymeyan. Sin novedad. Fuerzas de
África ocupan dos posiciones, A y B, a la izquier-
da del camino de Ben Tieb a Izummar.
Día 4 . ~ MELlLLA: Fue hostilizada ligera-
mente a media noche la posición de Tisingart.
Sin novedad.
Días 5 Y 6. - MELlLLA: Sin novedad
Día 7. - MELlLLA: Por dos columnas que par-
tieron de Annual se ocupó sin novedad la posi-
ción de Igueriben, avanzada entre Izummar y
Annual, que quedó guarnecida por dos compa-
ñías de Ceriñola, una sección de ametralladoras
de posición y una batería de campaña.
Día 8. - MELlLLA: Sin novedad. Son releva-
das en Talilit las ametralladoras de Regulares
por las de posición.
Días 9 al 13. - MELlLLA: Sin novedad.
Día 14. - MELlLLA: Al montar el servicio es
hostilizada la fuerza de la novena mía de
Buymeyan, consumiéndose 241 cartuchos
Máuser. Desde las 9:30 el enemigo hostilizó la
posición de Igueriben, contestándole con
fuego de cañón, ametralladoras y fusilería de
la citada y las baterías de Buymeyan, Udia,
Annual y un aeroplano.
Día 15. - MELlLLA: Sin novedad.
Día 16. - MELlLLA: Grupos enemigos empe-
zaron a quemar poblados inmediatos a Talilit,
rompiendo esta última fuego artillería yametra-
lladoras, consumiendo 25 disparos de cañón y
120 de ametralladoras. Al efectuar las fuerzas de
Policía destacadas en Buymeyan el servicio de
descubierta, fueron duramente hostilizadas por
grupos rebeldes apostados en la Loma de los
Arboles y otros procedentes del poblado de
Amesauro. Para apoyar el servicio salió de
Annual una columna compuesta de seis compa-
ñías y tres escuadrones de Regulares, una com-
pañía de Ceriñola y segunda batería de monta-
ña. Durante el fuego, que duró todo el día,

hasta que se realizó el servicio, a las diez y ocho
horas, tuvimos las siguientes bajas: teniente de
Policía D. Elviro Luz, un ingeniero, un artillero y
un soldado de Ceriñola europeos, heridos leves;
16 muertos y 45 heridos indígenas.
Día 17. - MELlLLA: Durante la noche pasada
fueron hostilizados frecuentemente Buymeyan,
Igueriben y Annual, resultando en la última heri-
do un soldado del regimiento de África y muer-
to un soldado indígena de Regulares.
Días 18 al 20. - MELlLLA: Accidente de
aviación en Zeluán.
Día 21. - MELlLLA: Es ligeramente hostiliza-
da la descubierta de Buymeyan .
Día 22. - MELlLLA: Sin novedad.
Día 23. - MELlLLA: Batería de Annual hizo
cinco disparos sobre la Loma de los Arboles,
haciendo dos bajas vistas.
Día 24. - MELlLLA: Sin novedad.
Día 25. - MELlLLA: Se hicieron ocho disparos
de cañón por batería de Annual contra obras
enemigas de defe'r:1sa en la Loma de los Arboles.
Día 26. - MELlLLA: Sin novedad
Día 27. - MELlLLA: Cañoneo combinado
sobre Amesauro, disparando batería de
Igueriben; segunda batería montaña, sobre
obras de defensa del enemigo en Loma de los
Arboles; batería de Annual, tiro indirecto sobre
Amesauro, observando desde Igueriben, y algu-
nos disparos de la batería de Buymeyan.
Días 28 al 30. - MELlLLA: Sin novedad.
Julio de 1921
Día 1. - MELlLLA: Se dispone que el segundo
escuadrón, tercer tabor de Infantería y compañí-
as ametralladoras marchen aBen Tieb para con-
tinuar al día siguiente a Zeluán y Nador.
Día 2. - MELlLLA: Sin novedad.
Día 3. - MELlLLA: Fue hostilizada posición
Igueriben, siendo rechazado el enemigo por
fuego ametralladora.
Día 4. - MELlLLA: El enemigo hostilizó las
posiciones de Igueriben y Buymeyan, siendo
contestado y rechazado por el fuego de las
posiciones dichas.
Día 5. - MELlLLA: Sin novedad.
Annua11921. 80 Años del Desastre
Día 6. - MELlLLA: Es hostilizada posición de
Igueriben sin novedad.
Día 7. - MELlLLA: Fue hostilizada posición
Igueriben sin novedad, cañoneando al enemigo
las baterías de Igueriben, Buymeyan y Annual.
Día 8. - MELlLLA: Fue hostilizada posición
Igueriben, contestando al enemigo con fuego
de ametralladoras, sin novedad.
Días 9 al 11. - MELlLLA: Sin novedad.
Día 12 . - MELlLLA: Para impedir trabajos
fortificación del enemigo, las baterías de
Igueriben, Buymeyan y ametralladoras de
dichas posiciones rompieron el fuego, hacién-
doles huir y causándoles bajas vistas. Sin nove-
dad por nuestra parte.
Día 13. - MELlLLA: Sin novedad.
Día 14. - MELlLLA: El enemigo atacó la
posición de Igueriben durante nueve horas,
siendo rechazado con fuego de fusil, ametra-
lladoras y cañón, sin novedad.
Día 15. - MELlLLA: Sin novedad.
Día 16. - MELlLLA: Para proteger la descu-
bierta de Policía la batería de Igueriben hizo
225 disparos de cañón . Sin más novedad.
Día 17. - MELlLLA: Sale para reforzar la
columna de Annual un tabor de Regulares, de
descanso en Nador. La harca enemiga de
Amesauro atacó nuestra línea avanzada en
Igueriben, Annual y Buymeyan, intentando
apoderarse de Igueriben . Para auxiliar guarni-
ción salió una columna indígena de Regulares,
haciendo huir al enemigo, con el cual se man-
tuvo fuego todo el día, teniendo las bajas
siguientes: comandante Romero, de
Regulares, herido; teniente Ledesma, herido
grave; 6 muertos y 24 heridos tropa europeos,
y 10 muertos y 31 heridos tropa indígena . En
esta salida se llevó convoy de municiones, víve-
res yagua a Igueriben, quedando en la posi-
ción el ganado que transportó el convoy, el
cual fue muerto en el ataque que el enemigo
realizó en la noche de este día contra la men-
cionada posición. En Igueriben resultaron dos
soldados muertos y un sargento y cinco solda-
dos heridos. En Buymeyan, un policía muerto y
dos heridos.
 APÉNDICE 111

PRESUPUESTOS El mismo Ministro sintió sobre el terreno la

De las asignaciones de dinero que el Estado
Español destinaba al Protectorado y de cómo
se empleaban habría mucho que escribir. Pero
para dar una ligerísima idea de cómo funcio-
naba la Administración de entonces y compa-
rar los presupuestos de las tres Comandancias
Generales, se exponen estos datos:
Créditos para Ingenieros.- Nota del
Gabinete Militar de la Alta Comisaría.
Como consecuencia\de la visita girada por
el Excelentísimo Señor Ministro de la Guerra,
Vizconde de Eza, a este territorio en julio de
1920, prometió éste la inmediata concesión de
un crédito de cuatro millones de pesetas, que
debía distribuirse en la siguiente forma:
necesidad ineludible de conceder este crédito,
que venía a remediar en parte el criterio de
rebajar las cantidades propuestas por el Alto
Comisario.
En 12 de noviembre de 1920 hizo presente
el Alto Comisario al Ministro de la Guerra la
necesidad de que se hiciesen rápidamente las
consignaciones a las Comandancias de
Ingenieros de las cantidades correspondientes
al crédito concedido por Hacienda en Real
Decreto de 21 de octubre, a fin de poderlas
invertir en lo que al ejercicio restaba.
S.E. el Alto Comisario, encarece la conve-
niencia de consignar cuanto antes dichas can-
tidades, por el poco tiempo que restaba al año
económico y la gran actividad que exigía la

COMANDANCIA GENERAL DE CEUTA

Ferrocarril Xauen ............. ...................... ...... .. .... .. .. 600.000
Obras campaña (material fortificación, etc.) ... . .. 300.000
Alojamientos Xauen ....... .. ......................... . 250.000
Alojamientos Lau ............ .................... ... .... .. . 100.000
Alojamientos en otras posiciones ................ .. 800.244
SUMAN .............................. . 2.050.244 pesetas .

COMANDANCIA GENERAL DE MELlLLA

Camino Batel-Abada ........ .. ..................... .. 250.000
Obras campaña (material fortificación, etc.) ...... .. 200.000
Acuartelamiento posiciones .................. ...... .... ... 784.946
SUMAN .......................... ............... .. ... ... .... .. . 1.234.946 pesetas.

COMANDANCIA GENERAL DE LARACHE

Alojamientos ................... ........................ .. .. .. .. 531.000
Obras campaña ............ .......... .. ......... .. ... .. .. 150.000
SUMAN ................. ........ .. .......... ... .. .......... ... .. 681.000 pesetas.

ejecución de las obras que se indicaban, por
ser indispensables.
El día 1 de diciembre de 1920 se preguntó
a los Comandantes Generales si habían ya
empezado a recibir dinero del crédito extraor-
dinario asignado por Real Decreto de Hacienda
de 21 de octubre.
No se recibieron estas consignaciones a lo
menos en Meli lla, pues en 2 de enero de 1921
hay un telegrama (el único que respecto a este
particular aparece en el expediente) en que así
consta.
En 6 de enero, en telegrama del Ministro,
le exponía dificultades surgidas en Consejo
de Ministros para concesión del crédito de
cuatro millones, que no estimaba el de
Hacienda debiera ni pudiera legalmente
hacerse por Real Decreto, por no hallarse aún
constitu idas las Cortes, aunque sí abiertas,
siendo irrespetuoso sustraer este asunto a su
conocimiento . Es decir, que viendo había de
dilatarse varias s~manas la concesión del cré-
dito, le consultaba si estimaba S.E. lo recaba-
COMPARACION DE LAS CANTIDADES PEDIDAS
Y CONCEDIDAS EN LA PROPUESTA DE INVERSION DE 1921-22
MELlLLA. ... ... .. .... .
CEUTA .. ..... .. .. ..... .
LARACHE ..... .. .... .
Annual 1921. 80 Años del Desastre
se del Gobierno, bajo su responsabilidad, por
Real Decreto antes de que el Cong reso se
constituyese.
Su Excelencia contestó el mismo día que
era de tal urgencia y necesidad la concesión
del crédito, insistentemente pedido por los
Comandantes Generales, que sería en extremo
perjudicial esperar su concesión por las Cortes,
prestando el M inistro un gran servicio si, apo-
yándose en el tiempo transcurrido desde que
se pidió y la circunstancia de no estar aun
constit uidas las Cámaras, obtuviese su conce-
sión por Real Decreto.
Nuevas gestiones del Alto Comisario, uni-
das a la convicción que sin duda llegaron a
adquirir en el Ministerio del desastre económi-
co que se preparaba por tal sistema a las
Comandancias de Ingenieros en el ejercicio de
1921-22, dieron por resultado que se pensase
en conceder un crédito extraordinario y sufi-
ciente para atender a las necesidades totales .
Crédito que se conced ió, cuatro mil lones
de pesetas, pero nunca llegó.
PEDIDO CONCED IDO
2.242 .000 ..... .. ... . 450.000
2.000 .000 ..... .... .. 712 .600
1.150.000 ....... .. .. 197 .000
-- ---- -

(!CABO TRESFOCAS

:~~I~~I~S~I~'~I~I~I~l~IO~I~I~I_,~I~'~I~I~1lILI~~,~I~~~lll~I~I~I~'~' ~
20 30 CO ....

GURUGU
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SEGANGAN

HlD

AMEKRÁ:-'

TJZZI ASSA.

TAFERSIT.

BUHAFORA
HAMUDA
ASRÚ. ELZAID
IZEN LASEN.
AZIB M lIJAR-

LLANURA
MONTES MARACH

MONTES DE
AL
GAO ELGARET

EL GUERJ R.AO
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\ Esta obra se terminó el 15 de junio de 1999

y presentado en el registro general de la
propiedad intelectual el 18-06-1999
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EL T~LATA
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~

Hace 80 años el Ejército español sufría el mayor desastre de

su historia contemporánea. Este libro relata de forma deta-
llada los hechos acaecidos en los aciagos días de julio de
1921 en el norte de África. A través de la narración asistimos
a las escenas de heroísmo e ignominia que tuvieron lugar
tras la huída de la posición de Annual y hasta la masacre de
los defensores de Monte Arruit.
El libro está complementado por una serie de fotografías a
color actuales de los lugares más importantes de la tragedia.

ISBN 84-930713-9-0