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All content following this page was uploaded by Jorge Alberto Hidalgo Toledo on 02 August 2016.
Jorge Alberto Hidalgo Toledo. (México) Fue presidente del Consejo Nacional
para la Enseñanza e Investigación de las Ciencias de la Comunicación, CONEICC
para el periodo 2012-2015. Comunicólogo, maestro en Humanidades y doctor
en Comunicación Aplicada por la Universidad Anáhuac; en la que también
cursó el Diplomado en Judíos, Cristianos y Musulmanes en la cuenca del
Mediterráneo de la antigüedad a la actualidad (en conjunto con la Universidad
Hebrea de Jerusalén); así como el Diplomado en Realización, Análisis y
Crítica Cinematográfica en el Museo Carrillo Gil. Es miembro del Consejo
Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo, del consejero editorial de
Reforma.com, del Consejo de Programación Radio Ciudadana del Instituto
Mexicano de la Radio (IMER), y del Consejo Técnico del EGEL Ciencias de la
Comunicación.
2 C APÍTULO 8 f L A COMPRENSIÓN DEL HOMBRE COMO UNA EXTENSIÓN DE LOS MEDIOS
Resumen
El yo exaltado, el yo exacervado. El yo que se engolosina,
un yo narciso que en el vértigo que produce su
propio reflejo se embota en el espejismo; en la
percepción refleja de sí mismo y se confunde
creyendo que es una prolongación de aquello
que percibe. La comprensión de los medios como
las extensión del hombre texto central en la obra
de Marshall McLuhan explora la fascinación por
el medio y su evolución como extensión del proceso civilizatorio tecno-cultural.
Hoy la vida se ha mediatizado, el yo se fragmenta, se prolonga y se repite en forma
mecánica y viral al grado de que el hombre pareciera una extensión de los medios
y no viceversa. El presente texto explora la sentencia de McLuhan que afirma “El
hombre queda inmediatamente fascinado por cualqier prolongación de sí mismo
en cualquier material distinto a su propio ser” (McLuhan, 1989, p. 68) para indagar
el proceso de hipermediatización de la vida y la cultura, el culto mediático, los
procesos identitarios y las prácticas performativa que establecen los usuarios de las
tecnologías de información.
Narciso es un dispositivo
Los jóvenes hemos adoptado un estilo de vida a partir
de la tecnología.
Los medios tradicionales convergen con el internet y
es así como el disfrute y la consulta de información se
volvieron atemporales.
Por eso influyen en abastecer de información, formar
cultura y opinión, además de entretener
(Sujeto informante digital, SID 87, DF, México)1
En 1923, Harold Innis escribe su tesis doctoral A history of the Canadian Pacific
Railway, en ella identifica la entrada de Canadá en la era moderna gracias a la
implementación del ferrocarril transcontinental en 1885. Su tesis, posteriormente
publicada como libro (1923), deja ver no sólo la importancia del tren en la
economía canadiense. En su análisis de las rutas comerciales y de transporte de las
redes ferroviarias da cuenta de la tecnología como medio de comunicación; como
1 A partir de este momento el lector encontrará la referencia SID como acrónimo de sujeto informante digital; es
decir, las personas que contribuyeron al estudio cualitativo a través de entrevistas, foros de discusión y sesiones
en línea de metarreflexión sobre la condición de vida digital.
Economía
Política Cultura
Religión Sociedad
El medio es el lenguaje
Los medios e hipermedios juegan un papel muy
importante en la vida de los jóvenes, pues se relacionan
con gente de su edad, siembran amistades, intercambian
conocimientos, se acercan a otras culturas.
(Sujeto informante digital, SID 69, Colón, Argentina).
La i-dentidad hipermedial
Los hipermedios le aportaron a mi vida conocimiento,
aplicación e ideas, networking.
(Sujeto informante digital, SID 21, DF, México)
La identidad es, por un lado, la narración que hace el individuo de sí mismo y por
otro, el proceso de producción de significados en constante desarrollo y movimiento.
Con esas narraciones conversa con los otros, con el mundo y con ellos mismos.
Hoy que la vida se ha mediatizado y que niños y jóvenes han encontrado en
medios e hipermedios un canal para poder expresar su relación con el mundo, es
en éstos donde los sujetos se definen, se construyen, se entienden y adjudican perte-
nencia. Una nueva dialéctica: consumo-representación/medios-cultura-identidad se
ha establecido. En ese marco de referencia se han integrado e hipermediatizado las
prácticas cotidianas.
Cada medio e hipermedio ha empezado a asumir un rol particular en la vida de
cada persona; sin embargo, en su conjunto permiten a los individuos adquirir per-
cepciones sobre sí mismos, construir sentido de identidad, experimentar liberación
emocional, escapar de la realidad o sentirse relajados. En este sistema de relaciones
se están configurando nuevos significados sociales.
Por tanto, los medios se han convertido en el escenario de negociación de iden-
tidades, en el laboratorio donde se construyen; son el lugar donde se replantea el
sentido del ocio y el entretenimiento, así se establecen nuevas prácticas comunicati-
vas, se planean actividades, se participa socialmente a distancia o se dialoga con los
amigos. Los medios, como toda interfaz, establecen una seducción y una condición
interpretativa al ubicarse entre las fronteras entre el mundo físico, el virtual y el
mental. Los medios e hipermedios amplifican el yo y los modos en que las personas
interactúan, hablan, intercambian emociones y sentimientos.
Desde este punto de vista, la identidad en sí es una forma de diálogo social;
una construcción producto de la interacción del sujeto con su historia particular, su
ambiente social y cultural, sus experiencias y encuentros personales. La identidad se
construye desde los hábitos y significados que se cristalizan en la acción humana. La
identidad es pues una red de comunicación, de representaciones dialógicas, objeti-
vaciones, luchas hegemónicas y formas de semantizar la realidad.
En un contexto de consumo discontinuo y fragmentado que se rige por la ob-
solescencia incorporada, los deseos inestables y la insaciabilidad de necesidades, las
personas se están apropiando constantemente de los significados, los renegocian y
los incorporan en el ciclo de la identidad para tratar de estructurarla e integrarla en
cada una de las comunidades de significación y pertenencia en las que participan.
Superando la visión esencialista, hoy se habla de identidades múltiples, mu-
tables y vinculadas con las prácticas sociales, políticas y mediáticas. Se entiende la
identidad como un proceso de producción de significados en constante desarrollo y
en movimiento, como una elección y no como una herencia biológica. Por tanto, la
construcción de la identidad es en sí misma una construcción de la realidad.
Ahora bien, en los entornos virtuales y digitales el sujeto perdió su corporeidad
pero se hizo visible más allá de las manifestaciones físicas; se hizo tangible desde las
expresiones estéticas, ritualísticas y conductuales de su representación simbólica. El
signo es su cuerpo, su representación el discurso que habla en un espacio fragmen-
tado. La narración que haga de sí mismo es la que lo conecta con espacios de mayor
intimidad con las otras narraciones (alterdiscursos). Su expresión simbólica es lo que
lo identifica, lo diferencia, lo distingue, le adjudica pertenencia. El sujeto en la era
digital es material significante; el ciberespacio es el nuevo espacio discursivo, el mer-
cado disciplinador de las representaciones, de las subjetividades, de las afectivida-
des. Lo propio y lo ajeno, se debate en esta nuevo escenario sociocultural (Figura 2).
Macrodiscurso = Histórico
s
ne
io
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ed
tim
Medios
ca es
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me stela
M
n
Co
Alterdiscurso = yo Egodiscurso = yo
Puentes de
Interdiscurso = contexto
significación
Edades y contextos
Somos sujetos en relación, en constante interacción con el otro, tomamos las cosas
del mundo para tratar de explicarnos a nosotros mismos nuestro lugar en y desde el
mundo.
Ser y estar en el mundo cobra sentido en la conexión con el otro.
Hoy el individuo se hace del mundo sólo para pensar en sí mismo; se aísla de
éste buscando refugio, vive inmerso en sus realidades mediadas y en los espacios
simbólicos creados en ellos.
Como el buzo, de vez en vez sale a la superficie por una bocanada de aire, pero
regresa nuevamente a ese entorno virtual y simbólico en el que le está encontrando
sentido al mundo.
Estamos solos pero en constante conexión, afirma Sherry Turkle (2011). Necesi-
tamos la vinculación perpetua y permanente, desconectarnos por un instante es asu-
mir la responsabilidad y el peso de nuestra soledad y no estamos dispuestos a ello.
La vida mediatizada ha incrementado la posibilidad de conexión entre los su-
jetos, ha favorecido los entornos inmersivos, ha amplificado el potencial de nave-
gación del yo en la vida de los otros y en nosotros mismos (o por lo menos en las
narraciones que hacemos de nosotros en los medios).
La vida mediatizada rompió la barrera del aquí y ahora, del tiempo y el espacio,
del lugar y la referencia, ahora tiene un nuevo desafío: el espacio mental. Ahí es
donde están librando las nuevas batallas, en el orden cognitivo, en los ambientes
perceptivos, en las interconexiones neuronales y en la manera como comprendemos
y resignificamos el mundo en el orden de la interacción mental.
Somos signos en constante relación. La vida mediatizada es la vida vicaria, es la
vida en conexión simbólica.
El homo signis digitalis es en y por el mundo de los referentes, su vida tiene sentido
en la medida en que pueda establecer relaciones y significados entre la interacción
del sistema-mundo, la vida-mundo, el media-mundo, el signo-mundo.
La vida mediatizada opera en la era signocéntrica, un tiempo donde encontrar
las respuestas a las preguntas básicas de la vida se complejiza al interactuar en las tres
grandes dimensiones de la vida: la física, la virtual y la mental.
Somos signos en relación, en constante interacción y conexión. El mundo tiene
sentido en la medida en que logramos decodificar la sintaxis que se establece entre
todos esos referentes interconectados.
Así tenemos medios de consumo en familia, otros en grupo y una gran cantidad pla-
neados para una inmersión cada vez más personal.
Internet (medio, canal y contenido) se encuentra en el corazón de la vida de mu-
chos mexicanos, para ellos representa el acceso permanente a un mundo de posibi-
lidades y la vinculación con sus pares y familiares. Los nuevos medios se encuentran
en el rango de aquello sin lo cual no pueden vivir. Los medios tradicionales como
la radio, la prensa y la televisión han sido desplazados por internet como canales o
soportes. No obstante, cada vez se hace un mayor consumo de contenidos audio-
visuales. Incluso, las generaciones más jóvenes adquieren más productos textuales,
musicales y audiovisuales por Internet, tabletas o teléfonos celulares que por el me-
dio tradicional para el cual fueron creados.
La misma ecología hipermedial ha modificado las prácticas y los lugares de con-
sumo. Hoy se realizan consumos paralelos en condición multitarea y de forma trans-
medial en espacios públicos, privados, íntimos y grupales. Los mismos tiempos de
ocio se han saturado de contenidos mediáticos; ya no hay tiempos muertos.
Los usuarios han demostrado no tener fidelidad con el medio o soporte pero
sí un gran vínculo y compromiso con el contenido y particularmente con los que
empatan con sus intereses, motivaciones, expectativas y a su vez los vinculen con
comunidades de interés y significación donde puedan amplificar la gratificación que
produce un contenido relevante, significativo y divertido.
Entre más nuevo y multimedia sea el medio, los usuarios se conectarán por más
tiempo a éste, se comprometen más con ese medio por el tipo de experiencia que les
brinda.
La ficción es lo que más ocupa sus tiempos de consumo. Es en este tipo de con-
tenido donde pueden experimentar una inmersión que les permita abstraerse de la
realidad particular que les tocó vivir.
La publicidad –como lógica narrativa del capitalismo y fórmula del sostenimien-
to de los medios y articuladora del hiperconsumo– está tan presente en los medios
de los usuarios y en sus espacios de socialización y convivencia (ya sean físicos como
virtuales) que se ha vuelto casi transparente en sus vidas. Los mexicanos expresan
tener gran tolerancia publicitaria casi en todos los espacios excepto en aquellos como
la telefonía celular, internet y la televisión de paga. La mayor influencia de la publi-
cidad en los consumidores se da cuando está mediada por aquellas personas con las
que mantienen fuertes vínculos emocionales como los amigos, la pareja y los padres.
Las actividades que más realizan en línea se relacionan con la socialización y la
comunicación. Estar vinculados e hiperconectados el mayor tiempo posible permite,
además de amplificar la comunicación, estar al día, expresar la personalidad propia,
informarse y matar el tiempo. “Desconectarse” (no contar con un dispositivo que
permita enterarse de lo que dicen o hacen los pares) causa angustia, estrés, inseguri-
dad o incomunicación. Los usuarios experimentan constantemente el efecto de estar
solos pero en compañía. Es decir, entre más conexión y comunicación tienen con
el mundo, menos oportunidad tienen de sentir la soledad en la que están inmersos.
LA COMPRENSIÓN DE LOS MEDIOS EN LA ERA DIGITAL – J ORGE A. H IDALGO Alfaomega
18 C APÍTULO 8 f L A COMPRENSIÓN DEL HOMBRE COMO UNA EXTENSIÓN DE LOS MEDIOS
a los que se incorporan a las instituciones de la vida social; los segundos incluyen a
los marginales que no participan por acción voluntaria o por exclusión social; y los
terceros que contempla a los que se vinculan con la realidad social a partir de proce-
sos de mediatización.
No obstante, las formas de ser joven se han diversificado en este país. Así tene-
mos a los empleados, los desempleados, los indígenas, rurales, pandilleros, rockeros,
punks, skatos, emos, yuppies, jipitecas, jipichics, ciberpunks, emprendedores, procomún,
trendsetters, prosumidores, hipsters… y a esto podríamos seguir sumando tipologías
relacionadas a la condición juvenil en México y el mundo.
La mediatización de la vida y la cultura, los nuevos medios y los nuevos accesos
han generado nuevas estructuraciones sociales. Ahora los accesos fluidos y cons-
tantes a través de redes digitales han permitido a que un nutrido grupo de jóvenes
pueda participar de estas formas mediatizadas de socialización. Gran parte de los
jóvenes están permanentemente conectados, incluso hay quienes pasan más de 18
horas enlazados a su trabajo, amistades y formas de entretenimiento a través de
múltiples medios y canales. Muchos realizan actividades multitareas y se vinculan a
distancia o a través de comunidades virtuales, redes sociales y de cooperación con
sus pares y familiares.
Los hipermedios han ampliado el capital vinculante y social de las nuevas gene-
raciones. Las generaciones hipermediatizadas se han familiarizado con la intertex-
tualidad, la remezcla de mensajes y contenidos, las intermediaciones, los discursos
visuales e irónicos, la combinación de narrativas, la curaduría de contenidos, la re-
circulación discursiva, el engranaje de medios y la transmedialidad.
La vida hipermediatizada y en red disolvió las fronteras del tiempo y el espacio,
fusionó el entorno físico con el virtual y el mental. Hoy todo confluye en un mismo
horizonte de sentido en el que se confunde lo vivido con lo que se quiere vivir, lo que
se narra biográficamente en la red con lo que realmente se vive.
Hoy nos queda claro que ser joven no es una condición estructurada, pero sí una
posición desde la cual se experimentan los cambios sociales, culturales, políticos y
económicos. El hiperespacio (esta fusión hipermediatizada entre el espacio físico, vir-
tual y mental) no ha sido la excepción; también ahí los jóvenes han experimentado
múltiples prácticas identitarias. El hiperespacio se ha convertido para ellos en uno de
los principales territorios, escenarios, entornos, plataformas y circuitos en los que
intentan manifestar quiénes son y cuál es su lugar en el mundo.
En ese territorio que fluye entre lo efímero, lo itinerante, entre lo on line y lo
off line, expresan quiénes son, sus consumos, diferenciaciones, autoproyectos, sus
biografías al fin y al cabo. Los hipermedios han modificado los comportamientos
individuales y sociales, ahora a través de ellos se organizan, socializan, participan, y
se vinculan con la cultura, la sociedad, la política, la educación e incluso la religión.
Las experiencias, los saberes y las articulaciones sociales cada vez son más hiper-
mediadas. Las fronteras entre el ciberespacio y el territorio físico se vuelven difusas,
móviles, itinerantes, fluidas, convergentes, híbridas y emergentes en mayor grado.
LA COMPRENSIÓN DE LOS MEDIOS EN LA ERA DIGITAL – J ORGE A. H IDALGO Alfaomega
20 C APÍTULO 8 f L A COMPRENSIÓN DEL HOMBRE COMO UNA EXTENSIÓN DE LOS MEDIOS
Por ello, las influencias e interacciones en ellas se hacen cada vez más frecuentes,
cotidianas, performativas, intensas y profundas. Hoy estamos ante varias generacio-
nes hiperconectadas y conexionistas que emplean los hipermedios para expresarse,
producir, divertirse, consumir, promoverse, compartir su estado anímico, captar ten-
dencias nacionales e internacionales. Los hipermedios se han vuelto vitrinas del yo.
El espacio mediático pareciera ser cada vez más el espacio del mundo y la vida
un acto comunicativo. Sociedad y cultura se están adaptando a los actos en red.
La misma fragilidad humana se ha expuesto y se está abriendo al mundo como un
archivo.
Estamos ante una nueva generación de usuarios cuya vida fluye a través de dis-
positivos. Toda su vida está alimentando el Big data y como consecuencia, se en-
cuentra expuesta, rastreada, observada, vigilada, en seguimiento. Su vida convertida
en información hipermediatizada se ha convertido en un bien de consumo, una
mercancía y valor simbólico de intercambio. En esa vida mediada los sujetos se con-
sumen como artículos, como extensiones tecnológicas e información.
El yo y el otro son medio y contenido, parte de la constelación de medios que em-
plean para expresar su identidad, para distinguirse de los demás, para ubicar quiénes
son y cuál es su lugar en el mundo.
Las personas están más conectadas y comunicadas que nunca. Nos encontramos
ante una generación de usuarios cuya experiencia de vida es una experiencia colecti-
va en entornos aislados e inmersivos. Donde lo emocional es parte de la experiencia
buscada; sin embargo, corre todo el tiempo el riesgo de diluirse en la infoxication
del entorno. La vida mediatizada es una constante búsqueda entre el equilibrio y la
resistencia; entre la reflexividad y la inconciencia; entre la estructuración y la rees-
tructuración; entre el escapar del mundo y sentirse parte de él; entre el ser diferen-
te y el sentirse parte de un grupo que comparte gustos, intereses, motivaciones y
preferencias; entre aislarse y agruparse; entre estar solo y participar; entre intimar y
exponerse a la vida pública.
La vida mediada es la consecuencia directa de la hipermediatización del mundo,
de la interconexión, del deseo por experimentar la simultaneidad, de vivir la tele-
presencia, de la socialización de contenidos, del estar permanentemente en contacto
con el otro, de acompañar la soledad, de portar el mundo en la palma de la mano, de
manipular tecnológicamente el mundo, de implicarse en diversas esferas, de expan-
dir el mundo físico.
Los hipermedios expandieron la vida, diluyeron el tiempo y el espacio; amplifi-
caron la complejidad y nos permitieron experiementar distinas versiones de nosotros
mismos, de poseer identidades múltiples. La i-dentidad hipermedial, multifacética,
hiperconectada, incorpórea, fluida, negociada, hipervinculada, en constante cambio.
Sujetos, medios y vida conforman una triada expansiva, imparable, interdepen-
diente e interconectada. Esta vida hipermediatizada nos coloca ante un escenario
tecnonatural; en un sistema que está colocando a los medios y la tecnología en el
centro de la interacción del individuo con la dimensión económica, política, social,
cultural y religiosa.
Esa nueva racionalidad, intencionalidad y esencialidad, donde los medios satu-
ran el mundo, coloca al hombre en una nueva posición y está produciendo cambios
estructurales más allá de lo social. Queda una nueva agenda pendiente para explorar
FUENTES CONSULTADAS
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