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a Siguiendo a Jesucristo
b ¿Pregunta necia?
Siempre ha resultado arduo traducir en palabras esta «esperanza
contra toda apariencia»; la percepcin cotidiana resbala aqu sobre el
vaco y justamente por eso no podemos prescindir del lenguaje figurado
3. K. Rabner, Zur Theologie des Todes, Freiburg 1958, 30 ed. cast.: Sentido
teolgico de la muerte, Barcelona 1965. «Si la muerte es el final del hombre entero,
es decir, si la totalidad del hombre llega a un final de esa temporalidad que caracteriza
la vida del hombre y acaba en la muerte, entonces este final tiene que afectar al
hombre en toda su realidad y, por tanto, tambiØn a su alma. Obviamente, no en el
sentido de que Østa deje de existir, sino en el sentido ya indicado de que en la muerte
llega a la cima de su aulogeneracin personal, y no slo un suceso pasivo en su
vida biolgica, sino por su propia actividad personal. La muerte tiene que ser, pues.
ambas cosas: el final del hombre como persona espiritual es la consumacin activa
desde dentro, una autorrealizacin, incremento confinnatorio del resultado de la
vida y autoposesin total de la persona, es autoconclusin y plenitud de la realidad
personal activada libremente; y la muerte como final de la vida biolgica es a la
vez, de modo indisoluble y total, una interrupcin desde fuera, destruccin, dis
gregacin, un suceso que afecta al hombre imprevisiblemente. Por eso, la <muerte
propia>, realizada desde dentro, por la accin de la persona misma, es a la vez el
resultado del desmoronamiento mÆs radical del hombre, es accin y pasin conjun
tamente. Y dada la unidad substancial del hombre, si Østa se toma en serio, no es
posible dividir ambas vertientes de una misma muerte simplemente en alma y cuerpo
del hombre y disolver as la verdadera esencia de la muerte humana» ib/cV.
414 Lo que nosotros creemos
c Dificultades de traduccin
2. Aspectos bblicos
6. F. P. Fiorenza / J. 8. Metz, Der Mensch als Linheir von Leib und Seele,
en MySal II, 1967, 584-636, aqu 590 cd. cast.: Cristiandad, Madrid.
420 Lo que nosotros creemos
1-3. «La esperanza del impo... pasa como el recuerdo del huØsped
de una noche. Pero los justos ! viven eternamente, reciben de Dios
su recompensa, el altsimo cuida de ellos» 5, 14 s.
Estos pocos ejemplos muestran que la realidad de la muerte se
toma en serio y se aborda expresamente en los escritos del antiguo
testamento en todo su carÆcter enigmÆtico, y de forma que esa ex
periencia no queda anulada en la siguiente, sino que continœa en forma
viva. La creencia en la resurreccin de los muertos es slo el final de
un largo proceso de desarrollo de la fe israelita. Las verdaderas bases
histricas de la fe en la resurreccin son la creencia en la fidelidad y
la justicia del Dios de la alianza y el conocimiento de su poder, que
Israel experiment con gozo y dolor en su azarosa historia.
a Acceso a la problemÆtica
lo. R. Schulte, Leib und Seele, en Christlicher 5/atibe ir, inoderner Gesells
chaft 5, Freihurg 1980, 5-61, aqu 39.
11. 0. Seherer, Das Leib-Seele-Problem ir, seiner Retevanz ftr che individuelle
Esclzarologie, 75.
12. Ibid., 76.
Rezisnvecln de los mames 429
21. Cf. A. Pegis, Sorne Reflections en Scg II 56. en A.’, Etienne Gilson Tribute,
Milwaukee 1959, 169-188, aqu 185.
Resurreccin de los pwerws 433
22. Cf. K. Rabner, Geisi in Welt. Zur Metapkvsik de, endlichen Erkenninis
bei Thomas von Aquin, Mœnchen ‘1964 ed. casI.: Espritu en el mundo, Barcelona
1963.
23. Cf. F. J. Nocke, Eschatologie, Dtisseldorf 21985, 119 5; J. Ratzinger,
Eschatologie, 116-119.
434 Lo pie flO$OftVs Creemos
expresada del Dios vivo con los patriarcas o deriva de su propia concepcin
del Dios vivo y dador de vida la posibilidad de la resurreccin, la posibilidad
de una perfecta consumacin eterna de los patriarcas, esa referencia nos retrotrae
una vez mÆs a la Biblia. He seæalado ya que Paul Althaus enmend notable
mente, muchos aæos despuØs, con una argumentacin bblica diferenciada, su
primera opinin de que el hombre muere en cuerpo y alma. Hace poco ha
aparecido una investigacin evangØlica con un ttulo provocativo que afronta
de nuevo esta temÆtica25. Leemos en ella: «Ya el ttulo viene a romper un tabœ
teolgico ante el que todava hoy se detienen casi todos los autores que abordan
el tema escatolgico en la antropologa bblica...,>. El autor, como Øl dice, no
inicia una empresa espectacular, sino «una antropologa teolgica, la doctrina
bblica sobre el hombre y la reflexin teolgica sobre las postrimeras de cada
vida humana individual,,. Y ademÆs de determinar el fin definicin del destino
del hombre y de caracterizar en sentido bblico su situacin defink’in de la
situacin, trata de estudiar tambiØn el carÆcter creatural, a menudo descuidado:
la definicin de la constitucin. Por eso Heidler cree poder demostrar con datos
de la Biblia que «la inmortalidad del alma humana.., es el fundamento de
posibilidad creatural constitucional puesto por Dios para la resurreccin corporal
de los muertos»26. Un punto flaco importante del libro -ademÆs de cierto
«biblismo’> es, a mi juicio, que se deja llevar con excesiva naturalidad por los
modelos conceptualcs tradicionales y por su terminologa. Pero hay dos extre
mos que el libro pone en claro de modo indiscutible, a mi entender. En primer
lugar, la antropologa bblica completa opone una notable resistencia a la tesis
demasiado simplificadora de la muerte total; es decir, esta tesis no tiene un
fundamento bblico. En segundo lugar, la verdadera cuestin que se le plantea
a la tesis de la muerte total es la de la identidad del hombre resucitado.
25. F. Heidler, Die biblische Lehre von dey Unsterblichkeit dey Seele, Sterben.
Tod, ewiges Leben im Aspekt lutherischer Anthropologie, Gbttingen 1983.
26. Ibid., 146 s.
Rnw,,ceIdn de los mue,w3 439
4. Resurreccin en la muerte
b ¿Resurreccin ya en la muerte?
1. La propuesta de Gisbert Greshake y de Gerhard Lohfink. En
la lnea de la hiptesis rahneriana, y siguiendo a muchos autores que
apuntan en igual direccin y argumentan de modo similar33, los dos
significa que de todo eso nada se ha perdido para Dios, porque Øl ama
al hombre. El ha recogido todas las lÆgrimas y ninguna sonrisa le es
ajena. Resurreccin del cuerpo significa que el hombre no slo reen
cuentra en Dios su œltimo momento, sino su historia»39.
Esta visin de una idea personal del cuerpo se ha convertido en
patrimonio comœn entre los telogos catlicos actuales, con indepen
dencia de su postura ante la tesis de la «resurreccin en la muerte».
Pero se ha puesto en claro que el inicio de la resurreccin en la muerte
estÆ relacionado necesariamente con esta concepcin de la corporeidad:
slo con ese supuesto puede concebirse -ante el hecho del cuerpo
descompuesto del muerto por tanto, ante la destruccin de la cons
telacin de materia que le perteneca- una consumacin de su cor
poreidad esencial y de su historia vital en el cuerpo con sus Øxitos y
fracasos. La resurreccin del cuerpo ya en la muerte se ajusta, en este
40. Las tesis 5 y 6 de Lohflnk son: «El mundo en general y toda la historia
estÆn ligados indisolublemente a nuestro propio mundo personal. Por eso, en la
muerte se presenta ante Dios, junto con nosotros, toda la historia restante. En la
muerte desaparece el tiempo. Por eso el hombre, al traspasar el umbral de la muerte,
no slo experimenta su propia consumacin, sino a la vez la consnmacin del mundo»
G. Lohfinl, Was ko,nmt nach dem Tod? 144, 147; subrayado mo. Las tesis son
insostenibles en esa forma. La amplia respuesta de Lohfink en la cuarta edicin de
la Quaesrio, 131-155, «El problema del tiempo y la consumacin del mundo’>, no
aclara las dudas, a mi juicio, en el punto decisivo.
41. ‘Si Dios cst igualmente prximo a cada punto de la historia terrena, ¿por
quØ su venida para la consumacin ha de acontecer al mismo tiempo en cada punto
de la historia humana? ¿por quØ los muertos, at sufrir el proceso de purificacin,
no pueden participar en el proceso del destino csmico, quizÆ tambiØn en el proceso
de st. <resurreccin> gradual en el tiempo, sin ser ellos mismos temporales?
«n todo caso, la tesis de Lohfink sobre la presencia de la consumacin general
en la consumacin individual supone un oscurecimiento del tiempo en curso y una
desvalorizacin de la historia pendiente» H. Vorgrirnler. Der Tod ini Denken ant
Leben des Chrisren, 125.
42. «LEs cierto que slo se da la alternativa entre tiempo fsico y no-tiempo,
que luego se identifica con la eternidad? ¿es lgico transferir al hombre que ha
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