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El síndrome de Solomon es la tendencia de los niños de tomar


decisiones o adoptar comportamientos para evitar sobresalir, destacar o
brillar en un grupo social determinado debido a la presión que dicho grupo
ejerce sobre él por distintos motivos.

De esta forma solemos ponernos trabas y complicaciones a nosotros


mismos, por lo que seguimos los pasos de las personas que forman
nuestro círculo de amigos aunque sepamos que no es el adecuado.

Aunque no lo creamos de forma inconsciente tememos llamar la atención


demasiado, esto puede ser por miedo a que nuestros logros y virtudes
ofendan a las personas que están a nuestro alrededor.
Por lo que, podemos decir que este síndrome nos hace mostrar nuestra
falta de creencia en nosotros mismos es decir, en nuestra autoestima
y confianza. Haciéndonos dependientes del valor que nos den las personas
de nuestro alrededor.

Además, también podemos concluir que aún a día de hoy nuestra sociedad
condena el talento de otras personas así como los éxitos que puedan
cosechar. Se puede decir, que aunque nadie lo diga, no nos gusta que a
otra persona le vayan bien las cosas. Esto nos lleva a presentar el
siguiente concepto que forma al Síndrome de Solomon, la envida.

¿Qué es la envidia?

El Diccionario de la Real Academia Española define la envidia como


“tristeza o pesar del bien ajeno”, así como “emulación, deseo de algo que
no se posee”. De estas dos pequeñas definiciones podemos obtener que
la envidia es el sentimiento de aspiración de poseer algo que no se tiene
ya que lo disfruta otra persona.

Por otro lado, también se puede considerar como un deseo de que la


persona que está disfrutando de aquello que nosotros no tenemos y
queremos lo pierda o se vea perjudicado (Montañez e Iñiguez, 2002).

Por lo que podemos concluir que la envidia surge cuando comparándonos


con otras personas nos damos cuenta de que ellos tienen algo que
nosotros no tenemos pero que sin embargo, ansiamos tener. Esto
desencadenará en sentimientos de inferioridad hacia la otra persona.

¿Existe la presión de grupo o presión


social?
Existen multitud de estudios como los de Asch, el cual presentaremos a
continuación y Crutchfield que han demostrado que existe la fuerza del
impacto del grupo sobre el individuo y la fuerza de la presión ejercida por
el grupo cuando intenta imponer la uniformidad de opinión a un individuo
que no piensa o actúa como los demás.

Según Moscovici en Sacristán (S/F) el inconformismo en ocasiones puede


permitir que el grupo se adapte y actúe. Para él, existe modalidades
básicas de la influencia social: conformismo, normalización e innovación:

Conformismo

Una persona puede cambiar su actitud o comportamiento hacia una idea


u objeto determinado debido a la presión que ejerce el grupo sobre ella
ya sea real o imaginada. Por lo que, la persona se siente obligada a
cambiar tanto sus ideas como sus comportamientos para tomar como
suya la del grupo que le rodea.

El conformismo aparece en este síndrome ya que los individuos aunque


piensen diferente sobre algún tema en cuestión, tienden finalmente a
aceptar lo que los demás piensan y sienten llegando a abandonar sus
pensamientos y creencias para aceptar los del grupo como propios.

Normalización

Sería un sinónimo de negociación ya que consiste en dejar las diferencias


respecto a un tema u objeto de lado para aceptar un denominador común.
Es una presión que se ejerce por ambas partes y desemboca en una norma
que se acepta por todos los miembros del grupo.

Innovación

Se puede considerar que es una influencia ejercida por un individuo o por


un grupo minoritario cuyo objetivo es impulsar nuevas ideas así como
modos de pensar o de comportarse diferentes a los existentes. Este grupo
minoritario puede llegar a introducir cambios (Sacristán, S/F).
¿Hay estudios que corroboren este
Síndrome?
El nombre de este Síndrome viene dado de su descubridor, un psicólogo
estadounidense. Éste realizó una investigación que consistió en una
prueba relacionada con la conducta humana y muy influida por el entorno
social o presión social.

Este estudio se conoce como Teoría de Asch o el Poder de las Mayorías


consistió en mostrar un par de cartas a un grupo de 11 sujetos, de los
cuales siete de ellos sabían de la naturaleza de este estudio y tenían que
ejercer un papel determinado; expresar su opinión antes de que lo hiciera
el resto. Esta opinión había sido previamente programada con el
investigador, pues el objeto de estudio era el resto de personas.

Una vez que sus colaboradores respondían así como sus objetos de
estudio, se comprobaba las respuestas de estas personas que en principio
respondían libremente. Parece ser que estas personas se dejaban guiar
por las respuestas erróneas. Una de cada 4 coincidía en la mitad de las
veces.

Este estudio se actualizó con imágenes tridimensionales. Según los datos


que se extrajeron, los sujetos secundaron las respuestas erróneas
impuestas por el grupo en una media superior al 40 por ciento. Gracias a
esta experiencia, se comprobó el conformismo social que existe en el
cerebro.

Por lo que según estos estudios se puede destacar que “la incomodidad
de estar solo puede hacer que una opinión mayoritaria parezca más
atractiva que ceñirse a las creencias propias” y “si las ideas ajenas pueden
afectar al modo en que alguien percibe el mundo exterior, entonces la
misma verdad se ve cuestionada” (Sacristán, (S/F).
¿Existe el Síndrome de Solomon en las
escuelas?
El Síndrome de Solomon es un trastorno muy común en las aulas, ya que
existen multitud de alumnos que por alguna razón confían muy poco en
ellos mismos y temen ser excluidos de su grupo de amigos. Tenemos que
recordar que para los menores es muy importante ser aceptados por sus
compañeros, por lo que si tienen que ir en contra de sus ideas para ser
aceptados lo harán.

Es importante que como educadores y profesionales de la educación,


seamos capaces de ser conscientes de que estas situaciones están muy
presentes en las clases de los centros educativos.

Por lo que tenemos que formar a nuestros alumnos para que sepan
gestionar correctamente sus emociones con el fin de que puedan ser ellos
mismos y expresarse sin miedo y/o consecuencias negativas por parte de
sus compañeros. Si se trabaja adecuadamente, tendremos una clase en
la que los alumnos no se van a sentir tan vulnerables frente a la presión
de grupo.

Parece ser que como humanos, siempre hemos tenido miedo a destacar y
a sobresalir por encima de un grupo. Ya sea por la exclusión por parte del
grupo que eso conlleva o por el sentimiento de inseguridad que lleva
consigo mismo esta acción.

¿Cómo superar el Síndrome de Solomon en


las aulas?
Llegados a este punto podemos pensar que combatir este síndrome puede
llegar a ser algo tremendamente complicado por la cantidad de emociones
y sentimientos que la caracterizan y rodean.
Como profesionales de la educación debemos observar a nuestro grupo-
clase con la idea de tener la información necesaria tanto de sus fortalezas
como de sus debilidades para posteriormente poder actuar. A continuación
os presentamos algunas pautas:

1- Crear cohesión de grupo

Para que un grupo funcione es importante que tengamos en cuenta su


cohesión. Es decir, sus miembros deben de sentirse orgullosos de
pertenecer al grupo y para ello debemos de tener en cuenta que debemos
favorecer las condiciones adecuadas (Cascón, 2000). Un ejemplo para
conseguir este objetivo podría ser realizar dinámicas de grupo en el aula.

2- Fomentar la educación en valores

Debe ser una constante en las actividades que se realicen para evitar este
trastorno con el fin de hacer a las personas más justas y dignas. De forma
transversal se pueden trabajar los valores en cualquier materia aunque es
cierto, que algunas se prestan más que otras. En niveles como primaria
una buena idea sería a través del cuento o historias.

3- Enseñar habilidades socioemocionales

El desarrollo de habilidades socioemocionales está cobrando cada vez


mayor importancia en la actualidad. Éstas tienen una gran repercusión en
el desarrollo personal, académico y laboral así como para la prevención
de comportamientos antisociales.

Habilidades como el saber apreciar a la otra persona y demostrárselo,


comprenderla y tener empatía; pueden ser adquiridas con facilidad si se
trabaja bien desde la infancia, algo que podría prevenir que surja este
síndrome en la infancia.

Como educadores, debemos de saber que existen multitud de programas


de habilidades socioemocionales que se pueden realizar tanto en los
centros como en las aulas. Algunos programas los ofrece el ministerio de
educación mientras que otros son realizados por los propios profesionales.

4- Regular los conflictos

Aunque es cierto que no podemos prohibir los conflictos ya que son algo
natural. Es recomendable que sepamos regularlos y solventarlos a tiempo,
ya que si no se tratan pueden desembocar en sentimientos de malestar
en el grupo en general y en alguno de sus miembros en particular. Esto
puede generar que se creen este tipo de trastornos e incluso el acoso
escolar.

Por ello, dependiendo de la franja de edad de nuestros alumnos es


aconsejable que se traten las dificultades que se puedan presentar sus
relaciones, no prestándoles por ello menos atención aunque nos parezcan
tonterías. El diálogo o la mediación, son prácticas que nos pueden ayudar
(Grande, 2010).

5- Promover el reforzamiento positivo en el aula

Es muy importante que tengamos en cuenta que a los alumnos les cuesta
trabajo participar en clase. Una manera de animar a aquellos que
participen poco por los motivos que sean, es el reforzamiento positivo.
Consiste en premiar el esfuerzo a través de la palabra, un ejemplo podría
ser: muy bien, has levantado la mano (Martínez y otros, 2010).

6- Fomentar buenas habilidades de comunicación en


clase

Si tenemos buenas habilidades de comunicación, seremos asertivos y por


ende expresaremos lo que pensamos de buena manera ya que tendremos
las herramientas necesarias.

Gracias a estas habilidades podremos prevenir el conflicto y tener más


confianza en nosotros mismos (García, 2015). Aunque existen muchos
programas que ayudan a desarrollar las habilidades comunicativas, el
mejor ejemplo para tus alumnos eres tú mismo.

7- Impulsar la resiliencia

Mediante la resiliencia podemos ser capaces de ganar autoconfianza ya


que gracias a ésta somos capaces de asumir cualquier situación que nos
ponga a prueba (Henderson y Milsteil, 2003).

Estas y otras pautas similares pueden ser efectivas para prevenir o


mejorar la convivencia en el aula con este síndrome. Lo importante es que
sepamos cuales pueden ser efectivas con nuestro grupo de clase e incluso
con nuestros alumnos, ya que pueden existir muchas diferencias entre
unos y otros.

Conclusión
Como hemos podido comprobar, este síndrome es algo muy común no
sólo en las escuelas sino en la sociedad en general. A lo largo de nuestra
vida, vamos a tener que enfrentarnos contra valores negativos de los
cuales tenemos que ser conscientes si queremos cumplir los objetivos y
metas que nos propongamos en la vida.

Por lo que, es importante que como educadores y familiares fomentemos


en nuestros hijos y alumnos habilidades tanto de comunicación como
socioemocionales así como sociales para que tengan las herramientas
adecuadas para enfrentarse a todos los problemas que les plantee la vida.

Si no lo hacemos, no podrán llegar a cumplir sus sueños lo que


desembocará en sentimientos y emociones negativos que le perjudicarán
su bienestar emocional.

Por último, tenemos que resaltar que desde las aulas es importante que
se destierre el miedo y que se promueva una cultura de reconocimiento y
de esfuerzo, en la cual los méritos individuales puedan trascender del
grupo clase. Esto hará que el Síndrome de Solomon no invada nuestras
aulas como lo está haciendo en la actualidad.

Referencias

1. Cascón, Paco (2000). Educar en y para el conflicto. Cuadernos


de Pedagogía, 287, 61-66.
2. García, M. G. (2015). La comunicación en la escuela. pp. 39-
52. Tendencias Pedagógicas, (1).
3. Grande, M. J. C. (2010). Convivencia escolar. Un estudio sobre
buenas prácticas. Revista de paz y conflictos, 3, 154-169.
4. Henderson, N., & Milstein, M. M. (2003). Resiliencia en la
escuela. Buenos Aires: Paidós.
5. Martínez, J. M. A., Meilán, J. J. G., León, F. G., & Ramos, J. C.
(2010). Estrategias motivacionales y de aprendizaje para
fomentar el consumo responsable desde la
Escuela. REME, 13(35), 1.
6. Montañés, M. C., & Iñiguez, C. G. (2002). Emociones sociales:
enamoramiento, celos, envidia y empatía.
7. Sacristán, A. E. (S/F). Teorías psicosociales aplicadas: la teoría
de Asch.

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