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En 1793, Belgrano recibió el título de abogado y ese mismo año, volvió a su natal
Buenos Aires, siendo designado con tan sólo 23 años como primer secretario del
Consulado. Desde allí, se propuso realizar un fomento la educación, por medio de
la capacitación a las personas para que aprendieran distintos oficios y pudieran
aplicarlos en beneficio del país. Para ello, creó escuelas de Dibujo, de
Matemáticas y de Náutica. Pero Belgrano, pronto tomó conciencia, de que sus
proyectos modernizadores pese a ser grandes e innovadoras ideas, serían
irrealizables a causa de la administración colonial, y que sólo podrían hacerse
posibles si se daba la Independencia que traería consigo el progreso.
De manera que, en 1806, durante las invasiones inglesas, Manuel Belgrano decidió
incorporarse a las milicias criollas para defender la ciudad. A partir de ese entonces,
compartió su enorme pasión por la política y la economía con una carrera militar que
realmente no lo entusiasmaba demasiado, ya que pensaba que podía desempeñarse
mejor aplicando sus amplios conocimientos económicos y políticos, que como soldado. A
partir de ese momento, empezó a conspirar contra la dominación española impulsado por
las noticias llegadas en 1809 sobre la ocupación de la metrópoli por el ejército francés.
Pese a que Manuel Belgrano no era militar profesional, fue nombrado General al
mando del ejército del Paraguay, que fue formado con el objetivo de obtener la
adhesión de dicho territorio al inminente proceso independentista, pero
lastimosamente, resultó vencido por los paraguayos, lo que conllevó además al
fracaso del intento de mantener la unidad entre Paraguay y Argentina. Aunque,
cabe aclarar que pese a haber sido derrotado en las armas, consiguió dejar
sembrado en las mentes y corazones de los jefes paraguayos el anhelo de
libertad.
En 1812, Manuel Belgrano asumió la jefatura del Ejército del Norte y por ese
entonces creó e izó por primera vez, en las barrancas rosarinas del Paraná, la
bandera azul y blanca que pasaría a ser la bandera nacional.
Ese mismo año, al mando de sus tropas consiguió la victoria contra las fuerzas
españolas del general Juan Pío de Tristán y Moscoso en la batalla de Tucumán y
un año más tarde, en 1813 en la batalla de Salta, victorias que salvaguardaron la
Independencia argentina al lograr contener la contraofensiva Realista proveniente
desde el norte.
Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea le había otorgado
40.000 pesos oro. Dinero que Belgrano, donó para la construcción de cuatro
escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Pero
lamentablemente, el dinero donado fue destinado por el Triunvirato y los gobiernos
sucesivos a otras cosas.
Cabe destacar también que Belgrano, redactó un moderno reglamento para las
escuelas que no se construyeron, donde promovía ideas como que el maestro
debía ser bien remunerado al desempeñarse en una de las profesiones más
importantes.