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ES
De la CONDENA….
A la CORRECCIÓN FRATERNA
Ejercicio Espiritual 5

Objetivo: Mostrar que la vida fraterna no se logra sin la corrección humilde, paciente y constructiva de
unos a otros, con el único propósito de que Cristo se forme en nosotros y que la vida comunitaria no se
malogre por el desinterés de unos para con otros.

Ambientación: A partir de este cartel, compartir las impresiones que causa en los participantes.

ES

DE LA CONDENA…
A LA CORRECCIÓN FRATERNA

PARA INICIAR NUESTRA REUNIÓN


El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y con la imagen.
Después hacen todos juntos la siguiente invocación:
“Aquí estamos, Señor, congregados en tu nombre. Quédate con nosotros. Penetra en nuestro corazón,
hazlo dócil a tu palabra e inspira nuestras decisiones.
Que juntos sepamos escucharte y descubrir lo que tenemos que hacer para ir dejando atrás el
individualismo que nos aqueja y caminar cada día construyendo la fraternidad que Tú quieres para tus
hijos”. Padre Nuestro…. Amén.
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MIRANDO NUESTRA REALIDAD


Preguntas: ¿Qué es más fácil: criticar o corregir? ¿Por qué resulta difícil corregir al hermano?

La vida cristiana es una gracia del cielo que se realiza en la tierra, con personas terrenas, en medio de
realidades terrenas. Encontrar a Dios y alcanzar la santidad no es cosa fácil en medio de estas
realidades terrenales. Buscar las cosas de allá arriba donde está Cristo no es nada fácil, cuando el
mundo nos presenta atractivos muy poderosos para instalarnos en las cosas de acá abajo. Por ello, el
Señor Jesús nos enseñó a apoyarnos unos a otros, corregirnos mutuamente, enseñarnos mutuamente,
amarnos mutuamente.

Hay dos tentaciones que corremos en la vida comunitaria: una es desentendernos unos de otros,
porque este es el camino más fácil; y la otra, es querer controlar a los demás imponiendo nuestros
criterios, juzgando y condenando a quienes no se ajustan a nuestros deseos. La condena no ayuda.
“Si uno se tiene por religioso, pero no refrena la lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad es
vacía” (Santiago 1,26). La corrección fraterna es constructiva, aunque cuesta más.

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS


La corrección fraterna (Mateo 18, 15-18)
«Si tu hermano te ofende, ve y corrígelo, tú y él a solas. Si te escucha has ganado a tu hermano. Si no
te hace caso, hazte acompañar de uno o dos, para que el asunto se resuelva por dos o tres testigos. Si
no les hace caso, informa a la comunidad. Y si no hace caso a la comunidad considéralo un pagano o
un recaudador de impuestos. Les aseguro que lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el
cielo, y lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo».

REFLEXIÓN.
¿Qué hacemos ordinariamente cuando alguien en la comunidad falla en su testimonio cristiano? A
veces juzgamos duramente sin darnos la oportunidad de aclarar, a veces callamos por respeto pero ya
no confiamos, a veces divulgamos el hecho y difamamos, a veces nos hacemos de la vista gorda y
justificamos el hecho, pero pocas veces practicamos la corrección fraterna.

¿Qué es la corrección fraterna? La corrección fraterna es un acto de amor al prójimo para ayudarle a
alcanzar la santidad y para mantener la salud de la vida en comunidad.
¿Cómo hacerla? Ante todo, la corrección fraterna se da mediante el testimonio de la propia vida. Una
vida apegada al evangelio resulta ser la mejor invitación a la conversión del pecador. Pero también, es
necesario hablar. Y la palabra toma forma de consejo, de consuelo, de amonestación, de advertencia y
de corrección.

“Si tu hermano peca”: es decir, nos debe constar que la persona ha cometido un acto grave que lastima
u ofende a la comunidad, y se mantiene en su pecado, ya sea por ignorancia o por obstinación.
“Ve y corrígelo”: es decir, que si nadie le ha llamado a la conversión, es preciso dar el primer paso e
invitarlo con suave caridad a reconsiderar su conducta. Siempre debe ser en base a los valores del
evangelio, y nunca sobre mis gustos o ideas personales. Se trata de configurarse con Cristo, no con mi
deseo particular.
“A solas”: es decir, sin afán de morbosidad, sino con sumo respeto y delicadeza, ya que la dignidad de
la persona está por encima de todo. “A solas” es como decir “de hombre a hombre”, “de mujer a mujer”
puesto que no lo hacemos de arriba para abajo como si nosotros estuviéramos libre de culpa, sino
desde la propia fragilidad personal (ver Mateo 7,1-5).
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“Si te hace caso, habrás ganado a tu hermano”: Esto es fruto de la gracia. No es motivo de orgullo
personal para lucirse, sino motivo de agradecimiento a Dios y de alegría por la oveja que vuelve al
rebaño de Cristo.

“Si no te hace caso, hazte acompañar de uno o dos”: no siempre somos nosotros los indicados para
influir positivamente en el hermano. Es preciso buscar o informarse acerca de posibles personas
adecuadas capaces de influir eficazmente en su corazón. Todos tenemos una puerta abierta para
alguien en especial que puede tocar nuestro corazón: ya sea por la edad, por la autoridad moral, por el
cariño que le profesamos o por el carisma del convencimiento.

“Si no te hace caso, díselo a la comunidad”: En casos difíciles, tendremos que recurrir al responsable
de la comunidad (Obispo, sacerdote, laico responsable). Si es un hecho público, hay que pedir a la
comunidad ponerse en oración de intercesión. La excomunión es una pena extrema que tiene la Iglesia
cuando se agotan todos los recursos frente a pecados sumamente graves.

La corrección fraterna es una medicina amarga. Dice la Escritura: Es verdad que, de momento,
ninguna corrección, cuando es aplicada, resulta agradable, más bien duele; pero más tarde
produce en los que fueron corregidos frutos de paz y de justicia (Hebreos 12,11).

Por lo mismo, es preciso implorar la asistencia del Espíritu Santo, preparar las palabras justas, el
momento oportuno y aguardar (esperar) el efecto de la gracia.

El individualismo nos lleva a despreocuparnos de los demás: no nos importa si el otro se salva o se
condene. La vida fraterna, en cambio, nos mueve a estar atentos al hermano en el amor y en la
corrección fraterna.

DIÁLOGO

 ¿Cuándo corregimos a alguien, lo hacemos de


verdad movidos por el amor, o en ocasiones está
mezclado el enojo y la condena?

 ¿Cómo reacciono yo ante la corrección? ¿Lo hago


con humildad o con soberbia?

 ¿Podemos mencionar a alguna persona conocida


que nos ha dado ejemplo de cómo corregir?
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GESTO O SIGNO

Después de haber reflexionado estos cinco temas, nos colocamos en círculo abrazados, como signo de
nuestro deseo de vivir en fraternidad.

Decimos todos juntos las siguientes frases:

 Los cristianos tenemos el deber de hacer corrección fraterna.


 Antes de corregir pidamos la luz al Espíritu Santo para saber el mejor modo de llevarla a cabo.
 Es incómodo ser corregidos, pero todos lo necesitamos.
 Cuando corregimos, seamos conscientes de nuestra propia pequeñez, reconociéndonos
pecadores ante Dios.
 La corrección es fruto de la caridad, no del juicio ni de la condena.
 Qué el Señor nos ayude a corregir con amor, solo de esa forma nuestra corrección será fraterna.

COMPROMISO

Identificar qué necesita nuestra comunidad para crear un ambiente de confianza que facilite la
corrección fraterna. ¿Qué pasos podemos dar en esta dirección?

ORACIÓN

“Padre bueno, que nunca te cansas de perdonar nuestros errores y de ofrecernos nuevas
oportunidades, no nos dejes caer en la tentación de condenar sin ninguna misericordia.

Ayúdanos a seguir amando a quien se equivoca, y a quien en ocasiones nos hace daño;
Enséñanos a corregir con paciencia, con respeto y delicadeza, buscando siempre el bien del otro y de
la comunidad.

Ayúdanos a pedir por los demás, mucho más cuando están en el error.
Danos suficiente amor para corregir, y danos mucha humildad para aceptar la corrección cuando
estamos equivocados”.

Parroquia “Santiago Apóstol”


Monclova, Coahuila
Cuaresma 2018

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