Reseña del capítulo “Geografías postcoloniales de la memoria.
Guinea y el discurso colonial en España”.
Mateo montoya Quintero.
Para reseñar este capítulo, quiero partir de la siguiente premisa: la religión, la
geopolítica, las ciencias naturales y las ciencias sociales, son, la justificación perfecta del fenómeno imperialista europeo, los centros de enunciación siempre son las metrópolis, que tienen una visión muy acotada y parcial de la realidad. Los intelectuales europeos de finales del siglo XVIII y todo el siglo XIX fueron aficionados a estructurar conceptos como el de cultura, como resultado tenemos la categorias de primer, segundo y tercer mundo. Esta estructura, tan de moda actualmente, parece ser la excusa perfecta, para presentar los fenómenos coloniales como una promesa de civilización y no como las violentas apropiaciones y estabilizaciones de grupos humanos con diferentes espíritus, tradiciones, formas, etnias y modos. Entendiendo los modos, como aquellos constructos económicos, políticos, religiosos, identitarios que rodean un grupo humano, que ademas encuentra significados en una zona geográfica específica.
La base común, que es transplantanda de las metrópolis, a las colonias, están
cargadas de unos significados incompatibles, por lo cual un proceso de colonización no puede ser nunca pacifico, ya que responden a los intereses parciales de una de las culturas en pugna. Por lo tanto vemos en el texto, una alegoría de la realidad africana en los siguientes términos: Negro, salvaje, exótico, accidentado, menor de edad, incivilizado. Es difícil ubicar en términos históricos los rendimientos de los procesos de explotación de recursos del continente africano, ya que estos son un tanto confusos, las costas occidentales de este continente, fueron, desde antes del descubrimiento de América un sistema económico fructífero para los europeos. Se sabe que antes del descubrimiento de las indias occidentales, ya había un amplio comercio de esclavos africanos en Europa, la necesidad de este valioso producto fue exponencialmente en aumento en los siglos posteriores a este descubrimiento, la explotación de recursos puede ser evidenciada desde este momento histórico, entonces ya había un interés particular de los grupos privados de europeos por usufructuarse de estas tierras, para fines del siglo XIX, es importante resaltar que la mayoría de países europeos promulgaban la libertad como una de las principales banderas de sus regímenes, podemos ver la necesidad imperiosa de, por un lado seguir justificando las conductas de explotación que se sostenían en África para sostener los intereses europeos, por otro lado la búsqueda de actualizar la idea de colonialismo.
El campo parecía estar preparado para la conferencia de Berlín, donde las
potencias europeas, con regla, se dividen el continente africano, como pueden justificar este fenómeno, la necesidad ya no es explotar la población que vive en el continente, sino la civilizar estos grupos humanos, la necesidad de llevarles, la verdad, la cultura, la razón, la literatura, la fe. Por lo tanto se convierten nada más y nada menos que en los tutores de estos territorios y sus gentes, pero como es muy difícil tapar el sol con una mano, podemos ver que la necesidad de geógrafos, antropólogos, científicos, religiosos, militares, ingenieros, son utilizados en actividades muy específicas, unos tienden a la estabilización del imperio, otros siguen aportando a la explotación de estas tierras.
Es muy importante la preponderancia de los factores geográficos, en este
proceso de colonización, en el ejemplo específico de el golfo de Guinea, reclamado por el imperio español, donde tener el conocimiento espacial del territorio, era de suma importancia para su control, ademas de la territorializacion de los grupos humanos que habitaban este territorio, esencialmente, como huellas espaciales, dejando de lado, la construcción cultural de estas sociedades.
La transplantación de la fe, también es un movimiento particular, el discurso de
la educación propagado por las campañas de misioneros, que sirvieron, para crear y mantener la cohesión social, de una manera un poco más neutral, indirecta, entre dominadores y dominados. Sin embargo, civilizar, educar, evangelizar, definir al nativo, es borrar sus características, borrar la esencia de su ser, quitarle su razón de ser, convertirlo en un ciudadano español, bueno, vale aclarar que sería un ciudadano español negro, socialmente mucho menos representativo que el nacido en Madrid. Además de que partimos, de la premisa de que en el continente africano era imposible generar cultura y producir conocimientos.
Por último el texto es bastante reiterativo en lo siguiente: ningún discurso
hegemónico, logra mantener estable lo que trata de describir, menos el discurso colonialista, ya que está cargado de unos códigos que eras desconocidos , por los nativos americanos, los nativos africanos, los nativos de las islas del Pacífico sur, por lo tanto estos discursos tanto en Guinea, como en las otras latitudes mencionadas que vivieron estos procesos de colonización, fueron violentados, fragmentados y borrados del mapa cultural, por lo cual no somos más que sincretismos entre lo propio y lo extraño, lo que fuimos y lo que nos convirtieron, entre los postulados estructurales europeos y nuestros modos naturales.