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El vínculo y los trastornos del apego

Bases de la teoría del apego

La teoría del apego constituye la teoría más validad sobre el desarrollo emocional y social en la
actualidad. El apego es vínculo que nos une aquellas personas muy cercanas y especiales que
pueden dar seguridad, generar calma y regulación emocional en momentos de intensidad, así como
habilitar nuestro mejor funcionamiento.
La regulación emocional es un proceso diádico, que se da a través de la conexión y las
respuestas sensibles de una figura de apego a las necesidades del niño; de esta manera, la madre lo
lleva a un estado de tranquilidad, en el que predominan los sentimientos positivos y lo ayuda a
registrar sus emociones sin quedar desbordado. Esta experiencia, repetida una y otra vez y
mantenida a lo largo del tiempo, permite que el bebé gradualmente incorpore capacidades para
autorregularse. Así, en el primer año de vida, el bebé adquiere el núcleo de las capacidades para
experimentar, expresar y modular sus emociones.
La figura de apego cumple una doble función, es complementariamente a) una base desde
la cual explorar cada vez más y de forma autónoma, y b) un refugio al cual volver cuando se
presentan situaciones difíciles, que le permite a un niño experimentar, expresar y regular
emociones. En este sentido, el sistema de apego opera en un equilibrio calibrado con el sistema de
exploración. Si el niño tiene confianza en que una figura protectora va a estar disponible si la
necesita, se desactivan las conductas de apego y comienza la exploración óptima, es decir, la
disponibilidad de la figura de apego está asociada a la autonomía y a la independencia.
Sobre la base de experiencias concretas de interacción que se repiten y conforman
patrones esperables, se construye una representación mental, la cual expresa un estilo de
interacción con la figura de apego. Este modelo interno de representación tiene dos elementos
básicos a) una representación de la figura de apego, cuyo rasgo central es su disponibilidad (qué se
puede esperar de ella cuando se la necesita) y b) una representación complementaría de sí mismo,
cuyo rasgo central es la representación del propio valor (cuán aceptable y cuán merecedor de
ayuda y protección es para la figura de apego).
Una vez construido, regula lo que se puede esperar de la figura de apego en las diferentes
situaciones, y a su vez, estas expectativas, guían la conducta y el intercambio interpersonal. En otras
palabras, aunque no es el mundo real, condicionan cómo se vive en el mundo real: cómo se
experimenta subjetivamente, cómo se comprende, cómo se reacciona en el mundo real.
A partir de las investigaciones llevadas a cabo por Ainsworth (1978), en las cuales utilizó la
Pueba de la Situación Extraña, pudieron establecer tres estilos diferentes de apego, cada uno de los
patrones de apego contiene una estrategia particular para recuperarse: a) seguro, exploran
libremente y recuperan rápidamente de las emociones negativas, b) inseguro evitativo, pueden
parecer precozmente independientes, pero sus conductas evitativas son indicadoras de una falta de
confianza en la respuesta que esperan recibir y no se tranquilizan por completo, y c) inseguro
ambivalente, la exploración queda limitada, reaccionan intensamente a la separación y tienen
mucha dificultad para calmarse. Posteriormente Main y Solomon describieron una cuarta categoría
llamada apego desorganizado.
En resumen, Ainsworth identificó que la sensibilidad y disponibilidad estaban altamente
correlacionadas con el comportamiento seguro, es decir, da libertad y fomenta autonomía. Los
niños aprenden a esperar si tienen confianza en que la madre va a estar ahí, creen que tienen
mayor control sobre el medio y que pueden tener éxito usando sus habilidades si lo intentaba. No
obstante, la seguridad es solo una de las dos cualidades del apego, la otra es la organización, la cual
ha demostrado ser más importante que la cualidad segura en términos de psicopatología y salud
mental.
El apego está relacionado con procesos regulatorios no sólo emocionales sino también
fisiológicos, inmunológicos y hormonales.
Ansiedad por separación
De acuerdo con Bowlby la ansiedad es un derivado de la necesidad de apego en los niños que es
necesario para su supervivencia. En este sentido se experimenta la angustia ante la separación de la
figura de apego, pues en esta circunstancia no es posible la satisfacción de sus necesidades.

En este sentido, la ansiedad de separación hace referencia a un estadio del desarrollo infantil en el
que los niños sienten angustia cuando se separan de su cuidador principal (generalmente la madre).
Esta fase suele comenzar aproximadamente a los 8 meses de edad y durar hasta los 14 meses.

Suele terminar hacia los 14 meses de edad, cuando los niños empiezan a entender que los padres
siguen existiendo aunque ellos no puedan verlos y que van a volver más tarde. Son capaces de
separarse de sus padres y estar varias horas lejos de ellos, pues han desarrollado una sensación de
seguridad en sus cuidadores y su ambiente.

Bowlby distinguió cuatro períodos en el desarrollo de la vinculación a lo largo de la infancia:

1. Del nacimiento a los 3 meses: dependencia total de la madre y satisfacción de sus


necesidades. Etapa de aseguramiento y proximidad, a través del olor y la voz.
2. De los 3 a los 6 meses: el bebe emite señales a otras personas que distingue, sonrisa.
3. De los 6 meses a los 3 años: intenta mantener la proximidad con las figuras vinculares a las
que reconoce perfectamente.
4. A partir de los 3 años ya no tiene necesidad de presencia física de la madre para sentirse
seguro.

Pueden distinguirse diversos factores asociados a la aparición de dificultades en el manejo de la


ansiedad por separación:

- No haber sido expuesto a una separación paulatina de los padres, quizás por
sobreprotección
- Experiencias traumáticas de separación en las que se dieran una o más condiciones de las
- que potencian la ansiedad.
- Refuerzo negativo por parte de los padres a las conductas de apego excesivo del niño.

El trastorno por ansiedad de separación tiene como característica principal ansiedad excesiva e
inapropiada para el desarrollo del niño, concerniente a su separación respecto de las personas con
quienes está vinculado. Es decir, se caracteriza por la presencia de ansiedad excesiva ante la
separación de las figuras de apego o del hogar, o ante la anticipación de estas situaciones. Se
acompaña de una serie de síntomas, como malestar excesivo, quejas somáticas, preocupación
persistente y negativa a permanecer o dormir solo. Su diagnóstico requiere una persistencia de
dichos síntomas al menos durante cuatro semanas y una repercusión negativa en la vida y en el
desarrollo del niño.

Dentro de los diagnósticos diferenciales lo primero es distinguir el TAS de la AS normativa:


Apego y psicopatología
Los patrones de apego originales (seguro, inseguro-evitativo, inseguro-ambivalente)
representan patrones de adaptación que pueden ser encontrados en niños y sus padres en
poblaciones no clínicas. Sin embargo, los comportamientos categorizados como apego
desorganizado no pueden verse como estrategias adaptativas ya que son comportamientos
contradictorios y en casos extremos muestran cogniciones y afectos desorientados.
La observación de un extensivo rango de desórdenes del apego ha permitido formular una
tipología basada en el supuesto de que la predisposición para el desarrollo del apego puede ser
cambiada y distorsionada por influencias sociales y/o psicopatología parental severa.
Desviaciones de la llamada homeostasis del apego son descritas como disturbios severos o
moderados que sobre-reactivan el sistema de apego ya sea inhibiendo la exploración o
promoviendo excesiva exploración:
 Sin señales de comportamiento de apego
 Comportamiento de apego indiferenciado
 Comportamiento de apego inhibido

 Comportamiento de apego agresivo


 Comportamiento de apego con inversión de roles

 Trastorno del apego con comportamiento adictivo


 Síntomas psicosomáticos

Referencias

Ajuriaguerra, J. (1977). Manual de Psiquiatría Infantil. Barcelona: Masson.


American Psychiatric Association. (1995). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales 4º ed. (DSM IV). Barcelona: Ed. Masson,
Di Bartolo, I. (2016). El apego. Cómo nuestros vínculos nos hacen quienes somos. Buenos Aires:
Lugar Editorial.
Heinz, K. (2002). Treating Attachment Disorders: From Theory to Therapy. New York: Guildford
Publications.

Orgilés, M., Espada, J. & Méndez X. (2008). Trastorno de ansiedad por separación en hijos de
padres divorciados. Psicothema, 20(3), pp. 383-388.

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