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Serie

Secretos
del
Corazón

1
Sueños De Hielo
Por Antonella
Sinopsis:

El pasado no se puede borrar…

Charlotte Lilianne Byron, nunca había tenido otra elección que jugarse
la vida por el patinaje artístico; como buena pueblerina siempre quiso
demostrar que era capaz de ser y hacer algo a parte de ocuparse de
la tienda de su familia. Pero… Termino enamorándose del patinaje,
hasta que, una lesión en la cabeza acabo con su carrera, con su
noviazgo y con su agradable vida lejos de su pueblo.

Pero hay alguien capaz de cambiar su futuro…

Xavier Stewart nunca creyó que fuera a verla de nuevo… A aquella


niña con problemas de sobrepeso y autoestima, de quien solía
burlarse; solo que está vez, Charlotte es toda una mujer, elimino sus
problemas psicológicos y también de sobrepeso, además de hacerse
una patinadora sumamente famosa… Quizá Xavier fuera una acosada
estrella de rock, pero no se rendiría tan fácilmente sin que Charlotte
aceptara que es tiempo de dejar el pasado y caminar hacia el futuro…
Un Futuro que tenía la intención de compartir con ella.

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Índice

Prologo…………………………………………………………………………………
……………………………. Pág. 4
Capitulo
I……………………………………………………………………………………………
…………….. Pág. 7
Capitulo
II…………………………………………………………………………………………
………………. Pág. 12
Capitulo
III…………………………………………………………………………………………
……………… Pág. 17
Capitulo
IV…………………………………………………………………………………………
……………… Pág. 23
Capitulo
V…………………………………………………………………………………………
………………. Pág. 29
Capitulo
VI…………………………………………………………………………………………
……………… Pág. 35
Capitulo
VII…………………………………………………………………………………………
……………. Pág. 40
Capitulo
VIII………………………………………………………………………………………
……………… Pág. 45
Capitulo
IX…………………………………………………………………………………………
……………… Pág. 51
Capitulo
X…………………………………………………………………………………………
………………. Pág. 56

3
Capitulo
XI…………………………………………………………………………………………
……………… Pág. 63
Capitulo
XII…………………………………………………………………………………………
……………. Pág. 68
Capitulo
XIII………………………………………………………………………………………
……………… Pág. 73

Epilogo…………………………………………………………………………………
……………………………. Pág. 79

Prologo

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Charlotte sentía la cabeza martillearle. ¿A caso le iba a explotar y a
hacérsele pedacitos?

Acarició su frente un segundo, antes de concentrarse en amarrar sus


patines correctamente y arreglar su falda como era debido. Con
veintitrés años, había logrado muchas cosas: perder peso, graduarse
en literatura y sobre todo ser una verdadera campeona en patinaje
artístico; famosa donde la mencionaran.

Y es que Charlotte no podía vivir sin patinar, vivía y respiraba por el


patinaje; para poder seguir existiendo plenamente tenía que sentir el
hielo deslizarse a sus pies y los clamores de las personas sentadas en
las gradas.

¿Cómo es que al principio lo odiaba con todas sus fuerzas y ahora


necesitaba de él?

No estaba muy segura…

Todo comenzó con la abrumadora necesidad de salir del pueblo


donde se había criado, necesitaba y anhelaba vivir en otro lugar,
sentir el aire de la ciudad. No como otros de sus compañeros que se
quedaban y seguían el trayecto que había seguido su familia durante
décadas y décadas.

Pensarlo la hacía estremecer...

-He, Charlotte querida –Levantó la vista para encontrarse con James,


su entrenador, creado en la divina gracia de dios, con un cuerpazo de
adonis y una cara tremendamente masculina, además de ser increíble
y completamente gay –Deja de pensar que harán tú y tu novio está
noche y concéntrate en la competencia.

Sin siquiera evitarlo, las esquinas de sus labios se elevaron formando


una sonrisa.

-Sin preocupaciones, eso fue lo que acordamos -Comenzó a estirar los


brazos mientras observaba el hielo. El martilleo en el cráneo se hizo
más intenso –Está noche es mía, igual como todas las demás.

-Guau, has sacado las garras gatita.

Sonriendo, oculto la mueca que verdaderamente quería mostrar


debido al dolor y comenzó a patinas hacía la pista luego de oír su
nombre por los parlantes. Respiro hondo, y soltó el aire mientras que
iniciaba la música. Siempre le temblaba el pecho cuando iba a patinar
en una competencia. Algo parecido a cuando tienes que aprobar un
examen importante para el cual has estado estudiando durante días y
cuando lo acabas solo sientes alivio y una sensación de bienestar.

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Comenzó a repetir la misma rutina que había practicado muchas
veces y disfruto de la deliciosa sensación del hielo bajo sus pies; del
sonido de sus patines y la música que iba al compás de sus
movimientos. Hizo una pequeña pirueta, para el final habían planeado
un salto con siete giros, algo que le había costado mucho
perfeccionar con los años.

Aunque no había tenido mucho tiempo para practicar, confiaba en


que todo saldría muy bien. Tenía que ser así, lo había prometido…

Siguió deslizándose hasta el gran momento, salto e hizo sus siete


giros impecablemente, pero al momento de aterrizar tuvo un terrible
falló… Se fue hacia delante y callo de golpe contra el hielo…

El agudo dolor en su cabeza se intensificó y lo último que oyó fueron


los gritos y el murmullo de las personas…

-¿Te has despertado?

Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue el rostro de James,
desfigurado como si no hubiese dormido en noches seguidas. Las
sabanas blancas y el ambiente del lugar la hicieron temblar de miedo.
¡El hospital! ¡Dios Mió!

-¿Qué ha pasado? –intentó incorporarse, pero los cables conectados a


su muñeca se lo impidieron, asustada volvió a mirar a James.

-Te resbalaste cuando hiciste el salto de siete giros ara unos tres días.
Te golpeaste la cabeza y caíste inconciente.

Avergonzada, desvió la mirada.

-¿Mi mamá lo sabe?

James asintió.

-No para de llamar desde el accidente –Charlotte lo notó. Algo raro


estaba pasando.

-Lo siento James, la próxima vez prometo hacerlo bien. Practicare


más.

James le tomó de la mano y se la apretó con fuerza mientras sonreía


con compasión y pena. Algo definitivamente no andaba bien. El miedo
se coló por sus huesos y la cabeza comenzó a palpitarle.

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-No podrás…

-Claro que puedo, siempre he podido James –Intentó sonreír –Desde


que me estás entrenando sabes que es así.

-No, no me entiendes Charlotte –James le acarició la cabeza, un gesto


muy fraternal que lentamente comenzaba a darle graves ideas y a
romperle el corazón –Tienes una lesión en la cabeza, cariño. No vas a
poder hacer patinaje artístico.

Y su mundo se desmorono en ese instante.

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Capitulo I

Charlotte relajo los músculos de su espalda cuando Helena


comenzó a masajearle los hombros. En su mano derecha descansaba
una tostada que ingería hace unos segundos.

-Dios santo Helen, ¿Qué demonios estás haciendo con tu vida?

Abochornada, Helena sonrió. Helena Parker era su compañera


de piso desde que había entrado en la universidad y aun seguía
ejerciendo su papel de amiga y compañera, cuando más necesitaba
ser escuchada por alguien, Helena estaba allí con sus orejas muy,
muy agudas.

-Bueno… No eres la primera que me lo dice, tendré en cuenta lo


de hacerme masajista y esas cosas…

En ese momento, la puerta del departamento se abrió y se


oyeron los pasos de unos tacones de aguja. Por el arco de la sala
apareció Atradis, con su mandíbula desencajada y una enorme arruga
entre sus cejas. Atradis Donnatti era su otra compañera de piso.

Y la persona más excéntrica que tenía la dicha de conocer. Con


su polvorosa blusa de puntos naranjas y fucsias y sus vaqueros con
varios agujeros en las rodillas. Desde luego no hay que olvidar sus
tacones de aguja –hoy de color negro- y sus rizos castaños recogidos
con dos enormes pinzas.

<<Dios mío… Dime que no ha salido de ese modo a la calle>>


rogó Charlotte para sus adentros.

-Juro, que no vuelvo a salir con ningún idiota que tenga algo
semejante a mí –murmuró Atradis al tiempo que lanzaba su bolso al
otro lado de la sala y caía en un mueble al frente de ellas.

Helena dejo de masajearle los hombros y le dedico una sonrisita


tranquilizadora.

-Oh vamos, tampoco debió ser una muy mala experiencia.

Atradis alzó una ceja.

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-¿No lo fue? Ese tío estuvo toda la velada comentándome sobre
su fama por involucrarse con lesbianas. Luego me dijo que su ex
novia era bisexual y para rematar… ¡Me pregunto si me gustaban las
mujeres, como si me preguntara la hora!

Sin ninguna delicadeza, se sentó en la silla más cercana y cruzó


las piernas mientras se masajeaba la sien.

-¿Cómo se llamaba? Jeremy ¿no? –preguntó en voz baja. Atradis


sonrió.

-Jeremy era el de la semana pasada… Y valla hijo de perra que


era, me invito a formar un cuarteto con otras dos mujeres. Soy yo o a
estos hombres les gusta ver mujeres besándose y manoseándose.

Charlotte sonto una risita. Atradis era todo un personaje.


Muchas veces se preguntaba ¿Qué demonios haría sin sus dos
compañeras? Simple… Dejar de existir, porque ya le habían quitado lo
más importante.

La cabeza comenzó a palpitarle y el corazón se le retorció.


Lentamente se levanto y sonrió lo mejor que pudo a sus amigas.

-Me iré a dormir si no les importa, desde luego.

Helena sonrió levemente y Atradis murmuró un hasta mañana.


Pero antes de poder salir por la puerta hacia su habitación, la voz de
Helena la detuvo.

-Mañana te iras de vacaciones a tu pueblo natal, ¿no es así


Lottie? –Charlotte se dio vuelta y sonrió ante las expresiones
completamente preocupadas de ambas mujeres.

-Si.

-¿Estarás bien? Por que si no es así, podría cerrar la tienda


durante unos días he irme contigo. Y luego intercambiarme con
Helen.

Atradis llevaba una tienda en la cual ella llevaba trabajando


desde que tuvo que dejar el patinaje artístico. Tuvo la tentación de
pedirle que por favor la acompañara, pero la vergüenza pudo más y
negó con la cabeza.

-Estaré bien –Se rasco la cabeza y volvió a sonreír –Levántense


temprano para que me despidan. Y Helen, me gustaría desayunar
omelet con tostadas.

Al decir esto, se fue por el arco hasta su habitación.

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De nuevo el dolor en la cabeza era insoportable.

Apenas se levanto, Charlotte se lavo los dientes y se tomo una


severa cantidad de aspirinas para el dolor de cabeza. Luego bajo con
su maleta ya hecho y cual fue su sorpresa al encontrarse con Atradis
y Helena sentadas ya con la mesa puesta.

-… Matado a tres personas en el tren ayer por la noche –Decía


Atradis –¡Enserio! Lo dice el periódico. Buenos días Lottie.

-¿Desde cuando lees tú el periódico? –Dijo Helena con el ceño


fruncido –Buenos días cariño.

-Hola a ambas.

Se sentó con suma delicadeza en la mesa y observo el elegante


desayuno. No solo Omelet, si no croissant, café, jugo, una cosa
extraña de color verde, algo que parecía pescado y desde luego las
tostadas. Se sirvió la mitad de uno de los omelet y comenzó a
engullirlos con rapidez.

-Como siempre delicioso Helen.

Helena sonrió, mientras le pasaba unas cuantas tostadas, la


mantequilla y la mermelada de ciruela. ¿O era de fresa? Aun así lleno
completamente la tostada y la mordió. Dios… estaba delicioso.

-Quita es cara –Sorprendida, Charlotte frunció el ceño al


observar a Atradis quien le devolvía la mirada aturdida.

-¿Cuál cara? Por lo que sé es la única que tengo –Respondió


dándole otro mordisco a su tostada.

-Pareciera como si fueras a tener un orgasmo aquí en la mesa.

Helen se ahogo con él café y Charlotte sonrió mientras volvía a


llevarse otro bocado de omelet a la boca. Típico de Atradis. Siempre
decir lo que piensa.

Al terminar el desayuno, el taxi llegó. Charlotte le dio un beso


en la mejilla a ambas y abrazo a Helena cuando está le dio una gran
cantidad de torta de chocolate para llevarla a casa de su madre.

-Que no te asustes cuando te caigamos por allí un día de estos –


Se despidió Atradis con una expresión de angustia.

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<<Es increíble lo mucho que pueden llegar a preocuparse>>
pensó Charlotte. Pero aun así, estuvo a punto de desgajarse a llorar
cuando se subió al avión rumbo a Florida.

-Si no puedes tú solo, déjame y yo hago la mitad.

Xavier bajo la vista y se encontró con el par de ojos celeste de


su mejor amigo, Anthony Byron.

Después de un año completo de gira mundial, a Xavier lo único


que le apetecía era alejarse de sus acosadoras fans y tomarse un
buen tiempo libre. Justo ese día, Anthony lo llamo, diciendo que si
quería ir a visitarlo un día de estos a su pueblo natal.

-Estaría genial, ¿Puede ser ya mismo? –había preguntado


Xavier. Justo al día siguiente ya estaba en un vuelo rumbo a Florida.
Pero como se sentía tan inútil, se había ofrecido a ayudar a pintar la
casa de los Byron. Y allí lo tenían.

Con el torso bañado en sudor, casi completamente desnudo y


bajo la mirada de la mayor parte de las féminas del lugar.

-Estaré bien, solo necesito tomar algo para refrescarme y me


pondré a trabajar de nuevo.

Bajo lentamente de la escalera y sonrió. ¿Era él o la chica al


otro lado de la cerca –quien llevaba más o menos una hora
observándolo- se desmayo?

-Mi madre hizo sumo de melón –Señalo la entrada trasera de la


casa y sonrió levemente; otra chica suspiró –toma algo, refréscate y
no te avergüences de pedir ayuda, amigo. Y otra cosa, nosotros
iremos a comprar algunas cosas. Volveremos enseguida.

Xavier asintió y entro a la casa. Era tan familiar, había pasado


mucho tiempo en su niñez y adolescencia en esa casa, por eso se
sentía en la necesidad de ayudar en algo a la familiar que tanto se
preocupó por él hace años y que aún –después de viejo- seguían
ejerciendo su papel protector.

Xavier se había criado con su padre, quien vivía casi todo el


tiempo fuera en su trabajo. A pesar de vivir en una de las casas más
lujosas del pueblo, le faltaba lo más importante: El calor del amor

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hogareño. Había envidiado a Anthony, cada vez que hablaba con su
padre y esté le sonreía y lo felicitaba; cuando estaba con su madre y
se dejaba cuidar y mimar. Un lujo que él nunca podría tener.

Pero lo que más había envidiado de Anthony: Era a su hermana


menor. Se podría decir que Charlotte Byron fue su primer amor de
niñez, puesto que siempre deseo poder cuidar de alguien como lo
hacia Anthony con ella… Pero como tampoco podía tener el amor de
una hermanita, jugaba a hacer el sustituto; molestándola o
haciéndole bromas.

Aun la recordaba; rechoncha, cabellos rubios y ojos color


aceituna. Cerró los ojos.

Aun la veía, en su mente. Como lo último de lo que quiso


despedirse antes de largarse a la ciudad. Y las palabras de Charlotte
ese día de lluvia lo aturdieron.

-Te tengo mucha envidia. Pero te diré algo –A pesar de sus


crudas palabras, las lagrimas habían inundado sus ojos aceituna - Me
gustaría irme de aquí... Porque se que hay un mundo que aun no he
visto y que ansió encontrar. Y algún día me iré. Me aventurare en la
ciudad y que no te sorprenda encontrarme. Por que te aseguro, que
nos veremos las caras de nuevo. Y seré una persona muy exitosa y tú
el famoso cantante de tu banda. Que tengas mucha suerte, Xavier.

Lo ultimo que vio, fue su espalda al salir corriendo.

Comenzó a servir el sumo de melón y el sonido de la puerta


consiguió que el baso resbalara de su mano, vaciara el contenido en
su torso y reventara en él suelo con un furioso estruendo.

-A la madre…

-¡Oh Dios Mío! –Un gritito ahogo su exclamación. Cuando


levantó los ojos se encontró con un par de ojos color aceituna que lo
observaban fijamente como si fueran a salir disparados en cualquier
momento.

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Capitulo II

¿Cuál fue el primer pensamiento de Charlotte? … Nada…


Exactamente; Nada, absolutamente nada cruzaba por su cabeza, casi
podía oír el viento silbando.

¿Quién era ese hombre?

<<¡Díos mío! >> Sintió sus pezones endurecerse debajo de la


blusa y un extraño calor en su vientre.

Era sorprendentemente hermoso. Trago Saliva. Llevaba el torso


completamente desnudo y cubierto por un extraño líquido, dejando
ver sus maravillosos cuadritos y sus perfectos bíceps; sus vaqueros
llevaban el botón y la bragueta abierta dejando al descubierto las
letras de sus boxers de algodón blanco que decían claramente calvin
clain. La mandíbula dura, un par de ojos verdes le devolvían la mirada
extasiado y sus cabellos negros caían rebeldes sobre su frente.

Parecía que hubiese estado mucho rato bajo él sol, puesto que
se veía lo suficientemente bronceado y suave, hecho para ser tocado
por los dedos de alguna fémina. El calor de su cuerpo la absorbió por
completo.

<<Señor ¡Hay un dios griego en mí cocina! >> En realidad, era


la cocina de su madre.

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-¿Qui… Quien…? –por dios, ¿Esa era su voz? Parecía el graznido
de un ganso.

- ¿Charlotte? –El rostro del hombre se ilumino con una sonrisa,


tremendamente sensual. Su cuerpo recibió otra descarga eléctrica –
Lottie, no me lo puedo creer. En serio eres tú.

-¿Cómo? Espera… ¿Quién eres?

-No puedo creerlo… Soy yo, Xavier.

La excitación de su cuerpo se desvaneció siendo reemplazado


por un extraño pesar. Tragó saliva. Xavier… El único Xavier que
conocía era… Abrió sus ojos sorprendida.

-¿Stewart? Enserio… No, no puede ser. El Xavier Stewart que yo


conozco era un enclenque y está de gira en… -Observo el par de ojos
verdes entrecerrados de manera sexy –Estás de coña ¿Verdad?

-No… No lo creo. Es muy parecido a que yo te preguntara si


fuiste contratada por la verdadera Lottie y que ella está en estos
momentos viendo una película de Robbie Williams con un paquete de
botanas sobre el estomago.

-Pero… ¿Pero que haces aquí? Pensaba que estabas en


Timbuktu o alguno de esos lugares.

-Mundial. Estaba de gira mundial, pero no fui a Timbuktu.

-Bueno si, pero eso no explica que haces en mi casa, medio


desnudo y lleno de sumo de… -aspiro el olor – de melón.

Xavier silbó.

-Tienes buena nariz, Lottie.

<<Y un buen par de senos también >> Xavier la observó.


Simplemente no podría creérselo, pero el par de ojos aceituna eran
completamente inolvidables para él. <<Piensa en el diablo y lo
invocaras >> pensó y sin querer las esquinas de sus labios se
curvaron en una sonrisa.

-¿Qué?

Xavier parpadeo ante la pregunta.

-¿Qué de que?

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Charlotte desvío la vista dejándole observar el maravilloso y
fino perfil que había obtenido a través de los años. ¿Enserio habían
transcurrido aproximadamente nueve años desde la ultima vez que la
había visto?

-Me miras como… -Charlotte se mordió el labio inferior y él


agudizo la mirada por el brillo que surgió en el; el vientre comenzó a
arderle –Como si… fueras a saltar sobre mí en cualquier momento.

Soltó una risita. Charlotte no tenía ni idea de lo cierto de sus


palabras. Se dio vuelta y abrió la puerta de la alacena en busca de
otro vaso. Tomo la jarra y lo lleno con sumo de melón, la presencia de
ella era casi tangible; algo muy parecido a un sueño… Uno muy
extraño.

-Aun no me has respondido que haces aquí semidesnudo,


Xavier.

Dejo el vaso en la alacena y se dedico a recoger uno a uno


todos los trozos rotos del otro vaso. Al terminar se levanto y se llevo
consigo el que estaba lleno de sumo.

-Pues veras… -El sonido de la puerta abrirse por segunda vez le


volvió a desconcentrar, agregándole el sumo regado por el suelo y
que estaba descalzo. Así que… El resbalón fue inevitable, como
también lo fue derramar todo el contenido del vaso sobre la bonita
blusa rosa pálido de Charlotte y quebrar de nuevo el recipiente.

Aturdida, Charlotte sintió el líquido frío entre sus pechos y


mojándole el pantalón. Tenía que admitir que hacia calor y quería
refrescarse, pero no con sumo de melón sobre ella. Fulminó con la
mirada a su compañero y frunció gravemente el ceño.

-¿Lottie? No sabía que llegabas hoy, querida.

Al levantar la vista de la gran mancha en su blusa, se encontró


con la cara alargada de su madre; la mirada sorprendida de Anthony
y a su padre sosteniendo un par de bolsas. Y era cierto, se iba a
quedar en un hotel hasta mañana, pero su desespero por llegar a
casa de su madre era demasiado grande como para siquiera pensar
en descansar.

-Hola ma –Saludo con un tímida sonrisa –Tony, papá, que bueno


verlos.

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Su madre intento abrazarla, pero hizo una maniobra para
evitarla.

-Estoy llena de sumo –Observo con enojo a Xavier –Deja que me


cambie y me abrazaras todo lo que quieras.

Y con la mirada de todos a sus espaldas, levanto su bolso y se


precipito hacia las escaleras.

Lo primero que hizo después de cambiarse la ropa manchada


fue, bajar las escaleras y saludar correctamente a su madre, su padre
y su hermano. Luego exigió –no literalmente- una explicación sobre la
presencia de Xavier.

-Se quedara con nosotros estas vacaciones. Justamente ahora


estaba ayudándonos a pintar la casa –Había respondido Anthony.
Charlotte se mordió el labio cuando su madre le dio en un plato un
par de galletas, las ingirió lo más rápido que pudo y subió,
prácticamente corriendo, las escaleras

Cuando llego a su recamara levanto el auricular del teléfono


mientras analizaba su vieja habitación en la cual se encerraba su
angustiosa niñez. Comenzó a morderse las uñas. El timbre al otro
lado del teléfono sonó un par de veces antes de que se oyera la voz
de Atradis.

-¿Hola?

-¿Atradis? Habla Charlotte –Con una sensación de alivio en el


fondo del estomago se sentó de golpe en una silla al frente del
teléfono. De adolescente la había dejado allí, ya que pasaba horas y
horas hablando con sus amigas.

-¿Lottie? ¿Estás bien? ¿Sana y salva? ¿Estas en casa de tu


madre o en el hotel?... ¡Hip! –Exclamo de manera repentina Atradis al
otro lado del teléfono –No me digas… ¿Te ha ocurrido algo malo?
Dios, sabía que no debí de dejarte ir sola… Seré idiota…

-No, no… Todo lo contrario, aquí la vista es muy buena –Al mirar
por la ventana se encontró con Xavier pintando el cobertizo –que
precisamente quedaba justo al frente de su recamara – aun
semidesnudo y con una gran cantidad de mujeres observándolo
desde la cerca -… ¡Quiero decir! Que todo va bien. ¿Y a ustedes?

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Corrió las cortinas… Xavier la desconcentraba. ¡Señor! Estamos
hablando del enclenque amigo de su hermano mayor; el que le hacia
la vida imposible de niña. Luego llega nueve años después, todo
buenazo con tremendos pectorales y bíceps, prácticamente
desnudos. Completamente, hecho todo un hombre sexy. ¿¡Sexy!?
Estamos hablando de Xavier Stewart. Se mordió el labio inferior al
recordar su torso desnudo bañado por sumo de melón.

-Pues… Todo bien; Helen ocupada en la floristería y yo aquí en


la tienda. ¡Ah! Y me compre unos nuevos zapatos de aguja de Prada,
son unas bellezas… Hay Lottie, como quisiera que estuvieras aquí –La
sinceridad en la voz de Atradis le dolió. Ella también desearía estar
allí, con el delicioso frío en vez de tener que soportar los calurosos
días de florida.

Y hablando de Calurosos… Saco el bañador de su maleta aun


sosteniendo el auricular.

-Yo también quisiera estar con ustedes. Aquí hace un calor


horroroso y el amigo de mi hermano ha venido a quedarse en las
vacaciones. Quería irme a dar un chapuzón en la piscina –Se seco con
el dorso de la mano, las gotas de sudor que bajaban por su frente –
Solo llamaba para saber como iba todo. Si llama James, dile que estoy
en casa de mi madre. Te llamo luego.

-Ok cariño, anda con cuidado –Y apenas Atradis colgó, Charlotte


comenzó a desnudarse.

Atradis Eílsel Donnatti, observaba angustiada el teléfono. Se


mordió el labio inferior y con su uña completamente larga y pintada
de rojo, golpeo el mostrador. La clientela iba y venía con prendas de
ropa de distintas marcas y colores, preguntando precios o
comprando.

Marie, su ayudante se encargaba de cobrar y de la caja


registradora.

Charlotte no se había escuchado nada bien desde la otra línea,


más bien se escuchaba, vacía y absorbida… Como si le faltara algo. Y
Atradis sabía lo que era, porque Charlotte no podía vivir sin la nieve o
el hielo. Pero aun así era obligada a pasar con su familia los últimos
dos años, después del accidente, perdiéndose así del espectáculo de
nieve y ventisca.

Lottie las necesitaba… Y como había dicho, su hermano mayor


había llevado un amigo. A pesar de que Atradis no conocía a la familia

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de Charlotte estaba completamente segura de que no se negarían a
recibir una amiga de su única hija… Y si recibían una, quizás también
recibirían a la otra.

Levantó el auricular del teléfono local y espero. En cuanto se


escucho la voz de Helen al otro lado, dijo:

-Prepara las maletas, querida… Nos vamos a Florida.

Charlotte terminó de introducir sus largas piernas en unos


pantaloncillos cortos que acostumbraba a usar cuando rara vez
exhibía su traje de baño de una pieza.

A pesar de haber bajado casi diez kilos y que obtuviera un


vientre plano, la marca de su obesidad estaba completamente tallada
en su piel; con líneas de color naranja, nacaradas; en sus piernas,
senos, glúteos y caderas.

Edward, su exnovio, decía que no le importaba; pero Charlotte


sabía que era mentira… Todo hombre quiere una mujer esbelta y sin
una sola marca en su cuerpo… pues ella tenía las suficientes como
para ser aborrecidas.

Se observo en el espejo y se obligo a dejar de pensar en Edward


–quitándose el dolor de los hombros y la cabeza- y a concentrarse en
recoger sus rizos dorados en una cola alta.

Al terminar salió de la habitación, bajo las escaleras y se dirigió


a la puerta trasera que llevaba a la piscina… Y al cobertizo que en
esos momentos Xavier estaba pintando…

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Capitulo III

-No me lo creo, ¿es esa Charlotte Byron?

Al oír esas palabras de una de las mujeres, Xavier dejo de pintar


y observo rápidamente hacía la entrada trasera de la casa Byron. En
efecto, Lottie salía hacia la piscina.

Llevaba un bañador de una sola pieza, de color azul marino y un


pantalón corto a medio muslo sobre el. En su brazo colgaba una toalla
y sus maravillosos rizos rubios estaban sujetos firmemente por una
cola de caballo.

Se veía única, inocente… Perfecta. Y basto solo un segundo


para que su parte muy masculina reaccionara. Desvío la vista hacia el
lugar donde estaba pintando y entrecerró los ojos intentando pensar
en todo menos en Charlotte. Las mujeres de la cerca aun discutían si
esa era o no Charlotte Byron.

Paso la lengua por su labio inferior y dejo la brocha sobre la


escalera. Cuando se aproximo, ella ya había dejado la toalla sobre la
tumbona frente a la piscina.

-He, Lottie… ¿Vas a nadar un rato?

Charlotte lo observó un momento y Xavier pudo jurar que había


un rastro de deseo en su par de ojos… Pero al momento fue sustituido
por un enorme sarcasmo.

-No… Solo que traje una toalla para lavarla en la piscina y llevo
bañador por que tengo que ir al supermercado.

Xavier rió. Valla… También se había vuelto una maestra del


sarcasmo, Anthony debería de estar orgulloso por lo que ella se había
convertido.

<<Exceptuando quizás a la cantidad de hombres que atrae


hacia ella>> Con este pensamiento, un arranqué de frustración y
enojo lo invadió. ¿Celos? Increíble…

Lottie lo observo durante un par de segundos y se acerco al


borde de la piscina. Xavier la siguió.

-¿No te vas a quitar el pantaloncillo?

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Ella dudo un segundo y regreso a la tumbona para deslizar la
prenda por sus torneadas piernas. La respiración se le corto con el
sonido de la tela rozar la deliciosa piel porcelana de Charlotte.
Deseaba poder sustituir el pantalón corto por sus dedos y acariciarla
de pies a cabeza.

Xavier se percato de las pequeñas líneas de color naranja en la


parte trasera de sus piernas; con que eso era lo que trataba de
ocultar con el short. Sonrió.

<<Así que mi querida Charlotte tiene vergüenza de sus


estrías>> Un sentimiento de cariño y calor lo invadió.

Charlotte volvió a la orilla y lo observo.

-¿No estabas pintando? ¿Qué estás esperando para reanudar tu


trabajo?

Vergüenza. Una vergüenza sorprendente era lo que sentía. No


solo había salido al patio para calmar su calor, si no que también –al
igual que las demás mujeres- quería ver a Xavier pintar el cobertizo.
Se había vuelto demasiado lujuriosa, al instante en que entro en la
casa de su madre. No. Al instante en que lo vio a él cubierto de sumo
de melón.

Y que dios la ayudara. Pero cada vez que lo veía sonreír de esa
manera tan sensual, le daban unas enormes ganas de comportarse
como una mujer desenfrenada y invitarlo de mil maneras a su cama.
Pero ya Charlotte no tenía relaciones con hombres…

Después del accidente en la pista de patinaje, su novio Edward,


la dejo porque ella perdió la fama que había ganado… Hace casi dos
años que no mantenía ningún tipo de relación con hombres,
exceptuando a James… Su ex entrenador, que por cierto era gay y
además su mejor amigo hombre. Él era el único de sus viejos
compañeros de la pista, que la llamaba constantemente para saber
su estado. Y a Charlotte le fascinaba hablar con él.

Y además de que se negaba a mantener algún tipo de relación


amorosa –incluso las aventuras de una sola noche- estaba el hecho
de que no quería nada pasajero y era muy consciente de que si
mantenía algo con Xavier, sería solo durante la estancia de él e
incluso la suya propia, en el pueblo.

Xavier también era el mejor amigo de Tony… Así que no quería


acabar con esa amistad.

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Pero nada le impedía soñar, relajante mientras metía
completamente su cara bajo el agua, que eran un par de amantes… Y
que podía tener una placentera noche a su lado. Charlotte analizó
desde la piscina la cantidad de mujeres que lo observaban. Suspiró.
Parecía que no era la única con ese tipo de sueños.

En ese momento Xavier volteo su cara y le devolvió la mirada,


luego elevo las esquinas de sus labios en una sonrisa oscura, lenta y
sensual. Charlotte trago saliva al sentir sus mejillas enrojecer
completamente.

Apresurada, salió de la piscina y tomo la toalla para secarse. No


soportaba ni un segundo más, estar junto a la presencia de él y no
poder hacer nada… Y eso que apenas era el primer día.

El resto del día transcurrió completamente tranquilo. Charlotte


evitaba completamente a Xavier y si no podía simplemente hablaba
con monosílabos. Para desgracia de ella, él siempre sonreía a pesar
de las bruscas respuestas que le daba…

Aproximadamente habían recibido cinco visitas de las viejas


chismosas del pueblo; Un par de amigos de Anthony; y incontables
fans de Xavier, pidiendo autógrafos y ese tipo e cosas. Charlotte se
había sentido desencajar en todo momento.

Suspirando, abrió el gabinete de la cocina y saco un paquete de


pan para sándwich y tomo una rebanada. En la nevera encontró
jamón de pavo y queso americano, además de mostaza y lo que
parecía ser mayonesa.

Preparo el emparedado lo más rápido que pudo y puso a


calentar la tostadora de sándwich. Justo cuando estaba en el
momento crucial de colocarlo dentro de la tostadora, entraron
Anthony y Xavier.

-Guau hermanita, estás en tu pasatiempo favorito.

Charlotte lo ignoro y comenzó a guardar las cosas.

-Espera, ¿podrías prepararnos uno a nosotros también? –


preguntó Tony sonriendo. Otro más. ¿De donde su hermano se había
convertido en un hombre tipo modelo de revista? Creía que del
mismo lugar en donde habían transformado a Xavier. Resoplo y volvió
a sacar las cosas.

-Mamá hoy no va a preparar cena, por eso me estaba


resolviendo.

21
Puso a tostar los otros dos sándwiches que había preparado y
se sentó en le mesón a esperar, mientras revisaba la bandeja de
entrada de los mensajes de texto de su móvil. Anthony se acercó por
la espalda intentando leerlos y ella escondió la pantalla en su pecho.

Anthony frunció el ceño.

-No me digas que son de tu novio y por eso no me lo enseñas.

Xavier arqueo las cejas, esperando oír la respuesta de


Charlotte.

-No, no tengo novio desde hace dos años. Y si fueran de él no


tendría porque importarte.

A él le sorprendió la sensación de alivio en su pecho, que por un


poco más lo hacía suspirar. Lottie le decía algo a Anthony y este
fruncía el ceño mientras se sentaba al otro lado del mesón. Xavier se
sentó justo al frente de Charlotte, para poder observarla mejor.

Ella se levantó y se dirigió a la tostadora, busco un plato llano y


coloco los tres sándwiches en él. El servilletero estaba en la mesa así
que no se preocupo por buscar toallines o algo con que agarrarlos.

-Si quieren algo de tomar, vallan y búsquenlo ustedes mismos.


No me voy a rebajar a hacer de sirvienta.

-Guau Lottie, te has convertido en miss atrevida o algo por el


estilo –Anthony le dio un mordisco a su emparedado y lo trago –
Supongo que la ciudad te ha sentado muy bien. Me alegro.

Charlotte sonrió complacida y le dio un pequeño mordisco a su


cena.

-Ustedes también están sorprendentemente cambiados…


-Arrugó el ceño –al principio no sabía que era Xavier el de que estaba
en la cocina.

-Bueno, es el fruto de un buen gimnasio y evitar la mayoría de


las grasas. Pero no me creo que no me hayas visto antes, en un cartel
o algo por el estilo.

22
-No, nada de nada… He escuchado una o dos canciones tuyas
por la radio pero nada más –Charlotte sonrió cariñosamente –Son muy
buenas, has hecho un excelente trabajo Xavier, te felicito.

Antes de que pudiera decir algo; el timbre de la casa sonó,


aturdiéndolos a los tres.

-¿Visitas a estas horas? si son casi las diez de la noche.

Anthony le dio un mordisco a su sándwich y salió por la puerta


de la cocina. El silencio invadió por completo la habitación, era
incomodo por todos los sentidos de la palabra y Xavier no sabía que
hacer para romperlo.

Charlotte comía tranquila y abrió la boca para decir algo, pero lo


que fuera que iba a decir, nunca llego… Por los gritos de Anthony que
resonaron en toda la casa.

-¡Charlotte! ¡Charlotte! ¡Ven aquí ahora mismo!

Ella abrió los ojos sorprendida, dejo el alimento en el plato y se


levanto rápidamente para salir prácticamente corriendo por el arco
que llevaba hacia la entrada. Xavier la imito.

En la entrada, había dos chicas. Una bajita, menuda de cabellos


rojizos y ojos marrones, calzaba unas sandalias de tacón de aguja que
aun así no la hacían ver más alta, con una polvorosa blusa de lunares
rojos y un pescador blanco. A su lado una muchacha de más o menos
la altura de Charlotte, con ojos celestes y cabellos negros y lisos;
llevaba un vestido floreado y un par de zapatilla bajas de color negro.

-¿Atradis? ¿Helen? Pero… ¿Pero que hacen ustedes dos aquí?

-¿Atradis? ¿Eso es un nombre? –pregunto Anthony. La chica


bajita y menuda le lanzó una mirada asesina y luego se volvió hacia
Charlotte para abrazarla.

-Querida… Hemos venido a visitarte, Helen te echaba mucho de


menos.

-No seas mentirosa, tú fuiste la que me llamo al trabajo diciendo


que hiciera las maletas –protesto, la que debía de ser Helen.

-Pero si me fui ayer.

23
Charlotte estaba que brincaba de la alegría. Para cuando sus
padres bajaron, ella no podía soltar los brazos de sus dos amigas. Su
madre pareció encantada cuando las conoció.

-Mi nombre es Atradis Eílsel Donnatti, ex compañera de


Charlotte en la universidad, vivimos en el mismo piso y llevamos una
tienda juntas.

-¿Atradis? –preguntó su padre. Y para sorpresa de Anthony –a


quien cuando el pregunto, la muchacha menuda lo había mirado
como si lo fuera a matar en cualquier momento- Atradis sonrió, tomo
una pluma y un papel y le expico tranquilamente a su familia –Mi
madre era maravillosamente creativa, A-T-R-A-D-I-S escrito al reverso
es S-I-D-A-R-T-A, un buda muy famoso… pero solo en la pronunciación
por que el nombre del buda se escribe Siddhartha. Y Eílsel es el
nombre de mi abuela al reverso y acentuado en la “i”.

Todos se quedaron boquiabiertos, exceptuando a Helen y a ella


quienes sonreían abiertamente ante la común explicación de Atradis.

-Yo soy Helena Parker. De un nombre común Helena –sus


padres suspiraron –Atiendo una floristería en Manhattan y también
comparto piso con Charlotte.

-Son una preciosidad de chicas, ¿no querrá alguna de ustedes


salir con mi Anthony?

Anthony que en esos instantes tomaba un vaso con agua se


atraganto.

-¡Oh por dios mamá! –Anthony miró enojado a su madre… Y


para sorpresa de Charlotte a la primera que miro después de su
madre fue a Atradis –No es verdad lo que dice… En realidad, madre…
Si quiero salir con alguna de las amigas de Charlotte ya me resuelvo
yo.

Lottie miró a Atradis, quién no parecía querer dejar de mirar a


su hermano. No quería ni pensarlo… Pero por un momento se le
ocurrió que tanto Atradis como Tony, harían muy buena pareja.
Descarto la idea de su mente y se concentro en convencer a su
madre para que dejara quedarse a sus amigas en la casa… Incluso
poniendo una colchoneta o alguna manta en el suelo de su cuarto.

Y se sintió como si tuviera catorce años…

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Capitulo IV

Se paso la lengua por el labio inferior. James le acariciaba la


mano y la miraba como si se ella se fuera a morir en cualquier
momento. La cabeza le dolía… Y por los aparatos conectados a su
muñeca derecha, suponía que no podía siquiera pararse.

-¿Qué clase de lesión? –James le apretó con más fuerza la


mano.

-Es más que suficiente, con que te diga que estuviste a punto
de morir. Ya te has caído antes y te has dado en la cabeza. Pero está

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ha sido la gota que derramo el vaso –negó con la cabeza –no debes…
No puedes, volver a pensar en patinar… Es demasiado peligroso.

Sentía las lagrimas agolparle el pecho, la garganta y los ojos. El


dolor aumento.

-¿Puedo sentarme? –Pregunto. James asintió.

Tragando saliva, Charlotte se incorporo con dificultad. La luz


que se colaba por las cortinas de la habitación del hospital, le daba
cierto dolor en los ojos. Soltando la mano de James, se toco la cabeza,
descubriendo que su frente estaba completamente envuelta por una
venda.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a Edward, a


quien ya su cara desfigurada por el cansancio se volvió más tiesa.
Entro prácticamente corriendo y se arrodillo a su lado.

-Oh mi amor… Charlotte, mi cielo, ¿Estás bien? ¿Cómo te


sientes?

Edward la miraba como si fuera lo único que existía, con tal


amor y tal preocupación que sus ojos de verdad se inundaron de
lágrimas y comenzó a sollozar a todo pulmón.

-Chist… Está bien… Todo ira bien… Lo superaremos –Edward la


abrazó con delicadeza intentando no tropezar los cables, que
anunciaban el estado de su corazón –Prometo que no te dejare… Me
tendrás a tú lado para siempre.

Mentiroso. Tres meses después, Edward la dejó. Aun recordaba


la cruda realidad de sus palabras.

-No puedo seguir así Charlotte –Los ojos de él estaban cansados


y pasaron de ser marrón claro a un intenso tono verde –A pesar de
estar contigo, me dejas solo. No compartes tus pensamientos… Y no
me dejas entrar en tu corazón –el cabello castaño, ahora era negro. Y
Charlotte se sentía abarrotada por las sensaciones –Yo no deseo estar
al lado de una mujer que no puede seguir adelante por una maldita
lesión… No quiero estar más nunca con alguien como tú.

Y de repente ya no era Edward quien le decía aquello… Si no


Xavier que en esos momentos salía por la puerta, dejándola hundida
en una temible soledad.

Se levantó completamente sobresaltada. Charlotte se sintió


mareada y a punto de morir por la asfixia. Para mayor frustración,

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comprobó con su mano derecha que sus mejillas estaban
completamente mojadas por las lágrimas. Se seco los ojos como pudo
y miro el reloj al lado de su cama. La una y media de la mañana.

Estaba completamente despierta. Después de esa pesadilla de


seguro a nadie le apetecería volver a cerrar los ojos. Hacía casi un
año que no soñaba con Edward o con su ida al hospital. Pero… Está
vez el sueño fue diferente.

Entrecerró los ojos y observo sobrecogida la oscuridad de la


habitación. Atradis dormía a su lado… Tan profundo como siempre y
pronunciando cosas obscenas respecto a Brad Pitt. Helen dormía en
un colchón en el suelo justo al lado de su cama… En posición fetal
como acostumbraba. Sonrió levemente.

La presencia de esas dos era muy importante para ella…


Cuando todo aquello paso, fueron las únicas que siempre estuvieron
allí. Aun recordaba como Helen alquilaba películas de romance y
comedia, y compraba una tarrina de helado de chocolate “para
calmar las penas”. Atradis siempre sonreía y hacia bromas que
levantaban el ánimo, además de contar anécdotas divertidas sobre su
juventud. Y cuando le dijo, respecto de montar una tienda juntas…
Charlotte se sintió feliz y encantada.

En silencio y lo más cuidadoso que pudo, Charlotte se bajo de la


cama y camino en puntillas hacia la puerta. La abrió con cuidado y
salió directo al pasillo.

Hizo un movimiento circular con el cuello y sus huesos le


tronaron. Guau… Se paro delante de un retrato de ella en su infancia
y frunció el ceño. Estaba gordísima en aquel entonces… Por reflejo se
llevo la mano directo a su vientre y calmadamente comprobó que
estaba plano. Soltó un suspiró y bajo las escaleras lentamente.

Pero al llegar a la cocina se llevo una gran sorpresa al encontrar


la luz encendida…

-¿Qué estás haciendo?

Xavier por poco salta sobresaltado de la silla al oír la voz de


Charlotte desde el arco. Rápidamente, escondió la letra que había
estado escribiendo entre un par de hojas en blanco. Al observarla una
ola de deseo le recorrió de cabeza a los pies.

No entendía como. Solo que se veía demasiado sexy.

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Un simple mono de dormir de color champán se adhería a sus
caderas y piernas y una simple camisa blanca, pegada y por lo que
parecía, Charlotte no se daba para nada cuenta de que… Era
completamente transparente, dejaba ver sus rozados pezones
endurecidos y el perfecto tamaño de sus senos.

Los rizos rubios enmarcaban el femenino rostro, sus labios


estaban rojos y sus mejillas sonrosadas. Xavier sentía unas ganas
suficientemente malogradas de quitarle la ropa y hacerle el amor
sobre el mesón de la cocina… Con todo y los padres de Charlotte, sus
amigas y su hermano durmiendo arriba.

-Nada… Solo que no podía dormir. ¿Y tú?

Charlotte ladeo la cabeza y sonrió levemente mientras se


aproximaba a una de las gavetas.

-Tampoco podía dormir –Lottie saco cacao en polvo junto con


leche y otras cosas. Él arqueó una ceja al verla sacar una olla y
prender la hornilla -¿Quieres chocolate caliente?

-Si no es molestia…

-Tonterías. Voy a preparar para mí después de todo… Un poco


más o un poco menos es igual.

Mientras Charlotte cocinaba, Xavier no podía dejar de


observarle su espalda… Y preguntarse en que diablos estaba
pensando ella en ese momento mientras removía el chocolate. Bajo la
mirada y se encontró a sí mismo analizando embelezado el bonito y
redondo trasero de Lottie.

Al cabo de unos minutos se encontraba con una deliciosa y


caliente taza de chocolate. El olor le endulzo la nariz y sin esperar un
segundo, soplo un poco y dio un sorbo. Delicioso. Lottie siempre había
sido buena con las cosas dulces… En especial el chocolate caliente.

Sintiéndose observado, levanto la vista encontrandose con unos


alegres ojos olivo que lo miraban como si fuera la cosa más grandiosa
del mundo. Trago saliva. Su pecho comenzó a palpitar con fuerza y
algunas mariposas revolotearon en su estomago.

-Siempre te ha gustado el chocolate caliente.

-No cualquiera… Si me preguntan diría que los tuyos son los


mejores. No entiendo como le haces –Dijo. Lottie bajo la taza y sonrió.

-Es un secreto –En ese momento sus ojos se iluminaron -


¿Recuerdas aquella vez que intente hacer galletas de chocolate y por
poco quemo la cocina?

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Xavier sonrió.

-Oh sí… A tu madre por poco le da un infarto cuando te


encontró cubierta de masa para galletas y llorando. ¿Cuántos años
tenías? ¿Seis?

-Siete… -Corrigió amablemente Charlotte –Ah y aquella vez en


la que me paseaste con tu bicicleta por la orilla de la playa cuando
llovía. También mamá se enojo bastante, llegamos resfriados.

Lo recordaba perfectamente. Anthony se había ido a la ciudad y


Lottie había ido a buscarlo llorando… Pidiendo que se quedara con
ella y él por primera vez se sintió útil, feliz y el maravilloso hermano
mayor de Charlotte. La había paseado en bicicleta y la lluvia le había
caído encima… Esa noche se quedo a dormir en la casa de los Byron,
en una agradable cama caliente en compañía de Charlotte.

-Como vuelan los años… -Aseguro ella.

En efecto. La sensación de cariño y afecto por ella seguían allí.


Pero el sentimiento de fraternidad había sido remplazado por una
lujuria y un deseo casi incontenible.

El la miraba… Y ella le devolvía la mirada. Sabía que ella estaba


pensando lo mismo. Sabía también que ella lo deseaba con la misma
intensidad que él a ella… Que el sentimiento de familiaridad ya no
estaba; que eran un hombre y una mujer… Y entonces pronuncio algo
que no sabía si podía hacer sin contenerse.

-Bésame.

Charlotte se mojo los labios con la lengua. Y el arrepentimiento


la invadió… ¿Cómo había podido pedirle eso?

Supo que había sido un error, en el mismo instante en el cual,


Xavier la observaba sin aliento y con las pupilas dilatadas por la
sorpresa… Pero es que Charlotte no podía pensar en nada… En nada
más que no fuera el deseo casi irrefrenable que palpitaba en su
vientre, sus pechos, sus labios, sus piernas y cada una de las partes
de su cuerpo, cada vez que él la miraba o le sonreía.

Y entonces, duraron un rato sin hablar y simplemente se


observaban… Y no pudo pensar ni en lo que decía.

-No tiene importancia. Olvídalo –Se levantó apresurada. Recogió


la taza de la mesa.

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-Puedes… Puedes repetirlo Charlotte, por favor.

Frunció el ceño. ¿Se estaba burlando de ella?

-Te dije que no era nada, que lo olvidaras… ¿es que estás
sordo? –pero cuando se dio vuelta se encontró de nuevo con la
sensual sonrisa de él… Y sus piernas temblaron.

-Siéntate… -Sin saber muy bien por que… Obedeció sentándose


justo al frente de él… Tal vez fue por el despampanante temblor en
sus piernas, que incluso ya pensaba que no sería capaz de sostenerse
por si sola –Te tengo una pregunta… ¿Por qué me pides que te bese…

-Te dije que…

Xavier levantó un dedo y sonrió.

-Déjame terminar por favor –El dedo de él bajo hacía su muñeca


y rozo íntimamente la piel desnuda. Ahogo un suspiro como pudo -
¿Por qué me pides que te bese… En vez de tomar la delantera y
besarme tú? –Lo observó sorprendida –Pensaba que eras feminista.

-Pero… Es que no se si podría llegar a ser tan buena como para


complacerte –El dedo de Xavier seguía acariciándole la muñeca y casi
no la dejaba pensar. Solo con esa simple caricia, la dejaba en ese
estado… No quería ni imaginar como sería hacer el amor con él.

-Creo que eso deberías dejarlo en mis manos.

Con algo de duda, paso la lengua por su labio inferior. Apoyo su


mano en el mesón y se arrodillo en el banco. La mitad de su cuerpo
reposo sobre la mesa, apoyado por sus rectos brazos que la
sostenían. Con cuidado bajo la cabeza hasta que quedo a un muy
escaso espacio de la cara de él.

El aliento de Xavier le golpeó como una ventisca helada. Jamás


nadie la había hecho sentirse así… Y era algo difícil de creer
tratándose, del amigo de su hermano… Pero es que Charlotte no
tenía ninguna experiencia con los hombres, solo había tenido dos
novios en toda su vida y solo se había acostado con uno.

Se acerco un poco más y rozo sus labios con los de él,


suavemente.

-¿Te gusta torturarme? –Dijo Xavier.

-No estoy muy segura… Porque no sabría si te estoy torturando


o no.

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Xavier tomo su brazo y la acerco a él.

¡Dios mío! Había subido al cielo y los querubines tocaban


música a sus oídos. Él había profundizado el beso y deslizaba su
lengua por la longitud del labio inferior de Charlotte. Suspiró.

Y entonces penetro con su lengua la boca femenina e inició su


exploración. El vientre de ella tembló ante el movimiento tan sensual
y caliente… Quería pasar sus brazos por los hombros de Xavier y
profundizar –si es que se podía –aun más el beso. Pero era imposible,
ya que se sostenía con ellos.

El calor aumento en su pecho, se sintió extraña y muy húmeda


en su entrepierna. El movimiento de la boca de Xavier se intensifico
imitando el ritmo del sexo.

<<Dios mío, ayúdame… Por que creo que no voy a poder


aguantar>> Y Xavier se separó con una sonrisa.

-Estuviste muy bien Lottie.

<<Tú hiciste todo el trabajo… >> Pensó sintiendo el calor


agolparse en las mejillas, supuso que estaba roja. Se levantó de golpe
y noto en sus codos la marca, de las líneas de la mesa. Miro a Xavier
y él le devolvió la mirada.

-Eh… Creo que iré a ver si duermo un rato más.

Él asintió.

-Buenas noches… Y que sueñes conmigo –se estremeció ante la


sonrisa tan sensual de Xavier… Y como pudo salió de la cocina,
porque no tenía nada que contestar a eso y porque Xavier tenía
mucha razón. Soñaría con ese pequeño encuentro durante el resto de
su vida.

Pero cuando cruzo el arco, se encontró cara a cara con un par


de ojos castaños y unas cejas levantadas. <<Oh-oh>>

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Capitulo V

-Es que simplemente no me lo creo –De regreso a la habitación,


Charlotte escuchaba el regaño de Atradis, siendo observada por una
incrédula Helen –Yo voy a buscarte porque no te encuentro y cuando
te consigo, estás en medio de una acción extraña en el mesón de la
cocina ¡Con el mejor amigo de tu hermano! ¿No crees que eso sea lo
suficiente descabellado? Pues estabas gimiendo tanto que de seguro
se escuchaba en la puerta de la habitación de tus padres… ¡Lottie,
tenías cara de estar a punto de tener un orgasmo en la cocina!

¿Gimiendo?... Lo del orgasmo lo aceptaba… Pero no recordaba


haber gemido.

-¿Enserio estaba gimiendo?

-Si… Y jadeando… -Atradis rodó los ojos. Helen oculto su sonrisa


con el puño de la mano –Escucha Lottie… Sabes que te quiero ¿no? Y
que solo quiero lo mejor para ti. Xavier Stewart es el vocalista de esa
banda Darkness –por si crees que no me di cuenta – No creo que sea
muy buena idea pensar en él de manera formal… Ese tío es conocido
por poseer un harem de mujeres.

Levantó una ceja.

-¿Un harem?

Atradis asintió y fingió estremecerse.

-Salió por la tele.

Bueno… Por ese beso, Charlotte sabia que no debía de ser un


santo… Pero un... ¿Un harem? Soltó una carcajada sin poder
reprimirse.

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-No me digas que tu te crees todo lo que pasan por el canal de
farándula –al ver el repentino rojo en las mejillas de Atradis le hizo
volver a reír –Pero aun así… No te preocupes, digamos que fue solo
un reflejo… ¿Acaso ustedes son inmune a su sensual apariencia?

Atradis arqueo una ceja y luego cruzo brevemente su mirada


con la de Helen.

-Momentáneamente me pareció… Atractivo pero luego, nada de


nada. Y Helen… Tú me entiendes.

Pasó su lengua por el labio inferior. Si que lo sabía. Desde que


conocía a Helen, jamás la había visto salir con hombres, hubo una vez
que rozo su mano con un compañero se clases y se asusto tanto que
tiro hasta los cuadernos al suelo… Helena les tenía mucho miedo a
los hombres. Pero tanto Charlotte como Atradis tenían la esperanza
de que todo cambiara.

Suspiro. Y se metió debajo de la colcha de su cama.

-No tengo intención de mantener una relación con ningún


hombre. Y no creo que Xavier quiera algo más que una apasionante
aventura.

Xavier no lo entendía. No podía pensar en otra cosa que no


fuera en Charlotte y el delicioso beso que habían compartido en la
cocina. En sus bonitos ojos y en la necesidad de protección que
sentía… Como si ella fuera suya, para poder protegerla.

Un momento… Suya…

Una idea se encendió en su cabeza. ¿Y si se casaba con


Charlotte? ¿No sería mejor para todos? Anthony no tenía de que
preocuparse, y a ella no le faltaría absolutamente nada. Además,
tendrían bonitos hijos. Una holeada de excitación le recorrió. Seria
genial, sobre todo la parte de los hijos.

Había deseado a Charlotte cuando ella apenas había puesto un


pie en la cocina, hace unos días… Y estaba seguro de que la amaba
desde que era una niña, regordeta y chillona; cuando el era solo un
enclenque celoso de todo lo que tenía su mejor amigo, pero feliz de
ser bien recibido en esa familia.

Cuando se fue a la ciudad había decidido cambiar, debido a la


promesa que hizo con Charlotte… Esperando encontrarla un día y que
con su apariencia se enamorara de él. Pero antes de pensar en
casarse con ella tenía que enamorarla… ¿Pero como?

33
Antes de seguir dando vueltas en la cama se levanto y de los
papeles en blanco saco la hoja en la que estaba concentrado en la
cocina. Prendió la luz y inspirado se dedico a escribir hasta las siete
de la mañana.

-¿Atormentado por algo, Compañero?

Xavier suspiró de alivio al ver a Aram Witford sentarse justo al


frente de él. Hizo señas al camarero para que viniera a tomar la orden
y se concentro en verlo y sonreírle.

-Te ves horrible.

-Gracias –Contesto, mientras doblaba la hoja que releía hace


unos instantes.

-¿Y bien? Me has hecho venir desde la casa de mi madre para…

Xavier alzó una ceja. Apenas amaneció le comunico a Anthony


que se iría a Nueva York por un par de días a encontrarse con un
compañero de la banda. Y allí se hallaba, frente a frente con Aram y
con la pesadez en el corazón por no haber tenido oportunidad de
despedirse de Charlotte.

-Me gusta mucho todo lo que hemos logrado ¿sabes?

Aram pareció sorprendido y sumamente aturdido, como si le


hubieran dado con un bate de acero. Las mujeres del local
murmuraban cosas al pasar frente a ellos. Claro. Después de todo,
eran considerados por muchos como señores oscuros con incansables
placeres para proporcionar y completamente imposibles de
complacer… <<Por lo menos yo si he conseguido que me
complazcan>>

Pensó en Charlotte y en su pequeña, húmeda y caliente boca.


Desde luego una parte de él reacciono enseguida. Apretó las piernas
he hizo un mueca en su mente.

-¿Y… Eso quiere decir que…? –Aram hacía gestos con su mano
derecha, justo cuando el mesonero trajo dos capuchinos y un tiramisú
que había encargado Aram. Xavier sonrió al verlo comer; era como un
niño con cuerpo de adulto… Le gustaban demasiado los dulces.

-¿nunca has pensado en formar una familia?

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El cubierto cayó de su mano. Y el par de ojos azul índigo lo
observaron como si de un momento a otro estuviera hablando con
una bestia, con cara de león, tres ojos, cuernos, cola y patas de
cerdo. Aram recogió el utensilio del suelo y con una seña le pidió al
mesero otro limpio.

-¿Te has vuelto loco? –preguntó justo cuando se dio vuelta para
encararlo.

-Creo que sí… Locamente enamorado.

La barbilla de Aram por poco y toca la mesa.

-No me lo creo.

Xavier frunció el ceño.

-Pues créelo. A mí también me costo mucho darme cuenta. Y no


fue si no hasta cuando probé sus labios que me percate lo
idiotamente enamorado que estaba de ella –Aturdido desvió la vista
hacía el capuchino –Hace muchísimo tiempo que la conozco, y
siempre supe que la quería. Pero nunca me imagine a mi mismo con
un futuro a su lado… No hasta anoche, que no paraba de pensar a
altas horas de la madrugada, como serían nuestros hijos.

Y quería que tuvieran el cabello dorado y los amables ojos


aceituna de Charlotte. Justo en ese momento llegó el mesero con el
nuevo cubierto, Xavier levanto su taza y tomo un buen trago de la
caliente bebida. Saco de su bolsillo el papel doblado y lo lanzó sobre
la mesa.

Aram dudo mientras arqueaba una de sus perfectas cejas


castañas.

-¿Qué es?

Pero antes de que pudiera responder. Ya él había abierto el


papel. Sus ojos se movían al ritmo de la lectura… Pero Xavier ya se lo
sabía de memoria.

Mi mayor deseo es estar a tu lado,


Limpiar tus lágrimas y seguirte
Estar siempre allí en tus momentos de agonía
Borrar las sombras del pasado
Aquellas que evitan tu felicidad.

Devolverte tus aspiraciones


Y que las compartas conmigo
Que vuelvas a ser la misma
Solo que ya no una niña

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Si no la mujer de mis fantasías
Ver nacer de nuevo
A aquella princesa que amé.

Cuando tú sonreías en aquellos días


Mi sueño era protegerte,
Hacerte para siempre mía
Bajo una ventisca helada de invierno
Poder cumplir todos tus sueños de hielo.

-Me falta pulirla –Dijo Xavier mientras tomaba otro trago de su


capuchino –Pero es lo que escribí para ella. Además de ser lo ultimo
que haré –A Aram casi se le salen los ojos de las orbitas –Dejare la
banda luego de hacer un ultimo concierto.

Pasando la lengua por su labio inferior, Charlotte dejo que Helen


le masajeara el cuello y dispersara la tensión en sus músculos.

Xavier se había ido en la mañana del día de ayer y ya era de


noche y aun no había señales de él. ¿Estaba preocupada? Por
supuesto… Estamos hablando de Xavier, el tío se había perdido de
vuelta a casa una vez… Y adivinen quien lo había encontrado, ni más
ni menos que ella.

Pero Xavier ya no era un niño. Tal vez estaba disfrutando con


alguna de las mujeres de su Harem. Observo a Atradis, quien leía una
revista mientras su cabeza reposaba en su mano izquierda. No debía
dejarse influenciar por Atradis y sus conflictos mentales, respecto a
creerle a un canal de farándula.

Aunque la simple idea de él, con cualquier otra mujer… La


enervaba. Si… De acuerdo, estaba celosa; pero también con el orgullo
herido. ¿Es que acaso ella no era suficiente? Que hasta incluso se iba
a la ciudad para aliviar sus placeres. Apretó los puños sobre su falda.

-Lottie, no te pongas tan rígida… Me es imposible darte un


masaje correctamente.

Respiro hondo y soltó el aire. Relajo los hombros y asintió.

La puerta de la sala se abrió y entro Anthony con el ceño


fruncido completamente.

36
-¿Qué tal tu siestecita hermano?

Anthony la observo enojado y luego miro a Atradis como si le


estuviera lanzando un maleficio. Atradis le devolvió la mirada
sorprendida e incrédula. Luego Anthony salió por la puerta de
enfrente.

Charlotte miró a Atradis.

-¿Qué le hiciste?

-Lottie, te juro… Te juro que no le he tocado ni un pelo… No le


he hecho absolutamente nada. Además ¿Qué razones tendría yo para
hacerle algo?

-Quizás, que cuando llegamos ayer, piso tus nuevos tacones


prada.

Sonrió y Atradis frunció el ceño.

-Claro… Aparte de eso, pero no tengo intenciones de


vengarme… Todavía.

-¡Atradis!

-¿Qué? Solo dije que no tengo intenciones de vengarme


todavía… Y si lo hago quizás derrame algo de juego encima de su
camisa tommy, o sobre sus mocasines algo de café –soltó una risita
que hizo estremecer tanto a Charlotte como a Helen.

-Eres demasiado vengativa…

La puerta se abrió por segunda vez y ahora había entrado


Xavier. Con enormes cataratas debajo de sus bonitos ojos verdes y
totalmente desarreglado. Arqueó una ceja al ser observada tan
fijamente por él.

-Buenas noches –Las tres contestaron al unísono. Pero Charlotte


se sentía cohibida, bajo la mirada de él –Lottie, podrías regalarme
unos minutos de tu tiempo por favor.

Las tres se quedaron quietas y Xavier suspiro.

-A solas –Dicho esto, Atradis y Helen se pararon y salieron


disparadas por la puerta. De seguro con los oídos atentos para
escuchar lo que fuera que Xavier quería decirle.

37
Capitulo VI

Iba a llover. Anthony lo sabía, por el húmedo olor a tierra


mojada y el cielo oscurecido. Dejo el flotador dentro del cobertizo y se
encamino a la puerta trasera que llevaba al interior de la casa. La
noche anterior no había podido dormir nada bien. ¿La causa?.

38
La observo fijamente, mientras ella mantenía su oreja apretada
contra la puerta de la sala. Aun no había notado su presencia.

Ella era la causa. Por alguna extraña razón, había tenido un


delicioso sueño erótico… Basándose en los juegos preliminares, la
mujer gemía atormentada ante sus caricias… Y él no soportaba el
deseo que lo consumía… Y justo cuando se acomodo entre los muslos
de la muchacha, se percato de que tenía un rostro. Los largos y
enroscados cabellos castaño rojizo y un par de ojos marrones le
imploraban penetrarla.

Y él no se resistió ante la respiración irregular y los gemidos


apasionados… Y en su sueño, le hacía el amor a la amiga de su
hermana… A la excéntrica, a la que no soportaba.

Atradis lamió su labio inferior y se enderezó al descubrirse


observada. Frunció el ceño al percatarse de que era él.

-Deje de mirarme como si fuera a sacar un cuchillo en cualquier


momento y viniera específicamente a asesinarme por venganza –
Volvió a pegar su oreja de la madera –que yo sepa no le he hecho
nada…

<<Oh… Tu no tienes ni idea, de lo que me estás


haciendo>> mojo su labio inferior con la lengua, ya que al observar
las piernas descubiertas desde la mitad del muslo, hicieron agrietar
sus labios. Y pensar que en su sueño el separaba esos adorables
muslos color crema.

Al sentir su amigo reaccionar, decidió que era mejor pensar en


otra cosa.

-¿Qué coño estas haciendo, espiando a los que sea que estén
en el salón de mi casa?

Atradis arqueó una ceja y frunció su labio inferior. Una mueca


algo adorable

-Estoy oyendo que le dice tu amiguito a mi querida Charlotte.


Así que deja de joder y vete a jugar por ahí, niño.

Ofendido, frunció el ceño.

-¿Niño? Si no me equivoco, tú eres un año menor que Charlotte,


lo que te hace cinco años menor que yo.

-Cállate de una vez y déjame oír –Anthony se movió y pego su


oreja al lado de Atradis. Ella tenía la vista clavada en la madera; sus
labios rojos estaban entre abiertos, sus mejillas cubiertas por una
débil capa de rubor. Analizó sus bellos pómulos y su preciosa nariz

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recta. Era sin duda la mujer más hermosa que había tenido la dicha –
o la desdicha- de conocer.

<<Que dios me ayude>>

Xavier se sentó justo al frente de ella cuando las chicas


salieron. Se quedo unos minutos en silencio y luego elevó las
esquinas de sus labios en una sonrisa.

-Tienes un aspecto terrible. ¿Te sientes bien?

-A decir verdad, tengo algo de sueño… Casi como si no hubiera


dormido en una semana completa –Contesto golpeándose levemente
en la parte detrás de los hombros. Allí era donde le dolía, un severo
dolor causado por el estrés de no haber sabido donde estaba Xavier…
Y ahora que lo tenía justo al frente, no sabía que hacer.

-Eso es terrible… ¿Quieres un masaje?

Dejo las manos sobre su regazo y sonrió levemente.

-Helen me ha dado ya uno antes de que llegaras –uno que no


logro completar, debido a su rigidez. Aun así Xavier se levantó de la
silla y se acercó a su espalda. Cuando coloco sus grandes y
masculinas manos en su espalda casi le da un paro cardiaco debido a
su excitación repentina.

Con los dedos índices comenzó a masajear y sin querer a


Charlotte se le escapo un gemido de satisfacción y placer.

-¡Dios mío, eres mejor que Helen! –oyó una risita a su espalda
pero no le importo –Por cierto… ¿De que querías hablar?

Xavier se tensó y Charlotte alzó la vista. Le dolía mirarlo, era


como un dios… Con sus cabellos negros y sus intensos ojos verdes.
Algo se movió en su interior solo con mirarlo. Él le sonrió.

-¿Qué es lo que te gusta Charlotte?

Parpadeó sorprendida.

-Lo que me gusta… m… la nieve, el viento frió de invierno, ver


las calles blancas debido a las nevadas… El hielo, sentir los patines
deslizarse por el –Suspiró ante eso… Y tristemente el recuerdo de su
último día sobre el hielo la lleno. Paso su lengua por el labio inferior y
respiro hondo para reprimir las lágrimas amontonadas en sus ojos.

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-La nieve no es muy fácil de conseguir por aquí.

-No… Por eso es que no quería volver, pero aun así, año tras
año justo en la temporada que amo; vuelvo a mi lugar de origen, lleno
de calor y de sol… Desde luego sin nieve.

Dejó de masajearle los hombros y Charlotte volvió a elevar la


mirada. Xavier tenía una expresión pensativa.

-¿Por qué lo preguntas?

-Simple curiosidad.

¿Se podía regalar nieve a una persona? Xavier no estaba tan


seguro.

Siempre había sabido que Charlote no era como las otras


mujeres, que pedían joyas, chocolates y flores… No, ella prefería la
nieve. Quizás no se había dejado entender bien a la hora de
preguntárselo. Y cuando lo hizo ella se veía tan triste y tan tensa
cuando le contesto.

Afuera se podía oír el sonido de la lluvia golpear contra el cristal


de la puerta corrediza de su habitación. Había un balcón detrás.

Charlotte quería una ventisca helada, en un lugar donde había


sol y mar. Quería frió en donde había tan solo calor. Quería sentir el
hielo bajo sus pies en donde existía arena que te picaba los dedos
cuando la pisabas.

Abrió levemente la cortina y embelesado observo la lluvia y los


relámpagos a lo lejos… Esa noche, la lluvia lucia hermosa… Observó
el reloj, eran las doce de la noche. Apresurado abrió la puerta y bajo
hacia la cocina, encontrándola a ella sentada en la mesa con una taza
de chocolate.

Levantó la vista del líquido y lo observó.

-¿Tampoco puedes dormir hoy? Si es así entonces estamos en


las mismas –ella intentó levantarse, pero Xavier le hizo señas para
que se quedara allí. Esa noche llevaba un simple camisón suelto con
mangas largas hasta las muñecas.

Se acercó a la olla y observó que aun quedaba algo de


chocolate, bajo una taza del estante y se sirvió el contenido. Degusto

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el sabor y se sentó al frente de Charlotte. Ella lo observaba fijamente
mientras ladeaba la cabeza.

-¿Tienes algo que decirme? –preguntó Lottie.

-Eres bastante perceptiva. Ni siquiera sabía si estarías despierta


y sentada aquí mientras tomabas chocolate. Me arriesgue a bajar
para comprobarlo –Tomó un sorbo y sonrió –parece que acerté.

-Hmm… ¿Pero que tiene que ver eso con lo que tienes que
decirme?

Tomó de un trago lo que quedaba de chocolate y se levantó.

-Ven conmigo.

-¿A dónde? –preguntó ella con una sonrisa y cara de ilusión.

Tomándola de la mano la ayudo a levantarse y la arrastro


consigo escaleras arriba. Oía la respiración agitada de Charlotte y
como el corazón le latía con tanta fuerza ligándose con el sonido de
las gotas de agua golpeteando el techo de la casa.

Abrió la puerta de la habitación de invitados y se introdujo con


ella dentro.

-No entiendo…

-No te preocupes –sonrió cansadamente mientras respiraba


recuperando el aliento –no te voy a violar o algo parecido.

Charlotte parpadeó.

Él camino hacía el balcón y abrió la cortina dejando que la luz


de la luna, los relámpagos y las gotas de lluvia se vieran por
completo.

-Quiero que veas bien, ya que en este momento, la lluvia


parece una ventisca de invierno.

Ladeo la cabeza completamente atontada. Xavier tenía razón.


Era hermoso… Como una ventisca, o una tormenta de nieve; pero era
agua, no nieve lo que caía. El corazón comenzó a latirle con fuerza
cuando se acerco a las puertas corredizas y deposito su palma sobre
el cristal.

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-No se puede obtener nieve aquí. Pero esto es lo más cercano a
lo que a ti te gusta.

Sintió las lagrimas acumularse en sus ojos y las ganas de


sollozar con fuerza en su garganta. Jamás, nadie en toda su vida
había buscado algo para complacerla. Estaba conmovida.

Quito el seguro de la puerta y comenzó a deslizarla.

-¿Qué estas haciendo, Lottie? –Preguntó él alarmado. Ella


sonrió.

-Voy a disfrutar de mi regalo.

Abrió la puerta por completo, sintiendo la brisa helada y las


gotas frías en su cara. Salió al amplió balcón dejando que la húmeda
lluvia la limpiara, disfrutando del frió que le proporcionaba, tan
parecida a la nieve… Al hielo.

Dejo caer las lágrimas, sabiendo que estás se confundirían con


la lluvia. Xavier también había salido, podía sentirlo justo atrás de
ella. ¿Habría cerrado la puerta corrediza para que no entrara el agua?
Ni idea.

El camisón se adhería por completo a sus curvas. Estaba


prácticamente desnuda cuando se dio vuelta para mirarlo a él. Y
Xavier llevaba el pecho descubierto y un mono de dormir que ya
estaba completamente mojado. Otra vez el calor la abrazo al
observarlo.

Podía ver su mirada reflejada en los ojos verdes de él, que


estallaban en el deseo. Y ella también lo deseaba, como nunca había
deseado a ningún hombre en su vida. Quería tenerlo para ella en ese
mismo instante… Conmovida y extrañada... Se acerco a él y envolvió
su torso con sus brazos.

Levantó el rostro para darle la bienvenida a los suaves y


sensuales labios de él, dejando que penetrara en ella con su lengua.
Las manos de Xavier le recorrían las caderas y la espalda, con esa
simple caricia ya sentía la necesidad de que la poseyera.

Él beso sus parpados, mejillas, nariz, barbilla... Con tanta


dulzura, que no pudo contener el sollozo de su garganta; enterándose
en ese momento de lo muy enamorada que estaba.

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Capitulo VII

Xavier devoraba la boca de Charlotte con avidez, degustándola


y explorándola por completo mientras acariciaba furtivamente su
espalda y deslizaba sus manos ahuecando su bien formado trasero.
Oía los gemidos y jadeos de ella mezclarse con la lluvia y el frió que
comenzaba a hacerla temblar.

Se separo de ella lo suficiente como para poder verla; sus ojos


permanecían cerrados; su boca entre abierta estaba roja e hinchada
por los besos compartidos; el camisón blanco de mangas largas que
con anterioridad había admirado, estaba mojado y transparente
dejando a la vista los pezones endurecidos y las definidas curvas de
su cuerpo. Volvió a atraerla hacía él volviendo a cubrir sus labios.

Empujándola levemente la llevo hasta la puerta corrediza y sin


dejar de besarla se introdujeron en el interior de la habitación.
Charlotte soltó una risita cuando cayeron en el suelo por la
desesperación. Xavier cerró la puerta y se volvió para mirarla. ¡Dios!
Se veía tan hermosa… Tan única.

Las gotas golpeaban el cristal, ella tenía los ojos dilatados y


sumamente abiertos, esperando a que el diera el primer movimiento.

Y así lo hizo…

Levanto a Charlotte en sus brazos y se abalanzó con ella sobre


la cama, rebotando contra el colchón.

-Eso fue algo brusco –Dijo ella con voz ronca.

-Calla… -Le beso ligeramente en los labios y deslizo sus brazos


debajo de la cintura para atraerla más hacía su cuerpo –te deseo… Te

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he deseado desde el momento en que pisaste la cocina, no, te deseo
desde que yo supiera el significado de la palabra, incluso cuando
éramos unos niños –Beso la mejilla derecha y el largo cuello de
Charlotte.

Ella gimió y coloco sus brazos justo en la nuca, aforrándose lo


más que podía al cuerpo de Xavier. Dejo de besarla y se concentró en
mirarla a la cara, su cabello completamente húmedo se enredaba en
sus dedos y descansaba en la almohada… Sus ojos eran dos pozos
reflejando el deseo casi segador que él mismo sentía.

-¿Me deseas tú a mí, Charlotte?

Sabía que era así. Pero quería oírla pronunciarlo, no la tocaría


hasta que lo dijera…

Ella tenía una expresión desesperada y se arqueaba rogándole


aquel contacto que tanto anhelaba; se removía bajo él con tanta
insistencia que por poco lo hace perder la paciencia, le hizo pensar en
terminar de arrancar sus ropas y penetrarla allí mismo. Temblaba de
necesidad y sentía como su miembro se estrellaba contra el vientre
plano de Charlotte.

-Si… -dijo ella en un murmullo –Te deseo demasiado, con todas


mis fuerzas; Te deseo más de lo que, estoy segura, podré desear a
algún otro hombre. Te deseo tanto que si no me tocas ya mismo soy
capaz de lanzarme del balcón.

Se levantó y ayudo a sentar a Charlotte, sacándole el camisón


por la cabeza y dejando al descubierto sus finas bragas de lo que
parecía ser seda. Sus cabellos enmarcaban ahora sus pechos
completamente desnudos, estos poseían unas finas y delgadas líneas
de color naranja nacarado. Con sus dedos las acaricio levemente y
Charlotte se sobresalto intentando ocultar sus pechos.

-No –tomó sus brazos y los coloco a los costados –No intentes
esconderte, porque está noche planeo memorizar todas y cada una
de las marcas en tu cuerpo.

Temblaba. Él era sin duda alguna, la criatura más sensual que


conocía. Lo observo deshacerse de su pantalón para dormir y
quedarse en sus boxers de algodón –con la marca Calvin Clain
grabada en la elástica-; Su pecho goteaba y su cabello mojado caía
sobre su frente, el par de ojos verdes la examinaron y sintió una gran
humedad entre las piernas sumándole al dolor en sus caderas. La

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miraba con lujuria y una pasión tan fuerte que le hacia imposible
respirar.

El se arrodillo en la cama de tamaño grande y se acerco a ella.


Tomó un mechón de su cabello rubio –también completamente hecho
un asco debido a la lluvia- y lo beso ligeramente. Tal vez fuera ella,
pero las mejillas le ardían. Sintiéndose atrevida se acerco a él –si es
que se podía acercar más- y delineo los sensuales labios masculinos
con su lengua.

Xavier la tomó de la cintura y con una increíble brusquedad


penetro en su boca con la lengua. Sus manos vagaron hasta
encontrar uno de sus pechos y apretarlos con delicadeza; jugo con el
pezón, mientras ella gemía contra su boca y acariciaba su espalda.
Instintivamente, Charlotte abrió las piernas dándole la bienvenida
para instalarse entre ellas.

Se deshizo de los boxers de él, mientras que Xavier deslizaba


las bragas por sus muslos, hasta dejarlas olvidadas en el borde de la
cama.

Se dedico a trazar un camino de besos por su cuello hasta llegar


al seno derecho de Charlotte y pasar la lengua por la aureola. Ella
pasó las manos entre el cabello negro y lo presionaba implorando
entre jadeos y gemidos.

Xavier introdujo su pezón en la boca y con la lengua masajeaba


la delicada piel. El placer de está acción la hizo estremecer con fuerza
debajo de él. La necesidad embriagadora, ligado con la vergüenza le
traspaso el cuerpo. Estaba implorándole a Xavier Stewart el delirio de
su pasado, el cómplice de su hermano en la infancia; que le hiciera el
amor.

Empujo las caderas hacía las de él. Y Xavier gimió.

-Lo lamento Charlotte… No voy a soportar más de aquí.

Le separo las piernas y se introdujo dentro de ella. Gimió, al


experimentar el alivio que le proporciono sentirlo en ella. Xavier la
beso en los labios mientras movia sus caderas al ritmo sexual.
Charlotte abrazó su espalda sudada siguiendo cada uno de sus
movimientos.

Y ambos alcanzarón la cima al mismo tiempo… Algo muy


perturbador al igual que encantador…

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-¡Se donde estabas!

Charlotte se sobresaltó al entrar en su cuarto en la madrugada.


Xavier y ella habían hecho el amor dos veces, antes de que tuviera
que volver para no levantar sospechas… ¿Y con que se encontraba?
Con Atradis, con los ojos rojos –entiéndase y nótese que no había
dormido en toda lo noche, y a Helen, sentada en la colcha a punto de
caer por el sueño.

-Buenas madrugadas –dijo Charlotte.

-Estabas… Estabas con ese pendejo, ¿Verdad?

-¡No es ningún pendejo! Se llama Xavier –exclamo algo enojada


dejándose caer en el borde de la cama.

-Me importa una mierda su nombre. Te dije que no era buena


idea; pero tu, noooo, vas, corres y te lanzas a sus brazos sin más –
Atradis hacía morisquetas y desfiguraba la cara mientras hablaba.

-Deja de meter las narices en esté asunto… Si yo quiero


acostarme con él, lo hago y listo.

Alarmada, Helena se espabilo y levanto los ojos arqueando una


ceja. Mientras que una horrorizada Atradis se cubría la boca con la
mano izquierda.

-Lo has hecho… Enserio lo has hecho –Se sentó al lado de Lottie
y apoyo su pesada cabeza en una mano –Solo espero que no pase de
allí, porque…

-Ya es tarde.

Atradis volvió la mirada aturdida.

-¿Qué has dicho?

-Que ya es tarde –Se pasó la lengua por su labio inferior, tragó


saliva y miró a Atradis –Le amo.

Dejo caer la frente contra la madera de roble, de la mesa del


comedor en la casa de Charlotte. Golpeó una y otra vez… Hasta que
sus ojos se volvieron acuosos.

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-Esto es terrible…

-¿Qué, es terrible?

Cuando Atradis alzó la mirada se encontró con el par de ojos


azules pertenecientes a Anthony señor-que-mira-feo-a-las-mujeres
Byron. Las lágrimas ya se habían acumulado en sus ojos, pero no
quería lucir débil así que frunció el ceño y desvió la vista.

-Solo vete.

-Si no me equivoco señorita Donnatti… Está es MI casa, por lo


tanto yo decido si me voy o me quedo en MI sala –Arrastró la silla,
dejo los papeles sobre la mesa y se sentó. Atradis se sentía estupida.

Se paso la lengua por los labios… Necesitaba enormemente


hablar el tema con alguien. Observo a Anthony, con su masculina
mandíbula, sus rubios cabellos un poco más largos de lo que un
abogado debería de llevar y sus potentes ojos azules. Él era quien
más le asustaba. ¿Por qué? Simple… Se sentía increíblemente atraída
hacía él.

Había estado regañando a Charlotte sobre estar con el mejor


amigo de su hermano. ¿Pero que hay sobre andar con el hermano de
tú mejor amiga? Sin duda alguna, algo escalofriante, tratándose de
Anthony, quien luchaba por tratarla bien cuando le convenía. Paso sus
brazos por el estomago y desvió la vista.

-Si tienes algo que decir, entonces hazlo –cuando volvió a


mirarlo, él la observaba fijamente; ya no leía los papeles esos, pero se
veía curioso.

-No se de que me estás hablando –se mordió el labio inferior,


para evitar que se le saliera una sola palabra.

-Es que tienes cara de estar sufriendo, por algún secreto en


particular.

Se le fue el aire. Y ya no pudo contenerse cuando dejo caer la


cabeza sobre la mesa y comenzó a sollozar.

-Es culpa de ese bastardo –Jadeo un poco –Hace dos años


descubrí que el novio de Charlotte le era infiel; lo amenace con que si
no terminaba con ella lo mataría –mi familia tiene muy buena
economía y podrían hacer desaparecer a cualquiera de la tierra – pero
cuando termino con ella, lo hizo con palabras crueles. Ella permaneció
mucho tiempo deprimida.
>>Ahora llega otro don Juan, se acuesta con ella para luego
dejarla. No se si me entiendes, pero el sufrimiento de Charlotte
provocado hace dos años, fue principalmente mi culpa… Quizás

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hubiese sido mejor si no lo hubiera descubierto; pero talvez Charlotte
se enterara y sería aun más doloroso.
>>No quiero que vuelva a sufrir en manos de algún
descerebrado hijo de perra.

Lloro durante un rato. Anthony se levantó de la silla y se fue a


alguna otra parte dejándola allí. Sollozo y sollozo intentando
descargar su ira… Un momento después Sintió que algo le golpeaba
levemente la cabeza.

Cuando levanto la vista al parar de llorar, los ojos de Anthony le


devolvían la mirada. Coloco al frente de ella lo que parecía ser una
taza de chocolate y se sentó de nuevo al frente de ella a mirar los
papeles.

-¿Sabe Charlotte que él es un Don Juan?

Atradis asintió.

-Entonces déjala ser; Ella debe de saber donde se mete –La


observo un instante y juro que por un momento le había sonreído –
Lottie es mayor ya, pero eres muy buena amiga al preocuparte por
ella –suspiró –Me alegro de que hallas encontrado al ex novio de
Charlotte in Fraganti, eso hizo mejor las cosas créeme. Y si el
desgraciado con quien está ahora le hace daño, solo avísame y lo
golpeare por ustedes.

Recogió los papeles de la mesa y se levantó. Atradis estaba


sorprendida. ¿Había sido buena con ella? Algo calido se encendió en
su interior.

-Ah… ¡Gracias!

Pero ya Anthony había salido por la puerta. Así que se dedico a


tomar el chocolate sin darle mucha importancia al asunto.

Capitulo VIII

-¡Lo siento!

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Charlotte parpadeó sorprendida. ¿Atradis disculpándose?
¿Dónde andaba su cámara cuando la necesitaba? Aun así no pudo
evitar que una sonrisa cariñosa se formara en sus labios. Ella sabía lo
preocupada que estuvo y pensó que había sido muy cruel con sus
palabras la noche anterior.

-¿Qué es lo que sientes?

Atradis se encogió y frunció el ceño, al punto de que sus bonitas


cejas estuvieron a punto de tocarse entre si.

-mmm… ¿Siento ser una idiota insensible?

Charlotte soltó una carcajada.

-¿Sabes que siempre he pensado que eras rara? Pues ahora lo


creo aun más –No pudo evitar sonreír al ver la expresión de alegría y
alivio en el rostro de su amiga.

-Eso quiere decir que me perdonas…

Suspiró.

-Yo también siento haberme comportado como una egoísta sin


corazón, se supone que estabas preocupada y mira como te hable –
Se acercó a ella y la abrazó –Gracias por todo, te digo que tú y Helen
son mis mejores amigas, jamás las cambiaria por nada en el mundo.

Sintió como la joven castaña le devolvía el abrazo y asentía


débilmente. Charlotte logró sentirse mucho mejor después de ese
pequeño momento de intima amistad.

-Hey, ¿Aram, me escuchas?

-Desde luego que te escucho, no estoy sordo –Xavier frunció el


ceño por el grito que le devolvió el auricular. Suspirando lo separo un
poco de su oreja izquierda para volver a colocarlo –Dime que
demonios quieres y déjame ser feliz por una vez en tu vida.

Xavier no había hablado con Aram desde el día en el que le


había anunciado que dejaba la Darkness, la banda que él mismo se
había esforzado en juntar. Así decir verdad, Aram incluso por poco
tumba el tiramisú que en esos momentos ingería al salir disparado
hacía la puerta… Incluso se había negado a responderle las llamadas.
Parecía una mujer a la que cuyo novio le acababa de avisar que tenía
que irse con otra. Ese pensamiento le erizó.

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-Sabes que te conté respecto a que pensaba casarme ¿no?

Oyó un gemido de frustración al otro lado de la línea.

-Si que lo hiciste, me lo dejaste bien claro amigo.

-Pues… ¿Conoces alguna pista de patinaje cerca? Quiero decir…


En donde vives, ya sabes. Y me refiero a patinaje sobre hielo –Tomo
una libreta de la gaveta y una pluma y comenzó a golpear la mesa
con los dedos.

-mm… Si, creo que hay una. Deja y pregunto –Xavier se


sobresaltó- ¿¡¡MAMÁ!!? ¡¿CERCA DE AQUÍ HAY UNA PISTA DE
PATINAJE?!... ¡¿EN QUE PARTE?! –Observó el teléfono con los ojos muy
abiertos… ¿Cómo era que Aram tenía fans? Aún no lo comprendía -
¡NO! ¡ES PARA XAVIER!... ¡SIII!... Mi madre te manda saludos.

Rió nerviosamente.

-Dile que yo también.

-Y dice que si que hay una de esas cerca… En la plaza de no se


que; de cualquier forma te mando la dirección por correo. ¿La
necesitas para ya mismo?

-Ya mismo no, pero lo más rápido posible si que me gustaría. Y


gracias.

-Ah no, ahora te esperas… Aún no me has dicho quien es la


chica.

Xavier dejó de hace garabatos en la hoja y soltó la pluma de


golpe. Maldijo por lo bajo, pero no planeaba mentirle a Aram, también
su gran amigo a parte de Anthony.

-Se llama Charlotte.

-Ah… Anthony tiene una hermana que se llama así ahora que
recuerdo… -Silencio del otro lado de la línea. Luego se oyó el sonido
de un cristal roto; de seguro de algún vaso o una taza que en esos
momentos sostenía Aram – ¡Mierda! ¡No me jodas!

Charlotte se removió y suspiro al sentir los brazos de Xavier


rodearla por la cintura y plantarle un sordo beso en el cuello. Él se

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estiro como un gato e hizo un extraño ruido al rodar por la cama y
pararse por fin completamente –y gloriosamente- desnudo.

<<Siento que puedo morir felizmente, ahora>> Era increíble


las sensaciones que él le hacia sentir solo con observarlo nada más.
Aún no entendía como era que no se sentía de esa manera cuando
era una niña; ¿Cómo fue que jamás se había fijado en él si siempre
andaban juntos? –gracias a Anthony-, no recordaba ningún momento
que no compartiera con Xavier.

Quizás porque antes el no era ni bueno ni amable como lo era


ahora.

-¿Qué? –preguntó Xavier arqueando una ceja.

Charlotte apoyó su cara en una mano y sonrió.

-Me siento como si me hubiera ganado la lotería cada vez que


te miro.

Él soltó una risita, y tropezó con la mesa haciendo que varios


papeles cayeran al suelo. Charlotte intentó recogerlos pero Xavier se
adelantó y los oculto de su vista. Curiosa ladeo la cabeza.

-¿Qué es? –pregunto.

-Nada, solo cosas sin importancia –por el tono de su voz,


Charlotte supo que ocultaba algo y que no quería hablarlo con ella.
Mordiéndose el labio y sintiéndose algo mal observó el reloj, eran las
tres de la madrugada. De una patada se quito las sabanas y se
apresuró a ponerse el mono del pijama -¿A dónde vas? Quédate.

-No puedo –Charlotte intentó no mirarlo a la cara, porque


repentinamente quería ponerse a llorar –mi mamá y mi papá, hasta
talvez Anthony no creerán que sea muy normal que salga de tu
habitación más tarde.

-Tienes razón –Xavier se quedó parado observándola vestirse.

Charlotte contuvo las lágrimas y lo miró con la mejor sonrisa


que pudo… Aunque talvez se veía falsa.

-Nos vemos después

Y antes de que él respondiera salió por la puerta.

<<Es solo una aventura… Algo con lo que divertirse>> Eso era
lo que era. Así era como él la veía… ¡Claro! ¿Es que como Xavier
podía pensar en ella como algo más que un simple juego de un rato?

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¿Cómo alguien como Xavier podría querer a una patinadora
fracasada y marcada por su infancia? Recordó sus estrías y se
encogió. Él Sabía la ubicación exacta de cada una de ellas. De seguro
se reía a sus espaldas. <<Él no te ve como algo más… No te hagas
ilusiones>>

¡Ni siquiera podía ver un simple papel que había caído al


suelo¡ Por dios, él no confiaba en ella.

<<Y no te duele; Claro que no… Porque a pesar de todo tú solo


lo querías para tu estancia aquí>>

¿Entonces por que diablos estaba llorando?

-¡Charlotte! ¿Pero que te ha pasado? Te ves mal.

Anthony era peor que Atradis, había confirmado sus sospechas.


Sirviendo un poco de huevos revueltos y tomando dos tostadas de un
plato, se sentó a la mesa en compañía de sus dos amigas, sus padres
y su hermano. Observó la estancia. No había señales de Xavier.

-No he dormido bien en las ultimas noches –Contesto; pudo ver


como Atradis hacía una mueca mientras tomaba un gran trago de
café. Mientras que Helen desvió la vista. Charlotte pico un pedazo de
la tostada, le untó mantequilla y lo introdujo en su boca.

-Pues habérmelo dicho y te compro un té o algo por el estilo. No


es bueno que padezcas de insomnio.

Ella asintió y tomó un trago de naranjada. Ella odiaba el café, al


igual que Anthony… Por eso su madre les había enseñado a hacer
chocolate caliente; Pero ella ya había tomado demasiado chocolate
en las ultimas noches, por lo que evitaría tomarlo antes de volverse
adictiva, como hace unos años.

-Bien –Anthony se volvió para ver a su padre –Te seguía


diciendo; que Xavier me ha dicho que se retiraría a visitar a su amigo
Aram, que ha vuelto de Nueva York… Dijo que tenía algo importante
que hacer; y hace unos pocos días Aram me llamo al teléfono
completamente alarmado –se metió un bocado en la boca –Dijo que
Xavier tenía planeado dejar la banda, por que quiere casarse con una
chica.

El tenedor de Charlotte choco contra el plato con demasiada


fuerza. Y todos en la mesa se volvieron para verla.

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-¿Estás bien, cariño? –Preguntó su madre con cara de
preocupación –Pareciera como si te fueras a desmayar en cualquier
momento.

-Estás demasiado pálida, Charlotte –Atradis, que se encontraba


a su lado le tocó el hombro. Mientras que Helen, alarmada, se había
levantado de la mesa y intentaba darle aire con un paño de cocina.

-Estoy bien… Es que repentinamente –Tenía la garganta seca y


los labios agrietados –Me han dado demasiadas nauseas. Espero que
me disculpen.

Se levantó de la mesa y caminó apresuradamente hacía su


habitación. Donde se lanzó a la cama, repentinamente dura como una
roca.

-Así que aquí es –Ansioso, Xavier sonrío al vigilante que se


encargaba de resguardar la puerta. Sorprendido, ante la aparición de
una estrella de rock en un lugar tan viejo, abrió sin chistar la rendija.
Aram le seguía los pasos.

-Xavier, aún no me creo que te estés follando a la hermana de


Byron.

Se dio la vuelta y lo fulminó con la mirada.

-No me la follo –No con mala intención –Deseo casarme con ella.
Además, es la mujer más maravillosa que haya conocido y tenga la
dicha de conocer; desde niño lo he sabido –Lo único que había sabido
entonces, es que acabaría loco por Charlotte ni que estaría planeando
pedirle matrimonio en una pista de patinaje.

Aram frunció el ceño.

-Sigo pensando que es mala idea. Anthony cortara amistad


contigo en un santiamén.

El lugar estaba vacío y era espacioso, muy, muy espacioso. Y


frió. Completamente perfecto.

-Pero lo que más me preocupa… Es que ella –por lo que sé-


tenía completamente prohibido pisar el hielo, debido a la fractura que
sufrió en una competencia hace dos años… Y tu vienes y la llevas
justo a la muerte –finalizó Aram.

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-Escucha, ella tiene prohibido las acrobacias y toda esa mierda –
Se dirigieron al despacho del dueño –Pero lleva dos años sin
deslizarse por el hielo. Algo que ama con mucho fervor. Yo quiero
hacerla feliz de nuevo, así que comenzare con esto.

Frunciendo el ceño Aram volvió a hablar.

-¿Tienes planeado comprarla?

-No, solo alquilarla.

-¿Para cuando? Claro si es que puedo saber.

Xavier sonrió.

-Para la noche después de nuestro concierto.

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Capitulo IX

Xavier dejo su cazadora sobre una de las sillas que estaban


cerca de la entrada de la casa Byron. Los músculos del cuello le
dolían. Había estado toda la tarde discutiendo con el dueño de la
pista de hielo y solo se habían tomado un descanso para ingerir un
café traído por la secretaria –que por cierto, no paraba de ponerle
ojitos a Aram. A pesar de doblarle casi en edad.

Se dirigió a la cocina y se dejo caer en un banco. Coloco los


codos en el mesón y recostó su cabeza en la palma de sus manos.
Había logrado obtener la pista… Pero además de querer llevarla allí,
también deseaba que Charlotte fuera a su concierto; tenía planeado
tocar la canción que le había escrito.

Suspiró. La última vez que ella había estado en su habitación –


es decir, ayer- estuvo a punto de recoger la canción del suelo y de
joderle todo lo que había planeado. Además de ir a la pista de
patinaje, fue a una joyería a encargar el anillo… Y no disfruto para
nada pensando en como debería ser; los anillos que estaban en la
vitrina eran o demasiado ostentosos o muy simples.

Aram se había quedado con él durante todo el rato; a pesar de


sus quejas y murmullos en contra… Era un buen amigo, solo que algo
testarudo.

Anthony siempre lo había molestado respecto a eso. Xavier


conocía a Aram de sus años de instituto; Aram vivía en otra ciudad, se
habían conocido por correos y habían decidido formar una banda.
Pero era algo difícil ya que solo se reunían de vez en cuando los fines

56
de semana y cuando alguno de sus padres podrían llevarlos a una o
otra ciudad –pueblo, hablando de donde el vivía antes-

Sabía perfectamente lo fuerte que fue para Aram dejar su lugar


de origen cuando juntos, se fueron a la ciudad. Pero aun así afrontó
todo con buena cara; justo un mes después de su partida, su padre
falleció. Xavier no tenía problemas ya que sus padres siempre
andaban fuera de donde vivía, en el extranjero, haciendo trámites de
empresas y eso. Recordaba como se habían enojado cuando les
comunico que no quería hacerse cargo de la compañía. Su madre fue
solo momentáneamente, pero su padre… Prácticamente le dijo que
no quería volver a verlo pisar un pie en su casa.

Recibía casi siempre llamadas y correos electrónicos de su


madre… Pero su padre lo aborrecía.

El sonido de pasos le hizo levantar la vista. Charlotte estaba en


el marco de la puerta observándolo fijamente. Él sonrió.

-Hey… ¿Qué tal tu día?

Se levantó y se estiro, pero al acercarse, ella retrocedió dos


pasos evitando que la tocara. Arqueó una ceja.

-¿Pasa algo, Lottie?

-A decir verdad, sí –Contesto ella. Xavier noto las débiles


sombras debajo de sus ojos que delataban que había estado llorando.

Quien sabe cuando. Quien sabe por que. Quien sabe durante
cuanto tiempo. Xavier se volvió y se sentó de nuevo en el banco
frente al mesón. Señalo el otro que estaba frente a él y volvió a
mirarla.

-¿Quieres sentarte y decirme que sucede?

Charlotte dudo. Pero aun así se sentó. Buscaba mirar cualquier


cosa que no fuera él; y tenía una arruga muy notoria entre sus cejas.
Xavier comenzó a preocuparse.

-Me voy… Hoy mismo –terminó diciendo ella.

La expresión en el rostro de Xavier era preocupante. Pero el


dolor que sentía ella en el pecho era aun más preocupante. Siempre
supo desde un principio, que se él se la llevaba a la cama como algo
sumamente informal… Incluso menos que informal. Pero eso no lo

57
hacía menos doloroso, después de haberse enterado –
desgraciadamente- que estaba completamente enamorada de él.

Tragó saliva. Y cuando Anthony dijo que Xavier planeaba


casarse con una mujer ¡Que terrible se sintió!... Él la estaba usando
para divertirse… Atradis tenía razón; ¿Por qué no podía hacerle caso a
alguien que sabía lo que decía? Noooo, tenía que ir ella y entregarse
por completo; sabiendo que era indebido pero aun así con la
esperanza de que él también la amara.

-Entiendo.

Charlotte lo observó –llevaba todo el rato mirando a cualquier


punto menos a los ojos verdes de Xavier- él sonreía abiertamente. Se
mordió el labio inferior.

-Bueno… Era eso…

-Vale –Él se levantó y busco algo en su bolsillo. Sacó un


bolígrafo y un papel –Por favor anota tu numero de teléfono y tu
dirección ¿Vives en Manhattan? ¿No es así?

Charlotte observó con la boca abierta el papel y el lapicero que


le extendía Xavier. ¿Se había vuelto loco? ¿Qué pensaba, que serían
amantes mientras él le besaba los pies a su hija de perra novia?

Se levantó de golpe de la silla y lo observó tragando saliva con


fuerza. Los ojos le ardían… Esperaba y rogaba no ponerse a llorar en
frente de él.

-¡Debes estar de broma! ¡No tengo intención de volver a intimar


contigo!

Xavier la observó con los ojos bien abiertos y dejo sobre la


mesa el par de objetos. Lentamente se acerco a ella. Sintió como
colocaba su par de manos masculinas sobre las frágiles muñecas. La
piel se le puso de gallina y se tensó.

-¿Qué. Está. Pasando. Lottie? –Pronunció lentamente.

Tomo aire.

-No quiero… -Soltó su muñeca de las manos de Xavier y se alejo


de la mesa. La falda larga y suelta se movió sobre sus talones cuando
camino hacía el arco de la puerta. Sintiéndose repentinamente
cansada se dio la vuelta para verlo –No deseo… Mantener una
relación de ningún tipo, con alguien tan rastrero que sea capaz de
mentirme y no usar la sinceridad como clave para una vida plena. No
voy a volver a acostarme contigo. Y no quiero verte de ahora en
adelante a menos que sea estrictamente necesario.

58
El dolor en el pecho se intensifico pero aun así salió de la
cocina, lo más rápido que le dieron las piernas.

¿Qué mierda había sido eso? Xavier pestaño. Un sabor amargo


le subió por la garganta. De acuerdo, no le había sido totalmente
sincero a Charlotte. Le había ocultado lo de la canción, además de sus
planes… Pero, ¿había sido tan importante eso? Al parecer si…

Había escuchado por casualidad de Atradis, que Charlotte no


deseaba tener relaciones formales con hombres. Tal vez al enterarse
de sus planes… ¡Lo había repudiado! ¡Debía de haberlo discutido con
ella antes! Pero desde luego que no… Nooo, el era el señor estupido
que gustaba sorprender a los demás… Y que siempre le salía mal.
¡Tenía que hacer algo! ¿No habría algún cuchillo de cocina por allí?

No… Suicidarse no era muy buena idea. El sonido de la puerta


de la cocina –No la que llevaba al pasillo. Si no la salida al jardín. Esa
casa tenía demasiadas puertas- seguido por el rostro completamente
enojado de Anthony le alarmó.

-Me tomó aproximadamente uno o dos minutos asimilar la


información –Se acerco de manera amenazadora -¡¡Joder!! ¡¿Cuánto
tiempo llevas follandote a MÍ hermana?!

Oh-Oh…

-Anthony… Cálmate y escucha lo que tengo que decir…

-¡Demonios! ¡Que te den, Stewart!...

La puerta se oyó seguido por varios pasos, salieron y se volvió a


cerrar… Anthony seguía con su sermón.

-…Yo te doy mi amistad, una casa donde hospedarte, mi familia


te adora. Y tú llegas y me pagas jodiendote a mi hermana menor y
rompiéndole el corazón en trocitos…

-Espera… ¿De que me estás hablando?

-¡De la cagada que has hecho! Es que te la llevabas a la cama,


pensando en casarte con otra mujer… -Exclamó Anthony con el ceño
fruncido y por poco lanzando baba como un perro con un ataque de
rabia… A Xavier le tomó tres segundos analizar lo dicho.

-¡He! Para el carro amigo… ¿Quién te dijo eso…?

59
Se cruzó de brazos aun observándolo con enojo.

-Aram me llamo y dijo que tenías planeado dejar la banda por


que ibas a casarte. Entonces yo se lo comenté a mis padres en el
desayuno…

-¡Mierda! ¿Estaba Charlotte allí?

Anthony asintió repentinamente confundido.

-A la jodida mierda… Primero, lo de que Aram te lo cuente está


bien… Pero no te menciono todos los detalles; segundo, no tenías
porque decírselo a tus padres –Se sentía impotente. Eran sus cosas,
estaba bien que lo discutieran entre amigos y recordaba que Aram se
había puesto completamente enloquecido con la noticia, comprendía
que quisiera compartirlo con Anthony, además de que en aquel
momento no sabía quien era la chica. ¡Pero que Anthony lo divulgara
era demasiado! –Tercero, sí, me acosté con tu hermana muchísimas
veces desde que estoy aquí –oyó el gruñido por parte de Anthony y
como estuvo a punto de saltarle encima- Cuarto, también tengo
planeado casarme y quinto, planeaba pedírselo a tu hermana esté
mes… Por que la amo.

Anthony abrió los ojos y su boca se movía sin surgir ni una sola
palabra. Parecía un perfecto pez de película.

-Pero… Pero…

-Pero me lo jodiste… todo iba completamente bien; el concierto;


la pista; el anillo… ¡TODO! Charlotte llego y me dijo que no jugara con
ella, ¡Y es que no lo hacía! Pensaba que se puso así porque le tenía
fobia al matrimonio, pero resulta que es porque cree que me acosté
con ella mientras planeaba casarme con otra mujer.

Soltó una carcajada. Anthony aun estaba estupefacto.

-El mundo es tan idiota. Entre tú y Aram van a acabar con mi


vida antes de tiempo.

Salió corriendo por la puerta hacia las escaleras. Subió de dos


en dos cada escalón hasta llegar a la puerta de la habitación de
Charlotte.

-¡Lottie! ¡Lott…

Pero al abrirla su sonrisa se borro. Estaba completamente vacía.


No se veían las maletas de las amigas de Charlotte ni la colcha en
donde dormía Helena. Entró y abrió la puerta del armario, no había ni

60
una sola prenda de ropa. Salió de la habitación tragando saliva y se
encontró con la madre de Charlotte caminando por el pasillo.

-¿Xavier? ¿Qué pasa? Te ves pálido… ¿Será alguna


enfermedad? En la mañana Lottie también se veía igual.

-¿Y Charlotte?

La mujer pareció extrañada.

-Se fue. Creí que ya lo sabias, porque hace unos momentos


salió pasando por la cocina.

Xavier creía que iba a devolver todo lo que había comido.

<<Estupendo… Condenadamente estupendo>>

Capitulo X

-¿Lottie? ¿Puedo entrar?

-¡No! Quiero estar sola.

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Atradis suspiró mientras se alejaba de la puerta y negaba a
Helen, quien con expresión preocupada estaba a su lado esperando y
rogando que Charlotte se decidiera a salir de nuevo.

Llevaban tres días desde que se habían regresado a Manhattan


y Xavier Stewart venía cuatro veces al día desde que llevaban allí…
Suplicando poder hablar con Charlotte. Al principio Atradis reaccione
sumamente rabiosa y violenta arrojándole un florero –que por suerte
Xavier logro esquivar – con todo flores y agua incluido.

Cuando logro calmarse, oyó la historia completa. Y desde


entonces llevaban intentando convencer a Lottie para que hablara
con él sin querer decirle una sola palabra… Pero no lograban siquiera
entrar a la habitación. ¿En que momento salía a comer? Sintió que la
sangre se le iba de la cara… ¿O era que no había comido en estos
tres días?

La imagen de una paliducha y sumamente delgada Charlotte –


que se le veían los huesos de la cara- además de verse demacrada…
Le llego a la mente. Golpeo la puerta con fuerza sorprendiendo a
Helen.

-¡Abre está maldita puerta de una vez! ¡Charlotte Lilianne


Byron!

-¡¡VETE!! –Se oyó al otro lado.

Completamente enojada, observó la puerta con odio.

-¡¡BIEN!! ¡¡jodete en tu habitación entonces!!

Y a paso apresurado se introdujo en la cocina, donde esperaba


pacientemente Xavier.

-Tu también estás completamente jodido… Dale algo de tiempo,


te prometo que la convenceremos.

Xavier asintió con la mirada algo entristecida –un hombre tan


grande con una mirada como aquella era capaz de romper el corazón
de cualquier mujer- dio las gracias levemente y se fue.

Atradis se dejó caer en la silla. Adiós a su joven vida…

Charlotte abrió la puerta de su cuarto y sacó la cabeza para


observar el pasillo. Muy bien. No había señales de nadie.

¿Por qué todo el mundo insistía en que tenía que hablar con
Xavier? Incluso Tony le había llamado al teléfono de su departamento

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para pedirle que escuchara a Xavier –¡Anthony! ¡Su hermano! –
Desde luego ella se había negado. Incluso a las suplicas de Atradis y
Helen.

¿Es que acaso nadie sabía como se sentía? Pues ella sí… Como
una verdadera estupida de mierda. Pasó delante de un espejo y se
detuvo para observar su reflejo. Frunció el ceño… No sabía que lucía
tan mal.

Tenía el cabello hecho una maraña. Sus ojos estaban


completamente rojos de tanto que había llorado la noche anterior; las
ligeras sombras debajo de sus ojos ahora eran sumamente notorias y
la nariz la tenía hinchada. Sin mencionar lo pálida que se veía. Tres
días –sin contar que cuando no había nadie salía a buscar algo que
comer – sin salir de una habitación durante todo el día no hacía bien a
nadie.

Camino prácticamente como un fantasma hasta llegar a la


cocina. Llego al estante, saco un frasco de chocolate en polvo y una
cucharilla pequeña. La introdujo en el frasco y comenzó a comerlo.
Luego localizo otro frasco, pero de hacer merengada de mantecado y
la introdujo de nuevo. Estaba en el cielo.

-¿Qué porquería estás comiendo?

La piel se le erizó y se dio vuelta para encontrarse con el par de


ojos castaños de Atradis. Ella arqueó una ceja y se cruzo de brazos.
La mueca en su rostro revelaba que aun estaba algo enojada por lo
de hace unas horas. ¿Pero es que por que tenía que ponerse tan
insistente?

-homo hoklat a mnteado.

-¿Qué? Hazme el favor y sácate la bendita cucharilla de la boca.

Suspiro y se la saco.

-Dije, que como chocolate y mantecado.

Atradis la observó desaprobatoriamente.

-Te diré algo Lottie, es un consejo y te lo digo porque te quiero –


justo en ese momento Helen asomó su cabeza por la puertezuela de
la cocina –Una mujer que llora por un hombre es sumamente
patético… Siempre me lo ha parecido.

-Di eso y ruega porque no termines llorando por alguno.

-Créeme, no lo haré –Ah si. Lo mismo había dicho ella, pero


mírala ahora… Sollozando por Xavier Stewart como si se le hubiese

63
ido la vida en un instante –El punto es… Que hay muchos hombres de
donde salió esté…

-¡Pero es que tú no entiendes! –Exclamó. Charlotte sintió de


nuevo los ojos húmedos –Yo no quiero a otro hombre. Quiero a Xavier.
Deseo a Xavier. Jamás había deseado tener algo con tanto fervor. Ni
siquiera poder patinar de nuevo supera mis ansías de que me quiera –
Repentinamente comenzó a hipar y a sollozar –Lo amo. Quiero que
sea mío y no compartirlo ni con sus fans. Pero… Pero…

Sintió los brazos de Atradis rodearla seguido por los de Helen.


Era extraño, pero a la vez muy reconfortante.

-Está bien cariño, sigue… -Dijo Helen.

-Pero… Es que él se va a casar con otra mujer –Termino


devolviendo el abrazo y llorando con más fuerza –Yo sabia que era
una simple aventurilla… Pero no pude evitarlo; me enamore de él;
quería más de lo que me podía dar. Fui una egoísta, no fue su culpa
pero aun así yo me comporte de forma indebida… Queriendo más de
lo que merecía.

Jadeo tomando aire; y el dolor mitigo.

-Lo amo… Lo amo muchísimo, demasiado… Más que a mi vida…


-Sorprendida levantó la vista y observo a ambas -… Más que… Más
que la nieve; Más que el hielo… Más que patinar.

Helen le sonrió con dulzura y con sus delicados y pequeños


dedos le seco las lagrimas.

-Ya lo sabía.

Atradis desvió la vista y suspiro.

-Yo también –Observo algo atrás de Lottie y frunció el ceño –


espero que no te hayas comido todo el chocolate en polvo… ¿sabías
que tu hermano hace un chocolate caliente demasiado rico?

A la mañana siguiente, Charlotte se sentía completamente


liberada de presión. Y la tensión de sus hombros se había ido. En su
cama, se estiró y por primera vez desde que llego a Manhattan, sintió
unas enormes ganas de alistarse y ponerse hermosa… Y así lo hizo.

64
Escogió colocarse una falda blanca suelta con estampado de
flores; un bonito suéter blanco a juego… Y unos estupendos tacones
de aguja Manolo Blahnik's blancos –tomados exclusivamente del
armario de Atradis; aun no comprendía como podía gastar tanto
dinero en zapatos -. Se dirigió al espejo y con una liga se hizo una
cola alta.

Se observó en el espejo y sonrió. La noche anterior durmió


tranquilamente, ya que el peso del matrimonio de Xavier ya no
estaba… Había estado en compañía de sus dos amigas toda la noche,
comiendo helado de chocolate y viendo películas de romances
clásicos… Entre esas se encontraba Lo que el viento se llevo y Un
tranvía llamado deseo.

Suspiró.

Salió hacia el pasillo y se sorprendió al ver que no había nadie


en toda la casa. Helen había desaparecido y de Atradis no había ni
rastro. Había una nota en la mesa de la cocina y su desayuno cubierto
por papel de aluminio.

“Mi adorada Lottie:

Helen estaba tan preocupada por ti, que aseguro deberíamos


de dejarte una nota… Para que supieras que estamos haciendo la
compra; tu desayuno está envuelto en papel aluminio. Enciérrate
bien y no le abras a extraños.

Te quiere mucho, Atradis

P.D.: ¡Juro que yo no era la preocupada! ¡Era Helen! Así que no le


creas lo que te diga!

P.D2.: Cepillate los dientes luego de comer.”

Intento con todas sus fuerzas no echarse a reír.

Justo cuando iba a abrir su desayuno, el timbre sonó. ¿Sería


Xavier?

<<Dios mío, dime que no… Por favor, dime que no es él>> Se
encamino y observo por ese aparatito que aun no sabía el nombre,
por el cual se ve quien es. Suspiro de alivio. Abrió un poco la puerta y
asomó la cabeza.

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-¿Si? ¿Qué desea?

-Buenos días –Charlotte se quedo deslumbrada. Parecía un


hombre sacado de las más eróticas fantasías de una mujer. Tenía el
cabello negro, incluso más largo que el de Xavier. Una mandíbula
masculinamente fuerte; un cuerpo que hasta cubierto por la camisa
que decía Abercrombie se notaban abiertamente sus pectorales
entrenados; Fuertes bíceps, largas piernas… Y una sonrisa matadora;
pero lo más impresionante eran el par de ojos azul índigo que le
devolvían la mirada.

-Bue… Buenos días –Sorprendente. Pero aun así, no sintió más


nada… Extraño, muy extraño.

-¿Charlotte Byron? ¿No? Mi nombre es Aram Witford. Es un


verdadero placer conocerte.

Asintió.

-Ah… No entiendo…

Él soltó una risita.

-Soy amigo de tu hermano. He venido para tener una pequeña


charla contigo.

Amigo de Anthony. Se hizo a un lado y lo dejo entrar; guiándolo


a la pequeña salita se sentaron uno en frente de otro.

-Bonita casa…

-¿Puedes ir directo al grano? –aunque gracias –Dijo Charlotte.


Aram le sonrió… Guau… Por un momento le recordó a Tony, no en
apariencia, ya que mientras Anthony era como un ángel de la luz…
Aram era más bien un demonio oscuro.

-Sabes que… Si soy amigo de tu hermano –Dijo él. Era ella ¿O


estaba intentando evitar el tema en concreto? Entrecerró los ojos.
Algo no andaba bien –Pero… Estoy aquí para hablarte de Xavier.

Se levantó de golpe de la silla.

-¡Lárgate! Ya me olía mal todo este asunto…

-Necesito que me escuche, Charlotte.

-¡No! ¡Solo vallase de aquí! –Tragó saliva -¿Es que acaso a él se


le acabaron los métodos que envía a otra persona?

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-¡Te equivocas! –estuvo a punto de lanzarle un cojín. Pero se
detuvo a medio camino –Xavier no sabe que estoy aquí… Veras, todo
esto es mi culpa… Yo soy el causante de este malentendido –suspiró –
veras… Hace ya muchos días, Xavier vino a visitarme… Y me
comentó algo, pero se le olvido incluir los detalles. Y yo fui y se lo dije
a Anthony y Anthony a tu familia y todo acabo con un desagradable
enredo.

Arqueó una ceja.

-¿Xavier no se va a casar entonces?

Él chasqueó la lengua y frunció el ceño.

-Él va a casarse…

-¡VETE!

-¡Pero déjame terminar! ¿Quieres? –Se levantó con pesadez –


Tienes que ir y averiguar todo por ti misma… Ya que no quieres
hablar con él directamente, por favor te pediré que vayas al concierto
de Darkness dentro de dos días. Si eres inteligente y perceptiva como
él dice que eres; Entonces tendrías que entender todo sin que te
digan.

Se saco un sobre y lo puso sobre la mesita. Charlotte bajo el


cojín y lo observo fijamente. Paso la lengua por su repentinamente
reseco labio inferior y al ver a Aram salir por el marco de la puerta
una ola de curiosidad la traspaso.

-¡Espera! –Grito. Aram se dio vuelta y la observó fijamente -


¿Alguna vez usted ha estado enamorado?

Aram se volvió completamente sorprendido. Charlotte no sabía


porque había preguntado… Era solo que una persona tan extraña
como Aram Witford, no se veía como el tipo de hombre que se
enamoraba con facilidad… Se sentía invadida por la curiosidad. Él se
acerco le sonrió y le acaricio la cabeza. Como un hermano mayor.

-¿Quieres que te cuente algo? –Se sentaron en el mueble y


Charlotte lo observaba sorprendida –Hay veces, en las que no es
sencillo elegir. Responderé a tu pregunta… Sí, lo estuve. La persona
que amé, es la única a la que voy a amar durante toda mí vida… A
pesar de que no la he visto durante más de una década.
>>Cuando iba al colegió, era el tipo de chico estudioso;
cerebrito; de lentes. A pesar de eso era popular entre las chicas…
Pero yo no les hacía caso. Cuando tenía dieciséis años ayudaba a un
par de estudiantes sumamente malos en las materias. Pero había una
que me había sido asignada especialmente… Era una corista de una
banda en el instituto, se llamaba Madeline Knight.

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>>Una chica muy extraña… Una vez le pregunte, que por que
razón le gustaba tanto cantar y ella me respondió que era su manera
de liberar las presiones… No lo entendía. ¿Qué tenía de especial la
música?... Así que un día, decidí ir a oírle cantar. Y te aseguro… Que
si pudieras escuchar la voz de los Ángeles seria como la de Madeline
Knight… Hermosa y delicada, tierna y conmovedora… Se que no
debería de hablar esto contigo; pero esa noche… Tuve mi primera
fantasía erótica. Yo siempre había ignorado a las mujeres y de un
momento a otro no podía parar de pensar en ella; en lo mucho que
deseaba tenerla. Aprendía a tocar la guitarra y me uní a la banda de
Xavier, porque me enamore de la música.
>>No podía estar cerca de ella sin que mi cuerpo reaccionara…
Ella era un año menor que yo por lo que tenía unos recién cumplidos
quince años.
>>Entonces, decidimos irnos todos a la ciudad… Solo unos
meses después de unirme a la banda.
>>Madeline fue como todos los días a la tutoría. Pero está vez quiso
darme algo como agradecimiento. Me enseño a bailar el vals. Justo
después… Me dijo que me quería.

Charlotte parpadeó.

-¿Y que hiciste?

-La rechace –Explico amargamente y con una sonrisa


melancólica –Aun lo recuerdo todo… Recuerdo mis crueles palabras,
diciéndole que no quería estar con alguien que desperdiciaba su vida.
Estaba mintiendo, yo no creía que ella desperdiciaba su vida… Todo
lo contrario, estaba haciendo algo maravilloso con ella. Y era mentira
que no quería estar con ella… Puesto que amarla y hacerla mía era en
lo único que pensaba.
>>Recuerdo su expresión horrorizada y de dolor. Las lagrimas
cayendo por sus ojos, como temblaba y ocultaba sus sollozos. Me dijo
“Te odio. Ya no te querré más nunca” y salió corriendo. Esa noche fue
la primera vez que llore en mucho tiempo. Y a la mañana siguiente
nos fuimos a Nueva York. Yo decidí cambiar… Y en esto me he
convertido.

Se volvió a verla y le sonrió levemente.

-¿Crees que vuelvas a verla?

-Quien sabe… -Él se levanto y se estiro –Pero… Hay veces


Charlotte, en las que tienes que decidir entre una cosa u otra cosa. Yo
tomé mi decisión hace tiempo… Y estoy feliz de lo que hice. Y
también sé que Madeline debe de Autor: sentirse orgullosa de mí.
Ahora me preguntó –La observó y sonrió –Si tú escogerás el sol o la
fría y sola nieve.

68
Capitulo XI

-¡Hey!

Xavier levantó la vista, pero arrugó el ceño al ver a Aram entrar


por la puerta del lugar de los ensayos.

-¿Dónde demonios has estado? –Su ceño se frunció aun más al


verlo dejarse caer en uno de los muebles del lugar donde ensayaban
a menudo. Había una mesita con algunas cosas para picar y como era
de esperarse Aram tomó algo dulce.

-Por allí.

-Bueno… Menos mal que llegaste, ahora si no te importa; es mi


turno para salir –estuvo a punto de levantarse pero se detuvo al ver la
expresión de su amigo.

-No vallas donde Charlotte Byron. Déjalo estar Xavier… Te ves


terriblemente patético en ese estado.

La ira lo invadió hasta los huesos y sin siquiera parase a


pensarlo levantó a Aram por el cuello de la camisa.

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-¡Repite lo que has dicho! ¡Repítelo, maldita sea! –La
respiración se le volvió irregular y sintió cierta amargura en la boca.
¿Y quien no? Porque una parte él estaba eternamente seguro de que
Aram, a pesar de que no quisiera, tenía toda la razón. Al darse cuenta
de su acto violento, lo soltó –Lo siento.

-No, está bien… -Aram le puso la mano en el hombro y le dedico


una sonrisa –No te estoy pidiendo que dejes de arrastrarte hacia ella.
Solo te pido que esperes hasta mañana por la noche, por ahora solo
concéntrate en practicar.

Observó con los ojos bien abiertos a Aram. Algo le decía que
ese tío había estado tramando algo sin su consentimiento. Pero aun
así asintió. Después de todo, todo lo que Aram planeaba, salía como
era esperado.

-¡Lottie, Querida!

Charlotte se sobresaltó por el tono de voz en el que James la


había saludado. Su ex entrenador de patinaje arrastro la silla de una
de las mesas de Starbuck’s en donde ella se hallaba sentada y tomo
asiento a su frente. Con una sonrisa James le acaricio la mejilla y hizo
un gesto de felicitaciones con la mano.

-Estás preciosa, mi Charlotte.

Complacida, le devolvió la sonrisa.

-Tú también te ves muy bien James.

-Gracias, querida –Sonriendo aun, le hizo señas al camarero y


pidió un capuchino y croissant -¿Y.. Que querías decirme?

Charlotte jugo con los pliegues de su falda. Últimamente se


sentía muy femenina, y quería usar una falda para todo…
Normalmente en su día a día vestía con simples vaqueros y
camisetas; pero descubrió que los vestidos la hacían ver más mujer.
Ese día había escogido un blusón azul marino y una falda blanca a
juego.

Bajo la vista y mordió su labio inferior. Había pasado todo el día


de ayer y la mañana de hoy pensando en lo que hacer respecto al
recital de Xavier, esa misma noche. Observó el reloj colgado de una
de las paredes y frunció el ceño. Las seis y media. El recital era a las
ocho. Volví a mirar a James.

70
-¿te acuerdas que te dije que algún día volveria a la pista?

James arqueo ambas cejas y luego frunció el ceño.

-Oh vamos Charlotte… No comencemos con esto otra vez –El


camarero llego y dejo el pedido de James frente a sus narices.

-Te dije que me esperaras y que no entrenaras nada más.

A pesar de las quejas de James… Había cumplido con su


petición; no había entrenado a nadie en dos años. Trabajaba en la
tienda de su familia y esperaba pacientemente a que Charlotte se
recuperara por completo y pudiera volver a pisar el hielo. Pero en
cambió… Charlotte prometió no volver a ver la nieve hasta que
volviera.

-Si… Todo eso lo se –James pico un trozo del croissant y se lo


llevo a la boca. Charlotte sintió que las lagrimas le ardían en los ojos y
tenía miedo de parpadear porque se le podían escapar.

-No es necesario que me esperes más…

James dejó de masticar y sorprendido se volvió a verla.

-Pe…Pero… ¿Escuchaste lo que acabas de decir, Lottie?

Charlotte sonrió. De seguro seria la primera y única vez que


vería a James sorprendido.

-Sí, lo escuche perfectamente… ¿Y tú?

-¿estas segura? –James apartó definitivamente el plato de frente


de él -¿Puedo preguntar la razón?

Tomó una servilleta y comenzó a doblar las esquinas intentando


no mirarle a la cara. Sabía que James también esperaba con ansias su
regreso y que él estaba al tanto sobre lo sucedido con Edward, su ex
novio. Jamás dejo de culparse, después de todo James fue quien se lo
presentó.

-Estoy enamorada… Y he decidido decírselo a esa persona está


noche –Al ver la repentina mueca de James, se encogió.

-Espero que sea alguien que de verdad te merezca, Lottie.

No estaba muy segura. Pero por Xavier, había decidido


arriesgarse. Lo amaba… Tanto que le dolía el pecho con solo pensar
en él. Todo lo que invadía su mente. Xavier. Xavier. Xavier…

71
-Yo también… Aun no estoy muy segura si todo lo que me
dijeron sea verdad; pero muchas personas me han pedido que lo
escuche. Deben de tener alguna buena razón para eso. ¿No crees?

-Desde luego y sabes que si te hace daño, yo sería capaz de


matar por ti –James le tomó la mano y le sonrió débilmente. Charlotte
decidió que estaba sumamente feliz; James era su mejor amigo... Y se
alegraba todo lo que James hacía y quería hacer por ella -¿Y como se
llama?

Charlotte sonrió.

-Xavier Stewart.

James soltó una carcajada y la miro.

-Es curioso sabes… Hoy voy a el ultimo recital de Darkness,


cuyo vocalista tiene el mismo nombre… -La sonrisa de James se
disolvió. Sus ojos se abrieron, estaba segura de que las facciones de
ella reflejaban todo lo que pensaba –Mierda… No me digas que…

-Xavier Stewart –repitió y tomó un trago del capuchino


prácticamente entero.

James se había puesto completamente blanco, y paso el resto


de la velada platicando sobre su adoración por Xavier; y de lo fan que
era de Darkness. Al igual que su pareja, a la cual planeaba llevar al
recital esa noche. Charlotte salió junto a James de Starbuck’s y
caminaron hasta la esquina, entonces lo abrazó.

-Gracias por todo James.

James le devolvió el abrazo. Pero al momento la separaron de


golpe de él y tan bruscamente que se golpeo la espalda con el poste
que se encontraba atrás de ella.

Xavier estaba cegado por la rabia. Tanto que le propino un


puñetazo en la cara del bastardo, de cabello rubio que estaba con
Charlotte. Había estado saliendo de una tienda para llegar al lugar del
recital y mira con lo que se encuentra. Charlotte estaba abrazada a
un tipo con apariencia firme y no soporto ver cuando le devolvieron el
abrazo.

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Corrió hacia ellos y los separo de golpe. Y con todas sus fuerzas
le golpeo de lleno en la cara. Oyó el grito de Charlotte y como la
gente se amontono a su alrededor.

-¡Hijo de puta! –Le grito. Lottie estaba a su espalda y por una


fracción de segundo vio su cara horrorizada y como se cubría la boca
con sus delicadas manos.

-¡Para Xavier! –Charlotte corrió y se engancho al brazo con que


sostenía el cuello de la camisa del otro hombre. Abrió sus ojos
sorprendidos al ver las repentinas lágrimas que llegaron a los ojos de
ella; asustado por su actitud agresiva lo soltó.

Charlotte pasó su brazo por la espalda del hombre y le hablaba


en voz baja, preguntándole si estaba bien. Luego levantó la vista y lo
observó condenatoriamente; un punzado le dio en el corazón.

-¿Cómo pudiste?

-Escucha Charlotte… Yo…

-¡Eres un jodido Cabrón, Stewart! ¡Que te den! –Soltó al hombre


y salió corriendo antes de que pudiera siquiera reaccionar. Xavier
volvió a mirar al tipo, que tenía el ceño arrugado al verlo y su labio
inferior sangraba bastante.

-Oye tío, a mi no me mires… Soy gay –Dijo el hombre. ¡La había


cagado de nuevo!

Charlotte entró en el departamento lo más rápido que pudo. Se


libro de sus zapatos y se paso la mano por los cabellos. La cabeza le
dolía demasiado. Observó la hora. Las siete. Atradis salió por la
puerta de la cocina y la observó entre sorprendida y aturdida.

-¿Lottie? ¿No deberías de estar en la cola para el recital? –Luego


Helena salió detrás de ella y la observó también. Frunció el ceño
enojada y desvió la vista.

-No voy a ir…

-No vas a… -A Atradis le iba a dar un ataque -¿Qué no vas a ir?


¡¿Pero que coño?!

-¿Qué ha sucedido, Lottie?

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Atradis luchaba por respirar y Helen parecía alarmada, por
alguna razón… Eso la enojo más aun.

-¡Que le den a Xavier Stewart!; ¡Que le den a todos! –Y se


encerró en su habitación… Igual que hace años, cuando le avisaron
de la partida de Xavier a la ciudad… Y lloró durante un buen rato.

Capitulo XII

-¿Cielo?¿Estás bien?

Sobresaltada, Charlotte abrió los ojos y miro a su alrededor


encontrandose con Atradis quien se sentó a su lado en la cama y le

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acarició levemente la cabeza. Lottie hundió la cabeza en la almohada
y suspiró.

-No estoy muy segura…

Charlotte estaba muy segura de que Atradis fruncía el ceño en


ese momento. Se removió en la cama hasta quedar acostada boca
arriba y se frotó los ojos. Se había quedado dormida.

Se sentó de golpe y observó asustada a Atradis.

-¿Qué hora es?

Su amiga arqueó las cejas y se volvió para ver el reloj sobre la


mesa de noche.

-Faltan diez minutos para las ocho ¿Por qué?

Todo lo que había sucedido llegó a su mente; como había


quedado con James para contarle su idea de dejar pasar –para
siempre- la idea de volver a la pista de hielo; su despedida; Cuando
Xavier llegó y lo golpeó sin razón, ni siquiera sabia quien era con
quien ella estaba; huyó a casa; se lanzó a la cama y comenzó a llorar.
Diez para las ocho… No tenía pensado ir al concierto, ya no.

-No es nada.

-Lottie, por favor… Te lo ruego, dime que ha pasado –Dijo


Atradis con expresión preocupada. Y entonces, mientras comenzaba a
contarle las lágrimas surgieron y descendieron de su mejilla…

-… Y aquí me tienes…

Atradis parecía un maravilloso pez fuera del agua.

-Déjame entender –Atradis comenzó a hacer gestos con las


manos -… Estabas abrazada a James, luego llegó Xavier y le golpeó.

-Si en efecto –Dicho por Atradis algo no encajaba en todo eso.


Paró de llorar y se secó las lágrimas.

-Pues… Lottie querida… ¿Por qué estabas abrazada a un


hombre –que de por sí, no era Xavier – En medio de la calle?

-Hey… ¡James es Gay, es prácticamente como una mujer!

-Lo se, lo se –Atradis se levantó de la cama y alisó su falda roja -


¿Pero lo sabía Xavier?

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Charlotte se levantó de golpe de la cama. No, él no sabía nada.
Sorprendida, observó el reloj.

-No entiendo…

-Querida… Xavier te vio con otro –Atradis sonrió –Los celos le


carcomían y no pudo hacer nada más que golpearlo….

-¿Celoso? Pero para estar celoso… Debe de…

-Quererte…

Abrió los ojos sorprendida. ¡Oh dios mío! ¡La había cagado!.
Apresurada salió de la habitación, ya eran las ocho de la noche, paso
delante de un espejo y arregló como pudo su larga melena rubia. Se
calzó los zapatos que descansaban en la puerta y se dio vuelta para
observar a Helena quien le tendía una sombrilla.

-Esta lloviznando, ve con cuidado.

-Si, llama cualquier cosa –Dijo Atradis al lado de Helen.


Charlotte se aproximo a ambas y las abrazo con fuerza.

-Gracias chicas, las quiero… ¿Qué haría yo sin ustedes?

-No lo se –Atradis la abrazó con fuerza -¿Qué harías?

Y riendo, salió corriendo por la puerta. Tenía que llegar al


recital. Toco su bolsillo, el boleto seguía allí.

Menos mal había cambiado sus bonitos tacones por unos


deportivos… Había que correr mucho para llegar.

-No entiendo… Yo te digo, no hagas nada y espera. Pero tú


haces todo lo contrario.

Xavier gruño mientras se cruzaba de brazos. Ya eran las ocho,


pero aun así la leí era presentarse por lo menos veinte o treinta
minutos pasados… Había enviado a algunos chicos del staff para que
ver si había rastro de Charlotte en el lugar… Pero nada.

Se ató las trenzas de sus zapatos y suspiró. Xavier se sentía


desolado y estupido, con unas enormes ganas de lanzarse del balcón
del edificio donde harían la presentación. Todo el grupo había optado
por no hacer muchas cosas extravagantes y que un pequeño recital,

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era lo mejor. El lugar era solo para unas quinientas personas… Y
había sido muy discreto el anuncio.

Abrió levemente la cortina y busco por la pequeña abertura el


puesto que había sido reservado por Aram, para Charlotte. Estaba
vacío.

-¿Crees que vendrá?

Aram, quien en ese momento arreglaba la corbata de color azul


marino, lo fulminó con la mirada.

-Dímelo tú… Si no importa por donde lo mires, ella de seguro te


tomara por muerto.

-He… Ustedes dos, dejen de ser tan negativos… Seguro que la


chica aparece.

Xavier observó como se acercaban los otros dos miembros de


Darkness. Tayler Mars y Stuart Anderson…

Stuart era un adonis de cabello castaño y ojos azules tan claros


que prácticamente parecía plateado. Alto de casi dos metros de
altura, y con unos maravillosos músculos.

Tayler era moreno y de ojos amables y castaños… Con la misma


contextura que Stuart solo que unos centímetros más bajo y algo más
robusto. Xavier entendía más o menos porque la mayoría de los fans
de Darkness eran mujeres…

-Es bastante sorprendente, que nuestro Xavier se valla a casar –


Dijo Tayler con una sonrisita.

-Bueno… Así se estaba planeando hasta que este de aquí la


jodio todita, golpeando a un amigo gay de Charlotte –Dijo Aram
cruzándose de brazos, y para trastorno y enojo de Xavier; Stuart silbó
levemente mientras tomaba las baquetas para tocar la batería.

Se paso la mano izquierda por el cabello.

-Bien… A comenzar –Dijo en un suspiro mientras, comenzaba a


caminar hacia el telón.

Charlotte jadeaba mientras corría con fuerza y se disculpaba al


tropezar con dos o tres personas. Las piernas le dolían y el aire no le

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entraba a los pulmones… Se paró un momento y puso sus manos en
los muslos…

Sentía las lagrimas quemarle la garganta; no iba a llegar a


tiempo… La lluvia caía sobre el paraguas que había bajado un
momento. El sonido de las personas que caminaban bajo la lluvia
ligado al de los carros y las cornetas invadían sus oídos… ¿Qué hacer?
No tenía dinero para un taxi.

La bocina de un auto llamó su atención. Al levantar la vista, se


percato del mazda plateado que se había parado a su lado. El vidrio
bajo dejando ver el rostro enojado de Anthony.

-¡Sube!

Sorprendida y atontada, Charlotte parpadeó. Subió rápidamente


y el auto arrancó.

-Ant…

-¡Lo siento mucho Charlotte! –Se sobresaltó al oírle decir eso –


Te hice pensar cosas que no eran, le cause problemas a Xavier y por
mi culpa has estado deprimida… Por favor, perdóname…

Anthony le estaba pidiendo disculpas; Asintió débilmente


mientras posaba su mano sobre el brazo de él.

-Está todo bien, Tony… -Respiró hondo y lo observó fijamente –


Ahora… necesito que me lleves al recital de Xavier. Necesito, de
veras que necesito hablar con él.

Anthony asintió con expresión queda.

-Lo se… Pero… ¿Le quieres, cierto?

Charlotte se recostó del asiento y observó por la ventanilla,


como dejaban atrás los edificios y las personas.

-Le amo…

Apresurada, se bajo aprisa del auto y corrió hacia la entrada,


donde un guardia de seguridad se sobresaltó al verla.

-Disculpe… -Charlotte jadeo -¿El recital de Darkness?

El hombre la observó y señalo el ascensor.

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-El ultimo piso, en el anfiteatro…

No le dio tiempo ni de agradecerle, era tarde… Cerca de las


nueve y veinte… El tiempo se había ido volando y no sabía si podía
llegar a tiempo; sintió los pasos de Anthony atrás de ella. Llegó y se
encontró con dos personas que pidieron su boleto…

-¿están… Todavía..?

La muchacha le sonrió.

-Van a tocar la última canción. Fueron a cambiar de vestuario…

Entró por la puerta, olvidándose de que Anthony la seguía… Se


dirigió a su puesto en la primera fila bajo la mirada de todos los
fanáticos, algunos con una camisa con la cara de Xavier impresa en
ellas… Se sentó y espero tranquilamente poder verlo de nuevo.

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Capitulo XIII

-¿Xavier?

Xavier Stewart sabía exactamente que tipo de expresión debía


de estar expuesta en su cara… Una expresión de pena y delirio.
Prácticamente como si se hubiera muerto alguien muy importante
para él… Pero aunque no haya muerto nadie, esto parecía lo mismo.
Se termino de abrochar los botones de su camisa y se dio vuelta,
Aram estaba justo al frente frunciendo el ceño.

-Sé que debe de dolerte una barbaridad, ya que fuiste


rechazado por la mujer que amabas… -Xavier torció los ojos ¿No tenía
compasión? –Pero podrías al menos esta noche, aparentar algo de
felicidad… Tus fans lo merecen…

Tragó saliva. Si que lo merecían, esta noche iba a ser la última


que pisaría un escenario; la ultima que cantaría para sus fans… La
ultima que compartiría el triunfo con ellos. Por todos estos años de
haberlo seguido, tendría que por lo menos intentar sonreír
correctamente.

-Si... –Soltó un suspiro –Tienes razón, Aram. Prometo que tratare


de no lucir tan decaído.

Aram asintió levemente y camino hacía algún punto detrás del


telón, al momento llego con algo en mano. Xavier se sobresaltó al ver
que le tendía una guitarra acústica.

-…¿Pa… Para que es eso?

-Se supone que tenías una canción lista y la cual vas a cantar –
Xavier tomo la guitarra y lo miro extrañado.

-Es que no puedo… La canción era para Charlotte.

-Sé que era para Charlotte, No soy idiota. Pero prometiste que
esa iba a ser la canción con la cual se iba a cerrar el espectáculo y
nuestro camino como banda.

-Lo prometí cuando pensé que Charlotte vendría –Xavier


observó la guitarra… Percatándose que era la misma con la que había
iniciado su carrera.

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-Aun así, lo prometiste… Nosotros nos quedaremos aquí… Es tú
turno de actuar amigo.

Aram le dio un leve empujón y Xavier observó de nuevo el


lugar. Stuart estaba sonriendo y le hizo un pequeño signo de
victoria… ¿Podría hacerlo solo? No estaba tan seguro de conseguirlo;
pero aun así ellos estaban allí para apoyarlo… Como lo habían hecho
durante tantos años.

Respiro hondo y soltó el aire. Tenía que dar lo mejor de sí, por
todos los que lo habían apoyado; no importaba que Charlotte no
hubiese aparecido… pero lo que si sabía es que no se rendiría con
facilidad, gracias a todos ellos…

Y caminando hacia el telón con seguridad, se propuso disfrutar


de su último y más intenso momento de victoria.

A Charlotte se le fue todo el aire de los pulmones, al verlo salir


por el telón a paso seguro y decidido listo para alcanzar y arrasar
todo a su paso. A su alrededor las personas soltaron grititos de
aliento y alguno que otro “Te amo, Xavier” De parte de las
admiradoras. Pero ningún otro miembro salió.

Xavier se sentó en un pequeño banquillo justo al frente del


micrófono. Entonces Charlotte reparó en que el diminuto lugar –donde
solo entraban unas quinientas personas – que estaba abarrotado de
fans; casi todos tenían lagrimas en los ojos… Era de esperarse,
Darkness había sido una banda muy reconocida en el mundo del
estrellato.

-Muy buenas noches a todos…

Charlotte se dio vuelta ante el sonido profundo de la voz de


Xavier… Él aun no la había visto y tenía una sonrisa sumamente
fingida bordeando sus labios. Llevaba una guitarra acústica entre sus
brazos; su cabello negro caía sobre su frente despeinado como
siempre lo llevaba… Los ojos verdes de él se veían completamente
perdidos en la nada y una sombra negra recorría su fuerte barbilla
revelando que llevaba unos dos días sin afeitarse.

Ella quería tocarlo… Se veía tan hermoso e inalcanzable; como


un dios… Las personas contestaron con unas buenas noches al
unísono. Charlotte, se removió incomoda en su asiento; sintiéndose
extraña en ese lugar. Xavier todavía no había notado su presencia –a

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pesar de estar prácticamente frente a él – y no creía que fuera a
divisarla nunca…

Bajo la vista escuchando atentamente…

-Como sabrán, está noche será la ultima vez que nos


vean como Darkness… -Se escucharon el eco de las protestas por
parte de una gran cantidad de personas -… Eso no significa que
vayamos a desaparecer de la faz de la tierra… Tan solo que,
dejaremos el mundo del estrellato…

Charlotte levantó la vista; Xavier estaba arreglando las cuerdas


de la guitarra mientras hablaba.

-Para mí, ha sido un verdadero placer tocar para


ustedes; durante todos estos años, la música ha sido mi
principal prioridad, di todo por ella e hice lo que pude para
alcanzar la cima. Pero, hace poco me sucedió algo increíble…
–Xavier levantó la vista. Charlotte se sobresaltó al igual que él.
Durante unos buenos segundos Xavier no dijo nada; tenía las pupilas
dilatadas y la observaba a ella como si fuera un fantasma. Las
personas comenzaron a alarmarse y Xavier reacciono… -… Les dije…
Que me paso algo increíble; Siempre había deseado tener
algo que era de mi mejor amigo… Verán, cuando yo era un
niño desee con todas mis fuerzas tener a la hermanita de mi
amigo; que fuera mi hermana y no la de él –Charlotte se quedó
sin aire –Como yo sabía que jamás podía tenerla, simplemente
opte por molestarla y hacerla rabiar. Hace ya unas semanas la
vi por primera vez en más de diez años… ¿Y adivinen?

Ella se alarmó al oírlo soltar una risita, los cuchicheos se oyeron


por todo el lugar y se preparó para saltar si él se había vuelto
completamente loco.

-La amó…

Se le heló toda la piel y un temblor surgió por su pecho,


traspasándole la piel y alcanzando cada centímetro de su cuerpo.
¿Qué había dicho?

-Me alegro de que no sea mi hermana. Porque la amó; no


como un hermano mayor debería de querer a su hermanita…
Todo lo opuesto, deseo tener cada centímetro de su ser y no
compartirla con nadie –Xavier paró de hablar y la observaba
directamente –En mi estadía en el pueblo donde crecí, escribí
una canción… la ultima que iba a escribir y estaba hecha para
ella.

Tomó la guitarra y comenzó a tocar los primeros sonidos que


iba a usar para su última entrega. Charlotte tragó; Las personas

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estaban sorprendidas… Puesto que Darkness nunca hacía baladas
románticas; pero aun así el sonido maravilloso y celestial del
comienzo, llenaba los oídos de todos los espectadores dentro del
lugar… Charlotte estaba sin duda alguna en el cielo…

Mi mayor deseo es estar a tu lado,


Limpiar tus lágrimas y seguirte
Estar siempre allí en tus momentos de agonía
Borrar las sombras del pasado
Aquellas que evitan tu felicidad.

Apretó las manos contra la falda mientras escuchaba


atentamente y grababa en su memoria.

Devolverte tus aspiraciones


Y que las compartas conmigo
Que vuelvas a ser la misma
Solo que ya no una niña
Si no la mujer de mis fantasías
Ver nacer de nuevo
A aquella princesa que amé.

Era extraño, puesto que sentía los ojos arder y las lagrimas
apoderarse de sus ojos.

Cuando tú sonreías en aquellos días


Mi sueño era protegerte,
Hacerte para siempre mía
Bajo una ventisca helada de invierno
Poder cumplir todos tus sueños de hielo.

Surcarlos y domarlos para ti


Amar el lugar que habito a tu lado
Tenerte a mi lado por una eternidad
Tomar tu mano en las decisiones
Y Bajo una ventisca helada de invierno
Poder cumplir todos tus sueños de hielo.

Y las lágrimas se encargaron de descender una a una hacia su


barbilla. Era la primera vez que oía tan hermosas palabras hechas y
redactadas para ella con una agradable voz masculina. Era la primera
vez que sentí tanto alivio en su ser; al descubrirse completamente
correspondida por el hombre al que amaba.

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La observó. Ella estaba allí, había llegado y limpiaba con su
mano derecha las lágrimas que salían de sus ojos. Tragó saliva y se
levantó bajando del escenario de un saltó. Las personas ahogaron un
gritito al verlo a él tomar la mano de Charlotte, levantarla y echarse a
correr con ella sobre su hombro.

Oyó el grito de sorpresa de ella, pero no le importo. Salió por la


puerta del anfiteatro sorprendiendo a los de seguridad. La bajo de su
hombro y hecho a correr escaleras abajo arrastrándola por la mano.

Se paró en la puerta al recordar que no tenía auto… ¿Cómo la


llevaría a la pista de hielo sin auto? Se dio vuelta y la miró; Charlotte
intentaba secar sus lágrimas con las mangas del suéter. Estuvo a
punto de abrir la boca, cuando algo le golpeó en la cabeza. Soltó un
alarido y volvió la vista. Anthony le había lanzado las llaves de su
auto.

-¿Qué diablos haces allí paradote? Apresúrate y llévatela antes


de que salga la manada de mujeres a buscarte.

Sonrió y asintió con la cabeza. Tomándola de la mano, la ayudo


a subir al auto y arrancó.

No entendía porque, pero no podía detener las lagrimas… Era


muy molesto. Había pasado media hora desde que Xavier arrancó el
auto y en todo ese tiempo Charlotte no había logrado detener ni un
segundo alguna lagrima… Cuando el coche paró, por fin dejaron de
surgir las lágrimas y solo se notaban las sombras oscuras bajo sus
ojos.

-Vamos… -Xavier había abierto su puerta y le sonreía


débilmente mientras tendía su mano. Ella la acepto.

Casi le da un ataque al corazón al ver el titulo enorme de una


de las pistas de hielo en las que había entrenado de principiante.
Dejándose arrastrar por Xavier, entraron. El lugar estaba
completamente vacío ni una sola alma lo habitaba. Tal vez era porque
estaba cerrado.

-Xavier… Creo que…

-Lo he alquilado para nosotros dos –Charlotte se sorprendió,


pero aun así trago saliva. Se suponía que ella no podía volver a pisar

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una pista de hielo, pero la adrenalina y la emoción surgieron
sacudieron su cuerpo.

Xavier la sentó en una banca y fue a buscar algo; luego de unos


minutos llego con un par de patines; Unos de color blanco con hojilla
que solo usaban los profesionales y el otro par marrones. Se arrodillo
justo al frente de ella, le quito los zapatos y le calzo correctamente
los patines de color blanco… Las lágrimas volvieron a subir por su
garganta.

Espero a que él terminara de atarse los cordones y solo


entonces se levantó. Al estar justo en la puerta para poder entrar a la
pista, la adrenalina volvió a sacudirla y cuando las hojillas de los
patines tocaron el hielo luego de dos años todo su ser despertó.

Deslizo un pie y luego otro, olvidándose completamente de todo


a su alrededor. ¿Cómo pudo haber olvidado esa sensación? Los años
fueron sumamente crueles al hacerla olvidar… Olvidar algo que había
amado tanto; por lo que hubiese sido capaz de dar su vida… Algo que
había perdido y llorado durante meses. Detuvo los patines.

Xavier estaba justo detrás de ella. Él le había devuelto la


sensación de libertad que por última vez sintió hace dos años.
Inevitablemente las lágrimas bajaron por sus mejillas hasta la
barbilla, no quería llorar de nuevo… ¿Pero que más podía hacer?

-¿Se está bien aquí, no? Creo que entiendo, más o menos lo
que sentías por el patinaje sobre hielo –oyó la voz de él a su espalda.

Dándose vuelta se lanzó a sus brazos, logrando que ambos


cayeran sobre el hielo. Xavier soltó una exclamación al haber caído
de trasero sobre la dura pista. Charlotte estaba de rodillas entre sus
piernas con la cabeza oculta en su pecho.

-Eso ha sido repentino… -Le acarició el cabello rubio -¿Estás


bien, Lottie?

Levantó la cabeza y lo observó.

-Te amo… -Charlotte respiró hondo mientras se tragaba las


lagrimas. Xavier la observaba sin contestar -… Y… ¿Tú también me
amas?

Él sonrió con ternura y la observo con un cariño tan grande, que


a Charlotte se le encogió el corazón.

-Creo que con mi canción y mi declaración, delante de


quinientas personas es muy obvia la respuesta –Le acarició la barbilla
y luego la mejilla –Te amo con toda mi alma. De una manera que
nunca creí poder amar a nadie. Estoy seguro de que nunca amare

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nada ni nadie de esté mundo como te amó a ti en este momento…
Tanto que si para demostrártelo tendría que dar mi brazo y mi pierna,
los daría sin chistar –Paró durante un momento mientras acariciaba
un mechón del cabello rubio de Charlotte –Solo me queda decir…
¿Querrías casarte conmigo? ¿Me amaras lo suficiente como para
permanecer el resto de tu vida a mi lado?

Charlotte lo observó fijamente.

-Sí… Te amo tanto que si me dices que me lance de un edificio


juro que lo haría… -Charlotte sonrió –Sería muy hermoso que me
dejaras estar a tu lado en todo momento. Quiero casarme contigo y
darte todo lo que una mujer debe de dar a su esposo…

Xavier la beso levemente y luego profundizo el beso levemente;


explorando el interior de su boca y saboreándola entera provocando
la oleada de deseo que hizo estremecer todo su cuerpo.

La alzó de la pista de hielo y salieron de ella. Se apresuró a


colocarse los zapatos y la arrastró hacía la salida.

¿A dónde iban? No tenía ni idea. Solo sabía que era un lugar


muy lejano al frió mundo en el que vivió durante años.

Epilogo

Querida Atradis:

Todo va bien por aquí. Está postal es de Jamaica, el día del


concierto Xavier me llevo a una pista de hielo. Fue todo muy

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hermoso, me dijo que me amaba y todo y luego tomamos el primer
vuelo a esté lugar.
Debes de estar muy preocupada, debido a qué no me
comunique contigo durante las últimas dos semanas. ¡NI SE TE
OCURRA LLAMAR AL FBI! Aunque tratándose de ti ya los habrás
llamado… No me lo niegues, porque créeme que se que tu eres la
paranoica y no Helen. ¿Cómo está todo? Espero que en la tienda este
todo bien y no necesites mi ayuda.
No planeo volver en unas cuantas semanas, lo estamos
pasando demasiado bien –Entiéndase todos los sentidos de la
expresión que he usado –Xavier es un amor, estoy que me derrito
cuando ando a su lado. Por favor, telefonea a mi madre y cuéntale
donde estoy, que esa es otra mujer paranoica.
Ah y pidiele disculpas a Anthony de mi parte, que nos prestó su
auto el día del concierto y lo dejamos en el Aeropuerto… Mandamos
las llaves con un hombre pero no le dijimos nada más –Debe de estar
muuuy enojado –Te he comprado unos cuantos recuerdos…
Y ve eligiendo un vestido y todo eso… me caso en cuatro
meses. Xavier me preguntó que cuando quería nuestra boda yo le
respondí que me iría bien para verano… He decidido olvidarme
completamente del invierno y del patinaje… Después de todo él ya a
cumplido todos mis sueños de hielo.

Te quiero, Lottie.

Atradis sonrió al ver la postal. Se alegraba enormemente por


Charlotte y se juró a si misma que si Stewart no la hacía feliz ella se
encargaría de darle muerte. Suspiró. La boda era dentro de cuatro
meses… A elegir que ponerse. Helen entró por la puerta y la observó.

-¿Qué pasa?

Atradis frunció el ceño.

-El amor da muchos problemas… Juro que jamás me enamorare


–Dicho esto se levantó para llamar a la madre de Charlotte.

Fin…

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