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a. MONISMO Y DUALISMO POLÍTICOS.

Llamo de esta manera a dos formas que se han


dado en el gobierno de los pueblos. Monismo, una misma autoridad en los campos “civil”
y “religioso” que están íntimamente unidos en la vida social. Dualismo, dos autoridades
independientes: una para lo “civil” y otra para “lo religioso”. La “sensibilidad” liberal nos
llevaría a pensar que el dualismo es una conquista del estado frente a la Iglesia. La
Historia nos enseña lo contrario.

b. EPOCA ANTERIOR AL EDICTO DE MILÁN (a. 313). El cristianismo se enfrenta con las
dificultades de un imperio monista. El emperador romano mandaba tanto en el ámbito
“civil” como en el religioso, es más, era considerado el sumo sacerdote, incluso divino.
Los cristianos obedecen en lo “civil” al emperador, pero en lo religiosos a sus propias
autoridades. Esta actitud es la que da origen a las persecusiones, bajo el cargo de
ateísmo son perseguidos durante cerca de trescientos años.

Antes de Roma todos los pueblos de la antigüedad eran también monistas. Se


entiende, ya que el factor religioso jugaba un papel muy importante en la unidad del
pueblo. En los más antigüos, el pueblo era poderoso en la medida que lo era su Dios.
Quien causa una división en esta situación es precisamente el cristianismo: la esfera de lo
“civil” y la de lo religioso están bajo autoridades diferentes. El cristianismo es la causa del
dualismo.

El dualismo cristiano se encuentra expresado en textos del evangelio:

Mateo 22:21
Dícenle: Del César. Entonces les dice: Pues lo del César
devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.

I Pedro 2:13-17
Sed sumisos, a causa del Señor, a toda institución humana: sea al rey, como soberano,
sea a los gobernantes, como enviados por él para castigo de
los que obran el mal y alabanza de los que obran el bien. Pues esta es la voluntad de
Dios: que obrando el bien, cerréis la boca a los ignorantes insensatos. Obrad como
hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino
como siervos de Dios. Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al
rey.

Romanos 13:1-7
Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga
de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo que, quien se opone
a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraer n sobre sí mismos
la condenación. En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino
cuando se obra el mal. ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtendrás de ella
elogios, pues es para ti un servidor de Dios para el bien. Pero, si obras el mal, teme: pues
no en vano lleva espada: pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que
obra el mal. Por tanto, es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también
en conciencia. Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de
Dios, ocupados asiduamente en ese oficio. Dad a cada cual lo que se debe: a quien
impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor,
honor.

Hechos 4:18-20
Les llamaron y les mandaron que de ninguna manera hablasen o enseñasen en el nombre
de Jesús. Mas Pedro y Juan les contestaron: Juzgad si es justo delante de Dios
obedeceros a vosotros m s que a Dios. No podemos nosotros dejar de hablar de lo que
hemos visto y oído.
c. EL CESAROPAPISMO. ¡Con este signo vencerás! Y efectivamente vence Constantino a
Magencio en la batalla de puente Milvio. El signo era la cruz. En agradecimiento,
Constantino proclama el fin de las persecuciones y la libertad de la Iglesia en el edicto de
Milán del año 313. La religión cristiana será ahora la religión del imperio. La Iglesia estaría
bajo el gobierno del Papa.

Pero sigue siendo una realidad que el factor religioso juega un papel importante en la
unidad del imperio. Esto da lugar al cesaropapismo: ingerencia abusiva del César en el
ámbito religioso. Constantino será el promotor del Concilio de Nicea, nombrará obispos,
organizará la vida de la Iglesia, interviene en muchos detalles, incluso en el ámbito
doctrinal.

d. EL DUALISMO GELASIANO. Los papas salen al paso de esa intervención abusiva.


Gelasio, papa, en una carta del año 494 al emperador Anastasio I expone las bases sobre
las que han de convivir la Iglesia y el Imperio, con sus respectivos ámbitos de
competencia. El papa expone los siguientes principios:

1. Existen dos potestades diferentes para el gobierno del mundo;

2. ambas de origen divino;

3. e independientes entre sí en sus órdenes respectivos de competencia;

4. de modo que las potestades, en cuanto tales, ninguna está debajo de la otra;

5. mientras que los individuos que detentan uno y otro poder, están personalmente
sometidos a la otra autoridad en cuanto a sus funciones propias, es decir, los
jerarcas eclesiásticos deben, como ciudadanos, obedecer a las leyes civiles y los
gobernantes temporales deben como cristianos someterse a los ministros
sagrados en lo que hace a la vida espiritual;

6. siendo, pues la vida espiritual —la dispensación en la tierra de los divinos


misterios— la que se rige por la potestad del Papa y los obispos;

7. potestad que merece una más alta reverencia en tanto que la dignidad de la vida
religiosa es superior a la vida temporal;

8. pero esa mayor reverencia no se traduce en un poder del Papa sobre el


Emperador, como se prueba en un pasaje posterior de la misma carta: después
de pedirle a Atanasio que cesen determinados abusos de los magistrados civiles
contra la Iglesia, subraya el Papa que no ordena, sino que suplica “suplico porque
os conviene más escuchar en esta vida mis quejas, que mis acusaciones ante el
Tribunal de Dios”.

e. LA EDAD MEDIA SE APARTA DE LA DOCTRINA GELASIANA. La doctrina tan clara


expresada en la Carta de Gelasio se va abandonando poco a poco en etapas sucesivas.

1. Siglos VI-VIII. Predominan los reinos bárbaros formados sobre el territorio del
imperio. La jerarquía eclesiástica influye notablemente en ellos; y mientras la
doctrina formulada por la Santa Sede es el dualismo gelasiano, se adivinan ya las
bases doctrinales del hierocratismo.
2. Siglos IX-X. El imperio de Carlomagno restablece por un momento la unidad
política de occidente sobre una base aún dualista. Sin embargo, pronto Europa
cae en una edad de Hierro: impera un feudalismo local eclesiástico y civil sin
bases doctrinales ni planteamientos jurídicos. Se avisora la solución: un Papa
fuerte, Nicolás I y tres ecmperadores germánicos, los Otones, que inician la
restaruación del Sacro Imperio y de la Iglesia.

3. Siglos XI-XIII. Los emperadores germánicos, para conseguir la restauración,


influyen en la elección de una serie de excelentes papas que culmina con
Gregorio VII en el año 1073. El prestigio y el poder del Pontificado son muy
grandes, reivindica sus derechos y pide al Imperio y a los Reinos cristianos que
cese la intervención real en el nombramiento de las dignidades eclesiásticas, que
sea reconocida la unidad suprema de la Cristiandad —en cuanto entidad
religiosa y política a un tiempo— bajo el poder superior de l a Santa Sede;
cumpliéndose el ideal último del pensamiento hierocrático: una fides unum
regnum. Hay luchas entre el papado y los emperadores, pero sobresale la
hegemonía de aquél, al contrario de la anterior hegemonía de los Césares. Con
Inocencio III (1198-1216) se alcanza la cumbre del poder papal.

4. En estos tiempos hay una verdadera pugna por el poder entre el Papa y el
emperador, también hay una pugna intelectual por fundamentar quien de los dos
detenta el poder sobre el otro. Los partidarios del Papa acuden a la alegoría de
“las dos espadas”; los partidarios del emperador se apoyan en el “Marsilianismo”.

5. El factor religioso sigue siendo factor de unidad para el imperio. Aristóteles ha


sido integrado al cristianismo por el genio de Santo Tomás. En esas luchas hay
algo que no se pone en duda: toda Europa es cristiana: la cristiandad. La
estructura de la sociedad, las costumbres, las líneas de pensamiento, las
universidades, son cristianas.

6. Siglos XIV-XVI. Las circunstancias cambian. Los factores que influyen son,
simplificando mucho, el deseo de un mayor ámbito de libertad para el ejercicio del
poder por parte de señores locales, por un lado y, por otro, Lutero. Lutero rompe
con el papa, rompe la unidad de la Iglesia. Es protegido por el poderoso príncipe
elector Federico de Sajonia. Lutero era la oportunidad para fragmentar el poder
central. Lo que efectivamente ocurre, no sin luchas, todo esto da lugar al
nacimiento de las nacionalidades. Naciones que se estructuran al modo de la
antigua cristiandad: cada nación un rey, una religión, la religión del rey. Habrá
países protestantes y países católicos. En los países protestantes todo el poder
jurídico lo tendrá el rey. En los católicos seguirá dualismo. El factor religioso sigue
siendo un factor importante en la unidad de las naciones. Todos los países
siguen siendo cristianos, igualmente sus costumbres, universidades, etc.

f. 1789. LA REVOLUCION FRANCESA. Surge un nuevo centro de poder: el pueblo, frente


a la nobleza y la Iglesia. La ruptura será ahora más profunda, ya que el liberalismo, base
doctrinal del nuevo movimiento, es profundamente antireligioso, sustenta los siguientes
principios:

1. Indiferentismo en materia religiosa, que relativizaba la misma idea de verdad —y


por tanto de dogmas religiosos— y negaba la existencia de un orden moral
objetivo.

2. Estado laico, no sólo en el sentido de que debe declararse incompetente en


materia religiosa, sino postulando un Estado agnóstico, que habría de ser
irreligioso, al menos en el sentido de propugnar irrelevantes las doctrinas en el
orden político y jurídico, cuando no, paradójicamente, “confesional” laicista y, por
tanto, agresivo con respecto a la fe católica;

3. La dimensión religiosa tiene su ámbito sólo en la intimidad personal;

4. Proclama la razón humana como criterio absoluto de verdad y a la voluntad como


fuente autónoma de moralidad;

5. Con esas bases fundamente el principio de tolerancia absoluta que dio lugar al
estado laico.

6. El estado laico no acepta como límite de su poder político una ley divina natural ni
revelada.

Durante el siglo XIX, las doctrinas liberales se extenderán por todo el mundo cristiano.
Cambiará la configuración del mundo cristiano, poco a poco, las estructuras, las leyes, las costumbres,
etc., irán perdiendo su contenido cristiano, aunque, 18 siglos no se olvidan en poco tiempo,
permanecerá en el fondo toda la herencia de siglos pasados: educación, modo de ver la familia,
enfoques del hombre, de la vida, etc.

El liberalismo propugna por una separación de “lo religioso” y “lo civil”. Reconoce una libertad
religiosa, pero esta consiste en que cada uno puede creer lo que quiera, cualquier intento de
manifestación externa, pública, como argumento en la configuración del estado es rechazada
violentamente. El liberalismo es antireligioso y, en particular, y por su origen, anticatólico. La
independencia de México y la configuración actual de nuestro país se hizo bajo las corrientes liberales.
De ahí nuestra “sensibilidad liberal”.

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