Sei sulla pagina 1di 2

TRADICIÓN BOLIVIANA:

La wallunk’a constituye la última etapa de la fiesta de Todos Santos entendida como la conexión entre
el mundo de los vivos y muertos, con un simbolismo erótico en una época de fertilidad y producción.

La wallunk’a, un micro ciclo en el que prevalece el juego de seducción que refleja el erotismo, despide a
las almas que llegaron a visitar a sus familiares y permite la conexión entre el mundo de los muertos y los
vivos, simboliza el cierre de la fiesta de Todos Santos.

Las mujeres a partir del mediodía del 2 de noviembre suben a los columpios de una altura de ocho
metros para balancearse de un lado al otro con la ayuda de dos varones que tiran de las cuerdas. Según
la antropóloga, Céline Geffroy, el movimiento “INSINUANTE DEL COLUMPIO”, conlleva valores sexuales
que contribuyen al incremento simbólico de la abundancia y fertilidad de los cultivos.

Una vez que las almas se han marchado, al mediodía del 2 de noviembre, comienza un nuevo ciclo de la
vida en el que la wallunk’a o columpio simboliza la continuidad de la existencia.

Esta tercera parte de la fiesta de los muertos se extiende hasta fines de noviembre y se mantiene en las
comunidades, los barrios y en las carreteras hacia el oriente y occidente del país. En estos lugares, por
estas fechas, se arman columpios y arcos que los decoran con canastas y baldes de colores.

Los columpios hechos con troncos de eucalipto alcanzan una altura de hasta 10 metros y son el soporte
para que los jóvenes que impulsan las cuerdas no tengan ningún inconveniente y las muchachas se
animen a columpiar para alcanzar los regalos que se exponen en el enorme arco que se arma frente de
cada wallunk’a.

Los troncos se decoran con aguayos de colores, canastas y recientemente con envases de plástico, llenos
de flores, pasankallas, hortalizas y muñecos.

Una vez que la mujer saca el premio, una banda o una grabación toca una diana para celebrar la hazaña.
En este festejo la chicha es infaltable como parte del recibimiento.

El antropólogo José Antonio Rocha explicó que esta práctica cultural se la realiza sólo en el valle
cochabambino posiblemente por la tradición española ibérica ligada a los andaluces y judíos sefardís que
se adoptó hace cientos de años atrás.

“A partir del mediodía del dos empieza el ciclo de la vida, si se observa en los columpios están las mozas
columpiadas por los jóvenes y puede ser alguien que le pretende a la cholita y tiene que mecerle hasta
subirle a lo alto en un vaivén de subida y bajada, de vida y de muerte”, aseveró Rocha. Continuó: “Ya
hemos cumplido con los muertos, ahora hay que cumplir con la vida”.

La antropóloga Céline Geffroy, en su texto “El Erotismo de la Wallunk’a: la Historia de un Diálogo con los
Muertos y de un Coqueteo con los Vivos”, publicado en una revista del Instituto de Investigaciones
Antropológicas y del Museo Arqueológico de la Universidad Mayor de San Simón, indica que la wallunk’a
tiene un gran simbolismo.

Dice: “El columpio se mofa de la muerte. Reír, beber, bailar y balancearse (...) todas estas alegrías
propias de la vida y cargadas de sensualidad, sirven de exutorio después de que cada uno ha vivido
intensamente el retorno de los muertos. El esparcimiento entonces juega un rol terapéutico y de
catarsis”.

Potrebbero piacerti anche