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sólo merece un adjetivo “inefable”. Fue algo que nadie esperó en ningún momento. Y no me
refiero al día que apareció encarna con la motosierra, sino al día que nuestra reputación se vio
noche del lunes Lucía aka Chus se quedó despierta para rezar. Y funcionó. Al oír un sonido parecido
al de un helicóptero todos salimos al patio durante la mañana del martes. En efecto, era un
helicóptero con algún tipo de defecto en el motor que necesitaba descargar pero para no caer a
tierra. La mayor sorpresa, sin embargo, no llegó cuando vimos kilos y kilos de azúcar caer del cielo,
sino cuando nos dimos cuenta de que en realidad no era otra sustancia sino cocaína de lo que se
trataba.
—Voy, Martita. Pero espérate a que me acabe el café. Illo, Samu, ayuda tú a Marta vago de
mierda —reprocha a su amigo mientras estira sus lánguidas piernas en el sofá con una tranquilidad
burguesa.
Samuel, Iria y Marta llevan más de quince sacos de azúcar a la cocina de su bloque y, para
celebrar la dádiva, preparan un ColaCao falso —también comocido como cacao en polvo
Hacendado, más barato— cargadito de azúcar. Delicioso. Yo soy el primero en probarlo y noto un
—Tus muertos, tirao —añade Carlos, quien acaba de entrar, intentando dar los buenos días a
Samuel.
—Oye, chicos, me estoy encontrando un poco mal… Creo que me estoy mareando. Veo
lento. ¿Alguien me puede ayudar a sentarme? Coño, si parece que voy colocada.
Ayudamos a Chus a sentarse y, al estirar las piernas, un ruido de ultratumba a una frecuencia
periódicamente oscilante entre los 440Hz y los 523Hz cada tres décimas de segundo penetra mis
oídos. Era Marta riéndose —nada nuevo— con la cara pálida, los labios cianóticos y los ojos
bañados en salmorejo. En ese mismo instante Javi se desmayó y supimos que algo iba mal.
Ese día no comimos. Eran las seis de la tarde y, por un motivo u otro, sólo quedaban ocho
kilos de cocaína. Los desmayados se reanimaron y el desfase tomó su asiento. Sus efectos sacaron
Lo que recuerdo con más claridad es a Raquel en la cocina intentando comerse un pavo real
que ella misma había matado con sus propias manos, crudo. Tenía la cabeza del pavo a modo de
sombrero simbólico y rayas de sangre en los mofletes. Hablaba sola en un idioma extraño que
parecía nórdico y daba muchas vueltas alrededor del cadáver del animal.
—¡¡¡Spis min fitte!!! —responde, por lo que la dejo en paz. No entiendo lo que dice pero
haciendo moviéndose tan extrañamente hasta que vi el huevo musical de Isaías salir de su vagina.
Se estaba masturbando metiéndose el huevo y moviéndolo una vez dentro mientras se lamía sus
propios pezones. Al girarme para subir a mi cuarto la escucho gemir con vigor.
pavo muerto y correrse encima de él. Hago como si nada hubiera pasado y continúo con mi
camino.
No sabía qué hacer. ¿La despertaba? ¿La dejaba dormir? ¿Debería haberme marchado? Sea como
Cierro la puerta con cautela y me tumbo a su lado. Puedo oler su agradable perfume a Lilium
candidum con un toque de Dermatofagoides pteronyssinus. Siempre usa el mismo perfume del
Mercadona, y me encanta. Podría incluso afirmar que es una de las cosas que más cachondo me
ponen de ella. Mucho más que verle los pechos. ¿Por qué? Porque la esencia de L. candidum evoca
la Cruz.
Es tan cautivadora en su sueño que, gracias a una serie de complejas interacciones psicológicas,
Se me ha puesto más dura que el brazo de una grúa. Gracias a Jesús, Dios y Cristo, Siervo y Profeta,
Verbo, Hijo del Hombre, Pastor y Pan, Señor y Rey, por darme esta oportunidad.
Aprovecho que está dormida para acercar mi mano a su prominente teta derecha, Margarita.
-No...
sobre mi miembro viril. Nunca ha estado tan duro. Mi bella durmiente comienza entonces a besar
Como su esclavo, recibo atentamente sus órdenes y procedo a hacerle un cununililingus de esos
que tanto me gusta hacer, no sin antes haber hecho una parada para comerle las tetas. Le doy un
lametón en toda la pipa del coño que la pongo a gemir como una perra. Repito el mismo acto una
y otra vez mientras, con mi dedo pulgar, acaricio solícitamente sus labios vaginales recién
depilados. Cinco minutos después me pide que pare, me agarra con firmeza y se escurre debajo de
mí. Principia una mamada con dos pares de cojones mientras pone su potorro en mi boca para que
siga dándole sexo oral. Sé lo que quiere: un sesenta y nueve. A la vez que la complazco dando lo
mejor de mí, siento su húmeda y cálida lengua abrazar mi glande con pasión. Nunca había sentido
nada similar. Casi me quedo paralizado. Noto como cáda vez se va adentrando más en su garganta.
Está caliente. Mi glande toca su campanilla. La saca y se la vuelve a meter como una colibrí
regurgitando pan para alimentar a sus crías. La atrapa con su mano para sacudirla hacia arriba y
abajo como si de un bote de ketchup Hacendado se tratase. Cada vez lo hace más rápido y mejor.
-No. Métemela. Córrete dentro de mí. Hazme hijos. -Me responde mientras me toma de la mano.
Se sitúa encima de mí e introduce mi trabuco en su propia vagina mientras bota vivazmente sobre
Me había quedado dormido. De nuevo, montando otra escena. Cuando Carolina se desveló, me vió
y se asustó. De inmediato llamó a Celia, quien hizo videollamada con Cynthia y Delia. Ambas
habían llamado a la policía documentando una violación -por haber dormido a dos metros de ella
Aprovechando su visita, dimos parte de la lluvia de cocaína para que retiraran los paquetes del
cortijo. A cambio, me compensaron con un sobre que contenía diez mil euros. Chatarrilla.