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Mariano y Endere 2017

En este contexto, se redefine el concepto de patrimonio y se comienza a revalorizar no solo como


fuente de diversidad, identidad y como práctica y conocimiento de quienes lo portan, sino
también como una construcción social que implica procesos diferenciales de apropiación de
bienes culturales – tangibles e intangibles- por parte de los grupos y los individuos (Rosas
Mnatecón, 1998; García Canclini, 1999; Unesco, 2003; Prats 2000, 1997) en Mariano, M., Endere
M, (2017).

Por todo lo expuesto, se propone seguir la perspectiva de Abreu (2003) y Lacarrieu (2010) y
visualizar al patrimonio cultural inmaterial como un recurso para el reconocimiento y la gestión de
la alteridad y para dar espacio a los “patrimonios emergentes” (Abreu, 2003, p. 30) y locales que
no siempre se corresponden con las lógicas hegemónicas que se tratan de legitimar “desde
arriba”.

“las prácticas denominadas como patrimonio no son naturalmente percibidas como tales por los
grupos sociales. En realidad son identificadas como elementos importantes para la vida cotidiana
de la comunidad sin que porten un ‘aura superior’ en relación a ninguna otra actividad de su
existencia. La visión que patrimonializa es externa al grupo” (Das Dores Freire, 2011, p. 4). Es decir
que es necesaria una “activación patrimonial” (Prats, 2000, 2005) para convertirlas en tales, un
proceso que no es neutral ni carente de diversidad de significaciones y tensiones (Lowenthal,
1996). 15

En este sentido, el patrimonio puede ser entendido como un campo de disputa a partir del cual se
definen y redefinen representaciones y sentidos de identidad (Morel, 2011). Como lo expresa
Rotman (2001), existe una dimensión política del patrimonio que posibilita un espacio de lucha por
el reconocimiento y la legitimidad de los grupos. 16

El patrimonio inmaterial está ligado con la memoria en la medida en que su vigencia y


representatividad generan procesos identitarios y de pertenencia en la comunidad, y está
conformado por aquellas prácticas y saberes que han sido transmitidos de generación en
generación y tienen vigencia y significatividad para una comunidad (Unesco, 2003). En la
Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial se define a través de “los usos,
representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, junto con los instrumentos, objetos,
artefactos y espacios culturales que le son inherentes, que las comunidades, los grupos, y, en
algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural”
(Unesco, 2003, art. 2.1). Dicho patrimonio se manifiesta particularmente te en las tradiciones y
expresiones orales, las artes del espectáculo, los usos sociales, rituales y actos festivos, los
conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, y las técnicas artesanales
tradicionales (Unesco, 2003; Blake, 2009). 17

Es decir que, lejos de entender estas manifestaciones como elementos culturales aislados
vinculados al pasado, las conciben como insertas en un espacio de producción desde donde se
recuperan, se transforman y se resignifican antiguas prácticas e identidades culturales a partir de
procesos sociales dinámicos. 26
dificultades de las agrupaciones para transmitir, en toda su riqueza y complejidad, los mensajes de
sus danzas y festividades, corriendo el riesgo de que sean vistas solo como un espectáculo exótico,
sin que se comprenda la profundidad de los significados (Mariano, 2011). 30

otra parte, no es ajeno a muchos otros grupos de inmigrantes en estas ciudades. De este modo, es
posible notar cómo la construcción de identidades depende tanto de la autodefinición como de la
heterodefinición, es decir que, en tanto procesos, se conciben no solo por la autoadscripción de
sus miembros, sino también por la adscripción de los otros (Barth, 1976). Por otro lado, como lo
expresa García Canclini, entender estas prácticas culturales como producciones supone considerar
no solo el acto de producir, sino también todos los pasos de un proceso productivo: la producción,
la circulación y la recepción. Esto equivale a analizar toda manifestación cultural dentro de los
procesos de producción y circulación. 35

Podría afirmarse entonces que el carnaval no constituye una abstracción cultural, donde se
diluyen las particularidades y los conflictos, sino un campo en el que se elaboran nuevas prácticas,
discursos, representaciones y referencias identitarias (Canale, 2007; Crespo, 2007; Morel, 2007).
Su valoración, desde el punto de vista patrimonial, no suele ser considerada en el plano local, y
esta es, quizás, una de sus mayores debilidades, ya que se lo dimensiona como un espectáculo que
brinda colorido y que posee cualidades meramente estéticas, sin considerar su aporte a la
diversidad cultural regional. 35

En efecto, Bauman (1992a; 1992b) define la actuación basándose en una noción semiótica de la
cultura y en la “capacidad agentiva del sujeto”, es decir, la define no solo como praxis, sino
también como un modo particular de comportamiento comunicativo. En este sentido, uno de los
aspectos comunes a todas las actuaciones culturales es que constituyen eventos programados con
anticipación, delimitados temporal y espacialmente y coordinados públicamente para una
participación colectiva. Es decir, momentos “altamente reflexivos de expresión cultural, donde no
sólo se reproduce el mundo social, sino que también se lo construye, crea, transforma y
resignifica” (Crespo, 2007, pp. 104). 36

Como toda manifestación del patrimonio, el carnaval es un producto político y, como tal, las
prácticas y las expresiones que lo componen corren el riesgo de verse perjudicadas por factores
como la insuficiente valoración, la pérdida de continuidad en la transmisión y la falta de
participación en la gestión, entre otros. 36

Sin duda, la participación en la toma de decisiones es un concepto central en toda gestión, ya que
habilita la interacción entre individuos y grupos en las diferentes etapas en las cuales se resuelven
los asuntos de interés público. Los diferentes actores sociales deben participar en los procesos de
formulación de propuestas y, en algunos casos, en la gestión de recursos asignados a las acciones.
Esto permitiría operativizar derechos culturales que, de otro modo, se tornan meramente
declarativos, y dar sentido a los objetivos de salvaguarda patrimonial en el contexto de las
políticas y las prácticas culturales de los gobiernos locales (Unesco, 2012). Solo así sería posible
establecer un equilibrio entre las autoridades y los grupos, las comunidades e incluso los
individuos que son portadores y transmisores de diversas manifestaciones factibles de ser
analizadas como expresiones del patrimonio cultural intangible. Dichas manifestaciones, sin duda
simbólicas, son instrumentos de intervención, dispositivos de poder que permiten, a su vez,
comprender e interpretar el mundo. Son una dimensión constitutiva de todas las prácticas sociales
y, por ende, una dimensión importante de las “actuaciones culturales” (performance), donde la
visibilización y la puesta en escena que llevan a cabo los grupos cobran total relevancia para
entender los procesos de identificación y pertenencia étnica. 36-37

En este contexto, los carnavales se constituyen en una especie de “llave” o “puerta” que invita a
comprender no solo las maneras en que se interpreta y discute el mundo por parte de quienes
participan, sino también cómo los sujetos construyen su etnicidad y su patrimonio a través del
espacio y del tiempo. En los carnavales puede evidenciarse una tendencia creciente hacia la
visibilización de manifestaciones que comenzaron a ser identificadas y valoradas local, nacional e
internacionalmente por diversos actores sociales, hasta convertirse en dispositivos que pueden de
ser utilizados incluso como disparadores de políticas más amplias. 37

Símbolos y cultura: Sobre la materialidad del patrimonio intangible Pablo Wright

Cuando pienso en patrimonio me imagino que es algo así como el matrimonio entre los objetos de
la cultura (en sentido amplio) y una cierta clase de mirada, de categoría, de memoria. Acá la
memoria implica una toma de conciencia de la importancia de algo como acervo a ser valorado. Es
abrir el sello del tiempo y del espacio y descubrir que la precaria permanencia de algo afecta el
bien común. El reconocimiento de su necesidad conduce a veces a formas de acción de protección
de lo que está en peligro que en algunas oportunidades puede tener un efecto contrario al
buscado. 16

Patrimonio intangible, una frase realmente paradójica que remite a varios niveles de lo material,
aparece como una frase con un término que tiene solidez y otro que carece de ella, estamos
ubicados aquí en medio de esa tensión física que también supone una epistemología bastante
rígida acerca de la naturaleza de la materia. ¿Tenemos que seguir utilizándola o se podrían
proponer otras que nos permitan recuperar la visión amplia de lo que es la cultura, y dentro de
ella, los rituales, las creencias y los mitos? 17

¿Cómo podemos tocar lo intangible? ¿acaso los sueños, las palabras o los silencios también sean
intangibles y patrimoniales? Se trata, creo, de recuperar una visión más amplia donde la distinción
referida se esfume, dejando lugar a un espacio más dinámico y menos dualista. ¿Acaso el lenguaje,
aunque no lo veamos, es menos material que un monumento o un acto político? 17

Creo que tenemos que lograr un punto de vista unificado, andrógino, uniendo las diferentes
formas de materialidad de la cultura, y así seríamos capaces de percibir en este rango ampliado de
lo existente, lo tangible de lo tangible, porque podemos hacer que todo sea tangible. 17

El Patrimonio Cultural: Reflexiones epistemológicas Mónica Mercuri

Lamentablemente la descripción del proceso de patrimonialización que plantea Bonfil, no condice


con la “realidad”. “Realidad” donde operan libremente valoraciones de inventario por sobre
cualquier otra valoración. Hoy pesan más: la tipología, la antigüedad de un bien, su rareza, su
condición estilística o biográfica, que el valor instituido por los colectivos, quienes ni siquiera
hemos sido consultados sobre la validez de estas categorías, que lo describen o seudo-interpretan.
21

Lejos de proponer una actitud nihilista, todo lo expresado anteriormente, nos anima a señalar, que
el re-conocimiento del Patrimonio Cultural debería dar un giro de 180° para comenzar a ser
estudiado desde los procesos de construcción simbólica, más allá de la tipología de los bienes que
lo componen, alejándonos definitivamente de las posiciones antes enunciadas que han ganado
dramáticamente terreno, ya que de seguir por este camino, el discurso social no tendrá
posibilidades de salir a la luz y quedar registrado, como tampoco se podrá dar respuesta a un
presente en permanente ruptura. 22

Para colaborar en este proceso de rescate de lo que consideramos Discurso Social, hace falta
pensarnos en el rol de “conservador de los significados”, ya que hasta ahora todo el esfuerzo ha
sido puesto, desde nuestra formación académica, en prepararnos para ser preservadores de
“fetiches”. Aclaramos que utilizamos este término, lejos de su condición peyorativa, sino desde su
referencia al objeto como objeto de culto. 22

El origen griego de la palabra símbolo, denota sin = al lado, junto, conjunto y bolos = arrojado o
sea, lo que viene junto con lo otro. Acordar que trabajamos en este terreno de “lo simbólico”, nos
permitirá cerrar el contrato profesional definitivo, que nos obligue a rescatar al objeto con sus
significaciones asociadas. 23

Este puede ser entonces, un momento histórico, si tomamos conciencia que el ...”patrimonio
monumental y grandilocuente, más propio de los dioses que de lo humano, tiene que dejar
espacio al patrimonio de lo cotidiano, el que expresa los valores simbólicos, instituidos por el ser
terrenal...”(Mercuri, Mónica; 1999), llegando en consecuencia al acuerdo que “la cosa”
(objeto/documento/narrativa), es solamente la morada donde reside el espíritu. Y esta metáfora,
vale para señalar, el verdadero objeto del objeto, hoy hiper-valorado desde perspectivas de
“estetización generalizada” como dijera Remo Guidieri. Y además, re-pensar que, como sostiene
Graciela Montaldo desde su retrospectiva histórica sobre las ficciones culturales y de identidad en
América Latina, hasta hoy y desde los comienzos de la Modernidad, sólo han existido dos ámbitos
de legitimación: el académico y la autoridad universal de la belleza, ámbitos que son los que han
construido parte del discurso hegemónico que sustenta actualmente al Patrimonio, y hablamos
sólo de discurso, para resaltar la ausencia de una teoría. 23-24

no lo ha sido entendiéndolo desde los procesos de construcción simbólica sino desde los objetos
que éste comprendería, excluyendo en consecuencia, a los colectivos, de su poder de
configuración. De esta manera hay que desandar el camino andado, para retomar el rumbo
perdido y reconocer que la condición de Patrimonio Cultural sólo puede ser otorgada por la
Comunidad a través de un proceso de convalidación colectiva. Proceso que encierra discursos que
todavía no han sido relevados por la comunidad académica. 25

- El Patrimonio Cultural no es un alegato a la recuperación de la memoria desde la nostalgia.


Nostalgia, como el infinito distanciarse de ese instante de la memoria cierta, al decir de Lukács. - El
Patrimonio Cultural no son objetos, sino procesos que se objetivizan. Es aquí, donde la tensión
entre lo tangible e intangible, se muestra en toda su magnitud y donde el hombre – productor
podría mostrarse en su total plenitud. - El Patrimonio Cultural debe pasar a ser “recurso no
renovable” por el valor que le instituya el conjunto de los actores sociales. 25

- El Patrimonio Cultural no se construye desde lo puramente racional-cognitivo sino también,


desde los sentidos y los valores. Desde esta premisa podremos plantearnos el lugar del
investigador en el proceso de valoración y el lugar de los colectivos en la construcción. - El
Patrimonio Cultural no significa un eterno retorno, sino un punto de partida. Sin re-construcción,
como sostiene Muñiz Sodré, la memoria es tan sólo un almacenamiento muerto de eventos
pasados, en forma de libros, obras de arte, monumentos, archivos. - El Patrimonio Cultural se
manifiesta, también, desde la cotidianeidad. Lugar privilegiado para estudiar, según la expresión
de Sartre, lo que el hombre hace, con lo que han hecho de él. 26

rescate y puesta en valor del Discurso Social como espacio conceptual de participación, 26

Patrimonio intangible: Reflexiones sobre su consideración como fenómeno Mirta Bialogorski

Estos fenómenos se generan y manifiestan en diferentes ámbitos y sectores de la sociedad


contemporánea y producen diversos efectos de significación. Hablamos de que son efectos porque
consideramos que la significación no es algo que preexiste sino que es algo que se construye, que
es producto del conjunto de representaciones e interpretaciones vigentes en una sociedad en un
momento dado, y que son observables de manera empírica ya que se materializan justamente, en
algún tipo de discurso social como los que mencionamos (Bialogorski; 2002). 475

Si queremos analizar la vinculación entre manifestaciones culturales y patrimonio, es fundamental


que atendamos a la explicación de este proceso de construcción de la significación, sobre todo, en
función de lo que entendemos por patrimonio. Entendemos la noción de patrimonio como un
repertorio de bienes con determinados sentidos histórica y/o contemporáneamente atribuidos,
ligados a procesos de constitución identitaria, pero que producen diferentes y nuevos efectos de
significación en los diversos ámbitos y sectores sociales que los actualizan (Cousillas; 2000),
produciendo en ese movimiento, como efecto de significación, una configuración y/o
reconfiguración de identidades sociales. 475

Para abordar los procesos de construcción de la significación, tenemos que tener en cuenta que
ninguna semiosis es de por sí autosuficiente. No basta explicar por ejemplo, un comportamiento
prescindiendo de sus relaciones con el discurso verbal o con el discurso visual. Tampoco explicar
lo visual (una iconografía por ej.) prescindiendo de lo verbal y lo comportamental, o lo verbal
prescindiendo de los otros dos (Magariños de Morentin; 2001). 475-476

O sea, que entendemos que las relaciones intersemióticas deben converger al momento de
elaborar una explicación del significado del fenómeno social estudiado, objetivo que suponemos
fundamental una vez identificados aquellos comportamientos y expresiones colectivas que han
adquirido cierta consistencia, cierta organización y, que son representados e interpretados por los
agentes sociales. 476
Desde nuestra perspectiva pensamos que cuando se considera una determinada manifestación
colectiva, es fundamental tomar en cuenta como universo de análisis, el conjunto de posibilidades
de interpretación que tienen a su disposición (con relativa permanencia) o que construyen
(coyunturalmente) tanto quienes participan directa y activamente de la misma como otros
integrantes de la sociedad. Esto implica tomar en cuenta el conjunto de discursos que producen
los integrantes del grupo social que interpretan ese fenómeno y el conjunto de discursos del que
son habitualmente destinatarios 477

Permite establecer ciertas reglas de atribución de sentido y registrar de este modo, los hábitos
interpretativos vigentes en una comunidad a partir de los cuales un grupo social atribuye
determinado significado a un fenómeno y explicar cómo y por qué ese mismo fenómeno puede
producir significados diferentes y aún contradictorios en un mismo ámbito cultural, entre
diferentes sectores sociales y/o en el interior mismo de un grupo. 477

Es esencial que se fundamenten en el valor social que adquieren por la significación que
construyen y el uso que hacen de ellas los diferentes actores sociales. 478

La respuesta a la pregunta de por qué se seleccionan unos bienes y no otros, está ligada a
decisiones políticas, precisamente de política cultural, en función de qué efecto de significación
identitario tendrán las manifestaciones elegidas, para quién, en qué momento y hasta cuándo, ya
que sabemos que los significados sociales cambian. 478

La significación no se establece de una vez y para siempre, se va transformando en tanto van


cambiando las formaciones discursivas y el juego de relaciones entre ellas, lo cual es posible ver en
correlación con cambios históricos y acontecimientos sociales. O sea que, quienes construyen
identidades y subjetividades no siempre lo hacen con los mismos elementos ni enfrentando el
mismo discurso del otro. El discurso de las subjetividades e identidades cambia y las circunstancias
en las cuales se apoya también. Esto implica, no obstante, que pueden coexistir de manera
competitiva propuestas diferentes y aún contradictorias, que den significación a un fenómeno. De
ahi la importancia fundamental del registro de los bienes patrimonializables. Registro que debe
concretar, hacer tangible, algo tan intangible como la significación y sus efectos. Un registro debe
dar cuenta, insistimos, de los procesos identitarios vinculados a la transformación de significados
sociales y/o de la emergencia de nuevas relaciones de sentido que tienen lugar en la sociedad en
un determinado momento. 478-479

Patrimonio intangible: Una oportunidad para pensar la identidad Loreto Francisca López González

nos llevan a preguntarnos acerca de qué nos queda hoy por valorar para el intercambio y
circulación que nos impone la globalización, y eso tal vez sea el capital simbólico vehiculizado por
la materialidad y las experiencias, donde descansa el sentido. 492

Es la identidad, las identidades, entonces la que hoy se hace evidente e ineludible, es la alteridad
que se ha instalado entre los propios conciudadanos la que necesita ser comprendida, más que ser
puesta en orden aún. 493
Es aquí donde, creo, no puede renunciarse a la oportunidad que hoy se nos presenta: cual es abrir
la mirada para fundar un espacio de diálogo entre las identidades que conviven en nuestro
territorio, en nuestra ciudad, en nuestro barrio, a distinta escala. 493

En este proceso ha comenzado a configurarse un diálogo sobre las identidades, mas no un diálogo
desde ellas, y quizás sea esa la meta que se deba perseguir: habilitar los espacios para dejar que
hablen las identidades. 493

Sin duda el vínculo entre patrimonio e identidad no es un descubrimiento para nadie, no puede
pensarse el patrimonio sin los símbolos que pretende fortalecer a través de un ejercicio de
memoria, reconocimiento y valoración, por ejemplo. 495

Y ya parece ser un consenso establecido que el patrimonio tangible no puede separarse del
patrimonio intangible, es decir el producto, la manifestación material, no puede disociarse del
proceso y entramado simbólico que lo produce. Aunque el patrimonio tangible pervive en el
tiempo, su valor ha sido definido con anterioridad, y sin él la materialidad corre el riesgo de ser
considerada únicamente en su calidad de obra artística. 495

Ahora bien, en el tema que nos ocupa, ese soporte simbólico puede manifestar, al igual que las
identidades, intersecciones de orden más formal y expandido, mientras que otras serían de orden
más sustantivo y restringido; de diversa profundidad o “conmoción” significativa, que
probablemente guardan una relación directa con el mundo de experiencias cercanas. 495

Abrir las posibilidades de reconocimiento y valoración a aquellos procesos y producciones


simbólicas, que podríamos llamar más restringidas, supone no sólo ponerse a tono con las
recomendaciones internacionales, sino que mucho más importante, significa asumir la inevitable e
ineludible condición diversa que nos constituye, sobreponiéndose a una probable tendencia a
recurrir al patrimonio intangible en tanto concesión a la marginalidad y las minorías, y a los que
creemos están en riesgo de extinción, porque ha persistido la idea de que las identidades y las
culturas serían realidades de carácter esencial. 495

El patrimonio intangible contribuye a difundir la necesidad de trabajar con un concepto de


identidad más dinámico, puesto que la “subsistencia” de este tipo de patrimonio se relaciona con
la producción, reproducción e intercambio simbólico bajo las condiciones actuales, y donde el
juicio más pertinente sobre lo que un patrimonio es y sigue siendo, es aquel de los propios sujetos
portadores de ese patrimonio, son éstos quienes definen los límites de las transformaciones, los
cambios y mixturas (7). En este campo particularmente, las piezas de museo son muy poco
atractivas. 495

La posibilidad de distinguir matrices simbólicas transversales (o globales), o transterritoriales v/s


matrices locales; imaginarios de la centralidad/imaginarios de la descentralización. 498

La tendencia a identificar la valoración patrimonial con lo que en el registro aparece como la


“comunidad en general”, aludiendo más frecuentemente a ese “yo generalizado” en el que la
iniciativa particular se proyecta segura y respaldada por el colectivo (local) que supone idéntico a
sí misma. 498
La confluencia de un conjunto de criterios y variables, vinculadas a aspectos diversos de la
experiencia, se condensan en la acción patrimonial y en el patrimonio propiamente tal. Por lo
tanto, no hablamos únicamente de memoria en términos del pasado, y tampoco únicamente de
modelos que se reproducen para evitar su propia desaparición, por ejemplo, sino que nos
referimos a procesos dinámicos de producción y transmisión cultural en el marco de las
condiciones actuales. 498

La necesidad de repensar la identidad, la identidad nacional especialmente, nos impone una tarea
ineludible en estos días, cuando las demandas por reivindicaciones sociales parecen estar
disolviéndose en el vocabulario público, persisten las voces que con mayor frecuencia se alzan
para exigir visibilización y reconocimiento cultural, el derecho a la diferencia y a la
autodeterminación identitaria. 498-499

El patrimonio, ya sea en su dimensión tangible o en su dimensión intangible, puede representar un


espacio de diálogo donde ya no se ponen en cuestión los criterios de la valoración, sino que se
abre la posibilidad de que las diversidades presentes puedan hacer uso de estrategias
patrimoniales para el fortalecimiento de sus identidades. 499

De esta manera, las iniciativas emprendidas para reflexionar sobre nuestra identidad, no pueden
negarse hoy a la riqueza que entrañan procesos conflictivos, como es la tensión entre identidad
nacional e identidades culturales, esperando poder restituir ordenes simbólicos de efecto
unificador y de amplio alcance. 499

En este sentido, es necesario abrir espacios para que las identidades se manifiesten. Una crítica
frecuente a nuestro registro de Patrimonios Locales (y a nuestro registro cartográfico en general)
ha sido justamente esa, la legitimación de la autoidentificación de los actores culturales como
agentes culturales de sus comunidades. Hay varias respuestas a ello, pero tal vez la más
importante es que tanto la cultura como las identidades, no responden a los límites que hemos
construido para observarlas, hablarlas e intervenirlas. 499

El reconocimiento de las formas populares y locales de la memoria en las políticas del patrimonio
cultural María Julia Carozzi

Lo que las personas comunes recuerdan y cuentan de los grandes ídolos y de las heroínas y los
héroes son más bien, muchas veces, retazos de esas vidas que están dramáticamente ligados a sus
propias vidas. Son esas memorias que entrelazan trayectorias vitales las que se consideran
popularmente dignas de ser contadas, encuentros que se vuelven memorables. 504

Concepto y gestión del patrimonio local1

Llorenç Prats 2005

Los procesos de patrimonialización obedecen a dos construcciones sociales, distintas, pero


complementarias y sucesivas. La primera consiste en la sacralización de la externalidad cultural. 18
Se trata de un mecanismo universal, intercultural, fácilmente reconocible, mediante el cual toda
sociedad define un ideal cultural del mundo y de la existencia y todo aquello que no cabe en él, o
lo contradice, pasa a formar parte de un más allá, que, por su sola existencia, delimita y desborda
la condición humana, socialmente definida y, por ende, nuestra capacidad de explicar y dominar la
realidad. La redefinición de esta externalidad como sobrenaturalidad nos permite reintegrarla
jerárquicamente en la experiencia cultural bajo la forma de religión, magia u otros sistemas de
representación. 18

El patrimonio es un sistema de representación que se basa también en esa externalidad cultural.


Las metonimias, las reliquias que lo constituyen son objetos, lugares o manifestaciones,
procedentes de la naturaleza virgen, o indómita (por oposición al espacio domesticado por la
cultura), del pasado (como tiempo fuera del tiempo, por oposición, no al tiempo presente, sino al
tiempo percibido como presente), o de la genialidad (normalmente creativa, pero también
destructiva, como expresión de la excepcionalidad, de la superación, en algún sentido, de los
límites de la condición humana culturalmente establecidos). 18-19

La consideración del patrimonio como conjunto de símbolos sagrados, que condensan y encarnan
emotivamente unos valores y una visión del mundo, presentados como intrínsecamente
coherentes, que utiliza Clifford Geertz (1973) 19

A partir de estos principios compartidos, se produce una segunda construcción social en el proceso
de patrimonialización. Se trata de la puesta en valor o activación. 19

En cualquier caso, puestos a mantenerla, tal vez sea interesante remarcar la diferencia entre
poner en valor (o valorar simplemente) determinados elementos patrimoniales, y activarlos o
actuar sobre ellos de alguna forma. 19

Alrededor de la puesta en valor de tal o cual elemento se produce precisamente el primer proceso
de negociación, en la medida en que existe en la sociedad una previa puesta en valor jerarquizada
de determinados elementos patrimoniales, fruto normalmente de procesos identitarios, no
necesariamente espontáneos, o no completamente espontáneos, pero que pueden comportar un
alto grado de espontaneidad y consenso previo. Esto suele exigir, por lo menos, la conservación de
estos elementos, y facilita, por otra parte, al poder político, una vía rápida y segura para la
actuación consensuada. 20

La activación, más que con la puesta en valor tiene que ver con los discursos. 20

Toda activación patrimonial, (…) comporta un discurso, más o menos explícito, más o menos
consciente, más o menos polisémico, pero absolutamente real. 20

Este discurso se basa en unas reglas gramaticales sui generis, que simplemente recordaré, que
son: la selección de elementos integrantes de la activación; la ordenación de estos elementos
(como equivalente a la construcción de las frases del discurso); y la interpretación (o restricción de
la polisemia de cada elementopalabra mediante recursos diversos, desde el texto a la iluminación,
o la ubicación). 20

Estos discursos, la columna vertebral de las activaciones patrimoniales, desde el principio de la


adopción del sistema de representación patrimonial como soporte de identidades e ideologías,
tienen una gran importancia para el poder político, tanto a nivel nacional o regional como a nivel
local (aunque sea menos aparente). 20

la apremiante necesidad de desarrollar, y dotar de presencia pública, una crítica patrimonial que
no se detenga, o no esté especialmente centrada, en los aspectos formales de las activaciones,
como sucede habitualmente, sino que otorgue primacía a los contenidos, a los discursos, incluso a
los propios proyectos, intervenciones y políticas patrimoniales. Una crítica de fondo, organizada y
sistemática, que suponga en la práctica poner en evidencia y hacer llegar al público, a la sociedad,
para bien y para mal, las claves ocultas de cualquier actuación en el campo del patrimonio. 22

Cuando hablo, pues, del patrimonio local, me refiero preferentemente, de un modo paradójico, a
las localidades sin patrimonio, o, mejor dicho, a las localidades con referentes patrimoniales de
escaso interés más allá de la comunidad. 25

el término localidad en el sentido de delimitación territorial o administrativa habitada por una


comunidad personalmente interrelacionada, sin un grado de anonimato significativo. Un mundo
conocido y de conocidos, 25

La puesta en valor de los referentes patrimoniales por parte de la población sigue en parte, de
forma implícita, los mismos principios de legitimación que ésta habrá adquirido en su proceso de
aprendizaje cultural (naturaleza, pasado y genio), pero otro principio adquiere un valor aun más
relevante: el significado. Determinados objetos, lugares y manifestaciones, patrimoniales o no, se
relacionan intensamente con la biografía de los individuos y con sus interacciones. Esto impele a la
población a anteponer el significado a los principios de legitimación procedentes de la
externalidad cultural, o bien a manipular más o menos conscientemente los atributos de los
referentes patrimoniales, lo cual es más frecuente, ya que, a todos los niveles (legales, por
ejemplo), el patrimonio es concebido como una realidad esencial preexistente, no como una
construcción social, y, por tanto, las políticas de conservación y difusión del patrimonio identifican
los referentes a partir de esos principios de legitimación implícitos, pero en ningún caso los
cuestionan, ni tan siquiera reflexionan al respecto. Convertir, por tanto, lo que es
significativamente importante para la comunidad en patrimonialmente relevante, constituye una
estrategia espontánea y eficaz de preservación. 25-26

Pero, en el ámbito local, por decirlo así, lo ideológico se torna vivencial y adquiere, en
consecuencia, un carácter infinitamente más complejo. Entramos en el campo de la interpretación
subjetiva (o intersubjetiva, si es compartida), y esto nos revela la verdadera naturaleza del
patrimonio local, que se basa en la memoria. 26

la memoria determina los referentes en que la comunidad va a fijar sus discursos identitarios, con
un carácter casi totémico, pero también los contenidos mismos de esos discursos. La memoria
compartida, antes que colectiva, es, por supuesto, una construcción social, como es una
construcción también, de carácter más o menos individual, la memoria biográfica. La memoria es
cambiante, selectiva, diversa, incluso contradictoria y relativa en todo caso a las situaciones,
intereses e interrelaciones del presente 26

la memoria constituye el discurso, o mejor dicho, el conjunto de discursos, cambiantes, de la


comunidad sobre la comunidad. Un recurso permanente al pasado para interpretar el presente y
construir el futuro, de acuerdo con ideas, valores e intereses, compartidos en mayor o menor
grado. Nos hallamos en el corazón mismo de la reproducción social. 26

Esto confiere a los procesos de patrimonialización a nivel local un potencial de reflexividad y de


complejidad dialéctica en la formalización de los discursos mucho mayor que la de cualquier otro
nivel, así como un amplio margen de maniobra para reflejar una realidad asimismo igualmente
poliédrica y cambiante. La amplitud de este margen de discrecionalidad con respecto a la
determinación y orientación de los discursos se relaciona directamente con las prioridades
respecto a las activaciones, por una parte, y, por otra, con la mayor o menor participación de la
población. La puesta en valor y activación de los referentes patrimoniales no corresponde a la
población, sino a los poderes locales, pero estos poderes se ven forzados a reflejar las
sensibilidades mayoritarias de la población al respecto y darle curso, so pena de perder apoyos
políticos 26

La concepción del patrimonio local como foro de la memoria y banco de ensayos para la
reproducción social, nos llevará con seguridad a desbordar los límites de lo que se concibe
tradicionalmente como patrimonio y gestión patrimonial, y nos veremos implicados en otro tipo
de dinámicas locales, singularmente todas aquellas que comporten procesos de reflexión y
proyección de la comunidad hacia su futuro. 31

En conclusión, propongo que el patrimonio local no sea tomado como un conjunto de referentes
predeterminados por principios abstractos de legitimación, sino como un foro de la memoria, en
toda su complejidad, que permita una reflexividad poliédrica sobre soportes diversos, que,
partiendo de las preocupaciones y retos del presente, reflexione sobre el pasado, para proyectar,
participativamente, el futuro. Esta es mi forma de entender el patrimonio como “recursos para
vivir”. 32

Gutiérrez, Fernando Experiencia de la curaduría digital en la construcción de la memoria del barrio


Minuto de Dios, como forma creativa del uso de las TIC

El proceso de curaduría ha generado un primer ordenamiento, y ha convertido los productos


mediáticos tradicionales de radio y televisión en “hipertexto”, una construcción virtual de textos,
audios, imágenes y videos que pueden ser “leídos” y consultados de manera aleatoria, y con el
ordenamiento que el usuario quiera darle a su “lectura”. 274

En este punto también se rompe el mito de que lo virtual niega lo presencial. No se trata de ver el
uso de Internet como un instrumento de globalización de la forma como se ha intentado plasmar
desde las vertientes neoliberales, sino de entender sus posibilidades para construir desarrollo
desde lo local, reconociéndonos como ciudadanos poseedores de una cultura y generando
procesos de empoderamiento de la cultura digital para la construcción de sociedad. 275

Las tic entonces no se pueden mirar en exclusiva como new media ni su uso centrarlo solo en
tráfico de información y comunicación. Nuestra revisión concuerda con la de otros teóricos
latinoamericanos de verlas como espacios de resignificación para establecer, desde el lenguaje,
puentes entre la memoria y la historia de las propias comunidades con sus sueños y enlazarlos con
los proyectos de las generaciones jóvenes. (Villota Hurtado, 2009, p. 6) 277
En el caso de las tic, se trata de generar y experimentar procesos que vayan más allá de la simple
instrumentalización y de la satanización de las nuevas tecnologías, como entes de
transculturización global. Se trata de reconocer el poder de lo local, sustentado en la memoria e
identidad; de reconocerse en la diferencia a partir de la interacción, no sólo virtual sino presencial,
ya que pensar que lo virtual está en contra de la realidad es una forma de negación de la
capacidad del ser humano para relacionarse con su entorno físico. 278

COLECCIONES DIGITALES PATRIMONIALES: CURADURÍA DIGITAL, DIFUSIÓN Y USO SOCIAL DEL


PATRIMONIO EN INTERNET

Gloria Elgueta Pinto1 y Elizabeth Mejías Navarrete

que, según la Carta sobre la preservación del patrimonio digital, comprende:

(…) recursos de carácter cultural, educativo, científico o administrativo e información técnica,


jurídica, médica y de otras clases, que se generan directamente en formato digital o se convierten
a este a partir de material analógico ya existente (…) Los objetos digitales pueden ser textos, bases
de datos, imágenes fijas o en movimiento, grabaciones sonoras, material gráfico, programas
informáticos o páginas web, entre otros muchos formatos posibles dentro de un vasto repertorio
de diversidad creciente (Unesco 2004 [2003]). 27

de Documentación de Bienes Patrimoniales y www.memoriasdelsigloxx.cl de la Subdirección


Nacional de Gestión Patrimonial, cuyo acervo, a diferencia de los anteriores, solo existe como
colección en formato digital, ya que ha sido generado a partir de la digitalización de documentos
en poder de personas y organizaciones, seleccionados mediante procesos de trabajo comunitario y
participativo desarrollados a nivel local para su recuperación y acceso por medio de plataformas
digitales, y no para el acopio y preservación material de los documentos físicos, que son devueltos
a sus dueños. 29

el acceso y la construcción de herramientas que orienten la selección y manejo de dicha


información (Beagrie 2006, Voutssás 2009, 2012). El concepto de curaduría digital cobra especial
importancia, en tanto implica la creación de contenidos a partir de un trabajo de investigación,
selección, elaboración y organización de los objetos patrimoniales según criterios curatoriales,
estándares y formatos que van más allá de la constitución de un repositorio. 29

una de las premisas de este trabajo es que las tecnologías han cambiado la vida social, los sistemas
de información y el conocimiento, por lo que también deberían cambiar las formas de
investigación (Moreno 2015, Pons 2013). Un importante debate ha tenido lugar en torno a las
nuevas formas de organización, producción y distribución de la información y el conocimiento, del
que ha surgido como propuesta:

(…) un nuevo humanismo donde ninguna disciplina puede pensarse fuera de lo multimedia: el
diseño, el código, la programación y la mezcla, y en donde la confrontación/colaboración
disciplinar resultan ineludibles. De ahí que las humanidades digitales se postulen también como un
campo de reflexión (Moreno 2015: 52).
Lo anterior significa que la tarea de generación de contenidos para Internet no puede abordarse
solo con las herramientas y metodologías propias del trabajo académico tradicional, por el
contrario, se requiere dar cuenta de los grandes cambios que ha introducido la cultura digital y las
tecnologías de la información y las comunicaciones. 29

El texto electrónico debe ser pensado como un hipertexto en que se vinculan distintos tipos de
recursos, niveles de información y se sugieren rutas de navegación.

De este modo, emergen prácticas de lecturas fragmentarias o dispersas, y junto con ello diversas
estrategias lectoras para filtrar, discriminar y escoger. Así, los contenidos se deben estructurar en
función de esa diversidad de prácticas y lectores. Los textos tienen que ser escaneables, lo que
significa permitir una lectura rápida y selectiva, pero también deben dar respuesta a lo que los
usuarios buscan. Esta doble función demanda poner a disposición herramientas efectivas de
búsqueda, análisis, jerarquización y socialización de los contenidos (Gerber y Pinochet 2015,
Franco 2008). 29

Para el caso de las experiencias digitales patrimoniales se ha propuesto la construcción de “nodos


de conocimiento” que entreguen a los usuarios entradas organizadas mediante temas para así
facilitar la selección y jerarquización de la información (Keene 2004). Esta noción de “nodo de
conocimiento” debe ser entendida en el marco ya señalado de cambios globales introducidos por
las tecnologías de la información y las comunicaciones. En este contexto, se trata de construir un
sistema con una amplia capacidad interactiva que permita la obtención de resultados diversos y
pertinentes, en función de las elecciones y filtros que vayan aplicando los usuarios (Keene 2004,
Flores 2011). 29-30

Los contenidos digitales poseen características particulares en la interacción con los usuarios, son
ellos quienes determinan donde comienza y termina su visita; demandan una constante
actualización y el empleo de múltiples medios: información textual, documentos de audio,
imágenes y videos que complementan y enriquecen su experiencia (Camus 2009). 30

Estos criterios fueron estructurados a modo de hipertexto, formato propio de la web que permite
ofrecer distintos niveles de información: breve y directa para una lectura exploratoria, más
extensa y compleja para un lector interesado en profundizar. 33

Numerosas son las ventajas asociadas a la transferencia crítica de saberes y experiencias, por
medio de estos procesos el conocimiento se convierte en “bien público” de una institución, grupo
o, del conjunto de la sociedad. El conocimiento así socializado posibilita procesos de aprendizaje
en las personas y comunidades, y contribuye a la innovación, al cambio social y al pensamiento
estratégico y prospectivo (Chaparro 2001: 22). 39

El informe 2006 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD) señalaba
algo que sigue siendo vigente:

Las nuevas tecnologías pueden servir a muchos objetivos y tienen efectos ambivalentes. Cuando
se las usa como fines en sí mismas, no siempre crean aquellas oportunidades que importan al
Desarrollo Humano (...) una de las condiciones de su uso provechoso consiste en tomarlas como
instrumentos que sirven a propósitos que van más allá de las técnicas (PNUD 2006: 202). 42
Actualización territorial. Resistencia, memoria y ritual en una festividad rural

Carlos Vladimir Zambrano

sirva como base para entender cómo a través de una festividad son vinculadas la memoria, la
tierra y la comunidad 482

Suele decirse que la memoria olvida: tal vez la memoria no olvide nada del pasado, pero sí lo
resignifica y lo reactualiza de modo recurrente. Suele decirse también que la memoria recuerda
selectivamente: tal vez no sea tan selectiva, más bien tiene una capacidad para mezclar, incluir,
integrar y simbolizar las continuidades culturales que nos gobiernan. 243-254

l ritual sería definida por “el tránsito del hecho al símbolo” que logra la conversión de lo individual
y privado en lo comunitario y público. La actualización tiene la habilidad para desplazar lo concreto
y particular hacia lo simbólico y universal. 254

Se ratifican los parentescos rituales e imaginados que dan cohesión a la “comunidad” y les
permiten apreciar la pompa del festejo que realizan como seña de su identidad. 255

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