Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Por todo lo expuesto, se propone seguir la perspectiva de Abreu (2003) y Lacarrieu (2010) y
visualizar al patrimonio cultural inmaterial como un recurso para el reconocimiento y la gestión de
la alteridad y para dar espacio a los “patrimonios emergentes” (Abreu, 2003, p. 30) y locales que
no siempre se corresponden con las lógicas hegemónicas que se tratan de legitimar “desde
arriba”.
“las prácticas denominadas como patrimonio no son naturalmente percibidas como tales por los
grupos sociales. En realidad son identificadas como elementos importantes para la vida cotidiana
de la comunidad sin que porten un ‘aura superior’ en relación a ninguna otra actividad de su
existencia. La visión que patrimonializa es externa al grupo” (Das Dores Freire, 2011, p. 4). Es decir
que es necesaria una “activación patrimonial” (Prats, 2000, 2005) para convertirlas en tales, un
proceso que no es neutral ni carente de diversidad de significaciones y tensiones (Lowenthal,
1996). 15
En este sentido, el patrimonio puede ser entendido como un campo de disputa a partir del cual se
definen y redefinen representaciones y sentidos de identidad (Morel, 2011). Como lo expresa
Rotman (2001), existe una dimensión política del patrimonio que posibilita un espacio de lucha por
el reconocimiento y la legitimidad de los grupos. 16
Es decir que, lejos de entender estas manifestaciones como elementos culturales aislados
vinculados al pasado, las conciben como insertas en un espacio de producción desde donde se
recuperan, se transforman y se resignifican antiguas prácticas e identidades culturales a partir de
procesos sociales dinámicos. 26
dificultades de las agrupaciones para transmitir, en toda su riqueza y complejidad, los mensajes de
sus danzas y festividades, corriendo el riesgo de que sean vistas solo como un espectáculo exótico,
sin que se comprenda la profundidad de los significados (Mariano, 2011). 30
otra parte, no es ajeno a muchos otros grupos de inmigrantes en estas ciudades. De este modo, es
posible notar cómo la construcción de identidades depende tanto de la autodefinición como de la
heterodefinición, es decir que, en tanto procesos, se conciben no solo por la autoadscripción de
sus miembros, sino también por la adscripción de los otros (Barth, 1976). Por otro lado, como lo
expresa García Canclini, entender estas prácticas culturales como producciones supone considerar
no solo el acto de producir, sino también todos los pasos de un proceso productivo: la producción,
la circulación y la recepción. Esto equivale a analizar toda manifestación cultural dentro de los
procesos de producción y circulación. 35
Podría afirmarse entonces que el carnaval no constituye una abstracción cultural, donde se
diluyen las particularidades y los conflictos, sino un campo en el que se elaboran nuevas prácticas,
discursos, representaciones y referencias identitarias (Canale, 2007; Crespo, 2007; Morel, 2007).
Su valoración, desde el punto de vista patrimonial, no suele ser considerada en el plano local, y
esta es, quizás, una de sus mayores debilidades, ya que se lo dimensiona como un espectáculo que
brinda colorido y que posee cualidades meramente estéticas, sin considerar su aporte a la
diversidad cultural regional. 35
En efecto, Bauman (1992a; 1992b) define la actuación basándose en una noción semiótica de la
cultura y en la “capacidad agentiva del sujeto”, es decir, la define no solo como praxis, sino
también como un modo particular de comportamiento comunicativo. En este sentido, uno de los
aspectos comunes a todas las actuaciones culturales es que constituyen eventos programados con
anticipación, delimitados temporal y espacialmente y coordinados públicamente para una
participación colectiva. Es decir, momentos “altamente reflexivos de expresión cultural, donde no
sólo se reproduce el mundo social, sino que también se lo construye, crea, transforma y
resignifica” (Crespo, 2007, pp. 104). 36
Como toda manifestación del patrimonio, el carnaval es un producto político y, como tal, las
prácticas y las expresiones que lo componen corren el riesgo de verse perjudicadas por factores
como la insuficiente valoración, la pérdida de continuidad en la transmisión y la falta de
participación en la gestión, entre otros. 36
Sin duda, la participación en la toma de decisiones es un concepto central en toda gestión, ya que
habilita la interacción entre individuos y grupos en las diferentes etapas en las cuales se resuelven
los asuntos de interés público. Los diferentes actores sociales deben participar en los procesos de
formulación de propuestas y, en algunos casos, en la gestión de recursos asignados a las acciones.
Esto permitiría operativizar derechos culturales que, de otro modo, se tornan meramente
declarativos, y dar sentido a los objetivos de salvaguarda patrimonial en el contexto de las
políticas y las prácticas culturales de los gobiernos locales (Unesco, 2012). Solo así sería posible
establecer un equilibrio entre las autoridades y los grupos, las comunidades e incluso los
individuos que son portadores y transmisores de diversas manifestaciones factibles de ser
analizadas como expresiones del patrimonio cultural intangible. Dichas manifestaciones, sin duda
simbólicas, son instrumentos de intervención, dispositivos de poder que permiten, a su vez,
comprender e interpretar el mundo. Son una dimensión constitutiva de todas las prácticas sociales
y, por ende, una dimensión importante de las “actuaciones culturales” (performance), donde la
visibilización y la puesta en escena que llevan a cabo los grupos cobran total relevancia para
entender los procesos de identificación y pertenencia étnica. 36-37
En este contexto, los carnavales se constituyen en una especie de “llave” o “puerta” que invita a
comprender no solo las maneras en que se interpreta y discute el mundo por parte de quienes
participan, sino también cómo los sujetos construyen su etnicidad y su patrimonio a través del
espacio y del tiempo. En los carnavales puede evidenciarse una tendencia creciente hacia la
visibilización de manifestaciones que comenzaron a ser identificadas y valoradas local, nacional e
internacionalmente por diversos actores sociales, hasta convertirse en dispositivos que pueden de
ser utilizados incluso como disparadores de políticas más amplias. 37
Cuando pienso en patrimonio me imagino que es algo así como el matrimonio entre los objetos de
la cultura (en sentido amplio) y una cierta clase de mirada, de categoría, de memoria. Acá la
memoria implica una toma de conciencia de la importancia de algo como acervo a ser valorado. Es
abrir el sello del tiempo y del espacio y descubrir que la precaria permanencia de algo afecta el
bien común. El reconocimiento de su necesidad conduce a veces a formas de acción de protección
de lo que está en peligro que en algunas oportunidades puede tener un efecto contrario al
buscado. 16
Patrimonio intangible, una frase realmente paradójica que remite a varios niveles de lo material,
aparece como una frase con un término que tiene solidez y otro que carece de ella, estamos
ubicados aquí en medio de esa tensión física que también supone una epistemología bastante
rígida acerca de la naturaleza de la materia. ¿Tenemos que seguir utilizándola o se podrían
proponer otras que nos permitan recuperar la visión amplia de lo que es la cultura, y dentro de
ella, los rituales, las creencias y los mitos? 17
¿Cómo podemos tocar lo intangible? ¿acaso los sueños, las palabras o los silencios también sean
intangibles y patrimoniales? Se trata, creo, de recuperar una visión más amplia donde la distinción
referida se esfume, dejando lugar a un espacio más dinámico y menos dualista. ¿Acaso el lenguaje,
aunque no lo veamos, es menos material que un monumento o un acto político? 17
Creo que tenemos que lograr un punto de vista unificado, andrógino, uniendo las diferentes
formas de materialidad de la cultura, y así seríamos capaces de percibir en este rango ampliado de
lo existente, lo tangible de lo tangible, porque podemos hacer que todo sea tangible. 17
Lejos de proponer una actitud nihilista, todo lo expresado anteriormente, nos anima a señalar, que
el re-conocimiento del Patrimonio Cultural debería dar un giro de 180° para comenzar a ser
estudiado desde los procesos de construcción simbólica, más allá de la tipología de los bienes que
lo componen, alejándonos definitivamente de las posiciones antes enunciadas que han ganado
dramáticamente terreno, ya que de seguir por este camino, el discurso social no tendrá
posibilidades de salir a la luz y quedar registrado, como tampoco se podrá dar respuesta a un
presente en permanente ruptura. 22
Para colaborar en este proceso de rescate de lo que consideramos Discurso Social, hace falta
pensarnos en el rol de “conservador de los significados”, ya que hasta ahora todo el esfuerzo ha
sido puesto, desde nuestra formación académica, en prepararnos para ser preservadores de
“fetiches”. Aclaramos que utilizamos este término, lejos de su condición peyorativa, sino desde su
referencia al objeto como objeto de culto. 22
El origen griego de la palabra símbolo, denota sin = al lado, junto, conjunto y bolos = arrojado o
sea, lo que viene junto con lo otro. Acordar que trabajamos en este terreno de “lo simbólico”, nos
permitirá cerrar el contrato profesional definitivo, que nos obligue a rescatar al objeto con sus
significaciones asociadas. 23
Este puede ser entonces, un momento histórico, si tomamos conciencia que el ...”patrimonio
monumental y grandilocuente, más propio de los dioses que de lo humano, tiene que dejar
espacio al patrimonio de lo cotidiano, el que expresa los valores simbólicos, instituidos por el ser
terrenal...”(Mercuri, Mónica; 1999), llegando en consecuencia al acuerdo que “la cosa”
(objeto/documento/narrativa), es solamente la morada donde reside el espíritu. Y esta metáfora,
vale para señalar, el verdadero objeto del objeto, hoy hiper-valorado desde perspectivas de
“estetización generalizada” como dijera Remo Guidieri. Y además, re-pensar que, como sostiene
Graciela Montaldo desde su retrospectiva histórica sobre las ficciones culturales y de identidad en
América Latina, hasta hoy y desde los comienzos de la Modernidad, sólo han existido dos ámbitos
de legitimación: el académico y la autoridad universal de la belleza, ámbitos que son los que han
construido parte del discurso hegemónico que sustenta actualmente al Patrimonio, y hablamos
sólo de discurso, para resaltar la ausencia de una teoría. 23-24
no lo ha sido entendiéndolo desde los procesos de construcción simbólica sino desde los objetos
que éste comprendería, excluyendo en consecuencia, a los colectivos, de su poder de
configuración. De esta manera hay que desandar el camino andado, para retomar el rumbo
perdido y reconocer que la condición de Patrimonio Cultural sólo puede ser otorgada por la
Comunidad a través de un proceso de convalidación colectiva. Proceso que encierra discursos que
todavía no han sido relevados por la comunidad académica. 25
rescate y puesta en valor del Discurso Social como espacio conceptual de participación, 26
Para abordar los procesos de construcción de la significación, tenemos que tener en cuenta que
ninguna semiosis es de por sí autosuficiente. No basta explicar por ejemplo, un comportamiento
prescindiendo de sus relaciones con el discurso verbal o con el discurso visual. Tampoco explicar
lo visual (una iconografía por ej.) prescindiendo de lo verbal y lo comportamental, o lo verbal
prescindiendo de los otros dos (Magariños de Morentin; 2001). 475-476
O sea, que entendemos que las relaciones intersemióticas deben converger al momento de
elaborar una explicación del significado del fenómeno social estudiado, objetivo que suponemos
fundamental una vez identificados aquellos comportamientos y expresiones colectivas que han
adquirido cierta consistencia, cierta organización y, que son representados e interpretados por los
agentes sociales. 476
Desde nuestra perspectiva pensamos que cuando se considera una determinada manifestación
colectiva, es fundamental tomar en cuenta como universo de análisis, el conjunto de posibilidades
de interpretación que tienen a su disposición (con relativa permanencia) o que construyen
(coyunturalmente) tanto quienes participan directa y activamente de la misma como otros
integrantes de la sociedad. Esto implica tomar en cuenta el conjunto de discursos que producen
los integrantes del grupo social que interpretan ese fenómeno y el conjunto de discursos del que
son habitualmente destinatarios 477
Permite establecer ciertas reglas de atribución de sentido y registrar de este modo, los hábitos
interpretativos vigentes en una comunidad a partir de los cuales un grupo social atribuye
determinado significado a un fenómeno y explicar cómo y por qué ese mismo fenómeno puede
producir significados diferentes y aún contradictorios en un mismo ámbito cultural, entre
diferentes sectores sociales y/o en el interior mismo de un grupo. 477
Es esencial que se fundamenten en el valor social que adquieren por la significación que
construyen y el uso que hacen de ellas los diferentes actores sociales. 478
La respuesta a la pregunta de por qué se seleccionan unos bienes y no otros, está ligada a
decisiones políticas, precisamente de política cultural, en función de qué efecto de significación
identitario tendrán las manifestaciones elegidas, para quién, en qué momento y hasta cuándo, ya
que sabemos que los significados sociales cambian. 478
Patrimonio intangible: Una oportunidad para pensar la identidad Loreto Francisca López González
nos llevan a preguntarnos acerca de qué nos queda hoy por valorar para el intercambio y
circulación que nos impone la globalización, y eso tal vez sea el capital simbólico vehiculizado por
la materialidad y las experiencias, donde descansa el sentido. 492
Es la identidad, las identidades, entonces la que hoy se hace evidente e ineludible, es la alteridad
que se ha instalado entre los propios conciudadanos la que necesita ser comprendida, más que ser
puesta en orden aún. 493
Es aquí donde, creo, no puede renunciarse a la oportunidad que hoy se nos presenta: cual es abrir
la mirada para fundar un espacio de diálogo entre las identidades que conviven en nuestro
territorio, en nuestra ciudad, en nuestro barrio, a distinta escala. 493
En este proceso ha comenzado a configurarse un diálogo sobre las identidades, mas no un diálogo
desde ellas, y quizás sea esa la meta que se deba perseguir: habilitar los espacios para dejar que
hablen las identidades. 493
Sin duda el vínculo entre patrimonio e identidad no es un descubrimiento para nadie, no puede
pensarse el patrimonio sin los símbolos que pretende fortalecer a través de un ejercicio de
memoria, reconocimiento y valoración, por ejemplo. 495
Y ya parece ser un consenso establecido que el patrimonio tangible no puede separarse del
patrimonio intangible, es decir el producto, la manifestación material, no puede disociarse del
proceso y entramado simbólico que lo produce. Aunque el patrimonio tangible pervive en el
tiempo, su valor ha sido definido con anterioridad, y sin él la materialidad corre el riesgo de ser
considerada únicamente en su calidad de obra artística. 495
Ahora bien, en el tema que nos ocupa, ese soporte simbólico puede manifestar, al igual que las
identidades, intersecciones de orden más formal y expandido, mientras que otras serían de orden
más sustantivo y restringido; de diversa profundidad o “conmoción” significativa, que
probablemente guardan una relación directa con el mundo de experiencias cercanas. 495
La necesidad de repensar la identidad, la identidad nacional especialmente, nos impone una tarea
ineludible en estos días, cuando las demandas por reivindicaciones sociales parecen estar
disolviéndose en el vocabulario público, persisten las voces que con mayor frecuencia se alzan
para exigir visibilización y reconocimiento cultural, el derecho a la diferencia y a la
autodeterminación identitaria. 498-499
De esta manera, las iniciativas emprendidas para reflexionar sobre nuestra identidad, no pueden
negarse hoy a la riqueza que entrañan procesos conflictivos, como es la tensión entre identidad
nacional e identidades culturales, esperando poder restituir ordenes simbólicos de efecto
unificador y de amplio alcance. 499
En este sentido, es necesario abrir espacios para que las identidades se manifiesten. Una crítica
frecuente a nuestro registro de Patrimonios Locales (y a nuestro registro cartográfico en general)
ha sido justamente esa, la legitimación de la autoidentificación de los actores culturales como
agentes culturales de sus comunidades. Hay varias respuestas a ello, pero tal vez la más
importante es que tanto la cultura como las identidades, no responden a los límites que hemos
construido para observarlas, hablarlas e intervenirlas. 499
El reconocimiento de las formas populares y locales de la memoria en las políticas del patrimonio
cultural María Julia Carozzi
Lo que las personas comunes recuerdan y cuentan de los grandes ídolos y de las heroínas y los
héroes son más bien, muchas veces, retazos de esas vidas que están dramáticamente ligados a sus
propias vidas. Son esas memorias que entrelazan trayectorias vitales las que se consideran
popularmente dignas de ser contadas, encuentros que se vuelven memorables. 504
La consideración del patrimonio como conjunto de símbolos sagrados, que condensan y encarnan
emotivamente unos valores y una visión del mundo, presentados como intrínsecamente
coherentes, que utiliza Clifford Geertz (1973) 19
A partir de estos principios compartidos, se produce una segunda construcción social en el proceso
de patrimonialización. Se trata de la puesta en valor o activación. 19
En cualquier caso, puestos a mantenerla, tal vez sea interesante remarcar la diferencia entre
poner en valor (o valorar simplemente) determinados elementos patrimoniales, y activarlos o
actuar sobre ellos de alguna forma. 19
Alrededor de la puesta en valor de tal o cual elemento se produce precisamente el primer proceso
de negociación, en la medida en que existe en la sociedad una previa puesta en valor jerarquizada
de determinados elementos patrimoniales, fruto normalmente de procesos identitarios, no
necesariamente espontáneos, o no completamente espontáneos, pero que pueden comportar un
alto grado de espontaneidad y consenso previo. Esto suele exigir, por lo menos, la conservación de
estos elementos, y facilita, por otra parte, al poder político, una vía rápida y segura para la
actuación consensuada. 20
La activación, más que con la puesta en valor tiene que ver con los discursos. 20
Toda activación patrimonial, (…) comporta un discurso, más o menos explícito, más o menos
consciente, más o menos polisémico, pero absolutamente real. 20
Este discurso se basa en unas reglas gramaticales sui generis, que simplemente recordaré, que
son: la selección de elementos integrantes de la activación; la ordenación de estos elementos
(como equivalente a la construcción de las frases del discurso); y la interpretación (o restricción de
la polisemia de cada elementopalabra mediante recursos diversos, desde el texto a la iluminación,
o la ubicación). 20
la apremiante necesidad de desarrollar, y dotar de presencia pública, una crítica patrimonial que
no se detenga, o no esté especialmente centrada, en los aspectos formales de las activaciones,
como sucede habitualmente, sino que otorgue primacía a los contenidos, a los discursos, incluso a
los propios proyectos, intervenciones y políticas patrimoniales. Una crítica de fondo, organizada y
sistemática, que suponga en la práctica poner en evidencia y hacer llegar al público, a la sociedad,
para bien y para mal, las claves ocultas de cualquier actuación en el campo del patrimonio. 22
Cuando hablo, pues, del patrimonio local, me refiero preferentemente, de un modo paradójico, a
las localidades sin patrimonio, o, mejor dicho, a las localidades con referentes patrimoniales de
escaso interés más allá de la comunidad. 25
La puesta en valor de los referentes patrimoniales por parte de la población sigue en parte, de
forma implícita, los mismos principios de legitimación que ésta habrá adquirido en su proceso de
aprendizaje cultural (naturaleza, pasado y genio), pero otro principio adquiere un valor aun más
relevante: el significado. Determinados objetos, lugares y manifestaciones, patrimoniales o no, se
relacionan intensamente con la biografía de los individuos y con sus interacciones. Esto impele a la
población a anteponer el significado a los principios de legitimación procedentes de la
externalidad cultural, o bien a manipular más o menos conscientemente los atributos de los
referentes patrimoniales, lo cual es más frecuente, ya que, a todos los niveles (legales, por
ejemplo), el patrimonio es concebido como una realidad esencial preexistente, no como una
construcción social, y, por tanto, las políticas de conservación y difusión del patrimonio identifican
los referentes a partir de esos principios de legitimación implícitos, pero en ningún caso los
cuestionan, ni tan siquiera reflexionan al respecto. Convertir, por tanto, lo que es
significativamente importante para la comunidad en patrimonialmente relevante, constituye una
estrategia espontánea y eficaz de preservación. 25-26
Pero, en el ámbito local, por decirlo así, lo ideológico se torna vivencial y adquiere, en
consecuencia, un carácter infinitamente más complejo. Entramos en el campo de la interpretación
subjetiva (o intersubjetiva, si es compartida), y esto nos revela la verdadera naturaleza del
patrimonio local, que se basa en la memoria. 26
la memoria determina los referentes en que la comunidad va a fijar sus discursos identitarios, con
un carácter casi totémico, pero también los contenidos mismos de esos discursos. La memoria
compartida, antes que colectiva, es, por supuesto, una construcción social, como es una
construcción también, de carácter más o menos individual, la memoria biográfica. La memoria es
cambiante, selectiva, diversa, incluso contradictoria y relativa en todo caso a las situaciones,
intereses e interrelaciones del presente 26
La concepción del patrimonio local como foro de la memoria y banco de ensayos para la
reproducción social, nos llevará con seguridad a desbordar los límites de lo que se concibe
tradicionalmente como patrimonio y gestión patrimonial, y nos veremos implicados en otro tipo
de dinámicas locales, singularmente todas aquellas que comporten procesos de reflexión y
proyección de la comunidad hacia su futuro. 31
En conclusión, propongo que el patrimonio local no sea tomado como un conjunto de referentes
predeterminados por principios abstractos de legitimación, sino como un foro de la memoria, en
toda su complejidad, que permita una reflexividad poliédrica sobre soportes diversos, que,
partiendo de las preocupaciones y retos del presente, reflexione sobre el pasado, para proyectar,
participativamente, el futuro. Esta es mi forma de entender el patrimonio como “recursos para
vivir”. 32
En este punto también se rompe el mito de que lo virtual niega lo presencial. No se trata de ver el
uso de Internet como un instrumento de globalización de la forma como se ha intentado plasmar
desde las vertientes neoliberales, sino de entender sus posibilidades para construir desarrollo
desde lo local, reconociéndonos como ciudadanos poseedores de una cultura y generando
procesos de empoderamiento de la cultura digital para la construcción de sociedad. 275
Las tic entonces no se pueden mirar en exclusiva como new media ni su uso centrarlo solo en
tráfico de información y comunicación. Nuestra revisión concuerda con la de otros teóricos
latinoamericanos de verlas como espacios de resignificación para establecer, desde el lenguaje,
puentes entre la memoria y la historia de las propias comunidades con sus sueños y enlazarlos con
los proyectos de las generaciones jóvenes. (Villota Hurtado, 2009, p. 6) 277
En el caso de las tic, se trata de generar y experimentar procesos que vayan más allá de la simple
instrumentalización y de la satanización de las nuevas tecnologías, como entes de
transculturización global. Se trata de reconocer el poder de lo local, sustentado en la memoria e
identidad; de reconocerse en la diferencia a partir de la interacción, no sólo virtual sino presencial,
ya que pensar que lo virtual está en contra de la realidad es una forma de negación de la
capacidad del ser humano para relacionarse con su entorno físico. 278
una de las premisas de este trabajo es que las tecnologías han cambiado la vida social, los sistemas
de información y el conocimiento, por lo que también deberían cambiar las formas de
investigación (Moreno 2015, Pons 2013). Un importante debate ha tenido lugar en torno a las
nuevas formas de organización, producción y distribución de la información y el conocimiento, del
que ha surgido como propuesta:
(…) un nuevo humanismo donde ninguna disciplina puede pensarse fuera de lo multimedia: el
diseño, el código, la programación y la mezcla, y en donde la confrontación/colaboración
disciplinar resultan ineludibles. De ahí que las humanidades digitales se postulen también como un
campo de reflexión (Moreno 2015: 52).
Lo anterior significa que la tarea de generación de contenidos para Internet no puede abordarse
solo con las herramientas y metodologías propias del trabajo académico tradicional, por el
contrario, se requiere dar cuenta de los grandes cambios que ha introducido la cultura digital y las
tecnologías de la información y las comunicaciones. 29
El texto electrónico debe ser pensado como un hipertexto en que se vinculan distintos tipos de
recursos, niveles de información y se sugieren rutas de navegación.
De este modo, emergen prácticas de lecturas fragmentarias o dispersas, y junto con ello diversas
estrategias lectoras para filtrar, discriminar y escoger. Así, los contenidos se deben estructurar en
función de esa diversidad de prácticas y lectores. Los textos tienen que ser escaneables, lo que
significa permitir una lectura rápida y selectiva, pero también deben dar respuesta a lo que los
usuarios buscan. Esta doble función demanda poner a disposición herramientas efectivas de
búsqueda, análisis, jerarquización y socialización de los contenidos (Gerber y Pinochet 2015,
Franco 2008). 29
Los contenidos digitales poseen características particulares en la interacción con los usuarios, son
ellos quienes determinan donde comienza y termina su visita; demandan una constante
actualización y el empleo de múltiples medios: información textual, documentos de audio,
imágenes y videos que complementan y enriquecen su experiencia (Camus 2009). 30
Estos criterios fueron estructurados a modo de hipertexto, formato propio de la web que permite
ofrecer distintos niveles de información: breve y directa para una lectura exploratoria, más
extensa y compleja para un lector interesado en profundizar. 33
Numerosas son las ventajas asociadas a la transferencia crítica de saberes y experiencias, por
medio de estos procesos el conocimiento se convierte en “bien público” de una institución, grupo
o, del conjunto de la sociedad. El conocimiento así socializado posibilita procesos de aprendizaje
en las personas y comunidades, y contribuye a la innovación, al cambio social y al pensamiento
estratégico y prospectivo (Chaparro 2001: 22). 39
El informe 2006 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD) señalaba
algo que sigue siendo vigente:
Las nuevas tecnologías pueden servir a muchos objetivos y tienen efectos ambivalentes. Cuando
se las usa como fines en sí mismas, no siempre crean aquellas oportunidades que importan al
Desarrollo Humano (...) una de las condiciones de su uso provechoso consiste en tomarlas como
instrumentos que sirven a propósitos que van más allá de las técnicas (PNUD 2006: 202). 42
Actualización territorial. Resistencia, memoria y ritual en una festividad rural
sirva como base para entender cómo a través de una festividad son vinculadas la memoria, la
tierra y la comunidad 482
Suele decirse que la memoria olvida: tal vez la memoria no olvide nada del pasado, pero sí lo
resignifica y lo reactualiza de modo recurrente. Suele decirse también que la memoria recuerda
selectivamente: tal vez no sea tan selectiva, más bien tiene una capacidad para mezclar, incluir,
integrar y simbolizar las continuidades culturales que nos gobiernan. 243-254
l ritual sería definida por “el tránsito del hecho al símbolo” que logra la conversión de lo individual
y privado en lo comunitario y público. La actualización tiene la habilidad para desplazar lo concreto
y particular hacia lo simbólico y universal. 254
Se ratifican los parentescos rituales e imaginados que dan cohesión a la “comunidad” y les
permiten apreciar la pompa del festejo que realizan como seña de su identidad. 255