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LAS FUENTES HISTÓRICAS

En el método histórico es preciso inferir los hechos en estudio a través de la


documentación disponible, y las fuentes asumen un papel de gran importancia, ya que aportan los
datos esenciales para la comprobación de las hipótesis y, en consecuencia, la solución del
problema de investigación. El conocimiento histórico es indirecto: depende de la información que
el investigador obtenga de las diversas fuentes históricas que son, en términos generales, todas las
huellas dejadas por la actividad del ser humano a través del tiempo, pues todo aquello que
permita reconstruir los acontecimientos y formas de vida del pasado es considerado en la
categoría de fuentes históricas.

La Historia es investigación: un intento de responder preguntas específicas sobre el


pasado. Todos los historiadores hacen esto utilizando fuentes de evidencia que es el fundamento
de todo conocimiento histórico; a través de las reliquias de las sociedades pretéritas tenemos
acceso al pasado. La investigación en consecuencia, es lo que es la Historia: intentos de responder
preguntas específicas sobre aspectos del pasado mediante una investigación de una gama de
fuentes. Estas fuentes se estudian para encontrar pruebas relevantes, fiables que permitan al
historiador crear una descripción sobre el aspecto concreto del pasado que esté investigando.
Existe un debate entre las distintas escuelas historiográficas sobre cuáles son los hechos que la
Historia debe tomar como objeto de estudio o, al menos, a cuales debe dar más importancia. Así
lo corrobora Carr cuando afirma que “El historiador es necesariamente selectivo. La creencia en
un núcleo duro de hechos históricos que existen de manera objetiva y que son independientes de
la interpretación del historiador, es un falacia absurda, pero muy difícil de erradicar”1. La escuela
de los Annales negará el documento escrito como fuente indiscutible y máxima de conocimiento
histórico. Toda realización que parta de la actividad humana será una fuente, aunque el mayor
problema al que se enfrenta el historiador es el de cómo llegar a conocer los hechos del pasado
que en ella se relacionan. Mas una vez localizadas no se puede creer sin más, es necesario
comprobar su autenticidad, su veracidad, que en el documento sea auténtico, si hay ocultaciones,
etc. Los documentos conservados no hablan de lo que a nosotros nos interesa, sino de lo que les
interesa a quienes lo hacen. Pero como de ciertos hechos pueden existir muy pocos documentos,
mientras que de otros son muy numerosos, el historiador que trabaja con dichas evidencias del
pasado (en la mayoría de los casos con documentos escritos tiene necesariamente que afrontar un
proceso de selección de los documentos para construir su explicación de los acontecimientos
pasados.

1
Carr, E.H. “Qué es la Historia? Página 56. Barcelona. Ariel. 1991.
La preocupación por el diálogo que el historiador inicia con sus fuentes y la subjetividad en
la reconstrucción del pasado ha estado presente desde la década de 1980. Ya no era necesaria
una escrupulosa objetividad en el análisis de las sociedades del pasado. El historiador tiene una
mirada subjetiva, consecuencia de sus propias vivencias y de la sociedad que lo rodea. Las
palabras de Carr son bastante significativas al respecto: “El proceso recíproco de interacción entre
el historiador y sus hechos, lo que he llamado el diálogo entre el pasado y presente, no es un
dialogo entre individuos abstractos y aislados, sino entre la sociedad de hoy y la sociedad de ayer”.
El individuo y sus relaciones con la sociedad entraron en la reconstrucción del pasado. Privilegiar
los conceptos jurídicos y las instituciones, olvidando a los hombres como actores de la Historia,
podría llegar a constituir un obstáculo para explicar los procesos de cambio que se forjan en la
acción y la experiencia.

La Heurística o crítica documental, que utiliza el proceso de selección y evaluación de


evidencias, es uno de los aspectos fundamentales en la solución de problemas históricos. Para
Wineburg, “los historiadores utilizan en esta tarea tres hemísticos que denomina “corroboración”,
“fuentes” y “contextualización”2.

Por el primero, el historiador coteja siempre aquellos detalles o aspectos que considera
importantes en diferentes fuentes de información, antes de aceptarlo como plausibles o
probables. El herístico de las fuentes se refiere a que en la evaluación de evidencias los
historiadores prestan atención a sus fuentes de procedencia. Finalmente, el de la
contextualización hace referencia a que los historiadores sitúan los acontecimientos y en general,
la información descrita de los documentos en un espacio y momento histórico: dentro de una
secuencia cronológica.

Es un recordatorio de que las fuentes de evidencia son un medio para un fin y es el fin lo
importante: la capacidad de dar una respuesta fiable a una pregunta fiable. Las preguntas fiables
–y, ciertamente también las respuestas – pueden significar cosas diferentes para diferentes
personas, pero también podríamos hacer una pregunta significativa, una pregunta con sentido,
una pregunta útil o importante.

La investigación histórica gira en torno a preguntas. Una buena pregunta de investigación


histórica debe tener “meollo y rigor” y debe plantear cuestiones o retos que puedan aclararse en
la secuencia de investigación.

Se consideran fuentes históricas propiamente dichas todo lo que ha llegado hasta nosotros
como efecto cognoscible de los hechos, la momia en una cámara sepulcral egipcia, los utensilios y
atuendos, vestidos, armas; en cuanto expresión de determinadas capacidades técnicas; las

2
Wineburg., N. “Historical problem solving: study of cognitive process used in the evaluation of
documentary and pictorial evidence”. Página 75 En Journal of Educational Psyciology N° 83
costumbres y fiestas, las instituciones legales en cuanto efecto de ciertas concepciones jurídicas y
morales, y todas las manifestaciones de la vida espiritual que nos han sido trasmitidas por medio
del lenguaje, la escritura y la representación plástica, tanto las que se refieren a necesidades
prácticas, a los asuntos oficiales y jurídicos como las relativas a la Religión y a la misma vida
intelectual. Todo se tiene aquí en consideración: desde la notas económicas, los calendarios,
códigos, documentos, inscripciones, actas, hasta los sermones puestos por escrito, las
exposiciones históricas, árboles genealógicos, memorias, diarios, libelos y hojas sueltas,
periódicos, poesías, novelas, etc. Aquí no se puede dar una enumeración detallada de todas estas
clases de fuentes. “Como cuadro sinóptico sirva el siguiente, que no puede tener la pretensión de
ser completo”:3

FUENTES DE LA HISTORIA EN SENTIDO AMPLIO

Realidades como tales Exteriorizaciones de esas realidades

Hechos geográficos. Clima. Situación. Límites, formas de


asentamiento.
Hechos corporales Constitución corporal, Características de la raza,
capacidad de resistencia física. deformidades típicas, restos de
cadáveres.
Hechos de la vida práctica. Técnica, formas económicas, Desperdicios, utensilios,
formas de enterramiento. edificios, sepulcros, vestidos,
armas, monedas, sellos, joyas,
organización económica.
Hechos del orden volitivo. Moral, costumbres, derecho, Usos sociales, fiestas,
opinión pública, religión. instituciones, leyes,
constituciones, cultos, dogmas.
Hechos de las facultades Ciencia. Arte. Lenguaje, escritura,
intelectuales. representaciones plásticas y
todo lo transmitido por ellos
(vid.tab.2). Obras de arte.
Bibliotecas.

Como toda obra de creación, la Historia parte de una materia prima que el historiador
trabaja con sus propias herramientas. Esa materia prima suele llamarse fuentes. Podríamos
definir como tales todo documento, testimonio o simple objeto que, sin haber sufrido ninguna
reelaboración, sirve para transmitir un conocimiento total o parcial de hechos pasados. La
definición es muy amplia, porque el historiador puede y debe echar mano de cuanto represente
un mensaje de otras épocas.

3
Bauer Wilhelm. “Introducción a la Historia” página 221. Bosch. Casa Editorial Barcelona. 1970.
Obvio es decir que mientras la prensa es una fuente importante para los dos últimos siglos
y la fotografía y filmografía para los últimos cien o ciento veinte años, las plásticas, los restos
monumentales, las piedras, los pergaminos escritos, los palimpsestos, etc., son fuentes
dominantes para otras épocas más remotas. El <<documento>> en un sentido más amplio, la
transmisión por lenguaje escrito, es la base de la historia. Cuando el hombre deja constancia
escrita de sus actos, ya sea en tablas, en papiros o en pergaminos, se puede decir que la historia es
posible. Hoy en día llamamos documento a algo más restringido: la comunicación escrita para
dejar constancia de un hecho.

El documento sigue siendo la fuente privilegiada; puede ser político, como el Diario de
Sesiones de un Parlamento; o jurídico, como una colección legislativa, o económico como el
presupuesto del Estado. En los tres casos es un documento público, pero puede ser privado, como
el acta de un congreso de un partido o de un sindicato, el informe económico de un banco, o un
testamento o un contrato matrimonial, etc. El documento cuantitativo por excelencia es el
estadístico, que también puede ser oficial, o tener origen bancario, sindical, etc. Esencialmente es
el documento en que se cuentan y miden unidades y magnitudes de lo más diverso. Los padrones
y relaciones del siglo XV y XVI son ya estadística, pero ésta no se desarrolla científicamente hasta
el siglo XVIII; precisamente a mediados de ese siglo se elabora en España el célebre catastro del
marqués de la Ensenada. Los censos de población, y más tarde los electorales y los sociales, etc.,
no sólo son fuentes cuantitativas de primer orden, sino que ayudan a desentrañar la composición
social de una formación dada. Hay además fuentes que, por naturaleza, no son numéricas, pero
que pueden ser convertidas en series cuantitativas; por ejemplo, las listas de contribuyentes, las
relaciones de grandes propietarios agrarios o de diplomados universitarios.

La prensa requiere para su utilización un fuerte espíritu crítico y conocimiento de historia


de la prensa. Ello y unas técnicas de trabajo adecuadas permitirán aprovechar cuantitativa y
cualitativamente una fuente tan rica para la historia. Por lo que se refiere a las memorias y
diarios, es necesario analizarlos con gran rigor crítico, cotejarlos con otras fuentes, apreciar si se
escribieron con proximidad temporal a los hechos, etc. La correspondencia impresa pierde su
valor si ha sido reelaborada.

En cuanto a los textos literarios, son fuentes de manera fragmentaria, por su valor
testimonial, o por la descripción de un ambiente. Por ejemplo El Poema del Cid es, al mismo
tiempo, un momento literario y una fuente histórica, pese a sus imperfecciones.

Sin embargo, hay que tener mucho cuidado en distinguir lo que es fuente de la historia y lo
que es bibliografía, el libro de historia de materia ya elaborada a partir de fuentes, directas o
indirectas; este último texto ya no es fuente, sino un libro de historia.

No resulta difícil imaginarse que la búsqueda y hallazgo de fuentes no son cosa rápida;
requiere un tanteo previo y un esfuerzo perseverante. Muchos documentos están ya recogidos y
clasificados en los archivos (nacionales, provinciales, comunales, etc.), pero desgraciadamente no
siempre sucede así; otros están dispersos por distintas dependencias de la Administración o en
manos de personas privadas. Los documentos económicos se encuentran con frecuencia en
bancos y empresas, la prensa suele conservarse en las hemerotecas, pero algunas colecciones son
muy difíciles de encontrar. En cuanto a las otras fuentes hay que buscarlas en los más diversos
sitios. En nuestros días, la fotocopia y el microfilm han simplificado la tarea material de reproducir
la fuente una vez que ha sido hallada, pero hay todavía lugares donde el historiador tiene que
copiar los documentos a mano, como hacían los monjes de la Alta Edad Media.

Las Fuentes no lo dan todo hecho, sino que deben ser interrogadas. Cuando se trata de
tiempos muy alejados de nosotros, todo comienza por asegurarse de la autenticidad de los
documentos de su verdadera fecha. El examen paleográfico y lingüístico del texto, la
identificación de las instituciones o acontecimientos a que pueda referirse son otras tantas pistas
de identificación. Dicho de otro modo – como recordaba Marc Bloch -; todo dato o documento
que se encuentre hay que insertarlo en una serie cronológica y en un conjunto sincrónico; en una
especie de “rejilla” en la que, tomando puntos de referencia y de comparación, se podrá tener
idea de su autenticidad y de su veracidad. Evidentemente a medida que se trata de siglos más
cercanos a nosotros, el cotejo de distintas fuentes (documentos, memorias, cartas, prensa, etc.)
sobre un mismo asunto es altamente recomendable. Así, pongamos por caso, es casi
imprescindible utilizar dos o tres colecciones de periódicos de opuesta significación política y
algunos de tipo intermedio. Sin embargo, el rigor crítico no puede detenerse ahí: por ejemplo, si
se trata de memorias y testimonios hay que saber cuándo se han escrito o dicho, con qué fin, cuál
era la mentalidad de su autor, el tiempo transcurrido desde que acaecieron los hechos relatados,
etc.

Cualquiera sabe hoy que los tipos de imprenta utilizados en un documento sirven para
orientar sobre la época en que fue impreso. Por otra parte, en relatos y memorias es fácil la
confusión de fechas, otras veces un testigo, que no lo es de verdad, copia el relato del auténtico,
acicalándolo un poco (Tito Livio reproducía a Polibio adornándolo). Los ejemplos podrían
multiplicarse hasta el infinito, pero sólo pretendemos demostrar que las fuentes deben ser
trabajadas con juicio crítico y utilizando, en cada caso las técnicas más apropiadas. Pero no se
trata tan sólo de asegurarse de que las fuentes sean ciertas y fieles; si no se realizan
comparaciones y se procede a la comprobación de regularidades, nos quedaríamos con un saber
pobre y deshilvanado.

Para no perderse en esa muchedumbre de fuentes, se impone una clasificación. En


realidad, es harto difícil sistematizar las fuentes por su diversidad; se resisten a ser encasilladas.
Y, además, el historiador necesita una clasificación práctica y operativa. El cuadro inferior recoge
una.
Públicos
Escritas Políticos (Actas de Sesiones de Cortes)
[Manuscritas e Documentos Económicos (Presupuestos del Estado)
Impresas] Jurídicos (Colecciones legislativas)
Cuantitativas (Estadísticas, censos…)
Privados: De partidos, sindicatos,
bancos…)

Prensa: diaria, semanal, mensual


Memorias
Correspondencia: manuscrita o impresa; oficial o privada
Indirectas: Literatura

Obras plásticas: pintura, escultura, arquitectura, mapas


Iconográficas arqueológicos
Gráficas: Foto, cine, grabados, diagramas, planos, mapas

Testimonios Directos, de testigos o protagonistas


Orales

Fuentes Instrumentos de trabajo, útiles vida diaria


varias
Existen diversas clasificaciones de las fuentes utilizadas por los historiadores, de las cuales
las tres siguientes se han considerado como las más importantes, siendo posible la combinación
entre ellas:

1) La que distingue entre fuentes primarias (o directas) y secundarias (o indirectas).


2) La que las divide en escritas (las de mayor uso en la investigación histórica) y no escritas
(arqueológicas, iconográficas, orales, etc.).
3) La que diferencia entre testimonios voluntarios y testimonios involuntarios.

La primera clasificación es la más importante. Las fuentes primarias constituyen


información de primera mano sobre acontecimientos históricos, en documentación –escrita o no
escrita- en su versión original y cuyo autor o autores pueden o no haber participado en los hechos
de referencia; pero sí es requisito que el documento se haya elaborado durante el período en el
que ocurrieron los acontecimientos o un poco después. La importancia de este tipo de fuentes se
encuentra en la objetividad y confiabilidad que ofrece al investigador por encontrarse en relación
directa con el hecho histórico sin haber sufrido interpretaciones o alteraciones. Entre las fuentes
primarias escritas pueden considerarse las cartas y diarios personales, documentos legales como
actas o testamentos, notas periodísticas, memorias y autobiografías. Las fuentes no escritas
pueden ser pinturas y dibujos, esculturas, obras arquitectónicas, utensilios, materiales
arqueológicos, fotografías, vídeos, audiograbaciones, disquetes de computadora, etc. Por
ejemplo, si se obtiene de Internet una fotografía tomada por un reportero durante la guerra
serbio-bosnia en la ex Yugoslavia, se considerará como fuente primaria, no obstante haber sido
reproducida a través de la red electrónica. (Este ejemplo implicaría además tomar en cuenta el
requisito de permisos de autor, que todo investigador está obligado a obtener y dar crédito).

Ejemplo de fuente primaria

Aunque S.M. el Rey justa y rectamente es y debe ser el jefe supremo de las Iglesias de Inglaterra, y
como tal ha sido reconocido por el clero del reino en sus asambleas, no obstante, para
corroborarlo y confirmarlo, para aumento de la virtud de la religión cristiana en este reino de
Inglaterra y para reprimir y extirpar todos los errores, herejías y otras irregularidades y abusos que
hasta ahora se han cometido en el mismo, por la autoridad de este Parlamento ordenamos que el
Rey nuestro soberano señor, así como sus herederos y sucesores, reyes de este reino, sean
habidos, aceptados y reputados como el único jefe supremo en la Tierra de la Iglesia de Inglaterra
llamada Anglicana Ecclesia(…)

Acta de supremacía de la Iglesia de Inglaterra (fragmento), del 3 de noviembre de 1534,

Citada por Ma. Victoria López Cordón Cortezo y José Urbano Martínez Carreras,

Leer historia, Alhambra Mexicana, México, 1990, pp.39-40


La característica principal de toda fuente primaria es originalidad y autenticidad, por lo
cual también se llama directa; puede ser reproducida e incluso traducida del idioma original a otro
cualquiera (en el caso de la fuente escrita), más no interpretada ni comentada porque en esos
casos se convertiría en fuente secundaria.

Las fuentes secundarias o indirectas, que también se pueden dividir en escritas y no


escritas, son descripciones, interpretaciones o comentarios acerca de las fuentes primarias, por
personas que no participaron en los hechos y que, por lo general, las elaboraron tiempo después
de que ocurrieran.

Por ejemplo, si se estudia un proceso legislativo del pasado, las leyes creadas y las actas de
las sesiones del Congreso Nacional serán consideradas fuentes primarias, en tanto que los
artículos y libros escritos posteriormente acerca de tal proceso se clasifican como fuentes
secundarias. Se puede decir que todo trabajo histórico incluye el uso de ellas, pues es imposible
situar algún fenómeno o acontecimiento en su contexto sin aprovechar el conocimiento ya
existente. De acuerdo con esto, los libros de texto de Historia son fuentes secundarias, así como
enciclopedias, bibliografías, obras literarias como novelas (sobre todo los casos de novela
histórica), poesía, cuento, etc. También puede haber fuentes secundarias no escritas, como foto
montajes, videos, audio grabaciones, disquetes de computadora, discos compactos, etc.,
realizadas por personas que interpretan, comentan o alteran de alguna forma las fuentes
primarias.

La distinción entre fuentes primarias o directas y secundarias o indirectas, escritas o no


escritas, es la más importante.

La clave para distinguir unas de otras son:


Primarias Secundarias

1. Fueron creadas en el momento histórico 1. Se elaboraron con base en las primarias,


objeto de estudio. mucho tiempo después.

2. Su autor vivió en el tiempo en que 2. Su autor vivió en época posterior a la


transcurrió el hecho que describen. ocurrencia del hecho.

3. En el caso de las escritas, se trata de las 3. Son textos que interpretan, describen o
palabras originales, aun cuando sean comentan una fuente original.
reproducidas a otros idiomas.

4. En el caso de las no escritas, se trata de la 4. En el caso de las no escritas, puede


pieza original, aun cuando no se tenga tratarse de copias o alteraciones de obras
físicamente sino reproducida por medios originales, interpretaciones de hechos
fotográficos, electrónicos, etc. grabados en audio o video, discos
compactos, etc.
Ejemplo de fuente secundaria

El primer gran país que fuera del Imperio adoptó el protestantismo fue Inglaterra: un país en el
que las instituciones eclesiásticas no gozaban de mucho prestigio y habían sido enérgicamente
atacadas desde los tiempos de Wycliffe. El alejamiento de Roma se produjo por motivos muy
particulares y tomó formas específicas, Enrique VIII…se dirigió en el año de 1527 al papa para
obtener la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón. No habiéndolo obtenido, decidió
casarse igualmente con Ana Bolena, satisfecho con la anulación concedida por el arzobispo de
Canterbury, Thomas Crammer (mayo de 1533). La energía de Roma, que tan escasamente se había
demostrado en relación con Lutero y sus primeros seguidores, se manifestó ahora; el rey, la reina
y el prelado fueron excomulgados en julio de 1534. Enrique VIII, sin embargo, ya había tomado
medidas audaces y no se retractó. En febrero de 1531, se había hecho reconocer como protector
y jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra; al año siguiente impidió que las recaudaciones
habituales del año en el reino fuesen satisfechas a Roma(…)

Alberto Tenenti, “El renacimiento”, Historia Universal


Planeta, Vol. 6, Josep Fontana, director,
Barcelona, España, 992, p. 419

La última división, sobre las fuentes testimoniales voluntarias e involuntarias, se refiere a


la intención con la que éstas fueron creadas. En el primer caso, se trata de documentos
publicados con el propósito deliberado de registrar un acontecimiento considerado de
importancia tal que se supone habrá de convertirse en objeto de estudio para la Historia; por
ejemplo el Código Napoleónico. Por lo contrario, los testimonios involuntarios, son aquellos
creados con una intención particular e incluso personal, como la correspondencia entre
personajes cuyas acciones, o al menos las de alguno de ellos, llegaría a ser con el tiempo de
trascendencia para la sociedad en que vivieron.

Existen además otras clasificaciones, como la que distingue entre fuentes públicas o
administrativas y las privadas. La intención de las primeras no es, en principio, ni histórica ni
literaria; su redacción responde a necesidades estatales, legales o económicas. Los libros de
cuentas y documentos económicos recogen datos sobre tributos, distribución del gasto público,
inventarios, contratos, transacciones comerciales, etc. Los documentos de la Iglesia Católica son
abundantes, dada la antigüedad de esta institución en la historia occidental, así como la influencia
de la misma en la vida política; incluyen cánones de concilios, bulas, registros de los papas,
archivos diocesanos y registros parroquiales. Estos últimos son de gran importancia para la
historia social y demográfica, porque durante mucho tiempo constituyeron el único medio de
registrar nacimientos, defunciones, casamientos e incluso el ingreso económico de los feligreses
obligados a dar el diezmo a la Iglesia.

Las fuentes privadas son documentos personales que por lo general se refieren a la
correspondencia epistolar (mediante cartas) de personajes célebres o de individuos comunes
participantes en algún hecho histórico. Por carecer de intencionalidad histórica en la mayoría de
los casos, las fuentes privadas poseen un aceptable grado de confiabilidad y veracidad, como
algunos testimonios de acontecimientos en los que participaron sus autores.

Ejemplos de fuentes testimoniales

INTERIOR

CALDERA

Enero 18 de 1870

Señor Gobernador:

Cumpliendo con lo que previene el


decreto de V.S. fecha 24 de diciembre,
pasamos a informar sobre el resultado
de los exámenes rendidos por las
alumnas de la escuela pública de niñas
núm. 1 de este puerto, en los días 11, 12
y 13 del corriente.

Las pruebas a que fueron


sometidas las alumnas de la citada
escuela recayeron sobre los ramos de
lectura en prosa y verso, caligrafía,
catecismo de religión, aritmética,
gramática, castellana, geografía
descriptiva, sistema métrico decimal,
historia sagrada, economía doméstica y
obras de mano.

Las pruebas han sido


satisfactorias, quedando la comisión
sumamente complacida del adelanto de
las educandas, lo que prueba mucha
contracción de parte de la preceptora
señora Vera.
Es cuanto tenemos que informar
en cumplimiento de nuestra comisión.

Dios guarde a V.S.

MANUEL VICENTE VERA –


PRUDENCIO VENEGAS – BARTOLOME
TAPIA – MATÍAS SEGUNDO ROMERO.

Mercurio de Valparaíso 4 mayo


1870. Página 2.

Comandante de los Serenos Copia

Valp° Setiembre 4 de 1851

Señor Intend° y Comand° Jral de Armas

A las nueve de la noche de ayer fui llamado por el Sr. Intendente la Provincia Don Jose
Santiago Melo, quien me entrego la orden que acompaño, i varias otras particulares
referentes al mismo asunto.

Sin perdida de momentos, me diriji, con el Teniente de mi mando D. Manuel Benitez


Guital i tres serenos mas, al callejón llamado de Filiu en el Almendral, sorprendiendo los
cuartos donde habitan Alejo Castillo i, Ignacio Duran, i el de enfrente zapatería de Duran,
en los que hice un escrupuloso registro por si encontraba algunas especies comprensivas
a la orden verbal del Sr. Intendente, sin embargo, [desengañado] de no existir cosa alguna
referente a otra orden, hice conducir presos a Duran, Alejo Castillo, Nazario Gonzales
quien estava en conversación con Castillo, a Maria Navarro mujer de [altros] Duran i a
Mica Castillo mujer de Ignacio Duran i dejándolos incomunicados en la Comand°, volvi a
las doce de la noche a dar cuenta al Sr Intendente de lo ocurrido quien me ordeno
nuevamente volviese, de, una a una i media a la misma casa i que hiciere nuevos
registros, los que verifique haciendo una escarbacion en el corral de la zapatería de
duran, de donde estraje dos barriles de pólvora como de veinticinco libras cada uno- tres
barras plomo i nueve moldes de bala. A la madrugada de hoy Vicente [Jaña] i se busco a
Isidro Mellao i a Jose del Carmen Silva, a quienes no encontrábamos en sus casas tuve a
bien traer a Marta Contreras, mujer de Mellao i a Rosa Soto de Silva i a Manuel de la Cruz
incomunicación a disposision del Sr Intendente no menor a Martina Baquedano, querida
de Nazario, Gonzales, sin descuidarme de perseguir a los demás que, indica otra orden.
Referente a los trecientos cartuchos a bala que tuve noticias se habían trabajado i se
hallaban ocultos en la playa, nada pude conseguir a pesar de las escabaciones i diligencias
que hice, todo lo que pone en conocimiento de V.S.= (firmado) Jose Gregorio Allendes.

Esta, conforme.
Mario Delgado
[Lev°]

Fondo Ministerio Interior


Volumen 284 1850-1851
Archivo Nacional de Chile

Análisis y procesamiento de los datos obtenidos de las fuentes

La obtención de los datos históricos en forma directa o con ayuda de las ciencias
relacionadas, es apenas el primer paso en el trabajo de investigación histórica. El siguiente paso
será el análisis mediante el cual se verifica la autenticidad de las fuentes, se interpretan los datos
para conocer la relación entre ellos y su contrastación con las preguntas que el investigador se
hace para llegar finalmente a la solución del problema planteado y a la comprensión integral del
fenómeno histórico en estudio.

1. Verificación de las fuentes:

Todas las fuentes deben someterse a un proceso de verificación para asegurar la


autenticidad y veracidad de los documentos u objetos materiales que pretenda utilizar como
fuente, para lo cual debe recurrir a la ayuda de expertos y de medios técnicos adecuados. Los
primeros pasos de ese proceso consisten en conocer la fecha y el lugar de su creación, pero sobre
todo permiten identificar las características personales de su autor o autores (también debe
verificarse la autoría), su clase social, religión, principios ideológicos, el pueblo al que pertenecen y
todo lo que pueda ser útil al historiador para conocer la intención y el grado de veracidad de las
fuentes, puesto que cada autor refleja en sus escritos, consciente o inconscientemente, el
contexto social y cultural en el que se encuentra inmerso.

Es necesario consultar varios autores para conocer las diversas interpretaciones sobre un
mismo aspecto específico y compararlas, pues una sola perspectiva siempre plantea grandes
dudas. En el caso de que existan varios testimonios de un solo hecho, éstos pueden contradecirse,
concordar o complementarse. Cuanto más grande sea el número de criterios independientes
sobre un hecho histórico, tanto mayores son las posibilidades de demostrar tal hecho y de
interpretarlo, sobre todo cuando se llega a encontrar un número mayor de concordancias que de
contradicciones.

Hay varios casos de documentos falsos que por mucho tiempo se creyeron verdaderos, lo
que provocó graves errores en la Historia, con el documento llamado “Donación de Constantino”,
mediante el cual, supuestamente ese emperador romano otorgó al papado, a principios del siglo
IV, un gran poder sobre los territorios de la península itálica que habrían de convertirse luego en
los Estados Pontificios. La falsedad del documento fue descubierta en el siglo XV, por el
historiador Lorenzo Valla, quien encontró que realmente había sido escrito en el siglo VIII,
cuatrocientos años después de la muerte del emperador Constantino, cuando en Europa había
comenzado a hacerse más fuerte la rivalidad entre la Iglesia y el Estado.

En la actualidad es muy difícil que un documento falso sea tomado como verdadero. Los
modernos laboratorios de análisis, con métodos físicos, químicos y electrónicos de gran precisión,
y un mayor profesionalismo de los historiadores contemporáneos prácticamente han puesto fin a
la falsificación de documentos. Sin embargo los documentos falsos no deben ser rechazados del
todo, porque son también instrumentos históricos y pueden constituir valiosos testimonios de la
época en que fueron fabricados y del propósito de su falsificación.

2. La interpretación. El historiador científico no se conforma con obtener y comprobar la


información para luego reproducirla, pues eso sólo constituye el primer elemento de su labor. Lo
que intenta es comprender lo que ha pasado para tratar de explicárselo y explicarlo a los demás,
no con el propósito de juzgarlo como “bueno”, “malo” o “regular”, sino para comprender los
factores multicausales que han intervenido en la evolución de la sociedad humana en estudio,
dentro de sus particulares circunstancias. En el ámbito de la metodología científica general, este
paso corresponde a la etapa de la prueba de hipótesis en la que los datos son criticados,
evaluados, clasificados, analizados, procesados e interpretados, en el sentido de hacer posible
llegar a conclusiones finales.

Como en todas las ciencias, los límites del conocimiento histórico, pueden ampliarse
constantemente y preparar el camino para nuevas interpretaciones, mas es preciso recordar que
las ciencias sociales no pueden ser enteramente objetivas. Siempre podrá considerarse verdadera
toda explicación explicativa debe someterse a posteriores revisiones al surgir otras fuentes que
aporten nuevos datos sobre el mismo problema.

Por muchos hechos del pasado que se quieran contar o conocer, jamás se podrán contar y
conocer todos. Esto implica también, como se ha referido anteriormente, una toma de posición
ante los hechos del pasado que deben ser contados. Además, el mayor número de fuentes las
conserva el poder y las clases dominantes, y estos conservan los documentos que le interesan. Los
hechos que conocemos se encuentran imbricados, y se relacionan entre si formando “estructuras”
que explican e identifica una época. No sólo es necesario fijar los hechos, sino que hay que buscar
las causas, las consecuencias, la relación con otros hechos de la época, y hay que interpretarlos.
Solamente la Historia es ciencia si existe una interpretación. Esta es la gran labor del historiador,
por lo que la quimera de la objetividad nunca podrá ser absoluta. Una cosa es responder a la
pregunta de por qué ocurrieron los hechos, y otra justificarlos por tener unas causas que
inevitablemente dan unos efectos. La Historia no es causal. Cada época hace la Historia sobre los
temas que le interesan y que no tienen por qué ser los que nos preocupan en la actualidad. La
Historia puede cambiar y, aunque los hechos que la informan son los mismos, sin embargo sus
interpretaciones variarán según la corriente de pensamiento o la escuela que las formule: unas
pretenderán justificar la situación actual de distribución del poder y otras serán más críticas.

Cualquier trabajo histórico debe presentar lo que Krzyszgtof Pomian denomina “mareas
de historicidad”, es decir debe rendir cuenta de todo, administrar pruebas verificables: “en
Historia no hay afirmaciones sin pruebas. Este espíritu crítico, entendido como las reglas de la
crítica y la elaboración de referencias, es lo que permite establecer la diferencia entre el
historiador profesional, el aficionado y el novelista.

Los historiadores, al igual que los letrados toman una posición escéptica respecto a la
fiabilidad de las pruebas y testimonios como punto de partida. En realidad, el problema de la
evaluación y comprobación de testimonios ha constituido el fundamento de la metodología
histórica. La evaluación de los testimonios varía, naturalmente con los problemas que los
historiadores se propongan resolver, y con la índole de los datos.

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