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Objetivos:
Identificar la aerodinámica e hidrodinámica como parte del campo de conocimiento de
la dinámica de fluidos, de la mecánica y de la física.
Conocer los fundamentos que rigen el comportamiento del aire y del agua
(compresibilidad, densidad, presión, viscosidad…) como responsables de las fuerzas
aerodinámicas e hidrodinámicas en el desarrollo de las actividades físicas y deportivas.
Entender la influencia de la densidad del aire y del agua en la flotación y la fuerza
ascensional de las personas y los objetos.
Conocer la relación entre la presión del aire y del agua y el Principio de Bernouilli, así
como su importancia en actividades de montaña, deportes de aventura y submarinismo.
Conocer las fuerzas derivadas de la viscosidad y la tensión superficial, su influencia en
algunas modalidades de desplazamiento y su relación con algunas funciones biológicas.
Identificar los regímenes de circulación laminar y turbulenta, su influencia en las
fuerzas de los fluidos y en el movimiento de diferentes objetos.
Identificar las fuerzas de arrastre, sustentación y oleaje que influyen en diferentes
actividades físicas y deportivas, así como la importancia relativa de cada una de ellas.
Conocer detalladamente los factores que influyen en las fuerzas de arrastre y de
sustentación, el equilibrio entre ambas, y cómo justifican el movimiento de algunos
objetos, siendo capaces de proponer estrategias para minimizarlas o maximizarlas.
Reconocer la importancia de la fuerza de oleaje en las actividades realizadas sobre la
superficie del agua, su contribución relativa a la resistencia total y los efectos de la
profundidad de inmersión en la misma.
Resumen:
En el presente capítulo se analizan las fuerzas que provocan los fluidos (dinámica de
fluidos) durante la realización de actividades físicas y deportivas en el aire
(aerodinámica) y el agua (hidrodinámica). Se fundamentan y buscan aplicaciones de
características físicas de los fluidos como la densidad (relacionada con la fuerza
ascensional o de flotación), la presión (relacionada con actividades de montañismo y
buceo), la viscosidad (relacionada con la eficiencia del desplazamiento en el agua), la
tensión superficial y capilaridad (relacionadas con la regulación de importantes
funciones biológicas), y el número de Reynolds (relacionado con la eficiencia
aerodinámica de los objetos). Posteriormente se analizan las principales fuerzas que
aparecen al desplazarse en un fluido (arrastre, sustentación y oleaje) y los factores que
influyen en las mismas, poniendo ejemplos de actividades físicas y deportivas donde
éstos son importantes o pueden manipularse. En la fuerza de arrastre se describen
minuciosamente los conceptos área frontal y los coeficientes de arrastre y succión
aerodinámica. En la fuerza de sustentación, las diferentes formas de generarla, así como
los conceptos de perfil asimétrico, ángulo de ataque y Efecto Magnus. Un buen
equilibrio entre ambas fuerzas es importante para conseguir la mayor eficiencia durante
un desplazamiento. Por último, se analizan los fundamentos de la fuerza de oleaje, que
aparece en los desplazamientos en la superficie del agua, su contribución relativa a la
resistencia total y la influencia de la profundidad de inmersión en la misma.
1.1 Fundamentación
El presente capítulo abordará las fuerzas que pueden aparecer durante las actividades
realizadas en el medio aéreo y acuático. En un marco más general se estaría haciendo
referencia a la “dinámica de fluidos”, que es la parte de la mecánica que estudia las
fuerzas provocadas por los fluidos. Se entiende por “aerodinámica” la parte de la
dinámica de fluidos que estudia las fuerzas que actúan sobre un objeto que se mueve en
el seno de un gas (ej. en el aire). Se entiende por “hidrodinámica” la parte de la
dinámica de fluidos que estudia las fuerzas que actúan sobre un objeto que se mueve en
el seno de un líquido (ej. en el agua). Como ya conocemos, la mecánica es una parte de
la física, por lo que nos encontramos dentro del siguiente mapa conceptual (Figura-1).
FÍSICA
CINEMÁTICA
MECÁNICA
DINÁMICA FLUIDOS
ELECTRICIDAD
Es importante tener en cuenta que las fuerzas generadas al desplazarse en los medios
aéreo o acuático no se van a aplicar en el centro de gravedad (de las personas o
animales) o en el centro de masas (de los objetos), sino que se van a aplicar en el centro
volumétrico de los mismos. En este sentido los centros de gravedad y de masas serían
unos puntos imaginarios donde la suma de todos los pesos de los diferentes segmentos
del cuerpo o de los diferentes elementos que componen un artilugio es igual a cero; o
dicho de otra forma, un punto imaginario que representaría fielmente la localización del
peso total de las personas, animales u objetos. Mientras, el centro volumétrico sería el
centro geométrico de las personas, animales u objetos, y sólo coincidirá con el centro de
gravedad cuando éstos sean elementos rígidos y homogéneos, presentando una densidad
uniforme. Las personas y los animales nunca cumplen esta característica, ya que están
compuestos por diferentes tejidos y órganos que difieren en cuanto a sus densidades.
Sólo objetos tan sencillos como un cilindro o un cubo pueden ser rígidos y homogéneos
(véase la Figura-2a), y esta condición no se cumple cuando se rellenan de material de
diferentes densidades (ver la Figura-2b).
a b c
d
Figura-3.-Representación del centro de masas (CM) y centro volumétrico (CV), y de las
fuerzas que actúan en los mismos, en personas y objetos que se desplazan en el medio
aéreo (a y d) y acuático (b y c) (originales de Gutiérrez, 1999 y Kreighbaum y Barthels,
1996).
Figura-6.-Velocidad relativa del aire cuando un atleta corre a 5 m/s en las rectas de
meta y conta-meta de una pista de atletismo, con un viento de 2 m/s.
Un hecho que sirve para reafirmar esta teoría ocurrió el 15 de octubre de 1995, cuando
Miguel Indurain intentó batir el récord de la hora en el velódromo no cubierto (al aire
libre) de Bogotá (Colombia) y, cuando todo parecía indicar que podía circular a una
media de velocidad superior a los 55 Km/h (hubiese batido dicho récord), en la pista
apareció un espectador de excepción, el viento, suspendiéndose la prueba a los 20
minutos del comienzo, porque los promedios de velocidad no superaban dicha cifra.
a b
1.1.3 Comportamiento del aire y del agua en las actividades físicas y deportivas
Una vez conocemos que los fluidos pueden tanto líquidos como gases, también es
importante saber que los primeros son fluidos incompresibles, y los gases,
compresibles. Esto significa que, introducidos en un émbolo, el efecto de la presión es
capaz de disminuir el volumen en los gases, pero no en los líquidos. Aunque la mayoría
de los fluidos son incompresibles y, por lo tanto, puede asumirse una densidad fija de
los mismos (importante a la hora de introducirla en las diferentes ecuaciones que
veremos en posteriores apartados), es necesario considerar que los gases, y en el caso
que nos ocupa, el aire, son fluidos compresibles, no manteniendo una densidad
constante, y por lo tanto, no teniendo un comportamiento fácilmente predecible. Para
simular el comportamiento de un fluido compresible, las ecuaciones a emplear son
altamente complicadas, requiriendo además de una elevada experiencia en el trabajo con
las mimas. De hecho, esto es motivo de estudio en la Licenciatura de Ingeniería
Aeronaútica. Entonces, ¿cómo es posible abordar el estudio sencillo del
comportamiento del aire y del agua en las actividades físicas y deportivas?.
a b
La densidad específica de una sustancia (objeto, fluido, tejido, etc.) es una medida
adimensional relativa a la densidad de la misma comparada con la densidad el agua:
Despecífica = Dsustancia / Dagua. Si el valor obtenido es mayor de 1 significa que la sustancia no
flotará en el agua y, si es menor de 1, sí que flotará en la misma (Gutiérrez, 1999). Para
conocer qué porcentaje de la sustancia estará sumergido en el agua (nivel de flotación)
en función de su densidad, sólo es necesario multiplicar la Despecífica por 100, obteniendo
así el nivel de flotación. Por ejemplo, un cubo relleno de tejido graso humano estará
sumergido en el agua un 90%, porque Despecífica = Dgrasa (900 kg/m3) / Dagua (1000 kg/m3) =
0.9, que multiplicado por 100 es un 90% (Figura-11a).
Las personas en general suelen flotar en el agua cuando respiran normalmente aunque,
como se ha dicho, la densidad específica de un hombre adulto normal es de 1.1 y, por lo
tanto, no deberían flotar. Esto es debido a que los cálculos de densidad del cuerpo
humano se llevan a cabo con todo el volumen de aire de los pulmones espirado (excepto
el volumen del espacio muerto anatómico). Sin embargo, la mayoría de las veces que
nos sumergimos en el agua no espiramos todo el aire de nuestros pulmones, que puede
aumentar hasta en un volumen de 4 litros de aire, disminuyendo mucho la densidad del
cuerpo en su totalidad. Es por ello que, si nos introducimos en el agua y respiramos
normalmente, no tendremos tiempo de apreciar que nos hundimos hacia el fondo de la
piscina, pero si espiramos todo el aire de los pulmones, comenzaremos a descender
progresivamente (Figura-11b).
Figura-11a.-Nivel de flotación de un cubo de grasa parcialmente sumergido en agua.
Figura-11b.-Comportamiento típico de una persona en el agua, en condiciones de
inspiración y espiración máxima (original de Kreighbaum y Barthels, 1996).
La fuerza ascensional es aquélla que hace que un objeto se vea empujado hacia arriba,
tanto en el medio aéreo como acuático (algunos autores han distinguido entre fuerza
ascensional aérea y acuática, respectivamente). Cuando la fuerza ascensional acontece
en el medio acuático se conoce comúnmente como fuerza de flotación (en inglés
“buoyancy force” o simplemente “buoyancy”) (Kreighbaum y Barthels, 1996;
McGinnis, 1999) o fuerza de empuje (Gutiérrez, 1999). Estos conceptos hacen
referencia al Principio de Arquímedes, que dice “todo cuerpo parcial o totalmente
sumergido en un fluido experimenta una fuerza de empuje vertical que es igual al peso
del volumen de fluido desplazado por el cuerpo”. Por lo tanto, la densidad y densidad
específica de un fluido y la fuerza ascensional están íntimamente relacionadas, porque
el peso del volumen de fluido desplazado por el cuerpo va a depender directamente de
su densidad. Siguiendo con el ejemplo anterior, al inspirar 4 litros de aire ó 0.004 m 3
estamos desplazando el mismo volumen de agua, sólo que el aire pesaría 0.05 N (0.004
m3 · 1.293 kg/m3 · 9.81 m/s2) y el agua pesa 39.24 N (0.004 m 3 · 1000 kg/m3 · 9.81
m/s2), generando así una fuerza ascensional de 39.19 N (39.24 N – 0.05 N).
Una vez conocidos los conceptos de densidad y fuerza ascensional, entenderemos mejor
por qué las personas flotamos más en el agua del mar (D = 1025 kg/m 3) que en el agua
de una piscina (D = 1000 kg/m3), y por qué el hielo (D = 920 kg/m 3) siempre flota en el
agua. Aparte de estas aplicaciones, una cuestión interesante es conocer los factores que
pueden afectar a la densidad del agua y del aire y, por lo tanto, a la fuerza ascensional.
Estos factores son la temperatura y la presión atmosférica, ya que los efectos de la
humedad en el aire se consideran despreciables. En teoría, y según la definición del
agua (fluido líquido) como fluido incompresible, ambas variables no deberían afectarla;
sin embargo, en la práctica no es así, pudiendo disminuir su densidad hasta en un 1%
con un aumento de temperatura de 40 ºC (Figura-13a). Las aplicaciones prácticas de
este fenómeno son dos: 1-Un mismo objeto o persona flotará menos a medida que el
agua esté más caliente. 2-La temperatura del agua de la piscina en una competición de
natación está regulada por la Federación Internacional de Natación, para que los
participantes no puedan manipular esta variable (se verá en posteriores apartados).
-2 China -1,9
Indonesia -3,2
d2 Tailandesa -2,9
-4
Etíope -4,6
w2 Centro de flotación -6 1 2 3 4 5 6 7
Centro de gravedad
Figura-14a.-Efectos de la distancia entre el centro de gravedad y de flotación (d) en la
dificultad para mantener la posición horizontal en natación (w) (dibujo humano
original de Kreighbaum y Barthels, 1996). Figura-14b.-Índice de masa corporal (BMI)
obtenido en diferentes razas o etnias (adaptado de Deurenber et al., 1998).
La presión de un fluido (P) es la “magnitud física que expresa la fuerza ejercida por un
cuerpo sobre la unidad de superficie. Su unidad en el Sistema Internacional es el pascal
(Pa)” (DRAE, 2006). La ecuación más sencilla para calcular la presión es aquella que
utiliza el cociente entre la fuerza aplicada (F) y la superficie sobre la que se aplica (S): P
= F / S. Por lo tanto, un Pascal (Pa) de presión equivale a la fuerza de 1 N aplicada
sobre una superficie de 1 m2. La presión también puede medirse en atmósferas, en honor
a los primeros ensayos de Torricelli para determinar la presión atmosférica (a nivel del
mar), concluyendo que ésta elevaba 760 mm una columna de mercurio (Figura-15). Por
lo tanto, 1 atmósfera es igual que 101325 Pa, 760 mm de Hg, 760 Torr ó 1013.25 mbar.
350 3,5
600
300 3
Presión (kPa)
Presión (atm)
500
300
200 Presión (kPa) 2
200 Presión (atm)
150 1,5
100
0 100 1
0 5 10 15 20 25 30 0 10 20 30 40 50
Altitud (Km) Profundidad (m)
Por último, nombrar el Principio de Bernouilli, relacionado con la presión de los fluidos
(gases y líquidos), y que será abordado en posteriores apartados, relacionado con la
Fuerza de Arrastre y Sustentación. Este principio dice que si la velocidad de un fluido
aumenta, la presión del fluido disminuye y viceversa. Además, los fluidos se mueven de
zonas de mayor presión (o menor velocidad) a las de menor presión (o mayor
velocidad). Matemáticamente este Principio se resume en la siguiente ecuación: P + ½ ·
· v2 = cte. Un aumento en la velocidad del fluido disminuirá exponencialmente su
presión. Esto nos servirá para explicar por qué los objetos (automóviles, bicicletas, etc.)
generan zonas de bajas presiones, generando resistencias de presión al desplazarse en el
aire y el agua (fuerza de arrastre de forma). También nos servirá para entender por qué
los parapentes, alas deltas, discos y jabalinas de atletismo, freesbee… son capaces de
elevarse del suelo sólo con la fuerza que produce el aire (fuerza de sustentación).
a b Régimen turbulento
Baja presión
Un objeto que circula dentro de un fluido crea una región próxima que se ve afectada
por su paso, y que recibe el nombre de capa límite. La capa límite está formada por
numerosas líneas de corriente, que son líneas de fluido que circulan a la misma
velocidad. La capa límite está delimitada por la línea de corriente más próxima al objeto
y por la última línea de corriente que se ve afectada por el paso del mismo. La capa
límite puede tener un régimen de circulación laminar o turbulento (Figura-21), lo que va
a depender del número de Reynolds. El régimen de circulación laminar provoca que la
capa límite tenga un menor espesor, y además, que en el interior de la misma se disipe
menos energía, porque las líneas de corriente llevan una velocidad menor. El régimen de
circulación turbulenta provoca lo contrario a lo que se ha descrito, aumentando la fuerza
de arrastre viscoso (ver posteriores apartados), o lo que es lo mismo, el rozamiento entre
las partículas de aire o agua.
El mecanismo y muchas de las razones por las cuales un flujo es laminar o turbulento es
todavía hoy objeto de especulación, y eso dificulta el conocimiento de las fuerzas
aerodinámicas e hidrodinámicas en diferentes actividades físicas y deportivas.
Tengamos en cuenta que, en un mismo objeto, el número de Reynolds Crítico dependerá
de la velocidad relativa del fluido y de pequeñas variaciones en la superficie del mismo.
Así, por ejemplo, en función de la velocidad del ensayo, en una esfera lisa Re crítico
puede variar entre 2·105 y 4·105, habiendo asumido algunos autores el valor de 2.1·105
(McElroy, 1979) y otros el de 2.5·105 (Hubbard, 2000). Por otro lado, en una pelota de
golf, que es una esfera con hoyuelos, el Re crítico se ha determinado entre 1·10 5 y
2.4·105 (Tai et al., 2006).
A pesar de las dificultades que existen para medir el Re crítico (límite entre circulación
laminar y turbulenta), existen dos ejemplos que demuestran cómo influyen los
regímenes de circulación laminar y turbulenta en el vuelo de los objetos: pelotas de golf
y balones de voleibol (Figura-22). Asociada al Re crítico existe una “velocidad crítica”
(despejada de la ecuación anterior) para ambos objetos donde el aire sufre una
transición de flujo laminar a turbulento, o viceversa. La transición de flujo laminar a
turbulento provocará que la capa límite se aferre más al objeto en su parte posterior
(borde de salida), de manera que la diferencia de presiones entre ésta y la parte anterior
del objeto (borde de ataque) es menor, disminuyendo la fuerza de arrastre (ver siguiente
apartado). Como se ha visto, en relación a una esfera lisa, los hoyuelos de la pelota de
golf disminuyen la velocidad crítica en la que el régimen laminar pasa a turbulento,
haciendo que la capa límite para las pelotas de golf sea generalmente turbulenta (a las
velocidades normales de golpeo en un “swing”). Esto hace que su alcance se
incremente considerablemente respecto a la trayectoria de una pelota de golf lisa (Scott,
2005). En voleibol existe una modalidad de saque, denominado “saque flotante”, que no
se realiza a gran velocidad, pero que es muy difícil de defender, ya que el balón oscila
en el plano sagital y horizontal, cambiando repentinamente su dirección y siguiendo una
trayectoria de vuelo muy impredecible para el receptor. Este fenómeno ocurre cuando el
flujo de aire alrededor del balón pasa de ser turbulento a laminar (al contrario que en el
golf, donde siempre era turbulento), haciendo que el balón se frene y caiga antes. Se ha
cifrado la “velocidad crítica” para el balón de voleibol alrededor de los 50 km/h
(McElroy, 1979).
Figura-22.-Comportamiento de un flujo laminar y turbulento en una pelota de golf (a).
Trayectoria real (flujo turbulento) y teórica (flujo laminar) de un golpeo estándar en
una pelota de golf y un “saque flotante” en un balón de voleibol (transición de flujo
turbulento a laminar)(b).
Normalmente es una fuerza resistiva que se opone al avance de los objetos, y que se
debe a la diferencia de presiones del fluido entre la parte anterior (borde de ataque) y
posterior (borde de salida), siendo menor en esta última; y también al rozamiento de las
líneas de corriente del fluido con el objeto y al rozamiento de las líneas de corriente de
la capa límite entre sí (Figura-24a). Esta fuerza es muy importante en actividades físicas
como la natación, el ciclismo, las carreras de velocidad…, y comprender su fundamento
nos va a permitir minimizarla, obteniendo así un mejor rendimiento físico o un menor
gasto de energía para ejecutar una misma tarea. En inglés se utiliza el término “drag
force” o “drag” para aludir a este concepto. Para el cálculo de la fuerza de arrastre se
emplea una única ecuación que tiene en cuenta la densidad del fluido y otros factores
(Figura-24b).
Un objeto que se desplaza dentro de un fluido de mayor densidad () experimentará una
mayor fuerza de arrastre (véanse los factores que afectan a la densidad de un fluido).
Igualmente, un objeto con mayor área frontal de choque con el fluido (S), con un peor
coeficiente de arrastre (Cx) o que se desplaza a mayor velocidad (v), también
experimentará una mayor fuerza de arrastre. Para la ampliación de este apartado por
parte de los alumnos, utilizando literatura anglosajona, es importante conocer la
traducción al inglés de los términos: área frontal ó S (“frontal area”), coeficiente de
arrastre ó Cx (“drag coefficient”) y coeficiente de succión ó S·Cx (“drag area”), el
S·Cx también se nombra como área frontal efectiva (“effective frontal area”).
Figura-24a.-Fuerza de arrastre (FA), velocidad del objeto (v) y diferencia de presiones
(P) entre el borde de ataque y el borde de salida de un objeto que choca con un fluido.
Figura-24b.-Ecuación para el cálculo de la fuerza de arrastre (viscoso y de forma).
Figura-25.-Representación de dos perfiles con similar área frontal y diámetro (d) pero
diferentes fuerzas de arrastre viscoso y de forma (original de Scott, 2005).
Densidad del fluido (). Como se ha comentado, la densidad del aire y del agua
disminuye con un aumento de temperatura, lo cual, tiene especial importancia en las
disciplinas que se desarrollan en el medio acuático. Además, en el aire la densidad
disminuye con la altitud, porque la presión atmosférica también disminuye (Figuras 13a
y 16a); esto es beneficioso para disminuir la fuerza de arrastre, pero afecta
drásticamente a las presiones parciales del oxígeno respirado. Por lo tanto, en aquellas
actividades desarrolladas en el medio aéreo donde la fuerza de arrastre constituye una
importante fuerza resistiva y/o que no dependen del consumo de oxígeno, debe
considerarse realizarlas en condiciones de altitud. Un buen ejemplo son los récord
conseguidos en pruebas cortas (velocidad y saltos) en las Olimpiadas de México-68
(altitud de 2260 m, presión de 574 mm de Hg, densidad del aire de 0.976 kg·m -3), donde
la densidad del aire, y por lo tanto, la fuerza de arrastre fueron aproximadamente un
25% menores que a nivel del mar (altitud de 0 m, presión de 760 mm de Hg y densidad
el aire estándar de 1.293 kg·m-3) (González et al., 1998). En las actividades donde la
fuerza de arrastre es muy importante pero dependen en gran medida del consumo de
oxígeno (ej. ciclismo, donde la fuerza de arrastre a más de 40 km/h constituye más del
90% de las fuerzas resistivas totales), puede considerarse realizarlas en altitud, ya que
este beneficio compensaría la bajada en las presiones parciales de oxígeno (en ciclismo
se han establecido los 2500 m como la altura óptima de rendimiento que tiene en cuenta
ambos factores) (Bassett et al., 1999). En las actividades donde la fuerza de arrastre no
es muy importante y que dependen en gran medida del consumo de oxígeno (ej.
atletismo de fondo, donde la fuerza de arrastre no constituye más de un 8-10% de las
fuerzas resistivas totales), es aconsejable realizarlas a nivel del mar (en las Olimpiadas
de México-68, no se batió ningún record en pruebas de fondo).
Área frontal del objeto (S). A mayor área del objeto que se enfrente al fluido
obtendremos una mayor fuerza de arrastre. El área frontal de un objeto puede obtenerse
de manera sencilla a partir de una fotografía del plano frontal (a), utilizando cualquiera
de las siguientes metodologías (Figura-26): 1-Pesaje de la fotografía (b), consiste en
recortar un área conocida de la fotografía (X + Y) y pesarla; posteriormente recortar el
área del objeto (X) y pesarla, estableciendo una igualdad entre el peso del área conocida
y el peso del área del objeto, que es desconocida. 2-Planimetrías manual (c) y
computerizada (d), consisten en establecer una escala sobre la fotografía, dibujar el
contorno del objeto y estimar, manual (mediante el recuento de áreas menores
milimetradas) o automáticamente (reconocimiento de píxeles) el área del mismo. Todas
estas metodologías han demostrado ser bastante fiables, sobre todo el pesaje de la
fotografía (b) y la planimetría computerizada (d). La distancia desde la cámara hasta el
plano de la fotografía, la desviación lateral de la cámara respecto al eje longitudinal del
objeto (no debería existir desviación), el ángulo de la cámara respecto al plano frontal
(debería ser de 90º) y la colocación del sistema de referencia (el objeto en el centro del
sistema de referencia) son variables importantes que deben tenerse en cuenta (Olds y
Olive, 1997).
Figura-26.-Métodos utilizados para calcular el área frontal de un objeto (a) a partir de
una fotografía del plano frontal del mismo: (b) pesaje de la fotografía, (c) planimetría
manual y (d) planimetría computerizada.
El perfil de “gota de agua” (entre 3 y 4 veces mayor longitud que diámetro) presenta el
menor Cx de todos los objetos (0.04), el mismo perfil divido a la mitad aumenta su Cx
(0.09), una semiesfera colocada verticalmente tendría un Cx de 0.42 (si el borde romo
recibe directamente el viento; si se coloca al revés, el Cx aumentaría hasta 1.17, y si en
estas condiciones es hueca, hasta 1.43), y una esfera completa de 0.50. Un cubo de
1·1·1 m tiene un Cx menor (0.8) que la placa de acero estándar de 1·1 m (1.10). De los
animales, el delfín presenta un Cx ligeramente inferior al de “gota de agua” (0.036),
mientras que un pájaro tendría un Cx de 0.4, una persona de pie entre 1.0-1.3, un
saltador de esquí entre 1.2-1.3, un ciclista en bicicleta de paseo de 1.4, en bicicleta de
carretera de 1.3 y en bicicleta de contrarreloj de 1.0. Un coche (turismo) presentará un
Cx entre 0.25-0.40, un camión entre 0.60-0.70 y un coche de Fórmula-1 entre 0.7-1.1
(dependiendo del circuito de competición). En la Tabla-2 se representan estos valores de
Cx y otros que no se han comentado.
Persona/Animal/Objeto Cx Persona/Animal/Objeto Cx
Delfín 0.036 Cubo de 1·1·1 m 0.80
Gota de agua 0.04 Tractor 0.96
½ Gota de agua 0.09 Ciclista en bici de crono 1.00
Avión combate (Mach>2) 0.16 Persona de pie 1.00-1.30
Coche (turismo) 0.20-0.40 Placa de 1·1 m 1.10
Pájaro 0.40 Semiesfera vertical 2 1.17
Semiesfera vertical 1 0.42 Saltador de esquí 1.20-1.30
Esfera completa 0.50 Ciclista en bici de carretera 1.30
Motocicleta 0.50-0.60 Ciclista en bici de paseo 1.40
Camión 0.60-0.70 Semiesfera vertical 3 1.43
Fórmula-1 0.70-1.10 Tren de pasajeros 1.80
Tabla-2.-Valores de Cx representativos de personas, animales y objetos. Semiesfera
vertical colocada: 1= borde romo de cara al viento; 2= borde romo en opuesto al
viento; 3= idem que 2, pero se trata de una semiesfera hueca.
Es pertinente indicar que el Cx puede verse influido por el número de Reynolds (Re);
sin embargo, en la mayoría de las actividades deportivas el Cx puede considerarse
constante en el rango de velocidades que fluctúan. Esta condición parece cambiar al
hablar de objetos que son lanzados y/o golpeados, y que se desplazan a velocidades muy
altas, corriendo el riesgo de que se sobrepase el valor Re crítico en ambos sentidos (de
laminar a turbulento o viceversa), alterando sustancialmente el Cx. Por este motivo, al
referirse a estos objetos conviene indicar el Re en el que han sido evaluados. Este es el
caso de las pelotas de golf, donde el Re y el Cx dependerán de su rugosidad (forma y
profundidad de los hoyuelos, superficie de la esfera que éstos ocupan), tal y como se
indica en la Figura-29. Obsérvese que el Cx inicial (en régimen de circulación laminar)
para todas las esferas (lisas y rugosas) es de aproximadamente 0.5, pero el momento en
el que aparece el Re crítico es diferente en todas ellas (ocurre antes en las más rugosas,
y por último, en la bola esférica lisa), afectando mucho al Cx. El comportamiento
normal de todas las esferas al alcanzar el Re crítico es reducir drásticamente el Cx
(como se ha comentado en el fundamento del Re); y si sigue aumentando el Re, el Cx
también aumentaría progresivamente, pero sin llegar nunca a los valores que tenía en
régimen de circulación laminar o antes del Re crítico (Hubbard, 2000).
Coeficiente de succión (S·Cx). Aunque sólo es el producto del área frontal (S) por el
coeficiente de arrastre (Cx), este coeficiente sirve para expresar la eficiencia
aerodinámica o hidrodinámica de diferentes objetos y/o personas en los que no ha sido
posible obtener el área frontal (S). A nivel práctico, el S·Cx se obtiene directamente en
túneles de viento o piscinas hidrodinámicas, donde se conoce la velocidad y la densidad
del fluido, despejando este factor. También se obtiene directamente en simulaciones
matemáticas del vuelo de objetos o del desplazamiento de objetos en el agua y el aire,
ya que en dichos lugares no ha podido extraerse una fotografía frontal del objeto. Como
se ha comentado, en la industria automovilística un coche puede tener un buen Cx, pero
una elevada área frontal (S) hace que su rendimiento aerodinámico no sea bueno.
Muchas veces no se dispone de los valores de S y Cx por separado, debiendo recurrir al
valor del S·Cx.
Bicicleta
recubierta 2 0.55 0.52 0.286 22.8
Bicicleta
recubierta 3 0.65 0.32 0.208 16.6
Bicicleta
recubierta 4 0.68 0.21 0.143 11.4
Bicicleta
recubierta 5 0.71 0.10 0.071 5.7
Tabla-3.-Valores de área frontal (S), coeficiente de arrastre (Cx), coeficiente de succión
(S·Cx) y fuerza de arrastre (FA) de diferentes modelos de bicicletas. Para el cálculo de
FA la velocidad es de 40 km/h (11.1 m/s) y la densidad del aire se considera el estándar
(1.293 kg/m3) (original de Aguado, 1993).
Figura-30.-Coeficiente de succión (S·Cx) de dos bicicletas recubiertas (original de
Pivit, 1990).
Velocidad (v). Como puede apreciarse en la ecuación, la velocidad es el factor que más
influye en la fuerza de arrastre, ya que hace aumentar ésta exponencialmente. Para ello,
debemos obtener la velocidad relativa del objeto, tal y como se ha comentado en
apartados anteriores. Hablando en términos de potencia, la potencia consumida por un
sistema para vencer la fuerza de arrastre se atiende a la siguiente ecuación: P FA (W) =
0.5 · · S · Cx · v3. Por lo tanto, utilizando los datos de la Tabla-3, la potencia necesaria
para que la bicicleta normal circule a 40 km/h es de 346 W, mientras que para la
bicicleta recubierta 5 es de 63 W. Cualquier objeto que quiera desplazarse en un fluido
(agua o aire) necesitará mucha más fuerza o potencia para aumentar la velocidad
conforme la velocidad es más elevada. Dicho de otra forma, tomando como referencia
los valores de una bicicleta normal (Tabla-3), costará mucho más esfuerzo incrementar
la velocidad en 5 km/h circulando a 40 km/h (8.3 N y 146 W) que incrementar dicha
velocidad circulando a 20 km/h (4.4 N y 41 W) (Figura-31). Si nos desplazáramos en el
medio acuático, incrementar la velocidad del nado libre de 7 a 8 km/h sería mucho más
costoso que incrementarla de 3 a 4 km/h. Por este motivo, en numerosas prácticas
deportivas que se desarrollan en el medio aéreo como el ciclismo, automovilismo, esquí
de descenso, salto con paracaídas en caída libre, etc. se utiliza el concepto “velocidad
límite”, que es la velocidad máxima que puede alcanzar el sistema aprovechándose de
las fuentes internas (ej. en automovilismo, el motor del coche) o externas (ej. caída
libre, aceleración de la gravedad) de generación de fuerza o potencia. Este mismo
concepto también se ha utilizado para actividades en el medio acuático, pero en este
caso, a la fuerza de arrastre se suma la fuerza de oleaje (más adelante “hull speed”),
provocando los mismos efectos que se han comentado.
Figura-31.-Fuerza y potencia de arrastre de una bicicleta normal (datos en Tabla-3) en
función de la velocidad de desplazamiento. FA = Incremento de fuerza de arrastre.
PFA = Incremento de potencia de arrastre.
Una vez analizados todos los factores que influyen en la fuerza de arrastre debemos
estar capacitados para realizar los siguientes cálculos. Necesitamos saber si un ciclista
sería capaz de batir el mejor registro de la hora, que es aproximadamente de 54 km (15
m/s), compitiendo en México a 2500 m de altitud y 20 ºC de temperatura (densidad del
aire = 0.884 kg/m3). Para ello hemos realizado una prueba de esfuerzo a este corredor,
obteniendo que la potencia que es capaz de desarrollar en el umbral anaeróbico es de
500 W. Se ha comprobado que el corredor es capaz de mantener esta potencia durante 1
hora. Su S·Cx obtenido en túnel de viento es de 0.237 m 2. Sabemos que el corredor
tiene una masa de 73 kg y su bicicleta de 7 kg, por lo tanto, la fuerza normal (F N) en
terreno llano es de 784.8 N ([73 + 7] · 9.81). También conocemos que el coeficiente de
rozamiento por rodadura de su bicicleta es 0.004 (r). Las únicas fuerzas que frenan al
corredor son la fuerza de arrastre y la fuerza de rozamiento por rodadura, ya que el resto
de fuerzas (rozamiento de los ejes de la bicicleta) consumen sólo en un 2-3% de la
potencia. Utilizando la siguiente fórmula: Pot (W)= (r · FN · v) + (0.5 · · SCx · v3),
obtendremos que Pot (W)= (0.004 · 784.8 · 15) + (0.5 · 0.884 · 0.237 · 15 3) = 400.6 W.
La respuesta es que, en estas condiciones, el ciclista sí sería capaz de recorrer 54 km en
menos de 1 hora, porque sólo necesita 400.6 W de los 500 W que es capaz de generar.
Pueden repetirse los cálculos para una competición a nivel del mar (0 m de altitud) con
el objetivo responder a la misma pregunta.
Quizás lo más difícil de entender sobre la fuerza de sustentación es por qué la capa
límite puede tener mayor velocidad en una parte del perfil del objeto (+ V), generando
la diferencia de presiones (- P). En las siguientes figuras pueden observarse las tres
formas características de generar fuerza de sustentación (Barlett, 1997): 1-Asimetría del
perfil. El perfil del objeto es más largo en el intradós o extradós (o viceversa), viajando
las líneas de corriente a mayor velocidad, ya que no cambia el régimen de circulación de
la capa límite y las partículas de fluido deben recorrer el mismo espacio en un menor
tiempo (Figura-33a). La Figura-33a representa bien el perfil de las alas de los aviones y,
si éste estuviera al revés, sería característico de algunos alerones de los coches. 2-
Ángulo de ataque. El objeto no tiene un perfil asimétrico, pero se desplaza en el fluido
con una cierta inclinación (véase ángulo de ataque), lo cual provoca que la capa límite
de una de sus caras pase de flujo laminar a turbulento, que se caracteriza por una mayor
velocidad de las partículas de fluido (Figura-33b). La Figura-33b representa bien el
efecto conseguido en los lanzamientos de disco o jabalina durante las pruebas de
atletismo, o por la trayectoria de las manos de un nadador en estilo libre. 3-Objetos
esféricos que giran. El objeto es esférico y se desplaza en el fluido con una rotación
(Figura-33c), de manera que las partículas de fluido pasan más rápido ayudadas por el
sentido de la rotación (en este caso, por la parte superior), generando además un flujo
turbulento al reencontrarse con las partículas de fluido que han pasado por la otra parte
de perfil (en este caso, por la parte inferior) a menor velocidad. La Figura-33c
representa el efecto conseguido en el lanzamiento de balones de fútbol, pelotas de tenis,
etc., y es conocido con el nombre de “Efecto Magnus”.
En la fuerza de sustentación, los factores densidad del fluido (), área frontal del objeto
(S) y velocidad (v) tienen un comportamiento similar al comentado para la fuerza de
arrastre. Por lo tanto, los principales factores que debemos analizar son el coeficiente de
sustentación (Cs) y la relación sustentación/arrastre. Sin embargo, en determinadas
situaciones el Cs va a depender del ángulo de ataque y del Efecto Magnus, por lo que
estos últimos serán también factores a analizar.
Ángulo de ataque. En inglés “angle of attack”, está relacionado con la segunda forma
de generar fuerza de sustentación, y es el ángulo que forma la cuerda del perfil (línea
que une el borde de ataque y de salida) con la velocidad relativa del fluido (véase
apartado 1.1.2). En la Figura-36a se representan diferentes ángulos de ataque de un
perfil en condiciones donde el fluido no se mueve, y es el objeto quien se desplaza
contra el fluido. Si el perfil es simétrico y el ángulo de ataque es nulo, entonces, la única
fuerza que aparece es la de arrastre, y no la de sustentación. Conforme el ángulo de
ataque aumenta, la diferencia de presiones en el intradós y extradós se acentúa,
generándose fuerza de sustentación. Los incrementos de esta fuerza se producen para
pequeñas variaciones del ángulo de ataque. Así, todos los perfiles tienen un ángulo de
ataque óptimo, en el que generan la máxima sustentación (el máximo C S), y que
depende de la geometría de éstos, siendo individuales para cada perfil. La curva tipo que
relaciona el CS y el ángulo de ataque se representa en la Figura-36b, observándose que
se incrementa la fuerza y el coeficiente de sustentación hasta los 16º de ángulo de
ataque, momento a partir del cual (“momento de entrada en pérdida”) puede
considerarse que dicho ángulo es muy elevado, produciendo progresivamente una
pérdida de fuerza de sustentación y un aumento de la fuerza de arrastre.
La mayor parte de los objetos son capaces de generar sustentación mediante este
mecanismo. Por ejemplo, los aviones despegan del suelo porque mientras se desplazan
hacia delante sus alas tienen cierta inclinación, conseguida gracias a que sus alas no
están horizontales con el suelo, sino que tienen un cierto ángulo de ataque (el avión está
inclinado al rodar por la pista y también hasta que alcanza la altura de vuelo deseada).
Por otro lado, los alerones utilizados en Fórmula 1 generan fuerza de sustentación en
sentido contrario al que se ha indicado, no elevando el objeto, sino pegándolo al suelo,
esto es posible gracias a que su ángulo de ataque es negativo (Figura-38a). Así, los
Fórmula 1 pueden adquirir mayores velocidades durante la conducción en curva, sin
necesidad de que el peso del automóvil sea muy elevado. En los lanzamientos de disco y
jabalina existen unos ángulos de ataque óptimos para generar la mayor sustentación,
haciendo que estos objetos vuelen la mayor distancia posible. En jabalina, el tiempo de
vuelo aumenta 2-2.5 veces respecto a cuando no existe fuerza de sustentación. En disco,
se ha demostrado en un campeonato que 3 de los 6 finalistas obtuvieron mejoras en sus
lanzamientos por un buen aprovechamiento del ángulo de ataque (hasta 7.01 m),
mientras que los otros 3 finalistas, que no acertaron con el ángulo de ataque, tuvieron
pérdidas bastante considerables (hasta 6.71 m) (González et al., 1998). Sin embargo,
existen discrepancias sobre el ángulo de ataque óptimo, y en el lanzamiento de disco
unos autores obtienen entre 20-30º (Barlett, 1992), mientras que otros obtienen entre 31-
43º (Hay y Yu, 1995). Estas discrepancias pueden tener justificación, ya que algunos
hacen referencia al ángulo de lanzamiento o de suelta del objeto (en inglés “angle of
release”), mientras otros están haciendo referencia al ángulo de ataque (“angle of
attack”) (Figura-38b). Es necesario diferenciar entre ambos conceptos.
La situación no siempre es tan sencilla como la que se ha presentado en las Figuras 36,
37 y 38a, y el objeto puede desplazarse con una determinada inclinación del perfil (o
ángulo de ataque), pero también con una velocidad que no sea horizontal al plano del
suelo. De esta forma, el ángulo de lanzamiento o de suelta es el ángulo que forma el
vector de velocidad del objeto con el plano del suelo en el momento de la suelta del
objeto. En todos los ejemplos que se han expuesto (Figuras 36, 37 y 38), se ha
considerado la velocidad del fluido igual a “0” (es el objeto quien se desplaza contra el
fluido), por lo que la dirección del vector de velocidad del objeto coincide con la
dirección del vector de velocidad relativa del fluido (este último tiene diferente sentido);
en el caso de que existiera una velocidad del fluido distinta de “0” habría que hacer una
composición de vectores (Figura-4b).
Efecto Magnus. En inglés “Magnus effect”, está relacionado con la tercera forma de
generar fuerza de sustentación, y es la aplicación del Principio de Bernouilli a los
objetos esféricos que avanzan girando en un fluido. Este giro produce que una de las
capas límite pase a mayor velocidad que la otra a través del objeto, generando una zona
de bajas presiones y, por lo tanto, fuerza de sustentación. Aunque las primeras
investigaciones científicas sobre este fenómeno fueron realizadas por Robins (1742), se
denomina como “Efecto Magnus” porque fue descrito por primera vez por el físico
alemán Heinrich Magnus (1853) (Hubbard, 2000).
Es necesario destacar que algunas veces la rotación puede producirse en el eje antero-
posterior, como ocurre en el lanzamiento de jabalina, donde ésta rota sobre sí misma,
afectando a la trayectoria del lanzamiento (Hubbard, 2000). Este fenómeno será
abordado en otros capítulo del presente libro. Además, puede ocurrir que exista una
rotación combinada entre ejes, generando sustentación en dos sentidos. Por ejemplo,
existen técnicas en béisbol que hacen girar la pelota con ¼ de vuelta, lo que significa
que no gira sobre el eje longitudinal (sería ½ de vuelta) ni sobre el transversal, sino que
el eje de giro se encuentra con una inclinación de 45º respecto al eje longitudinal.
Además, en fútbol, muy pocas veces la rotación del balón es perfecta respecto al eje
longitudinal, sino que el eje de giro del balón también está inclinado.
La ecuación utilizada para calcular la magnitud del Efecto Magnus es la misma que la
descrita para la fuerza de sustentación (Figura-32b); sólo hay que tener en cuenta que el
coeficiente de sustentación (Cs) se ve afectado por la velocidad angular de rotación ()
y por la velocidad lineal de desplazamiento (v) (Hubbard, 2000). El Efecto Magnus será
menor cuando los lanzamientos o golpeos se realicen en zonas de mayor altitud de la
atmósfera (ej. a 2000 m con respecto al nivel del mar), ya que la densidad del aire ( es
menor. El Efecto Magnus será mayor conforme aumente el área frontal del objeto (S), lo
que puede ser una de las causas de que este efecto aprecie mucho mejor en los balones
de fútbol (circunferencia entre 68-70 cm y peso entre 0.41-0.45 kg) que en los de fútbol
sala (circunferencia entre 62-64 cm y peso entre 0.40-0.44 kg), para un mismo tipo de
golpeo. Una mayor la velocidad angular de rotación del objeto ( aumentará el Efecto
Magnus (aumenta el Cs), porque genera mayor diferencia de presiones entre el intradós
y extradós del mismo; esto puede observarse en el swing de golf, donde la pelota gira a
más de 8000 rpm, y también en los golpes de tenis, donde ésta gira entre 1000-5000
rpm, dependiendo de que sea el primer servicio (búsqueda de potencia de saque) o el
segundo servicio (búsqueda de efectos en la pelota), respectivamente. Ante una igualdad
en las condiciones anteriores, la velocidad del objeto (v) no sólo afectará a la ecuación
general de la fuerza de sustentación sino que también aumenta el Cs como consecuencia
de que aumenta el Número de Reynolds (Re). Las simulaciones en el Cs de pelotas de
golf han demostrado que para una misma velocidad de giro el Cs puede variar de 0.20
(Re = 40000) a 0.40 (Re > 75000) (Smits & Smith, 1994; citado por Hubbard, 2000).
Por último, que la superficie del objeto esférico sea rugosa también aumenta el Efecto
Magnus, ya que las capas límite del intradós/extradós ven más afectadas su velocidad al
chocar contra una superficie rugosa, y la diferencia de presiones creadas entre ellas es
mayor, aumentando el Cs. En la siguiente tabla se resumen los factores que potencian o
disminuyen el Efecto Magnus.
Una vez analizados todos los factores que afectan a las fuerzas de arrastre y sustentación
es necesario destacar que, en algunas situaciones que se han comentado, un aumento en
la fuerza de sustentación puede conllevar también un aumento en la fuerza de arrastre, y
viceversa. Por ejemplo, el aumento del ángulo de ataque de un objeto puede aumentar el
Cs (y por lo tanto, la fuerza de sustentación), pero también hace que el área (S) y el
coeficiente de arrastre (Cx) del objeto que interactúa con el aire sea mayor,
incrementando la fuerza de arrastre. La situación contraria la observamos al disminuir la
densidad del aire (lanzamientos o golpeos en zonas de mayor altitud), disminuyendo así
la fuerza de sustentación y también la fuerza de arrastre. Se puede hablar entonces de un
cociente o relación entre ambas fuerzas que es fundamental para el comportamiento del
objeto, pero que resulta distinto en cada objeto y situación técnica analizada. El
rendimiento óptimo se conseguirá cuando el cociente arrastre/sustentación sea óptimo.
En golf, el Cx de las pelotas sin rotación es mayor para una pelota lisa que para una
pelota rugosa (véase Figura-29), por lo cual, en principio, sería mejor una pelota rugosa
para lograr un mayor alcance. Sin embargo, cuando esta pelota gira, el Cx puede
aumentar en 2-2.5 veces su valor inicial, lo cual, perjudicaría el alcance. Esta situación
se ve compensada por el hecho de que el Cs al girar aumenta más de 3 veces su valor
inicial (datos para Re = 40000 en Hubbard, 2000). Por lo tanto, para conseguir el mayor
rendimiento en un swing de golf es necesaria una pelota bastante rugosa a la cual se le
haga girar a altas revoluciones. Esta situación posiblemente será distinta al realizar el
swing un golfista experto frente a un novato (menor velocidad lineal y angular de la
pelota en el golpeo).
En Fórmula 1, el Cx de los automóviles puede variar en un rango entre 0.7-1.1 (ver
Tabla-2) sólo cambiando la posición de los alerones delantero y trasero (su ángulo de
ataque). Este cambio se produce en función de las características del circuito (Figura-
42), de manera que en un circuito rápido (ej. Circuito de Monza, Italia), con pocas
curvas, se buscará que el Cx sea 0.7, para conseguir así mayores velocidades máximas;
y mientras tanto, en un circuito lento (ej. Circuito interurbano de Mónaco), con muchas
curvas, el Cx será de 1.1, consecuencia de buscar una mayor fuerza de sustentación que
pegue el coche al suelo durante la curva, consiguiendo mayores velocidades medias en
las curvas. El resultado final es simulado por los ingenieros de cada escudería
automovilística, los cuales deben buscar un equilibrio perfecto entre
arrastre/sustentación para conseguir menores tiempos totales en cada vuelta del circuito.
En los lanzamientos de disco y jabalina también debe buscarse este equilibrio entre las
fuerzas de arrastre y sustentación, haciendo que el cociente entre ambas sea óptimo (el
mayor). El mejor cociente para el disco parece estar sobre los 30º (datos extraídos de
Bartlett, 1992) de ángulo de ataque, mientras que para la jabalina estaría en torno a los
35º (datos extraídos de Hubbard, 2000). A partir de los 40º en el disco y de los 45º en la
jabalina, las fuerzas de arrastre son mayores que las de sustentación, disminuyendo la
distancia del lanzamiento. Ningún trabajo de investigación ha tenido en cuenta ambos
factores conjuntamente, ya que además de ellos es necesario considerar que con el
ángulo de ataque no sólo se aumentan Cs y Cx, sino que el área frontal también
aumenta. Otra aplicación de la importancia del equilibrio arrastre/sustentación es que
los lanzamientos de disco y jabalina disminuyen su distancia en altitud (menor densidad
del aire). Observando los ángulos óptimos que se han comentado, los Cs son mayores
que los Cx y, por lo tanto, una bajada en la densidad del aire disminuirá más la fuerza de
sustentación que la fuerza de arrastre, haciendo que el cociente entra ambas no sea
máximo.
Una manera de simplificar la ecuación anterior, muy compleja porque deben medirse las
características de las olas, es tener en cuenta las dimensiones del nadador (o de la
embarcación) y su influencia en el “hull speed”. Para ello recurrimos al Número de
Froude (Fr), que debe su nombre al ingeniero hidrodinámico y arquitecto naval inglés
William Froude (1810-1879). El Fr máximo está relacionado con el “hull speed” del
nadador. Se trata de un número adimensional, utilizado para valorar la resistencia de
oleaje, a partir de los estudios de William Froude en los que comparó la generación de
olas de diferentes objetos de diferentes tamaños y formas. Estas olas pueden ser
divergentes (generadas por la parte delantera y trasera del cuerpo, separándose de él) y
convergentes o transversales (generadas por segmentos del cuerpo, pero que no influyen
en la dirección del nado). Para calcular Fr sólo se tienen en cuenta las olas que están en
un sector de 39º respecto al eje longitudinal del nadador, obteniendo la ecuación:
Fr = v / (g · L)
Donde v es la velocidad del nadador, g es la aceleración de la gravedad y L es la
longitud del nadador.
Utilizando los conceptos anteriores, sería imposible nadar en la superficie del agua a
una velocidad mayor de la longitud del cuerpo por segundo, lo cual, perjudicaría a los
nadadores de menor longitud. Esta afirmación no ha sido corroborada por estudios
científicos, aunque es una opinión generalizada de los investigadores en la materia. No
se ha podido demostrar científicamente porque el nivel técnico del nadador influye en la
fuerza de oleaje, ya que puede alterarse la longitud del nadador considerando la mano
de éste como una prolongación en el agua. Así es como se justifica que la velocidad
máxima teórica sea de 1.9-2.6 m/s para nadadores de 1.95-2.00 m, y de 1.70-2.30 m/s
para nadadores de 1.75-1.85 m (Vorontsov y Rumyantsev, 2000). Por lo tanto, la técnica
del nadador puede permitir aumentar su longitud en determinadas fases del ciclo de
nado, disminuyendo así la fuerza por oleaje, lo cual, sí ha sido demostrado
científicamente (Takamoto et. al, 1985). Las olas son una evidencia visible de la pérdida
de energía resultante de los movimientos del cuerpo, porque significan que gran
cantidad de agua ha sido movida o desplazada durante el nado. Se ha reconocido que
son determinadas partes del cuerpo como la cabeza, los hombros o las nalgas las
principales generadoras de olas durante el nado, debido a sus excesivos movimientos
horizontales y verticales. Estos efectos pueden minimizarse con una mejora en la
técnica de nado, afectando, por lo tanto, a la fuerza de oleaje.
Una curva tipo que relaciona la resistencia hidrodinámica total con el número de Froude
(Figura-45) ha sido descrita por diferentes autores (citados por Vennell et al., 2006). La
resistencia hidrodinámica aumenta rápidamente a partir de Fr=0.25, debido a la
importancia que empieza a cobrar la fuerza de arrastre por oleaje a ciertas velocidades.
Cerca de Fr=0.42 la velocidad del cuerpo del nadador se equipara a la de una ola con
una longitud de onda similar a la longitud del nadador (“hull speed”). A partir de ahí, el
incremento de la resistencia hidrodinámica hasta Fr=0.45 es un poco más lento, y
sobrepasado este punto se produce un aplanamiento. Según lo que se ha dicho, en un
nadador de élite de 1.8 m de longitud se esperaría que su “hull speed” estuviera en 1.8
m/s (Fr=0.42), pero con sus manos extendidas la longitud total es de 2.3 m y Fr=0.40.
Para ejemplificar lo que ocurriría durante el nado a intensidades submáximas, podemos
seleccionar uno de los valores de talla y Fr de la Tabla-5 (0.308). Así, aplicando la
ecuación del Fr, un nadador de 1.90 m podría nadar a 1.33 m/s, mientras que los
nadadores jóvenes de 1.69 m sólo podrían nadar a 1.26 m/s para el mismo Fr.
Por último, destacar que la ola delantera formada cerca de la cabeza es utilizada por los
nadadores para la respiración en el estilo libre. De esta manera, la cabeza no debe
girarse demasiado para tener acceso al aire, ya que la ola genera una depresión natural
cerca de la superficie del agua, algunas veces llamada “bolsa de agua”. Si la velocidad
de nado es muy baja, la depresión de la ola de proa apenas existe, y la cabeza debe
girarse más. Esta mayor rotación conlleva también una mayor rotación del tronco en el
eje longitudinal, disminuyendo la eficiencia del nado (Kreighbaum y Barthels, 1996).
Estudios más recientes (Vorontsov y Rumyantsev, 2000) han sugerido que el nado
humano entre 0.7 y 1.2 m produce una fuerza de oleaje despreciable, sin embargo,
incrementaría la fuerza de arrastre, ya que respecto al nada por la superficie una mayor
parte del cuerpo está sumergida. Por lo tanto, la cuestión es determinar la influencia de
la fuerza de oleaje en la resistencia hidrodinámica total (FR), para minimizarla sin
incrementar esta última. Esta tarea no es nada fácil, ya que como indican los propios
autores, los resultados de los estudios son controvertidos y es necesario realizar futuros
trabajos que esclarezcan la problemática. Para Voronstsov y Rumyantsev (2000) existen
suficientes evidencias de que la fuerza de oleaje es una fuerza muy importante en la F R
porque: 1-Los submarinos rusos son capaces de duplicar su velocidad de
desplazamiento con una misma potencia de propulsión cuando se sumergen respecto a
cuando viajan por la superficie. 2-En algunas disciplinas de natación con aletas, donde
sólo se utilizan las piernas y no los brazos, los récords mundiales en pruebas cortas son
mucho mejores durante el nado subacuático (aguantando la respiración o con Scuba)
que durante el nado en la superficie. 3-La Federación Internacional de Natación (FINA)
reguló, hace más de una década, que sólo se podía cubrir una distancia de 15 m de la
piscina en nado subacuático (en la salida), ya que muchos de los nadadores empezaron a
utilizar este tipo de nado (“salida de torpedo”) porque les resultaba más eficaz que
cualquier estilo de nado tradicional. A pesar de estos argumentos, los mismos autores
hacen una estimación realmente baja de la contribución de esta fuerza (sólo un 5%) para
un nado en la superficie del agua a 2.0 m/s (fuerza de arrastre = 93.55 N; fuerza de
oleaje = 5 N).
Los últimos hallazgos en esta materia parecen indicar que la fuerza de oleaje (FO) es
más importante de lo que en principio se había considerado (Vennell et al., 2006). Los
trabajos de Voronstsov y Rumyantsev (2000) sólo valoraron FO como un 5% de FR a 2
m/s, mientras que Toussaint et al. (2000) habían estimado, utilizando un método directo
para medir la FR (MAD System), que esta contribución podía ser del 21% a 1.9 m/s. La
mejor aproximación era la de Wilson y Thorp (2003), que estimaron que la F O era un
20% a 1.0 m/s y entre 35-45% a 2.0 m/s. Por su parte, Lyttle et al. (1998) valoraron que
la FR era un 20% menor a 0.6 m de profundidad que en la superficie para un nado
realizado a 2.2 m/s (estudios citados por Vennell et al., 2006). Vennell et al. (2006),
utilizando un maniquí que era sumergido a diferentes profundidades en posición prona y
supina (Figura-46a), han concluido que a partir de 1.5 m/s F O es un 50-60% de la F R
(mucho mayor que en los estudios previos que se han citado) siendo F O despreciable a
los 0.8 m de profundidad (Figura-46b). Este estudio parece confirmar la mayoría de las
sospechas no probadas experimentalmente acerca de la importancia de FO. Igualmente
establece que entre 0.8 y 1.0 m de inmersión la F O puede considerarse despreciable. Sin
embargo, este estudio debe ser mejorado utilizando nadadores y no maniquís, así como
valorando la FR en situación real de nado y no durante el arrastre pasivo.
Figura-46a.-Piscina hidrodinámica utilizada por Vennell et al. (2006) para valorar la
resistencia hidrodinámica total (FR). Figura-46b.-Resultados de FR en la superficie y en
inmersiones entre 0.8-1.0 m de profundidad; la fuerza de oleaje (FO) es obtenida a
partir de la diferencia entre las dos anteriores (original de Vennell et al., 2006)
Referencias bibliográficas